domingo, 27 de octubre de 2019

El papel de la socialdemocracia y su actitud ante el frente único del proletariado; Georgi Dimitrov, 1935

Continuando con el estudio de las estrategias y tácticas antifascistas. 

Después, en el tercer punto, continuando con el estudio de las estrategias y tácticas antifascistas Georgi Dimitrov observó los cambios que se operaban dentro de los partidos socialdemócratas –que también como otros, tenían un origen de clase heterogéneo–, desde el militante socialdemócrata, hasta ciertos jefes socialdemócrata se habían dado cuenta –y ambos en interés de su necesidad– que la política errónea de auxiliar de la más recalcitrante reacción estaba llevando a los partidos socialdemócratas a allanar el camino a su propia liquidación como partido debido a la victoria fascismo. Aún así, y pese a estar en la cuerda floja el búlgaro anota que seguía existiendo a mediados de los años 30, y pese a la evidente «fascistización», muchísima resistencia por parte sobre todo de los líderes socialdemócratas, a cesar la colaboración con la burguesía y establecer el frente único que lanzara al partido a la lucha contra el capital. También ve como normal y evidente el proceso de «radicalización» hacia el comunismo entre los militantes obreros socialdemócratas que han contemplado desde los años 20 hasta esos días, diferentes derrotas –en la lucha contra el fascismo–, y diferentes decepciones –a la hora de gobernar el partido socialdemócrata–. Algo que puede ser una ventaja a la hora de establecer el frente único proletario con su base, y que precisamente les alejará de la influencia de sus líderes reaccionarios.

El documento: 


«Camaradas: desde el punto de vista de nuestras tareas tácticas tiene gran importancia la respuesta que demos a esta pregunta: ¿sigue siendo la socialdemocracia, en los momentos actuales, el sostén principal de la burguesía? ¿Y dónde?

Algunos de los camaradas que participaron en la discusión –como los camaradas Peter Florin y Palme Dutt–, rozaron este problema: pero dada su importancia es necesario darle una respuesta más completa. Es un problema que se plantean, y no pueden dejar de plantearse, los obreros de todas las tendencias, en particular de los obreros socialdemócratas.

En necesario tener presente que en toda una serie de países ha cambiado o está cambiando la situación de la socialdemocracia dentro del Estado burgués, y por tanto su actitud hacia la burguesía. En primer lugar la crisis ha quebrantado a fondo inclusive la situación de los sectores más favorecidos de la clase obrera, la así llamada aristocracia obrera, en la que, como se sabe, se apoya fundamentalmente la socialdemocracia. Y estos sectores comienzan a revisar cada vez más sus antiguas ideas acerca de la conveniencia de la política de colaboración de clase con la burguesía.

En segundo lugar, en una serie de países, como ya indiqué en mi informe, la propia burguesía se vio obligada a renunciar a la democracia burguesa y a recurrir de una forma más terrorista de su dictadura, privando a la socialdemocracia, no sólo de la posición que antes ocupaba dentro del sistema de Estado del capital financiero, sino también en determinadas circunstancias, de su existencia legal, sometiéndola a persecuciones y destruyéndola.

En tercer lugar, aleccionados por las enseñanzas de la derrota de los obreros de Alemania, Austria y España, derrota que fue, en lo fundamental, el resultado de la política socialdemócrata de colaboración de clase con la burguesía, y, por otra parte, estimulados por el triunfo del socialismo en la Unión Soviética, como resultado de la política bolchevique y de la aplicación del marxismo revolucionario, los obreros socialdemócratas se izquierdizan, comienzan a virar hacia la lucha de clases contra la burguesía.

El conjunto de estas causas hace más difícil, y en algunos países sencillamente imposible que la socialdemocracia continúe desempeñando su antiguo papel de apoyo a la burguesía.

No comprender esto sería muy perjudicial para los países en que la dictadura fascista ha privado a la socialdemocracia de su existencia legal. Desde este punto de vista, ha sido justa la autocrítica de los camaradas alemanes que en sus discursos señalaban la necesidad de dejar de aferrarse a la letra de fórmulas y acuerdos caducados, relativos a la socialdemocracia, y pasar por alto los cambios operados en su seno. Es evidente que tal actitud nos llevaría a la tergiversación de nuestra línea, encaminada a establecer la unidad de la clase obrera, y facilitaría a los elementos reaccionarios de la socialdemocracia a su labor de sabotaje del frente único.

Pero el proceso de izquierdización que se opera en todos los países, en el seno de los partidos socialdemócratas, se desarrolla de un modo desigual. No hay que imaginarse la cosa como si los obreros socialdemócratas, que se están izquierdizando, fuesen a pasar de golpe y en masa, a la posición de la lucha consecuente de clases y unificarse con los comunistas directamente, sin ninguna etapa intermedia. En una seria de países, este será un proceso más o menos complejo y laborioso, que en todo caso dependerá en esencia de lo correcto de nuestra política y de nuestra táctica. Debemos contar inclusive con la posibilidad de que algunos partidos y organizaciones socialdemócratas, al pasar de la posición de la colaboración de clases con la burguesía a la lucha de clases contra ésta, continúen viviendo aún cierto tiempo como organizaciones y partidos independientes. Y por supuesto, si tal cosa ocurre, no hay ni qué hablar de que tales organizaciones o partidos socialdemócratas no deberán considerarse como el sostén de la burguesía.

No hay que creer que los obreros socialdemócratas que se hallan bajo la influencia de la ideología de la colaboración, inculcada a lo largo de decenas de años, van a abandonar por sí mismos esta ideología bajo la acción de ciertas causas objetivas. No. Es deber nuestro, de los comunistas, ayudarlos a liberarse del paso de la ideología reformista. La explicación de los principios y del programa del comunismo debe realizarse con paciencia y camaradería, y en consonancia con el nivel de desarrollo político de cada obrero socialdemócrata. Nuestra crítica de la socialdemocracia deberá ser más concreta y sistemática. Tendrá que basarse en la experiencia de las propias masas socialdemócratas. Hay que tener presente que, basándose sobre todo en la experiencia de su lucha conjunta y hombro con hombro con los comunistas contra el enemigo de clase, podremos facilitar y acelerar a los obreros socialdemócratas su desarrollo revolucionario. Para que superen las vacilaciones y las dudas, no existe medio más eficaz que su participación en el frente único proletario.

Haremos cuanto depende de nosotros para facilitar la labor y la lucha común contra el enemigo de clase, no sólo con los obreros socialdemócratas, sino también con los militantes activos de los partidos y organizaciones socialdemócratas que deseen sinceramente pasar a la posición revolucionaria de clase. Pero al mismo tiempo declaramos: que los funcionarios socialdemócratas, militantes de filas y obreros, que sigan apoyando el juego divisionista de los jefes reaccionarios de la socialdemocracia y laborando contra el frente único, y que de este modo ayudan directa o indirectamente al enemigo de clase, contraerán ante la clase obrera una responsabilidad no menor que la responsabilidad histórica de quienes apoyaron la política socialdemócrata de colaboración de clase, política que en una serie de países europeos hizo fracasar la revolución de 1918 y allanó el camino al fascismo.

El problema de la actitud ante el frente único es la línea divisoria entre la parte reaccionaria de la socialdemocracia y los sectores que dentro de ella se van izquierdizando. Nuestra ayuda a la parte que se izquierdiza será más eficaz cuanto más intensa sea nuestra lucha contra el campo reaccionario de la socialdemocracia que mantiene una alianza con la burguesía. Y dentro del campo de izquierda la polarización de sus partidarios se desenvolverá con tanto mayor rapidez sea la decisión con que luchen los comunistas por el frente único con los partidos socialdemócratas. La experiencia práctica de la lucha de clases, y la participación de los socialdemócratas en el movimiento del frente único, se encargarán de demostrar quién dentro de este campo es de «izquierda de palabra» y quién es de izquierda de hecho». (Georgi Dimitrov; Por la unidad de la clase obrera contra el fascismo; Discurso de resumen en el VIIº Congreso de la Komintern, 13 de agosto de 1935)

Anotación de Bitácora (M-L):

«Estimado com. Stalin!

El bosquejo adjunto del bosquejo de [mi] discurso muestra cómo veo la esencia del discurso con respecto al segundo punto de la agenda del congreso. Además, me gustaría plantear en nuestra próxima conversación las siguientes preguntas:

I. Sobre la socialdemocracia [Stalin: subrayado]

Si es correcto referirse a la socialdemocracia indiscriminadamente como socialfascismo. Al tomar esa posición, con frecuencia hemos bloqueado nuestro camino hacia los trabajadores socialdemócratas. [Stalin: En cuanto al liderazgo, sí; pero no de forma indiscriminada].

Si es correcto considerar la socialdemocracia en todas partes y en todo momento como la base social principal de la burguesía. [Stalin: Por supuesto, no en Persia].

Si es correcto considerar a todos los grupos de izquierda socialdemócratas como una amenaza importante bajo cualquier condición. [Stalin: En la mayoría de países capitalistas; sí]

4. Si es correcto tratar indiscriminadamente a todos los principales cuadros de los partidos socialdemócratas y de los sindicatos reformistas [5] como traidores conscientes de la clase trabajadora. [Stalin: Objetivamente; sí, conscientemente; algunos de ellos].

Uno puede esperar, después de todo, que en el curso de la lucha, bastantes [6] de los principales funcionarios actuales de los partidos socialdemócratas y de los sindicatos reformistas elijan el camino de la revolución junto con los obreros socialdemócratas. Es de nuestro interés facilitarles esta transición y así acelerar la transición de los obreros socialdemócratas a nuestro lado. [Stalin: Bastantes; no, algunos; sí]

5. Si es hora de abandonar la discusión inútil sobre la posibilidad o la imposibilidad de ganarse a los sindicatos reformistas en lugar de formular claramente la tarea para sus miembros de transformar estos sindicatos en un instrumento de la lucha de clases proletaria [7]. [Stalin: Es la hora].

6. La cuestión de unificar a los sindicatos revolucionarios y reformistas sin hacer del reconocimiento de la hegemonía del partido comunista una condición necesaria [8]. [Stalin: Condiciones son necesarias].

II. El frente único

1. La necesidad de modificar nuestras tácticas de frente único en respuesta a las condiciones cambiantes. En lugar de utilizarlos exclusivamente [9] como una maniobra para exponer la socialdemocracia sin intentar seriamente forjar una verdadera unidad de los obreros a través de la lucha, debemos convertirlos en un factor eficaz para desarrollar la lucha de masas contra la ofensiva del fascismo [10]. [Stalin: ¿Contra quién se dirige esta tesis?][Stalin: Debemos].

2. La necesidad de rechazar la idea de que el frente único solo puede construirse desde abajo, y dejar de considerar cualquier apelación simultánea al liderazgo de un partido socialdemócrata como oportunismo [11]. [Stalin: Sin embargo, la base del frente único es desde abajo].

3. La necesidad de lanzar la iniciativa activa de las masas sin una tutela menor de los partidos comunistas en sus relaciones con los órganos del frente único. No  declarar la hegemonía del partido comunista, sino asegurar el liderazgo real del partido comunista [12].  [Stalin: Sin duda, pero ¿contra quién se dirige esta tesis?].

4. La necesidad de alterar radicalmente nuestra actitud hacia los obreros socialdemócratas y sin partido en todo nuestro trabajo de masas, agitación y propaganda. Es esencial ir más allá de las declaraciones generales sobre la traición de la socialdemocracia y explicar a los trabajadores, concreta y pacientemente, a qué está conduciendo y ya ha conducido la política socialdemócrata de cooperación con la burguesía [13]. [Stalin: Correcto].

[Es esencial] no tirar toda [responsabilidad] sobre los líderes socialdemócratas sino señalar la responsabilidad de los propios obreros socialdemócratas, para luego pensar en su propia responsabilidad y buscar la forma correcta de lucha, etc. [14]. [Stalin: ¡Sí!].

III. Sobre el liderazgo de la Internacional Comunista (IC)

Es esencial cambiar los métodos de trabajo y liderazgo en la Internacional Comunista, teniendo en cuenta que es imposible supervisar efectivamente desde Moscú cada detalle de la vida de las 65 secciones de la IC, que se encuentran en condiciones muy diferentes (partidos en las metrópolis y partidos en las colonias, partidos en países industrializados altamente desarrollados y países predominantemente campesinos, partidos legales e ilegales, etc).

Es necesario concentrarse en la orientación política general del movimiento comunista, en la asistencia a los partidos en cuestiones políticas y tácticas básicas, en la creación de un liderazgo bolchevique sólido en los partidos comunistas locales y en el fortalecimiento de los partidos comunistas con los obreros mientras se reduce el pesado aparato burocrático del Comité Ejecutivo de la IC.

Es esencial promover aún más la autocrítica bolchevique. El miedo a esta [autocrítica] a veces ha llevado a la imposibilidad de aclarar problemas políticos importantes cuestiones de la etapa actual de la crisis y de la llamada coyuntura inflacionaria militar, la evaluación y las lecciones de los acontecimientos austriacos, etc..

Es imposible cambiar los métodos de liderazgo y trabajo en la IC sin renovar parcialmente los cuadros de la IC.

Es especialmente esencial asegurar lazos estrechos entre el liderazgo de la IC y el Politburó del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS». (Dimitrov; Carta a Stalin, 1 de julio de 1934)

1 comentario:

  1. Importante documento que se debe estudiar, para poder analizar lo que viene sucediendo en este periodo actual.

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