martes, 28 de abril de 2015

La importancia internacional de la experiencia histórica del partido de los bolcheviques; Édourd Burdzhalov, 1948

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La obra del soviético Édourd Burdzhalov es un corto repaso pero muy instructivo de la historia del bolchevismo. El bolchevismo fue la corriente marxista revolucionaria de la Rusia de inicios del siglo XX. En especial esta obra está basada en una introspectiva sobre la obra de Stalin «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética», de 1938, la cual es un compilado sobre la historia del bolchevismo desde su nacimiento. Por lo tanto es una obra que servirá como guía para saber separar el «grano de la paja», el pensamiento proletariado del pensamiento burgués, el pensamiento marxista-leninista del que lo adultera.

Los temas a repasar son: la importancia del partido de la clase obrera, presentado en el partido comunista, conocer las diferencias cualitativas entre el viejo partido socialdemócrata del nuevo partido marxista-leninista: la diferencia entre la disciplina de hierro y la permisión del fraccionalismo del partido socialdemócrata; la diferencia entre reformismo y revolución; la diferencia entre el uso unilateral de la mera lucha parlamentaria de los reformistas con la variedad de formas de lucha de los revolucionarios; la diferencia entre un partido que debe estar comandado por miembros que dominen una doctrina clara, a un partido como el socialdemócrata donde no se exige tal cosa y domina el eclecticismo ideológico; la diferencia entre el partido leninista que recoge los elementos más avanzados de la clase obrera, a la amalgama de clases e influencia de éstas sobre el proletariado en el partido socialdemócrata; la diferencia entre un partido que toma la crítica y la autocrítica como norma, a otro que esconde los errores por miedo y por preservar el honor de la dirigencia o el partido; la diferencia entre un partido que expulsa a los oportunistas, a otro que los mantiene en nombre de la unidad; la diferencia entre tomar las organizaciones de masas como auxiliares del partido y jamás como superiores incluso al propio partido, etc.

También se explicará la importancia y relevancia internacional de la revolución bolchevique para toda la clase obrera mundial de entonces y de hoy. Y de cómo su experiencia era síntesis de las mejores y más altas experiencias revolucionarias precedentes de la clase obrera, que podían y aún pueden servir de inspiración y modelo táctico para los comunistas del mundo entero, he ahí el porqué de la importancia de la creación de la Komintern –Internacional Comunista– y la búsqueda de la «bolchevización» de los partidos comunistas para que puedan alcanzar el nivel cualitativo que alcanzaron sus homólogos soviéticos. Se recalca que para superar los viejos defectos socialdemócratas, hay que fijar unos puntos claves entre los miembros que pretenden formar dicho partido bolchevizado: esto puntos cardinales serían: unidad programática –sobre la estrategia y táctica–, unidad ideológica –el marxismo-leninismo como guía–, unidad organizativa –el centralismo democrático–, etc.

Eso significa que este libro servirá para combatir las distorsiones del concepto de partido comunista marxista-leninista que han aplicado siempre los revisionismos de tipo soviético, yugoslavo, chino y eurocomunista y todas sus filiales –revisionismos menores inspirados en ellos–, y como estos todos sus actuales vástagos entre los que encontramos el revisionismo del «socialismo del siglo XXI». Tanto los nuevos como los viejos revisionismos recurren a los conceptos y lineamientos socialdemócratas sobre partidos. Así que servirá también para que  se vea que existe un nexo, una línea que atraviesa a todos los revisionismos y los une a los conceptos socialdemócratas del siglo XIX pese a que sus teorías las colmen de modernas e innovadoras.

El documento:

Édourd Burdzhalov
La importancia internacional de la experiencia histórica del partido de los bolcheviques


Hace más de 45 años, en el IIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia de 1903, fue pronunciado, por primera vez, la palabra bolchevique, palabra conocida hoy por todo el mundo y ante la cual nadie puede sentirse indiferente. Los explotadores de todo el mundo sienten un odio zoológico hacia el bolchevismo. Millones de obreros de todos los países están penetrados de profundo amor hacia él. Es así porque, desde que surgió, el bolchevismo encabeza indefectiblemente la lucha de liberación del proletariado, logrando grandes victorias sobre las fuerzas del viejo mundo. 

En el período de su existencia el partido bolchevique ha acumulado una gigantesca experiencia de lucha que no ha poseído ni posee ningún otro partido del mundo. Esta experiencia ha hallado su síntesis más clara y profunda en la obra de Stalin: «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética», de 1938. 

La «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» es la historia científica del bolchevismo. Expone la doctrina del marxismo-leninismo sobre la base de un profundo análisis de la actividad histórica del partido bolchevique. La «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» demuestra cómo la teoría del marxismo-leninismo ha sido comprobada por la práctica, por la experiencia del bolchevismo y de toda la lucha revolucionaria del proletariado han servido de base para el desarrollo ulterior de la teoría marxista-leninista. La «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» pertrecha a los cuadros del partido de una riquísima experiencia de lucha por el derrocamiento del capitalismo y la construcción de la primera sociedad socialista en el mundo. El estudio de esta experiencia no sólo tiene enorme importancia para nuestro partido y para nuestro pueblo, sino también para los comunistas y los trabajadores de todos los países, que luchan por la victoria del comunismo.

El partido bolchevique nació en Rusia y se ha desarrollado sobre la base del movimiento obrero ruso. Sin embargo, tiene profundas raíces en el movimiento obrero de todos los países. El bolchevismo expresa las necesidades del movimiento obrero en la nueva época de la historia universal, cuando las contradicciones del capitalismo han alcanzado la mayor agudeza, cuando ha comenzado el asalto directo al capitalismo y se plantea la cuestión de crear un partido revolucionario del proletariado, capaz de dirigir dicho asalto. En la «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» se dice:

«La historia del partido bolchevique nos enseña, ante todo, que el triunfo de la revolución proletaria, el triunfo de la dictadura del proletariado es imposible sin un partido revolucionario del proletariado, libre de oportunismo, intransigente frente a los oportunistas y capituladores, y revolucionario frente a la burguesía y al poder de su Estado». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Los partidos socialdemócratas de occidente, los partidos de la II Internacional no querían y no podían organizar la victoria de la revolución proletaria, pues no eran partidos combativos del proletariado, que llevaran a los obreros al poder, sino un aparato electoral adaptado para las elecciones parlamentarias y para la lucha parlamentaria. Permanecer en tales partidos significaba condenar al proletariado a una derrota inevitable:

«De aquí la necesidad de un nuevo partido, de un partido combativo, de un partido revolucionario, lo bastante intrépido para conducir a los proletarios a la lucha por el poder, lo bastante experto para orientarse en las condiciones complejas de la situación revolucionaria y lo bastante flexible para eludir todos y cada uno de los escollos que se interponen en el camino hacia sus fines». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Los enemigos de la clase obrera –los «economistas», los mencheviques, los trotskistas y demás comparsa– tomaban como modelo a los partidos de la II Internacional, utilizaban armas tomadas del arsenal de los socialdemócratas del Occidente de Europa. Los mencheviques:

«Querían poseer en Rusia un partido como, por ejemplo, el Partido Socialdemócrata Alemán o el francés. Y luchaban contra los bolcheviques, precisamente porque presentían en ellos algo nuevo, insólito, distinto de la socialdemocracia occidental». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Lenin y Stalin llevaron una lucha decidida contra los oportunistas de todos los colores y jaeces, contra los oportunistas rusos y los internacionales:

«Los bolcheviques no podían por menos de observar que, después de la muerte de Engels, los partidos socialdemócratas de la Europa Occidental habían comenzado a degenerar de partidos de la revolución social en partidos de «reformas sociales», y que todos ellos se habían convertido ya, como organizaciones, de fuerzas dirigentes en simples apéndices de sus propios grupos parlamentarios».  (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Los bolcheviques sabían que semejante partido no era capaz de llevar a la clase obrera a la revolución. Y crearon un partido de nuevo tipo, que se diferenciaba radicalmente de los partidos de la II Internacional, de los partidos socialistas del Occidente de Europa.

Los bolcheviques crearon un verdadero partido marxista intransigente frente a los oportunistas y los capituladores, y revolucionario frente a la burguesía, el partido de la revolución social, el partido de la dictadura del proletariado. Toda la historia de la lucha contra los «economistas», los mencheviques, los trotskistas y los liquidadores ha sido la historia de la creación y el fortalecimiento de este partido, que preparó al proletariado para batallas decisivas contra el zarismo y la burguesía. Este partido resultó lo bastante audaz, experto y flexible para llevar al proletariado a la lucha por el poder, para orientarse en las complejas condiciones de la situación revolucionaria y burlar todos y cada uno de los escollos en el camino hacia el objetivo. Este partido organizó la victoria de la revolución proletaria, la victoria del socialismo en nuestro país. Lenin señalaba que el partido bolchevique surgió sobre la firme base de la teoría del marxismo e hizo una historia práctica tal, que no tiene par, por la riqueza de su experiencia, en todo el mundo. En un plazo muy breve se concentró en Rusia una excepcional variedad de formas y métodos de lucha de todas las clases en la sociedad contemporánea. Garantizando los primeros quince años de existencia del partido bolchevique –entre 1903 y 1917–, Lenin escribió:

«Ningún país, en el transcurso de estos quince años, pasó ni aproximadamente por una experiencia revolucionaria tan rica, por una rapidez y una variedad tales de la sucesión de las distintas formas del movimiento, legal e ilegal, pacífico y tormentoso, clandestino y abierto, de propaganda en los círculos y de propaganda entre las masas, parlamentario y terrorista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

Los bolcheviques, como señala el camarada Stalin, ponían en un primer plano cuestiones tan básicas de la revolución rusa, como la cuestión del partido, la de la actitud de los marxistas hacia la revolución democrático-burguesa, la de la alianza de la clase obrera con el campesinado, la de la hegemonía del proletariado, la de la lucha parlamentaria y extraparlamentaria, la de la huelga general, la de la transformación de la revolución democrático-burguesa en socialista, la de la dictadura del proletariado, la del imperialismo, la de la autodeterminación de las naciones, la del movimiento de liberación en las naciones y en las colonias, la de la política de apoyo a este movimiento, etc. Todas estas cuestiones medulares de la revolución rusa eran, al mismo tiempo, las cuestiones medulares de la revolución mundial.

Rusia fue el punto modular de las contradicciones del imperialismo universal. Por eso la revolución rusa tuvo inmensa importancia internacional. Lenin señaló que la revolución rusa no sólo tenía una inmensa importancia internacional en el amplio sentido de esta palabra, en el sentido de su influencia en todos los países del mundo, sino también en un sentido más estrecho, en el sentido de la ineluctabilidad histórica de la repetición, en escala internacional, de lo ocurrido en nuestro país. Lenin observaba que:

«El ejemplo ruso mostrará a todos los países algo, y muy esencial, de su inevitable y no lejano futuro. Los obreros avanzados de todos los países hace tiempo que lo han comprendido, y en la mayoría de los casos no tanto lo han comprendido, como lo han percibido con su instinto de clase, lo han sentido. De aquí la «importancia» internacional –en el sentido estrecho de la palabra– del poder soviético, y también de los principios de la teoría y de la táctica bolcheviques. Esto no lo han comprendido los jefes «revolucionarios» de la II Internacional, como Kautsky en Alemania, Otto Bauer y Federico Adler en Austria, que por lo mismo han resultado reaccionarios, defensores del peor oportunismo y de la socialtraición». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

Al definir el leninismo como el marxismo de la época del imperialismo y las revoluciones proletarias, el camarada Stalin desenmascaró el carácter nacionalmente limitado de la definición del leninismo que dieran Grigori Zinóviev y otros enemigos del pueblo. El camarada Stalin subraya que el leninismo no sólo fue elaborado sobre el terreno de Rusia y para Rusia: nació sobre el terreno del imperialismo y es efectivo para todos los países:

«¿Acaso el leninismo no es la síntesis de la experiencia del movimiento revolucionario de todos los países? ¿Acaso los fundamentos de la teoría y de la táctica del leninismo no tienen valor y no son obligatorios para los partidos proletarios de todos los países? ¿Acaso Lenin no tenía razón cuando decía que: «El bolchevismo puede servir de modelo de táctica para todos?» (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918) ¿Acaso Lenin no tenía razón cuando hablaba de «la significación internacional del poder soviético y de los fundamentos de la teoría y de la táctica bolchevique?». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Cuestiones del leninismo, 1926)

El partido bolchevique fue el primer partido de nuevo tipo en el mundo, el partido revolucionario del proletariado. Por eso debía llegar a ser y es el modelo para los partidos comunistas de todos los demás países.

Hace 30 años, bajo la influencia de la victoria de la gran revolución socialista de octubre de 1917, en los demás países comenzaron a surgir también partidos comunistas. En Europa tenía lugar por el entonces un inmenso auge revolucionario; los partidos comunistas surgieron en la oleada de este auge. Pero estos partidos eran entonces jóvenes y poco maduros, se habían formado a consecuencia de la escisión de los partidos socialdemócratas y en sus filas figuraban considerables grupos pertenecientes antes a la II Internacional. Los partidos comunistas no podían despojarse de golpe y porrazo de las reminiscencias socialdemócratas. No sabían utilizar la riquísima experiencia del partido de nuevo tipo, del partido de los bolcheviques. En esto consistía la debilidad de los jóvenes partidos comunistas de Occidente.

Superar los vestigios socialdemócratas en los partidos comunistas y hacer de ellos verdaderos partidos revolucionarios de nuevo tipo, esta fue la tarea más importante del movimiento comunista internacional. Era necesario utilizar el período, ya iniciado, de calma revolucionaria para fortalecer los partidos comunistas, para convertirlos en verdaderos partidos de masas, capaces de preparar a las masas para un nuevo ascenso revolucionario:

«La tarea inmediata consiste en hacer de los partidos comunistas de Occidente partidos verdaderamente bolcheviques, en forjar en ellos verdaderos cuadros revolucionarios, capaces de transformar toda la práctica del partido en el espíritu de la educación revolucionaria de las masas, en el espíritu de preparación de la revolución». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La situación internacional, 1924)

La bolchevización de los partidos comunistas significaba que se debía reorganizar su trabajo sobre la base de la experiencia de nuestro partido bolchevique, de la experiencia revolucionaria de Rusia y de otros países de Europa. Se trataba de hacer de todos estos partidos, partidos verdaderamente comunistas, bolcheviques.

Durante muchos años se desarrolló el proceso de bolchevización de los partidos comunistas. Dicho proceso lo dirigían Lenin y Stalin, lo dirigía la Komintern –Internacional Comunista–. Las intervenciones de Lenin y Stalin en los congresos de la Komintern, en las reuniones del Comité Ejecutivo y en las comisiones de la Komintern, tuvieron una gran importancia para la bolchevización de los partidos comunistas de Occidente. Las indicaciones de Lenin y Stalin se basaban en la riquísima experiencia de nuestro partido y al mismo tiempo tenían en cuenta las particularidades concretas de cada país. Los discursos del camarada Stalin en las comisiones dedicadas al problema yugoslavo, chino, checoslovaco, polaco y otros son un elocuente testimonio de lo dicho. La tarea consistía en lograr la victoria definitiva del leninismo sobre los dogmas de la II Internacional, en superar los vestigios y las tradiciones del socialdemocratismo en todos los problemas de la teoría y la práctica del movimiento obrero; en sostener una lucha infatigable contra todas las manifestaciones del oportunismo.

La tarea consistía en hacer de los partidos comunistas, partidos obreros de masas, en reforzar su influencia en los sindicatos, en ganar aliados para el proletariado, ante todo a los campesinos. La tarea consistía en fortalecer las filas de los partidos comunistas, en establecer en ellos una disciplina de hierro, en forjar cuadros templados y probados dirigentes de los partidos.

Cada partido comunista no podía por separado solucionar estos problemas. En ello desempeñó un papel decisivo la Komintern:

«El mérito de la Komintern consiste en que estableció y reforzó los vínculos entre los trabajadores de los distintos países, elaboró las cuestiones teóricas del movimiento obrero en las nuevas condiciones del desarrollo de la postguerra, estableció normas generales de propaganda y agitación de las ideas del comunismo y facilitó la tarea de formar líderes del movimiento obrero. Con ello se crearon las condiciones para la conversión de los jóvenes partidos comunistas en partidos obreros de masas». (Andréi Zhdánov; Sobre la situación internacional; Informe en la Iº Conferencia de la Kominform, 22 de septiembre de 1947)

Al asimilar la magnífica experiencia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética y al acumular experiencia propia, los partidos comunistas han obtenido grandes victorias. Se han transformado en partidos obreros de masas, han forjado cuadros revolucionarios, han formado líderes, han conquistado a amplias masas y en varios países son hoy una gran fuerza política. Los partidos comunistas, mediante una lucha infatigable contra el oportunismo, han hecho grandes progresos en la bolchevización de sus filas.

Un estudio y asimilación más perfectos de la experiencia del bolchevismo constituyen una condición indispensable para el fortalecimiento de los partidos comunistas. Sean cuales fueren las peculiaridades existentes en los distintos países, los principios generales del bolchevismo son obligatorios para todos ellos. El olvido o la ignorancia de la experiencia histórica del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética conducen indefectiblemente a tristes consecuencias.

Al subrayar la importancia internacional de la experiencia del bolchevismo, Lenin señalaba:

«No tener en cuenta esta experiencia y pretender al mismo tiempo pertenecer a la Komintern, que debe elaborar intencionalmente su táctica –no una táctica estrecha o exclusivamente nacional, sino precisamente una táctica internacional–, significa incurrir en el más profundo de los errores y precisamente apartarse de hecho del internacionalismo, aunque éste sea proclamado de palabra». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

La experiencia de los bolcheviques en la construcción de un partido de la clase obrera verdaderamente revolucionario y combativo tiene una inmensa importancia internacional. Los bolcheviques empezaron a preparar semejante partido ya en los tiempos de la vieja «Iskra». Lo prepararon con tenacidad, con firmeza, sin reparar en nada:

«Jamás ha habido en la historia ningún grupo político tan concienzudamente preparado para formar un partido, como el grupo bolchevique». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Era un grupo preparado en el terreno ideológico, teórico, político y organizativo. La monolítica unidad interna de todos los principios del bolchevismo distingue radicalmente al partido bolchevique de los partidos de la II Internacional. El camarada Stalin escribía:

«La unidad de los principios programáticos, tácticos y organizativos es el terreno sobre el que se construye nuestro partido». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La clase de los proletarios y el partido de los proletarios, 1905)

Las tesis organizativas formuladas por Lenin en el IIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia de 1903 dimanaban de los objetivos revolucionarios fundamentales por los que luchaban los bolcheviques. ¿Para qué necesitaban un partido combativo, monolítico y centralizado los mencheviques rusos y los partidos de la II Internacional, si se limitaban a una actividad parlamentaria pacífica? Ellos convirtieron el partido, como señala el camarada Stalin «en una organización desorganizada», en un amontonamiento de organizaciones locales e individuos socialdemócratas. A esas organizaciones tenían acceso libre todos los simpatizantes.

El partido bolchevique, por el contrario, desde los primeros días de su existencia se mostró como el partido de la lucha revolucionaria del proletariado. Únicamente podía luchar con éxito por el derrocamiento de los terratenientes y la burguesía, siendo un destacamento único y organizado de la clase obrera. El camarada Stalin señala que el partido:

«Que se ha propuesto dirigir al proletariado en lucha debe representar no una aglomeración casual de individuos, sino una organización monolítica y centralizada, a fin de que se pueda dirigir su trabajo de acuerdo con un plan único». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La clase de los proletarios y el partido de los proletarios, 1905)

Los principios organizativos formulados por los bolcheviques asestaron un golpe demoledor al carácter amorfo de los partidos de la II Internacional, tan ventajoso para sus líderes oportunistas. Por ello no es casual que los oportunistas de todos los países se lanzaran contra los principios organizativos del bolchevismo. Lenin y Stalin defendieron firme y decididamente estos principios, pues se trataba de ser o no ser el partido revolucionario del proletariado, se trataba de la vida o la muerte del partido.

Lenin y Stalin demostraron que el partido debe ser el destacamento avanzado, consciente y organizado de la clase obrera; la base de la construcción del partido debe constituirla el principio del centralismo democrático. El partido es la forma superior de organización del proletariado entre todas las demás organizaciones de la clase obrera, es la organización llamada a dirigir a las demás. El partido es la encarnación de los vínculos del destacamento avanzado de la clase obrera con los millones de las masas obreras. El partido debe fortalecer y multiplicar infatigablemente sus vínculos con las masas, reforzar incesantemente la unidad de sus filas y la disciplina única del partido, obligatoria para todos los militantes.

En los problemas relativos a la construcción del partido, los bolcheviques lucharon decididamente en dos frentes: contra la limitación sectaria y el encasillamiento y contra el amorfismo y la falta de consistencia de quienes van a la cola. El partido debe ganarse firmemente a la mayoría de la clase obrera y llevar tras de sí a millones de trabajadores, como lo enseñan Lenin y Stalin. El partido perece si se encierra en su estrecho caparazón de partido, si se aleja de las masas, si se cubre del polvo del burocratismo. El partido es invencible si sabe ligarse, acercarse a las más amplias masas de trabajadores, en primer lugar a la masa proletaria. Pero eso no significa que se puede confundir el partido con la clase obrera, que se puede borrar todo límite entre ellos.

Los bolcheviques lucharon decididamente contra las tentativas mencheviques de disolver al partido en amplias organizaciones sin partido. Es conocido que en 1907, Pável Axelrod y otros mencheviques propusieron convocar el llamado «Congreso obrero», en el cual participarían los socialdemócratas, los socialrevolucionarios y los anarquistas. Este congreso, según los mencheviques, debería crear un amplio partido obrero pequeñoburgués «sin partido». Lenin desenmascaró este nocivo intento de liquidar el partido obrero revolucionario y diluir el destacamento avanzado de la clase obrera en la masa pequeño burguesa. A propuesta de Lenin, el partido criticó duramente el plan menchevique de convocatoria del «Congreso obrero».

Los bolcheviques han considerado siempre que el partido es la forma superior de organización de clase del proletariado. En el período de la discusión acerca de los sindicatos, a finales de 1920 y comienzos de 1921, la «oposición obrera» quiso reducir a cero el papel del partido; consideraba los sindicatos, y no el partido, la forma superior de organización de la clase obrera. Semejante política de socavamiento del papel dirigente del partido en los soviets y en los sindicatos quiso aplicar el llamado grupo del «centralismo democrático». El partido dio una réplica contundente a todos estos intentos. El Xº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia condenó la desviación anarcosindicalista de los representantes de la «oposición obrera» y declaró que las concepciones anarcosindicalistas eran incompatibles con la permanencia en el partido.

La experiencia ha demostrado que apartarse de la doctrina leninista-stalinista del partido conduce inevitablemente a la catástrofe. Es sabido que los actuales dirigentes del Partido Comunista de Yugoslavia han diluido el partido en las organizaciones sin partido, en el frente popular. Los dirigentes del partido yugoslavo minan el partido de la clase obrera como fuerza política independiente, llamada a influenciar en las amplias masas trabajadoras. El camarada Stalin enseña que el partido debe considerarse a sí mismo como:

«La forma superior de unión de la clase del proletariado, llamada a dirigir todas las demás formas de las organizaciones proletarias, desde los sindicatos hasta la fracción parlamentaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre las perspectivas del Partido Comunista de Alemania y su bolchevización, 1925)

Esta conclusión tiene una gran importancia para la actividad de los comunistas de todos los países. Los partidos comunistas de muchos países han crecido mucho numéricamente en los últimos tiempos. Es esta una prueba brillante del fortalecimiento del comunismo internacional. Pero tener un partido grande, de masas, es insuficiente. Para ser verdaderamente la forma superior de organización de clase del proletariado, los partidos comunistas deben reforzar incansablemente sus propias filas.

Por ello son tan actuales hoy las indicaciones al respecto hechas por Lenin y Stalin muchos años atrás.

«Nuestra tarea es cuidar de la firmeza, la disciplina y la pureza de nuestro partido. Debemos esforzarnos para elevar más y más el título y la importancia del miembro del partido». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe al IIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, 1903)

En la obra ya aquí citada: «La clase de los proletarios y el partido de los proletarios» de 1905, el camarada Stalin escribe:

«Hasta hoy nuestro partido se parecía a una hospitalaria familia patriarcal dispuesta a admitir a todos sus simpatizantes. Pero después que nuestro partido se ha transformado en una organización centralizada, se ha despojado de su carácter patriarcal, tomando por entero el aspecto de una fortaleza, cuyas puertas únicamente se abren para los dignos». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La clase de los proletarios y el partido de los proletarios, 1905)

El fortalecimiento de las filas del partido es condición indispensable para que los partidos comunistas dirijan con éxito todas las demás organizaciones de los trabajadores. Singular importancia tiene el trabajo de los partidos comunistas en los sindicatos.

En otras de las obras también ya citadas aquí: «La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo» de 1920, Lenin nos da una característica extraordinariamente profunda de todo lo que en la táctica de los bolcheviques es importante y obligatorio para todos, con relación a los sindicatos antes y después de la conquista del poder. Los bolcheviques desenmascararon resueltamente el «absurdo infantil» de la posición de los llamados «comunistas de izquierda», en Alemania y en otros países, pues los «comunistas de izquierda» se negaban a trabajar en los sindicatos reaccionarios y llamaban a crear obligatoriamente sus «sindicatos obreros», «completamente nuevos», «completamente limpitos».

Los sindicatos representaron un avance gigantesco de la clase obrera a principios del desarrollo del capitalismo, como transición de la dispersión e impotencia de los obreros a los principios de la organización de clase. Con el desarrollo del capitalismo, los sindicatos, influenciados por los oportunistas, comienzan inevitablemente a mostrar ciertos rasgos reaccionarios, cierta limitación gremial, rutina, inclinación al apoliticismo, etc.

En el Occidente estos rasgos reaccionarios en la actividad de los sindicatos se manifestaron con mayor fuerza que en Rusia. Lenin escribía:

«Los mencheviques de Occidente se han «fortificado» mucho mas sólidamente en los sindicatos, allí ha surgido una capa mucho más fuerte de «aristocracia obrera» profesional mezquina, egoísta, desalmada, ávida, pequeño burguesa: de espíritu imperialista, comprada y corrompida por el imperialismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

Por muy difícil que sea la lucha contra la cúspide reaccionaria de los sindicatos, esa lucha debe llevarse hasta la victoria completa. Marcharse de los sindicatos reaccionarios significa prestar un servicio inmenso a la burguesía reaccionaria y a sus agentes en el movimiento obrero, significa abandonar a grandes masas de trabajadores a la influencia de esos agentes de la burguesía. El camarada Stalin señaló en 1925 que la tarea fundamental de los partidos comunistas de Occidente consistía en acercarse a los sindicatos. Señalaba que la fuerza de la socialdemocracia en Occidente consistía en que se apoyaba en los sindicatos; la debilidad de los comunistas era que aún no se habían acercado a los sindicatos y algunos elementos de los partidos comunistas no querían acercarse a ellos. Desde que fueron pronunciadas esas palabras los partidos comunistas han recorrido un gran camino. Muchos de ellos han logrado grandes éxitos en el trabajo sindical. El movimiento sindical ha salido de la Segunda Guerra Mundial fortalecido y renovado. En varios países los sindicatos han renacido sobre bases nuevas, y los partidos comunistas se apoyan para su actividad en estos sindicatos renovados. Pero la experiencia de trabajo sindical del partido bolchevique continúa teniendo importancia para los partidos comunistas de otros países.

Hay que recordar que los bolcheviques siempre lucharon contra la «teoría» menchevique de la neutralidad de los sindicatos. Los bolcheviques consideraban que la tarea del partido como forma superior de organización del proletariado era conquistar la dirección ideológica y política en los sindicatos. Y la conquistaron. Muchos partidos comunistas, en particular los partidos comunistas de países capitalistas tan importantes como Inglaterra y los Estados Unidos, aún no han resuelto esta tarea. En esto consiste una de las causas fundamentales de que los partidos comunistas de Inglaterra y los Estados Unidos no sean aún partidos de masas. Esta tarea únicamente se puede resolver mediante un trabajo minucioso y tenaz en el seno de los sindicatos. No se puede exigir de los miembros de los sindicatos una conciencia comunista tan elevada como la que se exige de los miembros del partido. Los sindicatos son organizaciones sin partido; y en muchos países se hallan en manos de líderes burgueses reaccionarios. Lenin predijo que los oportunistas:

«Recurrirán a todos los procedimientos de la diplomacia burguesa, al concurso de los gobiernos burgueses, de los curas, de la policía, de los tribunales, para impedir la entrada de los comunistas en los sindicatos, para expulsarles de ellos por todos los medios posibles, para hacer su labor en los sindicatos lo más desagradable posible, para ofenderles, acosarles y perseguirles». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

Precisamente así obran hoy los dirigentes de los sindicatos británicos y estadounidenses. Es tarea de los comunistas, apoyándose en su propia experiencia, en la experiencia de los partidos comunistas de otros países, y ante todo en la del partido bolchevique, conquistar mediante un trabajo cotidiano y tenaz las masas de militantes de filas de los sindicatos.


***

La experiencia del partido bolchevique demuestra evidentemente que papel tan inmenso está llamada a desempeñar la teoría marxista-leninista en la actividad de los partidos obreros. La «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética», enseña que:

«El partido de la clase obrera no puede cumplir su misión de dirigente de su clase, no puede cumplir su misión de organizador y dirigente de la revolución proletaria, si no domina la teoría de vanguardia del movimiento obrero, si no domina la teoría marxista-leninista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Lenin y Stalin elaboraron con todo detalle el problema de la relación entre la espontaneidad y la conciencia en el movimiento obrero. Lenin, por primera vez en la historia del pensamiento marxista, puso al desnudo, hasta la raíz, las fuentes ideológicas del oportunismo, demostrando que éstas consisten, ante todo, en el culto de la espontaneidad del movimiento obrero y en la subestimación del papel de la conciencia socialista. Lenin elevó a enorme altura la importancia de la teoría y fundamentó genialmente la tesis de que el partido marxista es la unión del movimiento obrero con el socialismo. El partido bolchevique nació acompañado de las palabras de Lenin:

«Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. (...) Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Qué hacer?, 1902)

En todo el transcurso de su actividad, el partido bolchevique ha seguido invariablemente estas indicaciones. Lenin y Stalin resucitaron el marxismo revolucionario, emparedado por los líderes de la II Internacional, y lo limpiaron de la inmundicia oportunista introducida en el por dichos líderes. Lenin y Stalin no sólo restauraron el marxismo revolucionario, sino que lo desarrollaron aún más. El marxismo no es una compilación de dogmas muertos e inertes, sino una teoría revolucionaria en desarrollo, que sirve de guía para la acción a millones de hombres:

«Dominar la teoría marxista-leninista significa saber enriquecer esta teoría con la nueva experiencia del movimiento revolucionario, saber enriquecerla con nuevas tesis y conclusiones, saber desarrollarla e impulsarla, sin retroceder ante la necesidad de reemplazar, partiendo del espíritu de la teoría, algunas de sus tesis y conclusiones, que han envejecido ya, por otras nuevas, con arreglo a la nueva situación histórica». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Precisamente así han obrado los bolcheviques. Lenin, Stalin y sus discípulos son los únicos marxistas que han desarrollado e impulsado adelante la teoría marxista. Ellos han enriquecido el marxismo-leninismo con nuevas tesis correspondientes a la nueva época histórica. Esto ha permitido al partido bolchevique analizar con acierto cada situación histórica concreta y trazar una línea atinada de actividad práctica. La teoría marxista-leninista ha ayudado a los bolcheviques no sólo a ver cómo los acontecimientos se han desarrollado en el pasado y se desarrollan en el presente, sino también a ver cómo se desarrollarán en el futuro. La teoría marxista-leninista ha dado y da al partido bolchevique una magnífica fuerza de orientación y previsión. En la «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» se refleja esto brillantemente.

Cuando maduró en Rusia la primera revolución rusa los bolcheviques basándose en la teoría marxista-leninista hicieron un acertado análisis del carácter y de las fuerzas motrices de esta revolución y señalaron la táctica acertada, a seguir en la misma. Las tesis bolchevique de que el proletariado puede y debe ser el jefe de la revolución democrático-burguesa, de que el medio más importante para el derrocamiento del zarismo y la conquista de la República democrática es la insurrección armada victoriosa del pueblo, estas tesis tuvieron como punto de partida el nuevo planteamiento que hizo Lenin del problema de la correlación entre la revolución burguesa y la revolución socialista en su genial teoría de la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista. En el período de reacción, los mencheviques, que no comprendían las causas y las fuerzas motrices de la revolución, decidieron que a la revolución le había llegado su fin y renegaron vergonzosamente de ella. Los bolcheviques, por el contrario, partiendo del profundo análisis marxista-leninista de las causas que engendraron la revolución de 1905, causas que no habían desaparecido, llegaron a la conclusión de que en años próximos llegaría un nuevo ascenso revolucionario, comenzaría una nueva revolución. Los bolcheviques tenían razón:

«El temple ideológico marxista-leninista y su capacidad para comprender las perspectivas de la revolución ayudaron al núcleo fundamental de los bolcheviques, estrechamente agrupados en torno a Lenin, a defender la causa del partido y sus principios revolucionarios. «No en vano dicen de nosotros que somos firmes como la roca», escribía Lenin, hablando de los bolcheviques». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

El dominio de la teoría marxista-leninista, la capacidad de impulsarla adelante se ha manifestado en toda la actividad posterior del partido bolchevique. El derrocamiento del zarismo significó un brusco viraje en la vida de Rusia y exigió respuesta a las cuestiones nuevas planteadas por el desarrollo de la revolución:

«La revolución significaba un viraje grandioso en la vida del país, y del partido, en las nuevas condiciones de lucha planteadas después del derrocamiento del zarismo, necesitaba una nueva orientación para marchar con paso audaz y seguro por el nuevo camino. Esta orientación fue la que dieron al partido las tesis de Lenin». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

Las «Tesis de Abril» de Lenin son un ejemplo clásico de marxismo creador y combativo:

«Acordaos de 1917. Basándose en el análisis científico del desarrollo social de Rusia, el análisis científico de la situación internacional, Lenin llegó entonces a la conclusión de que la única salida de la situación era la victoria del socialismo en Rusia. Era una conclusión más que inesperada para muchos hombres de ciencia de aquella época. Contra Lenin aullaban entonces toda clase de hombres de ciencia, como contra un hombre que destruía la ciencia. Pero Lenin no temió marchar contra la corriente, contra la rutina. Y Lenin resultó vencedor». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Discurso pronunciado en una recepción en el Kremlin para los trabajadores de educación superior, 1938)

El partido de los bolcheviques ha obtenido grandes victorias porque siempre ha prestado gran atención a elaborar las cuestiones de la teoría y ha elevado continuamente el nivel teórico e ideológico de sus militantes. Ha hecho esto tanto en los tiempos del zarismo, en la clandestinidad, como en los días de la revolución, en el período de la construcción pacífica y en los años de guerra. Uno de los testimonios más evidentes del cuidado del partido por el nivel teórico e ideológico de sus militantes, lo constituye la creación por el camarada Stalin de la  propia «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética», enciclopedia de los conocimientos fundamentales en el dominio del marxismo.

La experiencia del trabajo ideológico y teórico del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética sirve de magnífico ejemplo para todos los partidos comunistas. La infatigable elevación del nivel teórico e ideológico de sus filas es una condición indispensable de la bolchevización de los partidos comunistas. Es muy importante tener esto en cuenta ahora, cuando los partidos comunistas han crecido tanto numéricamente y en algunos países se han fundido con los partidos socialistas. Al hablar de las tareas de los partidos comunistas del extranjero, el camarada Stalin dice:

«Es necesario que el partido, sobre todo los elementos dirigentes del mismo, dominen a fondo la teoría revolucionaria del marxismo, vinculada indisolublemente a la práctica revolucionaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre las perspectivas del Partido Comunista de Alemania y su bolchevización, 1925)

Un gran papel en las victorias del partido bolchevique, lo han desempeñado la unidad y aglutinación de sus filas, la férrea disciplina del Partido. Lenin escribió en 1920:

«Seguramente que hoy casi todo el mundo ve ya que los bolcheviques no se hubieran mantenido en el poder, no dos años y medio, sino ni siquiera dos meses y medio, sin la disciplina severísima, verdaderamente férrea, dentro de nuestro partido, sin el apoyo más completo y abnegado prestado a éste por toda la masa de la clase obrera, esto es, por todo lo que ella tiene de consciente, honrado, abnegado, influyente y capaz de conducir consigo o de atraerse a las capas atrasadas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

El partido de los bolcheviques ha podido crear en sus filas tal disciplina, porque la base de la unidad ideológica de sus miembros, es la actitud consciente de los miembros del partido hacia sus obligaciones. Al hablar de las condiciones de la bolchevización de los partidos comunistas, el camarada Stalin dice:

«Es necesario que el partido cree una disciplina proletaria de hierro, nacida sobre la base de la unidad ideológica, de la claridad de los fines del movimiento, de la unidad de las acciones prácticas y la actitud consciente hacia las tareas del partido por parte de las amplias masas del mismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre las perspectivas del Partido Comunista de Alemania y su bolchevización, 1925)

El partido bolchevique basa toda su actividad en los principios del centralismo democrático, en el desarrollo de una amplia democracia de partido, en la crítica y en la autocrítica. La experiencia del partido bolchevique enseña a los comunistas de todos los países qué actitud deben mantener hacia sus errores y defectos:

«Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situación que los ha engendrado y examinar atentamente los medios de corregirlos: esto es lo que caracteriza a un partido serio, en esto es en lo que consiste el cumplimiento de sus deberes, esto es educar e instruir a la clase, primero, y, después, a las masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

Esta conclusión de Lenin se basa en la experiencia del partido bolchevique. La historia del partido bolchevique enseña que:

«El partido no puede cumplir su misión de dirigente de la clase obrera, si, perdiendo la cabeza con los éxitos, comienza a envanecerse, si deja de advertir las deficiencias de su labor, si teme reconocer sus errores, si teme corregirlos a su debido tiempo abierta y honradamente». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

El partido que oculta sus errores, que vela las cuestiones candentes, el partido que no sufre la crítica y la autocrítica se hunde inevitablemente. La experiencia del partido bolchevique enseña que la crítica y la autocrítica siempre fueron su arma poderosa. En la «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» de nuevo se dice:

«El partido es invencible si no teme la crítica ni la autocrítica, si no disimula los errores y deficiencias de su labor, si enseña y educa a los cuadros con el ejemplo de los errores del trabajo del Partido y sabe corregir estos errores a tiempo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

El partido de los bolcheviques ha luchado incansablemente por la plena unidad política de la clase obrera:

«Cuanto más ampliamente se desarrolla la lucha económica y política de los obreros tanto más insistentemente sienten la necesidad de la unión. Sin la unidad de la clase obrera, es imposible el éxito de su lucha». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Proyecto de plataforma para el IVº Congreso socialdemócrata e la zona de Letonia, 1913)

Pero la lucha de los bolcheviques por la unidad no entraña la falta de principios ni espíritu de conciliación. Los conciliadores en el movimiento obrero de Rusia, fueron siempre los oportunistas más inveterados y los traidores. Lenin estimaba que Trotski era más vil y nocivo que los liquidadores francos, porque engañaba a los obreros asegurando que permanecía al margen de las fracciones, mientras que en realidad apoyaba incondicionalmente a los mencheviques y a los liquidadores. Los bolcheviques se manifestaron decididamente contra toda unidad con los liquidadores. Lucharon por la unidad de la clase obrera sin liquidadores y contra éstos, estimando que la unidad era en extremo apreciable, pero que lo eran incomparablemente más los principios del marxismo revolucionario:

«¡La unidad es una gran cosa y una gran consigna! Pero la clase obrera necesita la unidad de los marxistas y no la unidad de los marxistas con los enemigos y los falseadores del marxismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Unidad, 1914)

La escisión de los bolcheviques y los mencheviques en el IIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia de 1903 y la unión con ellos en el IVº y Vº Congreso, el bloque de los bolcheviques y mencheviques amigos del partido, en los años de la reacción y la ruptura completa con los mencheviques en la conferencia de Praga, todo esto son etapas de la lucha de los bolcheviques por la unidad verdaderamente marxista de la clase obrera y de su partido. Los bolcheviques estimaban que la unidad del partido no se podía crear mediante acuerdos entre grupos políticos heterogéneos:

«La unidad hay que conquistarla y sólo los propios obreros, los obreros más conscientes, están en situación de conseguirla con un trabajo tenaz y persistente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Obras completas, tomo XVII, pág. 408)

Y la clase obrera de Rusia, bajo la dirección de los bolcheviques conquistó esta unidad, la conquistó mediante una lucha decidida contra todos los grupos y tendencias hostiles, mediante su aislamiento. Los bolcheviques no ocultaron las divergencias y pusieron en claro cuáles eran sus raíces y significado. Los bolcheviques forjaron una unidad monolítica de la clase obrera y de su partido, una unidad alzada sobre la firme base ideológica del marxismo.

Apoyándose en la experiencia de los bolcheviques, los partidos comunistas de varios países han logrado en los últimos tiempos serios éxitos en la lucha por la unidad política de la clase obrera. En Rumanía, en Hungría, en Checoslovaquia y Bulgaria se han creado ya partidos únicos de la clase obrera. En Polonia se está en vías de crear un partido semejante. La formación de estos partidos es resultado de la táctica de principio de los comunistas, resultado de la lucha decisiva contra los socialistas de derecha y el aislamiento de éstos, resultado de las acciones conjuntas de comunistas y socialistas. La unidad de la clase obrera no fue fruto de acuerdos sin principio entre diferentes grupos y tendencias, sino resultado de la lucha de las amplias masas de la clase obrera, bajo la dirección de los comunistas, por un partido único de la clase obrera capaz de impulsar dichos países hacia el socialismo.

La base ideológica del partido obrero único es la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo. Los comunistas han opuesto una resistencia decidida a las tentativas de crear la unidad con perjuicio de los principios del marxismo-leninismo. En Polonia y en otros países había quienes hablaban de la necesidad de la «penetración recíproca» de las concepciones comunistas y socialistas, de la «síntesis» de ambas concepciones, del «revisionismo» recíproco en cuanto a la actividad pasada de ambos partidos. Se hablaba de la amnistía recíproca en relación con los errores pasados. De entenderla así, la unidad no puede ser sólida. La verdadera unidad exige de los socialistas la plena ruptura con su pasado oportunista, el reconocimiento pleno y la realización incondicional de todas las tesis programáticas, tácticas y organizativas del marxismo-leninismo.


***

La experiencia del partido bolchevique pone de manifiesto que el partido revolucionario del proletariado, si quiere lograr la victoria, debe luchar incansablemente contra todas las desviaciones de la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo, luchar contra el oportunismo. El partido bolchevique, partido de nuevo tipo, ha crecido, se ha fortalecido y templado en las luchas contra el oportunismo. En la «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» se dice:

«La historia del partido nos enseña, además, que el triunfo de la revolución proletaria es imposible sin el aplastamiento de los partidos pequeño burgueses que actúan dentro de las filas de la clase obrera y empujan a las capas rezagadas de ésta a echarse en brazos de la burguesía, quebrantando con ello la unidad de la clase obrera». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

El partido bolchevique llevó una lucha incansable contra los oportunistas de toda laya y con los que querían la conciliación con ellos. Precisamente por eso fue capaz de conquistar la dictadura del proletariado y lograr la victoria del socialismo. La lucha en dos frentes: contra el oportunismo de derecha y contra el de «izquierda», que se encubre con frases pseudorevolucionarias, fue una ley de desarrollo de nuestro partido. Esta lucha es también ley de desarrollo de los demás partidos comunistas. En 1925, en una carta a Mert, el camarada Stalin decía refiriéndose al Partido Comunista de Alemania:

«El Partido Comunista (bolchevique) de Rusia se ha desarrollado siempre por las contradicciones, es decir, en la lucha se ha fortalecido, forjando verdaderos cuadros. Al Partido Comunista de Alemania le espera el mismo camino de desarrollo mediante las contradicciones, mediante una lucha verdadera, seria y prolongada contra las tendencias no comunistas, particularmente contra las tradiciones socialdemócratas, las de los partidarios de Brandler y otras». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Mert, 1925)

Basándose en la experiencia del Partido Comunista (bolchevique), el camarada Stalin llamaba a los partidos comunistas de todos los países a llevar una lucha decidida e irreconciliable contra los vestigios socialdemócratas, contra el oportunismo. En julio de 1924, el camarada Stalin intervino en la Comisión Polaca de la Komintern para desenmascarar la lucha contra el oportunismo por el llamado método suavizado. El camarada Stalin dijo entonces que era éste el mismo método con el que «luchaba» contra el oportunismo la socialdemocracia alemana y dio por resultado, a fin de cuentas, el triunfo del oportunismo:

«El Partido Comunista (bolchevique) de Rusia lucha contra el oportunismo empleando el probado método del aislamiento decidido de los líderes oportunistas. Y logró que venciera el marxismo revolucionario, con lo que el partido adquirió una solidez excepcional. Pienso que las lecciones del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia deben ser aleccionadoras para nosotros. El método de lucha recomendado por Kostrzhvaia es un resabio del oportunismo socialdemócrata. Ese método está preñado del peligro de escisión del partido». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el Partido Comunista de Polonia; discurso pronunciado en la reunión de la Comisión Polaca de la Komintern, 1924)

El camarada Stalin explicó que la lucha contra el oportunismo no puede reducirse a tomar medidas de organización. Toda la experiencia del partido bolchevique demuestra que contra el oportunismo debe desplegarse ante todo la lucha ideológica. Cuando Trotski emprendió uno de sus ataques contra el partido bolchevique, el camarada Stalin planteó ante todo la tarea de enterrar al trotskismo como corriente ideológica. La derrota ideológica del trotskismo fue una condición necesaria para la lucha triunfante por la victoria del socialismo en la Unión Soviética. Sólo después de que el trotskismo fue desenmascarado definitivamente como tendencia ideológica y aislado por completo, el partido terminó con él desde el punto de vista organizativo.

El camarada Stalin escribía:

«Para desautorizar a Trotski y a sus partidarios, nosotros, los bolcheviques rusos, desplegamos una campaña intensiva de esclarecimiento de nuestros principios, en favor de los fundamentos del bolchevismo y contra los fundamentos del trotskismo, aunque, de juzgar por la fuerza y el peso específico del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, hubiéramos podido pasarnos sin dicha campaña. ¿Fue necesaria aquella campaña? Lo fue indiscutiblemente, pues en ella educamos en el espíritu del bolchevismo a centenares de millares de nuevos miembros del partido –y a muchos que no lo eran–». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Mert, 1925)

La lucha en dos frentes –contra los oportunistas de derecha y los de «izquierda»– no significaba, sin embargo, que en cada momento dado ambas formas representan el mismo peligro para el partido. En la «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» se demuestra que el partido concentraba todo su fuego en cada etapa contra el principal peligro oportunista. Allí también se nos descubre que la diferencia entre los oportunistas de derecha y los de «izquierda» es puramente formal y no existe en el fondo. Los «otsovistas» eran los liquidadores vueltos del revés. Los trotskistas y los zinovievistas encubrían con chillonas frases «izquierdistas» su naturaleza capituladora; el grupo de Bujarin y Rýkov ya no podía enmascarar su esencia capituladora y defendía abiertamente a las fuerzas reaccionarias del país, ante todo, a los kulaks.

Los partidos comunistas de los países extranjeros han seguido la experiencia del partido bolchevique en la lucha contra el oportunismo y han logrado considerables éxitos en la aglutinación y reforzamiento de sus filas. Pero la lucha contra el oportunismo también hoy la tienen planteada los partidos comunistas de los países extranjeros como una tarea combativa del día. El proletariado no se halla separado por una barrera de las demás clases. A sus filas afluyen ininterrumpidamente elementos salidos de los medios pequeño burgueses, que traen consigo el espíritu de la vacilación y la inseguridad, el espíritu del oportunismo. En el Estado Mayor de combate, en la fortaleza del proletariado, en el partido, penetran traidores y capituladores. Es sabido que las fortalezas se toman con mayor facilidad desde dentro. El oportunismo de derecha y el de «izquierda» continúan representando un serio peligro para los partidos comunistas del extranjero, pues continúan existiendo las raíces de clase, las raíces sociales del oportunismo. Los partidos comunistas de los países extranjeros actúan en medio de una enconada lucha de clases que no puede por menos de reflejarse en el seno de los mismos.

Lo dicho no sólo se refiere a los partidos comunistas de los países capitalistas, sino también a los de los países de la democracia popular. La lucha de clases toma en estos países formas particulares, que se distinguen de la lucha de clases en los países capitalistas. Pero esto no quiere decir que no tenga lugar. Más aún: la lucha de clases en los países de la nueva democracia se hace más intensa, pues dichos países dan serios pasos hacia el socialismo. En tales circunstancias los elementos oportunistas se activan en el seno de los propios partidos comunistas. El partido bolchevique se hizo fuerte porque depuró sus filas de elementos oportunistas. Librarse infatigablemente de los elementos oportunistas, luchar continuamente contra todas las tendencias y grupos hostiles y en el proceso de esta lucha, forjar la unidad monolítica de sus filas: tal es la conclusión que se saca de la experiencia histórica del partido bolchevique.

La experiencia del partido bolchevique enseña que la educación de los cuadros dirigentes y de los líderes de los partidos comunistas es una tarea importante. Al organizar el partido, Lenin, aglutinó ante todo su núcleo fundamental, formado de dirigentes, de revolucionarios profesionales que no tenían más ocupación que el trabajo del partido y que poseían el mínimo indispensable de conocimientos teóricos, de experiencia política y de hábito de organización. En torno al núcleo de revolucionarios profesionales deben agruparse cuadros más amplios del partido. Lenin y Stalin, en todas las etapas del desarrollo del Partido Comunista (bolchevique) se apoyaban en este fuerte núcleo bolchevique. Después de la muerte de Lenin, en torno a Stalin y en la lucha contra los grupos antileninistas enemigos, se formó el núcleo dirigente del partido bolchevique, que defendió la gran bandera de Lenin, agrupó el partido en torno a sus legados y llevó al pueblo soviético a la victoria del socialismo.

Sobre la base de la experiencia del partido bolchevique, bajo la dirección de la Komintern, los partidos comunistas forjaron sus cuadros revolucionarios. El camarada Stalin decía:

«Es necesario que el partido sepa elegir para su grupo revolucionario fundamental los mejores elementos entre los combatientes de vanguardia, lo bastante fieles para ser los verdaderos representantes de las aspiraciones del proletariado revolucionario y lo bastante expertos para ser los verdaderos jefes de la revolución proletaria, capaces de aplicar la táctica y la estrategia del leninismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre las perspectivas del Partido Comunista de Alemania y su bolchevización, 1925)

La experiencia del partido bolchevique demuestra que gran importancia tiene el que los dirigentes del partido sean de procedencia obrera. En 1905, en el IIIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, Lenin decía ya que incluir a los obreros en los comités del partido era una importante tarea política:

«Los obreros tienen instinto de clase, y con un poco de práctica se hacen muy pronto firmes socialdemócratas [así se denominaban los marxistas revolucionarios hasta después de la Primera Guerra Mundial que se les llamó comunistas para diferenciarse de los socialdemócratas de la II Internacional – Anotación de Bitácora (M-L)]». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informes al IIIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, 1905)

A propuesta de Lenin, el IIIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia dio la indicación a las organizaciones del partido de cuidarse de:

«Destacar de la masa obrera el mayor número posible de obreros capaces de dirigir el movimiento y las organizaciones locales como miembros de los centros locales y del centro de todo el partido». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informes al IIIº Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, 1905)

Basándose en la experiencia del Partido Comunista (bolchevique), el camarada Stalin enseña a llevar audazmente a elementos obreros a los puestos de dirección del partido. El camarada Stalin rechazaba enérgicamente las elucubraciones, según las cuales, los nuevos líderes de los partidos comunistas procedentes de la clase obrera no sabrían cumplir sus tareas por falta de conocimientos teóricos y de experiencia de trabajo de partido:

«Pienso que esta circunstancia no puede tener una importancia decisiva. En la vida del Partido Comunista (bolchevique) ha habido casos en que al frente de las organizaciones provinciales se hallaban obreros con insuficiente preparación teórica y política. Sin embargo, estos obreros resultaron mejores líderes que muchos intelectuales, privados del necesario instinto revolucionario. Es del todo posible que al principio las cosas no vayan del todo bien con los nuevos líderes, pero eso no es nada fatal; en cuanto den uno o dos tropezones aprenderán a dirigir el movimiento revolucionario. Los líderes nunca caen del cielo ya hechos. Se desarrollan en el proceso de la lucha». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el Partido Comunista de Polonia; discurso pronunciado en la reunión de la Comisión Polaca de la Komintern, 1924)

Notas

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