miércoles, 1 de abril de 2015

Stalin reprendiendo la falta de autonomía y seguidismo de los dirigentes chinos; o la refutación de las calumnias de los revisionistas modernos sobre Stalin y las relaciones con los partidos hermanos


«La delegación china declara que el Partido Comunista de China se someterá a las decisiones del Partido Comunista de la Unión Soviética. Para nosotros, esto nos parece extraño. El partido de un Estado sometiéndose al partido de otro Estado. Ello nunca ha sucedido y es impermisible. Es cierto, que ambos partidos deben someterse primero ante sus respectivos pueblos, y que a partir de esto deben consultar el uno con el otro sobre ciertas cuestiones, ayudarse el uno al otro, y en la dificultad unirse ambos. Entonces la reunión del Politburó con sus participantes sirve como una de las formas de asociación entre nuestros partidos. Y esto tiene que ser así.

Estamos muy agradecidos por tal honor, pero algunas ideas no son aceptables y queremos señalarlas. Esto es un consejo de amigo. Esto es así solo en palabras sino en hechos también. Podemos darles consejos, pero no podemos dar órdenes ya que estamos insuficientemente informados acerca de la situación en China, ni siquiera podemos compararnos con ustedes en el conocimiento de todos los matices de la situación, pero, sobre todo, no podemos dar órdenes porque los asuntos de China, deben resolverse totalmente por parte de ustedes. No podemos resolverlos por ustedes.

Ustedes tienen que entender la importancia de su posición y que la misión que han tomado sobre sus espaldas tiene un significado sin igual en la historia. Y esto no pretende ser un cumplido. Esto solo sirve para demostrar lo grande que es su responsabilidad y la importancia histórica de su misión.

El intercambio de opiniones entre nuestros dos partidos es esencial, pero a nuestro juicio no debe ser interpretado como órdenes. Los partidos comunistas de otros países pueden rechazar nuestras sugerencias. También nosotros podemos rechazar las sugerencias de los partidos comunistas de otros países». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Obras Completas, Tomo 18; De la conversación con la delegación del Comité Central del Partido Comunista de China en Moscú, 11 de julio 1949)

Anotaciones de la edición:

Nota: Iósif Stalin expresa asombro por la postura de sumisión completa de los comunistas chinos a las decisiones de la Unión Soviética, y esta postura es a efecto de la directiva de Mao Zedong contenida en el informe del 4 de julio de 1949 que fue entregada a la delegación del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética de la mano de la delegación del Comité Central del Partido Comunista de China. La llamada: «Sobre la relación entre el PCCh y el PC(b)URSS», se afirma en el documento, que tanto Mao Zedong como el PCCh son de la opinión de que:

«El Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética es la sede principal del movimiento comunista internacional y el Partido Comunista de China una sede en una única dirección. Los intereses de un partido deben estar al servicio de los intereses internacionales, y por lo tanto el PCCh inequívocamente acepta las decisiones del PC(b)URSS, a pesar de que la Komintern ya no existe y el PCCh no es parte de la Kominform [Stalin después de haber leído el informe escribe: ¡No!] Sin en algunas cuestiones surgen diferencias en los puntos de vista, el PCCh explicando su punto de vista deberá someterse y llevar a cabo con decisión las decisiones del PC(b)URSS. [Stalin: ¡No!]. Creemos que debemos estrechar lazos tan cerca como sea posible entre los dos partidos, enviar representantes políticos de mutuo acuerdo con el fin de resolver las cuestiones que preocupan a ambos partidos y lograr un mejor entendimiento entre nuestros partidos [Stalin: ¡Si!]. Queremos que el Comité Central del PC(b)URSS y el camarada Stalin nos puedan dar sin reservas sus directivas y críticas del trabajo y las políticas del PCCh». (Partido Comunista de China: Sobre la relación entre el PCCh y el PC(b)URSS, 4 de julio de 1949)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

Existe un registro muy parecido de aquellas desviaciones de los dirigentes chinos:

«Nosotros», dijo Liu Shao-chi, «no deberíamos trasladar nuestras tareas a la URSS y asumir que solo bajo esta condición podemos cumplirlas. Las llevaremos a cabo de acuerdo con las instrucciones del Comité Central del PCUS y el camarada Stalin». A esto, Stalin comentó: «No digas constantemente: «Stalin, Stalin». Stalin puede morir. Si muero, ¿qué pasará entonces? Pronto tendré 70 años, por lo que la muerte siempre es posible. Moriré, pero el partido vivirá. Cuando las personas mayores mueren, aparecen otras nuevas». Y repitió lo que había escuchado más de una vez de Stalin: «Nunca me gustaron los aduladores, y cuando me siento halagado mucho, me siento asqueado». (...) Poco después de que la delegación de Liu Shao-chi regresase a Beijing de Moscú, Mao Zedong y sus asociados comenzaron a enfatizar cada vez más insistentemente las condiciones especiales bajo las cuales tuvo lugar la lucha revolucionaria en China. El propósito de estas declaraciones era claro: tenían la intención de demostrar la inadecuación para China y otros países asiáticos de la teoría y la práctica de la lucha revolucionaria en Rusia, la Unión Soviética y los países europeos de la democracia popular. Mao declaró sin rodeos: como el PCCh había rechazado anteriormente la experiencia de hacer la guerra sobre la base de la teoría de Chiang Kai-shek, ahora rechazaba la opinión errónea de que es necesario estudiar la experiencia de la revolución en Rusia. (...) Mao se limitó solo al estudio de la experiencia de la guerra –después de todo, él había presentado desde hace mucho tiempo la consigna: «el poder nace del fusil»–. Pronto me convencí: las repetidas declaraciones de Mao Zedong y Liu Shao-chi de que el PCCh siempre aprenderá del PCUS y obedecerá sus decisiones fueron realmente solo una adulación (como Stalin sospechó), además, de un engaño deliberado». (I.V. Kovalev; Con una misión en China, 1997)

Este tipo documentos refutan de una vez por todas las calumnias que Mao Zedong y todos los revisionistas chinos difundieron mundialmente a partir de la muerte de Stalin en 1953. Refutemos dos en especial: 

1) La teoría de que Stalin había impuesto en los partidos comunistas de todo el mundo un cuadro general en el cual la base era satisfacer las opiniones chovinistas de Stalin, no albergando independencia alguna los distintos partidos comunistas de la línea 
«stalinista» de Moscú, y causando un descontento en los mismos partidos y países por tal régimen:

«Como ya hemos dicho, en Stalin aparecieron ciertas tendencias chovinistas de gran nación en las relaciones con partidos y países hermanos. La esencia de estas tendencias estaban en no tomar en consideración realmente la independencia y la igualdad a tratar con los diversos partidos comunistas de los países socialistas en los marcos internacionales de unión. (...) Los errores cometidos por Stalin han suscitado un serio descontento en los pueblos de ciertos países de Europa Oriental». (Renmin Ribao; Una vez más sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 29 de diciembre, 1956)

2) La infamia de que Stalin no dejaba expresarse a los miembros de los partidos comunistas, y que sus representantes en su presencia solo debían limitarse escuchar en su presencia los designios y deseos del «gran tirano», a diferencia de la «era Jruschov» donde todos discutían libremente en paz y armonía –nótese el extremo oportunismo y la ironía de la tesis:

«Hablando de cólera, yo todavía tengo una cólera reprimida, principalmente contra Stalin. Pero no la he traído a colación, e incluso hoy sólo diré que estoy enojado y lo dejaré ahí. (...) El desarrollo de la Unión Soviética ha sido como una curva y ha progresado dialécticamente. De la dialéctica de Lenin, pasando por la forma –parcial o esencialmente– metafísica de pensar de Stalin, ahora ha regresado a la dialéctica. (...) Durante la época de Stalin nadie se atrevía a hablar. He venido a Moscú dos veces: la primera fue deprimente. Pese a todo ese discurso sobre «partido hermanos», realmente no había igualdad. Ahora siento que hay una atmósfera de igualdad». (Mao Zedong; Discurso en la reunión de los partidos comunistas y obreros de los países socialistas, 14 de noviembre, 1957)

Una vez más el Partido del Trabajo de Albania y Enver Hoxha serían los que defendieran el honor del líder georgiano de las calumnias de los revisionistas chinos. La siguiente cita finiquita estas teorías –aunque por supuesto el presente documento sino-soviéticos de 1949 tampoco deja lugar a réplica–: 

«En la Conferencia de los partidos comunis­tas y obreros que tuvo lugar en Moscú en 1957, es decir, antes de la Conferencia de los 81 partidos, Mao Zedong con el fin de respal­dar a Jruschov que estaba traicionando el marxismo-leninis­mo, dijo abiertamente, con desprecio e ironía que, cuando se encontró con Stalin, se sintió como «un pequeño alumno frente al maestro». Con esto Mao Zedong pretendía defender, y de hecho de­fendió, las calumnias de Jruschov sobre el «culto a Stalin», que supuestamente habría considerado al «gran Mao Zedong» como un muchacho. Se trataba de un ataque de Mao Zedong contra Stalin. Esto lo digo plenamente convencido, porque, en el primer contacto que tuve con Stalin, cuando yo todavía era muy joven y estaba emocionado, Stalin, con aquella actitud suya tan humana, con el amor y el respeto que manifestaba por el camarada, me trató de igual a igual y desde el comienzo del encuentro se mostró tan cordial, que de inmediato venció mi timidez». (Enver Hoxha; ¿Dónde estaba y donde va China?; Reflexiones sobre China, Tomo II, 1 de abril de 1976)

A todo esto: ¿cual era los objetivos de estas viles invenciones?:

«¿Qué conclusión podemos sacar de estos actos de Mao Zedong? Que Mao Zedong estaba en contra de Stalin y que, junto con sus compañeros, trabajaba por elevar su propio culto. Intentaban que Mao Zedong substituyese a Stalin, «derrocado y mancillado» por los traidores, en la fila de los grandes marxistas del movimiento comunista internacional. Mao Zedong pensaba que, a cambio de la ayuda que prestaba a Jruschov en este caso, este favorecería el nuevo culto a Mao Zedong y que China se convertiría en centro de la revolución. «Sopla el viento del Este», «El Este es rojo», «Mao Zedong es el sol que ilumina él mundo»; éstos eran los slogans que lanzaba la propaganda china en aquel entonces». (Enver Hoxha; ¿Dónde estaba y donde va China?; Reflexiones sobre China, Tomo II, 1 de abril de 1976)

El revisionismo chino como cualquier revisionismo, a estas alturas se pueden demonstrar la inconsistencia de prácticamente todos los mitos que ha creado en torno a Stalin.

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