viernes, 30 de diciembre de 2016

La posición de los comunistas en torno a las cuestiones del ejército en las democracias burguesas


«
Una confusión todavía mayor, si cabe, tenían que producir en las cabezas de los obreros algunas manifestaciones de diversos órganos del Partido Comunista de Checoslovaquia en punto a los problemas del ejército y de los armamentos. Indudablemente, nuestro partido obró acertadamente al intervenir en los asuntos del ejército. Indudablemente, el Partido Comunista de Checoslovaquia obró y obra acertadamente al plantear una serie de reivindicaciones concretas encaminadas a la democratización del ejército, y cuya realización puede entorpecer el abuso del ejército por el fascismo. El proletariado tiene el máximo interés en que, en la lucha contra el fascismo, el ejército no esté al lado de los fascistas, sino al lado de sus adversarios. Sería una miopía y un error funesto el que la clase obrera se desinteresase de lo que ocurre dentro del ejército y con el ejército. Ha sido y es, por tanto absolutamente acertado reclamar medidas para la democratización del ejército y luchar porque éste no se convierta en un hogar de reacción y de fascismo. Pero el aprobar la política de armamentos que mantiene el actual gobierno y el clamar incluso por el refuerzo de los armamentos, es algo completamente falso e inadmisible desde el punto de vista obrero. Y, sin embargo, se ha hecho:

«Ningún trabajador honrado de nuestra república está hoy en contra del ejército ni en contra de los armamentos. ¡El ejército merece lo mejor de todo, y si no tenemos más remedio que armarnos contra el fascismo que nos amenaza vamos todos con las armas en la mano. ¡Y queremos que estas armas sean las más posibles, que sean las mejores! El señor ministro de la Defensa Nacional presentó en la Comisión de Defensa el programa de las peticiones materiales formuladas por la dirección del Ejército. ¡Eran muchas, pero son necesarias! Si no fuesen las ganancias que tiene que embolsarse la sociedad de los hijos y los yernos, el ejército tendría en vez de un cañón, suministrado por los patrióticos fabricantes checoslovacos de armamentos, dos cañones; en vez de un aeroplano, dos; dos ametralladoras en vez de una. Todos tenemos que hacer sacrificios por el ejército. Tienen que hacer sacrificios los obreros, los pequeños industriales, los campesinos, los empleados del Estado, los funcionarios. También tendrán que sacrificar sus vidas en la guerra. Pero quieren tener la seguridad de que a costa de sus duros sacrificios nadie se embolse cientos de millones». (Artículo del diario «Rudé Právo»; órgano oficial del Partido Comunista de Checoslovaquia, 27 de noviembre de 1935)

Si uno no lo viese con sus propios ojos, no creería que en un periódico comunista pudieran publicarse cosas como ésta. Y, sin embargo, esto se publicó en el «Rudé Pravó», órgano central del Partido Comunista de Checoslovaquia. El autor del citado artículo era, manifiestamente, un elemento extraño, enemigo del proletariado y del partido. Es cierto, en verdad, que en otras manifestaciones del partido no se llega a estas espantosas tergiversaciones de los principios de clase. Pero el hecho de que después de aparecer una cosa tan inaudita no se expulsase inmediatamente del partido a su autor con látigo de hierro, como a un agente del enemigo de clase, revela que dentro del partido no había una posición clara, consecuente, bolchevique en cuanto al ejército. Parece que los camaradas han olvidado alguna de las cosas fundamentales: el problema del carácter de clase del ejército, que el carácter de clase del ejército lo decide el hecho de que clase tiene el poder en sus manos, que el ejército burgués es un ejército burgués y sigue siendo por tanto, un instrumento de opresión de la burguesía, aun cuando el gobierno sea un gobierno burgués no fascista, en el que participan incluso socialistas; y que, por tanto, la clase obrera no puede conceder armamentos y medios a tal ejército y a tal gobierno, si no quiere traicionar sus propios intereses de clase. En vez de explicar pacientemente a los obreros todo esto, el Partido Comunista de Checoslovaquia consintió manifestaciones inauditas como la que citamos más arriba.

Los camaradas se rindieron, manifiestamente, en este caso a las campañas de agitación del adversario. Este escribía en todos los tonos: «Si los comunistas son efectivamente partidarios de la defensa de la república, no tienen más remedio que votar el presupuesto del ejército. Pues ¿cómo de otro modo vamos a defender la república?». Y esto, visto superficialmente, parece lógico. Pero sólo si se mira superficialmente. La realidad es otra. El pueblo trabajador de Checoslovaquia quiere defender su país contra Hitler y los demás fascistas extranjeros. ¿Puede confiarse para esto en la burguesía? No puede, absolutamente no. No hablemos de la burguesía alemana y húngara, cuyas relaciones amistosas con Hitler y Horthy son harto conocidas. Hablemos de la burguesía checa y eslovaca. ¿No conspiran ya hoy con Henlein los Kramar, Strshibrny, Stoupal y Klinka, y no guiñan ya el ojo a Berlín? ¿No hay en el actual gobierno fuertes corrientes reaccionarias que abogan por la creación de un amplio bloque reaccionario que apoderándose del gobierno iniciaría una política interior y exterior a gusto de los Kramars, es decir, orientada hacia Berlín? ¿Acaso los partidos socialistas gubernamentales no impulsan estas aspiraciones reaccionarias con su política de colaboración de clases, su eterna capitulación ante la reacción y su repulsa contra el frente único? ¿Y no existe, como resultado de todo esto, el peligro de que los que hoy más claman acerca de la defensa de la república, un buen día vendan al Berlín de Hitler esta república con todos sus atributos, incluyendo, por tanto, el ejército? ¿Cómo puede el pueblo trabajador defenderse contra este peligro? No tiene, manifiestamente, más que un camino: concentrando sus fuerzas en un frente popular antifascista, oponiéndose a la burguesía dominante, aislando a ésta dentro del pueblo y dificultándole la posibilidad de abusar del poder armado contra los intereses del pueblo: es decir, sólo desplegando la lucha de clases contra la burguesía. Pero ¿qué significa, bajo las actuales condiciones, votar por el presupuesto militar del actual gobierno? Significa darle confianza a éste, renunciar a la lucha de clases, y en último término, poner incluso el destino de la independencia nacional en manos de quienes no son los llamados a defenderla.

Por tanto, precisamente porque abogamos realmente por la defensa de la república contra el fascismo de dentro y de fuera, no queremos votar al actual gobierno ni a la burguesía dominante recursos financieros para comprar armamentos; porque sabemos que, en manos de la burguesía, se emplearán algún día no sólo contra los intereses de clase, sino también contra los intereses nacionales del pueblo trabajador. Por eso decimos a los obreros y a todo al pueblo trabajador: que su lucha contra el fascismo de fuera no puede ser tampoco en el fondo, más que una lucha de clases contra su propia burguesía. Y una parte de esta lucha de clases contra la propia burguesía es la lucha por la democratización del ejército, para barrer de él los nidos del fascismo, para que los soldados obtengan todos los derechos de ciudadanía, para que el ejército se sienta animado en sus sectores fundamentales de espíritu combativo antifascista, para que el fascismo no logre abusar del ejército para los aventureros nacionales y extranjeros.

En la determinación de la actitud ante el gobierno, ante el Estado burgués y ante el ejército, acaso algunos camaradas se han dejado extraviar por las relaciones que actualmente median entre Checoslovaquia y la Unión Soviética. La Unión Soviética se halla en la actualidad unida a Checoslovaquia por un tratado de asistencia mutua. ¿Acaso esto hace cambiar las relaciones entre el proletariado y la burguesía dentro de Checoslovaquia? En modo alguno. Los intereses del proletariado soviético son los mismos del proletariado mundial. Sin embargó las formas y los métodos de su defensa pueden ser diferentes. La razón de esto está en que el proletariado de la Unión Soviética actúa y procede como clase dominante, y el proletariado de los demás países, por el contrario, como clase oprimida. En este caso concreto, el gobierno de la Unión Soviética firmó un tratado con la burguesía dominante de Checoslovaquia con el fin de prolongar la paz. Esto cae de lleno dentro del interés del pueblo trabajador de todos los países. Pero el proletariado oprimido de Checoslovaquia, no selló con la burguesía dominante de Checoslovaquia ningún pacto para asegurar, digamos, la paz civil. Y la burguesía dominante de Checoslovaquia no selló con el proletariado checoslovaco, ningún pacto de que ella no utilizará el ejército contra el proletariado. El interés del proletariado checoslovaco es, y sigue siendo, sacudir tan pronto como sea posible el yugo capitalista, lo mismo que el interés de la burguesía sigue siendo mantener en la servidumbre al proletariado de Checoslovaquia, explotarlo y oprimirlo. De donde se desprende: que la correlación de clases entre el proletariado y la burguesía de Checoslovaquia no cambia por efecto de un tratado del gobierno burgués checoslovaco con la Unión Soviética. Y esto se refiere también, naturalmente, al ejército, quien diga «nuestro» ejército, es decir, el ejército checoslovaco, es hoy un aliado del Ejército Rojo; por tanto, debéis aprobar el presupuesto militar, simplifica la cosa. No, la cosa no es tan sencilla.

El pueblo trabajador sólo puede confiar un ejército a un gobierno que sea un verdadero gobierno del pueblo. ¿Acaso lo es el actual gobierno de coalición de Checoslovaquia? Nada de eso; todo el mundo sabe que no lo es. Por eso la «amistad» con el Ejército Rojo no va tampoco muy allá. Fijémonos en un solo caso. El hecho de que un antiguo general en activo de Koltchak, el general Wojtzeehovsky, sea gobernador militar de Bohemia, es una prueba contundente de que el ejército checoslovaco no está dirigido y administrado en interés del pueblo, y es también una prueba contundente de que ese ejército no es «nuestro» ejército, es decir, el ejército del pueblo trabajador. Cuando hayamos conseguido que el ejército sea realmente nuestro ejército, el ejército del pueblo trabajador, el verdadero aliado del ejército rojo; entonces no tenéis más que mirar a la Unión Soviética y ver lo que el pueblo trabajador bajo la dirección de los bolcheviques es capaz de hacer en punto a su poder defensivo. Pero frente a vosotros caballeros, sigue en pie la vieja norma: «Ni un hombre ni un céntimo». (Klement GottwaldPor la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern, 1936)

martes, 27 de diciembre de 2016

La política cobarde y reformista de los socialdemócratas favorece que las capas intermedias se echen a los brazos del fascismo


«Los jefes reaccionarios asustaban a los obreros socialistas con este argumento: el programa revolucionario y la política de los comunistas echan a los campesinos y a las capas medias de la ciudad en brazos del fascismo.  Que la colaboración de los socialistas con los comunistas no haría más que acentuar este peligro.

A esto replicamos: la verdad es todo lo contrario. Es la política de coalición de los partidos socialistas con la burguesía la que echa a los campesinos y a las capas medias de la ciudad en brazos de los demagogos fascistas. ¿Por qué? Porque los socialistas gubernamentales respaldan, apoyan y comparten los ataques de la burguesía contra los campesinos trabajadores y las capas medias de la ciudad, porque con ello se compromete toda la clase obrera a los ojos de estas capas intermedias, porque con ello estas capas medias pierden la fe en la clase obrera, se apartan de ella y se echan fácilmente en brazos del primer aventurero fascista que llega. En cambio, el restablecimiento de la unidad de acción de la clase obrera y la lucha en común no sólo por las reivindicaciones de los obreros, sino también por los intereses de los campesinos trabajadores y de la pequeña burguesía urbana, facilitarían la incorporación de estas capas sociales al movimiento de la clase obrera y la formación de un potente frente popular de todos los trabajadores contra el puñado de bandoleros capitalistas. A la demagogia fascista se la privaría de base con esto». (Klement Gottwald; Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern, 1936)

El nacionalismo burgués inherente en el «pensamiento Juche»; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«En estos casos de desarrollo de una política antimarxista, como hemos presenciado, tarde o temprano aparece la vieja araña del nacionalismo que hila todavía más la actuación traicionera de los revisionistas. Estamos cansados de citar muestras de como el revisionismo chino con sus teorizaciones unían explotadores y explotados nacionales en un frente patriótico. Veamos mejor que significó el nacionalismo en el revisionismo yugoslavo viéndolo en la misma perspectiva de unión de clases antagónicas bajo la excusa del patriotismo:

«En la esfera de la política interior, el nacionalismo del grupo de Tito lleva al pacto entre los explotadores y los explotados, hacia una política de «unión» de los explotadores y de los explotados, en un frente «nacional», hacia una política de abandono de la lucha de clases, hacia la preconización embustera de la posibilidad de edificar el socialismo sin lucha de clases, de la posibilidad de una integración pacífica de los explotadores en el socialismo, hacia la desmovilización del espíritu de combate de los trabajadores yugoslavos». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; A dónde conduce el nacionalismo del grupo de Tito, 1948)

Por eso, el nacionalismo no podía significar en los países que estaban por la construcción del socialismo y el comunismo más que la manifestación de elementos que estaban a favor de la restauración del capitalismo y de la dominación de la burguesía. En el caso de Corea no podemos hablar ni siquiera de restauración sino de perpetuación, pero se sobreentiende:

«La desviación hacia el nacionalismo es una acomodación de la política internacionalista de la clase obrera a la política nacionalista de la burguesía. La desviación hacia el nacionalismo refleja las tentativas de la «propia» burguesía nacional para restablecer el capitalismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe al XVIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1934)

En un alarde de nacionalismo y chovinismo extremo, los revisionistas coreanos, argumentaban que Kim Jong Il rompió con el «dogma» del marxismo-leninismo a la hora de calificar una nación, veamos:

«Lo siguiente ocurrió cuando Kim Jong Il era un estudiante en la Universidad Kim Il Sung, un día de otoño en 1960, durante una conferencia sobre la historia coreana. Un estudiante expuso que según los clásicos del marxismo-leninismo la nación se caracteriza por la comunidad del lenguaje, el territorio, la vida económica y la comunidad psicológica que se reflejan en la cultura y que si le falta uno solo de estos cuatro requisitos, no puede considerarse la identidad de la misma. Y agregó: ¿Pertenecen también los coreanos en ultramar a la nación coreana? Hizo esa pregunta para demostrar que entonces ellos no forman parte de la nación coreana según lo planteado en las obras clásicas estudiadas. (...) En aquellos días, los estudiantes, que dogmáticamente habían aceptado las teorías existentes, creyeron que la nación coreana se había formado en el siglo XVIII cuando Corea estaba en la etapa inicial del desarrollo capitalista o en el período de la dominación colonial imperialista japonesa o incluso hasta después de la liberación del 15 de agosto de 1945. Kim Jong Il criticó su visión dogmática basada en los clásicos del marxismo-leninismo y dijo que lo que caracteriza a la nación es la comunidad de la sangre, el lenguaje y la región, de los cuales la sangre y el lenguaje constituyen las cualidades principales que la especifican, y que una nación es una colectividad sólida formada por personas que tienen, ante todo, los mismos lazos sanguíneos y lingüísticos. (...) Él continuó diciendo que la nación coreana ha vivido durante largo tiempo en un mismo territorio, heredando la misma sangre y hablando el mismo idioma, que la nación coreana posee una historia de 5.000 años y una espléndida cultura, que los expatriados también pertenecen a la nación coreana. Una nación es un grupo cohesionado de personas que se formó históricamente como la unidad más grande de la vida social. Una nación no se forma o se rompe fácilmente por un cambio en el sistema social. La formación de una nación condiciona el aspecto de las clases sociales y de los diferentes estratos. Incluso en una sociedad sin clases la nación todavía existe. Si nuestro linaje y lengua son los mismos, pertenecemos a la misma nación, aunque nuestra ideología, ideales y territorio sean diferentes. Esta es su actitud ante la nación. Nuestra nación es una nación homogénea descendiente de Tangun [según una antigua leyenda coreana, Tangun fue el primer humano que habitó la tierra - Anotación de G. H.] que ha compartido sólo una línea de sangre durante 5.000 años. Tal fenómeno es raro en el mundo. La homogeneidad de la línea de sangre es la característica más importante de una nación». (Partido del Trabajo de Corea; Para la realización completa de la independencia nacional a partir de la luz guía del General Kim Jong Il, 1997)

Como los revisionistas coreanos reconocen orgullosamente, para ellos lo que conforma una nación son sobre todo los lazos de sangre, algo que ellos si cumplen gracias a que ellos serían el «pueblo elegido» que ha mantenido durante más de 5.000 años su pureza. Esto es algo que desde la propaganda norcoreana se alimenta con historietas míticas no sólo sobre sus líderes –como ya hemos visto–, sino sobre la creación de su nación:

«Como se ha visto anteriormente, la definición de Kim Jong Il de nación vale decir, que una comunidad, para ser considerada nación, debe compartir lazos sanguíneos y lingüísticos, es correcta y científica. Kim Jong Il dio una respuesta acertada a la cuestión nacional. Criticando la visión dogmática que fijó el momento de la formación de nuestra nación en el desarrollo del capitalismo, dijo: «Nuestro pueblo es una nación homogénea que ha heredado una línea de sangre, lengua y cultura en un territorio desde tiempos antiguos, y es un nación sabia con 5.000 años de historia, una brillante cultura y una tradiciones espléndidas«. La pregunta sobre la fundación de una nación es básica para llegar a la correcta definición de nación y es el punto de partida para sistematizar la historia de una nación». (Partido del Trabajo de Corea; Para la realización completa de la independencia nacional, a partir de la luz guía del General Kim Jong Il, 1997)

Esta definición de Kim Jong Il, no tiene nada que ver con la definición de los marxistas:

«Nación es una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El marxismo y la cuestión nacional, 1913)

Como era de esperar, no era muy difícil desmontar esta teoría que además se apoya en los linajes de sangre:

«La definición de Kim Jong Il de nación no difiere mucho de las opiniones místicas de los nazis basadas en la «sangre y suelo» –blut unt boden–. No hay tal cosa como una «raza» pura o un «grupo étnico» puro. Somos, en palabras de los científicos, «mestizos energéticos». La idea de que la definición de una nación se puede pensar en términos de «linaje» es ridícula y no hace sino reflejar el carácter pseudocientífico de la Idea Juche. Las ideas de Kim Jong Il de la nación son eclécticas y metafísicas. Desde luego, no reflejan la naturaleza dialéctica de las leyes objetivas que gobiernan al mundo. ¿Qué son entonces, en la mente de Kim Jong Il, Gran Bretaña, Francia y Alemania, con sus Estados multiétnicos, con sus Estados multiculturales, sin mencionar a Estados Unidos, a Canadá y a Australia? No hay muchos países que encajarían en la definición de Kim Jong Il de una nación, si aceptáramos su tesis». (Gary Howell; El Juche a la luz del marxismo-leninismo, 1997)

Era algo obvio que históricamente los marxista-leninistas no se hacían ilusiones respecto a lo que podía significar una victoria de una desviación nacionalista y derechista en sus respectivos partidos. Fijémonos como en las siguientes citas de Vulko Chervenkov contra el nacionalismo, se cumplen todos los requisitos para parecer que se está hablando del nacionalismo-burgués implícito en el «pensamiento Juche»:

1) Subestimación y desprecio de las experiencias revolucionarias que no sean nacionales, como hemos visto una y otra vez en palabras de los revisionistas coreanos sobre las experiencia de la Unión Soviética y las democracias populares de Europa del Este:

«El nacionalismo y las manifestaciones nacionalistas deben erradicarse allí donde se encuentren como una ideología hostil, ideología fascista, como el peor de los males. El nacionalismo se revela en la hostilidad hacia la Unión Soviética, en el menosprecio de sus éxitos, en la negativa a reconocer y negar la experiencia histórica universal de la gran revolución socialista de octubre de 1917 como un ejemplo y modelo para todos los obreros y trabajadores en todo el mundo, en la subestimación de la propia fuerza y éxitos, en la subestimación de la fuerza y los éxitos de los demás, en la negación de la solidaridad proletaria internacional. (...) Tenemos que romper en pedazos la concepción vil y peligrosa del camino peculiar búlgaro, peculiar hacia el socialismo, de la superioridad de nuestro camino hacia el socialismo búlgaro sobre el camino soviético». (Vulko Chervenkov; Georgi Dimitrov y la lucha contra el titoismo en Bulgaria, 1950)

2) La más que posible venta del país a una potencia imperialista, para que la dirigencia pueda mantenerse en el poder y cumplir sus objetivos nacionalistas-burgueses, como le pasó a Corea del Norte con el socialimperialismo soviético y su dependencia económica y política:

«El nacionalismo es la ideología de la traición al campo de la paz, la democracia y el socialismo, la constatación de la salida de este campamento y transferencia al campo del imperialismo». (Vulko Chervenkov; Georgi Dimitrov y la lucha contra el titoismo en Bulgaria, 1950)

3) Del fin del partido comunista, y de la instauración de un partido basado en una figura nacionalista que ordena y dispone todo:

«De la restauración, de la contrarrevolución bonapartista. Nacionalismo significa la perversión del partido en un partido burgués, en un partido contrarrevolucionario». (Vulko Chervenkov; Georgi Dimitrov y la lucha contra el titoismo en Bulgaria, 1950)

4) En la creencia de un paso pacífico, armonioso, con las clases explotadoras nacionales en un esquema de sociedad que forme un todo único patriótico sin lucha de clases, o lucha de clases suavizada considerando a los explotadores nacionales como parte del pueblo:

«De la posibilidad de que la lucha de clases sea suavizada en el periodo de transición del capitalismo al socialismo». (Vulko Chervenkov; Georgi Dimitrov y la lucha contra el titoismo en Bulgaria, 1950)» (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)

Desmontando algunos de los pseudoargumentos utilizados por los defensores de las FARC-EP; Equipo de Bitácora (M-L), 2016


«Durante muchos años los defensores de las FARC-EP se escudaron para defender todas sus desviaciones en varios «argumentos» bastante absurdos: (1) que como era un grupo que tomaba las armas era un grupo representante de la clase obrera, revolucionario, e incluso marxista-leninistas verdaderos; (2) que al tomar las armas y esto hacerles verdaderos revolucionarios y marxista-leninistas se debía perdonar las desviaciones del proceso; (3) que el tomar las armas significaba hacer mucho más que cualquier otro grupo y nosotros estaríamos señalando quizás cosas ciertas pero que suponen caer en el teoricismo estéril.

Expliquemos esto, porque aunque este debate ya carezca de sentido al parecer que las FARC-EP abandonan las armas, es importante de cara a que el lector aprenda a detectar tales pseudoargumentos en caso de que las FARC-EP retomen las armas o para no ser pillados por sorpresa ante otros grupos similares de la actualidad o el futuro:

1) Algunos esquemáticos y metafísicos piensan que si un grupo toma las armas debe de ser porque es representante de la clase obrera y que será un grupo revolucionario o que incluso solamente los marxista-leninistas se alzan en armas. Vayamos por partes: 

a) Es sabido que la clase obrera no es la única que se alanza en armas. Históricamente diferentes movimientos políticos tomaron las armas, ejemplo de ello es la burguesía cuando se alzó contra la nobleza y el feudalismo. ¿Y qué decir de los movimientos políticos representantes de la pequeña burguesía que se ha alzado en armas millones de veces, contra la nobleza, contra la burguesía, y en menor medida –pero también sucedió– contra el proletariado? Hay multitud de recientes ejemplos históricos de movimientos de la burguesía nacional o la pequeña burguesía de países coloniales o neocoloniales que luchando contra gobiernos títeres del extranjero o gobiernos colonialistas han llegado al poder. Estos movimientos, muchos de ellos, decían ser representantes de la clase obrera, revolucionarios, e incluso marxista-leninistas, otros decían tener variadas influencias entre las cuales se encontraba el marxismo-leninismo, otras que apostaban por una tercería vía –véase las corrientes del tercermundismo y el no alineamiento–, pero todos acabaron cediendo a la burguesía nacional y extranjera, sus movimientos acabaron siendo fieles garantes de la propiedad privada y la democracia burguesa –cuando no de un régimen terrorista y fascista–, todos se convirtieron en aliados y promotores de la burguesía nacional a la vez que perseguidores de las verdaderas organizaciones proletarias y sus efectivos, e incluso en el nuevo poder y gracias a la receta económica capitalista muchos de estos dirigentes burgueses y pequeño burgueses llegaron a amasar una fortuna insultante, no menor a la de los antiguos colonizadores y sus títeres locales. Ejemplos los hay por todo el globo.

b) Bien, si hablamos de movimiento revolucionario, debemos llamar así a un movimiento político que promueve una transformación cualitativa sustancial y que no pretende traficar con esas metas, ni a quién reivindica solo partes de ese programa revolucionario. Las clases sociales como la burguesía nacional o la pequeña burguesía se ha demostrado que no pueden llevar a cabo ya ni siquiera las reivindicaciones de la revoluciones burgueses de siglo anteriores: nos referimos a reivindicaciones como la libertad sindical, la eliminación del feudalismo mediante el reparto de tierras, la erradicación del analfabetismo o eliminación de la presencia de tropas extranjeras en suelo patrio. Todo ello son reivindicaciones se suelen quedarse a medias cuando estos grupos sociales lideran la revolución en los países coloniales y neocoloniales. Los comunistas han demostrado en el siglo XX que estas reivindicaciones son solucionadas de forma tajante y rápida cuando el partido de la clase obrera llega al poder, y que las usa de puente para encaminar a trabajar en la resolución de las tareas socialistas. Se ha demostrado igualmente que los grupos burgueses y pequeño burgueses trafican con estas reivindicaciones para sus fines egoístas, por tanto considerar a la ligera como revolucionarios a grupos de este cariz es un error en nuestra época: se les puede considerar revolucionarios temporalmente si cumplen con las reivindicaciones de la etapa en la teoría y la práctica, pero ni aún así son garantía de cumplir con las reivindicaciones de la etapa por su carácter no proletario, de hecho de que estos grupos cumplan estas tareas corresponde a los comunistas, por lo tanto delegar la lucha a estas organizaciones es lo mismo que renegar de la hegemonía de la clase obrera, la forma más burda de reformismo como tipificó Lenin. 

Véase un país como Venezuela, los chavistas del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) decían que el país enfrentaba tareas antifeudales, antimonopolistas, antiimperialistas, estupendo. ¿Acaso se ha solucionado algún tema de estos? Para nada, ni se ha acabado con el latifundio, ni se ha evitado el proceso de monopolización y acumulación de las riquezas en unas pocas manos, ni se ha acabado la dependencia del imperialismo y en caso de hacerlo en algunos sectores ha sido para pasar a depender de otras potencias imperialistas. No hay que caer en la demagogia de que todo es revolucionario y contentarse, hay que sopesar el carácter de cada movimiento y cada figura en su justa medida.

c) Los más inmaduros políticamente hablando, piensan que si un grupo toma las armas, automáticamente es un grupo representante de la clase obrera y su ideología: el marxismo-leninismo, sobre todo por el hecho de que actualmente no se estila la lucha armada en los movimientos políticos como antaño. Creemos que pocos pensamientos hay más ignorantes en cuanto a esto. Como ya hemos explicado la clase obrera y los marxista-leninistas no son los únicos que toman las armas, a veces la clase obrera se alza incluso en formas insurreccionales de forma espontánea o influida por otras ideologías, ni siquiera los elementos revolucionarios –más allá de su clase social– son los únicos que se alzan en armas, los contrarrevolucionarios también lo hacen por supuesto. Para discernir si los que toman las armas son marxista-leninistas o no hay que fijarse en si respetan los principios del marxismo-leninismo sobre la estrategia militar de toma de poder, ni más ni menos, y en ver si dicha violencia impulsa un programa revolucionario acorde a los principios marxista-leninistas. No es lo mismo el brazo armado de un partido marxista-leninista que el brazo amarado de una organización reformista-revisionista, que una organización guerrillera sin partido, que una banda armada terrorista, que un grupo de pistoleros anarquistas, que un ejército mercenario, que un ejército de fanáticos religiosos, que un ejército burgués. No es lo mismo el programa y fines de los marxista-leninistas que quienes usan las armas para mejoras en las condiciones de los trabajadores, que los que las usan para forzar la integración de sus líderes en unas poltronas ministeriales en el gobierno democrático-burgués, que los que pretenden instaurar un socialismo pequeño burgués, que los que ni siquiera han planteado qué hacer tras la toma de poder.

2) El hecho de tomar las armas como sabemos no significa ser representante de la clase obrera, marxista-leninista, ni siquiera revolucionario. Pero la teoría de que al ser marxista-leninistas o al menos verdaderos revolucionarios hay que perdonar ciertas desviaciones del proceso, como dando a entender que «es lo mejor que hay», es lo más patético que puede escucharse, es la teoría del «mal menor». Los verdaderos marxista-leninistas no hacemos «la vista gorda» cuando vemos que un camarada o un partido hermano incurre en un error, no aludimos a su carácter marxista-leninista para pasarle uno, dos o más errores, al revés el perdonar o ser condescendientes con las desviaciones es lo que podría hacer perder el carácter revolucionario y marxista-leninista a nuestro camarada o partido hermano, por lo que jamás transigimos con ello, lo criticamos con educación y paciencia. Del mismo modo el internacionalismo proletario está reñido con el sentimentalismo, el compadrazgo, él no permite sino que presupone la crítica a todas las variantes antimarxistas del panorama internacional, usen las armas o no;

3) Sobre la acusación de que señalar las desviaciones antimarxistas de un movimiento político que se reivindica como marxista es caer en el teoricismo, el doctrinarismo y que no ayuda a nada, es un despropósito. De lo que se deberían preocupar estos elementos es de tener el suficiente nivel ideológico como para saber discernir si las críticas emitidas tienen algo de sentido, ya que de ser ciertas, el movimiento político que está siendo criticado está usando la bandera de una doctrina a la que está ensuciando. De hecho, de lo que adolece el movimiento marxista-leninista de hoy en día es de verdaderos teóricos que analicen los movimientos locales e internacionales, históricos o presentes, pues la inoperancia predomina por doquier, y lo que prima es el seguidismo y el sentimentalismo, que muchas veces conduce a apoyar a grupos y figuras antimarxistas. Además los conocimientos teóricos son necesarios para que en la práctica de la estrategia militar de toma de poder no se caiga en desviaciones como el aventurismo o el terrorismo, o para que una organización armada que llegue al poder no sea usurpada por elementos oportunistas debido al bajo nivel teórico y que usen la victoria militar para implantar un régimen capitalista-revisionista. Hay que empezar a considerar de una vez por todas el marxismo-leninismo como una ciencia, y como dijeron los clásicos, respetarla estudiándola concienzudamente. Así que lo sentimos, pero la formación teórica no es que sea importante sino que es  primordial, y criticar las desviaciones antimarxistas no es un pasatiempo, no es un capricho, es necesidad viva, ya que si el agricultor necesita separar el trigo de la paja para un buen resultado, los marxista-leninistas necesitamos separar el marxismo-leninismo del revisionismo para que la revolución llegue a buen cauce.


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¿Por cierto ahora que las FARC-EP se integraran en la democracia burguesa colombiana que argumentos usaran sus defensores? ¿Los de una organización incrustada en el cretinismo parlamentario y de fines electoralistas? Esto es, que «no han perdido la esencia sino que se adecuan a los nuevos tiempos», que «al menos hacen algo que no sea criticar», que no votarles «es hacer el juego a la derecha y al imperialismo», de hecho ya han empezado a hacerlo. Las situaciones cambian, las excusas cambian, su esencia oportunista no, la fragilidad de sus mentiras tampoco, así que es menester que los marxista-leninistas estén atentos a estos nuevos pseudoargumentos cocinados desde la olla revisionista para defender a este movimiento antimarxista». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

Las leyes económicas fundamentales del capitalismo moderno y del socialismo; Stalin, 1952


«Sabido es que la cuestión relativa a las leyes económicas fundamentales del capitalismo y del socialismo ha sido planteada reiteradas veces en el transcurso de la discusión. A este respecto se han manifestado opiniones diversas, incluso las más fantásticas. Por cierto, la mayoría de los camaradas que han participado en la discusión ha reaccionado débilmente ante este problema, y no se ha perfilado ninguna solución. No obstante, ninguno de los camaradas ha negado la existencia de esas leyes.

¿Existe una ley económica fundamental del capitalismo? Sí, existe. ¿Qué ley es ésa?, ¿cuáles son sus rasgos característicos? La ley económica fundamental del capitalismo es una ley que no determina un aspecto aislado o unos procesos aislados del desarrollo de la producción capitalista, sino todos los aspectos y todos los procesos más importantes de ese desarrollo; por tanto, determina el fondo de la producción capitalista, su esencia.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Cristianismo; Mark Rosental y Pavel Yudin, 1940


«CRISTIANISMO. — El cristianismo es una de las religiones más extendidas. El cristianismo nació dentro de las fronteras del Imperio romano y absorbió los elementos de toda una serie de religiones orientales –el mitraísmo, el judaismo, etc.–, así como las doctrinas de los epígonos de la antigua filosofía idealista –neoplatónicos, gnósticos, estoicos, etc.–. Aplastados por la necesidad material, por la absoluta carencia de derechos y por la cruel explotación, los esclavos iban perdiendo la fe en sus esfuerzos y buscaban un consuelo en las fantásticas suposiciones sobre una vida de ultratumba, lo que preparó un suelo abonado para el brote y extensión del cristianismo que prometía a los esclavos un rápido fin del mundo y el advenimiento de la felicidad eterna, la inmortalidad personal y la nivelación de todos los hombres. Por haberse dirigido a todos los pueblos sin distinción de nacionalidad y por haber negado la liturgia, el cristianismo llegó a ser «la primera relación mundial posible». (Engels). Pero al mismo tiempo que promete la igualdad después de la muerte, el cristianismo concilia y justifica la desigualdad efectiva sobre la tierra –«la esclavitud es el castigo por los pecados»–, llama a los oprimidos a someterse al poder de los opresores y pregona el amor a los enemigos. La prédica cristiana de la sumisión ayuda a los explotadores y desvía a los explotados de la lucha de clases. Esta esencia explotadora del cristianismo, su doctrina sobre el origen divino del Poder, útil para las clases dominantes, la convirtió en el siglo IV en la religión dominante del Imperio Romano. Con la caída del régimen de la esclavitud y en el desarrollo del feudalismo, el cristianismo, en la Europa Occidental, adopto lo formo católica, y en Rusia y en algunos otros países, la forma es ortodoxa. En la Edad Media, la iglesia católica se convierte en la fuerza política más formidable. Dispone de inmensas riquezas: el jefe de la iglesia, el papa romano, pretende el dominio mundial. En su organización, la iglesia, reproduce, santificándolo, el sistema de dominación y de sumisión feudales. Habiendo sido el sostén ideológico más importante del régimen feudal, el catolicismo desempeñó un considerable papel unificador en las condiciones de la diseminación feudal de Europa. La crítica del feudalismo y la lucha contra él adquieren durante la Edad Media la forma de herejías, corrientes religiosas que discrepan del dogma imperante de la iglesia. Algunas sectas –por ejemplo, lo de los cátaros– enseñaban que todo el mundo material es el mundo del mal, derivándose de aquí la actitud negativa frente a todas las normas implantadas por el Estado. Estas concepciones reflejaban la actitud hostil espontánea de las masas hacia el régimen existente. La iglesia católica era «la síntesis y la sanción más general del régimen feudal existente. Claro está que bajo estos condiciones, todos los ataques de carácter general contra el feudalismo y, ante todo, contra la iglesia, todas las doctrinas revolucionarias, sociales y políticas, tuvieron que significar simultáneamente también la herejía teológica». (Engels). La iglesia, no pudo dejar de ver en los herejes una amenaza para su existencia, respondiéndoles con la extensión de la organización tenebrosa de la Inquisición, que perseguía con saña las manifestaciones más insignificantes del pensamiento libre y quemaba en las hogueras o miles de hombres. Lo inquisición sentenció a Galileo, quemó a Glordano Bruno y a Vanini. En el período revolucionario de la lucha contra el régimen feudal, la burguesía, naturalmente, se manifestó también contra el catolicismo, oponiéndole el cristianismo burgués, el protestantismo. Con el triunfo del capitalismo, el cristianismo se convierte en uno de los instrumentos de lucha contra la clase obrera, sobre la que ejerce su influencia mediante el llamado socialismo cristiano, cuyo objetivo consiste en desviar a las masas trabajadoras de la lucha de clases bajo la consigna falsa de la paz de clases entre los capitalistas y los obreros. En la Rusia zarista, la iglesia ortodoxa era el sostén del zarismo y de la reacción, y luchaba activamente contra el movimiento revolucionario. Después del triunfo de lo Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917, la Iglesia, junto con la burguesía, ayudó a la intervención Imperialista contra la Unión Soviética. En la Unión Soviética, con la destrucción de lo explotación y la construcción del socialismo, fueron destruidos también los fundamentos de la religión. Ante los trabajadores de la Unión Soviética se plantea ahora la tarea de liquidar los prejuicios religiosos, considerados como una de las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los hombres». (Mark Rosental y Pavel YudinDiccionario filosófico marxista1940)

viernes, 23 de diciembre de 2016

Base y superestructura; Mark Rosental y Pavel Yudin, 1940


«BASE Y SUPERESTRUCTURA. — El modo de producción, es decir, las fuerzas productivas y sus correspondientes relaciones de producción, forman la base –la estructura– económica de la sociedad sobre la que se levanta el sistema de superestructuras: el régimen y las instituciones políticas, así como las formado la conciencia social: moral, ciencia, religión, filosofía, etc. «Según sean las condiciones de existencia de la sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus ideas, sus teorías, sus concepciones e instituciones políticas». (Stalin). Las superestructuras están vinculadas con la base ya directamente –por ejemplo, las superestructuras políticas–, o por una serie de eslabones intermedios –como las superestructuras ideológicas; la moral, la ciencia, la religión, etc.–. Por surgir de una determinada base económica, las superestructuras adquieren con relación a ella una relativa autonomía. Así, por ejemplo, cada sabio, escritor, artista, al crear sus obras, refleja en ellas las condiciones de su época. Pero toma como punto de partida el material ideológico acumulado por sus predecesores y continúa desarrollándolo, en virtud de lo cual se crea también la sucesión en el desarrollo de la ciencia, del arte, da la filosofía, etc. Con el cambio de la base económica se transforman también, más o menos rápidamente, todas las superestructuras. En la lucha política e ideológica se reflejan las condiciones económicas de la vida social. Pero las superestructuras, determinadas directa o indirectamente por la base económica, no son, como piensan los economistas vulgares, un resultado pasivo de la economía, ni ésta constituye, ni mucho menos, la única fuerza activa en la evolución de la sociedad. Las superestructuras ejercen una influencia sobre la base, aceleran o frenan el desarrollo de la sociedad. Por consiguiente, la superestructura política desempeña en este caso un papel reaccionario activo. Al conquistar el poder político, el proletariado suprime la propiedad privada burguesa –que impide el desarrollo de las fuerzas productivas– y encamina las pequeñas economías campesinas por la senda de la economía colectiva, socialista. En lugar de la propiedad privada, se establece la propiedad colectiva sobre los medios de producción. El Estado proletario crea de esta manera una posibilidad ilimitada para el desenvolvimiento de las fuerzas productivas, dando un claro ejemplo del papel revolucionario activo que la superestructura política está desempeñando en el desarrollo de la sociedad, de su economía y de sus fuerzas productivas. La consolidación del Estado socialista de los obreros y campesinos, la posesión de la teoría marxista leninista y la educación comunista de los trabajadores, constituyen en la Unión Soviética las condiciones más importantes para el éxito del tránsito paulatino ya iniciado hacia la fase superior del comunismo». (Mark Rosental y Pavel YudinDiccionario filosófico marxista1940)

miércoles, 21 de diciembre de 2016

La no populización de la línea del partido, la no publicación de los documentos históricos; características comunes de las organizaciones revisionistas


«Segundo. Otro de los rasgos que caracterizan a esta peculiar organización es la de no publicar los documentos de su partido: ni las tesis de sus plenos, congresos, ni nada importante sobre su línea, prueba de ello es que a día de hoy no tenemos los documentos del último IIIº «Congreso» de abril de 2015, ni de los anteriores, lo que indica que estos actos son reuniones donde prima el formalismo. Ellos argumentan que la no publicación de sus documentos es debido ¡«a cuestiones de seguridad»!, algo bastante estúpido ya que mientras afirman esto son conocidos por colgar fotos de su «Comité Central» en su página oficial, e incluso por actos como subir las fotos de actos «políticos» a las respectivas cuentas oficiales de cada integrante, con los que pueden ser identificados fácilmente sus cabecillas, por lo tanto la privacidad de sus «militantes» es nula, y sus excusas bastante malas. Además, ¿qué «riesgo a la seguridad» supone para una organización publicar su programa económico o su análisis de la economía internacional actual –o cualquier otra cuestión que un partido debe tocar–? Ninguno, por lo que todo esto son excusas para justificar su inoperancia en cuestiones de peso.

Hay que tener en cuenta que como hemos dicho, muchas organizaciones realizan esta práctica de ocultamiento de los materiales pasados y presentes de la organización por el miedo a que se critique su falta de posicionamiento o por temor al ridículo por falta de formación a la hora de opinar en diversos temas importantes. 

Tercero. De igual modo, actos como colgar breves mensajes de solidaridad con causas lícitas, realizar pintadas y subir su revista «De acero» de forma esporádica –siete números en más de tres años de existencia (!)– con breves articulillos diciendo severas obviedades –cuando no incurriendo en errores teóricos– no está mal, pero no es suficiente para dar a conocer la línea de un partido, y por supuesto no supone una práctica de trabajo de masas. Ellos creen fervientemente que con tener lo que llaman «escuelas de formación» para militantes y simpatizantes están realizando una elevación del nivel ideológico e incluso un «trabajo de masas» –como si los partiduchos con militantes sin apenas formación ideológica y nula influencia entre los trabajadores no hicieran esto mismo entre sus amiguetes de secta–, pero no entienden o no quieren entender que... precisamente debido a las características de su organización –la no popularización de su línea– y sus líderes –que carecen de conocimientos teóricos y de espíritu crítico– quienes imparten estas clases lo hacen desde un punto de vista formal y doctrinarista, cuando no cometiendo verdaderos atentados contra los principios marxista-leninistas cuando se aventuran a decir algo que se sale de sus limitados conocimientos, y en lo único que redunda en crear una mentalidad a la militancia de sumisión a la ideología ecléctica y oportunista de la dirigencia fuera de todo análisis crítico: de ahí que los propios enunciados que la dirigencia enumera y en la práctica incumple apenas puedan ser detectados por una militancia bajo este ambiente o que se acepte concepciones y tesis revisionistas acuñadas por los líderes como principios marxista-leninistas sin saber que se está apoyando una distorsión del marxismo-leninismo.  

Afortunadamente este tipo de «formación» crea contradicciones de todo tipo que pueden ser fácilmente vislumbradas si se está ojo avizor: 1) Hay una dirigencia como la de RC que afirma: «nuestro partido lucha contra el maoísmo» y luego organiza actos con otras organizaciones maoístas –como Odio de Clase– en favor de otros maoístas del extranjero –naxalitas–, segundo, ver cómo sus teóricos pueden charlar en contra «de los peligros del maoísmo nacional» –como el PCE (r)–, pero a la vez pueden ser vistos como tejen alianzas con otras ramas maoístas nacionales o directamente como RC milita en la ICOR –una internacional de partidos maoístas–; 2) Una dirigencia que puede engañar temporalmente en sus círculos cerrados a su militancia y simpatizantes, pero cuando ésta por fin investiga por sí misma y contrasta las supuestas tesis y actitudes marxista-leninistas que la dirigencia les ha inoculado, con la teoría de los clásicos del marxismo-leninismo y la realidad histórica y presente, acaban fácilmente por desencantarse y despertar del largo letargo. Esto supone el hecho que los partidos revisionistas debido a su inconsistencia en unos principios claros caven su propia tumba. Por ello Enver Hoxha dijo que el revisionismo es disolvente. Esto como decimos sucede ya que sus jefes bien adoptando la táctica de influir a través su fraseología pseudomarxista –vacía de contenido en la práctica– o su intento de hacer pasar como marxista-leninistas sus tesis y actitudes revisionistas particulares, crean –quieran o no– contradicciones indisolubles tanto frente a los revolucionarios y marxista-leninistas con un mínimo de conocimientos y honestidad que les observan desde la distancia y lo denuncian, como con los militantes y simpatizantes –con un mínimo de espíritu crítico– del partido que se den cuenta de estas incoherencias, reaccionan y no se dejen engañar y ser manipulados por más tiempo. 

Cualquiera sabe que un partido marxista-leninista no puede pretender que las masas trabajadoras vengan sin más a la sede de tu partido a afiliarse, o que empiecen a interesarse y simpatizar con la línea del partido, menos con todo el halo de presión ideológica anticomunista que ejerce la burguesía. El partido marxista-leninista necesita propagar a viva voz el programa de la organización comunista, necesita populizarlo no solo entre la clase obrera, sino entre el resto de masas trabajadoras, debe asegurarse de que sus tesis lleguen a oídos no solamente de los marxista-leninistas o simpatizantes del marxismo-leninismo, sino hasta el último trabajador idiotizado y paralizado por la ideología burguesa, de hecho debemos reconocer que en plena era de las nuevas tecnologías, con los avances que se han logrado que permiten la difusión de la teoría marxista-leninista, no poner a disposición de las masas la línea de tu partido y un material básico de formación marxista-leninista equivale a demostrar una mayor preocupación en otras cuestiones que en conectar y educar a las masas, es decir, es dejar de lado la primera responsabilidad de una vanguardia proletaria.

Cuarto, como comprobamos, este hecho –el plagio de obras– denota una clara debilidad en la formación teórica, una falta de creatividad, falta de ética y escrúpulos, además de sed de reconocimiento personal. Pero además la negativa a reconocer sus errores, solo significa una falta de moral comunista. Una arrogancia que refleja la falta de madurez para reconocer error de uno o varios líderes de la agrupación, y que ahora que se ha hecho público se convierte en error que afecta a toda su organización, es decir, este estúpido orgullo lleva a que un error claramente evidente a ojos de todos perjudique a todo el colectivo. Por ello se puede concluir que su acto de plagio y después su negativa a reconocer tal acto, es un reflejo de una moral y forma de vida burguesa: donde se comete un error debido a su concepción de vida de aprovecharse del esfuerzo de los demás con esperanza de que tal acto no sea detectado, y ante la denuncia del delito, se adopta unas posiciones histéricas, arrogantes y hasta violentas. 

Con el plagio, se pretende responder a las exigencias de la militancia y simpatizantes –que entre otras cosas acudían a nosotros en busca de obras que tocasen los temas que su organización no tocaba–, por ello estas prácticas de plagio han sido puestas en marcha para poder decir a militantes y simpatizantes «ya expusimos nuestra posición sobre ese tema», así como para poder elevar el culto a sus líderes como eminentes teóricos –aunque en realidad sus obras más «importantes» y extensas, sean plagios–.

(...)

Quizás –sólo quizás– sus jefes, y la militancia, deberían plantearse que su organización malgaste menos tiempo en llenar de graffitis y pegatinas las ciudades con eslóganes infantiles y subirlo a las redes sociales, en engalanar todos sus actos de pomposa simbología comunista –que al fin y al cabo no demuestra nada–, en llevar lo último de lo último de la moda «red skinhead» –cultura que nada tiene que ver con la proletaria, siendo una mezcla ecléctica de formas de vida e ideologías pequeño burguesas– para lucir todos a juego en sus desfiles, etc. y... puede que en cambio debieran implantar más disciplina y exigir el invertir más energías en formarse ideológicamente individualmente –que es el principal medio de formación, en expandir más libros de los clásicos del marxismo-leninismo y de los referentes nacionales –y no de figuras y organizaciones ajenas al marxismo–, en organizar más planes de estudio colectivo más más eficaces –sin formalismos y con cuadros verdaderamente formados que no desorienten a los militantes–, en verificar si los cuadros han asimilado lo estudiado de forma autodidacta o lo impartido en los planes de estudio colectivo y si lo saben aplicar –si tiene alguna utilidad práctica, en popularizar su línea a las masas –y no entre sus conocidos. De esto modo podrían tener sus propios teóricos y sus PROPIAS obras, no tener que caer en estas desviaciones típicas de aparatos y sujetos oportunistas». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Por qué los de Reconstrucción Comunista (RC) nos copian las obras?, 18 de octubre de 2016)

Anotación de Bitácora (M-L):

Otro ejemplo de partido político revisionista de escasa influencia conocido por la no publicación de sus documentos históricos es el PCE (m-l), al cual denunciamos por no querer publicar las obras de los dirigentes a los cuales decían reivindicar:

«Que no se preocupen más los jerifantes oportunistas del refundado y actual Partido Comunista de España (marxista-leninista) [PCE (m-l)], que ya tenemos en nuestras manos parte de las obras de Elena Ódena, para poder difundirlas. Comunicamos esto, ya que no han tenido la decencia de proporcionarnos, y de ni tan siquiera mostrarnos una sola obra escrita de Elena Ódena –pese a nuestro intento de ponernos en contacto con sus medios oficiales, militantes y simpatizantes para facilitarnos tales obras–, por lo que ya nos hemos encargado nosotros por otros medios de conseguir una edición física del Tomo I de sus Escritos Políticos. Que ya que tampoco han tenido las ganas ni la preocupación de promover las obras teóricas de esta revolucionaria y marxista-leninista, desde Bitácora (M-L) nos encargaremos de tal menester en cuanto saquemos a la luz. (...) A diferencia del actual PCE (m-l), Elena Ódena promovía la publicación y popularización de los documentos del partido; el actual PCE (m-l) tiene la casual «manía» de esconder la mayoría de informes de sus plenos o de sus congresos así como sus resoluciones, existiendo solo contados documentos desde su fundación en 2006, aplicando la máxima cobarde de muchos partidos revisionistas de: «cuanto menos se publique menos podrán criticarnos...». (Equipo de Bitácora (M-L); Sobre la adquisición de las obras de Elena Ódena, 13 de enero de 2015)

lunes, 19 de diciembre de 2016

La estrategia de la toma de poder errada y sus métodos aventureros, terroristas y antipopulares; Equipo de Bitácora (M-L), 2016


«Las FARC-EP al no haber sido jamás un grupo marxista-leninista, no podían tener sino una visión de la toma de poder errada. Su nacimiento fue el de una guerrilla de origen campesino, pequeño burgués, y eso atrajo a todo tipo de corrientes afines.

Pese a sus particularidades la estrategia fundamental que han seguido es la llamada Guerra Popular Prolongada (GPP) del revisionismo chino. ¿Qué fenómenos se pueden observar en la famosa «GPP»?:

1) Se relega a la ciudad a ser en la práctica mero espectador de los acontecimientos o en el mejor de los casos el furgón de cola de los acontecimientos de pugna por el poder, que se desarrollarían según el maoísmo en zonas más favorables para la guerrilla como la montaña, la selva o el campo;

2) La guerrilla controla toda la actividad política, económica y cultural de las regiones liberadas inclusive por encima del partido –en este caso ni siquiera se llegó a crear un partido ni se puso bajo órdenes de ninguno existente más allá de declaraciones de simpatía y acuerdos ideológicos con el Partido Comunista Colombiano (PCC)–;

3) Se apela a que en sus movimientos defensivos iniciales, las masas se sumen a la revolución a partir de sus acciones, esperando que este destacamento de «héroes» guerrilleros cree la chispa que «prenda toda la pradera» y haga participar a toda la población con sus acciones;

4) Se nota el carácter putschista y voluntarista de la toma de poder en que un destacamento armado actúa unilateralmente en una zona, el campo, la selva o la montaña, relegando a un sector económico y social tan importante como la ciudad a merced de la reacción, a la clase más avanzada la clase obrera al aislamiento;

5) Se niegan las condiciones objetivas y subjetivas de cada revolución imponiendo el dogma de que la revolución será larga y prolongada; se niega que según el desarrollo particular de la revolución en cada país esta puede ser una acción súbita y rápida o una pugna prolongada;

6) A esto se suma la visión de que se ha de realizar el «cerco de las ciudades desde el campo» también se tiene que dar a escala universal, que la revolución transitará de los países agro-industriales a los países desarrollados industrializados. Esto hará que en esta época toda organización que siga los lineamientos del tercermundismo se bañe de este esquema geopolítico y bajo un halo de subjetivismo y aventurismo promueva que todas las organizaciones de los países subdesarrollados tengan que iniciar sí o sí una «GPP» sin tener en cuenta el estado de las cosas ni el estado de ánimo de las masas;

En la propaganda de las FARC-EP, en especial desde los 80 intentó pasar de un movimiento guerrillero a un Ejército Regular, así como a intentar articular tras de sí un movimiento político legal que apoyase al movimiento armado. Con estos nuevos rasgos sus seguidores han venido diciendo que las FARC-EP intentaron e intentan desarrollar un trabajo de masas en la ciudad:

«La decisión de crear el Ejército Revolucionario se liga al planteamiento estratégico que define el despliegue de la fuerza, el centro del despliegue estratégico, allí donde en Colombia se están dando las contradicciones fundamentales, colaterales y accesorias de la sociedad y que en este momento se ubican en las grandes ciudades del país. En estas condiciones el trabajo urbano adquiere categoría estratégica. Hay que pasar a la organización de una estructura organizacional de tipo militar en las ciudades que posibilite en conjunto con otras organizaciones revolucionarias la conducción de las acciones insurreccionales que necesariamente han de darse como consecuencia de la gran colisión de clases en su lucha por el poder. En este sentido se hace vital un estudio profundo de las realidades sociales y políticas de la actualidad, para lo cual han de reunirse el Secretariado Nacional y el Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP, para que luego designen mecanismos idóneos que con un plan nacional de trabajo concreto dirijan y controlen la actividad de los militantes en dirección a darnos una fuerte organización urbana con los elementos técnicos necesarios». (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP); Conclusiones generales de la VIIº Conferencia Nacional de las FARC-EP, 1982)

Actualmente y desde hace años no es que no existan unidades militares apoyando en la ciudad, es que las FARC-EP han carecido de apoyo práctico de cualquier tipo en la ciudad. Los intentos de Jaime Bateman en 1970 o de Javier Delgado en 1982 acabaron en sendos fracasos y suspensión de los planes organizados, y finalizó con la disputa de ambos con la dirección de la guerrilla y la consecuente expulsión y persecución de sus seguidores, lo que indica el poco interés real en prestar atención a esta cuestión. Las declaraciones de las FARC-EP en el sentido de poner la atención al trabajo con las masas de las ciudad en sus documentos por tanto no significa ni que: (1) se haya trabajo lo suficiente parar ganarse a las masas de la ciudad; (2) ni que haya existido una labor de persuasión y concienciación de las masas trabajadoras que diera una remota posibilidad de nivel insurreccional en las ciudades. Todo lo contrario. Significa un apoyo nulo de las masas de la ciudad y que no se ha pasado del mero formalismo de una declaración, de hecho guerrillas como el M-19 o el EPL si han tenido en cambio notable presencia en los núcleos urbanos durante diferentes periodos, pero en las FARC-EP no es el caso, y existen numerosos estudios tanto de detractores como de seguidores que confirma esto, por lo que no merece la pena extendernos más. Precisamente la falta de apoyo en la ciudad de las FARC-EP nos lleva al siguiente punto a analizar.

Nos referimos sin duda a las FARC-EP y su extensión de métodos de financiación y métodos de terror individual sin conexión con las masas trabajadoras como: secuestros, bombas en sitios públicos, asesinatos selectivos, coches-bomba en la calle, reclutamiento forzoso de menores, tráfico de drogas, comandos suicidas, etc:

«Concentraron sus Frentes particularmente en zonas cocaleras, en donde comenzaron a recibir los beneficios económicos de la tributación sobre el cultivo y el comercio de la hoja de coca. El hecho de que apelaran a ese recurso condujo a los primeros debates sobre el grado de involucramiento de las guerrillas en esa actividad y al surgimiento de calificativos que le negaban perspectivas políticas a la insurgencia. La expansión de la guerrilla estuvo acompañada de un relativo incremento de acciones como el secuestro y la extorsión. (...) Asimismo incrementaron los sabotajes y las acciones terroristas en las ciudades, empezando por los misiles artesanales lanzados durante la posesión presidencial de Uribe Vélez –7 de agosto del 2002–, el atentado contra el club El Nogal –7 de febrero del 2003– y continuando con la activación de artefactos explosivos en otros lugares del país, que tenían como blanco principal a la Fuerza Pública. (...) Los ataques contra la fuerza pública han sido ejecutados por distintos medios, desde emboscadas, combates, saboteos y francotiradores, hasta el lanzamiento de explosivos artesanales y la instalación de minas antipersonal. Al igual que otros actores armados, las FARC usaron como estrategia el ataque a civiles, destacándose por la práctica de secuestros, atentados terroristas, homicidios selectivos y reclutamientos forzados. Colateralmente afectaron a civiles en los ataques e incursiones a poblaciones, particularmente cuando se lanzaban explosivos contra estaciones de policía o bienes públicos, al igual que con la instalación de campos minados para proteger algunos de sus territorios o las siembras de cultivos ilícitos.». (Centro nacional de memoria histórica; Guerrilla y población civil; Trayectoria de las FARC-EP 1949-2013, 2014)

Estos métodos terroristas no tienen nada que envidiar a los métodos de utilizados por otras organizaciones conocidas por su salvajismo contra los civiles. Hablamos desde las Brigadas Rojas, las RAF, los GRAPO, ETA y otros grupos que puedan ser afines o similar a su estética e ideología dentro de los límites de su eclecticismo claro. Aunque también, y aunque a muchos de sus seguidores les pueda doler la comparativa, también sus métodos son de similar naturaleza a los usados por grupos como Al Qaeda, Frente al Nusra, Al Shabaab, Boko Haram, los Talibanes, el Estado Islámico, e incluso las Autodefensas Unidas de Colombia.

En Latinoamérica muchos grupos han seguido la estela de las FARC-EP. Un ejemplo aunque les duela a algunos de sus seguidores es el caso de Sendero Luminoso en el Perú, esta guerrilla maoísta seguía la estrategia de la «GPP» igual que las FARC-EP y si cabe de modo más riguroso, también practicaba los métodos terroristas y también reducía su trabajo en la ciudad a intentar crear células en las universidades y a recalar algún apoyo en los sindicatos, pero por supuesto basando su mayor acción a atentar en centros públicos de las urbes. Entiéndase pues la influencia de las FARC-EP en las guerrillas, bandas armadas y demás de América.

No merece la pena por tanto extendernos en la refutación de la estrategia de la «GPP» ni en los métodos terroristas de las FARC-EP pues son temas en los que ya hemos ahondado en otros documentos hablando de otras organizaciones. Sobra decir que estos métodos no son exclusivos de las FARC-EP en Colombia, pues otras guerrillas como el Ejército Popular de Liberación (ELP), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) o el Movimiento 19 de abril (M19) cometieron o cometen estas desviaciones. El lector debe tenerlo en cuenta de ahora en adelante cuando toquemos a propósito otras guerrillas.

Como conclusión a este tema, diremos que un verdadero grupo marxista-leninista:

1) Debe crear un partido comunista basado en el centralismo democrático que comandase a la guerrilla y otros cuerpos militares, no dejar actuar a la guerrilla al libre albedrio bajo un «régimen cuartelario» de ordeno y mando, donde todos los puestos importantes y órdenes son elegidos desde una camarilla sin posibilidad de crítica ni revocación;

2) Debe saber y dejar claro que la clase obrera es la clase que hegemoniza la revolución –que hubiera acabado con las ideas de que el campesinado es la vanguardia de la revolución y el campo la única área importante de actuación–;

3) Debe cerrar filas y prohibir el fraccionalismo –y eso hubiera incluido los brazos militares y las tendencias secesionistas–;

4) Debe tener unidad ideológica que incluyera una educación marxista-leninista como elemento esencial para la derrota en el interior de la organización de teorías revisionistas, incluyendo las teorías militares como el foquismo o la «GPP». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

La triste realidad del centralismo burocrático del revisionismo coreano; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«A todo esto, ¿cómo se organiza el Partido del Trabajo de Corea? ¡Por supuesto ellos dicen que bajo el centralismo democrático! Ahora, ¿qué peculiaridades tiene este «centralismo democrático»? Veamos:

¿Cómo podríamos resumir qué es el centralismo democrático como método organizativo en un partido comunista para el lector novel? De tal forma:

«El principio esencial sobre el que se edifica un partido revolucionario, un partido marxista-leninista, es el del centralismo democrático. Centralismo democrático significa: (1) Todos los órganos dirigentes del partido se eligen democráticamente de abajo arriba y no son nombrados o cooptados. (2) Los órganos dirigentes tienen la obligación de rendir cuentas periódicamente de su actividad ante los miembros que los han elegido y de crear todas las posibilidades para que no se obstaculice la participación de estos miembros en los debates y en la adopción de las decisiones. (3) El centralismo exige necesariamente una disciplina férrea, pero consciente, de manera que la minoría se someta a la mayoría. La disciplina férrea implica necesariamente la discusión, la confrontación de opiniones. (4) Las decisiones de los órganos superiores del partido son obligatorias para los órganos inferiores». (Enver Hoxha; Informe presentado ante la Conferencia de activistas del partido de Tirana sobre los análisis y las conclusiones del XIº Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Albania, 1948)

Pero los revisionistas, y en general, todos los movimientos pseudomarxistas, han negado el centralismo democrático, apostando por: (1) métodos organizativos socialdemócratas, anarquistas, en fin liberales; ó (2) alabando el centralismo democrático y actuando en su nombre para usurparlo y distorsionarlo para finalmente reemplazarlo por el centralismo burocrático.

En el caso del revisionismo coreano, copia la segunda variante que hemos comentado, la conocida sobre todo por el revisionismo soviético, que es la de hablar en nombre del respeto y aceptación del centralismo democrático para aplicar en la práctica el centralismo burocrático que convierte al partido en un régimen guerrillero, sin democracia interna; veamos:

«Los revisionistas modernos que están en el poder, encabezados por los revisionistas soviéticos, hablan mucho acerca de la democracia dentro del partido y se jactan de que aplican los principios leninistas sobre el partido. Pero esto está lejos de la verdad. En esos partidos, el centralismo democrático se ha transformado en el centralismo burocrático. Los miembros del partido que se oponen a su línea y la política antiproletaria son sometidos a represalias, el destierro y la cárcel. La línea de los partidos revisionistas no es el fruto de la participación de la masa de los miembros del partido y las clases trabajadoras, sino el trabajo de las camarillas gobernantes. La disciplina del partido se ha convertido en una disciplina mecánica y la masa de los miembros del partido se someten a las decisiones de la dirección desde el miedo». (Petro Ciruna y Pandi Tase; La degeneración organizativa de los partidos revisionistas y sus consecuencias, 1978)

De una forma u otra, todos los partidos revisionistas, usan una de las dos versiones contrarias al centralismo democrático, a veces combinando sus dos antítesis. Es sabido que muchos partidos por ejemplo usan métodos de descentralización en el partido, que no somete a los órganos superiores o inferiores a ninguna supervisión ni crítica, y a la vez usan métodos de expulsión a quién ejerza su derecho de crítica sobre la dirigencia, por lo general pues, estos síntomas de degeneración de una variante u otra suelen estar interconectados y suelen ser visibles en los partidos revisionistas. El fin de estas formas de organización no marxista es legitimar a la dirigencia. El revisionismo chino por citar un ejemplo, es un partido que según en qué época, Mao Zedong y Chou En-lai utilizaban una táctica u otra; o bien permitían y se unían bajo una «unidad socialdemócratas» con miembros y facciones del partido que eran conocidos por su derechismo o izquierdismo –la existencia de estas facciones y líneas dentro del partido ya dice mucho de su organización no marxista-leninista– si es que les convenía en esa ocasión para aprobar su propia línea o por estar en inferioridad momentánea, o bien sacaban el «bastón de mando» y reprimían a otros miembros o facciones revisionistas o revolucionarias que se atrevieran a juzgar su línea si en ese justo momento se veían amenazados o veían que podían deshacerse de ellos sin peligro de perder el poder en el intento. En el caso del revisionismo coreano, se adaptaron más bien al modelo de partido del revisionismo soviético o el revisionismo yugoslavo, nos referimos de nuevo a partidos en donde la táctica «bastón de mando» y reprimir cualquier manifestación contraria a la dirección de miembros revisionistas o miembros revolucionarios era lo común y primaba más que el «regateo» entre miembros y facciones del partido para lograr una «unidad» formal que mantuviera la línea oficial presente, como podría ser más común en el revisionismo chino o el revisionismo eurocomunista:

«En estos partidos se habla profusamente del centralismo democrático, pero éste ha dejado de ser leninista; se habla de crítica y autocrítica «bolcheviques», pero ya no son bolcheviques; se habla de disciplina de partido, pero ya no es una disciplina leninista, sino fascista; se habla de moral proletaria, pero la moral es burguesa, antiproletaria, antimarxista; se habla de libre expresión de opiniones en el seno del parido respecto a cualquier problema o persona, pero la libre expresión de opiniones, ateniéndose al espíritu de partido, al espíritu proletario, conduce a la cárcel o a los campos de concentración; y así sucesivamente con todas las normas verdaderamente leninistas del partido. Así pues, las normas oficiales, independientemente de las máscaras, son antileninistas, burguesas, reaccionarias, fascistas. Semejante desviación de las normas leninistas, que constituyen la fuerza del partido en tanto que férrea organización de vanguardia del proletariado, para adoptar normas revisionistas, es el peor de los males para un partido marxista-leninista, es un terrible instrumento para la degeneración del partido, para su desintegración, para su total abandono del histórico papel de transformar la sociedad». (Enver Hoxha; La clase obrera de los países revisionistas debe lanzarse al campo de batalla para restablecer la dictadura del proletariado, 24 de marzo de 1968)

Otra de las características de los partidos revisionistas donde la democracia interna es inexistente es la poca regularidad con que sus órganos se reúnen para rendir cuentas de su trabajo. Algo más común en los partidos de corte liberal como decíamos al inicio. No hay que ignorar ni los métodos de brutal represión como los de los brézhnevistas o titoistas, pero tampoco los métodos que dejan al partido y sus normas en un estado cadáver y no permiten a la militancia ejercer sus derechos como militante y garantizar la propia integridad revolucionaria del partido. En estos métodos se aseguran que la camarilla gobernante no tenga que rendir cuentas regularmente ante los órganos del partido y sus miembros. En el revisionismo chino era bastante normal que hubiera largos periodos entre convocatoria del Comité Central o los Congresos del partido:

«Es un hecho que el último congreso del Partido Comunista de China se celebró hace 10 años y el nuevo plan quinquenal está pasando sin ser analizado por un congreso. Esto es anormal, irregular, una violación de los estatutos y por lo que podemos juzgar desde el exterior no han existido razones objetivas que impidieran su celebración. Eso no es algo simplemente organizativo, sino en primer lugar de principios: la dirección máxima del partido, ni toma decisiones ni se le rinden cuentas, es decir no se le consulta. ¿Por qué? Eso no podemos saberlo, pero podemos afirmar que se trata de una violación muy seria y de aquí pueden derivarse muchas cosas peligrosas. Bien el congreso, ¿pero el pleno del Comité Central? ¡Cuatro años sin reunirse! ¿Cómo es posible? Los hechos son los hechos. Se ha hecho caso omiso de las principales instancias del partido. ¿Cómo han sido juzgadas las cosas, con unanimidad o no? ¿Correcta o incorrectamente? Eso no podemos decirlo, nada podemos decir porque no sabemos, pero sí afirmamos que eso es irregular, ilegal, inadmisible, condenable y acarrea graves y peligrosas consecuencias para el partido y el país. En ningún partido marxista-leninista se puede encontrar semejante práctica. ¿Qué ha movido a los camaradas chinos a violar los reglamentos más elementales y más vitales para el partido? Podemos imaginar muchas cosas». (Enver Hoxha; Algunas opiniones previas sobre la «revolución cultural proletaria» china, 14 de octubre de 1966)

El Partido del Trabajo de Corea entre sus deficiencias también es conocido por seguir estas irregularidades internas:

«El Partido del Trabajo de Corea es la fuerza principal en la República Popular Democrática de Corea como reconoce la actual constitución. (...) Su órgano supremo es el Congreso Nacional del Partido, que se supone que se realiza cada cinco años, pero que en realidad se ha reunido seis veces desde 1948. El VIº Congreso del Partido del Trabajo de Corea de 1980, fue el primero desde hacía 10 años, y –sin dar explicaciones creíbles– ningún otro congreso se ha celebrado desde entonces. Uno puede preguntarse cómo puede funcionar el centralismo democrático en un partido que no ha convocado su órgano de decisión más alto desde hace 19 años». (Norberto Steinmayr; ¡Larga vida a la reunificación e independencia coreana! ¡Abajo el revisionismo coreano!, 1999)

La inevitabilidad de las guerras entre los países capitalistas; Stalin, 1952


«Algunos camaradas afirman que, debido al desarrollo de nuevas condiciones internacionales después de la segunda guerra mundial, las guerras entre los países capitalistas han dejado de ser inevitables. Consideran esos camaradas que las contradicciones entre el campo del socialismo y el campo del capitalismo son más fuertes que las contradicciones entre los países capitalistas; que los Estados Unidos dominan lo bastante a los demás países capitalistas para no dejarles combatir entre sí y debilitarse mutuamente; que los hombres más inteligentes del capitalismo han sido lo bastante aleccionados por la experiencia de las dos guerras mundiales –guerras que han causado serios perjuicios a todo el mundo capitalista– para no permitirse arrastrar de nuevo a los países capitalistas a una guerra entre sí; y que, en virtud de todo eso, las guerras entre los países capitalistas han dejado de ser inevitables.

Esos camaradas se equivocan. Ven los fenómenos exteriores, que aparecen en la superficie, pero no advierten las fuerzas de fondo que, si por el momento actúan imperceptiblemente, serán, en fin de cuentas, las que determinen el desarrollo de los acontecimientos.

jueves, 15 de diciembre de 2016

El clásico caso de organización de guerrilla espontánea, ecléctica y con fraccionalismos; Equipo de Bitácora (M-L), 2016


«Las FARC-EP es pues un ejemplo clásico de guerrilla que nace de forma espontánea sin organización ni ideología clara y que niega la necesidad del partido comunista bajo la ideología marxista-leninista y sus normas organizativas:

«Otros ideólogos de la «nueva izquierda» en Latinoamérica y Europa van aún más lejos. Ellos argumentan que sería necesario traer la conciencia socialista en la clase obrera y las masas trabajadoras. Pensarían hacer esto en base a que el papel de vanguardia podría ser jugado por una «minoría activa» que aparecería como «fermento» de la revolución. Afirman que la conciencia y la organización surgen espontáneamente en la batalla. Rechazan la necesidad de un partido de vanguardia, su rol y los principios leninistas en los que se estructura. (...) Este punto de vista de los adoradores de la espontaneidad en realidad también tiene algunos representantes de las fuerzas de «izquierda», ya que cualesquiera que sean sus intenciones subjetivas también tienen como objetivos la espontaneidad. Estos niegan la necesidad de la teoría de la conciencia científica, se levantan contra la tesis de Lenin de que sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario, niegan el papel de la vanguardia que está armada con la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo, no creen que sea necesario dar programas políticos claros y una estrategia y táctica científica. Dado según ellos solamente importa que comience la revolución y llevarla a cabo. Que lo impulse un partido marxista-leninista u otra fuerza es indiferente para ellos, carece de importancia. Las revoluciones, dicen ellos, se llevaran a cabo por un partido revolucionario o sin el. Significa que no debería haber una ecuación matemática que implique que la vanguardia es el partido marxista-leninista, que la guerrilla puede ser el germen del partido, que el ejército popular constituye el núcleo del partido, y no al revés, etc». (Foto Çami; Los factores objetivos y subjetivos de la revolución, 1973)

Algo que obviamente va en contra de la concienciación de las masas, de su lucha económica, de su movilización militar, de la necesidad de un órgano como el partido proletario basado en su ciencia marxista-leninismo que dota de forma de organización e ideología y programa revolucionario de acción concreto para luchar por sus fines:

«A partir de las condiciones objetivas o de la propia lucha revolucionaria se crea un cierto grado de concienciación revolucionaria socialista, esta toma de conciencia es denominada por Lenin como conciencia tradeunionista. Pero el alto grado de conciencia socialista no se forma por sí misma, de manera espontánea, sino sólo por la ciencia marxista-leninista. Esta ciencia es asimilada por la parte más avanzada de la clase que se organiza en el partido del proletariado, pasando a educar luego a toda la clase, estableciendo las metas y aspiraciones revolucionarias y mostrando claramente la forma correcta para lograr estos objetivos, dirigiéndolos en su lucha histórica. El partido es esencial, no sólo para que la conciencia socialista sea transmitida a la clase obrera y las masas trabajadoras y sus acciones estén coordinadas. Es el personal teórico, político, y práctico en todos los campos: en la política, en la ideología, en la economía y en lo militar. Negar el rol dirigente del partido, significa dejar la clase obrera desarmada frente a la burguesía y la reacción. La historia no conoce de ningún caso en que sin el partido comunista de la clase obrera, sin su rol de liderazgo y yendo en contra de los comunistas, la revolución proletaria haya triunfado y el socialismo se haya construido. Sucede que, cuando los partidos comunistas se han debilitado, son los partidos revisionistas y reformistas u otras fuerzas políticas las que se hacen con la dirección de la revolución. Pero ha de saberse, que las revoluciones democráticas o de liberación nacional, sólo se pueden transformar en revoluciones proletarias socialistas cuando es la clase obrera y su partido marxista-leninista las que las dirigen». (Foto Çami; Los factores objetivos y subjetivos de la revolución, 1973)

Por supuesto, sobra decir que como vemos, las FARC-EP al ser la clásica guerrilla que no era regida por el partido de clase obrera: el partido marxista-leninista, no ha tenido una cohesión ideológica de pensamiento y acción.

Ya conocemos históricamente «mil casos» en los que sin un partido que dirigiese a estos aventureros, y pese a toda la parafernalia lingüística, para aparentar tener influencia marxista, no existe ni puede existir nunca cohesión ideológica en estos grupos; es el extremo faccionalismo y las escisión «el pan de cada día», véase sino los problemas internos en las FARC-EP como el caso de la expulsión de Jaime Bateman Cayón quién acabaría fundando la guerrilla del M-19 o la escisión bajo el nombre Comando Ricardo Franco Frente-Sur liderada por José Fedor Rey alias «Javier Delgado» y Hernando Pizarro Leongómez. ¿Cuáles son las razones de esto? Sencillamente a que ni siquiera existe una ideología oficial –y si la hay: en la práctica hay multitud de corrientes ideológicas– toda la organización –en este caso la guerrilla– está fragmentada y cada fracción existente –abierta o encubierta– persigue una línea ideológica diferente, todo acaba siendo como siempre más el respeto a la dirección que a los principios de una ideología. Por otro lado no hay ni puede haber cohesión ideológica porque al igual que los partidos socialdemócratas, estos grupos no se organizan por el «centralismo democrático» para garantizar la salvaguardia y el cumplimiento de los principios ideológicos y las ordenes del núcleo dirigente acordadas. Esta es la verdad, aunque algunos grupos de este estilo digan que se basan en el centralismo democrático, lo que de hecho es imposible por la organización de tipo militar existente». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)