martes, 5 de mayo de 2015

Eurocomunismo es anticomunismo; Enver Hoxha, 1980

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«Con sus tesis de la «extinción de la lucha de clases» como consecuencia de los «cambios esenciales» que supuestamente habría sufrido la sociedad capitalista gracias al desarrollo de las fuerzas productivas, de la revolución técnico-científica, de la «reestructuración del capitalismo», etc.; con sus prédicas acerca de la necesidad de establecer una amplia colaboración de clases, dado que ahora, en el socialismo están supuestamente interesadas no sólo la clase obrera y las masas trabajadoras, sino también casi todas las capas de la burguesía a excepción de un pequeño grupo de monopolistas; con su pretensión de que se puede pasar al socialismo a través de reformas, dado que la sociedad capitalista de hoy se desarrollaría por la vía de la integración pacífica en el socialismo, etc., los eurocomunistas convergieron no sólo en la teoría, sino también en la actividad práctica con la vieja socialdemocracia europea, se fundieron en una sola corriente contrarrevolucionaria al servicio de la burguesía». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)


La crítica al eurocomunismo que se realiza en el siguiente texto, es un excelentísimo análisis que ahonda en los orígenes del mismo; el autor indaga en su matriz y se cuestiona como pudo haber surgido una rama revisionista tan degenerada y descarada en sus objetivos contrarrevolucionarios. 

Para ello el autor se remonta décadas antes de la proclamación de dicha corriente; se repasa las tesis claudicadoras de Earl Browder sobre el concepto de partido, las relaciones con el imperialismo estadounidense con los países dependientes o las etapas y alianzas de la revolución; se analiza al primer revisionismo en el poder, el titoismo, y su nula visión de la lucha de clases, rol de partido en la construcción del socialismo o relación con los organismos económicos capitalistas; se analiza los conceptos revisionistas de Mao Zedong y sus teorías sobre el trato a las clases explotadoras o el multipartidismo, teorías cuyos máximos representantes del eurocomunismo como Santiago Carrillo reconocieron que fueron clave para su formación ideológica; y por último, se explica al lector porque las tesis de Nikita Jruschov y el revisionismo soviético con su conciliación con todo revisionismo que le acepte, con la exaltación de la coexistencia pacífica y la vía pacífica parlamentaria al socialismo, también fueron un buen caldo de cultivo para el eurocomunismo. Ha de saberse que el eurocomunismo fue la corriente revisionista de moda en los 70; y puede resumirse básicamente según la óptica marxista-leninista de aquel entonces de la siguiente manera:

«Los partidos revisionistas de los países de Europa Occidental despliegan esfuerzos para levantar una teoría sobre una «sociedad nueva» llamada socialista, a la que esperan llegar con «reformas estructurales» y en estrecha coalición con los partidos socialdemócratas, e incluso con los partidos de derecha. Esta sociedad, según ellos, se edificará sobre nuevos fundamentos con «reformas sociales», en «paz social»; por «vía parlamentaria», a través del «compromiso histórico» con los partidos burgueses. Los partidos revisionistas de Europa, como los de Italia, Francia y España, y tras ellos todos los demás partidos revisionistas de Occidente, niegan el leninismo, la lucha de clases, la revolución y la dictadura del proletariado. Todos se han metido en el camino del compromiso con la burguesía capitalista. Han bautizado esta línea antimarxista con el nombre de «eurocomunismo». El «eurocomunismo» es una nueva corriente pseudocomunista que está y no está en oposición al bloque revisionista soviético. Esta actitud vacilante se explica con su propósito de tener una coexistencia de ideas con la socialdemocracia europea, con toda la diversidad de concepciones que se cuecen en la caldera de Europa». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Era claro que lo que resaltaba por consiguiente que en esta nueva corriente era que:

«Por lo general, los revisionistas no expresan sus ideas de forma tan abierta, tratan de ocultar su traición a la clase obrera de los respectivos países detrás de palabras vacías sobre el cambio de situaciones, la democracia, la libertad, etc. Pero los «eurocomunistas» actúan de manera algo diferente». (Partido del Trabajo de Albania; Eurocomunismo, o revisionismo sin disimular; Publicado en «Zëri i Popullit», Órgano del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, 4 de diciembre de 1977)

Por supuesto, también Enver Hoxha nos explicara las teorizaciones tempranas de padres del eurocomunismo, y las más específicas de cada partido comunista:

1) Por ello veremos cómo Palmiro Togliatti en el Partido Comunista Italiano pretendían esa «independencia» de Moscú bajo el «policentrismo» para aplicar su propia receta revisionista, su vociferada estrategia de «llegar al socialismo» a través de la constitución burguesa italiana existente desde 1947, siendo este legalismo de las instituciones burguesas y su carta magna el pivote de toda la política de sumisión a la burguesía del partido revisionista, o sus siempre sorprendes declaraciones entre marxismo y religión, y como hilaban estos temas los revisionistas italianos para ganarse el favor de las instituciones religiosas.

2) Se verá la adhesión de los líderes del Partido Comunista Francés a las teorizaciones de intelectuales pseudomarxistas como Roger Garaudy –que creía que en países desarrollados el proletariado como tal había dejado de existir–, teorías estas y otras, que Georges Marchais y sus predecesores recogieron con gusto, aún cuando previamente habían condenado a sus autores como desviacionistas derechistas. Es interesante la desviación de este partido en el campo ideológico en lo referente  al arte y la literatura, la cual pretendían liberalizar, algo que en palabras del autor ha hecho que estos elementos hayan tenido como objetivo: «separar el arte y la literatura de la política y la ideología, naturalmente de la política proletaria y de la ideología marxista». Siempre hemos recordado que hacer una excepción en cualquier campo sobre la lucha de clases que enfrenta al proletariado contra la burguesía, es el gesto más notable del oportunismo.

3) También se tendrá la oportunidad de observar como Santiago Carrillo cree firmemente que la sociedad capitalista ha cambiado lo suficiente para reformular teóricamente todo el marxismo-leninismo: así, se entiende el grato papel que otorga a la capa de la intelectualidad –incluso por encima del proletariado– en la transformación de la sociedad, en la búsqueda de lo que sería el socialismo –claro que al estilo eurocomunista–; su apología de la vía pacífica al socialismo, o sea la exclusividad de la lucha parlamentaria y el reformismo social como instrumento para la toma de poder; la insistente idea de transformar la totalidad de la superestructura capitalista –incluyendo por tanto el ámbito cultural burgués– no desde la toma del poder, la implantación de la dictadura del proletariado y la supresión de la superestructura burguesa por la creación de una proletaria, sino pugnando dentro del marco de la democracia burguesa –pese a estar en clara inferioridad– frente a los vastos medios de influencia propagandística con que cuenta la burguesía, intentando en vano arrebatar esa influencia a la burguesía sobre la sociedad en su favor; también, la idea en lo económico de que el capitalismo de Estado –o sea las empresas públicas del Estado capitalista– tendría en sus entrañas «el germen de la economía socialista»; como pone énfasis en su temor pequeñoburgués a la revolución violenta –sea esta una lucha de liberación nacional o una revolución proletaria– por miedo a una confrontación nuclear en cualquier parte del globo.

Para resumir la actitud del eurocomunismo en la práctica sería recomendable citar al propio autor en otro de sus trabajos:

«Han bautizado esta línea antimarxista con el nombre de «eurocomunismo». (…) Los «eurocomunistas» pueden unirse a quienquiera que sea, a excepción de aquellos que luchan por el triunfo de la revolución y por la pureza de la ideología marxista-leninista». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Las teorías y prácticas del eurocomunismo bajo ese nombre, por mucho que fueran publicitadas por la burguesía a bombo y platillo no logró sobrevivir mucho tiempo bajo tal bandera, y las fracciones eurocomunistas en estos partidos fueron barridas oficialmente:

Hay que recordar que el eurocomunismo precisamente pereció en los partidos revisionistas occidentales –en el plano oficial claro– entre otros factores, porque debido a sus características no prohibía la proliferación de fracciones y líneas lo que acarreó una constante lucha de poder que sumado a otros factores como la no victoria en ninguna elecciones burguesas –que era donde estos revisionistas medían la efectividad de la línea del partido–, azuzaron más si cabe el primer problema del fraccionalismo:

«El surgimiento del eurocomunismo fue anunciado con gran ruido por la burguesía, que se forjó ilusiones de que su ideología reformista eclipsaría la ideología revolucionaria del marxismo-leninismo. Esperaba que el eurocomunismo alcanzaría una gran difusión y se convertiría en una bandera que uniría a todos los revisionistas, del Oeste y del Este. Pero el fracaso fue rotundo. En los propios partidos eurocomunistas proliferaron las fracciones y divisiones; entre los diversos partidos eurocomunistas comenzó la lucha por el liderazgo. Las disputas y las divergencias con el resto de los partidos revisionistas pasaron a ser aún mayores. El partido de Marchais abandonó el campo eurocomunista y se aproxima cada vez más a los revisionistas soviéticos. El Partido Comunista de España se ha dividido en diversas fracciones, en eurocomunistas ortodoxos y heréticos, en prosoviéticos y antisoviéticos. Por su parte el partido de Berlinguer está atravesando una grave crisis ideológica y política. Y lo que es más importante, los partidos eurocomunistas han perdido gran parte de la influencia que tenían entre las masas, cosa que puede verse en sus sucesivas derrotas en las elecciones, a las que consideran su caballo de batalla». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

El mismo Partido Comunista de Italia de Enrico Berlinguer, igual que el Partido Comunista Francés de Georges Marchais o el Partido Comunista de España de Santiago Carrillo, se tuvo que enfrentar constantemente a varias fracciones, sobre todo prosoviéticas, por culpa de su concepto de partido.  Decimos que sobre todo de corte pro revisionismo soviético porque los miembros marxista-leninistas en su mayoría ya se habían marchado a título individual o escindido en grupo anteriormente, cuando en los 70 llega la institucionalización del eurocomunismo en estos partidos se puede decir que no existían marxista-leninistas en estos partidos, y los que se daban cuenta de la política traidora del eurocomunismo rápidamente abandonaban el partido.

Mientras el Partido Comunista Italiano de Berlinguer logró mantener a raya a la fracción pro soviética de Armando Cossutta, no sin dificultades, a la muerte de Berlinguer en 1984 empezaría un verdadero caos por el control del partido, poco después, la corriente pro Berlinguer de Achille Occhetto disolvió el partido y fundó el socialdemócrata Partido Democrático de la Izquierda en 1991 mientras que Armando Cossutta respondería fundando el Partido de la Refundación Comunista, ambos partidos eran de corte extremadamente revisionista. En el caso del Partido Comunista Francés de Georges Marchais jamás tuvo una posición firme sobre nada de calado ya desde la época de Maurice Thorez, e iba reaccionando tarde y dando tumbos en sus posiciones: la posición eurocomunista distante hacia los revisionistas soviéticos de George Marchais en los 70 era la menos distante dentro de los partidos revisionistas occidentales, finalmente en el XXIVº Congreso del Partido Comunista Francés de 1982 se caracterizaría por un giro pro soviético del propio Marchais y el partido, en 1991 Marchais resistiría a los llamados renovadores que querían disolver el partido como había pasado en Italia y oficializar un nuevo partido como socialdemócrata; finalmente cuando en el XXVº Congreso del Partido Comunista Francés de 1994 Georges Marchais abandona el partido, sus sucesores, Robert Hue y siguientes, abandonarían lo que ellos llamaban «los errores y dogmas stalinistas del eurocomunismo de Marchais».

En el caso del Partido Comunista de España las diferentes fracciones lograrían poner en aprietos a Carrillo durante muchos años, hasta que a la entrada de los 80 por sus diferentes fracasos Carrillo perdiera ante los renovadores de Gerardo Iglesias el puesto de Secretario General en 1983, poco a poco se sucederían más escisiones como la del pro soviético Partido Comunista de los Pueblos de España de Ignacio Gallego en 1984 que añadían otra más a la larga lista de los 60, para 1985 se vería la propia expulsión de Santiago Carrillo del partido. En 1986 el Partido Comunista de España se integraría en la coalición de partidos que conocemos como Izquierda Unida, una unión de varios partidos de variopinta procedencia donde se respetaba la autonomía de cada partido comandada por Gerardo Iglesia, partido que a día de hoy no se diferencia en su programa de su competidor Podemos, y que siempre ha guardado una estrecha relación de amistad y apoyo a SYRIZA incluyendo la unión de ambos en el Parlamento Europeo bajo el conocido como Partido de la Izquierda Europea.

Por supuesto eso no significaba que el eurocomunismo no expulsara a miembros, fracciones y líneas de su partido si la cúpula eurocomunista lo veía necesario para su propia subsistencia el problema para sus intereses es que no siempre veían esto a  tiempo, aunque no es menos cierto que en estos partidos dominados por los eurocomunistas como en los partidos socialdemócratas de sus mismos países no estaba prohibido ni las fracciones ni las líneas, e incluso eran bienvenidas como escaparate de «pluralidad y democracia interna» mientras no se opusieran con vehemencia a las decisiones de los jefes de partido eurocomunistas ni intentaran suplantarlos. Esto es lo que sería catalogado por los marxista-leninistas muy correctamente, ya en años del Partido Comunista Italiano de Togliatti, como «luchas entre clanes».

En resumen: el estudio de los tres partidos: el italiano, francés y español y la causa de su degeneración está garantizado en este texto.

Quizás algunos piensen que el eurocomunismo es la rama del revisionismo que más fácil se desenmascara, que con sus tesis se desmonta por sí solo. Pero de todos modos creemos indispensable no ceder en la lucha ideológica contra una teoría que si bien pasada de moda oficialmente, sigue siendo una teoría extraña al marxismo-leninismo que bebe de otros revisionismos y reformismos, al tiempo que proporciona un modelo que fijarse a «nuevos» revisionismos, léase en este caso a nuevas ramas del revisionismo moderno como el «socialismo del siglo XXI».

El ejemplo más práctico de que el eurocomunismo –si bien no bajo esta misma bandera y nombre– sigue vivo entre los partidos comunistas que lo sufrieron y en otros nuevos, es el desempeño teórico-práctico de la agrupación griega SYRIZA, ahora en el poder. En nuestro documento denominado: «¿Es Alexis Tsipras es nuevo Enrico Berlinguer?» de 2015, se demuestran todos y cada uno de los nexos entre el «socialismo del siglo XXI» y el eurocomunismo en más de doce temas cardinales.

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El contenido de esta obra proviene del Tomo V de las obras escogidas de Enver Hoxha, al no poder contar con la versión en castellano, hemos tomado la traducción de la versión existente hecha por Dzerjinskii y a Euskal Gorriak, a los que tras darnos permiso para publicar la obra les agradecemos por su amabilidad.

Notas

[1] Lectura Online AQUÍ o Descarga AQUÍ.

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