viernes, 21 de junio de 2019

Reconstrucción Comunista aspira a ser el nuevo PCE (r); Equipo de Bitácora (M-L), 2017


[20 de septiembre de 2017]

«Estas organizaciones han mostrado, desde sus inicios, demasiadas similitudes. Solo la lucha de egos y la especial enemistad del Secretario General de Reconstrucción Comunista (RC) Roberto Vaquero con el Partido Comunista de España (reconstituido) de Arenas ha impedido que se produzca una amistad o fusión entre estas dos organizaciones revisionistas de marcada tendencia maoísta, aunque nunca podemos descartar alianzas y fusiones futuras. Esto no sería extraño, pues hemos visto a RC contraer varias alianzas con los colectivos maoístas del panorama nacional –KILMETZ, Odio de Clase, PCOE, viejos exmilitantes del PCE (m-l)– cuando han entendido que podían ganar ciertas simpatías, aunque estas se dieran entre el público revisionista con menos concienciación. Su estancia durante años en la ICOR es el mayor ejemplo de esa política oportunista de «vender los principios por un plato de lentejas».

Pero debemos hacer una introducción antes de ver las similitudes.

Tras unos inicios en los que RC hacía propaganda en favor del PCE (r), se pasó al punto de romper todas las relaciones y simpatías. Desde entonces, la intención de Roberto ha sido siempre la de desbancar al PCE (r) para ocupar su lugar. Más aún, aunque sabemos que no es muy inteligente en sus desarrollos, creemos que es suficientemente astuto como saber que los simpatizantes trasnochados del PCE (r) constituyen el público ideal del que pescar nuevos incautos por sus características lumpemproletarias y semianarquistas.

RC nunca llegó a hacer una crítica seria y completa del PCE (r) y sus mitos, llegando a realizar una ocasional, incompleta y muy endeble para ser tomada como referente. En sus más de siete años de existencia, RC apenas le ha dedicado un par de artículos de 5 o 10 páginas a la organización maoísta, cosa que, de nuevo, denota la poca capacidad de RC para refutar a partidos históricos del revisionismo como el PCE (r). Véase la obra: «Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO» de 2017.

Allí dedicamos al PCE (r) un extenso y contundente análisis soportado con datos, documentos –propios del PCE (r) y de terceros–, analogías y argumentos de autoridad para desmontarlos como es debido. Si fuera por la labor que RC, u otros partidos presuntamente antiPCE (r), las masas seguirían engullendo su mito sin problemas. No descartamos que, mágicamente, RC vuelva a hacer un refrito de la obra y se saque de la chistera un nuevo documento contra el PCE (r). De estos pobres plagiadores de poca monta nunca se sabe. Pero, volvamos al tema.

Al poco tiempo, RC tuvo que cambiar de táctica respecto al PCE (r). Este fue uno de los puntos de inflexión que forzó a esta organización a empezar a renegar de parte de su maoísmo –en la teoría–, considerando que, de este modo, les sería más fácil luchar contra el PCE (r). Así intentaron desmarcarse y presentarse como «verdaderamente revolucionarios, libres de toda tendencia revisionista», pero no lograron nada de esto. La desmaoización oficial, como sus éxtios, también fue también parcial, pues siguieron manteniendo en sus documentos y charlas oficiales que existe «una época de Mao marxista-leninista», siguieron militando en la ICOR y siguieron proclamando que los «movimientos maoístas son revolucionarios», buscando el acercamiento de los maoístas más flexibles dentro del panorama español.

La filosofía de la Edad Media; O. Trajtenberg, 1942


«La filosofía de la Edad Media.

I

Sobre los escombros de la formación esclavista comienza a formarse en los siglos V y VI en la Europa Occidental la sociedad feudal. Finaliza en la historia europea el período Antiguo y comienza el de la Edad Media. El régimen feudal alcanzó su florecimiento entre los siglos X y XV.

«Bajo el régimen feudal, la base de las relaciones de producción es la propiedad del señor feudal sobre los medios de producción y su propiedad parcial sobre los productores, sobre los siervos, a quienes ya no puede matar, pero a quienes sí puede comprar y vender. A la par con la propiedad feudal, existe la propiedad personal del campesino y del artesano sobre los instrumentos de producción y sobre su hacienda o su industria privada, basada en el trabajo personal. Estas relaciones de producción se hallan, fundamentalmente, en consonancia con el estado de las fuerzas productivas durante este período. El perfeccionamiento progresivo de la fundición y elaboración de metales, la difusión del arado de hierro y del telar, los progresos de la agricultura, de la horticultura, de la viticultura y de la fabricación de aceite; la aparición de las primeras manufacturas junto a los talleres de los artesanos; tales son los rasgos característicos del estado de las fuerzas productivas durante este período.

Las nuevas fuerzas productivas exigen que se deje al trabajador cierta iniciativa en la producción, que sienta cierta inclinación al trabajo y se halle interesado en él. Por eso, el señor feudal prescinde de los esclavos, qué no sienten ningún interés por su trabajo^ ni ponen en él la menor iniciativa, y prefiere entendérselas con los siervos, que tienen su propia hacienda y sus herramientas y se hallan interesados en cierto grado por el trabajo, en la medida necesaria para trabajar la tierra y pagar al señor en especie, con una parte de la cosecha.

Durante este período, la propiedad privada hace nuevos progresos. La explotación sigue siendo casi tan rapaz como bajo la esclavitud, aunque un poco suavizada. La lucha de clases entre los explotadores y los explotados es el rasgo fundamental del feudalismo». (Stalin. Sobre el materialismo dialéctico e histórico. «Cuestiones del leninismo», versión española, Moscú, 1941, págs. 659 y 660)

El nivel de la cultura, particularmente durante los primeros tiempos de la Edad Media, era extremadamente bajo. Pero la Edad Media no fue, de ningún modo, «una simple interrupción en el curso de la historia». Durante el período de la Edad Media, aunque muy lentamente, avanzó el desarrollo económico y político de la sociedad y, en consonancia con ello, también progresó la cultura. El movimiento ideológico de esta época reflejaba la encarnizada lucha de clases de los campesinos y vecinos contra los feudales eclesiásticos y seculares, y también las contradicciones existentes entre los diversos grupos dentro del propio campo de la clase explotadora.

martes, 18 de junio de 2019

El triunfalismo en los análisis y pronósticos del PCE (m-l); Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«No tememos indicar abiertamente los errores, las debilidades y las deficiencias en nuestras filas, porque somos un partido revolucionario que sabe que puede desarrollarse, crecer y cumplir con sus tareas a condición de renunciar a todo lo que obstaculiza su desarrollo como partido revolucionario. (...) Camaradas, nosotros eliminamos adrede del informe y de las resoluciones del congreso las frases altisonantes en cuanto a las perspectivas revolucionarias. Pero no porque tengamos razones menos optimistas que antes, para apreciar el ritmo de desarrollo revolucionario, sino porque queremos proteger a nuestros partidos de toda inclinación a sustituir la actividad bolchevique por frases revolucionarias o disputas estériles sobre valoración de la perspectiva. A la vez que llevamos a cabo una lucha decidida contra toda tentativa de basarse en la espontaneidad, consideramos y tenemos en cuenta el proceso de desarrollo de la revolución, no como observadores, sino como participantes activos en dicho proceso. Como somos un partido revolucionario, como cumplimos en cada etapa del movimiento las tareas de interés para la revolución y que corresponden a las condiciones concretas de la etapa dada, y tenemos clara noción del nivel político de las amplias masas trabajadoras, aceleramos de la mejor manera la creación de las premisas subjetivas necesarias para el triunfo de la revolución proletaria». (Georgi Dimitrov; Los actuales gobernantes de los países capitalistas son transitorios, el verdadero dueño del mundo es el proletariado; Discurso de clausura en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 20 de agosto de 1935)

Sin duda otro de los históricos grandes errores de los partidos comunistas fue el hecho de sobrestimar sus fuerzas, de alardear de éxitos que no son tales, o de pronosticar una crisis insalvable para el régimen que nunca llegaba a ocurrir.

Esto ya fue visto anteriormente con aquellos análisis que sobreestimaban la fuerza del partido y la adhesión de las masas a una línea revolucionaria. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y las acciones armadas del FRAP de 1973-1975».

Pero esta sobreestimación y triunfalismo, también se manifestaría en otras esferas como veremos ahora.

Todavía bajo un influjo del maoísmo y de cierta simpatía hacia el castro-guevarismo, se proclamaba en el artículo «Grandioso éxito de la tricontinental»:

«La Conferencia Tricontinental constituye un paso más amplio, profundo y cocnreto en a unidad combatiente contra el imperialismo yanqui. Antecedentes de esta, son la Coferencia de Bandung en 1955 y la del Cairo en 1958. (…) De la composición de gran parte de las delegaciones habían sido excluidas organizaciones revolucionarias». (Vanguardia Obrera; Nº10, 1966)

En los primeros años, en base al bajo nivel ideológico de sus líderes… el PCE (m-l) creía que las organizaciones de todo signo político podían ser una punta de lanza efectiva contra el imperialismo y el socialimperialismo, incluso llega a citar a las primers conferencias del Movimiento de los Países No Alineados como precedentes de lo que se presupone es un movimiento antiimperialista mundial. ¿Cuál era la realidad?:

«En abril de 1955 se reunieron en Bandung en Indonesia, la Conferencia de solidaridad afroasiática que reagrupaba en un inicio a los jefes de Gobierno de 29 países asiáticos y africanos: Nehru, Chou En-lai, Nasser, Sukarno y Tito, cogiéndose de la mano, pusieron las bases del «no alineamiento». China, India, Pakistan, Indonesia y Argelia formaban parte de los pilares fuertes de esta conferencia que prefiguraba las ideas tercermundistas que los revisionistas chinos abiertamente desarrollarían en los años 70, ya cuando se ilustrarían las ambiciones de los pseudocomunistas chinos que procuraban desempeñar un papel de primer plano en el seno de los «no alineados» que representaban una buena parte del «segundo mundo». (…) Como ejemplo de esta denuncia véase por ejemplo la obra de Enver Hoxha: «La política del «no alineamiento», una política construida sobre un castillo de arena» de 1980; la obra de Enver Hoxha: «El imperialismo y la revolución» de 1978; o la obra de Llambro Filo‬: «La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías» que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista» de 1985». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Todavía hay personas que mantienen que en aquellos años los países miembros del Movimiento de los Países No Alineados como la India de Nehru, el Egipto de Mubarak, la Arabia Saudí de Faisal, la Chile de Pinochet, la Cuba de Fidel Castro o el Zaire de Mobutu; países maniatados de pies y manos por el imperialismo y el socialimperialismo, ¡eran las fuerzas motrices del antiimperialismo de aquellos años!

Por suerte, el PCE (m-l) rectificaría rápido sobre tales ilusiones, y en los 70 hubo una crítica frontal a estos planteamientos por razones muy obvias:

«Así pues, camaradas, no aceptamos la teoría de los «tres mundos», igual que nos oponemos a las de «no alineados», porque estas denominaciones y teorías, borran el aspecto principal de la lucha de clases como motor de la historia». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)

Estos movimientos y teorías todavía siguen vigentes:

«Entonces, se comprende, que cuando países capitalistas-imperialistas hablaban de los países a los que maniataban económicamente de la búsqueda de un «nuevo orden económico», lo hacían para tranquilizar a los pueblos de estos países cansados de su explotación en beneficio de las camarillas locales y los países del extranjero, del mismo modo que cuando estos países capitalistas dependientes de las grandes potencias imperialistas declaraban y abogaban por efectivamente un «nuevo orden económico», se entiende que se referían, a que o bien exigían que los imperialismos que aflojaran el nudo que les subyugaba pidiendo un mejor reparto de los mercados o más ayudas económicas, bien adoptaban esta postura de cara al pueblo para calmar los ánimos de las masas trabajadoras y posar como antiimperialistas que buscaban soluciones a su crisis económica interna, o simplemente lanzaban tal consigna como representantes burgueses de un país capitalista en alza que buscaba convertirse en potencia y directora del dichoso nuevo orden económico en su región o a nivel mundial. Pero este eslogan era falso, que como los marxistas saben, el único «nuevo orden económico» posible que dará solución a los problemas intrínsecos del capitalismo es el sistema económico socialista». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)

En su momento, el propio PCE (m-l) denunciaba que:

«El izquierdismo se manifiesta además, entre otros aspectos, a través de la fraseología revolucionaria y de su reiterativa utilización, que no es sino una exageración verbal con el fin de ocultar una incomprensión y una mala asimilación del proceso revolucionario». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)

¿Pero evitó esto que advertía con tanta vehemencia? Para nada:

«Con el alto porcentaje de votos del pueblo a favor de las candidaturas con etiquetas de izquierda y a favor de las candidaturas republicanas encabezadas por nuestro partido, con una derrota política, por tanto, de las fuerzas monárquicas, se cierra la fase constitucional de la maniobra continuista. Lógicamente debería haber salido fortalecida de este gran esfuerzo de mimetismo parlamentario y democratizante. No ha sido así, sin embargo, todo lo contrario». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)

En un documento histórico desconcertante como este, aquí el PCE (m-l) afirmaba que la monarquía y la reacción en general, no salían fortalecidas tras las elecciones generales del 1 de marzo de 1979 y las municipales del 3 de abril de 1979. ¿En que se basaban? No lo sabemos y sinceramente es una conclusión ridícula donde las haya. 

La Unión de Centro Democrático (UCD) de Suarez obtuvo 6.268.593 votos lo que equivalía a un 34,84%, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Felipe González unos 5.469.813 votos que equivalía a un 30,40%, el Partido Comunista de España (PCE) de Santiago Carrillo obtuvo 1.938.487 un 10,77% y Coalición Democrática (CD) de Manuel Fraga 1.088.578 un 6,05%.

En la sección de «otros partidos», se registra a una serie de partidos secundarios en cuanto a votos que entre todos ellos obtuvieron 1.962.990, un 10,93%; aquí se contaban partidos fascistas, nacionalistas, maoístas y también al propio PCE (m-l). La Unión Nacional (UN) de Blas Piñar con 378.964 votos, con el 2,11%. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) de Xabier Arzalluz obtuvo 296.597 votos con un 1,65%. Herri Batasuna (HB) de Francisco Letamendia 172.110 votos, un 0,96%. Convergencia i Unió (CIU) de Jordi Pujol obtuvo 483.353 votos, un 2,69%. El Partido del Trabajo de España (PTE) con 192.798 votos, el 1,07%. La Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) con 127.517 votos, el 0,71%. Y podríamos seguir.

Entre las candidaturas del PCE (m-l) de coalición bajo Izquierda Republicana (IR), ¡que tan solo obtuvieron 55.000 votos en las generales de marzo de 1979! ¡¡¿Dónde está el triunfo si más del 90% del electorado votó a favor de grupos que habían aceptado la monarquía, la colaboración y la reconciliación nacional como la UCD, el PSOE, el PCE, la CD, CIU, el PNV, la UN, el PTE, la ORT etc.?!!

viernes, 14 de junio de 2019

Más allá del pasado revolucionario de las personas, hay que analizar siempre sus posiciones actuales sin subjetivismo ni sentimentalismo


«En materia de militancia revolucionaria, no ignoramos que el principio de la unidad a todo precio, es uno de los argumentos que por lo general utilizan de manera deshonesta y cínica los revisionistas españoles para así retener bajo su influencia a no pocos honrados militantes que en el fondo están en desacuerdo con ellos. Ocurre además que esos mismos militantes honrados y algunas personas progresistas de tendencias marxistas, no pueden comprender como dirigentes que han tenido en el pasado una justa y revolucionaria actuación, hayan podido degenerar en revisionistas contrarrevolucionarios. Pero esto no tiene nada de extraño si examinamos el problema de manera científica dejando de lado todo subjetivismo y sentimentalismo acerca de las personas y su pasado, por muy prestigioso que sea». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Revolución Española, Nº1, 1966)

jueves, 6 de junio de 2019

El seguidismo del PCE (m-l) a las políticas de la «Revolución Cultural» de los revisionistas chinos; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«Uno de los grandes mitos para los revolucionarios de los años sesenta fue lo relativo al: «Seguidismo a la Revolución Cultural», ya comentado sobre otros grupos.

Léase por ejemplo el suplemento de la revista Revolución Española llamado Cuadernos marxista-leninista Nº5 titulado «La decisiva importancia para todos los pueblos del mundo de la Gran Revolución proletaria en China» de 1971, allí el PCE (m-l) mostraría que no se diferenciaba en nada a otros grupos maoístas españoles o del exterior en cuanto a la evaluación de dichos eventos. A ejemplo véase en otra de sus publicaciones los epítetos clásicos de aquella época que podrían firmar cualquier partido prochino:

«Gracias a la Gran Revolución Cultural Proletaria dirigida por el Camarada Mao Zedong, el pueblo chino ha sido movilizado y China Popular se ha convertido en el bastión rojo de la revolución mundial. Por tanto, la Gran Revolución Cultural proletaria es, para los pueblos del mundo, una fuente inagotable de enseñanzas y de estímulo revolucionario, y es un ejemplo irrefutable de cómo aislar y derrotar a los grupos revisionistas contrarrevolucionarios a través de la movilización audaz de las masas sobre la base del Pensamiento Mao Zedong». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Mensaje de felicitación del Comité Ejecutivo del PCE (m-l) al Presidente Mao Zedong con ocasión del Noveno Congreso del PC de China, 5 de Abril 1969)

Se rectificaría en 1979:

«A la vista de lo sucedido en aquel vasto movimiento dirigido personalmente por Mao, se puede afirmar que fue un movimiento esencialmente anticomunista y contra el proletariado. Algunos de nosotros presenciamos personalmente estos hechos que confirman lo anterior. Aquel movimiento, bajo la dirección de Mao –insistimos en esto– estaba encabezado por los estudiantes y el ejército, y no como hubiera sido lógico por los comunistas y la clase obrera, pese a que añadían la coletilla «proletaria». Esa «revolución», que hubiera sido justa de haber estado encaminada a combatir las tendencias revisionistas y a los elementos burgueses, como ellos mismos decían en su propaganda, disolvió las organizaciones del partido, los comités, las células, la organización de la juventud, la sindical, etc., y en su lugar surgieron los comités de los «guardias rojos», compuestos, casi exclusivamente por estudiantes y militares. Amparándose en aquel movimiento, distintas camarillas se ajustaron las cuentas entre sí, fue eliminado el revisionista Liu Shao-chi, el siniestro Deng Xiaoping y otros, que luego han sido rehabilitados, incluso en vida de Mao, como ha sido el caso de Deng. Fue un movimiento típicamente anarquista que sólo benefició a la burguesía». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)

Sobre este fenómeno ya dijimos:

martes, 4 de junio de 2019

David Hume y su filosofía


«El reconocimiento de un elemento espiritual —la sensación—: como primario, y la negación de la existencia real de las cosas, pusieron la filosofía de Berkeley en completa contradicción con la ciencia. Sacar a esta filosofía idealista de su atolladero y eliminar sus contradicciones internas, dar una crítica más fina y encubierta del materialismo, eliminar sus contradicciones internas, fue lo que intentó Hume, sucesor y continuador de la filosofía de Berkeley.

Por sus relaciones sociales y simpatías políticas, David Hume (1711-1776), pertenecía a la capa conservadora de la burguesía privilegiada. En el capítulo «De la historia crítica», escrito para el «Anti-Dühring», Marx cita la característica dada por el historiador Schlosser, de la fisonomía político-social de Hume. Schlosser dice: 

«Se sabe, que [Hume] era un partidario ardiente de la oligarquía de los whigs, defensora de «la Iglesia y del Estado» y por lo que recibió como recompensa, primeramente el puesto de secretario de la Embajada en París, y luego, el cargo, incomparablemente más importante y más retribuido, de subsecretario de Estado. En el aspecto político, Hume era y siguió siendo siempre un hombre conservador de ideas rigurosamente monárquicas». (Citado por Marx y Engels. Obras, tomo XIV, página 244. Edición rusa)

A pesar de sus simpatías personales conservadoras, Hume fue uno de los reconocidos dirigentes ideológicos de la burguesía inglesa del siglo XVIII. Sus obras económicas, dice Marx, son:

«Una glorificación progresiva y optimista de la industria y del comercio que florecían a la sazón, es decir, de la sociedad capitalista que, por aquellos tiempos, iba entronizándose rápidamente en Inglaterra». (Idem, página 243)

Importa observar que Hume extendió su escepticismo, la duda de la existencia de la sustancia objetiva, no sólo a la sustancia material, sino también a la sustancia espiritual. Según él, Dios, tampoco es demostrable. Y como esto minaba los dogmas religiosos, el clero inglés logró la condena del libro de Hume por sus principios antirreligiosos e «inmorales». Los dos intentos de Hume de obtener una cátedra en la Universidad no dieron resultado. Pero, en realidad, el escepticismo de Hume estaba dirigido, ante todo, contra el materialismo.

En su obra filosófica fundamental, «Investigaciones acerca del entendimiento humano» de 1748, Hume se atribuye el mérito de aceptar exclusivamente lo que la experiencia suministra directamente al hombre. Todo intento de salirse de los límites de la experiencia es para Hume metafísica. Siguiendo a Locke, declara que:

«Todo el material del pensamiento es suministrado por los sentidos externos o internos». (David Hume. Investigaciones acerca del entendimiento humano* Edición rusa, 1902, página 18)

Aquí el error de Hume no estriba sólo en reconocer los sentidos «interno» como fuente independiente del conocimiento. Hume renuncia al conocimiento de las causas materiales que suscitan los sentidos externos. Reduce la experiencia a la acumulación de sensaciones. En cuanto al problema de la fuente o causa de las sensaciones, Hume reconoce la impotencia humana para resolverlo: 

«¿Con qué argumento, pregunta, podría probarse que las percepciones de nuestra inteligencia deben ser suscitadas por objetos exteriores... y que no emanan de la energía de la propia inteligencia, ni de la acción de cualquier espíritu invisible y desconocido, ni de cualquier otro motivo más desconocido aún?». (Citado por Lenin. Obras, tomo XIII, página 27; ver también Hume. Investigaciones acerca del entendimiento humano. Edición rusa, página 178)

Planteando, pues, el problema de la fuente de las sensaciones, Hume reconoce este problema como irresoluble. Ninguna de las conjeturas sobre la fuente de las sensaciones, que sólo se podría pensar, según Hume, se puede demostrar. Así es como llega al agnosticismo, es decir, a la teoría de la imposibilidad de conocer las cosas aunque existiesen en realidad. Y al poner en duda la existencia de las cosas fuera de la conciencia, fuera de los límites de las sensaciones humanas, Hume adopta la posición del escepticismo. Así vemos como Hume,, en forma más fina y cuidadosa que Berkeley, niega la existencia de la materia. Hume, en lugar de negarlo directamente, declara irresoluble el problema del mundo objetivo en general.

Hume reduce toda la misión de la ciencia a la clasificación de las sensaciones o impresiones, y al esclarecimiento del problema de cómo la razón humana unifica estas impresiones entre sí. Según Hume, todas las percepciones compuestas se forman de las más simples, ya que la razón no posee ninguna fuerza creadora, sino sólo la facultad de «unificar, trasladar, aumentar o disminuir el material recibido por los sentidos exteriores y por la experiencia». Según Hume, hay solamente, tres formas, o principios, relaciones entre las ideas: la semejanza, la contigüidad en el espacio y en el tiempo, y la causalidad.

Hume arremete particularmente contra los materialistas, que reconocen la existencia de leyes objetivas, por las que se rige la naturaleza. En aquel entonces, se consideraba que la causalidad mecánica era la forma fundamental de estas leyes. Hume afirma que ésta no es inherente a las propias cosas, por cuanto para él las propias cosas son incognoscibles y sólo son formas de las relaciones entre las sensaciones y las ideas inherentes a la razón. La experiencia nos enseña que tras un fenómeno siempre viene otro: por ejemplo, con la salida del sol, los objetos de la tierra se calientan. Este, sucesión habitual de los fenómenos, afirma Hume, engendra también la idea de una dependencia causal. Hume deduce, pues, la causalidad del hábito. Por lo tanto, demostrar la existencia de una causalidad objetiva en la naturaleza, según Hume, no es posible. Incluso la repetición por millones de veces de dos fenómenos sucesivos no da una garantía de que a la millonésima primera se repita lo mismo.

Al renunciar a resolver el problema de la existencia objetiva del mundo exterior, de los objetos que por su influencia sobre los órganos de los sentidos dan lugar a las sensaciones, Hume llegó a la negación de la relación de causa objetiva entre los objetos, a la negación de la existencia de leyes en la naturaleza. Hume concibe también el tiempo y el espacio, en forma idealista. No existen, objetivamente, en las propias cosas y, como la causalidad, Hume los declara sólo formas de relación de las ideas.

En consecuencia, Hume llega a la conclusión más pesimista en cuanto a la facultad del conocimiento. «La filosofía más perfecta de la naturaleza, sólo aleja un poco más las fronteras de nuestra ignorancia». De esta manera, la convicción de la ceguera y de la debilidad humanas es el resultado de toda la filosofía de Hume.

Claro es que este resultado de su filosofía no podía dejar de entrar en una contradicción de fondo con el conocimiento científico del mundo. Kant califica el resultado de la filosofía de Hume de «un escándalo para la filosofía y para la razón humana», no obstante adoptar él mismo posiciones idealistas subjetivas y agnosticistas. Más tarde, en la época del imperialismo, la burguesía comenzó a volver al escepticismo y al agnosticismo de Hume. Una de las formas de la resurrección del berkeleyismo y del humismo reaccionarios fue el empiriocriticismo, o el machismo, desenmascarado por Lenin como la reincidencia en el idealismo subjetivo de Berkeley y de Hume». (Profesor A. V. Shcheglov y un grupo de catedráticos de la Academia de Ciencias de la URSS; Historia general de la filosofía; de Sócrates a Scheler, 1942)

lunes, 3 de junio de 2019

La mecánica adopción inicial de la «Guerra Popular Prolongada» (GPP) en el PCE (m-l) como método militar de toma de poder; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«Muchas de las organizaciones bajo influencia maoístas de la época esgrimían entre sus estatutos, manifiestos, panfletos y debates, la cuestión de adoptar como vía militar de toma de poder la teoría maoísta de la Guerra Popular Prolongada (GPP). Recomendamos consultar nuestro análisis sobre el PCE (r)/GRAPO y sus desviaciones: «Adopción de la Guerra Popular Prolongada (GPP) como método de toma de poder» de 2017.

El PCE (m-l) lamentablemente no fue una excepción, al menos en un inicio. Un ex militante diría:

«Al principio el PCE (m-l) fue una copia mimética de las propuestas chinas, inclusive, dado que los chinos consiguieron el poder a través de una guerra popular de carácter prolongado, el PCE (m-l) en su programa mantenía que España para liberarse y traer la democracia tenía que tener una guerra popular de carácter prolongado». (Entrevista a Pepe Avilés, ex militante del FRAP, 2016)

Esto no es ninguna exageración por mucho que algunos quieran ocultarlo por una u otras razones:

«Del seno de estas luchas de masas, y al calor de las mismas, se irá iniciando la lucha armada, que podrá tomar cuerpo primero en las zonas rurales apartadas, por ser éstas las que más pronto escaparán al control de la oligarquía proimperialista. Sólo a través de la lucha armada en el campo le será posible a las fuerzas revolucionarias acumularse, fortalecerse, aguerrirse, ir logrando victorias parciales sobre el enemigo hasta derrocarlo, y, con el apoyo de la insurrección general armada de todo el pueblo, liderar al país del yugo de la oligarquía yanqui-franquista y establecer un poder popular». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Línea Política del PCE (m-l), 1967)

Esta desviación se ve corregida en parte en ciertos documentos de 1973, en ellos suprime la idea de que el campo es el activo decisivo de las luchas:

«La lucha armada no puede surgir ni desarrollarse aislada de la lucha de masas, sino sólo en estrecho contacto con el movimiento obrero y campesino de masas. De las formas iniciales –huelgas, manifestaciones–, hay que ir pasando gradualmente –y la evolución espontánea de la lucha confirma esta trayectoria–, a formas superiores de combate: refriegas violentas con las fuerzas de la dictadura, asaltos, motines, etc. Para ello es necesaria la creación de grupos de combate y autodefensa, tanto en la ciudad como en el campo, núcleos del futuro ejército popular». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Línea política y programa, 1973)

Y ya en 1975 se rechazaba el concepto metafísico de que debía de ser sí o sí una lucha prolongada, predicción absurda que se decretaba antes incluso de iniciarse cualquier mínimo conflicto militar o de estudiar las características del país:

«Que esta guerra popular sea más o menos prolongada dependerá de toda una serie de factores objetivos y subjetivos, uno de los más importantes es, sin duda, la decisión de lucha del pueblo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Sobre las situaciones revolucionarias, la lucha armada y la guerra popular, 1975)

Como hemos publicado en nuestro medio, la táctica militar de los chinos fue ampliamente criticada por Stalin: ante los yugoslavos en 1945, ante los indios en 1951, ante los indonesios en 1951, haciendo hincapié en las posibles consecuencias de adoptar dicha errónea estrategia. Véase «Stalin a los comunistas indonesios la vía china en la cuestión militar». Obviamente estos documentos no eran muy conocidos en los años de inicio del PCE (m-l), incluso en la actualidad son desconocidos para la mayoría. Vale decir que las críticas que Enver Hoxha y los albaneses realizaron a la GPP son una continuación de las críticas realizadas por Stalin en su momento.

Hemos desglosado varias veces las limitaciones de la GPP, por lo que no vemos necesario extendernos mucho más». (Equipo de Bitácora (M-L)Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 2019)