jueves, 23 de junio de 2022

¿Bajo qué argumentos se niega el carácter científico del marxismo?; Equipo de Bitácora (M-L), 2022


«Cuando se afirma que «el marxismo-leninismo es ciencia», muchos entran en pánico, otros se atragantan, y otros sonríen malévolamente. A nosotros también nos divierte escuchar los argumentarios que existen para desechar tal obviedad confirmada diariamente. En realidad, como cada uno da su definición de «marxismo-leninismo» y «ciencia», esto resulta algo así como cuando Yahvé castigó a los trabajadores de la Torre de Babel haciendo que cada uno hablase en un idioma diferente. Por esto, antes de continuar con un debate así de estéril, lo primero es aclarar conceptos para saber de qué hablamos en cada momento. Veamos una de las definiciones de «ciencia» que nos otorgaron los filósofos soviéticos en época de Stalin:

«Ciencia: La suma, el conjunto de los conocimientos sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, acumulados en el curso de la vida histórico-social. «…el objetivo de la ciencia consiste en dar un exacto... cuadro del mundo» (Lenin). La ciencia tiende a describir el mundo, no en la variedad aparentemente caótica de sus diversas partes, sino en las leyes, que trata de hallar, con arreglo a las cuales se rigen los fenómenos: tiene por objeto explicarlos. En todos los dominios del conocimiento, la ciencia nos revela las leyes fundamentales que rigen dentro del aparente caos de los fenómenos. La ciencia se desarrolla y avanza con la evolución de la sociedad; su progreso consiste en que llega a reflejar la realidad cada vez más profunda y exactamente. Como una de las formas de la actividad ideológica, la ciencia nace sobre la base de la actividad práctica productiva de los hombres. En cada etapa de la historia, representa el grado alcanzado hasta entonces en cuanto al conocimiento de las leyes de la realidad y está orientada hacia el cambio del mundo, es decir, hacia el dominio y utilización de las fuerzas de la naturaleza y hacia el cambio de las relaciones sociales». (Mark Rosental y Pavel Yudin; Diccionario filosófico, 1940)

A su vez, por «marxismo-leninismo», estos entendían «la teoría del movimiento de emancipación del proletariado». Dicha teoría estaría formada por «la filosofía del marxismo» como herramienta para conocer el mundo y transformarlo. Por esto mismo, entendían que por «filosofía» hemos de comprender simplemente «la ciencia sobre las leyes más generales que rigen el desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento». ¿Y qué se entendía por «ley»? Pues «La expresión de los aspectos y conexiones más generales, más sustanciales de la realidad material», y por eso, «las leyes científicas expresan con mayor profundidad y plenitud que las percepciones sensoriales directas, el cuadro del mundo objetivo». 

Esta filosofía está dividida en dos grandes bloques generales: a) el «materialismo dialéctico» que «es la ciencia filosófica sobre las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento, la concepción filosófica del partido»; y b) el «materialismo histórico», que «es la aplicación consecuente de los principios del materialismo dialéctico al estudio de los fenómenos sociales». Concluían, pues, que a fin de cuentas «el marxismo es una ciencia creadora», siendo «una teoría revolucionaria, como guía para la acción». (Mark Rosental y Pavel Yudin; Diccionario filosófico, 1940)

Aquí se exponía nítidamente la interrelación entre «filosofía» −o «ciencia del pensamiento», como la denominó Engels en su «Dialéctica de la naturaleza» (1883)− y el concepto de «ciencia» a nivel genérico, es decir, «el conjunto de los conocimientos sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, acumulados en el curso de la vida histórico-social». Y, por ende, si por las necesidades de la vida cada ciencia tiene «su tema de investigación particular», es normal que a su vez existan dos grandes bifurcaciones generales −«materialismo histórico» y «materialismo dialéctico»−, como así también toda una serie de ramificaciones concretas −«química», «historia», «biología», «sociología», etcétera−. Esta división se basa en las famosas palabras de Marx y Engels en «Ideología alemana» (1846) sobre la ciencia, donde habría que estudiar la historia del hombre y la historia de la naturaleza. Por tanto, hablamos de que el marxismo-leninismo es un movimiento político con una teoría para alumbrar la práctica, y que esta se vale de diversas ciencias generales y particulares como palancas, tanto para enfocar de forma concreta y precisa los distintos fenómenos, como también para sistematizar sus resultados. Es decir, se organizan distintas graduaciones del saber no por capricho, sino por la misma «diversidad» −grados o estratos− de la materia. De esta manera, por poner un ejemplo, el «materialismo histórico» estudia, como ciencia más general de lo social, los aspectos globales, abstractos, sus leyes fundamentales, mientras que la «historia», como ciencia más concreta, más determinada en lo cronológico, está mucho más limitada al acontecer de la sucesión de los hechos y cuenta con leyes más acotadas a esa esfera que explican dicha causalidad.

Aclaraciones y notas sobre el materialismo histórico

A continuación, expondremos un ejemplo básico de la vida diaria para comprobar cómo se manejan estos conceptos, y qué relación establecen entre sí. La «economía», la «prehistoria», la «arqueología» o la «historia», como ciencias sociales, nos permiten descubrir cómo y en qué época la moneda llegó a la Península Ibérica, con las colonias de Emporion y Rode, así como su impacto en las poblaciones indígenas de alrededor. Por otro lado, el «materialismo histórico», con todo su conocimiento acumulado más genérico, nos ayuda a detectar que, al igual que ocurrió en otras sociedades análogas, la introducción de la moneda contribuyó enormemente a cambiar la fisonomía de la sociedad, siendo, en este caso, una fuerza motriz en el cambio socioeconómico radical que sufrieron estos pueblos ibéricos, influenciando a su vez en otras formas psicológicas, nuevos modelos artísticos, militares, diferentes comportamientos y convenciones sociales, etcétera. 

miércoles, 15 de junio de 2022

¿Qué pensaba Plejánov sobre la irrupción de Bernstein, sus pretensiones y el apoyo que recibía de los detractores del marxismo?

«Lo mismo podría decirse del libro del señor Bernstein: todo en él es disparate y sonido de palabras huecas, pero precisamente es esta variedad la que induce a melancólicas reflexiones en el atento lector. En todo lo referente a cuestiones teóricas, el señor Bernstein se muestra el más débil entre los débiles. ¿De qué manera ha podido ocupar en el curso de muchos años uno de los puestos teóricos más conspicuos dentro del partido? Habría que meditar sobre ello. Y no es fácil encontrar una respuesta que nos deje tranquilos. Otra cuestión no menos importante: según el señor Bernstein tan sólo subsisten unos débiles vestigios del socialismo. En verdad, Bernstein está mucho más cerca de los partidarios pequeño burgueses de las «reformas sociales» que de los socialdemócratas revolucionarios. A pesar de esto, sigue siendo un «camarada» y nadie le ha pedido que se vaya del partido. Esto se explica, en parte, por una errónea actitud hacia la libertad de opinión, muy difundida a la sazón entre los socialdemócratas. Ellos dicen: «¿Cómo es posible expulsar a un hombre del partido por culpa de sus opiniones? Esto equivale a una persecución por herejía». Las personas que razonan de este modo olvidan que la «libertad de opinión» debe realizarse siempre a través de la libertad de asociación y de disolución, y que esta última libertad no existe cuando un prejuicio fuerza a marchar juntas a personas que deberían estar separadas debido a sus divergencias. Este razonamiento erróneo explica de manera parcial el hecho de que el señor Bernstein no ha sido expulsado del Partido Socialdemócrata alemán. No lo ha sido, porque sus nuevos puntos de vista son compartidos por un número considerable de otros socialdemócratas. Por causas que no podemos analizar detenidamente en este artículo, el oportunismo ha ganado muchos seguidores en las filas de la socialdemocracia en varios países. Y en esta difusión del oportunismo radica el mayor peligro entre todos los que nos amenazan en la actualidad. Los socialdemócratas que han seguido fieles al espíritu revolucionario del programa partidario –y afortunadamente casi en todas partes constituyen mayoría– cometerían un error insalvable si no tomaran a tiempo medidas decisivas para combatir este peligro. El señor Bernstein, aislado, no sólo no inspira temores sino que es francamente cómico, un personaje que muestra una desopilante semejanza con el filosófico Sancho Panza. Pero el espíritu del «bernsteinismo» es aterrador como síntoma de una posible claudicación. (...) La pésima traducción del lamentable libro del señor Bernstein ya ha tenido dos ediciones «legales». Probablemente no tardará mucho tiempo en salir la tercera. No hay de qué asombrarse. Cualquier «crítica» del marxismo o parodia del mismo –siempre que esté imbuida del espíritu burgués halagará indefectiblemente a ese sector de nuestros marxistas legales que representa la parodia burguesa del marxismo». (Gueorgui Plejánov; Cant contra Kant o el legado espiritual del señor Bernstein, 1901)