«En 2013 sacamos a la luz la traducción, hasta entonces inédita al castellano, de Vincent Gouysse de la obra: «Comprender las divergencias sino-albanesas» de 2004. Un documento que explica a la perfección algunas de las diferencias entre los marxista-leninistas albaneses y los revisionistas chinos; desgajando los motivos de su distanciamiento hasta el final desenmascaramiento del maoísmo como una variante más del revisionismo.
Olarieta, seguidor de las tesis del Partido Comunista de España (reconstituido), ofendido por la abrumadora evidencia de pruebas contra Mao y sus traiciones manifiestas, intentó defender a Mao desde sus medios diciendo que por ejemplo su tercermundismo es una invención nuestra:
«Bitácora (M-L) imputa a Mao la búsqueda del camino medio, las zonas intermedias –la teoría de los tres mundos– y el equilibrio-convivencia entre clases antagónicas en la construcción del socialismo, lo cual sería una forma de idealismo». (Juan Manuel Olarieta; El pensamiento filosófico de Mao Zedong, 23 de marzo de 2015)
Pero Olarieta solo intenta negar con argumentos burdos lo que la historia y la documentación hace tiempo que avaló: que Mao fue un «tercermundista».
El capítulo no será sino una prueba más de lo que hemos afirmado siempre: que la llamada «teoría de los tres mundos» fue puesta en práctica por el Partido Comunista de China (PCCh) mucho antes de ser anunciada oficialmente en 1974.
Recordemos esta evolución.
1) Los orígenes del tercermundismo de Mao
Ya en 1945, los revisionistas chinos sostenían la teoría menchevique de las fuerzas productivas como excusa para un «desarrollo prolongado del capitalismo»:
«Sin un libre desarrollo de la economía privada capitalista y la economía cooperativa, sin un desarrollo nacional, científica y popular cultura de nueva democracia, sin la emancipación y desarrollo de miles de millones de personas, en breve tiempo, sin ser cuidadosos con la nueva revolución democrático-burguesa, el tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal sería un sueño utópico». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
Los dirigentes chinos también albergaban grandes esperanzas en contraer una alianza político-económica con Estados Unidos, teniendo gran confianza en sus créditos y su tecnología para industrializarse y modernizarse, siendo según Mao, la única forma de que China prosperase:
«Se necesitan grandes cantidades de capital para el desarrollo de nuestras industrias. Ellos vendrán principalmente de la riqueza acumulada por el pueblo chino, y al mismo tiempo de la asistencia extranjera. Damos la bienvenida a las inversiones extranjeras si tales son beneficiosos para la economía de China y se realizan de acuerdo con las leyes de China. Se pueden expandir rápidamente y a gran escala empresas rentables tanto para el pueblo chino como para los extranjeros, siendo la industria pesada y la modernización de la agricultura, una realidad cuando lo que hay es una firme e interna paz internacional, y cuando dichas reformas políticas y agrarias se realizan a fondo. Sobre esta base, hemos de ser capaces de absorber grandes cantidades de inversiones extranjeras. Una política regresiva y económicamente empobrecida para China no será rentable ni para el pueblo chino ni para los extranjeros». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
Todo esto quedó tipificado en el informe original de Mao Zedong presentado al VIIº Congreso del PCCh de 1945, llamado: «La lucha por una nueva China», el cual fue reeditado para sus Obras Escogidas llamándose ahora: «Sobre el gobierno de coalición» y eliminando estas tesis comprometedoras.
Véase nuestra obra: «Desmontando mitos: Mao Zedong ese liberal pro estadounidense e ídolo de Earl Browder» de 2014.
Esto demuestra que el «pensamiento Mao Zedong» ha sido un caballo de troya en el movimiento comunista, puesto que siempre ha dominado en él la ideología revisionista, convirtiéndose en el mejor aliado tanto de la burguesía nacional como del imperialismo:
«Un lugar importante en el «pensamiento Mao Zedong» está ocupado por las distorsiones revisionistas de una serie de problemas fundamentales del marxismo-leninismo relacionados con la economía. Partiendo de la idea de Mao Zedong de que el desarrollo del capitalismo va supuestamente en interés de la gente, que las contradicciones entre la clase obrera y la gran burguesía en las condiciones chinas son supuestamente contradicciones «entre el seno del pueblo» y alegando que por tanto dichas contradicciones deben de ser resueltas a través de los métodos democráticos, se han promulgado, y continúa la promulgación de numerosos decretos y leyes que no afectan a los intereses de la gran burguesía, los kulaks y los monopolios extranjeros, lo que hace y seguirá haciendo muchas concesiones a estas fuerzas en detrimento de los intereses de las masas trabajadoras». (Tomor Cerova; Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china, 1980)
Durante años Mao dio entrevistas a periodistas e intercambio mensajes secretos con los dirigentes estadounidenses con el fin de acercarse a EE.UU.:
«Los radicales desean una alianza con la Unión Soviética, una alianza como la existente actualmente entre Estados Unidos y Gran Bretaña, mientras que los liberales califican la política internacional soviética de «demente». Chou En-lai cree que la Unión Soviética se está arriesgando a una guerra que no se puede luchar con éxito y que unas buenas relaciones de trabajo China-Estados Unidos hubiesen tenido un efecto suavizante en la actitud del partido hacia los países occidentales. Chou desea estas relaciones porque siente que China necesita desesperadamente ayuda de la cual cree que la Unión Soviética no puede dar. Se siente que China está al borde del colapso económico y físico completo, por lo que significará una ruptura «física» del bienestar físico de las personas.(...) Chou En-lai siente que los Estados Unidos deben ayudar a China porque: (1) China aún no es comunista y si las políticas de Mao Zedong se implementan correctamente, quizás no lo sea por un largo tiempo; (2) la china democrática puede servir en la esfera internacional como mediador entre las potencias occidentales y la URSS; (3) el caos en China bajo cualquier régimen sería una amenaza para la paz de Asía y el mundo. (...) Chou dijo que Mao Zedong se mantiene al margen de las disputas de partido, que utiliza a Chou, Liu Shao-chi y otros liberales y radicales para fines específicos a su antojo. Que Mao es un genio en escuchar argumentos de diferentes lados, y luego traducir las ideas en las políticas de trabajo prácticos». (Edmund Clubb; El Cónsul General en Pekín (Clubb) a la Secretaría de Estado, emitido el 1 de junio de 1949, recibido el 2 de junio de 1949)
Esto tendría una conexión directa con los eventos de los 70.
Pese a que no mucha gente lo sabe, en 1946 Mao ya había dividido oportunamente el mundo en tres, entre los Estados Unidos, la Unión Soviética y una extensa zona donde se incluían desde países imperialistas, colonias, semicoloniales hasta países socialistas:
«Hay dos aspectos de la propaganda sobre una guerra antisoviética. Por un lado, el imperialismo estadounidense prepara de hecho una guerra contra la Unión Soviética. (...) Esta propaganda es una cortina de humo puesta por los reaccionarios estadounidenses para cubrir muchas contradicciones reales de inmediato que enfrentan al imperialismo estadounidense. Estas son las contradicciones entre los reaccionarios estadounidenses y el pueblo estadounidense y las contradicciones del imperialismo estadounidense con otros países capitalistas y los países coloniales y semicoloniales. (...) Los Estados Unidos y la Unión Soviética están separados por una vasta zona que incluye a países capitalistas, coloniales y semicoloniales de Europa, Asia y África. Antes de que los reaccionarios estadounidenses hayan subyugado a estos países, un ataque a la Unión Soviética está fuera de la cuestión. Creo que el pueblo estadounidense y los pueblos de todos los países amenazados por la agresión de los Estados Unidos deben unirse y luchar contra los ataques de los reaccionarios estadounidenses y sus lacayos en estos países. Sólo con la victoria en esta lucha se puede evitar una tercera guerra mundial, de lo contrario no se podrá evitar». (Mao Zedong; Entrevista con Anna Louise Strong, 1946)
He aquí como ya se intuyen los elementos de la futura teoría de los «tres mundos». Lo primero a destacar es como Mao infravaloraba el sabotaje y el peligro de guerra de los EE.UU. contra la URSS, se decía esto justo en un momento en que la mayoría de los dólares de seguridad nacional iban destinados a crear el Gladio en la Europa de la posguerra. Lo curioso es que Mao bajo un reduccionismo tercermundista, creía que en el mundo la contradicción principal de la época exigía como principal tarea la creación de un frente antiestadounidense mundial, bien, ¿y qué había de la contradicción capital-trabajo? ¿Qué había, por ejemplo, de la contradicción en las colonias entre la burguesía imperialista francesa o británica y el pueblo colonial oprimido? ¡Pero promulgaba este absurdo mientras durante esa época negociaba en secreto con los propios imperialistas estadounidenses para buscar su ayuda económica y militar!
En 1955, China con Chou En-lai como representante, funda el Movimiento de los Países No Alineados en la Conferencia de Bandung:
«En abril de 1955 se reunieron en Bandung en Indonesia, la Conferencia de solidaridad afroasiática que reagrupaba en un inicio a los jefes de Gobierno de 29 países asiáticos y africanos: Nehru, Chou En-lai, Nasser, Sukarno y Tito, cogiéndose de la mano, pusieron las bases del «no alineamiento». China, India, Pakistán, Indonesia y Argelia formaban parte de los pilares fuertes de esta conferencia que prefiguraba las ideas tercermundistas que los revisionistas chinos abiertamente desarrollarían en los años 70, ya cuando se ilustraron las ambiciones de los pseudocomunistas chinos que procuraban desempeñar un papel de primer plano en el seno de los «no alineados» que representaban una buena parte del «segundo mundo». (...) El no alineamiento fijaba oficialmente el objetivo de la búsqueda de una «tercera vía» que consistía en un tipo de «régimen intermedio», sería distinto del «capitalismo puro y duro» y de los países socialistas. Era una vía tomada prestada de la «nueva democracia» de China». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
«Todas las naciones de Asia, África y América Latina se están rebelando contra el imperialismo; también Europa, Canadá y otros países se están rebelando contra el imperialismo. Incluso los imperialistas se están rebelando contra los imperialistas. ¿No es eso lo que está haciendo De Gaulle? En la actualidad, existen dos zonas intermedias en el mundo. Asia, África y América Latina constituyen la primera zona intermedia. Europa, América del Norte y Oceanía constituyen la segunda. El capital monopolista japonés pertenece a la segunda zona intermedia, pero también está descontento con Estados Unidos, y algunos de sus representantes se están rebelando abiertamente contra Estados Unidos. Y aunque ahora el capital monopolista japonés depende de Estados Unidos, llegará el momento en que se sacudirá del yugo estadounidense. (...) Obviamente, esto, de ninguna manera, significa que estoy a favor de la repetición de una agresión del imperialismo japonés. Sin embargo, no creo que el capital monopolista japonés permita que Estados Unidos lo tenga agarrado por el cuello para siempre. ¿No sería mejor para Japón ser completamente independiente, establecer relaciones y entrar en cooperación con las fuerzas que luchan por la independencia nacional en Asia?». (Mao Zedong; Entrevista con los socialistas japoneses, 11 de agosto de 1964)
2) Los motivos de la dirigencia maoísta para reactivar la cooperación con EE.UU.
Las teorías revisionistas del maoísmo en la economía que condujeron a svarios fracasos tanto durante el Gran Salto Adelante –con los datos negativos en agricultura y producciones de mala calidad e inservibles en la industria– y los mismos en la Revolución Cultural –con datos negativos en la industria pesada en el Tercer Plan Quinquenal–, impidieron a China industrializarse correctamente. Véase el capítulo: «Seguidismo a las políticas económicas del maoísmo» de 2017.
Las teorías económicas del maoísmo quedarían condensadas años después en varios manuales. Véase la obra de Rafael Martínez: «Sobre el Manual de economía política de Shanghái» de 1974.
Las relaciones con los revisionistas soviéticos fueron variando… primero se fue cómplice y partícipe del «Nuevo curso» antistalinista de 1953, luego se dio luz verde y se aplaudieron las tesis del XXº Congreso del PCUS de 1956, y más tarde, se volvió a apoyar a Jruschov en la Conferencia de Moscú de 1957. Pero lejos de lo esperado por Jruschov, Mao no deseaba una humilde sumisión, sino disputarse la batuta en el mundo revisionista, lo cual hizo reaccionar a Moscú. Debido a los conflictos por reivindicaciones territoriales, las ayudas económicas o la cuestión de la bomba atómica, las relaciones se acabarían rompiendo. Véase la obra de Enver Hoxha; «Reflexiones sobre China, Tomos I (1962-1972) y II (1972-1977)» de 1979.
Por mucho que se diga, no se puede hablar de diferencias ideológicas serias entre un bando y otro, no se puede hablar de una disputa entre un bando revisionista y otro que deseaba mantener la pureza del marxista-leninismo, el propio Mao no solo había apoyado las principales teorías de Jruschov, sino que en ocasiones sus acciones, antes y después de la aparición de Jruschov, estuvieron incluso más a la derecha. Incluso una vez destapado el jruschovismo, no hay que ignorar las teorías conciliadoras que mantuvo la dirección china durante aquel tiempo. Véase la obra de: Selim Beqiri: «Las posiciones oportunistas de la dirección china hacia el revisionismo jruschovista durante los años 1960-1964» de 1981.
Con la llegada de Brézhnev en 1964, hubo intentos de reconciliación entre ambos, pero los escollos seguían siendo los mismos y nadie estaba dispuesto a ceder, por lo que cada uno intentaba quitarle los aliados al otro: China intentaba hacer buenas migas con Rumanía, mientras la URSS hacía lo mismo con Vietnam.
Derivado de lo anterior, Mao Zedong decidió virar de nuevo hacia los EE.UU. para lograr la modernización e industrialización incompleta de China, para ello empezó las conversaciones secretas de Varsovia en 1969, recibió a Kissinguer en 1971, y finalmente a Nixon en 1972 con el cual firmó el Comunicado de Shanghái en el cual los revisionistas chinos firmaron la siguiente declaración ultrajante:
«La paz en Asia y la paz en el mundo requieren de esfuerzos de ambos para reducir inmediatamente las tensiones y eliminar las causas básicas de los conflictos. Los Estados Unidos trabajaran para lograr una paz justa y segura: justa, porque cumple con las aspiraciones de los pueblos y naciones para la libertad y el progreso; segura, ya que elimina el peligro de una agresión extranjera. Los Estados Unidos apoyan la libertad individual y el progreso social para todos los pueblos del mundo, libre de la presión o intervención exterior. (...) Los Estados Unidos pusieron de relieve que los pueblos de Indochina se les debería permitir determinar su destino sin intervención externa, y su principal objetivo constante ha sido una solución negociada, la propuesta de ocho puntos presentada por la República de Vietnam y los Estados Unidos el 27 de enero 1972 representa una base para la consecución de ese objetivo, en la ausencia de una solución negociada de los Estados Unidos prevé la retirada final de todas las fuerzas estadounidenses de la región en consonancia con el objetivo de la libre determinación de todos los países de Indochina. (...) Los Estados Unidos apoya el derecho de los pueblos de Asia del Sur para dar forma a su propio futuro en paz, libre de la amenaza militar, y sin que su propia área se convierta en objeto de la rivalidad entre grandes potencias». (Comunicado conjunto de la República Popular de China y los Estados Unidos, Shangai, 27 de febrero de 1972)
Enver Hoxha sentenciaba al leer esto:
«¿Qué se desprende de este comunicado? China le dice al mundo que ha conversado amistosamente con los Estados Unidos, que como resultado de estas conversaciones se evitará la guerra entre ambos, que no se permitirá que la región Asia-Pacífico se convierta en zona de influencia de ninguna gran potencia –cuentos–, que ninguna de las dos partes debe entenderse con un tercero contra la otra –cuentos–, y que el mundo no debe ser dividido en esferas de influencia –más cuentos–». (Enver Hoxha; El viaje de Nixon a China, las conversaciones sino-estadounidenses, el comunicado final; Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de marzo, 1972)
En privado Mao Zedong empezaría a revelar a sus aliados reaccionarios la «teoría de los tres mundos», que había reformulado para sus nuevos intereses:
«Mao Zedong: «¿Quién pertenece al primer mundo?»
Kaunda: Creo que debe ser el mundo de los explotadores e imperialistas».
Mao Zedong: «¿Y el segundo mundo?»
Kaunda: «Los que se hicieron revisionistas».
Mao Zedong: «A mi juicio, los Estados Unidos y la Unión Soviética constituyen el primer mundo; fuerzas intermedias como Japón, Europa, Australia y Canadá, integran el segundo mundo; y nosotros formamos parte del tercer mundo».
Kaunda: «Estoy de acuerdo con su análisis, señor Presidente». (...)
Mao Zedong: «Toda Asia, excepto Japón, pertenece al tercer mundo; África entera pertenece también a éste, e igualmente América Latina». (Mao Zedong; Extractos de la entrevista de Mao Zedong con el presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, realizada en Beijing, el 22 de febrero de 1974)
Mao designaría personalmente a Deng Xiaoping para presentarla al mundo pese a la oposición de algunos:
«En marzo de 1974, cuando el Politburó convino a quien se debería elegir para liderar la delegación a las Naciones Unidas, Jiang Qing estuvo en desacuerdo con la decisión de elegir a Deng Xiaoping. El 27 de marzo de 1974 Mao escribió a Jiang Qing: «La elección de Deng Xiaoping es mi idea, lo mejor es que tú no te opongas». El discurso de Deng Xiaoping para la sesión especial de las Naciones Unidas fue aprobado por el Politburó y revisado por Mao Zedong. El 4 de abril de 1974 Mao Zedong comentó del discurso, «Bien. Lo alabo». (Gucheng Li; Un glosario de términos políticos de la República Popular de China, 1995)
Deng procedería a lanzar dicho discurso en la ONU:
«A juzgar por los cambios en las relaciones internacionales, el mundo de hoy en realidad se compone de tres partes, o mundos, que son a la vez interconectadas y en contradicción entre sí. Los Estados Unidos y la Unión Soviética constituyen el primer mundo. Los países en desarrollo de Asia, África, América Latina y otras regiones constituyen el Tercer Mundo. Los países desarrollados entre los dos componen el Segundo Mundo». (Discurso de Deng Xiaoping en la ONU, 10 de abril de 1974)
Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping, lo único que hicieron fue recoger las «enseñanzas» de Mao durante estos años:
«El presidente Mao Zedong planteó la teoría de la diferenciación de los tres mundos en un momento en que las dos superpotencias, la Unión Soviética y los Estados Unidos, se enfrascaban en una lucha feroz por la hegemonía mundial y se preparaban activamente para una nueva guerra. Esta teoría proporciona al proletariado internacional, a los países socialistas y a las naciones oprimidas una poderosa arma ideológica para forjar la unidad y construir el más amplio frente unido contra las dos potencias hegemónicas y sus políticas de guerra y para impulsar la revolución mundial». (Renmin Ribao; La teoría del presidente Mao Zedong sobre los tres mundos constituye una gran contribución al marxismo-leninismo, 1 de noviembre de 1977)
El lector puede ver dos críticas históricas a esta teoría de los «tres mundos»:
-Enver Hoxha; Teoría y práctica de la revolución, 1977.
-Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978.
3) La esencia contrarrevolucionaria de la política exterior china
Pese a estas obviedades, en 1975, con la teoría de los «tres mundos» en su máximo apogeo, el PCE (r) llegaba a denominar a China como «baluarte de la paz» y «defensora de los pueblos» (sic):
«China es hoy el baluarte de libertad del progreso de la humanidad y la más consecuente defensora de la paz entre las naciones». (Partido Comunista de España (reconstituido); Informe en el Iº Congreso del PCE (r), 1975)
Es una completa vergüenza que el PCE (r) escribiese tales palabras. ¿A qué se dedicaba China por aquel entonces a ojos de todos?:
«En la política exterior China se caracteriza por un aislamiento absoluto, apenas recibe delegaciones de ningún lado. Sus relaciones con otros partidos se basan en el reconocimiento de cualquier grupo como marxista-leninista siempre que sea adepto a la Revolución Cultural, de lo contrario no le interesa promocionar a ese grupo ni financiarlo. La tendencia de hacer concesiones y hablar bien de los regímenes capitalistas-revisionistas como Rumanía que tuvieran algunas contradicciones con el socialimperialismo soviético se agudiza con los choques fronterizos de 1968 y 1969. En la propaganda el culto a Mao y las expresiones y teorías tercermundistas en las publicaciones oficiales es la tónica común. La diferenciación entre verdaderos revolucionarios de contrarrevolucionarios, se hace a partir de quién aceptase la Revolución Cultural y las teorías que se acuñaron durante su desarrollo. (...) En la política exterior se rechaza asistir al VIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania (PTA) de 1971 debido a la crítica albanesa de la política exterior china. Ocurre la visita de Nixon a China en 1972 y el Comunicado sino-estadounidense donde se firma toda una serie de frases que embellecen y apoyan la política del imperialismo estadounidense. La anunciación oficial de la «teoría de los tres mundos» en 1974 en el Congreso de la ONU, en un discurso pronunciado por Deng Xiaoping a petición de Mao Zedong. Se dice que existe el «primer mundo» con Estados Unidos y la Unión Soviética, en el «segundo mundo» con los países desarrollados aliados de éstos, y el «tercer mundo» con el resto de países subdesarrollados, finalmente se crea el esquema de un frente común de los Estados Unidos, el «segundo mundo» y el «tercer mundo» contra la Unión Soviética. De ahí se deriva la idea de que el «tercer mundo» es la «fuerza motriz de la humanidad». La teoría de que el imperialismo estadounidense «está en decadencia y solo desea el status quo» y que «el socialimperialismo soviético era la superpotencia más agresiva». El reconocimiento e incluso apoyo a países fascistas pro estadounidenses como el de Franco, Pinochet, Mobutu, Marcos o el Shah de Persia. El aumento del apoyo económico-militar a regímenes capitalistas-revisionistas con contradicciones con los soviéticos y tendencias pro estadounidenses como Tito en Yugoslavia o Ceaușescu en Rumanía. El aumento del apoyo a partidos revisionistas con divergencias con los revisionistas soviéticos, como el PCE de Carrillo, o el PCE de Berlinguer. El apoyo a países y líderes del «segundo mundo» como Francia. El apoyo a los movimientos pro estadounidenses del «tercer mundo» como el FNLA en Angola. La defensa abierta de la Comunidad Económica Europea (CCE) y la OTAN. Se sabotean las relaciones económicas con Albania debido a la no aceptación de la política exterior china de los «tres mundos». La negativa china a ayudar o celebrar reuniones multilaterales con los partidos marxista-leninistas para debatir las divergencias se agudiza mientras se ayuda cada vez más abiertamente a los gobiernos reaccionarios y los partidos revisionistas locales de cada país creando un hondo descontento entre los revolucionarios. El lanzamiento en 1977 por Hua Kuo-feng del V Tomo de Obras Escogidas de Mao Zedong, que cubren el periodo de 1949-1957, retocadas pero que muestran perfectamente el carácter antimarxista del maoísmo». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de los marxista-leninistas contra el maoísmo: el caballo de Troya del revisionismo durante los 60 y 70 en el movimiento marxista-leninista, 2016)
4) El «tercer mundo» como fuerza motriz
Para dar forma a la teoría, estimularía en sus medios de comunicación oficiales la visión de que el «tercer mundo» era la fuerza motriz de la época:
«Los pueblos de numerosos países del tercer mundo se han convertido en la mayor fuerza motriz que propulsa el avance de la historia humana y en una fuerza revolucionaria contra el imperialismo». (Pekín Informa; Vol.18, Nº18, 2 de mayo de 1975)
¿Qué significaba esta afirmación? Ignorar la lucha de clases:
«La tesis de que «el tercer mundo es la fuerza más grande y más poderosa que lleva adelante la revolución», así como las que la acompañan, son tesis antimarxistas. (…) «Las naciones quieren la libertad, los pueblos quieren la revolución», etc., dice Mao. Esto es verdad, pero ¿contra quién deben combatir los pueblos? A ello responde de manera incompleta. «Contra la Unión Soviética, que es el enemigo principal, y en segundo lugar contra los Estados Unidos», dice Mao. ¿Pero estos pueblos no deben luchar contra los capitalistas de sus países que les oprimen? Puesto que Mao generaliza dicho enuncia esta lucha debe ser, para él, inexistente, por eso no la menciona. Mao formula de manera antimarxista la tesis del «tercer mundo» e integra a China en él para dominarlo. ¡Olvida que las camarillas de los sha, los reyes y los generales fascistas, que las camarillas de los jeques, los emires y de todas las castas dominantes de la India, Afganistán, Pakistán, etc., que oprimen ferozmente a los pueblos, están estrechamente ligadas a las potencias imperialistas y socialimperialistas! Si China ignora estos estrechos lazos, su objetivo y su desarrollo, sus dirigentes son antimarxistas. Y de hecho lo son. ¡¿Cómo es posible que los marxista-leninistas confundan a los países y a los pueblos que aspiran a liberarse del yugo del capital nacional e internacional, con las camarillas capitalistas que los dominan y los oprimen?! ¡¿Cómo es posible esperar ver a los pueblos liberarse y marchar hacia la revolución, si no se hace una distinción entre los oprimidos y los explotados por un lado, y los opresores y los explotadores, por el otro, y si no se impulsa a los primeros a combatir a los segundos?! Precisamente Mao Zedong, con su teoría de los «tres mundos», no sólo no hace esta distinción, sino que combate por suprimir, por extinguir, la lucha de clases en el plano nacional e internacional». (Enver Hoxha; La teoría del «tercer mundo» ignora la lucha de clases; Reflexiones sobre China: Tomo II, 26 de enero de 1976)
La idea de que el «tercer mundo era la fuera motriz» de aquella época, solo era la consecuencia de sus diseños pequeño burgueses nacionales, solo que llevados a una escala internacional:
«Mientras que los revisionistas chinos, oponiéndose a esta tesis de Lenin, se afanan en presentar el «tercer mundo» como la «gran fuerza motriz que hace avanzar la rueda de la historia». Declarar semejante cosa significa dar en la teoría y en la práctica una definición errónea de la fuerza motriz. ¿Cómo es posible que, en la época de la actual evolución social, en la época que tiene en su centro a la clase más revolucionaria, el proletariado, se califique de fuerza motriz a una agrupación de Estados dominados en su abrumadora mayoría por la burguesía y los feudales, incluso por reaccionarios y fascistas declarados? Se trata de una burda deformación de la teoría de Marx. (...) La tesis sobre el papel hegemónico del campesinado en la revolución ha sido preconizada por Mao Zedong también como la vía de la revolución mundial. De aquí parte la concepción antimarxista que considera el llamado tercer mundo, que en la literatura política china se denomina entre otras cosas el «campo mundial», como «la fuerza motriz principal para la transformación de la sociedad contemporánea». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
5) La idea de apoyarse en un bloque imperialista para combatir a otro
Por otro lado, China intentaba crear la idea de que, del primer mundo, una de las superpotencias imperialistas –la Unión Soviética– era más agresiva que la otra –Estados Unidos–, intentando justificar la proposición de la alianza de Estados Unidos con el segundo y tercer mundo contra la Unión Soviética:
«No es fortuito que el socialimperialismo soviético sea el enemigo más peligroso para el tercer mundo». (Pekín Informa; Vol 19, No. 44, 29 de octubre de 1976)
Para ello se determinó en cada oportunidad que los países del segundo mundo y el tercero se uniesen:
«En su discurso Li Chiang, ministro de comercio exterior, dijo que el señor Soames es el primer representante oficial de la Comunidad Económica Europea que ha visitado China y que su visita promueve un nuevo progreso en las relaciones entre China y la Comunidad Económica Europea. Señaló: «Desde el establecimiento de la Comunidad Económica Europea, ha habido una creciente tendencia hacia la unidad entre los países de Europa Occidental. No obstante, ante la presión e intervención externas, han hecho continuos esfuerzos para salvaguardar su soberanía e independencia. Esto constituye un factor positivo en el desarrollo de la situación internacional. Agrego: Quisiéramos ver el desarrollo de mejores relaciones entre la Comunidad Económica Europea y los países del tercer mundo. Nos asiste la convicción de que, siempre que se unan los países que están sometidos a la agresión, interferencia y control de las superpotencias, frustrarán los complots de esas superpotencias que buscan hegemonía mundial». (Pekín Informa; Vol 18, No. 20, 16 de mayo de 1975)
La traicionera política de China se demuestra en las propias reuniones de Mao Zedong con los estadounidenses, que ahora han sido desclasificadas por la CIA:
«Presidente Ford: «Estamos muy preocupados por la situación en España también, señor presidente. Al rey lo apoyamos. Esperamos que sea capaz de manejar los elementos que pudieran socavar su régimen. Y vamos a trabajar con él para tratar de tener el control necesario de la situación durante este período de transición». Presidente Mao: «Sería bueno que el Mercado Común Europeo los aceptara. ¿Por qué no acepta la Comunidad Económica Europea a España y Portugal?». Presidente Ford: «Señor presidente, nosotros hemos exhortado a la alianza de la OTAN para que fuera más amigable incluso durante la dictadura de Franco. Y esperamos que con el nuevo rey España sea más aceptable para la alianza de la OTAN. Además, creemos que la CEE debe ser sensible a los movimientos del gobierno español hacia la unidad con la Europa occidental en su conjunto. Vamos a trabajar en ambos sentidos tanto como nos sea posible». (Conversación entre Mao Zedong y Henry Kissinger; 2 de diciembre de 1975)
Seguramente por el dinero que recibía de China o por el caos ideológico y el seguidismo como motor, el PCE (r) apoyó la teoría de los «tres mundos», y lo quiera o no, brindó apoyo indirecto a los Estados Unidos y sus aliados, a sus instituciones como la OTAN o la Comunidad Económica Europea, bajo la pobre excusa de que supuestamente había que frenar a la Unión Soviética que era «la mayor amenaza para los pueblos»:
«Nosotros somos de la opinión de que, actualmente, el socialimperialismo representa un peligro mucho mayor para todos los pueblos que el imperialismo yanqui. Esto conduce a una tercera guerra mundial donde los soviéticos jugaran el papel de pirata, chantajista y agresor». (Partido Comunista de España (reconstituido); Carta de Arenas a Eiaguirre, 1975)
El PCE (r) seguía pues a puntillas la teoría de los tres mundos, que embellecía al imperialismo estadounidense bajo diversas excusas.
Caracterizando precisamente las «justificaciones» de la falsa teoría china, Enver Hoxha observaba que:
«La cuestión principal para los chinos es convencer de boca en boca a la gente de que los Estados Unidos son económica y militarmente débiles, que su deuda interna y externa se ha acrecentado considerablemente, que su situación es tal que otros países capitalistas invierten en los Estados Unidos y que su fuerza ya no es la de antes. Se trata de un análisis falso, infundado, cuyo objetivo es demostrar algo indemostrable. Pretenden demostrar que los Estados Unidos ya no son agresivos; que, según los chinos, sólo intentan conservar lo que han conquistado; que quieren mantener el statu quo, y que por consiguiente «el enemigo principal para el mundo es el revisionismo soviético, que busca la expansión». Esta es una de las tesis de los chinos, y una de las más fundamentales. Nos acusan de que no hacemos, supuestamente» un análisis marxista-leninista de la situación internacional y de las contradicciones existentes entre las dos superpotencias; y que por eso, no seguimos el camino de los chinos de llamar a la «Europa Unida», al Mercado Común Europeo y al proletariado mundial a unirse contra los soviéticos». (Enver Hoxha; Los revisionistas chinos atacan por la espalda al Partido del Trabajo de Albania; Reflexiones sobre China, Tomo II, 8 de enero de 1977)
Pero el imperialismo estadounidense no había cambiado su carácter:
«El mundo sigue enfrentando al imperialismo estadounidense agresivo y expansionista. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, el imperialismo estadounidense ha llevado a cabo una política y actividad criminal en contra del comunismo, la libertad, y la independencia de los pueblos. Él fue el que desencadenó la agresión bárbara en Corea y Vietnam, cometiendo además los crímenes más atroces que haya conocido la humanidad. Es él quien intervino en el Congo, el que asfixió la Revolución Dominicana, el que llevó la guerra a Laos y a Camboya, el que prendió fuego a Oriente Próximo y organizó el putsch fascista en Chile y Argentina. El imperialismo estadounidense, como imperialismo que es, plantó sus uñas sobre todos los continentes, y refuerza por todas partes sus posiciones de todas las maneras; ya sea mediante «ayudas», esclavizando con créditos al deudor, con acuerdos y tratados de todo género, con la instalación de bases militares que han sido extendidas en numerosos países que han realizado brutales y descaradas intervenciones en los asuntos interiores de esos mismos países llegando incluso al punto de realizar abiertamente agresiones armadas. Todos estos son los rasgos del despiadado imperialismo estadounidense. Los compromisos múltiples y las concesiones sin principio del jruschovismo no lo han suavizado. Permanece siendo la ciudadela política y económica del sistema capitalista de explotación, el gran defensor del colonialismo y del neocolonialismo, el inspirador del racismo y el más grande gendarme de la reacción internacional. Nuestro partido se reitera constantemente en el prisma de que el imperialismo estadounidense es agresivo y que lo seguirá siendo mientras le quede un solo diente. A consecuencia de las luchas revolucionarias y de liberación, a consecuencia de la degeneración continua y a consecuencia de las contradicciones interiores inconciliables que lo roen, el imperialismo mundial ha perdido gran parte de sus posiciones. Nos basta con citar la descomposición del sistema colonial y el acceso de numerosos países a la independencia. Y en el futuro va a perder mucho más. Pero al mismo tiempo, el imperialismo, y en particular el imperialismo estadounidense, redoblará los esfuerzos para reconquistar las posiciones perdidas y para ocupar otras nuevas. Esta es la dialéctica del desarrollo y la decadencia del imperialismo». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)
Las tesis chinas del PCE (r) significaban rebajar el peligro del imperialismo estadounidense de cara a las masas mientras que a la vez, se exacerbaba el peligro del socialimperialismo soviético llegando a calificarlo de «mayor peligro para los pueblos», asegurando como decían los dirigentes chinos por entonces, de ser la «mayor amenaza de la historia para la humanidad»:
«Nuestro partido sostiene que el socialimperialismo soviético es el enemigo principal de todos los pueblos del mundo y muy particularmente de los pueblos de Europa. Estamos convencidos de que es totalmente errónea la tesis que considera a las dos superpotencias, los EEUU y la URSS, por igual como los principales enemigos». (Partido Comunista de España (reconstituido); Informe en el IIº Congreso del PCE (r), 1977)
Las tesis tercermundistas de los chinos en esta época eran sinónimo de apoyar en el aspecto europeo la política proestadounidense, como hemos visto:
«Hoy los chinos, cuando se pronuncian por la defensa de la «Europa Unida», actúan del mismo modo que la II Internacional. Instigan la futura guerra nuclear que las dos superpotencias quieren desatar, y a pesar de que esta guerra entre las dos superpotencias solo puede tener un carácter imperialista, hacen llamamientos «patrióticos» a los pueblos de Europa Occidental y a su proletariado, para que dejen de lado las «pequeñas cosas» que los oponen a la burguesía –y estas «pequeñas cosas» son la opresión, el hambre, las huelgas, los asesinatos, el paro forzoso, la salvaguardia del poder burgués– y se unan con la OTAN, con la «Europa Unida», con el Mercado». (Enver Hoxha; Los revisionistas chinos atacan por la espalda al Partido del Trabajo de Albania; Reflexiones sobre China, Tomo II, 8 de enero de 1977)
En concreto se basaban en hacer propagar ilusiones sobre los imperialismos y sus bloques, apoyarse en ellos, lo cual es deleznablemente antimarxista:
«Nuestro partido presenta y defiende la tesis que tanto cuando las superpotencias se acercan entre ellas como cuando se riñen, son otras naciones las que pagan los platos rotos. La colaboración y la rivalidad entre las superpotencias presentan ambas caras de una realidad contradictoria, son la principal expresión de la misma estrategia imperialista que tiende a encantar a los pueblos su libertad y a dominar el mundo. Constituyen el mismo peligro, y es para esto que ambas superpotencias son los principales y los enemigos más peligrosos de los pueblos, es para esto que jamás se puede apoyar en un imperialismo para combatir el otro o para escapar de él. Ciertos Estados, siendo amenazados por una u otra de las superpotencias, ligan su propia defensa a la protección militar de los Estados Unidos o de la Unión Soviética. Pero la protección militar de las superpotencias es una protección ilusoria, ya que tiene como objetivo hacer del país «protegido» un protectorado. La posición de dicho país bajo el «paraguas protector» de las superpotencias se acompaña siempre de concesiones políticas y económicas, de concesiones en el dominio de la soberanía nacional y de restricciones en la capacidad de decisión tanto sobre las cuestiones intentas como en las cuestiones externas». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)
Refutando a los defensores del imperialismo estadounidense y a los abogados del socialimperialismo, se diría:
«Los pueblos no deben caer en la trampa del pretendido «frente antiimperialista» predicado por el socialimperialismo soviético, el cual desea comprometer y manipular a los que están en contra del imperialismo estadounidense y lo combaten. Unirse a este «frente» significa sacrificar los intereses superiores del país, exponer al pueblo, de convertirse en siervo del socialimperialismo soviético y servir como carne de cañón para la realización de sus designios. Contrariamente a lo que pretende hacer creer Moscú, las contradicciones que oponen a los Estados Unidos con la Unión Soviética no se tratan de contradicciones entre imperialismo y socialismo, sino de contradicciones entre dos potencias imperialistas. A la vez que se rechazan la demagogia y las tácticas engañosas sobre «el antiimperialismo» de los revisionistas soviéticos, es menester rechazar al mismo tiempo el «antisocialimperialismo» que propagaba los Estados Unidos y la burguesía monopolista mundial. Los pueblos no pueden permitirse convertirse en las víctimas de las rivalidades entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, ni en juguete de sus maniobras imperialistas». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)
6) Las alianzas con otros revisionismos tercermundistas
En una carta enviada al Partido Comunista de China con ocasión del fallecimiento de Mao, se decía:
«[Mao] impulsó siempre, en contra de la corriente revisionista, una política exterior en el espíritu del internacionalismo proletario, apoyando a los pueblos del Tercer Mundo y a la clase obrera de los países capitalistas en sus movimientos revolucionarios». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Al Comité Central del Partido Comunista de China, 10 de septiembre de 1976)
Por último, mediante la aceptación de la política de otros revisionismos de la época, China buscaba que el mundo revisionista promocionara la teoría tercermundista de China. Véase esa conjugación de intereses en sus relaciones y comunicados con los revisionistas yugoslavos, rumanos, coreanos, etc.
Con los titoístas tenían el descaro de publicar lo siguiente:
«El Presidente Mao Zedong dio la mano al Presidente Džemal Bijedić. (...) La corriente visita del Presidente Džemal Bijedić servirá de ayuda para reforzar la amistad y unidad entre China y Yugoslavia, así como sus pueblos. Las amistosas relaciones y la cooperación entre los dos países serán desarrolladas aún más. (...) Desde su liberación, el pueblo yugoslavo ha logrado avances significativos en el desarrollo de su economía y su defensa nacional. La industria y la agricultura se han desarrollado firmemente y el país ha logrado ser autosuficiente en cuanto al grano. En lo tocante a las relaciones exteriores, el gobierno yugoslavo persigue una política de no-alineamiento, refuerza su unidad y cooperación con los países del tercer mundo y apoya de forma enérgica las justas causas de los pueblos de diversos países y los movimientos de liberación de las naciones oprimidas; sostiene que todos los países, grandes o pequeños, sean iguales y que las relaciones internacionales deben estar basadas en los principios de igualdad, independencia y el respeto por la soberanía y la integridad territorial; y se opone al imperialismo y las políticas de los poderes hegemónicos. Esta política exterior del gobierno yugoslavo juega un rol positivo en la causa de la unidad contra el hegemonismo, una causa emprendida por los pueblos del mundo». (Pekín Informa; Vol 18, No. 41, 10 de octubre de 1975)
Sobra comentar nada, puesto que la rehabilitación del titoísmo viene desde 1956. Al igual que Jruschov, por motivos oportunistas hubo alguna rectificación en los 60, donde Mao lo volvió a condenar, pero el maoísmo volvió a su oportunismo hacia el titoísmo a inicios de los 70, y es que como sabemos «la cabra tira al monte». Stalin llevaba razón al sospechar que Mao era un «Tito asiático».
Esto nos conduce a China y su apoyo al revisionismo rumano de Nicolae Ceaușescu. El Comité Central del Partido Comunista de China, solía recitar las siguientes alabanzas:
«Desde el XIº Congreso del Partido Comunista Rumano de 1974, el pueblo rumano dirigido por el Partido Comunista Rumano (PCR) encabezado por el camarada Ceaușescu, ha logrado nuevos e importantes éxitos en la causa de la construcción socialista sosteniendo la independencia y autodecisión y trabajando duro. El Partido Comunista Rumano ha conducido al pueblo rumano a librar una persistente y heroica lucha en defensa de la independencia nacional y la soberanía estatal. El Partido Comunista Rumano ha hecho positivas contribuciones a la causa revolucionaria de los pueblos del mundo luchando contra el imperialismo y el hegemonismo, combatiendo el colonialismo y neocolonialismo y apoyando la justa lucha de las naciones y pueblos oprimidos. El XIº Congreso del Partido Comunista Rumano de 1974 se celebra en una excelente situación internacional. Estamos convencidos que el congreso seguramente estará inspirado en el pueblo rumano y en la marcha adelante por conseguir nuevas victorias en la causa de la construcción socialista. Los dos partidos y pueblos chino y rumano siempre se han apoyado y alentado el uno al otro en la lucha contra el imperialismo y la causa de la construcción socialista. Nuestra amistad está basada en el marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario». (Pekín Informa, Vol. 17, No. 48, 29 de noviembre de 1974)
Estos epítetos chinos de pintar a Ceaușescu de «guardián de la pureza del marxismo-leninismo en el PCR», de «luchador incansable de la independencia y soberanía nacional de su país», de «conservar una Rumanía socialista», de «oponerse al colonialismo y el neocolonialismo», de «una intransigente lucha contra el imperialismo», etc. no eran más que una broma pesada para los marxista-leninistas y cualquier revolucionario sincero que estuviera un poco informado del carácter de la política interna régimen de Ceaușescu y de su política exterior:
«Es cierto que la burguesía rumana es conocida en la historia por su gusto al «amor». Ella ha hecho el «amor» con todos, en no importa qué momento; la burguesía rumana, por ejemplo, se ha acostado con la Francia burguesa, la nueva burguesía revisionista ha hecho y hace lo mismo con la Unión Soviética de Jruschov, con la China de Mao, con la Yugoslavia de Tito, con los Estados Unidos de América, con la República Federal Alemana y con todos los que la mantienen. Esto está claro para todo el mundo menos para los chinos. Para los chinos la Rumanía de Ceaușescu está «en contra de la Unión Soviética»; por eso «es socialista», «el partido rumano es un partido marxista-leninista». Todo esto carece de fundamento. La verdad es lo contrario.
En caso de que haya una brizna de antisovietismo en Ceaușescu, ello se debe a que es un aventurero de tipo jruschovista, titoísta, etc., que ha ocupado una posición de proxeneta, e incluso es muy probable que a sabiendas de los soviéticos y con su ayuda, y el proxeneta vive sin ser importunado por ellos. Vive con el dinero de los Estados Unidos de América, de la República Federal Alemana y de todos aquellos que le pagan. El régimen de Ceaușescu es un régimen de corrupción, de bancarrota, de dictadura personal y familiar.
¡Qué vergüenza para los chinos la de calificar de marxista-leninista a tal partido y de considerar a un aventurero como Ceaușescu de «gran político»! (Enver Hoxha; Rumanía y China siguen la misma línea; Reflexiones sobre China, Tomo II, 30 de septiembre de de 1975)
En cuanto a las relaciones con los revisionistas coreanos, la disparidad de intereses a nivel internacional no evitó que se llegase a un acuerdo. Si bien el objetivo final de la teoría de los «tres mundos» y la teoría del «Chajusong» no coincidían en la potencia imperialista que salía beneficiada y en la potencia imperialista que salía perjudicada –en la teoría china salía beneficiado el imperialismo estadounidense y perjudicado el socialimperialismo soviético, mientras que en la teoría coreana era al revés–, en lo que sí coincidía era en el apoyo a la amalgama de países del «tercer mundo» que querían atraer tras de sí para promocionar su teoría. Véase el «Comunicado conjunto sino-coreano» de 1975:
«Los dos lados empáticamente señalan la excelente característica de la situación internacional a día de hoy y el fuerte crecimiento de numerosos países del tercer mundo. En su lucha por salvaguardar la independencia nacional, defender la soberanía estatal, desarrollar la economía nacional y proteger sus fuentes de recursos, los países del tercer mundo, quienes largo tiempo ha sido oprimidos y explotados por el colonialismo y el imperialismo, han incrementado y fortalecido su unidad y se han convertido en una vigorosa fuerza que juega un gran rol en los asuntos internacionales. Los pueblos de numerosos países del tercer mundo se han convertido en la mayor fuerza motriz que propulsa el avance de la historia humana y en una fuerza revolucionaria contra el imperialismo. Los dos lados declaran que ellos seguirán inquebrantablemente al lado de los países del tercer mundo y firmemente sostendrán su justa lucha». (Pekín Informa: Vol.18, Nº18, 2 de mayo de 1975)
Cuando los revisionistas chinos y coreanos decían que los países del tercer mundo son «la fuerza motriz de la revolución mundial», lo afirmaban ignorando el carácter de quien lideraba dichos movimientos –que muchas veces provenían de la burguesía nacional o de la pequeña burguesía–, y la dependencia que tenían los gobiernos de esos países frente a los imperialismos –cuando la mayoría de veces dependían económicamente de las viejas metrópolis imperialistas o de las modernas superpotencias, cambiando incluso de bando de una a la otra–.
¿A qué se dedicaba la política exterior china de aquellos años en Europa? ¿Cuál era la posición real de Mao Zedong sobre España en aquellos convulsos años? Acercarse a fascistas y revisionistas, como el Partido Comunista de España (marxista-leninista) denunció:
«Nuestro Comité Central considera que una eventual relación directa de cualquier índole entre el Partido Comunista de China y el renegado, antipatriota y agente de la oligarquía, Santiago Carrillo, tendría diversas consecuencias [se enumeraban todas ellas]. (...) De todo lo anterior se beneficiarían los enemigos del pueblo español, es decir, la oligarquía neofranquista –aliada de Carrillo–, así como el imperialismo yanqui y el socialimperialismo ruso, dado que la posición de Carrillo es útil a todos ellos por distintas razones. (...) Nuestro pueblo no comprendería en la situación actual, que el P.C. de China estableciera relación alguna con ese individuo que tanto daño ha hecho y sigue haciendo. (...) Por todo lo anteriormente expuesto, el Comité Central del Partido Comunista de España (marxista-leninista), reunido en su IVº Pleno, les pide con toda solemnidad que no establezcan relaciones con el renegado Carrillo». (Carta del Partido Comunista de España (marxista-leninista) al Partido Comunista de China, agosto, 1970)
Véase el Nº49 del 3 de diciembre de 1971 en «Pekín Informa». Enver Hoxha comentó sobre esta nueva traición a los intereses proletarios:
«Ahora es claro que el Partido Comunista de China comenzó los contactos, las conversaciones y, por qué no, los acuerdos con ellos. (...) Después de que esta reunión viene la vuelta de reuniones con otros partidos de revisionista, el italiano, el francés, británico, holandés, etc. Esto es un proceso entero en el desarrollo. De este modo el Partido Comunista de China sigue abiertamente el camino oportunista. (...) China lo que persigue según su matriz de pensamiento es reforzar las relaciones estatales mediante los contactos con los partidos de revisionista en los países donde los gobiernos que están en el poder tienen contradicciones con la Unión Soviética y el partido de revisionista de la Unión Soviética». (Enver Hoxha; Carrillo en China; Reflexiones sobre China, Tomo I, 19 de noviembre, 1971)
«Ahora, con esta línea, se está procediendo en la dirección del ablandamiento y acuerdo con el imperialismo estadounidense y los demás países capitalistas. (...) Sobre la cuestión de los partidos revisionistas, también, el Partido Comunista de China está cambiando su estrategia y tácticas con el fin de reunir a los partidos revisionistas que tienen contradicciones con los soviéticos, justo de la forma que intentaran ganarse al «tercer mundo». La línea china, está de acuerdo y armoniza con Ceaușescu y Carrillo, esto confirma una vez más, nuestros puntos de vista y previsiones. China está en un rumbo cada vez más y más rápido hacía el curso de convertirse en una gran potencia revisionista». (Enver Hoxha; Los chinos están luchando para capturar la hegemonía dentro del campo revisionista de los soviéticos; Reflexiones sobre China, Tomo II, 25 de febrero de 1972)
No olvidemos el ya mencionado estrechamiento de las relaciones con los partidos del incipiente «eurocomunismo», aunque esta amistad era muy especial como veremos luego. Véase el capítulo: «Breve glosa sobre la influencia del revisionismo chino en la conformación del revisionismo eurocomunista» de 2017.
El maoísmo no solo es el «tercermundismo» por antonomasia, sino también el falso «no alineamiento» y el paradigma de las llamadas «terceras vías» específicas, que no es otra cosa que una síntesis de nacionalismo más socialdemocratismo. Quien niegue esto por desconocimiento, niega la historia y es un pobre ignorante, pero quien apoye el maoísmo sabiendo todo esto, es un consciente sentimentalista, pero igualmente antimarxista.
7) China y su política con España
Los resultados de estas teorías reaccionarias son bien visibles en la política china:
«El gobierno de la República Popular China y el gobierno de Estado español han firmado en París el 9 de marzo del 1973 un comunicado sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países». (Pekín Informa; nº 11, 16 de marzo de 1973)
Los revisionistas chinos no contentos con establecer dichas relaciones diplomáticas, aclamaron la lucha cultural desarrollada por el «pueblo español»:
«En presencia del pueblo español, la editorial Renmin Ribao afirma que ellos son un pueblo valiente y trabajador y que sus contribuciones al desarrollo de la cultura mundial han dejado una profunda impresión en el pueblo chino y en otros países del mundo». (Pekín Informa; Nº 11, 16 de marzo de 1973)
He aquí un ejemplo perfecto de formalismo diplomático burgués. ¿A se referían los líderes chinos cuando hablaban del «legado cultural» de los pueblos de España, al de Unamuno que promovía el régimen o al de Miguel Hernández que promovían los antifranquistas? ¿Se puede ignorar la quema de literatura progresista que llevaban a cabo carlistas y falangistas mientras se soltaba esa frase ambigua? Nosotros creemos que no. El no hacer distinción entre la cultura de ese régimen y la del «pueblo» al que oprimía el franquismo, significaba ignorar y justificar la opresión que el franquismo ejercía contra los artistas, una situación que precisamente frenaba el desarrollo en el campo cultural.
Se hacía mención de que las nuevas relaciones eran un hito histórico, y que los lazos entre los dos gobiernos se ampliarían en un futuro:
«Con el inicio de una nueva página en la historia de las relaciones sino-españolas y siguiendo el establecimiento de las relaciones diplomáticas la editorial expresó con confianza que los lazos amistosos entre los dos pueblos seguramente mejorarían y se desarrollarían continuamente». (Pekín Informa; nº 11, 16 de marzo de 1973)
En realidad, así fue. La China de los últimos años ha mantenido excelentes relaciones con los gobiernos españoles del PSOE y PP. ¿Qué significado tenía esto para la España franquista y para la China maoísta de cara a sus seguidores y de cara al exterior?:
«En el caso del fascismo español, suponía una pérdida de credibilidad para su discurso anticomunista ya que sus dirigentes fascistas consideraban a todo lo que se autodenominara comunista ligado al judaísmo y a la masonería, aunque a cambio le daba aires renovados de flexibilidad. El régimen de Franco no hacía por tanto distinción entre la Unión Soviética de Stalin y la revisionista-imperialista de Jruschov, ni tampoco entre el Partido Comunista de España de José Díaz y el eurocomunismo de Santiago Carrillo, por tanto, no reconocían tanto a la URSS de Brézhnev como a la China de Mao, y a ambas las consideraba como países socialistas dirigidos por comunistas. (...) La nueva orientación política de la administración Nixon de alianza entre Estados Unidos y China, daba al régimen franquista una justificación para el reconocimiento del gran país asiático, ya que además, desde los contactos chinos con Nixon y Kissinger los dirigentes chinos se presentaban como un nuevo amigo de la política estadounidense y sus aliados. Además, nadie salvo los falangistas de línea dura negaba dentro del régimen franquista la necesidad de ampliar los contactos económicos y políticos con más países proestadounidenses, fueran de la envoltura que fueran». (Equipo de Bitácora (M-L); Los vínculos del Partido Comunista de China con los recientes gobiernos españoles, 2014)
En el caso chino, el reconocimiento del Estado fascista tiraba por la borda toda la propaganda previa del Partido Comunista de China que condenaba al fascismo español en ejercicio, de no olvidar la época del frente popular antifascista, la propia guerra civil española, la lucha de liberación nacional contra los imperialismos alemán e italiano, o del glorioso papel del Partido Comunista de España (PCE):
«Nosotros, el Partido Comunista Chino, el Ejército Rojo Chino y los soviets chinos, consideramos que la guerra liderada por el gobierno republicano español es la guerra más santa del mundo. Esta guerra se libra no solo por la vida de la nación española, sino también por las naciones oprimidas del mundo porque el gobierno español está luchando contra el fascismo alemán e italiano que, con sus secuaces españoles, están destruyendo la cultura y la civilización, y en la justicia humana del mundo». (Mao Zedong; El Pueblo de China Expresa Solidaridad con España, 19 de junio de 1937)
Es curioso que el reconocimiento de la España de Franco viniese en un momento de grandísimas luchas socio-políticas y de un gobierno en crisis:
«El Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España (marxista-leninista) ha examinado la cuestión del establecimiento de relaciones diplomáticas por parte de la R. P. de China con la España franquista, y de acuerdo con la clara política de principios de nuestro partido, condenamos y denunciamos la normalización de relaciones con la dictadura fascista de Franco. Nuestro Partido apoya el mantenimiento de relaciones entre Estados con distinto régimen político pero considera, como ya lo hemos manifestado el año pasado en la declaración sobre la normalización de relaciones con la dictadura fascista de Franco, que en el caso de España existen cuestiones específicas que conviene tomar en consideración, de orden histórico, político y moral, dado los orígenes y la naturaleza del actual régimen en España, el cual fue impuesto al pueblo español en 1939 gracias a la ayuda decisiva de Hitler y Mussolini. (...) Nuestro partido ha condenado también a los países bajo dominación revisionista que han hecho lo mismo, y en primer lugar a la URSS. Estamos seguros de que las masas populares del mundo entero y la inmensa mayoría del pueblo español no aprueban la normalización de relaciones con el régimen franquista. Por todo lo expuesto, consideramos que la R. P. de China ha cometido un ERROR». (Carta del Partido Comunista de España (marxista-leninista) al Partido Comunista de China, 1973)
¿Cómo juzgaba China las luchas de los antifascistas españoles frente a Franco? Por un lado, acercándose al revisionismo, recibiendo a Carrillo en Pekín sucesivas veces, y por otro lado, guardando silencio frente a la represión del propio franquismo hacia los comunistas. Famosos fueron los casos de los militantes marxista-leninistas del PCE (m-l) y de su frente, el FRAP durante 1973-75. Ellos eran conocidos a nivel mundial por su postura crítica frente al revisionismo carrillista y por estar a la vanguardia de la lucha contra el franquismo. Ni siquiera las ejecuciones de tres de ellos el 27 de septiembre de 1975, sirvió para que el gobierno chino cesase en su empeño de ser el valedor de la política de un gobierno sanguinario y reaccionario como el de Franco:
«China está lista para llegar a acuerdo y lograr reconciliación sobre muchas cuestiones con los países revisionistas y los partidos de revisionistas que ayer mismos apoyaban a la Unión Soviética y que hoy la critican. Lo que digo no es una suposición sino la realidad confirmada con hechos. Los chinos dieron la bienvenida al español Carrillo en Pekín, se reunieron con él y se separaron como amigos. ¿Por qué no? ¿Acaso han formulado un comunicado para demostrar lo contrario? Los chinos reanudaron las relaciones diplomáticas con la España de Franco mientras que no hacen mención del Partido Comunista de España (marxista-leninista) ni a sus miembros que son asesinados por los falangistas. ¿Por qué? Porque los comunistas marxistas-leninistas de España a diferencia del francés Jurquet –este amante de las ideas de Mao Zedong– no dicen a sus seguidores que apoyen el ejército de la burguesía española como hace Jurquet con la de su país. China habla bien de cualquier país revisionista solo si este habla bien del imperialismo estadounidense. En Polonia, que entra a la esfera del capital estadounidense, sobre la Bulgaria de Zhivkov, y no digamos en Rumanía y Yugoslavia, en todos casos China disimula estas acciones». (Enver Hoxha; El zigzag de la línea china; Reflexiones sobre China, Tomo II, 1 de enero, 1976)
Enver Hoxha en su diario político personal, escribiría indignado:
«La actitud de los chinos a propósito del fusilamiento de nuestros cinco camaradas españoles, tres de los cuales eran miembros del Partido Comunista de España (marxista-leninista), por el verdugo Franco, es antimarxista y escandalosa. Hasta ahora no han dicho ni una sola palabra en su defensa. El mundo entero se ha puesto en pie llevando a cabo enérgicas protestas, todo el proletariado mundial, e incluso gobiernos burgueses y el mismo Vaticano han protestado contra este acto odioso, indignante, y han retirado de Madrid sus embajadores; mientras tanto, ¡¡sólo «la revolucionaria China socialista de Mao» no ha dicho una sola palabra sobre los héroes españoles!! ¡¿Es esta una actitud revolucionaria?! ¿Una actitud marxista-leninista? No, se trata de una posición reaccionaria en toda la acepción de la palabra. China protege a Franco de la misma forma que ayer actuó defendiendo al chileno Pinochet. Así pues, está claro que China defiende a los cachorros fascistas del imperialismo estadounidense, que China defiende a los Estados Unidos. Tales actitudes no se pueden camuflar con eslóganes como «los pueblos quieren la revolución», etc., cuando de hecho China sostiene la contrarrevolución». (Enver Hoxha; En China no se pronuncia ni una sola palabra sobre los héroes españoles; Reflexiones sobre China, Tomo II, 30 de septiembre de 1975)
Es más, para más demostración de a quién apoyaban y a quién no, la dirección china, al igual que el régimen castrista que decretó luto oficial, el régimen chino mandó un mensaje de condolencia ante la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975:
«La primera reacción se produjo en un mensaje enviado por Chu Teh. (…) «Al conocer el fallecimiento de Su Excelencia Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado español, deseo expresarle mi condolencia» dice el mensaje. (ABC; Edición, 22 de noviembre de 1975)
¡¡¡Grandes antifascistas estaban hechos los revisionistas chinos!!!
El PCE (m-l) diría años después:
«En esa línea, los dirigentes chinos jamás publicaron una sola línea sobre el FRAP, ni sobre las acciones armadas, llegando a ocultar que de los cinco asesinados por el franquismo en septiembre de 1975, tres de ellos eran marxista-leninistas y militantes de nuestro partido. Ni una palabra de solidaridad, ni una sola línea en sus boletines de información sobre las manifestaciones masivas que se llevaron a cabo en todo el mundo para tratar de salvar a nuestros camaradas y de protesta después de su asesinato. Y después de esos bárbaros asesinatos, que fueron un desafío a la opinión pública mundial, en su boletín oficial se limitaron a publicar tres líneas diciendo que en España habían sido fusilados «cinco militantes de organizaciones de masas». Cuando, cuatro días después de los fusilamientos, la dictadura franquista organizó la concentración fascista de la Plaza de Oriente en Madrid, ante la retirada de embajadores casi general, junto a Franco y su sucesor, Juan Carlos, junto a todos los dirigentes fascistas, junto a los embajadores de Pinochet, del Sah de Irán, de los fascistas brasileños, estaba el embajador de la República Popular China. Los revisionistas chinos mostraban una vez más, pero esta vez de forma evidente, su catadura y que se hallaban con armas y bagajes del lado de los enemigos del pueblo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Esbozo de la historia el PCE (m-l), 1985)
Así relata un testigo las causas del enfriamiento de las relaciones entre el PCE (m-l) y el PCCh en esos años:
«En 1970 una delegación de nuestro partido, compuesta por Elena Ódena, Raúl Marco, Lorenzo Peña y Álvaro Fernández Alonso visitó China. (…) Estaba causada por una cuestión principal: la decisión del PCCh de invitar a una delegación del PCE de Carrillo a China. Así estaban las cosas, los chinos nos lo dijeron directamente. Las normas chinas dicen que nunca se comunican las cosas directamente, sobre todo si son embarazosas. Es más, el hablar de manera indirecta se considera particularmente elegante. Durante varios días nos hablaron de diversas cosas, sobre todo citaban a Mao, afrontaban argumentos que no tenían nada que ver, que no tenían un nexo con la comunicación en cuestión, por lo menos así nos parecía a nosotros. (…) Finalmente decidimos ir al grano. Les preguntamos si por casualidad lo que nos querían decir era que Carrillo tenía en perspectiva un viaje a China y que por tanto ellos tenían la intención de recibirle. Pareció como si hubiésemos dicho algo obsceno o inconveniente. Pero, muy irritados, los chinos dijeron que, efectivamente, ese era su intención. Fue entonces cuando nuestros camaradas inventaron la expresión «renegado, antipatriota y agente de la oligarquía» para definir a Carrillo. La historia tuvo un apéndice. Los chinos nos invitaron a un acto público en el que participaron numerosas delegaciones extranjeras. En nuestra intervención se atacó a Carillo definiéndolo de aquel modo. Las delegaciones presentes, ignorando la sustancia del problema, a cada ataque a Carrillo respondían aplaudiendo con frenesí. Los chinos se resintieron. Pero la esencia en cuestión no estaba en la visita de Carrillo. Dicha visita nos tocaba directamente, pero es necesario encuadrarla en un contexto más general. ¿Por qué los chinos querían invitar a Carrillo y estaban tan interesados en hacerlo? (…) Los chinos sostenían que el principal enemigo de los pueblos del mundo eran las dos superpotencias, pero haciendo una distinción entre las superpotencias de los EE.UU. y la de la URSS. Sostenían que los estadounidenses estaban en decadencia mientras que la URSS estaba en ascenso, era cada vez más potente. Por ese motivo habían acentuado su polémica contra la URSS y fomentaban un acercamiento a los EE.UU. En la práctica esta tendencia, en la prensa y en sus actuaciones, estaba más acentuada. (…) Habían decidido iniciar una política nacional, basarse en sus propios intereses nacionales, y esto les condujo a iniciar una política de alianzas con Occidente, con EE.UU., y con la Comunidad Económica Europea. (…) Los chinos empezaron a sostener a los partidos que, abandonando una política comunista, tomaron una actitud favorable a los EE.UU. y a su propia burguesía. El caso más conocido fue el del pequeño partido marxista-leninista francés dirigido por Jacques Jourquet. El partido de Jourquet teorizó la necesidad de una alianza con la burguesía francesa con el fin de hacer frente a la URSS. Esta teoría llevo a los defensores de los chinos a tomar posiciones totalmente aberrantes, porque los fautores de los estadounidenses eran elementos de los más reaccionarios y a menudo abiertamente fascistas. (…) Después de la delegación de 1970 nuestros contactos estaban prácticamente congelados. No habíamos realizado más viajes a China. En 1972 cuando participé por primera vez al Comité Central del PCE (m-l), pude constatar el enfriamiento de nuestras relaciones. Elena Ódena hizo una breve mención a los chinos, subrayando la situación de nuestros vínculos y las contradicciones existentes. Las relaciones con los albaneses eran excelentes». (Riccardo Gualino; FRAP: una temporada en España, 2010)
En realidad, debido a las dudas y vacilaciones, hasta 1978 el PCE (m-l) no rompería oficialmente las relaciones con el PCCh, y rechazaría finalmente el maoísmo como una variante del revisionismo moderno. Véase el capítulo: «El PCE (m-l) y su tardía desmaoización» de 2020.
8) El belicismo de la política exterior china
El belicismo y la línea socialchovinista de la política exterior China era más que evidente desde inicios de los 70:
«Cuando la Alemania de Guillermo II atacó a Francia e Inglaterra, la II Internacional llamó a la «defensa de la patria» burguesa tanto por parte de los socialistas alemanes como de los franceses, a pesar del carácter imperialista de la guerra que libraban las dos partes. Es sabido como Lenin condenó esta actitud y lo que dijo contra las guerras imperialistas y acerca de su transformación en guerras civiles. Hoy los chinos, cuando se pronuncian por la defensa de la «Europa Unida», actúan del mismo modo que la II Internacional. Instigan la futura guerra nuclear que las dos superpotencias quieren desatar, y a pesar de que esta guerra entre las dos superpotencias sólo puede tener un carácter imperialista, hacen llamamientos «patrióticos» a los pueblos de Europa Occidental y a su proletariado, para que dejen de lado las «pequeñas cosas» que los oponen a la burguesía –y estas «pequeñas cosas» son la opresión, el hambre, las huelgas, los asesinatos, el paro forzoso, la salvaguardia del poder burgués– y se unan con la OTAN, con la «Europa Unida», con el Mercado Común Europeo de la gran burguesía de los consorcios, y combatan a la Unión Soviética, es decir, les llaman a convertirse en carne de cañón al servicio de la burguesía. ¡Ni la propaganda de la II Internacional lo hubiera hecho mejor! Pero la dirección china, ¿qué aconseja que hagan los pueblos de la Unión Soviética y de los otros países revisionistas miembros del Tratado de Varsovia y del COMECON? ¡Nada! Con su silencio les dice: ¡«Permanezcan donde están, luchen y derramen su sangre por la sanguinaria camarilla del Kremlin»! ¡¿Se trata de una actitud leninista?! ¡No! Esta línea del Partido Comunista de China es antiproletaria, belicista. Los chinos no están por que se haga una lucha en los dos flancos, contra las dos superpotencias imperialistas, a fin de frustrar sus planes de guerra de rapiña; no quieren que se trabaje para hacer que, si la guerra estalla, se transforme en una guerra civil, en una guerra justa. Nosotros nos atenemos precisamente a esta enseñanza leninista, por eso los chinos nos acusan de que, supuestamente, ¡¡nos hacemos ilusiones sobre la paz y llevamos agua al molino de los soviéticos!!». (Enver Hoxha; Los revisionistas chinos atacan por la espalda al Partido del Trabajo de Albania; Reflexiones sobre China: Tomo II, 8 de enero de 1977)
9) El maoísmo europeo y su aplicación de la teoría de los tres mundos
Pongamos otro breve ejemplo sobre a dónde conducía aceptar la «teoría de los tres mundos» maoísta. ¿Cómo aplicaban esta teoría revisionista de los «tres mundos» otros partidos de Europa? Tomemos el ejemplo de Jacques Jurquet en Francia con el Partido Comunista Francés Marxista-Leninista (PCF-ML).
«Se llegó a calificar la visita a China del Presidente de Francia Pompidou como:
«Una gran contribución del pueblo de China en la lucha mundial contra la hegemonía soviético-americana». (Robert Jackson Alexander; Maoísmo en el mundo desarrollado, 2001)
Poco más tarde, según las teorizaciones de Jurquet, Francia no se podía defender sola de las superpotencias, y en tanto que las contradicciones de estas hacían que presuntamente pusieran a Europa en el punto de mira del socialimperialismo soviético, ya que el «tercer mundo» les ponía en «demasiados aprietos», la defensa del «segundo mundo» como Francia era una tarea urgente. Por ello según nuestro maoísta eso daba como resultado la creación de un «frente único» de todo francés explotado o explotador contra el socialimperialismo soviético «por ser la superpotencia más agresiva» del «primer mundo», con el objetivo de «defender la soberanía nacional» y ayudar así de paso seguir ayudando al «tercer mundo»; mismo frente único que los chinos promocionaban en cada país y que formaba parte según ellos del necesario «frente único global»:
«No siendo capaces ahora oponerse con éxito el formidable empuje del tercer mundo y su principal fuerza impulsora de los cambios internacionales en curso, las dos superpotencias –los Estados Unidos y la Unión Soviética– hacen de Europa el punto principal de sus choques en sus respectivas intenciones de apropiarse de la riqueza estratégica, económica, tecnológica, etc. (...) La gran cuestión que urge a los pueblos hoy de Europa Occidental es: ¿quién se beneficiara de la crisis general del viejo capitalismo? ¿El socialimperialismo ruso el cual ya dispone por todos lados de su quinta columna subversiva o el proletariado y las masas popular de los países? (...) En segundo lugar, en nuestros países europeos, en Francia para ser más concretos, las fuerzas trabajadoras, incluso dirigidas por sus partidos marxista-leninistas, ¿son capaces de resistir solos a las dos superpotencias? ¿Y sobre todo al socialimperialismo ruso, la potencia más peligrosa y agresiva? (...) Es en este sentido, y teniendo en cuenta la rica experiencia del movimiento proletario revolucionario, marxista-leninista de Francia, debemos llevar a cabo en la oposición y las medidas adoptadas contra las dos superpotencias y sus agentes en nuestro país, trabajar hacia el establecimiento de un frente unido, que forma parte de la «frente único global», que incluye el tercer mundo y el segundo del mundo en que vivimos». (Jacques Jurquet; L'Humanité Rouge, 1 de mayo de 1975)
Como vemos aquí, tenemos todos los ingredientes de la teoría de los «tres mundos» como Jacques Jurquet mismo reconocía:
«Los análisis que el Presidente Mao realizó de la presente situación internacional señalan la existencia de tres fuerzas en el mundo. Este análisis es el resultado de la aplicación científica de los principios del marxismo-leninismo y constituye el arma más efectiva para el proletariado y los pueblos del mundo entero a la hora de definir sus respectivas estrategias revolucionarias y avanzar a la revolución mundial». (Pekín Informa; Vol.19, No, 50, 10 de diciembre de 1976)
Ergo el PCF-ML se plegaba pues a los deseos de los líderes chinos para conformar la línea del partido, siendo el PCF-ML una mera agencia de Pekín.
Esta actitud de Jacques Jurquet y el PCF-ML suponían una actitud borreguil que significaba que el PCF-ML carecía de cualquier análisis propio, suponía una subordinación directa a la política exterior china, por extensión también a la estadounidense, y que indirectamente daba aire al revisionismo soviético, ya que estas barbaridades y estupideces teóricas tan clásicas del revisionismo chino no hicieron sino dar más munición a las revisionistas soviéticos para practicar su demagogia con eslóganes como que «la Unión Soviética es la verdadera defensora de los pueblos contra el imperialismo estadounidense y sus agentes», provocando así, la prolongación de la influencia del revisionismo soviético en el movimiento obrero de Francia y otros países del globo.
Es importante desmontar la visión de la teoría de los «tres mundos» respecto a las tareas del proletariado en los países del «segundo mundo». Decimos esto porque a día de hoy muchos partidos revisionistas venden en la propaganda que para garantizar la soberanía de los pueblos los países y pueblos deben atarse a uno u otro bloque imperialista para liberarse del opresor imperialista actual, e incluso llegan a afirmar que según qué bloques imperialistas pueden ayudar a estos países a avanzar en su liberación social, por lo tanto, entender esta cuestión es algo decisivo para las tareas contemporáneas. Así por ejemplo hemos visto a líderes tercermundistas como Castro o agentes del imperialismo como Egido o Arenas clamar a los pueblos que se apoyen en el bloque sino-ruso». (Equipo de Bitacora (M-L); Un rápido repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Jacques Jurquet y el PCF-ML, 2015)
10) ¿Qué supone negar la responsabilidad de Mao y no apartarse del tercermundismo en cualquiera de sus variantes?
¿No deberían los revolucionarios honestos condenar a Mao Zedong con la misma fuerza que a aquellos que apoyan a los Rockefeller, la OTAN o la UE? ¿Toda esta documentación logrará hacer reflexionar algo a los «antiimperialistas» de boquilla como Juan Manuel Olarieta, Pablo Hasél o José Antonio Egido? No lo sabemos, ni nos interesa realmente, esa gente es bastante tozuda, ¿alguien puede asegurar que los maoístas más bobalicones como el «Camarada Arenas» o el «Pte. Gonzalo» no seguirán insistiendo en negar lo evidente como han hecho hasta hoy? ¿Cómo era el refrán? «Cuando un tonto coge un camino, el camino se acaba, pero el tonto sigue». Todos estos infames personajes viven del sentimentalismo, es ya bastante vergonzoso que tengamos que venir nosotros, una humilde plataforma ideológica, a exponer una documentación que lleva años disponible. En cambio, esperamos de corazón que sirva a los trabajadores engañados por el mito revisionista. Recordemos que es menester tener paciencia con la gente que proviene de estos lares, pero no hay que tener piedad con los jefes y figuras públicas, con los recalcitrantes y abogados conscientes del revisionismo chino.
Enver Hoxha concluía sobre el tema:
«Los líderes de varios partidos de América Latina reconocen algunos errores de Mao Zedong, pero de forma superficial y no profundizan en el origen de ellos. Por ejemplo, dicen que Mao Zedong cometió un error al recibir a Nixon de un modo cortés, pero no encuentran en este encuentro el hecho de que se profundizó el cambio de estrategia de Nixon o que impulsó con mayor fuerza la estrategia de Mao y el Partido Comunista de China de acercamiento al imperialismo estadounidense. (...) Con respecto al tercer mundo» y la alianza con este mundo con el «segundo mundo», los líderes de varios partidos de América Latina no tienen la suficiente perspicacia para ver que ha sido Mao quién ha predicado esta teoría, y dicen que fue Deng Xiaoping. Si admitimos que Mao cometió un error al acoger a Nixon pero no reflexionamos sobre las razones por las que le recibió, ni de los eventos y resultados que trajeron esos encuentros, entonces podemos decir que la teoría de los «tres mundos» corresponde a otros y no a Mao. Pero, de hecho, esta teoría es de Mao, no sólo porque ha predicado esta teoría y esta alianza, sino porque la expectativa de Nixon y el acuerdo alcanzado con los Estados Unidos son la evidencia de que esta era la teoría de Mao Zedong». (Enver Hoxha; Sobre cómo sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)
He aquí un clamoroso error que organizaciones como el PCE (m-l) tardarían en rectificar:
«En el último Pleno Ampliado del Comité Central de 1978, así como en las diversas conferencias regionales, reuniones ampliadas de cuadros, etc. el partido ha sido unánime en la denuncia y condena del llamado «pensamiento Mao Zedong», como artífice del revisionismo chino y su podrida teoría sintetizada de los «tres mundos». (…) Sin embargo no sería justo ni correcto no plantear en nuestro IIIº congreso de 1979, una vez más, esta cuestión, ya que en el IIº Congreso de 1977, si bien condenamos categóricamente la «teoría de los tres mundos», por otro lado, no vimos el papel desempeñado por Mao e incluso tratamos de desligarlo de esa «teoría» y del revisionismo chino, cuando en realidad, es Mao y sus escritos teóricos los que son el origen y la base de ese revisionismo. (…) Su actitud hacia la burguesía, su teorización sobre las dos líneas en el partido, su antistalinismo, etc. confirman la posición de Mao como responsable de semejante «teoría». Además, no podemos olvidar que cuando Deng Xiaoping expuso esta «teoría» ante las Naciones Unidas, el Presidente del PCCh seguía siendo Mao, y no sólo no desaprobó, sino que la corroboró. Por aquel entonces, Mao recibió a diversos periodistas extranjeros, especialmente estadounidenses, y en todas sus intervenciones expuso la esencia de esa «teoría», igual que lo hizo ante diferentes reyezuelos y sátrapas reaccionarios. Es indudable que si Mao hubiera estado en contra de esa teoría como pretenden ahora algunos, más papistas que el Papa, podía haber expuesto sus opiniones, pues nadie lo amordazaba. Por otro lado, no olvidemos que fue el mismo Mao quién recibió a Kissinger e invitó a Nixon con el que tuvo según los comunistas chinos de aquel entonces «fructíferas conversaciones» en el mismo momento en que los yanquis bombardeaban Vietnam. No olvidemos que Mao era el máximo dirigente de China cuando establecieron relaciones diplomáticas con la sanguinaria dictadura franquista; no olvidemos su actitud ante los viles asesinatos del 27 de septiembre de 1975, etc. Y todo eso no es ni más ni menos que la aplicación de la teoría de los «tres mundos». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)
En honor a la verdad, mientras el PCE (m-l) reconoció este error y se apartó del maoísmo, hubo otras organizaciones como el PCE (r), el MCE, la ORT, el PTE o los reconstitucionalistas, que seguirían como si nada hubiera pasado. Algunos a estas alturas siguen defendiendo la esencia de la «teoría de los tres mundos» o siguen exonerando a Mao de su aplicación.
El tercermundismo ha sido siempre la marca del revisionismo, en cualquiera de sus expresiones, en las últimas décadas esto se ha comprobado muy claramente:
«Uno de los impulsores del tercermundismo, el no alineamiento y el nuevo orden económico ha sido el revisionismo cubano:
«Sugiero lo siguiente: que América Latina necesita un período de gracia de aproximadamente diez a veinte años como mínimo en términos de sus obligaciones de deuda externa, incluido el interés». (Fidel Castro; Sobre la deuda impagable de América Latina y sus consecuencias imprevisibles y otros temas de interés político e histórico; Entrevista concedida a la Agencia EFE, 1985)
Castro habló durante ese año en varias entrevistas y conferencias con un lenguaje que le englobaba claramente dentro de los abanderados de esta corriente del «nuevo orden económico»:
«Se ha creado una situación tan grave que los países del tercer mundo se ven obligados a pensar, unirse y buscar soluciones, independientemente de sus posiciones políticas e ideologías, como una cuestión elemental de supervivencia». (Fidel Castro; Entrevista realiza en el Militante, de mayo a junio de 1985)
Es más, él pensaba que la tarea de los pueblos no era la lucha por la revolución socialista, la cual precisamente es la única que podría solucionar de raíz el problema del endeudamiento, de la baja productividad, del modelo agrario y monocultivo de la economía, la inflación, de la anarquía productiva y del evidente uso egoísta y especulador de la producción y distribución nacional para fines estrictamente egoístas de enriquecimiento de las parásitas clases explotadoras. Él más bien pensaba que la tarea realmente importante era preservar la «independencia nacional» volcando todos los esfuerzos a consagrar el «nuevo orden económico» dejando a un lado la cuestión social, de clase:
«En este momento hay algo más importante que el cambio social y esa es la independencia de nuestros países. (...) La independencia y la lucha por el nuevo orden económico internacional se han convertido en el principal problema para los países latinoamericanos y otros subdesarrollados». (Fidel Castro; Entrevista con la revista mexicana Excelsior, 21 de marzo de 1985)
Algo bastante absurdo si tenemos en cuenta que son las mismas burguesías nacionales las que han llevado a esos países al endeudamiento extremo y han contraído acuerdos económicos, políticos y militares con el imperialismo, pero Castro propone que ellas pueden liderar una lucha antiimperialista consecuente y que deben unirse para luchar contra ese mismo imperialismo, como si no fuesen a salir las rivalidades entre las burguesías regionales, o como si no fuesen a claudicar y vender de nuevo la soberanía nacional ante la primera amenaza imperialista.
También, este romántico reformista, propuso de forma idealista que las superpotencias de la época destinasen el dinero de su carrera armamentística para paliar el hambre en el mundo, ¿se imaginan propuesta más hippiesca e irreal?:
«Como medida inmediata propuso que las grandes potencias dediquen para el desarrollo del Tercer Mundo el dinero que puedan ahorrar si llegan a un acuerdo sobre desarme nuclear. Castro expresó su confianza en que las actuales negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética concluyan con un acuerdo que permita «el fin de la carrera armamentista y la eliminación de las armas nucleares», y añadió que, si las grandes potencias «se libran de la pesadilla del holocausto nuclear, sería legítimo que los pueblos del Tercer Mundo vean desaparecer la pesadilla del holocausto por hambre». Fidel Castro dijo que el mundo gasta anualmente un billón de dólares en armamentos y que en los últimos 13 años se han dedicado 17 billones de dólares a la compra de armas. Según Castro, bastaría dedicar esas cantidades al desarrollo del Tercer Mundo, «bastaría sustituir lo tradicional por lo racional», para modificar la situación actual. Advirtió, finalmente, que «si es cierto que sin paz no habrá desarrollo, también es cierto que sin desarrollo no habrá paz». (El País; Fidel Castro insiste en la eliminación total de la deuda externa del Tercer Mundo, 21 de abril de 1987)
Esto es exactamente la misma propuesta ilusa que Browder hizo en los años 40, lo primero pintar que los países imperialistas son altruistas y van a estar dispuestos de reducir sus superganancias en solidaridad con el sufrimiento de los pueblos del mundo; y lo segundo decir a los subdesarrollados que abriesen de par en par sus puertas al capital extranjero para su ulterior «desarrollo», como si eso no comportase una pérdida de la soberanía nacional, y como si los problemas de los países subdesarrollados fuese la falta de inversión externa. Castro demostró ya en esta época que no tenía ni idea del carácter del imperialismo, de la relación en la etapa monopolista del capitalismo con la consecuente necesidad de mayor militarización de la economía. En definitiva, mostró que es un charlatán, que su antiimperialismo es un gran bluf, y como ha demostrado la historia, Cuba no ha sido nunca un ejemplo de política económica independiente ni libre de deudas.
Al igual que otros partidos marxista-leninistas de la época, el PC de C-ML analizando a mediados de los 80 el rol de Cuba en la región en la Conferencia de la Habana sobre la deuda exterior, denunciaba a Castro como «bombero de la revolución» por sus declaraciones en la conferencia de «no promover cambios revolucionarios». Los por entonces marxista-leninistas colombianos dijeron:
«Esta es una magnífica muestra de cómo los cubanos piensan de los partidos revisionistas y las organizaciones castristas y guevaristas de la región, considerándolos como inútiles para realizar la revolución, pero adecuados para lograr la conciliación con la burguesía». (Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista); En apoyo del imperialismo y la burguesía, 4 de agosto de 1985)
En su momento este partido denunciaba las conferencias internacionales en América Latina como un engañabobos de la burguesía para desviar la atención de los problemas internos y calmar los ánimos de las masas trabajadoras:
«Un nuevo orden económico internacional es una tesis burguesa tercermundista, que aspira a la integración económica de las burguesías de América Latina con el fin de «defenderse» de la «injusticia» del imperialismo. Se busca un respiro para las burguesías nativas ante la posibilidad de estallidos sociales. Esto verifica la verdad de nuestra etiqueta de los revisionistas y socialdemócratas como agentes de la burguesía en el movimiento obrero». (Revolución, Edición del 15-18 de julio de 1985)
Precisamente el abandono del PC de C-ML de esta lucha contra el castrismo y otros movimientos nacionalistas-tercermundistas a finales de los 80 y la reconciliación con este tipo de ideologías y otras nuevas como el socialismo del siglo XXI, es lo que ha llevado a estos partidos al desastre debido a que se ven obligados a comulgar con unos análisis internacionales eclécticos y sin orientación clara». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)
Hoy, el tercermundismo sigue presente en la política exterior no solo del revisionismo, sino de la mayoría de gobiernos, puesto que existen una gran cantidad de teorías análogas que defienden lo mismo en lo fundamental:
«Los representantes del gran capital mundial hablan mucho sobre la necesidad de cambiar el actual sistema de relaciones económicas internacionales y de crear un «nuevo orden económico mundial», que también es respaldado por los dirigentes chinos. Según ellos, este «nuevo orden económico» servirá de «base para la estabilidad global». Por su parte, los revisionistas soviéticos hablan de crear una pretendida estructura nueva en las relaciones económicas internacionales. Todo esto son esfuerzos y planes de las potencias imperialistas y neocolonialistas, las cuales quieren mantener vivo y prolongar el neocolonialismo, y conservar la opresión y la expoliación de los pueblos. Pero, las leyes de desarrollo del capitalismo y del imperialismo no obedecen a los deseos ni a las invenciones teóricas de la burguesía y de los revisionistas. Como Lenin ha señalado, para resolver estas contradicciones es necesaria la lucha consecuente contra el colonialismo y el neocolonialismo, la revolución». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
Entonces, se comprende, que cuando países capitalistas-imperialistas hablaban de los países a los que maniataban económicamente de la búsqueda de un «nuevo orden económico», lo hacían para tranquilizar a los pueblos de estos países cansados de su explotación en beneficio de las camarillas locales y los países del extranjero, del mismo modo que cuando estos países capitalistas dependientes de las grandes potencias imperialistas declaraban y abogaban por efectivamente un «nuevo orden económico», se entiende que se referían, a que o bien exigían que los imperialismos que aflojaran el nudo que les subyugaba pidiendo un mejor reparto de los mercados o más ayudas económicas, bien adoptaban esta postura de cara al pueblo para calmar los ánimos de las masas trabajadoras y posar como antiimperialistas que buscaban soluciones a su crisis económica interna, o simplemente lanzaban tal consigna como representantes burgueses de un país capitalista en alza que buscaba convertirse en potencia y directora del dichoso nuevo orden económico en su región o a nivel mundial. Pero este eslogan era falso, que como los marxistas saben, el único «nuevo orden económico» posible que dará solución a los problemas intrínsecos del capitalismo es el sistema económico socialista.
Si el marxismo-leninismo presupone el internacionalismo, y no cualquier tipo de internacionalismo sino el proletario que mandan los cánones marxista-leninistas, el no apartarse del tercermundismo en cualquiera de sus expresiones, supone contribuir de una manera u otra a formar parte de una expresión ideológica nacionalista, a ser, se quiera o no, el furgón de cola de la burguesía nacional, y a lo máximo que se llegará a lo sumo, es a ser parte de un proyecto internacional de falsa solidaridad entre burguesías regionales. Como paradigma véase lo que ha ocurrido con este tipo de ensayos como el «panafricanismo», el «socialismo árabe» o más reciente el «socialismo del siglo XXI», los cuales, por los vínculos ya existentes de estas burguesías con el imperialismo extranjero y su disparidad de intereses, no pasaron de conformar una unidad formal y efímera. Esto es normal, porque cada burguesía nacional tiene intereses competitivos contrapuestos con otras burguesías regionales, y en cuanto ve ocasión de sacar tajada, traiciona los intereses formales de esa «comunidad internacional» aliándose con el enemigo imperialista». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)
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