domingo, 11 de enero de 2015

La política exterior revisionista sino-coreana de los 60 y 70 y las similitudes y diferencias entre la teoría de los «tres mundos» china y la teoría del «Chajusong» norcoreana; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«No nos extenderemos en repasar ahora las desviaciones y fundamentos antimarxistas del revisionismo chino en este documento, aunque ciertamente ya han sido expuestos con claridad en el transcurso del mismo, si el lector desea más información le recomendamos títulos que podrá encontrar en nuestro blog –Bitácora Marxista-Leninista– tales como:

1) Jim Washington; «El socialismo no puede ser construido en alianza con la burguesía» de 1980;

2) Vincent Gouysse; «Comprender las divergencias sino-albanesas» del 2004;

3) Equipo de Bitácora (M-L); «Desmontando mitos: Mao Zedong ese liberal pro estadounidense e ídolo de Earl Browder» del  2014; y

4) Equipo de Bitácora (M-L); «Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping; adalides del legado del revisionismo chino» del 2014.

En torno a la relación del revisionismo coreano con el revisionismo chino sin lugar a duda ha quedado sobradamente demostrada a estas alturas del documento, pero eso no significa que las relaciones entre estos dos partidos revisionistas hayan fluido perfectamente y sin fricciones. Profundicemos pues un poco en los lazos entre el Partido del Trabajo de Corea y el Partido Comunista de China.

Si bien se puede decir que Kim Il Sung había copiado de Mao Zedong gran parte de sus neo-teorías revisionistas. Ambas figuras y partidos tomarían caminos distintos, mientras Kim Il Sung y el Partido del Trabajo de Corea tras breve oposición aceptarían el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956 y sus tesis, Mao Zedong y el Partido Comunista de China aceptarían el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956 y sus tesis inmediatamente, incluso tomaron parte activa en la campaña antistalinista que tenía por objeto desprestigiar el legado de Iósif Stalin, la Komintern y la Kominform como quedaría evidenciado sobre todo a partir del VIIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1956. Pero los revisionistas chinos, a diferencia de los revisionistas coreanos, aspiraban a algo más dentro del mundo revisionista, por ello Mao Zedong, Liu Shao-chi, Chou En-lai, Deng Xiaoping y demás, cuando vieron que no podían sacar más del «nuevo curso» jruschovista, ni podían ser la cabeza líder del mundo revisionista, entraron en colisión con los revisionistas jruschovistas:

«Mao Zedong se puso de lado de Nikita Jruschov, le defendió y le elogió, hasta que éste se recuperó y consolidó sus posiciones. Así pues, en esa situación, Mao Zedong y Liu Shao-chi tenían las mismas ideas, estaban de acuerdo entre sí y ambos eran de derecha. Esta actitud era evidente en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China celebrado en 1956. Fue un congreso derechista, que incluso indicaba a Jruschov la orientación que debía seguir. Ahora bien, Jruschov reforzó sus posiciones y atacó el «culto a Stalin». Quería matar dos pájaros de un tiro: en el interior, remplazando el «culto a Stalin» por su propio culto, y en el mundo ponerse él solo, se entiende que sin Mao Zedong, a la cabeza del movimiento comunista internacional. Por su lado, Mao Zedong esperaba invertir los papeles: hacer de Jruschov su «alumno» pero éste se dio cuenta de la situación y adoptó otro curso, se cambio el fusil de hombro. De esta forma Mao Zedong comenzó a tomar actitudes casi «marxista-leninista». En la Conferencia de los 81 partidos en Moscú, los chinos se vieron obligados a modificar su discurso y ponerlo de acuerdo con el nuestro. Decimos que comenzaron a tomar actitudes casi «marxista-leninista», porque después, en el XXIº, XXIIº y XXIIIº, Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, los maoístas se esforzaron por conseguir la reconciliación [con los revisionistas soviéticos - Anotación del Equipo de Bitácora (M-L)]». (Enver Hoxha; La línea de los chinos es de derecha: Reflexiones sobre China, Tomo II, 12 de junio de 1976)

La muestra del carácter burgués de estas disputas, era, que gran parte de estas discordias entre revisionistas chinos y soviéticos eran como en otros casos como las disputas rumano-soviéticas, por cuestiones chovinistas, como las reivindicaciones territoriales, primando estas polémicas a las disputas ideológicas:

«Creemos que en la actualidad plantear cuestiones territoriales con la Unión Soviética podría causar un gran daño a nuestra lucha. Si lo hiciéramos, podríamos proporcionarle al enemigo una gran arma para luchar contra nosotros, que paralizaría nuestra marcha hacia adelante. Las masas del pueblo soviético, bajo la presión de la propaganda revisionista de Jruschov, y pues, bajo la influencia de la calumnia y las invenciones y otras muchas otras razones no entiende por qué la República Popular China tiene ahora estas reivindicaciones territoriales contra la Unión Soviética, no lo van a aceptar, y la propaganda soviética se esfuerza por utilizar esto en vuestra contra. Creemos que incluso los comunistas soviéticos reales no entienden este punto ni lo aceptan. Por ello esto sería una perdida colosal para nuestra lucha». (...) Pensamos que no debemos abrir viejas heridas, nosotros no debemos comenzar una controversia y una polémica sobre si realmente la Unión Soviética acaparó la tierra de otros países, sino que nuestra única lucha concentrada debería estar encabezada contra la gran úlcera, contra la gran traición que es representada por el imperialismo y revisionismo moderno de los grupos de traidores de Jruschov, Tito y todos sus cómplices». (Carta del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania al Comité Central del Partido Comunista de China, 10 de septiembre de 1964)

Incluso cuando la dirección china trataba temas ideológicos para combatir al revisionismo soviético, caía en grandes desviaciones, como querer incluir al revisionismo soviético para construir un frente antiimperialista mundial o considerar a toda camarilla revisionista que tuviera divergencias con el revisionismo soviético como revolucionaria, antiimperialista y marxista-leninista. Esto último hizo que los revisionismos chino y coreano, no se mantuvieran muy lejos en sus relaciones.

Encontramos un cuadro a mediado de los 60 muy paradójico; en el cual, los revisionistas coreanos están maniatados por la dirección soviética de la que en los años 50 intentaron escapar de su influencia, pero con la que ahora tienen divergencias sin embargo no se atreven a separarse por los lazos económicos y políticos de sumisión que han desarrollado con los revisionistas soviéticos. Por otro lado tenemos al revisionismo chino, que después de un periodo de gran amistad con el revisionismo soviético durante los años 50, empiezan a romper esa amistad al ver que no puede liderar el nuevo mundo revisionista, y al ver, que la Unión Soviética revisionista, lejos de ayudar a la China revisionista a convertirse en una superpotencia en Asia, quiere convertirla en una semicolonia como Corea del Norte, por lo cual el revisionismo chino empezará entonces, un viraje para buscar a los aliados más variopintos que quieran sostener este ascenso del «dragón chino» en pro de convertirse en una gran superpotencia capitalista, y en rey indiscutible del mundo revisionista. Para ello se dotará de la creación o apoyo de viejas y nuevas teorías burguesas y revisionistas como la teoría de los «países no alineados», la teoría de los «tres mundos», etc.

Es aquí en donde empezamos a ver como ser forjaron oficialmente la alianza sino-estadounidense de los 70. Esta danza de abierta cooperación con el imperialismo estadounidense  era un sueño frustrado del propio Mao Zedong –como puede verse en el informe original al VIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1945–, pero por las circunstancias globales de los años siguientes como la lucha contra el revisionismo yugoslavo en 1948 o la guerra de Corea de 1950-1953 hicieron dudar a la dirección china si dar este paso abiertamente. Con Stalin fallecido en 1953 y la Kominform disuelta en 1956, y muy lejos ya el tiempo los años de prevalencia del marxismo-leninismo en los partidos comunistas que pudiera suponer un problema de cara a los partidos internacionales para el revisionismo chino, se dio el pistoletazo de salida con las entrevistas entre Richard Nixon y Henry Kissinger con Chou En-lai y Mao Zedong a inicios de los 70 y una serie de acuerdos ratificados con la firma del «Comunicado de Shanghái» de 1972 –en el cual sus puntos era una clara claudicación a la lucha de clases contra el imperialismo estadounidense–. Sobre el principio de esta trama Enver Hoxha comentaría años después:

«El viaje de Nixon a China vino a confirmar aún más nuestra impresión que el Partido Comunista de China se deslizaba hacia la charca del oportunismo, hacia la charca de la colaboración con el imperialismo estadounidense». (Enver Hoxha; El eco de nuestro artículo «La teoría y la práctica de la revolución»: Reflexiones sobre China, Tomo II, 3 de agosto de 1977)

El revisionismo chino empezaría entonces una serie de contactos con los revisionismos bajo la esfera de influencia del socialimperialismo soviético, a los que trataba de atraer para su causa, reconociendo si hacía falta, que su liderazgo contrarrevolucionario era un liderazgo revolucionario o que su país revisionista-capitalista era un país socialista, eso incluía no sólo alabanzas al revisionismo yugoslavo o al revisionismo español –que tenían más y sonadas divergencias con los revisionistas soviéticos–, sino también al revisionismo coreano –que eran más fiel al revisionismo soviético–:

«El camarada Kim Il Sung ha aplicado la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución en Corea del Norte. (...) En la gran lucha por la revolución socialista y la construcción socialista el Partido del Trabajo de Corea y el pueblo coreano han aplicado la línea revolucionaria del Camarada Kim Il Sung. (...) Bajo los principios del marxismo-leninismo y el internacionalismo revolucionario, el Partido del Trabajo de Corea y el pueblo de corea se han opuesto resueltamente al imperialismo y al revisionismo moderno, y firmemente han defendido la lucha de los pueblos de todos los  países, particularmente la lucha de los países del tercer mundo. (...) El Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de Corea son partidos fraternales marxista-leninistas, China y Corea del Norte son vecinos socialistas». (Pekín Informa: Vol.18, Nº17, 25 de abril de 1975)

Para entonces, a mediados de los 70, los revisionistas chinos y los revisionistas coreanos decían tener los mismos puntos de vista a la hora de hablar sobre temas internacionales, así resumían las conversaciones bilaterales celebradas en China como demuestra el «Comunicado Conjunto Sino-Coreano» de 1975:

«Las conversaciones procedieron a través de una cálida atmósfera de amistad revolucionaria, y de completamente e idénticos puntos de vista sobre todas las cuestiones discutidas. Los dos lados expresaron gran satisfacción por los resultados de estas conversaciones». (Pekín Informa: Vol.18, Nº18, 2 de mayo de 1975)

Y los dos justificaban la vía específica del otro:

«Los chinos rinden un alto tributo al Partido del Trabajo de Corea encabezado por Kim Il Sung, el cual ha aplicado la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución coreana. (...) Los chinos rinden tributo al Partido Comunista de China encabezado por Mao Zedong, el cual ha aplicado la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica de la revolución china». (Pekín Informa: Vol.18, Nº18, 2 de mayo de 1975)

Los propios revisionistas coreanos reconocían que desde la nueva política proestadounidense de China, de inicios de los 70, los revisionistas chinos habían iniciado un acercamiento a Corea del Norte:

«En cuanto a las relaciones con la República Popular de China, el Camarada Kim Il Sung, mostró que hasta los años 70 las relaciones bilaterales eran bastante tensas. Después de la visita de Chou En-lai a Corea en 1970, las relaciones bilaterales han mejorado mucho. Durante su visita a Corea, Hua Guo-feng expreso su completo apoyo a la política promovida en la República Popular Democrática de Corea y explicó una serie de problemas internos en la República Popular de China». (Minutos de conversación en el encuentro oficial entre la delegación rumana –liderada por Nicolae Ceaușescu– y la delegación coreana –liderada por Kim Il Sung–, 20 de mayo de 1978)

Enver Hoxha explicó todas las vicisitudes que significaba para el mundo revisionista el cambio descarado en la política exterior de China hacia el imperialismo estadounidense, incluso de como afectaba éste a Corea del Norte:

«En muchos aspectos, estas acrobacias políticas de los chinos han gustado a los norcoreanos, con Kim Il Sung a la cabeza, como centristas que son, pero en otros aspectos no están de acuerdo. También ellos, después de la información que les dio Chou En-lai, han publicado un artículo en el que ponían el acento en contra del imperialismo estadounidense y del militarismo japonés, etc. Pero, ¿qué les ha gustado a los norcoreanos? Les ha gustado el viraje de los chinos hacia la derecha, que les llevará a las posiciones centristas de los coreanos. Pero a Kim Il Sung no le agrada la posición chovinista de gran Estado de China. Juzga esto desde sus posiciones nacionalistas y equidistantes entre la Unión Soviética y China. Kim Il Sung se siente atraído por el respaldo de China frente al peligro japonés, e indirectamente, se siente contento al ver la amistad que se desarrolla entre China y los Estados Unidos, pero teme la agravación de la tensión entre China y la Unión Soviética. Por eso, él maniobrará y trabajará para servir de puente entre China y la Unión Soviética, a fin de aproximar a estos dos mundos revisionistas. Kim Il Sung está en mejores posiciones que Nicolae Ceaușescu para jugar la carta de los soviéticos en las inmediaciones de los chinos, mientras que Nicolae Ceaușescu es la carta de los estadounidenses en las inmediaciones con los chinos. La amistad y la «sonada» unidad de los puntos de vista que se manifestaron entre Corea del Norte y Rumanía con motivo del viaje de Nicolae Ceaușescu a Corea del Norte no eran fortuitos. Los chinos han comenzado a lanzar muchas alabanzas a Corea del Norte, se han puesto a calificar a Kim Il Sung como un gran dirigente, mientras ayer oficialmente nos decían: «no vale nada, que ha sido un cabo del ejército chino», etc. ¡O tempora, o mores! ¡Qué cosas no tendrán que escuchar nuestros oídos y qué cosas no tendrán que ver nuestros ojos! Y esto no es más que el comienzo, pero un ominoso principio». (Enver Hoxha; China, Vietnam, Corea del Norte y el viaje de Nixon a Pekín: Reflexiones sobre China, Tomo I, 28 de julio de 1971)


A partir de aquí es donde nos encontrarnos de frente con la teoría de los «tres mundos». Es muy importante entender que significó la contrarrevolucionaria teoría china de los «tres mundos» en el desarrollo del siglo XX si se quiere comprender la alianza estratégica entre China y los Estados Unidos, el apoyo de China a la Comunidad Económica Europea –actual Unión Europea–, la OTAN, los partidos y Estados revisionistas –como Corea del Norte–, los regímenes proestadounidenses de África, Asía y América, etc. desde la época de Mao Zedong hasta nuestros días. Del mismo modo lo tendremos que comparar con la teoría norcoreana del «Chajusong» para entender sus diferencias y similitudes.

Hay que recordar que el fin de esta teoría de los «tres mundos» era el de satisfacer la estrategia de convertir a China en una superpotencia, todo eso suponía inevitablemente la ampliación de China y sus relaciones exteriores. En este caso se pretendía lograr tal fin hegemonista apoyando al bloque imperialista abanderado por los Estados Unidos contra el bloque imperialista abanderado por la Unión Soviética revisionista –bajo la excusa de «aprovechar las contradicciones interimperialistas»–, no por otra razón se intentaba desde el lado chino atraer a los países del bloque estadounidense y a los países del bloque revisionista soviético –países del «segundo mundo» según esta teoría–, más los heterogéneos países del «tercer mundo» para conformar un frente común antisoviético:

«Ahora con esta línea, avanza la detente y las relaciones con el imperialismo estadounidense y los otros países capitalistas. (...) También en lo que respecta a los partidos revisionistas, el Partido Comunista de China está cambiando de estrategia y de tácticas para agrupar a los partidos revisionistas que tienen contradicciones con los soviéticos, al igual que hará esfuerzos por ganarse al «tercer mundo». La línea china, montada y establecida de común acuerdo con Ceaușescu y Carrillo, confirma una vez más, nuestros puntos de vista y previsiones. China avanza rápida y gradualmente hacia su conversión en una gran potencia revisionista». (Enver Hoxha; Los chinos luchan por arrebatar a los soviéticos la hegemonía en el campo revisionista: Reflexiones sobre China, Tomo II, 25 de febrero de 1972)

Era por ello por ejemplo, que la teoría de los «tres mundos» era saludada desde Yugoslavia, y la teoría de los países «no alineados» desde China y recomendadas desde ambos estadios a los demás países, se promocionaban la una a la otra porque ambas reportaban un beneficio reciproco en su estrategia internacional de alianza con el bloque estadounidense.

Los revisionistas coreanos, con el fin de buscar la aceptación de sus teorías, obtener créditos, y buscar un crédito internacional, decidieron mandar delegaciones a todo el mundo y recibir delegaciones de todos los lugares posibles durante los años 70 y 80, para enseñar su «vía específica al socialismo», para promocionar el «pensamiento Juche» y la idea del «Chajusong»:

«[Kim Il Sung] ha comenzando la tournée des grands ducs [el viaje de los grandes duques – Anotación de Bitácora (M-L)] por Europa y África, al igual que Tito y Ceaușescu». (Enver Hoxha; Acciones chinas desequilibradas: Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de agosto de 1975)

Y  Enver Hoxha no se equivocaba en sus juicios, veamos varios  ejemplos documentados:

«¡Los hechos dicen que en 1975 Kim Il Sung efectuó visitas oficiales a China, Argelia, Bulgaria e incluso Yugoslavia! Kim Il Sung por su parte iría de nuevo a Yugoslavia en 1980 para las exequias de Tito. En 1978 serían Deng Xiaoping y Hua Guo-feng los que realizarían una visita a Corea del Norte. Justo después, los revisionistas norcoreanos condenaban la agresión de Camboya por el Vietnam como una «injerencia dominadora» –y no como una agresión imperialista–, absteniéndose de condenar la agresión posterior de China contra Vietnam. Los años 80 sería época de un amplio desarrollo de las relaciones con los países burgueses-revisionistas: un ahondamiento de la amistad ya establecida en algunos casos, de reconciliación en otros. Los años que van desde 1981-1990 fueron testigos pues, de visitas frecuentes sino-coreanas. En 1984 Pyongyang se reconcilió con Vietnam y Afganistán. La cooperación económica y militar con la Unión Soviética socialimperialista se hizo más profunda entonces. En 1984 la Unión Soviética socialimperialista aumentó la «ayuda» económica ya muy importante para Corea del Norte y ésta a su vez dejó actuar libremente a la Unión Soviética en sus bases navales. Los revisionistas coreanos efectuaron ese año un tour por las variopintas capitales revisionistas de Europa del Este: desde la de Polonia, República Democrática Alemana, Bulgaria, y por supuesto pasando por Yugoslavia». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

La teoría china de los «tres mundos» tuvo un gran eco entre los oportunistas, y por supuesto, estos aportes al mundo revisionista no pasaron desapercibidos para los revisionistas coreanos que también sacaron su «copia» coreana como es el caso de la teoría del «Chajusong». Dicha teoría del «Chajusong» para quién no la conozca se podría resumir como la puesta en práctica del «Juche», o dicho de otro modo: lograr las metas de «libertad», de «independencia» y de «autosuficiencia» del Juche en materia internacional y de política exterior.

Veamos una descripción entre las similitudes y diferencias de  la teoría de los «tres mundos» y de la teoría del «Chajusong»:

«En paralelo con la participación activa de la República Popular Democrática de Corea en el Movimiento de los Países No Alineados, había similitud de puntos de vista revisionistas que también surgió entre el maoísmo y kimilsungismo durante los años 60, más específicamente, entre el contrarrevolucionaria teoría de los «tres mundos» y las ideas igualmente revisionistas y contrarrevolucionarias de la teoría del «Chajusong». Las líneas procedentes de Pekín y Pyongyang se reunieron en los siguientes puntos: (1) ambas llamaron a la total unidad y solidaridad entre los heterogéneos países del «tercer mundo», independientemente del hecho de que en esta categoría de Estados incluidos, se incluyera a regímenes conservadores, feudales, burgueses gobernados por reyes, reaccionarios terratenientes y dictadores que mantenían a su propio pueblo en el cautiverio, mientras mantenían diversas formas de dependencia del imperialismo extranjero; (2) Ambas niegan los principios básicos del marxistas en lo que respecta a la lucha de clases, según la cual las sociedades capitalistas y semicapitalistas se dividen en clases explotadas y explotadoras, es decir, en obreros y campesinos, por un lado, y capitalistas y terratenientes por el otro; (3) Ambas abogan por la paz social y la conciliación entre clases antagónicas, rechazan el principio leninista de que nuestra época lleva en su seno dar a luz las grandes transformaciones sociales que afirmaran una nueva sociedad socialista; (4) Ambas son una amalgama de ideas que juntan el marxismo-leninismo con el revisionismo, el anarquismo, el confucionismo, el budismo y otras ideas, marcadas por grandes dosis de nacionalismo pequeño burgués y chovinismo». (Norberto Steinmayr; ¡Larga vida a la reunificación e independencia coreana! ¡Abajo el revisionismo coreano!, 1999)

Y pese a esas similitudes, como hemos explicado, por el desarrollo dialéctico de las circunstancias históricas de estos dos revisionismos, cada teoría respondía a los intereses particulares de su burguesía nacional:

«Pero dentro del mismo marco revisionista, la teoría maoísta de los «tres mundos» difiere de la idea kimilsungista del «Chajusong» en que la primera –al menos hasta los últimos diez años– aboga por una amplia alianza entre el tercer mundo, el segundo mundo, y el imperialismo estadounidense, contra lo que solía ser considerado por Pekín como su enemigo principal: el socialimperialismo soviético. La idea del «Chajusong», por otro lado, tiene la idea de abrazar al «tercer mundo» y los «países no alineados», junto con los «países socialistas» –léase revisionistas– contra su enemigo principal: el imperialismo estadounidense». (Norberto Steinmayr; ¡Larga vida a la reunificación e independencia coreana! ¡Abajo el revisionismo coreano!, 1999)

Como fuimos testigos, para los revisionistas coreanos el gran mérito de Kim Il Sung a nivel global es haber traído la teoría del «Chajusong» donde sobresalía entre sus teorizaciones que cada pueblo debe buscar la independencia nacional por encima de todo:

«El desarrollo de la revolución se realizó plenamente gracias a que el gran Líder planteó sobre la base de la idea Juche la línea y la política originales acordes con las aspiraciones de nuestro pueblo y la realidad de nuestro país. Tempranamente, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, al concebir la inmortal idea Juche en reflejo del deseo y las demandas de los pueblos aspirantes a la independencia, proporcionó la nueva doctrina rectora para la época de la independencia. La idea Juche deviene la doctrina revolucionaria que constituye la etapa más alta del desarrollo del pensamiento revolucionario de la clase obrera. Su originalidad y superioridad determinan las peculiaridades y las ventajas de nuestro socialismo basado en esa ideología». (Kim Jong Il; El socialismo de nuestro país es el socialismo a nuestro estilo que encarna la Idea Juche, 27 de diciembre de 1990)

Esto implicaría haber descubierto que estamos como ellos dicen en «la época de la independencia», como nueva época histórica. Y por tanto, a los partidos comunistas no se le exigen principios ideológicos marxista-leninistas, sino que defiendan la soberanía e independencia nacional –siempre bajo la visión burguesa y pequeño burguesa de tienen de estos conceptos–:

«En una discusión con periodistas japoneses y franceses [El camarada Kim Il Sung] dijo que las ideas como las presentadas por el eurocomunismo pueden surgir en Asia o también en otras partes del mundo. El problema principal es que todos estos partidos comunistas apoyen los principios de soberanía e independencia». (Minutos de conversación en el encuentro oficial entre la delegación rumana –liderada por Nicolae Ceaușescu– y la delegación coreana –liderada por Kim Il Sung–, 20 de mayo de 1978)

Pero es imposible que los marxista-leninistas acepten la nueva era descubierta por los ideólogos «juches» donde se hable confusa y ambiguamente de independencia sin contenido de clase:

«Según nuestro concepto marxista-leninista; en una sociedad con clases antagónicas, que está dominada por la clase feudal o la burguesía, el pueblo no puede gozar de libertad y soberanía. La libertad, la independencia y la soberanía tienen un contenido político-social concreto. La libertad y la soberanía verdaderas y plenas son aseguradas en las condiciones de la dictadura del proletariado. Mientras que en aquellos lugares donde el Estado se encuentra en manos de las clases explotadoras, las relaciones económicas y políticas desiguales entre los explotadores y los explotados y entre los países, llevan a la pérdida o a la restricción de la libertad y de la soberanía del pueblo. Por consiguiente, no puede hablarse de una verdadera libertad y soberanía nacional, y mucho menos de soberanía del pueblo, en los países que se encuadran en el «mundo no alineado» o en el «tercer mundo». Sólo sobre la base de un análisis científico cimentado en la teoría marxista-leninista se puede definir correctamente qué pueblo es verdaderamente libre y cuál está subyugado, qué Estado es independiente y soberano y cuál es dependiente y oprimido. La teoría marxista-leninista explica claramente quiénes son los opresores y explotadores de los pueblos y qué camino deben seguir éstos para ser libres, independientes y soberanos. Los comunistas albaneses, a la luz del marxismo-leninismo, concebimos solo de esta manera la libertad, la independencia y la soberanía de los Estados y de los pueblos». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Más adelante hablaremos de los nexos entre el revisionismo coreano y el revisionismo eurocomunista, pero continuemos mientras tanto.

También dentro de la teoría china del «tercer mundo» tenía un lugar destacado la tendencia «tercermundista» de vociferar que ¡los países del tercer mundo son «la fuerza motriz de la revolución mundial»! Así ensalzaban los revisionistas chinos a los gobiernos del tercer mundo:

«El curso de la lucha del año pasado demostró que los pueblos del tercer mundo son la fuerza principal contra el imperialismo, el colonialismo y el hegemonismo, la fuerza motriz que propulsa a la historia hacía delante». (Pekín Informa: Vol. 17, No. 11, 15 de marzo de 1974)

En esta desviación de «exaltación» del «tercer mundo» fueron cómplices los norcoreanos:

«El tercer mundo es ahora una fuente confiable para las fuerzas socialistas, y un gran fuerza motriz para acelerar la historia de la humanidad hacia adelante. Muchos pueblos del tercer mundo se dirigen por el socialismo. (...) Hoy el tercer mundo constituye el frente de batalla donde la lucha antiimperialista se está librando más ferozmente. Abarca una gran cantidad de países revolucionarios». (Kim Il Sung; Con motivo del 30 aniversario de la fundación del Partido del Trabajo, 9 de octubre de 1975)

Si bien; el objetivo final de la teoría de los «tres mundos» y la teoría del «Chajusong» no coincidían en la potencia imperialista que salía beneficiada y en la potencia imperialista que salía perjudicada –en la teoría china salía beneficiado el imperialismo estadounidense y perjudicado el socialimperialismo soviético, y en la teoría coreana al revés–, lo que sí coincidía era el apoyo a la amalgama de países del «tercer mundo» que querían atraer tras de sí para su teoría, como demostraron ambos revisionismos en el «Comunicado Conjunto Sino-Coreano» de 1975:

«Los dos lados empáticamente señalan la excelente característica de la situación internacional a día de hoy y el fuerte crecimiento de numerosos países del tercer mundo. En su lucha por salvaguardar la independencia nacional, defender la soberanía estatal, desarrollar la economía nacional y proteger sus fuentes de recursos, los países del tercer mundo, quienes largo tiempo ha sido oprimidos y explotados por  el colonialismo y el imperialismo, han incrementado y fortalecido su unidad y se han convertido en una vigorosa fuerza que juega un gran rol en los asuntos internacionales. Los pueblos de numerosos países del tercer mundo se han convertido en la mayor fuerza motriz que propulsa el avance de la historia humana y en una fuerza revolucionaria contra el imperialismo. Los dos lados declaran que ellos seguirán inquebrantablemente al lado de los países del tercer mundo y firmemente sostendrán su justa lucha». (Pekín Informa: Vol.18, Nº18, 2 de mayo de 1975)

Hay que poner sobre la mesa otro punto importantísimo: cuando los revisionistas chinos y coreanos decían que ¡los países del tercer mundo son «la fuerza motriz de la revolución mundial»!, lo afirmaban sin analizar las tareas de los procesos revolucionarios en dichos países –que bien podían ser simples revoluciones anticoloniales–, ni el carácter de quién lideraba dichos movimientos –que muchas veces provenían de la burguesía nacional o de la pequeña burguesía–, ni la dependencia que tenían esos gobiernos frente a los imperialismos –que la mayoría de veces dependían económicamente de las viejas metrópolis imperialistas o de las superpotencias, incluso cambiando de bando de una a otra–, sin contar a los regímenes claramente fascistas que también se incluían en el saco de países del «tercer mundo» por su carácter proestadounidense. Enver Hoxha se tomó la libertad de explicar al proletariado mundial los peligros de esta desviación tercermundista:

1) Dicha teoría niega la hegemonía del proletariado tanto en la revolución antifeudal, antiimperialista, anticolonial, antifascista, como en la revolución socialista:

«Mientras que los revisionistas chinos, oponiéndose a esta tesis de Lenin, se afanan en presentar el «tercer mundo» como la «gran fuerza motriz que hace avanzar la rueda de la historia». Declarar semejante cosa significa dar en la teoría y en la práctica una definición errónea de la fuerza motriz. ¿Cómo es posible que en la época de la actual evolución social, en la época que tiene en su centro a la clase más revolucionaria, el proletariado, se califique de fuerza motriz a una agrupación de Estados dominados en su abrumadora mayoría por la burguesía y los feudales, incluso por reaccionarios y fascistas declarados? Se trata de una burda deformación de la teoría de Marx. (...) La tesis sobre el papel hegemónico del campesinado en la revolución ha sido preconizada por Mao Zedong también como la vía de la revolución mundial. De aquí parte la concepción antimarxista que considera el llamado tercer mundo, que en la literatura política china se denomina entre otras cosas el «campo mundial», como «la fuerza motriz principal para la transformación de la sociedad contemporánea». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

2) Dicha teoría ignora la composición social de estos países y el carácter de clase de sus gobernantes:

«La dirección china no tiene presente que en el «tercer mundo» hay oprimidos y opresores, que existen el proletariado y el campesinado esclavizado, pobre y mísero, por un lado, y los capitalistas y los terratenientes, que explotan y esquilman al pueblo, por el otro. Pasar por alto esta situación de clase en el llamado tercer mundo, pasar por alto los antagonismos existentes, significa revisar el marxismo-leninismo y defender el capitalismo. En general, en los países del llamado tercer mundo es la burguesía capitalista quien está en el poder. Esta burguesía explota al país, explota y oprime al pueblo pobre en interés de su propia clase, para asegurarse los mayores beneficios posibles y mantenerlo continuamente en la esclavitud y la miseria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

3) Dicha teoría ignora la dependencia hacia los imperialismos de los gobiernos de estos países:

«La burguesía, que es quien detenta el poder en estos países, protege precisamente esa sociedad capitalista que el proletariado, en alianza con las capas pobres del campo y de la ciudad, busca derrotar. Constituye esa clase alta que, en aras de sus mezquinos intereses, está dispuesta, en cualquier momento y ante cualquier contingencia, a entregar al capitalismo extranjero las riquezas del país, del suelo y del subsuelo, a endeudar la libertad, la independencia y la soberanía de la patria. Esta clase, allí donde está en el poder, se opone a la lucha y a las aspiraciones del proletariado y de sus aliados, las clases y las capas oprimidas. Muchos de los Estados, que la dirección china engloba en el «tercer mundo», no están en contra del imperialismo norteamericano y del socialimperialismo soviético. Calificar estos Estados de «fuerza motriz principal de la revolución y de la lucha contra el imperialismo», como predica Mao Zedong, es un error tan grande como el Himalaya. (...) La mayoría de los Estados, que supuestamente forman el «tercer mundo» o el «mundo no alineado», dependen del capital financiero extranjero, que es tan fuerte, tan vasto, que ejerce un peso decisivo en toda la vida de los mismos. Estos Estados no gozan de una independencia plena, por el contrario, dependen de ese gran capital financiero que es quien hace una política y difunde una ideología que justifica la explotación de los pueblos». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Por esta razón los marxista-leninistas albaneses concluyeron con toda razón que apoyar este tipo de teorías como la teoría de los «tres mundos» o el «Chajusong» sería un poco menos que criminal para la lucha de clases internacional.

También otro objetivo de estas teorías era retrasar tanto la lucha de estos países contra las potencias imperialistas –ya que cada una de estas teorías defendía o bien al imperialismo estadounidense o al socialimperialismo soviético–, como retrasar el paso de estos países al socialismo –ya que sabían que la construcción del socialismo en todos estos países bajo estas teorías enemistaría a los creadores de estas teorías con los nuevos países socialistas y estos últimos se enemistarían de igual modo con los países con el imperialismo que se beneficiaban de estas teorías para esquilma a los pueblos–. Todo estaba pues interrelacionado:

«Este análisis de clase realizado por Lenin y su tesis sobre el imperialismo conservan completamente su vigencia e importancia en la actualidad. Los revolucionarios genuinos han confiado y confían hoy en ellas para establecer su estrategia. (...) Respecto a los antiguos países coloniales y dependientes, nieguen la necesidad de la revolución socialista en aquellos países, han surgido otros predicadores que, siguiendo los pasos de la II Internacional, separan con un profundo abismo la lucha por la independencia nacional de la lucha por el socialismo y hacen un gran alboroto afirmando que si se habla de las perspectivas de la revolución proletaria en los países del llamado «tercer mundo», esto es supuestamente blanquismo, trotskismo y saltarse las etapas. El objetivo de estos nuevos oportunistas es negar el papel principal del proletariado en la revolución antiimperialista, desviar a los pueblos de estos países de la lucha contra la burguesía y los regímenes reaccionarios proimperialistas, extinguir en estos países la lucha contra el imperialismo estadounidense y las otras potencias imperialistas Occidentales en favor de la alianza con estas fuerzas contrarrevolucionarias, como hoy predican estos oportunistas». (Hysni Kapo; Sin luchar y romper con el imperialismo, el oportunismo, y el revisionismo la causa de la revolución no puede ser llevada hacia delante, noviembre de 1977)

Como vimos al inicio del documento, las tesis de la Komintern para los países como Corea o China estaban lejos de coincidir con las tesis de Kim Il Sung. Con razón, los revisionistas coreanos se marcarían un ataque al estilo maoísta hacia la Komintern, por no dejar desarrollar libremente sus ideas en la época de Lenin y Stalin. Para ello recurrirá a mitos de la historiografía burguesa de que la Komintern y cada partido de su sección era «una agencia de Moscú», «que no respetaba las condiciones nacionales de cada país», «que no había posibilidad de crítica y autocrítica bolchevique», etc. Este velado ataque era además un método preventivo de los revisionistas coreanos para que no se alzara otra organización del mismo calibre que la Komintern o la Kominform que pudiera criticar sus desviaciones:

«Hace mucho tiempo que existía un centro en el movimiento comunista internacional, y el partido de cada país actuaba como su sucursal. Lo natural habría sido que los partidos de los países socialistas cooperaran de manera camaraderil sobre la base de completa igualdad e  independencia, mas, algunos, por no haberse desprendido de las costumbres contraídas en medio de sus viejas relaciones, en el tiempo de la Komintern –Internacional Comunista–, causaron grandes daños al avance del movimiento comunista internacional. Uno, autodenominándose como «centro» de éste, había perpetrado sin reparos actos de impartir tal o cual directiva a otros y presionar e intervenir en los asuntos internos de los que no seguían su errónea línea. Por consecuencia, se debilitaron en sumo grado la unidad ideológica y las relaciones de colaboración camaraderil entre los países socialistas, y éstos no pudieron hacer frente al imperialismo con sus fuerzas mancomunadas». (Kim Jong Il; Lecciones históricas de la construcción socialista y la línea general de nuestro partido, 3 de enero de 1992)

Este es el mismo reclamo que en su día hicieron los revisionistas yugoslavos liderados por Tito al hablar de la Komintern y después de la Kominform. Pero quizás es todavía más parecido al discurso que el protitoista húngaro Imre Nagy pronunciaría en la época de apogeo de los ataques contra Stalin y la Komintern. E hilando con el tema de parentesco sino-coreano, es el mismo reclamo que harían los revisionistas chinos al hablar de la Komintern:

«China, en tanto que mundo objetivo, fue conocida por los chinos y no por los camaradas del Komintern que se ocupaban de la cuestión china. Estos camaradas del Komintern desconocían o conocían poco la sociedad china, la nación china y la revolución china». (Mao Zedong; Discurso pronunciado en la Conferencia ampliada de trabajo del Comité Central del Partido Comunista de China, 1962)

Los marxista-leninistas sabían que los revisionistas modernos calumniarían sí o sí a la Komintern pese al gran trabajo realizado con todas y cada una de sus secciones. Este era su destino ya que la Komintern era la guardiana de la ideología comunista y la promotora de la revolución mundial, mientras que ellos trataban de quebrar esta ideología en favor de su propio revisionismo específico. En este trabajo de desacreditar a la Komintern contribuyeron varias ideologías antimarxistas: desde los trotskistas, los anarquistas, revisionistas yugoslavos, los socialdemócratas, revisionistas chinos, los revisionistas eurocomunistas, hasta los luxemburguistas. Enver Hoxha supo valorar estas organizaciones internacionales del proletariado como fueron en su día la Komintern o la Kominform:

«En su tiempo, la Komintern llevó a cabo una extensa actividad muy beneficiosa para la organización y templanza de los partidos comunistas. Fue creado en un momento en que era necesario penetrar profundamente el marxismo-leninismo como teoría científica en la mayor parte del proletariado mundial, en un momento en que era necesario informar a los elementos revolucionarios contaminados por las ideas oportunistas de la socialdemocracia de la II Internacional y asegurar su conciencia en la lucha por la aplicación coherente de las ideas de Marx y Engels. Mediante la formación de jóvenes partidos marxistas-leninistas y obreros de todo el mundo, la Komintern intentó ayudarles a ser independientes de los partidos burgueses, y a comprometerlos en la lucha contra estos partidos y contra los patrones capitalistas. Así, en la época de Lenin y Stalin, los partidos marxista-leninistas se formaron y consolidaron, pasaron de una etapa un tanto infantil a una etapa superior de madurez y organización revolucionaria. Los revisionistas y la burguesía atacaron ferozmente el gran trabajo de la Komintern, precisamente porque creó y desarrolló los partidos comunistas del mundo, que han educado a millones de trabajadores para luchar contra la burguesía en sus propios países para evitar perpetuar su dominación». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)

Los revisionistas chinos en particular inventaban todo tipo de mentiras sobre la Komintern de Lenin, Stalin y Dimitrov para quitarle méritos a tal organismo y enaltecer el mérito de sus líderes. Salían a la palestra los revisionistas chinos a hablar mal de la Komintern para aumentar el prestigió de sus figuras revisionistas, pero allí estaban los que debían estar para parar los pies a tanta especulación e infamia revisionista:

«Edward Hill [un apologista australiano del revisionismo chino - Anotación de Bitácora (M-L)] hace la misma apreciación sobre Stalin. Sustituye a estos dos grandes marxistas, que son Engels y Stalin, por Mao Zedong, y señala que éste es un marxista-leninista de las dimensiones de Marx y Lenin. (...) En esto reside toda la esencia de la teoría que Hill nos expone en su material en términos supuestamente amistosos, pero que, de hecho, no son más que ataques, calumnias y críticas infundadas no sólo contra nuestro partido, sino también contra la Komintern, Engels, Stalin y Dimitrov. Y lo mismo sucede con otras cuestiones, porque en la carta de este demagogo revisionista están expuestas otras muchas tesis antimarxistas. (…) En la carta que Hill nos ha enviado, acusa a la Komintern y a Stalin de haber puesto a los partidos comunistas y obreros del mundo antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial al servicio del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética. Estos partidos, según él, «no podían actuar y luchar en base al marxismo-leninismo», que, como todo el mundo sabe, era aplicado correctamente por Lenin, por Stalin y por el Partido Bolchevique. Para Hill dichos partidos no eran otra cosa que agencias del Partido Bolchevique y de Stalin. Esta tesis de Hill coincide con las que propaga la burguesía reaccionaria mundial para combatir a los partidos comunistas  y obreros del mundo y desacreditar el comunismo». (Enver Hoxha; Los agentes de china están empezando a salir: Reflexiones sobre China, Tomo II, 16 de diciembre de  1976)

¿Qué posición tomaría el liderazgo del Partido del Trabajo de Corea en las luchas intestinas entre revisionistas dentro del Partido Comunista de China en 1976?

En China, con la muerte de Chou En-lai en enero de 1976, y la muerte de Mao Zedong en septiembre de 1976, se desataría una nueva lucha faccionaria; esta vez entre el grupo de Hua Kuo-feng y el grupo de «banda de los cuatro», que acabaría con la liquidación del último. La resolución de la «lucha de líneas» maoísta en el partido, se solucionaría como en tantas otras ocasiones por el posicionamiento y actuación del ejército en favor de uno de los bandos.

Estos grupos en disputa no habían sido los primeros, ni serían los últimos en reclamar el estandarte del «pensamiento Mao Zedong». Hua Kuo-feng había ascendido al prestigioso puesto de Primer Ministro sucediendo al propio Chou En-lai a su muerte –habiendo sido éste su promotor–, después con la liquidación de la «banda de los cuatro», no había figura con más poder dentro del partido, pero Deng Xiaoping, pese a que se encontrara una vez más en el ostracismo, de nuevo se le rehabilitaría, esta vez por parte del grupo de Hua Kuo-feng, lo que haría que, aunque temporalmente, estas dos tendencias formalizaran una alianza formal:

«El grupo de Chou En-lai debe haber dos corrientes: una a favor de Deng Xiaoping y otra a favor de Hua Kuo-feng. Entre estas dos corrientes que se ha centrado ahora la lucha fraccionalista. Existe una fuerte oposición entre los siguientes líneas: la línea de Deng y la línea de Hua, ambas de derecha, la una extremista en contra de Mao Zedong en algunas cosas, y la otra más moderada, supuestamente a favor de Mao Zedong en algunas otras. Una línea exige la plena rehabilitación de Deng Xiaoping, y la otra lo acepta, pero después: «de que se haya autocriticado y a condición de que no sea nombrado presidente del Consejo del Estado». Si Deng Xiaoping accede al poder, Hua Kuo-feng será colocado en un puesto «honorifico» y relegado a un rincón». (Enver Hoxha; Parece ser que en China triunfara la facción proestadounidense; Reflexiones sobre China, Tomo II, 3 de enero de 1977)

A la postre en la lucha entre facciones, este viejo zorro siempre rehabilitado –Deng Xiaoping– y la influencia de su grupo, dejaría particularmente a Hua Kuo-feng sin ningún cargo de poder a ejercer a la entrada de la nueva década de los 80. Siendo una vuelta de tuerca más a la complicada historia del Partido Comunista de China y sus luchas intestinas entre facciones revisionistas. Pero yendo a lo importante: si nos atenemos a cualquiera de las teorías concretas del revisionismo chino, tanto del temprano como del más actual, veremos que la figura intermedia entre tales periodos es Deng Xiaoping, el cual no era más que el continuador de muchas de las desviaciones que podemos encontrar previamente en el revisionismo chino, como por ejemplo podría ser la teoría antimarxista de «tomar el campo como base de la economía nacional», la cual niega el papel que el marxismo otorga a la industria pesada en la construcción de la sociedad se demuestra en el documento:  «Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping; adalides del legado del revisionismo chino» de 2014.

Kim Il Sung, como buen revisionista pragmático, aceptaría la nueva dirección, y a sus líderes, como «revolucionaria» y «marxista-leninista», así lo plasmaría en el discurso dado en la visita de Hua Kuo-feng a Corea del Norte de 1978:

«Hoy, el pueblo chino, bajo el correcto liderazgo del Comité Central del Partido Comunista de China, liderazgo encabezado por su sabio líder Hua Kuo-feng, ha liquidado las malas secuelas de la «banda de los cuatro» y ha promovido enérgicamente la revolución socialista y la construcción socialista en unidad con todas las fuerza que pueden ser unidas, manteniendo la bandera de continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado, verdad y mandato del Camarada Mao Zedong». (Pekín Informa: Vol.21, No.19, 12 de mayo de 1978)

Pero pese a estas declaraciones formales para agradar, del ecléctico y revisionista Kim Il Sung, lo cierto y conocido por todos los marxista-leninistas a esas alturas, era que tanto:

«El camino de Mao Zedong, Chou En-lai, Deng Xiaoping y Hua Kuo-feng es el camino del capitalismo, de la reacción y el socialimperialismo». (Enver Hoxha; La estrategia china sufre fracasos, Reflexiones sobre China, Tomo II, 31 de diciembre de 1976)

Kim Il Sung también quiso hacer énfasis del papel de la China revisionista en la «construcción socialista» y su «lucha antiimperialista» en los revolucionarios del mundo:

«La prosperidad y el desarrollo en la China socialista constituyen una gran contribución para la causa común de los pueblos revolucionarios de Asia y el mundo contra el imperialismo y al victoria del socialismo». (Pekín Informa: Vol.21, No.19, 12 de mayo de 1978)

Analicemos esto:

1) La «revolución socialista» y de la construcción socialista», que claramente era otra:

«Los revisionistas chinos con Hua Kuo-feng, Deng Xiaoping y otros a la cabeza de su liderazgo, están tratando de presentar su colaboración con los grandes monopolios y los países capitalistas desarrollados, los préstamos concedidos y las inversiones realizadas por los capitalistas extranjeros como un «nuevo y rentable camino» que han descubierto para la construcción del socialismo. (...) Afirman que los conceptos; «economía planificada y la economía de mercado, no se contradicen el uno al otro», que «la ley del valor se debe utilizar como un regulador, ya que está por encima de todas las otras leyes económicas», que «la producción debe cambiar con el ritmo que marca el mercado», que «la distribución unificada de los medios de producción y la compra unificada de bienes de consumo por parte del Estado no son buenos», etc. Sobre esta base, las empresas chinas ya han dado el derecho de hacer contactos directos con los monopolios extranjeros y mantener y compartir, como ya hace el modelo yugoslavo, parte de los beneficios El camino capitalista que los revisionistas chinos están siguiendo en todos los ámbitos, y especialmente en el terreno económico, ha causado graves daños al desarrollo de las fuerzas productivas en China. (...) Por años y años, la agricultura china no ha sido capaz de satisfacer las necesidades del país en cuanto a cereales y pan, y como ejemplo de lo que hablamos, sólo durante el período de 1970-1978, China tuvo que importar 33 millones de toneladas de grano, a un pago de más de 4 mil millones de dólares por ello. (...) Estos puntos de vista y prácticas antimarxistas no son ni aberración ocasional de los revisionistas chinos ni algo separado de toda la política y la ideología que han estado siguiendo y aplicando. Sin embargo, es bueno para nosotros que se muestren tan descarados en sus acciones, ya que en este sentido se exponen más fácilmente ante los pueblos y muestra sin trampa todo el proceso de la economía china que rueda por el camino del capitalismo. (...) Los puntos de vista propagados por los revisionistas chinos y sus prácticas capitalistas en todos los ámbitos y, especialmente, en el ámbito económico, han sido y siguen siendo antimarxistas y reaccionarios. Y precisamente es esto, lo que demuestra que los revisionistas chinos a la hora de trazar sus directrices económicas nunca han sido conducidos por las enseñanzas del científico marxismo-leninismo, sino por el anticientífico «pensamiento Mao Zedong», que está al servicio de la vieja y la nueva burguesía china». (Tomor Cerova; Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china, 1980)

2) Tampoco el papel de la línea «China socialista» no había sido en el pasado con Mao Zedong, Liu Shao-chi y Chou En-lai, ni era después con Hua Kuo-feng ni Deng Xiaoping positiva para la lucha «contra el imperialismo»:

«En la época en que Liu Shao-chi estaba en el poder, y Deng Xiaoping era Secretario General del partido, fue lanzada la famosa consigna: «alianza con todos, incluso con los revisionistas soviéticos, contra el imperialismo estadounidense». Por razones que ya son conocidas, nosotros no aceptamos este frente contra el imperialismo estadounidense con los revisionistas soviéticos como aliados. Esta consigna y la política china que les correspondía no tuvieron larga vida, se desvanecieron sin ruido. Ahora aparece una nueva consigna lanzada por Xiaoping, pero naturalmente con la aprobación de Mao Zedong y Chou En-lai: «frente con todos, incluso el imperialismo estadounidense, contra el socialimperialismo soviético». De nuevo, estamos en oposición a esta consigna y política china. Las dos líneas, tanto la primera como la última, son antimarxistas. La primera nos abocaba y nos reconciliaba con los revisionistas soviéticos y otros enemigos jurados del marxismo-leninismo, del socialismo y de la revolución. Nuestros puntos de vista de que el imperialismo estadounidense y el revisionismo soviético eran y seguirán siendo los enemigos jurados de los pueblos, se revelaron justos. La vida ha mostrado que aquellos con los que los chinos llamaban a unirse en un frente antiimperialista, eran socialimperialistas. Por consiguiente, nuestra línea era marxista-leninista, la línea china equivocada, liberal y prorevisionista. Y le echaron la culpa a Liu Shao-chi. Hoy, la nueva línea de los chinos, una vez más, es liberal, oportunista y antimarxista, y nuestra línea, que está en oposición a la de ellos, es justa». (Enver Hoxha; Gerard Ford ha sido recibido por Mao Zedong: Reflexiones sobre China, Tomo II, 3 de diciembre de 1975)

Como era de esperar, de nuevo Kim Il Sung hablando de los revisionistas chinos, hacía énfasis en clamar por la unidad de estos países, sin hacer mención de que países se trataba, ni las diferencias de clase entre unos gobiernos y otros, debido a que presuntamente eran la fuerza revolucionaria antiimperialista:

«Solo cuando ellos se defienden en unidad los países no alineados pueden expandirse y desarrollar el movimiento de los no alienados, la gran fuerza revolucionaria antiimperialista de nuestros tiempos». (Pekín Informa: Vol.21, No.19, 12 de mayo de 1978)

Es decir para Kim Il Sung, los países alineados como Yugoslavia de Tito, la Marruecos del Rey Hassan, la Chile de Pinochet, la Egipto de Sadat, la República Democrática del Congo de Mobutu, etc. grandes bazas del imperialismo estadounidense en sus respectivos continentes que formaban parte del Movimiento de los Países No Alineados, eran según los revisionistas coreanos y chinos «la fuerza revolucionaria antiimperialista» de finales de los 70:

«La tan de moda «teoría de los tres mundos», evaluada y analizada desde una perspectiva de clase proletaria, no es más que la teoría de la extinción de la lucha de clases, una teoría que abarca en las contradicciones fundamentales de nuestra época una confusión y una desorganización que sólo causa daño, que crea vanas ilusiones en las filas del proletariado, en sus pueblos y en los partidos marxista-leninistas. En primer lugar, hay que recordar que la llamada «teoría de los tres mundos», al igual que sus hermanas gemelas teóricas de los «países no alineados», los «países en desarrollo», etc., no se basa en los criterios de clase que puede proporcionar el marxista-leninismo a la hora de evaluar todos esos países. (...) Mientras va borrando los límites de clase en la división del mundo, la «teoría de los tres mundos» no formula ninguna conclusión con respecto a la revolución. Por el contrario, no tiene en cuenta la revolución. Por ejemplo, según esta «teoría», entre los países del denominado «tercer mundo» que ella encuadra, hay países dependientes, países capitalistas, países gobernados abiertamente por el fascismo también capitalistas, así como los países socialistas». Según esta teoría, la contradicción entre el socialismo y el capitalismo como contradicción fundamental de nuestra época a nivel nacional e internacional no existe, ha sido eliminada (...) Propagar esta «teoría» significa vociferar al proletariado internacional a no pelear y a renunciar a la revolución, en todo caso los llamamientos bajo la influencia y lógica de esta teoría no serían arengas para luchar por el establecimiento de la dictadura del proletariado, sino de presentarse a la explotación de los grandes monopolios capitalistas, significaría evitar el llamado en honor de la liberación de los pueblos que anhelan levantarse en lucha contra el dominio de sus regímenes reaccionarios como los de Pinochet, el Shah de Irán. Pueblos y esclavitud que esta «teoría» saluda». (Nexhmije Hoxha; Algunas cuestiones fundamentales de la política revolucionaria el Partido del Trabajo de Albania sobre el desarrollo de la lucha de clases, 27 de junio de 1977)

Era normal pues, que Hua Kuo-feng, de hecho agradeciera personalmente en público a los revisionistas coreanos por la defensa de las teorías reaccionarias sobre el «tercer mundo», los «países no alineados», que ayudaban a China a convertirse en una superpotencia a través de teorizaciones que encubrían el carácter feudal-burgués y proestadounidense de estos países con los que China mantenía una alianza y se reforzaba:

«Manteniendo en alto la bandera del internacionalismo proletariado, el Partido del Trabajo de Corea, y el pueblo de Corea ha enérgicamente reforzado los lazos de unidad con los pueblos de todos los países y especialmente con los países del tercer mundo. Ellos activamente han sostenido al Movimiento de los Países No Alineados y las luchas revolucionarios de los pueblos de todos los países». (Pekín Informa: Vol.21, No.19, 12 de mayo de 1978)

Y Hua Kuo-feng daba gracias a sus predecesores en el poder por dejar la vía abierta a estas relaciones con los revisionistas coreanos –como habían hecho también con los revisionistas rumanos, españoles, o yugoslavos–, en especial a Mao Zedong y Chou En-lai:

«Los partidos chinos y coreanos son fraternales partidos marxista-leninistas. (...) La amistad y unidad entre los dos partidos, países y pueblos fueron fomentadas conjuntamente por el Presidente Mao Zedong, su camarada de armas el Primer Ministro Chou En-lai y el Presidente Kim Il Sung, y ellas estaban basadas en el marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario». (Pekín Informa: Vol.21, No.19, 12 de mayo de 1978)

Kim Il Sung, jamás pudo criticar el revisionismo de Mao Zedong –en el cual prácticamente basaría toda su teoría revisionista inicial– ni tampoco a sus sucesores como Hua Kuo-feng o Deng Xiaoping. Es por ello que no podemos considerar tampoco la lucha Kim Il Sung contra el revisionismo chino, más que como un mito alimentado por la propaganda coreana a la muerte de Kim Il Sung. Los marxista-leninistas siempre hemos insistimos en que a la hora de criticar la tendencia de Deng Xiaoping u otros representantes del revisionismo chino:

«De la misma naturaleza e igual de nefastos son también los puntos de vista de aquellos que separan la línea reaccionaria y la política proimperialista de la actual dirección china, de Mao Zedong, del pensamiento Mao Zedong. No se pueden combatir ni desenmascarar las actitudes contrarrevolucionarias de Deng Xiaoping y Hua Kuo-feng, si no se combate y no se desenmascara la base ideológica de su actividad, el pensamiento Mao Zedong». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Cuando cayó el bloque revisionista soviético, Corea del Norte, como también le ocurrió a Cuba, perdió a sus principales socios comerciales y crediticios. Esto obligó a Corea del Norte a buscar un nuevo imperialismo al que arrimarse, y ese fue el socialimperialismo chino con el cual ya habían ampliado relaciones, en especial desde finales de los 70. Veamos solo algunos datos relevantes de la economía norcoreana y su nexo con China:

«Según las estadísticas chinas, el flujo de Inversión Extranjera Directa china hacia Corea del Norte ha pasado de 1,1 a 14,1 millones de dólares entre 2003 y 2004. En 2006, Kim Jong Il y Hu Jintao hablaron con entusiasmo de los «éxitos» en la «cooperación mutuamente beneficiosa de la economía y en el dominio del comercio». Hu Jintao aseguraba su apoyo a los norcoreanos en su búsqueda de un «camino de desarrollo conforme a la realidad de su país», y Kim Jong Il a cambio alabó la «modernización socialista de características chinas. (...) La parte de China en el total del comercio exterior norcoreano pasó del 20 al 37% durante el período 1995-2004, mientras que el volumen total del comercio exterior norcoreano aumentaba el 52% durante mismo período. Si la parte comercial de Corea del Sur se mantuvo alrededor del 18%, la de Japón, en cambio bajó mucho pasando del 19 al 7%. Sin embargo, en 2005-2006, Japón no fue el único en sufrir la competencia de China en Corea del Norte: el imperialismo surcoreano también comenzó a sufrir esto». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Como sabemos, los norcoreanos alaban la «vía específica china» y sus teorías a cambio de recibir una ayuda, en los 70 principalmente se alababa la «teoría de los tres mundos» para que se aceptara el «Chajusong», ahora en el siglo XXI, ha tocado alabar la política socialimperialista de China a cambio de inversiones:

«El sorprendente desarrollo que se comprueba en el vasto territorio chino es el resultado de la acción del Partido Comunista de China que propuso las nuevas líneas y políticas, conformes a la realidad de su país». (Xinhua, 19 de enero de 2006)

Por mucho que los voceros de Corea del Norte como Alejandro Cao de Benós y, entre otros, griten que Corea del Norte no está de acuerdo con las políticas capitalistas de China, que se opone a ellas, que hay contradicciones y demás. Los hechos muestran que la dependencia económica de Corea del Norte respecto a China cada día crece, y que políticamente la dinastía Kim lejos de denunciar el carácter capitalista e imperialista de China siempre ha sido su comparsa y su cómplice». (Equipo de Bitácora (M-L)El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «Pensamiento Juche», 2015)

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«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»