jueves, 30 de junio de 2016

El internacionalismo proletario y el trotskismo; Elena Ódena, 1984


«En estos días en que se cumple el 67 Aniversario de la gran Revolución de Octubre de 1917 de la que surgió, en la cuarta parte del mundo, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, nada más oportuno y necesario para la lucha actual de los marxista-leninistas que profundizar y estudiar algunos aspectos de la lucha ideológica y política que fue necesario librar antes, durante y después de la revolución, en el seno del Partido y del Movimiento Comunista Internacional, para impedir que las corrientes oportunistas de derecha y de izquierda desviaran al Partido Bolchevique de sus principios y de sus objetivos y práctica revolucionarios.

El hecho de que posteriormente la Unión Soviética degenerase en el revisionismo y se haya convertido en un país imperialista, no invalida la justeza de esas luchas ideológicas llevadas a cabo, sobre las cuales sigue siendo necesario profundizar y sacar las enseñanzas que nos brindan. 

Una de esas batallas y no la menos importante que libraron Lenin y Stalin, apoyados por la mayoría del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique), fue contra Trotski y sus seguidores dentro y fuera del Partido y dentro y fuera de la Unión Soviética.

La lucha contra el trotskismo en aquel momento era de gran importancia para la revolución socialista y para el movimiento comunista mundial por múltiples razones internas y externas en aquellas circunstancias.

En la actual situación de crisis mundial del capitalismo y también de los países del antiguo bloque socialista que encabeza la Unión Soviética, se ha agudizado también la lucha y la presión ideológicas contra el marxismo-leninismo y contra sus nuevas vanguardias que son los partidos comunistas marxista-leninistas.

La agudización de las contradicciones en la sociedad capitalista y entre las mismas fuerzas imperialistas ha intensificado en nuestros días las presiones y los ataques ideológicos por parte de la burguesía y de las fuerzas oportunistas contra la ideología y las fuerzas marxista-leninistas.

Así, desde la década de los 60, cuando comenzaron a surgir los nuevos partidos marxista-leninistas, se han producido dentro de muchos de esos partidos intentos de fracción y división, basados en general en desviaciones y posiciones oportunistas y revisionistas, encubiertas con posiciones izquierdistas o derechistas, incluso socialdemócratas; pero por lo general, el trotskismo no ha desempeñado, por lo menos en Europa, un papel importante. Sí lo ha desempeñado el maoísmo en todas sus variantes, el eurocomunismo, y el revisionismo prosoviético –baste recordar como casos extremos los desaparecidos el Partido Comunista de Italia (marxista-leninista), que dirigía Dinucci, y el Partido Comunista Francés Marxista-Leninista de Jurquet, en tanto que partidos marxista-leninistas–.

Pero las presiones ideológicas de la burguesía y la agudización de la lucha de clases y las propias dificultades objetivas, son hoy las causas determinantes del oportunismo y el nacionalismo en el movimiento obrero y revolucionario. 

miércoles, 29 de junio de 2016

La diferencia entre la revolución proletaria y la revolución burguesa


«La diferencia entre la revolución proletaria y la revolución burguesa podría resumirse en cinco puntos fundamentales:

1) La revolución burguesa comienza, generalmente, ante la presencia de formas más o menos plasmadas de economía capitalista, formas que han surgido y madurado en el seno de la sociedad feudal ya antes de la revolución manifiesta; mientras que la revolución proletaria comienza con la ausencia total o casi total de formas plasmadas de economía socialista.

2) La tarea fundamental de la revolución burguesa se reduce a conquistar el Poder y ponerlo en consonancia con la economía burguesa existente; mientras que la tarea fundamental de la revolución proletaria consiste en construir, una vez conquistado el Poder, una economía nueva, la economía socialista.

3) La revolución burguesa termina, generalmente, con la conquista del Poder; mientras que para la revolución proletaria la conquista del Poder no es más que el comienzo, con la particularidad de que en este caso el Poder se utiliza como palanca para transformar la vieja economía y organizar la nueva.

4) La revolución burguesa se limita a sustituir en el Poder a un grupo de explotadores por otro grupo de explotadores, razón por la cual no necesita destruir la vieja máquina del Estado; mientras que la revolución proletaria arroja del Poder a todos los grupos explotadores, sin excepción, y coloca en él al jefe de todos los trabajadores y explotados, a la clase de los proletarios, razón por la cual no puede dejar de destruir la vieja máquina del Estado y sustituirla por otra nueva.

5) La revolución burguesa no puede agrupar en torno a la burguesía, por un período más o menos largo, a los millones de hombres de las masas trabajadoras y explotadas, precisamente porque se trata de trabajadores y explotados; mientras que la revolución proletaria puede y debe unirlos al proletariado en una alianza duradera, precisamente por tratarse de trabajadores y explotados, si es que quiere cumplir su tarea fundamental de consolidar el Poder del proletariado y construir una nueva economía, la economía socialista»(Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Cuestiones del leninismo, 25 de enero de 1926)

Sobre el necesario estudio individual del marxismo-leninismo


«Nuestras actividades de estudio se llevan a cabo mediante dos procedimientos: el estudio colectivo, en grupos del Partido, las reuniones de estudio de las células, y el estudio individual que efectúa voluntariamente cada camarada. Si bien estos dos métodos deben combinarse, el estudio individual constituye el método esencial para el estudio del marxismo-leninismo.

El marxismo-leninismo es una ciencia de la ley del desarrollo de la naturaleza y de la sociedad que se basa en la asimilación de todos los conocimientos científicos acumulados hasta el presente a lo largo de la Historia. Es la ciencia de la liberación de la clase obrera y del pueblo; es la ciencia de la victoria del socialismo y del comunismo.

Estudiamos el marxismo-leninismo para conocer las teorías básicas, las posiciones y los puntos de vista del marxismo-leninismo así como sus métodos, para hacer de ellos nuestras armas ideológicas para transformar nuestro pensamiento, para elevar nuestra comprensión avanzar en nuestro trabajo de resolver los problemas concretos que tenemos planteados, y combinar así la teoría con la práctica. Así pues, de este modo al estudiar el marxismo-leninismo hemos de hacerlo por iniciativa propia, esforzándonos por ahondar en nuestras ideas y esforzar nuestra inteligencia. Hemos de acumular al mismo tiempo nuestras experiencias personales en el trabajo práctico. En este aspecto no podemos depender de los demás.

Lenin señalaba con razón que para buscar la verdad hemos de ser capaces de pensar de manera independiente. «Si somos capaces de llevar a cabo en cierta medida una labor independiente, no podremos descubrir la verdad acerca de ningún problema que nos planteemos». Así pues, el estudio individual significa que debemos estudiar y aprender por nosotros mismos.

El estudio colectivo, particularmente el curso del Partido, es indispensable para los camaradas que no tienen costumbre ni experiencia de estudiar por sí solos, para desarrollar en ellos el deseo de estudiar y orientarlos cómo hacerlo. Asimismo, los que ya tienen la costumbre y la experiencia de estudiar, pueden hacer progresos gracias a conferencias y charlas que les permitan profundizar y ampliar sus conocimientos teóricos e ideológicos y comprender mejor los problemas mediante la discusión. Pero en definitiva lo que decide de los resultados en el estudio, es el esfuerzo constante, individual de cada militante.

Las obras que han de seleccionarse para el estudio individual corresponden a tres categorías:

1. Documentos de nuestro Partido y la Historia del movimiento obrero español.
2. Documentos sobre el Movimiento Comunista Internacional.
3. Escritos sobre la teoría marxista-leninista.

Es un deber sagrado de todos los marxista-leninistas librar una lucha de principios en el plano ideológico y teórico contra las tendencias internacionales del revisionismo moderno, considerado como el principal peligro para el desarrollo del Movimiento Comunista y de la clase obrera». (Elena Ódena; ¿Por qué todos los militantes deben adquirir el habito de estudio individual?, 1966)

martes, 28 de junio de 2016

Sobre el izquierdismo pequeño burgués y sus grupos


«No podemos dejar, en modo alguno, de tener presente que el revolucionarismo pequeño burgués, el izquierdismo, puede en determinados momentos causar graves daños a la causa de la revolución y al pueblo en general. El desencadenamiento de acciones prematuras, para las cuales no existen condiciones ni para realizarlas ni para hacer frente a lo esencial de sus consecuencias, el llevar a cabo actos de terrorismo, fuera del contexto de la lucha revolucionaria de masas. (...) El izquierdismo pequeño burgués que desvía a ciertos sectores de la lucha auténticamente revolucionaria, es el complemento natural del revisionismo moderno, ya que al no apoyarse en la lucha de masas, acaba siempre en los fracasos a que inevitablemente conduce el revolucionarismo y activismo pequeño burgueses, en un plazo más o menos corto, cayendo en compromisos sin principios con el revisionismo o abandonando la lucha». (Elena Ódena; Los revisionistas apoyan el izquierdismo y calumnian la política de principios de los marxista- leninistas, 1973)

sábado, 25 de junio de 2016

La lucha de clases; la fuerza motriz principal en la sociedad socialista


«La lucha de clases es la fuerza motriz principal, no sólo en la sociedad que alberga en su seno clases antagónicas, sino que en toda sociedad aún dividida en clases, incluyendo a la sociedad socialista.

Los grandes maestros clásicos del marxismo-leninismo han descrito la lucha de clases como «la fuerza que determina el desarrollo de la sociedad», «el verdadero motor de la historia», «la base de todo desarrollo y su fuerza motriz».

¿Es esto cierto para nuestra sociedad socialista también, en la que se han eliminado las clases explotadoras, y en el que han surgido otras fuerzas motrices importantes?

Durante el tiempo que la pregunta «¿quién ganará?» no se haya resuelto por completo y, finalmente; por el tiempo en que la contradicción fundamental sigue siendo la contradicción entre el socialismo y el capitalismo, entre el camino socialista y el camino capitalista, es decir, hasta el comunismo en sí, en esencia, la definición que los grandes maestros del marxismo-leninismo han dado acerca de la lucha de clases no cambia. La lucha de clases seguirá siendo la esencia de todas las otras fuerzas motrices de la sociedad socialista. Sólo la profunda comprensión y la decidida e incesante decisión de librar la lucha de clases permiten a las otras fuerzas motrices de la sociedad socialista actuar con todas sus fuerzas.

Nuestro partido siempre ha estado claro en cuanto a que la lucha de clases continúa durante todo el período de transición del capitalismo al comunismo. Atacando el punto de vista de los revisionistas jruschovistas, que habían proclamado que la lucha de clases era cosa del pasado en el socialismo, en el Vº Congreso del Partido del Trabajo de Albania (PTA) de 1966 se denunció en consecuencia este errado punto de vista; refutando que la lucha de clases continúa incluso después de la eliminación de las clases explotadoras y, al mismo tiempo expuso los argumentos de por qué y contra los que sigue la lucha de clases. Esta tesis está en completo acuerdo con lo que dijo Lenin, de que:

«El proletariado no cesa la lucha de clases después de la toma del poder del Estado, sino que continúa hasta que la eliminación de las clases». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Un gran comienzo, 28 de junio de 1919)

Es decir, en el comunismo.

En el XVIIº Congreso del Partido Bolchevique celebrado durante 1934, Stalin, de igual modo, declaró sin rodeos:

«La supresión de las clases no puede venir espontáneamente, por decirlo así. Hay que conquistarla y construirla con los esfuerzos de todos los trabajadores, fortaleciendo los órganos de la dictadura del proletariado, desarrollando la lucha de clases, suprimiendo las clases,  liquidando los restos de las clases capitalistas, luchando contra los enemigos, tanto del interior como del exterior». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe en el XVIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 26 de enero de 1934)

En el VIIº Congreso del PTA de 1976 se reiteró esta correcta tesis marxista-leninista demostrada en la práctica, que describe la lucha de clases como un fenómeno objetivo en el socialismo, y también, como el principal motivo que determina el desarrollo de esa sociedad.

La lucha de clases tiene una base en nuestra sociedad:

Por un lado, la existencia de restos de las clases explotadoras y sus objetivos y esfuerzos por recuperar su poderío de clase perdido, sus riquezas, sus privilegios y prerrogativas; el cerco imperialista-revisionista hostil del exterior los objetivos y esfuerzos de los enemigos externos de nuestro país los cuales pretenden destruir nuestro régimen socialista por medio de la agresión ideológica o la agresión militar; la aparición de nuevos elementos capitalistas y nuevos enemigos internos que se convierten en un gran peligro para el partido y el poder del proletariado, para el socialismo en sí; los posos de la vieja sociedad que continuaran existiendo durante mucho tiempo en la conciencia de los hombres, sus consecuencias inmediatas que se convierten en un obstáculo para la ideología del proletariado y de la política del partido dominante; el llamado «derecho burgués» en el ámbito de la distribución que la sociedad socialista está obligado a utilizar aunque se limita cada vez más, las diferencias entre la ciudad y el campo, las del trabajo físico y el trabajo mental, etc., etc. Todas estas cargas con la que cuenta la sociedad socialista no se pueden suprimir inmediatamente.

La lucha de clases tiene su origen no sólo en estas cosas mencionadas anteriormente, sino también en otro aspecto que a veces se pasa por alto: en los objetivos y esfuerzos de la clase obrera y su aliado el campesinado cooperativista bajo la dirección del partido proletario para arrancar de raíz hasta el último rastro de la sociedad capitalista para llevar a la revolución socialista a su victoria completa y final, hasta la construcción completa de la sociedad socialista y comunista, en defender cada victoria de la revolución y evitar un retorno al capitalismo, en eliminar por completo las clases, así como para contribuir a la eliminación de la opresión y explotación imperialista-revisionista y el triunfo del socialismo a escala mundial». (Nexhmije HoxhaAlgunas cuestiones fundamentales de la política revolucionaria el Partido del Trabajo de Albania sobre el desarrollo de la lucha de clases, 27 de junio de 1977)

Lo que caracteriza al trotskismo en nuestros días


«Desde el punto de vista filosófico, la actual trotskismo, al igual que la del pasado, se caracteriza por ser voluntarista, por un subjetivismo que se manifiesta, entre otras cosas, en el hecho de no tener en cuenta las condiciones objetivas que determinan el desarrollo del movimiento revolucionario en el ámbito nacional y a escala internacional, por no tener en cuenta las fuerzas de carácter y motrices de la revolución en sus diferentes etapas. Los conceptos trotskistas también se caracterizan por el eclecticismo y el pragmatismo, la falta de principio estables, la confianza en conceptos totalmente opuestos, el paso de un extremo a otro, uniéndose con las más diversas tendencias en aras de una ventaja efímera, etc.

Desde el punto de vista ideo-político, hoy en día el  trotskismo se caracteriza, sobre todo, por la hostilidad hacia el marxismo-leninismo revolucionario. Esta es una característica general de viejo y nuevo trotskismo. Hubo un tiempo en que esto se expresaba en la posición trotskista hostil hacia Lenin y el leninismo. Más tarde se encontró su expresión en las posiciones hostiles de Trotsky y los trotskistas hacia Stalin, sus ideas, trabajo y liderazgo. En nuestro tiempo la hostilidad del trotskismo hacia el marxismo-leninismo se expresa en el hecho de que los trotskistas tratan de desviar la atención del movimiento revolucionario de lucha contra el revisionismo moderno y lo empujan hacia posiciones antistalinistas». (Agim Popa; El movimiento revolucionario actual y el trotskismo, 1972)

¿Qué son los soviets?


«Los soviets son un nuevo aparato de Estado que, en primer lugar, proporciona la fuerza armada de los obreros y de los campesinos, fuerza que no está, como lo estaba la del viejo ejército permanente, apartada del pueblo, sino ligada a él del modo más estrecho; en el sentido militar, esta fuerza es incomparablemente más poderosa que las anteriores; en el sentido revolucionario, no puede ser remplazada por ninguna otra. En segundo lugar, este aparato proporciona una ligazón tan estrecha e indisoluble con las masas, con la mayoría del pueblo, una ligazón tan fácil de controlar y renovar, que en el aparato del Estado anterior no hay nada que se le parezca. En tercer lugar, este aparato, por ser elegibles y revocables a voluntad del pueblo, sin formalidades burocráticas, los hombres que lo integran, es mucho más democrático que los aparatos anteriores. En cuarto lugar, este aparato proporciona una sólida ligazón con las profesiones más diversas, facilitando de este modo, sin burocracia, las más distintas y más profundas reformas. En quinto lugar, proporciona una forma de organización de la vanguardia, es decir, de la parte más consciente, más enérgica y más avanzada de las clases oprimidas, de los obreros y de los campesinos, constituyendo, de este modo, un aparato por medio del cual la vanguardia de las clases oprimidas puede elevar, educar, instruir y guiar a toda la gigantesca masa de estas clases, que hasta hoy permanecía completamente al margen de la vida política, al margen de la historia. En sexto lugar, proporciona la posibilidad de conjugar las ventajas del parlamentarismo con las ventajas de la democracia inmediata y directa, es decir, reúne en la persona de los representantes elegidos por el pueblo la función legislativa y la ejecutiva. Comparado con el parlamentarismo burgués, es un avance de trascendencia histórica mundial en el desarrollo de la democracia». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Se sostendrán los bolcheviques en el Poder?, 1 de octubre de 1917)

viernes, 24 de junio de 2016

Sobre las política de expulsiónes en el partido y la formación de cuadros en la lucha contra los desviacionistas


«4) Me opongo enérgicamente a la política de expulsión de todos los camaradas disidentes. Y no porque tenga lástima de ellos, sino porque esa política engendra en el Partido un régimen de intimidación, un régimen de atemorizamiento, un régimen que mata el espíritu de autocrítica y de iniciativa. Mala cosa es que se tema a los jefes del Partido, pero que no se les estime. Los jefes del Partido únicamente pueden serlo de veras cuando, no sólo se les teme, sino que se les estima en el seno del Partido, cuando se reconoce su autoridad. Formar esos jefes cuesta trabajo, requiere largo tiempo y no tiene nada de fácil, pero es absolutamente necesario, pues sin esa condición el Partido no puede calificarse de verdadero partido bolchevique, y su disciplina no puede ser una disciplina consciente. Creo que los camaradas alemanes pecan contra esta verdad evidente. Para desautorizar a Trotski y a sus partidarios, los bolcheviques rusos desplegamos una intensísima campaña de esclarecimiento de principios, en pro de los fundamentos del bolchevismo y contra los fundamentos del trotskismo, aunque, a juzgar por la fuerza y por el peso del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia hubiéramos podido prescindir de ella. ¿Era necesaria esa campaña? Era imprescindible, pues con ella educamos a cientos de miles de nuevos afiliados al Partido –y de no afiliados– en el espíritu del bolchevismo. Es en extremo lamentable que nuestros camaradas alemanes no sientan la necesidad de desplegar antes de las represiones contra la oposición, o como complemento a ellas, una vasta campaña de esclarecimiento de principios, pues con ese proceder dificulta a la educación de los miembros y de los cuadros del Partido en el espíritu del bolchevismo. Expulsar a Drandler y Thalheimer no es difícil, es bien sencillo. Pero superar el brandlerismo es cosa complicada y seria; con represiones a secas únicamente se puede estropearlo todo: es necesario remover bien hondo el terreno e iluminar a conciencia las cabezas. El Partido Comunista (bolchevique) de Rusia se ha desarrollado; siempre a través de contradicciones, es decir, en una lucha con las tendencias no comunistas y sólo en esa lucha se ha fortalecido, ha forjado verdaderos cuadros. Ante el Partido Comunista de Alemania se abre el mismo camino de desarrollo a través de contradicciones, a través de una lucha verdadera, empeñada y larga contra las tendencias no comunistas, particularmente contra las tradiciones socialdemócratas, contra el brandlerismo, etc. Mas, para esa lucha, no bastan las represiones. Por eso opino que el Comité Central. del Partido Comunista de Alemania debe tener más flexibilidad en su política interna. No dudo de que el Partido Comunista de Alemania sabrá corregir los defectos en este terreno»(Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; StalinCarta del Camarada Me-rt, 8 de noviembre de 1925)

martes, 21 de junio de 2016

Los tres aspectos fundamentales de la dictadura del proletariado


«De aquí los tres aspectos fundamentales de la dictadura del proletariado:

1) Utilización del Poder del proletariado para aplastar a los explotadores, para defender el país, para consolidar los lazos con los proletarios de los demás países, para desarrollar y hacer triunfar la revolución en todos los países.

2) Utilización del Poder del proletariado para apartar definitivamente de la burguesía a las masas trabajadoras y explotadas, para consolidar la alianza entre el proletariado y estas masas, para hacer participar a estas masas en la edificación socialista, para asegurar al proletariado la dirección estatal de estas masas.

3) Utilización del Poder del proletariado para organizar el socialismo, para suprimir las clases, para pasar a una sociedad sin clases, a la sociedad socialista.

La dictadura proletaria es la suma de estos tres aspectos. Ni uno solo de estos aspectos puede considerarse como el único rasgo característico de la dictadura del proletariado; y a la in versa, basta con que falte aunque sólo sea uno de ellos, para que, existiendo el cerco capitalista, la dictadura del proletariado deje de ser dictadura. Por eso, no se puede prescindir de ninguno de estos tres aspectos sin correr el riesgo de tergiversar la idea de la dictadura del proletariado. Solamente estos tres aspectos, juntos, nos dan una idea completa y acabada de la dictadura del proletariado.

La dictadura del proletariado tiene sus períodos, sus formas especiales, sus diversos métodos de trabajo. Durante el período de la guerra civil, salta sobre todo a la vista el lado de violencia de la dictadura. Pero de aquí no se desprende, ni mucho menos, que durante el periodo de la guerra civil no se efectúe ninguna labor constructiva. Sin una labor constructiva es imposible sostener la guerra civil. Por el contrario, durante el período de edificación del socialismo, salta sobre todo a la vista la labor pacifica, organizadora y cultural de la dictadura, la legalidad revolucionaria, etc. Pero de aquí no se desprende tampoco, ni mucho menos, que el lado de violencia de la dictadura haya desaparecido o pueda desaparecer durante el período de edificación. Los órganos de represión, el ejército y otros organismos, siguen siendo tan necesarios ahora, en el período de edificación, como lo fueron en el período de la guerra civil. Sin estos organismos no se puede asegurar, por poco que sea, la labor constructiva de la dictadura. No debe olvidarse que hasta ahora la revolución no ha triunfado más que en un solo país. No debe olvidarse que, mientras exista el cerco capitalista, subsistirá el peligro de intervención, con todas las consecuencias derivadas de este peligro»(Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Cuestiones del leninismo, 25 de enero de 1926)

domingo, 19 de junio de 2016

Stalin reprendiendo a los comunistas checoslovacos por los métodos pasivos que aplicaban ante los desviacionistas


«¿Cómo se debe luchar contra el peligro de derecha en el Partido Comunista Checoslovaco? Esta cuestión nos lleva a la raíz misma de las discrepancias. Diríase que la lucha contra ese peligro debería ser lo más enérgica e implacable. Pero los comunistas checos proceden al revés. ¿Combate el camarada Smeral el peligro de derecha? Sí, lo combate. Pero de tal modo que, en vez de liquidar a los derechistas, en resumidas cuentas cultiva, apoya y protege a la derecha contra los golpes de la izquierda. Es un tanto peregrino, pero así es, camaradas. Ese es el segundo y principal error del camarada Smeral.

Juzgad vosotros mismos.

El método; Stalin, 1924


«He dicho más arriba que entre Marx y Engels, de una parte, y Lenin, de otra, media todo un período de dominio del oportunismo de la II Internacional. Para ser exacto, debo añadir que no se trata aquí de un predominio formal del oportunismo, sino de un dominio efectivo. En apariencia, al frente de la II Internacional se encontraban marxistas «fieles», «ortodoxos»: Kautsky y otros. Sin embargo, la labor fundamental de la II Internacional seguía, en la práctica, la línea del oportunismo. Los oportunistas, por su innato espíritu de adaptación y su naturaleza pequeñoburguesa, se amoldaban a la burguesía; los «ortodoxos», a su vez, se adaptaban a los oportunistas, para «mantener la unidad» con ellos, en aras de la «paz en el partido». Resultaba de todo esto el dominio del oportunismo, pues la política de la burguesía y la de los «ortodoxos» eran eslabones de una misma cadena.

Una vez más sobre el carácter del Estado de democracia popular

Bierut y Stalin

«¿Cuál es el tipo de Estado en los países de democracia popular, en la etapa actual de su desarrollo? 

Ya ha sido indicado más arriba que:

a) En los países de democracia popular el poder de la burguesía ha sido suprimido y reemplazado por el poder político de los trabajadores dirigidos por la clase obrera;

b) La base principal del gobierno en el terreno económico es el sector socialista, que es el sector más importante;

c) La democracia popular es una etapa intermedia entre el capitalismo y el socialismo. En consecuencia, el Estado de democracia popular, es un Estado proletario porque está dirigido por la clase obrera. Es un Estado socialista porque su objetivo es la realización del socialismo.

Sabemos, que nos quedan tareas económicas para construir la base fundamental del socialismo. Pero como decía Lenin:

«Ningún comunista ha negado tampoco, a mi parecer, que la expresión república socialista soviética significa la decisión del Poder Soviético de llevar a cabo la transición al socialismo; mas en modo alguno el reconocimiento de que el nuevo régimen económico es socialista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Acerca del infantilismo «izquierdista» y del espíritu pequeñoburgués, 1918)

Por esto, el Estado de los países de democracia popular es socialista, de la misma forma que lo ha sido el Estado soviético en la primera fase de su desarrollo y ejerce las mismas funciones. El Estado de democracia popular desempeña las mismas funciones que el Estado soviético en la primera fase de su desarrollo puesto que:

a) Rompe la oposición de la clase capitalista desplazada de su poder en el interior del país;

b) Vigila por la defensa del país contra toda agresión exterior;

c) Dirige la economía nacional y la educación cultural de las masas.

Sin embargo, el Estado de los países de democracia popular y el Estado soviético, en la primera fase de su desarrollo, difieren por su forma.

La forma del Estado socialista soviético es la república soviética. Los soviets de diputados obreros, de los campesinos y del ejército rojo, base política de la república soviética en la primera fase de su desarrollo, estaban constituidos con arreglo a un derecho de voto que no era ni igual ni universal. Los órganos medios y superiores del poder eran elegidos en sufragio indirecto, en diversos grados.

La forma de Estado de los países de democracia popular es la de la república popular, cuya base política está constituida por los comités populares, los consejos populares, los comités nacionales; elegidos todos por sufragio universal igual. Todos los organismos de poder, inferiores, medios y superiores son elegidos por sufragio directo.

Una de las formas de unión de la clase obrera y de su partido con las masas laboriosas en los países de democracia popular es la de los frentes populares, tipo de organización que no ha existido en la Unión Soviética. La propia clase obrera, que es, sin embargo, la clase dirigente en los países de democracia popular, no tiene ninguna ventaja desde el punto de vista electoral sobre los campesinos, como fue el caso de la Unión Soviética en la primera fase de su desarrollo y hasta la Constitución de 1936.

No obstante, si la forma de Estado en los países de democracia popular es diferente de la forma soviética en la primera fase de su desarrollo, la ley esencial del paso del capitalismo al socialismo no ha sido modificada; es decir, que el Estado ejerce la dictadura revolucionaria del proletariado. De esta forma se confirma la previsión de Lenin:

«La transición del capitalismo al comunismo no puede, naturalmente, por menos de proporcionar una enorme abundancia y diversidad de formas políticas, pero la esencia de todas ellas será, necesariamente, una: la dictadura del proletariado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la revolución, 1917)

Lo que importa no es la forma de Estado, sino la clase a la que ha pasado el poder, no es la forma de organización política sino su contenido social. En los países de democracia popular el contenido lo proporciona el hecho de que la democracia popular se transforma, bajo la dirección del partido comunista, en democracia socialista.

Entre el Estado de los países de democracia popular y el Estado soviético actual, existe una diferencia de desarrollo histórico: el Estado de la Unión Soviética es el Estado del socialismo vencedor; el Estado de los países de democracia popular es el Estado del socialismo en construcción. En los dos casos el poder es popular. Pero el pueblo no es el mismo en la Unión Soviética que en los países de democracia popular. En la Unión Soviética el pueblo está formado por la nueva clase obrera, por los campesinos koljosianos y por la capa de intelectuales soviéticos. La situación es diferente en los países de democracia popular, porque subsisten todavía en ellos, residuos de las clases explotadoras. Es decir, que la sociedad no está compuesta únicamente por trabajadores, no forma un todo homogéneo. La propia clase obrera no ha alcanzado todavía el nivel de la clase obrera de la Unión Soviética, los campesinos no son todavía koljosianos y los intelectuales, en su conjunto, no son todavía verdaderos intelectuales del pueblo. Con la liquidación definitiva de las clases explotadoras, la industrialización socialista y la colectivización socialista de la agricultura, la democracia popular llegará a ser, por la misma vía que la sociedad soviética, una democracia socialista completamente desarrollada al igual de la democracia soviética». (Naum Farberov; Las democracias populares, 1949)

sábado, 18 de junio de 2016

El menchevismo de Kim Il Sung en la teoría de las «fuerzas productivas», y el estímulo del capitalismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2015

Kim Il Sung y Mao Zedong

«
También copiando la teoría menchevique y kautskista recuperada por Earl Browder y Mao Zedong para los países coloniales y semicoloniales, como era la teoría de las «fuerzas productivas», Kim Il Sung creía que era necesario desarrollar a la burguesía urbana y rural nacional para elevar el nivel de las fuerzas productivas, y poder pasar al socialismo –por supuesto estos revisionistas no se aclaran, en el nivel de riquezas que tiene que acumular la «patriótica» burguesía nacional para que se llegue a pasar a la etapa de construcción del socialismo–:

«La lucha por la democracia en china requiere de un prolongado periodo. Sin una nueva democracia, un Estado unido, sin un desarrollo de la nación democrática, sin un libre desarrollo de la economía privada capitalista y la economía cooperativa, sin un desarrollo nacional, científica y popular cultura de nueva democracia, sin la emancipación y desarrollo de miles de millones de personas, en breve tiempo, sin ser cuidadosos con la nueva revolución democrático-burguesa, el tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal sería un sueño utópico». (Mao Zedong; La lucha por la nueva china: Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
Otro ejemplo más vergonzante si cabe es el siguiente:

«Reconocer que el modo capitalista de producción es el método más progresista en la China actual, y que la burguesía, sobre todo la pequeña burguesía, representa los elementos sociales y la fuerza política comparativamente más progresistas en la China actual. (...) Así, la política del partido no es el debilitamiento del capitalismo y la burguesía, o el debilitamiento del campesino rico y sus fuerzas productivas, sino el fortalecimiento de la producción capitalista». (Partido Comunista de China; Decisión del Comité Central sobre las políticas de las tierras en las bases de apoyo antijaponesas, 28 de enero de 1942)

El marxista-leninista albanés Enver Hoxha, diría correctamente de dichas tesis que eran un atentado a los principios marxista-leninistas de la revolución:

«Mao Zedong era partidario de un desarrollo libre del capitalismo en China en el período del Estado de tipo de «nueva democracia», que es como denominaba al régimen que se establecería después de la retirada de los japoneses. (...) De esta manera Mao Zedong hace suyo el concepto antimarxista de Kautsky, según el cual en los países atrasados no puede realizarse la transición al socialismo sin pasar por un largo período de libre desarrollo del capitalismo que prepare las condiciones para una transición posterior al socialismo. De hecho, el denominado régimen socialista que Mao Zedong y su grupo instauraron en China, era y continuó siendo un régimen democrático-burgués». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

El marxista-leninista albanés no emitió esta crítica al alzar, sino basándose en los esquemas de la revolución de los clásicos del marxismo-leninismo:

«Ocurrió, en efecto, tal y como nosotros dijimos. La marcha de la revolución ha confirmado el acierto de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de «todos» los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra el medievalismo –y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa–. Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados contra el capitalismo, incluyendo los ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y en este sentido, la revolución se convierte en socialista. Querer levantar una muralla china artificial entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparación del proletariado y el grado de su unión con los campesinos pobres, es la mayor tergiversación del marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el liberalismo. Sería hacer pasar de contrabando, mediante citas seudocientíficas sobre el carácter progresivo de la burguesía en comparación con el medievalismo, una defensa reaccionaria de la burguesía frente al proletariado socialista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Esto como vemos ha sido un axioma planteado por todos los marxista-leninistas:

«Eso es lo que hay en cuanto a la idea de Lenin sobre la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución proletaria, sobre el aprovechamiento de la revolución burguesa para pasar «inmediatamente» a la revolución proletaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Los fundamentos del leninismo, 1924)

Primero, la teoría de Mao Zedong de estancarse en la primera etapa es una concepción oportunista digna de los «socialistas» de la II Internacional como decía Stalin. Segundo, sobre la teoría de Mao Zedong sobre que el desarrollo del capitalismo es necesario en los países semicoloniales y semifeudales, Lenin ya rompió ese viejo esquematismo reaccionario de Kautsky:

«La cuestión ha sido planteada en los siguientes términos: ¿podemos considerar justa la afirmación de que la fase capitalista de desarrollo de la economía nacional es inevitable para los pueblos atrasados que se encuentran en proceso de liberación y entre los cuales ahora, después de la guerra, se observa un movimiento en dirección al progreso? Nuestra respuesta ha sido negativa. Si el proletariado revolucionario victorioso realiza entre esos pueblos una propaganda sistemática y los gobiernos soviéticos les ayudan con todos los medios a su alcance, es erróneo suponer que la fase capitalista de desarrollo sea inevitable para los pueblos atrasados. En todas las colonias y en todos los países atrasados, no sólo debemos formar cuadros propios de luchadores y organizaciones propias de partido, no sólo debemos realizar una propaganda inmediata en pro de la creación de Soviets campesinos, tratando de adaptarlos a las condiciones precapitalistas, sino que la Komintern habrá de promulgar, dándole una base teórica, la tesis de que los países atrasados, con la ayuda del proletariado de las naciones adelantadas, pueden pasar al régimen soviético y, a través de determinadas etapas de desarrollo, al comunismo, soslayando en su desenvolvimiento la fase capitalista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe de la comisión para los problemas nacional y colonial, 1920)

Expongamos también la réplica de la Komintern de la época de Stalin a los argumentos de Mao Zedong –y por extensión también de Kim Il Sung–:

«En los países todavía más atrasados –como en algunas partes de África–, en los cuales no existen apenas o no existen en general obreros asalariados, en que la mayoría de la población vive en las condiciones de existencia de las hordas y se han conservado todavía los vestigios de las formas primitivas –en que no existe casi una burguesía nacional y el imperialismo extranjero desempeña el papel de ocupante militar que ha arrebatado la tierra–, en esos países la lucha por la emancipación nacional tiene una importancia central. La insurrección nacional y su triunfo pueden en este caso desbrozar el camino que conduce al desarrollo socialista, sin pasar en general por el estadio capitalista si, en efecto, los países de la dictadura del proletariado conceden su poderosa ayuda». (Komintern; Programa la Komintern aprobados en el VIº Congreso celebrado en Moscú; 1 de septiembre de 1928)

Pero Kim Il Sung para mal del pueblo coreano, repetiría las tesis de Mao Zedong e ignoró las tesis de Lenin y Stalin:

«Para la rápida rehabilitación de la economía nacional, alentamos las actividades comerciales de los capitalistas nacionales e instamos activamente a los comerciantes y empresarios en la construcción democrática». (Kim Il Sung; Sobre el establecimiento del Partido del Trabajo de Corea del Norte y sobre la cuestión de la fundación del Partido del Trabajo en Corea del Sur, 24 de septiembre de 1964)

Protegiendo y promoviendo a los capitalistas nacionales en detrimento de los capitalistas extranjeros:

«Con la realización de las grandes reformas democráticas un cambio radical tuvo lugar en la base socio-económica y las posiciones de todas las clases y estratos de Corea del Norte. La aplicación de la Ley de Nacionalización de la Industria ha acabado con los fundamentos de la dominación colonial del imperialismo japonés y ha privado a los traidores a la nación que habían colaborado con el imperialismo japonés de sus puntos de apoyo económicos. Los propietarios cuyas tierras fueron confiscadas fueron liquidados como clase de una vez por todas. Por lo tanto, todas las fuerzas que habían oprimido y explotado a la gente de Corea con apoyo del imperialismo japonés, fueron privadas de sus puntos de apoyo económico y político. Mientras tanto, los comités populares protegen la propiedad de los capitalistas nacionales y fomentan las actividades comerciales de los empresarios y los comerciantes individuales. Proporcionan a todos los empresarios y comerciantes que apoyan las reformas democráticas y están listos para contribuir a la mejora de la vida del pueblo las posibilidades de tener una participación en las ramas económicas importantes como la industria y el comercio, y ayudarles en todos los sentidos. De esta manera, nos aseguramos de que tengan una libre actividad comerciales los empresarios y comerciantes y, al mismo tiempo, obtener y utilizar todo el capital disponible para el desarrollo de la economía nacional». (Kim Il Sung; Sobre el establecimiento del Partido del Trabajo de Corea del Norte y sobre la cuestión de la fundación del Partido del Trabajo en Corea del Sur, 24 de septiembre de 1964)

Por tanto Mao Zedong y Kim Il Sung estaban ignorando conscientemente la ayuda industrial que podía proporcionar –y que proporcionó efectivamente– la Unión Soviética a China y Corea del Norte para desarrollar sus fuerzas productivas, estaba así mismo ignorando la ayuda de los cuadros chinos y coreanos que podían –y así fue– ir a la Unión Soviética e instruirse, para Mao Zedong esto era un «sueño utópico» o una «quimera», y prefirió fomentar el sector privado pese a la ayuda de la Unión Soviética, y Kim Il Sung, le siguió en este camino de revisión del marxismo. Es más, si miramos exactamente los documentos de Stalin sobre China, él hace énfasis en precisamente no desarrollar libremente el capitalismo y en que China puede superar su atraso por el factor de la ayuda soviética:

«El futuro poder revolucionario en china guardara un parecido, en general, es decir, será una especie de dictadura democrática del proletariado y del campesinado, si bien con la diferencia de que, primordialmente, será un poder antiimperialista. Será un poder transitorio hacia un desarrollo no capitalista, hacia un desarrollo socialista de China. Esta es la dirección que deberá seguir la revolución China. Tres circunstancias facilita este camino de desarrollo de la revolución: Primero: que la revolución en China, como revolución de liberación nacional, estará enfilada contra el imperialismo y sus agentes en China; Segunda: que la burguesía nacional en China es débil, más débil que la burguesía nacional de Rusia de 1905, lo que facilita la hegemonía del proletariado, la dirección del campesinado por el partido proletario; Tercero: que la revolución China se desarrollará en circunstancias que le permitirán utilizar la experiencia y la ayuda de la revolución victoriosa de la Unión Soviética». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las perspectivas de la revolución en China, 1926)

Pongamos otra cita, donde el análisis es más claro si cabe:

«Hechos principales que determinan el carácter de la revolución china: (a) situación semicolonial de China y dominio económico y financiero del imperialismo; (b) yugo de las supervivencias feudales, acentuado por el yugo del militarismo y la burocracia; (c) creciente lucha revolucionaria de las masas de millones de obreros y de campesinos contra la opresión ejercida por los feudales y los funcionarios, contra el militarismo, contra el imperialismo; (d) debilidad política de la burguesía nacional, su dependencia del imperialismo, su temor ante las proporciones del movimiento revolucionario; (e) creciente actividad revolucionaria del proletariado, aumento de su prestigio entre las masas de millones de trabajadores; (f) existencia de la dictadura proletaria en un país vecino de China. De ahí dos posibles caminos de desarrollo de los acontecimientos en China: o bien la burguesía nacional destrozará al proletariado, cerrará un trato con el imperialismo y se pondrá a su lado en campaña contra la revolución, para terminar ésta con el establecimiento de la dominación del capitalismo; o bien el proletariado apartará del camino a la burguesía nacional, consolidará su propia hegemonía y llevará tras de sí a las masas de millones de trabajadores de la ciudad y del campo, para vencer la resistencia de la burguesía nacional, conseguir el triunfo completo de la revolución democrático-burguesa y encauzarla después gradualmente hacia la revolución socialista, con todas las consecuencias que de esto se desprenden. Una de dos. La crisis del capitalismo mundial y la existencia de la dictadura proletaria en la Unión Soviética, cuya experiencia puede ser bien aprovechada por el proletariado chino, facilitan considerablemente la posibilidad de que la revolución china siga el segundo camino». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas de la revolución china, 1927)

Lo cierto es, por tanto, que los consejos de la Komintern no estaban errados, la revolución en Albania –y en otros países de democracia popular de Europa del Este– demostró que era posible evitar la etapa del capitalismo siempre y cuando se contara con la ayuda industrial y técnica de un país socialista consolidado que contara con una buena salud económica –como la Unión Soviética–, lo mismo se puede decir de Mongolia, o de las experiencias de las repúblicas asiáticas en la Unión Soviética y su éxito en el ámbito de la industria y la colectivización.

En Albania, por supuesto, también salieron al paso desviacionistas que pedían desarrollar el capitalismo en Albania, e incluso bajo la excusa de que tan sólo se otorgaran los mismos créditos al sector privado de la burguesía nacional como al sector estatal socialista, instando a una «sana competición» en beneficio del pueblo, fue el caso de Sejfulla Malëshova, de quién se decía que era un viejo admirador del revisionista Nikolái Bujarin cuando estuvo en la Unión Soviética. Este propuso que Albania como país atrasado, no podía sino desarrollar el capitalismo si quería llegar al socialismo:

«Junto con la creación del sector socialista y su fortalecimiento, luchábamos por la transformación socialista de los pequeños productores de la ciudad. El oportunista Sejfulla Malëshova intentó desviar este justo proceso, pretendiendo que «debe concederse ayuda en créditos y materiales al sector privado a cargo del sector socialista, del Estado, y el sector socialista debe entrar en competencia con el sector privado, de este modo se producirá la integración pacífica del capitalismo en el socialismo». Su teoría antimarxista fue rechazada por el partido, fue desenmascarada ante el pueblo y Sejfulla Malëshova expulsado del Buró Político del Comité Central y del partido». (Enver Hoxha; Nuestro partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases, 1966)

Todas estas excusas quedaron hace tiempo en agua de borrajas cuando se ven otras experiencias históricas:

«La conquista de la independencia económica junto a la política, la garantía de la defensa del país por nuestro propio pueblo, la educación y el temple de las masas trabajadoras en la ideología marxista-leninista, son los firmes e inconmovibles pilares sobre los que se levanta nuestra fortaleza socialista, son los rasgos fundamentales que caracterizan a un Estado verdaderamente socialista. Estas realizaciones, tomadas en su conjunto, constituyen a su vez la experiencia histórica del socialismo en Albania. La experiencia de Albania muestra que también un país pequeño, con una base material-técnica atrasada, puede alcanzar un desarrollo económico y cultural muy rápido y multilateral, puede garantizar su independencia y hacer frente a los ataques del capitalismo y del imperialismo mundial, cuando está dirigido por un auténtico partido marxista-leninista, cuando está dispuesto a luchar hasta el fin por sus ideales y cuando tiene confianza en que puede realizarlos». (Enver Hoxha; Informe al VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1981)

Expresado de otra forma: que mientras los marxista-leninistas albaneses escogieron el camino de Lenin, Stalin y la Komintern, de que no era necesario desarrollar la burguesía nacional y el capitalismo; los revisionistas coreanos, adoptaron las teorías de Bujarin y Tito que por entonces Mao Zedong estaba recuperando y promovieron a la burguesía nacional y por ende el capitalismo nacional
». (Equipo de Bitácora (M-L)El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «Pensamiento Juche», 2015)


viernes, 17 de junio de 2016

¿Cuales son los principales objetivos de la planificación?


«¿Cuales son los principales objetivos de la planificación?

El primer objetivo en la planificación de una manera que garantice la independencia de la economía socialista del cerco capitalista. Esta es una condición, y es la más importante. Es una forma de lucha contra el capitalismo mundial. Debemos asegurarnos de que tenemos en nuestras manos metal y máquinas para que no nos convirtamos en un apéndice del sistema capitalista. Esta es la base de la planificación. Esto es lo principal. El Plan GOELRO y planes posteriores se han elaborado sobre esta base.

¿Cómo organizar la planificación? En su sistema de capital se distribuye de forma espontánea a través de las ramas de la economía, dependiendo de las ganancias. Si nos disponemos a desarrollar diversos sectores en función de su rentabilidad tendríamos un sector de harina desarrollado, el de la producción de juguetes –que son caros y dan altos beneficios–, el sector textil, pero no tendríamos nada de industria pesada. Ya que exige grandes inversiones y es deficitaria en principio. El abandono de la industria pesada es lo mismo que propusieron los seguidores de Rykov. Hemos dado la vuelta a las leyes de desarrollo capitalista en la economía, las hemos puesto a su cabeza, o más precisamente a sus pies. Hemos comenzado por desarrollar la industria pesada y la construcción de maquinaria. Sin planificación de la economía esto no podría haber pasado.

¿Cómo suceden las cosas en el sistema capitalista? Algunos otros estados roban, saquean colonias, y extraen préstamos forzados. No sucede lo mismo con nosotros. Lo básico sobre la planificación es que nosotros no nos hemos convertido en un apéndice del sistema capitalista mundial.

El segundo objetivo de la planificación consiste en el fortalecimiento de la hegemonía absoluta del sistema económico socialista y el cierre de todas las fuentes y lagunas de las cuales el capitalismo puede levantarse. Rykov y Trotsky propusieron una vez el cierre de las empresas avanzadas y superiores –la fábrica Putílov y otras– por falta de rentabilidad. El haber seguido esto habría sido el «cierre» del socialismo. Las inversiones habrían ido a continuación, en la producción de harina y los juguetes, porque con ellos se obtienen beneficios. No podríamos haber seguido este camino.

El tercer objetivo de la planificación es evitar desproporciones. Pero a medida que la economía se agranda, las rupturas siempre pueden tener lugar. Por lo tanto, tenemos que tener grandes reservas. No sólo de los fondos, sino también de la fuerza de trabajo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Sobre las publicaciones de Economía Política, 29 de enero de 1941)

jueves, 16 de junio de 2016

Las raices históricas del leninismo; Stalin, 1924


«El leninismo se desarrolló y se formó bajo el imperialismo, cuando las contradicciones del capitalismo habían llegado ya a su grado extremo, cuando la revolución proletaria se había convertido ya en una cuestión de la actividad práctica inmediata, cuando el antiguo período de preparación de la clase obrera para la revolución había llegado a su tope, cediendo lugar a un nuevo período, al período de asalto directo del capitalismo.

Lenin llamó al imperialismo «capitalismo agonizante». ¿Por qué? Porque el imperialismo lleva las contradicciones del capitalismo a su último límite, a su grado extremo, más allá del cual empieza la revolución. Entre estas contradicciones, hay tres que deben ser consideradas como las más importantes.

lunes, 6 de junio de 2016

Sobre la usurpación del poder en el partido proletario o su degeneración y alejamiento de las masas


«El partido que se divorcia de la clase obrera y se sitúa por encima de ella, que sólo habla en nombre de ella sin tener en cuenta sus intereses de clase, que no permanece en todo momento como una parte inseparable de dicha clase, como vanguardia unida e inquebrantable de ella, y  que no tiene por objetivo y no tiene éxito en ganarse el liderazgo de la clase obrera en la práctica, el cual no tiene a la clase obrera y al resto del pueblo trabajador concienciados y movilizados para construir el socialismo y para defender lo que ellos mismos edifican, no puede ser llamado un verdadero partido de la clase obrera. Y así, es normal que pronto degenere en un partido burgués-revisionista». (Nexhmije HoxhaAlgunas cuestiones fundamentales de la política revolucionaria el Partido del Trabajo de Albania sobre el desarrollo de la lucha de clases, 27 de junio de 1977)

Las tareas de los Partidos Comunistas en sus esfuerzos por unir a los elementos democráticos, antifascistas y amantes de la paz, en la lucha contra los nuevos planes de guerra y agresión; Andréi Zhdánov, 1947


«La disolución de la Komintern tuvo un papel positivo y fue realizado de conformidad con las necesidades del desarrollo del movimiento obrero en la nueva situación histórica. La disolución de la Komintern puso fin a las calumnias de los enemigos del comunismo y del movimiento obrero, que alegaban que Moscú interfería en los asuntos internos de otros países y que los Partidos Comunistas actuaban bajo órdenes del exterior en contra de los intereses de sus propios pueblos.

Durante los cuatros años que siguieron a la disolución de la Komintern, los Partidos Comunistas han incrementado considerablemente su fuerza e influencia en casi todos los países de Europa y Asia. Así, la influencia de los Partidos Comunistas creció en Europa Oriental, en casi todos los países de Europa donde gobernó el fascismo y en aquellos países que estuvieron bajo la ocupación de los fascistas alemanes –Francia, Bélgica, Holanda, Noruega, Dinamarca, Finlandia, etc.–.

Pero la situación actual de los Partidos Comunistas tiene sus deficiencias. Algunos camaradas entendieron la disolución de la Komintern como la eliminación de todos los vínculos y contactos entre los Partidos Comunistas hermanos. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que el aislamiento entre los Partidos Comunistas es equivocado, nocivo y, de hecho, antinatural. El movimiento comunista se desarrolla dentro de marcos nacionales, pero los partidos de todos los países tienen tareas e intereses comunes. Tenemos ante nosotros un curioso estado de cosas: los socialistas, que no se detuvieron ante nada para demostrar que la Komintern dictaba directivas desde Moscú a los comunistas de todos los países, han restaurado su Internacional; mientras que los comunistas todavía se abstienen de reunirse unos con otros, y, menos aún, se consultan entre sí sobre cuestiones de interés mutuo, por temor a las calumnias de sus enemigos en relación con la «mano de Moscú». Los representantes de los más diversos campos de actividad –científicos, cooperativistas, sindicalistas, juventudes, estudiantes– consideran factible mantener contactos internacionales, intercambiar experiencias y celebrar consultas sobre cuestiones relativas a su trabajo, y organizar congresos y conferencias internacionales; mientras que los comunistas, aún los que están unidos como aliados, vacilan en establecer lazos de amistad entre ellos. No hay duda de que si esta situación persiste puede tener graves consecuencias para el desarrollo del trabajo de los partidos hermanos. La necesidad de consulta mutua y coordinación voluntaria de la acción entre los partidos individuales se ha hecho especialmente urgente en la actual coyuntura, en que la persistencia en el aislamiento puede conducir a un debilitamiento del entendimiento mutuo y, a veces, incluso a errores graves.

La ausencia de vínculos, resulta en un aislamiento mutuo, e indudablemente debilita nuestras fuerzas. En particular, cuando hablamos de errores, debemos referirnos a los errores cometidos por los líderes del Partido Comunista Francés (PCF) y el Partido Comunista Italiano (PCI) en conexión con la nueva campaña del imperialismo estadounidense contra la clase obrera. El liderazgo del PCF no ha expuesto y no expone adecuadamente ante las masas del pueblo en su país el plan Marshall-Truman, el plan estadounidense para esclavizar a Europa, y a Francia en particular. La expulsión de los comunistas del gobierno de Ramadier ha sido tratada por el PCF como un evento doméstico, mientras la verdadera razón de la expulsión de los comunistas había sido la demanda de ello de los estadounidenses. Ahora se ha vuelto evidente que la expulsión de los comunistas del gobierno era una condición preliminar para que Francia recibiera créditos estadounidenses. Un crédito estadounidense de 250 millones de dólares fue el módico precio que se pagó para la renuncia de la soberanía nacional de Francia.

¿Cómo reacciono el Partido Comunista Francés ante este acto vergonzoso de los círculos del poder de Francia que vendían la soberanía nacional del país? En vez de mantenerse firme, denunciando tal vergüenza, como una traición al honor patrio y a la intendencia, el papel de los otros partidos, incluido el Partido Socialista Francés, el PCF redujo el asunto a quejas de una violación de la práctica democrática que había teniendo lugar, expresado en la usurpación de los derechos del partido más numeroso en el parlamento francés, mientras que la violación de tradición parlamentaria era, en este caso, simplemente la ocasión y no la causa. Este silencio de las verdaderas razones de por qué los comunistas fueron retirados del gobierno constituye, sin duda, un grave error por parte de la dirección del PCF, y lo fue, ya fuera por su incomprensión de la situación, que es algo difícil de suponer, o bien porque los comunistas franceses se dejaran intimidar por los argumentos sobre los intereses «nacionales» de Francia. Al parecer los comunistas temían ser acusados de constituir un obstáculo para la concesión de los créditos de los Estados Unidos a Francia, y con ello, supuestamente estarían perjudicando los intereses de su país. De esta manera, los comunistas se dejaron chantajear por medio de reclamaciones de que no eran suficientemente «patrióticos», mientras que la única fuerza realmente patriótica en Francia habría sido el PCF, quién tenía que exponer el significado real del crédito estadounidense, que fue condicionado a cambio de una remodelación en la composición de gobierno a través de la eliminación de los comunistas, lo que debilitaba la soberanía misma de Francia. En esta ocasión, el PCF cedió a la presión, a pesar de que sabía que esta presión fue dictada por las fuerzas imperialistas hostiles al pueblo francés. Los comunistas franceses debían haber salido audazmente ante el pueblo, dejando al descubierto el papel del imperialismo estadounidense que había ordenador a Francia que eliminara a los comunistas del gobierno del país y explicarle que esto no era otra «crisis de gobierno», que no era una mera infracción de las tradiciones parlamentarias –aunque también es importante como característica de la crisis de la democracia burguesa–, sino que era un caso de interferencia extranjera en los asuntos franceses, una abrogación de la independencia política de Francia, una traición de la soberanía nacional de los socialistas franceses. Es lamentable que los líderes responsables de los comunistas franceses hayan fracasado hasta ahora en explicar al pueblo francés, y a la opinión pública mundial en su conjunto, la causa subyacente de estos eventos que han tenido lugar en Francia y el vergonzoso papel jugado en este asunto por los socialistas franceses.

Los comunistas franceses acusaron a los socialistas de «deslizamiento hacia la derecha». ¿Pero que «deslizamiento a la derecha» puede haber aquí? ¿Acaso León Blum «ha estado más a la izquierda» alguna vez? Sabemos que Blum nunca ha estado ni más a la derecha ni más a la izquierda, que siempre ha sido, es y seguirá siendo un fiel sirviente de la burguesía, un transmisor de su influencia en el movimiento obrero. Consecuentemente no hay lugar para ese «deslizamiento», y los camaradas franceses no han podido ver con claridad a través de las maniobras de los líderes socialistas.

La sombría experiencia de Francia sirvió de señal para una «crisis de gobierno» en Italia. Al igual que en Francia, el resorte principal para la creación artificial de una «crisis de gobierno», fue la cuestión de los créditos estadounidenses, y la presentación por los círculos imperialistas estadounidenses, como una medida preliminar para ello, la demanda de la eliminación de los comunistas del gobierno.

La prensa italiana de derecha revelo este secreto descaradamente. «Si queremos vivir», escribía el derechista diario italiano Buon Senso, «tenemos que obtener un préstamo de los Estados Unidos». A partir de este periódico se llegó a la conclusión: «La crisis tiene que ser resuelta de manera que nos permita recibir el crédito que necesitamos. Los argumentos son inútiles. Tenemos que entender lo que ha ocurrido en Francia, donde los socialistas rompieron con los comunistas y dejar que estos últimos fuesen expulsados de los puestos ministeriales sin hacer ruido».

El anuncio de De Gasperi de expulsar a los representantes del Partido Comunista Italiano (PCI) del gobierno, despertó a las masas y provocó muchas protestas. Desafortunadamente, sin embargo, esta iniciativa por parte de las masas no fue suficientemente apoyada y no tuvo liderazgo.

La conclusión que debe extraerse, es que en Italia como en Francia, a través de la sobrestimación de las fuerzas de la reacción, los comunistas cayeron víctimas de la intimidación y el chantaje imperialista. Ellos subestimaron sus propias fuerzas, las fuerzas de la democracia, la voluntad de las masas para defender los derechos fundamentales e intereses de sus países.

Esto es tanto más decepcionante en tanto que los partidos franceses e italianos habían demostrado, en condiciones difíciles, sus capacidades para reunir en torno a la bandera comunista a las masas de la clase obrera, los campesinos y la intelectualidad.

En vista de que la mayoría de los líderes de los partidos socialistas –especialmente los laboristas británicos y los socialistas franceses– actúan como agentes de los círculos imperialistas de Estados Unidos, ha recaído sobre los comunistas el papel histórico especial de liderar la resistencia al plan estadounidense de subyugar Europa, desenmascarando valientemente a los cómplices del imperialismo estadounidense en sus propios países. Al mismo tiempo, los comunistas deben apoyar a todos los elementos verdaderamente patriotas que no quieren ver a sus países sometidos y quieren luchar contra la subyugación de sus países al capital extranjero y por la conservación de su soberanía nacional. Los comunistas deben ser los líderes en el reclutamiento de todos los elementos antifascistas y amantes de la libertad, en la lucha contra los nuevos planes expansionistas estadounidenses para la subyugación de Europa.

Debido a que la Unión Soviética está a la cabeza de la resistencia a los nuevos intentos de expansión imperialista, los partidos comunistas hermanos deben proceder de la consideración de que, mientras que fuerzan la situación política en su país, al mismo tiempo bajo su mismo interés está el fortalecer el poder de la Unión Soviética como el principal bastión de la democracia y el socialismo. Esta política de apoyo a la Unión Soviética como principal fuerza por la lucha por una sólida y duradera paz, la lucha por la democracia, tiene que ser perseguido por los partidos comunistas hermanos con honestidad y franqueza. Debe ser enfatizado como firme y como posible que los esfuerzos de los partidos comunistas hermanos para fortalecer a la Unión Soviética, coinciden con los intereses vitales de sus propios países. Es imposible aceptar como correcta la constante destacada por determinados dirigentes de los partidos comunistas hermanos de su «independencia» de Moscú. No es una cuestión de «independencia», porque no ha puesto ni quiere poner a nadie en posición de dependencia. La deliberada enfatización de esta «independencia de Moscú», esta «renuncia a Moscú», significa, esencialmente, servilismo, dar arsenal, para todos aquellos para quién Moscú es el enemigo. Los partidos comunistas no deben tener miedo a proclamar en voz alta que apoyan la política de Moscú como amante de la paz y de la política democrática, ellos no deben temer declarar que la política de la Unión Soviética coincide con los intereses de los pueblos amantes de la paz». (Andréi ZhdánovSobre la situación internacional;Informe en la Iº Conferencia de la Kominform, 1947)