Mao Zedong hablando con campesinos chinos durante 1937 |
«Las concepciones antimarxistas del «Pensamiento Mao Zedong» sobre la revolución aparecen aún más claras cuando Mao Zedong enfoca las fuerzas matrices de la revolución. Mao Zedong no reconocía el papel hegemónico del proletariado. Lenin ha dicho que en el período del imperialismo, en toda revolución, por la tanta en la revolución democrática, en la revolución antiimperialista de liberación nacional y en la revolución socialista, la dirección debe corresponder al proletariado. En tanto que Mao Zedong, pese a que hablaba sobre el papel del proletariado, en la práctica subestimaba su hegemonía en la revolución y ha elevada el papel del campesinado [es significativo el hecho que mientras en 1927 el Paritdo Comunista de China contaba con 64.500 miembros, el 65% de los cuales eran obreros, el 20% intelectuales y el 15% campesinos, en 1928 cuando el partido contaba con 130.194 miembros, sólo el 10.9% eran obreros y 76.6% campesinos - Anotación de E. H.].
«La actual resistencia al Japón, una resistencia campesina. La política de nueva democracia significa, en esencia, colocar a los campesinos en el poder». (Mao Zedong; Sobre la nueva democracia; Obras Escogidas, Tomo II, enero de 1940)
Mao Zedong expresaba esta teoría pequeño burguesa en la tesis global «el campo debe asediar la ciudad»:
«El camarada Mao Zedong señaló también que las vastas áreas rurales habitadas por las grandes masas de campesinos son indispensables, que son posiciones vitales de la revolución china –donde el pueblo revolucionario puede rodear las ciudades–. (...) El trabajo en el campo debe desempeñar el papel principal en el movimiento revolucionario chino, mientras que el trabajo en la ciudad debe desempeñar un papel de segundo orden». (Partido Comunista de China; Resoluciones sobre algunas cuestiones de la historia del partido, 20 de abril de 1945)
Mao Zedong ha expuesto esta misma idea cuando ha escrito sobre el papel del campesinado en el poder. Ha indicado que todos los partidos y demás fuerzas políticas deben someterse al campesinado y a sus puntos de vista:
«Dentro de poco, centenares de millones de campesinos en las provincias del centro, el Sur y el Norte de China se levantarán como una tempestad, un huracán, con una fuerza tan impetuosa y violenta que nada, por poderoso que sea, los podrá contener. (...) Todos los partidos y camaradas revolucionarios serán sometidos a prueba ante los campesinos y tendrán que decidir a qué lado colocarse». (Mao Zedong; Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Yenán; Obras Escogidas, Tomo I, marzo de 1927)
Según Mao Zedong resulta que es el campesinado y no la clase obrera quien debe ejercer la hegemonía en la revolución.
La tesis sobre el papel hegemónico del campesinado en la revolución ha sido preconizada por Mao Zedong también como la vía de la revolución mundial. De aquí parte la concepción antimarxista que considera el llamado tercer mundo, que en la literatura política china se denomina entre otras cosas el «campo mundial», como «la fuerza motriz principal para la transformación de la sociedad contemporánea». Según los puntos de vista chinos, el proletariado es una fuerza social secundaria, que no puede jugar el papel que prevén Marx y Lenin en la lucha contra el capitalismo y en el triunfo de la revolución, en alianza con todas las fuerzas oprimidas por el capital.
En la revolución china ha predominado la pequeña y media burguesía. Es esta amplia capa de la pequeña burguesía la que ha influido en todo el desarrollo de China.
Mao Zedong no se basaba en la teoría marxista-leninista que nos enseña que el campesinado, y en general la pequeña burguesía, es vacilante. Naturalmente, el campesinado pobre y medio desempeñan un papel importante en la revolución y deben ser los aliados íntimos del proletariado. Pero la clase campesina, la pequeño burguesía, no pueden dirigir al proletariado en la revolución. Concebir y propagar lo contrario significa estar en contra del marxismo-leninismo. Aquí radica asimismo una de las fuentes principales de los puntos de vista antimarxistas de Mao Zedong, que han influido negativamente en toda la revolución china.
El Partido Comunista de China no ha tenido teóricamente claro el principio revolucionario y rector básico sobre el papel hegemónico del proletariado en la revolución, y por consiguiente tampoco lo aplicaba como es debido y de manera consecuente en la práctica. La experiencia demuestra que el campesinado puede desempeñar su papel revolucionario sólo si actúa en alianza con el proletariado y bajo su dirección. Esto ha sido confirmado también en nuestro país durante la Lucha de Liberación Nacional. El campesinado albanés era la fuerza principal de nuestra revolución, sin embargo nuestra clase obrera, pese a ser numéricamente muy pequeña, dirigió al campesinado porque la ideología marxista-leninista, la ideología del proletariado, encarnada en el partido comunista, hoy partido del Trabajo, vanguardia de la clase obrera, era la guía de la revolución. Por eso vencimos no sólo en la Lucha de Liberación Nacional, sino también en la construcción del socialismo.
A pesar de las innumerables dificultades con que chocamos en nuestro camino, hemos alcanzado un éxito tras otro. Y estos éxitos los hemos alcanzado, en primer lugar, porque el partido asimiló bien la esencia de la teoría de Marx y Lenin, comprendió lo que era la revolución, quién la hacía y quién debía dirigirla, comprendió que a la cabeza de la clase obrera, en alianza con el campesinado, debla estar un partido de tipo leninista. Los comunistas entendieron que este partido no sólo debía llevar el nombre de comunista, sino además ser un partido que aplicara, en las condiciones de nuestro país, la teoría marxista-leninista de la revolución y de la construcción del partido, que se dedicara al trabajo para edificar la nueva sociedad socialista siguiendo el ejemplo de la construcción del socialismo en la Unión Soviética del tiempo de Lenin y Stalin. Esta actitud dio la victoria a nuestro partido y al país el gran potencial político, económico y militar de que goza hoy. Si se hubiera actuado de otra manera, si no se hubieran aplicado consecuentemente estos principios de nuestra gran teoría en un país pequeño como el nuestro, cercado de enemigos, no podía construirse el socialismo. También en el caso de que por un momento se hubiera tomado el poder, la burguesía lo hubiese arrebatado de nuevo, como ocurrió en Grecia, donde incluso antes del fin victorioso de la guerra, el Partido Comunista Griego entregó las armas a la burguesía reaccionaria del país y al imperialismo inglés [para más información al respecto véase la obra de Enver Hoxha: «Con Stalin» de 1984 – Anotación de E. H.].
Por eso, el problema del papel hegemónico en la revolución reviste una gran importancia de principios, porque de la cuestión de saber quién la dirige dependen la dirección y el desarrollo que va a tomar:
«La renuncia de la idea de la hegemonía, sin embargo, es la forma más cruda del reformismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El reformismo en el movimiento socialdemócrata ruso, 1911)
Precisamente la negación por parte del «Pensamiento Mao Zedong» del papel hegemónico del proletariado, fue una de las causas de que la revolución china no pasase de ser una revolución democrático-burguesa y no llegase a revolución socialista. Mao Zedong en su escrito: «Sobre la nueva democracia» de 1940 preconizaba que, después del triunfo de la revolución en China, debía instaurarse un régimen que se asentase en la alianza de las «clases democráticas», donde incluía, además del campesinado y el proletariado, a la pequeña burguesía urbana y a la burguesía nacional:
«¿Qué es el régimen constitucional de nueva democracia? Es la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias sobre los colaboracionistas y reaccionarios. Alguien dijo una vez: «Si hay comida, que la compartan todos». Me parece que esto puede servir de metáfora ilustrativa de la nueva democracia. Puesto que la comida debe ser compartida por todos, es inadmisible que un solo partido, grupo o clase ejerza la dictadura». (Mao Zedong; Sobre el régimen constitucional de nueva democracia; Obras Escogidas; Tomo II, enero de 1940)
Esto mismo ha sido reflejado en la bandera nacional de la República Popular China con las cuatro estrellas, que representan cuatro clases: La clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía de la ciudad y la burguesía nacional». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
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