lunes, 27 de julio de 2020

Marx y Engels describiendo a los «conspiradores profesionales» del siglo XIX


«La situación social de esta clase es la que determina todo su carácter de principio a fin. La conspiración proletaria por sí misma les proporciona unos medios de subsistencia muy limitados e inseguros. En consecuencia, están continuamente obligados a echar mano de la «caja» de la conspiración. Algunos de ellos también entran en conflicto directo con la sociedad civil como tal y comparecen ante los tribunales de policía con un mayor o menor grado de dignidad. Sus precarios sustentos, que dependen en algunos casos más del azar que de las actividades que llevan a cabo, sus irregulares vidas cuyos únicos puertos de escala fijos son las tabernas de los comerciantes de vin –los lugares donde se reúnen los conspiradores–, sus inevitables encuentros con todo tipo de gente dudosa, los coloca en una categoría social que en París se conoce como la bohemia. Estos democráticos bohemios de origen proletario –también hay democráticos bohemios de origen burgués, unos democráticos holgazanes y pilares de los bares– son, por lo tanto, trabajadores que han renunciado a sus trabajos y que, como consecuencia, se han vuelto disolutos, o personajes que han surgido del lumprenproletariado y que traen consigo todos los hábitos disolutos de dicha clase en su nuevo modo de vida. En estas circunstancias, uno puede entender cómo unos pocos exconvictos son los que se encuentran implicados en, prácticamente, todos los juicios por conspiración.

domingo, 19 de julio de 2020

¿Por qué debe implementarse la especialización de los revolucionarios?


«Hacen falta hombres para actividades de todo género, y cuanto mayor sea el rigor con que se especialicen los revolucionarios en diversas funciones de la acción revolucionaria, cuanto mayor sea el rigor con que ideen métodos clandestinos y medidas de protección de su labor, cuanto mayor sea la abnegación con que se sumerjan en un trabajo modesto, anónimo y parcial, tanto más asegurada estará toda la obra y tanto más difícil les será a los gendarmes y espías descubrir a los revolucionarios. (...) Las diversas funciones de la labor revolucionaria son infinitamente variadas: hacen falta agitadores legales que sepan hablar entre los obreros de tal manera que sea imposible procesarlos por ello, que sepan decir sólo a, dejando que otros digan b y c. Hacen falta distribuidores de publicaciones y octavillas. Hacen falta organizadores de círculos y grupos obreros. Hacen falta corresponsales en todas las fábricas y empresas, que informen de cuanto, ocurra. Hacen falta hombres que vigilen a los espías y provocadores. Hacen falta organizadores de domicilios clandestinos. Hacen falta enlaces para la entrega de publicaciones, para la transmisión de encargos y para establecer contactos de todo tipo. Hacen falta recaudadores de fondos. Hacen falta agentes entre los intelectuales y funcionarios públicos que estén relacionados con los obreros, con la vida de las fábricas, con la administración –con la policía, la inspección fabril, etc.–. Hacen falta hombres para enlazar con distintas ciudades de Rusia y de otros países. Hacen falta hombres para organizar procedimientos diversos de reproducción mecánica de publicaciones de toda clase. Hacen falta hombres para guardar publicaciones y otras cosas, etc., etc. Cuanto más fraccionada y pequeña sea la función que asuma una persona o un grupo, tanto mayores serán las probabilidades de que pueda organizarla de una manera bien meditada y garantizarla al máximo contra el fracaso, de examinar todos los pormenores de la clandestinidad, empleando todos los medios imaginables para burlar la vigilancia de los gendarmes y desorientarlos; tanto más seguro será el éxito de la obra; tanto más difícil les resultará a la policía y a los gendarmes vigilar a un revolucionario y descubrir sus vínculos con la -organización; tanto más fácil será para el partido revolucionario sustituir con otros, sin daño para la causa, a los agentes y miembros caídos. Sabemos que esta especialización es una cosa muy difícil; difícil, porque requiere del hombre la mayor firmeza y la mayor abnegación, porque requiere consagrar todas las energías a un trabajo anónimo, monótono, desligado de los camaradas y que subordina toda la vida del revolucionario a una reglamentación seca y rigurosa. Pero sólo en estas condiciones lograron los adalides de la práctica revolucionaria en Rusia ejecutar las empresas más grandiosas. (...) Al proponer semejante esquema de actividad a nuestros nuevos camaradas, exponemos unos preceptos a los que nos ha llevado una larga experiencia, profundamente convencidos de que este sistema garantiza al máximo el éxito de la labor revolucionaria». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Las tareas de los socialdemócratas rusos, 1897)

jueves, 16 de julio de 2020

El reclutamiento y promoción solo pueden ser a base de meritocracia


«Sobre la experiencia de todo el partido, pienso que existe una concepción hasta cierto punto burocrática y esquemática en torno a estos problemas clave del partido. Cuando admitimos mujeres en el partido, no lo hacemos simplemente para decir: «Mira, en nuestro partido hay también mujeres», sino porque ellas constituyen la mitad de nuestra sociedad y su nivel en todos los aspectos se ha elevado tanto, que merecen ser miembros del partido. Aquí radica la concepción justa y científica del problema. O cuando se dice que la aplastante mayoría, el porcentaje más alto entre los miembros del partido deben constituirlo los obreros, esto significa que la clase obrera dirige. Y necesariamente debemos aplicar este principio, sin discusión alguna. Pero la cuestión es que se comprenda científicamente. En el partido no debemos admitir a los obreros por ser obreros, sino porque lo merezcan. Digo esto, porque hay una categoría de obreros, que son obreros de nombre, pero que en su trabajo y conducta dejan mucho que desear. Por eso la actitud del obrero, acerca del cual se discute para que ingrese al partido, hay que verla con mucha atención, ver cómo trabaja para aplicar las directrices del partido, sus orientaciones sobre la productividad y los costos de producción, sobre la disciplina, etc., ver si trabaja en realidad de tal manera que sea ejemplo para todos. Así pues, un problema clave como es el de las admisiones en el partido, por ejemplo, no hay que considerarlo únicamente sobre la base de algunas cifras». (Enver Hoxha; El trabajo del partido hay que concebirlo como ciencia y llevarlo científicamente; Extractos de una conversación con miembro del Buró del Comité Regional del partido y algunos cuadros de la región de Korça, 1980)

sábado, 11 de julio de 2020

Cuba, Venezuela y Nicargua como sedes del trotskismo actual...


«Para algunos otros, la lucha contra el trotskismo presupone –lo reconozcan o no– la única lucha ideológica lícita contra el revisionismo –como demuestra su praxis–, suelen ignorar e incluso condenar la lucha de los marxista-leninistas contra el resto de corrientes revisionistas que no sea estrictamente esa. Y de hecho, se llega a la contradicción extrema de criticar al trotskismo, sus tesis, autores y movimientos, cuando a la vez apoyan a corrientes, figuras y regímenes enormemente influenciados por el trotskismo.

De ahí que por ejemplo que veamos a los hooligans del revisionismo cubano hablar contra el trotskismo sin saber remotamente sus fundamentos, pero aún así calificando las opiniones y posiciones de los verdaderos marxista-leninistas como «análisis trotskistas», cuando lo cierto es que el único trotskismo que se estimula es el de «su» régimen castrista, el cual es conocido por recibir y publicitar a autores trotskistas como Eduardo Galeano, Santiago Alba Rico, Marta Harnecker, Atilio Borón, Néstor Kohan, Ignacio Ramonet o Celia Hart; llegando al extremo de financiar directamente al trotskismo y sus representantes como hace la editorial Ciencias Políticas, que publica libros de análisis trotskistas con introducciones de Alan Woods, entrevistas en Granma, así como charlas a través de instituciones como el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP). 

Para nuestros amigos revisionistas esto quizás sea una sorpresa, pero para los que estamos informados esto ya no nos resulta extraño, ya que han existido reconocidos trotskistas dentro del gobierno cubano y sus instituciones, como fue el caso del ex Ministro de Cultura cubano Abiel Prieto [1] o el caso de Frank García Hernández, Investigador del Instituto Cubano de Investigación Cultural. 

En Nicaragua tenemos como paradigma al señor Daniel Ortega o al también infame Carlos Fonseca Terán, que reivindican sin sonrojo a Trotski, Bujarin o Tito en varias de sus obras conocidas [2]. Lo mismo cabe decir de Venezuela y el populismo chavista [3]. En todos estos países el trotskismo no solo es saludado sino que su propaganda es difundida ampliamente con apoyo gubernamental. Es más, salvando las distancias con países como Argentina donde la influencia del trotskismo siempre ha sido notable por sus organizaciones, se puede concluir que el trotskismo no recibe tal apoyo propagandístico y mucho menos de gobierno en ninguna otra parte.

Ha habido un claro esfuerzo por ganarse el favor de la «izquierda» domesticada de Europa y Latinoamérica, esa intelectualidad aburguesada y mercenaria que cambia de referentes según sople el viento pero que sin duda tiene cierta influencia en lugares como las universidades. Ahora... nadie puede pensar que esto ha sido algo altruista, sino una operación premeditada de los gobiernos latinoamericanos. Hemos visto como los Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón o Pablo Iglesias han disfrutado sido asesores de gobierno, han colaborado en diversos «estudios para la región» cobrando notorias sumas de las arcas públicas de dichos países, un nepotismo tan legal como moralmente repudiable. A cambio se comprometieron desde sus medios de comunicación y círculos de influencia a colaborar en el blanqueamiento de estos «gobierno del cambio», algo que se ha hecho sistemáticamente desde los «grandes medios» y los «medios alternativos».

Los servicios prestados del castrismo haciael trotskismo han sido bien recompensados. Pondremos solo un ejemplo palpable... en España, si miramos al grupo trotskista por antonomasia de hoy, Izquierda Anticapitalista, defiende como todos los grupos antitrotskistas de Europa la «dinámica antiimperialista, y el carácter nacional, popular, socialista de la revolución de 1959» (sic), otros grupos trotskistas incluso han hablado de «socialismo», lo que indica una vez más que las difusas y oportunistas acepciones del castrismo sobre lo que es una «revolución», «socialismo», «pueblo» o «antiimperialismo» son similares al trotskismo. 

En este mismo país, varios de los grupos que se dicen antitrotskistas, tienen una visión similar sobre Cuba... desde el todavía eurocomunista PCE [4], su escisión brezhnevista: el PCOE [5], otra vieja escisión brezhnevista del PCE: el PCPE [5], la escisión del PCPE: RC [6], la maoísta IC [7], sin olvidar el castrismo-guevarismo del refundado PCE (m-l) [8], que salvo el nombre no tiene nada que ver con el antiguo, algunos incluso hacen actos específicos en defensa de Cuba. No sin razón, algunos de estos grupos defienden pensamientos trotskistas oportunistas como la idea de que puede existir un Estado políticamente proletario bajo una economía socialista bajo una dirección capitaneada por revisionistas en el partido dirigente.

Como se ve una vez más, el revisionismo se ahoga en su mar de contradicciones». (Equipo de Bitácora (M-L); Sobre el falso antitrotskismo, 3 de enero de 2017)

Algunas notas sobre el nacionalismo de izquierda catalán; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Ahora hagamos una profunda radiografía de las organizaciones presuntamente más a la izquierda en Cataluña.

Candidatura de Unidad Popular (CUP)

Es lo más similar al «partido» que existe en la izquierda independentista, sólo que funciona a la inversa. Las organizaciones que veremos a continuación tienen capacidad de voto en la CUP, y las diferentes líneas ideológicas de las mismas confluyen en el seno de la organización. Por ende, la CUP, su ejecutiva y sus militantes de base ejercen un control ideológico y de dirección mínimo sobre el resto de organizaciones, siendo que, a la hora de tomar decisiones cruciales, se suelen imponer las líneas de las demás organizaciones por encima de las del propio partido. Esto ha llevado a la CUP a tomar decisiones que podríamos calificar, como mínimo, de dudosas. 

[Nota: El caso paradigmático es la votación interna en que se decidió si el partido se presentaría a las elecciones generales el 10 de noviembre de 2019. Con tal de evitar que ganara el «no» la votación fue «a puerta cerrada», es decir, contando únicamente con las bases y «cuadros» de la CUP, e impidiendo votar a las demás organizaciones. Como esto va en contra de los propios estatutos del partido, la votación se realizó sin avisar a las demás organizaciones que deberían haber participado. La mayoría de organizaciones de la izquierda independentista estaban en contra de presentarse a las elecciones generales del 10-N. La justificación, sin embargo, no surgió de un análisis de la correlación de fuerzas con conclusiones negativas. Las reservas de la izquierda independentista se debían a que presentarse a las elecciones generales era, en realidad, legitimar un estado que, en su imaginario, está perdiendo cada vez más poder en Cataluña.] 

Así que, en resumidas cuentas, tenemos que más que un partido director, la CUP es el punto de convergencia teórico y práctico de toda la izquierda independentista, incapaz de asumir el control, incapaz de establecer una línea y operando, las más de las veces, ya no como un partido burgués, sino como un frente de masas. 

Coordinadora Obrera Sindical (COS) 

Es, de los dos sindicatos que forman parte de la izquierda independentista, el más cercano a Endavant. Es un sindicato minoritario, pero suele adquirir posiciones más radicales, siendo más cercano en sus posiciones a CNT y CGT que a UGT y CCOO. Tiene una presencia notable entre los trabajadores de Transportes Metropolitanos de Barcelona y, muy especialmente, en el Cuerpo de Bomberos. 

miércoles, 8 de julio de 2020

¿Existe una «vía masculina» revolucionaria, y una «vía femenina» reformista de hacer política como asegura Pablo Iglesias?


[Post publicado originalmente en 2017]

«@MonederoJC: Llevamos mucho tiempo recordando que necesitamos una matria. La patria de «patrimonio», los bienes vinculados al pater familias– reclama la virilidad del patriarcado. La patria te lleva a la guerra, te hace desfilar. La matria te cuida y responsabiliza. @Yolanda_Diaz_acierta». (Twitter; Juan Carlos Monedero, 17 jul. 2021)

Aprovechando la ola del feminismo, esta «nueva izquierda» afirma ser partidaria de una «noción femenina de las cosas», tanto para las más cotidianas como las más importantes, bien sea para necesidades materiales como para las de mayor índole espiritual. Una de las ideas más estúpidas que ha calado hondamente entre las filas de Podemos –hasta convertirla en un dogma visible– ha sido el aceptar una teoría social repleta de misticismo sobre el papel benévolo que casi siempre habría jugado la mujer en la historia, y no solo eso, sino que también habrían descubierto, en su profundo saber histórico, la «especial sensibilidad» para conocer y sentir (sic) de la mujer. Según aseveran, desligados de las «antiguas creencias y ataduras», esta es la «nueva óptica moderna» desde la cual debemos observar todo si queremos transformar el mundo y a nosotros mismos. De esa forma, pareciera que la mujer en abstracto, como ser inmaculado, tuviera un «sexto sentido» para abordar las cosas de la vida, uno el cual quién sabe por qué razón el varón no logró desarrollar nunca, siendo este último casi que un lamentable error en las postrimerías de la «Biblia del Feminismo». Entre tanto, este «movimiento transversal» hace mucho que izó velas y ha surcado los mares rebosando sapiencia por doquier. De su largo trayecto aseguran haber logrado traernos como «botín» las mejores virtudes desarrolladas por el ser humano a lo largo de su dilatado periplo por La Tierra, y creen, ¡faltaría más!, que esto ha sido gracias al ingenio y bondad de la mujer, por lo que se han esforzado por esquivar en todo momento el mal encarado oleaje de la «ciencia patriarcal», etiqueta que ponen a cualquier movimiento, teoría o personaje que contradiga sus filias ideológicas y sus figuras fetiche. Esta, en resumidas cuentas, es su visión del mundo, aunque el lector podrá encontrar más información en otros lugares de nuestro medio. Véase el capítulo: «¿Vivimos en un patriarcado?» de 2021.

domingo, 5 de julio de 2020

Carta de Cese de militancia del Partido Comunista de España (marxista-leninista) en Elche; 2020

El siguiente anexo es una carta que nos han hecho llegar un militante de Elche durante finales de junio de 2020. En ella se relata lo que supuso para él la documentación de Bitácora (M-L) para conocer la historia del viejo PCE (m-l) y para confirmar la deriva revisionista de la organización que hoy porta sus siglas. 

Siempre es interesante conocer y exponer al público cómo actúan en privado las organizaciones revisionistas a todos los niveles: nacional, regional y local, y en este caso la carta es sumamente interesante por ciertos detalles particulares sobre la forma de proceder de su antigua dirección. 

Como ya advertimos, por el propio carácter ecléctico de este tipo de organizaciones, el fraccionalismo y la escisión son fenómenos asegurados, nuestra crítica muestra al público su podredumbre interna y agudiza lo que ya es un hecho. 

Como ya ocurrió con otros documentos similares como pudo ser en su momento el referido al PCE (r) o a RC, se confirma una vez más que la crítica argumentada y científica siempre tiene eco entre los elementos honestos, los verdaderos destinatarios de nuestro trabajo. Pero como sabemos, salir de ese tipo de organizaciones retardarias es el primer paso, pero no el único:

«No queremos que se nos malinterprete en esta cuestión. No estamos diciendo que los elementos que hayan militado parte o gran parte de su vida en organizaciones revisionistas están condenados de por vida. No, el haber mantenido posturas ajenas al marxismo o el haber militado en organizaciones no marxistas es un proceso lógico que puede ocurrir en el desarrollo dialéctico de la vida, formación y maduración de un revolucionario desde sus inicios hasta que toma consciencia real y total de las cosas, y de ello dependen varios factores como el origen social, el contexto cultural del individuo, el ambiente en que se desarrolla, y los rasgos de personalidad que porta, que puede hacer que ese viraje sea más corto o más largo, tenga más ziz zags o menos. Pero tampoco nos equivoquemos, el mero hecho de separarse de un partido revisionista no significa que seas un verdadero marxista-leninista. Tal elemento debe realizar una autocrítica y examinar las razones de su salida; y si es motivada por razones de incompatibilidad ideológica debe preguntarse por qué ha militado entonces en esa organización; en caso de darse cuenta de esa incompatibilidad ideológica tiempo después de entrar a militar en dicho partido revisionista, entonces debe exponer qué es lo que ha llevado a dicho elemento a discrepar de la línea política revisionista de su partido; si finalmente se ha comprendido y expuesto correctamente el carácter revisionista de su vieja organización, debe demostrar en la práctica que no tolerará caer en el mismo lodazal de nuevo; del mismo modo que no debe obsesionarse ni dejarse deslumbrar con las desviaciones y corriente revisionista de su vieja organización, sino también estudiar y comprender el resto de desviaciones y corrientes revisionistas, así como ser consecuentes y exponerlas en igual medida». (Equipo de Bitácora (M-L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 2017)

En consecuencia:

«Por ello es del todo estúpido teorizar que los comunistas deben absorber automáticamente las escisiones que se dan y se seguirán dando en estas agrupaciones. Todo lo contrario: se debe tener especial cuidado, ya que la mayoría de sujetos que abandonan estas organizaciones lo hacen por cuestiones personales o por cuestiones ideológicas mínimas que no le llevan a una ruptura plena con el lugar de donde proceden. (…) Esto significa que, si realmente han roto con ellas por cuestiones de principios ideológicos, tendrán que autocriticarse sin sentimentalismos que valgan y adherirse, finalmente, a la línea comunista sin excusas de ningún tipo. Si no es así, solo podemos decir que no pasarán nunca de ser, a lo sumo, meros simpatizantes y, quizá, de aliados en alguna cuestión determinada de los comunistas, pero nada más». (Equipo de Bitácora (M-L); Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 2020)

Nota: Hemos reformulado el estilo estético de su escritura a nuestro formato.

El documento:


«Antes de desarrollar los motivos de mi salida de la Juventud Comunista de España (marxista-leninista) y el Partido Comunista de España (marxista-leninista), me gustaría recalcar que estos son puramente ideológicos. Quien me conoce sabe de sobra que no soy alguien a quien le mueva el ego ni el interés personal. Además, el camino fácil habría sido, evidentemente, hacerme un hueco en el partido y no romper mi status quo personal, teniendo en cuenta que durante mi militancia he podido conocer a personas que además de camaradas considero amigos.

No obstante, en sintonía con mis principios, que no son otros que los del marxismo-leninismo, considero que el PCE (m-l) se halla en la actualidad completamente alejado de lo que un día fue, habiendo abandonado hace tiempo –antes incluso de su refundación formal–, el campo del comunismo para adentrarse en el del revisionismo. 

Esta no es una decisión tomada de la noche a la mañana. Llevaba arrastrando dudas y contradicciones sobre la línea del partido desde hace más de un año. Aunque bien es cierto, y con total humildad y autocrítica, que tanto mis carencias formativas como el seguidismo y el amiguismo, me impedían dar el paso. Sin embargo, en los últimos meses estas contradicciones se han ido agudizando, llevándome a las conclusiones que motivan mi salida y que a continuación detallaré. He de subrayar la importancia que me supuso estos meses la lectura de los capítulos del documento del Equipo de Bitácora Marxista-Leninista: Ensayo sobre el auge y caída del PCE (m-l) de 2020, tanto para esclarecer las dudas que arrastraba como para darme cuenta de otros errores que no sólo desconocía, sino que en muchos casos profesaba. Aquí se expone una radiografía de más de 900 páginas, tanto del viejo PCE (m-l) como del actual, por lo que sobra decir que no existe una documentación tan exhaustiva del partido en ningún otro lado.

Cuando entré a la JCE (m-l), hace alrededor de tres años, no lo hice como consecuencia de un análisis político bien meditado. Por el contrario, esto ocurrió a raíz de una manifestación, donde nos «engacharon» a mi grupo de amigos y a mí. En aquel momento, mi formación política era prácticamente nula, por lo que hasta que esta no fue elevándose, no pude darme cuenta de que estaba en el lugar equivocado. Cabe decir, también, que mi crecimiento ideológico no ha sido, en esencia, fruto de las formaciones realizadas en mi célula, si no a través del aprendizaje individual. En mis aproximadamente 3 años de militancia, las formaciones han sido muy débiles, tanto por la cantidad como por la calidad. Apenas hemos avanzado y profundizado fuera de las obras más básicas, ni de estas formaciones se extraían conclusiones sólidas y realmente aplicables. Eran tratadas como algo prácticamente formal. De hecho, desde el pasado verano hasta el día de hoy, con suerte habremos tratado 2 pequeñas obras fuera de los documentos internos. Al respecto, asumo mi parte de responsabilidad mientras he sido militante, en cuanto a no haber sabido mejorar notablemente las formaciones de mi célula, pero lo fundamental aquí es que desde el Partido se debería llevar un control exhaustivo de las formaciones, carencias ideológicas –colectivas e individuales–, exigir rendir cuentas, etc., y esto es totalmente inexistente por parte del PCE (m-l), haciendo notar su nulo interés por lo ideológico y los principios.

Ha sido la lectura de las obras de Hoxha, Ódena, Lenin, etc., así como de los documentos del antiguo PCE (m-l) y de los artículos de Bitácora M-L, como ya he comentado, lo que me ha permitido avanzar. Obras que desde el partido se tapan, ignoran o se desvirtúan completamente.

Me gustaría hacer hincapié, por último antes de comenzar, en que las críticas que desarrollaré a continuación van dirigidas contra la cúpula del partido, que ha impuesto su línea. Soy perfectamente consciente de que hay un gran número de militantes honestos en el PCE (m-l), y más concretamente en su Juventud, que por unos motivos u otros se mantienen en la organización. Contra los primeros y por los segundos escribo esta carta.

sábado, 4 de julio de 2020

El oportunismo siempre parlotea de forma laxa y general, el marxismo expone con precisión concreta


«Los mencheviques y bundistas, que lamentablemente fueron apoyados por Trotski, quien no pertenece a ninguna fracción, lucharon con encono contra la inclusión de tales problemas en el temario del Congreso de Londres del POSDR. El ala oportunista de nuestro Partido, así como de otros partidos socialdemócratas, postulaba para el congreso un orden del día «práctico» y «concreto». Huía de los problemas «generales y amplios». Olvidaba que, en definitiva, una amplia política de principios es la única política práctica en realidad. (...) Los mencheviques no hacen crítica socialista de los partidos burgueses, pues calificar de democráticos burgueses a todos los partidos no proletarios de oposición no significa hacer crítica socialista ni mucho menos. Si ustedes no han mostrado los intereses de qué clases y en particular cuáles de los intereses predominantes en ese momento determinan la naturaleza de los distintos partidos y su política, entonces no han aplicado el marxismo en la práctica, han abandonado en la práctica la teoría de la lucha de clases. Entonces la expresión «democrático burgués» no es en boca de ustedes más que una platónica manifestación de respeto al marxismo, puesto que no relacionan su empleo con la identificación de cierto tipa ad liberalismo o democratismo con ciertos intereses egoístas de determinados sectores de la burguesía. (...) En efecto, ¡no es el término «democracia burguesa» lo que asusta a los liberales! Los asusta que se denuncie ante el pueblo a qué intereses materiales de qué clases poseedoras concretamente se reducen sus programas y frases liberales. Esto es lo esencial, y no el término «democracia burguesa»No aplica la doctrina de la lucha de clases quien se protege constantemente –como con el signo de la cruz– con el término «democracia burguesa», sino quien demuestra en los hechos en que se manifiesta concretamente el carácter burgués de un partido determinado. (...) Si el concepto de «democracia burguesa» sólo implica la condena de los extremismos del oportunismo y el revolucionarismo, entonces este concepto rebaja la doctrina marxista al ni el de una adocenada frase liberal. Al liberal no le asusta semejante utilización del concepto, pues, repetimos, no teme a los términos, sino al hecho. Puede aceptar un término que le es desagradable y «huele a marxismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Actitud hacia los partidos burgueses, 1907)