jueves, 4 de octubre de 2018

La política socialimperialista de los gobernantes chinos no es casual, es un reflejo de su política opresiva y explotadora en el interior; Equipo de Bitácora (M-L), 2018


«Los revisionistas como Shuterland que santifican las relaciones de los países latinoamericanos con el socialimperialismo chino cometen un crimen contra los pueblos en dos direcciones: sencillamente no ver la política imperialista de China en el exterior significa no ver su política burguesa, opresiva y explotadora en el interior. De hecho, cuando Shuterland da entrevistas a las televisiones chinas y habla de todo pero guarda silencio sobre el régimen chino demuestra que tipo de «marxista» es.

Una política exterior burguesa no puede existir sin una política interior burguesa y viceversa. Largo tiempo llevan propagándose ideas peregrinas entre los revisionista de diversos partidos que reconocen que quizás sus partidos tienen una política errada apoyando a teorías, figuras y movimientos revisionistas del exterior, pero nos dicen, que eso no significa que tengan una política interior revisionista, que su programa y su línea interna está sana. Esto es un fraude, porque si una dirección no ha sido capaz de identificar en la política internacional las desviaciones de un movimiento, y lo apoya, esa misma carencia de formación u oportunismo les hará fracasar a la hora de plantear las etapas, tareas y aliados de la revolución en el interior. Por tanto no se puede tener durante mucho tiempo una línea exterior revisionista sin que afecte a la interna y viceversa, o se rectifica o llegado el momento el revisionismo inunda toda la línea en general.

Para dejar claro que China está tomada por la vieja y nueva burguesía, traigamos algunos datos:

«A finales de 2008 en China había casi 300.000 personas con una fortuna superior a los 10 millones de yuanes –1,46 millones de dólares, 1,11 millones de euros–, según el reciente Informe de Patrimonios Privados, publicado por el Banco Comercial de China. A pesar de la crisis económica y financiera mundial, el documento asegura que los millonarios chinos aumentarán de manera «relativamente estable», alrededor del 6 por ciento, hasta alcanzar las 320.000 personas a finales de este año. Asimismo, el número de personas con una fortuna superior a los 100 millones de yuanes –14,6 millones de dólares, 11,1 millones de euros– también roza los 10.000 ciudadanos. En total, el capital acumulado de los millonarios chinos sumaba 8,8 billones de yuanes –1,27 billones de dólares, 980.000 millones de euros–, una cifra equivalente al 29 por ciento del PIB total de China. Por ciudades, la provincia sureña de Cantón –basada en las industrias para la exportación y muy afectada por la crisis mundial– con 46.000 ricos y las metrópolis de Shanghái y Pekín, con 20.000 personas cada una, lideran las zonas con más millonarios». (Agencia EFE; China roza los 300.000 millonarios, según el informe del Banco Comercial, 10 de abril de 2009)

El socialimperialismo chino es sin duda uno de los que mayor productividad saca a su mano de obra barata, eso que la economía burguesa cubre bajo el manto de eufemismos de «competitividad» y «disciplina laboral»:

«Según Word Competitiveness Yearbook de 2003, China tiene una de las manos de obra industriales más competitiva del mundo, el costo por dólar de producción a 0,32 $, en comparación con el 0,43 $ de la India y Brasil o el 0,51$ de Canadá». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

¿Cómo logra esto? Siendo uno de los países con una explotación asalariada más brutal; por ejemplo no cumpliendo los códigos laborales y pagando por debajo del salario mínimo, o sancionando de forma continuada a los trabajadores para recuperar lo perdido con su salario:

«La legislación laboral que es vulnerada con más frecuencia es la referente a los salarios, a la jornada laboral, a las medidas de seguridad e higiene, a las coberturas sociales y a la discriminación en el trabajo. Según varios informes del Dagongzhe Migrant Worker Centre, con sede en Shenzhen, y la organización Worker Empowerment, radicada en Hong Kong, en torno a un 25% de los trabajadores chinos gana menos que el salario mínimo y en torno al 95% gana menos de lo que le corresponde legalmente. Las dos artimañas usadas más frecuentemente en China por los empresarios para reducir ilegalmente el salario de sus trabajadores son no equiparar el salario base con el salario mínimo y establecer estrictos sistemas de multas y sanciones. La mayor parte de las compañías ofrece a sus trabajadores un salario base que está por debajo del salario mínimo que les corresponde legalmente, de ahí que este solo se alcance a través de horas extra y de bonus de productividad. También es frecuente que muchas empresas impongan sanciones económicas desmesuradas a sus trabajadores». (Mario Esteban Rodríguez; Situación de los derechos laborales en China: implicaciones políticas y económicas, 2011)

Con grandes retrasos en los pagos:

«Otro mal endémico es el de los retrasos y los impagos de los salarios, especialmente en algunos sectores, como el de la construcción. Cifras parciales de la FSTC cuantificaban en unos 8.000 millones de dólares el montante de los salarios que se adeudaban a los trabajadores chino». (Mario Esteban Rodríguez; Situación de los derechos laborales en China: implicaciones políticas y económicas, 2011)

Ahorrándose el dinero que se debería invertir en seguridad laboral para los trabajadores:

«La salud y la seguridad en el trabajo son muy deficientes en numerosas empresas chinas, que las sacrifican para conseguir unos costes de producción lo más bajos posibles. La situación es tan grave que China no publica datos agregados de siniestralidad. Uno de los sectores para el que sí se publican este tipo de datos, debido a una fuerte presión pública, es el de la extracción del carbón. Según unas muy conservadoras estadísticas oficiales, actualmente unas 3.000 personas pierden la vida anualmente en las minas de carbón, por las 6.000 que lo hacían hace apenas cinco años. China es el mayor productor mundial de carbón y su índice de mortalidad laboral por millón de toneladas extraídas es siete veces mayor que el de la India». (Mario Esteban Rodríguez; Situación de los derechos laborales en China: implicaciones políticas y económicas, 2011)

Trabajando sin seguros:

«Las empresas tienen obligación de suscribir cinco seguros para sus trabajadores fijos: sanitario, accidentes laborales, desempleo, pensiones y maternidad. Sin embargo, en la práctica sigue habiendo muchos trabajadores sin asegurar. Valga de ejemplo el caso del seguro de jubilación, que es el que cuenta con más beneficiarios. Según datos del China Statistical Yearbook 2010, solo el 30% de los trabajadores chinos en activo tiene seguro de jubilación, cifra que baja al 15,5% para los trabajadores de las zonas rurales». (Mario Esteban Rodríguez; Situación de los derechos laborales en China: implicaciones políticas y económicas, 2011)

Haciéndoles trabajar horas extras, debido a los bajos salarios o las sanciones que les imponen a los trabajadores:

«La jornada laboral ordinaria en China está fijada por ley en 40 horas semanales, con un máximo de tres horas extra por día, hasta un tope de nueve horas por semana y 36 al mes, y con dos días de descanso semanales. Esta legislación es más avanzada que la de muchos países e incluso que la de los códigos corporativos de muchas empresas europeas, que estipulan una jornada semanal ordinaria máxima de 48 horas, que se elevaría hasta las 60 horas incluyendo las horas extraordinarias. Sin embargo, en el sector privado chino es muy raro que se cumpla la normativa y son numerosas las empresas en las que incluso se realizan jornadas superiores a las 12 horas diarias. En los momentos de mayor actividad, tampoco es raro que un trabajador se pase un mes entero sin ningún día libre. Por otra parte, debido a la precaria situación en la que viven muchos de estos trabajadores, que cobran salarios muy inferiores a los que les corresponderían por ley, son bastantes quienes se oponen a que se limiten las horas extra, ya que lo perciben como una forma de reducir su salario». (Mario Esteban Rodríguez; Situación de los derechos laborales en China: implicaciones políticas y económicas, 2011)

Pisoteando los derechos sindicales de los trabajadores como en cualquier otro país occidental, no permitiendo la libre sindicalización, sobornando a los miembros de la aristocracia obrera, etc.:

«La ley china obliga a que todos los sindicatos se integren dentro de la FSTC, que es la única permitida por las autoridades. La FSTC es un órgano cuasi gubernamental que está formalmente subordinado al Partido Comunista Chino. En otras palabras, en China no hay sindicatos independientes, y cualquier movimiento en esta línea es severamente reprimido. (…) Los trabajadores chinos no solo critican a los sindicatos por su carácter progubernamental, también por sus vinculaciones con la patronal. La posición estructural de los sindicatos dentro de las empresas limita notablemente su capacidad de actuar a favor de los intereses de los trabajadores, ya que son financiados directamente por la propia empresa y suelen estar dirigidos por algún miembro de la gerencia. Por tanto, aunque formalmente el sistema de resolución de conflictos laborales en China es similar al de los países occidentales –tripartito y compuesto por trabajadores, empresarios y gobierno–, en la práctica la parte de los trabajadores no está representada. Esto explica la rapidez con la que se acuerdan los contratos colectivos en China. En esta línea, tampoco es de extrañar que en las ocasiones en que algún representante sindical intenta defender de forma más firme los intereses de los trabajadores, sufra directamente las represalias de sus empleadores sin contar con respaldo de su sindicato. Uno de los ejemplos más conocidos de esta problemática se produjo a principios de 2009, cuando un sindicalista fue despedido en un hotel que pertenece a la Federación de Sindicatos de Cantón». (Mario Esteban Rodríguez; Situación de los derechos laborales en China: implicaciones políticas y económicas, 2011)

Todo esto como es normal, deriva en constantes conflictos laborales y protestas, pese a la gran represión del régimen:

«Tanto en el sector público como el sector privado, la conflictividad laboral ha sido creciente en las últimas dos décadas, debido al incremento del número de empresas que quiebran sin poder garantizar a sus trabajadores las compensaciones que les corresponden, de la colusión entre empresarios explotadores y funcionarios corruptos –41.500 cargos públicos fueron juzgados por corrupción en China en 2009–, de las desigualdades sociales –según el Banco Mundial, el coeficiente Gini de China era del 0,415 en 2005– y del conocimiento de sus derechos por parte de los trabajadores. Según estadísticas oficiales, los denominados incidentes de masas (aquellos en los que participan al menos 15 personas– pasaron de 8.700 en 1993 a 24.500 en 1998, a 58.000 en 2003 y a 127.000 en 2008. Esto supone casi 15 veces más protestas en apenas 15 años. Aunque no se haga pública la cifra exacta, puede aseverarse que un porcentaje significativo de dichos incidentes es de carácter laboral. Generalmente, las protestas laborales en China son espontáneas y están poco organizadas. Normalmente no aparecen representantes de estos movimientos que puedan negociar con las autoridades. Esto hace que la acción colectiva de los trabajadores chinos sea en muchos casos volátil e impredecible. Las huelgas y protestas suelen ser sorpresivas, debido a que no hay comunicación previa entre los trabajadores y los sindicatos que teóricamente les representan. De hecho, este tipo de acciones evidencia tanto un fracaso de las vías legales establecidas en China para la resolución de disputas laborales como de los sindicatos, que no son capaces de mantener la paz social. Asimismo, estos movimientos de protesta suelen ser aislados y localizados, actúan sin ningún tipo de coordinación entre sí y presentan demandas de carácter material. Dichas características de las movilizaciones laborales chinas son en gran parte fruto de la estrategia que siguen las autoridades para enfrentarlas. Los poderes públicos suelen seguir una estrategia de palo y zanahoria, que combina concesiones materiales para los manifestantes con detenciones arbitrarias entre ellos y una férrea represión de cualquier intento de organización sindical o de impulsar cambios políticos. De ahí que los trabajadores eviten presentarse como un movimiento organizado y que no haya voluntarios para dirigir las protestas, pues «el pájaro que asoma la cabeza, es el primero al que se dispara». (Mario Esteban Rodríguez; Situación de los derechos laborales en China: implicaciones políticas y económicas, 2011)

Es más: pese a que el proletariado y el campesinado chino sea uno de los más ultrajados; las excentricidades y frivolidades de la burguesía china se muestran sin sonrojo:

«Hoy cuando uno es rico en China lo muestra: grandes coches, piscinas cubiertas, campos de golf en los jardines, personal de servicio para las mansiones y guardaespaldas. La burguesía china llega incluso a construir «vivienda» con una superficie de más de 400 m2 reproduciendo la forma en miniatura de los castillos europeos. Un enclave privado que contiene 170 de estas autenticas mansiones de dos millones de dólares se sitúa al este de Pekín». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Esto es normal, ya que en los regímenes revisionistas, la corruptela, la burocracia, la malversación de fondos y el enriquecimiento a través de la explotación asalariada vuelve a la burguesía arrogante hasta el punto de que cada vez esconde menos su despreciable modo de vida, por ejemplo:

«Hace cerca de un año, Tony Castro ganó notoriedad a causa de un viaje en yate a través del Mar Egeo. Se alojó en varios de los complejos hoteleros más exclusivos de las islas griegas y el litoral turco, acompañado por un séquito que habitualmente ocupaba media docena de suites de cada instalación. En casi todas, el coste por noche supera los 1.000 euros. (...) Las mansiones construidas por la burguesía antes de 1959 son hoy las residencias de los «winners» del socialismo cubano. Su mundo se extiende por casi 15 kilómetros cuadrados, divididos en cuatro urbanizaciones fundamentales: la ya mencionada Miramar –donde se ubica el grueso de las embajadas– y las tres que acogen a lo más selecto de la nomenklatura y sus colaboradores inmediatos, Atabey, Siboney y Cubanacán. (...) Durante años, la élite del oeste de La Habana nutrió sus filas con dirigentes del Gobierno y el Partido Comunista y algunos integrantes de la vieja burguesía republicana –sobre todo profesionales– que encontraron acomodo dentro de las instituciones del nuevo poder. Tras las reformas económicas de los años noventa y las del último lustro, el grupo ha crecido con las incorporaciones de nuevos ricos, aupados por sus negocios privados y los vínculos con compañías mixtas. Su vida difiere de la del común en todos los aspectos, empezando por el lugar de residencia, continuando por las escuelas y los hospitales a los que acuden, y terminando por los espacios en que van de vacaciones o se divierten. Es una farándula que «se codea con artistas y gente de la televisión: es difícil ver allí algún político, pero sus hijos quizá no falten». (El Confidencial; La vida de los otros: así es la existencia del 1% más rico del socialismo cubano, 19 de mayo de 2016)

¡Vaya, que casualidad! Algo totalmente igual a lo que pasaba y pasa en los países capitalistas-revisionistas de antaño:

«El alto grado del sector monopolista de Estado no causa el fin de la competencia entre los nuevos capitalistas. Dentro de la nueva burguesía monopolista tiene lugar una lucha constante por acceder a posiciones de poder y por tanto a mayor parte de las ganancias y a mayor control sobre los medios de producción. De ahí que entre las líneas de las diferentes empresas se ve el incremento de una competencia cada vez más feroz. El ingreso entre los nuevos capitalistas de la RDA es de hasta 10:1 respecto a los salarios de los trabajadores. Ellos tienen sus vías para acceder al dinero y los productos occidentales, sus propios hostales de primera clase y sus casas de reposo. Ellos además viven en villas de lujo, tienen sus chalets en áreas preferentes de áreas protegidas, operan bajo sus propios clubes, que no permiten el paso a la gente trabajadora, pueden ir a Occidente, sus hijos están en una educación preferente, etc». (Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista; Programa, 1978)

Esto ocurre incluso en los países revisionistas neocolonizados como es el caso de la dirigencia del FSLN en Nicaragua, por lo que en un país imperialista como China es del todo esperable. Como decimos este es un fenómeno común internacional dentro de los regímenes revisionistas, esta política de desdén y desprecio a las masas trabajadoras, de reprimir a las masas que protestan por un salario que cubra sus necesidades mientras ellos viven como reyes gracias a  parasitar precisamente a las clases trabajadoras.

Queda demostrado que la burguesía china a través del Partido Comunista de China (PCCh) actúa como una mafia donde se está dispuesto a hacer lo que sea preciso con tal de salvaguardar los superbeneficios de los empresarios, de la burguesía.

Lo cierto es que esto no surge de la nada. Los revisionistas chinos pertrechados con el maoísmo desarrollaron diversas teorías para justificar una política económica en favor de las clases explotadoras:

«Un lugar importante en el «pensamiento Mao Zedong» está ocupado por las distorsiones revisionistas de una serie de problemas fundamentales del marxismo-leninismo relacionados con la economía. Partiendo de la idea de Mao Zedong de que el desarrollo del capitalismo va supuestamente en interés de la gente, que las contradicciones entre la clase obrera y la gran burguesía en las condiciones chinas son supuestamente contradicciones «entre el seno del pueblo» y alegando que por tanto dichas contradicciones deben de ser resueltas a través de los métodos democráticos, se han promulgado, y continúa la promulgación de numerosos decretos y leyes que no afectan a los intereses de la gran burguesía, los kulaks y los monopolios extranjeros, lo que hace y seguirá haciendo muchas concesiones a estas fuerzas en detrimento de los intereses de las masas trabajadoras». (Tomor Cerova; Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china, 1980)

Los revisionistas chinos presentan el arquetipo de régimen socialfascista: amarraron el poder político presentándose como una democracia burguesa multipartidista y lo transformaron paulatinamente en un régimen socialfascista donde pese a existir otros partidos el partido revisionista domina sin discusión ni oposición, implementando leyes laborales y económicas humillantes para el proletariado, haciendo uso de los cuerpos de seguridad en caso de protestas, revueltas y motines de los trabajadores; garantizando así la explotación asalariada y el enriquecimiento de sus patrimonios:

«A esto hay que añadir una cuestión que normalmente se suele olvidar dentro del movimiento marxista-leninista: el régimen socialfascista –en este caso un régimen que sus dirigentes oportunistas presentan como socialista pero revisa los axiomas marxista-leninistas y establece un régimen capitalista de tipo fascista–. El revisionismo cuando accede al poder generalmente se ha valido de métodos democrático-burgueses de dominación política pero también socialfascistas, sobre todo cuando necesitaba usurpar y purgar a los dirigentes de un partido marxista-leninista en el poder o cuando a su llegada al poder no podía mantener una forma de dominación más liberal y laxa. En las experiencias en que el socialfascismo ha usurpado los regímenes socialistas ha sido a causa de que se han infiltrado en el partido comunista y lejos de combatirse sus desviaciones nacionalistas y derechistas se han ido afianzando hasta dar un golpe de gracia a la dirigencia y las masas adormecidas. La variante revisionista socialfascista se ha valido tanto del uso del unipartidismo como del multipartidismo, siendo este último un multipartidismo que se diferencia del democrático-burgués en que los partidos de oposición son tolerados siempre que no pongan en tela de juicio al partido revisionista en el poder, no hay por tanto cambios de partidos en el gobierno. El socialfascismo puede verse en la encrucijada de que pese a toda la parafernalia que monta sobre el multipartidismo y el lema burgués del pluralismo político en realidad los poderes están concentrados en manos de una junta o de un caudillo. El socialfascismo suele valerse del ejército y favorecer una casta militar para asegurarse su fidelidad, las fracciones burguesas en pugnan recurre a él tanto para resolver luchas de clanes como para reprimir a la clase obrera. El socialfascismo cumple con la paradoja que suele permitir asociaciones e ideas políticas altamente reaccionarias e incluso religiosas pero niega la conformación de asociaciones políticas y la publicidad de las ideas marxista-leninistas. El socialfascismo en lo político no puede dejar de tener su reflejo en el resto de campos: con unas políticas económicas belicistas y socialimperialista o –dependiendo del grado de desarrollo de fuerzas productivas– neocolonialista y una política entreguista pese a su verborrea; bajo la consigna interna de necesario entendimiento entre la burguesía revisionista y los obreros por el bien del pretendido bienestar colectivo de la nación; con la promoción de una cultura abiertamente chovinista e incluso racista, con una literatura y el arte burgués nacionalista enfocado a una alteración de la historia nacional, casi fantasiosa». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

Por todo lo expuesto es repugnante en sumo grado ver a los ideólogos revisionistas de Europa y América defender a al régimen chino como un gobierno que defiende los derechos de los trabajadores, y hasta marxista-leninista; ¿Puede haber mayor falsificación del comunismo?». (Equipo de Bitácora (M-L); Las perlas antileninistas del economista burgués Manuel Shuterland; Una exposición de la vigencia de las tesis leninista sobre el imperialismo, 2018)

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