domingo, 27 de enero de 2013

Dialéctica; Terminológico, 2013


«En la antigüedad se llamaba dialéctica a la capacidad de descubrir la verdad dejando en evidencia las contradicciones en el discurso y argumentación del contendiente. Tiempo más tarde se denominó así a un método de estudio y comprensión que se basa en la confrontación de las características de una situación o sistema a las contradicciones que este genera en su interior. El contenido dialéctico de alguno de los filosóficos anteriores nunca pudo alcanzar este estricto rigor científico hasta la aparición del marxismo, que conjugaba junto al método dialéctico, el método materialista de análisis. El marxismo tenía su método materialista-dialéctico, que contemplaba a la naturaleza como un mundo interconectado, en él explica que hay un proceso continuo de pugnas y renovación; del mismo modo considera a la naturaleza como algo sujeto a constantes cambios, siempre en movimiento; observa su desarrollo desde el criterio de que las transformaciones parten de la acumulación de unos cambios cualitativos –inadvertidos y graduales–, a cambios radicales, cualitativos, la cantidad así se transforma en calidad; que los objetos y fenómenos siempre cuentan con su lado de caducidad y de desarrollo progresivo–. Todo esto que tiene la intencionalidad de explicar el continuo movimiento de los procesos históricos desde una metodología científica; una de las leyes fundamentales de la dialéctica marxista es la que expone que siempre hay una tesis –afirmación– y la antítesis –negación– para superar las contradicciones establecidas entre ellas mediante la obtención de una «síntesis superadora», lo que ha venido a denominarse como «negación de la negación» de las viejas contradicciones de la realidad, esta nueva síntesis establecerá a su vez nuevas contradicciones, una nueva tesis que habrá de ser superada mediante el mismo método; por ejemplo: para que el capitalismo exista necesita de una tesis –burguesía, clase explotadora propietaria de los medios de producción que se apropia de la plusvalía– y de una antítesis –proletariado, que vende su fuerza de trabajo y a la que extraen la plusvalía–; el resultado de la confrontación de estos dos elementos dará lugar a una síntesis superadora –el socialismo, que presupone la toma de poder del proletariado, eliminará las clases explotadoras y pondrá fin a la explotación asalariada, quedando solo los trabajadores en un nuevo modelo económico de propiedad social–, esta síntesis convertida en nueva tesis tendrá que ser confrontada por una antítesis –las contradicciones que el socialismo genere, por ejemplo la herencia de la anterior sociedad como la diferencia entre el campo y la ciudad, la vieja y nueva burocracia, la concepción patriarcal o el misticismo, la disparidad entre ese sistema y los exteriores y otros fenómenos–, nuevas contradicciones que durante un tiempo serán creadas, agudizadas o mitigadas, pero que deben ser para así obtener una nueva síntesis superadora: el comunismo, que presupone el fin de todas las clases sociales y que, ahora sí, puede dar satisfacción material a todas las exigencias de la sociedad tras haber superado las reminiscencias económicas-culturales de la vieja sociedad». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2013)

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