«La lucha por una cultura proletaria y contra la cultura burguesa y su influencia, es una cosa justa que todos nosotros debemos hacer. Pero, constatamos que en esta Revolución Cultural que se desarrolla en China hay algunas cosas chocantes. La cuestión principal es que «la cultura proletaria comienza y termina en China», «no hay nada mejor en el mundo». Para la propaganda china, los aspectos positivos y progresistas del pensamiento humano no tienen ningún valor, para ella ¡lo único que importa son las «ideas» de Mao Zedong y todo lo que sale de las manos de los chinos! Este espíritu, por el curso que están tomando los acontecimientos en China, no es sano y acarrea grandes peligros, del mismo modo que puede repercutir la exagerada persecución de los intelectuales allí, que nos recuerda las acciones de los yugoslavos y de su agente Kogi Xoxe en nuestro país contra los intelectuales para defender el «núcleo proletario», como decía Kogi Xoxe. Los camaradas chinos que, en muchas cosas, se muestran «ponderados», «lentos», que tienen como principio la «reeducación», que profesan la teoría de las «cien flores» y de las «cien escuelas», ahora han comenzado a hacer las cosas con el hacha grande. Estamos de acuerdo con que el hacha caiga en el sitio preciso y con gran fuerza, estamos de acuerdo con que sea utilizada la escoba, incluso una escoba grande, pero, según apreciamos nosotros, por lo menos a partir de la propaganda que se viene haciendo, la escoba está barriendo toda obra, toda creación literaria, sin tener en cuenta el contenido general progresista de la obra, la época en que ha sido concebida y el papel que ha jugado en aquellas circunstancias. Ni que decir de la literatura progresista mundial y la cultura progresista en general, que para los camaradas chinos no tiene ningún valor, siendo para ellos como un desierto. (...) Hasta ayer, estaba en vigencia la consigna de las «cien flores» y de las «cien escuelas». ¿Cómo fue aplicada y qué resultados dio? ¿Fue comprendida correctamente? ¿Hubo errores en su concepción y en su aplicación? El Comité Central del Partido Comunista de China no responde a estas preguntas. (...) Vemos como los estudiantes en China han cogido las riendas con los dientes y golpean a diestro y siniestro, hasta el punto de que la policía debe intervenir para restablecer el orden y despejar el terreno. Me parece que esto no es justo. Golpear, denunciar, calificar de reaccionarias incluso las cosas progresistas, únicamente porque son antiguas, y hacer esto en momentos revolucionarios y progresistas para tu pueblo, para la historia de tu pueblo, es muy erróneo. Asimismo, permitir a los estudiantes golpear y denunciar a todos los viejos intelectuales y científicos, sin distinción, es muy erróneo. También, permitir a los estudiantes, como se está haciendo en China, manifestar una xenofobia horrorosa, es un gran error, que no tiene nada en común con el internacionalismo proletario, y es no saber trazar la línea de demarcación entre los pueblos del mundo por un lado, y el imperialismo y el capitalismo mundial, por el otro, entre lo que es progresista y lo que es reaccionario. (...) La cultura y la ciencia progresistas revisten una importancia universal y nosotros, en tanto que comunistas, apoyándonos en nuestra ciencia marxista-leninista, que es universal, no echamos abajo la cultura y la ciencia progresistas mundiales de los diversos países y pueblos». (Enver Hoxha; Sobre el culto a Mao; Reflexiones sobre China, Tomo I, 9 de agosto de 1966)
Inicialmente, el maoísmo contenía un evidente liberalismo sobre la cuestión cultural:
«Se produce la campaña de las «cien flores y cien escuelas de pensamiento» que otorgaban el derecho de expresión política y cultural de la burguesía y pequeña burguesía bajo la excusa de que como parte del pueblo deben expresarse y resolver los conflictos sin métodos coercitivos». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de los marxista-leninistas contra el maoísmo: el caballo de Troya del revisionismo durante los 60 y 70 en el movimiento marxista-leninista, 1 de noviembre de 2016)
«Se produce la campaña de las «cien flores y cien escuelas de pensamiento» que otorgaban el derecho de expresión política y cultural de la burguesía y pequeña burguesía bajo la excusa de que como parte del pueblo deben expresarse y resolver los conflictos sin métodos coercitivos». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de los marxista-leninistas contra el maoísmo: el caballo de Troya del revisionismo durante los 60 y 70 en el movimiento marxista-leninista, 1 de noviembre de 2016)
La campaña liberal de las «cien flores» de 1957 fue anunciada así por Mao:
«Que se abran cien flores y que compitan cien escuelas» es la orientación para promover el desarrollo del arte y el progreso de la ciencia e impulsar el florecimiento de la cultura socialista de nuestro país. (...) Tratamos la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional como una contradicción en el seno del pueblo. (...) La burguesía y la pequeña burguesía exteriorizarán indefectiblemente su ideología. Se expresarán, obstinadamente y por todos los medios posibles, sobre las cuestiones políticas e ideológicas. No se puede esperar que actúen de otra manera. No debemos, recurrir a la coacción, impedirles que se manifiesten; por el contrario, debemos permitirles que lo hagan y, al mismo tiempo, debatir con ellos y someterlos a una crítica adecuada (...) Abogamos por una libertad bajo dirección y una democracia guiada por el centralismo, pero con esto no queremos decir en ningún sentido que, en el seno del pueblo, deban emplearse métodos coercitivos para resolver los problemas ideológicos y los problemas relativos a la distinción entre lo correcto y lo erróneo. Pretender solucionar estos problemas utilizando órdenes administrativas y métodos coercitivos no sólo sería inútil, sino perjudicial». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo; Obras Escogidas Tomo V, 27 de febrero, 1957)
En otro escrito, incluso reconocería abiertamente que era una idea fomentada en el antistalinismo:
«A Stalin se le escapó la conexión existente entre la lucha y la unidad de los contrarios. La mentalidad de ciertas personas en la Unión Soviética es metafísica; es tan rígida que, para ellas, esto es esto y lo otro es lo otro, sin que reconozcan la unidad de los contrarios. De ahí sus errores en lo político. Nosotros, por nuestra parte, nos atenemos firmemente al concepto de la unidad de los contrarios y adoptamos la política de: «que se abran cien flores y que compitan cien escuelas». Cuando se abren flores fragantes, es inevitable que aparezcan hierbas venenosas. Esto no tiene nada de temible y hasta es provechoso en determinadas condiciones». (Mao Zedong; Discursos en una conferencia de secretarios de comités provinciales, municipales y de región autónoma del partido; Obras Escogidas, Tomo V, discurso del 27 de enero, 1957)
Enver Hoxha describiría así dicha teoría de las «cien flores y las cien escuelas de pensamiento» y sus consecuencias inmediatas:
«Las concepciones revisionistas de Mao Zedong tienen su base en la política de colaboración y de alianza con la burguesía, que ha aplicado constantemente el Partido Comunista de China. También la línea antimarxista y antileninista de que «se abran 100 flores y compitan 100 escuelas» tiene su origen en esta política y es manifestación directa de la coexistencia de ideologías opuestas. Según Mao Zedong, en la sociedad socialista, paralelamente a la ideología proletaria, al materialismo y al ateísmo, hay que permitir la existencia de la ideología burguesa, el idealismo y la religión, hay que permitir que crezcan las «hierbas venenosas» a la par de las «flores fragantes», etc. Esta línea, según él, es indispensable para el desarrollo del marxismo, para abrir camino a los debates, a la libertad de opinión, pero en realidad, por medio de ella, él trata de echar los cimientos teóricos de la política de colaborar con la burguesía y de la coexistencia con su ideología. (...) Aquí no estamos ante discusiones académicas «científicas», sino ante una línea política oportunista contrarrevolucionaria que se ha opuesto al marxismo-leninismo, que ha desorientado al Partido Comunista de China, en cuyo seno han circulado ciento y pico puntos de vista e ideas y hoy existen en verdad «100 escuelas compitiendo». Esto ha hecho que las avispas burguesas revoloteen libremente por el jardín de las «100 flores» y viertan su veneno». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
En cambio, durante mediados de los años 60, la tendencia fue el extremo opuesto:
«Se hace tabla rasa con toda cultura progresista anterior y se presenta la nueva cultura proletaria como el equivalente al «Pensamiento Mao Zedong». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de los marxista-leninistas contra el maoísmo: el caballo de Troya del revisionismo durante los 60 y 70 en el movimiento marxista-leninista, 1 de noviembre de 2016)
Enver Hoxha advirtió a su partido de los peligros de tal concepto falso e infantil:
«La revolución cultural socialista es un problema muy serio, muy complicado. Debe ser dirigida por el partido con la mayor seriedad, y éste debe mantenerse vigilante en todo momento para controlar la línea, verificar su aplicación, corregir los errores, guardarse del izquierdismo y del derechismo. (...) Se crea la impresión de que todo lo viejo, sin distinción, en la cultura china y en la mundial, debe ser rechazado y debe ser creada una nueva cultura, la cultura que ellos llaman proletaria. Por tanto, se trata de la teoría cartesiana de hacer tabla rasa del pasado para construir la nueva cultura, y eso se llevará a cabo con las solas «ideas de Mao Zedong», leyendo sus obras y sus citas que hoy en China lo sustituyen todo». (Enver Hoxha; Algunas opiniones previas sobre la «Revolución Cultural Proletaria» china; Reflexiones sobre China, Tomo I, 14 de octubre de 1966)
Enver Hoxha advirtió a su partido de los peligros de tal concepto falso e infantil:
«La revolución cultural socialista es un problema muy serio, muy complicado. Debe ser dirigida por el partido con la mayor seriedad, y éste debe mantenerse vigilante en todo momento para controlar la línea, verificar su aplicación, corregir los errores, guardarse del izquierdismo y del derechismo. (...) Se crea la impresión de que todo lo viejo, sin distinción, en la cultura china y en la mundial, debe ser rechazado y debe ser creada una nueva cultura, la cultura que ellos llaman proletaria. Por tanto, se trata de la teoría cartesiana de hacer tabla rasa del pasado para construir la nueva cultura, y eso se llevará a cabo con las solas «ideas de Mao Zedong», leyendo sus obras y sus citas que hoy en China lo sustituyen todo». (Enver Hoxha; Algunas opiniones previas sobre la «Revolución Cultural Proletaria» china; Reflexiones sobre China, Tomo I, 14 de octubre de 1966)
Lenin criticó severamente este ultraizquierdismo que trataba de suprimir todo lo progresista de épocas anteriores en la cultura proletaria:
«La cultura proletaria no surge de fuente desconocida, no brota del cerebro de los que se llaman especialistas en la materia. Sería absurdo creerlo así. (…) El marxismo adquirió importancia histórica como ideología del proletariado revolucionario debido a que, lejos de desechar las más valiosas conquistas de la época burguesa, aprendió y reelaboró por el contrario, todo lo que había de precioso en el desarrollo más de dos veces milenario del pensamiento y la cultura humanos. Sólo la labor efectuada sobre esta base y en este sentido, animada por la experiencia de la dictadura del proletariado, que es la etapa última de su lucha contra toda explotación, puede ser considerada como el desarrollo de una cultura verdaderamente proletaria». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Las tareas de las ligas juveniles, 1920)
Poco después, el maoísmo volvería a manifestar fenómenos de su postura inicial, en concreto, con una condescendencia hacia la religión:
«La propaganda china da a entender abiertamente que en el país no se combate la religión, por eso habla de las fiestas religiosas, de las pascuas y del bairam, de las misas y de las ple-garias que tienen lugar en las iglesias y en las mezquitas de Pekín. La agencia Hsinhua informa que en la mezquita de Pekín se ha celebrado pomposamente el bairam y que en esta fiesta han participado todos los embajadores de los países musulmanes acreditados en China. ¡Prosigue la línea de demostrar al mundo que China está en el «tercer mundo», que apoya a los árabes y a los musulmanes, así como a su religión! ¡Bonita manera de respetar los principios!». (Enver Hoxha; En China se hace propaganda religiosa; Reflexiones sobre China, Tomo II, 18 de enero de 1973)
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