jueves, 5 de marzo de 2020

De la aplicación del internacionalismo a la reconciliación con el revisionismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


[Nota: Recomendamos la lectura de este capítulo en conexión con el capítulo: «Elena Ódena sobre el falso internacionalismo de los oportunistas alemanes Koch y Eggers» de 2020.]

«Solo hay un internacionalismo proletario verdadero: consiste en trabajar con abnegación por el desarrollo del movimiento revolucionario y de la lucha revolucionaria en el propio país y apoyar –con la propaganda, la simpatía y la ayuda material– esta misma lucha, esta misma línea y sólo ella en todos los países sin excepción». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Las tareas del proletariado en nuestra revolución, 10 abril de 1917)

¿Por qué el internacionalismo proletario?

En el IIº Congreso del Partido Comunista de España (marxista-leninista) de 1977, en un tono combativo se dice:

«Si decimos que nuestra lucha no se puede en ningún caso ver desligada del contexto histórico mundial en el que vivimos, entonces, cae por su propio peso que no podemos permanecer indiferentes a lo que sucede en otros países, y menos aún, a cómo avanzan y se fortalecen nuestros partidos hermanos y las posiciones que toman algunos que, llamándose marxista-leninistas, están cayendo de forma clara y descarada en un oportunismo que no es más que la continuación, con otras formas y con otra terminología, pero idéntica esencia, del revisionismo jruschoviano que tuvimos que combatir en los años sesenta. (…) Nuestras relaciones, entrevistas y discusiones con otros partidos y fuerzas marxista-leninistas, fueran en base a la aplicación consecuente y concreta del internacionalismo proletario, el cual es un principio inalienable del marxismo-leninismo. Jamás hemos consentido salimos de este principio que es esencial y que ningún partido auténticamente marxista-leninista puede relegar, abandonar o descuidar. Ahora bien, debemos distinguir entre los partidos y fuerzas que consideran el internacionalismo proletario de una forma activa, que lo aplican y lo defienden, de aquellos que hablan mucho de internacionalismo, pero todo se queda en eso, en verborrea, en fraseología hueca. (...) Por ello, hemos trazado una línea de acción que, en esencia, es la siguiente: 1) Unirnos estrechamente con los partidos que mantienen posiciones consecuentemente marxista-leninistas y, sobre la base de los principios, defenderlos contra los ataques de los oportunistas. 2) Elaborar tácticas concretas para profundizar las discusiones con los que vacilan, con los que todavía no tienen las cosas claras. Es de rigor la prudencia en estos casos, pero sin perder de vista que un exceso de prudencia cuando se plantean cuestiones de principios, puede llevar al oportunismo, o, como dicen los camaradas albaneses, puede cambiar el vino tinto en aguado. Trabajar con paciencia hacia ellos y procurar atraerlos a posiciones correctas, pero sobre la base de afirmar claramente nuestros principios. 3) Golpear, desenmascarar y combatir a los renegados del marxismo-leninismo, a los que ya son claramente revisionistas de nuevo cuño». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)

En el IVº Congreso del PCE (m-l) de 1984 se diría:

«En la actual situación mundial tiene particular importancia la aplicación del internacionalismo proletario activo. La solidaridad fraternal de la clase obrera de los diversos países es necesaria para que el proletariado en su lucha contra la explotación capitalista en cada país, alcance la victoria en su lucha revolucionaria». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

Como bien decía el PCE (m-l) a los partidos hermanos, era claro que:

«La unidad que existe en el movimiento comunista internacional, marxista-leninista es todavía muy frágil; existen incluso planteamientos contradictorios sobre problemas importantes, tanto en el ámbito de situaciones concretas a nivel internacional, como en lo que a la definición de principios se refiere». (Raúl Marco; Sobre algunas cuestiones del Movimiento Internacional; Discurso pronunciado en un plenario ampliado del Comité Central, 3 de octubre de 1982)

Solo dos años después, el partido recriminaba a algunos otros, el no haber atendido sus demandas, y a otros, el resistirse a aceptarlas sin contraponer argumentos de peso:

«Tenemos claro que el indiferentismo es un reflejo de una mentalidad pequeño burguesa, cobarde, que en determinados casos puede conducir al nacionalismo estrecho, y por ende, al oportunismo. Y esto sucede o mejor dicho o ha dejado de suceder, desde antes que los marxista-leninistas nos levantásemos contra el revisionismo abierto. (...) ¿Qué pasa, pues, para que nuestro Pleno de octubre de 1982 haya levantado tal polvareda, resistencia y hasta hostilidad en algunos partidos que, empero, no han dado ningún argumento sólido en contra y menos de principio?». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

El PCE (m-l) durante 1964-1985 fue claro como pocos delimitando lo que significaba el internacionalismo proletario, pero eso no le libró de cometer errores en su aplicación. Ya vimos inicialmente sus escarceos con el tercermundismo y el maoísmo, imprimiendo una ilusión hacia ciertos movimientos pequeño burgueses. Véase el capítulo: «El triunfalismo en los análisis y pronósticos del PCE (m-l)» de 2020.

Más adelante, entre otras cuestiones, no logró crear junto a otros partidos afines un organismo que para aclarar las ideas y coordinase esfuerzos. La excusa de la existencia del maoísmo durante los primeros años, es ciertamente pobre, ya que el deber de partidos como el PCE (m-l) era lograr tal fin por encima de cualquiera, de hecho, la creación de tal organismo podría haber servido para deshacer más rápidamente al maoísmo, que por aquel mantenía una política basada en la aceptación o no de lo que Pekín y su política exterior reaccionaria dictaban. Después, una vez entrado en una etapa de mayor madurez ideológica, tras la lucha abierta contra el maoísmo de 1976-1979, el PCE (m-l) se vio obligado dentro del campo marxista-leninista a volver a criticar las posiciones vacilantes o erradas de ese movimiento marxista-leninista restructurado, el cual sorprendentemente, de nuevo empezaba a mostrar signos de debilitamiento ideológico, indiferentismo y desunión, sobre todo a partir de 1982, aquí tiene gran responsabilidad el Partido del Trabajo de Albania (PTA) que no supo ponerse al frente, y finalmente, fue participe de las primeras desviaciones graves. Véase el capítulo: «Las relaciones entre el PCE (m-l) y el PTA y la caída del socialismo albanés» de 2020.

La oposición o desdén hacia esa cuestión del del PTA tampoco eximía al PCE (m-l) de su propia responsabilidad, primero; denunciando con nombres a quienes se oponían, y segundo, continuando con los partidos que se mantuviesen fieles a estos principios. Pero como sabemos hoy, no solo el PTA, sino que el PCE (m-l) empezó a abandonar estos lineamientos. 

Las tareas nacionales no son ni pueden ser incompatibles con los deberes internacionales de una organización

«Para los revisionistas chinos el basarse en sus propias fuerzas era interpretado prepotentemente «Yo sí tengo fuerzas y me importa un bledo las dificultades de los demás...» Y así no presentan ninguna ayuda para que los más débiles pudiesen desarrollarse en todos los terrenos, incluido el de «basarse en sus propias fuerzas». Con ese farisaico concepto, los revisionistas chinos hacían y deshacían a su antojo. Como no existía ningún tipo de organización internacional –y seguimos en las mismas–, nadie les podía pedir cuentas; los que se plegaban a sus dictados, los aduladores y lamebotas, recibían ayuda en cantidad –sobre todo financiera, claro–, mas los que poníamos los principios por encima de las ventajas materiales, éramos marginados. (...) Para nosotros el «basarse en nuestras fuerzas» –concepto que no se discute nunca o casi nunca en las reuniones internacionales–, es un principio comunista que tiene dos vertientes, o dos aplicaciones, íntimamente ligadas la una a la otra; por un lado, el esfuerzo de cada partido debe hacer para resolver sus dificultades, y dentro del partido, cada camarada, cada célula, cada comité. (...) Lo que a su vez lleva a basarse o lo posibilita, en la fuerza de todo el partido; y la otra vertiente es de nivel internacional. (...) Las fuerzas del propio partido, para mejor utilizar la fuerza del movimiento en su conjunto con arreglo a las necesidades; ese principio significa para nosotros que los partidos que pueden hacerlo, deben prestar su apoyo y ayuda, en todos los terrenos que lo necesitan, significa estar atentos a los problemas de los demás». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

En el IVº Congreso del PCE (m-l) de 1984, gran parte del informe se dedicó a criticar la no comprensión de la importancia del internacionalismo proletario, la vinculación de las tareas nacionales con las internacionales:

«El internacionalismo proletario significa que cada partido marxista-leninista, debe preocuparse no solamente por el desarrollo de la revolución en su propio país, sino por el desarrollo de la revolución en el mundo entero. No solamente debe velar por la pureza del marxismo-leninismo en sus filas, sino también en el movimiento comunista marxista-leninista internacional, cada partido debe dar a los demás partidos su máxima ayuda ideológica, política y material, y debe esforzarse particularmente por dar ayuda a aquellos partidos hermanos que están más necesitados». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

Si miramos un magnífico artículo de P. Azuaga llamado: «El desarrollo de los partidos marxista-leninistas y el internacionalismo proletario», podremos observar cómo se fustigaba alguna de las teorías del PCA/ML y del PCP (R):

«Para los marxista-leninistas, existe una relación estrecha y dialéctica entre el desarrollo de cada partido comunista marxista-leninista y de sus tareas en su respectivo país, y el desarrollo del Movimiento Comunista Internacional Marxista-Leninista con las tareas que ello plantea, sobre la base de la correcta comprensión y aplicación práctica del internacionalismo proletario, pues no en vano éste es una base fundamental del marxismo-leninismo.

Sin embargo, esto no es comprendido así por algunos, quienes para justificar posiciones injustificables y oportunistas, apelan a las más variopintas teorías ya las más peregrinas argumentaciones, nada nuevas por cierto, como son la de que cada partido es independiente, que cada uno debe dedicarse a los problemas de su partido y de su país, que cada partido sólo debe basarse en sus propias fuerzas, que cada cual debe apañárselas como pueda sin que los demás tengan derecho a criticar sus opciones, que cada partido tiene su «propia vía». 

Todas estas teorías, tienen de común que llevan a considerar que no son necesarias las reuniones multilaterales entre partidos marxista-leninistas –y menos todavía una reunión general–, ni es necesario intercambiar opiniones y experiencias, conjuntar análisis y posiciones sobre cuestiones importantes de actualidad, ni estrechar la colaboración entre los destacamentos del movimiento comunista mundial, ni dar pasos concretos para trazar una línea general para el movimiento que lleve a los partidos marxista-leninistas hacia la unidad internacionalista organizada, lo cual lleva, de manera más o menos consciente, a que se dé el indiferentismo, el seguidismo, las «zonas de influencia», el cantonalismo o el grupismo, pero de ninguna forma a desarrollar la concepción leninista del internacionalismo y a ayudar a los partidos marxista-leninistas». (Vanguardia Obrera; Nº 500, 1985)

¿Qué debía aclararse frente a estas desviaciones?:

«Otra de estas teorías defiende la idea de que cada partido es independiente y que por tanto cada uno puede desarrollar la teoría, la táctica y la práctica que estime oportuno, lo cual sólo le incumbe a cada partido, por lo que toda crítica hacia ellos constituiría una injerencia inadmisible en sus asuntos internos.

Es correcto plantear que cada partido debe ser independiente a la hora de elaborar su línea política o su táctica, pero la independencia de cada partido tiene unos límites, que son los principios del marxismo-leninismo, y cuando un partido se desvía o comete errores graves, cualquier otro partido debe y tiene el derecho y obligación de señalarlo y de criticarlo.

Para ayudar al desarrollo de los partidos marxista-leninistas y del internacionalismo proletario debe combatirse, pues, el independentismo tanto como es necesario combatir el seguidismo respecto a otro partido o partidos, lo cual es una de las raíces y manifestaciones del revisionismo». (Vanguardia Obrera; Nº 500, 1985)

Esta cuestión el PCE (m-l) desataría varios artículos contra varias cabezas visibles de estas desviaciones en el PCA/ML. Véase el capítulo: «Elena Ódena sobre el falso internacionalismo de los oportunistas alemanes Koch y Eggers» de 2020.

La unidad internacional también pasa por una unidad organizativa

«Nosotros entendemos esas reuniones bilaterales y multilaterales no como reuniones de cortesía, de visitas o encuentros entre amigos. Estas reuniones deben ser de trabajo, de intercambiar experiencias, deben servir para conjuntar posiciones y análisis sobre cuestiones concretas de índole internacional, e incluso definir tareas comunes. (…) Porque todos estamos de acuerdo con la unidad, todos hablamos en su nombre, pero lo cierto es que hacemos poco por materializarla y elevar su nivel. A veces, incluso, se dan casos de partidos que observan cosas, posiciones, planteamientos, con las que no están de acuerdo, y en vez de plantearlo claramente, se callan. Eso no es correcto ni la mejor forma de ayudar a un partido hermano en dificultades o equivocado. Para nosotros, las relaciones concretas, entre camaradas, sobre la base de principios y del internacionalismo, no excluye, sino que presupone el deber y el derecho de cada partido por criticar a otro u otros. «Esto debe ser así porque ningún partido que considere el internacionalismo proletario como un principio activo y no como una fórmula para discursos y escritos, puede ser indiferente a lo que sucede en otros partidos: «Cada partido hermano, respetando las normas leninistas, debe criticar audazmente los errores y las faltas de cualquier partido hermano. (…) El partido que se equivoca, sea grande o pequeño debe ser criticado, debe reconocer sus errores para que puedan ser corregidos. Esta es la única manera de actuar». (Enver Hoxha) (…) Estas son algunas cuestiones que preocupan al partido». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); IIIº Conferencia del partido, marzo de 1982)

Respecto al Partido Comunista de Portugal (Reconstituido) se criticaría que el PCP (R) había esgrimido tesis absurdas como que la redacción de una revista conjunta entre los partidos marxista-leninistas «Teoría y práctica» ¡creaba problemas al movimiento marxista-leninista!:

«Decís en vuestra resolución que como se está llevando la revista «en las presentes condiciones, está perjudicando la unidad del movimiento comunista internacional y la acción de los diversos partidos de respectivos países». (…) Extrapoláis cuestiones secundarias –revista sí, revista no– de forma simplista y las mezcláis con cuestiones de principios, os limitáis a afirmar, que no demostráis nada. Os preguntamos, ¿desde cuándo el que un partido exponga en una revista marxista-leninista sus puntos de vista o análisis sobre su propio país, «perjudica la unidad del movimiento comunista internacional»? ¿En qué han dividido o creado problemas al «movimiento comunista internacional» los dos números editados de «Teoría y práctica»? Si limitásemos vuestra forma de razonar, podríamos decir que los que se equivocan, dividen al movimiento y hacen el juego a la reacción y al revisionismo, son los que se oponen, condenan y combaten la unidad marxista-leninista. Pero nuestro partido no cae en análisis simplistas y superficiales». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Carta al Partido Comunista de Portugal (Reconstituido), 1983)

Precisamente en el debut de la revista se decía «A modo de presentación: ¿para qué una revista internacional?»:

«A medida que se profundiza la crisis del capitalismo y el imperialismo y la degeneración del revisionismo moderno, surgen distintas tendencias y corrientes revisionistas y oportunistas, como el eurocomunismo, el maoísmo, el tercermundismo, corrientes prorusas, etc., y aumenta también la presión ideológica contra la ideología y los partidos marxista-leninistas. En nuestros partidos se han producido y puede repetirse brotes de oportunismo de derecha, de revisionismo, de fraccionalismo, todo ello como consecuencia de la presión ideológica y el trabajo de zapa de los distintos enemigos del marxismo-leninismo y contra los nuevos partidos que se han puesto a la cabeza del movimiento revolucionario y la clase obrera de los distintos países. (…) Esto plantea la necesidad de permanecer vigilantes, desenmascarar y combatir sin tregua todo intento de desviarnos de nuestra justa línea, de los inmortales principios del marxismo-leninismo. Los revisionistas chinos introdujeron toda una serie de prácticas y actividades que durante años obstaculizaron e impidieron dar pasos concretos para restablecer el internacionalismo proletario activo, y la verdadera unión de principios y de acción organizada entre los nuevos partidos comunistas marxista-leninistas. Actualmente, pese a las dificultades y deficiencias existentes y teniendo en cuenta el lógico desarrollo desigual de los partidos, creemos que es imprescindible dar algunos pasos concretos con el fin de ir creando las condiciones para dar otros pasos más importantes que en un futuro no muy lejano nos conduzcan hacia la unidad internacionalista organizada de todos los partidos marxista-leninistas. Tal es el objetivo primordial de esta revista comunista internacional. Creemos que esta revista corresponde a una necesidad de vital importancia de defender y difundir los principios del marxismo-leninismo y para facilitar un mejor conocimiento y comprensión política y de la práctica de los distintos partidos. (…) La comisión editorial de esta revista llama a todos los partidos hermanos a colaborar en ella, enviando sus artículos y trabajos». (Teoría y práctica; Nº1, 1983)

Que partidos tan importantes en la lucha contra el revisionismo –el Partido del Trabajo de Albania (PTA) o el Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista (PCA/ML)– nunca se sumasen a dicha iniciativa da a entender que dentro de esos partidos empezaba a dominar un indiferentismo muy lesivo, que era parte de algo mucho peor que se revelaría poco después. Ha de decirse que conforme estos partidos que colaboraban en la revista, incluyendo al PCE (m-l), empezaron a degenerar de forma vertiginosa, la calidad de la revista y sus artículos empezaron a notarlo desde finales de los 80.

Otras de las propuestas fue fundar una reedición de la Internacional Comunista:

«Para nosotros esto conlleva la necesidad de la existencia de una organización –con las particularidades oportunas– también internacional. Hoy la cosa no existe y algunos no lo entienden. A nosotros nos parece esta una grave carencia de los que se llama el «movimiento internacional». Porque un auténtico movimiento comunista internacional debe llevar, ineluctablemente, la unidad, no sólo de pensamiento, no sólo teórica, sino también, y es lo que más falta, de acción. Pensamos que en ese sentido estamos muy retrasados con arreglo a lo que nos exige la actual situación internacional: no sólo no haya unidad de acción, sino que hay fallos graves en la unidad de análisis, de juicios y opiniones. (...) Aquí, entra también el problema de las relaciones entre partidos hermanos. En teoría, todos, sin excepción, estamos a favor de reuniones bilaterales y multilaterales. Pero sólo una parte de los partidos participamos en tales reuniones y nos esforzamos por lograrlas, mientras que otros las boicotean pura y simplemente, con absurdos e injustificables argumentos para no participar en ellas. (...) Nuestro partido sigue manteniendo la necesidad de que los partidos marxista-leninistas deberían contar con una línea general y unas formulaciones organizativas que facilitasen y estimulasen la práctica concreta del internacionalismo entre nosotros, que permitiese aunar criterios y juicios sobre las situaciones del mundo. De nuevo ponemos de ejemplo lo de las Malvinas, Irán, el llamado grupo Contadora, la socialdemocracia, etc. así como las actitudes y posicionamientos de otros partidos. (...) No sólo tenemos –o deberíamos tener– el derecho, sino el deber de criticar e incluso combatir cualquier desviación que detectemos en otros partidos. Para ello sería mucho más útil la existencia de cauces y formas organizativas claramente estructuradas a nivel internacional. Lo contrario supone que lo hagamos aisladamente, contra viento y marea, soportando argumentos baladíes como el de que «no hay que polemizar». Se olvida que polemizaron abiertamente y sin tapujos Marx, Engels, Lenin y Stalin. Se olvida que se polemizó contra Browder, Tito, etc. (...) Cuando se dan casos de intentos de fracción, o complots o cualquier problema grave, se debe informar seria y razonadamente a los demás partidos, tanto porque las experiencias de unos pueden servir a otros, como por evitar conjeturas y suposiciones que además crean desazón y malestar; por otra parte, también afirmamos que la independencia de cada partido tiene unos límites: los principios del marxismo-leninismo; y cuando vemos que un partido se desvía o comete errores graves en sus planteamientos y análisis, cualquier partido debiera tener el valor y la firmeza suficiente para señalarlo, para criticar y si es preciso polemizar y no sólo por propia comprensión de lo que deberían ser las relaciones entre partidos hermanos, sino porque tuviera el derecho y la obligación de hacerlo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

Una de las razones para pedir dicho organismo internacional fue que este sería la mejor forma de supervisarse mutuamente; la mejor forma para que un partido diese explicaciones cuando sufriera una lucha interna; la mejor forma para que las masas viesen que los partidos marxista-leninistas estaban unidos y tenían una línea común sobre los temas fundamentales, etcéra:

Efectivamente, para un colectivo o un conjunto de colectivos, el no establecer unas normas y una acción generalizada, deja la puerta la abierta a continuar en el mismo estado desastroso de improvisación, discordancia, tardanzas, etc. El PCE (m-l) pensaba que tras varios años de existencia, tras desenmascarar al maoísmo y sus teorías antimarxistas en materia internacional, ya no había excusa para que no existiese un organismo internacional que regulase y coordinase a los partidos:

«Algunos partidos cuando hablamos con ellos sobre estos temas, particularmente el de la creación de algún tipo de organismo internacional, nos dicen que «no hay condiciones» –tampoco nos dicen cuáles son tales condiciones–. Y nosotros repetimos una y otra vez que las condiciones no se van a dar por sí solas, que hay que crearlas. (...) La no resolución de este problema favorece otro tipo de oportunismo como es el de la creación de «zonas de influencia». Así tenemos tal partido que se mueve solo en función de lo que diga tal otro; tenemos a los que practican lo que ellos llaman «relaciones especiales», tenemos a los seguidistas, etc. Esta es la situación que debemos afrontar con decisión y entusiasmo, con valor y optimismo revolucionario, combatiendo en nuestras filas toda manifestación de pesimismo. Y si «no hay condiciones», luchemos por crearlas y recordemos una vez más a nuestro Machado «se hace camino al caminar». Nosotros vamos dando pasos, quizás lentos, pero seguros, y esta vez no estamos solos. Pensamos que debemos seguir por este camino, porque ya es grave que no exista ningún organismo internacional de los comunistas, y dada la situación mundial dentro de poco esa carencia sería un crimen imperdonable del que nosotros no queremos ser partícipes. (...) La prudencia es una buena cosa, es necesaria, pero cuando en nombre de la prudencia se relegan los problemas, se enmascara las situaciones, no se toman decisiones y, en definitiva, se tergiversan los principios, ya no se trata de prudencia...». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

El hartazgo de la dirección del PCE (m-l) es notable.

La lucha contra los jefes del oportunismo y las ilusiones sobre su naturaleza

El PCE (n-l) siempre subrayó la importancia de la lucha contra el revisionismo:

«Una de las principales tareas de los marxista-leninistas y de las fuerzas progresistas del mundo entero es la denuncia y la lucha resuelta, irreconciliable y sin cuartel contra el revisionismo, tanto en el terreno ideológico como en el político. Cualquier debilitamiento en esta lucha de principios, bajo cualquier pretexto, conduce inevitablemente al aumento de la fuerza del revisionismo, y daña considerablemente la causa revolucionaria». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

En ocasión del IIIº Congreso del PCP (R) de 1981, la delegación del PCE (m-l) diría en el discurso titulado: «El Partido Comunista de España (marxista-leninista) contra la unión con los líderes revisionistas y socialdemócratas»:

«Creemos que las tácticas y las formas de acción para forjar la unidad obrera, el frente popular antifascista, puede y debe de ser muy diverso de acuerdo a las condiciones específicas y posibilidades de cada país y de cada partido. También creemos –y nos basamos en la experiencia internacional de muchos años– que esta unidad no es posible sin aislar y luchar hasta el mayor grado posible los líderes revisionistas de diferentes matices, como los «eurocomunistas», maoístas, jruschovistas, o como se llamen ellos mismos. Todos ellos, junto a los líderes socialdemócratas, son cómplices y lacayos de sus respectivos gobiernos reaccionarios y van a la zaga de uno u otro imperialismo. Algunos albergan ilusiones sobre una posible unidad con los líderes revisionistas. Creemos que esto es un error el cual puede llevarnos directamente al pantano del oportunismo. Y si debemos evitar exitosamente el sectarismo que nos separa de la gente, también debemos combatir con intransigencia el oportunismo que podría llevarnos a deformar nuestros principios marxistas-leninistas. Los marxistas-leninistas del mundo dicen que, hoy en día, nadie puede combatir al imperialismo basándose en uno u otro imperialismo. Y además, decimos que cualquier concesión a los líderes revisionistas, consciente o inconscientemente, es jugar entre las manos de una u otra superpotencia, o de ambas a la vez». (Vanguardia Obrera, julio 3-16, 1981)

Esto era una advertencia a las tendencias de ciertos partidos del panorama internacional, que parecían olvidar estos básicos principios confirmados por la historia, en concreto era un mensaje hacia el PCA/ML.

Aunque el PCA/ML sería uno de los partidos que más autocrítica y más detalladamente expuso el daño causado por el maoísmo en su IVº Congreso de 1978, seguramente de una forma mucho más ejemplar que el propio PCE (m-l), este último criticaría al primero por su silencio en diversas luchas ideológicas que se dieron entre 1976 y 1978, un período donde la lucha contra el maoísmo lamentablemente solo era capaz de abarcar una crítica contra los partidos más ultraoportunistas que rehusaban las reuniones conjuntas entre partidos bajo diversas excusas o aceptaban el tercermundismo. De igual modo, se criticaba las propias posiciones erróneas del PCA/ML sobre la crisis del revisionismo en el poder en la Polonia de 1981, así como las falsas concepciones e ilusiones sobre el sindicato reaccionario «Solidaridad»:

«Se sabe que el PCA/ML permaneció silencioso durante los momentos en que el PCE (m-l) libro una dura lucha contra los oportunistas y revisionistas de Jurquet en Francia, Lefevre en Bélgica y Gilbert Etienne en Suiza. Era una lucha por los principios contra el revisionismo contra el revisionismo maoísta y el doctrinarismo, y por el derecho de los marxista-leninistas a unirse; lucha también por la defensa de las justas posiciones del PTA que larvadamente estaban siendo atacadas por estos elementos y sus mentores maoístas. Lo mismo cabría decir de la lucha contra el proruso vergonzante Fosco Dinucci en Italia que nuestro partido llevó a cabo y de lo que estabais informados. No sólo no participasteis en esa lucha, sino que hasta mayo de 1981 mantuvisteis relaciones con él, hasta que el mismo Dinucci rompió las relaciones diciendo que no quería saber nada de vosotros, según nos informó la camarada Karim Wagner en Lisboa en junio de 1981. (…) [A ejemplo también] La declaración de vuestro Comité Ejecutivo sobre los sucesos en Polonia –«Roter Morgen» nº51 de diciembre de 1981–». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Carta al Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista, 1982)

Sobre la polémica entre el PCE (m-l) y el PCA/ML se decía los corchetes incluyen la parte autocensurada de cara a la edición escrita:

«[En la polémica interna y mucho más si es pública deben participar todos los partidos, pues el indiferentismo es también una forma de oportunismo que no podemos aprobar. Nosotros los hemos criticado directamente [al PCA/ML]. (…) Sin embargo, los camaradas albaneses no quieren pronunciarse. ¿Juzgan por el mismo rasero las dos actitudes? ¿Eso es justo? No lo es]. (…) Hay quien se opone a esta forma de actuar invocando la unidad. Pero camaradas, no son los marxista-leninistas quienes rompen la unidad, no, los marxista-leninistas estamos luchando por acrecentar, desarrollar la unidad entre nosotros. [Son y siempre ha sido los oportunistas los que rompen la unidad]. Así fue en el pasado, y así es ahora». (Raúl Marco; Sobre algunas cuestiones del Movimiento Internacional; Discurso pronunciado en un plenario ampliado del Comité Central, 3 de octubre de 1982)

Volvemos a preguntar, ¿por qué esta parte censurada debió publicarse décadas después cuando ya nada se podía hacer? ¿A quién beneficiaba esto?

El nacionalismo burgués como desviación a la hora de analizar los eventos internacionales

«Así como en el pasado, frente al revisionismo jruschovista y recientemente contra el revisionismo maoísta, nos levantamos con valentía las fuerzas marxista-leninistas, es indispensable que en el presente elevemos la vigilancia y la lucha contra las tesis y prácticas ajenas al marxismo-leninismo que afectan la labor revolucionaria e internacionalista de los partidos marxista-leninistas, y a la unidad del movimiento, tales como: la conciliación y colaboración de clases, las posiciones vacilantes y conciliadoras frente al revisionismo y la socialdemocracia, que llevan a concebir los frentes revolucionarios como alianzas por lo alto con esas organizaciones, renunciando incluso a la independencia de los partidos marxista-leninistas. Las posiciones nacionalistas establecen una separación mecánica entre el trabajo de cada partido en su país y las responsabilidades internacionalistas, divorciando el desarrollo de la revolución en un país del objetivo de la revolución proletaria mundial. La lucha contra el revisionismo no puede sostenerse a esquemas o recetas en abstracto. Es preciso combatirlo en todos los terrenos, arrebatándole palmo a palmo el espacio político que ha usurpado en el seno del movimiento obrero». (Documento de Quito firmado en la reunión multilateral de partidos marxista-leninistas, 1985)

Las posiciones políticas en las que estaban cayendo algunos partidos marxista-leninistas sobre diversos acontecimientos internacionales dividió al movimiento:

«Oportunismo y chovinismo van siempre de par, porque ambos aceptan, de una u otra forma, la colaboración entre las clases, o mejor dicho, tratan de borrar las diferencias entre ellas. El oportunismo –que generalmente acaba siendo manipulado por el socialchovinista– procura no enfrentarse a la burguesía en cuestiones fundamentales en lo nacional, y «explicar» las posiciones que toma en lo internacional, es decir, a favor del imperialismo, lo que en todos los casos lleva al abandono o tergiversación del internacionalismo. (...) Esta característica, básica del oportunismo –tanto en individuos como en partidos–, les lleva a defender a los intereses de la burguesía del propio país. (...) Así unos y otros utilizan el concepto «patria» para encubrir sus sórdidos intereses de clase, ajenos al proletariado. Nos sirven de referencia, por ejemplo, los casos de Polonia, Checoslovaquia, Afganistán, Angola, etc. o el de las Malvinas, donde, desgraciadamente, ha habido discrepancias de criterio al enjuiciar esa guerra entre una potencia imperialista y una dictadura militar fascista, ambas con graves problemas de cara a sus propios pueblos. En ambos casos se ve a dónde conduce el chovinismo por parte de ambos gobiernos. (...) Otro ejemplo puede ser el de Irán. Todos saludamos y apoyamos el formidable movimiento popular que derrocó al despótico y reaccionario Sha. Mas lo que parecía la liberación, al menos a nivel de revolución burguesa, para el pueblo iraní que tanto sangre derramó, se ha transformado rápidamente en una situación feudal y oscurantista tan cruel como la anterior. Y aquí de nuevo surgen divergencias al juzgar el régimen de Jomeiní. Unos apoyan ese criminal santón, asesino y verdugo del pueblo, y otros no aceptamos este siniestro individuo por más que traten de decirnos que es un «antiimperialismo» al que hay que apoyar. Y nosotros preguntamos, ¿en qué lo apoyamos? ¿En las ejecuciones de comunistas, de nuestros camaradas, ejecuciones justificadas con el argumento, ¡triste argumento!, de que «se han opuesto a Jomeiní»? (...) Cuando Irán fue atacado por Irak, nosotros defendimos a Irán. Y ahora que las tornas se han cambiado, que Jomeiní envía a la muerte a decenas de miles de iraníes, incluso niños, en nombre de la «guerra santa» contra el reaccionario régimen de Irak, ¿debemos apoyarlo? ¿Hacemos abstracción de la lucha de clases en Irán; çomo se manifiesta el internacionalismo proletario de cara a los comunistas y al pueblo iraní? ¿En apoyar sus posturas feudales, camufladas de «nacionales», en apoyar la ejecución de comunista y revolucionarios proletarios? ¡No y mil veces no! Los marxista-leninistas de España jamás apoyaremos tal cosa, que no cuenten con nosotros. ¿Un ejemplo más? Turquía. Ese país está sojuzgado por una dictadura fascista, una siniestra junta militar, tanto como la de Pinochet o la anterior de Argentina. Nosotros denunciamos esa junta, al mismo tiempo que apoyamos en la medida de nuestras fuerzas al pueblo turco y particularmente a nuestros camaradas del partido hermano. Mas nuestra postura tampoco es compartida por todos. Y vemos cómo lamentablemente algunos silencian la lucha y los sufrimientos del pueblo turco, su persecución y los asesinados de nuestros camaradas. Resultaría cómico, sino fuera por lo trágico del caso, lo que sucedió en el último campamento internacional de la juventud en Dinamarca, donde un reducido número de organizaciones se negaron a apoyar y participar en una manifestación a favor del pueblo turco. (...) Y se negaron a participar... ¡en nombre de la «unidad»! ¿Unidad con quién? Nos esforzamos por comprender las «razones», las «tácticas», etc. Pero no aceptamos –so pena de negarnos a nosotros mismos– que en nombre de esas formulaciones se falsee y tergiverse el internacionalismo proletario para caer en el chovinismo y en el oportunismo. Vemos pues, que para luchar consecuentemente contra el chovinismo, el nacionalismo burgués reaccionario, no podemos dejar de luchar contra el revisionismo y el oportunismo –y éste adopta muchas variantes– se dé dónde se dé». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

Ante los incipientes extraños movimientos de Albania en política exterior –con una notable condescendencia hacia los regímenes reaccionarios de Argentina, Irán o Turquía y un silencio sobre los comunistas y patriotas que luchaban contra ellos–, se proclamaba:

«Asimismo se plantea la tarea de la defensa de la patria socialista, hoy por hoy representada por Albania. Esta es una necesidad y una obligación que debemos cumplir, pero entendiéndola recíprocamente. Igualmente, el internacionalismo proletario exige que la patria socialista cumpla sus deberes internacionalistas de cara a los demás partidos en la práctica. (...) Debe manifestarse la solidaridad hacia los pueblos que son víctimas de la opresión y represión por parte de sus respectivos gobiernos fascistas y reaccionarios. (...) Cuya práctica debe consistir, en primer lugar, en difundir y apoyar las justas luchas de los pueblos contra sus opresores y explotadores, así como contra toda suerte de crímenes del imperialismo contra los pueblos, combatiendo toda actitud localista, independentista o nacionalista». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

Por ello, se decía con toda razón hacia otros partidos, que era un error confiar ciegamente en un partido, por mucho prestigio o méritos que hubiera tenido:

«Esto nos lleva a plantear de nuevo la no aceptación de partido padre, o que manda, y partidos hijos que se limitan a obedecer». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Carta al Partido Comunista de Portugal (Reconstituido), 1983)

Poco después repetía de cara a todos los partidos del movimiento internacional:

«Esto también conlleva la necesidad de precaverse contra la nefasta tendencia de colocarse a la zaga del «partido padre». La experiencia de lo sucedido en la URSS primero [con el jruschovismo], y luego en China [con el maoísmo], amén de ciertas tendencias que hoy se manifiestan, nos lleva a afirmar que nunca jamás, debe haber «partido padre» «partidos hijo». Todos los partidos, teniendo en cuenta la mencionada ley de desarrollo desigual, han de considerarse equitativamente, lo que no evita que unos partidos desempeñen un papel más importante que otros en determinados momentos por su desarrollo ideológico, su consolidación, etc. pero entendiendo que ese papel más importante, no como derechos o privilegios sino como una obligación de dar una mayor ayuda al movimiento». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)


Lo suyo hubiera sido que para aleccionar a todos, y evitar confuses se explicase claramente y sin tapujos en qué cuestiones veía el PCE (m-l) el seguidismo de algunos partidos hacia el PTA, en vez de hablar de forma tan genérica y abstracta.

Lo triste es que el propio PCE (m-l) evitaría recordar tal consejo a partir de 1985, justificando todos los actos de Albania de Ramiz Alia, cuando el PTA profundizó sus desviaciones. Véase el capítulo: «Las relaciones entre el PCE (m-l) y el PTA y la caída del socialismo albanés» de 2020.

El triunfalismo como falso aliado

Históricamente, la negación de la estructura económica del sistema capitalista en su etapa monopolista, es decir imperialista, la negación de la presión ideológica que irradia hacia toda la sociedad incluso entre la clase obrera y su partido comunista, la conexión entre todo esto y negar su peligro, es como diría Lenin «optimismo hacia el oportunismo»:

«No hay que dejarse engañar sobre la significación de ese «optimismo»: es un optimismo con respecto al oportunismo, es un optimismo que sirve de tapadera al oportunismo. En realidad, la rapidez particular y el carácter singularmente repulsivo del desarrollo del oportunismo no sirve en modo alguno de garantía de su victoria sólida, del mismo modo que la rapidez de desarrollo de un tumor maligno en un cuerpo sano no puede hacer más que contribuir a que dicho tumor reviente más de prisa, a librar del mismo al organismo. Lo más peligroso en este sentido son las gentes que no desean comprender que la lucha contra el imperialismo, si no se halla ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo, es una frase vacía y falsa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916)

¿Qué decía de esto el PCE (m-l)?:

«Todavía hay sectores relativamente amplios que siguen viendo a la URSS como si fuera la de Lenin y Stalin, y esto no sólo en España, por más que algunos digan que «las masas ya han hecho la diferencia entre los revisionistas y los marxista-leninistas», lo que es totalmente falso. Tampoco está de más el reconocer que aún tenemos poca influencia y capacidad organizativa ¿a quién se quiere engañar diciendo lo contrario?. Es más, se dan casos de partidos que arrastran una debilidad ideológica harto preocupante: han roto con el jruschovismo y el maoísmo en lo organizativo y a nivel de formulaciones generales por no decir generalidades, pero si examinamos su práctica e incluso alguno de sus planteamientos teóricos, descubriremos grandes dosis de maoísmo, es decir, de oportunismo puro y simple». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

El PCE (m-l) denunciaba que en realidad, la lucha contra el jruschovismo y el maoísmo no se había llevado hasta el fondo, y que muchas partidos, reproducían mismos esquemas, lo que pronto podía llevar a una degeneración. Esto lo vimos en partidos como Bandera (BR), que poco tiempo después pese a su desmaoización, presentaría en los 90 un programa totalmente maoísta, como hoy todavía hace. Véase nuestra obra: «Bandera Roja y MVTC: Un repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Bandera Roja, y una exégesis sobre la deserción del MVTC y su disolución en Bandera Roja» de 2017.

En otras ocasiones, el PCE (m-l) señalaría que ese exceso de triunfalismo, esa infravaloración del revisionismo era algo similar a hacerle el juego al revisionismo, lo que no pocas veces acababa en alianzas sin principios con sus organizaciones:

«Las cosas hay que mirarlas frente a frente para poderlas analizar y solucionar. Hay que mirarlas cara a cara y con optimismo, pues las perspectivas son dialécticamente revolucionarias. Pero a la dialéctica también hay que «ayudarla». No está de más el reconocer –pues el que no conoce sus fallos o errores jamás los solucionará– que hoy la mayoría de los partidos que actuamos en los países capitalistas somos relativamente débiles. (...) Este indiferentismo, esta falta de unidad y acción, es particularmente grave en las actuales circunstancias –y siempre–, pues ya podemos ver cómo los partidos podemos sobreestimar nuestra propia fuera, nuestra influencia real entre las masas populares, nuestra capacidad de dirección en el movimiento obrero, etc. En muchos casos basta con leer regularmente la prensa de los partidos hermanos para darnos cuenta de que se dan casos de triunfalismos injustificables, cuando se conoce la fuerza real de esos partidos. Y esto ante la indiferencia y la falta de reacción de los demás. ¿Por qué? Porque no existe ningún tipo de organismo internacional capacitado para intervenir y llamar al orden a quien sea. Es más, ese error de triunfalismo, de sobreestimación de nuestra propia fuerza, conlleva otro de no menos nefastas consecuencias: el menosprecio de la fuerza del revisionismo. Negarse a ver la fuerza y capacidad de movilización que aún conservan los partidos revisionistas en muchos de los países capitalistas, significa, nos guste o no, que rebajábamos el nivel de lucha contra el revisionismo a todos los niveles, tanto internacionalmente como dentro de nuestras propias filas. Y así se dan casos de componendas vergonzosas, y casos de derrotismo y pesimismo, o bien se cae en posturas de alianzas con oportunistas de cualquier tipo. Y los ejemplos no nos faltan». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

Esta crítica era totalmente correcta, pero el PCE (m-l) debería haber dado ejemplo mostrando algo de humildad autocrítica, ya que si existía un partido que había pecado de triunfalismo durante estos años, ese era él mismo, empezando por la exageración de la pérdida de influencia del PSOE y el PCE, así como una distorsión de la realidad sobre la fuerza real del propio (PCE m-l). Véase el capítulo: «El triunfalismo en los análisis y pronósticos del PCE (m-l)» de 2020.

El PCE (m-l) decía que «ejemplos no nos faltan» de derrotismo, pesimismo o alianzas con oportunistas de cualquier tipo entre algunos partidos hermanos, pero una vez más podría haber citado cuales eran esos ejemplos claramente con nombres, con una exposición del error concreto para que el público fuese aleccionado con lo que no se debía hacer. En cambio, el partido prefirió una vez más jugar a dejar en el aire el nombre de los culpables del pecado Sea como sea, la prueba de que la infravaloración y desdén hacia el revisionismo te llevaba a reproducir tarde o temprano sus teorías y acciones, a aliarte o fundirte con él, lo demostraba el propio desarrollo posterior del PCE (m-l), cuando a partir de 1986 empezó a relajar la lucha contra ciertas corrientes y finalmente aliándose con algunos de los partidos que iban desde el nacionalismo, como Herri Batasuna, hasta revisionistas como el breznevista PCPE. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su progresivo cambio en las alianzas: con los revolucionarios y progresistas honrados vs aliarse con los cabecillas oportunistas» de 2020.

Hubo otros casos donde las reservas no oficiales del PCE (m-l) no eran correctas, y precisamente estaban basadas en una sobrevaloración de las capacidades de otros partidos, exigiéndoles más de lo que podían dar. Esto fue el caso del Partido Comunista de Ecuador (Marxista-Leninista), el cual llegaría a tener un cierto éxito en las elecciones presidenciales de 1984 a través de las candidaturas de frente popular, llamado Movimiento Popular Democrático (MPD), cosechando unos 161.000 votos, lo que venía a ser un 7,30% de los votos emitidos, con tres diputados. Mientras que en las elecciones de 1986 al lograr con 176.461 votos, un 7,31% de los votos emitidos, otorgaba esta vez a la formación 4 diputados. Esto suponía todo un éxito, sobre todo teniendo en cuenta el clima de terror de diversos gobiernos –como el de León Febres-Cordero durante 1984-1988–. Pero desde España, la dirección del PCE (m-l), pese a que nunca había igualado un hito parecido, declaraba en conversaciones informales una opinión muy distinta de la situación, ¡criticando a sus compañeros por no sacar partido de la victoria!:

«Algún militante del PCE (m-l) de aquí, me comentó en conversación privada que se consideraba al PCE (m-l) de Ecuador como muy charlatanes, de forma coloquial, algunos decían: «¡Joder, con los diputados que tienen estos y el apoyo que eso supone, nosotros podríamos hacer la revolución... ¡y estos no hacen más que parlotear!». Algunos partidos latinoamericanos en aquella época no tenían mucha fuerza por lo general eran muy aguerridos, en cuanto a su puesta en escena, además de los movimientos revolucionarios de la época que todos conocemos… que de alguna forma los unía un mismo interés. (…) Nada que ver con los grupos de ahora que incluso llevan sus siglas, que han caído en la adoración al tercermundismo, e incluso a la teología de la liberación». (Comentarios y reflexiones de José Luis López Omedes a Bitácora (M-L), 2019)

Estos comentarios desde las filas del PCE (m-l) eran bastante aventureros, pues, aunque unas elecciones burguesas nunca reflejen el poder real del partido comunista por diversas razones que ya todos sabemos, sirve como termómetro, y asegurar que con un apoyo del 5% del electorado, el PCMLE estaba «listo para la revolución» era una temeridad. Mucho más cuando la tendencia del PCMLE fue ir cayendo en apoyos en cada elección: de un 7% en las presidenciales de 1984, a un 5% en 1988, a un 1,92 en 1991; mismo descenso que se observaría en las legislativas: del 7,31% en 1986 a 5,84% en 1988, por citar algunos datos rápidos.

En los partidos marxista-leninistas que a finales de los 80 acabarían naufragando en el revisionismo, podemos observar cómo tan solo unos pocos años antes, incluso unos pocos meses antes de su debacle final, se atrevían a publicar toda una serie de artículos efusivos y triunfalistas a más no poder sobre diversos temas, como si nada demasiado importante pasara dentro del movimiento internacional, en unos momentos en que precisamente todo se estaba resquebrajando, cuando estaban perdiendo toda su militancia e influencia entre las masas, cuando caminaban directamente a su liquidación como organización: esto era el caso del PCE (m-l) y su condescendencia con el PTA, o el mismo PTA y su negación de la realidad sobre la situación interna en la propia Albania. En fin, casos que ya hemos relatado en demasía. Esto nos demuestra que dichos partidos se durmieron en los laureles, que finalmente quedaron lejos de lo prometido al respecto de mantener la pureza ideológica en sus filas y ayudar al resto de partidos hermanos. Lo cierto es que para entonces la ideología burguesa había penetrado en su seno, que el formalismo y el burocratismo eran no síntomas ya sino unas enfermedades graves que padecían desde hacía tiempo, efectivamente les condujo al coma profundo del oportunismo, o directamente a la muerte con la liquidación de las organizaciones partidarias. Como hemos visto: todo esto se cubrió con teorías absurdas como la de no presentar las divergencias al público para que el enemigo no las aprovechase, como si al marxista-leninista le importarse lo que los lacayos del imperialismo digan cuando el destino de un partido o un pueblo revolucionario está en juego. 

El liberalismo, el formalismo, el seguidismo y el sentimentalismo, han sido y son obstáculos para la unidad de los marxista-leninistas

El PCE (m-l) en su documentación, hoy nos deja ver que el movimiento marxista-leninista de aquel entonces, lejos de estar organizado y tener las cosas claras, actuaba con una grave descoordinación, irregularidad e improvisación a cuestas, primando entre los líderes el formalismo, el seguidismo y el sentimentalismo, con reuniones que conducían a resultados poco productivos, lo que inevitablemente causaba quejas y la desmoralización en algunas organizaciones:

«Debe combatirse tanto el independentismo como el seguidismo. Cada partido debe de ser independiente para definir su propia línea y táctica con arreglo a las condiciones concretas de su país, pero la independencia de un partido está limitada por los principios internacionalistas del marxismo-leninismo, que son y deben ser comunes a todos. (...) Igualmente es una cuestión de principio, combatir el seguidismo respecto a otro partido o partidos, ya que ello refleja insuficiencia teórica y de análisis, constituyendo en cualquier caso el seguidismo una de las raíces y manifestaciones del revisionismo. (...) La ayuda internacionalista entre partidos debe entenderse y practicarse de forma organizada y centralizada en la medida de lo posible, y no dejarla a la improvisación o la iniciativa aislada de cada partido. En este sentido es necesario que los auténticos partidos comunistas combatan el espontaneísmo, el indiferentismo, las «zonas de influencias», el cantonalismo y el grupismo que se oponen a la concepción organizada, comunista, del internacionalismo proletario. (...) Esforzarse en unir y estrechar los lazos y las relaciones con los demás partidos mediante reuniones bilaterales y multilaterales, sobre la base de los principios; coordinarse con la máxima amplitud y representabilidad posible a nivel internacional para intercambiar opiniones, experiencias, informaciones, así como conjuntar análisis y posiciones sobre cuestiones de actualidad, en aras de un mejor conocimiento mutuo, de una mayor eficacia, de fortalecer la línea revolucionaria, de estrechar la colaboración entre los destacamentos del movimiento comunista mundial y dar pasos concretos para trazar una línea general para el movimiento que lleve a los partidos hacia la unidad internacionalista organizada. (...) En las relaciones entre partidos debe desecharse también la práctica de reuniones formalistas, superficiales y protocolarias, y debe establecerse el principio de la crítica y la autocrítica comunista entre los partidos hermanos, contrastando los planteamientos de cada partido con su práctica real, sin temor y sin inhibiciones cuando se trata de dilucidar cuestiones de principio». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)

Como se supo, nunca se llegó a esa «línea general para el movimiento» y a esa «unidad internacionalista organizada», sino que estos defectos fueron ahondándose en años posteriores, siendo una de las razones por las que estos grupos no fueron capaces de anticipar la debacle albanesa de mediados de los 80, entre otros fenómenos. 

Estos mismos partidos reconocieron, que la asimilación de conceptos equivocados en materia de internacionalismo proletario, durante los 60 y parte de los 70, estuvo directamente relacionado con el seguidismo a las teorías maoísmo, lo que retrasó objetivamente su crecimiento y coordinación. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su tardía desmaoización» de 2020.

En particular si podemos destacar a una figura dentro del PCE (m-l) que combatió estas desviaciones en el movimiento marxista-leninista, fue sin duda Elena Ódena, la cual dedicó no pocas palabras contra aquellos elementos emboscados que atacaban a los verdaderos internacionalistas que se preocupaban por la línea y el destino de otros partidos del mundo. Véase varios de sus escritos, en especial los últimos antes de fallecer: «El internacionalismo proletario y el trotskismo» de 1984 o «El papel de los factores internos y externos en el desarrollo de los partidos» de 1985. 

Pese a estas muestras de preocupación y solidaridad en la cuestión del internacionalismo proletario, debemos decir que el PCE (m-l) no llevó esos principios hasta sus últimas consecuencias como estamos viendo. Véase el capítulo: «Las relaciones entre el PCE (m-l) y el PTA y la caída del socialismo albanés» de 2020.

Durante 1983-1985 si bien hubo una oposición a las crecientes desviaciones del Partido del Trabajo de Albania (PTA), en su mayoría solo se criticaron tales actitudes en círculos privados o en público, pero muchas veces, de forma muy leve e indirecta. Esto era consecuencia de la nefasta teoría de Raúl Marco de mantener las divergencias fuera del conocimiento del público general, aludiendo que hacer lo contrario supondría «hacerle el juego al imperialismo», o peor; con un asqueroso paternalismo se pretende alegar que «las masas no lo entenderían estas luchas, y parecerían peleas sectarias». Véase el capítulo: «El miedo del PCE (m-l) a exponer al público las divergencias con otros partidos» de 2020.

Pero pese a contar con esta losa encima, pese a sus limitaciones en la lucha contra el revisionismo, el PCE (m-l) fue de los pocos partidos que realmente pudo rehacerse de sus errores tempranos y mantener en ocasiones una postura independiente y realista en muchas cuestiones, al menos así fue hasta mediados de la década de los 80 en temas como la cuestión de Vietnam. Véase el capítulo: «El seguidismo, formalismo y doctrinarismo hacia mitos: Vietnam» de 2020.

¿Hubiera cambiado el destino del movimiento marxista-leninista si el PCE (m-l) hubiera señalado públicamente las desviaciones de muchos partidos conforme iban saliendo al paso? Seguramente no, porque el movimiento parecía carcomido hasta las raíces, pero simplemente era su deber a cumplir, era la mejor forma de dejar constancia con su desacuerdo, y la mejor forma de ayudar a los revolucionarios honestos.

Los coletazos finales de un movimiento internacional degenerado

Lamentablemente las teorías y actitudes que denunciaba el partido sobre lo que se observaba en el movimiento internacional, en los siguientes años fueron reducidas al mínimo o reproducidas por el propio partido. Y esto no fue una caída sorpresiva, ¿qué hicieron Raúl Marco, Pablo Mayoral, Blanco Chivite y otros en la dirección del PCE (m-l) ante la ausencia de Elena Ódena desde 1985? En 1988 todavía se decía fariseamente:

«Recordar a Elena es luchar para día por impulsar el internacionalismo proletario como ella hizo. (...) Con toda firmeza y claridad de principios». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

Se declaraba todavía que el deber un comunista internacionalista era señalar los errores y desviaciones de otros partidos, preservar la unidad y coherencia ideológica del movimiento:

«El internacionalismo proletario significa que cada partido comunista marxista-leninista, debe preocuparse no solamente por el desarrollo de la revolución en su propio país, sino por el desarrollo de la revolución en el mundo entero. No solamente debe luchar por la defensa y aplicación consecuente del marxismo-leninismo en sus propias filas, sino también en el Movimiento Comunista Marxista-Leninista; cada partido comunista marxista-leninista debe dar a los demás partidos hermanos su máxima ayuda ideológica, política y material. (…) La ayuda internacionalista entre partidos debe darse y practicarse de forma organizada y centralizada en la medida de lo posible, y no dejarla a la improvisación o a la iniciativa aislada de cada partido. En este sentido es necesario que los auténticos partidos comunistas combatan el espontaneísmo, el indiferentismo, las «zonas de influencia», el cantonalismo y el grupismo que se opone a la concepción organizada, comunista, del internacionalismo proletario». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

Para 1988 todo esto se quedaría en agua de borrajas, en una mera declaración doctrinaria y formalista de cara a la galería.

Del movimiento internacional marxista-leninista también se reconocía que estaba un claro momento de decadencia:

«Somos débiles, no hemos logrado suficientemente llegar ampliamente a la población, carecemos de medios de todo tipo, encontramos barreras y dificultades crecientes, etc». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

Se proponía para solventarlo el presentar toda una serie de principios ya anunciados en el IVº Congreso del PCE (m-l) de 1984, pero sin ampliar ni detallar nada nuevo:

«Debe combatirse tanto el independentismo como el seguidismo. (…) En las relaciones entre partidos deben deshacerse también las practicas formalistas, superficiales y protocolarias, y debe establecerse el principio de la crítica y la autocrítica comunista entre los partidos hermanos». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

¿Pero cómo se iba a solucionar algo volviendo a enunciar la misma receta sin modificar absolutamente nada ni en el plan ni en su ejecución? El PCE (m-l) lejos de dar un golpe en la mesa, llamar a las cosas por su nombre, analizar la fuente de los errores y dar el nombre de los culpables, se dedicó a hablar en abstracto de defectos clásicos, pero sin concretar, es decir, adoptó el lenguaje de la ambigüedad, el lenguaje del oportunismo.

A la hora de la verdad, ¡¿qué se hizo desde el PCE (m-l) durante 1988 a 1992 que es cuando se disuelve el propio PCE (m-l)?! ¿Asistió el PCE (m-l) acaso al resto de partidos para que no cayesen en el desviacionismo y finalmente en el revisionismo completo? ¿Intentó el PCE (m-l) revertir esta situación siendo más contundentes? Lo cierto es que no. El PCE (m-l) desde 1986 sería una tribuna internacional dedicada a bendecir las desviaciones del resto de partidos, al mismo tiempo que la mayoría de partidos se hundían en el fango del oportunismo.

Para 1989, era una evidencia que los mismos partidos que habían fundado en 1983 la revista «Teoría y práctica», entre ellos el propio PCE (m-l), pretendiendo darle un impulso a la lucha contra el creciente indiferentismo y la apatía en el movimiento marxista-leninista internacional, habían sido los mismos que habían traicionado los principios y objetivos fundacionales de 1983:

«Desde la reunión de Bogotá de 1983 hasta el presente.

¿Y qué ha estado sucediendo con la agrupación de [la revista] «Teoría y Práctica»? Tomemos el ejemplo de su posición hacia Centroamérica y la Revolución Nicaragüense. En particular, veamos el desarrollo de la agrupación de «Teoría y Práctica» desde la reunión de Bogotá de noviembre de 1983, que fue, esencialmente, donde nació esta agrupación. Varios partidos de diferentes matices políticos: el PC de Colombia (ML), el PC de España (m-l), el PCML de Ecuador y el MAP /ML de Nicaragua, entre otros, se reunieron en la capital colombiana y emitieron un comunicado. Esto provocó interés por varias razones.

Primero, la reunión condenó la represión de los comunistas en Irán y Turquía. Esto parecía ser una pista de que estos partidos estaban cada vez más insatisfechos con el oportunismo del Partido del Trabajo de Albania (PTA) en estos asuntos.

Segundo, la reunión de Bogotá denunció al Grupo Contadora. Este grupo fue formado por los gobiernos capitalistas antipopulares de México, Colombia, Venezuela y Panamá con el propósito de pacificar la revolución en Centroamérica. El Grupo Contadora ayudó a allanar el camino para el presente plan de Arias. Fue un intento por parte de las clases dominantes latinoamericanas, y detrás el Departamento de Estado de los Estados Unidos, de imponer una supuesta «solución política» en la región. Esto se lograría obligando a los revolucionarios armados en El Salvador y Guatemala a rendirse ante los regímenes de los escuadrones de la muerte. Además, Nicaragua debía negociar las ganancias de su revolución bajo el punto de la bayoneta de los mercenarios de la CIA [Contra].

La denuncia del Grupo Contadora fue una señal alentadora. Las fuerzas del reformismo en toda la región, desde los líderes cubanos, hasta los otros partidos pro-soviéticos, hasta los principales grupos trotskistas, se habían alineado detrás de la retórica nacionalista de la burguesía y su llamamiento a una «solución latinoamericana» para los conflictos. El PTA también había brindado su apoyo a Grupo Contadora.

Tercero y finalmente, la reunión de Bogotá expresó su apoyo a MAP/ML. La socialdemocracia y el revisionismo en todo el mundo cantaban las alabanzas del régimen reformista sandinista. El PTA y algunos de sus amigos estaban haciendo lo mismo. Así, este gesto de solidaridad de la reunión de Bogotá pareció ser una grieta en la cuarentena contra los trabajadores marxistas-leninistas nicaragüenses. El desarrollo del apoyo a esta fuerza revolucionaria proletaria tenía el potencial de tener un impacto en el movimiento de solidaridad en diferentes países y en la revolución nicaragüense misma.

Pero, ¿qué ha sucedido en los cinco años y medio desde esa reunión?

¿Qué pasó con las declaraciones de solidaridad con MAP/ML?

La crítica al oportunismo del PTA nació sin vida. Nunca fue más allá de las indirectas veladas e indirectas de posible desagrado. Desde entonces ha habido una retirada constante hacia las posiciones derechistas del PTA y sus aliados cercanos. Cualquier contradicción pública ha sido desechada. La reunión de Bogotá no fue el comienzo de la lucha contra este nuevo oportunismo, sino el final.

Mientras tanto, el apoyo a los trabajadores marxistas-leninistas en Nicaragua resultó vacilante y de corta duración. Los ecuatorianos y algunos otros nunca quisieron dar tal apoyo en primer lugar. Y las direcciones de partidos como el PC de Colombia (ML) y el PC de España (ML) pronto tuvieron un cambio de opinión. En estos días ellos también están apoyando al régimen sandinista con sus políticas burocráticas y antiobreras.

La denuncia del Grupo Contadora fue igualmente corta. Los ecuatorianos, colombianos y otros más recientemente han dado sus bendiciones a la reunión de Quito del 18 al 20 de noviembre de 1989 y sus resoluciones, que, entre otras cosas, respaldaron firmemente al Grupo Contadora y a sus descendientes bastardos, la llamada «paz» del plan Arias». (Véase el artículo «Aire caliente reformista» en la edición del 1 de enero de 1989 de Workers 'Advocate).

Las cosas han ido tan lejos que en el 30 aniversario de la revolución cubana, «Revolución», el periódico del Partido Comunista de Colombia (ML), saludó a Fidel Castro como un defensor del marxismo-leninismo y el socialismo. (Véase «Treinta años de la Revolución Cubana», en el Nº306, del 15 al 22 de enero de 89)

¿Qué queda de la lucha antirrevisionista cuando Castro ahora es tomado como modelo del marxismo-leninismo, el mismo Castro el cual está firmemente en el campo revisionista soviético, el mismo Castro que ha sustituido el capitalismo de estado como camino al socialismo?». (The Worker’s Advocate; Volumen 5, Nº6; Voz del Partido Marxista-Leninista de Estados Unidos, 20 de junio de 1989)

Y como vimos antes, el propio PCE (m-l) descendería gracias a la dirección del señor Marco, hasta ser uno más del circo de partidos tercermundistas, todos ellos seducidos por los cantos de sirena del castrismo. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y la rehabilitación de corrientes y elementos revisionistas superados: el castrismo y el tercermundismo» de 2020.

La prueba de que el PCE (m-l) abandonó sus deberes internacionales

Citemos resumidamente algunos casos para que el lector vea la evolución pusilánime del PCE (m-l) ante la destrucción del movimiento marxista-leninista.

Albania. Albania. Sobre los últimos años de Enver Hoxha. ¿Por qué no se señaló abiertamente el decaimiento de las relaciones entre los partidos marxista-leninistas? ¿Por qué no se hicieron propuestas serias y en firmes para paliar la creciente desunión? En la postura albanesa de apoyo a la junta militar argentina durante en la Guerra de las Malvinas de 1982, el PCE (m-l) y otros partidos no pasaron de denunciar esta guerra como un intento de distraer la atención del pueblo trabajador argentino, pero no reprendieron al PTA. ¿Alguna vez se criticaron sin pudor las declaraciones favorables que el PTA dedicaba hacia el revisionismo vietnamita, con el que nunca cortó lazos ni dedicó una crítica profunda y severa? Tampoco, pese a las denuncias del propio PCE (m-l) sobre el carácter del revisionismo vietnamita. ¿Se fustigó el creciente silencio albanés hacia la represión que los comunistas sufrían en países como Irán, Turquía y similares cuando todos los partidos marxista-leninistas denunciaban a estos regímenes? Para nada, solo se publicaron algunos artículos que hablaban indirectamente del internacionalismo proletario mientras se insultaba a aquellos que ponían en duda la línea que estaba tomando el PTA. ¿Se analizaron las reformas político-económicas que Ramiz Alia realizó durante 1986-1988? No. Por el contrario, el PCE (m-l) empezó a coincidir con el PTA en todos los temas. ¿Acaso no era evidente la política exterior pragmática de la Albania de Ramiz Alia cuando a mediados de los 80 se había reconciliado o iniciado el acercamiento ideológico con los regímenes revisionistas de entonces? ¿Por qué ni siquiera se reaccionó en 1990 ante los vergonzantes discursos donde se empezaba a ver con buenos ojos la cooperación con la Comunidad Económica Europea (CEE)? ¿Por qué hasta la propia disolución del PTA en 1991, el PCE (m-l) parecía no enterarse de lo que sucedía? Básicamente porque ellos mismos estaban «liberándose del dogmatismo de los años de Hoxha-Ódena» y acercándose a esas tendencias proimperialistas y revisionistas. Véase el seguidismo acrítico de Raúl Marco a la Albania de Ramiz Alia en el Vº Congreso de 1988 y en las publicaciones hasta 1991 en «Vanguardia Obrera», sin olvidar el triunfalismo delirante de Chivite en esos mismos años del que luego se quejaría. Es más, en la publicación conjunta de todos los partidos marxista-leninistas que colaboraban en la revista «Teoría y práctica», se puede ver como se aprueban las políticas ya abiertamente anticomunistas y ultraliberales de Ramiz Alia como se ve en el Nº10 de 1990, pasando a la posteridad como cómplices en la debacle albanesa. ¿Cree acaso el actual PCE (m-l) de Raúl Marco que ha ayudado a la reorganización del comunismo albanés bendiciendo la línea del ecléctico Hysni Miloshi o exonerando a Nexhmije de su actitud pusilánime? Para nada, sigue estancado en la misma postura que niega lo evidente. Véase el capítulo: «Las relaciones entre el PCE (m-l) y el PTA y la caída del socialismo albanés» de 2020.

Colombia. Raúl Marco en su obra: «Ráfagas y retazos de la historia del PCE (m-l) y el FRAP» de 2018, no cesa en sus alabanzas al líder del Partido Comunista de Colombia Marxista-Leninista (PC de C-ML): Francisco Caraballo, por su presunto gran trabajo y firmeza ideológica. ¿Cómo es posible que se exalte al líder que oficialmente en 1988 mandó una emisiva al congreso del Partido Comunista de Colombia (PCC) mostrándole su predisposición a colaborar y reconciliarse, el mismo partido del cual el PC de C-ML se escindió en 1965 por su oportunismo? La dirección del PCE (m-l) en aquellos años buscaba en aquel entonces cobijo en alianzas o intentos de fusión con agrupaciones oportunistas: la fracción de Marco con el brézhnevista PCPE y la de Chivite con la mezcolanza de ecologistas, socialdemócratas, trotskistas y eurocomunistas de Izquierda Unida (IU), por tanto, era previsible que no dijeran nada de estas actuaciones. ¿Alguien del PCE (m-l) reprendió al partido hermano colombiano cuando ese mismo PC de Colombia-ML saludaba al revisionismo cubano de Castro en 1988 como eje de referencia del «socialismo mundial»? No porque ellos mismos lo rehabilitaban en sus periódicos, atrayéndose a intelectuales socialdemócratas simpatizantes del castrismo, como Lorenzo Peña. Al respecto de la evolución del PC de C-ML de véase nuestro documento: «El contexto de creación y degeneración del PC de C-ML» de 2016.

Brasil. ¿Por qué no se denunció el embellecimiento que el antaño glorioso Partido Comunista de Brasil (PCdoB) estaba realizando de su propia democracia burguesa y sus cabecillas como José Sarney? ¿No era esto la vieja desviación «carrillista» en su versión brasileña? ¿Por qué se permitió que este partido atacara a Stalin abiertamente en su VIIIº Congreso de 1992? ¿Por qué cuando dicho partido apoyó a la China socialimperialista de aquellos días y rehabilitó al propio Mao el movimiento internacional, el propio PCE (m-l) guardó silencio? ¿Por qué cuando el partido brasileño tomo de referencia antiimperialista a Corea del Norte y Cuba, vulgares regímenes revisionistas del tercermundismo, no hubo protesta desde el PCE (m-l) por esta tomadura de pelo? ¿Por qué cuando el renegado Joao Amazonas proponía a los partidos marxista-leninistas la unión con los partidos prosoviéticos –es decir jruschovistas– nadie le dijo a los revolucionarios brasileños lo que suponía aceptar esta visión menchevique de partido? ¿Por qué ni siquiera al alabar el revisionismo del portugués Álvaro Cunhal los revolucionarios reaccionaron contra este oprobio? ¿Por qué cuando el PCdoB se puso a hacer de furgón de cola del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula –como sigue siéndolo en la actualidad– nadie criticó esta pérdida de autonomía e independencia como partido del proletariado? Para ver la evolución del PCdoB véase nuestro documento: «La claudicación del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y la flagrante traición del oportunista João Amazonas» de 2015.

Venezuela. ¿Comentó desde sus periódicos el PCE (m-l) al público general el descalabro ideológico que estaba sufriendo Bandera Roja (BR)? ¿Denunció sus coqueteos y rehabilitación del castro-guevarismo a finales de los 80? ¿Criticó el PCE (m-l) o sus restos el programa socialdemócrata de BR de 1994? No porque ellos mismos estaban ocupados presentando tesis igual de revisionistas, rebajando el programa hasta hacerlo lo suficientemente «bernsteiniano» para agradar a los reaccionarios. ¿Se criticó la rehabilitación de contrabando del maoísmo del cual se adoptaba de él un lenguaje interclasista basado en la estrategia de la «nueva democracia», una «cultura de todas las clases», la promoción de la «economía mixta», las ideas de un «ejército democrático» por encima de las clases y demás palabrería socialdemócrata? Para entender el inicio, desarrollo y claudicación de BR véase nuestro documento: «Un repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Bandera Roja, y una exégesis sobre la deserción del MVTC y su disolución en Bandera Roja» de 2017.

Chile. Porque si desde el glorioso Partido Comunista Revolucionario (PCR) y después desde el Partido Comunista de Chile (Acción Proletaria) la crítica al allendismo y a sus palmeros del Partido Comunista de Chile (PCCh) era cuestión clave. ¿Por qué no hubo desde el PCE (m-l) algún gesto contra las políticas oportunistas en temática de alianzas cuando el PC (AP) de Chile acabaría integrándose en el Movimiento de Izquierda Democrática Allendista (MIDA)? ¿Por qué no se ha criticado más recientemente las teorías del ultraoportunista de Eduardo Artés que nos habla de «superar la nefasta polémica entre Mao Zedong y Enver Hoxha»? Porque el PCE (m-l) actual refundado por Raúl Marco intentó acercarse a varios grupos maoístas desde 2006 como Unión Proletaria (UP). ¿Por qué no se ha criticado el apoyo manifiesto de este partido a la ideología «Juche» de Corea del Norte? Porque el PCE (m-l) tampoco se ha atrevido a criticar como se debería a dicho régimen.

Portugal. Pese a que las diferencias con el Partido Comunista de Portugal (reconstituido) siempre fueron notables, el PCE (m-l) nunca denunció abiertamente el extremo derechismo de esta organización, todo criticismo se limitó al intercambio de cartas privadas. El PCE (m-l) ni siquiera levantó la voz cuando jefes como Frederico Carvalho desertaron hacia el PCP de Cunhal. El PCE (m-l) intentó contrarrestar el enfriamiento de las relaciones acercándose a organizaciones más a la derecha como la Unión Democrática Popular (UPD) de Mario Tomé, al cual Raúl Marco alaba en sus memorias. ¿Y qué decir de las expresiones a la «izquierda» del PCP (r) como su escisión Política Obrera? El PCE (m-l) tampoco se preocupó de combatir debidamente las teorizaciones de gente como Francisco Martins Rodrigues, el cual con su nuevo «criticismo histórico» intentaba renegar de absolutamente todo el legado de Stalin, Hoxha y Dimitrov, desde el PCE (m-l) solo se limitaron a calificarle de «trotskista» creyendo tener el debate ganado de antemano, sin atender tampoco a las posibles críticas coherentes. Por último, cabe destacar que tampoco se aprovechó el intento del portugués de rehabilitar el socialimperialismo soviético o las tesis de Thälmann y Mao para aclarar de nuevo estas cuestiones ante los revolucionarios que albergaban dudas sobre estas cuestiones.

Francia. ¿Por qué los marxista-leninistas españoles y de otros lugares les parecía del todo normal que el Partido Comunista Obrero Francés (PCOF) proclamase que su programa no representa para las masas una «alternativa creíble»? ¿De ser cierto no estaba mostrando una deficiencia en la popularización de la línea y programa del partido, una falta de trabajo práctico entre las masas y una muestra palpable de pesimismo derrotista? ¿Era acaso normal que durante los 80 el PCOF llevase a cabo una táctica electoral basada en apoyar al «mal menor» pidiendo el voto por el candidato socialista sin esforzarse en popularizar su programa? ¿No era claro lo que la socialdemocracia era para la clase obrera francesa? ¿No había denunciado e incluso todavía denunciaba el propio PCOF la política antiobrera en lo interno, e imperialista y colonialista en lo externo, de los gobiernos socialistas? ¿Por qué el resto de partidos marxista-leninistas no escucharon las críticas de sonados grupos marxista-leninistas franceses como «L’empancipation» hacia el PCOF y sus tácticas? ¿Quizás por qué profesaban y hoy siguen infectados de esa desviación infantil de que solo se dignan en aceptan escuchar críticas de organizaciones con un rango de popularidad o historia mayor que el suyo? Hoy sabemos que el nivel de degeneración del PCOF fue a más. Pese a todo: Raúl Marco en su libro «Ráfagas y retazos de la historia del PCE (m-l) y el FRAP» publicado en 2018 mantiene que el PCOF ha sido un partido que «Se ha mantenido firme y consecuente». Cuando todo indica que es un partido que nació con sendas desviaciones en 1979 y que lejos de ir a mejor fue a peor. Hoy incluso ha trazado un frente con el viejo PCF eurocomunista, varias agrupaciones trotskistas, con los ecosocialistas de Mélenchor y otros en el llamado Frente de Izquierda, ¡pero para Raúl Marco el PCOF es un gran partido consecuentemente revolucionario!

Ecuador. ¿Se denunció en su momento la rehabilitación que el Partido Comunista de Ecuador Marxista-Leninista (PCMLE) hacía del revisionismo cubano? ¿Se criticaban la política de alianzas que distorsionaban el «frente popular» con acuerdos cerrados por arriba con los cabecillas socialdemócratas y revisionistas? Imposible, el PCE (m-l) aconsejaba tal cosa viendo su ejemplo, hubiera sido hipócrita. ¿Ha denunciado en la actualidad el PCE (m-l) de Raúl Marco cuando los líderes del PCMLE desesperados ante su incapacidad de realizar un trabajo de masas apoyan a Correa, y pasado un tiempo y al no poder explicar concienzudamente qué es el «socialismo del siglo XXI» y la «revolución ciudadana», se echan a los brazos del primer opositor burgués anticorreista que pasa por ahí? ¿Se ha criticado las concepciones de «frente popular» del PCMLE donde reconocen que no van a criticar a los aliados de dicho frente? ¿Alguien ha criticado a estos nuevos adoradores del castrismo y del tercermundismo? Al revés, en el refundado PCE (m-l) se publicitan las aberraciones del partido ecuatoriano.

Nicaragua. En 1989, si uno miraba la prensa del Movimiento de Acción Proletario-Marxista-Leninista (MAP-ML), la dirección justificaba el retraso de los debates y toma de decisiones del movimiento internacional por el «diferente crecimiento de los partidos», mientras que por otro lado, se estaba justificando la línea reaccionaria exterior de Albania bajo la idea de que las «razones de Estados» no dejaban margen de maniobra. Para colofón se constataba una necia ilusión sobre el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido en el poder, hasta acabar pidiendo el voto por ellos, ¡justo el partido que le habían reprimido con saña en años anteriores! Todo esto era sumamente sorprendente si tenemos en cuenta que el MAP-ML fue uno de los grupos más firmes y heroicos en la década anterior. Por su parte, el PCE (m-l) no iba a cumplir su deber internacionalista de corregir al MAP-ML dado que ya desde finales de los 80 estaba apoyando al propio FSLN, y en la próxima década, el orteguismo sería uno de sus modelos internacionales para Raúl Marco.

Canadá. ¿No era sospechoso que el Partido Comunista de Canadá (marxista-leninista) en un alarde de autosatisfacción dijese aquello de que el castrismo había sufrido una «aplastante derrota» y no tenía «una importancia significativa» dentro de Canadá? ¿No sería su propio líder Hardial Bains quién rehabilitaría al castrismo en 1991? ¿Alguien denunció que Bains se convirtiese en uno de los principales propagandistas del revisionismo coreano y del Juche? ¿El programa de tipo socialdemócrata en pro de reformas democráticas no era una evidencia de la degeneración de este partido? ¿Las conexiones de Bains con el oportunismo mundial y los grupos pseudomarxistas no era una evidencia de hacia dónde caminaba el grupo canadiense? ¿Su seguidismo al PTA no era otra muestra de su oportunismo?

Gran Bretaña. ¿Por qué no se previno las desviaciones de los partidos como el sino-albanés Partido Comunista de Gran Bretaña (marxista-leninista) de Reg Brich fundado en 1968, que se negó a condenar al maoísmo, y que en los 80 volvería a las posiciones del jruschovismo y a defender abiertamente a la URSS socialimperialista? Incluso el partido sucesor que nació en 1979 como reacción a dicha traición, el Partido Comunista Revolucionario de Gran Bretaña Marxista-Leninista [PCRGB (m-l)] liderado por Cornelius Cardew y David Williams, tras la muerte de estos dos fundadores, acabaría siendo un patético propagandista del revisionismo cubano y coreano, aliándose al viejo partido revisionista del Partido Comunista de Gran Bretaña (PCGB). Y qué decir de ciertos grupos británicos como la Sociedad Albanesa. ¿Acaso alguien salió al paso para desmentir las especulaciones históricas de sujetos como Bill Bland? Nadie.

¿Levantó alguien la voz contra la formación de la CIPOML en 1994 como un grupo de partidos que cínicamente renegaba de la ayuda ideológica y hasta financiera que les legó Enver Hoxha y todo el PTA? ¿Qué proponían la unión ecléctica de los «seguidores de Hoxha, del maoísmo, del castrismo-guevarismo, de Brézhnev…» como «divergencias naturales entre comunistas» que debían ser disueltas en un «único partido», como proponían eclécticos como el belga Ludo Martens o el albanés Hysni Miloshi? Los restos de Raúl Marco y su camarilla fundaron su grupo Octubre, y desde entonces han sido palmeros en las políticas de los partidos de la CIPOML, conocidos por su revisionismo a ultranza. Con la refundación del PCE (m-l) en 2006 han seguido siendo partícipes de esta internacional revisionista que ahora intenta posar de «proalbaneses», pero es tarde, ya que han intentado fusiones o concluyen alianzas oportunistas con maoístas y viejos brezhnevistas.

Podríamos seguir citando casos de diversos países y partidos, pero es suficiente, creemos que ya ha quedado bastante claro.

En todas las ocasiones el PCE (m-l) de 1986-1991 de Raúl Marco, el de 1991-1992 de Chivite o el actual PCE (m-l) refundado por Raúl Marco en 2006: ha sido culpable de estas aberraciones antimarxistas, publicitando en sus medios todos estos errores que contribuyeron sin lugar a dudas al hundimiento del movimiento internacional marxista-leninista. 

Y no podía ser de otra forma pues Raúl Marco siempre ha sido unos zote teóricamente hablando, que ha ido a la zaga de los acontecimientos, ello explica la degeneración a la que llevó al PCE (m-l), además de hacer que la militancia se aletargara hasta el punto que permitiría que los sectores más reaccionarios del partido [Chivite] le arrebatasen la dirección en 1991 para liquidar el partido en 1992. Todo, a resultados de su política nefasta siendo incapaz de persuadir a su militancia ni siquiera contra esos sectores tan retardatarios del revisionismo.

¿Dónde quedo los epítetos tan clarividentes del PCE (m-l) sobre la necesidad del internacionalismo proletario? ¿De la necesaria crítica a los partidos hermanos y del estrechamiento de los lazos con ellos? Nosotros respondemos: para finales de los 80 quedó en agua de borrajas.

Bien pues como reza el refranero popular: «Cada uno tiene lo que se merece». Es decir, las desgracias que acaecieron sobre el PCE (m-l) hasta su liquidación como partido en 1992 serían la consecuencia de las actitudes oportunistas de sus líderes y de la pasividad de la militancia. Y en esto también se incluye su postura frente a la lucha de clases a nivel externo.

¿Ha variado hoy la situación? Poco, por desgracia, este tipo de fenómenos son muy comunes:

«El liberalismo; una enfermedad basada en la falta de vigilancia, la dejadez, la autocomplacencia, el descuido por la formación de ideológica y la lucha por la preservación de los principios. (...) El formalismo; otra enfermedad muy común en los partidos autodenominados «marxista-leninistas» en el presente, que se basa en el olvido del contenido y la preocupación excesiva o preferente por las formas. (...) El típico club de amigos donde una camarilla trafica y hace apología nostálgica de la historia que arrastran las siglas del partido pero no hacen nada para mantener su honor y aumentar su cuota histórica de logros, por lo que el partido lejos de avanzar y consolidarse se automargina, con el destino de ser liquidado a no mucho tardar». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

He ahí lo importante que es tomar nota, y no repetir los mismos errores». (Equipo de Bitácora (M-L); Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 2019)

Posts relacionados:

Las secciones anteriores referidas a los problemas fraccionales serían:

El estudio sobre los problemas y desviaciones en la concepción militar serían:



Los evidentes errores en la línea y programa serían:



El miedo del PCE (m-l) a exponer al público las divergencias con otros partidos; Equipo de Bitácora (M-L), 2019

El seguidismo, formalismo y doctrinarismo hacia mitos aún no refutados en el PCE (m-l) [Vietnam]; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


La falta de investigaciones históricas sobre el movimiento obrero nacional e internacional en el PCE (m-l); Equipo de Bitácora (M-L), 2019


Conatos en el PCE (m-l) de indiferencia en la posición sobre la cultura y la necesidad de imprimirle un sello de clase; Equipo de Bitácora (M-L), 2019

La progresiva degeneración del PCE (m-l):



De la oposición al apoyo del PCE (m-l) a la Comunidad Económica Europea –actual Unión Europea–; Equipo de Bitácora (M-L), 2019

Los 90 y el enamoramiento con el «socialismo de mercado»; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


El actual PCE (m-l) revisionista:

De nuevo la importancia del concepto de «partido» en el siglo XXI; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


La tendencia a centrar los esfuerzos en la canonizada Asamblea Constituyente como reflejo del legalismo burgués; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


El rescate de las figuras progresistas vs la mitificación y promoción de figuras revisionistas en el ámbito nacional; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


¿No se ha aprendido nada del desastre de las alianzas oportunistas y de los intentos de fusionarse con otros revisionistas?; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


La antigua lucha sin cuartel contra el revisionismo internacional no tiene nada que ver con el actual PCE (m-l); Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Comunistas» subiéndose al carro de moda: el feminismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


El republicanismo abstracto como bandera reconocible del oportunismo de nuestra época; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

Elena Ódena sobre el falso internacionalismo de los oportunistas alemanes Koch y Eggers; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

Carta de Cese de militancia del Partido Comunista de España (marxista-leninista) en Elche; 2020

Réplicas sobre algunas distorsiones de la historia del PCE (m-l):


Respondiendo a algunos comentarios del renegado Lorenzo Peña sobre Elena Ódena y el PCE (m-l); Equipo de Bitácora (M-L), 2020

Lecciones de cara al futuro:

Conclusiones sobre la degeneración del PCE (m-l) y las lecciones a extraer por los revolucionarios; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

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