martes, 27 de octubre de 2015

Los cambios en las relaciones de clase y nuestras discrepancias; Stalin, 1929


«¿En qué consisten nuestras discrepancias? ¿A qué cuestiones se refieren?

Se refieren, ante todo, a los cambios en las relaciones de clase que se vienen produciendo últimamente en nuestro país y en los países capitalistas. Ciertos camaradas piensan que las discrepancias existentes en nuestro partido tienen un carácter casual. Esto es falso, camaradas, absolutamente falso. Las discrepancias existentes en el seno de nuestro partido provienen de los cambios operados en las relaciones de clase, se deben al recrudecimiento de la lucha de clases que se viene produciendo en estos últimos tiempos y que determina un viraje en la marcha de las cosas.

El error fundamental del grupo de Bujarin consiste en no ver estos cambios operados en las relaciones y este viraje, en no verlos y no querer advertirlos. Eso explica, en realidad, su incomprensión de las nuevas tareas del partido y de la Komintern, incomprensión que constituye el rasgo característico de la oposición bujarinista.

¿Habéis observado, camaradas, cómo, en sus discursos ante el Pleno del Comité Central y de la Comisión de Control Central, los dirigentes de la oposición bujarinista han eludido en absoluto el problema de los cambios en las relaciones de clase ocurridos en nuestro país, no han dicho ni una palabra acerca del recrudecimiento de la lucha de clases y no han aludido siquiera de pasada a la relación que guardan nuestras discrepancias precisamente con este recrudecimiento de la lucha de clases? Han hablado de todo; han hablado de filosofía y de teoría; pero no han dicho ni una palabra de los cambios en las relaciones de clase, que son los que determinan la orientación y la actuación práctica de nuestro partido en el momento actual.

¿A qué obedece este hecho tan peregrino? ¿Se deberá al olvido? ¡Naturalmente que no! Los políticos no pueden olvidar lo principal. La cosa obedece a que no ven ni comprenden los nuevos procesos revolucionarios que se están produciendo en la actualidad, tanto en nuestro país como en los países capitalistas. La cosa obedece a que se les ha escapado lo fundamental, a que no advierten esos cambios en las relaciones de clase que no se le deben escapar al político. Ello explica, principalmente, la perplejidad y la indefensión de que la oposición bujarinista da pruebas ante las nuevas tareas de nuestro partido.

Recordad los últimos acontecimientos producidos dentro de nuestro partido. Recordad las consignas que nuestro partido lanzó últimamente en razón de los nuevos cambios de las relaciones de clase operados en nuestro país. Me refiero a consignas como la de autocrítica, como la de intensificación de la lucha contra el burocratismo y de depuración del aparato soviético, la de capacitación de nuevos cuadros dirigentes de la economía y de especialistas rojos, la de fortalecimiento del movimiento koljósiano y sovjósiano, la de ofensiva contra el kulak, la de reducción del precio de coste y la de mejoramiento radical de la labor práctica de los sindicatos, la de depuración del partido, etc. Para ciertos camaradas, estas consignas eran sorprendentes y desconcertantes, cuando se ve a las claras que son las consignas más necesarias y más oportunas del partido en el momento presente.

La cosa comenzó cuando, en relación con el asunto de Shajti [Se refiere a la labor subversiva de la organización contrarrevolucionaria de especialistas burgueses quede 1923 a 1928 actuó en Shajti y en otros distritos de la cuenca del Donetz - Anotación de la Edición], planteamos de un modo nuevo el problema de los nuevos cuadros dirigentes de la economía, el problema de la formación de especialistas rojos, salidos de la clase obrera, para sustituir a los viejos técnicos.

¿Qué ha revelado el asunto de Shajti? Ha revelado que la burguesía no está, ni mucho menos, aplastada; que organiza y seguirá organizando el sabotaje contra nuestra edificación económica; que nuestras organizaciones económicas y sindicales y, en parte, las organizaciones de nuestro partido no advertían la labor de zapa de nuestros enemigos de clase y que, por tanto, era necesario fortalecer y perfeccionar nuestras organizaciones, por todos los medios y poniendo a contribución todas las fuerzas, y desarrollar y fortalecer su vigilancia de clase.

Con este motivo se hacía hincapié en la consigna de autocrítica. ¿Por qué? Porque no es posible mejorar nuestras organizaciones económicas, sindicales y del partido, no es posible impulsar la edificación del socialismo y poner coto al sabotaje de la burguesía, sin desplegar al máximo la crítica y la autocrítica, sin poner bajo el control de las masas la labor de nuestras organizaciones. Es un hecho que el sabotaje no se manifestaba ni se sigue manifestando sólo en las zonas hulleras, sino también en la metalurgia, en la industria de guerra, en el Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación, en la industria del oro y del platino, etc., etc. De ahí la consigna de la autocrítica.

Además, teniendo en cuenta las dificultades del acopio de cereales y los ataques de los kulaks contrala política soviética de precios, planteamos con firmeza la necesidad de impulsar por todos los medios la formación de koljóses y sovjóses, la ofensiva contra el kulak y la organización del acopio de cereales, presionando, a este fin, sobre los kulaks y los elementos acomodados del campo.

¿Qué revelaron las dificultades del acopio de cereales? Revelaron que el kulak no se dormía, que crecía, que organizaba la labor de zapa contra la política del poder soviético y que las organizaciones de nuestro partido, de los soviets y de las cooperativas, cuando menos una parte de ellas, o no veían al enemigo, o se adaptaban a él, en vez de combatirlo.

De aquí que se hiciera nuevamente hincapié en la consigna de la autocrítica, en la consigna de fiscalización y perfeccionamiento de las organizaciones de nuestro partido, de las cooperativas y de las de acopios en general.

Además, ligada a las nuevas tareas de reestructuración de la industria y de la agricultura sobre la base del socialismo, se planteaba la consigna de reducir sistemáticamente el coste de producción, de fortalecer la disciplina de trabajo, de desarrollar la emulación socialista, etc. Y estas tareas exigían la revisión de toda la labor práctica de los sindicatos y del aparato de los soviets, una reanimación a fondo de estas organizaciones y su depuración de elementos burocráticos.

De aquí que se hiciera hincapié en la consigna de lucha contra el burocratismo en los de sindicatos y en el aparato de los soviets.

Finalmente, el porqué de la consigna de depuración del partido. Sería ridículo pensar en la posibilidad de fortalecer nuestras organizaciones soviéticas, económicas, sindicales y cooperativas, en la posibilidad de limpiarlas de la basura del burocratismo, sin aguzar el filo del partido mismo. Es indudable que los elementos burocráticos no anidan sólo en las organizaciones económicas y cooperativas, sindicales y soviéticas, sino también en las organizaciones del propio partido. Y si éste es la fuerza rectora de todas esas organizaciones, es evidente que la depuración del partido constituye una premisa obligada, sin la cual no puede llevarse a término la vivificación y el mejoramiento de todas las demás organizaciones de la clase obrera. De ahí la consigna de depuración del partido.

¿Son casuales estas consignas? No, no son casuales. Vosotros mismos veis que no lo son. Estas consignas son eslabones necesarios de una cadena ininterrumpida, que se llama ofensiva del socialismo contra los elementos del capitalismo.

Estas consignas responden, ante todo, al período de la reestructuración de nuestra industria y de nuestra agricultura sobre la base del socialismo. ¿Y qué es la reestructuración de la economía nacional sobre la base del socialismo? Es la ofensiva del socialismo, desplegada en todo el frente contra los elementos capitalistas de la economía nacional. Es un avance importantísimo de la clase obrera de nuestro país hacia la edificación del socialismo. Ahora bien, para poder llevar a cabo dicha reestructuración, lo primero es mejorar y fortalecer los cuadros de la edificación socialista, tanto los cuadros dirigentes de la economía, de los soviets y de los sindicatos, como los del partido y de las cooperativas; es necesario aguzar el filo de todas nuestras organizaciones, limpiarlas de basura, redoblar la actividad de las grandes masas de la clase obrera y del campesinado.

Además, estas consignas responden a la resistencia que los elementos capitalistas de la economía nacional ofrecen a la ofensiva del socialismo. El llamado asunto de Shajti no se puede considerar fortuito. Actualmente hay «shajtistas» en todas las ramas de nuestra industria. Muchos de ellos han sido capturados, pero no todos, ni mucho menos. El sabotaje de los intelectuales burgueses es una de las formas más peligrosas de la resistencia contra el avance del socialismo. Y este sabotaje es tanto más peligroso por cuanto está en contacto con el capital internacional. El sabotaje burgués es prueba indudable de que los elementos capitalistas no se han dado por vencidos, ni mucho menos, sino que acumulan fuerzas para lanzarse a nuevas ofensivas contra el poder Soviético.

Por lo que se refiere a los elementos capitalistas del campo, todavía son menos las razones para calificar de casual los ataques que desde hace ya más de un año vienen manteniendo los kulaks contra la política soviética de precios. Muchos no pueden explicarse hasta ahora por qué los kulaks estuvieron entregando voluntariamente el trigo hasta 1927 y a partir de esta fecha dejaron de hacerlo. Pero esto no tiene nada de asombroso. Si antes el kulak era relativamente débil y no estaba en condiciones de montar en serio su hacienda, no contaba con capital bastante para fortalecerla, lo cual le obligaba a lanzar al mercado todo o casi todo el excedente de su producción de cereales, ahora, después de varios años de buena cosecha, cuando ha conseguido organizar su hacienda y reunir el capital necesario, se siente ya capaz de maniobrar en el mercado, puede almacenar trigo –la divisa de las divisas–, haciéndose una reserva personal, y prefiere llevar al mercado carne, avena, cebada y otros productos de cultivos secundarios. Hoy sería ridículo confiar en que el kulak va a entregarnos el trigo voluntariamente.

Ahí está el quid de la actual resistencia del kulak a la política del poder soviético.

¿Y qué significa la resistencia de los elementos capitalistas de la ciudad y del campo a la ofensiva del socialismo? Significa la reagrupación de las fuerzas de los enemigos de clase del proletariado con objeto de defender lo viejo contra lo nuevo. Fácil es comprender que esto tiene que recrudecer forzosamente la lucha de clases. Mas, para aplastar la resistencia de los enemigos de clase y despejar el camino para los avances del socialismo, hace falta, aparte de otras cosas, aguzar el filo de todas nuestras organizaciones, limpiarlas de burocratismo, mejorar sus cuadros y movilizar masas de millones de hombres de la clase obrera y de las capas trabajadoras rurales contra los elementos capitalistas de la ciudad y del campo.

A estos cambios en las relaciones de clase obedecen las actuales consignas de nuestro partido.

Otro tanto hay que decir de los cambios en las relaciones de clase producidos en los países capitalistas. Sería ridículo pensar que la estabilización del capitalismo no ha sufrido modificaciones. Y aún más ridículo sería afirmar que la estabilización se afianza y va adquiriendo solidez. En realidad, la estabilización del capitalismo está siendo minada y se quebranta cada mes, cada día que pasa. La intensificación de la lucha por los mercados exteriores y las materias primas, el aumento de los armamentos, la agudización del antagonismo entre Norteamérica e Inglaterra, los progresos del socialismo en la Unión Soviética, la radicalización de la clase obrera de los países capitalistas, la ola de huelgas y de batallas de clase en los países europeos, el auge del movimiento revolucionario en las colonias, comprendida la India, el avance del comunismo, en todos los países del mundo: todos estos hechos revelan de modo indudable que en los países del capitalismo están madurando los elementos de un nuevo auge revolucionario.

De ahí la tarea de agudizar la lucha contra la socialdemocracia y, ante todo, contra su ala «izquierda», como soporte social del capitalismo.

De ahí la tarea de agudizar, en el seno de los partidos comunistas, la lucha contra sus elementos de derecha, como vehículos de la influencia socialdemócrata.

De ahí la tarea de agudizar la lucha contra las tendencias conciliadoras para con la desviación derechista, tendencias que sirven de refugio al oportunismo en los partidos comunistas.

De ahí la consigna de depurar de tradiciones socialdemócratas los partidos comunistas.

De ahí la llamada nueva táctica del comunismo en los sindicatos.

Ciertos camaradas no comprenden el sentido y la importancia de estas consignas. Pero el marxista comprenderá siempre que, sin llevar a la práctica estas consignas, es imposible preparar a las masas proletarias para las nuevas batallas de clase, es imposible la victoria sobre la socialdemocracia, es imposible seleccionar líderes verdaderos del movimiento comunista, capaces de llevar a la clase obrera a la lucha contra el capitalismo.

He ahí, camaradas, los cambios en las relaciones de clase producidos en nuestro país y en los países del capitalismo y sobre la base de los cuales han ido surgiendo las presentes consignas de nuestro partido, lo mismo por lo que se refiere a su política interior que a la Komintern.

Nuestro partido ve estos cambios en las relaciones de clase, comprende la importancia de las nuevas tareas y moviliza las fuerzas para realizarlas. Por eso hace frente a los acontecimientos pertrechado con todas las armas. Por eso no teme las dificultades que se alzan ante él, ya que está preparado para vencerlas.

La desgracia del grupo de Bujarin consiste en que no ve estos cambios en las relaciones de clase y no comprende las nuevas tareas del partido. Y precisamente por eso, porque no las comprende, le domina por completo el desconcierto, está dispuesto a rehuir las dificultades, a retroceder ante ellas y abandonar las posiciones.

¿Habéis visto alguna vez a los pescadores capear el temporal en un río caudaloso, como, por ejemplo, el Yeniséi? Yo los he visto en varias ocasiones. Unos pescadores, al ver que se avecina la tormenta, despliegan todas sus energías, animan a los compañeros y ponen audazmente proa al temporal: «¡Animo, muchachos! Sujetad bien el timón y hendidlas olas. ¡Saldremos adelante!».

Pero hay otra clase de pescadores que, en cuanto barruntan la tempestad, se desaniman, comienzan a lamentarse y desmoralizan a su gente: «¡Qué desgracia, se acerca la borrasca! ¡Tumbaos en el fondo de la barca, muchachos, y cerrad los ojos; tal vez las olas nos lleven a la orilla!». (Hilaridad general)

Creo que no hace falta demostrar que la actitud y la conducta del grupo de Bujarin se parecen como dos gotas de agua a la actitud y la conducta de los segundos pescadores, los que retroceden despavoridos ante las dificultades.

Nosotros decimos que en Europa están madurando las condiciones para un nuevo auge revolucionario y que esta circunstancia nos dicta nuevas tareas en cuanto al reforzamiento de la lucha contra la desviación de derecha dentro de los partidos comunistas y a la expulsión del partido de los desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la lucha contra el espíritu de conciliación que encubre a los desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la lucha contra las tradiciones socialdemócratas dentro de los partidos comunistas, etc., etc. Pero Bujarin nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del Comité Central desea «meterse» con él.

Decimos que los cambios en las relaciones de clase producidos en nuestro país nos dictan tareas nuevas, las cuales requieren una reducción sistemática del coste de producción y el fortalecimiento de la disciplina de trabajo en las empresas, y que es imposible cumplir estas tareas sin un cambio radical en toda la labor práctica de los sindicatos. Pero Tomski nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del Comité Central quiere «meterse» con él.

Decimos que la reestructuración de la economía nacional nos dicta nuevas tareas en cuanto al reforzamiento de la lucha contra el burocratismo del aparato soviético y económico, en cuanto a la depuración de este aparato de elementos podridos y extraños, de saboteadores, etc., etc. Pero Rýkov nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del Comité Central quiere «meterse» con él.

¿No es ridículo esto, camaradas? ¿No es evidente que Bujarin, Rýkov y Tomski no ven más allá de sus narices?

La desgracia del grupo de Bujarin consiste en que no percibe los nuevos cambios en las relaciones de clase ni comprende las nuevas tareas del partido. Precisamente por eso, porque no las comprende, se ve obligado a ir a remolque de los acontecimientos y a capitular ante las dificultades.

Ahí está el quid de nuestras discrepancias». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili‬, ‎Stalin‬; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)

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