martes, 7 de abril de 2020

Los bolcheviques y su punto de vista sobre la federación como solución en la cuestión nacional


«En el libro de Lenin «El Estado y la revolución» de agosto de 1917, el partido, en la persona de Lenin, da el primer paso serio hacia el reconocimiento de la admisibilidad de la federación como forma transitoria «hacia una república centralizada». (…) Esta evolución del punto de vista de nuestro partido en cuanto a la federación estatal obedece a tres causas. Primera causa: al estallar la Revolución de Octubre, muchas nacionalidades de Rusia se encontraban, de hecho, completamente separadas y aisladas unas de otras, y por ello la federación resultó ser un paso adelante para acercar, para unir a las aisladas masas trabajadoras de esas nacionalidades. Segunda causa: las formas mismas de federación que se perfilaron en el proceso de la construcción del régimen soviético no resultaron ser, ni mucho menos, tan contradictorias a los objetivos del acercamiento económico de las masas trabajadoras de las nacionalidades de Rusia como lo pareciera en un principio; más aún, resultó que no contradecían en absoluto a estos objetivos, como lo ha demostrado posteriormente la práctica. Tercera causa: el peso específico del movimiento nacional resultó ser mucho mayor y el camino hacia la unión de las naciones mucho más complejo de lo que pareciera antes, en el período anterior a la guerra o en el período precedente a la Revolución de Octubre». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Notas a la obra: Contra el federalismo de 1917, 1924)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

«La república federal sigue siendo incluso ahora, considerada en conjunto, una necesidad en el inmenso territorio de los Estados Unidos, aunque en el Este comienza ya a ser un obstáculo. Representaría un progreso en Inglaterra, donde cuatro naciones pueblan las dos islas y donde, a pesar de no haber más que un parlamento, coexisten tres sistemas de legislación. (...) Para Alemania, una organización federal al estilo suizo sería un regreso considerable. (...) Por lo demás, se puede incluso, en caso extremo, esquivar el problema de la república. Ahora bien, lo que, a mi juicio, debería y podría figurar en el programa es la reivindicación de la concentración de todo el poder político en manos de la representación del pueblo. Y eso sería, por el momento, suficiente, ya que no se puede ir más allá». (Friedrich Engels; Contribución a la crítica del proyecto de programa socialdemócrata, 1891)

«El derecho de autodeterminación de las naciones significa exclusivamente el derecho a la independencia en el sentido político, a la libre separación política de la nación opresora. Coneretamente, esta reivindicación de la democracia política significa la plena libertad de agitación en pro de la separación y de que ésta sea decidida por medio de un referéndum de la nación que desea separarse. Por tanto, esta reivindicación no equivale en absoluto a la de separación, fraccionamiento y formación de Estados pequeños. No es más que una expresión consecuente de la lucha contra toda opresión nacional. Cuanto más se acerque el régimen democrático del Estado a la plena libertad de separación, más raras y débiles serán en la práctica las aspiraciones de separación, pues son indudables las ventajas de los Estados grandes, tanto desde el punto de vista del progreso económico como desde el punto de vista de los intereses de las masas, con la particularidad de que esas ventajas crecen sin cesar al mismo tiempo que el capitalismo. El reconocimiento de la autodeterminación no equivale al reconocimiento de la federación como principio. Se puede ser enemigo decidido de este principio y partidario del centralismo democrático, pero preferir la federación a la desigualdad nacional, viendo en aquélla el único camino capaz de conducir al pleno centralismo democrático. Precisamente desde este punto de vista, Marx, que era centralista, prefería incluso la federación de Irlanda con Inglaterra al sometimiento violento de Irlanda por los ingleses». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin;  La revolución socialista y el derecho a la autodeterminación, 1916)

«De todas las uniones federativas existentes, las más características del régimen democrático-burgués son las federaciones norteamericana y suiza. Históricamente se han formado de Estados independientes, a través de la confederación a la federación, con la particularidad de que, en la práctica, se han convertido en Estados unitarios, conservando sólo la forma del federalismo. Todo este proceso de desarrollo –de la independencia al unitarismo– ha pasado por una serie de actos de violencia, de opresión y de guerras nacionales. Baste recordar la guerra de los Estados norteamericanos del Sur contra los del Norte y la guerra del Sonderbund contra los demás cantones de Suiza. No se puede dejar de señalar que los cantones de Suiza y los Estados de Norteamérica no se estructuraron según el principio nacional, y ni siquiera según el económico, sino de modo enteramente fortuito, en virtud de la ocupación casual de unos territorios u otros por los emigrantes colonos o las comunidades agrícolas. (...) La Federación que se estructura ahora en Rusia ofrece, debe ofrecer, un cuadro completamente distinto. (…) Las regiones que se han perfilado en Rusia son unidades definidas en el sentido de su modo de vida y de la composición nacional. Ucrania, Crimea, Polonia, la Transcaucásica, el Turkestán, la Región Central del Volga, el territorio de Kirguizia, se distinguen del centro, no solo por su ubicación geográfica –¡la periferia!–, sino también como territorios económicos íntegros. (…) No son territorios libres a independientes, sino unidades incrustadas por la fuerza en un organismo político común a toda Rusia, unidades que ahora aspiran a obtener la libertad de acción necesaria, bajo la forma de relaciones federativas o de independencia completa. La historia de la «unión» de estos territorios es una sucesión ininterrumpida de actos de violencia y de opresión por parte de las antiguas autoridades de Rusia. (…) En las federaciones occidentales, la burguesía imperialista es la que dirige la estructuración de la vida del Estado. No hay nada de asombroso en que la «unión» no pudiera prescindir de la violencia. Aquí, en Rusia, por el contrario, es el proletariado, enemigo acérrimo del imperialismo, quien dirige la estructuración política. Por eso en Rusia se puede y se debe establecer el régimen federativo sobre la base de la libre unión. (…) Norteamérica como Suiza, no son ya federaciones: lo fueron en los años 60 del siglo pasado; de hecho, se han convertido en Estados unitarios desde las postrimerías del siglo XIX. (…) La estructuración de Rusia va en el sentido contrario. Aquí el forzoso unitarismo zarista es sustituido por el federalismo voluntario para que, con el transcurso del tiempo, este ceda su puesto a una agrupación, análogamente voluntaria y fraternal, de las masas trabajadoras de todas las naciones y pueblos de Rusia. (…) El federalismo en Rusia está llamado a desempeñar un papel de transición hacia el futuro unitarismo socialista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; La organización de la República Federativa de Rusia, 1917)

«La República Soviética de Rusia se instituye sobre la base de la unión libre de naciones libres, como Federación de Repúblicas Soviéticas nacionales. (...) Al mismo tiempo, en su propósito de crear una alianza efectivamente libre y voluntaria y, por consiguiente, más estrecha y duradera entre las clases trabajadoras de todas las naciones de Rusia, la Asamblea Constituyente limita su misión a estipular las bases fundamentales de la Federación de Repúblicas Soviéticas de Rusia, concediendo a los obreros y campesinos de cada nación la libertad de decidir con toda independencia, en su propio Congreso de los Soviets investido de plenos poderes, si desean, y en qué condiciones, participar en el gobierno federal y en las demás instituciones soviéticas federales». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado, 1918)

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