«Históricamente hablando hay multitud de ejemplos de organizaciones que nacen con buenas intenciones y por unas razones u otras acaban siendo una tragicomedia de lo que pretendían ser. Podríamos relatar varios ejemplos comparativos que demostrarían que esto ha pasado, pasa y seguirá pasando, no puede ser de otra forma debido a que las personas se desarrollan en ambientes de presión y corrupción ideológica que les debilita y en consecuencia les es sumamente difícil soportar las demandas que plantea la «causa proletaria», les es más sencillos bajar los brazos y claudicar.
Toda esta historia del MVTC, su inclusión en Bandera Roja, y la polémica surgida con los detractores que se ha ganado a nivel nacional e internacional por este infame acto nos recuerda a la histórica polémica de Marx y Engels respecto a los socialdemócratas alemanes que iban a fusionarse con los lassalleanos. Recuérdese que en aquel entonces los marxistas se consideraban así mismos «socialdemócratas», eso fue así hasta el cisma producido dentro de la II Internacional donde los elementos que revisaban el marxismo para aplicar el reformismo social se quedaron con la denominación de socialdemócratas, y los marxistas que mantenían los principios revolucionarios se quedaron con el nombre de «comunistas». Entiéndase que en esta historia los socialdemócratas eran los marxistas de la época.
La célebre obra: «Crítica al Programa de Gotha» en 1875, y toda la serie de cartas y declaraciones complementarias, Marx y Engels dieron una crítica al proyecto de programa que se iba a aprobar en el Congreso de Gotha en el que iban a fusionarse la lassalleana Asociación General de Trabajadores de Alemania (AGTA) y el marxista Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania (PSOA), que daría como tal un nuevo partido: el Partido Socialista Obrero de Alemania. Fue realmente una crítica feroz al oportunismo. Por eso hemos elegido este hecho para realizar la comparativa y ver que durante esta polémica se cumplieron varios hechos que nos recuerdan a lo que hoy en día ha sucedido con los jefes oportunistas del MVTC, que el revisionismo tiene fácil extrapolación incluso pasando siglos:
1) Los jefes lassalleanos del AGTA ante el descrédito de su organización, buscaron alianzas y fusión con otros grupos con el propósito de estrechar lazos con sus líderes más pragmáticos para así salvar la situación de aislamiento en la que se encontraban:
«Que los lassalleanos vinieron porque tuvieron que venir, porque todo su partido se hacía pedazos, porque sus dirigentes eran o bien lumpens o bien burros a los que las masas no querían seguir más, todo esto puede decirse hoy en la escogida forma suave. Naturalmente, su «organización robusta» acabó con una disolución completa. Es, por tanto, ridículo cuando Liebknecht trata de justificar la aceptación en bloque del artículo de fe lassalleano alegando que los lassalleanos han sacrificado su robusta organización. ¡ya no había nada más que sacrificar!». (Friedrich Engels; Carta a August Bebel: Sobre el Programa de Gotha, Londres 18-28 de marzo de 1875)
Bandera Roja buscó ante los malos resultados electorales, los problemas de escisiones y la espantada general de la militancia, una alianza y finalmente la absorción del MVTC. Lo que dicen los cabecillas oportunistas del MVTC de Bandera Roja y la influencia de la misma en la sociedad es mentira, tampoco es verdad que sus líderes fueran reconocidos y humildes marxista-leninistas. En realidad eran viejos oportunistas que por sus errores estaban cerca del colapso organizativo.
2) Los términos y formas en que se iban a unificar lassalleanos y socialdemócratas, significaba la creación de un nuevo partido en el que los últimos renunciarían a gran parte de sus principios en favor de los primeros en un programa conjunto de unificación. Allí se iban a introducir concepciones y demandas lassalleanas como: a) negación del papel auxiliar de la pequeña burguesía respecto al proletariado en la revolución, b) la ley de bronce de los salarios, c) la concepción de «Estado popular libre», d) la «educación igual», e) la «ayuda estatal», f) el silencio sobre la necesidad del internacionalismo proletario. Aceptar esto era algo inadmisible para un marxista de la época que había estado luchando contra tales fórmulas:
«En primer lugar, se acepta la rimbombante, pero históricamente falsa, frase lassalleana: frente a la clase obrera, todas las demás no forman más que una masa reaccionaria. (...) En segundo lugar, se reniega prácticamente por completo, para el presente, del principio de la internacionalidad del movimiento obrero, y esto lo hacen hombres que por espacio de cinco años y en las circunstancias más duras mantuvieron de un modo glorioso este principio. (...) En tercer lugar, nuestra gente se ha dejado imponer la «ley de bronce del salario» lassalleana, basada en un criterio económico completamente anticuado, a saber: que el obrero no recibe, por término medio, más que el mínimo de salario, y esto porque, según la teoría malthusiana de la población, hay siempre obreros de sobra –ésta era la argumentación de Lassalle–. Ahora bien; Marx ha demostrado minuciosamente, en El Capital, que las leyes que regulan el salario son muy complejas, que tan pronto predominan unas como otras, según las circunstancias; que, por tanto, estas leyes no son, en modo alguno, de bronce, sino, por el contrario, muy elásticas, y que el problema no puede resolverse así, en dos palabras, como se imaginaba Lassalle. (...) En cuarto lugar, el programa plantea como única reivindicación social la ayuda estatal lassalleana en su forma más descarada, tal como Lassalle la plagió de Buchez. ¡Y esto, después que Bracke demostró de sobra la inutilidad de esta reivindicación. (...) En el mejor de los casos, la «ayuda estatal», en el sentido lassalleano, no es más que una de tantas medidas para conseguir el objetivo que aquí se define con las torpes palabras de «para preparar el camino a la solución del problema social», ¡como si para nosotros existiese todavía un problema social que estuviese teóricamente sin resolver! Si, por tanto, se dijera: el Partido Obrero Alemán aspira a abolir el trabajo asalariado, y con él las diferencias de clase, implantando la producción cooperativa en la industria y en la agricultura en una escala nacional, y aboga por todas y cada una de las medidas adecuadas a la consecución de este fin, ningún lassalleano tendría nada que objetar contra esto. (...) En quinto lugar, no se dice absolutamente nada de la organización de la clase obrera como tal clase, por medio de los sindicatos. Y éste es un punto muy esencial, pues se trata de la verdadera organización de clase del proletariado, en la que éste ventila sus luchas diarias con el capital, en la que se educa a sí mismo y la que hoy en día no puede ser aplastada ni por la más negra reacción. (...) El Estado popular libre se ha convertido en el Estado libre. (...) Habría que abandonar toda esa charlatanería acerca del Estado. (...) Siendo el Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es puro absurdo hablar de Estado popular libre: mientras el proletariado necesite todavía del Estado no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir». (Friedrich Engels; Carta a August Bebel; Sobre el Programa de Gotha, Londres, 18-28 de marzo de 1875)
En la cuestión referida al MVTC: tanto militantes como camaradas en el exterior han denunciado que plantear una unificación sin exigir ningún compromiso que respete los principios del marxismo-leninismo no es garantía de nada, es vender los principios del MVTC al primero que pasa, mucho más a un partido como Bandera Roja que lleva desde los 90 haciendo planteamientos puramente revisionistas como la «nueva democracia», «nueva cultura ciudadana», «economía mixta» y otras fórmulas análogas que constan en sus programas.
3) Las formas en que los socialdemócratas dificultaron la crítica a quienes se oponían a aceptar este programa, causó aún más la repulsa de Marx y Engels hacia los líderes socialdemócratas. ¡De hecho los líderes socialdemócratas alemanes ocultaron la Crítica del Programa de Gotha y su contenido no fue conocido abiertamente en Alemania hasta después de la muerte de Marx en 1891!:
«Los jefes de los lassalleanos vinieron porque a ello les obligaron las circunstancias. Y si desde el primer momento se les hubiera hecho saber que no se admitía ningún chalaneo con los principios, habrían tenido que contentarse con un programa de acción o con un plan de organización para la actuación conjunta. En vez de esto, se les consiente que se presenten armados de mandatos, y se reconocen estos mandatos como obligatorios, rindiéndose así a la clemencia o inclemencia de los que necesitaban ayuda. Y para colmo y remate, ellos celebran un Congreso antes del Congreso de conciliación, mientras que el propio Partido reúne el suyo post festum. Es obvio que con esto se ha querido escamotear toda crítica y no permitir que el propio Partido reflexionase. Sabido es que el mero hecho de la unificación satisface de por sí a los obreros, pero se equivoca quien piense que este éxito efímero no ha costado demasiado caro». Por lo demás, aún prescindiendo de la canonización de los artículos de fe lassalleanos, el programa no vale nada». (Karl Marx; Carta de Marx a W. Bracke, Londres, 5 de mayo de 1875)
En definitiva como ha pasado con el MVTC con hechos como las reuniones a espaldas de la militancia, el no informar a la militancia de que se decide en esas reuniones, el cambiar el lugar de reunión, el ni siquiera notificar a los militantes y colectivos internacionales de que se ha formalizado la integración del MVTC en Bandera Roja. Unas y otras estratagemas para eludir la crítica a la unificación, un plan consciente de los jefes oportunistas del MVTC que habían decidido venderse a Bandera Roja.
4) Pese al apoyo constante de Marx y Engels al PSOA desde su nacimiento. La nueva alianza y fusión entre el AGTA y PSOA obligó a Marx y Engels a advertir a los líderes del PSOA que a ellos les era imposible militar en un nuevo partido así e incluso darle un apoyo formal:
«Habría que criticar casi cada palabra de este programa, redactado además sin jugo y sin brío. Hasta tal punto que, caso de ser aprobado, Marx y yo jamás podríamos militar en el nuevo partido erigido sobre esta base y tendríamos que meditar muy seriamente qué actitud habríamos de adoptar frente a el, incluso públicamente». (Friedrich Engels; Carta a August Bebel: Sobre el Programa de Gotha, Londres, 18-28 de marzo de 1875)
Que de formalizarse la celebración del congreso del nuevo partido, Marx y Engels anunciarían su rechazo público a dicho nuevo partido:
«El caso es que, después de celebrado el Congreso de unificación, Engels y yo haremos pública una breve declaración haciendo saber que nos es del todo ajeno dicho programa de principios y que nada tenemos que ver con el». (Karl Marx; Carta de Marx a W. Bracke, Londres, 5 de mayo de 1875)
El MVTC, con su alianza e inclusión-disolución en Bandera Roja ha perdido no solo el apoyo de gran parte de su militancia sino que como fue advertido: todo el apoyo exterior que tenía el movimiento se ha derrumbado, recibiendo duras críticas por vender la organización a unos revisionistas. El presente documento es solo la consecuencia del necesario rechazo oficial de sus ex camaradas debido a su pasó al abierto oportunismo que han adoptado como bandera.
5) Sabedores de la postura de Marx y Engels sobre los lassalleanos. Los líderes del PSOA no informaron a Marx y Engels de lo que iba aconteciendo con el objetivo de que no estuvieran informados y no realizaran las críticas antes ni durante la unificación:
«Ni Liebknecht ni nadie nos ha dado ninguna noticia, ni tampoco nosotros sabemos más que lo que dicen los periódicos, que no trajeron nada, hasta que hace unos ocho días recibimos el proyecto de programa. Este nos ha causado, ciertamente, bastante asombro». (Friedrich Engels; Carta a August Bebel: Sobre el Programa de Gotha, Londres, 18-28 de marzo de 1875)
Los líderes oportunistas del MVTC, ante la primera exposición de los defectos del MVTC y la crítica hacia Bandera Roja, decidieron no difundir las críticas y el material proporcionado, tampoco seguir los consejos de examinar las cuestiones fundamentales para conocer el revisionismo de Bandera Roja. Su postura fue el silencio. En el momento de que la unificación se llevó a cabo, no solo no informaron a los colectivos internacionales con los que mantenían relaciones sino que ni siquiera informaron a los militantes que se oponían a la unificación, todo parte de la táctica de la dirigencia del MVTC para eludir ser criticados y no dificultar la unificación oportunista.
6) Marx y Engels adelantaron que en caso de llevarse a cabo la unificación entre AGTA y PSOA, obligaría a gran parte de la militancia a seguir las consignas lassalleanas y sus conceptos, lo que pronto haría que vieran que estaban cumpliendo un rol no revolucionario. Y que en caso de que en un futuro se arrepintiesen de la unión y se escindieran de los lassalleanos –como ocurriría en 1890–, las masas no creerían en su oposición a las ideas lasalleanas por haberlas propagado y defendido desde la unión con ellos:
«Estoy convencido de que la unión hecha sobre esta base no durará ni un año. ¿Van las mejores cabezas de nuestro Partido a prestarse a aprender de memoria y recitar de corrido las tesis lassalleanas sobre la ley de bronce del salario y la ayuda estatal? ¡Aquí quisiera yo verle a usted, por ejemplo! Y si fuesen capaces de hacerlo, el auditorio los silbaría. (…) Nosotros saldremos debilitados de la escisión y los lassalleanos fortalecidos; nuestro Partido habrá perdido su virginidad política y jamás podrá volver a combatir con valentía la fraseología de Lassalle, que el mismo ha llevado inscrita en sus banderas durante algún tiempo». (Friedrich Engels; Prólogo a la Crítica al Programa de Gotha, Londres, 6 de enero de 1891)
En el caso del MVTC, dijimos que si se aceptaban formar parte de un partido de posiciones aburguesadas y revisionistas como Bandera Roja, cuando los viejos miembros del MVTC hicieran agitación por Bandera Roja las masas trabajadoras no verían diferencias entre esos agitadores y otros de los demás partidos oportunistas, pues llevaban entre los labios y los papeles consignas y programas reformistas que pueden ver y leer en cualquier lado.
7) Como se anticipó, de consumar la unificación de carácter pragmático entre el AGTA y el PSOA, solamente por meros intereses personales y oportunistas, llevaría pronto a la desilusión de los militantes marxistas, al descrédito de la propia organización del PSOA y no muy tarde a las riñas internas:
«El rigor implacable con que se desmenuza aquí el proyecto de programa, la inexorabilidad con que se expresan los resultados obtenidos y se ponen de relieve los errores del proyecto, todo esto, hoy, a la vuelta de quince años, ya no hiere más a nadie. Lassalleanos específicos ya sólo quedan en el extranjero como ruinas aisladas, y el programa de Gotha ha sido abandonado en Halle, como absolutamente insatisfactorio, incluso por sus propios autores». (Friedrich Engels; Prólogo a la Crítica al Programa de Gotha, Londres, 6 de enero de 1891)
En el caso del MVTC, su inclusión en Bandera Roja ha supuesto el descrédito de sus jefes ante la militancia, de la cual gran parte de ella ha renunciando a aventurarse en esa empresa. Los pocos que se han aventurado algunos de ellos ya se están arrepintiendo de haber seguido a ciegas un proyecto carente de sentido que se ha llevado por por delante su credibilidad ante los marxista-leninistas de todas las latitudes, otros se arrepentirán pronto, y otros seguramente jamás lo hagan porque no lleguen a comprender su acto traicionero. Es más el hecho de que en un futuro saliesen de Bandera Roja, eso no rectificaría su error como ya dijimos, solo demostraría que nosotros teníamos razón. Para volver a restituir toda o parte de la credibilidad que tenían deben realizar una autocrítica de todos sus viejos errores, de las actitudes que han tenido con sus militantes y con los colectivos internacionales y humildemente trabajar para ver que no es otra salida de un colectivo revisionista para recalar próximamente en otro, sino que esta vez se ha comprendido de verdad los errores y no se volverán a repetir. Aunque siempre les quedará rectificar, esta viene siendo imposible en gente sin nociones morales de autocrítica, y no haremos un acto de fe de que hoy empiecen a practicarla, así que no guardamos esperanzas en que esta rectificación sea llevada a cabo.
***
Marx y Engels tuvieron que enfrentar a muchísimos elementos que bien por escasez de conocimientos, o por falta de comprensión o por falta de valor personal tiraban al traste, o amagaban con hacerlo, todo lo que el socialismo científico había avanzado dentro del movimiento obrero, todo lo que había descubierto para la humanidad. Pero a su muerte es sabido que nadie tuvo el prestigio, la habilidad o el conocimiento suficiente para «aguantar la vela». Es más: ¿qué le ocurrió al movimiento obrero tras la muerte de Marx y luego de Engels? Los sendos fracasos de la I y II Internacional. ¿Qué consecuencias tuvo en la tierra natal de Marx y Engels este tipo de conciliaciones con las corrientes no marxistas? Que en Alemania no se consolidara el marxismo todo lo que debía; y más tarde sus principios fueron revisados por Bernstein a quién luego seguiría Kautsky, para acabar adocenando el marxismo hacia planteamientos de meras reformas sociales. Precisamente los elementos inestables de la época de la unión de los socialdemócratas con los lassalleanos como Karl Liebknecht, pese a realizar un notable trabajo y tener posiciones correctas en algunas cuestiones, al no respetar los principios muchas cuestiones clave patinaban y a su vez hacían patinar a toda su organización. De aquellos barros estos lodos. ¿Los resultados? Los graves defectos y desviaciones del Partido Comunista Alemán (PCA) desde su fundación, cuando Liebknecht lideraba junto a Rosa Luxemburgo –autora que revisaba los principios de Marx para acabar en posiciones ora liberales-socialdemócratas-economicistas ora anarquistas-blanquistas–. De esa camada, de esa historia: se sucedieron los desviacionistas que jamás comprendieron el marxismo-leninismo como Brandler, Thälmann, más tarde Ulbricht, Honecker, finalmente los esperpentos como Wolfgang Eggers, y así sucesivamente hasta nuestros días. La historia ha demostrado que el alejarse lo más mínimo de los principios, revisarlos sin la demostración científica de la necesidad de ese cambio, solo conduce al fracaso de las aspiraciones del movimiento obrero.
Entiéndase lo importante que es en Venezuela, y en cualquier parte del mundo, acabar con este tipo de arreglos y conciliaciones con las corrientes ajenas al marxismo: sea el PSUV, el PCV, el PC ML de Venezuela, Bandera Roja, el PRT, Marea Socialista, etc. La militancia en estos partidos o su unificación con ellas y sus figuras no puede suponer un avance para la revolución. El ir con varias banderas no garantiza mayor influencia ni el éxito, a lo sumo una ganancia mínima que no compensa con los quebraderos de cabeza de las luchas fraccionales y las contradicciones ideológicas que se evidencian fácilmente en el próximo desarrollo de los acontecimientos. La dialéctica no engaña, el tiempo le da la razón a los marxista-leninistas, como ya hemos repetido mil veces: el revisionismo es disolvente, es garantía de riñas y fracasos». (Equipo de Bitácora (M-L); Bandera Roja y MVTC: Un repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Bandera Roja, y una exégesis sobre la deserción del MVTC y su disolución en Bandera Roja, 1 de enero de 2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»