sábado, 30 de noviembre de 2013

Conclusión, anexo y enmienda para «¿Qué HACER?»




Conclusión


La historia de la socialdemocracia [*] rusa se divide manifiestamente en tres períodos.

El primer período comprende cerca de un decenio, de 1884 a 1894, aproximadamente. Pues el período en que brotaron y se afianzaron la teoría y el programa de la socialdemocracia. El número de adeptos de la nueva tendencia en Rusia se contaba por unidades. La socialdemocracia existía sin movimiento obrero, atravesando, como partido político, por el proceso de desarrollo intrauterino.

El segundo período comprende tres o cuatro años, de 1894 a 1898. La socialdemocracia aparece como movimiento social, como auge de las masas populares, como partido político. Fue el período de la niñez y de la adolescencia. Con la rapidez de una epidemia, se propaga el apasionamiento general de los intelectuales por la lucha contra el populismo y por la corriente de ir hacia los obreros, el apasionamiento general de los obreros por las huelgas. El movimiento hace grandes progresos. La mayoría de los dirigentes eran hombres muy jóvenes, que estaban lejos de haber alcanzado la «edad de treinta y cinco años», que el señor N. Mijailovski consideraba como una especie de límite natural. Por su juventud, no estaban preparados para la labor práctica y desaparecen de la escena con asombrosa rapidez. Pero la envergadura de su trabajo, en la mayoría de los casos, era muy grande. Muchos de ellos comenzaron a pensar de un modo revolucionario como secuaces de «La Voluntad del Pueblo». Casi todos rendían en sus mocedades un culto entusiasta a los héroes del terror, y les costó mucho trabajo sustraerse a la impresión seductora de esta tradición heroica; hubo que romper con personas que a toda costa querían seguir siendo fieles a «La Voluntad del Pueblo», personas a las que los jóvenes socialdemócratas respetaban mucho. La lucha obligaba a estudiar, a leer obras ilegales de todas las tendencias, a ocuparse intensamente de los problemas del populismo legal. Formados en esta lucha, los socialdemócratas iban al movimiento obrero sin olvidar «un instante» ni la teoría del marxismo que los iluminó con luz meridiana, ni la tarea de derrocar a la autocracia. La formación del Partido, en la primavera de 1898, fue el acto de mayor relieve, y a la vez el último, de los socialdemócratas de aquel periodo.

Contradicciones, clases y lucha de clases en el socialismo; Foto Çami, 1980

Gracias a este trabajo de traducción realizado por los compañeros del blog Tiempos Rojos; a los que hemos pedido permiso para exponer la siguiente obra, donde podemos evaluar a través de la obra del albanés Foto Çami como veía el Partido del Trabajo de Albania la lucha de clases en el socialismo, lo que añadiendo este trabajo al otro documento de Nexhmije Hoxha publicado recientemente, nos ofrece un marco más amplió de la visión albanesa de estas cuestiones cardinales para los marxista-leninistas. Nos causa especial satisfacción ver que uno de los temas tratados es la desmitificación de que «la contribución más importante que Mao Zedong ha hecho al marxismo-leninismo es la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado», una falacia, que como el mismo autor dice «Mao Zedong tiene algún «mérito» en esta cuestión, es debido a que ha confundido y mal deformado este problema», este caso concreto también viene a confirmar las críticas vertidas sobre esta falacia en otros documentos. 

Es por tanto un placer ver la comparativa entre la teoría marxista-leninista albanesa sobre la eliminación de las clases explotadoras como tales mediante «la liquidación de la propiedad privada y el establecimiento de las relaciones socialistas de producción en la ciudad y el campo», donde «las clases explotadoras como tales son liquidadas», frente a la teoría revisionista en este caso maoísta, que  afirma que las clases explotadoras prevalecen en el socialismo, teniendo «su base en la aceptación de la existencia de clases antagónicas en el socialismo, que existen objetivamente hasta el comunismo», lo que da pie a que Mao Zedong formulara estas teorizaciones como la de que los partidos burgueses en China desaparecerán cuando las clases explotadoras; en el comunismo, siendo por tanto una excusa dicha aberración teórica antimarxista, para justificar la no expropiación y la severa aplicación de la lucha de clases contra su burguesía nacional. También ya habíamos hablado otras veces, de las maquinaciones de los revisionistas chinos sobre imponer a la dirigencia albanesa esta teoría;

«Mientras tanto, también la dirección china difundía puntos de vista opuestos a la teoría marxista-leninista sobre la lucha de clases. Junto con la teoría de «que se abran cien flores y compitan cien escuelas», que constituye una descarada negación de la lucha de clases, defendía la tesis de que la burguesía, como clase, no desaparece con la construcción de la base económica del socialismo, sino que continúa existiendo, junto con la clase obrera, durante todo el período de la transición del capitalismo al comunismo. Mediante esta tesis los dirigentes chinos pretendían legitimar la conservación intacta de la clase capitalista en la «sociedad socialista» china, la cual, como posteriormente se hizo evidente, no era en absoluto socialista. Estas tesis antimarxista pretendieron imponérsela al Partido del Trabajo de Albania, en mayo de 1966, en el curso de las conversaciones celebradas en Pekín entre una delegación del PTA, presidida por el camarada Mehmet Shehu y otra china, encabezada por Chou En-lai. Este planteó insistentemente que en la declaración conjunta albano-china se incluyese el concepto de la presencia de la clase capitalista en Albania, de la misma forma que en China, y llegó hasta el punto de condicionar la firma de la declaración a la aceptación de esta demanda. Pero los representantes del PTA no se plegaron a las presiones, sino que defendieron con determinación los conceptos marxista-leninistas sobre clases y la lucha de clases. Un mes más tarde el propio Chou En-iai vino a Tirana donde de nuevo planteó a la dirección del PTA la tesis de Mao Zedong sobre la existencia de la burguesía, en tanto que clase, durante todo el período de la construcción del socialismo, esforzándose por probar la «justeza» de la tesis china y los «errores» de Stalin acerca de la lucha de clases! El camarada Enver Hoxha, con argumentos científicos, echó abajo todos sus razonamientos sofísticos, defendiendo los justos puntos de vista marxista-leninistas del PTA sobre esta cuestión, expresados en su IVº Congreso, en el que se proclamó que había sido construida la base económica del socialismo tanto en la ciudad como en el campo. Con el logro de esta histórica victoria en el desarrollo de la revolución socialista, las clases explotadoras habían desaparecido como tales». (Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1982)


[Como apunte final... decir que el responsable de la traducción del presente texto fue «Tiempos Rojos», un medio que en su momento contó con grandes materiales sobre la historia del marxismo-leninismo. Este y otros como «Crítica marxista-leninista» llevaron a cabo varias traducciones de gran valor sobre los comunistas albaneses que sin duda recomendamos. Pero no podemos pasar por alto que desde el principio contaban con materiales y comentarios entre algunos de sus redactores, como Thiago R, que evidenciaban ser afines a la teoría oportunista de «superar la nefasta polémica entre Mao y Hoxha», tratando de «recuperar el carácter revolucionario de Mao». Esto demostraba, como ya manifestamos en varias ocasiones, que estos autores pese a tener una gran biblioteca en sus manos no comprendían nada de las obras de los albaneses que tenían entre manos. Ninguno de estos medios se caracterizaron por tener análisis propios ni tampoco muy extensos, pero al menos cumplían un papel positivo en cuanto a recuperación de documentación. Poco después ambos sucumbieron, según confesaron algunos de sus miembros, por trifulcas y escisiones entre maoístas y antimaoístas. Lo que demuestra una vez más que el eclecticismo y las medias tintas contra el revisionismo solo conducen al cinismo y al fracaso.]

Sin más dilación, presentamos el documento:


Foto Çami, publicado en Albania Today, 1980, #2 

Contradicciones, clases y lucha de clases en el socialismo 

La revolución y el socialismo en Albania se han desarrollado con éxito y han ido siempre hacia delante porque el Partido del Trabajo de Albania se ha atenido consecuentemente a la línea de la lucha de clases, aplicándola con determinación en la práctica, tratando y solucionando correctamente las distintas contradicciones de nuestra sociedad socialista.

Todo el período de la construcción del socialismo ha sido un período de una feroz lucha de clases librada en todos los frentes (político, económico, ideológico y militar), contra los enemigos internos y externos, tanto en las filas del Partido como en medio del pueblo. Los enemigos nos han combatido con todas las armas y medios, con el chantaje y las provocaciones, con la presión y la interferencia, para estancar y minar la construcción del socialismo y, finalmente, destruirlo por completo. Sin embargo, todos los esfuerzos realizados por la coalición de enemigos extranjeros y nacionales, que actuaban en convivencia el uno con el otro, encontraron el fracaso completo debido a la aguda vigilancia del Partido y a la unidad irrompible de éste con el pueblo. Un fracaso similar les espera a los enemigos en el futuro, puesto que en Albania trabaja un pueblo valiente e indomable conducido por un partido que tiene vista de águila; por un Partido que es el filo de la espada de la clase obrera y que desarrolla constantemente las enseñanzas del marxismo-leninismo.

De esta rica experiencia, así como del ascenso contrarrevolucionario que tuvo lugar en la Unión Soviética, China y en otros lugares, nuestro Partido ha sacado conclusiones de vital importancia, que constituyen un desarrollo posterior de la teoría marxista-leninista de la lucha de clases. Estos problemas deben ser reexaminados hoy no sólo porque deben ser tratados cada vez con más profundidad, sino también debido a que, por un lado, existe algún malentendido que debe ser aclarado y, por otro lado, a que deben ser refutadas las distorsiones de los revisionistas modernos, y en particular las de los revisionistas chinos.

Los revisionistas chinos han salido con gran pretensión al campo de la teoría, presentando el llamado “pensamiento Mao Tsetung” como una nueva etapa superior en el desarrollo del marxismo-leninismo, como el marxismo-leninismo de nuestra época. En su destacada obra, “El imperialismo y la revolución”, y en su diario político, “Reflexiones sobre China”, el camarada Enver Hoxha ha realizado una crítica de principios, exhaustiva e integral del revisionismo chino, y de la teoría y práctica del “pensamiento Mao Tsetung”.

La propaganda china dice que “la contribución más importante que Mao Tsetung ha hecho al marxismo-leninismo es la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado”. Hay que decir desde el principio que si Mao Tsetung tiene algún “mérito” en esta cuestión, es debido a que ha confundido y mal deformado este problema. Por lo que no sólo no ha hecho ninguna contribución a la teoría marxista, sino que ha causado una gran confusión y realizado una flagrante deformación de ella.

viernes, 29 de noviembre de 2013

«Plan» de un periódico político destinado a toda Rusia

'(...) Yo no pongo en entredicho la pureza de vuestras intenciones; ya he dicho que la ingenuidad política basta para hacer de una persona un demagogo. Pero he demostrado que habéis descendido hasta la demagogia, y no me cansaré de repetir que los demagogos son los peores enemigos de la clase obrera. Y son los peores, precisamente porque excitan los malos instintos de la multitud, y les es imposible a los obreros atrasados reconocer a dichos enemigos, los cuales se presentan, y, a veces, sinceramente, en calidad de amigos. Son los peores, porque, en este período de dispersión y de vacilación, en que la fisonomía de nuestro movimiento aún está formándose, no hay nada más fácil que arrastrar demagógicamente a la multitud, a la cual sólo las pruebas más amargas lograrán después persuadir de su error (...)'; Vladimir Ilich Uliánov, LENIN



«El error más grande de Iskra en este sentido -escribe B. Krichevski (R. D., núm.10, pág.30), imputándonos la tendencia de 'convertir la teoría en doctrina muerta, aislándola de la práctica'- es 'su plan' de organización de un partido común» (es decir, el artículo «¿Por dónde empezar?» [122]). Y Martínov le hace coro, declarando que «la tendencia de Iskra de aminorar la importancia de la marcha progresiva de la lucha cotidiana y gris, en comparación con la propaganda de ideas brillantes y acabadas..., ha sido coronada por el plan de organización del Partido, plan que se nos ofrece en el núm.4, en el artículo '¿Por dónde empezar?'» (Loc. cit., pág.61). Finalmente, hace poco, se ha sumado al número de los indignados contra este «plan» (las comillas deben expresar la ironía con que lo acoge) L. Nadiezhdin, que en su folleto «En vísperas de la revolución», que acabamos de recibir (edición del «grupo revolucionario-socialista» Svoboda, que ya conocemos), declara que «al hablar ahora de una organización cuyos hilos arranquen de un periódico destinado a toda Rusia es concebir ideas y trabajos de gabinete» (pág.126), dar pruebas de «literaturismo», etc.

No puede sorprendernos que nuestro terrorista coincida con los defensores de la «marcha progresiva de la lucha cotidiana y gris», ya hemos visto las raíces de esta afinidad en los capítulos sobre la política y sobre la organización. Pero debemos observar en el acto que L. Nadiezhdin, y sólo él, ha tratado honradamente de penetrar en el curso del pensamiento del artículo que le ha disgustado; ha tratado de darle una respuesta a fondo, mientras que Rab. Dielo ha tratado tan sólo de embrollar la cuestión, amontonando indignas salidas demagógicas. Y, por desagradable que sea, es necesario perder tiempo para limpiar ante todo los establos de Augias. 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Los métodos artesanos de trabajo de los economistas y la organización de los revolucionarios

'(...) Nuestro deber consiste en desenmascarar asimismo toda nota conciliadora, de «armonía», que se deslice en los discursos de los liberales en las reuniones obreras públicas, ya se deban estas notas a que dichas gentes crean sinceramente que es deseable una colaboración pacífica de las clases, ya a que tengan el deseo de congraciarse con las autoridades, o a inhabilidad simplemente (...) Pero precisamente porque elegís esta infame expresión de «estímulo desde el exterior», expresión que inspira de modo inevitable al obrero (al menos, al obrero tan poco desarrollado como vosotros) la desconfianza hacia todos los que le aportan desde el exterior conocimientos políticos y experiencia revolucionaria, despertando el deseo instintivo de rechazar a todos ellos, obráis como demagogos, y los demagogos son los peores enemigos de la clase obrera (...)'; Vladimir Ilich Uliánov, LENIN

Como ya hemos aclarado en las otras partes publicadas de este documento, considerando al lector no formado -o pobremente formado- ideológicamente reiteramos; [en Rusia se llamó socialdemócrata a un partido de tendencia marxista que luego se fragmentó en varias organizaciones con diferentes tendencias, todas revisionistas salvo los bolcheviques.]

El documento:



Las afirmaciones de Rab. Dielo -examinadas más arriba-, cuando dice que la lucha económica es el medio de agitación política más ampliamente aplicable, que nuestra tarea consiste ahora en imprimir a la lucha económica misma un carácter político, etc., demuestran que se tiene una comprensión estrecha de nuestras tareas, no solamente en el terreno político, sino también en el de organización. Para la «lucha económica contra los patronos y el gobierno» no hace falta en absoluto una organización centralizada destinada a toda Rusia (que, por ello mismo, no puede formarse en el curso de semejante lucha), una organización que reúna en un solo impulso común todas las manifestaciones de oposición política, de protesta y de indignación, una organización formada por revolucionarios profesionales y dirigida por verdaderos jefes políticos de todo el pueblo. Y esto se comprende. El carácter de la estructura de cualquier institución está, natural e inevitablemente, determinado por el contenido de dicha institución. Por esto Rab. Dielo, con las afirmaciones que hemos examinado anteriormente, consagra y legitima, no sólo la estrechez de la actividad política, sino también la estrechez del trabajo de organización. Y en este caso, como en todos, es un órgano de prensa cuya conciencia retrocede ante la espontaneidad. Y, sin embargo, el prosternarse ante las formas de organización que surgen espontáneamente, el no tener conciencia de lo estrecho y primitivo de nuestro trabajo de organización, el no ver hasta qué punto somos todavía «artesanos» en este importante dominio, la falta de esta conciencia, digo, es una verdadera enfermedad de nuestro movimiento. No es, desde luego, una enfermedad propia de la decadencia, sino del crecimiento. Pero precisamente ahora, cuando la ola de la indignación espontánea nos cubre, por decirlo así, a nosotros, como dirigentes y organizadores del movimiento, es singularmente necesaria la lucha más intransigente contra toda defensa del atraso, contra toda legitimación de la estrechez de miras en este sentido; es singularmente necesario despertar, en cuantos toman parte o se proponen tomar parte en el trabajo práctico, el descontento por los métodos primitivos de trabajo que reinan entre nosotros y la decisión inquebrantable de desembarazarnos de ellos. 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Política tradeunionista y política socialdemócrata

A modo de preámbulo para este capítulo podemos decir que el tradeunionismo es la actividad político-sindical que aspira a 'objetivos' meramente económicos nunca políticos. Las organizaciones tradeunionistas entiende su desempeño desde la inserción en el capitalismo, y de hecho son parte del engranaje que permite que el mismo pueda prologarse artificialmente. El tradeunionismo es reformista y nunca aspira a la revolución. Reiteramos que en Rusia se llamó socialdemócrata a un partido de tendencia marxista que luego se fragmentó en varias organizaciones con diferentes tendencias, todas revisionistas salvo los bolcheviques.

El documento:



Comenzaremos una vez más con un elogio a Rabócheie Dielo. «Literatura de denuncias y lucha proletaria» es el título con que Martínov encabeza, en el núm.10 de Rabócheie Dielo, un artículo sobre las discrepancias con Iskra. «No podemos circunscribirnos a denunciar el estado de cosas que entorpece su desarrollo (el del Partido obrero). Debemos también hacernos eco de los intereses inmediatos y cotidianos del proletariado» (pág.63). Así formulaba Martínov el fondo de esas divergencias. «... Iskra... es de hecho el órgano de la oposición revolucionaria, que denuncia el estado de cosas reinante en nuestro país y, con preferencia, el estado de cosas político... En cambio, nosotros trabajamos y seguiremos trabajando por la causa obrera, en estrecho contacto orgánico con la lucha proletaria» (id.). Fuerza es agradecer a Martínov esta formulación. Adquiere un destacado interés general, porque, en el fondo, no sólo abarca nuestras discrepancias con Rabócheie Dielo, sino también, en general, todas las discrepancias entre nosotros y los «economistas» en lo que a la lucha política se refiere. Hemos demostrado ya que los «economistas» no niegan en absoluto la «política», sino que tan sólo se desvían constantemente de la concepción socialdemócrata hacia la concepción tradeunionista de la política. Exactamente igual se desvía Martínov, y por eso consentimos en tomarlo precisamente a él como espécimen de las aberraciones económicas en esta cuestión. Trataremos de demostrar que nadie podrá echarnos en cara esta elección: ni los autores del «Suplemento especial de Rabóchaia Misl», ni los autores de la proclama del «Grupo de auto-emancipación», ni los autores de la carta economista publicada en el número 12 de Iskra.


a. La agitación política y su restricción por los economistas


De todos es sabido que la lucha económica [69] de los obreros rusos se extendió en vasta escala y se afianzó paralelamente a la aparición de la «literatura» de las denuncias económicas (concernientes a las fábricas y a los oficios). El contenido principal de las «octavillas» consistía en denunciar el orden de cosas existente en las fábricas, y entre los obreros pronto se produjo un verdadero apasionamiento por estas denuncias. En cuanto los obreros vieron que los círculos de los socialdemócratas querían y podían proporcionarles hojas de nuevo tipo que les decían toda la verdad sobre su vida miserable, sobre su trabajo increíblemente penoso y sobre su situación de parias, comenzaron a llover, por decirlo así, cartas de las fábricas y de los talleres. Esta «literatura de denuncias» produjo una enorme sensación, no sólo en las fábricas cuyo estado de cosas fustigaba, sino en todas las fábricas adonde llegaban noticias de los hechos denunciados. Y puesto que las necesidades y los padecimientos de los obreros de distintas empresas y de diferentes oficios tienen mucho de común, la «verdad sobre la vida obrera» entusiasmaba a todos. Entre los obreros más atrasados se desarrolló una verdadera pasión «por aparecer en letras de molde», pasión noble por esta forma embrionaria de guerra contra todo el orden social moderno, basado en el pillaje y en la opresión. Y las «octavillas», en la inmensa mayoría de los casos, eran realmente una declaración de guerra, porque la denuncia ejercía una acción terriblemente excitante, movía a todos los obreros a reclamar que se pusiera fin a los escándalos más flagrantes y los disponían a sostener sus reivindicaciones por medio de huelgas. Los mismos fabricantes tuvieron, en fin de cuentas, que reconocer hasta tal punto la importancia de las octavillas como declaración de guerra, que muy a menudo ni siquiera querían aguardar a la guerra. Las denuncias, como ocurre siempre, se hacían fuertes por el mero hecho de su aparición, adquiriendo el valor de una poderosa presión moral. Más de una vez, bastó con que apareciera una octavilla para que las reivindicaciones quedaran satisfechas entera o parcialmente. En una palabra, las denuncias económicas (de las fábricas) han sido y siguen siendo en el presente un motor importante de la lucha económica. Y seguirán conservando esta importancia mientras subsista el capitalismo, que engendra necesariamente la autodefensa de los obreros. En los países europeos más adelantados se puede observar, incluso actualmente, cómo denuncias de escándalos que ocurren en alguna «industria» en un punto remoto o en alguna rama de trabajo a domicilio, olvidada de todos, se convierten en punto de partida para despertar la conciencia de clase, para iniciar la lucha sindical y la difusión del socialismo [70].

domingo, 24 de noviembre de 2013

Sobre el «maoísmo crítico» de Odio de Clase; Equipo de Bitáocora (M-L), 2013


«Nos van a perdonar nuestros lectores, por este tipo de publicaciones, pero ya que el blog «Odio de Clase», no se cansa de citarnos mientras hace el ridículo intentando contrarrestar nuestros análisis fundamentados con excusas como que; «somos trotskistas emboscados» [1] o «apoyamos al Frente Sandinista de Liberación Nacional y al socialismo del siglo XXI [2]». Tenemos curiosidad no por aclarar nuestra posición acerca del trotskismo o del socialismo del siglo XXI, que es más que conocida con nuestra labor de análisis y denuncia de tales corrientes –nuestros diversos documentos así lo acreditan–, sino que nuestra curiosidad emana de su llamado «maoísmo crítico», algo por lo mínimo ambiguo a la primera ojeada. Las acciones desesperadas de maldecir sin plantear debate alguno nos causa una enorme risa y vemos que seguramente responden o bien a que no leyeron mucho de nuestro medio, o bien a que simplemente están desesperados y asustados ante la incapacidad para contrarrestar nuestros artículos.

Repasemos una sencilla frase que ellos mismos dejaron en otro colectivo ecléctico:

«No cabe duda de que hay cosas muy cuestionables en las posiciones maoístas. La llamada «lucha de dos líneas» , las críticas injustas a Stalin, el contar con la burguesía nacional para construir el socialismo, etc, etc. ODC cada vez somos más autocríticos del maoísmo». (Odio de Clase; Comentario en RSAmadrid, 13 de noviembre de 2013)

Este reconocimiento sí que es formal, ya que si uno entra a este medio, y si ignoramos todos los eslóganes y cartelitos clásicos de la Revolución Cultural maoísta que presuponen un apoyo incondicional a Mao Zedong, nunca veremos que hablen claro de los «errores de Mao Zedong» ni se ha hecho un análisis extenso de ellos, añadimos; pasar a pies puntillas por webs amigas o ajenas reconociendo en parte dichos errores no es hacer autocrítica propiamente, más bien es querer que la tormenta amaine cuanto antes intentando que la reputación de Mao Zedong no salga perjudicada. Y por supuesto suponemos, aunque no tenemos constancia, que dicho medio nunca se han planteado todos esos errores que dicen reconocer, por lo que su postura corresponde a los de alguien que no se puede dignamente etiquetarse de marxista-leninista, puesto que maoísmo y éste son incompatibles. 

De estos errores que ellos aparentemente dicen reconocer; como podría ser el concepto maoísmo de partido, al cual nosotros hemos brindado bastante material, ellos como en toda evaluación nuestra, nunca han respondido con datos, argumentos, citas y demás. 

También se habla aquí por ejemplo de «las críticas injustas a Stalin». Ciertamente Mao Zedong hizo críticas injustas a Stalin, algunas criminales, pero él mismo reconoció que nunca fue un especial seguidor de su obra:

«Antes de mi encuentro con Stalin, yo no tenía buenos sentimientos hacía él. No me gustaba leer sus obras: he leído solamente «Sobre los fundamentos del leninismo», un largo artículo criticando a Trotski, y «Los éxitos se nos suben a la cabeza», menos aún me gustaban sus artículos sobre la revolución china». (Mao Zedong; Conversación con la delegación de la Liga Comunista de Yugoslavia, entre los días 15 y 28 de septiembre, 1956)

En cambio Odio de clase pese a decir que sí, nunca ha condenado estos epítetos, no los ha promovido para que la gente los conozca. Precisamente los omite con el fin de ocultar las vergüenzas de Mao Zedong, promoviendo eso sí, por otro lado, los textos del Partido Comunista de China (PCCh) donde se alaba a Stalin, eso sí de forma superficial. Esto demuestra la poca sinceridad a la hora de hablar de autocrítica y nos recuerda al intento de camuflar las vergüenzas originales de Mao Zedong en las reediciones de sus Obras Escogidas. Muestra sencilla como venimos repitiendo, es que desde este medio hemos lanzado muchísimo material sobre los «errores de Mao Zedong» y nunca se han puesto en contacto con nosotros para debatir alguna divergencia o para felicitarnos simplemente por el material a estudiar como si han hecho otros colectivos por lo que este tema no les interesa lo más mínimo, al revés nos critican por nuestro antimaoísmo declarado. 


Existe a la mitad de la frase anterior de Odio de clase un reconocimiento intrínseco de lo que hace al maoísmo ser parte del revisionismo moderno: «el contar con la burguesía nacional para construir el socialismo», y es que señores, querer unir mecánicamente fuerzas antagónicas como son el proletariado chino y su burguesía nacional bajo la excusa de la particularidad nacional y mediante la extensión de métodos pacíficos, es pedir la conciliación de clases, es promover el reformismo:

«Nuestro método para llevar a cabo la revolución socialista es el método pacífico. En el pasado, mucha gente, tanto dentro como fuera del partido comunista, expresaban dudas acerca de este método. (...) Dadas las condiciones que prevalecen en nuestro país, es posible usar métodos pacíficos –estos son, el método de persuasión y educación– no sólo en lograr la transformación del sistema de propiedad individual en propiedad colectiva socialista, sino también en lograr la transformación del sistema capitalista al sistema socialista». (Mao Zedong; Discurso en la Conferencia Suprema de Estado (Extractos), 25 de enero, 1956)

Recordamos que esto mismo inspiró a uno de los mayores traidor del marxismo-leninismo a nivel nacional; Santiago Carrillo:

«Quizás el rasgo más original de la Revolución Socialista China lo constituye el hecho de que como aliado del proletariado, al lado de las masas campesinas y la pequeña burguesía urbana, se encuentre también la burguesía nacional. (...) La vida nos enseña, por el contrario que incluso en China donde la transformación de la Revolución democrática en socialismo se lleva a cabo pacíficamente y no hablemos de la burguesía monopolista ha aceptado marchar gradualmente hacia el socialismo cuando no le queda más que este camino o el suicidio. La experiencia china contribuye a fundamentar los planteamientos hechos por el XXº Congreso del PCUS de 1956 sobre las diversas formas que puede revestir el paso del capitalismo hacia el socialismo. Hasta el presente, los ejemplos de paso pacífico del capitalismo. (...) Lo que ha ocurrido en China, es decir, que una parte de la burguesía participe en determinadas condiciones en la edificación del socialismo, puede repetirse en otros países». (Santiago Carrillo; Sobre una singularidad de la revolución china: la alianza de los capitalistas nacionales con el proletariado, 1957)

¡¿Vaya, que pasa sorprendidos de que la influencia del posterior eurocomunismo nazca como Carrillo reconoce del propio Mao y sus formulaciones heterodoxas?!

Esto es lo que los ignorantes del marxismo-leninismo, llaman «el aburrido arte de citar», normalmente dicen eso porque ellos adolecen tanto de una formación ideológica correcta como de una coherente puesta en práctica cuando se da la ocasión. Es por eso que este tipo de citas siempre escuecen tanto a los pseudomarxistas, ya que les pone en un severo aprieto y les recuerda cuanto les falta por conocer. Además, es sabido que nuestras citas no son enunciados sin criterio alguno, sino que corresponden a un tema concreto, mediante el cual a través de una analogía... presentamos una cita de un autor sobre un tema concreto, donde concluye algo que se ha corroborado en la praxis, todo esto para no olvidar los axiomas de la doctrina. Claro que para debatir uno no se puede limitar a repetir citas, mucho menos si están fuera de contexto, pero ni nosotros ni el resto de los marxista-leninistas hacen eso, en cambio la ausencia de argumentos de autoridad, de datos cuantitativos y cualitativos actualizados, de analogías históricas correctas, etc., y la reducción del debate a eslóganes de defensas de una postura por sentimentalismo hacia unas siglas o unas figuras, el desviar la cuestión principal hacia cuestiones menores, afirmar sin argumentar... sí que es lo más pseudomarxista que existe, y esa es la forma clásica del revisionismo.

Esperamos por tanto, que en vez de dedicar tiempo a maldecir a nuestro medio y otros con los que tienen divergencias, se dediquen a hablar y señalar que esta mal de nuestra evaluación de Mao Zedong, lo mismo le recomendamos con los otros maoístas que tengan diferencias cuando discutan con ellos, decimos estos no por otra cosa que para que reconstruyan un poco de credibilidad ante sus lectores, para ello deberían cesar sus argumentos ad hominen y sustituirlos por unos planteamientos claros de la cuestión, lo que se dice entrar en materia.

Esta tendencia del «maoísmo crítico» es un disfraz para acallar su denuncia como corriente revisionista, para acabar promoviendo finalmente de forma solapada 
bajo diversas excusas sus conceptos y métodos, perpetuando su supervivencia. De igual modo que su eslogan de «superar la nefasta polémica entre Mao y Hoxha», solo esconde un fallido intento de igualar a dos figuras incompatibles. Ningún marxista-leninista transige con estas tretas baratas. Ya Enver Hoxha advirtió en su día que:

«Todas las teorías no marxistas de Mao Zedong han sido denominadas «pensamiento Mao Zedong». Naturalmente esto se ha hecho para demarcar el marxismo-leninismo del «pensamiento Mao Zedong». Esta es la «teoría» que se han esforzado por imponernos tanto a nosotros como al resto de los comunistas del mundo, pero nosotros no hemos caído en este error fatal. Los maoístas, en sus designios de mistificación, es decir, en sus designios de hacer pasar las ideas liberales, revisionistas y anarquistas de Mao Zedong por marxistas, han aparecido con otra fórmula: «El marxismo-leninismo-pensamiento Mao Zedong». Se comprende claramente el truco de este camuflaje». (Enver Hoxha; Los zigzags en la línea china: Reflexiones sobre China, Tomo II, 1 de enero de 1976)


Se ve por tanto que: 

«Sin denunciar y refutar el pensamiento Mao Zedong, sin combatir y erradicar toda influencia suya en el movimiento revolucionario, no se puede hablar seriamente de lucha contra el revisionismo chino ni contra el revisionismo moderno en general, no puede consolidarse y desarrollarse debidamente el movimiento marxista-leninista ni puede hacerse avanzar con éxito la causa de la revolución». (Enver Hoxha; Informe al VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1981)

Esa es la única conclusión lógica». (Equipo de Bitácora (M-L); Sobre el «maoísmo crítico» de Odio de Clase, 2013)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[1] Sobre nuestras críticas al revisionismo trotskista 

[2] Sobre nuestras críticas al revisionismo del socialismo del siglo XXI

Diferencias entre unidad entre marxista-leninistas y la unión ecléctica de pretendidos o simpatizantes de dicha doctrina; Equipo de Bitácora (M-L), 2013


«Debido a que hemos recibido muchas felicitaciones por parte de gente acorde al marxismo-leninismo o de simples simpatizantes a nuestra línea política mostrada en nuestro medio, pensamos que la razón de estos fenómenos es algo debido al carácter y estilo nuestro material y su esencia clara, formativa y reveladora. Aprovechando todo esto, queremos explicar el porqué de la clarividencia de nuestras publicaciones que ilustran sin trampa ni cartón la necesidad de una línea clara y directa.

Nosotros simplemente tenemos la idea de publicar online material marxista-leninista, lecturas clásicas pero sobre todo si es posible material inédito, tanto de autores marxista-leninistas
. También de material nuestro, de temas pasados como actuales, puesto que si no seríamos simples bibliotecarios que se dedican a recopilar obras. El objetivo de nuestros análisis y de la exposición de los textos clásicos es ayudar tanto al simpatizante interesado en el marxismo-leninismo como al veterano militante que desea reforzar sus conocimientos, ya que como sabemos esta formación nunca termina. 

El objetivo es ayudar en todo lo posible a los marxista-leninistas sin partido, a las organizaciones embriones con vistas a ser partidos marxista-leninistas. Por tanto nos parece absurdo intentar eludir cuestiones claves si realmente compartimos un mínimo de rigor en esta clarificación histórica de lo que fue y es marxismo-leninismo, y de lo que entendemos que debe de ser.


Como dijo Lenin:

«Los partidarios sinceros de la emancipación de los obreros del yugo del capital de ningún modo pueden oponerse a la formación de un partido comunista, el único que puede dar a las masas una educación no burguesa ni pequeño burguesa, y el único que puede desenmascarar, avergonzar y ridiculizar sinceramente a los «dirigentes». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Carta a los obreros ingleses, 1920)

En las condiciones del capitalismo:

«Cuando las masas obreras son sometidas a una incesante explotación y no pueden desarrollar sus dotes humanas, lo más peculiar de los partidos políticos obreros es justamente que sólo puedan abarcar a una minoría de su clase. El partido político puede agrupar sólo a una minoría de su clase, puesto que los obreros verdaderamente conscientes en toda sociedad capitalista no constituyen sino la minoría de todos los obreros. (...) Si tales camaradas están a favor de que exista una minoría que luche decididamente por la dictadura del proletariado y que eduque en este sentido a las masas obreras, esa minoría no es, en esencia, otra cosa que el partido». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Discurso en el IIº Congreso de la Internacional Comunista, 1920)

Para tal fin, creemos firmemente que una de las prioridades es separar el marxismo-leninismo de su distorsión o caricatura. 
Si indagamos en la historia el marxismo-leninismo históricamente, observaremos que la lucha ideológica se mantenía como algo de suma importancia no solo cuando el partido estaba asentado, sino incluso con más énfasis cuando la organización estaba en un estado embrionario, lo cual es normal, porque es algo cardinal para su desarrollo: 

«Para establecer y consolidar el partido, significa que debemos establecer y consolidar la unidad entre todos los socialdemócratas rusos [1], y, por las razones indicadas anteriormente, esa unidad no se decreta, no puede llevarse a cabo por ejemplo mediante una reunión de representantes que se comprometen a firmar, sino que debe de ser algo trabajado. En primer lugar, es necesario trabajar por la unidad ideológica sólida que debe sin más dilación eliminar la discordancia y la confusión, que –seamos francos– reina entre los socialdemócratas rusos en la actualidad». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Declaración del Consejo de Redacción de Iskra, 1900)

Esto como decimos, no es una aspiración que nace porque nosotros seamos simples tozudos, sino porque responde a la necesidad histórica que tiene cada país de reunir en su organizar a los elementos conscientes más avanzados del proletariado, y por tanto a que dominen teóricamente el marxismo-leninismo para poder así, acceder y conseguir los futuros objetivos fijados dentro de la organización revolucionaria comunista. Y este tipo de organizaciones como decimos, comienzan desde el inicio por lograr la unidad ideológica entre sus miembros:


«Sólo cuando una organización ha sido fundada, sólo cuando se ha establecido dicho puesto socialista ruso, podrá el partido poseer una base sólida y podrá convertirse en un hecho real, y, por tanto, una fuerza política poderosa. Tenemos la intención de dedicar nuestros esfuerzos a la primera mitad de esta tarea, es decir, a la creación de una literatura común, consistente en principio, capaz de unir ideológicamente la socialdemocracia revolucionaria, ya que consideramos esto como la apremiante demanda del movimiento de hoy y una condición necesaria preliminar para la reanudación de la actividad del partido». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Declaración del Consejo de Redacción de Iskra, 1900)

La incompatibilidad del maoísmo con el marxismo-leninismo en breves palabras


«Mao Zedong y el «maoísmo» se han convertido en uno de los obstáculos obstáculos más serios para la unidad del proletariado mundial y de los nuevos partidos comunistas y obreros marxista-leninistas. Por eso, a este nuevo mal camuflado es preciso oponerle en toda la línea nuestra infalible teoría, el marxismo-leninismo». (Enver Hoxha; El «Pensamiento Mao Zedong»; Reflexiones sobre China, Tomo II, 28  de mayo de 1976)

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sobre la concesión de principios en detrimento de otros pueblos


«Algunos camaradas piensan que, si lo exigieran los intereses de la Unión Soviética, los partidos comunistas del Occidente deberían adoptar una política derechista. No estoy de acuerdo con eso, camaradas. Debo decir, que tal posición es totalmente incompatible con los principios que nos sirven de guía a nosotros los camaradas rusos, en nuestro trabajo. No puede concebir jamás que se dé jamás el caso de que los intereses de nuestra República Soviética exijan de nuestros partidos hermanos desviaciones hacia la derecha. Pues, ¿qué significa practicar una política derechista? Significa traicionar, de un modo u otro, los intereses de la clase obrera. No puedo concebir que los intereses de la Unión Soviética puedan exigir de nuestros partidos hermanos la traición a los intereses de la clase obrera, ni siquiera por un segundo. No puedo concebir que los intereses de nuestra república, base del movimiento revolucionario proletario en el mundo entero, no exijan el máximo espíritu revolucionario y la máxima actividad de los obreros del Occidente, sino el descenso de su actividad, el atenuamiento de su espíritu revolucionario. Tal supuesto es ofensivo para nosotros». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Discurso en la comisión alemana en el VIº Pleno ampliado del Comité Ejecutivo la Komintern, 1926)

sábado, 16 de noviembre de 2013

El idealismo y la metafísica en la definición del papel de la política en la economía; Rafael Martínez, 2006

Acabando con el majestuoso libro «Sobre el manual de economía política de Shanghái», analizamos la pesada y metafísica manía de elevar «los roles de las personas en la producción y sus relaciones mutuas» hasta el punto de hacerlo eje de su pensamiento. 

Siempre ha sido común dentro del revisionismo supeditar la ideología y la superestructura a la economía política, esto obviamente nos es comprensible si analizamos fríamente y vemos que la forma más fácil de introducir una revolución contrarrevolucionaria dentro del sistema económico es elevar este punto que hace apología del subjetivismo; ya que elimina paulativamente o más bien deja sobre el papel, las las leyes en la construcción del socialismo, sustituyendolas por la ideología pseudorevolucionaria, el voluntarismo, y una seria de medidas que liquidan cualquier intento de darle coherencia científica a lo que se hace y cómo se hace en la economía. ¡Como no podía ser de otra forma! Se ignora lo expresado por Marx y Engels, y se llega al punto de que a veces incluso este descubrimiento tan poco nuevo desarrolla aún más el propio marxismo-leninismo.

Estos planteamientos evidencian lo que ya hace tiempo Mao Zedong confesó tanto a los yugoslavos como al propio Molotov, que jamás se interesó en leer las obras más básicas de Marx, Engels, Lenin y Stalin para entender el papel de la superestructura y su relación con la base económica, y que las pocas que leyó –como se demuestra aquí– jamás las llegó a comprender, lo que hizo que formulara antítesis de las tesis de estos autores.

Recomendamos al lector especial atención al escarmiento que Lenin dio en su día a Bujarin y Trotsky que no comprendían la unidad dialéctica entre economía y política. Esta enorme lección hace que automáticamente se desmonte las críticas farisaicas de Mao a Stalin que partían precisamente de esta sobreestimación de la superestructura y decían que «Stalin y sus coetáneos soviéticos habrían descuidado la política en la economía». Como el autor dice: «en todo caso estos «valientes» deberían cerrar el periodo stalinista como «malo» en el ámbito económico y en el ámbito político para que su crítica fuera al menos dentro de los marcos del marxismo y la dialéctica».

Chou En-lai, Mao Zedong y Lin Biao durante un evento de 1967

El idealismo y la metafísica en la definición del papel de la política en la economía

En esta sección abordamos brevemente la cuestión de la metafísica y el idealismo en el tratamiento de las relaciones entre política y economía asumidas y aplicadas consistentemente por los autores del manual de Shanghái. Este es de hecho, un principio básico más de la teoría defendida por los autores del manual de Shanghái que no difiere de su aplicación en otros temas tratados anteriormente. Sin embargo, por el bien de la presentación de nuestra crítica, nos parece más conveniente cubrir esta cuestión, aunque no nos extendamos mucho. Este orden de ideas puede ayudar al lector a apreciar más claramente el papel central que desempeñan todas estas funciones idealistas y metafísicas en el establecimiento de una nueva doctrina económica después de la finalización del Primer Plan Quinquenal.

De hecho, el tratamiento metafísico de la política y la economía no es una invención o novedad introducida por parte de los autores del manual de Shanghái, como casi todos sus defectos de este escrito, ya venía siendo común a toda una serie de tendencias ideológicas anteriores al propio maoísmo. Por ejemplo, la metafísica en el tratamiento de la política y la economía es común a los ideólogos del trotskismo y una serie de tendencias idealistas de la década de 1920 en la Unión Soviética, los cuales no son muy bien conocidas porque no han sido traducidas a los diferentes idiomas. Bogdanov, por ejemplo influyó grandemente a Bujarin y Rykov y otras tendencias desviacionistas de derecha que surgirían en el período de posguerra dentro de la Unión Soviética. Meter la metafísica en la cuestión de la política y la economía no fue siquiera algo inventado por los desviacionistas antes mencionados, ya que esta característica es básicamente premarxista. Para comprender plenamente la razón de ser de este problema habría que empezar por la influencia del pensamiento filosófico y económico burgués que Marx y Engels expusieron y denunciaron sistemáticamente.

domingo, 3 de noviembre de 2013

La concepción gradualista de la colectivización; Rafael Martínez, 2006

Pese a que se empeñara Mao en su escrito de 1956 «Sobre las diez grandes relaciones» y dijera que su Estado a diferencia de la Unión Soviética «contempla tanto los intereses del Estado como los de los campesinos» y que se basa en el «intercambio equivalente de valores». Lo cierto es que su manera de tratar el tema agrícola no era superior a la forma en que lo hizo Stalin; ni se dotó de la misma o de una «innovadora» teoría marxista-leninista, ni le reportó mejores beneficios dicho sendero, y claro que este paradigma obviamente «contemplaba diferente los intereses» de las clases a como se había hecho en la URSS, ya que sus beneficiarios fueron las clases ricas al introducir las técnicas capitalistas que a continuación veremos. Este Jruschov chino que como su homólogo revisionista soviético, se la daba de «experto en el tema agrícola», causaría alguno de los desastres económicos más sonados. Pese a no tener un plan industrial continuo que dotara al campo de gran maquinaria gracias a los conceptos jruschovistas del líder chino sobre la industrialización, Mao Zedong empezó a teorizar en otras de sus obras de finales de los 50 nuevas formulas también para colectivizar el campo a gran escala e incluso pasando a hablar de elevar las granjas colectivas a su siguiente etapa. Fórmulas que como todo su engendro teórico tiene un pasado antimarxista previo detectable. 

Aquí el maoísmo intentó durante 1958-1960 colectivar la tierra en contubernio con los kulaks, queriendo aumentar la producción sin una debida mecanización del campo, sin una centralización y un dominio de la técnica, creyendo por mero voluntarismo que las pequeñas unidades de producción dispersas eran suficiente para aumentar los rendimientos y alcanzar a los países occidentales –en cuestiones como el acero–, así con los famosos hornos industriales caseros se produjo mucho material de mala calidad o inservible con el consiguiente gasto de energías, material y tiempo, mientras además se descuidaba la producción de otros productos como el alimento; se produjo la exterminación de especies animales –como gorriones– creyendo asegurar así sus cosechas, pero que lejos de eso rompieron el equilibrio natural produciéndose otras plagas –langostas–; en definitiva, se formaron comunas que preveían que serían autosuficientes pero que pronto ante la falta de producción tuvieron que ser desechadas

Una de las «innovaciones teóricas» de este «genio» fue la idea jruschovista de ceder las maquinaria agrícola –medios de producción–  a las propias colectividades, bajo la misma excusa jruschovista de que «es una gran desconfianza respecto a los campesinos» y como buen tioista «justificando» esto diciendo que el Estado detente los medios de producción en las colectividades es un hecho que demuestra que «El Estado ejerce un control asfixiante sobre los campesinos», dando así, muestras de no haber entendido nada de economía política marxista. Cuando Mao crea las llamadas «comunas populares» no debe entenderse a estas comunas como se ha considerado siempre dentro del marxismo, ya que pese al nombre, dichas comunas populares eran la la agregación de los campesinos individuales en términos de cooperación simple sobre la base del trabajo manual teniendo las relaciones monetario-mercantiles como vínculo económico principal, lo que Mao, bajo el mismo prisma titoista toma por tanto de este término, es la independencia económica de la unidad productiva, lo que los chinos llamaron la búsqueda de la «autosuficiencia» que era aplicada casi por igual a las empresas de propiedad estatal como de propiedad colectiva. Veremos como las ideas maoístas coincide lamentablemente con las ideas de Bujarin, y junto con él Trotsky, que creían firmemente que el camino hacia la colectivización y la elevación de la producción campesina a formas superiores de organización pasaba a través de las relaciones de mercado y de que el Estado socialista influyera en la agricultura a través del intercambio mercantil, de ahí el llamado «concepto gradualista» que prorroga siempre todo en beneficio de la ley del valor. Veremos así mismo conatos antimarxistas que van en la dirección contraria, como en el Gran Salto Adelante, en un patético intento de elevar las granjas colectiva a propiedad del todo el pueblo sin base material –consecuencia de sus políticas industriales– fracasan, a causa de no entender las leyes del marxismo-leninismo y barajar todo a partir de un idealista y una metafísica delirante que pretende lograr dicho cambio a base de la voluntad revolucionaria de los campesinos. Esto se une a otras teorías necias como que la producción de las granjas colectivas, es decir: vastos sectores no socializados de la economía, es una manifestación de la producción social directa. Recomendamos como el autor hace, repasar y estudiar las técnicas de colectivización chinas más a fondos para ver que además de estas salidas de tono teóricas, en solidaridad con sus hermanos yugoslavos, adoptaron la misma postura que ya adoptaron con la burguesía nacional de la cuidad; la transformación pacífica, recordemos las palabras del PCChque Mao saludo en sus obras escogidas: 

«En nuestro país, los aliados de la clase obrera no sólo consisten en el campesinado y la pequeña burguesía urbana, sino también en la burguesía nacional. Por esta razón, con el fin de transformar nuestra vieja economía, debemos utilizar los medios pacíficos de transformación no sólo en el caso de la agricultura y la artesanía, sino también en el caso de la industria. (...) el Partido decidió que se les permita trabajar en las cooperativas sobre la base de igualdad de retribución para un mismo trabajo, pero con status diferentes, dependiendo de las condiciones de cada caso. El propósito de esto era para reformarlos, para que pudieran hacer un nuevo comienzo en la vida». (Liu Shao-shi; Informe al VIIIº Congreso del PCCh de 1956)

Vemos por tanto que la técnica es la usada por los titoistas en sus falsas colectividades como se ve en la obra de James Klugmann: «De Trotski a Tito de 1951».

El documento:

 Zhu De, Chou En-lai, Mao Zedong, Liu Shaoqi en 1964. Esperando a recibir  a Chou En-lai tras ir este a reconciliarse con la dirección soviética que tenía nuevo dirigente soviético: Leonid Brezhnev

La concepción gradualista de la colectivización


El tema de la colectivización en China es algo que da para mucho. Al igual que otros larguísimos temas, no nos incube en este caso explicar extensamente la idea de los economistas chinos y las políticas de colectivización. Este debería ser el tema de un trabajo independiente para hacerlo de forma correcta. Pero sin embargo en esta sección nos concentramos en la concepción gradualista de la colectivización, que en nuestra opinión, ha desempeñado un papel central en el papel en las comunas populares durante la llamada «transformación socialista de la economía», la cual difiere fundamentalmente de la concepción marxista-leninista de la colectivización. Examinaremos estas características en el marco de la visión global de la transformación económica resumida por los autores del manual de Shanghái. En nuestra opinión las características básicas de la concepción de la colectivización de los autores mantienen similares fallos junto a otros puntos de vista económicos, los cuales ya hemos citado, siendo totalmente antimarxistas. En general, el camino de la colectivización resumido por los autores en esencia, no es socialista y se basa en una serie de conocidas teorías de derecha a las que vamos a hacer referencia en el presente artículo bajo el término genérico de «gradualismo» para que se nos entienda al instante.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Budapest 1956 La contrarrevolución armada; Ludo Martens, 1990

Ya que hemos empezado a analizar los elementos que pudieron desencadenar la crisis polaca de 1956, venimos ahora con su crisis homóloga: la crisis húngara de 1956 que desembocó con la contrarrevolución armada de 1956. El documento del belga Ludo Martens nos va a ayudar a entender los precedentes en cuanto a peligros internos –como la reorganización de las clases derrotadas tras la toma de poder, o las tendencias nacionalistas-burguesas dentro del partido– y las externas –la captación de agentes en las filas del partido, o la financiación del exterior a las capas reaccionarias–. Pese a que Ludo Martens no sea un marxista-leninista y es un claro revisionista, este capítulo es rico en datos y sirve perfectamente para determinar el proceso de la democracia popular húngara.

Pasaremos por tanto a analizar; desde el primer intento de golpe de Estado en 1946 –para ver que la reacción nunca ceja aceptara una vía pacífica al socialismo–, las acciones del famoso arzobispo Mindszenty –para ver la posición de la iglesia en estos procesos–, la posición estadounidense –auxiliando a los partidos de derecha y criticando los procesos contra los criminales de guerra fascistas–, la lucha contra el derechismo y el nacionalismo en el partido –analizando el caso del agente titoista László Rajk o pasando brevemente por la expulsión de János Kádár e Imre Nagy del partido–. Llegando a 1953 vemos como se desmonta como un castillo de naipes el núcleo marxista-leninista y el Comité Central del partido elige a un renegado como Imre Nagy, añadiéndose rehabilitaciones de hombres como János Kádár en 1954. Mátyás Rákosi y Ernő Gerő recuperan el poder brevemente en 1955 y consiguen expulsar de nuevo a Imre Nagy, hasta que en 1956 impulsados por la ola del XXº Congreso del PCUS de 1956 dónde Nagy volverá a la cabeza del partido. En esos días veremos los comentarios de John Foster Dulles hablando abiertamente de  «intensificar la presión sobre los países satélites, lo que podría conducir a su liberación completa» y las arengas de Radio Europa Libre. Para finalizar veremos los acontecimientos en Hungría a partir de octubre, y brevemente los papeles de Nikita Jruschov, Tito, Imre Nagy, János Kádár, y demás –este acontecimiento estará explicado más extensamente en otras publicaciones–. Y como capítulo final un análisis de los procedimientos antileninistas de János Kádár en el Partido Socialista Obrero Húngaro desde 1957 hasta 1989.

Cabe añadir como curiosidad, que a las técnicas «confesadas» de provocación de los agentes de la CIA como Joseph Swiatlo para inculpar a otros honestos militantes, estamos de acuerdo con Ludo Martens, y lo cierto es que dichas  «confesiones» responden más bien a resguardar a sus agentes operativos de entonces y a dar otra razón para aminorar la vigilancia en los Estados socialistas. En el caso que comenta el documento, el de Władysław Gomułka, existe suficiente documentación para  esclarecer que las acusaciones a Gomułka sobre derechismo –que no espionaje– son muy tempranas y muy demostrables. En particular vemos como en el momento álgido de la contrarrevolución, muchos partidos que se habían «comprometido» por construir el socialismo, se quitan la careta y abogan por la propiedad privada, dando una lección histórica sobre la idea revisionista del perpetuar el multipartidismo en el socialismo bajo condiciones «histórico-nacionales».

El documento:

Marcha comunista sobre la emblemática Avenida Andrássy en la inaguración del Bloque de izquierdas,
durante el 7 de marzo de 1946

En 1990, ya no se discutía que la restauración del capitalismo en Hungría era un hecho. Varios eminentes pensadores tuvieron la ocasión de exponer sus profundas justificaciones de este proceso «liberador». Según algunos de ellos, esta resurrección del capitalismo sería la prueba final de la bancarrota de 45 años de «stalinismo», Oros estimaron que el capitalismo probó su notable dinamismo, y Que el socialismo se derrumbó por su fracaso económico. Una tercera justificación sostuvo que, puesto que no solo de pan vive el hombre, la ausencia de democracia y de libertad propia del «stalinismo» –léase «socialismo»–  llevó a las masas a deshacerse del régimen totalitario. Y una última teoría que vino a anquilosar nuestros espíritus no debemos lamentar la restauración actual, ya que Hungría se limitó a sufrir el despotismo asiático impuesto por los tanques soviéticos y, en realidad, nunca conoció el socialismo.

Estas cuatro teorías, difundidas por los filósofos oficiales de Occidente, nos empujan hacia la resignación frente a la restauración, e incluso, hacia una cierta simpatía por la «liberación» de Hungría. Ellas han encontrado una acogida favorable en el seno de la izquierda domesticada del mundo imperialista. Redibujar algunas líneas esenciales de la historia húngara nos permitirán establecer cuatro verdades.

Entre 1945 y 1948, los trabajadores húngaros llevaron adelante una revolución socialista e instauraron la dictadura del proletariado. En 1956, una contrarrevolución violenta, provocada por la derecha húngara con el apoyo del «mundo libre», amenazó las bases mismas del régimen socialista. Después del establecimiento del orden por el ejército soviético, Janos Kadar mantuvo ciertos rasgos del socialismo, al mismo tiempo que rompía con el marxismo-leninismo revolucionario y seguía una línea de descomposición interna lenta.

En 30 años de evolución pacífica, Kadar y sus sucesores realizaron, finalmente, todos los objetivos señalados por los rebeldes de 1956. La contrarrevolución armada se hundió para reaparecer y triunfar, tres décadas más tarde, como contrarrevolución pacífica.