sábado, 28 de febrero de 2015

Los problemas de la clase obrera y las masas populares en el capitalismo son los mismos que los de hace décadas, su no solución arrastran a las masas al interés por las luchas reivindicativas y la revolución misma


«La lucha de los obreros, en el período actual, sé dirige especialmente contra las consecuencias de la crisis económica, cuyo peso trata de descargar la burguesía sobre las espaldas de la clase obrera. Contra esta injusticia y esta nueva forma de saqueo se han levantado las masas trabajadoras, que exigen que este peso no caiga sobre ellas, sino sobre los patrones. Luchan por conservar sus puestos de trabajo y el nivel del salario real, contra la inflación y la carestía de la vida, por el aumento de los fondos destinados a la salud pública, a la enseñanza, a la asistencia social, etc.

En este diario enfrentamiento entre la clase obrera y la burguesía, se pone al descubierto y se desenmascara también la demagogia social y política del capitalismo, el oportunismo y la actividad de sabotaje de la socialdemocracia, del revisionismo y de los sindicatos dirigidos por ellos. Esta indignación y esta rebeldía que golpea en diversas formas e intensidad a la burguesía capitalista y revisionista es al mismo tiempo un golpe directo y contundente contra las tenebrosas fuerzas belicistas, que pretenden destruir a la humanidad.

Hoy la clase obrera en los países capitalistas y revisionistas se encuentra atada por numerosas cadenas que el Estado burgués y los diversos partidos han echado sobre ella. Pero esta situación no puede durar eternamente. La agudización de las contradicciones entre el trabajo y el capital y, en general, la opresión capitalista e imperialista hacen que se eleve rápidamente la conciencia política y de clase del proletariado y que éste tome conciencia de que es posible liberarse de la opresión y la explotación sólo mediante la lucha de clases, sólo mediante la revolución.

Actualmente y de manera paralela a la intensificación y la ampliación de la lucha de la clase obrera, se observa un despertar general de los pueblos oprimidos, un reforzamiento de los sentimientos nacionales y una mayor ansia de libertad, de independencia y soberanía por parte de éstos». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

Si bien las potencias imperialistas temporalmente se unen para defender intereses en común, eso no los exime de sus propias contradicciones interimperialistas


«Naturalmente, al constatar que la rivalidad entre las superpotencias y la exacerbación de sus contradicciones mutuas constituye la principal fuente de los actuales conflictos internacionales y del peligro de guerra, no podemos dejar de observar sus tentativas de entablar compromisos y de llevar a cabo componendas e incluso de formar alianzas provisionales. A los choques y conflictos entre los imperialistas como tendencia, siempre han correspondido los esfuerzos por entenderse a expensas de los pueblos.

Pero entre los Estados imperialistas jamás puede existir una atmósfera de confianza mutua. Dada su naturaleza agresiva actuarán abierta o secretamente los unos contra los otros. Esta es la dialéctica de las relaciones entre los imperialistas». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

Los verdaderos revolucionarios no aplican la política burguesa de resguardarse bajo el paraguas de un imperialismo para combatir a otro imperialismo


«Los intereses de las superpotencias y de los 
pueblos no coinciden ni convergen en ningún momento y en ningún caso. Para que viva el imperialismo los pueblos deben vivir esclavizados, para que los pueblos se liberen debe ser destruido el imperialismo.

Es extremadamente peligrosa y debe ser combatida hasta el fin la política de las clases reaccionarias, quienes, para conservar su poder y engañar a las masas, se apoyan en uno o en otro Estado imperialista, presentando a uno como bueno y a otro como malo, a uno como sostenedor de los pueblos y a otro como enemigo de ellos, a uno 
como defensor de la paz y a otro como incitador de la guerra. Las superpotencias, cada una por separado y todas en conjunto, son los más feroces enemigos de la libertad y de la independencia de los pueblos, defensores y garantes de los regímenes reaccionarios, sostenedores del yugo nacional y extranjero y de las riñas y conflictos entre las naciones. Su política representa el peligro directo de lanzar a la humanidad a una tercera guerra mundial». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

lunes, 23 de febrero de 2015

Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping; adalides del legado del revisionismo chino; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

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¿Quién no ha oído aquello de: «Deng Xiaoping traicionó las ideas de Mao Zedong» e incluso «que la actual China capitalista es herencia de las políticas de Deng Xiaoping, y que China debe volver a los lineamientos de Mao Zedong»?

Por supuesto, mucha gente honrada ha caído en este mito o cayó en el en algún momento de su formación político-ideológica: y es que este fue uno de los varios mitos creados por las distintas variantes del revisionismo chino que calaron hondo no sólo entre revolucionarios progresistas sino incluso dentro del mismo movimiento comunista marxista-leninista internacional a mediados de los 70, época en que se criticaba la actuación del gobierno de Hua Kuo-feng y de Deng Xiaoping fruto de lo cual se empezaron a propagar los mitos a los que nos referimos. A día de hoy, los marxista-leninistas, gracias al desenmascaramiento del revisionismo chino y de su eje central el «pensamiento Mao Zedong» llevado a cabo por el Partido del Trabajo de Albania y del resto de partidos marxista-leninistas, sabemos que ni Mao Zedong era un verdadero marxista-leninista ni la China de su época era socialista, pero además de batir este mito que en los 50 y 60 cobró vastas proporciones hasta el descubrimiento y desenmascaramiento del fraude tejido por el revisionismo chino, a poco de indagar y estudiar, también podemos desmontar el mito de que entre Hua Kuo-feng, Deng Xiaoping y Mao Zedong no hay nexos ideológicos, de que uno es opuesto al otro. Esta idea ha sido no sólo propagada por algunos apologistas de Mao Zedong sino también por marxista-leninistas que condenaban el revisionismo de Mao Zedong pero que no contaban con suficiente  información como para realizar un estudio correcto y emitir una conclusión certera.

El siguiente documento basado en citas de los revisionistas chinos como Hua Kuo-feng, Deng Xiaoping o documentos oficiales del partido revisionista chino, son la simple pero incontestable demostración de que la dirigencia que amarró el poder en el Partido Comunista de China tras el fallecimiento de Mao Zedong, encabezada por Kua Kuo-feng y que luego incorporó a Deng Xiaoping, pese a la divergencias que mantenía con otros grupos maoístas era heredera del «pensamiento Mao Zedong». Acuñó sus eslóganes, teorías y prácticas, ya que varios de sus máximos representantes, como Deng Xiaoping o Hua Kuo-feng, habían apoyado a Mao Zedong en vida a la hora de establecer estas teorizaciones y su praxis por encima de las marxista-leninistas, o por encima de las de otros grupos revisionistas.

Como a estas alturas conocerá cualquiera que haya estudiado algo la obra teórica y sobre todo práctica de Mao Zedong, una de las características del revisionismo chino fue su eclecticismo teórico-práctico:

«El «pensamiento Mao Zedong» es una amalgama de concepciones que mezcla ideas y tesis tomadas de prestado del marxismo can otros principias filosóficos, idealistas, pragmáticos y revisionistas. (…) Cuando se habla del «pensamiento Mao Zedong», es difícil definir una línea única y clara del mismo, porque, como decíamos al principio, es una amalgama de ideologías, comenzando por el anarquismo, el trotskismo, el revisionismo moderno titoista, jruschovista, «eurocomunista», y acabando por el empleo de algunas frases marxistas. En toda esta amalgama, un lugar de honor ocupan las viejas ideas de Confucio, de Mencio y de los otros filósofos chinos, los cuales han influido directamente en la formación de las ideas de Mao Zedong, en su desarrollo cultural y teórico. Incluso algunos aspectos de las concepciones de Mao Zedong, que aparecen bajo la forma de un marxismo-leninismo desnaturalizado, llevan el sello y presentan las particularidades de un cierto «asio-comunismo» con fuertes dosis nacionalistas, xenófobas y hasta religiosas, budistas, que cualquier día se opondrán abiertamente al marxismo-leninismo». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Y precisamente este eclecticismo nutrido de variadas ideologías y concepciones filosóficas, incluso antagónicas, es algo que se reflejaba directamente en el concepto de partido que tenían los revisionistas chinos el cual se caracterizaba por: la permisión de constantes pugnas entre varias facciones lo que resultaba que con la nueva victoria de un grupo sobre el hasta entonces dominante se remplazara la línea política anterior establecida en el partido:

«En el Partido Comunista de China no ha existido ni existe la verdadera unidad marxista-leninista de pensamiento y de acción. La lucha entre las fracciones, que ha existido desde la fundación del Partido Comunista de China, ha hecho que en este partido no se instaurara una correcta línea marxista-leninista, que no se guiara por el pensamiento marxista-leninista. Las diversas tendencias que se manifestaban en los principales dirigentes del partido, unas veces eran de izquierda, otras oportunistas de derecha, algunas veces centristas e incluso llegaban a ser puntos de vista abiertamente anarquistas, chovinistas y racistas. Mientras Mao Zedong y su grupo estuvieron a la cabeza del partido, estas tendencias fueron una de las características distintivas del Partido Comunista de China. El propio Mao Zedong ha predicado la necesidad de la existencia de las «dos líneas» en el partido. Según él, la existencia de ambas líneas y la lucha entre ellas es algo natural, es una expresión de la unidad de los contrarios, es una política elástica que conjuga en sí misma el espíritu de principios y el compromiso».  (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Como se sabe, en China, con la muerte de Chou En-lai en enero de 1976, y la muerte de Mao Zedong en septiembre de 1976, se desataría una nueva lucha faccionaria; esta vez entre el grupo de Hua Kuo-feng y el grupo de «banda de los cuatro», que acabaría con la liquidación del último. Pero estos grupos no habían sido los primeros ni serían los últimos en reclamar el estandarte del «pensamiento Mao Zedong». Hua Kuo-feng había ascendido al prestigioso puesto de Primer Ministro del Consejo de Estado sucediendo al propio Chou En-lai a su muerte –habiendo sido éste su promotor–, después, con la liquidación de la «banda de los cuatro», no había figura con más poder dentro del partido; pero Deng Xiaoping, pese a que se encontrara una vez más en el ostracismo, sería nuevamente rehabilitado –quizás por la necesidad de Hua Kuo-feng de encontrar apoyos en figuras de similar calado y con influencia–, lo que haría que estas dos tendencias formalizaran una alianza formal temporal:

«La lucha entre facciones es ahora centrado en estas dos tendencias. En fuerte oposición entre sí están estas dos líneas: la línea de Deng y la línea de Hua, ambas derechistas, en extrema oposición contra Mao Zedong en algunas cosas, en más moderada posición en otras, y supuestamente proclamadas como pro Mao Zedong sobre algunas otras cosas. Una línea exige la plena rehabilitación de Deng Xiaoping, mientras que la otra línea acepta esto, pero después de que él «primero realice una autocrítica y a condición de que no se convierta en presidente del Consejo del Estado». Si Deng Xiaoping toma el poder, Hua Kuo-feng quedará en un puesto «honorífico» apartado en una esquina». (Enver Hoxha; Parece que la facción pro estadounidense triunfará en China; Reflexiones sobre China, Tomo II, 3 de enero, 1977)

A la postre en la lucha entre facciones, este viejo zorro siempre rehabilitado –Deng Xiaoping– y la influencia de su grupo, dejaría particularmente a Hua Kuo-feng sin ningún cargo de poder a ejercer a la entrada de la década de los 80. Estos acontecimientos de pugna de poder serían una vuelta de tuerca más a la complicada historia del Partido Comunista de China y sus luchas intestinas entre facciones revisionistas. 

El momento de la muerte de Mao Zedong en 1976 evidencia mismamente la demagogia de los miembros del partido y la inconsistencia interna de la línea de partido: Hua Kuo-feng como máximo líder del partido en ese momento lanzó epítetos contra Deng Xiaoping, la «banda de los cuatro», y los ya desaparecidos Liu Shao-chi y Lin Piao ya que lo veía necesario para consolidar su posición, poco después el mismo Hua Kuo-feng aprobaría la rehabilitación de Deng Xiaoping en 1977 como decíamos, y poco después Deng Xiaoping ya con más cota de poder que Hua Kuo-feng dentro del partido rehabilitó a Liu Shao-chi en 1980, se condenó públicamente al ya fallecido Kang Sheng en 1980 y Hua Kuo-feng tuvo que tragar con todo ello, poco después perdió todos sus cargos del partido en 1982. Estos hechos promovidos por la cúpula del partido en estos tiempos correspondía a: 1) que la dirección dominante se guardarse la espaldas contra los grupos de seguidores de figuras y grupos que antaño estuvieron en lo alto del partido, minando el prestigio de tales, y 2) a que la rehabilitación de ciertas figuras servía para recalar el apoyo de otros grupos que concordaban con la figura y grupo que antaño tuvo unas políticas específicas determinadas; en resumen eran acciones de ofensivas y defensivas que servían para que Deng Xiaoping y sus allegados reforzara su poder en el partido. 

No nos interesa mucho las acusaciones formales y en su mayoría calumnias entre grupos que evidenciaban el caos que siempre caracterizó la existencia de una gran lucha fraccionaria dentro del Partido Comunista de China, de hecho en el transcurso de las citas del presente documento hemos intentado evadir esa parte siempre que nos ha sido posible para comodidad del lector. El patetismo de acusaciones entre estos grupos es similar a los sucedidos años antes entre Peng Zhen, Lin Piao, Chen Boda, Chou En-lai, Mao Zedong, la «banda de los cuatro» y sus diferentes grupos; por ejemplo las falsas acusaciones en 1953 contra el marxista-leninista Kao Kang que se opuso a las tesis bujarinistas-titoistas de Mao Zedong, Chou En-lai y Liu Shao-chi es otra prueba-evidencia de que las subidas y bajadas de una personalidad o grupo en el Partido Comunista de China estaban más condicionadas y cercanas a una lucha arribista de poder que a una lucha de principios ideológicos: la fraseología y apoyo en otras figuras iba siempre determinado a unos mezquinos intereses, estas frases y alianzas mañana podían cambiar si era necesario con tal de mantenerse en lo alto del poder del partido.

Pero yendo a lo importante: si nos atenemos a cualquiera de los periodos concretos del Partido Comunista de China, tanto del temprano como del más reciente, veremos que la figura intermedia entre tales periodos es Deng Xiaoping: esta figura no era más que el continuador en el partido de muchas de las desviaciones que podemos encontrar en el partido durante su nacimiento en los años 20, después con la llegada de Mao Zedong a la Secretariado General del partido en 1935 sería un ferviente sostenedor de las tesis revisionistas concretas del pensamiento Mao Zedong y ayudaría a Mao Zedong a imponer su ideología en el partido –tanto en los 40, 50, 60 como en los 70–, y tiempo después de la muerte de Mao Zedong en 1976 seguiría siendo portador y expositor –ya con un papel mayor y protagónico– de las políticas revisionistas en el mismo partido, habiendo heredado gran parte del «pensamiento Mao Zedong» para conformar su propia política en el momento del apogeo de su poder en el partido y gobierno. En cualquiera de estos periodos de Deng Xiaoping en el partido vemos el rastro del «pensamiento Mao Zedong» en sus discursos, informes, declaraciones y acciones.

Examinemos unos ejemplos del porqué el «pensamiento Mao Zedong» es un pensamiento reaccionario que históricamente está hilado y ha influenciado no sólo a los sucesores directos de Mao Zedong, sino que ha sido determinante en la formación del músculo teórico de otros revisionismos:

1) Las teorías tempranas de Mao Zedong recuperadas por Deng Xiaoping

En los años 40 Mao Zedong tomó para sí la teoría menchevique de «desarrollar durante un largo periodo el capitalismo en los países coloniales y semicoloniales», que en este caso se decía que era debido al atraso de China, y que el «capital local y extranjero debe jugar su rol en el desarrollo de la economía», ignorando por tanto los consejos de la Komintern de evitar la etapa de desarrollo capitalista con la ayuda de los países socialistas. Esto le valió el aplauso en aquellos años del tristemente célebre revisionista Earl Browder. Mao Zedong escribiría que dentro de la promoción del capitalismo al interior debía de ser combinado con un capitalismo que viniera desde el exterior que expandiera las fuerzas productivas:

«Se necesitan grandes cantidades de capital para el desarrollo de nuestras industrias. Ellos vendrán principalmente de la riqueza acumulada por el pueblo chino, y al mismo tiempo de la asistencia extranjera. Damos la bienvenida a las inversiones extranjeras si tales son beneficiosos para la economía de China y se realizan de acuerdo con las leyes de China. Se pueden expandir rápidamente y a gran escala empresas rentables tanto para el pueblo chino como para los extranjeros, siendo la industria pesada y la modernización de la agricultura, una realidad cuando lo que hay es una firme e interna paz internacional, y cuando dichas reformas políticas y agrarias se realizan a fondo. Sobre esta base, hemos de ser capaces de absorber grandes cantidades de inversiones extranjeras. Una política regresiva y económicamente empobrecida para China no será rentable ni para el pueblo chino ni para los extranjeros». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)

Por ello, cuando aparte de la promoción del crecimiento económico de la burguesía nacional, Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping recuperaron la teoría de que China debía apoyarse cada vez más en el «capital extranjero para desarrollar las fuerzas productivas y construir el socialismo», los albaneses no podían sino denunciar esta vieja estratagema maoísta para desarrollar el capitalismo y convertir a China en una superpotencia socialimperialista:

«Un lugar importante en el «pensamiento Mao Zedong» está ocupado por las distorsiones revisionistas de una serie de problemas fundamentales del marxismo-leninismo relacionados con la economía. Partiendo de la idea de Mao Zedong de que el desarrollo del capitalismo va supuestamente en interés de la gente, que las contradicciones entre la clase obrera y la gran burguesía en las condiciones chinas son supuestamente contradicciones «entre el seno del pueblo» y alegando que por tanto dichas contradicciones deben de ser resueltas a través de los métodos democráticos, se han promulgado, y continúa la promulgación de numerosos decretos y leyes que no afectan a los intereses de la gran burguesía, los kulaks y los monopolios extranjeros, lo que hace y seguirá haciendo muchas concesiones a estas fuerzas en detrimento de los intereses de las masas trabajadoras. (...) Los revisionistas chinos con Hua Kuo-feng, Deng Xiaoping y otros a la cabeza de su liderazgo, están tratando de presentar su colaboración con los grandes monopolios y los países capitalistas desarrollados, los préstamos concedidos y las inversiones realizadas por los capitalistas extranjeros como un «nuevo y rentable camino» que han descubierto para la construcción del socialismo. (...) Los puntos de vista propagados por los revisionistas chinos y sus prácticas capitalistas en todos los ámbitos y, especialmente, en el ámbito económico, han sido y siguen siendo antimarxistas y reaccionarios. Y precisamente es esto, lo que demuestra que los revisionistas chinos a la hora de trazar sus directrices económicas nunca han sido conducidos por las enseñanzas del científico marxismo-leninismo, sino por el anticientífico «pensamiento Mao Zedong», que está al servicio de la vieja y la nueva burguesía china». (Tomor Cerova; Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china, 1980)

2) El auxilio de Deng Xiaoping a Mao Zedong en el establecimiento de las teorías revisionistas del «pensamiento Mao Zedong» en el partido

La teoría antimarxista de Mao Zedong de «tomar el campo como base de la economía nacional» y la «promoción de la industria de forma descentralizada y a pequeña y mediana escala» fue formulada a finales de los 50, dicha teoría  niega el papel que el marxismo otorga a la industria pesada en la construcción de la sociedad socialista, en la expansión de las fuerzas productivas y en la misma reproducción ampliada, dicha teoría revisionista premarxista subordina las inversiones en las diferentes ramas económicas a satisfacer primero la inversión en la agricultura y en base a ello se alude a que la agricultura produciría el expansión de las fuerzas productivas en la agricultura y otras ramas como la industria pesada y ligera, algo que en realidad debe hacerse con la producción de medios de producción que ofrece la industria pesada, no con la agricultura. Esta teoría puede ser vista en el «Manual de economía política de Shanghái» publicado en 1974 en tiempos de Mao Zedong. Esta teoría calificada de «innovadora» por la propaganda china sería usada por Deng Xiaoping en sus años de gobierno; pero si observamos con detenimiento veremos que ya había sido usada y promovida por Deng Xiaoping antes, durante y después de acceder a la cabeza del partido; basándose eso sí, siempre en las «enseñanzas» revisionistas de Mao Zedong:

«Debemos establecer el concepto de que la agricultura es la base de la economía nacional y que la industria debe servirla. Una tarea importante para la industria es apoyar la agricultura y promover su modernización. Las regiones industriales y las ciudades deben ayudar a las zonas rurales circundantes para avanzar, desarrollar las industrias de pequeña escala y mejorar la producción agrícola, y esto por tanto se debe incluido en sus planes». (Deng Xiaoping; Algunos comentarios sobre el desarrollo industrial, 18 de agosto de 1975)

El marxista-leninista Rafael Martínez analizó que significaba esta teorización y praxis revisionista de Mao Zedong y apoyada por Deng Xiaoping recogida en el Manuel de economía política de Shanghái de 1974:

«Los autores declaran abiertamente que la agricultura es la base de la economía nacional: «En la organización del desarrollo de la economía nacional, el país socialista debe aplicar conscientemente las leyes objetivas de la agricultura como base de la economía nacional». (Manual de economía de Shanghái, 1974) Esta declaración va mucho más allá de la comprensión sobre la agricultura en un país con una abrumadora mayoría de campesinos, donde la agricultura tiene que jugar un papel muy importante por la razón evidente de que hay una desproporción económica clara al comienzo del desarrollo económico del país. No es eso, estamos tratando aquí con una nueva comprensión de la dirección del desarrollo de la economía de transición en un país relativamente atrasado como China. Cuando los autores apelan al principio de la agricultura como base de la economía nacional, dan a entender que la agricultura debe ser una prioridad en la economía nacional: «Dado que la agricultura es la base de la economía nacional, es necesario tratar el desarrollo de la agricultura como una prioridad de la economía nacional. Sólo cuando la agricultura se desarrolla como la base de la economía nacional puede iluminar la industria, la industria pesada, y otras empresas económicas, culturales y educativas se podrán desarrollar así mismo». (Manual de economía de Shanghái, 1974) En este punto, no hay una aparente lógica, sino que se utiliza profundamente un argumento antimarxista». (Rafael Martínez; Sobre el manual de economía política de Shanghái, 2006)

Esto demuestra como en muchas otras cuestiones el apoyo de Deng Xiaoping a las ideas de Mao Zedong, un apoyo que ha querido ser silenciado históricamente por las corrientes «maoístas» que han renegado de Deng Xiaoping y que lo han contrapuesto a Mao Zedong diciendo que «sus políticas son completamente opuestas a las del gran Presidente Mao Zedong». Pero como vemos, esta tesis resulta en una más de las necedades-mentiras propagadas que se han apoyado o bien en la desinformación o bien en mentiras premeditadas, y desarrolladas para defender de forma sentimental a Mao Zedong, el revisionista.

3) La influencia de las ideas de Mao Zedong en la conformación de otros revisionismos

En la teoría-práctica del «socialismo de características chinas», hubo muchas concepciones revisionistas chinas que resultaban altamente atractivas para otros revisionismos y por ello las hicieron suyas. Algunas de estas influenciaron la conformación de nuevos revisionismos que han ido surgiendo hasta nuestros días, muchas de estas los neo-revisionistas la presentaban como suyas –eso es lo de menos para lo que vamos a explicar–. En el «pensamiento Mao Zedong» la llamada «alianza de la burguesía en la construcción del socialismo» fue un atractivo que influenció a los dirigentes del eurocomunismo:

«Tratamos la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional como una contradicción en el seno del pueblo. (...) La burguesía y la pequeña burguesía exteriorizarán indefectiblemente su ideología. Se expresarán, obstinadamente y por todos los medios posibles, sobre las cuestiones políticas e ideológicas. No se puede esperar que actúen de otra manera. No debemos, recurriendo a la coacción, impedirles que se manifiesten; por el contrario, debemos permitirles que lo hagan y, al mismo tiempo, debatir con ellos y someterlos a una crítica adecuada (...) Abogamos por una libertad bajo dirección y una democracia guiada por el centralismo, pero con esto no queremos decir en ningún sentido que, en el seno del pueblo, deban emplearse métodos coercitivos para resolver los problemas ideológicos y los problemas relativos a la distinción entre lo correcto y lo erróneo. Pretender solucionar estos problemas utilizando órdenes administrativas y métodos coercitivos no sólo sería inútil, sino perjudicial». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo; Obras escogidas Tomo V, 27 de febrero de 1957)

Otra teoría que influenció en todo el mundo revisionista era sin duda era la llamada «larga coexistencia y mutua supervisión» con los partidos burgueses y pequeño burgueses que justifica el «multipartidismo en el socialismo» –como teorizaba el socialdemócrata Otto Bauer– hasta el comunismo y la disolución de todo partido, dicha idea no fue implantada en el Partido Comunista de China por Deng Xiaoping como algunos creen, sino por Mao Zedong:

«En nuestro país, siguen existiendo numerosos partidos democráticos que se formaron durante la resistencia al Japón y la lucha contra Chiang Kai-shek y que se componen principalmente de elementos de la burguesía nacional y su intelectualidad. (…) ¿Qué es mejor: que haya un solo partido o varios partidos? Por lo que hoy parece, es preferible que haya varios. Esto no sólo es válido para el pasado, sino que puede serlo también para el futuro; significa coexistencia duradera y supervisión mutua. (...) Tanto el partido comunista como los partidos democráticos surgieron en el proceso histórico. Todo lo que surge en el proceso histórico desaparece en el mismo proceso. Así, tarde o temprano desaparecerá el partido comunista y, de igual modo, los partidos democráticos». (Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones; Obras Escogidas, Tomo V, 25 de abril de 1956) 

Precisamente estas dos teorías maoístas de la «alianza con la burguesía nacional en la construcción del socialismo» y del inmutable «multipartidismo en el socialismo» serían fuente de inspiración directa para las ideas del eurocomunismo y sus miembros mucho antes de institucionalizarse la corriente como tal del eurocomunismo en los 70:

«Quizás el rasgo más original de la Revolución Socialista China lo constituye el hecho de que como aliado del proletariado, al lado de las masas campesinas y la pequeña burguesía urbana, se encuentre también la burguesía nacional. Esta constituye una de las aportaciones de los camaradas chinos a la experiencia revolucionaria mundial, digna de ser estudiada. (...) La vida nos enseña, por el contrario que incluso en China donde la transformación de la Revolución democrática en socialismo se lleva a cabo pacíficamente y no hablemos de la burguesía monopolista ha aceptado marchar gradualmente hacia el socialismo cuando no le queda más que este camino o el suicidio. La experiencia china contribuye a fundamentar los planteamientos hechos por el XXº Congreso del PCUS de 1956 sobre las diversas formas que puede revestir el paso del capitalismo hacia el socialismo. Hasta el presente, los ejemplos de paso pacífico del capitalismo. (...) Lo que ha ocurrido en China, es decir, que una parte de la burguesía participe en determinadas condiciones en la edificación del socialismo, puede repetirse en otros países. (…) Junto al Partido Comunista de China coexisten diversos partidos y grupos democráticos cuyo fundamento social es la burguesía nacional, la capa superior de la pequeña burguesía y sus intelectuales. (...) El régimen político socialista chino es pues un régimen de un solo partido, sino de varios. (...) Los hombres de los partidos y grupos democráticos ocupan importantes puestos en el gobierno y en el aparato del Estado; ejercen una real influencia en los asuntos públicos». (Santiago Carrillo; Sobre una singularidad de la revolución china: la alianza de los capitalistas nacionales con el proletariado, 1957)

Está claro que estas teorías no tenían nada que ver con el marxismo-leninismo:

«Mao Zedong cierra este problema tan importante con palabras que quieren demostrar que en China todo marcha bien; coloca la industria pesada en tercer lugar e integra a los fabricantes burgueses en el socialismo; en el campo, preconiza la misma política para los kulaks, y todo lo demás se arreglará según su teoría maoísta, ¡que sería completamente justa, infalible! Pero en verdad estas ideas de Mao Zedong están en oposición con las de Lenin y Stalin. (...) Mao Zedong está completamente en la línea revisionista, oportunista. No pone al partido comunista en la cabeza, en la dirección; da a entender que está en la dirección, pero pide que el poder sea compartido con los partidos de la burguesía y afirma que así debe ser. Por lo tanto, Mao Zedong está por el pluralismo de los partidos en la dirección del Estado proletario. Dice que la existencia de varios partidos es indispensable por muchas razones: porque el Partido Comunista de China puede ser criticado, porque puede aprender mucho de ellos para descubrir todo lo que se organiza y se hace bajo cuerda, etc. Considera la existencia de estos partidos como un factor determinante o mejor dicho como un factor indispensable para la construcción del socialismo en China. (...) Para los marxista-leninistas está claro qué cualquier partido representa los intereses de determinadas clases o capas, por eso ¿qué sentido tiene conservar en el socialismo a los partidos que representen los intereses de la burguesía? Esto significa renunciar a la lucha de clases, a la lucha por el papel hegemónico del proletariado y de su partido». (Enver Hoxha; Algunos juicios en torno al «decálogo» ballista de Mao Zedong; Reflexiones sobre China, Tomo II, 28 de diciembre de 1976)

E incluso Enver Hoxha se percató que las teorías de Mao Zedong y del revisionismo chino de alianza con las clases explotadoras «patrióticas» y su integración en el «socialismo» estaban inspiradas y fueron a su vez fuente de inspiraciones de otros revisionismos:

«Hoy los «teóricos» burgueses y revisionistas, como los titoistas, los «eurocomunistas», etc., hablan mucho de la integración del capitalismo en el socialismo. «Esto sería una buena cosa, afirma Mao Zedong, por muchas razones, una de las cuales es que nosotros los chinos daremos así un buen ejemplo a los otros países del mundo». ¡«Bonito» ejemplo de cómo no combatir a los enemigos del pueblo!». (Enver Hoxha; Algunos juicios en torno al «decálogo» ballista de Mao Zedong; Reflexiones sobre China, Tomo II, 28 de diciembre de 1976)

Todas estas teorías de Mao Zedong que hemos visto: tanto las que serían ampliamente utilizadas a mediados de los 70 tanto por los revisionistas chinos –para afianzarse mejor en el partido revisionista chino– como los representantes de nuevas corrientes revisionistas –que se presentarían al mundo con estas ideas dándole un barniz de «nuevas» y «revolucionarias teorizaciones»– no eran las únicas, así mismo encontramos: 1) la tendencia-dogma a que el máximo dirigente nombre según las circunstancias «sucesores» y se justifique esta acción como normal dentro del partido: Mao Zedong realizó tal acción con Liu Shao-chi, Deng Xiaoping, Lin Piao, y finalmente con Hua Kuo-feng, a veces tipificándolo en los estatutos del partido y en la prensa oficial; 2) la teoría de «que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento» en la cultura –que permite la expresión y competición de corrientes ideológicas burguesas y pequeño burguesas–; 3) la teoría de que en la construcción del socialismo y el comunismo prima la educación ideológica y la superestructura en sí sobre la base material y la estructura económica –justificando toda acción política aventurera o tardía por falta de educación de los cuadros en la ideología del grupo revisionista al mando–; 4) la teoría de la «lucha de dos líneas» en el partido –que cree como inevitable la formación de líneas y fracciones oportunistas en el partido y ve necesaria la lucha a la vez que la coexistencia con tal oportunismo–; 5) la teoría de que «las clases explotadoras no desaparecen como clases sociales en el socialismo» –teoría creada en los 60 debido a que los revisionistas chinos nunca cumplieron tales tareas de destrucción de las clases explotadoras y para justificar tal aplicación–; 6) la teoría de que «la verdad es lo que es útil» en el conocimiento –sin tener en cuenta para que clase lo es, ni lo subjetivo de esto–, entre otras; 7) el presentar el «pensamiento Mao Zedong» como un conjunto de pensamientos que eran reacción al «dogmatismo» de la Komintern y de Iósif Stalin –cuando era una manifestación revisionista y nacionalista-burguesa a las tesis marxista-leninistas– de la revolución china, y elevar este pensamiento como si fuera la síntesis del pensamiento progresista de la humanidad y la nueva ideología de la clase obrera –cuando su revisionismo no era ni siquiera completamente original–; 8) la elevación del culto al líder del partido como un líder mesiánico, infalible, como divino e inmune a la equivocación –lo que acarrea el fin de la democracia intrapartido y la entrega del partido a un hombre que puede que maneje la línea del partido como un revisionista con suerte de que no lo sea ya– tapando sus errores y contradicciones si hace falta –falsificando la historia del partido y sus líderes por el pretendido «bien colectivo»–.

La dirigencia china de la época posterior a Mao Zedong no dejó de agradecer estas teorías y posturas de Mao en el ámbito de la política interior que ayudarían a desbrozar el camino de traición que ellos mismos querían continuar y ampliar; pero si miramos en el plano de la política exterior, los «aportes» de Mao Zedong son sumamente relevantes en cuanto a la política exterior posterior empezando por supuesto por la teoría de los «tres mundos» que negaba la sola existencia del mundo capitalista y el socialista y las contradicciones entre burguesía y proletariado, y volcaba toda la lucha en la alianza de Estados Unidos-China contra la Unión Soviética para lograr el ascenso de China como superpotencia socialimperialista. La teoría de los «tres mundos» y otras posiciones en la política exterior china como el apoyo al no alineamiento o el mismo tercermundismo serían copiados por otros revisionismos. En consecuencia en materia de políticas exterior con: 1) la teoría de que había diferencias de comportamiento de las dos superpotencias de aquel entonces: «los Estados Unidos buscan el status quo y la Unión Soviética buscaba la expansión y era el principal instigador de guerra» –algo irreal y subjetivo claramente dispuesto para los intereses chinos–, esta sería la columna vertebral a la teoría de los «tres mundos»; 2) la amistad y apoyo a partidos y/o gobiernos revisionistas como el revisionismo yugoslavo, eurocomunista, camboyano o rumano que tenían divergencias con los revisionistas soviéticos –apoyo que respondía a la práctica de la teoría de los «tres mundos»– y también el saludo, simpatía y apoyo a sus las distintas teorías del mundo revisionista –el «no alineamiento», los países «en vías de desarrollo», el «el nuevo orden económico y el reparto de las riquezas mundiales», el «Chajusong», el «mundo multipolar»–; 3) las relaciones con países del «segundo mundo» como Japón o Francia, o con organismos del capitalismo internacional como la Comunidad Económica Europea y su instigación hacia fortalecer las relaciones de éstos con los países del «tercer mundo» en detrimento del socialimperialismo soviético –condenando a los países del «tercer mundo» al neocolonialismo–; 3) la teoría de «apoyarse en una superpotencia para combatir a otra» –que suponía la alianza con los Estados Unidos y su política de «détente» como se tipificó en su día  el Comunicado de Shanghái de 1972 para debilitar a la Unión Soviética socialimperialista–; 4) la teoría de que el campo debe cercar a las ciudades» como estrategia para la toma de poder y que «los países del tercer mundo son la fuerza motriz de la humanidad» –otorgando a los campesinos el papel de vanguardia en el mundo en detrimento de la clase obrera y poniendo a los países agro-industriales como impulsores del desarrollo de la rueda de la historia–; 5) las relaciones y apoyo internacional a Estados del «tercer mundo» pro estadounidenses a veces incluso fascistas como Pakistán, Chile, el Congo, Filipinas, Brasil, Marruecos –sin mirar que clases gobernaban en estos países y a qué servían sus políticas–, etc. eran hechos que Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping consideraban y no de forma injusta como «herencia» y «mérito» de un camino que empezó a labrar Mao Zedong y Chou En-lai en su momento, y otros revisionismos como el yugoslavo, el coreano, el nicaragüense, el rumano, o el eurocomunista copiarían tal posiciones o se solidarizarían con ellas ya que les beneficiaba. 

No es casualidad que el dúo Deng-Hua fuera el que publicara en 1977 el V Tomo de las Obras Escogidas de Mao Zedong, dicho tomo cubre el periodo de escritos de 1949 a 1957, lo hicieron a sabiendas de que  su contenido les era harto beneficioso para justificar sus derivas presentes y futuras tanto en política interior como política exterior. Al respecto Enver Hoxha que sabía que la liberación del V Tomo de Obras Escogidas de Mao Zedong que Hua Kuo-feng personalmente animaba a lanzar, sería una edición de obras retocadas, mutiladas, autocensuradas –como el resto de tomos que ocultaban la versión original de los discursos, informes y declaraciones de Mao Zedong–, pero donde pese a que los editores intentaran quitar los pasajes más descarados y comprometedores seguían existiendo frases revisionistas, y donde las mismas precisamente servirían para perpetuar y justificar las políticas de los revisionistas chinos:

«El mundo entero sólo conoce los cuatro tomos de Mao Zedong, escritos antes de la liberación. Después de ésta no ha sido publicado casi nada de Mao, ningún informe, ningún discurso. ¡¡Extraño!! ¡¿Por qué el presidente Mao Zedong, cuyo culto era puesto por las nubes, no permitía que ninguna de sus perlas salieran a la luz?! ¿Acaso eran perlas de verdad o simple bisutería? Hua Kuo-feng nos enseñará estas perlas, pero no se sabe ni cómo ni cuándo. Dará a comer al mundo sus «hojas de col», para con ellas «educar» y «llenar la cabeza» a los partidarios de la teoría del «tercer mundo», porque, ¡por lo que se refiere a los verdaderos comunistas, no se las tragarán!». (Enver Hoxha; Una dirección inestable; Reflexiones sobre China, Tomo II, 6 de diciembre de 1976)

Ha de saberse que las páginas del V Tomo de Obras Escogidas de Mao Zedong finalmente publicadas en 1977, que algunos pseudomarxista-leninistas intentaban y todavía hoy día intentan presentarlas como el sumun del marxismo-leninismo, eran las páginas que recogían las obras de un revisionista que como acostumbraba ocultaba sus propias obras de cara al exterior para que no fueran criticadas solo fueron publicadas a su muerte por otro revisionista que tenía la intención de sacarlas a la luz para justificar sus propias políticas reaccionarias.

Como ha demostrado la historia: los revisionistas chinos pese a las críticas de uno u otro pelaje, al final no pueden dejar de usar a Mao Zedong ya que sus ideas les vienen de perlas para justificar sus acciones en la política interior y política exterior:

«El desorden, las perturbaciones, la confusión y los enfrentamientos que se han producido y se producen en China, son consecuencia directa del pensamiento Mao Zedong. La crítica que los dirigentes chinos le hacen hoy a Mao Zedong no tiene ningún parecido con la crítica marxista que le hacemos nosotros. No está relacionada con el contenido de sus ideas, que los actuales dirigentes chinos mantienen y aplican. Su crítica es manifestación de la pugna por el Poder entre los diversos grupos maoístas rivales. Esos grupos no pueden echar abajo a Mao Zedong, porque todos encuentran en sus ideas apoyo y justificación para sus actos. Sin liberarse del pensamiento Mao Zedong, el proletariado y el pueblo chinos no podrán encontrar el camino correcto que conduce al socialismo». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania; Obras Escogidas, Tomo VI, 1 de noviembre de 1981)

Cualquiera de las diversas direcciones del Estado capitalista chino, en mayor menor medida se han valido del llamado «Pensamiento Mao Zedong» y han aplicado su pensamiento revisionista:

«La actual pandilla dirigente de China y las demás que definitivamente la seguirán como resultado de las luchas internas entre fracciones por el poder se servirán del maoísmo, usándolo como un cadáver antihistórico, en torno al que construirán sin escrúpulos ni vergüenza un potente Estado chino imperialista, en la unidad o en la divergencia respectiva con los otros imperialistas y a través la supresión de los pueblos que anhelan su liberación, independencia y el socialismo y que luchan por ello». (Enver Hoxha; Carta al camarada Hysni Kapo, 1978)

Que precisamente esta es la ideología chovinista de promoción de la burguesía nacional para que dicho país busque «su lugar que le corresponde en el mundo», erigiéndose como una potencia socialimperialista. Por ello al:

«Revisionismo chino con el «pensamiento Mao Zedong» como una teoría pseudomarxista, ecléctica, bujarinista, revisionista, oportunista con tendencias a la hegemonía mundial en su ideología y su política. (...) El «pensamiento Mao Zedong» es una teoría de la burguesía china en desarrollo la cual posee tendencias agresivas, belicistas de guerra, socialimperialistas». (Enver Hoxha; Sólo bajo un genuino partido marxista-leninista se pueden conseguir los objetivos; A partir de una charla con Ernst Aust, Presidente del Partido Comunista de Alemania Marxista-Leninista; Obras Escogidas, Tomo V, 30 de noviembre de 1979)

Esta correcta previsión detectada por Enver Hoxha desde 1972, repetida aquí en 1979 se ha cristalizado con el transcurrir de la historia, razón por la que insistimos en que si se quiere comprender la actual China como potencia socialimperialista hay que estudiar y comprender la China de la época de Mao Zedong, y por ello no paramos de repetir que a la hora de criticar la tendencia de Deng Xiaoping y de otros representantes del revisionismo chino:

«De la misma naturaleza e igual de nefastos son también los puntos de vista de aquellos que separan la línea reaccionaria y la política proimperialista de la actual dirección china, de Mao Zedong, del pensamiento Mao Zedong. No se pueden combatir ni desenmascarar las actitudes contrarrevolucionarias de Deng Xiaoping y Hua Kuo-feng, si no se combate y no se desenmascara la base ideológica de su actividad, el pensamiento Mao Zedong». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo; Obras Escogidas, Tomo V, 1980)

El documento:


«El Presidente Mao Zedong fue el más grande marxista de la época contemporánea. (...) El Presidente Mao Zedong resumió la experiencia de las luchas revolucionarias nacionales e internacionales, heredó y desarrollo el marxismo-leninismo en todos los aspectos y enriqueció el tesoro de la teoría marxista». (Hua Kuo-feng; Discurso conmemorativo de Hua Kuo-feng, Primer Presidente del Comité Central del Partido Comunista de China y Primer Ministro del Consejo de Estado, en el encuentro de la misa memorial del Gran Líder y Presidente Mao Zedong, 18 de septiembre de 1976)

«El Tomo V de Obras Escogidas de Mao Zedong serán publicadas en la fecha más pronto posible. (...) El trabajo de la publicación de las Obras Escogidas de Mao Zedong y de las Obras Completas será bajo la dirección del liderazgo del Buró Político del Comité Central el Partido Comunista de China encabezado por el Camarada Hua Kuo-feng, bajo el cual un comité para la edición y publicación de las obras del Presidente Mao Zedong tomara cargo para el trabajo de compilación, edición y publicación». (Partido Comunista de China; Decisión de la publicación de las Obras Escogidas de Mao Zedong y la preparación para la publicación de las Obras Completas de Mao Zedong; Adoptado por el Comité Central del Partido Comunista de China, 8 de octubre de 1976)

miércoles, 18 de febrero de 2015

Desmontando el supuesto giro y renuncia a los principios del VIIº Congreso de la Komintern de 1935


«
En el curso de toda su existencia de 24 años, en la Komintern se observó una actitud leninista, consecuente, neta y cortante respecto a los partidos socialdemócratas, consideró siempre al socialdemocratismo como una variante de la ideología burguesa y a los partidos socialdemócratas como los partidos obreros burgueses, como el apoyo principal del capital monopolista para mantener a las masas trabajadoras bajo su yugo. Por lo tanto bajo las enseñanzas de Lenin y la experiencia del movimiento obrero internacional, la Komintern puso en evidencia claramente los objetivos políticos de la socialdemocracia como portadora de la influencia burguesa en el seno del movimiento obrero, objetivos que pretendían desviar al proletariado de su lucha revolucionaria, saboteando la revolución proletaria e impidiendo costara lo que costase la instauración de la dictadura del proletariado. Desde el principio hasta el final de su actividad, en la Komintern se puede valorar en ella un espíritu consecutivo en su justa línea marxista-leninista. Hasta cuando han sido contempladas las acciones conjuntas con los partidos socialdemócratas sobre diversos problemas, en diferentes periodos, no se ha tratado jamás de negar esta línea fundamental, sino de trabajo en su marco con el solo fin de encontrar los medios y vías adecuadas para evitar la escisión del movimiento obrero, y esto sin pisotear los principios, sino defendiéndolos hasta el fin. No se trataba de rehabilitar pues ideológica y políticamente a la socialdemocracia, como los revisionistas quieren hacernos creer y como hacen actualmente ellos mismos en la práctica. Así es como fue planteada la cuestión en el VIIº Congreso de la Komintern de 1935 también. Su llamada a llevar acciones conjuntas con los partidos socialdemócratas en la lucha contra el fascismo, contra la ofensiva del capital y el peligro de guerra imperialista no significaba de ninguna manera la rehabilitación ideológica y política de la socialdemocracia, era allí sólo una acción táctica, condicionada por ciertas circunstancias históricas creadas, que debía ir en beneficio del fortalecimiento de la unidad del movimiento obrero, sin sacrificar de ninguna manera los principios leninistas revolucionarios ni apartarse de estos ni un poco [1]:

«No se debe perder de vista que la táctica del frente único es un método para persuadir palpablemente a los obreros socialdemócratas de la justeza de la política comunista y de la falsedad de la política reformista, y no una reconciliación con la ideología y la práctica socialdemócratas». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto de 1935)

Los diversos revisionistas, togliattistas, titoistas, soviéticos y eurocomunistas, consideran esta actitud leninista consecuente y resuelta de la Komintern con respecto a la socialdemocracia como uno de sus errores más graves, y esto es, según ellos porque «esta actitud dogmática» (sic) ha afectado seriamente a la unidad del movimiento obrero a escala nacional e internacional. Sobre esta cuestión estos renegados comparten totalmente la misma opinión que los socialdemócratas, que siempre se esforzaron por cargar sobre la Komintern la responsabilidad de la escisión en el seno del movimiento obrero en el periodo comprendido entre ambas guerras mundiales, cuando fueron ellos y solo ellos los culpables de tal suceso.

Los revisionistas modernos, eurocomunistas o soviéticos, procuran justificar con ello, entre otras cosas su política de amplia colaboración no sólo con los partidos socialdemócratas y socialistas quienes actualmente y más que nunca se muestran como los principales apoyos del capital monopolista, sino también con los partidos burgueses para salvaguardar las libertades democrático-burguesas y realizar objetivos estratégicos a largo plazo, para ello utilizan comparaciones y buscan paralelismos en las directivas que supuestamente habría dado el VIIº Congreso de la Komintern de 1935. ¡Así, por ejemplo, que los revisionistas se esfuerzan por demostrar que la idea del pluralismo político, la idea de que uno puede pasar al socialismo sin la dirección de un partido único de la clase obrera, se remonta según ellos, a las decisiones del VIIº Congreso de la Komintern de 1935!

Lo mismo ocurre con el informe de Georgi Dimitrov [se refiere al del 2 de agosto de 1935 - Anotación de Bitácora (M-L)] como con la resolución correspondiente adoptada en el VIIº Congreso de la Komintern sobre su informe [del 20 de agosto de 1935 - Anotación de Bitácora (M-L)], no deja a lugar a equívoco sobre la idea del pluralismo político. El VIIº Congreso de la Komintern de 1935 no puso en cuestión ni dudó sobre la idea leninista del rol dirigente del proletariado y su partido comunista marxista-leninista en la revolución y la edificación del socialismo. Al contrario, subrayó con fuerza que el paso del capitalismo al socialismo no podía ser realizado en alianza con las capas de la burguesía y sus partidos políticos, incluyendo los socialdemócratas, sino que se debía elevar la lucha contra su ideología y actividad política, hasta la liquidación definitiva de sus planos políticos, organizativos y estatales. Este paso no podía ser realizado sin que fueran derribados de la cima del poder todos los partidos burgueses declarados, radicales o socialdemócratas, a través de la revolución proletaria violenta y la instauración de la dictadura del proletariado [2]:

«Se debe exponer a los trabajadores la imposibilidad de pasar al socialismo en tanto que el poder permanezca en las manos de la burguesía». (Komintern; Resolución adoptada por el VIIº Congreso de la Komintern sobre el informe de Georgi Dimitrov, 20 de agosto de 1935)

También la aserción de los revisionistas según la cual el VIIº Congreso de la Komintern de 1935 resuelve la cuestión de la colaboración de los partidos comunistas y de la Komintern con los partidos socialdemócratas y socialistas, formulándose ésta, como nueva estrategia global del comunismo internacional, es un engaño y una especulación. La coordinación de las acciones conjuntas contra el fascismo y el peligro de guerra imperialista, al cual el VIIº Congreso llamaba a los partidos socialdemócratas, se situaba exclusivamente sobre el plan táctico, y como ya lo evocamos, la Komintern sabía muy bien que esta coordinación de acciones conjuntas jamás se harían la base de las tareas estratégicas del movimiento comunista internacional. Esta coordinación no trajo ni podía traer ninguna contribución válida a la lucha de los obreros. La Komintern jamás se había ilusionado a este respecto. Esto se demuestra en los documentos y valor de los programas aprobados por sus instancias supremas, es lo que atestigua toda su actividad práctica. Pero esta táctica era importante para que los obreros, que todavía permanecían bajo letargo de las influencias socialdemócratas, fueran conscientes de la práctica de lucha política de cada día de artimañas antiobreras y pro burguesas de los dirigentes socialdemócratas». (Shyqri Ballvora; La importancia histórica de la Komintern en la denuncia y exposición de los revisionistas y su papel y lugar en la historia, 1984)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[1] Por supuesto como ya ha dicho Shyqri Ballvora, las acciones conjuntas con los partidos socialdemócratas, socialdemócratas en la lucha contra el fascismo, contra la ofensiva del capital y el peligro de guerra imperialista, no significaban la rehabilitación ideológica del socialdemocratismo como ideología, ni aminorar su crítica. Tras debatir los partidos comunistas y sus miembros el informe de Dimitrov del 2 de agosto durante días, se llegó a adoptar una resolución que decía lo siguiente respecto a la cuestión de las acciones conjuntas con los socialdemócratas:

«Las acciones conjuntas con los partidos y las organizaciones socialdemócratas no sólo no excluyen, sino que, por el contrario, hacen aún más necesaria la crítica seria y razonada del reformismo, del socialdemocratismo, como ideología y como práctica de la colaboración de clase, con la burguesía y la explicación paciente a los obreros socialdemócratas acerca de los principios del programa del comunismo». (Komintern; Resolución final emitida por el VIIº Congreso de la Komintern respecto al informe de Georgi Dimitrov, 20 de agosto de agosto de 1935)

[2] El VIIº Congreso de la Komintern de 1935, prestó especial atención a que las masas populares no se dejaran engañar por las ilusiones de los supuestos «planes socialistas» que vociferaban los jefes socialdemócratas como eran el Plan de Man en Bélgica bajo el marco de la democracia burguesa –que es expresión de su dictadura de clase–. La Komintern dejó claro que no era posible el real tránsito al socialismo sin arrebatar el poder a la burguesía. En consecuencia advertía que no habría socialismo real, ni democracia real, sin la toma del poder por el proletariado que fuera resguardada con la dictadura del proletariado, y creara la democracia proletaria y a partir de ello el socialismo:

«En cualquier sitio los líderes socialdemócratas, en sus esfuerzos por desviar a los obreros de la lucha defensa de sus intereses diarios y en orden de frustrar el frente único, presentan y ampliamente anuncian proyectos «socialistas» –como el Plan de Man, etc.–, la naturaleza demagógica de estos proyectos debe ser expuestos, y se debe exponer a los trabajadores la imposibilidad de pasar al socialismo en tanto que el poder permanezca en las manos de la burguesía». (Komintern; Resolución adoptada por el VIIº Congreso de la Komintern sobre el informe de Georgi Dimitrov, 20 de agosto de 1935) 

Por otro lado se señalaba que la lucha contra el fascismo, contra la guerra, o por los derechos de los trabajadores, debían de ser luchas que se interconectaran e impulsaran el objetivo máximo del partido comunista: dicha toma de poder por el proletariado y establecimiento de su dictadura de clase:

«En la lucha por defenderse contra el fascismo las libertades democrático-burguesas y los derechos de los trabajadores, en la lucha contra el derrocamiento de la dictadura fascista, el proletariado revolucionario prepara sus fuerzas, fortalece y lucha en contacto con sus aliados y dirigirá la lucha hacia la meta del establecimiento de la democracia real para los trabajadores; el poder soviético. (...) El mundo capitalista está entrando en un periodo de agudización de lucha de clases como resultado de la acentuación de las contradicciones internas y externas del capitalismo. (...) Sólo la unidad del proletariado en un único ejército político de masas puede asegurar su victoria en la lucha contra el fascismo y el poder del capitalista, para lograr la dictadura del proletariado y el poder soviético». (Komintern; Resolución adoptada por el VIIº Congreso de la Komintern sobre el informe de Georgi Dimitrov, 20 de agosto de 1935) 

Desmontando el supuesto esquematismo, dogmatismo e izquierdismo del VIº Congreso de la Komintern de 1928 en cuanto a no tener en cuenta el desarrollo de cada país y sus tareas


«
Contrariamente a lo que pretenden los hombres de estudios revisionistas, la Komintern jamás se suscribió a la idea de que hay que quemar etapas, siempre planteó de forma clara, a sabiendas de que la definición de las tareas y objetivos estratégicos dependen de la situación concreta, del nivel de desarrollo económico, social y político de tal o cual país, tareas que la revolución debía resolver allí históricamente y objetivamente. La Komintern definió claramente las etapas de desarrollo de la revolución, y en consecuencia, fijó los objetivos estratégicos, haciendo distinción entre la etapa democrática y la etapa socialista.

Fiel a esta línea desde su fundación, la Komintern la siguió hasta el fin. Esta línea ha sido confirmada también en los programas de la Komintern en su VIº Congreso de 1928 así como en las decisiones de su VIIº Congreso de 1935.

El programa aprobado en el VIº Congreso de la Komintern de 1928 concebía el proceso revolucionario mundial como una combinación de diversos tipos de revoluciones, cada una de ellas teniendo que resolver sus propias tareas en países con un diferente nivel de desarrollo social, económico y político. Subrayaba que la diversidad de las condiciones económicas, sociales y políticas que seguían los diferentes países hacia históricamente indispensable que en algún número de Estados la revolución pasara por distintas etapas, las cuales debían en resumidas cuentas acabar en la instauración de la dictadura del proletariado. También las revoluciones en diversos países podían ser de diferentes tipos: revoluciones proletarias, revoluciones democrático-burguesas que se transformaban en revoluciones proletarias, luchas de liberación nacional, revoluciones coloniales [3].

Más lejos, el programa dividía los países y las zonas del mundo según el nivel de su desarrollo económico, social y político, y conforme a este nivel, señalaba las tareas que debían llevar a cabo la revolución así como las etapas que debía atravesar. La tarea fundamental definida en el programa revolucionario del proletariado de los países capitalistas desarrollados con el sistema político demócrata-burgués, era la instauración de la dictadura del proletariado. Mientras que para los países con un nivel de desarrollo capitalista medio, como España, Portugal, Polonia, Hungría, y los Estados de los Balcanes:

«Países con vestigios importantes de relaciones semifeudales en la economía agraria con un mínimo de elementos materiales necesarios para la edificación del socialismo, con un proceso de transformación democrática que se ha quedado a mitad de camino». (Komintern; Programa y estatutos de la Komintern; Adoptados en el VIº Congreso de la Komintern, 1 de septiembre de 1928)

La revolución iba a experimentar varias etapas, primera la etapa de la revolución democrático-burguesa, luego la etapa de la revolución proletaria. Este paso, como se acaba de decir, estaría condicionado por el nivel de desarrollo social, económico y político del país, el nivel de organización de la clase obrera y la capacidad de su partido de ponerse a la cabeza del movimiento revolucionario [4].

Los países coloniales y semicoloniales, como China, India, Argentina, Brasil, constituían el tercer grupo. Eran países que también se habían caracterizado por un desarrollo industrial reducido, por relaciones feudales medievales dominantes en su economía como en su superestructura política, así como por la concentración de las ramas de su economía y de sus finanzas [se refiere a empresas industriales, comerciales y bancarias, medios de transportes, latifundios y plantaciones - Anotación de Bitácora (M-L)] en manos de grupos imperialistas. En estos países:

«Adquiere una importancia central la lucha contra el feudalismo y las formas precapitalistas de explotación y el desarrollo consecuente de la revolución agraria por un lado y la lucha contra el imperialismo extranjero y por la independencia nacional por otro. La transición de la dictadura del proletariado es aquí posible, como regla general, solamente a través de una serie de etapas preparatorias, como resultado de todo un período de transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista». (Komintern; Programa y estatutos de la Komintern; Adoptados en el VIº Congreso de la Komintern, 1 de septiembre de 1928)

En cuanto a los países muy atrasados [5], como los de algunas regiones de África, por ejemplo, donde la clase obrera era casi inexistente, donde la mayoría de la población vivía en el estado tribal y donde el imperialismo extranjero desempeñaba el papel de ocupante militar, su primera tarea a resolver era liberarse de la opresión y dominación imperialista». (Shyqri BallvoraLa importancia histórica de la Komintern en la denuncia y exposición de los revisionistas y su papel y lugar en la historia, 1984)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[3] Shyqri Ballvora nos envía al programa del VIº Congreso de 1928: 

«La revolución mundial del proletariado es el resultado de procesos de naturaleza diversa, que se efectúan en períodos distintos: revoluciones proletarias propiamente dichas; revoluciones de tipo democrático-burgués que se transforman en revoluciones proletarias; guerras nacionales de liberación; revoluciones coloniales. El proceso revolucionario sólo en su etapa final conduce a la dictadura mundial del proletariado. La desigualdad de la evolución capitalista, acentuada en su periodo imperialista, ha suscitado tipos diversos de capitalismo, ha dado lugar a gradaciones en su madurez en los distintos países y a condiciones específicas y diversas del proceso revolucionario. Estas circunstancias hacen históricamente  inevitable la diversidad de caminos y de ritmo de avance en la conquista del poder por el proletariado; crean la necesidad, en cierto número de países, de etapas intermedias para llegar a la dictadura del proletariado y, por fin, la diversidad de formas de edificación del socialismo según los países». (Komintern; Programa y estatutos de la Komintern; Adoptados en el VIº Congreso de la Komintern, 1 de septiembre de 1928)

[4] El programa de la Komintern de 1928, respecto a países como España, Hungría, Portugal o Polonia, consideraba la posibilidad en estos países de que se de la revolución proletariado y el establecimiento de la dictadura del proletariado, como de una revolución democrático-burguesa y la dictadura democrática del proletariado y el campesino avanzando paulatinamente hasta la dictadura del proletariado, en cualquier caso se hace énfasis en la atención al movimiento agrario, y la difícil cuestión de la construcción del socialismo en el campo en los países agro-industriales: 

«En algunos de estos países es posible la transformación más o menos rápida de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista; en otros, un tipo de revoluciones proletarias con un gran contingente de objetivos de carácter democrático-burgués. En dichos países, por consiguiente, el advenimiento de la dictadura del proletariado puede no producirse momentáneamente, sino en el proceso de transición a la dictadura democrática del proletariado y de los campesinos a la dictadura socialista del proletariado; allí donde la revolución se desenvuelve de un modo inmediato como revolución proletaria, presupone la dirección por el proletariado de un vasto movimiento agrario; la revolución agraria desempeña en general un gran papel, a veces decisivo, en el proceso de expropiación de la gran propiedad agraria; una parte importante de las tierras confiscadas pasa a manos de los campesinos; el volumen de las relaciones de mercado, después de la victoria del proletariado, es considerable; la tarea de organizar cooperativamente a los campesinos y de unirlos después para la producción, ocupa un sitio enorme entre los demás objetivos de la edificación socialista. El ritmo de dicha edificación es relativamente lento». (Komintern; Programa y estatutos de la Komintern; Adoptados en el VIº Congreso de la Komintern, 1 de septiembre de 1928) 

[5] En 1928, para países coloniales y semicoloniales como China, India, Argentina o Brasil, la Komintern en su programa decía:

«En estos países la lucha por la emancipación nacional tiene una importancia central. La insurrección nacional y su triunfo pueden en este caso desbrozar el camino que conduce al desarrollo en sentido socialista, sin pasar en general por el estadio capitalista si, en efecto, los países de la dictadura del proletariado conceden su poderosa ayuda». (Komintern; Programa y estatutos de la Komintern; Adoptados en el VIº Congreso de la Komintern, 1 de septiembre de 1928) 

martes, 17 de febrero de 2015

El comunicado de Shangái (1972), el documento conjunto sino-estadounidense que destapó al maoísmo; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«Hoy traemos un documento algo olvidado, pero que es indispensable para entender el acercamiento sino-estadounidense se inicios de los años 70. Estamos hablando del «comunicado de Shanghái» del 25 de febrero de 1972. Este documento para el gobierno chino y el gobierno estadounidense de la época y para los posteriores gobiernos de los respectivos países en años siguientes, sería la piedra angular de sus relaciones, el documento con el que se apoyaban mientras sus relaciones se intercalaban y ampliaban de una forma cada vez más profunda. En 1979, y en 1982, se fueron declarando nuevos comunicados que se consideraban herederos y ampliadores del comunicado en cuestión de 1972. Para entender la repercusión internacional, colocaremos después del documento en sí, los comentarios de Enver Hoxha sobre las conversaciones sino-estadounidenses de febrero de 1972, así como el significado del comunicado conjunto y sus puntos internos.

Lo que intentamos explicar con estos documentos es que el lector pueda detectar detrás de toda esta parafernalia que montaron tanto uno como otro gobierno las intenciones de clase de los dos gobiernos, de uno revisionista-capitalista en plena expansión, ávido de convertirse en una superpotencia –China, y de otro capitalista y ya una superpotencia imperialista consagrada –Estados Unidos. Dejando a un lado las frases bonitas para la posteridad que nunca se cumplieron sobre cuestiones importantes, que al lector poco menos que le arrancara su mejor sonrisa, se puede ver la intención estadounidense en cuanto a política exterior de atraer a China hacía su terreno, y esto incluía un camino capitalista en el que país asiático permitiera el flujo de capitales extranjeros y entrar en selecto círculo de amistades con imperialismos y regímenes reaccionarios, sin citar un apoyo explícito a toda política estadounidense que se daba por hecho. En política interior, el «doblegar a los chinos», servía a Nixon para tapar escándalos de corrupción y espionaje como el caso Watergate. En lo que respecta al otro miembro firmante, China; la intención era que: en el ámbito de la política exterior se buscaba un contrapeso militar para prevenirse de cualquier intento de ataque de la Unión Soviética, dotarse de notable influencia frente a los aliados estratégicos de los Estados Unidos y buscar también el favor de los llamados «países del tercer mundo» para su próxima propaganda sobre tal teoría y su futura invasión económica y militar cuando China fuera una suporentencia. Tampoco hay que descartar para la política interior el objetivo de buscar un socio lo suficientemente fuerte era para cubrir las carencias industriales y militares que el país no había podido solventar debido al modelo de industrialización. Durante 1949-1953 los chinos se ajustaron a un modelo influenciado por los marxista-leninsitas soviéticos, pero ha de saberse que el propio Mao Zedong ya había teorizado durante los años 40 un modelo de industrialización revisionista diferente, las tesis de esa industrialización las implementaría sin disimulo a partir de 1953, y para los 70 también retomaría su viejo propósito de la industrialización a base de capital extranjeroPor supuesto el precio de tal apoyo estadounidense en los planes chinos era prestarse a un ridículo como tal de cara al mundo, inclusive delante del movimiento revolucionario que ya no creería más sus patrañas.

Estos encuentros entre el gobierno estadounidense y el gobierno chino no eran tampoco por simples intereses comerciales, como durante el documento se insistirá varias veces, es más el propio Henry Kissinguer en un documento ahora desclasificado, le confesó a Mao Zedong en uno de sus encuentros, que como decimos, todo correspondía a una más que trazada nueva línea política geoestratégica:

«Nuestro interés en comerciar con China no es en sí comercial. Este es establecer una relación que es necesaria para las relaciones políticas que ambos tenemos». (Henry Kissinger y Mao Zedong; Memorandum de una conversación, 17-18 de febrero, 1973)

A esta confesión Mao Zedong no tuvo ninguna inconveniencia en cubrir el establecimiento de relaciones comerciales con fines mayores, ya que ellos también plantaban una nueva política exterior. Algo nuevo de la política exterior china era presentar para el futuro a todos los países de mundo y a todos los partidos marxista-leninistas a los Estados Unidos como un imperialismo pacífico con el que si se podía tratar, a diferencia del socialimperialismo soviético, que según sus ideas era: 

«La fuente de guerra más posible viene hoy día desde el ambicioso socialimperialismo soviético». (Pekin Informa; 30 de enero, 1976) 

Esto se popularizaría como la teoría de los «tres mundos»; y era un claro indicador de que el revisionismo chino pensaba que una de las dos superpotencias era más fuerte que la otra, que una era más agresiva y que la otra era mansa. Pero esta vez, no pararemos a estudiar de nuevo los antecedentes para la elaboración de la teoría antimarxista de los «tres mundos», ni el porqué de esta. Sólo veremos sus consecuencias prácticas de esta; el acercamiento sino-estadounidense. De hecho podríamos decir que otra consecuencia sería la celebración de este tipo de resoluciones por el lado de los revisionistas de todo el mundo y el acercamiento estrecho de China a partir de dichas fechas con todo revisionismo que tuviera alguna ligera divergencia con el revisionismo soviético:

«La propia China se alinea con Yugoslavia y Rumanía –sin mirar lo que estos dos Estados son–, con el fin de incitar sus contradicciones con la Unión Soviética. A esto Rumanía y Yugoslavia responden a esta incitación de los chinos agudizando sus contradicciones con los revisionistas soviéticos, de hecho tensándolas más de lo que es necesario, con el fin de atraer a China completamente en la trampa. De hecho, nada separa China y Rumanía. Están completamente en consonancia entre sí en la política y en la ideología, y declaran que sus respectivos partidos son hermanos. (...) Para los chinos, todo lo que se declare antisoviético es bueno, y se puede marchar con él, independientemente de que estos elementos antisoviéticos sean; los revisionistas titoistas, traidores al marxismo-leninismo, agentes de los estadounidenses, los revisionistas rumanos, que posean lazos con el imperialismo estadounidense, la reacción europea u otra reacción burguesa. Para ganarte la simpatía de los chinos, sólo necesitas ser antisoviético». (Enver Hoxha; Bajo una línea antimarxista; Reflexiones sobre China, Tomo I, 27 de julio, 1971

Así mismo estos actos frente al imperialismo estadounidense, supusieron el recelo y rechazo de los partidos marxista-leninistas de todo el mundo:

«La cuestión de la visita de Nixon a Pekín era un acontecimiento de notoriedad pública y todos debían, en aquella época, tomar posición al respecto, como hizo nuestro partido. El viaje de Nixon a China vino a confirmar aún más nuestra impresión que el Partido Comunista de China se deslizaba hacia la charca del oportunismo, hacia la charca de la colaboración con el imperialismo estadounidense». (Enver Hoxha; El eco de nuestro artículo; «La teoría y la práctica de la revolución»; Reflexiones sobre China, Tomo II, 3 de agosto de 1977) 

Lo que ayudaría a despejar cualquier dudas sobre el revisionismo dentro del Partido Comunista de China (PCCh) y su política oportunista y burguesa sobre las relaciones exteriores de China que planteaba.

Podemos decir pasando a finalizar la extensa introducción, que este documento sólo sirvió en el ámbito de la lucha de clases global para desconcertar la lucha que los pueblos llevaban a cabo para zafarse del yugo del imperialismo estadounidense, y trabó la lucha contra el revisionismo jruschovista-brezhenvista, ya que estas acciones daban alas al revisionismo soviético para presentarse ante su pueblo y el mundo como un país antimperialista. También siguen vigentes las consecuencias que provocaron el acercamiento sino-estadounidense en el ámbito global de la lucha de clases:

«Cuando después de muchas conversaciones ya Nixon fue invitado a China durante 1972 y la dirección china con Mao Zedong a la cabeza proclamó la política de aproximarse y unirse al imperialismo norteamericano, quedó patente por tanto que la línea y la política chinas estaban en completa oposición al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario. Después, comenzaron a ser más evidentes los objetivos chovinistas y hegemonistas de China. La dirección china empezó a oponerse más abiertamente a las luchas revolucionarias y de liberación de los pueblos, se opuso al proletariado mundial y al auténtico movimiento marxista-leninista en beneficio de su política pragmática desplegando abiertamente la llamada «teoría de los tres mundos» que estaba esforzándose por imponer a todo el movimiento marxista-leninista como línea general». (Enver Hoxha;El imperialismo y la revolución, 1978)

En lo que respecta a la política interior de China; sirvió para que China siguiera su paso para convertirse en una superpotencia capitalista, eso sí, bajo la bendición estadounidense a ojos del mundo. Un ejemplo de esto último:

«La política china abrió un amplio y muy beneficioso camino a los Estados Unidos, camino que desafortunadamente inauguraron Mao Zedong y Chou En-lai con Nixon. Entre los encuentros de estas figuras, los Estados Unidos y China se tendieron muchos puentes, puentes velados, puentes eficaces y fructuosos. (...) La invitación que Mao Zedong y Chou En-lai cursaron a Nixon después del escándalo del Watergate, e incluso las íntimas recepciones que brindaba Mao Zedong al mandatario estadounidense no eran inmotivadas ni desintencionadas. Significaban que la amistad con los Estados Unidos, lejos de ser una amistad coyuntural entre personas, es una amistad entre países, entre China y los Estados Unidos, independientemente de que el presidente estadounidense que pudo abrir este camino fuese destituido de su cargo por sus trapicheos». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Como vemos, hoy día, estas reflexiones prevalecen intactas; pese a que China se haya elevado incluso por encima de los Estados Unidos en muchos puntos, se práctica a la vez que la competencia interimperialista, la sumisión y entendimiento entre ambos gobiernos, inclusive borrando y suprimiendo las perspectivas y actividades revolucionarias de terceros si se oponen a sus planes. Esta relación como dijo Lenin forma parte de las contradicciones entre imperialismos. 

También como colofón final, insistimos; la intención de Mao Zedong de buscar una alianza con los Estados Unidos para China no comenzó en el año 1971 o 1972, sino que data de los años 40 como demuestran sus documentos posteriormente censurados como el informe al VIIº Congreso del PCCh titulado originalmente: «La lucha por una nueva China» de 1945, que en sus Obras Escogidas fue retocado y se llamó: «Sobre el gobierno de coalición popular». En dicho informe se presentan unas tesis revisionistas browderistas sobre la «coexistencia entre los países de la coalición antifascistas sin contradicciones y sin guerras», además demuestra un tono chovinista gran Estado en torno al tema de que «el mundo debía ser comandado por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial más China»Estas tesis son una negación del axioma marxista-leninista de que el peligro de las guerras sólo desaparece con el triunfo global del socialismo, y por otro lado del derecho de las naciones a no delegar sus asuntos en países más grandes. Esto demuestra que el revisionismo chino bebía del oportunismo explícito de Earl Browder como pudo verse en nuestra obra: «Mao Zedong ese liberal pro estadounidense e ídolo de Earl Browder» de 2014.

Además hay otro punto importante en este informe temprano de Mao Zedong: si bien en los años 70 todo los revisionistas e imperialistas felicitaron a la China de Mao Zedong por este paso frente a los Estados Unidos, este fenómeno no era nuevo, Earl Browder ya le había colmado de piropos a Mao Zedong treinta años antes precisamente por esos escritos que incluían una visión de Mao Zedong de China y los Estados Unidos donde se le pedía a éste último que trajera sus inversiones a China para el desarrollo industrial chino, algo que empezaría a fraguarse ya a inicios de los años 70 con las visitas de Rockefeller a China.

Comunicado conjunto de la República Popular de China y los Estados Unidos (Shangai, 27 de febrero de 1972)

1. El presidente Richard Nixon de los Estados Unidos visitó la República Popular de China por invitación del Primer Ministro Chou En-lai de la República Popular China el 21 febrero-28 febrero 1972. Acompañaron al presidente la mujer del mismo, el Secretario de Estado William Rogers, el Asistente del Presidente Dr. Henry Kissinger, y otros funcionarios estadounidenses.

2. El presidente Nixon se reunió con el presidente del Partido Comunista de China Mao Zedong el 21 de febrero. Los dos líderes mantuvieron un intercambio serio y sincero de opiniones sobre las relaciones sino-estadounidenses y los asuntos mundiales.

3. Durante la visita, se celebraron amplios debates, sinceros y francos entre el presidente Richard Nixon y el Primer Ministro Chou En-lai para la normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y la República Popular de China, así como sobre otras cuestiones de interés para ambas partes. Además, el secretario de Estado, William Rogers, y el ministro de Relaciones Exteriores Chi Peng-fei, sostuvieron conversaciones bajo el mismo espíritu.

4. El presidente Nixon y su partido visitaron Pekín y observaron los centros culturales, industriales y agrícolas, y también recorrieron Hangchow y Shanghai, donde se continuó las conversaciones con los líderes chinos en lugares donde se consideraron de interés similar.

5. Los dirigentes de la República Popular de China y los Estados Unidos encontraron beneficioso tener esta oportunidad, después de tantos años de no mantener relaciones, de exponer sinceramente sus opiniones sobre una variedad de temas. Pasaron revista a la situación internacional la cual está sufriendo grandes trastornos, y expusieron sus respectivas posiciones y actitudes.