viernes, 14 de julio de 2017

La adopción del modelo maoísta de partido y sus resultados; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«El Partido no lo hemos puesto en pie en el aire ni en unos días, ni al margen de la lucha de clases. Para reconstruirlo en medio de la confusión y el desorden provocado por la traición revisionista, hemos tenido que trabajar duro durante más de siete años, hemos tenido que enfrentamos a diversos enemigos y vencer numerosas dificultades. El camino de la revolución no es un camino de rosas. Es escarpado y difícil; exige sacrificios. Es el camino de la lucha de clases y de la lucha entre las dos líneas». (Partido Comunista de España (reconstituido); Informe en el Iº Congreso del PCE (r), 1975)

Como hemos visto en el capítulo anterior, es imposible que el PCE (r) se fundase en la lucha contra el revisionismo… básicamente porque sus miembros no estuvieron en la lucha contra el carrillismo desde los primeros años como sí hicieron los revolucionarios del Partido Comunista de España (marxista-leninista. Otro importante factor a tener en cuenta es que a la hora de conformarse como organización, el PCE (r) aunó en su seno a todo tipo de corrientes… desde guevaristas, los prochinos del grupo de Súre expulsados del PCE (m-l), como todo lo que oliese a revolucionario. Véase el capítulo: «El factor interno en la creación del PCE (r)» de 2017.

Fuimos testigos que para cualquier nuevo partido de los 60 la incorporación del modelo liberal trotsko-maoísta del Partido Comunista de China (PCCh) tenía unas consecuencias terribles, ya que la permisión de luchas constantes entre líneas contrapuestas agudizaba la ya de por sí caótica línea del partido, sus defectos conceptuales y metódicos en un partido que apenas está empezando a saber andar. Pero este liberalismo en muchos casos era una cubierta similar a la que impera en los actuales partidos del siglo XXI, donde existe un caudillismo.

No está de más afirmar que solo los pequeños burgueses pueden abogar por una organización antimarxista de ese tipo, la cual, en resumidas cuentas, suele estar regida por un peligroso juego de fracciones entre sus cabecillas quienes velan por su prestigio e intereses ante la militancia de base:

«En la práctica no ha existido un partido así, un partido bolchevique de nuevo tipo no ha existido en China. ¿Podemos considerar a un partido cuyo líder, contrariamente a los principios del centralismo democrático, nombra a su sucesor como si fuera un emperador, donde el Gabinete Central es un aparato militar de ejercicio de poder personal, como partido bolchevique? ¿Acaso un partido que se basa principalmente en la pequeña burguesía y considera al proletariado como apéndice numéricamente insignificante frente a cientos de millones de la pequeña burguesía; un partido que retozaba ora bajo una línea de la pequeña burguesía, ora una línea de la burguesía nacional; un partido que permitía fracciones, la llamada por ellos lucha de dos líneas –que es presentada como ley de desarrollo comunista– donde a veces ganaba una línea y luego otra, puede merecerse tal calificativo? (…) Se debe tener en cuenta que en el Partido Comunista de China en el cual no existía el centralismo democrático real, el modo en que combatían las llamadas dos líneas siempre eran las luchas entre las personas clave en el partido y el gobierno chinos por el poder en China. La línea perdedora siempre estaba llena de todo tipo de acusaciones muy poco creíbles e incluso absurdas. En realidad estas luchas nunca tuvieron –incluso en la época de la «Revolución Cultural»– un carácter de principios. (...) Existen diferencias significativas entre las políticas de Mao Zedong y sus actuales partidarios. No hay duda de que había, si se quiere, en China una constante lucha entre dos líneas, pero desde luego no era una pelea entre una línea proletaria y una línea burguesa, sino la lucha entre dos líneas burguesas, capitalistas. (…) Sobre todo a la pequeña burguesía parece agradarle la negación del papel dirigente de la clase obrera y su partido; esto es algo que en China no sólo se produjo durante la llamada «Revolución Cultural», sino que es un componente vital del Pensamiento Mao Zedong». (Equipo de Bitácora (M-L); Recopilación de citas de Ernst Aust sobre la cuestión alemana y sobre el revisionismo alemán, 2016)

No por casualidad la Internacional Comunista (IC) criticó este juego de fracciones en el PCCh desde sus primeros pasos. Véase el capítulo: «La revolución china, el maoísmo y la falsificación de la historia» de 2020.

En consecuencia, al copiar este modelo maoísta en su seno, el PCE (r) estaba planteando sin saberlo la semilla del fracaso desde su nacimiento. 

¿Por qué se adoptó entonces esta conceptualización de partido? Porque los dirigentes del PCE (r) aparte de ser francamente oportunistas tampoco conocían la historia del PCCh –salvo por breves folletos de la Revolución Cultural–, jamás pusieron a disposición de la militancia los documentos chinos, ni siquiera los más oficiales, la información llegaba a la base con cuentagotas. Hoy no es raro ver toda una caterva de organizaciones neomaoístas que siguen estos pasos y ni siquiera saben repetir ir más allá de repetir un par de eslóganes. Estos partidos dicen estar «reconstruyendo el partido» e incluso «purgando de errores» la experiencia pasada, pero a la hora de la verdad no hay un critcismo real –puesto que cualquier persona honesta se alejarían del maoísmo– y en realidad no hacen más que emular una corriente revisionista que demostró ser un completo desastre en cuanto a cuestiones organizativas.

Este liberalismo de los revisionistas chinos sobre la cuestión organizativa se ve desde los primeros documentos del partido, con fuentes directas e indirectas:

«Estamos muy preocupados por su decisión de que todo el que desee puede ser aceptado en el partido, sin ninguna consideración de su origen social, que el partido no tema que algunos arribistas busquen su camino en el partido, así como de su mensaje sobre las intenciones de aceptar incluso a Zhang Xueliang en el partido. En la actualidad, más que en cualquier otro momento, es necesario para mantener la pureza de las filas y el carácter monolítico del partido. Mientras conducimos el alistamiento sistemático de personas en el partido y así lo reforzamos, especialmente en el territorio del Kuomintang, es necesario que al mismo tiempo que evitamos la inscripción masiva en el partido, aceptemos sólo a las mejores y probadas personas de entre los obreros, campesinos y estudiantes. También consideramos un error alistar indiscriminadamente en las filas del Ejército Rojo de estudiantes y exoficiales de otros ejércitos, ya que esto puede socavar su unidad». (Georgi Dimitrov; Telegrama de la Secretaria del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista al Secretariado del Partido Comunista de China, 15 de agosto de 1936)

Los propios cables de la diplomacia internacional, delataban el juego de fraccionalismos y los elementos oportunistas:

«Los radicales desean una alianza con la Unión Soviética, una alianza como la existente actualmente entre Estados Unidos y Gran Bretaña, mientras que los liberales califican la política internacional soviética de «demente». (...) Chou dijo que Mao Zedong se mantiene al margen de las disputas de partido, que utiliza a Chou, Liu Shao-chi y otros liberales y radicales para fines específicos a su antojo. Que Mao es un genio en escuchar argumentos de diferentes lados, y luego traducir las ideas en las políticas de trabajo prácticos». (Edmund Clubb; El Cónsul General en Pekín (Clubb) a la Secretaría de Estado, emitido el 1 de junio de 1949, recibido el 2 de junio de 1949)

Que casualidad... ¿quién hacía tal cosa?:

«Trotski, por un lado, representa solamente sus vacilaciones personales y nada más. En 1903, fue menchevique; en 1904, abandonó el menchevismo; en 1905 regresó al menchevismo haciendo gala de frases ultrarevolucionarias; en 1906 los dejó nuevamente; a fines de 1906 abogó por acuerdos electorales con los Kadetes –estando una vez más con los mencheviques–; y en la primavera de 1907, en el Congreso de Londres, dijo que difería de Rosa Luxemburgo en «matices específicos de ideas en vez de líneas políticas». Un día Trotski plagia del acervo ideológico de una facción, al siguiente día plagia de la otra, y después se declara por encima de las facciones». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; Significado histórico de la lucha interna en el partido en Rusia, 1910)

¿Es casualidad que Mao permitía y promovía el fraccionalismo del que Lenin denunciaba en Trotski? ¿No usaba una u otra fracción durante un tiempo? Véase el periodo en que Liu era su aliado y segundo de abordo, luego Deng Xiaoping, luego Lin Piao, luego Deng Xiaoping otra vez, luego Hua Kuo-feng, a los cuales incluso en los estatutos se les calificaba de forma faraónica como «sucesores».

El eclecticismo del maoísmo es tal, que el propio Mao diría:

«La derecha en el poder puede utilizar mis palabras para hacerse fuerte durante un cierto tiempo, pero la izquierda puede utilizar otras palabras mías y organizarse para derrocar a los de derecha». (Carta de Mao Zedong a Chiang Ching, 8 de julio de 1966. Publicada en «Le Monde», 2 de diciembre de 1972)

Vea el lector cómo el maoísmo sacrificaba los intereses del partido bajo excusas ridículas:

«En el VIIº Congreso de 1945, logramos persuadir a ciertos camaradas para que votaran por Wang Ming y Li Li-san. Y, ¿qué hemos perdido con ello en los últimos once años transcurridos desde el VIIº Congreso? Absolutamente nada. El haber elegido a Wang Ming y a Li Li-san no impidió el triunfo de nuestra revolución ni dilató unos meses su victoria. (...) La elección para el Comité Central de Wang Ming y Li Li-san, que cometieron errores de línea, presupone la necesidad de que dos de los camaradas que han actuado correctamente o que sólo han cometido leves errores les cedan el puesto, para que ellos puedan subir a la palestra. (...) Ellos son famosos en el país y en el mundo entero por los errores de línea que cometieron. La razón por la cual los elegimos estriba precisamente en que ellos son famosos. ¡Qué otro remedio hay si gozan de fama y la fama de los que no han cometido errores o sólo han cometido pequeños errores no puede compararse con la suya! En nuestro país, que tiene una gran masa de pequeño burgueses, ellos son sus banderas. Con su elección, mucha gente comentará: el partido comunista todavía los espera e incluso les ha cedido dos asientos a fin de facilitarles la corrección de sus errores. Que se corrijan o no es otra cuestión, y de muy poca importancia, pues es algo que atañe solamente a ellos dos. El problema está en que en nuestra sociedad hay un número muy grande de pequeño burgueses, en nuestro partido hay muchos elementos pequeño burgueses vacilantes y entre los intelectuales hay una multitud de elementos vacilantes, y todos ellos ponen sus ojos en estos modelos. Cuando vean que estas dos banderas siguen en pie, se sentirán a gusto, dormirán tranquilos y estarán contentos. Pero caerán en el pánico si estas dos banderas son arriadas». (Mao Zedong; Fortalecer el partido, continuar sus tradiciones, 30 de agosto de 1956)

Cuando se empezaron a conocer este tipo de textos en Occidente, muchos antiguos maoístas se empezaron a distanciar del maoísmo:

«Saliendo al paso de la obsesión que en todo momento han tenido los oportunistas y revisionistas de distinta laya por evitar el desarrollo de la lucha ideológica y por fraguar una unidad sin base ideológica común. Lenin ya señaló de manera inequívoca que «para unirse es preciso delimitar previamente los campos». Lenin, que nada tenía de sectario y que sabía mejor que nadie utilizar las contradicciones del enemigo y de todos los adversarios para reforzar el partido y la lucha revolucionaria, siempre nos advirtió contra el peligro de llegar a una unidad sin principios y de convertir al partido en una especie de club de discusiones y donde cada cual pudiera mantener toda suerte de posiciones e ideologías. ¿Cómo podría ser el partido, en esas condiciones, sin una unidad monolítica en el terreno ideológico, Estado Mayor de la revolución y tener una dirección monolítica en el terreno político y organizativo? ¿Cómo se puede luchar unidos, cuando no se tienen los mismos enemigos y cuando no se está de acuerdo sobre los medios y formas de lucha ni sobre los objetivos primordiales?». (Elena Ódena; La posición leninista sobre la unidad, 1972)

Existen muchas de las obras de Mao que fueron reeditadas y retocadas para disimular su oportunismo. En uno de sus textos más famosos de 1957, en su versión original confesaba que su modelo de partido era antistalinista:

«En el período de Yen'an, en 1942, se lanzó la consigna de llamada a la «unidad-crítica-unidad» como principio para resolver las contradicciones entre el pueblo. Trabajamos en esta fórmula. (...) La política empleada anteriormente era el tipo de trabajo traído desde el paraíso Occidental. Ese «paraíso Occidental» era el de Stalin, y la política conocida como «lucha despiadada y golpes implacables». Al ver que esto no era adecuado, y cuando más tarde criticado dogmatismo, se dejó de utilizar el método de «tratar al hombre como él trate contigo» es decir, «ojo por ojo». (...) Después de unos años, en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1945, se alcanzó la meta de la unidad, habiendo sido el periodo de intervenciones de crítica. (...) Al pasar por este proceso hemos obtenido esta fórmula: unidad-crítica-unidad. Más tarde la hemos ampliado fuera del partido, entonces se extendió a Beijing. Asesoramos a los partidos democráticos también a adoptar este método de crítica. Con los capitalistas, es decir, con los explotadores, podemos usar este método. Llegar a usarlo con Taiwán será, en mi opinión más difícil. Debido a que son explotadores, pero son un tipo de explotadores diferentes. No se podría usar este método con Chiang Kai-shek. Con Chiang Kai-shek y Hu Shi y de otro tipo. (...) Pero es posible hacerlo con la burguesía nacional; esto se ha comprobado totalmente». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo (Notas del discurso), 27 de febrero, 1957)

Compárese:

«El camarada Smeral califica esa táctica de «fina», de «delicada». Puede que efectivamente sea fina, pero no tiene nada que ver con la táctica bolchevique de lucha intransigente contra los derechistas; de eso no puede haber la menor duda. El camarada Smeral olvida que el proverbio dice: «la cuerda se rompe por lo más fino». Ha olvidado que la fineza no puede ser garantía contra el fracaso. Y así ha ocurrido, como se sabe, pues esta «fina» táctica con la derecha ha reventado y se ha venido abajo a la primera prueba, cuando el grupo de Bubnik, alentado por esa táctica, estuvo a punto de hacer fracasar la reciente acción del proletariado checo. El fortalecimiento de los derechistas y la traición de Bubnik: tal es el balance de la táctica «fina» del camarada Smeral. Por eso opino que la táctica «fina» del camarada Smeral es una táctica de salvamento de los derechistas, una táctica de acentuación de la crisis, una táctica preñada del peligro de hundimiento del Partido. ¿Por qué se hundió la vieja socialdemocracia como partido revolucionario? Entre otras cosas porque Kautsky y Cía. emplearon de hecho la táctica «fina» de encubrir y salvar a los derechistas, la táctica «delicada» de «unidad y paz» con E. Bernstein y Cía. ¿Qué resultó de ello en resumidas cuentas? Resultó que en el momento crítico, en la víspera misma de la guerra, los socialdemócratas de derecha traicionaron a los obreros, los «ortodoxos» se convirtieron en prisioneros de la derecha y la socialdemocracia, en su conjunto, en un «cadáver viviente». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Sobre el Partido Comunista de Cheoslovaquia; Discurso en la Comisión Checoslovaca del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 27 de marzo de 1925)

¿Qué tiene que ver la lucha entre dos líneas con el marxismo? Nada en absoluto:

«Es necesario que todo obrero consciente comprenda con claridad el carácter pernicioso e inadmisible de todo fraccionalismo, el cual, pese a todo el deseo de los representantes de algunos grupos de mantener la unidad del partido, conduce sin falta en la práctica al debilitamiento de la labor aunada y a los intentos acentuados y repetidos de los enemigos del partido gubernamental, que se infiltran en sus filas, de ahondar las disensiones en su seno y utilizarlas para los fines de la contrarrevolución. (...) Por las razones expuestas, el congreso declara disueltos y prescribe disolver inmediatamente todos los grupos, sin excepción, que se hayan formado con tal o cual plataforma –a saber: «oposición obrera», «centralismo democrático», etc.–. El incumplimiento de este acuerdo del congreso acarreara la inmediata e incondicional expulsión del partido». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; Informes en el Xº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, del 8 al 16 de marzo de 1921)

Stalin diría sintetizando las ideas leninistas:

«La existencia de fracciones es incompatible con la unidad del partido y con su férrea disciplina. No creo que sea necesario demostrar que la existencia de fracciones lleva a la existencia de diversos organismos centrales y que la existencia de diversos organismos centrales significa la ausencia de un organismo central común en el partido, el quebrantamiento de la unidad de voluntad, el debilitamiento y la descomposición de la disciplina, el debilitamiento y la descomposición de la dictadura. Naturalmente, los partidos de la II Internacional, que combaten la dictadura del proletariado y no quieren llevar a los proletarios a la conquista del poder, pueden permitirse un liberalismo como la libertad de fracciones, porque no necesitan, en absoluto, una disciplina de hierro. Pero los partidos de la Internacional Comunista, que organizan su labor partiendo de las tareas de conquistar y fortalecer la dictadura del proletariado, no pueden admitir ni el «liberalismo». (...) El partido se fortalece depurándose de los elementos oportunistas. El fraccionalismo dentro del partido nace de sus elementos oportunistas. El proletariado no es una clase cerrada. A él afluyen continuamente elementos de origen campesino, pequeño burgués e intelectual, proletarizados por el desarrollo del capitalismo. (...) Todos estos grupos pequeño burgueses penetran de un modo o de otro en el partido, llevando a éste el espíritu de vacilación y de oportunismo, el espíritu de desmoralización y de incertidumbre. Son ellos, principalmente, quienes constituyen la fuente del fraccionalismo y de la disgregación, la fuente de la desorganización y de la labor de destrucción del partido desde dentro. Hacer la guerra al imperialismo teniendo en la retaguardia tales «aliados», es verse en la situación de gente que se halla entre dos fuegos, tiroteada por el frente y por la retaguardia. Por eso, la lucha implacable contra estos elementos, su expulsión del partido es la condición previa para luchar con éxito contra el imperialismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Los fundamentos del leninismo, 1924)

El partido se fortalece eliminando las líneas revisionistas que pueden aparecer dentro del mismo, asume nuevos niveles cualitativos cuando purga de sus filas a elementos ajenos a sus propósitos. En efecto, dentro del PCCh se movían varias corrientes internas justificadas por su lucha entre «dos líneas» y cambiaban la línea oficial anterior, precisamente indicaba que no se trataba de un verdadero partido comunista que siguiera la línea marxista-leninista.

Los dirigentes del PCE (r) son parte de aquellos ilusos que tras décadas de lo evidentemente deficiente que era este modelo, se lamentan por la constante lucha fraccional que ha existido en la historia del Partido Comunista de China (PCCh), pero al mismo modo, todavía a estas alturas no entienden qué causó tal desastre. No reconocen que han sido las teorías de Mao las que permitieron y dieron pie no solamente a ese caos disolvente dentro del partido, sino también al liberalismo en la cuestión cultural o en la cuestión de la negación del rol del partido comunista en la sociedad socialista:

«Antes de que se condene la existencia de estas dos líneas en el partido entonces deberían, analizar a fondo esta cuestión y rastrear las raíces de lo que significa dejar dos líneas en el partido. Pero la cuestión aquí no es sólo las llamadas «dos líneas». Aquí hay muchos interrogantes, las «muchas flores», y «muchas escuelas» que Mao Zedong predicó que tenían que florecer. Es el tema del pluralismo de partidos y la igualdad de derechos de los partidos burgueses respecto al partido comunista en el poder, después de la liberación China, etc». (Enver Hoxha; Sobre cómo sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)

Las fracciones aparte de ser en sí una plataforma organizativa paralela al partido, también van acompañadas de una línea programática, ideológica, y política propia, también paralela a la oficial del partido. Los marxista-leninistas nunca permiten ni fraccionalismos ni líneas paralelas al partido. Una de las tareas de los marxista-leninistas en los años 70 y sucesivos fue derribar las tesis que el revisionismo chino propagaba. Estas intentaban vender que: o bien que «era beneficioso para la unidad la formación de varias líneas» –típica perorata propagandística de los 40 y 50 del maoísmo– o que era «inevitable la formación de dos o más líneas en el partido» –perorata propagandística de los maoístas durante los 60 y 70–:

«El tratamiento deformado de este problema en la vida social también está conectado con su tratamiento deformado dentro del partido. De acuerdo con el «pensamiento Mao Zedong», el partido de la clase obrera está dividido en clases antagónicas, con su jefatura burguesa y proletaria, y como resultado de ello, existen en forma objetiva e inevitablemente dos líneas en el seno del partido, que expresan los intereses de estas dos clases. En esta cuestión también tenemos que lidiar con una flagrante desviación del marxismo-leninismo. (...) La línea del partido es un complejo de directrices y orientaciones para todo un período histórico; define los objetivos del partido, así como los métodos para llegar a ellos. El partido de la clase obrera puede tener una sola línea, la línea de la revolución, de la dictadura del proletariado, de la construcción del socialismo y el comunismo. (...) Esta lucha de clases en el partido es objetiva e inevitable, es el reflejo de la lucha de clases que ocurre en la sociedad. Sin embargo, la lucha de clases en el partido no se expresa en todos los casos y de manera inevitable, como una lucha entre dos líneas. La lucha de clases en el partido es objetiva e inevitable, pero no lo es la existencia de dos líneas. (...) Aceptar que la línea burguesa en el partido existe objetivamente, independientemente de los deseos del pueblo, significa aceptar el concepto fatalista y antidialéctico que confunde la posibilidad con la realidad. Puesto que la aparición de la línea burguesa es sólo una posibilidad, presentarla como algo que existe fatalmente significa abrir el camino, de manera consciente, a la línea burguesa en el partido y minar al partido, la dictadura del proletariado y el socialismo. Los acontecimientos que tienen lugar en China actualmente son consecuencia directa de la autorización hecha por Mao Zedong para que en el partido coexistan dos líneas opuestas». (Foto Çami; Contradicciones, clases y lucha de clases en el socialismo, 1980)

¿Cómo se traduciría este modelo de partido en el PCE (r)? Pues como no podía ser de otro modo; en constantes luchas intestinas, por ejemplo: la polémica expulsión de Pío Moa en 1977 o la sonada escisión del 2000 de la autodenominada «Fracción Octubre PCE (r)», y seguramente muchas más que no sabemos, pues en este tipo de organizaciones muchas veces las causas de expulsiones y escisiones son silenciadas bajo amenazas y hasta agresiones. Y es que el PCE (r) como cualquier otra organización de este tipo siempre ha navegado entre expulsiones y escisiones debido precisamente al maoísmo que profesa, que es sinónimo de eclecticismos, fraccionalismos, y problemas internos constantes». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

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