jueves, 21 de junio de 2018

La filosofía en la Alemania nazi; V. J. Mc Gill, 1942

Max Scheller, Martin Heidegger, Carl Schmidtt y Søren Kierkegaard
«Escuelas y movimientos

Antes de Hitler, Alemania era el foco filosófico dél mundo. Producía mucha más literatura y ejercía más influencia que ningún otro país. Desde el advenimiento de Hitler la cantidad de la producción continúa siendo impresionante, pero la calidad ha descendido catastróficamente. Casi no han sido publicados libros importantes y los movimientos más significativos fueron destruidos o asfixiados. Primero los escritores marxistas y otros influidos por el marxismo y aún aquellos intelectuales vinculados a los sindicatos o al movimiento liberal reformista, fueron perseguidos y silenciados. Más tarde la persecución se extendió. Aun las escuelas filosóficas apartadas de la política sufrieron las consecuencias.

Así el positivismo lógico, o el empirismo lógico, como se le llama ahora huyó de Berlín en 1933, de Viena en 1938, de Praga en 1939 y de Varsovia en 1938-39. Los nazis se opusieron al positivismo lógico alegando que era internacionalista, indiferente u hostil a los propósitos de la Nueva Alemania, que muchos de sus propugnadores eran judíos y que el positivismo estrecho no era capaz de comprender la profundidad de conceptos nazis tales como raza, volk pueblo o nación, cultura nacional, ciencia nacional, etc. Sin duda los positivistas lógicos que se ocupan extensamente en buscar definiciones exactas y en el análisis de los significados, irritaban a los nazis. Si por ejemplo «la raza nórdica» significa «todos los individuos que tienen ciertas propiedades mensurables o ciertas normas definidas de conducta», comienza a resultar dudoso si el término tiene algún sentido y, según progresa el análisis, puede considerarse que el concepto de raza nórdica no exista en lo absoluto. Pero hasta ese extremo es lo más lejos que llegan los positivismos lógicos. Con pocas y dudosas excepciones son incapaces de mostrar los intereses económicos clasistas que se esconden tras esos pomposos absurdos nazis y, por consiguiente, ayudan muy poco a la lucha contra el fascismo en Alemania o en los demás países.

miércoles, 20 de junio de 2018

Contra la vulgarización de la consigna de la autocrítica


«La consigna de autocrítica no puede considerarse algo efímero y de corta duración. La autocrítica es un método particular, el método bolchevique de educación de los cuadros del Partido, y de la clase obrera en general, en el espíritu del desarrollo revolucionario. Marx hablaba ya de la autocrítica como de un método de fortalecimiento de la revolución proletaria. Por lo que se refiere a la autocrítica en nuestro Partido, su comienzo se remonta a la aparición del bolchevismo en nuestro país, a los primeros días del nacimiento del bolchevismo como corriente revolucionaria independiente en el movimiento obrero.

Es sabido que ya en la primavera de 1904, cuando el bolchevismo no constituía aún un partido político independiente y trabajaba con los mencheviques en el seno de un mismo partido socialdemócrata, Lenin llamaba al Partido a ejercer la «autocrítica, poniendo despiadadamente al descubierto sus propias deficiencias». He aquí lo que Lenin decía entonces en su folleto «Un paso adelante, dos pasos atrás»:

«Ellos [es decir, los adversarios de los marxistas- S.] observan con muecas de alegría maligna nuestras discusiones; procurarán, naturalmente, entresacar para sus fines algunos pasajes aislados de mi folleto, consagrado a los defectos y deficiencias de nuestro Partido. Los socialdemócratas rusos están ya lo bastante fogueados en el combate para no dejarse turbar por semejantes alfilerazos y para continuar, pese a ellos, su labor de autocrítica, poniendo despiadadamente al descubierto sus propias deficiencias , que de un modo necesario e inevitable serán enmendadas por el desarrollo del movimiento obrero, ¡Y que prueben los señores adversarios a describimos un cuadro de la situación verdadera de sus «partidos» que se parezca, aunque sea de lejos, al que brindan las actas de nuestro IIº Congreso!». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Un paso adelante, dos pasos atrás, 1904) 

Por eso no tienen ninguna razón los camaradas que piensan que la autocrítica es un fenómeno efímero, una moda pasajera como todas las modas. En realidad, la autocrítica es un arma inalienable y en continua acción del arsenal del bolchevismo, vinculada indisolublemente con la naturaleza misma del bolchevismo, con su espíritu revolucionario.

A veces dicen que la autocrítica es buena para un partido que no está en el Poder aún y «nada tiene que perder», pero que es peligrosa y nociva para un partido que se encuentra ya en el Poder y se halla rodeado de fuerzas enemigas, que pueden aprovechar contra él sus debilidades puestas al desnudo.

Eso es erróneo. ¡Absolutamente erróneo! Al contrario, precisamente porque el bolchevismo ha llegado al Poder, precisamente porque a los bolcheviques pueden subírseles a la cabeza los éxitos de nuestra edificación, precisamente porque los bolcheviques pueden no advertir sus debilidades y, de este modo, facilitar la obra de sus enemigos, la autocrítica es necesaria sobre todo ahora, sobre todo después de la toma del Poder.

La autocrítica persigue el fin de poner al desnudo y eliminar nuestros errores, nuestras debilidades. ¿No es evidente, acaso, que en las condiciones de la dictadura del proletariado la autocrítica sólo puede facilitar la lucha del bolchevismo contra los enemigos de la clase obrera? Lenin tenía en cuenta estas particularidades de la situación después de la toma del Poder por los bolcheviques cuando decía en su folleto «La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo», escrito en abril-mayo de 1920:

«La actitud de un partido político ante sus errores es uno de los criterios más importantes y más seguros para juzgar de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores , poner al descubierto sus causas, analizar la situación que los ha engendrado y discutir atentamente los medios de corregirlos: eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase, y después a las masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

Lenin tenía mil veces razón cuando decía en el XIº Congreso del Partido, en marzo de 1922:

«El proletariado no teme confesar que en la revolución hay cosas que le han salido maravillosamente y cosas que le han salido mal. Todos los partidos revolucionarios que se han hundido hasta ahora, han corrido esa suerte por haberse dejado llevar del engreimiento, por no haber sabido ver en qué consistía su fuerza, por miedo a hablar de sus debilidades. Pero nosotros no nos hundiremos, porque no tenemos miedo a hablar de nuestras debilidades y aprenderemos a vencerla». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe en el XIº Congreso del P.C. (bolchvique) de R., 1922)

La conclusión es una: sin autocrítica no hay educación acertada del Partido, de la clase, de las masas; sin educación acertada del Partido, de la clase, de las masas, no hay bolchevismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Contra la vulgarización de la consigna de la autocrítica,  26 de junio de 1928)

lunes, 18 de junio de 2018

La revolución socialista: El único camino del progreso social; Zija Xholi, 1977



«El VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania de 1976, el histórico informe del camarada Enver Hoxha y todos sus otros documentos, constituyen un profundo análisis científico de principios –lleno de conclusiones revolucionarias– de las condiciones en las que se desarrollan la construcción del socialismo en nuestro país y el actual movimiento comunista y obrero del mundo en su conjunto. Una de estas conclusiones es la tesis de que «el mundo está en una etapa en que la cuestión de la revolución y la liberación nacional de los pueblos no es sólo una aspiración y una perspectiva, sino también un problema planteado que espera solución».

En sus trabajos teóricos, Marx y Engels hicieron un análisis de los mecanismos internos de la sociedad capitalista, ahondaron en sus secretos más profundos y descubrieron que el orden capitalista se mueve de manera irrevocable hacia su destrucción, que esta destrucción será la obra del proletariado que llevará a cabo la revolución socialista y establecerá su propia dictadura. El desarrollo de la historia ha confirmado plenamente esta conclusión de Marx. El capitalismo muy pronto reveló sus males incurables. Rápidamente se convirtió en un escenario de feroces batallas de clase por la revolución, por el establecimiento del poder estatal proletario.

Las nuevas características que el capitalismo adquirió con su transición al imperialismo hicieron aún más profundas todas las contradicciones internas irreconciliables del capitalismo, convirtieron al capitalismo en un sistema agonizante y en descomposición, en un orden que está en vísperas de la revolución. «El imperialismo, dijo Lenin, es la antesala de la revolución social del proletariado. A partir de 1917 esto ha sido confirmado a escala mundial».

El análisis del imperialismo de Lenin conserva toda su fuerza y validez, su previsión de que la revolución social del proletariado es la única alternativa se conserva inconmovible en la actualidad. Día a día, el mundo del capital y la burguesía trae malas noticias, muchos signos abiertos o indirectos, que hablan de la creciente gravedad de todas las contradicciones básicas del imperialismo: entre los todopoderosos monopolios y las masas trabajadoras, entre el imperialismo y los pueblos oprimidos, y entre los propios imperialistas. Ellos dan testimonio de la profundización de la crisis general que se ha apoderado de todos los aspectos de la sociedad burguesa-revisionista, ya sean económicos y políticos o ideológicos y culturales, de toda su base y superestructura.

El cierre y la quiebra de cientos de miles de fábricas y plantas en todos los países capitalistas sin excepción y, sobre esta base, el creciente desempleo crónico de millones y millones de trabajadores –más de 100 millones en la actualidad–; el aumento del costo de vida, que aumenta no sólo cada año sino cada mes y cada día; la anarquía de la producción, que adquiere cada vez mayores proporciones; la crisis monetaria y cambiaria, en la que todo el sistema de pagos e intercambios empieza a tambalearse; muestran con mayor claridad que el sistema capitalista basado en el poder absoluto de los insaciables monopolios es incapaz de administrar las fuerzas productivas de la sociedad, que las destruye en masa, privando a la sociedad de cualquier posibilidad de desarrollo. El sistema capitalista sigue siendo lo que siempre ha sido, un sistema de explotación del hombre por el hombre, un sistema de enorme miseria y pobreza, un sistema que cobra millones y millones de vidas. Por su propia existencia, el imperialismo convierte al proletariado en una fuerza de oposición, le empuja inevitablemente hacia la revolución, no le deja otro camino de salvación que no sea levantarse contra el sistema y establecer mediante la violencia su propia dictadura, la dictadura del proletariado.

La otra contradicción típica del capitalismo, también, la contradicción entre las potencias imperialistas por el reparto y el nuevo reparto del mundo, se ha vuelto más feroz que nunca. Hoy en día, estas superpotencias, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético, se enfrentan entre sí con un salvajismo sin precedentes. Con su política de expansión y hegemonía, su frenética carrera armamentista para equiparse con las armas más poderosas, se han convertido en un peligro permanente, una amenaza cotidiana a la libertad y a la seguridad de muchos pueblos, grandes y pequeños, distantes o cercanos, en todos los continentes. Mientras existan, ningún imperialismo puede renunciar a su tendencia agresiva. La agresión es la naturaleza misma del imperialismo. Con la presión que ejercen sobre los pueblos, con las conspiraciones que urden cada día contra su libertad e independencia, con la nueva guerra mundial que están preparando activamente, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético se han convertido en los principales enemigos de los pueblos. En estas circunstancias, los pueblos no tienen otra alternativa que lanzarse a la lucha de liberación, el proletariado no tiene más remedio que levantarse en una revolución violenta y establecer su poder estatal. El triunfo sobre la burguesía de su propio país es también la condición principal para que el proletariado pueda hacer frente a la amenaza planteada por las dos superpotencias. La burguesía de los distintos países está vinculada de una manera u otra con tal o cual superpotencia. Esto hace que sea absolutamente necesario que el proletariado, que avanza hacia la revolución, mientras lucha contra su propia burguesía, no deba olvidar el peligro proveniente de las superpotencias; y mientras lucha contra la amenaza planteada por las superpotencias, no debe olvidar a su propia burguesía que le oprime y explota. La lucha contra su propia burguesía y la lucha contra la amenaza de las superpotencias no constituyen dos problemas distintos, sino dos aspectos de un mismo problema, que sólo la revolución del proletariado y su poder estatal puede resolver de una vez por todas.

sábado, 16 de junio de 2018

Albania socialista: Ejemplo vivo para la juventud revolucionaria; Juventud Comunista de España (marxista-leninista), 1984

El siguiente artículo está sacado de las juventudes del Partido Comunista de España (marxista-leninista) liderado por la inolvidable Elena Ódena. Basándose en una visita de una delegación a la Albania de Enver Hoxha en 1981, sacaron el siguiente documento en 1984. 

Este tipo de documentos eran muy importantes por entonces para popularizar entre las masas populares otros modelos políticos, económicos y culturales más allá de los conocidos por la prensa burguesa de España. En concreto hablamos de la experiencia socialista albanesa, la cual, pese a su posterior fracaso a finales de los 80, constituyó una fuente inestimable de avances y lecciones a tomar en cuenta, algo que hoy, parece retomar su lugar entre los marxista-leninistas que se vuelven a interesar por la experiencia albanesa. Los revolucionarios precisamente deben analizar las causas de sus aciertos y fracasos, pues recordemos que como se anunciaba aquí, Albania fue el último país en sufrir la regresión revisionista, algo que no se podía decir del resto, pues la mayoría de países liderados por partidos comunistas en el poder ya habían sufrido a partir de 1953 con la muerte de Stalin, o incluso antes, liderados por líderes que pese a posar de marxistas eran más bien tercermundistas –nacionalistas y socialdemócratas

Sobre los aspectos específicos de la revolución albanesa de 1944 y sus luchas contra el revisionismo general desatado a partir de 1953. Véase la obra de Jim Washington«El socialismo no puede construirse en alianza con la burguesía» de 1980.

Otro aspecto que debería analizarse en profundidad –y que nosotros haremos próximamente– es el papel de la juventud en la contrarrevolución sufrida en los países socialistas. Quizás era cierto que en inicios de los años 80 la juventud albanesa cerrase filas con la política marxista-leninista del partido, pero esto es algo que no ocurrió después: no cerrando el paso a las tendencias liberales de Ramiz Alia dentro del partido comunista e incluso impulsando varios de los actos más reaccionarios. Precisamente es muy interesante recordar como hicimos hace poco, gran parte de las advertencias que Enver Hoxha legó a los miembros de su partido para años venideros y evitar los errores que luego se cometieron: «Las advertencias de Enver Hoxha en su último congreso del Partido del Trabajo de Albania de 1981».

Recordemos por último, que conforme el propio partido albanés fue degenerando a la muerte de Enver Hoxha, al mismo tiempo el PCE (m-l) tras la muerte de Ódena sufrió un proceso igual o más vertiginoso, véase la obra: «Sobre la adquisición de las obras de Elena Ódena y unas comparativas pertinentes sobre el actual PCE (m-l) y el antiguo» de 2016.

El documento:


«En agosto de 1981 una delegación de la Juventud Comunista de España (marxista-leninista) [JCE (marxista-leninista)] ha visitado Albania, el único país socialista existente hoy en el mundo.

Pudimos ver allí un pueblo y una juventud cuya forma de vida no se parece en nada a la nuestra porque han sabido, bajo la dirección del Partido del Trabajo de Albania (PTA) cuyo cuarenta aniversario celebramos este año, liberarse del yugo capitalista. Pudimos ver una juventud libre, valiente y heroica que estudia, trabaja y se prepara en todos los terrenos para seguir construyendo y defendiendo su patria socialista.

Hemos pensado que para todos nosotros, los jóvenes revolucionarios, que odiamos el fascismo y al imperialismo, como nuestros hermanos albaneses, pero que aún no tenemos como tienen ellos una patria libre y socialista que defender, sino que conquistar, podría sernos muy útil conocer su ejemplo vivo y concreto.

Contribuir un poco a ese objetivo es el fin con el que publicamos este pequeño folleto.

«Somos un país pequeño y un pueblo pequeño, y hemos sufrido enormemente, pero también hemos luchado mucho. Nadie nos ha regalado la libertad de que gozamos hoy, sino que la hemos conquistado con sangre». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en la Conferencia de Moscú, 1960)

En efecto, toda la historia de Albania es una continua lucha, cargada de valentía y heroísmo, por conquistar la libertad. Albania es un pequeño país de 28.748 Km. cuadrados y unos 2.500.000 habitantes. Su reducida extensión nunca les ha hecho temer las dificultades, ni ceder ante ellas, ni plegarse a la voluntad de los «poderosos».

La historia reciente de Albania no puede separarse de la historia del PTA. El sólo hecho de su nacimiento es ya de por sí un acto heroico. En 1.941 nada parecía frenar el avance de las tropas nazi-fascistas. En noviembre llegan a las puertas de la capital del único estado socialista de aquella época: la URSS de Stalin. Hitler proclamaba solemnemente el fin del comunismo. Y sin embargo, en esa situación que parecía empujar al pesimismo, el 8 de Noviembre de 1941, en Tirana, ocupada por los fascistas italianos, se funda el Partido Comunista de Albania, que después pasaría a llamarse PTA. El camarada Enver Hoxha es elegido responsable del Comité Central. Unos días después, también en Tirana, el 28 de noviembre, se funda la organización de la Juventud Comunista de Albania y es elegido como responsable político el camarada Quemal Stafa, de 21 años, miembro también del Comité Central del P.C. de Albania. Este camarada moriría poco después, el 5 de mayo de 1942 en un choque armado con los fascistas. Desde entonces en esa fecha se conmemora el Día de los Mártires de la Patria.

A partir de su fundación, el P.C. de Albania comenzó una inmensa labor de organización, tanto en lo referente a la lucha armada contra el invasor, construyendo los destacamentos guerrilleros y el Ejército de Liberación Nacional, como a la organización y unidad del pueblo en general en el frente único de Liberación Nacional.

Tras heroicos esfuerzos de todo el pueblo y, en particular, de la juventud en el que participaron y murieron como héroes, incluso, numerosos niños menores de 14 años se consiguió la completa liberación de la patria el 30 de noviembre de 1944.

Antes de la guerra, Albania era uno de los países más pobres de Europa. Además, la guerra la dejó prácticamente arruinada. Pero el pueblo albanés demostró una vez más su heroísmo. Firmemente dirigido por el PTA, que había sabido ganarse completamente su confianza y su respeto durante la lucha de liberación, afrontó con entusiasmo todos los esfuerzos que, en esas condiciones, les exigía la construcción del socialismo.

viernes, 15 de junio de 2018

El PSOE como garante de los intereses del imperialismo estadounidense


«Los lazos de los estadounidenses con España eran excelentes con Franco por los Pactos de Madrid de 1953, España era un Gladio en sí misma durante la era franquista, siendo además, conocida por ser el centro de exilio preferido tanto de ex dirigentes nazis, neofascistas italianos como de peronistas. A la muerte de Franco en 1975, son conocidos por todos la labor del imperialismo estadounidense para financiar al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), un partido que había desaparecido durante 1939-1975. Dicho partido vio en su seno una especie de refundación gracias a la inyección de capital emitida a través de los socialdemócratas de la Alemania Occidental. El libro de «La CIA en España: espionaje, intrigas y política al servicio de Washington» de 2006 reúne una montaña de pruebas de fuentes directas, pero hay variada documentación sobre ello más allá de este libro. En él se citan comentarios como el siguiente, otro exagente de la CIA confesando lo ya obvio para todos desde hacia tiempo, que EE.UU. se dedicó a fomentar una «izquierda» domesticada valiéndose del socialdemocratismo:

«Dentro del «Programa Democracia», elaborado por la Agencia, se cuida con especial atención a las fundaciones de los partidos políticos alemanes, principalmente a la Friedrich Ebert Stiftung, del Partido Socialdemócrata, y la Konrad Adenauer Stiftung, de los democristianos. Estas fundaciones habían sido establecidas por los partidos alemanes en los años cincuenta y se utilizaron para canalizar el dinero de la CIA hacia esas organizaciones, como parte de las operaciones de «construcción de la democracia», tras la Segunda Guerra Mundial. Después, en los sesenta, las fundaciones alemanas empezaron a apoyar a los partidos hermanos y a otras organizaciones en el exterior y crearon nuevos canales para el dinero de la CIA. Hacia 1980, las fundaciones alemanas tienen programas en funcionamiento en unos sesenta países y están gastando cerca de 150 millones de dólares. Operan en un secreto casi total. (...) Las operaciones de la Friedrich Ebert Stiftung (Fundación), del SPD, fascinan a los norteamericanos, especialmente sus programas de formación y las subvenciones que hicieron llegar a los socialdemócratas de Grecia, España y Portugal, poco antes de que cayeran las dictaduras en esos países e inmediatamente después». (Zona Cero; Entrevista con Philip Agee; Las operaciones blanqueadas de la CIA, 1987) 

Cuando los marxista-leninistas soviéticos declaraban que los jefes socialdemócratas de la Internacional Socialista eran traidores, antipatriotas, vendidos al imperialismo y demás calificativos, no era fruto de una verborrea propagandística, ni un arranque de pasión, era una realidad constatada. El deber de todo comunista era y es, denunciarlos sin miramientos, exponer sus planes, sus nexos con la reacción internacional, demostrar su cariz ante sus bases y unirse en acciones concretas con los militantes que realmente tengan nociones y planteamientos de tipo antiimperialistas, patriotas y combativas contra el enemigo de clase:

«En vista de que la mayoría de los líderes de los partidos socialistas –especialmente los laboristas británicos y los socialistas franceses– actúan como agentes de los círculos imperialistas de Estados Unidos, ha recaído sobre los comunistas el papel histórico especial de liderar la resistencia al plan estadounidense de subyugar Europa, desenmascarando valientemente a los cómplices del imperialismo estadounidense en sus propios países. Al mismo tiempo, los comunistas deben apoyar a todos los elementos verdaderamente patriotas que no quieren ver a sus países sometidos y quieren luchar contra la subyugación de sus países al capital extranjero y por la conservación de su soberanía nacional. Los comunistas deben ser los líderes en el reclutamiento de todos los elementos antifascistas y amantes de la libertad, en la lucha contra los nuevos planes expansionistas estadounidenses para la subyugación de Europa». (Andréi Zhdánov; Sobre la situación internacional; Informe en la Iº Conferencia de la Kominform, 1947)

Los recientes informes desclasificados de la CIA describían a Felipe González como:

«Creemos que la disciplina del PSOE, la moderación ideológica y su pragmatismo le dan al partido la posibilidad de mantenerse los próximos cuatro años». (CIA; España: El nuevo sistema de partidos, 1982)

Por ello creían que la victoria del PSOE en las elecciones de 1986 servía para continuar asegurados los intereses estadounidenses en España:

«El resultado más probable de las próximas elecciones –una continuación del mandato socialista– sirve a los intereses de EEUU». (CIA; 
¿Puede el centro-derecha hacer frente a los socialistas?, 1984)

¿Y no era así? En lo económico el PSOE vino a acabar la obra del franquismo: la integración en la CEE y en la OTAN. La España de Franco solicitó formalmente entrar en la Comunidad Económica Europea (CCE) en 1962, lo cual propicio una lucha interna de países miembro a favor y en contra con una fuerte presión social detrás, pese al rechazo final, a cambio se firmo el beneficioso acuerdo CEE-España de 1970 donde se rebajaron los niveles arancelario, sin duda un gran favor de las democracias burguesas occidentales de los muchos que se dieron a la dictadura franquista mientras se aparentaba mantener una política de aislamiento. En 1979, ya bajo gobierno de la UCD de Suarez, se volvió a pedir la integración en ella y esta vez se estudio el caso, pero solo fue confirmada con la llegada del PSOE de Felipe González en 1982, concluyéndose la incorporación en 1986.

En lo militar, la España fascista de Franco también estaba ligada por diversos tratados militares a EE.UU. desde los años 50, también a partir de 1979 se iniciaron los trámites para volver a valorar la idea de agregar oficialmente a España en la OTAN, pero de nuevo apareció en escena un PSOE, quién en principio abogaba por no adherirse a la OTAN, pero que tras llegar al poder volvió a consumar los deseos del viejo franquismo, haciéndose oficial la integración en el pacto militar en 1982.

Por lo tanto, no es una exageración, sino una obviedad que el PSOE también era a su modo un Gladio en sí, esto es: otro agente en favor de los intereses estadounidenses». (Equipo de Bitácora (M-L)Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 30 de junio de 2017)

jueves, 14 de junio de 2018

Ludwig Feuerbach (1804-1872); Mark Rosental y Pavel Yudin, 1940


«Ideólogo de la burguesía revolucionario-democrática, materialista formidable que restauró y defendió el materialismo y el ateísmo en Alemania en la década del 30 al 40 del siglo XIX. «El curso del desarrollo de Feuerbach es el de un hegeliano –verdad es que nunca ha sido un hegeliano completamente ortodoxo– hacia el materialismo. En una determinada fase de este desarrollo llegó a la completa ruptura con el sistema idealista de su predecesor» (Engels). En 1839, Feuerbach rompe definitivamente con el idealismo y se sitúa en la posición del materialismo. En su obra Contribución a la crítica de la filosofía hegeliana (1839), se manifiesta contra el sistema idealista de su maestro. Feuerbach relaciona la crítica del idealismo con la crítica de la religión. Demuestra que el idealismo en general, y el idealismo hegeliano en particular, son la base teórica de la religión; que la doctrina de Hegel sobre el carácter primario de las ideas y su transformación en el proceso del desarrollo, en la Naturaleza, no es más que el dogma cristiano expresado en forma racionalista, sobre la creación del mundo por dios. En 1841 apareció el libro de Feuerbach Esencia del Cristianismo (ver). Su valor histórico es enorme. En este trabajo, con singular maestría, Feuerbach pone al descubierto las raíces gnoseológicas de la religión, principalmente del cristianismo. Dios es la esencia humana enajenada del propio hombre y convertida en un absoluto. Todas las propiedades atribuidas a dios son las propiedades del propio hombre, pero arrancadas de él, representadas como autónomas, personificadas en dios. «El valor histórico-mundial de Feuerbach, valor que «hace época», Marx lo veía, precisamente en la ruptura decisiva con el idealismo de Hegel y en la restauración en el trono del materialismo» (Lenin). Pero su crítica de Hegel es unilateral. Feuerbach considera toda la filosofía hegeliana como un absurdo. Renunciando al idealismo hegeliano, también echó por la borda la dialéctica hegeliana, no supo separar de ella su «médula racional». Feuerbach resuelve de manera materialista el problema filosófico fundamental: «La verdadera relación entre el pensar y el ser sólo puede ser ésta: el ser es el sujeto; el pensar el predicado. El pensamiento procede del ser, pero no el ser del pensamiento. El ser es de sí y por sí, el ser es dado sólo mediante el ser, el ser tiene su fundamento en sí». También el problema sobre la posibilidad del conocimiento es resuelto por Feuerbach de una manera materialista. Somete a crítica el agnosticismo (ver) kantiano y fundamenta la teoría materialista del reflejo. Según Feuerbach, la sensación no nos separa del mundo exterior, sino que nos relaciona con él, es la imagen del mundo objetivo. Sin embargo, la teoría del reflejo de Feuerbach, como en general su materialismo, tiene un carácter metafísico. Feuerbach no comprendía la transición dialéctica de la sensación al raciocinio, de lo singular a lo general, y el papel de la abstracción en el conocimiento. Permaneció siendo idealista en el terreno de la interpretación de los fenómenos sociales. Al no ver el fundamento material de la sociedad, distinguía las épocas de la evolución de la humanidad por las formas de la conciencia, por las religiones que se sustituían una a otra. Al plantear el problema de la creación de una nueva sociedad emancipada del cristianismo, Feuerbach elevó el amor entre los hombres al rango de una religión, considerando que el amor constituye el fundamento de la sociedad. No comprendía el valor de la actividad revolucionaria práctica, de la interacción dialéctica entre el hombre y la Naturaleza, en el proceso de la cual el propio hombre cambia. Los defectos del materialismo de Feuerbach no disminuyen, sin embargo, su valor histórico. Su materialismo ejerció influencia sobre Marx y Engels en el período de la formación de sus concepciones filosóficas. «Pero esto no quiere decir que el materialismo de Marx y Engels sea idéntico al materialismo de Feuerbach. En realidad, Marx y Engels sólo tomaron del materialismo de Feuerbach su «médula», desarrollándola hasta convertirla en la teoría científico-filosófica del materialismo, y desechando su escoria idealista y ético-religiosa» (Stalin). Las obras fundamentales de Feuerbach son: Contribución a la crítica de la filosofía hegeliana, 1839; La Esencia del Cristianismo (ver), 1841; Tesis preliminares para la reforma de la filosofía, 1842; Fundamentos de la filosofía del Futuro, 1843». (Mark Rosental y Pavel YudinDiccionario filosófico marxista, segunda edición, 1940)

martes, 5 de junio de 2018

Lenin hablando sobre los métodos de estudio a utilizar


«No queremos una enseñanza mecánica, pero necesitamos desarrollar y perfeccionar la memoria de cada estudiante dándole hechos esenciales, porque el comunismo sería una vaciedad, quedaría reducido a una fachada vacía, el comunista no sería más que un fanfarrón si no comprendiese y asimilase todos los conocimientos adquiridos. No sólo deben ustedes asimilarlos, sino asimilarlos en forma crítica, con el fin de no amontonar en el cerebro un fárrago inútil, sino de enriquecerlo con el conocimiento de todos los hechos, sin los cuáles no es posible ser un hombre culto en la época en que vivimos. El comunista que se vanagloriase de serlo, simplemente por haber recibido conclusiones ya establecidas, sin haber realizado un trabajo muy serio, difícil y grande, sin analizar los hechos frente a los que está obligado a adoptar una actitud crítica, sería un comunista lamentable. Nada podría ser tan funesto como una actitud tan superficial. Si sé que sé poco, me esforzaré por saber más, pero si un hombre dice que es comunista, y que no tiene necesidad de conocimientos sólidos, jamás saldrá de él nada que se parezca a un comunista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Las tareas de las ligas juveniles, 1920)

Reflexiones sobre la juventud y su potencial


«La juventud es la capa social más susceptible de caer presa de la demagogia de estos individuos que propagaban el terrorismo, el apoyo a los regímenes revisionistas, el gansterismo y las drogas como forma de vida, como tal, la juventud es la mejor capa de la sociedad para ser seducida fácilmente por la propaganda pseudoradical de los discursos de algunos pseudomarxistas.

Como cualquier aceptación del revisionismo a la edad que sea, siempre ocurre generalmente debido a la falta de un factor subjetivo sólido –un partido marxista-leninista– que defienda las posiciones revolucionarias, ligado a las propias características intrínsecas del individuo, quién recibe el intento de engaño de la propaganda revisionista-burguesa sin demasiadas barreras de defensa –por sus vagos conocimientos–. Así esta gente se ve atrapada doblemente: por un lado su inmadurez política y su evidente incapacidad analítica –que hace que sustituyan el análisis autónomo y verificador de las cuestiones por el seguidismo o el sentimentalismo–, por otro, la cuestión de que no tienen críticas marxista-leninistas referentes que golpeen a estos fariseos y les proporcione facilidades para liberarse de estos mitos revisionistas. Existen además muchos casos en que este último factor –el de dar de forma «machacada» la solución en un tema– es decisivo para que la gente que no tiene espíritu de investigación se posicione, y si finalmente lo hacen y toman parte por una postura correcta no es un indicativo definitivo de que hayan madurado ideológicamente. Es más a este tipo de elementos que se acostumbran a que les den la solución en vez de buscarla, no adquirirán jamás capacidad para elaborar sus propias evaluaciones, no podrán resolver ni las tareas básicas más cotidianas, por lo cual solo puede aspirar a lo sumo a ser unos simpatizantes, ciertamente vacilantes, pero jamás unos marxista-leninistas como tales, pues bajo esta fisonomía siempre serán gente que solamente se ponen del lado correcto si les ponen la solución delante de sus ojos.

Que ocurra este fenómeno entre la juventud en plena era digital es realmente despreciable, pues parece que no se valora el hecho de que disponen de un material de estudio infinitamente mayor del que disponían las generaciones de antaño. Quién no estudia es porque no quiere, quién no desea salirse del mito revisionista es porque no investiga. Por supuesto la orientación de los más veteranos e ilustrados del marxismo-leninismo así como el estudio colectivo con otros camaradas puede ser un factor que acelere el proceso, pero como hemos señalado ya, el espíritu de investigación y estudio debe ser un requisito fundamental del joven marxista-leninista.

¿Significa esto que la juventud es una capa inútil hasta que estos elementos alcanzan su madurez como persona? La historia reciente ha demostrado todo lo contrario, que los jóvenes que se forjan en la teoría marxista-leninista, pueden tener el triple de conocimientos que aquellos revisionistas que han militado dentro de los partido revisionistas tradicionales durante décadas; estos líderes juveniles pueden liquidar dialécticamente en un debate a estos revisionistas añejos, tienen una capacidad de agitación y organizativa de masas que supera con creces a los veteranos y expertos revisionistas, aquellos que se orientan por el pragmatismo y que sufren de alergia al estudio teórico de la doctrina que dicen defender. Por tanto la respuesta es clara»(Equipo de Bitácora (M-L)Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 30 de junio de 2017)

Las técnicas de los revisionistas para evitar argumentar ante la crítica de los marxista-leninistas



«Si se lanza una crítica a su amorfa organización, la crítica, los datos, los argumentos, los documentos, no serán analizados, sencillamente se limitaran a cerrar filas en torno al sentimentalismo de las «siglas», la «larga historia del partido» y a la defensa del «Líder», y el efecto «boomerang» de la limpia crítica será llevarte calificaciones como: «trotskista», «sectario», «dogmático», «mercenario a sueldo o gratuito del imperialismo». Esta es la realidad de la calumnia ante la denuncia del oportunismo, también ha sido una máxima de los antimarxistas como medio para eludir el debate e intentar desacreditar las líneas de debate de sus adversarios marxistas:

«No será para nosotros una ofensa si los camaradas nos critican con justeza y aduciendo pruebas documentadas, pero no consentiremos jamás que nos tilden de «dogmáticos», «sectarios», «nacionalistas estrechos», únicamente porque luchamos con perseverancia contra el revisionismo contemporáneo y, en particular, contra el revisionismo yugoslavo. Si alguien considera nuestra lucha contra el revisionismo como dogmatismo o sectarismo, le decimos que se quite los anteojos revisionistas, porque así verá mejor». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1961)

Ahí tenemos los ejemplos histórico –ahora vistos incluso con humor– de Nikita Jruschov llamando «trotskista» a Enver Hoxha, Santiago Carrillo llamando «titoista» a Joan Comorera, o el propio Lev Trotski llamando «dictador», «bonapartista» y «burócrata» a Lenin. Es decir el «burro hablando de orejas».

Esta situación de «darle la vuelta a todo» y cubrir todo en base a demagogia barata, es algo que ha sucedido en las pugnas entre los gobiernos revisionistas-capitalistas y las fuerzas marxista-leninistas que lo desenmascaraban y querían derrocarlo». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)