lunes, 18 de febrero de 2019

El neocolonialismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2018


El neocolonialismo como hemos venido explicando durante todo el documento tiene una explicación muy plausible:

«La Segunda Guerra Mundial produjo un cambio radical en la correlación de fuerzas en el mundo. Condujo a la destrucción de las grandes potencias fascistas, pero también estremeció los fundamentos y debilitó considerablemente a las viejas potencias colonialistas. La guerra antifascista planteó en todas partes, incluso en los países que no se habían visto envueltos en su torbellino, el problema de la liberación nacional. Los pueblos de las antiguas colonias que, conjuntamente con los países de la coalición antifascista, habían participado en la guerra para sacudirse el yugo fascista, ya no podían dar pasos atrás y soportar por más tiempo el yugo colonial (...) Obligados por la situación, muchos países colonialistas comprendieron que las viejas formas de explotación y administración de las colonias eran anacrónicas, sin concederles la más mínima libertad e independencia. Las potencias imperialistas, colonialistas, no llegaron a esta conclusión movidas por sus sentimientos democráticos y por su deseo de conceder la libertad a los pueblos, sino presionadas por los pueblos colonizados y a causa de su debilidad militar, económica, política e ideológica, que no les permitía conservar el viejo colonialismo. Pero, el imperialismo francés, inglés, italiano, estadounidense, etc., no quería renunciar a la explotación de esos pueblos y países. Cada potencia imperialista se vio obligada por las circunstancias creadas a conceder la autonomía a estos pueblos o prometerles la libertad y la independencia después de un cierto plazo. Este plazo, que fijaron supuestamente para permitirles tomar conciencia de su capacidad de gobernarse por sí mismos y formar a este fin los cuadros locales, tendía de hecho a preparar nuevas formas de explotación imperialistas, el nuevo colonialismo, dando a los países y a los pueblos la falsa impresión de que habían conquistado la libertad. (…) Muchos pueblos ex coloniales, a pesar de haber obtenido esta «independencia» y esta «libertad», tal como se las habían dado las antiguas potencias colonialistas, tuvieron que empuñar las armas porque los imperialistas no estaban dispuestos a conceder de inmediato esa «libertad» y esa «independencia». Particularmente los imperialistas franceses pretendían conservar también después de la guerra la fuerza o la «grandeza» de Francia. Así fue cómo los pueblos de Argelia, Vietnam y muchos otros dieron inicio a una prolongada lucha de liberación y, por último, lograron liberarse». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Queda de sobra demostrado históricamente que una revolución anticolonial es un acto progresista, eso es indudable, pero hay que dejar claro que aunque ello sea per se un acto antiimperialista, no siempre el nuevo Estado resultante llega a consolidarse como tal si no es dirigido por el proletariado y su partido:

«Por lo tanto, si la revolución «antiimperialista» se detiene a mitad de camino y permanece entre las manos de los capitalistas «nacionales», la liberación política y económica conquistada gracias a la revolución anticolonial necesariamente se convertirá en algo meramente formal y dará nacimiento a una nueva dependencia, primero económica, que crea así misma una dependencia política, incluso cuando la independencia política formal es reconocida. Esto acondiciona en una medida determinante la degeneración de los organismos de la «democracia representativa», degeneración que es de un carácter inmutable en todo régimen de democracia burguesa donde toda la potencia del capital predomina. Esta degeneración caracterizó el conjunto de los países coloniales, que tras haberse liberado del yugo político y militar del imperialismo después de la Segunda Guerra Mundial, finalmente recayeron sobre una nueva dependencia económica y política: el neoclonialismo, que no es sino una generalización de los métodos imperialistas semicoloniales de dominación.

Es por todo esto, que como marxistas, debemos hacer hoy una distinción neta entre la revolución antiimperialista socialista –torneada tanto contra los explotadores del exterior como del interior–, y la revolución anticolonial democrático-burguesa –torneada únicamente contra el capital extranjero y sus representares indígenas–. La segunda sólo es una revolución antiimperialista truncada, parcial y limitada a la desestimación de los métodos coloniales. La preservación de las posiciones económicas de la burguesía nacional conduce o bien a la neocolonización del país o a su transformación en un país imperialista». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Es por tanto muy clara las diferencias que hay entre la concepción de neocolonia de un marxista de la de un revisionista:

«Los revisionistas y sus acólitos nacionalistas burgueses hablaron entonces de «neocolonialismo», pero detrás de esta similitud aparente y terminológica se esconden de hecho dos diseños de contenidos muy diferentes, opuestos: en los marxistas-leninistas, el término «neocolonialismo» es sólo un equivalente del término «semicolonia» que ya empleaban Lenin y Stalin para caracterizar los países dependientes que poseían una independencia política formal, pero entre las condiciones económicas en las cuales están colocados realmente no les permiten gozar de estas libertades políticas formales. Entre los nacionalistas burgueses y los revisionistas, el «neocolonialismo» es sólo una forma modificada por el colonialismo clásico, cuando los países imperialistas sostienen a las camarillas más reaccionarias o directamente colocan a sus hombres a dedo. La injerencia estadounidense en Angola abastece un ejemplo reciente, otro caso sería el de Darfur donde se expresan las rivalidades entre el imperialismo francés y el imperialismo chino». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Y son aún más claras las condiciones que tienen que darse para que una revolución y un gobierno sea completamente antiimperialista:

«Los marxista-leninistas nos negamos a aceptar ciegamente toda pretendida «revolución antiimperialista» –sobre todo cuando se queda acantonada en su etapa anticolonial–, como una «revolución socialista».

La transformación de la primera a la segunda no es ni mecánica, ni automática, por la simple razón de que en los países coloniales, una parte de la burguesía nacional está interesada en el derrocamiento del yugo imperialista y es conducida así a apoyar, a dirigir –de manera más o menos consecuente según la situación– el combate de las capas populares por la libertad del yugo del capital extranjero y la fracción de la burguesía nativa relacionada con este, pudiendo sacar un beneficio mayor por la nueva situación. Por eso el hecho de atacar a los capitalistas extranjeros no significa que todos los explotadores nacionales hayan desaparecido. ¡Téngase cuidado pues, de no confundir la revolución democrático-burguesa contra el imperialismo con la revolución socialista!

La primera puede acompañarse de medidas radicales –puritanismo revolucionario, nacionalizaciones burguesas de los sectores que antes pertenecían al capital extranjero–, en la lucha contra el feudalismo y el embargo del capital extranjero en la economía, preservando las posiciones económicas de la pequeña y mediana burguesía nacional de la cuidad y el campo.

Sobre la cuestión nacional y colonial, Stalin había defendido de modo muy justo que la revolución democrático-burguesa anticolonial era una revolución hecha a favor de las masas campesinas y a favor de la burguesía indígena contra los terratenientes, los vestigios de feudalismo y la burguesía compradora. Esta revolución pretende pues destruir las relaciones precapitalistas y coloniales de producción que mantienen la economía de estos países en un estado de atraso extremo  –en un país extranjero el capital foráneo desarrolla sólo algunas ramas de la producción, haciendo caso omiso del desarrollo del mercado nacional indígena–, a fin de liberar el desarrollo de las fuerzas productivas, pero sobre la vía de la introducción y el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción.

Tal tipo de revolución, que se apoya en la creación de un mercado nacional, beneficia a la burguesía nacional que se refuerza, y también en menor medida a las masas trabajadoras de estos países: a medida que aumente la productividad del trabajo, la burguesía nacional podrá conceder algunas mejoras de las condiciones materiales a los trabajadores, en una medida siempre muy inferior al crecimiento de sus beneficios: la reducción de la pobreza, bajo el capitalismo, solo puede ser relativa y no absoluta. ¡Y siempre que la riqueza de los trabajadores aumente, significará que la de la burguesía estará creciendo mucho más rápido! Además, bajo el capitalismo, la mejora de las condiciones materiales de los trabajadores en cualquier país solo es posible cuando el poder relativo, es decir, la tasa de ganancia de «su» burguesía aumenta en comparación con la de otras burguesías competidoras. En los países dependientes, la expropiación de la burguesía compradora también redistribuye la riqueza más equitativamente pero esto no constituye ningún tipo de socialismo: la formación de Estados burgueses centralizados sucede dentro del desarrollo de la economía mundial y de la internacionalización de los medios de producción, donde la burguesía imperialista intenta poner frenos al libre desarrollo de la industria de producción de medios de producción.

La revolución antiimperialista –socialista– pone el acento sobre la independencia económica como condición para el mantenimiento de la independencia política y se caracteriza por la prioridad consagrada a la industria de medios de producción, mientras que la revolución anticolonial –democrática-burguesa– espera aprovecharse de una mejor –o «más equitativa»– integración en la división internacional del trabajo. Como marxistas, nos negamos pues a asimilar toda medida de nacionalización como socialismo, sea en países imperialistas o en países dependientes. Las nacionalizaciones pueden tener un carácter socialista solamente si se acompaña de la expropiación sin indemnización de la burguesía en conjunto, imperialista como nacional –compradora como patriótica–.

La transformación de revolución anticolonial en verdadera revolución antiimperialista y revolución socialista, por tanto, requiere de varios factores: 1) en primer lugar la existencia de un partido comunista marxista-leninista capaz de movilizar a los trabajadores de la ciudad y el campo contra el poder imperialista comprador sin transferir la dirección de la lucha a la burguesía nacional interesada en el derrocamiento de los capitalistas y terratenientes compradores; 2) después, que el partido llegue a demostrar que las aspiraciones democráticas de las capas populares y de los trabajadores sólo pueden alcanzarse si la política de liberación del yugo del imperialismo extranjero está ligada a la liberación del yugo social, ejercido no sólo por el capital extranjero, sino también por el desarrollo del capitalismo, incluso circunscrito dentro del mercado interior. De hecho Marx destacó que la explotación del trabajo asalariado condujo necesariamente a nivel nacional –a causa de la brecha entre la producción y el consumo en el mercado interno– a forzar grandes vínculos comerciales con otros países burgueses, y sobre la base de la teoría del valor-trabajo y la existencia de diferentes grados en la productividad del trabajo social, estas relaciones hasta estrictamente comerciales tornan en una relación de dependencia y sujeción económica de los países burgueses más débiles en provecho de los más poderosos, capaces de echar sobre el mercado cantidades importantes de mercancías a un precio de coste menor». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Entendido esto, estudiemos ahora algunos casos famosos de neocolonialismo desde los últimos años al presente, para comprender que estos países lejos de ser libres, están sometidos a una dependencia y una explotación feroz:

a) Chad

El Chad es un país de varias creencias religiosas y varias etnias que fue colonizado por Francia en a partir de 1891 y que no consideró que hubiese una «pacificación» de la zona hasta 1911, aunque la resistencia persistió. La metrópoli decidió englobarla en la África Ecuatorial Francesa –junto a Gabón, la República Centroafricana y la República del Congo–, finalmente en 1960 logra su independencia estatal y la retirada total de las tropas francesas en 1965, lo cual no excluyó que a partir de entonces el Chad fuese un país alineado con Francia en la política exterior y dependiente de él económicamente y militarmente, esto se pudo ver en especial durante el periodo de la presidencia de Tombalbaye. El país nunca salió de su economía basada en la ganadería, las cosechas de mijo y sorgo, sobretodo también el cultivo del algodón y recientemente el petróleo. La dura represión interna se conjugaba con un pragmatismo exterior bajo el bloque de los «no alineados» estableciendo relaciones tanto con el bloque del imperialismo estadounidense como con el del socialimperialismo soviético. Ni el ambiente constante de guerra civil frente al FROLINAT (Frente de Liberación Nacional del Chad), ni los eventuales episodios de violencia con Libia durante 1978-1987 por la disputa de la Franja de Aozou, ni la Guerra contra Sudan de 2005-2010, permitieron un periodo de estabilidad al país, constantemente tensionado por la división étnica, religiosa y las relaciones tormentosas con los países vecinos y el viejo amo colonial.

Esto confirma que el Chad pasó de ser una colonia a una neocolonia. Un país con soberanía estatal y teórica soberanía político-económica, pero que en la praxis se veía maniatada por la dependencia externa de los viejos y nuevos imperialistas:

«Una de las principales formas de explotación neocolonial de los países formalmente independiente de los antiguos colonizadores es la exportación de capital, a través de la cual ponen bajo su control total las principales ramas de su economía, con el objetivo de maximizar sus beneficios, preservar y de perpetuar su dominación en estos países imponiéndoles un tipo de desarrollo que les somete todavía más a las metrópolis. (…) La irrupción de capitales de los neocolonialistas en los antiguos países coloniales y dependientes está atado estrechamente al desarrollo y a la acción cada vez más extensa de las multinacionales. (…) Desempeñan un papel importante en la orientación de la economía de los antiguos países coloniales y dependientes sometiéndoles cada vez más a la dependencia de las metrópolis». (Lulzim Hana; Las deudas exteriores y los créditos imperialistas, poderosos eslabones de la cadena neocolonialista que esclavizan a los pueblos, 1988)

Esta neocolonización no era accidental:

«Hay que recordar que muchos países que proclamaron su independencia política no atentaron contra las posiciones del capital extranjero en su economía. Conservándose en muchos casos, el antiguo sistema financiero, manteniéndose en circulación los billetes de la metrópoli o de los que están relacionados con ella, y conservándose las divisas de los bancos de los antiguos colonizadores. Esto sirvió de poderoso apoyo al colonialismo en la aplicación de su nueva estrategia imperialista. Para la implementación de sus políticas neocolonialistas, las potencias imperialistas recurrieron a tratados militares, el comercio de armas, el avivamiento de conflictos locales, etc., pero también a sus emisarios. Aprovechando el hecho de que la dominación colonial dejó a estos países en un profundo atraso cultural y que los pocos cuadros que poseían fueron absorbidos por las metrópolis, acudieron a menudo para organizar la economía en los países que habían proclamado su independencia política, a los «especialistas» y «expertos» de las potencias imperialistas y socialimperialistas». (Lulzim Hana; Las deudas exteriores y los créditos imperialistas, poderosos eslabones de la cadena neocolonialista que esclavizan a los pueblos, 1988)

Durante estos años de independencia, pese a las tiranteces constantes con Francia por la excesiva influencia en el país, el gobierno del Chad recurrió constantemente a ella en lo militar para salir airoso en todos los conflictos internos y externos:

«1)  Fecha: desde 1968 hasta 1972

Operación: Operaciones contra la rebelión Tibesti en Chad. El ejército francés registró pérdidas significativas: 39 muertos en las filas francesas durante la operación «Limo» y un centenar de heridos.
Ubicación: Chad.
Jefe del Estado: François Tombalbaye.
Nombre de la operación: «Bison». (Nueva Tribuna.es; 44 intervenciones militares francesas en África desde 1961, 15 de noviembre de 2015)

2) Fecha: 1969
Operación: Francia interviene, desde marzo 1969 a junio 1971 frente a las rebeliones contra el Tibesti y FROLINAT (Frente de Liberación Nacional del Chad respaldados por Libia en 1969).
Ubicación: Chad.
Jefe del Estado: François Tombalbaye.
Nombre de la operación: «Limousin». (Nueva Tribuna.es; 44 intervenciones militares francesas en África desde 1961, 15 de noviembre de 2015)

3) Fecha: 1978
Operación: Francia interviene de nuevo desde marzo 1978 a mayo 1980 para contrarrestar el avance de FROLINAT (Frente Nacional de Liberación de Chad)
Ubicación: Chad.
Jefe del Estado: Felix Malloum.
Nombre de la operación: «Tacaud» «Puchero». (Nueva Tribuna.es; 44 intervenciones militares francesas en África desde 1961, 15 de noviembre de 2015)

4) Fecha: 1983
Operación: El 18 de agosto de 1983, 4000 soldados franceses se movilizan en apoyo del presidente Hissène Habré, desafiado por los rebeldes de Goukouni Oueddeye, apoyados por Libia. La operación durará hasta febrero de 1986.
Ubicación: Chad.
Jefe del Estado: Hissène Habré.
Nombre de la operación: «Manta». (Nueva Tribuna.es; 44 intervenciones militares francesas en África desde 1961, 15 de noviembre de 2015)

5)  Fecha: 1986
Operación: El 15 de febrero de 1986, la fuerza aérea francesa bombardeó la base aérea  del ejército libio en Ouadi Doum (Norte).
Ubicación: Chad.
Jefe del Estado: Hissène Habré.
Nombre de la operación: «Sparrowhawk» «Gavilán». (Nueva Tribuna.es; 44 intervenciones militares francesas en África desde 1961, 15 de noviembre de 2015)

6)  Fecha: 2006
Operación: Apoyo para satisfacer a los rebeldes del Ejército de Chad en el dispositivo Hawk. La aviación francesa opera el 16 de febrero de 1986, a 250 km de Yamena.
Ubicación: Chad.
Jefe del Estado: Idriss Déby Itno.
Nombre de la operación: «Gavilán». (Nueva Tribuna.es; 44 intervenciones militares francesas en África desde 1961, 15 de noviembre de 2015)

7)  Fecha: 2008
Operación: Protección de los aeropuertos de Yamena y evacuación de ciudadanos franceses en Chad. Intercambio de disparos entre el ejército francés y los rebeldes cerca del aeropuerto.
Ubicación: Chad.
Jefe del Estado: Idriss Deby Itno.
Nombre de la operación: Desconocido». (Nueva Tribuna.es; 44 intervenciones militares francesas en África desde 1961, 15 de noviembre de 2015)

El albanés Enver Hoxha ya registró que esto correspondía a una serie de operaciones del imperialismo francés dedicadas a no permitir perder más influencia en África, y en medida de lo posible agrupar a los nuevos países de habla francesa bajo su mando, empleando para ello los mecanismos que fuesen necesarios:

«Observamos que también el imperialismo francés se ha introducido en la carrera por la conquista de nuevos mercados. Francia ha comenzado a seguir su vieja política colonialista e intenta retornar, de forma abierta o indirectamente, a todos aquellos países que han estado incluidos en la zona de influencia francesa, o según les denominan «países francófonos», en el Próximo Oriente, en el Líbano y en diversos paí¬ses de África Central. Actualmente, además del comercio de armas y de los intentos por restablecer la cultura francesa, ha enviado a estos países destacamentos militares de paracaidistas. Es el caso de las fuerzas que ha enviado al Chad». (Enver Hoxha; Oriente Medio en el año 1983; Reflexiones sobre Oriente Medio, 1983)

El hecho de que el Chad haya intentado configurarse como una democracia burguesa multipartidista desde los 90, no ha alterado la corrupción ni el autoritarismo en política, pero tampoco las cuentas económicas respecto a los países imperialistas que evidencian una alta dependencia.

Actualmente la balanza comercial del Chad se ha enfocado hacia China e Italia con un 28% y un 14,2% respectivamente como proveedores, pero Francia mantiene su posición en tercer lugar.

En cuanto a las inversiones extranjeras Francia sigue siendo la potencia incontestable:

«Aunque Francia sigue siendo uno de los principales inversores con unas 40 filiales de empresas nacionales en Chad, Estados Unidos ha pasado a formar parte del panorama de inversiones extranjeras en el país. En el caso de China, cabe destacar la Corporación Nacional China de Petróleo que ha construido la refinería de Djermaya. No obstante, ha habido algunas fricciones entre Chad y las empresas chinas de explotación de hidrocarburos por lo que estas autoridades desean diversificar sus socios comerciales». (Gobierno de España; Oficina de información diplomática, 2017)

Pese a todo, el Chad sigue proclamándose un país no alineado en cada conferencia del Movimiento de los Países No Alineados, lo que vuelve a demostrar como ya destaparon los marxista-leninistas de décadas anteriores, que este movimiento tercermundista no es sino un gran bluf:

«En muchos países africanos de hoy en día, son los poderosos estados capitalistas e imperialistas los que están haciendo la ley, son quienes apoyan a las camarillas locales gobernantes, las cuales dependen directamente de ellos y son instaladas, cambiadas o asesinadas según los intereses que dicten. Estas camarillas reaccionarias son antinacionales y antipopulares, verdaderos gendarmes del neocolonialismo, que guardan los intereses del capital extranjero invertido en África, defienden los bancos y las subsidiarias de las empresas multinacionales que garantizan el máximo beneficio para los monopolios extranjeros, que mantienen al pueblo bajo la opresión y el oscurantismo, para que no vean como están siendo esquilmados y saqueados por los imperialistas y los colonialistas. (...) Este mundo «no alineado» es como un sueño, pero un sueño en el cual los imperialistas y revisionistas, los neocolonialistas y capitalistas están aconsejando ruidosamente, a los pueblos a mantener y distraer su atención de la terrible realidad en la cual están viviendo. La práctica diaria, cuando incluso las camarillas reaccionarias son presentadas a sí mismas como «no alineadas», «antiimperialistas», «democráticas», «populares», «progresistas» e incluso «socialistas», muestra que esta teoría es un gran fraude, diseñada para frenar la vigilancia de los pueblos y desviarlos de la lucha real contra el imperialismo y especialmente las dos superpotencias. ¿Qué clase de «no alineamiento» existe cuando los regímenes contrarrevolucionarios, antipopulares y opresivos de estos países, están maniatados con mil cuerdas visibles e invisibles del imperialismo mundial y sus estructuras militares, económicas y financieras, etc. están en el poder, se proclaman y se aceptan así mismos como «no alineados»? (...) Las teorías del «no alineamiento», los «tres mundos», el «mundo libre» y otros mundos» burgueses y revisionistas tienen el mismo objetivo: no asistir a los pueblos a encontrar la verdadera lucha revolucionaria antiimperialista, sino llevarlos a un camino falso, inofensivo para la dominación imperialista. Están destinados a preservar el statu quo presente, la terrible situación de opresión, creada por los nuevos colonialistas, para engañar a los pueblos que dicen ser supuestamente «no alineados» y libres». (Zëri i Popullit; La teoría del «mundo no alineado» y la teoría de los «tres mundos», unidos en la defensa del statu quo imperialista, 1978)

La situación neocolonial de países como el Chad demuestra que la independencia del país es relativa, que como explica el leninismo, no hay una soberanía política ni económica real.

b) Los viejos y nuevos regímenes capitalistas-revisionistas

Los países capitalistas que se esconden bajo palabrería acerca del socialismo y el antiimperialismo, es decir los países revisionistas que todos conocemos, tampoco pueden escapar a las leyes inherentes del capitalismo ya que como decimos forman parte de él.

Lo cierto es que este fenómeno de la dependencia económica no solo ocurrió a los antiguos países que salían del colonialismo. Si miramos el antiguo bloque  revisionista de los años 80 observaremos los mismos problemas económicos que presentaban cualquier otro país neocolonial:

«La situación es tan crítica en algunos países, entre ellos Polonia y Rumanía, que ya no son capaces de pagar los intereses de sus préstamos y han pedido a la burguesía nuevos préstamos para pagar éstos, extendiendo los plazos de pago para no declarase insolventes. En cuanto a la Unión Soviética, frente a las demandas de la burguesía monopolista internacional para el rembolso de sus préstamos y el pago de sus intereses, no le dejó otra solución que vender sus reservas de oro, platino y diamante en el mercado mundial. Concediendo estas ayudas y créditos a los países revisionistas, la burguesía internacional se asegura considerables ganancias económicas y políticas. Encuentra así nuevos mercados en tiempos de crisis, despacha la existencia de sus mercancías y aumenta sus capitales. Si en 1979, los países revisionistas pagaron a los acreedores occidentales cerca de 5 mil millones de dólares en intereses, para 1980 esta suma alcanzó los 7 mil millones de dólares y actualmente está cerca de los 8,5 mil millones de dólares». (Hasan Banja y Lulëzim Hana; La degeneración del Consejo de Ayuda Mutua Económica en una organización capitalista, 1984)

Esto no fue casualidad ni cosa de un día, los fuertes lazos económicos con los países imperialistas de Occidente fue la tónica general en todos los países dentro del campo revisionista soviético.

Cualquier país capitalista de corte revisionista –es decir «bajo los ropajes» de que es un país socialista– siempre, tarde o temprano, entra en una nueva crisis económica. Históricamente hablando: Yugoslavia, Rumanía, Hungría, Polonia o la propia Unión Soviética, todos intentaban salvar la apariencia de los desastres de su economía anarquizante típica de una economía capitalista mediante la petición de créditos, ya fueran estatales –a los países imperialistas–, a empresas privadas extranjeras o a organismos como el famoso Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM). La petición de prórrogas de dichos plazos, mediante la condonación de la deuda, mediante la venta de sus reservas de oro, al final solo creaba un círculo vicioso del que no podían salir.

Los préstamos, créditos y todo tipo de contactos con el capital privado extranjero de los países imperialistas, acabaría no sólo en un enredo de deudas económicas, sino que como ya se ha expresado, con pérdida de soberanía; por lo tanto la subyugación económica a los imperialismos y sus organizaciones, se traducía siempre en los regímenes pseudosocialistas, en subyugación política, ¿y cómo se traducía en hechos? En hacer reformas a gusto del acreedor de la «ayuda» económica, y cuando al igual que cualquier otro país capitalista occidental, los países revisionistas-capitalistas se introdujeron en el FMI, el BC, etc., el seguidismo a las reformas fue enorme, y sus consecuencias bestiales:

«En primer lugar, le pidió a estos países a que tomaran nota de la situación actual de la economía y definieran el camino a seguir para transformarlo, hacerle modificaciones estructurales, limitaciones de las importaciones e inversiones, etc. Es en este contexto que encaja las medidas adoptadas en estos países para elevar los precios de los bienes de consumo y devaluar su moneda frente al dólar. En los años 1981, 1983 y 1984, Rumanía ha devaluado tres veces el leu y el dólar subió 4,5 a 21,5 frente al leu. Polonia, con su entrada en el FMI, operaba con una devaluación del zloty en un 30 por ciento, mientras que en Hungría el dólar ha pasado de 41,3 a 51 forint. De modo general, la política del FMI con respecto a los países que piden préstamos, independientemente de los matices y los rasgos específicos que revistan según los diferentes Estados y los grupos de Estados, parece estar destinado a aumentar la explotación y la expoliación de las amplias masas trabajadoras y acentuar todavía la dependencia de su economía hacia sus exportaciones en las metrópolis. Además, el FMI pregunta y pide informes detallados sobre la situación de la economía de los países prestatarios, sobre sus perspectivas de desarrollo, sobre la política económica que aplicarían según las medidas propuestas por él, y se le ha sido reconocido también el derecho a proceder periódicamente a la comprobación de la aplicación de esta política. Su no aplicación puede conducir hasta al cese de los créditos». (Lulzim Hana; La deuda externa y los créditos imperialistas, poderosos eslabones de la cadena neocolonialista que esclaviza a los pueblos, 1988)

Muchos de estos países aunque no participasen directamente en el FMI, desde años antes de su incorporación ya eran presionados por sus representantes ya que muchas veces los miembros del FMI eran los que habían intercedido en estas operaciones, cuando no eran los propios acreedores. Pese a todo, si los simpatizantes de estos regímenes están esperando datos, se los daremos para que vean que no mentimos: Yugoslavia jamás abandonó el FMI, Rumanía se incorporó en 1972, Hungría en 1982 y Polonia en 1986.

El nivel de influencia de estas empresas puede verse en el golpe militar polaco del ultrarevisionista Jaruzelski en 1981, el cual fue aupado por los diferentes imperialismos occidentales sumado al visto bueno del socialimperialismo soviético para que apretase las tuercas aún más a los trabajadores polacos y se pagase a las entidades financieras occidentales:

«Para vigilar el cumplimiento de la política recomendada por los monopolios financieros a Polonia, los mismos exigen que el país se integre al FMI, lo que ha sido visto con buenos ojos por la Unión Soviética tal como lo asevera la editorial del 28 de noviembre de 1981 del New York Times. La visita de una delegación del FMI a Varsovia dos días antes de la proclamación del estado de sitio no es, sin lugar a dudas, ajena a esta exigencia. Ahora bien, tantos los [revisionistas] soviéticos como los representantes de los grupos financieros internacionales saben que el programa de austeridad sólo puede ser aplicado, sobre todo en medio del elevado grado de movilización de la clase obrera, por medio de un gobierno seguro y represivo. El ejército soviético está de tal manera, que en los hechos está jugando el papel de agente cobrador de los bancos occidentales. Las declaraciones y escritos que atestiguan el interés que tienen los acreedores de Polonia en la aplicación de la ley marcial son numerosos. El editorial ya mencionada del New York Times del 28 de noviembre de 1981, dos semanas antes de la toma de poder por Jaruzelski, expresaba que la acción combinada de la Armada Soviética y la dependencia frente a los bancos occidentales sería el medio de extraerles sobrebeneficios a la revolución de los trabajadores. El 21 de diciembre de 1981, el Wall Street Journal escribía que el «autoritarismo de Polonia puede ayudar a los bancos estadounidenses a cobrar los 1.300 millones de dólares que esta nación debe». Igualmente un alto representante del banco Francés «Société Générale» declaraba el 28 de diciembre de 1981 a Busimess Week que la acción de Jaruzeslki era «una manera de salir del impasse». (José Serulle Ramia, Jacqueline Boin; El FMI: deuda externa y la crisis, 1984)

Esta experiencia histórica, demuestra el cambio cualitativo que supone el revisionismo cuando llega a un partido en el poder: tarde o temprano se le abre paso a las multinacionales poco a poco y se reprimen las luchas de los trabajadores que surgen por los viejos y nuevos problemas económicos:

«Los Estados revisionistas se han convertido ya en Estados capitalistas, dominados por la férrea dictadura del capital, la cual no permite protestas e impone sus decisiones a la clase obrera y a su pueblo. En esos países la mano de obra es barata. La import-export de mercancías en general es reducida, no sobrepasa el 15% ó el 20% del producto nacional. En estas condiciones crean con los países capitalistas grandes sociedades, trusts, en cooperación abierta o encubierta, con el 49-50% de las acciones. Así los trusts capitalistas han ocupado, por así decirlo, los grandes mercados de estos países autodenominados comunistas. Las inversiones de estas grandes multinacionales capitalistas han echado profundas raíces en la Unión Soviética. Los Rockefeller, Shell y otros han cooperado con el gran trust del petróleo de la Unión Soviética en Siberia y continúan haciéndolo». (Enver Hoxha; Las multinacionales, una soga al cuello de los pueblos; Las superpotencias, 27 de septiembre de 1977)

Esto ya lo analizamos en varios documentos: como el caso específico  del revisionismo húngaro encabezado por János Kádár. Sus reformas económicas iniciadas en los 70 fueron muy alabadas desde las tribunas burguesas de los periódicos de los países occidentales. Hablamos de medidas como: la mayor captación de inversión privada extranjera, mayor nivel de descentralización, mayor estimulación para la creación de medianas y pequeñas empresas privadas, mayor independencia de las empresas del plan, la no obligatoriedad de las cifras del plan y una total libertad de la ley del valor, que no tenían otro objetivo que lograr la integración cada vez más honda de Hungría en el mercado capitalista mundial, pero también era la receta desesperada capitalista dentro del mismo capitalismo de los regímenes revisionistas que andaban moribundos para intentar salir de los quebraderos de cabeza y pérdidas económicas que le creaban la propiedad capitalista monopolista de Estado en varias de sus ramas económicas por la naturaleza liberal y capitalista de actuación en su base. Una receta que los revisionistas cubanos han arrastrado desde aquel entonces cuando copiaron el modelo económico brezhnevista, aunque en su propaganda pregonen que es un nuevo modelo económico propio. No aprenden de la historia que nos muestra cómo acabaron sus amigos revisionistas.

Hay que buscar en este tipo de análisis científicos las causas de la caída de los regímenes revisionistas-capitalistas.

Actualmente en los países de la «izquierda latinoamericana» o los autodenominados como países del «socialismo del siglo XXI», siguen la misma estela, también confían en los organismos del neoliberalismo global como el FMI para «evaluar la viabilidad de su economía» y de sus «ayudas» para «desarrollar su economía», y se basan en su aprobación para sacar pecho ante su militancia, es el caso de Argentina, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, etc., cuando sabemos de sobra que para el FMI una economía modelo es una economía neoliberal. Muchos de estos países durante las últimas décadas incluso han llegado a modificar sus marcos constitucionales y soberanos para facilitar la llegada del capital extranjero, produciendo una mayor intensificación de la explotación laboral y de la destrucción del medioambiente. Los viejos regímenes revisionistas como Cuba o Vietnam también se han adentrado en este mismo camino desde los años 80, siendo en realidad los pioneros donde fijarse para todos estos países. Esto demuestra que los actuales regímenes revisionistas no han aprendido de la experiencia y bochornoso final de sus predecesores, que por otro lado son incorregibles, y no puede ser de otra forma, siendo expresiones de la burguesía: ellos simplemente defienden sus intereses de clase que resultan en ser antagónicos respecto a los nuestros, los de las clases explotadas.

Si miramos modelos revisionistas actuales como Cuba o Corea del Norte, observamos exactamente el mismo panorama que hemos visto en los viejos regímenes de los 70 y 80 que acabaron desapareciendo:

-Cuba

Es indudable en el mundo hispanohablante el mito de Cuba es utilizado por partidos como el PCE, PCPE o el PCOE para intentar captar a los simpatizantes del castrismo, del guevarismo, del socialismo del siglo XXI, del tercermundismo, o cualquier cosa que se tercie. Su apoyo es fanático e incluso llegan a calificar de socialismo a su gobierno. Sobre esto no nos pararemos demasiado, ya ha sido desmontando por la historia. Véase nuestro documento: «La estupidez altiva de los pseudorevolucionarios cuando sacan pecho al decir que fueron instruidos en el «socialismo» cubano» en el que se desmontan algunos de los mitos del régimen cubano.

Otros pese a la supuesta postura «crítica con Cuba, embellecen el carácter del gobierno cubano y lo tildan de «antiimperialista» y «revolucionario», así ocurre con el lumpenizado Roberto Vaquero, el líder de la secta maoísta Reconstrucción Comunista (RC):

«Yo he estado en Cuba, varias veces, en brigadas de trabajo, por mi cuenta, estuve en la escuela de formación de cuadros del Comité Central del Partido Comunista de España (PCE) en el año antes que le diera el chungo a Fidel, 2004-2005, 2005-2006, yo no vi socialismo por ninguna parte, si vi un gobierno antiimperialista, si vi cierto grado, de que había, si era algo revolucionario, de que fue algo revolucionario para América Latina». (Furor TV; Entrevista a Roberto Vaquero, 5 de octubre de 2016)

Quizás Roberto Vaquero vio en 2006 y sigue viendo en 2016 un gobierno «antiimperialista» porque arrastra los dogmas aprendidos en el PCE carrillista a la hora de analizar los países y las experiencias históricas. Una vez más los líderes de RC vuelven a adoptar la misma actitud oportunista que el PCE (r) y sus contornos, y no es la primera vez que sus expresiones políticas son como dos gotas de agua:

«Ojala [Cuba] no vuelva a ser el prostíbulo de los imperialistas». (Pablo Hasél; Pablo Hasél: Un ejemplo para siempre, 13 de enero de 2013)

Ni Vaquero ni otros representantes del maoísmo como Hasél y el PCE (r) se han enterado de que Cuba siempre ha sido el prostíbulo, metafóricamente hablando, de los imperialistas y socialimperialistas desde el primer momento. Primero lo fue del colonialismo español, después del imperialismo estadounidense, y después de los sepultureros de la obra de Stalin, los jruschovistas, es decir los socialimperialistas soviéticos:

«El precio del renovado apoyo soviético fue una cierta descentralización de la toma de decisiones económicas y la introducción de una gama limitada de los mecanismos de mercado. Desde el comienzo de los años 70, los dirigentes cubanos trataron de reformar las estructuras económicas y políticas de Cuba para dar cabida al nuevo modelo. (...) Las reformas que siguieron en la primera mitad de la década los 70 en Cuba iban en consonancia con la línea de la Unión Soviética, bajo la cooperación de numerosos asesores soviéticos se reestructuraron los organismos y empresas económicas de Cuba. Una Comisión soviético-cubana se creó en diciembre de 1970 para coordinar el uso de la ayuda soviética, y dos años más tarde, Cuba se convirtió en un miembro de pleno del mercado común del bloque soviético, el CAME –Consejo de Ayuda Mutua Económica–. Un nuevo sistema de gestión económica se estableció progresivamente en los años 70, y estaba en pleno funcionamiento a finales de la década. Se introdujeron un cierto grado de responsabilidad financiera, la rentabilidad, así como la introducción de una amplia gama de incentivos materiales. (...) Fidel Castro no fue parco en sus ataques a la excesiva centralización en la planificación económica los administradores de la empresa se les dio mayor poder de toma de decisiones a nivel de las empresas individuales». (Sebastian Balfour; Castro, 1990)

Desde finales de los 80 Cuba permitió la entrada de capital extranjero para equilibrar su balanza comercial deficitaria, en base a esto ha ido reformando su ley de inversiones en 1995 y más adelante. Actualmente si bien no está neocolonizada por el capital estadounidense, sí lo está por otros imperialismos, veamos unos datos de hace una década:

«A fines del año 2000 habían 392 asociaciones económicas con capital extranjero, ubicadas en su mayor parte en minería, prospección-extracción de petróleo, turismo, industria –ligera, alimentaria y sideromecánica– y construcción. En los últimos años se han incorporado nuevas ramas a la inversión extranjera, entre  las que se encuentran la industria energética, del gas, sector financiero, comercialización de tabacos y la gestión del suministro de agua a la ciudad, también se han aprobado importantes negocios para el desarrollo hotelero, la industria del cemento, la aviación civil e industrias para fabricación de pinturas y omnibus. Los capitales provienen de más de 46 países entre los que se resaltan, España, Canadá, Italia, Inglaterra y Francia. Alrededor del 50 % de los proyectos corresponde a Países de la Unión Europea». (Roberto Villas Bôas y Mário Sanchez; Tecnologías limpias en las industrias extractivas minero-metalúrgica y petrolera, 2006)

Muchos de los admiradores del modelo cubano, argumentaban que esto era algo temporal, que en cuanto se repusiera de la crisis económica que se arrastraba de los 90 y cuando el modelo se actualizara, Cuba paulatinamente iría eliminando la presencia de compañías imperialistas, ilusos, en la actualidad no solo se ha mantenido sino que se ha profundizado la tendencia hacia la captación de la «inversión extranjera» para «alcanzar el crecimiento requerido»:

«En efecto, en la economía cubana actual se alcanzó una tasa de crecimiento de solo 2,7% en los últimos cinco años, cuando se requiere un ritmo estable superior al 5% anual, lo cual demanda a su vez una tasa de inversión superior al 20%. Sin embargo, el país no posee una capacidad de ahorro interno suficiente –la tasa de inversión en relación al PIB ha promediado solo alrededor del 10% en los últimos años-, por lo que resulta indispensable incrementar la inversión extranjera directa para alcanzar el crecimiento previsto». (Cubadebate; Los Lineamientos para la Política Económica y Social y su evolución 2011-2016, 14 de abril de 2016)

Y en el congreso del partido se ha recalcado la importancia que ha tenido la nueva Ley de inversión extranjera directa de 2014 a la hora de facilitar la entrada de capital de los imperialismos. Recordemos esta ley y algunos de los nuevos epítetos que contiene:

«La nueva ley reduce del 30% al 15% los impuestos sobre las ganancias de los inversores extranjeros y ofrece mayor protección legal. Para la mayoría de ellos se establecerá también una moratoria tributaria para un período ocho años». (Actualidad Russia Today; La nueva Ley de Inversión Extranjera en Cuba romperá con el bloqueo fuera de EE.UU, 29 de marzo de 2014)

Otra cuestión a conocer es saber cómo funciona esta ley y como el gobierno cubano se aprovecha de ella para exprimir un poco más a los trabajadores:

«La Ley de Inversión Extranjera estipula que la contratación de mano de obra cubana se debe realizar a través de empresas contratistas constituidas por el Estado cubano, que son las que aportan la mano de obra según los requerimientos de las empresas extranjeras. Estas empresas contratistas, denominadas «entidades empleadoras», reciben el pago por el «servicio» que los trabajadores cubanos brindan a las empresas extranjeras, y de esa suma global, el Estado cubano paga los salarios a los trabajadores. De la misma forma ocurre en el caso de los servicios médicos, donde la «Comercializadora Servicios Médicos Cubanos S.A. del MINSAP» recibe el pago por los servicios médicos y a su vez paga a médicos, enfermeras y auxiliares. Obviamente, los contratos entre el Estado cubano y los trabajadores cubanos son contratos de sujeción, en los cuales los trabajadores sólo pueden aceptar sin poner condiciones. Además, es conocido que el Estado cubano cobra una cantidad mucho mayor a la que paga en definitiva al trabajador. Pese a ello, las empresas extranjeras encuentran que la mano de obra cubana es muy barata y permite niveles de rentabilidad bastante altos. El monopolio de la contratación de mano de obra y la prohibición del contrato directo entre empleador-empleado le permite al Estado cubano apropiarse de una parte sustancial de los salarios de los trabajadores. En el caso de trabajadores calificados y profesionales, esta parte es mucho mayor. Aún así estos salarios son superiores a los que cualquier trabajador puede obtener trabajando para las empresas estatales». (Bajo la Bandera del Marxismo; Cuba: En camino a la completa integración en la economía mundial, 2015)

Los revisionistas cubanos dependen tanto de la inversión extranjera para cubrir las pérdidas de su desastroso modelo económico que se han llegado a definir en los documentos del VIIº Congreso a la inversión extranjera como parte esencial para el desarrollo del país y en particular de los sectores estratégicos:

«Concebir la inversión extranjera directa como parte esencial de la estrategia de desarrollo del país y en particular, de los sectores definidos como estratégicos». (Partido Comunista de Cuba; Conceptuación del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista, 2016)

Cualquier marxista-leninista entiende de esto que:

«Después del año 1991 bajo el agravamiento del déficit de la balanza comercial exterior y el aumento de las inversiones extranjeras directas, Cuba devino a ser un país comprador-burgués clásico donde una parte creciente de la economía es propiedad directa del capital extranjero. En estas condiciones, luchar por «salvaguardar» o «reforzar» el «socialismo cubano» es solamente una lucha vista a mistificar a los trabajadores cubanos sobre este «socialismo», que tan solo es un reformismo burgués en crisis bajo una apariencia de independencia cuando todo indica una dominación económica de tipo compradora». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

La histórica dependencia de Cuba del socialimperialismo soviético y ahora en las últimas décadas del imperialismo ruso y los países imperialistas occidentales ha estado ligada siempre a una deuda enorme. Por ello los castristas siempre han llevado a cabo intentos de renegociación de las deudas –que ahora alcanza a cerca del 30% del PIB– y de la consecución de nuevos créditos en «mejores condiciones». Esto además tiene relación directa con el hecho de que los países que le financian y sobre todo quienes les perdonan parte de la deuda o la prorrogan como piden los castristas, reciben el beneplácito de los revisionistas cubanos en su prensa, incluso los exponen como país antiimperialistas como ocurre con Rusia:

«Alcanzar ese incremento en la inversión foránea resulta imposible si no se pagan las deudas vencidas y se retoman nuevos créditos en mejores condiciones, por lo que resulta indispensable restaurar primero la confianza de los acreedores en el país liquidando hasta donde sea posible esos adeudos, que se consideraban por analistas internacionales en torno al 27% de la deuda total, la que a su vez en el 2011 se estimaba en 22.716 millones de dólares –un 32,4% del PIB–. (...) Mediante este proceso se logra –por un lado- la condonación de una proporción significativa de deuda vencida y –por otro lado– la incorporación de menores adeudos a partir de lo renegociado, al tiempo que se añaden los compromisos de pago por los nuevos créditos obtenidos en mejores condiciones. A partir de este proceso se aprecia que la deuda estimada en 2015 llegaba a 24 108 millones de dólares –un 28,7% del PIB-, con un servicio planificado a pagar de 5.661 millones –6,7% del PIB– y unas reservas internacionales calculadas en 11.603 millones. (...) Pasando rápidamente revista a lo ocurrido, en 2013-2015 se dieron pasos acelerados en esa dirección. Así se acordó la cancelación del 90% de la deuda con la antigua URSS, que según cifras rusas, alcanzaba los 35.000 millones de dólares, pactándose el pago restante a 10 años en condiciones favorables; también en 2014 se renegoció  la deuda con México por 487 millones de dólares, que se canceló en un 70% con facilidades para su pago durante 10 años; finalmente en diciembre de 2015 se renegoció la deuda con el Club de París por 11.100 millones de dólares, la que se condonó en un 70%, con un pago restante durante 18 años en cuotas gradualmente crecientes. Otras cancelaciones de adeudos bilaterales se han venido negociado también con Francia y España». (Cubadebate; Los Lineamientos para la Política Económica y Social y su evolución 2011-2016, 14 de abril de 2016)

Y finalmente España, país básico en las inversiones en la isla, recientemente ha perdonado gran parte de la deuda:

«De hecho, la reunión con Castro no ha sido casual ya que llega casi dos semanas después de que el ministro de Economía, Luis de Guindos, firmara en Madrid el acuerdo para reestructurar la deuda de la isla, que asciende a 2.444 millones de euros, de los cuales fueron condonados el 80%: 1.955 millones». (El Confidencial; Castro «castiga» a España: recibe a Margallo y Pastor un año después que a Francia, 17 de mayo de 2016)

Queda claro lo que es y ha sido Cuba.

Como nota final, añadir que recientemente los líderes cubanos han reconocido que aparte de la propiedad estatal colectiva, la abierta iniciativa privada y los mecanismos del mercado, forman parte fundamental ya de su economía, como dejaron caer en la reforma de su nueva constitución de 2018, dejando estupefacto a más de un despistado que todavía no se había enterado lo que era el castrismo. Esto por supuesto no dejará de ahondar aún más las diferencias de clase ya existentes:

«El sistema económico que refleja mantiene como principios esenciales la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción y la planificación como componente principal de dirección, a lo que se añade el reconocimiento del papel del mercado y de nuevas formas de propiedad, entre ellas la privada, en correspondencia con la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista y los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, resultado de la consulta con amplios sectores de la sociedad.

Destaca la empresa estatal como sujeto principal de la economía nacional y se le reconoce su autonomía como principio esencial de funcionamiento.

Asimismo ratifica constitucionalmente la importancia de la inversión extranjera para el desarrollo económico del país, con las debidas garantías.

Respecto a la propiedad privada sobre la tierra se mantiene un régimen especial, con limitaciones para su transmisión y el derecho preferente del Estado a su adquisición mediante su justo precio». (Granma; Visión hacia el presente y el futuro de la Patria. Aspectos principales del Anteproyecto de Constitución, 13 de julio de 2018)

Algo que va en contra de los principios comunistas más elementales a poco que uno conozca algo de dicha doctrina:

«Para nosotros no es cuestión reformar la propiedad privada, sino abolirla; paliar los antagonismos de clase, sino abolir las clases; mejorar la sociedad existente, sino establecer una nueva». (Karl Marx; Circular del Comité Central a la Liga Comunista, 1850)

Los dirigentes castristas reconocen oficialmente que son como los maoístas, sandinistas, chavistas o cualquier partido socialdemócrata, apologistas de la «economía mixta», la inversión extranjera y el uso «mercado» para regular la economía. Todo esto quedaba ya claro hacia donde navegaba Cuba como analizamos en nuestro documento: «Reflexiones sobre el VIIº Congreso del Partido «Comunista» de Cuba y su línea económica» de 2017. La similitud de las reformas desesperadas de las últimas décadas en Cuba con las reformas de los regímenes capitalistas-revisionistas de los 70 y 80 es harto evidente:

«La verdad de todo esto es que la promoción del cuentapropismo –crear la pequeña propiedad privada y pequeño burgueses– es la receta desesperada capitalista dentro del mismo capitalismo de los regímenes revisionistas que andaban moribundos para intentar salir de los quebraderos de cabeza y pérdidas económicas que le creaban la propiedad capitalista monopolista de Estado en varias de sus ramas económicas por la naturaleza liberal y capitalista de actuación en su base, por ello buscaban el estímulo económico de los pequeño burgueses, véase sino las reformas económicas de János Kádár en Hungría en los 70, la única diferencia es que los revisionistas húngaros no lo llamaban «cuentapropismo». Por supuesto, todo defensor del revisionismo cubano es por extensión un pseudomarxistas defensor de la principal figura de la restauración del capitalismo en Hungría, y seguro que lo saludan como «un gran dirigente comunista» y a sus reformas como «ambiciosas reformas socialistas» pero eso nos da bastante igual, los hechos son los hechos, verdad científica solo hay una, y se quedaran solos defendiendo a estas figuras que han reptado a los pies de las clases explotadoras nacionales e internacionales».  (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)

Pero ahora queda más claro aún. ¡Salvo claro, para sus palmeros!

-Corea del Norte

El régimen norcoreano es defendido por formaciones oportunistas de todo el mundo. Algunos se harán la siguiente pregunta: ¿por qué defienden un régimen tan decadente y desacreditado? De nuevo porque como en el caso de Cuba generalmente hay una coincidencia de intereses ideológicos con el gobierno revisionista, aunque el motivo fundamental es que buscan apoyarse en personas de un perfil concreto infectadas de ese mito revisionista para intentar engordar sus famélicas filas de seguidores, no siendo necesario coincidir en lo fundamental con dichos gobiernos, sino priorizando el ganar simpatizantes y militantes a cualquier coste. Es imposible que estos partidos se alejen de esas posiciones revisionistas por coherencia revolucionaria, de hecho solo abandonan dichas prácticas por cuestiones de pragmatismo y no por investigaciones y revelaciones que materialicen divergencias ideológicas irreversibles con estos gobiernos revisionistas: dicho de otro modo, estos partidos solo dejaran de propagar a estos gobiernos si creen que el apoyo es más desfavorable que favorable para mantener el apoyo de sus militantes, no tienen una cuestión real de principios:

«No hace falta decir entonces que en cuanto a los partidos que teniendo la suficiente información o creyéndola que la tienen están sosteniendo de forma directa al revisionismo internacional y en ese «pack» se incluye claro al revisionismo coreano, como es el caso y hacen: el Partido Comunista de los Pueblos de España, el Partido Comunista de Chile (Acción Proletaria) o el Partido Comunista de Venezuela y un largo etc., no están haciendo otra cosa que no sea mostrar su propia faceta de oportunistas y revisionistas pero en el plano de las relaciones exteriores, como ha hecho siempre toda organización revisionista. Nos explicamos mejor: el revisionismo históricamente, y sus partidos en particular, no erraban sólo en cuanto a las relaciones y problemas de su política interior, sino que en la política exterior, y esto incluía las relaciones con otros partidos, los partidos revisionista han incluido y se han caracterizado siempre en sus acciones por el apoyo o reconciliación con partidos revisionistas de otras ramas, aunque a veces estas no tuvieran mucho en común o tuvieras serias contradicciones por intereses contrapuestos, de aquí que digamos que son oportunistas y que digamos que los revisionistas casi siempre van en paralelo para destruir y remplazar el marxismo-leninismo. (…) Por lo tanto, es normal que muchos de los máximos dirigentes de estos partidos burocráticos y revisionistas no cambien nunca su posición, y que pese a las replicas de la militancia más instruida políticamente –que se toma en serio el trabajo bolchevique de aprendizaje y progresión en la formación ideológica– jamás logren mudar hacia posiciones revolucionarias, pero eso no nos preocupa realmente, nos preocupa más bien que su militancia engañada por la línea de amistad de estos dirigentes revisionistas con los dirigentes revisionistas coreanos, sepan ver las debilidades de los «juches» y exponerlas, y por extensión que vean por su propia experiencia la política traicionera de sus dirigentes al apoyar a otras ramas del revisionismo moderno. Esto servirá de estímulo a estos militantes revolucionarios para tomar confianza y desenmascarar otras políticas de sus revisionistas locales en otras cuestiones». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)

Los argumentos fantasmagóricos a los que recurren sin duda deben ser leídos para divertimiento del lector:

«Yo no he estado en Cuba nunca, y en Corea del Norte ni te cuento. No puedo opinar porque no lo sé, y no opino de lo que no sé, y creo que todos deberíamos ser honestos y decir es que no hemos estado –al menos en Corea del Norte muy poquitos–. (...) Admiro muchas cosas de Corea y de Cuba, soy un admirador y yo nunca voy a hablar mal de ellos». (Juan Manuel Olarieta; Cuba y Corea del Norte, 6 de septiembre de 2015)

¿Qué podemos decir a este incontestable argumento –nótese la ironía–?:

«Este es el recurso estrella de todos los oportunistas sobre un x país: «como no eres de allí no puedes opinar» o su variante «como no lo has visitado no puedes opinar». Decir esto en plena era digital con el abundante río de fuentes directas e indirectas sobre estos países, no posicionarse presupone un acto de dejadez o de oportunismo, pero no de una posición crítica y objetiva marxista-leninista. Este pensamiento resume la cobardía pequeño burguesa, que teme que al posicionarse pierda simpatías, el PCE (r) y otros partiduchos como el PCPE buscan, a causa de su aislamiento, simpatizar con el público revisionista seguidor de Corea del Norte.

Pero analicemos las excusas que nos da Olarieta para no criticar a estos países. ¿Acaso por no haber estado en la ya extinta Unión Soviética no podemos pronunciarnos sobre ella ni realizar un análisis fiel a la realidad de entonces? ¿Acaso por no haber visitado nunca Francia no podemos hablar de los franceses y sus problemas actuales? Bajo esta lógica no podríamos ni criticar el pueblo de al lado por no ser de allí o no haber estado allí. ¿No existen obras disponibles de los principales dirigentes de esos procesos capitalista-revisionistas? Hay multitud de obras en castellano e inglés de Fidel y Raúl Castro, de Guevara, Kim Il Sung, Kim Jong Il, Kim Jong-un. ¿No cuentan estos países con periódicos y agencias de información enfocados también hacia el exterior? Las hay oficiales como Granma o la Agencia Telegráfica Central de Corea, y no oficiales afines como Cubadebate o el blog de Alejandro Cao de Benós para extraer información más que suficiente. ¿No existen medios de comunicación extranjeros que recogen hechos objetivos que ayuden a analizar la cuestión cubana o coreana? Si las hay, incluso favorables como Actualidad Russia Today o Hispan TV. ¿No existen además otros medios no tan favorables u hostiles a estos regímenes del que podemos sacar información objetiva y fiable? Obvio, y estos medios no solamente publican datos de estos países sino que eso lo podemos hacer extensible a cualquier régimen revisionista, de ellos podemos criticar temas importantes como el nivel de inversión extranjera en Corea del Norte por lo que dicen las fuentes chinas y rusas, cualquier medio español se puede hacer eco de los tratos entre el FMI y Vietnam, recoger sus declaraciones ante tal evento, podemos ver también como los dirigentes cubanos loan a El Vaticano y a sus gerifaltes, como presentan a China y Rusia como garantes de los pueblos como hace el PCE (r). Información hay, lo que no hay es ganas de analizar y en su caso prefieren mirar a otro lado porque en el fondo comparten sus desviaciones?». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

Seamos serios al analizar y recordemos la actual situación de dependencia de Corea del Norte respecto al imperialismo:

«Desde el año 2000, Corea del Norte ha ampliado su relación con China y la Rusia de Putin. La parte de China en el total del comercio exterior norcoreano pasó del 20 al 37% durante el período 1995-2004, mientras que el volumen total del comercio exterior norcoreano aumentaba el 52% durante mismo período. Si la parte comercial de Corea del Sur se mantuvo alrededor del 18%, la de Japón, en cambio bajó mucho pasando del 19 al 7%». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Enviar a sus trabajadores a trabajar a los países imperialistas:

«Del mismo modo que China envía en la actualidad a obreros a trabajar en ciertos países de Europa del Este, Corea del Norte envía a obreros a trabajar a Rusia. En 2004, la región de Vladivostok registró la entrada de 262.000 nacionales chinos y de 13.000 nacionales norcoreanos. En los últimos años, un promedio de 10.00 trabajadores norcoreanos, bajo un visado de trabajo, cruzan la frontera anualmente. Estas prácticas son antiguas para Corea del Norte, pues ya enviaba trabajadores emigrantes como medio de satisfacer la deuda contraída frente a la Unión Soviética socialimperialista: en respuesta al acuerdo concluido entre Kim Il Sung y Brézhnev en 1966, eran de una media entre 15.000 a 20.000 trabajadores emigrantes quienes trabajaban anualmente en la región de Vladivostok, sobre las obras de construcción y deforestación, es decir trabajadores empleados en los sectores más ávidos de mano de obra barata y donde las condiciones de trabajo eran más penosas». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Debido a una gran deuda contraída con los imperialismos:

«Sin embargo la deuda exterior norcoreana nunca fue reabsorbida: la dawisación de Corea del Norte lo impidió, y en 1991 la deuda exterior contraída frente a la Unión Soviética socialimperialista llegaba a los 8 mil millones de dólares. (...) Numerosos son los economistas burgueses que hablan de las «reformas económicas» llevadas a cabo por Corea del Norte en los 80, de China en 1978, de Vietnam en 1986, de Cuba en 1992 o de la Unión Soviética revisionista en 1991. Todas ellas son idénticas en el fondo: ¡no sólo únicamente la integración en la división internacional del trabajo en el dominio de la producción mercantil, sino la mayor apertura al capital extranjero! Según las estadísticas chinas, el flujo de Inversión Extranjera Directa china hacia Corea del Norte ha pasado de 1,1 a 14,1 millones de dólares entre 2003 y 2004. En 2006, Kim Jong Il y Ju Jintao hablaron con entusiasmo de los «éxitos» en la «cooperación mutuamente beneficiosa de la economía y en el dominio del comercio». Ju Jintao aseguraba su apoyo a los norcoreanos en su búsqueda de un «camino de desarrollo conforme a la realidad de su país», y Kim Jong Il a cambio alabó la «modernización socialista de características chinas. (…) En 1996 la deuda exterior norcoreana fue de 12 mil millones de dólares. Las cosas no pintan como para pensar que esto va a arreglarse, ya que por el solo año 2004, el déficit de la balanza comercial exterior norcoreana se instalaba 0,9 mil millones de dólares, esto es un valor igual al 3/4 de sus exportaciones, una situación bastante comparable a la de Cuba». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Los contactos existentes entre Corea del Sur y Corea del Norte ya apuntan en ese sentido:

«El 2 de abril de 2007 el periódico Libération titulaba: «En la madriguera del capitalismo en Corea del Norte», con un reportaje sobre la zona económica especial de Kaesong, un vasto parque industrial que fue empezado a construirse en 2003 a algunos kilómetros de la frontera con Corea del Sur. Los promotores norcoreanos prevén que la zona franca de Kaesong se extenderá sobre 16.000 hectáreas en 2012 cuando serán implantadas 1.800 empresas extranjeras que emplearan a 350.000 obreros, producirá anualmente 0,6 mil millones de dólares en Corea del Norte. A principios de 2007, 15 empresas surcoreanas se implantaron ya y hacían trabajar a 11.000 norcoreanos». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Si se desea un repaso mayor de la histórica dependencia económica de Corea del Norte respecto al socialimperialismo soviético, así como los lazos económicos contraídos con el socialimperialismo chino desde los 90, puede consultarse nuestro documento: «El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche».

c) Los revisionistas han sido los más fieles propagandistas de las teorías del neocolonialismo

Aunque les duela a muchos de sus defensores, el revisionismo en todas sus variantes ha sido cómplice en la conformación de todas las teorías reformistas sobre el imperialismo. Los revisionistas en el poder comprendían perfectamente las aspiraciones nacionalistas de todos los nuevos líderes de los países que adquirieron su independencia estatal y se presentaban bajo los movimientos de liberación, en especial cuando eran líderes disfrazados bajo «rojos ropajes», pues veían en ellos el reflejo de sí mismos. Claro es, que fuese normal que los revisionistas soviéticos, yugoslavos, coreanos, vietnamitas, nicaragüenses y cubanos pidieran la colaboración, apoyo y defensa de otros Estados donde existían clases explotadoras y explotadas, pues ¡sus regímenes tenían esa misma estructura! Por lo tanto no podíamos pedirles lo contrario de cara al exterior. 

Dentro de su arsenal ideológico siempre ha constando el populismo y la demagogia pequeño burguesa, la fraseología pseudorevolucionaria, al igual que sus agentes e ideólogos en el exterior:

«Los economistas e ideólogos pequeño burgueses gustan en apelar a los «países del sur», los «países en vías de desarrollo» o bien los «países del tercer mundo» a los países englobados en la esfera neocolonial del imperialismo. Las denominaciones varían según las sensibilidades, yendo de la derecha –es decir partidarios declarados del imperialismo–, a la «extrema izquierda» –es decir los neocolonialistas vergonzosos y la pequeña burguesía radical–. ¡En la misma lógica mistificadora y para ocultar las relaciones de dependencia entre los centros imperialista y sus zonas de influencia, los países imperialistas para ellos, son renombrado como «países del norte» o países «industrializados» y desarrollados»! El fondo común de estas terminologías es correr un tupido velo con el fin de enmascarar el carácter de las relaciones económicas y políticas entre estos dos grupos de países. En el seno del movimiento comunista internacional, la victoria de los revisionistas soviéticos no fue algo sin incidencia, ya que provocó la sustitución de una terminología burguesa por encima de las clases en detrimento de la terminología marxista». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Sin duda, los jruschovistas, es decir los revisionistas soviéticos, fueron uno de los mayores culpables de la metamorfosis que sufrió la terminología del marxismo en manos de estos «gurús» de la teoría marxista y del estudio del imperialismo y los sucesos internacionales:

«Así para un marxista, es evidente que el mundo está dividido en dos campos: el mundo capitalista y el mundo socialista. Existen ciertas contradicciones en el mundo capitalista entre los países imperialistas y los países dependientes –coloniales y semicoloniales–, pero esto no altera en causa su carácter burgués común. Por el contrario, para los revisionistas soviéticos el mundo estuvo dividido en tres campos: «los países socialistas», los «países capitalistas», y los «países en vías de desarrollo». Véase para ello la obra del revisionista soviético Y. Jiline: «Problemas actuales del movimiento comunista» de 1972». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Pero los revisionistas chinos y yugoslavos no tuvieron menor protagonismo a la hora de dar publicidad a estas teorías y movimientos como el «tercermundismo» y el «no alineamiento»:

«El carácter de clase de este tercer mundo es eludido de manera evidente: los países dependientes, coloniales y semicoloniales, desaparecían en provecho de «países en vías de desarrollo». ¡Gracias a esta alquimia léxica, la explotación cede tan milagrosamente el sitio a la cooperación! ¡He aquí cómo los revisionistas sustituyen al marxismo-leninismo en una forma apenas modificada por el kautskismo! Esta desviación teórica servía evidentemente a las finalidades estratégicas del imperialismo en general y de socialimperialismo soviético en particular, el cual procuraba halagar a las camarillas burguesa-compradoras «no alineadas» de los países dependientes con el fin de atraérselos.

Esta desviación, subtendida por los diseños maoístas de «nueva democracia» será renombrada como teoría de los «tres mundos» por los socialimperialistas chinos. Es este el marco en el que nos tenemos que retrotraer para ver el movimiento de los «no alineados».

En abril de 1955 se reunieron en Bandung Indonesia, la Conferencia de solidaridad afroasiática que reagrupaba en un inicio a los jefes de Gobierno de 29 países asiáticos y africanos: Nehru, Chou En-lai, Nasser, Sukarno y Tito, cogiéndose de la mano, pusieron las bases del «no alineamiento». China, India, Pakistán, Indonesia y Argelia formaban parte de los pilares fuertes de esta conferencia que prefiguraba las ideas tercermundistas que los revisionistas chinos abiertamente desarrollarían en los años 70, ya cuando se ilustrarían las ambiciones de los pseudocomunistas chinos que procuraban desempeñar un papel de primer plano en el seno de los «no alineados» que representaban una buena parte del «segundo mundo». La Albania socialista se negó evidentemente a participar en esta conferencia. Jamás cesó de denunciar el no alineamiento y las teorías tercermundistas revisionistas-burguesas y otras teorías reaccionarias al servicio del sistema imperialista. Como ejemplo de esta denuncia véase por ejemplo la obra de Enver Hoxha: «La política del «no alineamiento», una política construida sobre un castillo de arena» de 1980; la obra de Enver Hoxha: «El imperialismo y la revolución» de 1978; o la obra de Llambro Filo‬: «La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías» que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista» de 1985». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

En el mismo sentido: recordemos que dentro del revisionismo nicaragüense el eslogan del «no alineamiento» se hizo parte de los tres principios que promulgaba el FSLN mientras se alineaba con el socialimperialismo soviético, y que en la actualidad ha abierto de par en par el país a las multinacionales estadounidenses, además de que se contratan megaproyectos con las empresas chinas en perjuicio de las masas trabajadoras que incluso carecen de un apropiado derecho laboral que le garantice mínimos derechos, proyectos faraónicos que van en contra del medioambiente y en contra de los propios artículos de la propia constitución en materia de soberanía nacional. Otro ejemplo es también que dentro del Movimiento de los Países No Alineados formase parte ese Vietnam alineado con Moscú, y que hoy continúa siendo parte de dicha organización a pesar de que el país ahora está claramente subyugado en lo económico al socialimperialismo chino en particular, sin desmerecer su relación económica con los demás imperialismo: incluido el estadounidense y japonés, o el hecho de que el FMI controla su economía. ¡Qué bonito antiimperialismo no les parece! ¡Qué ignominia para las luchas del pueblo vietnamita y todos aquellos que dieron su vida contra los imperialistas franceses, japoneses y estadounidenses, para que hoy sus nietos vean su país dominado por sus multinacionales!

¿Y qué decir de la búsqueda del llamado «nuevo orden económico» que todas las ramas revisionistas abrazan? Aquí vemos que los mismos actores de antes también son los protagonistas de otra farsa:

«Tito califica a su teoría, una «teoría universal», alrededor de la cual deben agruparse todos los Estados «no alineados», con sus contradicciones, con sus diferentes gobiernos de no importa que tipo y con sus distintos regímenes; alrededor de ella se deben unir para afrontar las cuestiones políticas urgentes e instaurar un nuevo orden económico mundial. En otras palabras, deben vivir en paz, en coexistencia pacífica, y según Tito, es conveniente hacer una repartición más equitativa de las riquezas mundiales». (Enver Hoxha; Tito «saluda» a Mao Zedong en el mausoleo; Reflexiones sobre China, Tomo II, 30 de agosto de 1977)

Esta reivindicación de un mundo donde «se repartan mejor las riquezas», sin más, sin hacer alusión a remplazar el régimen de producción capitalista en sí, es un eslogan que la burguesía a nivel mundial recuperó en su día con el fenómeno de la llamada «globalización», y muchas teorías se comprimieron como hemos visto en el «tercermundismo» y el «no alineamiento», y más tarde en el «altermundismo» y el «socialismo del siglo XXI»; no obstante, previamente, el que tuvo el dudoso honor de impulsarlo fue el revisionismo eurocomunista:

«Momento fundamental de la lucha por la paz, por la cooperación internacional y por una política de coexistencia pacífica es cada vez más el esfuerzo por la construcción de un nuevo sistema y orden internacional, también en el campo económico». (Partido Comunista Italiano; La política y organización de los comunistas italianos: tesis y estatutos aprobados en el XVº Congreso del Partido Comunista Italiano, 1979)

Pero también el revisionismo coreano se quiso colocar a la cabeza de dicha reivindicación –no por casualidad eurocomunistas y juches compartían tan buenas relaciones en los 70 y 80–:

«El Movimiento de Países No Alineados debe concentrar sus esfuerzos en empacar el establecimiento de una estrategia conjunta en un intento de contrarrestar los desafíos de la «globalización». Esto deberá levantar una estrategia básica para hacer frente a los efectos negativos de la «globalización», para fortalecer las relaciones económicas entre los países en vía de desarrollo, organizando las acciones de cooperación entre sur-sur de acuerdo con las cambiadas circunstancias,  desarrollarlas más ampliamente y vigorosamente. El gobierno de la República Popular Democrática de Corea va en el futuro a permanecer fiel a la idea básica y objetivo del Movimiento de Países No Alineados, y realizar contribuciones activas al logro de la causa humana de la independencia bajo la dirección sabia del Secretario General Kim Jong Il». (Agencia Telegráfica Central de Corea, Pyongyang, 9 de mayo de 1998)

Como vemos, los revisionistas no llegaron a entender nunca, o bien disimulaban no haber entendido la máxima de que en el caso, sobre todo, de países dependientes la política de:

«Cada Estado capitalista, grande o pequeño, que forma parte del mundo de los «no alineados», aplica una política exterior acorde con lo que recibe del que le financia, del que le apoya y al que ha atado sus destinos». (Enver Hoxha; La política del «no alineamiento», una política construida sobre un castillo de arena; Las superpotencias, 16 de marzo de 1980)

Vincent Gouysse atizaría así, estas especulaciones sobre la búsqueda de la «independencia»:

«La revolución antiimperialista –socialista– se centra en la independencia económica como condición para mantener la independencia política y se caracteriza por la prioridad dada a los medios de la industria de producción de medios de producción, mientras que la revolución anticolonial –democrático-burguesa– espera disfrutar de una mayor –o más «justa»– integración en la división internacional del trabajo». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Se comprende, que cuando países capitalistas hablan de la búsqueda de un «nuevo orden económico» debemos analizarlo desde un prisma de clase para no caer en engaños. Cuando los países imperialistas sueltan esa consigna frente a los países a los que maniatan económicamente, lo hacen prometiendo un reparto más equitativo para que las camarillas locales a las que controlan no se cambien de bando: al otro bloque imperialista rival, y de paso para intentar tranquilizar a los trabajadores de estos países cansados de su explotación en beneficio de las camarillas locales y los países imperialistas. Del mismo modo que cuando dentro estos países capitalistas dependientes de las grandes potencias imperialistas vemos a los politicastros que declaran y abogan por efectivamente un «nuevo orden económico», se entiende a que se refieren: significa que exigen que los imperialismos aflojen el nudo que les subyuga pidiendo un mejor reparto de los mercados, tratos comerciales más equitativos, nuevos créditos a menor interés o la condonación de parte de la deuda, algunos lo hacen aludiendo a la fiel lealtad que le guardan al país imperialista, otros amenazando con buscar nuevas vías para lograr sus objetivos si no se cumplen de inmediato sus demandas pero generalmente debido a los lazos económicos con los imperialistas estos líderes siempre vuelvan al redil de su amo ya que al final deben sopesar si la aventura de cambiar de bloque imperialista sale rentable o no, así como las posibles represalias del imperialismo todavía presente que maneja gran parte de los hilos económico-políticos, por lo que las bravuconadas nunca suelen pasar de las palabras, algunos de los líderes locales también adoptan esta postura de cara a su pueblo para calmar los ánimos de las masas trabajadoras y posar como flamantes «antiimperialistas» que plantan cara a los buitres imperialistas, como líderes que se preocupan por sus destinos y que buscan soluciones a la crisis económica interna que según ellos no es culpa del gobierno sino de sus enemigos internos y externos que sabotean «al gobierno revolucionario antiimperialista» y en parte también de los amigos externos que «no comprenden las necesidades del país», en otras ocasiones simplemente se lanza la consigna de que es necesario el «nuevo orden económico» ante el obvio «desequilibrado reparto de la riqueza» no porque sea un concienciado antiimperialista sino porque el que lo pronuncia se ha convertido en representante político burgués de un país capitalista en alza que busca hacerse un nombre entre las potencias imperialistas, que busca un nuevo reparto que permita a su economía un ascenso como potencia imperialista que consolide a su país al menos en lo regional. Sobra decir que los intelectuales al servicio de todos estos personajes, son propagandísticas que solo siguen el guión de estos intereses, unos por convicción y otros por influjo directo del dinero que cobran.

Pero este eslogan es falso, una tomadura de pelo, que como los marxistas ya conocemos: el único «nuevo orden económico» posible que dará solución a los problemas intrínsecos del capitalismo es el sistema económico socialista:

«Los representantes del gran capital mundial hablan mucho sobre la necesidad de cambiar el actual sistema de relaciones económicas internacionales y de crear un «nuevo orden económico mundial», que también es respaldado por los dirigentes chinos. Según ellos, este «nuevo orden económico» servirá de «base para la estabilidad global». Por su parte, los revisionistas soviéticos hablan de crear una pretendida estructura nueva en las relaciones económicas internacionales. Todo esto son esfuerzos y planes de las potencias imperialistas y neocolonialistas, las cuales quieren mantener vivo y prolongar el neocolonialismo, y conservar la opresión y la expoliación de los pueblos. Pero, las leyes de desarrollo del capitalismo y del imperialismo no obedecen a los deseos ni a las invenciones teóricas de la burguesía y de los revisionistas. Como Lenin ha señalado, para resolver estas contradicciones es necesaria la lucha consecuente contra el colonialismo y el neocolonialismo, la revolución». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Precisamente, uno de los grandes valedores del tercermundismo, el no alineamiento y el nuevo orden económico –y cualquier tesis reformistas que se presente– ha sido el revisionismo cubano ¡si ese país que para algunos ha sido el bastión del antiimperialismo!:

«Sugiero lo siguiente: que América Latina necesita un período de gracia de aproximadamente diez a veinte años como mínimo en términos de sus obligaciones de deuda externa, incluido el interés». (Fidel Castro; Sobre la deuda impagable de América Latina y sus consecuencias imprevisibles y otros temas de interés político e histórico: Entrevista concedida a la Agencia EFE, 1985)

Castro habló durante ese año en varias entrevistas y conferencias con un lenguaje que le englobaba claramente dentro de los abanderados de esta corriente del «nuevo orden económico»:

«Se ha creado una situación tan grave que los países del tercer mundo se ven obligados a pensar, unirse y buscar soluciones, independientemente de sus posiciones políticas e ideologías, como una cuestión elemental de supervivencia». (Fidel Castro; Entrevista realiza en el Militante, de mayo a junio de 1985)

Es más él pensaba que la tarea de los pueblos no era la lucha por la revolución socialista: la cual precisamente es la única que podría solucionar de raíz el problema del endeudamiento, de la baja productividad, del modelo agrario y de monocultivo de la economía, la inflación, de la anarquía productiva y del evidente uso egoísta y especulador de la producción y distribución nacional con fines estrictamente egoístas de enriquecimiento de las parásitas clases explotadoras. Pero él, Fidel, defendía que la tarea realmente importante era preservar la «independencia nacional» volcando todos los esfuerzos a consagrar el «nuevo orden económico» dejando a un lado la cuestión ligada a la clase:

«En este momento hay algo más importante que el cambio social y esa es la independencia de nuestros países. (...) La independencia y la lucha por el nuevo orden económico internacional se han convertido en el principal problema para los países latinoamericanos y otros subdesarrollados». (Fidel Castro; Entrevista con la revista mexicana Excelsior, 21 de marzo de 1985)

Algo bastante absurdo si tenemos en cuenta que son las mismas burguesías nacionales quienes han llevado a esos países al endeudamiento extremo, quienes han contraído acuerdos económicos, políticos y militares con el imperialismo, pero según proponía Castro la burguesías indígenas pueden liderar una lucha antiimperialista consecuente, que deben unirse para luchar contra el imperialismo —entiéndase que Castro se refiere con imperialismo exclusivamente al estadounidense que era con el que estaba enfrentando tras su fallido cercamiento de 1959 y su alianza con el socialimperialismo soviético—; se decía esto como si no fuesen a salir las rivalidades entre las burguesías regionales, o como si las burguesías nacionales no fuesen a claudicar y vender de nuevo la soberanía nacional ante la primera amenaza imperialista como de hecho ha ocurrido con Cuba, arrodillándose ante Obama y reclamando inversiones de las empresas estadounidenses.

También este romántico demagogo propuso de forma idealista que las superpotencias de la época destinasen el dinero de su carrera armamentística para paliar el hambre en el mundo, ¿se imaginan propuesta más «hippiesca» e irreal? ¿Alguien en su sano juicio puede creer que la burguesía va a dedicar sus ganancias, fruto de la explotación de las clases trabajadoras, a un fin ubicado fuera de sus intereses de clase? Esta es la evidencia concreta que el revisionista cubano o bien no tenía ni mínimas nociones de materialismo histórico y dialéctico; o que si las tenías prefería manipular a las masas con su discurso, en ambos casos poniéndose en oposición frontal al marxismo-leninismo:

«Como medida inmediata propuso que las grandes potencias dediquen para el desarrollo del Tercer Mundo el dinero que puedan ahorrar si llegan a un acuerdo sobre desarme nuclear. Castro expresó su confianza en que las actuales negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética concluyan con un acuerdo que permita «el fin de la carrera armamentista y la eliminación de las armas nucleares», y añadió que si las grandes potencias «se libran de la pesadilla del holocausto nuclear, sería legítimo que los pueblos del Tercer Mundo vean desaparecer la pesadilla del holocausto por hambre». Fidel Castro dijo que el mundo gasta anualmente un billón de dólares en armamentos y que en los últimos 13 años se han dedicado 17 billones de dólares a la compra de armas. Según Castro, bastaría dedicar esas cantidades al desarrollo del Tercer Mundo, «bastaría sustituir lo tradicional por lo racional», para modificar la situación actual. Advirtió, finalmente, que «si es cierto que sin paz no habrá desarrollo, también es cierto que sin desarrollo no habrá paz». (El País; Fidel Castro insiste en la eliminación total de la deuda externa del Tercer Mundo, 21 de abril de 1987)

En vez de proponer tal majadería, bien habría hecho Castro de proponer menos estupideces y ayudar más a los partidos revolucionarios que realmente estaban luchando en ese momento contra el imperialismo.

Además debe decirse que dicha propuesta es exactamente la misma idea ilusa que Browder hizo en los años 40, lo primero pintar que los países imperialistas son o pueden ser altruistas y que van a estar dispuestos a reducir sus superganancias en solidaridad con el sufrimiento de los pueblos; y lo segundo decir a los subdesarrollados que abriesen de par en par sus puertas al capital extranjero para su ulterior «desarrollo», como si eso no comportase una pérdida efectiva de la soberanía nacional, como si los problemas de los países subdesarrollados se debieran a la falta de inversión externa cuando en gran medida es precisamente a causa de la misma. Castro demostró ya en esta época que no tenía ni idea del carácter del imperialismo, de la relación en la etapa monopolista del capitalismo con la consecuente necesidad de mayor militarización de la economía. En definitiva mostró que es un charlatán, que su antiimperialismo era un gran bluf, y como ha demostrado la historia: que Cuba no ha sido nunca un ejemplo de política económica independiente ni libre de deudas como exige la marcha del socialismo.

Igual que otros partidos marxista-leninistas de la época, el todavía digno Partido Comunista de Colombia – Marxista-Leninista analizando la Conferencia de la Habana sobre la deuda exterior a mediados de los 80 y sopesando el rol de Cuba en la región americana, denunciaba a Castro como un «bombero de la revolución» incitando en la conferencia a «no promover cambios revolucionarios». Los por entonces marxista-leninistas colombianos también dijeron:

«Esta es una magnífica reflexión de cómo los cubanos piensan que los partidos revisionistas y las organizaciones castristas y guevaristas de la región, considerándolos como inútiles para realizar la revolución, pero adecuados para lograr la conciliación con la burguesía». (Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista); En apoyo del imperialismo y la burguesía, 4 de agosto de 1985)

En su momento este partido denunciaba las conferencias internacionales en América Latina como un engañabobos de la burguesía encaminada a desviar la atención de los problemas internos y calmar los ánimos de las masas trabajadoras:

«Un nuevo orden económico internacional es una tesis burguesa tercermundista, que aspira a la integración económica de las burguesías de América Latina con el fin de «defenderse» de la «injusticia» del imperialismo. Se busca un respiro para las burguesías nativas ante la posibilidad de estallidos sociales. Esto verifica la verdad de nuestra etiqueta de los revisionistas y socialdemócratas como agentes de la burguesía en el movimiento obrero». (Revolución, Edición del 15-18 de julio de 1985)

Anotar que estamos insistiendo en las declaraciones del líder cubano porque nuestro querido Castro no cesó de hacer propaganda a este tipo de ideas tercermundistas hasta el día de su muerte –y hasta hoy tiene acérrimos defensores que le colman de gran antiimperialista y revolucionario–:

«Nosotros no recomendamos fórmulas dogmáticas, no nos ponemos a recomendar que tengan tal y más cual sistema social. Conozco países con tantos recursos, que con el uso adecuado de los recursos no tendrían ni necesidad, vean, de hacer un cambio revolucionario con relación a la economía, de tipo radical. (…) Sabemos lo que ocurre en lugares, como el más pobre de este hemisferio, que es Haití, los problemas que tiene de recursos naturales, y algunos muy ricos, no voy a discutir sobre este tema; pero el problema está en la distribución equitativa de la riqueza». (Fidel Castro; Discurso pronunciado en la Facultad de Derecho, Buenos Aires, 26 de marzo de 2003)

En resumen, ¿en qué esquemas políticos se basaban toda esta pila de teorías? En el viejo reformismo de la II Internacional:

«Tan pronto como se indaga en el carácter burgués, reformista y reaccionario de la crítica es evidente, y cuando vemos la transposición de conceptos socialdemócratas usados a escala mundial, la evidencia se vuelve algo flagrante. Para estos kautskistas, las agresiones armadas son condenables, y resultan de la libre elección política; es decir para ellos independientemente de las condiciones económicas concretas y en la relación de las fuerzas interimperialistas, el capital financiero puede optar por métodos bélicos o métodos pacíficos. Para ellos, por otra parte, los métodos pacíficos de dominación imperialista no son condenados en términos absolutos, sólo condenan los excesos de la política imperialista de saqueo económico de los países dependientes. Como buenos socialdemócratas no están por la abolición de la explotación económica de los países dependientes, sino que se negocie una más justa remuneración de ellos. ¡Esta es la visión filantrópica pequeño burguesa que imagina posible y deseable elevar a la gran masa de trabajadores a una gran vida de comodidad bajo las condiciones de explotación salarial! Los revisionistas, que para ellos son más radicales, la explotación financiera es inaceptable en principio, siendo solo aceptables los acuerdos comerciales y los préstamos de Estado a Estado». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Precisamente el abandono del marxismo-leninismo por un buen número de partido comunistas se puede ver en el aquí citado PC de C-ML. Véase nuestro capítulo: «El contexto de creación y degeneración del PC de C-ML/EPL» de 2016. Esto le debe de servir de lección no solo a los compañeros colombianos, sino a todo marxista-leninista en general, para que entienda a donde va a para su organización cuando se intenta ser condescendiente con las ramas del revisionismo.

El mismo cuando fue tomado por oportunistas y cesó la lucha contra el castrismo y otros movimientos nacionalistas-tercermundistas a finales de los 80, poniendo pie a una reconciliación con este tipo de ideologías, llevó a la ruina ideológica al partido y en consecuencia perdió rápidamente toda influencia entre las masas. ¿Por qué? Simplemente porque cuando estos partidos revolucionarios hacen eso se meten en un camino donde se ven obligados a comulgar con unos análisis internacionales eclécticos y sin orientación clara, siendo incoherentes e incompresibles tanto para las masas en general como para sus propios militantes, atentando contra su propio pasado. Haciendo imposible para sus jefes detectar qué es imperialismo y que es antiimperialismo, que es progresista y que es reaccionario, que es socialismo y que es capitalismo, que es revolucionario y que es reformista; en consecuencia no pudiendo dar respuestas claras a las incógnitas de sus seguidores sin caer en contradicciones, desmoralizando o indignando a sus antiguos militantes y simpatizantes. Cuando se acaba así se trata pues de un discurso calcado al que ofrece la socialdemocracia y en tanto que no ofrece elementos diferenciadores ante las masas, ellas terminan apostando por el partido más visible dentro del orden burgués existente y abandonando en masa esta organización, que a su sumo que aspira ya es a ser la el aliado útil, la muleta, de alguna formación socialdemócrata. Pasan de ser la referencia revolucionaria en el país a caer en el ostracismo y con un poco de suerte en un partido revisionista de baja influencia, ¡pero de pasado histórico heroico!». (Equipo de Bitácora (M-L); Las perlas antileninistas del economista burgués Manuel Shuterland; Una exposición de la vigencia de las tesis leninista sobre el imperialismo, 2018)

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