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«Esta obra del albanés Llambro Filo tiene una importancia vital. Se trata de una obra que analiza la estructura teórica y práctica de los gobiernos de los llamados –hace unas décadas– países de de la «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista». Esto quiere decir que se analiza las teorías revisionistas soviéticas y como influyeron en un gran número de países de África, América y Asia.
La lista de países que alguna vez han sido englobados dentro del grupo de los países de «vía no capitalista de desarrollo» y «orientación socialista» es muy larga: Angola, Guinea-Bissau, Mali, Ghana, Mozambique, Afganistán, Granada, Yemen del Sur, Siria, Irak, Santo Tomé y Príncipe, Surinam, El Salvador, Tanzania, Cabo Verde, Nicaragua, Egipto, Zambia, Libia, Birmania, Seychelles, Burkina Faso, Zimbabue, Nigeria, Yemen, Argelia, Congo, Guinea, Madagascar, Camboya, Somalia, etc. Por supuesto sobra decir que muchos de estos países no se mantuvieron en la lista de «orientación socialista» puesto que se sacaban o introducían países según los intereses de los líderes soviéticos.
Muchos de estos países también recibían las etiquetas de «socialismo árabe», «panafricanismo», «tercer mundo», «países no alineados», «países en vías de desarrollo», y los revisionistas soviéticos incluso veían correcto añadir estas etiquetas a dichos países según el contexto e interés momentáneo:
«Todas estas denominaciones, que se refieren a las diversas fuerzas políticas que hoy actúan en el mundo, lejos de poner en evidencia; encubren el carácter de clase de estas fuerzas, las contradicciones fundamentales de nuestra época, el problema clave, que actualmente predomina a escala nacional e internacional, la implacable lucha que se desarrolla entre el mundo burgués-imperialista por una parte, y el socialismo, el proletariado mundial y sus aliados naturales, por la otra». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)
Al ver esta innumerable lista de países de «orientación socialista» el lector debe reflexionar sobre de la influencia que han tenido las ideas de los revisionistas soviéticos en el mundo.
Los temas a analizar de las teorías del revisionismo soviético serán:
1) El carácter revisionista de tipo reformista de las teorías revisionistas soviéticas que arenga a los países coloniales y excoloniales a desarrollarse hacia el socialismo de forma pacífica, sin la necesidad de una revolución violenta y la necesaria instauración de la dictadura del proletariado. Se señala la evidente absurdez de la denominación de los revisionistas soviéticos de estos países como Estados «intermedios» ni socialistas ni capitalistas, sabiéndose que en un Estado domina quién tiene el dominio económico y por ende el político;
2) La denuncia del negacionismo hacía la clase obrera, como clase ascendente y más progresista de nuestra época en la dirección de las revoluciones de todo tipo –anticolonialistas, antiimperialistas, antifeudales, antifascistas, socialistas y demás–. Dando como resultado que los revisionistas soviéticos aprobaran que en la dirección de estos países estuvieran nacionalistas burgueses, pequeño burgueses, intelectuales y demás si estos se apoyaban en la Unión Soviética socialimperialista;
3) De igual modo se denuncia la negación a la clase obrera de su partido, el partido comunista, basado en su doctrina científica y orientadora, el marxismo-leninismo. El prototipo del partido prosoviético en dichos países eran directamente partidos burgueses y pequeño burgueses presentados desde el exterior como afines al socialismo –como el Partido Baath [ó Baaz] en Irak, Siria o Egipto–. También encontramos la aglomeración de varias organizaciones y clases en un frente, y el establecimiento de este frente como presunta plataforma desde la que nace el partido marxista-leninista o que asumirá el papel de vanguardia concerniente a un partido proletario –véase el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua o el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador–. Se denuncia que la dirigencia de un partido que se considere marxista-leninista –como unión de los elementos más conscientes y avanzados del proletariado–, no puede tener en su máxima dirección a elementos que de la noche a la mañana dicen estudiar y aceptar el marxismo-leninismo –véase Fidel Castro en Cuba o António Agostinho Neto en Angola–. Añádase la variante de que, a partir de los golpes de Estado en el ejército –véase el Partido de los Trabajadores de Etiopía, la Unión Socialista Árabe en Libia, el Partido Democrático Popular de Afganistán, o en el caso de Burkina Faso en donde nunca se llegó ni siquiera a fundar un partido, siendo comandado el proceso por una junta militar–;
4) Se presentaba la «ayuda» política, militar y económica soviética como el principal factor para determinar si un país era de «orientación socialista» o no. Presentar así mismo, que sin la aceptación de la teoría política de la «soberanía limitada», sin la adhesión al organismo militare del Pacto de Varsovia y sin integrarse o cooperar en economía con el Consejo de Ayuda Mutua Económica era imposible sobrevivir ante el cerco del imperialismo capitalista. Se alegaba que cuando un país negaba dicha «ayuda» y «tutela» soviética había traicionado al socialismo –véase el caso de la República Democrática de Somalia o Egipto y sus virajes de apoyo en la Unión Soviética a los Estados Unidos–. Se negaba el axioma marxista-leninista de que la verdadera ayuda de los países socialistas a otros países socialistas solo puede ser un auxiliar. El país que construye el socialismo debe valerse de sus propias fuerzas;
5) Se denuncia las especulaciones teóricas sobre el presunto «socialismo» en la economía en los países de «orientación socialista». Aparte de demostrar que en estos países predomina la economía mixta –como fue el caso de Nicaragua por ejemplo–, se dedica especial atención a explicar el carácter capitalista del sector estatal en estos países debido a las leyes de producción capitalista y al control político y económico del Estado, explicando detenidamente el rol que la burguesía le da a dicho sector estatal para crear beneficios y ligarse en este caso a sus amos socialimperialistas. Se denuncia la ligazón económica con el socialimperialismo soviético a través de créditos, préstamos, compra de armas, lazos comerciales, e incluso con la introducción de estos países en sus herramientas neocolonialistas como el Consejo de Ayuda Mutua Económica. Además se oculta que el imperialismo –de cualquier tipo– no otorga créditos para ver la construcción del socialismo, sino que toda inversión está calculada de antemano para obtener suculentos beneficios, estableciendo en dicha relación unos lazos económicos, políticos y culturales para influir en el país deudor. En la mayoría de las ocasiones se ha comprobado que dichas camarillas revisionistas no pueden ni otorgar una economía saneada a su país, ni controlar la deuda con la que se encadenan a los diferentes imperialismos, por lo que deben de sacrificar el nivel de vida de las masas obreras para pagar las grandes deudas –véase el caso de la extensa deuda de los países africanos prosoviéticos– que incluso les conduce a la autodestrucción de tales regímenes. A esto habría que añadirle la promoción de la «división internacional del trabajo» promovida por la Unión Soviética socialimperialista y su imposición en los países de su rango de influencia, dándose una desindustrialización y «especialización» económica en las ramas de la industria ligera o la agricultura que los ataba a ser meros países neocoloniales. Entender que para las burguesías nacionales el triunfo completo de la industrialización significaba el fin de toda posibilidad de supervivencia de cualquier clase explotadora –ya que por ejemplo la industria pesada da las posibilidades reales para la completa colectivización del campo y la eliminación del kulak, última clase explotadora a eliminar–;
6) Se denuncia la infiltración de los revisionistas soviéticos por medio de engaños, chantajes y sobornos en los movimientos de liberación nacional. De igual modo se denuncia la instigación del socialimperialismo soviético a que los pueblos apoyen los golpes de Estado de los líderes de diferentes partidos o fracciones corrompidas por el socialimperialismo soviético. Señalándose que los golpes de Estado son métodos antimarxistas de toma de poder, por su total inconexión con las masas trabajadoras, siendo claramente una negación de la teoría marxista de que la historia la hacen las masas y promoviendo aventurismos y la teoría anarquista de que la historia la hace un cerrado círculo de personas bajo conspiraciones triunfantes;
7) Se denuncia el establecimiento de bases militares, pactos de amistad y cooperación bilaterales o multilaterales, o el envió de tropas a través de países satélites que garantizan la injerencia militar, la explotación económica y el control político del socialimperialismo soviético en tierras ajenas. Se advierte de la falsa fraseología marxista usada por los revisionistas soviéticos con epítetos como proporcionar una «ayuda internacionalista», o defender «amistad soviética con los pueblos oprimidos» que no tienen otro objetivo de camuflar sus intereses expansionistas y defender los intereses socialimperialistas en dichos países;
8) En particular ha de entenderse que las teorías del socialimperialismo soviético como la de la «vía no capitalista de desarrollo» y «orientación socialista» no son casuales, sino que son la consecuencia teórica lógica a sus fines de expansión imperialistas. Esto se ve claramente en otros ámbitos como ya hemos hablado: en la teoría político-militar de la «soberanía limitada» fabricada con el objetivo de justificar la intervención militar en los países neocolonializados por el revisionismo soviético como fue el caso de Checoslovaquia, o la teoría económica de la «división socialista del trabajo» donde se niega la industrialización de los países dependientes y se les condena a la producción de monocultivos como es el caso de Cuba.
En resumen todos estos países acabarían ligados al carro del socialimperialismo soviético y mantuvieron una aparente fraseología revolucionaria y marxista hasta inicios de los 90, donde la mayoría de ellos con el colapso del bloque revisionista soviético decidieron mirar hacia Occidente en lo económico y dejar la simbología y fraseología marxista.
Antes de seguir creemos que es necesario que respondamos al lector dos cuestiones previas:
Primero. ¿De dónde nacía en la Unión Soviética este espíritu avasallador, rapaz, egoísta, belicista, explotador; ese carácter, en resumidas cuentas, clásico de los imperialismos? Como decían los marxista-leninistas albaneses, en la Unión Soviética la restauración de la ideología burguesa en el partido a través del revisionismo, y la restauración del capitalismo a través de esas ideas burguesas y las sendas reformas económicas aplicadas, no podían dejar de tener consecuencias en la política exterior del país:
«La restauración del capitalismo en el interior del país no podía sino conducir también a un cambio radical en la esfera de las relaciones internacionales y en la política exterior del partido comunista y del Estado soviéticos. El revisionismo jruschovista se fue transformando gradualmente en la ideología y la política de una nueva superpotencia imperialista que justifica y defiende el expansionismo, la agresión y las guerras para establecer la dominación mundial. Son engendro de esta ideología y esta política las nefastas teorías de la «soberanía limitada», la «división internacional del trabajo», la «integración económica, política y militar» de los países de la llamada comunidad socialista, a los que han atado de pies y manos y transformado en países vasallos». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Esto solo era el reflejo de su línea política interior como decíamos:
«Toda la política exterior expansionista, hegemonista y agresiva de la Unión Soviética socialimperialista constituye otra prueba, otro testimonio de que el régimen soviético es un régimen capitalista, porque sólo un régimen así puede practicar tal política en la arena internacional. Como afirmaba Lenin, la política exterior es la prolongación de la política interior y las dos juntas la expresión concentrada de las relaciones económicas existentes en un país. Las máscaras socialistas y comunistas que aún pretenden conservar los revisionistas soviéticos, se van cayendo ante su realidad capitalista y ante la política socialimperialista que aplican». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Segundo. ¿Cómo se explica la fácil profundización económica, política y cultural del socialimperialismo soviético y por tanto de sus teorías en todos estos países? ¿Tan solo con la abundante maquinaria de propaganda? No. Ténganse en cuenta que por el perfil, la mayoría de estos países eran los típicos países que accedieron a su independencia estatal a mediados de los 60 ó 70. Muchos de ellos quedaron prendados del eco de la Revolución de Octubre de 1917 y del eco del internacionalismo proletario de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial y después:
«A pesar de todas las derrotas que han sufrido, los revisionistas soviéticos continúan ejerciendo una influencia no solo allí donde representan la ideología estatal dominante, sino también en la inmensa mayoría de partidos revisionistas así como en ciertos partidos nacional-democráticos de los países en vías de desarrollo, etc. Continúan apelando al pasado de la Unión Soviética, al nombre de Lenin y al Partido Bolchevique y se cubren siempre de forma sutil, de una fraseología comunista. Está claro que sin desenmascarar la plataforma ideológica del revisionismo soviético, que es la base teórica de su política imperialista, no podremos oponernos eficazmente a su expansión y su hegemonismo, no podremos realizar en la medida y bajo las formas requeridas, una movilización de las verdaderas fuerzas antiimperialistas, no podremos aniquilar los agresivos planes de las superpotencias». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)
Por eso para los líderes de esos países excoloniales, esa vieja fama positiva de la Unión Soviética que arrastraba de años atrás y que muchos no tenían ni siquiera la capacidad teórica para entender el viraje ocurrido en el país soviético tras la muerte de Stalin en 1953, fueron factores que facilitaron que estos líderes fueran presas fáciles para la demagogia y el engaño de los revisionistas y socialimperialistas soviéticos. Otros líderes de estos países, es fácil pensar que si eran conscientes del carácter socialimperialista de la nueva Unión Soviética de Jruschov, Brézhnev y posteriores, pero les convenía disimular este carácter ya que sin el apoyo del revisionismo soviético muchos de ellos no podrían haber retenido el poder político ni obtener cuantiosos beneficios económicos. Entiéndase también que muchos de los líderes buscaban simplemente apoyarse en la Unión Soviética como contrapeso al viejo país colonial o neocolonial que le había dominado, creyendo profundamente en que el país soviético tenía buenas intenciones, otros directamente pese a conocer su nuevo carácter rapaz e imperialista esperaban ilusamente obtener un trato mejor que el dispensado por el país imperialista del que se acaban de desligar.
Tercero. ¿Cómo terminaron estos regímenes si eran tan numerosos? ¿Continúan a día de hoy? Con el derrumbe del propio socialimperialismo soviético en 1991 todos los regímenes prosoviéticos acabarían o bien por la fuerza o bien por iniciativa propia cambiando su régimen al del estilo de las democracias burguesas occidentales y dando todavía más si cabe, entrada al capital extranjero de los imperialismos occidentales –como fue el caso de Mozambique–. Otros como que también «picaron» en establecer tales teorías antimarxistas, moldearían a partir de entonces con sendas reformas sus regímenes hacia el estilo de Occidente pero manteniendo sin embargo cierta de la fraseología pseudorevolucionaria –como fue el caso del Congo–. En otros casos ha sido hasta fechas recientes que han decidido amoldarse al régimen parlamentario democrático-burgués y abandonar en su propaganda y constituciones los alegatos al «socialismo» –como Siria–, aunque ya padecían un notable influjo económico de los imperialismos occidentales. En resumidas cuentas todos han cambiado su vieja estructura económica, su propaganda y fraseología y sus alianzas internacionales. Esto además es la prueba efectiva de que muchos de estos regímenes no tenían una base asentada en el pueblo y en políticas consecuentes, sino que más bien eran regímenes en donde dominaba una minoritaria clase explotadora burguesa-feudal que a través de golpes de Estado, y con el apoyo que recibían del exterior, lograban sobrevivir con muchos apuros, y que una vez finalizado ese apoyo del exterior dichas clases explotadoras locales no vieron factible seguir con la falsa bandera del «socialismo», siendo más viable para ellos darle la mano a los viejos imperialismos coloniales o aliarse a otros nuevos imperialismos ya que el viejo socialimperialismo soviético ya no podía «protegerles».
Si se hace una introspectiva, se podrá ver que muchas de las teorías de como se estructuran los partidos gobernantes, la economía o la política de alianzas en el exterior, se podrá ver que los actuales países del denominado «socialismo del siglo XXI» no se diferencian en nada a los países prosoviéticos de los llamados de «orientación socialista». ¿Esto qué quiere decir? Que como lección todo marxista-leninista debe darse cuenta que todo revisionismo tiene una base teórico-práctica anterior en la que se suelen apoyar para formar su estructura; y como segunda lección debe aprenderse que para combatir a los nuevos revisionismos es menester haber comprendido y haber desenmascarado en su momento a todos los revisionismos previos. Esto una vez más tira por borda a todo el que se queja del hincapié en el estudio y denuncia de los revisionismos «pequeños» o «pasados de moda».
Por todo, al respecto de esto que se ha visto a lo largo de la historia, y sobre todos por los regímenes revisionistas prosoviéticos de África, Asia y América, hay que recordar que:
«La claridad en esta cuestión y el establecimiento de una neta línea de demarcación entre el socialismo auténtico y el pseudosocialismo, revisten una importancia capital para el desarrollo con éxito de la lucha de la clase obrera y de las masas trabajadoras. Sin tener una clara imagen de la sociedad socialista y sin atenerse a sus principios y leyes generales, la revolución se queda a mitad de camino». (Enver Hoxha; Informe al VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1981)
¿Cuál era la posición marxista-leninista del Partido del Trabajo de Albania sobre los problemas y tareas de los países coloniales y excoloniales?:
«Es sabido que en los países explotados por el imperialismo, en los países de Asia, África y América Latina, los pueblos que aman la libertad desarrollan una enconada lucha por su emancipación, su independencia y su soberanía nacional, contra el viejo y nuevo colonialismo. Esta es una justa lucha revolucionaria y de liberación, que goza del respaldo sin reservas de los marxista-leninistas, de los países verdaderamente socialistas, del proletariado mundial, de todas las fuerzas progresistas. Esta lucha está dirigida, y no puede dejar de estarlo, contra varios enemigos: contra los opresores imperialistas, y en primer lugar contra las dos superpotencias, los mayores explotadores y gendarmes internacionales, los más peligrosos enemigos de todos los pueblos del mundo; contra la burguesía reaccionaria del país, vinculada a través de miles de hilos con los imperialistas extranjeros, con tal o cual superpotencia, con los monopolios internacionales, y que es enemiga de la libertad y de la independencia nacional; contra los acentuados remanentes del feudalismo, que se apoyan en los imperialistas extranjeros y se unen con la burguesía reaccionaria contra la revolución popular; contra los regímenes reaccionarios y fascistas, representantes y defensores del poder de estos tres enemigos. Por ello, es absurdo pretender que hace falta luchar únicamente contra los enemigos imperialistas del exterior, sin combatir ni golpear simultáneamente a los enemigos internos, aliados y colaboradores del imperialismo, a todos los factores que obstaculicen esta lucha. Hasta el presente jamás ha existido lucha de liberación ni se ha desarrollado alguna revolución nacional-democrática y antiimperialista que no se haya enfrentado a enemigos internos a reaccionarios y traidores a elementos vendidos y antinacionales. (…) En los países que han conquistado total o parcialmente la independencia política, la revolución se encuentra en distintas etapas de desarrollo y no se le plantean las mismas tareas. Existen entre ellos países que se encuentran en vísperas de la revolución proletaria, mientras que en muchos otros, están a la orden del día las tareas de la revolución nacional, democrática, antiimperialista. Pero en todo caso, mientras esta revolución esté dirigida también contra la burguesía internacional, contra el imperialismo, es aliada y reserva de la revolución proletaria mundial. Pero, ¿acaso esto significa que tales países deben permanecer en la fase nacional-democrática de la revolución y que los revolucionarios no deben hablar de la revolución socialista y prepararse para ella por miedo de superar y quemar las etapas y de que alguien pueda tratarles de blanquistas? Lenin se ha referido a la necesidad de transformar la revolución democrático-burguesa en revolución socialista en los países coloniales desde la época en que en estos países las revoluciones democrático-burguesas todavía se encontraban en embrión. Marx y Engels, al criticar al blanquismo, no consideraron prematuras, ni la revolución de 1848, ni la Comuna de París. El marxismo-leninismo no confunde en absoluto la impaciencia pequeño burguesa que conduce a quemar las etapas, con la necesidad del desarrollo ininterrumpido de la revolución». (Enver Hoxha; La teoría y la práctica de la revolución, 7 de julio de 1977)
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Recomendamos que la presente obra de Llambro Filo puede, y debe, complementarse con el estudio de la obra de su compatriota Nesti Karaguni: «La esencia reaccionaria de la teoría revisionista soviética de la «orientación socialista» de 1984, donde se tocan los mismos temas generales, aunque se detiene en diversos temas concretos como la distorsión del factor objetivo y subjetivo de la revolución».
El documento:
La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías» que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista
La cuestión de la revolución proletaria mundial es indiscutible al desarrollo de los movimientos de liberación nacional de los países dependientes. Ellos son la reserva de la revolución y constituyen una fuerza importante que asesta duros golpes al imperialismo y al socialimperialismo, al neocolonialismo y la reacción. En el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, el camarada Enver Hoxha dijo:
«Un importante rasgo de las actuales luchas de liberación nacional es que el despertar político para la conquista y la defensa de la plena libertad e independencia nacionales está siendo acompañado de un despertar social». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Los pueblos y las fuerzas revolucionarias no pueden soportar el yugo extranjero y los regímenes dominantes locales feudales-burgueses. Aspiran a la verdadera libertad nacional y social y luchan por conquistarla.
Los socialimperialistas soviéticos, como las potencias imperialistas que tratan de sabotear estas luchas y remplazar al viejo colonialismo por un nuevo colonialismo, no pueden permanecer quietos y procuran apoyar teóricamente sus intenciones expansionistas, neocolonialistas y contrarrevolucionarias en estos países, por lo que llegan a amontonar «teorías» especiales como las «teorías» de la «vía no capitalista de desarrollo» y de «la tendencia al socialismo».
La «teoría» de la «vía no capitalista de desarrollo» a través de la cual se pregona la «elección de la orientación socialista y la construcción de la sociedad socialista» en los países liberados del yugo colonial, es algo que ocupa un lugar importante en toda la propaganda llevada a cabo por los revisionistas soviéticos. En sus declaraciones esta «teoría» representa:
«La elaboración y el desarrollo ulterior en las condiciones actuales de las tesis leninistas de la posibilidad de que los países atrasados –coloniales y semicoloniales en estado de desarrollo precapitalista o capitalista temprano– pasen al socialismo sin conocer la fase de capitalismo desarrollado». (O. V. Martishen, Socializm i nacionalizm v Afrike, p. 38, Moscou, 1972)
Al mismo tiempo, los revisionistas soviéticos también han desarrollo y distribuido la «teoría» del «Estado de orientación socialista» en tanto que manifestación importante de la «vía no capitalista de desarrollo» y «aplicación práctica de las condiciones actuales de los países excoloniales de África y de Asia». El libro titulado: «El rol de la Unión Soviética en la política mundial de los años 1917-1980» hace hincapié en la idea de que:
«Veinte países en desarrollo optaron por la orientación socialista». (N. I. Lebediev, SSSR v mirovoj politike 1917-1980, p. 198, Moscou, 1980)
Y que:
«Están comprometidos con el camino de desarrollo socialista». (J. N. Gavrilov, Nadonalno-osvoboditelnoe dvizhenie: perspektivi razvitija, p. 32, Moscou, 1981)
Las «teorías» sobre la «vía no capitalista de desarrollo» y «orientación socialista» son parte integral de la ideología y la política revisionista y socialimperialista de la Unión Soviética. Dichas teorías no tienen nada que ver con «el desarrollo de las tesis leninistas», por el contrario ellas se oponen a sus fines bien determinados. Hay una gran diferencia de principios entre las enseñanzas de Lenin sobre el paso de los países atrasados al socialismo y las tesis sostenidas por los revisionistas soviéticos. Pero pese a todo, insisten en que la concepción de los revisionistas soviéticos, el contenido de la «vía no capitalista de desarrollo» debe de ser seguido.