IIº Congreso de la Internacional Comunista de 1920 |
«La debilidad de Mao del PCCh desde su creación fue su incapacidad para romper de forma tajante con los modos de pensamiento premarxistas e idealistas pertenecientes a la China antigua. (...) En China, no sólo el aspecto de la aparición del marxismo ha sido subestimado, sino que esta desviación ha sido teorizada con el pretexto de tener en cuenta particularidades nacionales. La sinisación del marxismo-leninismo consistió en pretender apoyarse en las especificidades nacionales para justificar las desviaciones de los principios del marxismo-leninismo, ellos realizaron esta labor al pretender combatir el «dogmatismo» presentándose como modelo para el «tercer mundo», al pretender oponerse al «mecanismo» para inscribirse en la continuidad de las filosofías chinas premarxistas». (Círculo Henri Barbusse; Reflexiones sobre el maoísmo, 2005)
Stalin confesaba enojado a Mólotov, que el principal defecto del PCCh era no comprender ni aplicar los consejos y análisis de la Internacional Comunista:
«Desfortunadamente, no tenemos un Partido Comunista real o, si se quiere ver así, auténtico en China... ¿En qué consiste el actual comité central del Partido Comunista Chino (PCC)? En nada más que una «amalgama» de frases vagas juntadas aquí y allí, sin ningún principio o hilo conductor. No quiero ser demasiado exigente con el Comité Central del PCCh. Ya sé que no puede ser demasiado exigente con ellos. Sin embargo, esta es una demanda muy simple: cumplir con las directrices de la Internacional Comunista (IC). ¿Se han cumplido estas directrices? No. No hay un sólo marxista en el Comité Central capaz de entender... las bases sociales de los eventos que están ocurriendo ahora. (...) El PCCh a veces parlotea sobre la hegemonía de proletariado. No obstante, el PCC no tiene ni idea –literalmente, ni idea– de lo que es la hegemonía. Por este motivo no se cumplen las directrices de la IC. Es por esto por lo que ahora creo que la cuestión del partido es la principal cuestión de la revolución china». (Carta de Iósif Stalin a Vyacheslav Mólotov, 9 de julio de 1927)
Stalin dedicó toda una serie de escritos sobre la situación de la revolución china y sus tareas, análisis que se mostrarían completamente ciertos. Véase algunas recopilaciones de Stalin: «Sobre la revolución china, escritos de 1926-1927».
Los defectos que luego se harían notorios en el maoísmo, en realidad provenían de los errores de las diferentes direcciones del PCCh.
«El maoísmo, como síntesis de las ideas tradicionalistas e idealistas de los grandes sistemas filosóficos chinos del pasado y de los análisis de la ciencia marxista-leninista, se constituye antes de la victoria de Mao en el PCCh. Sus premisas están presentes desde principios de siglo XX en el pequeño círculo de intelectuales influidos por la Revolución de Octubre. Parémonos sobre este período comparando ciertos análisis maoístas con los puntos de vista de Li Dazhao (1888-1927), uno de los fundadores del movimiento comunista en China, que Mao mismo presenta como el que le inició en el «marxismo»: «Gracias a Li Dazhao me orienté muy rápidamente hacia el marxismo». (Edgar Snow; La Estrella Roja sobre China, 1965) (...) Li Dazhao estaba impresionado por la fuerza de la revolución de octubre y por su influencia a provocar en las grandes masas obreras y campesinas. Piensa encontrar en el marxismo la teoría y la ideología que permite al pueblo chino vencer la opresión nacional y la intervención imperialista. Es a partir de preocupaciones nacionalistas e idealistas que aborda el marxismo. Emana de eso una visión mesiánica y voluntarista del marxismo. Todo era posible para cualquier momento con tal que los revolucionarios sean determinados. (...) También estamos en presencia de los ecos de las esperanzas milenaristas de las rebeliones campesinas del pasado». (Círculos Comunistas Henri Barbusse; Reflexiones sobre el maoísmo, 2005)
Aunque este grupo tiene en sus artículos graves defectos como una inexplicable idealización favorable hacia el socialimperialismo soviético, sin duda estos análisis sobre el maoísmo son completamente acertados.
Tampoco es casualidad que las advertencias de la IC se centrasen en aquella época en recordar que debía hacerse una línea divisoria muy tajante entre el marxismo-leninismo y el «socialismo» pequeño burgués populista:
«El sun-yat-senismo era la ideología del «socialismo» pequeño burgués populista. En la teoría de los «tres principios» –nacionalismo, democracia, socialismo–, la noción de pueblo cubría y ocultaba la noción de las clases; el socialismo era presentado no como un sistema especifico y particular de producción realizado por el proletariado, sino como un bienestar social indeterminado; la lucha contra el imperialismo no se hallaba enlazada con las perspectivas de desarrollo de la lucha de clases en el interior del país. Por este motivo, el sun-yat-senismo, que desempeño en el primer estadio de la revolución china un inmenso papel positivo, como resultado de la diferenciación de clases en el país y del desarrollo ulterior de la revolución china, se convirtió de forma ideológica de dicha evolución en un obstáculo a la misma. Los epígonos del sun-yat-senismo, al preconizar con preferencia, precisamente, los principios ideológicos de este último, que han terminado por ser objetivamente reaccionarios, lo han convertido con ello en la ideología oficial del Kuomintang, el cual es, en la actualidad, una fuerza abiertamente contrarrevolucionaria». (Internacional Comunista; Progama del VIº Congreso, 1928)
Sin duda, el maoísmo acabó siendo la versión izquierdista del sun-yat-senismo. Véase la obra de Vincent Gouysse: «El socialismo de características china: ¿socialismo o nacionalismo burgués?» de 2007.
La IC tuvo que denunciar las constantes desviaciones de los líderes chinos, en cambio, los supuestos aciertos del maoísmo eran cosas que ya había señalado la IC mucho antes de la llegada de Mao a la cabeza del partido en 1935:
«Los planteamientos de Li Li-san, en contraste con el análisis del CEIC, pasan por alto el hecho de que el movimiento campesino ha sobrepasado de lejos, en rapidez y alcance, el movimiento de los obreros industriales. Esto no es una invención. Aunque el conflicto de los obreros ya se ha extendido hasta las partes más remotas y atrasadas del país, es preciso recordar que este, en su conjunto, va a la zaga del movimiento campesino incluso en los centros industriales más decisivos. (...) Cada comunista debe evaluar sobriamente las fuerzas y debilidades del movimiento soviético en China. Todavía no hay un gobierno soviético real en China, ya que, aún cuando existe, sólo lo hace en manifiestos, sobre el papel, pero no en la forma de un gobierno real, de un organizador y líder de las masas insurgentes. (...) El CEIC considera que las tareas prácticas, centrales, del PCC, tareas cuyo inmediato cumplimiento es demandado por la propia situación, son las siguientes (...) Un trabajo de masas revolucionario real, organizando de un modo bolchevique a las masas en las áreas soviéticas, desarrollando el conflicto económico y político de las masas, y organizando a las masas en el curso de tal conflicto en las áreas no soviéticas. El PCC debe darse cuenta de que cada conflicto económico, cada huelga, cada acción de masas en las áreas no soviéticas no es sólo un pasó más en la organización de las masas y, en consecuencia, en el camino de la insurrección armada, sino también una ayuda directa e inmediata a las áreas soviéticas. Descuidar las necesidades y demandas del día a día de los obreros y de los campesinos es, objetivamente, servir a los imperialistas y al Kuomitang. (...) Advetimos al partido de que engaños sobre la denominada coexistencia con el imperialismo son dañinos y peligrosos». (Carta del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista al Comité Central del Partido Comunista Chino acerca de las políticas de Li Lisan, 16 de noviembre de 1930)
Años después el maoísmo trató de atribuirse la victoria sobre las posiciones de Li Lisan:
«En la tercera lucha el presidente Mao se opuso a la de Li Lisan». (Partido Comunista de China; Conocimientos básicos del Partido Comunista de China, 1974)
Por el contrario, Mao había apoyado la línea de Li Lisan por lo que fue criticado en una sesión del partido durante el 17 de abril de 1931.
Lo cierto es que el principal opositor a la línea de Li Lisan fueron tanto la IC como su representante chino Wang Ming, miembro a su vez del PCCh, y principal líder durante 1931-1935.
La propia IC respaldó la versión de Wang Ming:
«La lucha contra la línea semitrotskista de Li Lisan comenzó en la organización de Shanghái, bajo la dirección del compañero Tchen Chao Oui (Wang Ming). Y tuvo los resultados excelentes. El compañero Wang Ming, uno de los jefes más eminentes del movimiento comunista en China, y otros dirigentes notables del partido, los compañeros Tchen Bang Sian, Van Tsia Sian, Ho Vei Chou, Chen Tsé Min y Tchen Youan Dao defendieron luchando sobre dos frentes, la línea leninista-stalinista viene siendo la única justa en las cuestiones de la revolución china». (Internacional Comunista; Para una libre y fuerte China, 1936)
El hecho que este sujeto, Wang Ming, luego fuera un propagandista del revisionismo soviético hasta su muerte en los 70, no borra la verdad histórica de esto años. Al César lo que es del César.
Ni siquiera el propio Wang Ming se escapó de ser criticado en varias ocasiones por la propia IC, en especial por su exceso de optimismo. Véase la obra: «Georgi Dimitrov y el Frente Único Nacional en China 1936-1944».
Todo esto certifica que la IC no se ataba con ninguna persona ni atendía a los intereses fraccionalistas que pudiera haber, solamente respondía a los mejores deseos e intereses de la revolución china.
Años después, los maoístas trataron de vender una historia sobre que Mao habría descubierto las tareas de la revolución china en contra de los consejos stalinistas de la IC, ¡y que hasta había realizado grandes aportes generales al marxismo-leninismo!
«Gran importancia tiene la contribución hecha al fondo común de la teoría marxista-leninista por Mao Zedong en el terreno de la teoría militar, la política y la filosofía, particularmente aplicables a los países coloniales y semifeudales recién independizados sobre los cuales Lenin no pudo apenas escribir. Así pues, el maoísmo, para emplear la expresión más en boga, completa y complementa al leninismo, lo refuerza y no está en contradicción con él». (Partido Comunista de España (reconstituido); Temas de formación marxista-leninista, 1989)
Esta ha sido una de las grandes mentiras de los maoístas. Lenin y Stalin escribieron muchísimos textos sobre la revolución, sus etapas, sus fuerzas motrices, sus alianzas en los países coloniales y semicoloniales. Precisamente el maoísmo es una síntesis de teorías en contraposición de todas las teorías y consejos que la Internacional Comunista de Lenin y Stalin dieron a los revisionistas chinos, en otras ocasiones el maoísmo decía adecuarse a los consejos, pero en la praxis no se cumplían, algo que precisamente ya hicieron las direcciones del Partido Comunista de China (PCCh) previas a Mao.
Pero, es más, como recuerda el principal asesor soviético para el Comité Central del PCCh:
«En el liderazgo del PCUS y la Internacional Comunista, muchos consideraron a Mao como un «oportunista de derecha», y él lo sabía». (I.V. Kovalev; Con una misión en China, 1997)
El fanatismo maoísta del PCE (r) llegó hasta el punto de decir:
«Como es bien sabido, Mao mantuvo siempre una posición crítica frente a las concepciones dogmáticas y excesivamente rígidas que habían predominado, a partir de un determinado momento, en el seno del Movimiento Comunista Internacional por influencia de Stalin y del PCUS». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Escrito en diciembre de 1993. Publicado en Mao y la Revolución China, marzo de 1994)
Desmontemos con paciencia todos estos mitos revisionistas.
1) La hegemonía del proletariado como fuerza dirigente de la revolución
Mao intentó combatir el izquierdismo inicial de los líderes del PCCh sobre el campesinado, con tesis derechistas, que idealizaban y sobrestimaban el rol del campesinado. Un maoísta europeo reconocía que las propias tesis de Mao habían hecho que acabase expulsado del Politburó durante un tiempo:
«Mao Zedong había redactado, a principios de 1927 un «Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junan». (...) Fue rechazado por el Secretariado de la Internacional Comunista y más especialmente por Stalin. Este propio informe le valió a Mao Zedong el ser excluido del Buró Político al cual sólo volverá en 1935». (Jean Baby; La gran disputa chino-soviética (1956-1966), 1966)
Si algo se puede considerar un error en el actuar de la IC en esta época, es el hecho de permitir que un desviacionista como Mao alcanzase la cúpula del PCCh en 1935, el cual no se retractaría de sus declaraciones previas, sino que las ahondaría con declaraciones mucho más aberrantes:
«¿Qué es el régimen constitucional de nueva democracia? Es la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias sobre los colaboracionistas y reaccionarios. Alguien dijo una vez: «Si hay comida, que la compartan todos». Me parece que esto puede servir de metáfora ilustrativa de la nueva democracia. Puesto que la comida debe ser compartida por todos, es inadmisible que un solo partido, grupo o clase ejerza la dictadura». (Mao Zedong; Sobre el régimen constitucional de nueva democracia; Obras Escogidas; Tomo II, enero de 1940)
Lenin llamaría a esta renuncia a la hegemonía «la forma más cruda del reformismo». Las tesis de los bolcheviques rusos decían:
«El proletariado, que es por su situación la clase más avanzada y la única consecuentemente revolucionaria, por este mismo hecho está llamado a desempeñar el papel dirigente en el movimiento general democrático revolucionario. (...) Sólo el cumplimiento de este papel puede asegurar al proletariado las condiciones más ventajosas para la lucha por el socialismo». (Resolución del IIIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, 1905)
¿Acaso era este un pensamiento adscrito solamente a Rusia, o también a los países más atrasados que Rusia?
«En tales países casi no hay proletariado industrial. No obstante, también en ellos hemos asumido y debemos asumir el papel de dirigente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe de la comisión para los problemas nacional y colonial, 1920)
Stalin criticó en varias ocasiones estas desviaciones:
«La quinta observación se refiere al proletariado chino. Yo creo que en las tesis no se subraya lo bastante el papel y el significado de la clase obrera de China. Rafes pregunta hacia quiénes deben orientarse los comunistas chinos, si hacia los izquierdistas del Kuomintang o hacia los centristas. Extraña pregunta. Yo creo que los comunistas chinos deben orientarse, ante todo, hacia el proletariado y orientar hacia la revolución a los hombres del movimiento de liberación. Sólo en tal caso estará planteada acertadamente la cuestión». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las perspectivas de la revolución en China; Discurso en la Comisión China del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1926)
En 1928, en el VIº Congreso de la IC, se veía la victoria de la revolución china como:
«Las grandes masas campesinas marchando bajo la dirección y la hegemonía de la clase obrera china». (Internacional Comunista; VIº Congreso de la IC; Tesis sobre el movimiento revolucionario en las colonias y semicoloniales, 1928)
Es por esto que se recomendaba que:
«El Partido Comunista de China también debe dedicar mayor seriedad a la regulación de la composición social de sus organizaciones en el campo para que se reclute principalmente entre los proletarios, semiproletarios, y campesinos pobres». (Internacional Comunista; VIº Congreso de la IC; Tesis sobre el movimiento revolucionario en las colonias y semicoloniales, 1928)
En efecto:
«La alianza del proletariado con el campesinado, en las condiciones de la dictadura del proletariado, no es una alianza con todo el campesinado. La alianza del proletariado con el campesinado es la alianza de la clase obrera con las masas trabajadoras del campesinado. Y esta alianza no puede verse realizada si no se lucha contra los elementos capitalistas del campesinado, si no se lucha contra los kulaks». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; En el frente cerealista; De una entrevista con los alumnos del Instituto de Profesores Rojos, de la Academia Comunista y de la Universidad Sverdlov 28 de mayo de 1928)
2) La necesaria alianza del proletariado con el campesinado
¿Acaso fue Mao el primero en teorizar este tipo de alianza?:
Analizando revoluciones históricas, se dijo que la revolución burguesa no llegó a su eclosión hasta la incorporación del campesinado, que para quien no lo sepa, fue gran protagonista durante la Edad Moderna con sus constantes revueltas:
«Nada hizo más para retardar la victoria de la burguesía francesa que el hecho de que hasta 1789 no se decidiera a hacer causa común con los campesinos». (Carta de Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de julio de 1854)
Analizando ya las próximas revoluciones, ambos teorizaban que en su país natal:
«Todo el asunto dependerá en Alemania de la posibilidad de respaldar la revolución proletaria con una segunda edición de la guerra campesina. De esta manera la cosa será espléndida». (Carta de Karl Marx a Friedrich Engels, 16 de abril de 1856)
Marx y Engels se opusieron a las distorsiones de Lassalle, que presentaban las capas intermedias entre la burguesía y el proletariado como una masa reaccionaria homogénea:
«El «Manifiesto Comunista» añade que las «capas medias... se vuelven revolucionarias cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado».
Por tanto, desde este punto de vista, es también absurdo decir que frente a la clase obrera «no forman más que una masa reaccionaria», juntamente con la burguesía e incluso con los señores feudales.
¿Es que en las últimas elecciones se ha gritado a los artesanos, a los pequeños industriales, etc., y a los campesinos: Frente a nosotros, no formáis, juntamente con los burgueses y los señores feudales, ¿más que una masa reaccionaria?
Lassalle se sabía de memoria el Manifiesto Comunista, como sus devotos se saben los evangelios compuestos por él. Así, pues, cuando lo falsificaba tan burdamente, no podía hacerlo más que para cohonestar su alianza con los adversarios absolutistas y feudales contra la burguesía». (Karl Marx; Crítica del Programa de Gotha, 1875)
Años después Stalin explicó que se escondía realmente tras ese miedo o indiferencia hacia esas capas:
«La indiferencia, e incluso la actitud francamente negativa de los partidos de la II Internacional ante la cuestión campesina, no se debe sólo a las condiciones específicas del desarrollo en el occidente Se debe, ante todo, a que esos partidos no creen en la dictadura del proletariado, temen la revolución y no piensan en llevar el proletariado al Poder. Y quien teme la revolución, quien no quiere llevar a los proletarios al Poder, no puede interesarse por la cuestión de los aliados del proletariado en la revolución; para esa gente, la cuestión de los aliados es una cuestión sin importancia, sin ninguna actualidad. Los héroes de la II Internacional consideran su actitud irónica hacia la cuestión campesina como de buen tono como marxismo «auténtico». En realidad, esta actitud no tiene ni un ápice de marxismo, pues la indiferencia ante una cuestión tan importante como la campesina, en vísperas de la revolución proletaria, es el reverso de la negación de la dictadura del proletariado, un síntoma indudable de franca traición al marxismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Fundamentos del leninismo, 1924)
La Internacional Comunista, ya antes de la llegada de Mao Zedong, señaló la infravaloración de esta clase social, incluso cuando habúa demostrado en algunas ocasiones tener un estado de entusiasmo y fervor mayor que la propia clase obrera en algunos puntos del país:
«Este plan de acción, así como otras decisiones del IIº Congreso del Partido Comunista de China de 1922, revelan una debilidad del Partido: la falta de participación en la lucha de liberación nacional, la subestimación de la cuestión campesina y la subestimación de la lucha para ganar y dirigir a las masas campesinas nacional e internacional. (...) El IIIº Congreso del PCCh de 1923 adoptó el nuevo programa del partido. (...) Este programa, lo mismo que los programas precedentes, no tenían en cuenta de ninguna manera reivindicaciones fundamentales de las masas campesinas. Esta laguna debía de ser superada, ya que la directiva especial del C. E. de la IC en el IIIº Congreso del PCCh insistió con vehemencia en la importancia primordial de una justa solución de la cuestión campesina, e indicaba las palabras fundamentales de orden para la revolución agraria, cuyo principal lema era la «confiscación sin indemnización de tierras a los grandes propietarios de tierras en provecho de los campesinos». (...) Las decisiones del IIIº Congreso del PCCh no tuvieron en cuenta estas directivas del C. E. de la IC». (Internacional Comunista; Para una libre y fuerte China. 1936)
3) La teoría menchevique de las fuerzas productivas versus la teoría bolchevique del paso interrumpido de una etapa a otra
«La revolución china pasará forzosamente por dos etapas: primero, la de la nueva democracia, y luego, la del socialismo. Además, la primera llevará bastante tiempo». (Mao Zedong; Sobre la nueva democracia, 1940)
Lenin en cambio expresa:
«Ocurrió, en efecto, tal y como nosotros dijimos. La marcha de la revolución ha confirmado el acierto de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de «todos» los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra el medievalismo –y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa–. Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados contra el capitalismo, incluyendo los ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y en este sentido, la revolución se convierte en socialista. Querer levantar una muralla china artificial entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparación del proletariado y el grado de su unión con los campesinos pobres, es la mayor tergiversación del marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el liberalismo. Sería hacer pasar de contrabando, mediante citas seudocientíficas sobre el carácter progresivo de la burguesía en comparación con el medievalismo, una defensa reaccionaria de la burguesía frente al proletariado socialista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)
Queda claro que Mao Zedong se quedó anclado en los esquemas kautskistas de la II Internacional.
4) El desarrollo del capitalismo en los países atrasados versus el paso al socialismo sin un desarrollo del capitalismo en los países atrasados
«En lo que respecta al sector privado, en lugar de ponerle obstáculos, lo promoveremos y estimularemos a menos que viole los límites legales fijados por nuestro gobierno, pues actualmente su desarrollo es necesario para los intereses del Estado y del pueblo. Huelga decir que este sector tiene ahora una absoluta preponderancia y continuará ocupando indudablemente una posición predominante durante un tiempo bastante largo». (Mao Zedong, Sobre nuestra política, 1934)
Esto no fue un lapsus de Mao Zedong, sino su pensamiento permanente:
«Sin un libre desarrollo de la economía privada capitalista y la economía cooperativa, sin un desarrollo nacional, científica y popular cultura de nueva democracia, sin la emancipación y desarrollo de miles de millones de personas, en breve tiempo, sin ser cuidadosos con la nueva revolución democrático-burguesa, el tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal sería un sueño utópico». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
¿Que decía Lenin sobre la cuestión? ¿Se atenía a la teoría menchevique de que debido a las fuerzas productivas había que desarrollar el capitalismo libremente o que era posible la construcción socialista?:
«La cuestión ha sido planteada en los siguientes términos: ¿podemos considerar justa la afirmación de que la fase capitalista de desarrollo de la economía nacional es inevitable para los pueblos atrasados que se encuentran en proceso de liberación y entre los cuales ahora, después de la guerra, se observa un movimiento en dirección al progreso? Nuestra respuesta ha sido negativa. Si el proletariado revolucionario victorioso realiza entre esos pueblos una propaganda sistemática y los gobiernos soviéticos les ayudan con todos los medios a su alcance, es erróneo suponer que la fase capitalista de desarrollo sea inevitable para los pueblos atrasados. En todas las colonias y en todos los países atrasados, no sólo debemos formar cuadros propios de luchadores y organizaciones propias de partido, no sólo debemos realizar una propaganda inmediata en pro de la creación de Soviets campesinos, tratando de adaptarlos a las condiciones precapitalistas, sino que la Internacional Comunista habrá de promulgar, dándole una base teórica, la tesis de que los países atrasados, con la ayuda del proletariado de las naciones adelantadas, pueden pasar al régimen soviético y, a través de determinadas etapas de desarrollo, al comunismo, soslayando en su desenvolvimiento la fase capitalista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe de la comisión para los problemas nacional y colonial, 1920)
Stalin en sus brillantes análisis sobre el carácter de la revolución en China y sus rasgos específicos, detallaba que la debilidad de la gran burguesía nacional debía hacer más fácil la hegemonía de los elementos pequeño burgueses por el proletariado, y que por otro lado la existencia de un país como la Unión Soviética, no podía sino facilitar el evitar la etapa capitalista de desarrollo:
«La gran burguesía nacional de China es débil, más débil que la burguesía nacional de la Rusia de 1905, lo que facilita la hegemonía del proletariado, la dirección del campesinado chino por el partido proletario. (...) La revolución en China se desarrollará en circunstancias que permitirán utilizar la experiencia y la ayuda de la revolución victoriosa en la Unión Soviética. (...) Será un poder transitorio hacia un desarrollo no capitalista o, más exactamente, hacia un desarrollo socialista de China». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las perspectivas de la revolución en China; Discurso en la Comisión China del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1926)
Efectivamente la Unión Soviética ayudó a China económicamente tras la toma de poder del PCCh, pero los revisionistas chinos con la excusa de la guerra mantuvieron sus teorías de la necesidad del desarrollo del capitalismo como beneficioso para el pueblo ad infinitum. En cambio, los marxista-leninistas albaneses, que contaban con un nivel de atraso económico y cultural mucho mayor que China, entendieron estas lecciones leninistas, y no cayeron en el mismo error que los revisionistas chinos, aunque algunos oportunistas lo intentasen:
«La cuestión económica era una palanca vital para nuestro trabajo, que ponía en movimiento todo el que se desarrollaba en los demás sectores de la actividad del Estado. Sejfulla no sólo no era capaz de dirigir debidamente este sector de tan grande importancia, sino que asimismo se mostró en todo momento partidario de un exagerado liberalismo, que llegaba hasta el oportunismo. La cuestión de la nacionalización de las minas, del Banco Nacional de Albania y otras por el estilo, era una cosa, pero otra era saber dirigir, basándose en estas conquistas, el sector estatal consolidándolo día a día. Hacia el sector privado dé la economía Sejfulla ha mantenido siempre una actitud vacilante y muchas veces oportunista. Este sector lo consideraba asimismo como un seguro apoyo para el Estado. Esto lo argumentaba afirmando que el capital privado era bastante fuerte y considerable y que los comerciantes privados, en esa primera etapa, estaban en grado de administrar mejor y de dirigir con más éxito una empresa porque tenían experiencia. En la cuestión de la Reforma Agraria, Sejfulla era de la opinión de que no sólo la parcela que se les asignara a los que poseían tierra fuera mayor que la que tenían, sino que con la Reforma Agraria debía defenderse también al campesino rico. La tendencia a dar facilidades a los que habían sido gravados con impuestos sobre beneficios extraordinarios de guerra, el aplazamiento de los pagos o el otorgamiento de créditos por parte del Banco del Estado a los elementos capitalistas». (Enver Hoxha; Informe en el IIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 31 de marzo de 1952)
Precisamente esto diferencia las democracias populares de Europa del Este –que iniciaron la construcción del socialismo– con las «democracias populares» de Asia –como Vietnam, Corea del Norte o China–, las cuales por el influjo maoísta nunca llegaron a esa etapa y se quedaron estancadas en una etapa de resolución de tareas antifeudales y antiimperialistas. Con la llegada del jruschovismo, la proliferación de las vías específicas o la oficialización de nuevas doctrinas revisionistas nacionales como el juche, los países europeos degeneraron virando hacia el jruschovismo, mientras que los asiáticos enfatizaron su propio camino revisionista sin dejar de absorber el jruschovismo y el maoísmo.
5) La violencia revolucionaria y la revolución socialista
«La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, que es una contradicción entre explotados y explotadores, es antagónica. Sin embargo, en las condiciones concretas de China, esta contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, 1957)
Si miramos la edición original de esa obra, se explica y se reconoce que este pensamiento no nace en 1957, sino antes de la toma de poder, exactamente desde 1942.
¿Que decía Lenin de ese tránsito y cómo debía ser según el materialismo histórico y los análisis de las experiencias revolucionarias?:
«Es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del poder estatal que ha sido creado por la clase dominante. (...) La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. (...) El Estado es una organización especial de la fuerza, es una organización de la violencia para la represión de una clase cualquiera. ¿Qué clase es la que el proletariado tiene que reprimir? Sólo es, naturalmente, la clase explotadora, es decir, la burguesía. Los trabajadores sólo necesitan el Estado para aplastar la resistencia de los explotadores, y este aplastamiento sólo puede dirigirlo, sólo puede llevarlo a la práctica el proletariado, como la única clase consecuentemente revolucionaria, como la única clase capaz de unir a todos los trabajadores y explotados en la lucha contra la burguesía, por la completa eliminación de ésta». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la revolución, 1917)
¿Qué opinaba Stalin de las teorías de integración pacífica de las clases explotadoras en el socialismo?:
«El error de Bujarin consiste, precisamente, en esto, en creer que los kulaks y los concesionarios se integran en el socialismo a pesar de ser, «hasta cierto punto», un cuerpo extraño. He ahí a que estupideces lleva la teoría de Bujarin. Los capitalistas de la ciudad y del campo, los kulaks y los concesionarios, integrándose en el socialismo: hasta esa estupidez ha llegado Bujarin. No, camaradas, no es ese el «socialismo» que nosotros necesitamos. Que se quede con el Bujarin. Hasta ahora, los marxistas-leninistas habíamos pensado que entre los capitalistas de la ciudad y del campo, de una parte, y, de otra parte, la clase obrera, existe un antagonismo irreconciliable de intereses. En ello, precisamente, descansa la teoría marxista de la lucha de clases. Pero ahora, según la teoría de Bujarin acerca de la integración pacífica de los capitalistas en el socialismo, todo esto se trastoca, desaparece el antagonismo irreconciliable entre los intereses de clase de los explotadores y de los explotados, y los explotadores se integran en el socialismo. (...) En la historia no se ha dado jamás el caso de que las clases moribundas se retirasen voluntariamente de la escena. No se ha dado jamás en la historia el caso de que la burguesía agonizante no apelase a sus últimas fuerzas para defender su existencia». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)
Sobre China había dicho particularmente:
«Cuando existan Soviets de diputados obreros, la cosa no parará ahí. Los obreros dirán a los comunistas –y con razón–: si tenemos Soviets, y los Soviets son órganos de Poder, ¿no se podría estrechar a la burguesía y expropiarla «un poquito»? Los comunistas serán unos redomados charlatanes si no emprenden el camino de expropiación de la burguesía cuando existan Soviets de diputados obreros y campesinos. ¿Se puede y se debe, nos preguntamos, emprender ese camino ahora, en la actual fase de la revolución? No, no se debe. ¿Se puede y se debe renunciar a la expropiación de la burguesía en el futuro, cuando existan Soviets de diputados obreros y campesinos? No, no se debe. Pero pensar que, al propio tiempo, los comunistas podrán mantener el bloque dentro del Kuomintang, significa hacerse ilusiones y no comprender la mecánica de la lucha de las fuerzas de clase en el período de paso de la revolución burguesa a la revolución proletaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La revolución en China y las tareas de la Internacional Comunista; Discurso en la X sesión del VIII Pleno del C.E. de la I.C., 1927)
Las justificaciones de los oportunistas del PCE (r) sobre que Lenin, Stalin y la Internacional Comunista no se posicionaron sobre los problemas de los países más atrasados no se sostienen a tenor de la documentación existente. En cuanto a Mao, este revisó el marxismo ora por desconocimiento ora por oportunismo; y el PCE (r) le siguió bien por fanatismo bien por oportunismo: ambos sin excusa posible». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)
«Desfortunadamente, no tenemos un Partido Comunista real o, si se quiere ver así, auténtico en China... ¿En qué consiste el actual comité central del Partido Comunista Chino (PCC)? En nada más que una «amalgama» de frases vagas juntadas aquí y allí, sin ningún principio o hilo conductor. No quiero ser demasiado exigente con el Comité Central del PCCh. Ya sé que no puede ser demasiado exigente con ellos. Sin embargo, esta es una demanda muy simple: cumplir con las directrices de la Internacional Comunista (IC). ¿Se han cumplido estas directrices? No. No hay un sólo marxista en el Comité Central capaz de entender... las bases sociales de los eventos que están ocurriendo ahora. (...) El PCCh a veces parlotea sobre la hegemonía de proletariado. No obstante, el PCC no tiene ni idea –literalmente, ni idea– de lo que es la hegemonía. Por este motivo no se cumplen las directrices de la IC. Es por esto por lo que ahora creo que la cuestión del partido es la principal cuestión de la revolución china». (Carta de Iósif Stalin a Vyacheslav Mólotov, 9 de julio de 1927)
Stalin dedicó toda una serie de escritos sobre la situación de la revolución china y sus tareas, análisis que se mostrarían completamente ciertos. Véase algunas recopilaciones de Stalin: «Sobre la revolución china, escritos de 1926-1927».
«El maoísmo, como síntesis de las ideas tradicionalistas e idealistas de los grandes sistemas filosóficos chinos del pasado y de los análisis de la ciencia marxista-leninista, se constituye antes de la victoria de Mao en el PCCh. Sus premisas están presentes desde principios de siglo XX en el pequeño círculo de intelectuales influidos por la Revolución de Octubre. Parémonos sobre este período comparando ciertos análisis maoístas con los puntos de vista de Li Dazhao (1888-1927), uno de los fundadores del movimiento comunista en China, que Mao mismo presenta como el que le inició en el «marxismo»: «Gracias a Li Dazhao me orienté muy rápidamente hacia el marxismo». (Edgar Snow; La Estrella Roja sobre China, 1965) (...) Li Dazhao estaba impresionado por la fuerza de la revolución de octubre y por su influencia a provocar en las grandes masas obreras y campesinas. Piensa encontrar en el marxismo la teoría y la ideología que permite al pueblo chino vencer la opresión nacional y la intervención imperialista. Es a partir de preocupaciones nacionalistas e idealistas que aborda el marxismo. Emana de eso una visión mesiánica y voluntarista del marxismo. Todo era posible para cualquier momento con tal que los revolucionarios sean determinados. (...) También estamos en presencia de los ecos de las esperanzas milenaristas de las rebeliones campesinas del pasado». (Círculos Comunistas Henri Barbusse; Reflexiones sobre el maoísmo, 2005)
Aunque este grupo tiene en sus artículos graves defectos como una inexplicable idealización favorable hacia el socialimperialismo soviético, sin duda estos análisis sobre el maoísmo son completamente acertados.
Tampoco es casualidad que las advertencias de la IC se centrasen en aquella época en recordar que debía hacerse una línea divisoria muy tajante entre el marxismo-leninismo y el «socialismo» pequeño burgués populista:
«El sun-yat-senismo era la ideología del «socialismo» pequeño burgués populista. En la teoría de los «tres principios» –nacionalismo, democracia, socialismo–, la noción de pueblo cubría y ocultaba la noción de las clases; el socialismo era presentado no como un sistema especifico y particular de producción realizado por el proletariado, sino como un bienestar social indeterminado; la lucha contra el imperialismo no se hallaba enlazada con las perspectivas de desarrollo de la lucha de clases en el interior del país. Por este motivo, el sun-yat-senismo, que desempeño en el primer estadio de la revolución china un inmenso papel positivo, como resultado de la diferenciación de clases en el país y del desarrollo ulterior de la revolución china, se convirtió de forma ideológica de dicha evolución en un obstáculo a la misma. Los epígonos del sun-yat-senismo, al preconizar con preferencia, precisamente, los principios ideológicos de este último, que han terminado por ser objetivamente reaccionarios, lo han convertido con ello en la ideología oficial del Kuomintang, el cual es, en la actualidad, una fuerza abiertamente contrarrevolucionaria». (Internacional Comunista; Progama del VIº Congreso, 1928)
Sin duda, el maoísmo acabó siendo la versión izquierdista del sun-yat-senismo. Véase la obra de Vincent Gouysse: «El socialismo de características china: ¿socialismo o nacionalismo burgués?» de 2007.
«Los planteamientos de Li Li-san, en contraste con el análisis del CEIC, pasan por alto el hecho de que el movimiento campesino ha sobrepasado de lejos, en rapidez y alcance, el movimiento de los obreros industriales. Esto no es una invención. Aunque el conflicto de los obreros ya se ha extendido hasta las partes más remotas y atrasadas del país, es preciso recordar que este, en su conjunto, va a la zaga del movimiento campesino incluso en los centros industriales más decisivos. (...) Cada comunista debe evaluar sobriamente las fuerzas y debilidades del movimiento soviético en China. Todavía no hay un gobierno soviético real en China, ya que, aún cuando existe, sólo lo hace en manifiestos, sobre el papel, pero no en la forma de un gobierno real, de un organizador y líder de las masas insurgentes. (...) El CEIC considera que las tareas prácticas, centrales, del PCC, tareas cuyo inmediato cumplimiento es demandado por la propia situación, son las siguientes (...) Un trabajo de masas revolucionario real, organizando de un modo bolchevique a las masas en las áreas soviéticas, desarrollando el conflicto económico y político de las masas, y organizando a las masas en el curso de tal conflicto en las áreas no soviéticas. El PCC debe darse cuenta de que cada conflicto económico, cada huelga, cada acción de masas en las áreas no soviéticas no es sólo un pasó más en la organización de las masas y, en consecuencia, en el camino de la insurrección armada, sino también una ayuda directa e inmediata a las áreas soviéticas. Descuidar las necesidades y demandas del día a día de los obreros y de los campesinos es, objetivamente, servir a los imperialistas y al Kuomitang. (...) Advetimos al partido de que engaños sobre la denominada coexistencia con el imperialismo son dañinos y peligrosos». (Carta del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista al Comité Central del Partido Comunista Chino acerca de las políticas de Li Lisan, 16 de noviembre de 1930)
Años después el maoísmo trató de atribuirse la victoria sobre las posiciones de Li Lisan:
«En la tercera lucha el presidente Mao se opuso a la de Li Lisan». (Partido Comunista de China; Conocimientos básicos del Partido Comunista de China, 1974)
Por el contrario, Mao había apoyado la línea de Li Lisan por lo que fue criticado en una sesión del partido durante el 17 de abril de 1931.
Lo cierto es que el principal opositor a la línea de Li Lisan fueron tanto la IC como su representante chino Wang Ming, miembro a su vez del PCCh, y principal líder durante 1931-1935.
La propia IC respaldó la versión de Wang Ming:
«La lucha contra la línea semitrotskista de Li Lisan comenzó en la organización de Shanghái, bajo la dirección del compañero Tchen Chao Oui (Wang Ming). Y tuvo los resultados excelentes. El compañero Wang Ming, uno de los jefes más eminentes del movimiento comunista en China, y otros dirigentes notables del partido, los compañeros Tchen Bang Sian, Van Tsia Sian, Ho Vei Chou, Chen Tsé Min y Tchen Youan Dao defendieron luchando sobre dos frentes, la línea leninista-stalinista viene siendo la única justa en las cuestiones de la revolución china». (Internacional Comunista; Para una libre y fuerte China, 1936)
Ni siquiera el propio Wang Ming se escapó de ser criticado en varias ocasiones por la propia IC, en especial por su exceso de optimismo. Véase la obra: «Georgi Dimitrov y el Frente Único Nacional en China 1936-1944».
Todo esto certifica que la IC no se ataba con ninguna persona ni atendía a los intereses fraccionalistas que pudiera haber, solamente respondía a los mejores deseos e intereses de la revolución china.
Años después, los maoístas trataron de vender una historia sobre que Mao habría descubierto las tareas de la revolución china en contra de los consejos stalinistas de la IC, ¡y que hasta había realizado grandes aportes generales al marxismo-leninismo!
«Gran importancia tiene la contribución hecha al fondo común de la teoría marxista-leninista por Mao Zedong en el terreno de la teoría militar, la política y la filosofía, particularmente aplicables a los países coloniales y semifeudales recién independizados sobre los cuales Lenin no pudo apenas escribir. Así pues, el maoísmo, para emplear la expresión más en boga, completa y complementa al leninismo, lo refuerza y no está en contradicción con él». (Partido Comunista de España (reconstituido); Temas de formación marxista-leninista, 1989)
Esta ha sido una de las grandes mentiras de los maoístas. Lenin y Stalin escribieron muchísimos textos sobre la revolución, sus etapas, sus fuerzas motrices, sus alianzas en los países coloniales y semicoloniales. Precisamente el maoísmo es una síntesis de teorías en contraposición de todas las teorías y consejos que la Internacional Comunista de Lenin y Stalin dieron a los revisionistas chinos, en otras ocasiones el maoísmo decía adecuarse a los consejos, pero en la praxis no se cumplían, algo que precisamente ya hicieron las direcciones del Partido Comunista de China (PCCh) previas a Mao.
Pero, es más, como recuerda el principal asesor soviético para el Comité Central del PCCh:
«En el liderazgo del PCUS y la Internacional Comunista, muchos consideraron a Mao como un «oportunista de derecha», y él lo sabía». (I.V. Kovalev; Con una misión en China, 1997)
El fanatismo maoísta del PCE (r) llegó hasta el punto de decir:
«Como es bien sabido, Mao mantuvo siempre una posición crítica frente a las concepciones dogmáticas y excesivamente rígidas que habían predominado, a partir de un determinado momento, en el seno del Movimiento Comunista Internacional por influencia de Stalin y del PCUS». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Escrito en diciembre de 1993. Publicado en Mao y la Revolución China, marzo de 1994)
Desmontemos con paciencia todos estos mitos revisionistas.
1) La hegemonía del proletariado como fuerza dirigente de la revolución
Mao intentó combatir el izquierdismo inicial de los líderes del PCCh sobre el campesinado, con tesis derechistas, que idealizaban y sobrestimaban el rol del campesinado. Un maoísta europeo reconocía que las propias tesis de Mao habían hecho que acabase expulsado del Politburó durante un tiempo:
«Mao Zedong había redactado, a principios de 1927 un «Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junan». (...) Fue rechazado por el Secretariado de la Internacional Comunista y más especialmente por Stalin. Este propio informe le valió a Mao Zedong el ser excluido del Buró Político al cual sólo volverá en 1935». (Jean Baby; La gran disputa chino-soviética (1956-1966), 1966)
Si algo se puede considerar un error en el actuar de la IC en esta época, es el hecho de permitir que un desviacionista como Mao alcanzase la cúpula del PCCh en 1935, el cual no se retractaría de sus declaraciones previas, sino que las ahondaría con declaraciones mucho más aberrantes:
«¿Qué es el régimen constitucional de nueva democracia? Es la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias sobre los colaboracionistas y reaccionarios. Alguien dijo una vez: «Si hay comida, que la compartan todos». Me parece que esto puede servir de metáfora ilustrativa de la nueva democracia. Puesto que la comida debe ser compartida por todos, es inadmisible que un solo partido, grupo o clase ejerza la dictadura». (Mao Zedong; Sobre el régimen constitucional de nueva democracia; Obras Escogidas; Tomo II, enero de 1940)
Lenin llamaría a esta renuncia a la hegemonía «la forma más cruda del reformismo». Las tesis de los bolcheviques rusos decían:
«El proletariado, que es por su situación la clase más avanzada y la única consecuentemente revolucionaria, por este mismo hecho está llamado a desempeñar el papel dirigente en el movimiento general democrático revolucionario. (...) Sólo el cumplimiento de este papel puede asegurar al proletariado las condiciones más ventajosas para la lucha por el socialismo». (Resolución del IIIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, 1905)
¿Acaso era este un pensamiento adscrito solamente a Rusia, o también a los países más atrasados que Rusia?
«En tales países casi no hay proletariado industrial. No obstante, también en ellos hemos asumido y debemos asumir el papel de dirigente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe de la comisión para los problemas nacional y colonial, 1920)
Stalin criticó en varias ocasiones estas desviaciones:
«La quinta observación se refiere al proletariado chino. Yo creo que en las tesis no se subraya lo bastante el papel y el significado de la clase obrera de China. Rafes pregunta hacia quiénes deben orientarse los comunistas chinos, si hacia los izquierdistas del Kuomintang o hacia los centristas. Extraña pregunta. Yo creo que los comunistas chinos deben orientarse, ante todo, hacia el proletariado y orientar hacia la revolución a los hombres del movimiento de liberación. Sólo en tal caso estará planteada acertadamente la cuestión». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las perspectivas de la revolución en China; Discurso en la Comisión China del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1926)
En 1928, en el VIº Congreso de la IC, se veía la victoria de la revolución china como:
«Las grandes masas campesinas marchando bajo la dirección y la hegemonía de la clase obrera china». (Internacional Comunista; VIº Congreso de la IC; Tesis sobre el movimiento revolucionario en las colonias y semicoloniales, 1928)
Es por esto que se recomendaba que:
«El Partido Comunista de China también debe dedicar mayor seriedad a la regulación de la composición social de sus organizaciones en el campo para que se reclute principalmente entre los proletarios, semiproletarios, y campesinos pobres». (Internacional Comunista; VIº Congreso de la IC; Tesis sobre el movimiento revolucionario en las colonias y semicoloniales, 1928)
En efecto:
«La alianza del proletariado con el campesinado, en las condiciones de la dictadura del proletariado, no es una alianza con todo el campesinado. La alianza del proletariado con el campesinado es la alianza de la clase obrera con las masas trabajadoras del campesinado. Y esta alianza no puede verse realizada si no se lucha contra los elementos capitalistas del campesinado, si no se lucha contra los kulaks». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; En el frente cerealista; De una entrevista con los alumnos del Instituto de Profesores Rojos, de la Academia Comunista y de la Universidad Sverdlov 28 de mayo de 1928)
2) La necesaria alianza del proletariado con el campesinado
¿Acaso fue Mao el primero en teorizar este tipo de alianza?:
Analizando revoluciones históricas, se dijo que la revolución burguesa no llegó a su eclosión hasta la incorporación del campesinado, que para quien no lo sepa, fue gran protagonista durante la Edad Moderna con sus constantes revueltas:
«Nada hizo más para retardar la victoria de la burguesía francesa que el hecho de que hasta 1789 no se decidiera a hacer causa común con los campesinos». (Carta de Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de julio de 1854)
Analizando ya las próximas revoluciones, ambos teorizaban que en su país natal:
«Todo el asunto dependerá en Alemania de la posibilidad de respaldar la revolución proletaria con una segunda edición de la guerra campesina. De esta manera la cosa será espléndida». (Carta de Karl Marx a Friedrich Engels, 16 de abril de 1856)
Marx y Engels se opusieron a las distorsiones de Lassalle, que presentaban las capas intermedias entre la burguesía y el proletariado como una masa reaccionaria homogénea:
«El «Manifiesto Comunista» añade que las «capas medias... se vuelven revolucionarias cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado».
Por tanto, desde este punto de vista, es también absurdo decir que frente a la clase obrera «no forman más que una masa reaccionaria», juntamente con la burguesía e incluso con los señores feudales.
¿Es que en las últimas elecciones se ha gritado a los artesanos, a los pequeños industriales, etc., y a los campesinos: Frente a nosotros, no formáis, juntamente con los burgueses y los señores feudales, ¿más que una masa reaccionaria?
Lassalle se sabía de memoria el Manifiesto Comunista, como sus devotos se saben los evangelios compuestos por él. Así, pues, cuando lo falsificaba tan burdamente, no podía hacerlo más que para cohonestar su alianza con los adversarios absolutistas y feudales contra la burguesía». (Karl Marx; Crítica del Programa de Gotha, 1875)
Años después Stalin explicó que se escondía realmente tras ese miedo o indiferencia hacia esas capas:
«La indiferencia, e incluso la actitud francamente negativa de los partidos de la II Internacional ante la cuestión campesina, no se debe sólo a las condiciones específicas del desarrollo en el occidente Se debe, ante todo, a que esos partidos no creen en la dictadura del proletariado, temen la revolución y no piensan en llevar el proletariado al Poder. Y quien teme la revolución, quien no quiere llevar a los proletarios al Poder, no puede interesarse por la cuestión de los aliados del proletariado en la revolución; para esa gente, la cuestión de los aliados es una cuestión sin importancia, sin ninguna actualidad. Los héroes de la II Internacional consideran su actitud irónica hacia la cuestión campesina como de buen tono como marxismo «auténtico». En realidad, esta actitud no tiene ni un ápice de marxismo, pues la indiferencia ante una cuestión tan importante como la campesina, en vísperas de la revolución proletaria, es el reverso de la negación de la dictadura del proletariado, un síntoma indudable de franca traición al marxismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Fundamentos del leninismo, 1924)
La Internacional Comunista, ya antes de la llegada de Mao Zedong, señaló la infravaloración de esta clase social, incluso cuando habúa demostrado en algunas ocasiones tener un estado de entusiasmo y fervor mayor que la propia clase obrera en algunos puntos del país:
«Este plan de acción, así como otras decisiones del IIº Congreso del Partido Comunista de China de 1922, revelan una debilidad del Partido: la falta de participación en la lucha de liberación nacional, la subestimación de la cuestión campesina y la subestimación de la lucha para ganar y dirigir a las masas campesinas nacional e internacional. (...) El IIIº Congreso del PCCh de 1923 adoptó el nuevo programa del partido. (...) Este programa, lo mismo que los programas precedentes, no tenían en cuenta de ninguna manera reivindicaciones fundamentales de las masas campesinas. Esta laguna debía de ser superada, ya que la directiva especial del C. E. de la IC en el IIIº Congreso del PCCh insistió con vehemencia en la importancia primordial de una justa solución de la cuestión campesina, e indicaba las palabras fundamentales de orden para la revolución agraria, cuyo principal lema era la «confiscación sin indemnización de tierras a los grandes propietarios de tierras en provecho de los campesinos». (...) Las decisiones del IIIº Congreso del PCCh no tuvieron en cuenta estas directivas del C. E. de la IC». (Internacional Comunista; Para una libre y fuerte China. 1936)
3) La teoría menchevique de las fuerzas productivas versus la teoría bolchevique del paso interrumpido de una etapa a otra
«La revolución china pasará forzosamente por dos etapas: primero, la de la nueva democracia, y luego, la del socialismo. Además, la primera llevará bastante tiempo». (Mao Zedong; Sobre la nueva democracia, 1940)
Lenin en cambio expresa:
«Ocurrió, en efecto, tal y como nosotros dijimos. La marcha de la revolución ha confirmado el acierto de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de «todos» los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra el medievalismo –y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa–. Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados contra el capitalismo, incluyendo los ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y en este sentido, la revolución se convierte en socialista. Querer levantar una muralla china artificial entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparación del proletariado y el grado de su unión con los campesinos pobres, es la mayor tergiversación del marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el liberalismo. Sería hacer pasar de contrabando, mediante citas seudocientíficas sobre el carácter progresivo de la burguesía en comparación con el medievalismo, una defensa reaccionaria de la burguesía frente al proletariado socialista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)
Queda claro que Mao Zedong se quedó anclado en los esquemas kautskistas de la II Internacional.
4) El desarrollo del capitalismo en los países atrasados versus el paso al socialismo sin un desarrollo del capitalismo en los países atrasados
«En lo que respecta al sector privado, en lugar de ponerle obstáculos, lo promoveremos y estimularemos a menos que viole los límites legales fijados por nuestro gobierno, pues actualmente su desarrollo es necesario para los intereses del Estado y del pueblo. Huelga decir que este sector tiene ahora una absoluta preponderancia y continuará ocupando indudablemente una posición predominante durante un tiempo bastante largo». (Mao Zedong, Sobre nuestra política, 1934)
Esto no fue un lapsus de Mao Zedong, sino su pensamiento permanente:
«Sin un libre desarrollo de la economía privada capitalista y la economía cooperativa, sin un desarrollo nacional, científica y popular cultura de nueva democracia, sin la emancipación y desarrollo de miles de millones de personas, en breve tiempo, sin ser cuidadosos con la nueva revolución democrático-burguesa, el tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal sería un sueño utópico». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
¿Que decía Lenin sobre la cuestión? ¿Se atenía a la teoría menchevique de que debido a las fuerzas productivas había que desarrollar el capitalismo libremente o que era posible la construcción socialista?:
«La cuestión ha sido planteada en los siguientes términos: ¿podemos considerar justa la afirmación de que la fase capitalista de desarrollo de la economía nacional es inevitable para los pueblos atrasados que se encuentran en proceso de liberación y entre los cuales ahora, después de la guerra, se observa un movimiento en dirección al progreso? Nuestra respuesta ha sido negativa. Si el proletariado revolucionario victorioso realiza entre esos pueblos una propaganda sistemática y los gobiernos soviéticos les ayudan con todos los medios a su alcance, es erróneo suponer que la fase capitalista de desarrollo sea inevitable para los pueblos atrasados. En todas las colonias y en todos los países atrasados, no sólo debemos formar cuadros propios de luchadores y organizaciones propias de partido, no sólo debemos realizar una propaganda inmediata en pro de la creación de Soviets campesinos, tratando de adaptarlos a las condiciones precapitalistas, sino que la Internacional Comunista habrá de promulgar, dándole una base teórica, la tesis de que los países atrasados, con la ayuda del proletariado de las naciones adelantadas, pueden pasar al régimen soviético y, a través de determinadas etapas de desarrollo, al comunismo, soslayando en su desenvolvimiento la fase capitalista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe de la comisión para los problemas nacional y colonial, 1920)
Stalin en sus brillantes análisis sobre el carácter de la revolución en China y sus rasgos específicos, detallaba que la debilidad de la gran burguesía nacional debía hacer más fácil la hegemonía de los elementos pequeño burgueses por el proletariado, y que por otro lado la existencia de un país como la Unión Soviética, no podía sino facilitar el evitar la etapa capitalista de desarrollo:
«La gran burguesía nacional de China es débil, más débil que la burguesía nacional de la Rusia de 1905, lo que facilita la hegemonía del proletariado, la dirección del campesinado chino por el partido proletario. (...) La revolución en China se desarrollará en circunstancias que permitirán utilizar la experiencia y la ayuda de la revolución victoriosa en la Unión Soviética. (...) Será un poder transitorio hacia un desarrollo no capitalista o, más exactamente, hacia un desarrollo socialista de China». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las perspectivas de la revolución en China; Discurso en la Comisión China del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1926)
Efectivamente la Unión Soviética ayudó a China económicamente tras la toma de poder del PCCh, pero los revisionistas chinos con la excusa de la guerra mantuvieron sus teorías de la necesidad del desarrollo del capitalismo como beneficioso para el pueblo ad infinitum. En cambio, los marxista-leninistas albaneses, que contaban con un nivel de atraso económico y cultural mucho mayor que China, entendieron estas lecciones leninistas, y no cayeron en el mismo error que los revisionistas chinos, aunque algunos oportunistas lo intentasen:
«La cuestión económica era una palanca vital para nuestro trabajo, que ponía en movimiento todo el que se desarrollaba en los demás sectores de la actividad del Estado. Sejfulla no sólo no era capaz de dirigir debidamente este sector de tan grande importancia, sino que asimismo se mostró en todo momento partidario de un exagerado liberalismo, que llegaba hasta el oportunismo. La cuestión de la nacionalización de las minas, del Banco Nacional de Albania y otras por el estilo, era una cosa, pero otra era saber dirigir, basándose en estas conquistas, el sector estatal consolidándolo día a día. Hacia el sector privado dé la economía Sejfulla ha mantenido siempre una actitud vacilante y muchas veces oportunista. Este sector lo consideraba asimismo como un seguro apoyo para el Estado. Esto lo argumentaba afirmando que el capital privado era bastante fuerte y considerable y que los comerciantes privados, en esa primera etapa, estaban en grado de administrar mejor y de dirigir con más éxito una empresa porque tenían experiencia. En la cuestión de la Reforma Agraria, Sejfulla era de la opinión de que no sólo la parcela que se les asignara a los que poseían tierra fuera mayor que la que tenían, sino que con la Reforma Agraria debía defenderse también al campesino rico. La tendencia a dar facilidades a los que habían sido gravados con impuestos sobre beneficios extraordinarios de guerra, el aplazamiento de los pagos o el otorgamiento de créditos por parte del Banco del Estado a los elementos capitalistas». (Enver Hoxha; Informe en el IIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 31 de marzo de 1952)
Precisamente esto diferencia las democracias populares de Europa del Este –que iniciaron la construcción del socialismo– con las «democracias populares» de Asia –como Vietnam, Corea del Norte o China–, las cuales por el influjo maoísta nunca llegaron a esa etapa y se quedaron estancadas en una etapa de resolución de tareas antifeudales y antiimperialistas. Con la llegada del jruschovismo, la proliferación de las vías específicas o la oficialización de nuevas doctrinas revisionistas nacionales como el juche, los países europeos degeneraron virando hacia el jruschovismo, mientras que los asiáticos enfatizaron su propio camino revisionista sin dejar de absorber el jruschovismo y el maoísmo.
5) La violencia revolucionaria y la revolución socialista
«La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, que es una contradicción entre explotados y explotadores, es antagónica. Sin embargo, en las condiciones concretas de China, esta contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, 1957)
Si miramos la edición original de esa obra, se explica y se reconoce que este pensamiento no nace en 1957, sino antes de la toma de poder, exactamente desde 1942.
¿Que decía Lenin de ese tránsito y cómo debía ser según el materialismo histórico y los análisis de las experiencias revolucionarias?:
«Es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del poder estatal que ha sido creado por la clase dominante. (...) La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. (...) El Estado es una organización especial de la fuerza, es una organización de la violencia para la represión de una clase cualquiera. ¿Qué clase es la que el proletariado tiene que reprimir? Sólo es, naturalmente, la clase explotadora, es decir, la burguesía. Los trabajadores sólo necesitan el Estado para aplastar la resistencia de los explotadores, y este aplastamiento sólo puede dirigirlo, sólo puede llevarlo a la práctica el proletariado, como la única clase consecuentemente revolucionaria, como la única clase capaz de unir a todos los trabajadores y explotados en la lucha contra la burguesía, por la completa eliminación de ésta». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la revolución, 1917)
¿Qué opinaba Stalin de las teorías de integración pacífica de las clases explotadoras en el socialismo?:
«El error de Bujarin consiste, precisamente, en esto, en creer que los kulaks y los concesionarios se integran en el socialismo a pesar de ser, «hasta cierto punto», un cuerpo extraño. He ahí a que estupideces lleva la teoría de Bujarin. Los capitalistas de la ciudad y del campo, los kulaks y los concesionarios, integrándose en el socialismo: hasta esa estupidez ha llegado Bujarin. No, camaradas, no es ese el «socialismo» que nosotros necesitamos. Que se quede con el Bujarin. Hasta ahora, los marxistas-leninistas habíamos pensado que entre los capitalistas de la ciudad y del campo, de una parte, y, de otra parte, la clase obrera, existe un antagonismo irreconciliable de intereses. En ello, precisamente, descansa la teoría marxista de la lucha de clases. Pero ahora, según la teoría de Bujarin acerca de la integración pacífica de los capitalistas en el socialismo, todo esto se trastoca, desaparece el antagonismo irreconciliable entre los intereses de clase de los explotadores y de los explotados, y los explotadores se integran en el socialismo. (...) En la historia no se ha dado jamás el caso de que las clases moribundas se retirasen voluntariamente de la escena. No se ha dado jamás en la historia el caso de que la burguesía agonizante no apelase a sus últimas fuerzas para defender su existencia». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)
Sobre China había dicho particularmente:
«Cuando existan Soviets de diputados obreros, la cosa no parará ahí. Los obreros dirán a los comunistas –y con razón–: si tenemos Soviets, y los Soviets son órganos de Poder, ¿no se podría estrechar a la burguesía y expropiarla «un poquito»? Los comunistas serán unos redomados charlatanes si no emprenden el camino de expropiación de la burguesía cuando existan Soviets de diputados obreros y campesinos. ¿Se puede y se debe, nos preguntamos, emprender ese camino ahora, en la actual fase de la revolución? No, no se debe. ¿Se puede y se debe renunciar a la expropiación de la burguesía en el futuro, cuando existan Soviets de diputados obreros y campesinos? No, no se debe. Pero pensar que, al propio tiempo, los comunistas podrán mantener el bloque dentro del Kuomintang, significa hacerse ilusiones y no comprender la mecánica de la lucha de las fuerzas de clase en el período de paso de la revolución burguesa a la revolución proletaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La revolución en China y las tareas de la Internacional Comunista; Discurso en la X sesión del VIII Pleno del C.E. de la I.C., 1927)
Las justificaciones de los oportunistas del PCE (r) sobre que Lenin, Stalin y la Internacional Comunista no se posicionaron sobre los problemas de los países más atrasados no se sostienen a tenor de la documentación existente. En cuanto a Mao, este revisó el marxismo ora por desconocimiento ora por oportunismo; y el PCE (r) le siguió bien por fanatismo bien por oportunismo: ambos sin excusa posible». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)
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