miércoles, 1 de abril de 2015

Las democracias populares en Europa del Este; Hilary Minc, 1950

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«La teoría de la dictadura del proletariado es la parte fundamental y central de la ciencia del marxismo-leninismo. Marx y Engels crearon la teoría de la dictadura del proletariado, establecieron teóricamente la necesidad de romper la máquina del Estado burgués y demostraron que, como resultado de la revolución proletaria, el contenido propio de la época de transición del capitalismo al comunismo sólo puede ser la dictadura del proletariado». (Hilary Minc; Las democracias populares en Europa del Este, 1949)


Introducción de «Bitácora (M-L)»

La presente obra pertenece al polaco marxista-leninista Hilary Minc, una de las figuras más importantes de la República Popular de Polonia. Llegó a ocupar el cargo de Ministro de Industria y Comercio, lo que nos indica su relevancia dentro del país en el periodo de Bolesław Bierut. Fue una figura de la política polaca socialista que fue degradada del Partido Obrero Unificado Polaco en 1956 ya bajo mandato del revisionista Gomulka, y totalmente expulsado del partido en 1959.

El autor explica las pautas seguidas para el desarrollo de los procesos de Europa del Este de construcción del socialismo, lo que entonces se llamó democracias populares; procede a aclarar varios puntos fundamentales para entender el desarrollo de la misma democracia popular, limitando así las especulaciones que sobre todo antes de 1948 se hicieron dentro del Partido Obrero Unificado Polaco. Entre los máximos dirigentes marxista-leninistas polacos existía una preocupación por llegar cuanto antes a las masas y explicar  tales líneas ante las masas. Esa necesidad nacía del hecho de que en el POUP se acababa de liquidar una tendencia de elementos derechistas y nacionalistas como Władysław Gomułka o Marian Spychalski; de hecho se nos insistirá durante el documento sobre la lucha contra el oportunismo en el partido marxista-leninista polaco como único medio para superar las deficiencias del pasado, salvaguardar la pureza del marxismo-leninismo y asegurar el correcto camino al socialismo de Polonia.

En toda la obra nos encontraremos con un repaso de la trascendencia histórica de la dictadura del proletariado, del Estado, etc, y de la gran importancia que supuso para el marxismo-leninismo el «pulimiento» del leninismo a estos conceptos y su puesta en práctica en la Unión Soviética bajo Lenin y Stalin. En el trabajo también habrá tiempo para la condena de los viejos conceptos revisionistas y reformistas ya superados que especulaban sobre el carácter de la democracia popular, aquí se incluían teorías tales como que: se puede «transitar al socialismo sin dictadura del proletariado», se puede lograr un Estado «intermedio» de armonía entre clases explotadoras y explotadas, o que se puede lograr un «equilibrio» entre economía privada y economía estatal socialista, entre las leyes de producción capitalistas y las leyes de producción socialistas.

Con la observación pausada de cada capítulo, se vuelve a ver la importancia para los marxista-leninistas de la dictadura del proletariado, ya que como se dice, se puede dar el que el poder político caiga en tus manos en ciertas circunstancias sin la dictadura del proletariado, pero no mantener ni profundizar en las tareas político-económicas a realizar que lleven al socialismo sin un previo establecimiento de esta, de hecho el no instaurarla tarde o temprano hará que los comunistas pierdan ese control político efímero. Se señalan las diferencias históricas entre el forjamiento de la dictadura del proletariado de un país como Polonia –ocupación nacional, bajo grado de guerra civil en la toma del poder, y estancia del Ejército Rojo soviético–, y se compara con la experiencia de la Unión Soviética –situación internacional beneficiosa, alto grado de guerra civil a la toma de poder, invasión imperialista–. Se repasa el concepto leninista de liberación nacional contraponiéndolo con el concepto reaccionario de Rosa Luxemburgo que negaba la existencia de la misma, el autor subraya que este hecho –la ineludible etapa de liberación nacional en estos países– no cambia en absoluta la necesidad de que estos países necesitasen igualmente profundizar en sus procesos y llevar la revolución socialista ininterrumpidamente. También se hace un análisis fiel de la NEP –Nueva Política Económica–, comentando que todo país tiene lecciones que aprender de esta –no quemar etapas al estilo anarquista–, pero se recuerda al lector, que la NEP era un táctica donde se: «admite la lucha entre los elementos socialistas y capitalistas y que se propone el triunfo de los elementos socialistas sobre los elementos capitalistas», no habiendo pues, igualdad posible entre los dos elementos, entre el camino capitalista y el socialista. Por tanto la explicación de la NEP y la cierta relación con el proceso polaco es a su vez una crítica tanto al izquierdismo –que pretende saltarse etapas– como al derechismo –que pretende estancar las etapas– en la destrucción del capitalismo.

El propio autor recalca que en esa época las democracias estaban aún en la primera fase socialista –donde aún existen clases antagónicas y la colectivización sólo está iniciada–. Recalca la existencia de condiciones históricas que suponen un lastre para pasar a la segunda etapa del socialismo de la Unión Soviética –el llamado socialismo victorioso; sin clases antagónicas–.

Para demostrar ejemplos de estos inconvenientes, se comentan factores a tomar en cuenta como podría ser la pobre disposición del partido comunista en Polonia tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, a diferencia de los clásicos partidos burgueses con más influencia y notoriedad histórica en la población.

Se resalta la necesidad de comprender tanto la hegemonía de la clase obrera en cualquier proceso –sea guerra de liberación nacional, construcción del socialismo o el que sea– como de que su partido debe ganar su rol de liderazgo entre las masas, siendo esto la única garantía para resolver estas etapas previas pendientes, la etapa de construcción socialista y así hasta el comunismo. Se subraya entonces que no puede haber sitio para especulaciones teóricas ni mucho menos prácticas que cuestiones la misión de la clase obrera y su partido. Esto se decía claramente en relación a la negativa experiencia yugoslava de que el frente popular debía sustituir al partido comunista como dirigente de la sociedad, por eso Hilary Minc comenta que los enemigos de clase han tratado y tratarán siempre de atacar el rol del partido comunista en cualquier proceso, incluso sembrando ideas confusas entre sus miembros si les es posible.

Igualmente, tras muchos excelentes esfuerzos y la puesta fuera de la legalidad de estos partidos; Hilary Minc tiene en cuenta la todavía existencia de partidos agraristas que en palabras del autor es algo: «útil en la etapa actual de desarrollo de la democracia popular» por su ayuda a liquidar los partidos burgueses, pero que esto no podía prolongarse en la segunda etapa, ya que el multipartidismo es, en palabras de Stalin, «algo que sólo puede existir en una sociedad en la que existen clases antagónicas», y cita una frase de Dimitrov donde alude que en los países de democracia popular lejos de impulsar el desarrollo social progresista hacia la existencia de mil partidos, la línea de desarrollo social progresista lleva a estos países y regímenes hacia «la eliminación de todos los remanentes del sistema capitalista de explotación, y esto conducirá al establecimiento de un partido político unificado que dirigirá el Estado y la sociedad».

Se comentan otros factores históricos que hacen que estas revoluciones transiten más rápido en otros ámbitos: debido a la ayuda económica de la Unión Soviética estos países –algunos con reticencias feudales como Polonia o Albania– no necesitan una extensión del capitalismo, sino que con la ayuda sobre todo industrial de los países del campo socialista, podrán extender sus fuerzas productivas más rápido de lo esperado y transitar directamente al socialismo sin pasar por la etapa capitalista de desarrollo, de hecho esta ayuda material significó que estos países de democracia popular –sumado a las tareas económicas realizadas por su cuenta– lograran restaurar los datos industriales de la guerra en un período de tiempo corto –restauración además posible a la no directa intervención imperialista garantizada por la Unión Soviética–, así mismo se tenía la experiencia de los fallos y errores del primer Estado socialista de la historia.

Todo esto tiraba abajo las teorías de los revisionistas Eugen Varga, Sejfulla Malëshova, Tito, Mao Zedong o Earl Browder, quienes afirmaban que las democracias populares debían ser híbridos de Estados entre clases explotadas y explotadoras nacionales, un término medio entre capitalismo y socialismo –ideas del viejo reformismo y también de viejos revisionismos–; que los países con remanentes feudales y semifeudales solo tenían un camino que era desarrollar el capitalismo si deseaban transitar al socialismo –esto viraba en torno a la vieja teoría trotskista-menchevique de las fuerzas productivas–; siempre intentando unir viejas doctrinas y filosofías nacionalistas-burguesas –intentando buscar nexos hasta de la herencia  más reaccionaria con el marxismo-leninismo–, y siempre relacionado todo con la idea de buscar una «tercera vía» al socialismo –saltándose las leyes de la construcción del socialismo–. Negaban por tanto los programas de la Komintern, Kominform, y los escritos de Lenin y Stalin sobre los países coloniales y semicoloniales, renegaban también de la propia experiencia en las repúblicas asiáticas más atrasadas de la Unión Soviética o de los países de las democracias populares de Europa del Este que eludían dicho periodo de desarrollo del capitalismo limitando a las clases explotadoras y paulatinamente eliminándolas como clase y que alzaban tales gobiernos como gobiernos donde se iba cristalizando la dictadura del proletariado y con tales transformaciones el fin de las clases explotadoras y el capitalismo.

En palabras del autor, esta obra estaba destinada a hacer entender que las democracias populares y su línea de desarrollo se basaba en: «hacer un esfuerzo para hacer que el actual retraso histórico sea superado, y con ello ponerse al día con la Unión Soviética» marchando al comunismo.

***

Por último comentar que en especial los escritos económicos de Hilary Minc son un verdadero zarpazo para las teorizaciones contemporáneas y futuras de los economistas de las distintas ramas del revisionismo moderno, cuyas formulaciones dejan al descubierto que las teorizaciones económicas –al igual que en cualquier otro campo– de los distintos revisionismos acaban siempre por parecerse y coincidir. Por ello cuando nos sea posible, os traeremos sus trabajos sobre la planificación económica socialista. Obras de Hilary Minc como: «En lo concerniente a la base de la planificación de las democracias populares» de 1949 o el escrito conjunto de Hilary Minc-Bolesław Bierut: «Sobre el plan sexenal en polaco» de 1950 creemos que son imprescindibles para entender el desarrollo de la economía de los países socialistas de 1944-1953. De hecho el desconocimiento sobre el funcionamiento de la economía socialista de estos países y de los textos de los economistas marxista-leninistas de aquella época, ha dado pie a que a día de hoy los pretendidos «marxista-leninistas» no sepan diferenciar o peor; digan con toda certeza que «no observan» diferencia alguna entre la economía socialista de la Polonia de Bierut, de la Polonia revisionista-capitalista de Władysław Gomułka, Edward Gierek o Wojciech Jaruzelski.

Notas

[1] Lectura Online AQUÍ o Descarga AQUÍ.

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