«A estas alturas del documento podemos señalar que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) nunca desarrolló socialismo en Nicaragua por dos factores fundamentales: 1) nunca se conformó como una organización de clase obrera en lo organizativo e ideológico; 2) siempre se comportado como una organización multiclasista al servicio de los intereses de la burguesía más allá de cualquier discurso. Estas dos características han impedido que pudiera conducir la construcción del socialismo una vez logrado el triunfo sobre la dictadura somocista, y de hecho en ellas está la razón por la que el triunfo fue hegemonizado por la burguesía.
Si bien podemos decir que la «Revolución Popular Sandinista» fue un proceso histórico ilusionante de transformación concreto del pueblo nicaragüense, que por el camino construyó una «mística» revolucionaria de gran contenido épico individual y colectivo; este colapsó ante el empuje de sus contradicciones encarnadas esencialmente en esa «conciliación» entre clases antagónicas que derivó en la absoluta desactivación de la lucha de clases y de toda pretensión de construcción del socialismo. Estos hechos hicieron que la revolución se quedara en los límites de una «revolución armada», que en la práctica solo se ocupó de restablecer la dictadura de la burguesía bajo un nuevo cariz y que ni siquiera pudo cumplir con los objetivos fundamentales que plantea una «revolución liberal burguesa», al tiempo que condujo a las masas nicaragüenses a creer que el simple asistencialismo desarrollado era socialismo, envileciendo por tanto el contenido científico del marxismo-leninismo, del socialismo como primera etapa del comunismo.
En el mismo sentido, se observa que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) siguió recurriendo a la consigna fácil, al encumbramiento de personajes que intentaban ligar con el marxismo-leninismo, quizá con la intencionalidad de mantener su influencia sobre la militancia y la masa, pero lo cierto es que su praxis estaba completamente en las antípodas del marxismo-leninismo.
Cuando se habla de «izquierda», los marxista-leninistas somos cristalinos en cuanto a la aplicación de ese término en la época actual:
«Hay que ser claros, concisos en el análisis: nosotros no caemos en el juego mistificador de otras corrientes antimarxistas conocidas por su cariz conciliador, para nosotros la única izquierda verdadera, la única izquierda revolucionaria, la única izquierda que está con la clase obrera y el resto de las clases trabajadoras y que representa sus intereses de forma veraz –científica–, y real –sin especular con sus intereses de clase–, es el marxismo-leninismo, las demás llamadas izquierdas, aunque incluso existan individuos honestos y crean que teorizan y actúan por el progresismo de la humanidad, no es una izquierda completa, en tanto que máxima doctrina progresista, ya que arrastran formas de organizarse, pensar y actuar de las ideologías premarxistas o antimarxistas. Consideramos que declarar bajo el ambiguo término «izquierda», gastado hasta la sociedad, a corrientes burguesas y pequeño burguesas antimarxistas junto al marxismo-leninismo sería oportunismo, una falta de respeto, y una manifestación que borra las diferencias entre dichas corrientes y el único y genuino pensamiento de la clase obrera; en consecuencia y del mismo modo plantear que es indispensable y que debemos por naturaleza salvaguardar dicha «alianza entre las corrientes de izquierda», quizás estará entre las ideas e intenciones de acercamiento, conciliación y colaboración de otros oportunistas frente a otros oportunistas, pero nosotros no nos adherimos a tal concepción de «compromiso histórico» como dirían los eurocomunistas, nuestro objetivo es persuadir a las masas trabajadoras influidas bajo estas corrientes –como ha demostrado la historia de los partidos comunistas marxista-leninistas, la Komintern y la Kominform– de la falsedad y errada que es la política de esos sus partidos». (Equipo de Bitácora (M-L); Syriza y la euforia de la llamada «izquierda» [Recopilación Documental], 28 de enero de 2015)
¿Qué pasa con el término «izquierda» aplicado a la sociedad nicaragüense y al FSLN? ¿Es una terminología objetivamente correcta? Obviamente que no. El FSLN como hemos visto durante el documento, como organización política, siempre ha operado dentro del espectro ideológico de la «derecha»: sencillamente todos sus desarrollos teórico-prácticos se han encaminado a fortalecer al «Estado democrático burgués» bajo la «dictadura de la burguesía», a reforzar la explotación asalariada, el sistema de relaciones capitalistas. En el mismo sentido, en nuestra época histórica la «izquierda» es aquella que defiende los intereses de los explotados, a las masas trabajadora, frente a los explotadores, es la que propone la superación del capitalismo y sus relaciones económicas; en cambio la derecha –dígase de «izquierda», «centro» o de «ultraderecha» según el discurso postmoderno– opera para mantener los privilegios de los explotadores por medio de la protección de la propiedad privada de los medios de producción.
Para los marxista-leninistas nicaragüenses del Movimiento Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML) el FSLN solo tenía una importancia: por su carácter inicial pequeño burgués, y al ser la fuerza política que hegemonizó la «Revolución Popular Sandinista», se presumía que ampliaría los derechos económico-políticos de las masas consolidando la democracia burguesa nicaragüense; y a partir de ahí crearía las condiciones para la irrupción del partido marxista-leninista y un mejor campo de libre desarrollo y trabajo legal, imposible en los duros tiempos del somocismo. No obstante, y a la luz de los hechos, queda evidenciado que no fue más que un error de cálculo, de hecho, el FSLN por su propia naturaleza pronto fue el instrumento de la burguesía, no llegaría a desarrollar muchos de los presuntos derechos de las democracias burguesas y su dirigencia se encargaría en este «nuevo sistema democrático» de impedir cualquier desarrollo al MAP-ML: demostrándose que para ellos los marxista-leninistas del MAP-ML serían una de sus prioridades a combatir. Lo mismo se puede decir de la vuelta al poder vía electoral: ya nadie duda del carácter burgués del FSLN, la presunta profundización de los derechos económico-políticos dentro del Estado burgués existente de la mano del gobierno del FSLN no se han dado; por el contrario las reformas políticas que ha impulsado el FSLN desde el 2006 han convertido a esta fuerza política en un obstáculo para la organización de las fuerzas obreras en torno a un partido de vanguardia obrera ligado a la clase, y por cuanto es también un obstáculo para la construcción del socialismo en Nicaragua, y la obstaculización para la operación legal no ya de un partido marxista-leninista sino de cualquier organización que no «baile al son» del FSLN es cada vez mayor.
En la actualidad se puede afirmar categóricamente que el FSLN no es que sea una fuerza que por sus limitaciones históricas «no de más de sí», sino que abiertamente es una organización retardataria al servicio de la burguesía nicaragüense e internacional, profundamente oportunista y reaccionaria.
Nuestro deber como marxista-leninistas internacionalistas es una vez más, denunciar al revisionismo como enemigo de los pueblos en general, y en particular, dado el caso, del pueblo nicaragüense:
«En estos importantes momentos para los destinos de la revolución, todos los marxistas-leninistas y el proletariado mundial no pueden permanecer callados y hacer de simples espectadores frente a lo que está ocurriendo en los países revisionistas. El internacionalismo proletario exige que todos los revolucionarios levanten su voz, desarrollen una lucha de principios y hasta el fin por el desbaratamiento de todas las camarillas revisionistas en el poder y brinden su apoyo a la clase obrera y a los pueblos que se encuentran actualmente bajo el yugo de los revisionistas, para derrocar a estas camarillas traidoras e izar nuevamente la bandera de la revolución y del socialismo». (Enver Hoxha; La clase obrera de los países revisionistas debe lanzarse al campo de batalla para restablecer la dictadura del proletariado, 24 de marzo de 1968)
Ya hemos constatado que en los países revisionistas, como en cualquier otro régimen burgués, se hacen sentir los fenómenos de cualquier sociedad capitalista y sus males. Eso significa que pese a la baja formación ideológica de la clase obrera y el resto de las masas trabajadoras, e incluso pese a la inexistencia de un partido comunista y la escisión de los pocos marxista-leninistas, los desarrollos objetivos de estas sociedades tienden a que los trabajadores se opongan al capitalismo y sus males, e inconscientemente se orienten en mayor o menor medida al marxismo-leninismo, como ideología científica que desea superar al capitalismo:
«La lucha de los obreros, en el período actual, sé dirige especialmente contra las consecuencias de la crisis económica, cuyo peso trata de descargar la burguesía sobre las espaldas de la clase obrera. Contra esta injusticia y esta nueva forma de saqueo se han levantado las masas trabajadoras, que exigen que este peso no caiga sobre ellas, sino sobre los patrones. Luchan por conservar sus puestos de trabajo y el nivel del salario real, contra la inflación y la carestía de la vida, por el aumento de los fondos destinados a la salud pública, a la enseñanza, a la asistencia social, etc. En este diario enfrentamiento entre la clase obrera y la burguesía, se pone al descubierto y se desenmascara también la demagogia social y política del capitalismo, el oportunismo y la actividad de sabotaje de la socialdemocracia, del revisionismo y de los sindicatos dirigidos por ellos. Esta indignación y esta rebeldía que golpea en diversas formas e intensidad a la burguesía capitalista y revisionista es al mismo tiempo un golpe directo y contundente contra las tenebrosas fuerzas belicistas, que pretenden destruir a la humanidad. Hoy la clase obrera en los países capitalistas y revisionistas se encuentra atada por numerosas cadenas que el Estado burgués y los diversos partidos han echado sobre ella. Pero esta situación no puede durar eternamente. La agudización de las contradicciones entre el trabajo y el capital y, en general, la opresión capitalista e imperialista hacen que se eleve rápidamente la conciencia política y de clase del proletariado y que éste tome conciencia de que es posible liberarse de la opresión y la explotación sólo mediante la lucha de clases, sólo mediante la revolución. Actualmente y de manera paralela a la intensificación y la ampliación de la lucha de la clase obrera, se observa un despertar general de los pueblos oprimidos, un reforzamiento de los sentimientos nacionales y una mayor ansia de libertad, de independencia y soberanía por parte de éstos». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Afianzar y cristalizar este proceso espontáneo es trabajo de los marxista-leninistas nicaragüenses en el caso concreto de Nicaragua, los cuales no deben desesperarse por la actual falta de un partido de vanguardia comunista, algo que adolecen varios pueblos en nuestra época, y que será una cuestión que se resolverá poco a poco: recuérdese que la realidad histórica y científica muestra que solo de este modo, bajo la clarividencia ideológica interna de los marxista-leninistas se da la creación y unificación organizativa del partido marxista-leninista, y que en base al trabajo diario con las masas trabajadoras se podrá iniciar la verdadera reorganización en el plano político y a partir de ahí tener un vehículo fiable para iniciar la estrategia para desencadenar la futura revolución socialista nicaragüense como paso previo a la sociedad sin clases. En este deber de clarividencia ideológica estos elementos tendrán que pasar por el «ojo científico» al MAP-ML para entender su nacimiento, auge y caída, y retomar lo positivo y las lecciones de esta agrupación marxista-leninista.
Todo esto nos arroja una realidad incontrovertible: para provocar la reorganización de las fuerzas proletarias, marxistas-leninistas, al interior de Nicaragua, y ante la dominancia del discurso revisionista y ecléctico del FSLN, resulta de suma necesidad realizar la reconstrucción teórica y partidista marxista-leninista:
«Para establecer y consolidar el partido, significa que debemos establecer y consolidar la unidad entre todos los socialdemócratas rusos [así llamados por entonces los marxistas hasta la Primera Guerra Mundial - Anotación de Bitácora (M-L)], y, por las razones indicadas anteriormente, esa unidad no se decreta, no puede llevarse a cabo por ejemplo mediante una reunión de representantes que se comprometen a firmar, sino que debe de ser algo trabajado. En primer lugar, es necesario trabajar por la unidad ideológica sólida que debe sin más dilación eliminar la discordancia y la confusión, que –seamos francos– reina entre los socialdemócratas rusos en la actualidad». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Declaración del Consejo de Redacción de Iskra, 1900)
Y para que el movimiento marxista-leninista se afiance y pueda lograr desembocar en la revolución socialista en Nicaragua, deberá enfrentarse y derrotar tarde o temprano a la dirigencia burguesa del FSLN y revelar su carácter reaccionario ante las masas alienadas, por eso para tal trabajo se tendrá que exponer desde los temas de mayor enjundia hasta los más banales, desde los históricos a los presentes. Para ello el partido marxista-leninista nicaragüense deberá acabar con los mitos construidos por el revisionismo en la historia de Nicaragua e inclusive en la historia del propio FSLN, así como mantener una lucha constante tanto contra el imperialismo como contra cualquier rama oportunista del exterior de la que se alimentan los oportunistas locales, y que refuerza la dominación neocolonial de los imperialismos y el sistema capitalista en su totalidad en Nicaragua:
«Independientemente de las derrotas pasajeras que hemos sufrido, debemos luchar con la mayor dureza contra estas situaciones, defender el marxismo-leninismo, defender la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin, que en todo momento permanece fuerte, pura, triunfante. Los pueblos y el proletariado mundial no pierden ni el coraje ni la confianza en la victoria. Luchan, y todavía lo harán con más dureza; cada día que pase verán más clara la traición de estos pseudocomunistas, se darán cuenta de que esta traición ha hecho aún más pesado el yugo del capital mundial y del capital local. De esta forma, llegarán a la conclusión a la que han llegado Marx, Engels, Lenin y Stalin, a saber, que los pueblos y el proletariado deben crear las situaciones revolucionarias, formar los partidos marxista-leninistas para hacer la revolución y tomar el poder para construir una sociedad socialista, una sociedad de ellos, provista de un poder de dictadura del proletariado». (Enver Hoxha; Maniobras revisionistas, estructura antimarxista; Reflexiones sobre China, Tomo II, 8 de septiembre de 1977)
En todo este trabajo titánico de clarificación ideológica, movilización y organización de las clases trabajadoras al que se enfrentan los marxista-leninistas nicaragüenses, pedimos que se tenga paciencia y no de por sentado en las masas lo que ellos ya conocen –sobre todo en lo referente a los mitos del FSLN–. Pedimos que se tengan en cuenta los valiosos consejos de Dimitrov que nosotros hemos intentando implementar a la hora de escribir estas líneas; esto es, que se debe explicar todo cuantas veces haga falta y lo más sencillo posible, explicarlo de una manera y de otra hasta que se hagan entender y tratar de evitar extrapolar los esquemas y el lenguaje de las fórmulas librescas, y más bien conectar con la realidad y expresarla en un lenguaje marxista pero popular que refleje con cada palabra, con cada idea, los pensamientos y sentimientos de millones de hombres y mujeres.
Ergo no nos queda más que proclamar que:
«Hoy no hay lugar para las ilusiones, las vacilaciones y las esperas. La clase obrera de los países revisionistas se encuentra actualmente ante la absoluta necesidad histórica de lanzarse nuevamente al campo de batalla, emprender una lucha implacable y consecuente hasta el fin para derrocar y aplastar a las camarillas traidoras, realizar una vez más la revolución proletaria, restaurar la dictadura del proletariado. Esto exige indudablemente decisión, audacia, sacrificios, la renovación del espíritu y de las tradiciones revolucionarias de los tiempos de Lenin y Stalin. Exige, en primer lugar y sobre todo, que los auténticos revolucionarios se organicen en nuevos partidos marxista-leninistas, que movilicen al proletariado y al resto de las masas trabajadoras, les organicen y conduzcan a la victoria su insurrección general». (Enver Hoxha; La clase obrera de los países revisionistas debe lanzarse al campo de batalla para restablecer la dictadura del proletariado, 24 de marzo de 1968)». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)
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