domingo, 30 de septiembre de 2018

Nietzsche contra el socialismo; Franz Mehring, 1897


«Los historiadores ideológicos que adjudican a la filosofía una existencia propia e independiente o casi independiente de la estructura económica de la sociedad respectiva, se refutan con cualquier cosa, de modo tan fácil y rápido como lo ilustra el siguiente ejemplo con los tres filósofos de moda para la burguesía alemana de la segunda mitad de este siglo; esto es, con Schopenhauer, Hartmann y Nietzsche, tres sabios universales entronizados sobre todo pueblo y tiempo, si se cree a sus admiradores, filósofos que a partir de su genio creador han solucionado el misterio universal, y que han echado raíces en los diferentes períodos del desarrollo económico que su clase ha recorrido desde hace ya cincuenta años.

Respecto a Schopenhauer, Kautsky realizó hace nueve años en el Neue Zeit las correspondientes consideraciones. Desde entonces ha aparecido algo nuevo sobre Schopenhauer: sus admiradores se han esforzado mucho en limpiarle de cualquier mancha, y en cierto modo lo han logrado. En cierto sentido, aunque difícilmente en un sentido grato para ellos. Así demuestra Grisebach en su biografía de Schopenhauer, en nuestra opinión de una manera muy convincente, que Schopenhauer, en sus desavenencias con su madre y hermana, frente a conjeturas anteriores, ha sido el menos culpable en relación a su madre. Pero lo que gana en esto Schopenhauer como hombre lo pierde como filósofo. Suponiendo hasta ahora que a la familia burguesa le vendría que ni pintado el capítulo de Schopenhauer sobre las mujeres, capítulo éste con un papel fundamental a la hora de hacer famoso su nombre entre los burgueses, sólo se necesita ahora colocar dicho capítulo junto a la biografía de Grisebach para poder reconocer a primera vista que aquella mujer de todos los pueblos y épocas que Schopenhauer quiere retratar es la copia fotográfica barata de la señora consejera de la Corte Adele Schopenhauer, y que todo lo que Schopenhauer quiere modificar en la posición jurídica de la mujer está matizado con la viveza de un asesor de barrio en virtud de las quejas de carácter económico que éste creía tener contra su madre y hermana. Ciertamente tiene que haber sido típica la señora consejera de la Corte Adele Schopenhauer para determinados círculos restringidos del mundo femenino alemán, como la «viuda rica» de las comadrerías ilustradas y cortesanas del té estético que se extienden en este cambio de siglo en residencias y palacetes alemanes, y de ahí se explica que la caracterización de la mujer hecha por Schopenhauer haya entusiasmado a la burguesía alemana. Pero qué extraña jactancia querer escribir, a raíz de estas experiencias lamentables vividas en un atrasado rincón de la tierra, una filosofía sobre la mujer de todos los pueblos y épocas.

No se puede desligar a Mao ni de la teoría de los «tres mundos» ni de la práctica revisionista general de China


«En el último Pleno Ampliado del Comité Central de 1978, así como en las diversas conferencias regionales, reuniones ampliadas de cuadros, etc. el partido ha sido unánime en la denuncia y condena del llamado «pensamiento Mao Zedong», como artífice del revisionismo chino y su podrida teoría sintetizada de los «tres mundos». (…) Sin embargo no sería justo ni correcto no plantear en nuestro IIIº congreso de 1979, una vez más, esta cuestión, ya que en el IIº Congreso de 1977, si bien condenamos categóricamente la «teoría de los tres mundos», por otro lado no vimos el papel desempeñado por Mao e incluso tratamos de desligarlo de esa «teoría» y del revisionismo chino, cuando en realidad, es Mao y sus escritos teóricos los que son el origen y la base de ese revisionismo. (…) Su actitud hacia la burguesía, su teorización sobre las dos líneas en el partido, su antistalinismo, etc. confirman la posición de Mao como responsable de semejante «teoría». Además no podemos olvidar que cuando Deng Xiaoping expuso esta «teoría» ante las Naciones Unidas, el Presidente del PCCh seguía siendo Mao, y no sólo no desaprobó, sino que la corroboró. Por aquel entonces, Mao recibió a diversos periodistas extranjeros, especialmente estadounidenses, y en todas sus intervenciones expuso la esencia de esa «teoría», igual que lo hizo ante diferentes reyezuelos y sátrapas reaccionarios. Es indudable que si Mao hubiera estado en contra de esa teoría como pretenden ahora algunos, más papistas que el Papa, podía haber expuesto sus opiniones, pues nadie lo amordazaba. Por otro lado, no olvidemos que fue el mismo Mao quién recibió a Kissinger e invitó a Nixon con el que tuvo según los comunistas chinos de aquel entonces «fructíferas conversaciones» en el mismo momento en que los yanquis bombardeaban Vietnam. No olvidemos que Mao era el máximo dirigente de China cuando establecieron relaciones diplomáticas con la sanguinaria dictadura franquista; no olvidemos su actitud ante los viles asesinatos del 27 de septiembre de 1975, etc. Y todo eso no es ni más ni menos que la aplicación de la teoría de los «tres mundos». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)

jueves, 27 de septiembre de 2018

China como un «país pacífico que no se mete en asuntos externos»; Equipo de Bitácora (M-L), 2018


«Ahora, desde la concepción leninista, China es una potencia imperialista, acomete el imperialismo contra otros países. La única característica que China no posee con respecto a la ideología del imperialismo es la agresividad militar-colonial que Lenin endilgaba a esos países. Por ello, por su no militarización y lo «amistoso» de los convenios, y la no «injerencia en las políticas internas». (Manuel Sutherland; Comentarios, 15 de febrero de 2015)

Manuel Sutherland ha reconocido abiertamente que no sabe mucho sobre China y que por ello no acostumbra a hablar, así en las entrevistas recibidas en la TV china, sus comentarios solo versaron sobre Venezuela, pero no es debido al desconocimiento que tiene sobre la política del gigante asiático, sino al miedo de contrariar al medio chino. Pero en otras ocasiones aun sabiendo que desconoce la política histórica de China, se atreve a comentar con algunas pinceladas la naturaleza del régimen chino en círculos más informales, llegando a soltar comentarios ignorantes y verdaderas barbaridades que solo las habíamos visto a reconocidos agentes del socialimperialismo chino como es el caso de José Antonio Egido.

La voracidad imperialista de los políticos chinos ha demostrado que solo los necios o los traidores conscientes pueden afirmar que China no es una superpotencia socialimperialista. Los planes para convertir a China en lo que es hoy, puede vislumbrarse en la doctrina del revisionismo chino o Pensamiento Mao Zedong que expresaban: el chovinismo, la promoción de la burguesía nacional y el desarrollo del capitalismo como algo «bueno para el pueblo» y la idea de una alianza política con la potencia imperialista de los Estados Unidos para acometer la industrialización y modernización de China. Allí encontraremos respuesta a los interrogantes de como se ha acabado así. Hagamos un breve resumen del desarrollo del maoísmo sobre todo en lo concerniente a su aspiración y problemas a formarse como potencia regional y mundial:

Carta de Xosé Humerto Baena días antes de ser fusilado


«Me llamo José Humberto Baena Alonso, tengo 24 años de edad, peón de fundición, y hago estas declaraciones desde la prisión de Carabanchel el día…de septiembre de 1975. Soy militante del Partido Comunista de España (marxista-leninista, que es miembro del FRAP.

Soy militante del PCE (m-l) porque me considero marxista-leninista, y creo que sólo el Partido y el Frente son las únicas organizaciones que podrán acabar con el fascismo. Una organización se conoce por sus hechos, aparte de su teoría, entonces, a la hora de escoger mi militancia en el Frente lo hice guiado por las acciones revolucionarias de masas que había constantemente y que yo me enteraba, aunque la prensa fascista las intentara ocultar y conocí a esta organización en mi ciudad Vigo, y durante mi período de servicio militar en Hoyo de Manzanares y Paradas.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Un repaso a la historia de la dialéctica según Engels


«Entretanto, junto a la filosofía francesa del siglo XVIII, y tras ella, había surgido la moderna filosofía alemana, a la que vino a poner remate Hegel. El principal mérito de esta filosofía es la restitución de la dialéctica, como forma suprema del pensamiento. Los antiguos filósofos griegos eran todos dialécticos innatos, espontáneos, y la cabeza más universal de todos ellos, Aristóteles, había llegado ya a estudiar las formas más substanciales del pensar dialéctico. En cambio, la nueva filosofía, aún teniendo algún que otro brillante mantenedor de la dialéctica –como, por ejemplo, Descartes y Spinoza–, había ido cayendo cada vez más, influida principalmente por los ingleses, en la llamada manera metafísica de pensar, que también dominó casi totalmente entre los franceses del siglo XVIII, a lo menos en sus obras especialmente filosóficas. Fuera del campo estrictamente filosófico, también ellos habían creado obras maestras de dialéctica; como testimonio de ello basta citar «El sobrino de Rameau», de Diderot, y el «Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres» de Rousseau. Resumiremos aquí, concisamente, los rasgos más esenciales de ambos métodos discursivos.

Cuando nos paramos a pensar sobre la naturaleza, sobre la historia humana, o sobre nuestra propia actividad espiritual, nos encontramos de primera intención con la imagen de una trama infinita de concatenaciones y mutuas influencias, en la que nada permanece en lo que era, ni cómo y dónde era, sino que todo se mueve y cambia, nace y perece. Vemos, pues, ante todo, la imagen de conjunto, en la que los detalles pasan todavía mas o menos a segundo plano; nos fijamos más en el movimiento, en las transiciones, en la concatenación, que en lo que se mueve, cambia y se concatena. Esta concepción del mundo, primitiva, ingenua, pero esencialmente justa, es la de los antiguos filósofos griegos, y aparece expresada claramente por vez primera en Heráclito: todo es y no es, pues todo fluye, todo se halla sujeto a un proceso constante de transformación, de incesante nacimiento y caducidad. Pero esta concepción, por exactamente que refleje el carácter general del cuadro que nos ofrecen los fenómenos, no basta para explicar los elementos aislados que forman ese cuadro total; sin conocerlos, la imagen general no adquirirá tampoco un sentido claro. Para penetrar en estos detalles tenemos que desgajarlos de su entronque histórico o natural e investigarlos por separado, cada uno de por sí, en su carácter, causas y efectos especiales, etc. Tal es la misión primordial de las ciencias naturales y de la historia, ramas de investigación que los griegos clásicos situaban, por razones muy justificadas, en un plano puramente secundario, pues primeramente debían dedicarse a acumular los materiales científicos necesarios. Mientras no se reúne una cierta cantidad de materiales naturales e históricos, no puede acometerse el examen crítico, la comparación y, congruentemente, la división en clases, órdenes y especies. Por eso, los rudimentos de las ciencias naturales exactas no fueron desarrollados hasta llegar a los griegos del período alejandrino [1], y más tarde, en la Edad Media, por los árabes; la auténtica ciencia de la naturaleza sólo data de la segunda mitad del siglo XV, y, a partir de entonces, no ha hecho más que progresar constantemente con ritmo acelerado. El análisis de la naturaleza en sus diferentes partes, la clasificación de los diversos procesos y objetos naturales en determinadas categorías, la investigación interna de los cuerpos orgánicos según su diversa estructura anatómica, fueron otras tantas condiciones fundamentales a que obedecieron los progresos gigantescos realizados durante los últimos cuatrocientos años en el conocimiento científico de la naturaleza. Pero este método de investigación nos ha legado, a la par, el hábito de enfocar las cosas y los procesos de la naturaleza aisladamente, sustraídos a la concatenación del gran todo; por tanto, no en su dinámica, sino enfocados estáticamente; no como substancialmente variables, sino como consistencias fijas; no en su vida, sino en su muerte. Por eso este método de observación, al transplantarse, con Bacon y Locke, de las ciencias naturales a la filosofía, provocó la estrechez específica característica de estos últimos siglos: el método metafísico de pensamiento.

¿Cómo procesan las organizaciones revisionistas la crítica interna y externa? ¿Cómo influye en su militancia de base?


«Para Reconstrucción Comunista (RC) estos «debates» internos o externos no han sido nada productivos porque no tiene capacidad para sacar provecho de ellos. Si se producen en el seno de la organización, incluso los militantes de más bajo nivel ideológico pueden ver como los líderes se ponen nerviosos y demuestran un vago nivel de respuesta ante la crítica de las deficiencias. Así, cuando se encuentran contra las cuerdas, tratan de solucionar la cuestión descalificando a los sujetos críticos con epítetos monstruosos o con un golpe de mando, zanjando el tema aludiendo a que por «falta de tiempo» no se puede extender más el debate. En caso de insistir en el debate, estos elementos críticos, o acaban expulsados o ellos deciden marcharse, y poco tiempo después se hace circular la afirmación categórica de que eran «infiltrados» o «claudicadores». 

En los debates externos esto se hace mucho más común; ante la abrumadora falta de nivel para contraargumentar, algo de lo que es consciente Roberto y su camarilla, RC intenta defenderse de la crítica del adversario presentando acusaciones indemostrables como que aquellos que critican la organización son «agentes» y «provocadores» a sueldo del Estado, en resumidas cuentas, los clásicos cuentos de terror para los niños crédulos que aceptan cualquier historia fantasiosa.

Precisamente Marx fue acusado de espía y de mil cosas más por Herr Vogt. Lenin fue tachado de agente alemán y traidor de la nación por los eseristas y mencheviques en el momento de mayor auge de los bolcheviques. Durante los debates de Stalin con los trotskistas estos últimos hicieron circular el rumor de que Stalin era un viejo agente de la Ojrana, la policía secreta zarista. En España Elena Ódena como líder del PCE (m-l) sería acusada tanto por los enemigos de dentro del partido como de fuera de ser una agente provocadora, como así hicieron los hermanos Diz de la fracción de 1976 o los revisionistas de poca monta como Arenas del PCE (r). Como se ve, más allá de rumores y acusaciones sin fundamento, los oportunistas a lo largo de la historia se han caracterizado por intentar difamar a sus adversarios para eludir el debate político, pero la historia no les ha recordado nunca como los vencedores de la polémica ni tampoco por ser figuras de relevancia para el movimiento obrero, incluso a la postre se ha revelado que quienes tenían contactos de dudosa moral con el enemigo de clase eran ellos, en cambio sus opositores, los marxistas, sí han transcendido en la historia por llevar razón en dichas polémicas y por confirmar la mayoría de sus previsiones, o en el peor de los casos, por llevar una vida revolucionaria digna y consecuente.

Es más, cuando los revisionistas solamente responden a las críticas externas con rumorología y acusaciones sin pruebas pretendiendo ignorar la montaña de críticas argumentadas de sus rivales, al final los simpatizantes y militantes de la propia organización dudan de la capacidad de sus líderes, de sus debilidades en el debate, es entonces cuando su halo mitificado de líderes infalibles sufre una brecha, y al tiempo, el mito cae por sí solo. Poco a poco se van dando cuenta que para la dirección no es importante solventar los errores de la organización que se denuncian y se van acumulando, sino que todo es un teatro donde lo importante es la apariencia, donde el show, la farsa debe continuar pase lo que pase para que los jefes siempre puedan seguir sintiéndose importantes en su pequeño mundo, pero sobre todo porque quieren seguir aprovechándose del rédito que sacan a esta estafa que han montado, de la cual se aprovechan de las cuotas y de todos los ingresos extra que cobran a la militancia. 

Cuando este punto de inflexión ocurre –y tarde o temprano siempre ocurre entre los más avanzados–, algunos elementos empiezan a ver que las críticas externas no son tan descabelladas, y cuando finalmente abandonan la organización, son conscientes de que lo que advirtieron en su momento, tanto las críticas internas como externas, eran del todo razonables, arrepintiéndose de no haberlas hecho caso antes. Ya hemos visto casos históricos donde muchos elementos por culpa de no querer ver la realidad y de sus vacilaciones, cuando la evidencia ha superado todo lo soportable para ellos y han querido desmarcarse de formar parte de un movimiento degenerado y contrarrevolucionario, ha sido demasiado tarde como para no haber sido cómplices absolutos y conscientes, algo que incluso les deja secuelas por su cobardía y problemas en que se han metido. He por ello que los marxistas cuando se dirigen a las organizaciones revisionistas, deben realizar las criticas y promover el esfuerzo de autocrítica entre los militantes de base para que se den cuenta de que si se consideran a sí mismos revolucionarios honestos, no tienen nada que hacer en estos lugares donde no van a poder lograr sus propósitos. Decimos esto ya que, por supuesto, los jefes de estos movimientos no ejecutarán este ejercicio autocrítico, porque no está en su mentalidad, para ellos la crítica solo sirve de herramienta para deshacer rivales y competidores internos o externos, y la autocrítica solo se recuerda como eslogan, pero jamás se aplica en la praxis. Normalmente el militante podrá ser testigo como de la primera, la crítica, es utilizada indiscriminadamente sin atenerse en la realidad, simplemente todo se reduce a desacreditar a sus rivales internos y externos de la organización con cuestiones secundarias. La segunda, la autocrítica, si por alguna razón extraordinaria la cúpula se ve obligada a tener que usarla, será en alguna ocasión excepcional de crisis para intentar salir del paso sin sufrir muchos daños ante la militancia, eludiendo asumir la mayoría de las responsabilidades fundamentales y negándose a investigar las causas reales de los errores». (Equipo de Bitácora (M-L)Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 2017)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

Un ejemp
lo de la mella que hizo la crítica de Bitácora (M-L) sobre el revisionismo de RC o el PCE (r), se vería reflejado en las dudas y posteriores abandonos entre sus militantes o simpatizantes con alto grado de criticismo, véase:

Conversación con un reciente ex militante de RC de Llíria, sobre los últimos fenómenos de la organización; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


Autocrítica de Siker, músico y antiguo simpatizante de las ideas del PCE (r); Siker, 2018

domingo, 23 de septiembre de 2018

Sobre el estoicismo


«La filosofía: ya hemos visto que la filosofía romana del periodo republicano no era original, sino más bien proclive al eclecticismo [1]; en la época del imperio, esta característica se hace aún más clara. Un ecléctico típico fue Séneca. En su producción hay una obra sobre cuestiones filosóficas: «Cartas a Lucilio», y varios pequeños tratados sobre temas morales: «De clementia», «De ira», De tranquillitate animi», «De otio», «De vita beata», etcétera. Séneca no se ocupa de problemas ontológicos o gnoseológicos; la naturaleza, como acabamos de decir, le interesa exclusivamente desde el punto de vista ético-religioso. El centro de gravedad de su filosofía se apoya sobre los problemas morales. Aunque diciéndose partidario de la escuela estoica, Séneca toma sin embargo mucho de Epicuro. La época en que vivió y la posición que le tocó ocupar, definieron el carácter de sus concepciones morales: la misión principal de la filosofía es dar al hombre independencia interior y tranquilidad de conciencia; sólo de ese modo se le puede salvar del mal y la tristeza de la vida. El último ideal del sabio es por eso la muerte y toda vida no debe ser sino una preparación para la muerte. En esta enseñanza aparecen nítidamente la resignación y el pesimismo de la aristocracia romana agonizante en la época del régimen terrorista. En el espíritu de las enseñanzas estoicas, Séneca reconoce la igualdad de todos los hombres, incluso de los esclavos; ataca a la riqueza, exalta la sencillez de vida del pobre y la felicidad que de ella se deriva. Sin embargo, no reniega de la riqueza en un sentido absoluto: enseña solamente que no hay que convertirse en su esclavo, que hay que saber renunciar a ella y no sufrir por su pérdida. Esta doble actitud puede explicarse con el hecho de que Séneca era rico y no tenía suficiente coraje como para ser coherente con sus propios principios morales. Engels dice de él:

«Este estoico y predicador de la virtud y la abstinencia fue el primer intrigante de la corte de Nerón, lo que significaba que no podía dejar de ser servil: se hacía regalar dinero, tierras, huertos, palacios y mientras predicaba como el pobre Lázaro del Evangelio, era en realidad el hombre rico de la misma parábola. Sólo cuando Nerón quiso su cabeza, suplicó al emperador que se llevara todos sus regalos, que a él con su filosofía le bastaba». (Friedrich Engels; Bruno Bauer y el cristianismo primitivo, 1892)

Pero cualquiera que fuese su vida, Séneca expió muchos de sus pecados con una muerte viril. Ya hemos visto que Nerón, con la excusa del complot de Pisón, quiso desembarazarse de él y le ordenó morir, cosa que Séneca, de acuerdo con sus convicciones filosóficos, supo hacer con estoica serenidad, ordenando que le abriesen las venas.

El estoicismo se convirtió pronto en la filosofía más difundida y casi en la oficial del imperio romano. No llamaba a la lucha activa contra el mal, se limitaba a enseñar una resistencia pasiva con el recogimiento de la vida interior: la salvación no está fuera del hombre, sino en lo íntimo. Esto respondía al espíritu de la época. La confusa percepción de la catástrofe social inminente generaba en los hombres un sentimiento de impotencia y pesimismo. Los vínculos sociales estaban minados, la sociedad se descomponía en sus elementos constitutivos. La única salvación consistía en refugiarse en el propio «yo», encerrarse en el mundo de la perfección moral personal. Con la enseñanza de un espíritu universal divino, del cual el espíritu individual era una pequeña parte, el estoicismo favoreció el desarrollo de las tendencias religiosas idealistas. Además, los rasgos de cosmopolitismo que lo caracterizaron desde su nacimiento, correspondían al carácter universal y cosmopolita del imperio romano, que no llegó a materializarse como Estado nacional, pero confundió todas las particularidades locales, todas las diferencias de tribu y todos los pueblos, en el crisol gigantesco del mecanismo estatal romano y de la única cultura de ese tiempo, la cultura greco-romana.

Discípulo y continuador de Séneca fue el liberto frigio Epicteto –segunda mitad del siglo I comienzos del siglo II–, cuyas lecciones eran escuchadas por el propio emperador Trajano. El pesimismo y la ética individualista son características también de Epicteto.

Una forma distinta y más activa tuvo el estoicismo con Marco Aurelio, «filósofo en el trono». Su posición de jefe de estado obligado a lucha contra una crisis amenazadora, no le permitía ocuparse solamente del perfeccionamiento interior. Las tareas prácticas del poder requerían de él una gran actividad, que no podía dejar de reflejarse en sus ideas filosófico-morales, las cuales encontraron su expresión en los «Recuerdos», de 12 libros. Aquí el factor social aparece más determinante que en toda la otra literatura de los estoicos. El hombre es puesto en su lugar por la voluntad divina, que le obliga a cumplir su deber hasta el fin, por más difícil e ingrato que sea:

«Deja que la divinidad sea en ti la guía del romano viril maduro, fiel a los intereses del Estado, investido de poder, consciente de su responsabilidad; hombre que no necesita ni de juramentos ni de encargos y espera con el corazón sereno el momento de la muerte. Así tu espíritu será iluminado y no tendrás necesidad de que otros te ayuden o aseguren la serenidad». (Recuerdos, III, 5)

El hombre es sobre todo un miembro de la sociedad; por eso todas sus acciones; por eso todas sus acciones deben estar en armonía con la vida social:

«Como tú mismo formas parte de la sociedad civil, así cada una de tus acciones debe estar en armonía con la vida civil. Si hay algo que no tiene relaciones directas ni indirectas con el fin general, ese algo fracciona la vida,  destroza su unidad, produce un choque a semejanza de un hombre que siendo miembro de la misma asamblea popular no quiera someterse a las decisiones comunes». (Recuerdos, IX, 23)

En el estoicismo de los últimos tiempos hubo muchos motivos puramente religiosos, que luego fueron acentuándose cada vez más. En el siglo II, la sed de religión provocada por la situación general empezó a dominar con gran fuerza a la población del imperio. La vasta difusión de los cultos orientales y la aparición de sistemas filosófico-religiosos proteiformes –gnosticismo– concurrieron a la creación de la nueva religión, el cristianismo, que tomó mucho también del estoicismo. De esto hablaremos más adelante». (Serguéi Ivánovich Kovaliov; Historia de Roma, 1948)

Anotaciones de la edición:

[1] Con una única excepción: Lucrecio. Aunque, si bien no fue un escéptico, sus concepciones filosóficas no fueron originales, como ya hemos hecho notar.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Los comunistas y su trabajo dentro de los cuerpos represivos


«Para preparar y llevar a efecto la revolución, una gran importancia reviste el trabajo revolucionario en las filas de los ejércitos burgueses a los que Lenin llamaba:

«Los instrumentos fundamentales de la fuerza del poder del Estado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la revolución, 1917)

Lenin ha dado salida a muchos problemas teóricos y prácticos relativos a la imperiosa necesidad de realizar un trabajo revolucionario en las filas de los ejércitos burgueses y ha definido las vías para golpearlos, desmoralizarlos y desintegrarlos. Esta cuestión adquiere una particular importancia en las actuales condiciones cuando en muchos países las situaciones revolucionarias están madurando con gran rapidez. El ejército burgués en general es la burguesía armada hasta los dientes, que se yergue frente al proletariado y las masas populares.

El gran número de efectivos de los ejércitos en los países capitalistas podría hacer creer que, en tales circunstancias, la revolución y la destrucción del Estado opresor y explotador resultan imposibles. Estos puntos de vista son propagados y pregonados sobre todo por los eurocomunistas, quienes no golpean al ejército burgués ni siquiera con plumones. La cantidad de los efectivos del ejército no cambia gran cosa para la revolución, mientras que para la burguesía representa un problema preocupante. El que el ejército sea ampliado con numerosos elementos procedentes de las diversas capas de la población, crea condiciones más favorables para desmoralizarlo y hacer que se vuelva contra la propia burguesía.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Zhdánov sobre la literatura, siempre hablando claro como el agua


«El camarada Stalin ha llamado a nuestros escritores ingenieros del alma humana. ¿Qué significa esto? ¿Qué deberes os impone esta denominación?

Esto significa, en primer lugar, conocer la vida, para saber representarla fielmente en las obras artísticas, y representarla no de modo escolástico, exánime, no simplemente como «realidad objetiva», sino como realidad en su desarrollo revolucionario. Así, la veracidad y la concreción histórica de la representación artística deben combinarse con el deber ideológico de reformar y educar a los trabajadores en el espíritu del socialismo.

Este método aplicado a la literatura y la crítica literaria es lo que nosotros llamamos método del realismo socialista. Nuestra literatura soviética no teme a las acusaciones de tendenciosidad. Sí, la literatura soviética es tendenciosa, ya que no hay ni puede haber en una época de lucha de clases una literatura que no sea literatura de clase, tendenciosa o falsamente apolítica». (Andréi Zhdánov; La literatura soviética es la más ideológica, la más vanguardista del mundo; Discurso ante el Iº Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos, 1934)

lunes, 17 de septiembre de 2018

Franz Mehring hablando sobre las «razas humanas»


«El materialismo histórico no descuida en absoluto la raza; por el contrario, la convierte en un concepto claro. Así como no existen razas animales permanentes, tampoco existen razas humanas permanentes; la diferencia está en que las razas animales están sujetas a la ley de evolución natural, mientras que las razas humanas están, a la ley de evolución social. A medida que el hombre se desprende de su conexión inmediata con la naturaleza, se funden y se mezclan más y más las razas naturales; a medida que crece el dominio del hombre sobre la naturaleza las razas naturales se transforman de modo cabal en clases sociales. Y allí donde domina el modo capitalista de producción ya se han disuelto las diferencias raciales o se disuelven día a día, cada vez más, en las contradicciones de clases». (Franz Mehring; Sobre el materialismo histórico y otros ensayos filosóficos, 1893)

Miguel Hernández; Rusia, 1937



«En trenes poseídos de una pasión errante
por el carbón y el hierro que los provoca y mueve,
y en tensos aeroplanos de plumaje tajante
recorro la nación del trabajo y la nieve.

De la extensión de Rusia, de sus tiernas ventanas,
sale una voz profunda de máquinas y manos,
que indica entre mujeres: Aquí están tus hermanas,
y prorrumpe entre hombres: Estos son tus hermanos.

Basta mirar: se cubre de verdad la mirada.
Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas.
De cada aliento sale la ardiente bocanada
de tantos corazones unidos por parejas.

Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos
has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,
y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,
como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente.

De unos hombres que apenas a vivir se atrevían
con la boca amarrada y el sueño esclavizado:
de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían,
una masa de férreo volumen has forjado.

martes, 11 de septiembre de 2018

La concepción metafísica de la naturaleza es antagónica a la concepción dialéctica del marxismo


«La metafísica considera la naturaleza como un conjunto de cosas definitivamente fijas. Pero hay dos maneras de considerar así las cosas. La primera manera considera que el mundo está absolutamente inmóvil, pues el movimiento no es más que una ilusión de nuestros sentidos. Si quitamos esta apariencia de movimiento, la naturaleza no se mueve. Esta teoría fue sostenida por una escuela de filósofos griegos a los que se llama eleáticos. Esta concepción simplista está en contradicción tan violenta con la realidad que ya no es defendida en nuestros días. La segunda manera de considerar la naturaleza como un conjunto de cosas fijas es mucho más sutil. No se dice que la naturaleza está inmóvil, queda admitido que se mueve, pero se afirma que esta animada por un movimiento mecánico. Aquí, la primera manera desaparece; ya no se niega el movimiento y esto no parece ser una concepción metafísica. Se llama a esta concepción «mecanicista» o el «mecanicismo». Constituye un error que se comete muy frecuentemente y que volvemos a encontrar en los materialistas de los siglos XVII y XVIII. Hemos visto que no consideran la naturaleza como inmóvil, sino en movimiento; sólo que para ellos ese movimiento es simplemente un cambio mecánico, un desplazamiento. Admiten todo el conjunto del sistema solar –la Tierra gira alrededor del sol–, pero piensan que ese movimiento es puramente mecánico, es decir, un simple cambio de lugar, y consideran ese movimiento únicamente bajo este aspecto. Pero las cosas no son tan simples. El girar de la Tierra es, ciertamente, un movimiento mecánico; pero mientras gira puede experimentar influencias, y, por ejemplo, enfriarse. Por lo tanto no se trata solamente de un desplazamiento: también se producen otros cambios. Lo que caracteriza, pues, esta concepción llamada «mecanicista», es que se considera solamente el movimiento mecánico.

Si la Tierra gira sin cesar y no le ocurre nada más, la Tierra cambia de lugar pero la misma Tierra no cambia; permanece idéntica a sí misma. No hace más que seguir girando siempre y siempre, antes como después de nosotros. De ese modo, todo pasa como si nada hubiese pasado. Por lo tanto, vemos que admitir el movimiento, pero haciendo de éste un puro movimiento mecánico, es una concepción metafísica, porque este movimiento es sin historia. Un reloj que tuviera órganos perfectos, construido con materiales que no se gastaran, marcharía eternamente sin cambiar en nada y el reloj no tendría historia. Una tal concepción del Universo se encuentra continuamente en Descartes. Él trata de reducir a la mecánica todas las leyes físicas y fisiológicas. No tiene ninguna idea de la química –véase su explicación de la circulación de la sangre– y su concepción mecánica de las cosas será también la de los materialistas del siglo XVIII. Haremos una excepción con Diderot, que es menos puramente mecanicista y que en ciertos escritos vislumbra la concepción dialéctica. Lo que caracteriza a los materialistas del siglo XVIII es que convierten a la naturaleza en un mecanismo de relojería. Si verdaderamente fuera así, las cosas volverían continuamente al mismo punto sin dejar huellas y la naturaleza permanecería idéntica a sí misma, lo que es precisamente el primer carácter del método metafísico». (Georges Politzer; Principios elementales de la filosofía, 1949)

sábado, 8 de septiembre de 2018

Sobre la muerte del infame Martin Licata; Equipo de Bitácora (M-L), 2018

[El post fue actualizado en verano de 2020]

«¿Quién era Martín Licata por el que los revisionistas arman tanto revuelo?

Los medios andan diciendo que Licata ha fallecido por «un juego sexual que salió mal» basado en la asfixiofilia [*].  

Otros apuntan que a causa de sus pensamientos misógnicos y transfobos contra el colectivo LGTB, fue un ajustes de cuentas [*]. 

Los seguidistas y revisionistas de turno acusan sin pruebas sobre la mesa a «los fascistas» como responsables, cuando no directamente al gobierno. No nos hace falta que eso sea verdad para condenar al gobierno de Macri si es que ha sido el responsable–, pero eso no quitaría que Licata estuviera en las antípodas del marxismo. Al igual que no hacia falta seguir el guion ideológico del Partido Comunista de Argentina (PCA) revisionista de Codovilla en época del peronismo cuando sus militantes eran apresados, torturados y ejecutados, mismo cabe que decir sobre los propios peronistas de izquierda, trotskistas, maoístas y otros cuando la Triple A actuaba sin piedad. Al césar lo que es del césar. 

Fuese como fuese no vamos a permitir que se caiga en la falsificación de lo que ha sido y fue este personaje. Este elemento era famoso por usar multicuentas troll bajo diferentes nombres: Martín Chejov, como Iona Yakir o Luger Vega, etc.

Debido a que sus referentes ideológicos han sido ampliamente criticados en este medio – el pensamiento nietzscheano, el peronismo etc., así que solo dedicaremos unas pocas líneas para demostrar qué pensamiento tenía y porqué es ridículo elevar a la categoria de héroe a un revisionista más del montón.

En lo político Licata fue un ferviente trotskista, luego se hizo defensor del castro-maoísmo –en especial, del Partido Revolucionario Marxista Leninista– y se declaraba como un furibundo antitrotskista aunque el castrismo sin ir más lejos sea hoy una de las cunas del trotskismo internacional–. Esto ya demostraba que su antitrotskismo era de pose, porque en cuanto a contenido no tenía ni idea de lo que era el trotskismo como ideología como para criticarlo con fundamento, una tendencia muy común entre los «antirevisionistas» de hoy. Véase nuestra obra: «Sobre el falso antitrotskismo» de 2017.

En sus últimas intervenciones se mostraba desde guevarista a fan de Zizek o Nietzsche como se puede ver en sus perfiles de redes sociales

jueves, 6 de septiembre de 2018

Repaso histórico a las teorías enfrentadas al axioma científico de la acumulación de capital; Equipo de Bitácora (M-L), 2018


«Toda la serie de teorías que hemos venido desbrozando a lo largo del presente documento sobre Manuel Shuterland no han sido meras invenciones del mismo. La concepción de negación del proceso de acumulación del capital y de monopolización –que es el eje central del negacionismo «sutherlandiano» para con el imperialismo como fase especial del capitalismo–; son «perro viejo» de la literatura revisionista.

El primero de estos testimonios puede encontrarse, de forma más o menos clara, en economistas románticos de la etapa del pensamiento pre-marxista, como por ejemplo Sismondi o Proudhon. Sin embargo, el primer «socialista» que hizo públicas unas disquisiciones similares fue el padre del revisionismo: Eduard Bernstein. Hablamos de revisionismo en marxismo, cuando se revisa un axioma sin argumentación, sin evidencia científica, desde posiciones subjetivas.

Consideramos oportuno dedicar unas líneas a Proudhon y a Bernstein, para trazar el origen del revisionismo del que hace gala el «economista» venezolano.

En 1846-1847, Karl Marx publicó una brillante réplica al libro de Proudhon «Filosofía de la miseria» de 1846. La réplica desmontaba las teorías socialistas del autor francés, mientras elaboraba por primera vez, de forma sistemática la concepción del mundo materialista-dialéctica, superando el primer esbozo de la misma, que apareció en el también polémico libro «La Sagrada Familia» de 1844, coescrito con Engels y dirigido contra el elitismo filosófico de los idealistas y voluntaristas neohegelianos como Bruno Bauer y consortes.

En la polémica con Proudhon, que Marx mandó imprimir bajo el sagaz título «Miseria de la filosofía», encontramos un capítulo referido al desarrollo dialéctico reciente de la economía. En él, encontramos, a su vez, una referencia a la creencia proudhoniana de la competencia como un proceso acabado, definitivo, del desarrollo social precedente. Para Proudhon, por lo tanto, la nueva sociedad no podría sino basarse en la competencia, pues era la forma acabada «más perfecta» de los modos de distribución de los productos –en este caso, mercancías–.

Sobre las excusas de quienes no quieren aceptar una moral proletaria hasta que se de una revolución


«Este principio básico de la ideología de la clase ascendente es el que da colorido y determina el nuevo código en formación de la moral sexual del proletariado, merced al cual se transforma la psicología de la humanidad y llega a adquirir una acumulación de sentimientos de solidaridad y de libertad, en vez del concepto de la propiedad, una acumulación de compañerismo en vez de los conceptos de desigualdad y de subordinación.

Es una vieja verdad la que establece que toda nueva clase ascendente, nacida como consecuencia de una cultura material distinta de la del grado precedente de la evolución económica, enriquece a toda la humanidad con la ideología nueva característica de esta clase. El código de la moral sexual constituye una parte integrante de la nueva ideología. Por tanto, basta pronunciar los términos «ética proletaria» y «moral sexual proletaria» para escapar de la trivial argumentación: la moral sexual proletaria no es en el fondo más que «superestructura», mientras no se experimente la total transformación de la base económica de la sociedad, no puede haber lugar para ella. ¡Como si una ideología, sea del género que fuere, no se formase hasta que se hubiera producido la transformación de las relaciones socio-económicas necesarias para asegurar el dominio de la clase de que se trate! La experiencia de la historia enseña que la elaboración de la ideología de un grupo social, y consecuentemente de la moral sexual también, se realiza durante el proceso mismo de la lucha de este grupo contra las fuerzas sociales adversas.

Esta clase de lucha sólo puede fortalecer su posición social con la ayuda de nuevos valores espirituales sacados de su propio seno, y que respondan totalmente a sus tareas como clase ascendente. Sólo mediante estas normas e ideales nuevos puede esta clase arrebatar el poder a los grupos sociales contrarios». (Aleksandra Kolontái; Las relaciones sexuales y la lucha de clases, 1911)

martes, 4 de septiembre de 2018

Las diferencias entre los objetivos de la economía capitalista y la socialista


«Stalin: Los Estados Unidos persiguen un fin diferente al nuestro en la URSS. El fin que persiguen los Estados Unidos se ha dado como resultado de los problemas económicos, de la crisis económica. Los americanos quieren encontrar una salida a la crisis, con medidas del capitalismo privado, sin cambiar la base económica. Intentan limitar a un mínimo el daño, las pérdidas que resultan del sistema económico actual. Con nosotros, en cambio, la vieja base económica ha sido, como Ud. sabe, destruida, y en su lugar fue creada una base económica nueva, completamente diferente. Aunque los americanos, a los que alude, alcanzaran su meta en parte, es decir, si lograsen limitar las pérdidas a un mínimo, no eliminarían las raíces de la anarquía inherente al sistema capitalista. Protegen el sistema económico que origina, forzosa e inevitablemente, anarquía de la producción. Para ellos no se trata, por lo tanto, de una reorganización de la sociedad, de abolir el viejo sistema social, del cual nacen la anarquía y las crisis, sino, a lo sumo, de restringir determinadas desventajas, de restringir determinados abusos. Subjetivamente, los americanos tal vez tengan la opinión de estar reorganizando la sociedad; pero objetivamente protegen la base actual de la sociedad. Por eso, objetivamente no habrá ninguna reorganización de la sociedad. Y tampoco una economía planificada. ¿Qué es la economía planificada? ¡Veamos algunas de sus cualidades! La economía planificada tiene como meta abolir la desocupación. Supongamos, que manteniendo el sistema capitalista, fuese posible limitar la desocupación a un cierto mínimo. Con seguridad, ningún capitalista aprobaría la eliminación total de la desocupación, la abolición del ejército de reserva de desocupados que está destinado a ejercer presión sobre el mercado de trabajo, y constituye una garantía de mano de obra barata. Ahí tiene Ud. una de las contradicciones de la «economía planificada» de la sociedad burguesa. ¡Sigamos! Economía planificada significa, impulsar la producción en aquellas ramas industriales, cuyos bienes son de especial importancia para la masa del pueblo. Pero Ud. sabe que, en el capitalismo, la ampliación de la producción se lleva a cabo de acuerdo a reglas totalmente diferentes, que el capital afluye a aquellos sectores económicos, en los que el pago de utilidades sea mayor. Nunca podrá Ud. inducir a un capitalista a que se inflija pérdidas a sí mismo, y a que se contente con un pago de utilidades más bajo, para satisfacer las necesidades del pueblo. Sin que desaparezcan los capitalistas, sin que sea abolido el principio de la propiedad privada de los medios de producción, es imposible edificar una economía planificadas». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Entrevista con el escritor inglés H. G. Wells, 1934) 

El socialismo, régimen verdaderamente humano; Agim Popa, 1987


«Durante los 60 años transcurridos desde el día de la instauración del poder popular y el encauzamiento por el camino del socialismo, nuestro pueblo se ha convencido por la práctica, por su propia experiencia vivida, de la gran verdad marxista-leninista de que el régimen socialista es el único régimen verdaderamente humano que ha conocido la historia. Su carácter profundamente humanitario constituye uno de los rasgos fundamentales y más importantes de la fuerza atractiva del socialismo ante los ojos de las masas trabajadoras, de los pueblos y de las fuerzas progresistas.

La burguesía internacional y su propaganda anticomunista, a la que se han unido también todos los revisionistas modernos –yugoslavos, soviéticos, eurocomunistas, chinos, etc.–, se han empeñado en una furibunda campaña a fin de combatir esta fuerza atractiva del socialismo y denigrar al régimen socialista recurriendo a diversas formas. Por un lado, hacen esfuerzos para presentar al régimen capitalista como el régimen de la libertad, del bienestar, del humanismo, del florecimiento de la personalidad, del hombre, etc. Por otro lado, no se detienen frente a ninguna calumnia o falsificación dirigidas a oscurecer al verdadero régimen socialista como un régimen supuestamente antihumanitario, donde no hay libertades y donde es reprimida la personalidad del hombre. Sería suficiente mencionar los feroces ataques de la propaganda anticomunista llevada a cabo por los revisionistas jruschovistas, titoistas, trotskistas y todo género de enemigos, contra Stalin y la dictadura del proletariado en la Unión Soviética, por no hablar ya de la época de Lenin y hasta las continuas campañas de ataques y calumnias contra Albania socialista.

En lugar del socialismo edificado según las enseñanzas del marxismo-leninismo, la burguesía y los revisionistas predican y propagan el llamado «socialismo humano», de «rostro humano» como el «dubchekista» en Checoslovaquia, el «autogestionario» y «antiestatista» en Yugoslavia, el «democrático» ofrecido por los eurocomunistas o el de «Estado de todo el pueblo» predicado por los revisionistas jruschovistas en la Unión Soviética. Sus prédicas están dirigidas contra las enseñanzas fundamentales del marxismo-leninismo sobre el socialismo científico en general y, en particular contra las enseñanzas sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado, que supuestamente están en oposición al humanismo. Precisamente la difusión del liberalismo en todos los campos, la renuncia a la lucha de clases y el debilitamiento de la dictadura del proletariado constituyen la esencia de la agresión ideológica imperialista-revisionista contra Albania socialista apareciendo con la consigna del «humanismo».

lunes, 3 de septiembre de 2018

Negación de la peligrosidad de la inversión extranjera imperialista para la soberanía político-económica de un país; Equipo de Bitácora (M-L), 2018


«Toda inversión en otro país, y sobre todo en recursos naturales, busca la máxima ganancia, el menor costo, la menor inversión etc. No veo inversiones capitalistas normales versus imperialistas, para mi todas son capitalistas, salvo las excepciones más arriba». (Manuel Sutherland; Comentarios, 3 de marzo de 2015)

a) Primero, Manuel Sutherland, al no entender la evolución del capitalismo, no entiende que actualmente tras un alto grado de desarrollo del capitalismo y su consolidación en monopolios, la tendencia no es como en la anterior época del «capitalismo de libre concurrencia» dominada por la exportación de mercancías, en la etapa monopólica como ya se ha explicado la exportación de los países imperialistas está por completo dominada por la exportación de capitales, lo que además refuerza el carácter parasitario de las burguesías en estos países, el carácter usurero del que anteriormente hablábamos:

«Lo que caracteriza al viejo capitalismo, en el cual dominaba plenamente la libre competencia, era la exportación de mercancías. Lo que caracteriza al capitalismo moderno, en el que impera el monopolio, es la exportación de capital. El capitalismo es la producción de mercancías en el grado más elevado de su desarrollo, cuando incluso la fuerza de trabajo se convierte en mercancía. El incremento del cambio tanto en el interior del país como, particularmente, en el terreno internacional, es el rasgo característico del capitalismo. El desarrollo desigual, a saltos, de las distintas empresas y ramas de la industria y de los distintos países es inevitable bajo el capitalismo. Inglaterra es la primera que se convierte en país capitalista, y hacia mediados del siglo XIX, al implantar el libre cambio, pretendió ser el «taller de todo el mundo», el proveedor de artículos manufacturados para todos los países, los cuales debían suministrarle, a cambio de ello, materias primas. Pero este monopolio de Inglaterra se vio quebrantado ya en el último cuarto del siglo XIX, pues algunos otros países, defendiéndose por medio de aranceles «proteccionistas», se habían transformado hasta convertirse en Estados capitalistas independientes. En el umbral del siglo XX asistimos a la formación de monopolios de otro género: primero, uniones monopolistas de capitalistas en todos los países de capitalismo desarrollado; segundo, situación monopolista de unos pocos países ricos, en los cuales la acumulación de capital había alcanzado proporciones gigantescas. Se produjo un enorme «excedente de capital» en los países avanzados. Mientras el capitalismo sea capitalismo, el excedente de capital no se consagra a la elevación del nivel de vida de las masas del país, ya que esto significaría la disminución de las ganancias de los capitalistas, sino al acrecentamiento de estos beneficios mediante la exportación de capitales al extranjero, a los países atrasados. En estos países atrasados el beneficio es de ordinario elevado, pues los capitales son escasos, el precio de la tierra relativamente poco considerable, los salarios bajos y las materias primas baratas. La posibilidad de exportación de capitales la determina el hecho de que una serie de países atrasados han sido ya incorporados a la circulación del capitalismo mundial, han sido construidas las principales líneas ferroviarias o se ha iniciado su construcción, se han asegurado las condiciones elementales de desarrollo de la industria, etc. La necesidad de la exportación de capitales obedece al hecho de que en algunos países el capitalismo ha «madurado excesivamente» y al capital –atendiendo al desarrollo insuficiente de la agricultura y la miseria de las masas– le falta campo para su colocación «lucrativa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916)

Tendencia que precisamente se ha hecho notar enormemente a partir de 1945 tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, confirmando las previsiones de Lenin:

«Las formas jurídicas y políticas bajo las que ese sojuzgamiento se lleva a cabo han sido, en algunos aspectos, modificadas a raíz del fin de la II Guerra Mundial, en 1945, con la llamada descolonización, que no ha sido más que una nueva forma de proceder a un nuevo reparto, entre los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y posteriormente Alemania, etc., de las antiguas colonias para establecer nuevas bases políticas y jurídicas con el fin de mantener un sistema de expoliación y explotación neocolonialista, especialmente en los países y territorios de África, Oriente Medio y Asia. Así por ejemplo, una de las tesis de Lenin, que conserva una actualidad sorprendente, es la relativa a la importancia para el sistema capitalista en su fase imperialista de la exportación de capitales y la expoliación de los países más pobres y semicoloniales, que se lleva a cabo a través de los llamados préstamos e inversiones con tasas de interés y condiciones leoninas para los «beneficiarios» y que la exportación de capitales y no la exportación de mercancías, según Lenin, había adquirido una importancia preponderante, que daba un auge extraordinario a la expansión económica exterior de los países capitalistas. Esas inversiones de capital imperialista, a las que Lenin hacía referencia, no han cesado de aumentar desde entonces a ritmos vertiginosos. Así por ejemplo, los Estados Unidos que después de la II Guerra Mundial se convirtió en la potencia imperialista dominante, pronto llegó a ser el mayor inversor de capitales en el exterior, sobrepasando las de todos los países imperialistas tomadas en su conjunto». (Elena Ódena; El imperialismo y nuestra lucha actual, 23 de septiembre de 1982)