«No cumplir las tareas encomendadas, se manifiesta concretamente en preocuparse únicamente de lo que afecta a uno personalmente, en poner en primer plano las opiniones personales cuando el partido ha analizado y señalado una tarea, actuando, no de acuerdo con las orientaciones del partido, sino con las opiniones personales; en aparentar que se hacen muchas cosas cuando es lo contrario, es decir, escurriendo el bulto: tratar de evitar las críticas mediante los más diversos subterfugios y, en general tratar de salvar las apariencias. Esta tendencia oculta la negligencia en el trabajo y el estudio, la incapacidad o el desprecio hacia toda actitud crítica, la carencia de espíritu de partido, y es una forma encubierta de liberalismo, de arribismo y también de burocratismo. (...) En cuanto a la falta de disciplina partidaria, es necesario tener presente que, contrariamente a los liberales eurocarrillistas, a los socialdemócratas antimarxistas y a los tránsfugas comunistas de salón que preconizan el liberalismo disolvente en los partidos comunistas, los marxista-leninistas defendemos y mantenemos el principio de la necesidad ineluctable de la disciplina partidaria y el centralismo democrático. (…) Conviene señalar que la indisciplina tiene en muchos casos raíces ideológicas y está relacionada con el activismo y la superficialidad, ya que la indisciplina consiste en términos generales en incumplimiento de las decisiones, y de las tareas trazadas o en adoptar una actitud personal hacia ellas, una actitud superficial, subjetiva, por encima de las directrices de los órganos de dirección; y un método y estilo individualista, no comunista, concediendo o no importando las tareas centrales de cada momento basándose en una apreciación local y personal y sin tener en cuenta su importancia y su urgencia en función del conjunto de la política y la táctica del partido en cada momento. (...) El menosprecio por el funcionamiento orgánico del partido y por el cumplimiento de los deberes militantes, es indiscutiblemente un reflejo de una actitud revisionista, anarquizante y disolvente que impide militar con responsabilidad y seriedad, y que siembra el desánimo y el pesimismo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)
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«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»