«Expliquemos una vez más la importancia cardinal de toda esta cuestión de la necesidad de las investigaciones históricas del movimiento obrero:
Aunque parece que algunos no han entendido esto todavía.
Por desgracia, lo que ha abundado en el movimiento comunista, han sido los análisis históricos simplistas e infantiles. Precisamente, los dirigentes bolcheviques replicando a unos historiadores dirían:
«La sinopsis abunda en banalidades y clichés como el «terrorismo policial de Nicolás II», la «insurrección de Razine», la «insurrección de Pugatchev», la «la ofensiva contrarrevolucionaria de los terratenientes en la década de 1870», «los primeros pasos del zarismo y de la burguesía en la lucha contra la revolución de 1905-1907», etc. Los autores de la sinopsis copian ciegamente las banalidades y las definiciones anticientíficas de los historiadores burgueses, olvidando que tienen que enseñar a nuestra juventud las concepciones marxistas científicamente fundamentadas». (Notas sobre la sinopsis del Manual de historia de la URSS; I.V. Stalin, A.A. Zhdanov, S.M. Kirov, 8 de agosto de 1934)
En el IVº Congreso del PCE (m-l) de 1984 se reclamaba que se fuese hasta el fondo de los inicios del revisionismo. Se explicaba, que de no realizar tal labor correctamente, todavía se veían conatos de revisionismo en los nuevos partidos:
«La tarea de reconstrucción de los partidos marxista-leninistas ha estado obstaculizada por toda una serie de desenfoques ideológicos, políticos e incluso organizativos, cuyo origen debe buscarse en que a pesar de haberse efectuado una ruptura organizativa con los revisionistas por parte de los nuevos partidos, no se ha roto, en diversos casos y hasta el fondo, ideológicamente con el revisionismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
Analizando los orígenes del revisionismo moderno, se decía:
«En aquellas condiciones –todavía no había estallado la guerra, propiamente dicha, aunque ya había habido la guerra de España [1936], la ocupación de Checoslovaquia [1938]–, fue hábil el pacto germano-soviético cuando, como luego se demostró, los comunistas de la URSS lo utilizaron para prepararse mejor en el inevitable combate contra el nazi-fascismo. No todos los comunistas del mundo lo entendieron y hubo claudicaciones de un oportunismo vergonzoso. Luego, cuando la URSS de Stalin se enfrentó abiertamente a las potencias del Eje, los partidos comunistas se lanzaron a la lucha y se unieron a sectores burgueses y pequeño burgueses mediante pactos y alianzas, aunque olvidaron que dichos pactos y alianzas, justos en aquel momento, eran y no podían ser de otra manera, circunstanciales. Olvidaron que la contradicción principal proletariado-burguesía, aunque oscurecida por la guerra contra el nazi-fascismo y la liberación del territorio nacional, seguía siendo esencial y, tarde o temprano, habría que volver a ocupar el puesto principal. Los comunistas combatieron heroicamente, en los primeros puestos y en los más arriesgados, fueron en la mayoría de casos, los verdaderos organizadores de la lucha y de la resistencia contra el nazi-fascismo. En casos como, por ejemplo, Francia e Italia, las fuerzas armadas comunistas fueron las que liberaron, sino todo, la mayor parte del país y contribuyeron decisivamente a la liberación de otros. Mas, una vez la paz burguesa lograda, los dirigentes de esos partidos comunistas, de forma vergonzosamente oportunista, obligaron a sus militantes a entregar las armas, a «remangarse para levantar la economía de la patria», etc. a cambio de algunas migajas en los gobiernos burgueses; migajas que, lógicamente, les fueron arrebatadas a la primera ocasión. Aquella actitud de los dirigentes comunistas de estos países era ya, quizá inconscientemente, revisionista. Ellos no tuvieron en cuenta que la guerra no había cambiado el carácter de clase de su burguesía ni del imperialismo vencedor. ¿Por qué no continuaron, cuando podían haberlo hecho perfectamente –y eso está clarísimo en los casos de Francia, Italia, Grecia y con otras características en España– la lucha de liberación social? Sólo tenemos un ejemplo de actuación correcta, y éste es el de los comunistas albaneses. Es cierto que no sólo Albania se liberó. También lo hubieron Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumanía, etc. pero con una diferencia esencial; el partido albanés, por circunstancias particulares, liberó él solo su país, basándose en su propio pueblo y con la única ayuda ideológica de la URSS de Stalin y el movimiento internacional –y además los guerrilleros albaneses liberaron parte del territorio yugoslavo–; mientras que en los otros países, los partidos se hicieron con el poder gracias a la intervención activa del Ejército Rojo de la URSS. Esto nos lleva de nuevo a la necesidad de buscar las raíces del revisionismo hasta sus últimas consecuencias y no contentarnos con la formulación simplista de «... a raíz de la muerte de Stalin surgió el revisionismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
«Hoy nos encontramos con que la mayoría de partidos y autodenominados partidos –que en realidad no pasan de ser muchas veces grupúsculos de clubs de amigos y/o nostálgicos de algunas siglas– no se interesan por analizar las causas del flujo descendente del movimiento marxista-leninista internacional.
1) A unos no les interesa el estudio las figuras y movimientos nacionales e internacionales marxista-leninistas, es más, generalmente se cubren falsamente bajo sus ideas y mitos, reivindicando su legado de manera formal pero sin ser fieles a sus lecciones, otras veces aceptando sus mismos errores por no analizarlos y en algunas ocasiones directamente adoptando como referentes a falsos marxistas y a experiencias revisionistas. No hablemos ya de cuestiones del movimiento marxista-leninista de un pasado lejano porque los ignoran absolutamente, a veces su indiferentismo es tal, que también alcanza hasta el punto de mirar hacia otro lado en torno a fenómenos recientes de mayor o menor calado.
2) Existen otros que incluso si centran aunque sea un breve tiempo de su actividad en analizar ciertos fenómenos sobre el revisionismo contemporáneo y las causas de su triunfo, pero ha de hacerse un apunte: al no tener interés en cómo se ha llegado a varios de los desastres que han posibilitado la hegemonía del revisionismo en el movimiento obrero, los análisis y las conclusiones sobre los grupos antimarxistas del presente tampoco son del todo correctos porque no saben detectar el origen de estas desviaciones.
3) Luego hay quienes realmente si tocan temas del pasado y presente movimiento marxista-leninista, pero muchos de estos se contentan con realizar breves análisis de denuncia de que este u otro partido es revisionista, o esta u otra figura es oportunista, pero sin explicar a sus militantes y simpatizantes el porqué de tal afirmación, cayendo en análisis reduccionistas, doctrinarios y esquemáticos, que poco menos que pretenden obligar a la militancia a seguir estas afirmaciones sin tener conciencia real de porqué se dice tal cosa, esa incapacidad creativa es lo que muchas veces lleva a copiar las opiniones de otros o directamente a caer en las mismas desviaciones de las que se quejan de algunas corrientes revisionistas que fustigan tales como el seguidismo a ciegas, el afirmar sin corroborar la veracidad de lo que se pone sobre la mesa confiando en que ya antes lo ha pronunciado alguien. Metodologías que nacen de la no comprensión real de lo que dicen denunciar y de los métodos de concienciación que propone el marxismo». (Equipo de Bitácora (M-L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de septiembre de 2017)
Por desgracia, lo que ha abundado en el movimiento comunista, han sido los análisis históricos simplistas e infantiles. Precisamente, los dirigentes bolcheviques replicando a unos historiadores dirían:
«La sinopsis abunda en banalidades y clichés como el «terrorismo policial de Nicolás II», la «insurrección de Razine», la «insurrección de Pugatchev», la «la ofensiva contrarrevolucionaria de los terratenientes en la década de 1870», «los primeros pasos del zarismo y de la burguesía en la lucha contra la revolución de 1905-1907», etc. Los autores de la sinopsis copian ciegamente las banalidades y las definiciones anticientíficas de los historiadores burgueses, olvidando que tienen que enseñar a nuestra juventud las concepciones marxistas científicamente fundamentadas». (Notas sobre la sinopsis del Manual de historia de la URSS; I.V. Stalin, A.A. Zhdanov, S.M. Kirov, 8 de agosto de 1934)
En el IVº Congreso del PCE (m-l) de 1984 se reclamaba que se fuese hasta el fondo de los inicios del revisionismo. Se explicaba, que de no realizar tal labor correctamente, todavía se veían conatos de revisionismo en los nuevos partidos:
«La tarea de reconstrucción de los partidos marxista-leninistas ha estado obstaculizada por toda una serie de desenfoques ideológicos, políticos e incluso organizativos, cuyo origen debe buscarse en que a pesar de haberse efectuado una ruptura organizativa con los revisionistas por parte de los nuevos partidos, no se ha roto, en diversos casos y hasta el fondo, ideológicamente con el revisionismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
A nivel internacional, los partidos marxista-leninistas recalcaron la necesidad de cumplir las siguientes tareas:
«Ante nuestros partidos se plantea la necesidad de profundizar en el dominio marxismo-leninismo, de avanzar decididamente en la lucha teórica y la investigación científica, racionalizando las experiencias del proletariado en la lucha por la revolución y en la construcción socialista, que permita ahondar en la investigación de las causas objetivas y subjetivas del revisionismo, para elevar un nuevo nivel la lucha contra todas las corrientes del revisionismo y el oportunismo. (…) Existen serias manifestaciones de activismo, derivadas del pragmatismo, que conducen a la subestimación de la investigación científica, del análisis profundo de los problemas internos e internacionales, y del estudio metodológico de la realidad particular y general». (Documento de Quito firmado en la reunión multilateral de partidos marxista-leninistas, 1985)
Analizando los orígenes del revisionismo moderno, se decía:
«En aquellas condiciones –todavía no había estallado la guerra, propiamente dicha, aunque ya había habido la guerra de España [1936], la ocupación de Checoslovaquia [1938]–, fue hábil el pacto germano-soviético cuando, como luego se demostró, los comunistas de la URSS lo utilizaron para prepararse mejor en el inevitable combate contra el nazi-fascismo. No todos los comunistas del mundo lo entendieron y hubo claudicaciones de un oportunismo vergonzoso. Luego, cuando la URSS de Stalin se enfrentó abiertamente a las potencias del Eje, los partidos comunistas se lanzaron a la lucha y se unieron a sectores burgueses y pequeño burgueses mediante pactos y alianzas, aunque olvidaron que dichos pactos y alianzas, justos en aquel momento, eran y no podían ser de otra manera, circunstanciales. Olvidaron que la contradicción principal proletariado-burguesía, aunque oscurecida por la guerra contra el nazi-fascismo y la liberación del territorio nacional, seguía siendo esencial y, tarde o temprano, habría que volver a ocupar el puesto principal. Los comunistas combatieron heroicamente, en los primeros puestos y en los más arriesgados, fueron en la mayoría de casos, los verdaderos organizadores de la lucha y de la resistencia contra el nazi-fascismo. En casos como, por ejemplo, Francia e Italia, las fuerzas armadas comunistas fueron las que liberaron, sino todo, la mayor parte del país y contribuyeron decisivamente a la liberación de otros. Mas, una vez la paz burguesa lograda, los dirigentes de esos partidos comunistas, de forma vergonzosamente oportunista, obligaron a sus militantes a entregar las armas, a «remangarse para levantar la economía de la patria», etc. a cambio de algunas migajas en los gobiernos burgueses; migajas que, lógicamente, les fueron arrebatadas a la primera ocasión. Aquella actitud de los dirigentes comunistas de estos países era ya, quizá inconscientemente, revisionista. Ellos no tuvieron en cuenta que la guerra no había cambiado el carácter de clase de su burguesía ni del imperialismo vencedor. ¿Por qué no continuaron, cuando podían haberlo hecho perfectamente –y eso está clarísimo en los casos de Francia, Italia, Grecia y con otras características en España– la lucha de liberación social? Sólo tenemos un ejemplo de actuación correcta, y éste es el de los comunistas albaneses. Es cierto que no sólo Albania se liberó. También lo hubieron Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumanía, etc. pero con una diferencia esencial; el partido albanés, por circunstancias particulares, liberó él solo su país, basándose en su propio pueblo y con la única ayuda ideológica de la URSS de Stalin y el movimiento internacional –y además los guerrilleros albaneses liberaron parte del territorio yugoslavo–; mientras que en los otros países, los partidos se hicieron con el poder gracias a la intervención activa del Ejército Rojo de la URSS. Esto nos lleva de nuevo a la necesidad de buscar las raíces del revisionismo hasta sus últimas consecuencias y no contentarnos con la formulación simplista de «... a raíz de la muerte de Stalin surgió el revisionismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
El PCE (m-l) exigía una revisión de los orígenes del revisionismo, correcto. ¿Qué hizo realmente para ello? Ahora lo veremos.
En verdad, el PCE (m-l), como tantos otros partidos fue producto de la polémica a nivel general lanzada contra el jruschovismo a partir del año 1960, pero los marxista-leninistas de cada país no habían sido capaces de detectar el revisionismo que en muchos casos ya se había hecho con el control de sus respectivos partidos.
El propio PCE (m-l) consideraría que aunque en 1942 hubo una derechización, el revisionismo del PCE databa solamente desde el VIº Congreso de 1960 aproximadamente:
«Lo cierto es que tras la muerte de José Díaz en 1942, el oportunismo de derecha se instaló en la dirección del partido e inició su labor de zapa. (…) Los grupos marxista-leninistas surgían en oposición declarada a la política reformista del grupo de Santiago Carrillo, el cual desde 1956 y sobre todo a partir del VIº Congreso del PCE de 1960». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Esbozo de Historia del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 1985)
Pero en realidad, el Vº Congreso del PCE de 1954, así como toda la política de años anteriores ya demostraban que dicha degeneración venía de lejos. Véase el capítulo: «El rescate de las figuras progresistas vs la mitificación y promoción de figuras revisionistas en el ámbito nacional» de 2020.
Un poco conectado con lo anterior, el PCE (m-l) al reclamarse heredero de la línea revolucionaria del Partido Comunista de España (PCE) de José Díaz y en medio de la acometida mundial del jruschovismo contra los partidos comunistas, se exigía de él una evaluación de las últimas décadas en el movimiento comunista, del fracaso de la línea revolucionaria y del triunfo del revisionismo.
El propio PCE (m-l) consideraría que aunque en 1942 hubo una derechización, el revisionismo del PCE databa solamente desde el VIº Congreso de 1960 aproximadamente:
«Lo cierto es que tras la muerte de José Díaz en 1942, el oportunismo de derecha se instaló en la dirección del partido e inició su labor de zapa. (…) Los grupos marxista-leninistas surgían en oposición declarada a la política reformista del grupo de Santiago Carrillo, el cual desde 1956 y sobre todo a partir del VIº Congreso del PCE de 1960». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Esbozo de Historia del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 1985)
Pero en realidad, el Vº Congreso del PCE de 1954, así como toda la política de años anteriores ya demostraban que dicha degeneración venía de lejos. Véase el capítulo: «El rescate de las figuras progresistas vs la mitificación y promoción de figuras revisionistas en el ámbito nacional» de 2020.
Un poco conectado con lo anterior, el PCE (m-l) al reclamarse heredero de la línea revolucionaria del Partido Comunista de España (PCE) de José Díaz y en medio de la acometida mundial del jruschovismo contra los partidos comunistas, se exigía de él una evaluación de las últimas décadas en el movimiento comunista, del fracaso de la línea revolucionaria y del triunfo del revisionismo.
En algunos de sus artículos se deja entrever un intento de convencer a la militancia sobre la importancia de realizar investigaciones de los fracasos históricos, pero a su vez se excusaban en no realizar dicho análisis con que:
«[Sobre la Internacional Comunista] Podríamos obtener datos e información si pudiéramos acceder a los archivos de aquella época, pero no tenemos esa posibilidad. Y los que podrían explicar algo no están en condiciones de hacerlo, pues necesitan ocultar su propia traición. (…) No pueden responder, no quieren, tienen miedo. Por revisionismo, por nacionalismo chovinista, por seguidismo, por indiferentismo, pero todos ellos tienen una raíz común». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
En realidad, desde hacía años estaban disponibles los tres tomos de Jane Degras «Documentos de la Internacional Comunista» de 1971, los cuales cubrían las obras fundamentales de la IC desde 1919 a 1943.
Esta incoherencia se manifestó en que cuando se hablaba del legado histórico de la IC, ellos mismos se quejaban de quienes afirmaban sin más que «la IC tuvo aciertos y errores» para no aclarar nada sobre el tema y seguir en las mismas:
«No hay ni un solo partido, ni uno solo que niegue el papel altamente positivo que desempeño la Internacional, particularmente la III Internacional. (...) Hasta los mismos revisionistas lo reconocen, con la hipócrita cantinela de «tuvo muchos aciertos, aunque también errores». El revisionismo chino, o maoísmo, es un claro ejemplo de lo anterior. Y es que una de las características de los oportunistas, es el abandono –negándolo claro– de la práctica del internacionalismo y su caída en la charca del nacionalismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
¿Qué análisis hizo el PCE (m-l) de la IC? ¿Qué aspectos positivos deseaba recuperar y qué aspectos negativos deseaba desechar? ¿Dónde desmontó las mentiras del maoísmo sobre la IC? No hemos visto tales documentos.
Sobre la cuestión de Stalin y el movimiento internacional, se decía:
«Para nosotros, Stalin fue un gran dirigente y teórico marxista-leninista, pero no podemos negar que ya en vida de Stalin había revisionismo en el Partido Bolchevique. Lo cual no significa que el mismo Stalin fuera revisionista. Todo lo contrario. Pero no supo o no pudo impedir este fenómeno, de la misma forma que hasta hoy nadie ha podido hacerlo. Y si precisamos esto es para salir al paso de los fariseos y pseudoteóricos que pueden intentar acusarnos de trotskistas. ¿Qué ha demostrado ser los Togliatti, Thorez, Carrillo, y otros, que en vida de Stalin escribieron vergonzosos ditirambos sobre él? Unos remodamos revisionistas y traidores. Y no está de más señalar que una de las raíces del revisionismo es el seguidismo a ultranza, seguidismo que en unos es pura pereza e inepcia teórica y de análisis, y en otros cobardía, temor a manifestar sus desacuerdos. Si Stalin estornudaba, todos ellos cogían la gripe.... Luego han tratado de justificarlo con lo del «culto a la personalidad», pero ¿quién rendía pleitesía, ellos o Stalin; quién adulaba, quién no sabía hablar claramente?». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
Efectivamente durante la época de Lenin y Stalin, hubo manifestaciones de revisionismo, intentos y a veces logros, de afincarse en diversas esferas. Hay personajes revisionistas como el hindú Vijay Sigh, piensan que todo lo producido en los partidos comunistas del mundo bajo era de Lenin y Stalin era correcto, incluso piensan que dichas figuras estan libre de todo error, aunque ellos mismo reconocieron equivocarse en momentos determinados. Creeen que porque fueron diversos documentos y actos fueron realizados en las «épocas doradas» del socialismo no tienen réplica posible, como si de forma idealista dijésemos que dichos períodos hubieran sido un todo armonioso de desarrollo interno, ignorando de forma metafísica las luchas desarrolladas en campos como: la economía, historia, filosofía, biología, arte o lingüística dentro de la propia Unión Soviética. En el frente filosófico: ¿que fueron entonces las luchas contra el «idealismo menchevizante» de Deborin y posteriormente el «objetivismo burgués» y «eclecticismo» de autores como Aleksándrov, Yudin o Mitin? En el campo de la historia: ¿no hubo una severa condena tanto hacia el chovinismo como hacia el cosmopolitismo, no se combatió tanto las distorsiones del «materialismo económico» de la Escuela de Pokrovsky como los errores no menos grotescos de varios de sus opositores como Yakovlev y Tarle? En el arte y la música: ¿qué fueron las luchas contra Prolekult y RAPP o tiempo después contra el formalismo? En el frente económico; ¿no se llevó a cabo una larga refutación de las teorías antimarxistas de Bujarin, Varga o Voznesensky? En el frente político; ¿no podemos hablar de una cierta influencia de Zinoviev, Trotski, Bujarin y muchos otros tanto en el Partido Bolchevique como en la Internacional Comunista? En la biología y la lingüistica; ¿y qué hay de las críticas que en sus últimos años recibieron figuras oficiales hasta entonces de suma referencia, como Lysenko o Marr? ¿No es cierto que estas corrientes y sus cabecillas dirigieron e incluso hegemonizaron sus respectivos campos durante años hasta que se puso fin a su reinado? ¿No fueron criticados finalmente tanto por sus teorías falsas como por su monopolio y censura hacia sus competidores? ¡¿Cómo se puede defender que todo lo dicho y hecho en la URSS en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia es modelo a seguir sin más?! Si algo muestra la historia de la URSS es que hubo un duro trabajo para desalojar de puestos de poder e importancia a líderes que controlaban o deseaban introducir su mercancía revisionista, situaciones complejas donde se tardó mucho tiempo en darse cuenta del papel nefasto que cumplían o donde directamente no se tenía fuerza suficiente en ese campo como para derribarlos con garantías.
De igual modo, si el PCE (m-l) hubiese analizado las directrices de la IC, los consejos del PCUS, las resoluciones de la Kominform así como la documentación oficial y no oficial del propio Stalin, observaría que varias de las tendencias desviacionistas fueron condenadas por ellos mismos, pero en algunos casos la habían animado previamente o habían pasado en silencio durante mucho tiempo. Véase nuestra obra: «La crítica al revisionismo en la Iº Conferencia de la Kominform de 1947» de 2015.
En otras ocasiones fueron ellos mimos los que alentaron tales desviaciones sin autocrítica alguna posterior. El PCE (m-l) permaneció ajeno a este tipo de debates, aunque ya existían varios documentos de investigación que albergaban mucha información para arrojar luz sobre estas cuestiones, y aunque muchos no eran completos ni todas las críticas eran correctas, era ya un material más que suficiente para empezar a analizar las cosas y dejar de repetir frases simplistas de las que el PCE (m-l) acostumraba. Véase la obra de Worker’s Advocate: «En defensa del marxismo-leninismo» de 1984.
El PCE (m-l) hablaba de «pereza e inepcia teórica» entre algunos a la hora de enfrentarse a los deberes teóricos pendientes, ¿pero que explicación daba al fenómeno de restauración en la URSS en lo económico? ¿Qué estudio de los documentos del PCUS en vida de Stalin realizó sobre los problemas que enfrentó el partido? Ninguno, todos se basaban en repetir los acertados artículos albaneses sobre el jruschovismo, cosa que era inadmisible además de hipócrita, siendo un deber realizar tal trabajo. Véase la obra: «Algunas cuestiones económicas sobre la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y su carácter socialimperialista» de 2016.
También cuando la esencia del maoísmo finalmente fue comprendido y denunciado públicamente en 1978, el PCE (m-l) tenía una razón de más para reevaluar todo, tenía una obligación histórica, pero como ya dijimos, en vez de realizar una investigación profunda del mismo se dedicó a evaluarlo solamente a partir de las obras otros revolucionarios como los albaneses, como ellos mismos reconocían, no aportaban nada nuevo. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su tardía desmaoización» de 2020.
En realidad, desde hacía años estaban disponibles los tres tomos de Jane Degras «Documentos de la Internacional Comunista» de 1971, los cuales cubrían las obras fundamentales de la IC desde 1919 a 1943.
Esta incoherencia se manifestó en que cuando se hablaba del legado histórico de la IC, ellos mismos se quejaban de quienes afirmaban sin más que «la IC tuvo aciertos y errores» para no aclarar nada sobre el tema y seguir en las mismas:
«No hay ni un solo partido, ni uno solo que niegue el papel altamente positivo que desempeño la Internacional, particularmente la III Internacional. (...) Hasta los mismos revisionistas lo reconocen, con la hipócrita cantinela de «tuvo muchos aciertos, aunque también errores». El revisionismo chino, o maoísmo, es un claro ejemplo de lo anterior. Y es que una de las características de los oportunistas, es el abandono –negándolo claro– de la práctica del internacionalismo y su caída en la charca del nacionalismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
¿Qué análisis hizo el PCE (m-l) de la IC? ¿Qué aspectos positivos deseaba recuperar y qué aspectos negativos deseaba desechar? ¿Dónde desmontó las mentiras del maoísmo sobre la IC? No hemos visto tales documentos.
Sobre la cuestión de Stalin y el movimiento internacional, se decía:
«Para nosotros, Stalin fue un gran dirigente y teórico marxista-leninista, pero no podemos negar que ya en vida de Stalin había revisionismo en el Partido Bolchevique. Lo cual no significa que el mismo Stalin fuera revisionista. Todo lo contrario. Pero no supo o no pudo impedir este fenómeno, de la misma forma que hasta hoy nadie ha podido hacerlo. Y si precisamos esto es para salir al paso de los fariseos y pseudoteóricos que pueden intentar acusarnos de trotskistas. ¿Qué ha demostrado ser los Togliatti, Thorez, Carrillo, y otros, que en vida de Stalin escribieron vergonzosos ditirambos sobre él? Unos remodamos revisionistas y traidores. Y no está de más señalar que una de las raíces del revisionismo es el seguidismo a ultranza, seguidismo que en unos es pura pereza e inepcia teórica y de análisis, y en otros cobardía, temor a manifestar sus desacuerdos. Si Stalin estornudaba, todos ellos cogían la gripe.... Luego han tratado de justificarlo con lo del «culto a la personalidad», pero ¿quién rendía pleitesía, ellos o Stalin; quién adulaba, quién no sabía hablar claramente?». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IVº Congreso del PCE (m-l), 1984)
Efectivamente durante la época de Lenin y Stalin, hubo manifestaciones de revisionismo, intentos y a veces logros, de afincarse en diversas esferas. Hay personajes revisionistas como el hindú Vijay Sigh, piensan que todo lo producido en los partidos comunistas del mundo bajo era de Lenin y Stalin era correcto, incluso piensan que dichas figuras estan libre de todo error, aunque ellos mismo reconocieron equivocarse en momentos determinados. Creeen que porque fueron diversos documentos y actos fueron realizados en las «épocas doradas» del socialismo no tienen réplica posible, como si de forma idealista dijésemos que dichos períodos hubieran sido un todo armonioso de desarrollo interno, ignorando de forma metafísica las luchas desarrolladas en campos como: la economía, historia, filosofía, biología, arte o lingüística dentro de la propia Unión Soviética. En el frente filosófico: ¿que fueron entonces las luchas contra el «idealismo menchevizante» de Deborin y posteriormente el «objetivismo burgués» y «eclecticismo» de autores como Aleksándrov, Yudin o Mitin? En el campo de la historia: ¿no hubo una severa condena tanto hacia el chovinismo como hacia el cosmopolitismo, no se combatió tanto las distorsiones del «materialismo económico» de la Escuela de Pokrovsky como los errores no menos grotescos de varios de sus opositores como Yakovlev y Tarle? En el arte y la música: ¿qué fueron las luchas contra Prolekult y RAPP o tiempo después contra el formalismo? En el frente económico; ¿no se llevó a cabo una larga refutación de las teorías antimarxistas de Bujarin, Varga o Voznesensky? En el frente político; ¿no podemos hablar de una cierta influencia de Zinoviev, Trotski, Bujarin y muchos otros tanto en el Partido Bolchevique como en la Internacional Comunista? En la biología y la lingüistica; ¿y qué hay de las críticas que en sus últimos años recibieron figuras oficiales hasta entonces de suma referencia, como Lysenko o Marr? ¿No es cierto que estas corrientes y sus cabecillas dirigieron e incluso hegemonizaron sus respectivos campos durante años hasta que se puso fin a su reinado? ¿No fueron criticados finalmente tanto por sus teorías falsas como por su monopolio y censura hacia sus competidores? ¡¿Cómo se puede defender que todo lo dicho y hecho en la URSS en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia es modelo a seguir sin más?! Si algo muestra la historia de la URSS es que hubo un duro trabajo para desalojar de puestos de poder e importancia a líderes que controlaban o deseaban introducir su mercancía revisionista, situaciones complejas donde se tardó mucho tiempo en darse cuenta del papel nefasto que cumplían o donde directamente no se tenía fuerza suficiente en ese campo como para derribarlos con garantías.
De igual modo, si el PCE (m-l) hubiese analizado las directrices de la IC, los consejos del PCUS, las resoluciones de la Kominform así como la documentación oficial y no oficial del propio Stalin, observaría que varias de las tendencias desviacionistas fueron condenadas por ellos mismos, pero en algunos casos la habían animado previamente o habían pasado en silencio durante mucho tiempo. Véase nuestra obra: «La crítica al revisionismo en la Iº Conferencia de la Kominform de 1947» de 2015.
En otras ocasiones fueron ellos mimos los que alentaron tales desviaciones sin autocrítica alguna posterior. El PCE (m-l) permaneció ajeno a este tipo de debates, aunque ya existían varios documentos de investigación que albergaban mucha información para arrojar luz sobre estas cuestiones, y aunque muchos no eran completos ni todas las críticas eran correctas, era ya un material más que suficiente para empezar a analizar las cosas y dejar de repetir frases simplistas de las que el PCE (m-l) acostumraba. Véase la obra de Worker’s Advocate: «En defensa del marxismo-leninismo» de 1984.
El PCE (m-l) hablaba de «pereza e inepcia teórica» entre algunos a la hora de enfrentarse a los deberes teóricos pendientes, ¿pero que explicación daba al fenómeno de restauración en la URSS en lo económico? ¿Qué estudio de los documentos del PCUS en vida de Stalin realizó sobre los problemas que enfrentó el partido? Ninguno, todos se basaban en repetir los acertados artículos albaneses sobre el jruschovismo, cosa que era inadmisible además de hipócrita, siendo un deber realizar tal trabajo. Véase la obra: «Algunas cuestiones económicas sobre la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y su carácter socialimperialista» de 2016.
También cuando la esencia del maoísmo finalmente fue comprendido y denunciado públicamente en 1978, el PCE (m-l) tenía una razón de más para reevaluar todo, tenía una obligación histórica, pero como ya dijimos, en vez de realizar una investigación profunda del mismo se dedicó a evaluarlo solamente a partir de las obras otros revolucionarios como los albaneses, como ellos mismos reconocían, no aportaban nada nuevo. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su tardía desmaoización» de 2020.
El mayor esfuerzo teórico del PCE (m-l) fue el análisis de la Guerra Civil Española de 1936-1939 y del papel del PCE en ella. Véase la obra del PCE (m-l) de 1974 llamada «La Guerra Nacional Revolucionaria del pueblo español contra el fascismo» de 1975.
Obra escrita principalmente por Alfonso Graiño, un miembro de la cúpula que abandonaría la agrupación poco después.
Obra escrita principalmente por Alfonso Graiño, un miembro de la cúpula que abandonaría la agrupación poco después.
La obra registra unas reservas críticas muy correctas que la dirección del PCE (m-l) mantendría hacia la actuación del PCE, concretamente durante la guerra –ya que los años previos y la posguerra es terra incongnita de análisis–:
«¿De todo lo expuesto se pueden sacar muchas lecciones y conclusiones, de entre las cuales cabe señalar de manera especial:
1. - Sin la hegemonía del proletariado, a través de su partido, un Frente Unido Revolucionario no puede mantener su unidad, ni conducir, al pueblo a la victoria.
2. - No hay que aferrarse a las formas de poder establecidas, y hay que ser flexibles y aprovechar las que el pueblo se da en el transcurso de la lucha revolucionaria y siempre que sean correctas, forjando nuevos cauces de poder popular.
3. - La política de concesiones de principios –pudiéndose hacer concesiones secundarias–, de vacilaciones y de «no asustar» no conducen más que al rompimiento del Frente Unido y a la derrota. El partido tiene que ponerse a la cabeza, y no la pequeña burguesía.
4. - La unidad de la clase obrera y la alianza obrero-campesina no se pueden lograr fusionándose con las direcciones de los partidos obreros pequeño-burgueses. Esa unidad ha de lograrse por la base, mediante el proselitismo y el ejemplo. La unidad del partido de la clase obrera sólo se puede establecer sobre la base de los principios, entre auténticos marxistas-leninistas, y no con los social-reformistas. No comprender esto es entregarse al oportunismo.
5. - La política de alianzas debe ser clara: de unidad y crítica. Unirse a los avanzados, atraerse al centro y aislar a los derechistas recalcitrantes. La base de toda política de alianzas es la unión proletaria y la alianza obrero-campesina. Sin esa base, ningún Frente Unido puede mantenerse sobre una base revolucionaria.
6. - El partido no puede pretender hacerlo todo a través del Frente Unido, y debe conservar su independencia dentro de él –al igual que las otras fuerzas–, realizando por su cuenta las medidas necesarias, incluso sin contar con sus aliados, siempre que estas medidas no vayan contra la línea general del Frente Unido.
7. - Sin un Ejército popular, encabezado fundamentalmente por el Partido Comunista no puede ni soñarse con lograr el triunfo en una guerra popular revolucionaria. Este ejército debe ser político. (...) Formado, fundamentalmente, por voluntarios y contar con un amplio movimiento guerrillero. Sólo un ejército así puede adoptar una estrategia conveniente al carácter y tipo de esa guerra.
8. - Hay que golpear y aplastar a las tendencias derrotistas y traidoras de la pequeña y media burguesía sin piedad, pues son una gangrena que puede terminar por pudrirlo todo.
9. - Hay que preparar al pueblo para librar una guerra prolongada y en cualquier circunstancia. El no hacerlo así –como nos pasó a nosotros– agota a las masas, que esperan siempre un fin rápido de la guerra, y mina su moral.
10. - El partido tiene que tomar medidas para, continuar clandestinamente la lucha –lo que tampoco hizo el Partido Comunista– y estar preparado para continuar la guerra en cualquier circunstancia, aún en las más difíciles.
Miles de héroes comunistas, junto a otros antifascistas regaron con su sangre los campos de España. No se podría hacer un análisis marxista-leninista de la actuación del Partido en la guerra sin poner en primer término su heroísmo y también su justa línea general de resistencia y de lucha. Cualquier valoración de nuestra guerra tiene que contener, como primer y fundamental análisis, esta verdad. Más, al mismo tiempo, debemos reconocer y analizar las fallas y errores. Para evitar que errores cometidos durante nuestra guerra nacional revolucionaria contra el fascismo vuelvan a repetirse, es necesario que el nuevo Partido Comunista de España (marxista-leninista) se forje en la teoría y en la práctica, utilice la crítica y la autocrítica, eleve constantemente su nivel teórico e ideológico, sea monolítico y fuerte orgánicamente y se ligue indisolublemente a las masas populares, pues ellas son a la vez nuestros maestros y nuestros alumnos». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); La Guerra Nacional Revolucionaria del pueblo español contra el fascismo, 1975)
Aquí, en parte, se repetían los errores que la dirección de la IC ya había denunciado en su momento. Véase la obra de Stoyán Minev: «Las causas de la derrota política de la República Española» de 1939.
Aquí, en parte, se repetían los errores que la dirección de la IC ya había denunciado en su momento. Véase la obra de Stoyán Minev: «Las causas de la derrota política de la República Española» de 1939.
A su vez este escrito padecía grandes errores teóricos ya que fue analizado desde un prisma maoísta. Dicha obra era un claro producto de la mentalidad de la época y demuestra hasta qué punto, aunque Raúl Marco lo niegue ahora en su nuevo libro, el PCE (m-l) estaba maniatado por pensamientos maoístas y hacia donde le llevaban algunas de esas concepciones. En realidad, varias de las concepciones maoístas serían criticadas por el PCE (m-l) después por lo que no hace falta comentarlas de nuevo. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su tardía desmaoización» de 2020.
Por supuesto, dicha obra tiene críticas salvables como las que hemos visto y aportan cierta reflexión de importancia, pero al estar nucleado por un pensamiento maoísta, dejaba bastante que desear en algunos puntos clave, y es que recordemos: al revisionismo no se le puede combatir con otro revisionismo sin tener el riesgo de cometer otros agravios al marxismo-leninismo.
En breves documentos posteriores de 1986, se abordó el tema de la guerra civil en publicaciones posteriores de «Vanguardia Obrera», pero no añadían nada nuevo que no se hubiera dicho ya.
Por supuesto, dicha obra tiene críticas salvables como las que hemos visto y aportan cierta reflexión de importancia, pero al estar nucleado por un pensamiento maoísta, dejaba bastante que desear en algunos puntos clave, y es que recordemos: al revisionismo no se le puede combatir con otro revisionismo sin tener el riesgo de cometer otros agravios al marxismo-leninismo.
En breves documentos posteriores de 1986, se abordó el tema de la guerra civil en publicaciones posteriores de «Vanguardia Obrera», pero no añadían nada nuevo que no se hubiera dicho ya.
En el «Esbozo de la Historia del PCE (m-l)» de 1985 tenemos en el primer capítulo un repaso general del origen del revisionismo moderno, muy biográfico y formal, con fechas y hechos conocidos, que expone algunos hechos y causas que dieron pie al revisionismo, pero no es un análisis completo ni de lejos, al menos no es lo exigido para un partido comunista. El PCE (m-l) se acostumbró demasiado a generalidades y a no profundizar en los hechos.
Nunca realizaba un análisis profundo de las causas del revisionismo en los principales partidos, ni siquiera dentro del PCE, del cual se podía conseguir información y se tenían datos suficientes como para haber hecho un estudio serio.
Generalmente en este tipo de artículos no se exponían cuáles eran los errores concretos y las teorías concretas fundamentales que desembocaron al revisionismo, en algunos casos se citaban dichas teorías pero no se explicaban cómo se originaron y sobre todo no se contraponían a la teoría marxista-leninista como para que fuese aleccionador.
Tampoco se estudiaba demasiado la conexión dialéctica con los eventos internacionales salvo reducciones muy simplistas, no hablemos ya de buscar en desviaciones más tempranas la conexión con las desviaciones futuras, porque eso como decimos, hubiera supuesto una labor de investigación a la cual parece que no estaban demasiado dispuestos ni capacitados.
A razón de esto, el PCE (m-l) llegó tarde a destapar muchas desviaciones y movimientos revisionistas. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su tardía desmaoización» de 2020.
De igual modo, la falta de visión sobre los acontecimientos en Albania y la línea del PTA, le impidieron anticipar a tiempo la degeneración del sistema socialista. Véase el capítulo: «Las relaciones entre el PTA y el PCE (m-l) y la caída del socialismo albanés» de 2020.
Este último error ayudó a que todo el movimiento marxista-leninista fuera naufragando lentamente, lo que también supuso el contagio dentro del propio PCE (m-l) de las tendencias laxas y liberales que acabarían con su ruina y disolución. Véase el capítulo: «De la aplicación del internacionalismo a la reconciliación con el revisionismo» de 2020.
Nunca realizaba un análisis profundo de las causas del revisionismo en los principales partidos, ni siquiera dentro del PCE, del cual se podía conseguir información y se tenían datos suficientes como para haber hecho un estudio serio.
Generalmente en este tipo de artículos no se exponían cuáles eran los errores concretos y las teorías concretas fundamentales que desembocaron al revisionismo, en algunos casos se citaban dichas teorías pero no se explicaban cómo se originaron y sobre todo no se contraponían a la teoría marxista-leninista como para que fuese aleccionador.
Tampoco se estudiaba demasiado la conexión dialéctica con los eventos internacionales salvo reducciones muy simplistas, no hablemos ya de buscar en desviaciones más tempranas la conexión con las desviaciones futuras, porque eso como decimos, hubiera supuesto una labor de investigación a la cual parece que no estaban demasiado dispuestos ni capacitados.
A razón de esto, el PCE (m-l) llegó tarde a destapar muchas desviaciones y movimientos revisionistas. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su tardía desmaoización» de 2020.
De igual modo, la falta de visión sobre los acontecimientos en Albania y la línea del PTA, le impidieron anticipar a tiempo la degeneración del sistema socialista. Véase el capítulo: «Las relaciones entre el PTA y el PCE (m-l) y la caída del socialismo albanés» de 2020.
Este último error ayudó a que todo el movimiento marxista-leninista fuera naufragando lentamente, lo que también supuso el contagio dentro del propio PCE (m-l) de las tendencias laxas y liberales que acabarían con su ruina y disolución. Véase el capítulo: «De la aplicación del internacionalismo a la reconciliación con el revisionismo» de 2020.
Otra prueba irrefutable del desconocimiento o desgana de los grandes dirigentes del PCE (m-l) en estudiar la historia del movimiento obrero y la lucha contra el revisionismo, es el hecho que no hay mención ninguna para un personaje clave como Joan Comorera, Secretario General del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).
Hablamos de alguien quien fue el primer personaje del que se tiene constancia que se opuso abiertamente al camino traicionero que tomaba el PCE de Ibárruri-Carrillo:
«Las elaboraciones teóricas que Comorera había hecho en los últimos años, principalmente referidas al problema nacional, le habían conducido a formular unas conclusiones políticas que discrepaban de la proposición del PCE en dos aspectos principales: el problema de las alianzas en la revolución democrática, y el papel del problema nacional en la lucha por la democracia y el socialismo. Joan Comorera partía de la hipótesis que durante la guerra mundial se había visto claramente manifestada la imposibilidad de que se produjera una alianza nacional con el capitalismo, llegado al estadio de monopolismo imperialista. La liberación nacional, concluía, va directamente ligada a la liberación social, y esta, en la etapa del capitalismo monopolista, interesa a amplios sectores sociales, entre los cuales se formará una alianza popular que ha de dar al nuevo régimen de democracia popular la posibilidad de solventar el problema nacional y el social. La burguesía solo podrá incorporarse a este movimiento a través de adhesiones personales a la lucha por la liberación nacional, nunca impulsada por un interés de clase. La liberación nacional era, según él, uno de los motores de la revolución democrática». (Editorial Undarius; Joan Comorera: Socialismo y la cuestión nacional, 1977)
Véase al respecto el documento de Joan Comorera: «Declaración», de 1949, así como las 32 ediciones del Treball (Comorerista) donde se denuncia al Buró Político del PCE entre 1952 y 1954.
Igual de remarcable fue su postura en la cuestión nacional y social catalana:
«El problema nacional no es una abstracción, no es una entidad aislada. El problema nacional es parte indisoluble del problema general de la revolución. Hemos, pues, de verlo a la luz de la lucha de clases, de su desarrollo y de su objetivo histórico. Estamos ahora en la fase superior y última del capitalismo, la fase imperialista. La lucha de clases se agudiza y la burguesía se convierte en extra y antinacional. El interés de clase prima por encima de cualquier otro interés. Y todos los elementos que intervienen en la vida colectiva son utilizados con el objetivo único de asegurar el dominio de clase, el monopolio del Estado, instrumento de la clase dominante. Para la burguesía el problema nacional, allí donde éste existe, es materia especulativa; se sirve de ella si así conviene momentáneamente a su interés de clase o se reniega de ella cuando lo pone en peligro. Y como el interés de clase capitalista es incompatible con el interés nacional la burguesía termina siempre por traicionar a la nación. (...) ¿Y cómo reaccionan la gran burguesía y las castas tradicionales en estos países? Como clase y castas gobernantes que continúan la tradición de la guerra: para mantener sus privilegios han convertido en moneda de cambio la independencia y la soberanía nacional. Y como políticos e «ideólogos» inventan filosofías y teorías, cuyo único objetivo es sembrar la confusión en las masas populares, dividir la clase obrera y movilizar a la opinión contra los partidos comunistas. (...) No hay manera, amiga Reyes Bertral, de rehuir la polarización. Con las patrañas hipócritas de las terceras fuerzas y principios puros y conductas impuras no se va más que al deshonor y a nuevas derrotas». (Joan Comorera; Carta abierta a Reyes Bertal, dirigente de Estat Català, 1948)
Véase al respecto también obras como: «Los separatistas de uno y el otro lado del Ebro» de 1943 o «Carta abierta a Reis Bertral» de 1948. Donde dedica una radiografía espectacular de las limitaciones del nacionalismo burgués y pequeño burgués catalán.
Véase al respecto también obras como: «Los separatistas de uno y el otro lado del Ebro» de 1943 o «Carta abierta a Reis Bertral» de 1948. Donde dedica una radiografía espectacular de las limitaciones del nacionalismo burgués y pequeño burgués catalán.
También podríamos hablar que Comorera tuvo el mérito de lograr la hegemonía del PSUC al término de la Guerra Civil durante 1937-1939 en una zona como Cataluña de histórica hegemonía anarquista-nacionalista desde los albores del movimiento obrero. Fue un incansable luchador contra el anarquismo, al cual desmonta científicamente en su obra histórica: «La revolución plantea a la clase obrera el problema del poder político» de 1949.
De igual modo lejos de hacer seguidismo como hicieron tantos otros, fue uno de los primeros comunistas en oponerse a las formulaciones del browderismo sobre el imperialismo al cual dedicó su crítica de su libro: «Contra la guerra imperialista y por la liberación social y nacional de Cataluña» de 1940.
También de importancia histórica fue su obra: «La nación en la nueva etapa histórica» de 1944. Ya anticipó el camino revolucionario que debían tomar los pueblos ante la victoria contra el fascismo, que incluía la hegemonía del proletariado en una por recobrar la soberanía nacional, contra los monopolios, en lucha por el socialismo y el comunismo, donde como se pronosticaba, las clases explotadoras tarde o temprano iban a separarse de dicho camino por su carácter antagónico con las fuerzas populares.
Imaginémonos que importante era para aquellos años entender la figura de Comorera para entender la traición del revisionismo de Carrillo-Ibárruri». (Equipo de Bitácora (M-L); Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 2019)
Imaginémonos que importante era para aquellos años entender la figura de Comorera para entender la traición del revisionismo de Carrillo-Ibárruri». (Equipo de Bitácora (M-L); Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 2019)
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