martes, 30 de julio de 2019

Larra sobre la sátira y la crítica


«Créese vulgarmente que sólo un principio de envidia, y la impotencia de crear, o un germen de mal humor y de misantropía, hijo de circunstancias personales o de un defecto de organización, pueden prestar a un escritor aquella acrimonia y picante mordacidad que suelen ser el distintivo de los escritos satíricos. (...) La otra consideración que nos queda que hacer es en verdad más personal a los escritores satíricos, pero una vez meditada no es por eso menos triste. Supone el lector, en quien acaba un párrafo mordaz de provocar la risa, que el escritor satírico es un ser consagrado por la Naturaleza a la alegría, y que su corazón es un foco inextinguible de esa misma jovialidad que a manos llenas prodiga a sus lectores. Desgraciadamente, y es lo que éstos no saben siempre, no es así. El escritor satírico es por lo común, como la luna, un cuerpo opaco destinado a dar luz, y es acaso el único de quien con razón se puede decir que da lo que no tiene. Ese mismo don de la naturaleza de ver las cosas tales cuales son, y de notar antes en ellas el lado feo que el hermoso, suele ser su tormento. (...) Nuestros lectores perdonarán fácilmente este atrevimiento, si antes de concluir este artículo les confesamos que sólo ha podido dar lugar a él una inculpación que nos ha sido hecha recientemente: hay quien supone que sólo una «pasión dominante» de criticar guía nuestra pluma. (...) Somos satíricos porque queremos criticar abusos, porque quisiéramos contribuir con nuestras débiles fuerzas a la perfección posible de la sociedad a que tenemos la honra de pertenecer. Pero deslindando siempre lo lícito de lo que nos es vedado, y estudiando sin cesar las costumbres de nuestra época, no escribimos sin plan; no abrigamos una pasión dominante de criticarlo todo con razón o sin ella; somos sumamente celosos de la opinión buena o mala que puedan formar nuestros conciudadanos de nuestro carácter; y en medio de los disgustos a que nos condena la dura obligación que nos hemos impuesto, cuyos peligros arrostramos sin restricción, el mayor pesar que podemos sentir es el de haber de lastimar a nadie con nuestras críticas y sátiras; ni buscamos ni evitamos la polémica; pero siempre evitaremos cuidadosamente, como hasta aquí lo hicimos, toda cuestión personal, toda alusión impropia del decoro del escritor público y del respeto debido a los demás hombres, toda invasión en la vida privada, todo cuanto no tenga relación con el interés general. Júzguennos ahora nuestros lectores, y zumben en buena hora en derredor nuestro los tiros emponzoñados de los que son en realidad más malignos que nosotros». (Mariano José de LarraDe la sátira y de los satíricos, 2 de marzo de 1836)

domingo, 28 de julio de 2019

Una explicación materialista-histórica sobre el rol de las innovaciones tecnológicas en la historia...


«Por grande que fuera este progreso, por más sutil, por más flexible, por más vigoroso que se mostrara este instrumento del espíritu humano en el sometimiento irresistible de la naturaleza, los resortes e impulsos de este progreso se encontraban siempre en las luchas económicas de clases, en «los conflictos existentes entre las fuerzas productivas de la sociedad y las relaciones de producción», y la sociedad sólo se ha planteado siempre objetivos que podía alcanzar y, más exactamente, se encuentra siempre, como lo expone Marx, que el objetivo mismo sólo surge allí donde ya se hallan presentes, o por lo menos están en vías de realización, las condiciones materiales para su realización.

Esta conexión se percibe fácilmente cuando se examinan en su origen los grandes descubrimientos e invenciones, que según la concepción ideológica tanto del idealismo histórico como del materialismo científico-natural provienen del espíritu creador del hombre como Atenea de la cabeza de Zeus, y que habrían provocado de ese modo los mayores cambios económicos. Véase la obra de Engels «El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado» (1884).

Cada uno de estos descubrimientos e invenciones ostenta una larga prehistoria [2]. 

Escribe Morgan: 

«El alfabeto fonético fue, como otros grandes inventos, el resultado final de muchos esfuerzos consecutivos». (Lewis Henry Morgan; La sociedad primitiva, 1877)

Véase también Marx:

«Una historia crítica de la tecnología demostraría en qué escasa medida cualquier invento del siglo XVIII se debe a un solo individuo». (Karl Marx; El Capital, 1867)

¿Cómo sabéis que la economía constituye la base del desarrollo histórico, y no más bien la filosofía?


«¿Cómo sabéis que la economía constituye la base del desarrollo histórico, y no más bien la filosofía? Pues lo sabemos simplemente por esto, que los hombres tienen que comer, beber, construir sus viviendas y vestirse, antes de estar en condiciones de pensar y de hacer poesía, que el hombre sólo logra tener conciencia a través de la convivencia social con otros hombres, y que por consiguiente su conciencia se halla determinada por su existencia social, y, no a la inversa, su existencia social por su conciencia. Precisamente la hipótesis de que los hombres sólo comen, beben, construyen sus viviendas porque piensan, esto es, que llegan a la economía a través de la filosofía, constituye el supuesto «arbitrario» más tangible y, por consiguiente, es precisamente el idealismo histórico el que conduce a las «construcciones históricas» más asombrosas. (...) El hombre sólo puede lograr la conciencia, pensar y actuar conscientemente, dentro de la comunidad social; el lazo social, del cual él es un eslabón, despierta y guía a sus fuerzas espirituales. Pero la base de toda comunidad social es el modo de producción de la vida material, y es éste quien determina así, en última instancia, el proceso espiritual de la vida en sus múltiples manifestaciones. El materialismo no niega las fuerzas espirituales, antes bien, las examina hasta llegar a sus fundamentos, para lograr la claridad necesaria sobre el origen del poder que tienen las ideas. Ciertamente, los hombres construyen su historia; pero cómo lo hacen depende en cada caso de la claridad o confusión que existe en sus mentes acerca de la conexión material de las cosas. Pues las ideas no surgen de la nada, sino que son producto del proceso social de producción, y cuanto mayor es la exactitud con la que una idea refleja este proceso, tanto mayor es el poder que adquiere. El espíritu humano no está por encima, sino en el desarrollo histórico de la sociedad humana; surgió de la producción material, en ella y con ella». (Franz Mehring; Sobre el materialismo histórico y otros escritos filosóficos, 1893)

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viernes, 26 de julio de 2019

Espronceda, su tiempo, su vida, y su obra; F. Gavinet, 1950


«Cuando a los 33 años, en 1842, murió José de Espronceda, había jugado un papel histórico de significación tan acusada que, a pesar de su temprana muerte, y de la obra que de su singular genio cabía esperar, sería inadecuado calificar tan poderoso cerebro y tan noble corazón como malogrados.

La velocidad y la eficacia de su trabajo con «la pluma, la lengua y la espada» fue tal que su relativamente fugaz vida dejó, más que una estela de luz brillante, un surco profundo en la costra que cubría la sociedad española de su tiempo y que aún hoy estamos arrancando; y tan circunstancialmente certeros y tan agudamente inteligentes fueron sus golpes que suenan todavía con la misma arrebatada furia española con que fueron lanzados.

jueves, 25 de julio de 2019

¿Desconoce el materialismo las fuerzas ideales del desarrollo? ¿Convierte a la humanidad en sus análisis en un juguete a merced de un desarrollo mecánico?


«Echemos otra ojeada a las demás objeciones o reproches que se le han hecho al materialismo histórico: que desconoce las fuerzas ideales, que convierte a la humanidad en un juguete a merced de un desarrollo mecánico, que condena todas las normas éticas. 

El materialismo histórico no es un sistema cerrado, coronado por una verdad definitiva; es el método científico para la investigación del proceso de desarrollo de la humanidad. Parte del hecho incontrovertible de que los hombres no sólo viven en la naturaleza, sino también en sociedad. Los hombres aislados no han existido nunca; cualquier persona que por azar llega a vivir alejada de la sociedad humana, rápidamente se atrofia y muere. Pero de ese modo, el materialismo histórico reconoce ya en toda su amplitud todos los poderes ideales. 

«De todo lo que sucede [en la naturaleza], nada sucede como un fin conscientemente querido. Por el contrario, en la historia de la sociedad encontramos a los hombres dotados de conciencia, que actúan reflexivamente o movidos por la pasión, que aspiran a determinados fines; nada sucede sin un propósito consciente, sin un fin querido. La pasión o la reflexión determinan a la voluntad. Pero las palancas que a su vez determinan de modo inmediato la pasión o la reflexión, son de muy diversa especie. En parte, pueden ser objetos exteriores, en parte, móviles ideales, la ambición, «la pasión por la verdad y la justicia”, el odio personal, o meros caprichos individuales de todo tipo». (Friedrich Engels; Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, 1886)

Este es el punto esencial de diferencia entre la historia de la evolución de la naturaleza, por una parte, y de la sociedad, por la otra. Pero, aparentemente, el sinnúmero de confluencias de acciones y de voluntades singulares en la historia, sólo conducen al mismo resultado que los agentes ciegos, desprovistos de conciencia, de la naturaleza: en la superficie de la historia reina aparentemente el azar, lo mismo que en la superficie de la naturaleza. 

«Sólo rara vez sucede lo querido, en la mayor parte de los casos se entrecruzan y se oponen los múltiples fines perseguidos, o bien estos fines mismos son irrealizables desde un principio, o insuficientes los medios». (Friedrich Engels; Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, 1886) 

miércoles, 24 de julio de 2019

Carta al camarada Bill-Bielotserkovski –sobre literatura–; Stalin, 1929


«Camarada Bielotserkovski.

Escribo con mucho retraso. Pero más vale tarde que nunca.

1.º Estimo que el hecho mismo de plantear la cuestión de una «derecha» y de una «izquierda» en la literatura y por consecuencia también en el teatro es un error. La noción de «derecha» o de «izquierda» es, actualmente, en nuestro país una noción de Partido, más exactamente una noción concerniente a la vida interior del Partido. Los hombres de «derecha» o de «izquierda» son los que se apartan, en un sentido o en otro, de la línea exacta del Partido. Sería, pues, extraño aplicar estas nociones a un dominio exterior al Partido e infinitamente más amplio, como la literatura, el teatro, etc. Estas nociones pueden ser bien aplicadas, en la literatura, a tal o cual círculo del Partido –compuesto de comunistas. En el seno de un círculo de esta clase puede haber hombres de «derecha» y de «izquierda». Pero aplicar estas nociones en la literatura, en la etapa actual de su desarrollo, cuando existen corrientes de todas clases, hasta corrientes antisoviéticas y abiertamente contrarrevolucionarias, significa esto poner patas arriba todas las nociones. Lo más justo sería operar en literatura con nociones de clase, o incluso con nociones de «soviético», «revolucionario», «antirrevolucionario», etc.

2.º De lo que precede se deriva que no puedo considerar el «golovanovismo» [1] como un peligro de «derecha» o de «izquierda». Se encuentra fuera de las corrientes del Partido. El «golovanovismo» es un fenómeno de orden antisoviético. De esto no resulta, evidentemente, que el propio Golovanov no pueda corregirse y desembarazarse de sus errores, que sea necesario perseguirle y cuando incluso está dispuesto a renunciar a sus errores, que haga falta así obligarle a pasar la frontera.

Tomemos otro ejemplo: La huida, de Bulgakov, pieza que no puede ser considerada como una manifestación de un peligro de «derecha» o de «izquierda». La huida es una tentativa de provocar piedad, si no simpatía, hacia algunas capas de la emigración antisoviética. Por consecuencia es una tentativa de justificar, en totalidad o en parte, la causa de los guardias blancos. Tal como es La huida constituye un fenómeno antisoviético.

Sin embargo yo no tendría nada que decir contra la representación de La huida si Bulgakov añadiera a sus ocho sueños uno o dos sueños más, en donde presentara los móviles sociales internos de la guerra civil en la URSS a fin de que los espectadores pudieran comprender que todos esos serafines y todos esos rectores, «honrados», a su manera, no han sido barridos fuera de Rusia por un capricho de los bolcheviques, sino porque vivían sobre las espaldas del pueblo a pesar de su «honradez», y que los bolcheviques, al echar a estos partidarios «honrados» de la explotación, realizaban la voluntad de los obreros y de los campesinos, actuando por consecuencia de una manera perfectamente justa.

martes, 23 de julio de 2019

El PCE (m-l) y su progresivo cambio en las alianzas; Equipo de Bitácora (M-L), 2019

Propaganda de la coalición electoral PCE (m-l)/PCPE en 1989

«En la Internacional Comunista se comentaba sobre las tácticas de frente:

«1. Las tácticas del frente único desde abajo son necesarias siempre y en todas partes, con la posible excepción de raros momentos durante las luchas decisivas cuando los obreros comunistas revolucionarios se verán obligados a volver sus armas incluso contra grupos del proletariado que, por una conciencia de clase deficiente, están del lado del enemigo. 2. Unidad desde abajo y, al mismo tiempo, negociaciones con líderes. Este método debe emplearse con frecuencia en países donde la socialdemocracia sigue siendo una fuerza importante. Se entiende que en tales casos los partidos comunistas mantienen su independencia completa y absoluta, y conservan su carácter comunista en cada etapa de las negociaciones y en todas las circunstancias. 3. Frente único solo desde arriba. Este método es rechazado categóricamente por la Internacional Comunista. Las tácticas del frente único desde abajo son las más importantes, es decir, un frente único bajo el liderazgo del partido comunista que cubre a los obreros comunistas, socialdemócratas y no partidistas». (Internacional Comunista; Extractos de las Tesis sobre tácticas adoptadas por el Vº Congreso de la Internacional Comunista, 1924)


En la actualidad todos los revisionistas no solo no han comprendido estos axiomas, sino que se esfuerzan por obscurecer lo que es harto claro.

En el IIº Congreso del PCE (m-l) de 1977 se decía con toda justeza sobre el revisionismo:

«Es preciso hoy tener la máxima claridad sobre la cuestión del revisionismo y combatir todas sus manifestaciones. Revisionismo no es solamente renegar de los principios del marxismo, renunciar a la dictadura del proletariado y a la revolución violenta, revisionismo es también predicar la unidad con los revisionistas descarados, revisionismo es también no tener una práctica consecuentemente revolucionaria, por muchas frases marxista-leninistas que se pronuncien y por muchas poses revolucionarias que se quieran tomar». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977)

Elena Ódena siempre fue clara en que las alianzas del partido debían de ser con los elementos de base que eran combatientes y revolucionarios, criticando a la vez la actitud oportunista de los cabecillas:

«Nuestra política, pues, es la desenmascarar y aislar firmemente a los cabecillas oportunistas de los distintos grupos, manteniendo una clara línea de demarcación en todas las cuestiones de principios, y la de acercarnos y discutir camaraderilmente con los elementos honrados de su base». (Elena Ódena; Unidad con todos los revolucionarios y lucha contra los oportunistas, 1973)

Buscando la unidad principalmente con su base con el objetivo de lograr propósitos conjuntos en intereses de los trabajadores, y atraer así a los elementos rescatables:

«La lucha entre el marxismo-leninismo y el revisionismo es una manifestación más de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. Por consiguiente, los marxista-leninistas debemos rechazar toda unidad y colaboración con los cabecillas revisionistas –a los que no hay que confundir con los elementos honrados que aún quedan en su base–, y por el contrario debemos combatirlos más y más». (Documentos del Iº Congreso del PCE (m-l), 1973)

Por encima de todo se resaltaba que en las alianzas no se perdiese la autonomía del partido:

«Nosotros tenemos ahora clarísimo que el Partido no tiene que ocultar su condición de tal, ni el miembro del Partido su condición de tal, en ningún caso, absolutamente en ninguno. Ir con la política del Partido por delante no quiere decir que debemos apabullar con todos los planteamientos del Partido, sino ir con nuestras propias posiciones de clase, porque en decir que somos del Partido ya hay una posición de clase, porque el Partido no ha renegado de la lucha de clases ni mucho menos; tampoco tenemos que ir con una etiqueta. Somos el Partido de la clase obrera y luchamos por la revolución socialista, estamos en contra de la colaboración de clases, pero ahora planteamos éste y éste términos concretos. Esto es ir con la política del Partido por delante y no ocultarlo». (Elena Ódena; Sobre la táctica unitaria del partido; Intervención en el IIº Pleno del Comité Central, elegido en el IVº Congreso del PCE (marxista-leninista), 1985)

El propio Raúl Marco antes de convertirse en un abierto y repugnante renegado, en su artículo: «¿Es posible la «unidad de acción» con los dirigentes revisionistas?» comentaba en referencia indirecta a las declaraciones de algunos líderes del Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista (PCA/M-L) lo siguiente:

jueves, 18 de julio de 2019

Conversación con un reciente ex militante de RC de Llíria, sobre los últimos fenómenos de la organización; Equipo de Bitácora (M-L), 2019

Siempre es interesante conocer y exponer al público cómo actúan en privado las organizaciones revisionistas a todos los niveles: nacional, regional y local, y en este caso la carta es sumamente interesante por ciertos detalles particulares sobre la forma de proceder de su antigua dirección. Como ya advertimos, por el propio carácter ecléctico de este tipo de organizaciones, el fraccionalismo y la escisión son fenómenos asegurados, nuestra crítica muestra al público su podredumbre interna y agudiza lo que ya es un hecho. 


[Primera nota: Por supuesto, el «Equipo de Bitácora (M-L)» no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus entrevistados ni por las cartas en cuestión, sino únicamente por sus propias palabras, que siempre estarán basadas en una crítica ideológica y nunca personal. A nosotros nos es indiferente la persona de Roberto Vaquero, pero no haremos prisioneros con el aspirante a político demagogo. Para tal fin, analizaremos los propios documentos de RC. Pero, como es normal, hay temas que no podemos abordar sin recurrir a quienes sí estuvieron presentes en los eventos que, aquellos que somos externos a la organización, no pudimos presenciar. Para suplir esta carencia, y tal y como hemos dicho anteriormente, nos valdremos de las cartas y testimonios de exmilitantes.]

[Segunda nota: Como varios de los temas que vamos a comentar ya fueron abordados en otros documentos, este documento contará con varios anexos para que el lector vaya directamente a los temas referidos y no interrumpir la fluidez de la entrevista.]

«Entrevistado: Antes de nada, quiero dejar plena constancia de que la aceptación de esta entrevista y la respuesta a ésta tienen un único fin: denunciar lo que yo considero son los aspectos más evidentes de la podredumbre ideológica de la dirección, que no la base, de la organización Reconstrucción Comunista (RC), que, en términos marxistas, refleja el revisionismo imperante de su cúpula política.

Equipo de Bitácora: No hemos dejado de ver públicamente las diversas deserciones y denuncias de ex militantes hacia lo que había sido su referencia. Pero lo primero que querríamos anotar, es que es todo un gusto poder contar con un nuevo testimonio de otro ex militante de RC, sobre todo teniendo en cuenta la presión a la que se os somete a quienes deciden abandonar dicha organización. ¿Podrías contarnos brevemente cuales fueron las razones para empezar a militar allí?

Entrevistado: A los 19 años estuve militando seis meses en la UJCE –juventudes del Partido Comunista de España (PCE)–, pasando con aquella nefasta experiencia que chirriaba con lo que leía en Lenin, Stalin, etc. Había oído hablar algo sobre RC, y pese a que me habían llegado algunas cosas negativas sobre la organización, lo tomé como habladurías. Los vi en algunas manifestaciones y me pareció una organización seria que cumplía, al menos aparentemente, con lo que yo estaba comprendiendo que debía ser una organización comunista: disciplina, seriedad, belicosidad. Cuando hablo de la aparente seriedad de la organización en comparación con otras organizaciones, me refiero por ejemplo –entre otras cosas– al hecho de ver un bloque del PCE o sus juventudes en alguna manifestación y contemplar el espectáculo de ver gente con la bandera de la hoz y el martillo bailando, bebiendo alcohol, fumando y riendo como si una reivindicación fuera una juerga, y, por el contrario, ver en RC una puesta en escena que transmite la formalidad que la situación exige. Una formalidad que se va al garete cuando conoces la funcionalidad interna de la organización, la que realmente se lleva a cabo de puertas hacia dentro.

Equipo de Bitácora (M-L): ¿Cuáles fueron entonces las razones de tu salida? 

Entrevistado: La lectura, hará año y medio, del documento de Bitácora (M-L) llamado: «Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista» de 2017, sumado a la casi inmediata corroboración de muchos de los juicios-críticas que en la antología se exponen, entre los que se incluyen por supuesto el tema del plagio. Es gracioso que RC pese a haber calumniado a Bitácora o ningunearlos, recurren sistemáticamente al hurto descarado de vuestros trabajos teóricos para suplir el «estudio», vamos, al menos cuando no encuentran un refrito de tal o cual tema político en internet [1].

Desde entonces yo tendría una vertiginosa caída moral de la que tuvieron constancia los responsables políticos y significó un deterioro para mi actividad. La ambivalencia entre ser un estorbo y empujar hacia adelante a pesar de las convicciones mermadas se agudizó tras las últimas salidas de miembros –dejando críticas importantes– a principios de 2019, por lo que finalmente mis camaradas de  Llíria y yo abandonamos definitivamente la organización.

Añado que, como se prohibieron recoger críticas por escrito, así suelen negar que haya críticas de la gente que se marcha. Incluso han llegado a negar que se hayan marchado, si la cosa se pone fea –básicamente que se haga pública la salida de militantes– alegan que «han sido expulsados». Demencial.

Cabe decir que al momento de leer la antología contacté con mi responsable para pedirle explicaciones, a partir de ahora llamémosle don «F». Él me respondió que «Ya quedaríamos, que todo lo que pone ahí es falso o hay un 1% de verdad». Evidentemente nunca dio la cara, algo muy propio de él, en lugar de eso me envió a un camarada que al terminar de conversar constató que yo no sólo no estaba convencido, sino que también estaba totalmente desmoralizado.

Kohan «corrigiendo» los errores de Marx, Engels y Stalin; Equipo de Bitácora (M-L), 2018


«Nuestro Don Quijote en versión argentina y trotskizante no se contenta con recomendarnos autores como Lukács que manchan el nombre del marxismo, sino que directamente se atreve a hablar de los clásicos del marxismo y corregirlos. 

A Marx llegaría a tacharlo de desinformado y de poco menos que mercenario, ya que su artículo sobre Bolívar no le es de su agrado por su contenido, algo por otra parte normal para un trotskista simpatizante con el socialismo del siglo XXI donde la figura de Bolívar ocupa una parte central del pensamiento revisionista de esta corriente:

«Marx realiza una evaluación sumamente negativa de Bolívar. No comprende su papel de primer orden en la emancipación continental del colonialismo español ni su proyecto de construir una gran nación latinoamericana. (...) Resulta más que probable que las fuentes historiográficas –férreamente opositoras al líder independentista– que Marx encuentra en el Museo Británico y en consecuencia utiliza tiñan su sesgado análisis. (...) Para justificar la superficialidad o lo erróneo de esos juicios históricos de Marx se ha subrayado que su autor escribió esas líneas sobre Bolívar con extrema rapidez y únicamente con el fin de ganarse el pan». (Néstor Kohan; Del Bolívar de Karl Marx al marxismo bolivariano del siglo XXI; Simón Bolívar y nuestra independencia. Una lectura latinoamericana, 2013)

Está claro que a los trotskistas les gusta enormemente el chisme y la manipulación histórica tanto o más que a las polillas la luz, no pueden resistirse a ello, forma parte de su naturaleza ya que ante el horror que le supone la evidencia histórica tienden a fantasear para poder cuadrar su locura a través de todo tipo de especulaciones, ya que de otra forma su mundo idealista se les vendría abajo.

Pero lejos de lo que dice Kohan, Marx fue muy claro sobre su escrito «Bolívar y Ponte» de 1858, en una carta personal a Engels, reconoce que se ha alejado del tono para una enciclopedia como era el fin de su artículo, pero que no se arrepiente para nada de calificar a Bolívar como hizo allí, es más se mofa de él y le critica nuevamente para desgracia de todos esos bolivarianos marxistas de la actualidad que especulaban si el escrito fue un «error no meditado» o «un escrito forzado por las circunstancias económicas»:

«Charles Dana [coeditor de The New American Cyclopaedia] me pone reparos a causa de un artículo más largo sobre «Bolívar», porque estaría escrito en un partisan style [tono parcial, prejuiciado], y exige mis authorities [autoridades, fuentes] Estas se las puedo proporcionar, naturalmente, aunque la exigencia es extraña. En lo que toca al partisanstyle, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico. Hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque». (Carta de Karl Marx a Friedrich Engels, 14 de febrero de 1858)

El seguidismo, formalismo y doctrinarismo hacia mitos: Vietnam; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«La propia Elena Ódena, fustigando al doctrinarismo y su fenómeno dentro del movimiento marxista-leninista, decía:

«No nos cansaremos de repetir que la esencia misma del marxismo-leninismo es la aplicación concreta de nuestros principios y nuestra teoría a las situaciones concretas y a las condiciones específicas de cada lugar, con el fin de trazar una táctica y unas tareas prácticas en cada momento y coyuntura. Sólo así pueden los partidos marxista-leninistas, sobre la base del conocimiento concreto de la realidad específica de cada lugar, organizar a la clase obrera y a las masas populares en torno a la política y a las tareas revolucionarias que el partido ha de marcar en cada momento. (...) El fenómeno del doctrinarismo y el dogmatismo, es decir, de las tendencias a limitarse a enunciar y repetir o parafrasear toda una serie de fórmulas y principios generales sin dar una aplicación concreta en los distintos terrenos, si bien fueron ya combatidas y denunciadas en el pasado, tanto por Marx y Engels como por Lenin y Stalin, entre otros, se manifiestan hoy de uno u otro modo y con importancia desigual y en grado y formas distintas, en el movimiento comunista marxista-leninista. (...) Así, por ejemplo, una actitud doctrinaria y dogmática ante la lucha contra el revisionismo y en defensa de los principios, en abstracto, sólo en términos generales, impide a los marxista-leninistas abordar aspectos concretos en los distintos planos: en el organizativo, en el político, etc., y en el de los problemas concretos que tienen planteados la clase obrera y el pueblo trabajador». (Elena Ódena; Fortalecer en la práctica el marxismo-leninismo, exige acabar con el doctrinarismo y el dogmatismo, 1979)

En realidad el PCE (m-l) de aquella época no pudo escapar a estos esquemas, a esta enfermedad que tan bien describía Ódena. En el artículo «Marxismo-leninismo y revisionismo», se decía con total seguridad:

«¿Qué dicen los revisionistas acerca del Partido del Trabajo de Vietnam, que se mantiene fiel a los principios, con Ho a la cabeza? ¿Qué del coreano? Lo mismo ocurre con el Partido Comunista de Indonesia». (Vanguardia Obrera; Nº9 de 1966)

¿Cuál es la razón para que el PCE (m-l) dijese tales necedades? Por supuesto, hay que contar con que durante los años 60 ninguna de estas corrientes estaba desenmascarada como ahora. Varias nuevas agrupaciones que pretendían reagruparse frente a la traición revisionista caerían en severos errores ideológicos, esto fue debido: a) al seguidismo de lo formalmente aceptado por otros partidos; b) la falta de formación política como para desarrollar propios análisis; c) al hecho de dejarse deslumbrar precipitadamente por nuevos modelos para oponerse al jruschovismo. Estos errores dañarían el desarrollo revolucionario de los partidos, ya que tardarían años en desprenderse de su influencia, y en según que casos llegarían a influir seriamente en su médula espinal. Hablamos desde mitos de corta duración como la ilusión y el seguidismo de algunos revolucionarios marxista-leninistas hacia la Cuba castrista y guevarista, hasta que prontamente dicha revolución fue analizada, con lo que dicho mito solamente lograría consolidarse entre la militancia de corte revisionista como los tercermundistas y las bandas terroristas. Todo esto se puede constatar en la evolución de los escritos de  «Vanguardia Obrera» hacia Cuba, con un tono crítico que evoluciona rápidamente hasta la condena más absoluta. 

Pero también hablamos de mitos de larga duración como fue el caso del maoísmo, donde hubo un silencio cuando no una directa reproducción de sus aberrantes patrones, creándose una bola de nieve que para derribarla en años posteriores requeriría de un colosal esfuerzo por parte de los marxistas-leninistas.  

En la postura inicial favorable del PCE (m-l) sobre el juche coreano, creemos que influyó la propia postura del Partido del Trabajo de Albania (PTA), la cual que fue muy timorata hasta la condena final del régimen revisionista coreano en los 70. En la postura inicial favorable del PCE (m-l) sobre el juche coreano, creemos que influyó la propia postura del Partido del Trabajo de Albania (PTA), la cual que fue muy timorata hasta la condena final del régimen revisionista coreano en los 70. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y la cuestión albanesa».

Eso no le exonera de responsabilidades al PCE (m-l), sino que habla una vez más de su excesiva dependencia hacia el PTA en sus primeros años. No hemos visto pronunciación ni a favor ni en contra del régimen coreano durante mediados de los 70 en los «Vanguardia Obrera», o al menos nada muy extenso, pero es cabal pensar que el régimen ya no contase con las simpatías del partido, sobre todo tras la ruptura con el maoísmo. Para comprender la esencia del revisionismo coreano véase nuestro documento: «El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche» de 2015.

Sobre el Partido Comunista de Indonesia (PCI) el desconocimiento del PCE (m-l) es también absoluto. El PCI no solo había comulgado con desviaciones jruschovistas y luego maoístas, sino que ya en época de Stalin, pese a su enorme crecimiento en cuanto a militancia, lo cierto es que reinó una lucha fraccional que hizo imposible su consolidación ideológica. Véase nuestras anotaciones en el documento de Enver Hoxha: «El golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de el los comunistas» de 1966.

miércoles, 17 de julio de 2019

Lo que algunos «marxistas» olvidan del parlamentarismo y la revolución


«¿Y quiénes eligen el Parlamento? ¿Quiénes lo forman? La elección, ya sea por medio de un sistema restrictivo, ya por otro más amplio o por el sufragio universal, la verifican siempre los privilegiados. Como la libertad política, única que hoy cabe tener, no lleva aparejada la libertad económica, el obrero, libre politicamente para votar a quien le parezca, no lo es por la esclavitud que le impone el taller o la fábrica. La prueba de que aun con el sufragio universal las elecciones son hechas por los burgueses nos la suministran los países en que impera este sistema de elección tales como el nuestro, Francia, Suiza, Alemania y los Estados Unidos. Nosotros defendemos el sufragio universal por ser un excelente medio de agitación y propaganda para nuestras ideas; pero le negamos la virtud de poder por sí mismo emancipar a la clase proletaria. (...) Los trabajadores no deben olvidar nunca que su acción revolucionaria tiene por fin supremo arrebatar a la clase capitalista, con los instrumentos de trabajo, su propia existencia. Así como para que un hombre no sea esclavo de otro es de otro punto necesario transformar los medios de producción en propiedad común, en propiedad de todos, al revés precisamente de lo que acontece hoy, que son propiedad de algunos individuos o colectividades, así también para efectuar esa transformación, para obligar a la clase capitalista a que devuelva a la sociedad los instrumentos de trabajo que detenta, es imprescindible que la clase trabajadora, que todos los proletarios perfectamente organizados y dispuestos a liberarse del yugo que por tanto y tanto tiempo han venido sufriendo, se apoderen del poder político; esto es, lo arranquen de las manos de la burguesía y se hagan dueños de él. (...) La clase burguesa, por debilitada que se encuentre cuando el proletariado se halle en situación de abrir las puertas de la vida al nuevo organismo social, no renunciará de buen grado, no se desposeerá voluntariamente de sus preeminencias y monopolios. Sólo ante la fuerza se someterá, y sólo obligada por ella restituirá a los despojados lo que a éstos pertenece por todos conceptos. Es cierto que aspiramos a llevar representantes de nuestras ideas al municipio, a la diputación y al parlamento, pero jamás hemos creído, ni creemos que desde allí pueda destruirse el orden burgués y establecer el orden social que nosotros defendemos. ¿Cómo habíamos de caer en tal error, si precisamente el parlamentarismo es la institución por la cual la burguesía ha asegurado mejor su poderío y obtiene de los gobernantes lo que más conviene a sus intereses? No; no incurriremos en la candidez de creer que nuestras ideas puedan tener mayoría en los Parlamentos, en las Diputaciones ni en los Municipios; por el contrario, entendemos que será relativamente fácil hacer franquear las puertas de esos baluartes burgueses a algunos representantes de nuestras ideas, y al conseguirlo, no esperamos de sus esfuerzos ni de sus trabajos que hagan cambiar el rumbo de la nave burguesa, es decir, paralizar la explotación que ésta ejerce sobre la clase obrera. Si nosotros queremos que vayan a aquellos sitios diputados o concejales socialistas es porque allí, merced a sus proposiciones o sus proyectos de ley, además de poder arrancar alguna mejora para los trabajadores, hará que se manifieste el antagonismo de clase; que los Gobiernos burgueses se revelen tal cual son, guardadores y nada más que guardadores de los intereses capitalistas; que los distintos partidos de la burguesía, monárquicos y republicanos, no obstante sus diferencias políticas, se muestran unidos en contra de las reclamaciones obreras; que se vea, en fin, que mientras se hacen en tres días o una semana leyes provechosas a los intereses de la clase expoliadora, no se elabora ninguna o se elabora de mala gana e incompleta, al cabo de muchos años, alguna favorable a los proletarios. Queremos, sobre todo, enviar representantes socialistas al Parlamento, las Diputaciones y el Municipio para que se valgan de esas tribunas y agiten desde ellas, convirtiéndolas en foco de propaganda de nuestra doctrina, a la inmensa masa desheredada, con lo cual, si no conseguimos que el Parlamento burgués, obrando contra sus intereses, acepte nuestras ideas, lograremos que la clase trabajadora adquiera conciencia de sus intereses. Al mostrarnos, pues, partidarios de que vayan representantes socialistas al Parlamento o a los cuerpos administrativos, no entra en nuestros cálculos sacar de ellos la transformación de los instrumentos de trabajo en propiedad común; lo que intentamos con eso es contribuir desde allí a la formación del Ejército Revolucionario. (...) Y formado que sea ese ejército, preparadas que se hallen las huestes obreras, cualquier conflicto de los que necesariamente ha de producir el orden burgués: una guerra, una crisis económica, puede ponernos, en el caso de intentar la conquista del poder político, conquista que según se desprende de lo dicho al principio de estas líneas, solo podrá alcanzarse revolucionariamente, y nada más que revolucionariamente. Por tanto, el Partido Socialista Obrero no ha entendido ni entiende que el ir al Parlamento sea para conquistar el Poder político ni que esta conquista pueda ser pacífica». (Pablo Iglesías Posse; El programa socialista, 1886)

lunes, 15 de julio de 2019

Mehring analizando el atraso que supuso para la filosofía alemana Schopenhauer y Nietzsche


«Schopenhauer condenó a Hegel por «charlatán», y ante todo, condenó también a la filosofía de la historia de Hegel. En la historia de la humanidad no veía un proceso de desarrollo ascendente, sino apenas una historia de individuos; el pequeño burgués alemán, del cual era el profeta, es el hombre tal como ha sido desde un comienzo y tal como lo será en todo tiempo futuro. La filosofía de Schopenhauer culminaba en la idea de que en todos los tiempos «ha sido, es, y será lo mismo». Así, escribe: «La historia muestra lo mismo en cada una de sus páginas, sólo que bajo formas distintas: los capítulos de la historia de los pueblos sólo se diferencian, en el fondo, en los nombres y las fechas; el contenido verdaderamente esencial es en todas partes lo mismo. La materia de la historia es lo singular en su singularidad y contingencia, aquello que es siempre y que luego ya no es nunca más, el entrelazamiento de un mundo humano que se mueve como una nube al viento, que a menudo se transforma por completo por la contingencia más insignificante»

En su concepción de la historia el idealismo filosófico de Schopenhauer está así muy próximo al materialismo científico-natural. En realidad, ambos son los polos opuestos de la misma limitación. Y cuando refiriéndose a los materialistas científico-naturales exclamaba, furioso: «A estos señores de las marmitas hay que enseñarles que la mera química capacita para ser farmacéutico, pero no filósofo», habría que haberle mostrado a él que el mero filosofar capacita para la mojigatería, pero no para la investigación histórica. (...) 

Desde los días de El Manifiesto Comunista y de la revolución de 1848, la filosofía no ha influido ni lejanamente sobre el desarrollo histórico de la nación alemana, a no ser como quinta rueda en el carro de la reacción. Dejamos de lado nuevamente los funcionarios del estado y los profesores de filosofía a sueldo, que naturalmente deben cumplir con su función, a saber la de ensalzar a las clases dominantes. Pero también aquellos filósofos, a los que no se les puede negar, a su manera, haber pensado por sí mismos, no han hecho más que correr echando pestes detrás del carro rodante de la historia. Piénsese solamente en Schopenhauer, en Eduard von Hartmann, en Nietzsche. Se puede convenir gustosamente en que Schopenhauer fue un hombre agudo, y que Nietzsche fue algo poeta, pero, ¿qué posición adoptaron frente a los grandes problemas que sacudían a su tiempo? Schopenhauer se desataba en improperios contra la revolución de 1848 con toda la estrechez del pequeño burgués decadente, Hartmann ponderaba la ley contra los socialistas, y Nietzsche condenaba el socialismo con las gastadas consignas de la explotación capitalista, congiros apenas ya usados, siquiera por el viajante de comercio en la mesa de los parroquianos.

No es posible concebir una prueba más concluyente del hecho de que todo ha acabado para «la filosofía tal como se dio hasta nuestros días». Su gloria, para hablar con Marx, consistió en haber sido el fruto de su tiempo y de su pueblo, «cuya savia más intangible, costosa y sutil se agita en las ideas filosóficas»; o también puede decirse de ella lo que Lassalle afirmara cierta vez en los parlamentos de la gran revolución francesa, que ésta se colocó siempre a la máxima altura teórica de su tiempo, que en su época no podía rastrearse ningún pensamiento que no hubiera movido su pulso.

Esto es tan válido para el holandés Spinoza como para los ingleses Hobbes y Locke y Hume, para los franceses Holbach y Helvétius, como para los alemanes Kant, Fichte y Hegel. Compárese con ellos la postura de Schopenhauer, Hartmann y Nietzsche frente a todo aquello que agitó al mundo alemán en la segunda mitad del siglo XIX.   

Claro está que dentro de las clases burguesas se levantó contra la filosofía una oposición más o menos vigorosa. Sin embargo, tampoco ésta pudo aducir nada mejor que la fuga hacia el pasado. Antes se dijo: ¡Retornemos a Kant!, y después que este grito se hubo extinguido poco más o menos, emerge la «restauración de la filosofía hegeliana», lo que posiblemente resulta más insensato aún. Cuando Friedrich Albert Lange propuso, en primer lugar, la vuelta a Kant, lo que buscaba era salir de la niebla de la filosofía conceptual romántica y retornar a un terreno seguro; ahora, después de haberse probado como ilusorio este terreno, la vuelta a la niebla pretende ser la única salvación». (Franz Mehring; Sobre el materialismo histórico y otros escritos filosóficos, 1893)

Apéndice 3

Prefacio de los editores alemanes a los Escritos Filosóficos de Mehring:

«De la mayor significación para el movimiento obrero alemán fue al firme oposición que Franz Mehring adoptó contra la filosofía irracionalista y reaccionaria de Shopenhauer y Nietzsche, caracterizando a Shopenhauer como filosofo de la burguesía atemorizada por la revolución de 1848, y a Nietzsche en cambio, como nuncio de la ilimitada voracidad del gran capital y de su moral de señores. Mehring puso de relieve con toda razón, el carácter ultrareacionario, antidemocrático, orientado en especial, contra el movimiento obrero socialista, de la filosofía de Nietzsche». (Franz Mehring; Sobre el materialismo histórico y otros escritos filosóficos, 1893)

Anotación de Bitácora (M-L): 

Véase los tres magnificos artículos de Mehring contra Nietzsche [aquí].

viernes, 12 de julio de 2019

El PCE (m-l) y su miedo a exponer al público las divergencias con otros partidos; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«Stalin ya dijo en 1925 contra el seguidismo:

«Habla usted de la línea del P.C. de Alemania. Indudablemente –me refiero a su línea política–, es acertada. Ello, propiamente, explica las relaciones íntimas, amistosas –y no sólo de camaradas– entre el P.C.(b) de Rusia, y el P.C. de Alemania, esas relaciones de las que usted mismo habla en su carta. Pero ¿significa esto que debamos ocultar ciertos errores en la labor política del P.C. de Alemania o del P.C.(b) de Rusia? Naturalmente que no. ¿Puede afirmarse que el C.C. del P.C. de Alemania o el C.C. del P.C.(b) de Rusia no cometen algún que otro error? ¿Puede afirmarse que la crítica de una parte de la actividad del C.C. del P.C. de Alemania –utilización insuficiente del asunto Barmat, la conocida votación de la minoría comunista en el parlamento de Prusia en el problema de la elección del presidente del parlamento, el problema de los impuestos relacionados con el plan Dawes, etc.– excluye la plena solidaridad con la línea general del C.C. del P.C. de Alemania? Claro que no. ¿Qué sería de nuestros Partidos si al encontramos nosotros en el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, supongamos, cerrásemos los ojos a los errores de nuestros Partidos, nos entusiasmásemos ensalzando nuestro «acuerdo completo» y nuestra «bonanza» y nos pusiéramos a decir amén en todas las cuestiones? Creo que semejantes partidos nunca llegarían a ser revolucionarios. Serían momias, pero no partidos revolucionarios. Me parece que algunos camaradas alemanes se sienten a veces inclinados a pedimos que demos nuestro asentimiento a todo lo que hace el Comité Central del P.C. de Alemania, estando por su parte siempre dispuestos a asentir a cuanto haga el Comité Central del C.C.(b) de Rusia. Yo me opongo enérgicamente a ese asentimiento mutuo. A juzgar por su carta, usted es de la misma opinión. Tanto mejor para el P.C. de Alemania». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Carta del Camarada Me-rt, 8 de noviembre de 1925)

Aunque parezca increíble, estas sencillas concepciones de las relaciones entre partidos no fueron adoptadas por casi ningún partido de aquel entonces. La cuestión tampoco mejoró mucho tras el desmoronamiento vital de la mayoría de partidos bajo la usurpación de los jruschovistas.

En el IIIº Congreso del PCE (m-l) de 1979 se decidió autocensurar al público el capítulo del informe: «Algunas cuestiones sobre el movimiento comunista internacional (marxista-leninista)», bajo la excusa de que «por razones obvias, de esta parte del informe, se publicaran solo extractos». ¡¿Qué razones obvias?! Más allá de que el público asistente pudiese escuchar el informe entero o no, dedicando escasas páginas a la versión final escrita, el PCE (m-l) privó a sus compañeros internacionales y a las generaciones venideras de un estudio concienzudo de los problemas internacionales de entonces. Eludiendo datos de cuestiones sensibles como cuestiones militares, domicilios, financiación y afiliación interna o próximas movilizaciones de peso, un partido no puede eludir en una exposición sus propios documentos, mucho menos cuando versan de luchas ideológicas. Como sabemos, las direcciones de todos los partidos oportunistas de la actualidad: PCE, PCOE, PCPE, PCE (r), RC, UP, IC, PTE y toda la sopa de letras revisionista se escudan en que «por cuestiones de seguridad» o por «cuestiones de la represión sufrida», prefieren o no pueden exponer sus documentos, ¡dando a entender que si los expusieran todos podríamos ver la gran calidad de sus escritos y análisis! Lo que no entienden es que un partido comunista como tal, no teme esconder sus posiciones políticas, económicas y culturales, y que uno que hace eso, no puede aspirar más que a ser un reducto marginal. No obstante, se ha de aclarar que entendemos que en determinadas circunstancias haya una limitación de la información en temas concretos de cara a coyunturas práctico-organizativas que por su sensibilidad deben tratarse con precaución para no delatarnos ante el enemigo. Pero como ya hemos expresado, esta limitación de la información debe de ser concreta y coyuntural, y nunca en materia político-ideológica, económica o programática.

Lamentablemente dentro del PCE (m-l) se cosechó la teoría de que las críticas entre partidos eran necesarias para reforzar los lazos ideológicos, pero que ellas debían resolver siempre de forma interna, ya que, toda disputa teórica podría ser aprovechada por el enemigo (sic):

«Vemos casos de clara desviación de los principios, de posiciones claras de oportunismo correcto y chovinismo que conducen, si no se rectifican, al pantano del revisionismo. ¿Pero qué debemos hacer? ¿Pasar en silencio debido a la «independencia» de cada partido y dejar continuar el proceso de degeneración? No, decimos y diremos claramente lo que pensamos, sin temores ridículos sobre las polémicas que nos hacen callar. Porque esta polémica sirve para aclarar ideas y conceptos, para corregir errores si no son tercos. (...) Por esto no podemos callarnos, ya que esto sería, además de cobardía, desprecio por los pueblos y los trabajadores de los países en cuestión y, al mismo tiempo, romper con la tradición leninista de polemizar, de censurar y no dar cuartel a aquellos que, consciente o inconscientemente, han desviado o distorsionado las leyes y los principios del marxismo. (...) Somos de la opinión, que mientras exista una posibilidad de corregir los errores, es por ello necesario y honorable, que la polémica deba desarrollarse a nivel interno y no público». (Raúl Marco; Sobre algunas cuestiones del Movimiento Internacional; Discurso pronunciado en un plenario ampliado del Comité Central, 3 de octubre de 1982)

jueves, 11 de julio de 2019

Como resuelve la burguesía el problema de la vivienda (I); Friedrich Engels, 1872


«En la parte consagrada a la solución proudhoniana del problema de la vivienda hemos mostrado cuán directamente interesada está la pequeña burguesía en esta cuestión. Pero la gran burguesía también está muy interesada en ella, aunque de una manera indirecta. Las ciencias naturales modernas han demostrado que los llamados «barrios insalubres», donde están hacinados los obreros, constituyen los focos de origen de las epidemias que invaden nuestras ciudades de cuando en cuando. El cólera, el tifus, la fiebre tifoidea, la viruela y otras enfermedades devastadoras esparcen sus gérmenes en el aire pestilente y en las aguas contaminadas de estos barrios obreros. Aquí no desaparecen casi nunca y se desarrollan en forma de grandes epidemias cada vez que las circunstancias les son propicias. Estas epidemias se extienden entonces a los otros barrios más aireados y más sanos en que habitan los señores capitalistas. La clase capitalista dominante no puede permitirse impunemente el placer de favorecer las enfermedades epidémicas en el seno de la clase obrera, pues sufriría ella misma las consecuencias, ya que el ángel exterminador es tan implacable con los capitalistas como con los obreros.

Desde el momento en que eso quedó científicamente establecido, los burgueses humanitarios se encendieron en noble emulación por ver quién se preocupaba más por la salud de sus obreros. Para acabar con los focos de epidemias, que no cesan de reanudarse, fundaron sociedades, publicaron libros, proyectaron planes, discutieron y promulgaron leyes. Se investigaron las condiciones de habitación de los obreros y se hicieron intentos para remediar los males más escandalosos. Principalmente en Inglaterra, donde había mayor número de ciudades importantes y donde, por tanto, los grandes burgueses corrían el mayor peligro, se desarrolló una poderosa actividad; fueron designadas comisiones gubernamentales para estudiar las condiciones sanitarias de las clases trabajadoras; sus informes, que, por su exactitud, amplitud e imparcialidad, superaban a todos los del continente, sirvieron de base a nuevas leyes más o menos radicales. Por imperfectas que estas leyes hayan sido, sobrepasaron infinitamente cuanto hasta ahora se hizo en el continente en este sentido. Y a pesar de esto, el régimen social capitalista sigue reproduciendo [345] las plagas que se trata de curar, con tal inevitabilidad que, incluso en Inglalerra, la curación apenas ha podido avanzar un solo paso.

Alemania necesitó, como de costumbre, un tiempo mucho mayor para que los focos de epidemias que existían en estado crónico adquirieran la agudeza necesaria para despertar a la gran burguesía somnolienta. Pero, quien anda despacio, llega lejos, y, por fin, se creó también entre nosotros toda una literatura burguesa sobre la sanidad pública y sobre la cuestión de la vivienda: un extracto insípido de los precursores extranjeros, sobre todo ingleses, al cual se dio la apariencia engañosa de una concepción más elevada con ayuda de frases sonoras y solemnes. A esta literatura pertenece el libro del Dr. Emil Sax: «Las condiciones de vivienda de las clases trabajadoras y su reforma», Viena, 1869 [19].

domingo, 7 de julio de 2019

El PCE (m-l) y su tardía desmaoización; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

Una caricatura del PCE (m-l) sobre el seguidismo del jefe la ORT hacia el maoísmo

«Una de las cuestiones donde más controvertidas es la desmaoización del Partido Comunista de España (marxista-leninista).

Es para nosotros un honor poder haber traído un documento histórico de notabilísima importancia como es el cuarto capítulo del «Esbozo de la Historia del Partido Comunista de España (marxista-leninista)» de 1985 titulado: «La lucha del PCE (m-) contra el «pensamiento Mao Zedong», la teoría de los tres mundos y el revisionismo chino». Documento dedicado a la recopilación documental de pruebas de la lucha del PCE (m-l) contra el maoísmo, en cuyos anexos añadimos gran cantidad de material del PCE (m-l) en su lucha contra dicha corriente, antes, durante y después de la polémica abierta. 

Como a estas alturas conocerá cualquiera que haya estudiado en alguna medida la obra teórica y sobre todo práctica de Mao Zedong, una de las características del revisionismo chino fue su eclecticismo teórico-práctico.

¿Cómo logró infiltrarse el revisionismo chino en el movimiento marxista-leninista?

1) Gracias a la no publicación de sus obras originales;

2) Debido al escaso conocimiento de las primeras obras de Mao fuera de China hasta los años cincuenta;

3) Debido a la reedición posterior de sus propios textos para hacerse pasar como marxistas;

4) Debido a la enorme cantidad de propaganda empleada por los maoístas por todo el globo.

Todos estos hechos ya fueron analizados en profundidad en nuestro documento: «Las luchas de los marxista-leninistas contra el maoísmo: el caballo de Troya del revisionismo durante los 60 y 70 en el movimiento marxista-leninista» de 2016; en él además se explica de forma extensa las diversas etapas del maoísmo desde 1935 a 1976.

El maoísmo tuvo influencia en los nuevos partidos marxista-leninistas que surgieron en los años sesenta, en un momento en que los revolucionarios decepcionados con el viraje revisionista que reinaba en el seno del movimiento obrero mundial, buscaban en donde apoyarse para desarrollar su lucha antirevisionista, y en esas circunstancias cayeron en la órbita de influencia de la demagogia del revisionismo chino, quién ora si ora no se posicionaba a favor o en contra del revisionismo soviético y yugoslavo, pero que gracias a su potente propaganda y su lenguaje pseudomarxista podía pasar a veces entre los revolucionarios como la corriente «verdaderamente marxista-leninista». Mucha de esta gente que buscaba escapar de los contornos de partidos sumisos a la traición de los jruschovistas, fueron los que fundaron nuevos partidos marxista-leninistas a mediados de los sesenta. No obstante muchos de ellos tampoco escapaban a la influencia del maoísmo y su mito como supuesta tendencia antirevisionista, con lo que las direcciones de estos partidos en mayor o menor medida aplicaban en lo sucesivo conceptos y métodos ajenos al marxismo-leninismo, lo que dificultaba notablemente su consolidación.

sábado, 6 de julio de 2019

¿Históricamente los reformistas no han contraído alianzas y han comprado el guion propagandístico de los grupos terroristas y viceversa?


«Es más, ¿históricamente los reformistas o su ala más a la «izquierda» no han contraído alianzas, tesis y han comprado parte del guión propagandístico de los grupos los terroristas y viceversa? ¿No han hecho esto siempre mutuamente para pescar entre un público ecléctico e inmaduro? ¿No hacían esto para hacer un frente común contra los verdaderos revolucionarios que no plantean ni lo uno ni lo otro? Ejemplos los hay a patadas señores.

No hace mucho, antes de adaptarse al «guión constitucional» y a la poltrona parlamentaria, los actuales líderes trotskistas de tipo reformista de Podemos cuando eran más «contestatarios» y «camaradas» de Hasél y sus ideas filoterroristas, Monedero o Iglesías podían ser vistos a menudo siguiendo los argumentos de la izquierda abertzale: justificando o relativizando la actividad terrorista de ETA, así como el de las demás bandas y figuras históricas del terrorismo. Para ello se utilizaban los sofismas de siempre como que el nivel de represión en Euskadi justificaba la violencia [terrorista] de ETA:

«Juan Carlos Monedero: Cuando uno piensa que en el País Vasco la represión ha tenido un espacio muy alto, uno puede a lo mejor empezar a entender la violencia de ETA». (Fort Apache; ETA: Cuando las pistolas hablaban de política, 2013)

O anunciando que lo que ETA perdía dejando la «guerra armada» no lo podría ganar sus sucesores en la actividad parlamentaria:

«Pablo Iglesias: Hay otra forma de entender la política entenderla como boxeo. Entender que la paz no es más que el resultado de una guerra. Así lo entendieron en ETA la política, e hicieron una guerra que apenas ha terminado. (...) Hoy cabría preguntarse si lo que ha perdido ETA EN su guerra contra el Estado lo podrá recuperar la izquierda abertzale ganando elecciones y poder institucional. Hay quienes pensamos que lo que se pierde en los campos de batalla no se gana en los parlamentos». (Fort Apache; ETA: Cuando las pistolas hablaban de política, 2013)

Estos argumentos siguen siendo utilizados por la izquierda abertzale simpatizante con ETA para justificar sus atentados, inclusive los dirigidos hacia objetivos civiles como Hipercor en 1987 como vimos en declaraciones de Hasél y otros especímenes que no han cejado en reproducir la propaganda filoetarra.

Por aquellos años Hasél y otros ensalzaban sus figuras, pintaban a sus programas y artículos de «medios alternativos» contra el sistema, estos artistas escribían canciones para ellos y lo promocionaban, porque dichos intelectuales eran considerados «aliados tácticos de la causa». En realidad de contracultural los Iglesias, Monedero o Errejón no tenía más que el ser el clásico posmodernismo con barniz radical de universidad que deslumbra a adolescentes como Hasél, una corriente y postura que como sabemos de contracultural tiene poco. 

viernes, 5 de julio de 2019

¿Qué deben hacer los comunistas ante una eventual república burguesa según Engels?


«No cabe duda de que el partido socialista es demasiado joven y, en virtud de la situación económica, es demasiado débil para confiar en una victoria inmediata del socialismo. En el país, la población agrícola supera en mucho a la urbana; en las ciudades, la gran industria está poco desarrollada y, en consecuencia, no es numeroso en ellas el proletariado típico; constituyen la mayoría los artesanos, los pequeños tenderos y los elementos desclasados, es decir, la masa fluctuante entre la pequeña burguesía y el proletariado. Es la pequeña burguesía de la Edad Media en decadencia y en desintegración. Son proletarios, pero todavía no los actuales, sino los futuros. Sólo esta clase, llevada a la desesperación ante el constante peligro de ruina económica, podrá proporcionar el grueso de los combatientes y jefes de un movimiento revolucionario. La secundarán los campesinos, que, vista la dispersión territorial y el analfabetismo, no son capaces de iniciativas eficaces, pero que, no obstante, serán auxiliares poderosos e indispensables.

En caso de éxito más o menos pacífico habrá un simple cambio de ministerio, llegarán al poder los republicanos [2] resellados Cavalotti y Cía; en caso de revolución surgirá la república burguesa.

¿Cuál ha de ser, pues, el papel del partido socialista ante esas eventualidades?