lunes, 20 de febrero de 2017

¿En qué se basan los «juches» para poner en tela de juicio las bases científicas del marxismo-leninismo y calificarlo de obsoleto?; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«La forma de engaño con la que mejor se ha presentado el revisionismo coreano ha sido bajo el pretexto de que el «pensamiento Juche» era «una adaptación del marxismo-leninismo a las condiciones nacionales específicas de Corea», que era simplemente «el marxismo-leninismo al estilo coreano» y un sin fin de eslóganes parecidos, que tanto la propaganda norcoreana, como los agentes del revisionismo coreano han promulgado durante décadas sobre todo en Asia, América y Europa, a fin de reunir apoyos para su régimen y para formar también una escuela revisionista de propagandistas sobre todo en los países no asiáticos, que fuera creando organizaciones políticas inspiradas en el «Juche». Obviamente Kim Il Sung esperaría para conformar mejor su ideología y mostrar al público tal aberración hasta el fallecimiento de Stalin y la posterior contrarrevolución de Jruschov. El propio Kim Il Sung había insistido en que el «pensamiento Juche» era la aplicación del marxismo-leninismo a la realidad coreana, al menos ese fue el mito que propagó oficialmente hasta 1955, pero a partir de ese año se lanzó una campaña por institucionalizar el «Juche» y rechazar a los «dogmáticos» que se opusieran a tal normativa:

«De acuerdo con las condiciones socio-históricas en que se encontraba nuestro país, tuvimos que pensar con nuestra propia cabeza y resolver con nuestras propias fuerzas todos los problemas presentados en la revolución. Nuestra realidad –después de liberado el país fue dividido en Norte y Sur y emprendimos la construcción de una nueva sociedad enfrentados cara a cara con los imperialistas estadounidenses–, demandaba apremiantemente que resolviéramos todas las cuestiones en la revolución y la construcción ateniéndonos a nuestras condiciones». (Kim Jong Il; El socialismo de nuestro país es el socialismo a nuestro estilo que encarna la Idea Juche, 27 de diciembre de 1990)

Según los revisionistas coreanos, en la resolución de esas condiciones socio-históricas, Kim Il Sung pudo ver las limitaciones del marxismo-leninismo como ideología de la clase obrera, y formar la estructura del kimilsungismo o «pensamiento Juche», como doctrina superior al marxismo-leninismo, y como doctrina que sustituía al marxismo-leninismo como ideología de la clase obrera:

«Tempranamente, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, al concebir la inmortal idea Juche en reflejo del deseo y las demandas de los pueblos aspirantes a la independencia, proporcionó la nueva doctrina rectora para la época de la independencia. La idea Juche deviene la doctrina revolucionaria que constituye la etapa más alta del desarrollo del pensamiento revolucionario de la clase obrera. Su originalidad y superioridad determinan las peculiaridades y las ventajas de nuestro socialismo basado en esa ideología». (Kim Jong Il; El socialismo de nuestro país es el socialismo a nuestro estilo que encarna la Idea Juche, 27 de diciembre de 1990)

E incluso se vanagloriaban de que presuntamente el mundo revolucionario les mirara a ellos para saber qué hacer, ya que eran quienes gracias al «Juche», y al «Chajusong» que reflejaba al primero en la política exterior, sintetizaban lo que la humanidad anhelaba, y necesitaba, y otros no habían descubierto:

«La bandera del Juche es, en esencia, una bandera revolucionaria que refleja la tendencia de la presente era cuando el pueblo mundial se inclina hacia el Chajusong. Es por tanto, únicamente natural que la experiencia revolucionaria de la lucha del pueblo coreano tenga una gran influencia internacional». (Kim Han Gil; Historia moderna de Corea, 1979)

Ya Enver Hoxha en una época tan temprana como los años 70, detectó que los revisionistas coreanos declaraban a viva voz estas necedades sobre la superioridad de Kim Il Sung y del «Juche»:

«Corea del Norte, en tanto que un Estado que no puede subsistir sin las ayudas del extranjero, se encuentra ahora en una encrucijada, puesto que, al ser insolvente, sus acreedores no le conceden más préstamos. Al capital mundial ya no le interesa invertir en Corea. A pesar de todo, ¡la prensa coreana pide que el mundo se incline ante Kim Il Sung, y declara sin sonrojarse que «hasta ahora el mundo no ha conocido un dirigente más grande». (Enver Hoxha; Cesto de cangrejos: Reflexiones sobre China, Tomo II, 9 de julio de 1977)

Esto hizo que Enver Hoxha hablara de Kim Il Sung con los siguientes merecidos calificativos:

«Por lo que se refiere a Kim Il Sung, se trata de un vacilante, revisionista, megalómano». (Enver Hoxha; Acciones chinas desequilibradas: Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de agosto de 1975)

Conforme avanzaban los años, los delirios de megalomanía del revisionismo coreano y sus líderes se acentuaban llegando a proclamar que como venimos viendo en el documento, Kim Il Sung abría abierto «un nuevo periodo histórico con el «pensamiento Juche», que «el Este, Asia y el Pacífico –es decir Corea del Norte y el Líder– debían decidir de ahora en adelante los destinos del mundo» y que el «Juche» sería «su guía de acción» para todos los revolucionarios al ser «el clímax del desarrollo del pensamiento humano»!:

«El Presidente Kim Il Sung produjo un cambio radical en la vida ideológica y mental de la humanidad por enunciar la idea Juche, que bajo la bandera de la independencia abrió un nuevo capítulo en la historia del mundo. Esto significó una nueva era, en la que el Este es decidir sobre el destino del mundo. Decenas de años más tarde, a principios de los años 80, un artículo del «New York Times», titulado «Corea ha dado a luz a otro héroe», anunció al mundo que el general Kim Jong Il había aparecido como el hombre de gran calibre para ejercer una gran influencia sobre el destino del mundo. Hoy en día, experimentando eventos impactantes en el mundo como trastornos de la tierra, la humanidad se siente vivamente en que ha entrado en la era de que el Este, es decidir sobre el destino del mundo, y que es el General Kim Jong Il quien encabeza la historia a través de sus vicisitudes a lo largo del camino correcto, sosteniendo la palanca de control. (...) Marx, Engels y Lenin eran líderes de la clase obrera que sacudieron al mundo por enunciar la idea y la teoría de la liberación de los pueblos oprimidos, y dio a luz al socialismo. Sin embargo, hoy el mundo ha entrado en la era de la nueva civilización del Pacífico. En el momento actual llama la era de Asia y el Pacífico, el Norte ejerce gran influencia en el desarrollo del mundo, interpretando el papel principal. Es porque la idea Juche centrada en el hombre, el clímax del desarrollo de las ideas de la humanidad, fue denunciado por el Presidente Kim Il Sung, y hoy el General Kim Jong Il ilumina el mundo con los rayos del Juche y con un liderazgo con visión de futuro lleva a la humanidad a lo largo del camino del Juche». (Jo Song Baek; La filosofía del liderazgo de Kim Jong Il, 1999)

Este proceso de evolución en las proclamas, sigue el mismo patrón común que en su día el revisionismo chino. A modo de explicación resumida: primero alegar que el pensamiento-guía del partido es la adaptación del marxismo-leninismo a las peculiaridades del país, o lo que era lo mismo en China, declarar que el «pensamiento Mao Zedong» no era distinto al marxismo-leninismo sino la adaptación de este último a China:

«El Partido Comunista de China toma el pensamiento Mao Zedong el pensamiento de unidad de la teoría marxista-leninista con la práctica de la revolución china como línea guía en sus trabajos, y se opone a cualquier desviación dogmática o empirista». (Partido Comunista de China; Estatutos del VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 1945)

Y de ahí, pasar a decir, que si bien su pensamiento-guía tiene relación, nexos, con el marxismo-leninismo, este es un nuevo pensamiento, original, que ha desarrollado y superado al marxismo-leninismo, formando una doctrina superior, y que incluso la figura de la nueva doctrina rectora, era superior a las precedentes en el marxismo-leninismo. En el prefacio a la segunda edición del: «Libro de citas del Presidente Mao Zedong», o conocido como «Libro rojo de Mao Zedong», podemos leer:

«El camarada Mao Zedong es el más grande marxista-leninista de nuestra época. Ha heredado, defendido y desarrollado de manera genial y creadora y en todos sus aspectos el marxismo-leninismo, elevándolo a una etapa completamente nueva». (Partido Comunista de China; Citas del Presidente Mao Zedong, 1972)

Todos los revolucionarios que se habían formado ideológicamente lo suficiente como para detectar que tal doctrina no era adaptación del marxismo-leninismo a las condiciones específicas del país, sino un pseudomarxismo-leninismo que directamente alteraba los axiomas más básicos y fundamentales del marxismo-leninismo valiéndose de su nombre y ciertos eslóganes y poses, pero que a fin de cuenta no tenía nada en común con el mismo marxismo-leninismo, obviamente no caían en esa trampa. Mucho menos caían tampoco en el engaño cuando los revisionistas y propagandistas de la nueva doctrina intentaban presentar tal amalgama de ideas antimarxistas como superiores al marxismo-leninismo y presionaban al resto de marxista-leninistas del mundo a acuñar tal ideología:

«Todas las teorías no marxistas de Mao Zedong han sido denominadas «pensamiento Mao Zedong». Naturalmente esto se ha hecho para demarcar el marxismo-leninismo del «pensamiento Mao Zedong». Esta es la «teoría» que se han esforzado por imponernos tanto a nosotros como al resto de los comunistas del mundo, pero nosotros no hemos caído en este error fatal. Los maoístas, en sus designios de mistificación, es decir, en sus designios de hacer pasar las ideas liberales, revisionistas y anarquistas de Mao Zedong por marxistas, han aparecido con otra fórmula: «El marxismo-leninismo-pensamiento Mao Zedong». Se comprende claramente el truco de este camuflaje». (Enver Hoxha; Los zigzags en la línea china: Reflexiones sobre China, Tomo II, 1 de enero de 1976)

Podría decirse, que los revisionistas utilizaban pues, dos tácticas, una defensiva y otra ofensiva para lograr la aceptación y posterior acuñamiento de su doctrina entre las masas de cara al interior y de cara al exterior. La primera táctica defensiva era intentar implantar cuidadosamente las bases de su doctrina dentro del partido y en medida de lo posible lograr una aceptación en el exterior, como decíamos estos revisionistas clamaban que su ideología pese a sus componentes claramente heterodoxos no debía ser criticada, pues «pese a todo seguía siendo marxismo-leninismo», los revisionistas ponían como consecuencia de la no aceptación de esta premisa, que el que no aceptar a su «marxismo-leninismo específico», se estaría cayendo en el dogmatismo, en el izquierdismo, en el sectarismo. La segunda táctica, ofensiva, perseguía que una vez consolidada su ideología dentro del propio partido, una vez seducidas la mayoría del partido con los sofismas necesarios, y logrado reunir una cierta simpatía en el exterior, implantar tanto dentro como fuera la idea de que la nueva doctrina era superior a toda doctrina humana precedente, incluyendo el marxismo-leninismo, las consecuencias según estos revisionistas de no acatar esta premisa, sería que quién no lo aceptara caería en el derechismo, en el conservadurismo, en el revisionismo, ya que la nueva doctrina era la «síntesis del pensamiento humano», y el marxismo-leninismo, algo obsoleto, y el apegarse a sus ideas, una muestra al mismo tiempo de dogmatismo y conservadurismo, de ser un reaccionario. Esta ha sido la estrategia de muchos revisionismos, y es el caso del revisionismo chino y del revisionismo coreano.

Como estamos contemplando en estas líneas sobre el revisionismo coreano, Kim Il Sung fue quién tuvo para los revisionistas coreanos el «mérito» de no aceptar como doctrina sólo al marxismo-leninismo y de crear por tanto una nueva ideología ecléctica –es decir, mezcla de varias ideologías reformistas, revisionistas, anarquistas y religiosas– «acorde» con las condiciones de su país, que encima superaba en sí al propio marxismo-leninismo:

«Nuestro partido se ha opuesto a la tendencia de aferrarse solo a las fórmulas existentes del marxismo-leninismo o tragar toda la experiencia de otros países en la conformación de las líneas y políticas de la revolución y la construcción y el uso de sus cerebros y formulado las líneas originales y las políticas que se ajusten a nuestra específica condiciones, y los llevaron a través de la organización y la movilización de las masas populares». (Kim Il Sung; Respuestas a las preguntas de la delegación de periodistas iraquíes, 1971)

Dejando a un lado esta muestra de puro eclecticismo, donde se advierte que el marxismo-leninismo no será el único método a aplicar a la hora de analizar las cosas, que «no sólo se aferran a sus fórmulas», dando pie a interpretaciones libres sobre las cosas y sobre el marxismo-leninismo mismo recogiendo en el camino cualquier ideología que se precise para cuadrar sus objetivos e intereses cuando los revisionistas coreanos lo necesiten. Lo que nos parece necesario explicar al lector, es que Kim Il Sung y después Kim Jong Il no pueden traficar con el marxismo-leninismo, sus principios, y aludir que corresponden a las «condiciones nacionales específicas» del país sin caer en el ridículo: dicho más extendido y sencillo: renunciar a la dictadura del proletariado, acabar con el poder económico de las clases explotadoras para luego poder llevar a cabo una revolución ideológica plena, son tareas «sine qua non» sin las cuales no es posible conquistar el socialismo. Por tanto cuando los «juches» exageran las «condiciones específicas», y además rompen con las tareas universales de la revolución proletaria para todos los países, caen en el oportunismo. Iósif Stalin en los años 20 ya denunció a los desviacionistas de derecha que eran:

«Culpables del error fundamental de exagerar los rasgos específicos del capitalismo estadounidense. Ustedes saben que esta exageración es la raíz de todos los errores cometidos». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las fracciones de derecha en el Partido Comunista de los Estados Unidos: Discurso pronunciado en la comisión estadounidense del Presidium del Comité Ejecutivo de la Komintern, 6 de marzo de 1929)

Y explicó la relación entre las características generales del capitalismo y las características específicas del capitalismo:

«Ciertamente sería un error no tomar en cuenta las características específicas del capitalismo estadounidense. El Partido Comunista de los Estados Unidos debe tenerlas en cuenta. Pero sería aún más erróneo querer basar toda la actividad del partido comunista en estas particularidades específicas, ya que todo partido comunista, incluido el estadounidense, debe basar su acción en las características general del capitalismo, que son las mismas para todos los países, y no a las características específicas de un país determinado. Aquí es donde reside el internacionalismo de los partidos comunistas. Las características específicas son sólo complemento de las características generales». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las fracciones de derecha en el Partido Comunista de los Estados Unidos: Discurso pronunciado en la comisión estadounidense del Presidium del Comité Ejecutivo de la Komintern, 6 de marzo de 1929)

Esto se pudo ver claramente en varios acontecimientos históricos, donde los pseudocomunistas, verdaderos nacionalistas-burgueses, encubrían su traición escudándose en supuestas condiciones nacionales que para nada eran condiciones nacionales específicas, sino que ellos mismos las creaban artificialmente.

Con razón el marxista-leninista francés Vincent Gouysse declararía sobre este tema:

«Iósif Stalin, como eminente teórico marxista de la cuestión nacional y colonial de hecho siempre había visto que el hecho de dar primacía a las características «específicas» de tal o cual país capitalista, era sinónimo de conciliación con «su» propia burguesía nacional, conciliación que inevitablemente se hundía con el nacionalismo y el socialchovinismo. Ponemos estas palabras en relación con todas las vías «específicas» defendidas por los enemigos del socialismo. Comprendemos el dolor y el odio que sentían y aún sienten los nacionalistas burgueses y los revisionistas ante tales enseñanzas tan universales, actuales y clarividentes». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Los revisionistas coreanos ya nos advierten en la biografía de Kim Jong Il, que sus líderes se dedicaron presuntamente a un estudio del marxismo-leninismo hasta llegar a darse cuenta de su carácter presuntamente obsoleto para nuestra época:

«En la primera época de la etapa universitaria, el Camarada Kim Jong Il profundizó en el estudio de numerosas obras de los clásicos, entre otros: «Manifiesto del Partido Comunista», «El capital», «El imperialismo, fase superior del capitalismo» y »El Estado y la revolución», y al margen de cada página leída anotaba sus opiniones, tales como: «teoría que no se ajusta a nuestra época» y «se limitó describir el entorno, sin desarrollar más». (Partido del Trabajo de Corea; Una breve historia sobre Kim Jong Il, 1997)

¿Con qué pretexto se atreven los revisionistas a poner en tela de juicio las bases científicas del marxismo-leninismo? Pues como todo contrarrevolucionario, en el lapso de tiempo en que fueron descubiertas estas leyes, dicho con otras palabras, para estos metafísicos e idealistas, no importa que el razonamiento sea correcto y se haya demostrado científicamente, lo que importa, es que si la ley objetiva descubierta data de mucho tiempo, hay que modificarla, revisarla:

«El marxismo-leninismo es la idea formulada en reflejo de las exigencias de la práctica revolucionaria de la clase obrera en la época anterior al capitalismo monopolista y la etapa del imperialismo. Desde entonces la historia ha progresado mucho y la época ha cambiado. Vivimos una nueva época, la de independencia en la que las masas populares, convertidas en dueñas de su historia la escriben y forjan su propio destino de manera independiente y creadora. Los creadores del marxismo no experimentaron la construcción del socialismo ni Lenin tampoco. Debido a las limitaciones de las condiciones de la época y las experiencias prácticas, las teorías del socialismo planteadas por ellos no pudieron superar, en muchos casos, el límite de la imaginación y suposición. (...) La idea Juche es una original ideología y una acabada teoría revolucionaria comunista que el gran Líder creó reflejando las demandas de la época de la independencia, nueva época de la historia. Si se aclaran con certeza la originalidad y superioridad de esta idea se evidenciarán, por sí solas, las limitaciones de la teoría marxista-leninista. Los trabajadores de la esfera de la propaganda teórica deben estudiar con aplicación la idea Juche para conocer bien su originalidad y superioridad. Además, han de conocer bien la teoría marxista-leninista mediante el estudio de obras clásicas como «El capital». (Kim Jong Il; El socialismo es la vida de nuestro pueblo: Charla con funcionarios directivos del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea, 14 de noviembre de 1992)

Esta afirmación, es una vieja afirmación clásica de los oportunista de todo pelaje, una declaración que en su día los revisionistas coreanos sacaron a flote, para proclamar que su el Juche es superior al marxismo, que según ellos, el marxismo a día de hoy está «obsoleto», «anticuado» que se ha vuelto, inservible con el paso de los años. Actualmente podríamos sustituir en las obras de Kim Il Sung el término «Juche» por el término «socialismo del siglo XXI» y no veríamos diferencia entre los intentos de los viejos y nuevos revisionistas de traficar con el marxismo-leninismo y denigrarlo con el fin de implantar su revisionismo específico. Los revisionismos de antaño y los contemporáneos «rebuscan» en el «basurero de la historia» de ideologías burguesa, como diría Enver Hoxha, para de vez en cuando sacar viejas ideas y presentarlas como «descubrimientos» de sus líderes que invalidan las teorías del marxismo-leninismo y a sus figuras. Del mismo modo todos presentan su nueva doctrina bajo el pretexto o bien de una adecuación del marxismo-leninismo a las condiciones específicas al país, o bien con el pretexto de ajustarlo a la nueva era surgida, que no puede ser reajustada con la doctrina del marxismo-leninismo; normalmente la primera excusa acaba derivando en la exposición también de la segunda para redondear mejor la justificación oportunista:

«En su lucha por negar y denigrar el marxismo-leninismo, la burguesía ha tenido siempre a su lado, según las circunstancias, oportunistas de toda calaña, renegados de todos los colores. Todos ellos han predicado el fin del marxismo, considerándolo inadecuado a los nuevos tiempos, mientras que sus ideas «modernas» las han propagado como ciencia del futuro. Pero ¿qué fue de Proudhon, Lassalle, Bakunin, Bernstein, Kautsky, Trotski y sus secuaces? La historia no dice de ellos nada positivo. Sus prédicas han servido únicamente para frenar y sabotear la revolución, para minar la lucha del proletariado y el socialismo. En su enfrentamiento con el marxismo-leninismo sufrieron sólo derrotas y todos fueron a parar al basurero de la historia. De este basurero rebuscan de vez en cuando los nuevos oportunistas su programa ideológico, tratando de hacer pasar por suyas las fórmulas y las tesis fracasadas y desacreditadas de sus predecesores, y oponerlas al marxismo-leninismo. (...) Browder trató de presentar sus puntos de vista antimarxistas y contrarrevolucionarios, como línea general para el movimiento comunista internacional. Al igual que todos los revisionistas anteriores, so pretexto del desarrollo creador del marxismo y de la lucha contra el dogmatismo, trató de argumentar que la nueva época surgida después de la Segunda Guerra Mundial exigía que el movimiento comunista revisara sus anteriores convicciones ideológicas, debiéndose renunciar a las «fórmulas y prejuicios caducos», que, según él, «no van a ayudarnos en absoluto a encontrar nuestro camino en el mundo nuevo». Este era un llamamiento a abandonar los principios del marxismo-leninismo. (...) Comentando esta decisión en su informe que presentó al congreso, Liu Shao-chi declaraba que Mao Zedong había rechazado muchos conceptos caducos de la teoría marxista y los había sustituido con nuevas tesis y conclusiones. (...) Así actúan hoy también los eurocomunistas. En sus esfuerzos por negar el marxismo-leninismo, presentándolo como «caduco» so pretexto de encontrar teorías supuestamente nuevas para pasar al socialismo todos unidos, proletarios y burgueses, curas y policías, sin lucha de clases, sin revolución, sin dictadura del proletariado, los eurocomunistas no son ni los primeros ni originales». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Los representantes del pensamiento Juche, sin cambio, siguen empecinados en que el marxismo está limitado porque sus creadores hicieron las primeras conclusiones científicas hace un siglo –como si eso invalidara las geniales aportaciones de Karl Marx y Friedrich Engels como la necesidad de la dictadura del proletariado en el periodo de transición del capitalismo al comunismo–:

«Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases». (Karl Marx; Carta a Joseph Weydemeyer, 1852)

¡Nótese que los norcoreanos hablan como si el resto de marxistas que sucedieron a los dos creadores del marxismo no hubieran hecho nada destacable, dejando morir al marxismo en sus «limitaciones del siglo XIX»!:

«El marxismo-leninismo es la ideología y la teoría de la etapa precedente en cuanto al progreso de las ideas revolucionarias de la clase obrera. Por eso, si uno se aferra al marxismo-leninismo sin tener en cuenta sus limitaciones históricas, no puede realizar con éxito la revolución y la construcción. Para todos es evidente que no se puede llevar a cabo debidamente la edificación socialista con una teoría que tiene predicciones y suposiciones de hace un siglo». (Kim Jong Il; Sobre algunos problemas referentes a la base ideológica del socialismo, 30 de mayo de 1990)

Para Kim Jong Il además, el marxismo no sirve porque sus teorías, «predicciones» y «suposiciones», son viejas, de hace exactamente en su tiempo un siglo –¿de si son ciertas o no y por qué? no se detiene a valorar desde luego–. Y por lo tanto aquí se habla como si no tuviera en cuenta la aparición de la fase imperialista del capitalismo, y de la aparición dentro del marxismo del leninismo, que adaptó la teoría marxista a la nueva situación social –demostrándolo científicamente y no con palabrería como los revisionistas coreanos, la entrada en una nueva etapa–, también parece que no importara la misma aparición de grandes marxistas del siglo XX, es como si se ignorara la figura misma de Iósif Stalin en su época. ¿Acaso según ellos la Idea Juche será inservible cuando pasen exactamente un siglo? Ellos responderían, no, porque el hijo del hijo de, del hijo de, y así sucesivamente, con los líderes de esta dinastía revisionista, habrán actualizado el «pensamiento Juche» hasta nuestros días. Esa sería una respuesta sensata, que por lo visto no quieren aplicar al marxismo, es decir para ellos el marxismo nace y muere con Karl Marx y Friedrich Engels, y bien ignoran o desaprueban la labor de los siguientes marxistas como Lenin, Iósif Stalin, Georgi Dimitrov, Enver Hoxha. Por eso –y perdón por seguir el hilo de este pensamiento absurdo de los juches–, nos hubiera encantado preguntarle en su día en persona a Kim Jong Il que, ¿por qué no se aplicaba en Corea del Norte las enseñanzas universales del marxismo de Iósif Stalin, Georgi Dimitrov, Klement Gottwald o Enver Hoxha, si estos eran representantes «recientes», del marxismo-leninismo? Es obvio, a los representantes y defensores de la burguesía nacional coreana, no les sería bueno aplicar las enseñanzas que las experiencias marxistas del siglo XX sacaron en claro:

«¿Cuáles fueron los errores en estas cuestiones tan fundamentales? Creo que cometimos los siguientes errores: 1) En la primera fase de la democracia popular, cuando la lucha no fue dirigida sin rodeos contra el capitalismo, cuando la lucha por el rendimiento constante de las tareas democrático-burguesas estaban en el orden del día, se empezó a decir que la democracia popular era una variedad plebeya de democracia burguesa. (...) 2) El segundo error fue el hecho de que en primer lugar y de manera abrumadora, destacamos las diferencias entre el desarrollo de la Unión Soviética y nuestro desarrollo como democracia popular, en lugar de hacer hincapié en la similitud y la identidad sustancial de los dos acontecimientos. 3) En cuanto a nuestro tercer error, llegamos a la conclusión de que quizás por el carácter popular del proceso, y por lo tanto por el tránsito relativamente pacífico, el desarrollo hacia el socialismo se podría lograr sin dictadura del proletariado. O que –era sólo otra forma del mismo error– dijimos que la dictadura del proletariado significaba la dictadura del proletariado en la Unión Soviética, mientras que con nosotros bajo la democracia popular ésta era superflua. 4) También fue un error decir que nosotros también necesitamos la dictadura del proletariado para la consecución del socialismo, pero que considerábamos la dictadura del proletariado como forma de gobierno que debe seguir la democracia popular pero que la democracia popular no llevaba implícita la dictadura del proletariado. 5) Y, por último, camaradas, era un error considerar la esencia de la democracia popular en la división de poder entre la clase obrera y el campesinado trabajador. La dictadura del proletariado, tal como fue definido por Lenin y Stalin, significa que el poder es indivisible en manos del proletariado y que la clase obrera no comparte el poder con otras clases. Por lo tanto, no comparte su poder con el campesinado». (József Révai; Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

Como vemos las cinco desviaciones que cita József Révai son desviaciones que el revisionismo coreano cumple completamente en mayor o menor medida: 1) afirmación de que el régimen coreano no es copia de la democracia burguesa de los países occidentales ni de la democracia proletaria de la Unión Soviética, que es una democracia progresista; 2) aludir a las condiciones específicas de Corea del Norte, exagerándolas y saltándose tareas cardinales para la construcción del socialismo como es la eliminación del poder económico y político de la burguesía nacional; 3) aludir a que en Corea del Norte no era necesario la dictadura del proletariado por la fuerza, sino una alianza de clases explotadoras y explotadas que habían colaborado en la lucha contra el imperialismo japonés, apostando por la reeducación pacífica en el nuevo régimen de los explotadores bajo términos económicos beneficiosos para ellos; 4) reconociendo a la dictadura del proletariado como necesaria en otras experiencias pero no en la de Corea del Norte; 5) división de poderes en el nuevo régimen, aludiendo que ninguna clase, partido o religión debe ser líder en el nuevo Estado.

Para entender entonces la necedad de la afirmación de que el marxismo no sirve para nuestros días, primero, veamos que es y en que descansa el marxismo-leninismo:

«El marxismo como ciencia no es un sistema de ideas congeladas inmutables, sino un sistema de pensamiento que se desarrolla históricamente. Sin embargo, mientras que la evolución continúa, el marxismo sigue siendo un sistema único y autónomo, como resultado del cual tiene una única interpretación correcta, en virtud de su esencia científica. De la misma manera los fenómenos de la naturaleza y sus leyes de desarrollo son estudiados por tales ramas de las ciencias naturales como la química, la biología, la física, etc., los fenómenos sociales son estudiados e interpretados por la ciencia marxista. Por la misma razón por la que sólo existe una posible interpretación científica de los fenómenos de la naturaleza, existiendo una ciencia de la química, la biología, la física, y no dos o más ciencias de la química, la biología y la física, sólo existe pues, un sistema científico único que es capaz de estudiar e interpretar los fenómenos sociales. Los principios del marxismo-leninismo no son postulados acerca de las leyes que rigen la sociedad y la historia por los siglos de los siglos. Son el resultado de un esfuerzo titánico para generalizar el conocimiento sobre los fenómenos sociales y que mejor reflejan su esencia. Por tanto, estos principios no son verdades eternas, la quintaesencia del pensamiento humano, concebido por las mentes de los genios. Los principios del marxismo-leninismo no preceden a la historia propia; sino que son un producto de la historia misma y que se derivan de esta última, son un reflejo de las leyes objetivas que rigen la realidad. Los principios del marxismo-leninismo no son un conocimiento místico de los ancianos, sino la mínima expresión de una ciencia en toda regla, cuyo objetivo final es comprender los procesos sociales con el propósito de cambiar la sociedad». (Rafael Martínez; Sobre el manual de economía política de Shanghái, 2004)

En conclusión, no importa que el marxismo tenga más de 100 ó 200 años, ni que dentro de poco tenga 300 años, lo importante, es que su doctrina se mantenga acorde a las leyes objetivas de la sociedad actual. Kim Jong Il por ejemplo, alude a que el marxismo-leninismo es una ideología que empieza en la era capitalista del pre-monopolismo de la época Marx, y sigue con la era capitalista del monopolismo e imperialismo de la época de Lenin, aja, es cierto, después de ello concluye que está limitado a épocas pasadas: ¿pero es que acaso Kim Jong Il niega que la actual etapa imperialista, como fase superior del capitalismo, sea la última del capitalismo, la antesala de la revolución proletaria, niega este axioma básico del leninismo? ¿O es que acaso él cree que ahora se ha superado la etapa imperialista del capitalismo y estamos en otra nueva etapa histórica que ha descubierto él mismo? Las dos preguntas serían positivas según el revisionismo coreano; lo cierto es que Kim Jong Il no tiene capacidad teórica para refutar a Lenin que la fase imperialista es la última fase del capitalismo, víspera de la revolución proletaria, ni tampoco tiene los conocimientos como para explicar si es que se ha dado un salto cualitativo en la sociedad y estamos en otra etapa diferente, pero él y Kim Il Sung intentaban convencernos de ésta última hipótesis que veremos más adelante al analizar las relaciones exteriores de Corea del Norte y sus teorías sobre el mundo no alineado, tercer mundo, etc.; pero básicamente lo que argumentaban era que ellos habían descubierto una nueva etapa, que la edad de ahora, es la era del «Juche» y el «Chajusong», es decir la lucha por la independencia nacional, a la cual por supuesto desligan de la liberación social:

«Esta es la era del Chajusong. Los pueblos que alguna vez fueron oprimidos se han convertido en los amos del mundo y están presionando hacia adelante la historia. Con la marea de la era del Chajusong el sistema colonial del imperialismo está siendo finalmente eliminado del mundo; los pueblos de muchos países de Asia, África y Latinoamérica han logrado la independencia política y están haciendo rápidos avances en el camino de la creación de una nueva vida». (Kim Il Sung; Para el desarrollo del Movimiento de los Países No Alienados, 20 de junio de 1986)

Esto escapa al marco de la teórica del marxismo-leninismo, y como entienden los marxista-leninistas la relación entre la independencia y soberanía nacional de cualquier país:

«Estamos en contra de los teóricos revisionistas que predican que, ahora, toda la lucha revolucionaria debe ser reducida a la lucha por la independencia nacional, por conquistarla y defenderla frente a la agresión de las potencias imperialistas, negando la lucha por la liberación social. Sólo la victoria de esta última asegura al mismo tiempo la libertad, la independencia y la soberanía nacional verdaderas y completas. Estos abogados del régimen explotador «olvidan» que la lucha de clases entre el proletariado y sus aliados, por un lado, y la burguesía del país y sus aliados del exterior, por el otro, prosigue siempre de forma encarnizada y que un día conducirá a ese momento, a esa situación revolucionaria, como dice Lenin, en que la revolución estalla. Las condiciones cada vez más favorables que se crean en el mundo para el amplio desarrollo de las revoluciones antiimperialistas y democráticas y para que estén dirigidas por el proletariado, deben ser aprovechadas para pasar de la lucha por la independencia nacional a una fase más avanzada, a la lucha por el socialismo. Lenin nos enseña que la revolución debe ser llevada hasta el final, liquidando a la burguesía y su poder. Sólo sobre esta base se puede hablar de libertad, independencia y soberanía verdaderas». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Por tanto, cuando revisionistas como Kim Jong Il se ponen a revisar estos conceptos –sean cuales sean– lo hacen no para bien del marxismo, para actualizarlos de acuerdo a los nuevos procesos contemporáneos, sino para transformar la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo en una teoría pseudorevolucionaria en este caso llamada «Juche», que ayude a cubrir mejor su cubierta de marxista en pro de sus intereses de clase nacionalistas-burgueses:

«La revisión de los principios del marxismo, con independencia de su orientación y la época histórica, subvierte las bases científicas del marxismo y se convierte éste en un conjunto dogmático de pensamientos y citas de textos sagrados, es decir, convierte a este sistema del pensamiento científico a una forma de doctrina religiosa, que supera la superestructura del sistema revisionista. De ser la ideología de las masas explotadas, este marxismo hueco se convierte en una herramienta de explotación. Llegados a este punto, el marxismo revisionista, antimarxista, en esencia, se puede dividir en diferentes herejías, en diferentes interpretaciones de lo que se convirtió en una especie de sagradas escrituras, ya que esas interpretaciones dejan de ser científicas y se moldea para adaptarse a las necesidades e idiosincrasia de las nuevas clases dominantes o a los que sirven a las viejas clases dominantes, de acuerdo con la situación histórica concreta». (Rafael Martínez; Sobre el Manual de Economía Política de Shanghái, 2004)

Es deber de los marxista-leninistas, analizar no la teoría que emanan de los líderes de un partido, su programa, su nombre, el color que llevan o los símbolos que portan, sino observar cuando ponen la teoría en práctica y ver a quién benefician sus acciones:

«Para poder juzgar si un partido es partido de la clase obrera, no debemos fijarnos en el nombre que ha adoptado. ¡También el partido de Hitler se denominaba nacional«socialista»! El único criterio justo al respecto es si defiende y expresa los intereses de la clase obrera, si lucha por su causa. Y para dilucidar esta cuestión hay que ver en interés de quién obra la ideología, la política y toda la actividad práctica de este o aquel partido». (Enver Hoxha; Los revisionistas modernos en el camino de la degeneración socialdemócrata y su fusión con la socialdemocracia, 1964)

Es evidente que cuando se pronuncian de esta forma:

«Nuestro partido ha establecido su propia ideología guía y la teoría sobre la base de un análisis correcto de las limitaciones históricas de sus doctrinas, y los utilizó como arma en el avance de la causa socialista. (...) La idea Juche es una idea original, que desarrolló la idea revolucionaria de la clase obrera para satisfacer las nuevas circunstancias históricas y las exigencias de hoy en día, las limitaciones históricas de las teorías anteriores fueron superados por la idea Juche y la ideología revolucionaria y la teoría de la clase obrera desarrollado en una etapa superior». (Kim Jong Il; Respetar a los precursores de la revolución es una noble obligación moral de los revolucionarios, 25 de diciembre de 1995)

Lo que han hecho, no es descubrir las limitaciones del marxismo-leninismo y «elevarlo a una etapa superior», sino que han elegido saltarse las enseñanzas del marxismo-leninismo desde un principio, y después usar la excusa de una «mejora» de sus axiomas para así poder enmascararse mejor frente a las masas trabajadoras nacionales e internacionales, quienes engañados les darán las gracias por «desarrollar, mejorar y elevar» el marxismo-leninismo.

El marxismo-leninismo no descarta las peculiaridades nacionales y condiciones específicas inherentes a cada país, pero tampoco permite que se salten los axiomas básicos de la revolución que han sido descubierto con el esfuerzo de los comunistas de generación en generación, por lo tanto, dentro de cada peculiaridad, todas las revoluciones tienen unos deberes mínimos que cumplir que serán comunes a todos los procesos de paso del capitalismo al socialismo y al comunismo:

«El marxismo-leninismo enseña que, a pesar de que son invariables las características y leyes generales esenciales del tránsito al socialismo, las formas, los métodos y los ritmos de este tránsito pueden presentar en los diversos países diferencias determinadas por las condiciones concretas de su desarrollo. Aferrándose a este hecho, los revisionistas, bajo las consignas del «socialismo específico y nacional», se empeñan en apartarnos de la vía general marxista-leninista de la construcción del socialismo y privarnos de la experiencia de la Unión Soviética. El marxismo enseña que las cuestiones fundamentales de la construcción del socialismo son comunes a todos, que las leyes de desarrollo de la sociedad no conocen fronteras. La experiencia histórica indica que estas cuestiones comunes son: la dictadura del proletariado o dicho de otra manera, la instauración del poder político de la clase obrera bajo la dirección del partido marxista-leninista, el fortalecimiento por todos los medios de la alianza de la clase obrera con el campesinado y otras capas trabajadoras; la liquidación de la propiedad capitalista y la instauración de la propiedad socialista sobre los principales medios de producción; la organización socialista de la agricultura y el desarrollo planificado de la economía; la función de guía de la teoría revolucionaria marxista-leninista y la defensa resuelta de las conquistas de la revolución socialista contra los atentados de las viejas clases explotadoras y de los Estados imperialistas». (Enver Hoxha; Sobre la situación internacional y las tareas del partido, 1957)

Se ve a la legua pues, que cuando leemos cosas como:

«La doctrina revolucionaria del Juche creada por el gran Líder sistematizó de modo original las teorías sobre la revolución antiimperialista de liberación nacional, la revolución democrática antifeudal y la revolución socialista y estableció en un plano nuevo y global la teoría sobre la construcción del socialismo y el comunismo». (Kim Jong Il; Sobre algunos problemas referentes a la base ideológica del socialismo, 30 de mayo de 1990)

Significa, que los revisionistas coreanos han distorsionado «en un plano nuevo y global» las teorías sobre la revolución antiimperialista, la liberación nacional, la revolución antifeudal, la revolución socialista, y todo marco de construcción socialista y comunista, en pro de un desarrollo oportunista y engañoso de un pseudosocialismo que perpetúa las relaciones de producción capitalistas». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «Pensamiento Juche», 2015)

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