jueves, 31 de octubre de 2019

Carta a los miembros del partido bolchevique; Lenin, 1917

Kámenev y Zinóviev

«
Camaradas: aún no he podido obtener los periódicos de Petersburgo del miércoles 18 de octubre. 

Cuando me informaron telefónicamente del texto completo de la declaración de Kámenev y Zinóviev, aparecida en Nóvaia Zhizn, periódico ajeno al partido, no quise creerlo. Pero como ha quedado demostrado, no hay lugar a dudas, y tengo que aprovechar esta oportunidad para hacer llegar una carta a los miembros del partido, el jueves por la noche, o el viernes por la mañana, pues permanecer en silencio ante tal inaudita acción de romper huelgas sería un crimen.

Cuanto más serio es el problema práctico y más responsables y «notorias» las personas que actúan como rompehuelgas, más peligroso es esto, más resueltamente hay que expulsar a los rompehuelgas y más imperdonable sería detenerse siquiera a considerar los pasados «servicios» de los rompehuelgas.

¡Increíble! En los círculos del partido se sabe que el partido viene discutiendo el problema de la insurrección desde el mes de setiembre. Nadie oyó jamás hablar de ninguna carta o volante de las personas nombradas. Y hoy, en vísperas, podría decirse, del Congreso de los Soviets, dos destacados bolcheviques se alzan contra la mayoría y, evidentemente, contra el Comité Central (CC). Esto no se dice abiertamente, pero el daño inferido a la causa es tanto mayor, pues hablar con insinuaciones es más peligroso aun.

Del texto de la declaración de Kámenev y Zinóviev se deduce muy claramente que éstos se han alzado contra el CC, pues de otro modo su declaración no tendría sentido. Pero no dicen qué resolución específica del CC refutan ellos. 

miércoles, 30 de octubre de 2019

¡Nada de privilegios para ninguna nación, para ningún idioma! ¡Ni la menor opresión, ni la más mínima injusticia respecto de una minoría nacional!


«En nuestros días, sólo el proletariado defiende la verdadera libertad de las naciones y la unidad de los obreros de todas las nacionalidades. Para que las distintas naciones convivan en paz y libertad o se separen –si es más conveniente para ellas– y formen diferentes Estados, es indispensable la plena democracia, defendida por la clase obrera. ¡Nada de privilegios para ninguna nación, para ningún idioma! ¡Ni la menor opresión, ni la más mínima injusticia respecto de una minoría nacional!: tales son los principios de la democracia de la clase obrera (…) Los obreros con conciencia de clase son partidarios de la total unidad entre los obreros de todas las naciones en todas las organizaciones obreras de cualquier tipo: culturales, sindicales, políticas, etc. (…) Los obreros no permitirán que se los divida mediante discursos empalagosos sobre la cultura nacional o «autonomía cultural». Los obreros de todas las naciones defienden juntos, unánimes, la total libertad y la total igualdad de derechos, en organizaciones comunes a todos, y esa la garantía de una auténtica cultura. (…) Al viejo mundo, al mundo de la opresión nacional, los obreros oponen un nuevo mundo, un mundo de unidad de los trabajadores de todas las naciones, un mundo en el que no hay lugar para privilegio alguno ni para la menor opresión del hombre por el hombre». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La clase obrera y el problema nacional, 1913)

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domingo, 27 de octubre de 2019

El papel de la socialdemocracia y su actitud ante el frente único del proletariado; Georgi Dimitrov, 1935

Continuando con el estudio de las estrategias y tácticas antifascistas. 

Después, en el tercer punto, continuando con el estudio de las estrategias y tácticas antifascistas Georgi Dimitrov observó los cambios que se operaban dentro de los partidos socialdemócratas –que también como otros, tenían un origen de clase heterogéneo–, desde el militante socialdemócrata, hasta ciertos jefes socialdemócrata se habían dado cuenta –y ambos en interés de su necesidad– que la política errónea de auxiliar de la más recalcitrante reacción estaba llevando a los partidos socialdemócratas a allanar el camino a su propia liquidación como partido debido a la victoria fascismo. Aún así, y pese a estar en la cuerda floja el búlgaro anota que seguía existiendo a mediados de los años 30, y pese a la evidente «fascistización», muchísima resistencia por parte sobre todo de los líderes socialdemócratas, a cesar la colaboración con la burguesía y establecer el frente único que lanzara al partido a la lucha contra el capital. También ve como normal y evidente el proceso de «radicalización» hacia el comunismo entre los militantes obreros socialdemócratas que han contemplado desde los años 20 hasta esos días, diferentes derrotas –en la lucha contra el fascismo–, y diferentes decepciones –a la hora de gobernar el partido socialdemócrata–. Algo que puede ser una ventaja a la hora de establecer el frente único proletario con su base, y que precisamente les alejará de la influencia de sus líderes reaccionarios.

El documento: 


«Camaradas: desde el punto de vista de nuestras tareas tácticas tiene gran importancia la respuesta que demos a esta pregunta: ¿sigue siendo la socialdemocracia, en los momentos actuales, el sostén principal de la burguesía? ¿Y dónde?

Algunos de los camaradas que participaron en la discusión –como los camaradas Peter Florin y Palme Dutt–, rozaron este problema: pero dada su importancia es necesario darle una respuesta más completa. Es un problema que se plantean, y no pueden dejar de plantearse, los obreros de todas las tendencias, en particular de los obreros socialdemócratas.

viernes, 25 de octubre de 2019

Partido Comunista de Euskadi; Acta fundacional, 1935


«El Congreso constitutivo del Partido Comunista de Euskadi se ha celebrado a primeros de Junio en Vizcaya.

Hasta el momento presente, ha sido el Partido Comunista de España el único que con su programa de liberación nacional y social, ha luchado por el derecho de autodeterminación de las nacionalidades oprimidas, incluso hasta su separación del Estado Español. Consecuentes con esta política, la Internacional Comunista y el Partido Comunista de España, de acuerdo con los comunistas de Cataluña, procedieron a la constitución del Partido Comunista de Cataluña, que ha logrado ya serios éxitos en la lucha por la liberación nacional y social del pueblo catalán.

La constitución del Partido Comunista de Euskadi es, pues, la confirmación de la política de liberación nacional y social de nuestro Partido hermano de España y de la Internacional Comunista.

El Congreso Nacional del Partido Comunista de de Euskadi reconoce plenamente la existencia de la nacionalidad vasca, expresada en la comunidad de idioma, territorio, homogeneidad étnica, cultura y, sobre todo en la voluntad decidida de la mayoría del país, que lucha por sus derechos nacionales frente al imperialismo español que lo sojuzga en combinación con la burguesía vasca y los grandes propietarios de Euskadi.

La constitución de del Partido Comunista de Euskadi significa: impulsar grandemente la lucha revolucionaria por la liberación nacional, que constituye al mismo tiempo un factor decisivo para la liberación económica y social de las masas de nuestro país frente a la explotación de la propia burguesía nacional y del imperialismo español opresor del pueblo vasco.

domingo, 20 de octubre de 2019

¿Qué es el llamado derecho a la autodeterminación para los marxista-leninistas?


«Nuestro programa sobre la autodeterminación de las naciones sólo puede ser interpretado en el sentido de la autodeterminación política, es decir, el derecho a la separación y a la formación de un Estado de manera independiente. (…) El reconocimiento por el Partido Socialdemócrata del derecho de todas las nacionalidades a la autodeterminación requiere que los socialdemócratas (a) sean incondicionalmente hostiles al empleo de la fuerza, en cualquiera de sus formas, por parte de la nación dominante –o la nación que constituye la mayoría de la población– para con la nación que desee separarse políticamente; (b) exijan la solución del problema de tal separación sólo sobre la base del sufragio universal, igual, directo y secreto de la población del territorio correspondiente; (c) libren una lucha implacable, tanto contra los partidos centurionegristas octubristas como contra los liberales burgueses –«progresistas», kadetes, etc.– en todas las ocasiones en que ellos defiendan o permitan la opresión nacional, en general, o nieguen el derecho de las naciones a la autodeterminación en particular. 4. El reconocimiento por el partido socialdemócrata del derecho de todas las nacionalidades a la autodeterminación no significa en modo alguno que los socialdemócratas renuncien a una apreciación independiente de la conveniencia de la separación estatal de una u otra nación en cada caso concreto». (VladimirIlich Uliánov, Lenin; Tesis sobre el problema nacional, 1913)

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viernes, 18 de octubre de 2019

Pi i Margall sobre las posesiones coloniales...


«Es injusta, Carlos, toda conquista; imprudente y peligrosa la de apartadas tierras. Debes conservarlas por la fuerza, regirlas por gobernadores más absolutos que los mismos reyes y por mucho que te esfuerces en que moderadamente se las trate no logras nunca sustraerlas a la expoliación ni a la tiranía. 

Considerábase en América tan conquistador como Hernán Cortés el último soldado: las depredaciones y las crueldades no tuvieron límite. En vano la metrópoli dictaba con el fin de impedirlas una y otra pragmáticas: aquellos hombres rudos no las obedecían ni con ser católicos escuchaban la voz de sus prelados. 

Creyóse que se podría contener el mal creando Audiencias revestidas de amplias funciones: no menos codiciosos y rapaces los magistrados que los conquistadores, agravaron el mal en vez de contenerlo. La toga hizo buena la espada. 

¿Has visto que en algún tiempo haya cesado ese sistema de opresión y latrocinio? Ve los últimos gobernadores de Cuba, todos archimillonarios. Ve las turbas de funcionarios que allí han ido desnudos y hambrientos y han vuelto rebosando de oro. La inmoralidad ha llegado al punto de que los favorecidos con pingües empleos hayan debido compartir sus lucros con los favorecedores. 

¡Salvo el proletariado todas las demás capas no forman mas que una masa reaccionaria?


«4. «La emancipación del trabajo tiene que ser obra de la clase obrera, frente a la cual todas las demás clases no forman mas que una masa reaccionaria».

La primera estrofa está tomada del preámbulo de los Estatutos de la Internacional, pero «corregida». Allí se dice: «La emancipación de la clase obrera tiene que ser obra de los obreros mismos»; aquí, por el contrario, «la clase obrera» tiene que emancipar, ¿a quien?, «al trabajo». ¡Entiéndalo quien pueda!

Para indemnizarnos, se nos da, a título de antistrofa, una cita lassalleana del más puro estilo: «frente a la cual –a la clase obrera– todas las demás clases no forman más que una masa reaccionaria».

En el Manifiesto Comunista se dice: 

«De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar». (Karl Marx y Friedrich Engels; Manifiesto del Partido Comunista, 1848)

Aquí, se considera a la burguesía como una clase revolucionaria –vehículo de la gran industria– frente a los señores feudales y a las capas medias, empeñados, aquéllos y éstas, en mantener posiciones sociales que fueron creadas por formas caducas de producción. No forman, por tanto, juntamente con la burguesía, una masa reaccionaria.

jueves, 17 de octubre de 2019

Lenin hablando sobre las asimilaciones...


«El capitalismo en desarrollo conoce dos tendencias históricas en el problema nacional. La primera es el despertar de la vida nacional y de los movimientos nacionales, la lucha contra toda opresión nacional y la creación de Estados nacionales. La segunda es el desarrollo y multiplicación de las relaciones de todo tipo entre las naciones, el derrumbamiento de las barreras nacionales, la formación de la unidad internacional del capital, de la vida económica en general, de la política, de la ciencia, etc. Ambas tendencias son una ley universal del capitalismo. La primera predomina en los albores del desarrollo capitalista; la segunda es característica del capitalismo maduro, que marcha hacia su transformación en sociedad socialista. El programa nacional de los marxistas tiene presentes ambas tendencias: primero, defiende la igualdad de derechos de las naciones y de los idiomas –y también el derecho de las naciones a la autodeterminación, de lo cual hablaremos más adelante– y considera inadmisible la existencia de cualesquiera privilegios en este aspecto; segundo, propugna el principio del internacionalismo y la lucha implacable por evitar que el proletariado se contamine de nacionalismo burgués, aun del más sutil. Y cabe preguntar: ¿a qué se refiere nuestro bundista cuando clama al cielo contra la «asimilación»? No ha podido referirse a la violencia ejercida contra las naciones ni a los privilegios de una de ellas, porque aquí nada tiene que ver la palabra «asimilación»; porque todos los marxistas, tanto por separado como juntos, formando un todo único oficial, han condenado con firmeza, sin dejar lugar a equívocos, la menor manifestación de violencia, opresión o desigualdad nacionales. (...) El señor Libman condena la «asimilación» sin entender por ella ni la violencia, ni la desigualdad, ni los privilegios. Pero, ¿queda algo real en el concepto de «asimilación» si se excluyen toda violencia y toda desigualdad? Sí, desde luego. Queda la tendencia histórica universal del capitalismo a romper las barreras nacionales, a borrar las diferencias nacionales, a llevar las naciones a la asimilación, tendencia que cada decenio se manifiesta con mayor pujanza y constituye uno de los más poderosos motores de la transformación del capitalismo en socialismo. No es marxista, ni siquiera demócrata, quien no acepta ni defiende la igualdad de derechos de las naciones y los idiomas, quien no lucha contra toda opresión o desigualdad nacionales. Esto es indudable. Pero es igualmente indudable que el pseudomarxista que pone de vuelta y media a .los marxistas de otra nación, acusándolos de «asimilistas», es de hecho un simple pequeño burgués nacionalista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Notas críticas sobre la cuestión nacional, 1913)

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martes, 15 de octubre de 2019

Marx hablando sobre el escritor y la libertad de prensa...


«Para defender la libertad de una esfera, e incluso para comprenderla, es necesario captarla en su carácter esencial y no en relaciones exteriores. ¿Pero es acaso fiel a su carácter, actúa de acuerdo con la nobleza de su naturaleza, es libre la prensa que se rebaja a ser una profesión? El escritor tiene por supuesto que ganar dinero para poder vivir y escribir, pero de ninguna manera tiene que existir y escribir para ganar dinero. (...) El escritor no considera de ninguna manera sus trabajos como un medio. Son fines en sí mismos, y tal es así que no son medios para él ni para otros que, si es necesario, sacrificará su existencia a la de ellos, adoptando, como el predicador de la religión, aunque de manera diferente, el principio de «obedecer más a Dios que a los hombres», e incluyendo entre los hombres a sí mismo con sus necesidades y deseos humanos. ¿Sería posible, en cambio, que un sastre al que le he encargado un frac se apareciera con una toga romana aduciendo que es más adecuada a la ley eterna de la belleza? La primera libertad de la prensa consiste en no ser una profesión. Al escritor que la rebaja a un medio material le corresponde como pena de esa falta de libertad interior la falta de libertad exterior, la censura, o, mejor dicho, ya su propia existencia es su pena. Por supuesto que la prensa también existe como industria, pero en ese caso no es cuestión del escritor sino del impresor y el librero. De lo que se trata aquí, sin embargo, no es de la libertad profesional de impresores y libreros sino de la libertad de prensa». (Karl Marx; Gaceta Renana, N° 139, suplemento, 19 de mayo de 1842)

sábado, 12 de octubre de 2019

La crítica y la autocrítica y lo que significa...


«Entre los diversos aspectos a los que es preciso que apliquemos sin demora esta exigencia del método leninista podemos señalar, en primer lugar, el de la práctica misma de la autocrítica, que ha de llevarse a cabo tanto a nivel individual como colectivo en el marco de las células y comités de dirección a todos los niveles. La exigencia leninista de la autocrítica y de la crítica significa el valorar la eficacia o ineficacia de nuestros esfuerzos, de nuestro estilo y método de organizar y aplicar la política y las tareas del Partido en cada momento sobre la base, no de tal o cual apreciación o informe subjetivo, superficial o parcial, sino sobre la base del análisis de los resultados logrados, de los hechos concretos, y de un estudio del método, el estilo y los medios empleados sin temor a poner al descubierto tal o cual fallo, insuficiencia, negligencia o incluso incapacidad. A veces se considera que la autocrítica y la crítica han de entenderse solamente en el sentido de poner al descubierto nuestros fallos y errores, lo que es cierto en buena medida, ya que es más importante descubrir sin miedo nuestras debilidades y fallos que alardear de nuestros éxitos. Pero sin embargo es también importante analizar críticamente las causas de nuestros éxitos y nuestros avances, y ello no sólo para generalizar la experiencia sino también para sacar lecciones con el fin de superarnos. (...) Es evidente que el fin de la autocrítica no es el sembrar el desánimo, ni la desmoralización, ni el pesimismo, sino todo lo contrario. Se trata de poner al desnudo, para eliminarlos, nuestros errores y debilidades con espíritu comunista, dando perspectivas para su superación; se trata de no temer el que nuestros enemigos puedan aprovechar el conocer nuestros fallos para atacar al Partido». (Elena Ódena; Colocar al partido a la altura de sus tareas y responsabilidades (I), 20 de enero de 1979) 

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jueves, 10 de octubre de 2019

«Si somos verdaderos revolucionarios, no debernos alardear de tales»...


«No se trata ya de discutir en la prensa ni en la tribuna, sino en los campos de batalla, dicen algunos republicanos. Cansado estoy de repetir que no creo que por las vías legales pueda llegarse a la República. Por el Parlamento no se llega aquí ni siquiera a un mal cambio de Gabinete. No hay posibilidad de llegar por estos caminos a mudanza alguna, ínterin los gobiernos, para conseguir el triunfo de sus candidatos, no vacilen en recurrir a la coacción y la violencia. ¿Quiere decir esto que hayamos de fiar a la sola fuerza de las armas el triunfo de la República? Si así es, ¿por qué escribimos periódicos? ¿Por qué celebramos reuniones públicas? ¿Por qué nos asociarnos públicamente y no vacilamos en hablar bajo el receloso oído de los delegados del Gobierno? ¿Por qué hemos acudido hoy a las urnas v acudían antes los correligionarios de muchas ciudades para conseguir cargos concejiles y diputaciones de provincia? Si de la sola fuerza debemos esperar el poder, están vetados para nosotros todos estos medios de propaganda.

Si somos verdaderos revolucionarios, no debernos alardear de tales ni en casinos, ni en clubs, ni en lugares públicos. Debemos preparar las revoluciones en lugares donde no nos oigan ni nos vean nuestros enemigos. ¿Qué significa estar constantemente con la revolución en los labios y no en las manos? ¿Qué significa amenazar siempre para no dar nunca, prometer lo que no se ha de cumplir, fascinar al pueblo con ilusiones que ha de ver mañana desvanecidas? ¿Es esto de hombres serios?, ¿es de hombres dignos?

Las revoluciones, las verdaderas revoluciones, las trae, más que la voluntad de los hombres, el curso de los acontecimientos. Lucharon los progresistas del año 1843 al 1854 y nunca vencieron. ¿Quién vino a facilitarles el triunfo? Uno de sus capitales enemigos, el general O’Donnell. Lucharon del año 56 al 68, y siempre fueron vencidos. ¿Quién les facilitó la victoria? Topete, que había sido ministro de Narváez; Serrano, que ya el año 44 los había abandonado. Y cuenta que del 1843 al 1854 habían tenido a su frente los progresistas un general como Espartero, que había forzado el puente de Luchana y puesto fin a una guerra en los campos de Vergara, y del 56 al 58 un general como Prim, que ejercía grande influencia en el ejército por sus legendarias proezas en las costas de África.

Pueden venir acontecimientos como los del año 54 y el año 68, y para cuando lleguen bueno es que viváis apercibidos; mas es impropio de hombres hacer en todo tiempo y sazón alarde de revolucionarios». (Francisco Pi y Margall; Discurso en el XVIII aniversario de la I República, 12 de febrero de 1891)

El viejo mundo pertenece a los filisteos...


"Es cierto que el viejo mundo pertenece a los filisteos. Pero no por eso tenemos que tratarlo como un viejo espantapájaros ante el cual se huye atemorizado. Por el contrario, tenemos que mirarle fijamente a los ojos. Merece la pena estudiar este dueño del mundo. Indudablemente es señor del mundo sólo en cuanto lo puebla con su sociedad, al modo de los gusanos de un cadáver. Por lo tanto, la sociedad de estos señores necesita sólo de un conjunto de esclavos, y los propietarios de esclavos no tienen ninguna necesidad de ser libres. Aunque, por poseer tierras y personas se les llama señores, sobre todo en sentido etimológico, no por eso son menos filisteos que su gente. Hombres, es decir, individuos de genio, republicanos libres. Pero, en su mezquindad, rehusan una y otra cualidad. ¿Qué les queda por ser o querer? Lo que quieren, vivir y multiplicarse más allá, dice Goethe, no va nadie–, también lo quieren los animales; todo lo más, podría añadir un politicastro alemán que el hombre es consciente de quererlo y que los alemanes son tan juiciosos que no quieren nada más. Lo primero que habría que encender en el pecho de estos individuos es la consciencia del hombre, de la libertad. Sólo este sentimiento, desaparecido del mundo con los griegos y sublimado por el cristianismo en el aéreo azul del cielo, puede volver a hacer de la sociedad una comunidad de hombres con el más alto de los fines: un Estado democrático. Por el contrario, los hombres que no se sienten tales, se multiplican para su señor, como una cría de esclavos a la manera de caballos. Los señores hereditarios constituyen el punto focal de toda la sociedad. A ellos les pertenece este mundo. Y lo toman como es y como cree ser. Se toman a sí mismos por cabeza, y se colocan donde crecieron sus pies, sobre los hombros de estos animales políticos que no tienen más vocación que la de ser «sometidos, agradecidos amantes y devotos». Un mundo de filisteos es un mundo político de animales, y si tuviésemos que reconocer su existencia, no nos quedaría más que remitirnos sencillamente al status quo. Así generado y plasmado el mundo por siglos de barbarie, se nos presenta ahora como un sistema coherente, cuyo principio es el del mundo deshumanizado. El mundo de filisteos más perfecto, nuestra Alemania, tenía, obviamente, que permanecer completamente retrasado con respecto a la Revolución francesa, restauradora del hombre; y el Aristóteles alemán que a partir de esto pretendiese elaborar su política tendría que empezar diciendo «El hombre es un animal social, pero completamente apolítico». (...) Mientras se actúe en el mundo político de los animales no se pueden dar reacciones más que dentro de sus límites, y no existe progreso de ninguna clase si no se abandona el elemento básico, y se pasa al mundo humano de la democracia. (...) No dirá ahora que tengo excesiva confianza en el presente; y si, sin embargo, no dudo de él, se debe, exclusivamente a que su desesperada situación me colma de esperanza. No hablo, en absoluto de la incapacidad de los señores y de la indolencia de los siervos y los súbditos, los cuales dejan que todo ocurra como ocurre, aun cuando ambas cosas juntas bastarían para provocar una catástrofe. Llamo su atención sobre el hecho de que los enemigos del filisteismo, es decir, todos los que piensan y sufren, están de acuerdo en que en el pasado les faltaban medios; y que, incluso, el sistema pasivo de reproducción de los antiguos súbditos incrementa sus filas de día en día con nuevos reclutas al servicio de la nueva humanidad. Pero el sistema de la industria y del comercio, de la propiedad y la explotación del hombre conduce, más aún que el incremento de la población, en el interior de la sociedad contemporánea, a una fractura que el viejo sistema no puede sanar, porque dicho sistema no sana ni crea, sino sólo existe y disfruta. La existencia de la humanidad doliente que piensa y de la humanidad pensante oprimida, tiene, necesariamente, que llegar a convertirse en insoportable e indigerible para el mundo animal de los filisteos que goza pasiva y obtusamente. Por nuestra parte, tenemos que poner en evidencia el viejo mundo y crear positivamente el nuevo. Cuanto más tiempo deje la historia para que la humanidad pensante reflexione y la humanidad que sufre reúna su fuerza, tanto más perfecto será el fruto que el mundo lleva en su regazo». (Karl Marx; Carta a Arnold Ruge, Colonia, mayo, 1843)

miércoles, 9 de octubre de 2019

Foquismo; Terminológico, 2019


«Guevara y su teoría del «foco» rompe con la concepción marxista-leninista de revolución y la toma de poder, condensando toda una serie de desviaciones antimarxistas. En dicha teoría Guevara no considera las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución en su justa medida, sino que presenta las condiciones objetivas como algo a no tener en cuenta y que de hecho pueden ser reemplazadas por el «foco» –un pequeño grupo de guerrilleros– que las crearía por fuerza. Piensa que cualquier pequeña crisis es igual a una situación revolucionaria, y que una «chispa puede prender la pradera». No comprende la concepción marxista-leninista de la concienciación de las masas –basada en que las masas se convenzan a través de su experiencia práctica–, apostando en cambio por acciones espectaculares sin conexión con las masas que estimulen a las masas para tomar conciencia política –como si la realidad existente ya fuera poco combustible para la revolución–. Niega el rol del proletariado tanto en el control de cualquier expresión militar –como la guerrilla–, como también en la concienciación de las masas, creyendo que ésta solamente avanza a través de acciones militares. Se adhiere a la teoría de que el «pequeño motor» –los guerrilleros foquistas–, a través de estas acciones ponen en marcha al «motor grande» –las masas trabajadoras– para que el engranaje de la revolución se ponga a funcionar. Tiene una afinidad con la creencia anarquista de que la «historia las hacen los héroes», negando el papel de las masas en la revolución, relegándolos a la pasividad o en el mejor caso a un papel secundario, de ahí las tantas guerrillas foquistas y su desconexión con las masas. Así mismo se nota un desprecio por el aprovechamiento del trabajo legal de masas bajo la excusa de que es inservible y de que la burguesía tiende al establecimiento del fascismo. El foquismo peca de la unilateralidad sobre dónde se debe actuar militarmente, buscando las zonas más favorables para la guerrilla que según ellos es la montaña, la selva o el campo, pues según la concepción del foco solamente así podrá evitarse el ser delatados por el pueblo con el que apenas se tienen lazos o evitar que éste sufra represión a causa de la guerrilla –aunque ha habido casos de guerrillas guevaristas urbanas–, esto significaba por lo general una notable desconfianza en las masas y una nula presencia en la zonas neurálgicas de las masas, traducido en que en la práctica la cuidad y el proletariado fueran espectadores o en el mejor de los casos el furgón de cola de los acontecimientos en la teórica pugna por el poder entre el gobierno reaccionario y estos intelectuales guerrilleros. La incapacidad organizativa de estos intelectuales derivaría también en casos en que creían que el terrorismo individual y espectacular serviría de método excitante para las masas». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2019)». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2019)

sábado, 5 de octubre de 2019

El Capital, Tomo I; Franz Mehring, 1918


«En el primer capítulo de su obra, Marx resume nuevamente las ideas expuestas en 1859 acerca de la mercancía y el dinero. Y no lo hace meramente por un afán sistemático, para que el estudio sea completo, sino porque incluso lectores inteligentes no habían comprendido del todo el problema, lo cual indicaba que el estudio tenía algún defecto, especialmente en lo referido al análisis de la mercancía.

Entre aquellos lectores inteligentes no estaban, por supuesto, los profesores alemanes, que repudiaron precisamente este mismo primer capítulo de la obra de Marx por su «confuso carácter místico». «A primera vista, una mercancía parece un objeto evidente y trivial. Sin embargo, su análisis muestra que es un objeto bastante confuso y complicado, repleto de pliegues metafísicas y de caprichos teológicos. Mientras no es más que valor de uso, no encierra nada de misterioso… La forma de la madera cambia cuando ésta se convierte en una mesa. No obstante, la mesa sigue siendo un pedazo de madera, un objeto ordinario y material. Pero, en cuanto se nos presenta como mercancía sufre una metamorfosis y se convierte en un objeto a la vez material e intangible. Por un lado, la vemos descansar tranquilamente con sus patas sobre el suelo y, por el otro, ponerse de cabeza frente a todas las demás mercancías, y que de su cabeza de madera empiecen a salir fantasías que causan mucha más sorpresa que si de pronto la mesa se pusiera a bailar por sus propios medios». Era natural que todas aquellas cabezas de madera que se pasan la vida produciendo grandes cantidades de falacias metafísicas y quimeras teológicas, pero que son incapaces de producir un solo objeto material y tangible, ni siquiera una ordinaria mesa de verdad, tomaran a mal estos argumentos.