martes, 29 de septiembre de 2020

La distorsión de la historia denota los delirios de grandeza de nuestros chovinistas; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

«En su momento ya Marx nos advirtió que debíamos estar ojo avizor a las distorsiones que solían hacerse en materia histórica:

«Relación de la historiografía ideal, tal como ella se ha desarrollado hasta ahora, con la historiografía real. En particular, de las llamadas historias de la civilización, que son todas historias de la religión y de los estados». (Karl Marx; Introducción general a la crítica política, 1857)

Gustavo Bueno, en su alto grado de patetismo, llegó a declarar, por orgullo chovinista, que el Imperio Carolingio (768-843) fue simplemente, y en palabras suyas, una «fantasmada»:

«España es el primer imperio que se constituyó después de Roma. (…) El imperio de Carlomagno fue una fantasmada. (…) Como lo fue el Imperio Sacro Germánico. (…) No rebasaron ni Francia, ni Inglaterra, ni nada». (Gustavo Bueno; España, 14 de abril de 1998)

Estamos hablando de uno de los imperios más grandes de su época –justamente en un momento de extremo fraccionalismo territorial en Europa–, con un sistema fiscal muy notable para su época y una eficiente red de funcionarios reales. La conquista militar, incorporación al imperio y la progresiva transformación religiosa de los sajones y de otros pueblos es una muestra palpable de su ambicioso proyecto político, de su ávido expansionismo. La recuperación del derecho romano, el arte y todo su bagaje cultural bajo el llamado «renacimiento carolingio», haciendo de la letra carolina la letra internacional del momento, son otra muestra más de su notable capacidad de desarrollo y adaptación, de síntesis. Si dicho imperio no tuvo trascendencia ni poder, ¿cómo explica la conquista de las tropas carolingias de ciudades como Barcelona o Gerona frente a las tropas musulmanas y la creación de sendos condados en lo que sería luego conocido como la «Marca Hispánica»? ¿Olvida acaso los lazos de dependencia ya existentes entre el Reino de Pamplona con los carolingios, aunque estos lazos se forjaran con la anterior dinastía, la de los merovingios? ¿Cómo explica la misma sumisión del condado de Aragón, sino como muestra ineludible de la dependencia prolongada de estas zonas hacia los francos? ¿A qué se debe el abandono progresivo de la escritura visigótica en pro de la escritura carolina? Estos comentarios del señor Bueno son la prueba inequívoca de su ínfimo conocimiento de la historia en todos y cada uno de sus aspectos.

Uno de sus sucesores, el Sacro Imperio Romano Germánico (962-1806), también es calificado de mera «fantasmada» sin relevancia. Aunque acabase derrotado, lo cierto es que fue durante mucho tiempo una formación política clave en la pugna imperio-iglesia en Occidente, albergó un fuerte control en las florecientes ciudades del Norte de Italia y parte Oriental de Francia, así como más allá del río Elba; de hecho, este imperio fue el impulsor, junto a la Orden Teutónica, de las mayores expediciones colonizadoras y evangelizadoras hacia los territorios eslavos y bálticos del Este –iniciadas por Carlomagno–. Este imperio sería la cuna de grandes y prósperas ciudades, como Lübeck o, poco después, Hamburgo. ¿Qué rigor como historiador podemos atribuirle a este hombre tras estos comentarios que rezuman total ignorancia? ¿Acaso la extensión territorial define si es un imperio en la antigüedad? ¿Acaso su duración? ¿Acaso que tuviese una estructura más descentralizada? Cualquier historiador contestaría que no son preguntas serias, pero aquí de lo que se trata, siguiendo la estrategia de Bueno, es simplemente de desprestigiar y hacer de menos el protagonismo hegemónico, que quiérase o no, tuvieron también otros pueblos en determinadas etapas y zonas de Europa. 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Lenin contra la teoría del terrorismo excitativo


«En la octavilla tampoco falta la teoría del terrorismo excitativo. «Cada desafío del héroe despierta en todos nosotros el espíritu de lucha e intrepidez», nos dicen. Sin embargo, sabemos por lo pasado y vemos por lo presente que sólo las nuevas formas del movimiento de masas o el despertar de nuevos sectores de las masas a la lucha independiente despiertan de verdad en todos el espíritu de lucha e intrepidez. En cambio, los desafíos, precisamente porque no pasan de ser desafíos, de los Balmashev, causan solo de momento una sensación efímera y llevan a la larga incluso a la apatía, a la espera pasiva del desafío siguiente. Se nos asegura más adelante que «cada relámpago de terrorismo da luz a la inteligencia», lo cual no advertimos, lamentablemente, en el Partido de los Socialistas-Revolucionarios, que preconiza el terrorismo. Se nos ofrece una teoría de la labor minúscula y de la gran obra. «Quien tenga más fuerzas y mayores posibilidades y decisión no debe darse por satisfecho con la labor minúscula (!), debe buscar y entregarse a una gran obra: la propaganda del terrorismo entre las masas (!), la preparación de complicadas –¡se ha olvidado ya la teoría de la calidad de incapturable!– empresas terroristas». ¿Verdad que resulta inteligente a maravilla? Entregar la vida de un revolucionario para vengarse del canalla Sipiaguin y sustituirlo por el canalla Plehve es una gran obra. Pero preparar, por ejemplo, a las masas para una manifestación armada es una labor minúscula. Revoliutsionnaya Rossia explica esto en su número 8, al declarar que de las manifestaciones armadas «es fácil hablar y escribir como de algo perteneciente a un futuro lejano e impreciso»; «pero todas estas peroratas han tenido hasta ahora un carácter solo teórico». ¡Qué bien conocemos este lenguaje de quienes se sienten libres de las incomodidades que implican las firmes convicciones socialistas y de la gravosa experiencia de todos los movimientos populares, cualesquiera que sean! Esas personas confunden lo tangible y los resultados inmediatos sensacionales con su importancia práctica. Para ellas, la exigencia de sustentar con firmeza el criterio clasista y velar por el carácter masivo del movimiento es «teorización imprecisa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Aventurerismo revolucionario, 1902)

jueves, 17 de septiembre de 2020

El problema de la relación entre la teoría y la práctica


«Surge, inevitablemente, el problema de la relación entre la teoría y la práctica, que no dejará de imponernos algunas pequeñas charlas al respecto con miras a criticar nuestro propósito. Se nos dirá que no hay teoría sin práctica. Responderemos a esto que de la estrecha práctica sectaria no puede surgir ninguna teoría, ahí están quince años que lo demuestran. Pero, sobre todo, afirmaremos que nosotros somos materialistas porque consideramos que la práctica continúa siendo lo primordial. La teoría que nosotros queremos desarrollar responde a las cuestiones surgidas de la práctica, es decir, del desarrollo de la lucha política en nuestro país en la cual nosotros participamos desde hace quince años, lucha suscitada por los profundos antagonismos entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas a escala nacional e internacional. La práctica no es la insignificante agitación de una secta, la práctica es el movimiento real, la vida, la realidad del desarrollo capitalista francés junto a los antagonismos sociales y políticos que suscita. Con todo, la realidad francesa, su historia y su desarrollo reciente y actual siguen siendo un enigma para el movimiento maoísta. El estado de las relaciones de producción derivado del desarrollo imperialista de nuestro país, la nueva composición de clases que resulta de este estado, todo esto es tema tabú para el maoísmo, como lo es el problema de la división del proletariado, o el de la corrupción de los amplios estratos superiores de éste. Sin embargo, es sobre la aclaración de estas cuestiones que depende la elaboración de una teoría de la revolución en Francia. Hace falta ser profundamente deshonesto para pretender que estas cuestiones caigan del cielo y no surjan de la práctica. Los antimaterialistas son precisamente aquellos que no admiten el enorme retraso de la teoría revolucionaria sobre la práctica. Desde hace décadas, la práctica del movimiento obrero demuestra que él mismo busca desesperadamente –dada su ceguera– un camino para luchar de manera revolucionaria contra el imperialismo mientras que el revisionismo, que seguirá siendo hegemónico en tanto que el movimiento obrero permanezca ciego, justifica y conserva el imperialismo del que fue engendrado. Del mismo modo, el movimiento maoísta tiene cuidado de tratar explícitamente la existencia pasada y presente del sistema socialista en el mundo, cuestión que, sin embargo, ¡es inevitable que encuentre quien quiera que sea al pretender desarrollar un trabajo práctico con miras al establecimiento del socialismo en nuestro país!». (L’emancipation; La demarcación entre marxismo-leninismo y oportunismo, 1979)

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miércoles, 16 de septiembre de 2020

Notas aclaratorias sobre la homosexualidad en la Antigua Grecia; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

«Uno de los errores más frecuentes a la hora de analizar nuestras sociedades y sus problemas es mirar qué ocurría en la Antigua Grecia, la cual siempre ha influido notablemente a Occidente para tomar sus referentes. Pero hacerlo desde la cosmovisión actual sobre la homosexualidad, o peor, del concepto cristiano de familia y las relaciones sexuales, es un graso error. Conceptos actuales como el amor, sexualidad, amistad, familia, masculinidad, feminidad y muchos otros, tenían connotaciones muy diferentes, casi inimaginables para alguien no versado en el pensamiento griego de las épocas arcaica, clásica y helenística.

Autores como Michel Foucault, Jacques Lacan o Kenneth James Dover han querido ver los acontecimientos de hace más de 2.000 años bajo una perspectiva moderna y, dentro de esta, buscar paralelismos personales, eludiendo las fuentes directas, los expertos en la cuestión, etc. Todo ello en un intento de reformular la sociedad griega casi como una especie de paraíso-modelo para el colectivo LGTB actual, cosa imposible, como veremos más adelante, ya que hablamos de una sociedad altamente estratificada, con rasgos cada vez más patriarcales conforme evolucionaba, como ya demostró Friedrich Engels en su obra: «El origen de la propiedad privada y el Estado» (1884). 

Este mito se podría refutar simplemente con observar que, como en algunas de las sociedades actuales recientes y también presentes, la homosexualidad o el travestismo era –en ocasiones– cuestión de burla y escarnio en la sociedad greco-romana –como quedaba reflejado tanto en «grafitis» como en el lenguaje popular–, aunque con ciertos matices de importancia, ya que, en las relaciones sexuales, todo estaba en conexión con los conceptos del ser activo y el ser pasivo, así como el estatus del amante y el amado, para certificar hasta qué punto era lícita esa relación. 

«La actividad homosexual masculina se consideraba, hasta cierto punto, normal, pero solo si se mantenía dentro de ciertos parámetros sociales claramente definidos. Las relaciones entre iguales en edad estaban mal vistas. En la Atenas clásica, las relaciones homosexuales tenían idealmente algunas características de un rito de iniciación, entre un niño joven y sin barba y un mentor mayor. Sin embargo, incluso esas relaciones estaban rodeadas de etiqueta con respecto al proceso de cortejo y al dar y recibir obsequios y otras señales, mientras que en la ley clásica ateniense se expresaba una ansiedad profundamente arraigada sobre la pederastia. Aristóteles sostiene que cualquier disfrute de lo que él veía como el papel subordinado y derrotado del socio pasivo en una relación homoerótica era antinatural; en pinturas de vasijas atenienses, la pareja pasiva nunca se muestra con una erección. La figura ateniense de los kinaidos, el hombre que realmente disfruta del papel pasivo, se presenta como una figura asustadiza, tanto social como sexualmente desviada». (R. Porter y M. Teich; Conocimiento sexual, ciencia sexual: la historia de las actitudes hacia la sexualidad, 1994)

lunes, 14 de septiembre de 2020

El comunista debe desmontar las falsificaciones reaccionarias sobre la historia nacional mientras rescata sus tradiciones revolucionarias


«Uno de los aspectos más débiles de la lucha antifascista de nuestros partidos consiste en que no reaccionan suficientemente, ni a su debido tiempo contra la demagogia del fascismo y siguen tratando despectivamente los problemas de la lucha contra la ideología fascista. Muchos camaradas no creían que una variedad tan reaccionaria de la ideología burguesa, como es la ideología del fascismo, que en su absurdo llega con harta frecuencia hasta el desvarío, fuese en general capaz de conquistar influencia sobre las masas. Esto fue un gran error. La avanzada putrefacción del capitalismo llega hasta la misma médula de su ideología y su cultura, y la situación desesperada de las extensas masas del pueblo predispone a ciertos sectores al contagio con los desechos ideológicos de este proceso de putrefacción.

No debemos menospreciar, en modo alguno, esta fuerza del contagio ideológico del fascismo. Al contrario, debemos librar por nuestra parte una amplia lucha ideológica, basada en una argumentación clara y popular y en un método certero a la hora de abordar lo peculiar en la psicología nacional de las masas del pueblo.

Los fascistas resuelven la historia de cada pueblo, para presentarse como herederos y continuadores de todo lo que hay de elevado y heroico en su pasado, y explotan todo lo que humilla y ofende a los sentimientos nacionales del pueblo, como arma contra los enemigos del fascismo. En Alemania se publican centenares de libros que no persiguen otro fin que el de falsear la historia del pueblo alemán sobre una pauta fascista.

sábado, 12 de septiembre de 2020

¿En qué descansa la argumentación de la Escuela de Gustavo Bueno sobre la cuestión nacional?; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


[Publicado originalmente en 2020 y reeditado en 2021]

«En 1960, Gustavo Bueno, tras conseguir la cátedra de filosofía en la Universidad de Oviedo, confesaría su ferviente admiración hacia el historiador Santiago Montero Díaz, su profesor y mentor, que había desertado del marxismo hacia el fascismo, llegando a ocupar puestos de honor en la educación franquista:

«Independientemente del aparente alejamiento en que vivo respecto de Vd., sigue Vd. siendo para mí lo que fue siempre: mi maestro y consejero, una referencia inexcusable –«haz esto como si don Santiago te viese», me he dicho muchas veces–, un hombre a quien mi respeto aumenta con el tiempo». (X. Núñez Seixas; La sombra del César. Santiago Montero Díaz, Una biografía entre la nación y la revolución, 2012)

Nuestro lector debe entender que esto ya explica bastante de en qué pensamientos se pudo mover el joven Gustavo Bueno de sus inicios, esencia que no cambiaría tras llegar a su etapa adulta.

El buenismo, tan pretencioso como su creador, acabó presentándose como la corriente que mejor comprendía el concepto de nación, por lo que siempre se ha permitido dar «dar cátedra» al resto. Algunos de sus adeptos dicen basarse en el marxismo para ordenar sus planteamientos sobre esta cuestión. Pero, ¿conocen y aplican las nociones marxistas sobre la cuestión nacional? Bueno, unos las desconocen, otros las distorsionan.

«Entrevistador: ¿Cataluña es una nación?

Gustavo Bueno: Es que nación es un concepto muy diverso; por tanto, hablar de nación no tiene sentido». (El Español; «¿Sánchez? Sicofante. ¿Iglesias? Demagogo. ¿Rivera? Ajedrecista», Entrevista con el filósofo Gustavo Bueno, 29 noviembre, 2015)

En otras ocasiones Gustavo Bueno concebía que «España es tan grande» que no necesita ser explicada por los rasgos definitorios de la nación, no hablemos ya de la formulación marxista. Es más, dice que:

«— Entrevistador: ¿Y la idea de nación?

— Gustavo Bueno: No hay una teoría sobre la nación». (La España Nueva, 21 de noviembre de 1999)

He aquí un escéptico de los pies a la cabeza, que solo a través del subjetivismo trató de armar su relato. 

miércoles, 9 de septiembre de 2020

El burocratismo y el liberalismo como amenazas para el régimen socialista


«Un testimonio vivo de nuestra democracia socialista en acción es la amplia, organizada y efectiva participación de las masas trabajadoras en el gobierno del país en las más diversas formas, su importante derecho a decir su palabra en la solución de los problemas sociales y del Estado, el ejercicio de su control sobre todos y sobre todas las cosas. Nuestro Partido considera esta participación que está creciendo de forma más amplia y profunda, como la dirección del desarrollo de la democracia socialista, como una gran fuerza motriz para llevar adelante la construcción socialista, y, al mismo tiempo, como uno de los factores más importantes de la defensa de nuestro Estado y de nuestra sociedad de la amenaza de la degeneración burguesa-revisionista. Y una de las más profundas expresiones de esta participación efectiva de las masas en el gobierno del país es el control directo de la clase obrera y las masas trabajadoras, bajo la dirección del Partido, sobre todas las actividades sociales y estatales. El camarada Enver Hoxha ha demostrado con hechos indiscutibles que este control constituye un principio general y contante de nuestra sociedad socialista en cada una de las esferas y direcciones, una expresión del ejercicio de la dictadura del proletariado por la clase obrera en alianza con el campesinado, una de las más importantes direcciones de la lucha de clases por asegurar la victoria del socialismo, previniendo la degeneración del orden socialista, una gran escuela para la educación revolucionaria de la clase obrera y las masas trabajadoras. 

En los escritos del camarada Enver Hoxha se dedica una atención especial a los problemas de la lucha contra el burocratismo y el liberalismo, los dos enemigos peligrosos de la dictadura del proletariado y el socialismo. 

La experiencia histórica demuestra que las raíces profundas del proceso contrarrevolucionario y regresivo revisionista en la Unión Soviética y otros países ex socialistas se encuentran:

«En la burocratización gradual del aparato estatal socialista, su aislamiento de las masas populares, la creación de una capa privilegiada de burócratas, la introducción de métodos de expropiación, de desconfianza en las masas y de incumplimiento de basarse en ellas..., la disminución y debilitamiento de la democracia para las amplias masas trabajadoras». (Enver Hoxha; Sobre la dictadura del proletariado [Recopilación de obras], 1970)

Porque:

«Justamente, la ampliación de la burocracia creó el terreno propicio para la usurpación del poder por la camarilla revisionista jruschovista». (Enver Hoxha; Sobre la dictadura del proletariado [Recopilación de obras], 1970)

martes, 8 de septiembre de 2020

La teoría del «precariado» y el «rol revolucionario» del «lumpen» según Podemos...


«Entre las teorías socio-económicas que se manejan en Podemos, está la famosa teoría del «precariado», la cual trata de negar en nuestra época la existencia del proletariado como clase social, con las evidentes consecuencias político-ideológicas que se derivarían de dicho hecho tan transcendental. Esto no es casual.

Unos han intentado negar la existencia del proletariado como clase:

«Si los revisionistas e ideólogos modernos de la burguesía cambian el nombre del proletariado, no es sin un propósito determinado. No se trata aquí de una cuestión de mera denominación, sino de la negación de la imperiosa necesidad de derrocar las relaciones sociales mediante la revolución, mediante la violencia. Los revisionistas son conscientes de que si hablamos del proletariado, cuando este último, bajo el capitalismo, solo posee la fuerza de sus brazos, lógicamente se deduciría que debe luchar contra sus explotadores y sus opresores, que debe romper sus cadenas. Es precisamente esta lucha, dirigida a la destrucción completa del antiguo poder del capital, lo que aterroriza a la burguesía. Al negar la existencia del proletariado como la principal fuerza revolucionaria de la sociedad y el sepulturero del capitalismo, los revisionistas también quieren allanar el camino para otras tesis antimarxistas. Mientras no haya proletariado tampoco puede haber dictadura del proletariado. Sobre este problema clave de la teoría del socialismo científico, de hecho, todos en el campo revisionista están alineados en las mismas posiciones». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)

domingo, 6 de septiembre de 2020

Dos cartas a Gorki; Lenin, 1913


Carta I

«Querido Alexei Maximovich:

¿Qué se propone usted? ¡Es sencillamente horrible!

Ayer leí en el Riech su respuesta a los «rugidos» sobre Dostoievski y estuve a punto de alegrarme; pero hoy llegó el periódico liquidacionista conteniendo un párrafo de su artículo que no había sido publicado por el Riech.

He aquí un párrafo:

«En cuanto a la «busca de Dios» debe ser abandonada por el momento [¿tan sólo por el momento?]. Es una ocupación estéril. De nada sirve buscar algo que no ha estado oculto. Sin sembrar es imposible recoger. No tenéis dios, no lo habéis creado aun [¡aún!]. A los dioses no se los busca, sino que se los crea; ¡la vida no los inventa, los crea!».

¡¡Así, pues, según parece, usted es contrario a la «busca de Dios» únicamente por el momento!! ¡¡Al parecer, pues, usted se opone a la busca de Dios nada más que para sustituirla por la creación de Dios!!

Ahora bien, ¿no es horrible pensar que usted razone de esta manera?

jueves, 3 de septiembre de 2020

Admitir la dictadura del proletariado significa romper con el oportunismo


«Una reiteración evasiva, ambigua, de fases generales, que, lejos de esclarecer el concepto «dictadura del proletariado», lo oscurecen; ataques a la «política del señor Clemenceau» –ardid habitual de los politiqueros burgueses en Francia, que explican el cambio de camarilla como un cambio de régimen–; exposición de un programa fndamentalmente reformista: impuestos, «nacionalización de los monopolios capitalistas», etc. Los longuetistas no comprenden ni quieren comprender –algunos son incapaces de comprender– que el reformismo, envuelto en una faseología revolucionaria, fue el mal principal de la II Internacional, la causa principal de su igominiosa bancarrota. (...) En la práctica, los longuetistas son los reformistas de antes, que encubren su reformismo con fases revolucionarias con la única diferencia de que utilizan como fase revolucionaria un nuevo término: «dictadura del proletariado». El proletariado no necesita a semejantes jefes. (...) Admitir la dictadura del proletariado no significa que en cualquier momento y a toda costa haya que lanzarse al asalto, a la insurrección. Eso es absurdo. Para que la insurrección tenga éxito se necesita una larga preparación, hábil y perseverante, que impone grandes sacrificios. Admitir la dictadura del proletariado significa una resuelta, implacable y, lo que es más importante, plenamente consciente y consecuente ruptura con el oportunismo, con el reformismo, con la ambigüedad y la actitud evasiva de la II Internacional; significa la ruptura con los jefes que no pueden dejar de continuar las viejas tradiciones. (...) Es indispensable romper con ellos. Sería criminal compadecerles: significaría traicionar los intereses vitales de decenas de millones de obreros y pequeños campesinos por los intereses mezquinos de diez mil o cien mil personas. Admitir la dictadura del proletariado requiere transformar radicalmente la labor cotidiana del partido, significa descender hasta los millones de obreros, braceros y pequeños campesinos, a los que no se puede librar de las calamidades del capitalismo y de las guerras sin los Soviets, sin el derrocamiento de la burguesía. La dictadura del proletariado significa explicar esto concreta, sencilla y claramente a las masas, a decenas de millones de hombres; significa decirles que sus Soviets deben tomar todo el poder, y que su vanguardia el partido del proletario revolucionario, debe dirigir la lucha. Ente los longuetistas no hay ni sombra de comprensión de esta verdad, ni tampoco existe el menor deseo o capacidad de aplicar esa verdad diariamente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Notas de un publicista, 1920)