jueves, 31 de octubre de 2019

Carta a los miembros del partido bolchevique; Lenin, 1917

Kámenev y Zinóviev

«
Camaradas: aún no he podido obtener los periódicos de Petersburgo del miércoles 18 de octubre. 

Cuando me informaron telefónicamente del texto completo de la declaración de Kámenev y Zinóviev, aparecida en Nóvaia Zhizn, periódico ajeno al partido, no quise creerlo. Pero como ha quedado demostrado, no hay lugar a dudas, y tengo que aprovechar esta oportunidad para hacer llegar una carta a los miembros del partido, el jueves por la noche, o el viernes por la mañana, pues permanecer en silencio ante tal inaudita acción de romper huelgas sería un crimen.

Cuanto más serio es el problema práctico y más responsables y «notorias» las personas que actúan como rompehuelgas, más peligroso es esto, más resueltamente hay que expulsar a los rompehuelgas y más imperdonable sería detenerse siquiera a considerar los pasados «servicios» de los rompehuelgas.

¡Increíble! En los círculos del partido se sabe que el partido viene discutiendo el problema de la insurrección desde el mes de setiembre. Nadie oyó jamás hablar de ninguna carta o volante de las personas nombradas. Y hoy, en vísperas, podría decirse, del Congreso de los Soviets, dos destacados bolcheviques se alzan contra la mayoría y, evidentemente, contra el Comité Central (CC). Esto no se dice abiertamente, pero el daño inferido a la causa es tanto mayor, pues hablar con insinuaciones es más peligroso aun.

Del texto de la declaración de Kámenev y Zinóviev se deduce muy claramente que éstos se han alzado contra el CC, pues de otro modo su declaración no tendría sentido. Pero no dicen qué resolución específica del CC refutan ellos. 

¿Por qué?  La razón es evidente: porque no ha sido publicada por el CC.  ¿A qué se reduce esto?

En vísperas del crítico día 20 de octubre, dos «destacados bolcheviques», respecto de un problema candente, de importancia vital, ¡atacan una resolución no publicada de la dirección central del partido, y la atacan en la prensa ajena al partido; más aun, en un periódico que en esta cuestión precisamente, va del brazo con la burguesía contra el partido obrero. ¡Esto es mil veces más despreciable y millones de veces más perjudicial que todas las declaraciones, por ejemplo, que hizo Plejánov en la prensa ajena al partido en 1906 y 1907, y que el partido condenó tan duramente! En ese entonces sólo se trataba del problema de las elecciones, ¡mientras que ahora se trata del problema de la insurrección para la conquista del poder!

Con relación a un problema semejante, después que los organismos centrales adoptaron una resolución, discutir esta resolución no publicada ante los Rodzianko y los Kérenski, en un periódico ajeno al partido, ¿es posible imaginar conducta más traicionera y peor actitud de rompehuelgas? 

Consideraría vergonzoso de mi parte, vacilar en condenar a estos ex camaradas debido a mis anteriores estrechas relaciones con ellos. Declaro abiertamente que ya no considero camaradas a ninguno de los dos y que lucharé con todas mis fuerzas, tanto en el CC como en el Congreso, para conseguir su expulsión del partido.

Un partido obrero, que el curso de los acontecimientos enfrenta cada vez con más frecuencia con la necesidad de la insurrección, no puede cumplir esa difícil tarea si, después de ser aprobadas las resoluciones no publicadas de su dirección central, son discutidas en la prensa ajena al partido y se introduce en las filas de los combatientes vacilaciones y confusión.

Que los señores Zinóviev y Kámenev funden su propio partido con las docenas de individuos que han perdido la cabeza o con los candidatos a la Asamblea Constituyente. Los obreros no se incorporarán a ese partido, pues la primera consigna de éste será:

«Los miembros del CC, que en una reunión del CC hayan sido derrotados en el problema del combate decisivo, están autorizados a recurrir a la prensa ajena al partido para atacar las resoluciones no publicadas del partido».

¡Que construyan tal partido! Nuestro partido obrero bolchevique sólo saldrá ganando con ello.

Cuando se publiquen todos los documentos, resaltará todavía con más claridad la acción de romper huelgas de Zinóviev y Kámenev. Por el momento, que los obreros se planteen esta pregunta: 

«Supongamos que el Comité Ejecutivo de una central sindical de toda Rusia, después de todo un mes de deliberaciones y por una mayoría de más del 80 por ciento, hubiese resuelto que debía prepararse una huelga, pero que por el momento, no debía divulgarse ni la fecha ni ningún otro detalle. Supongamos que, después de adoptarse dicha resolución, dos miembros, alegando falsamente una opinión en la disidencia, no sólo se ponen a escribir a grupos locales instando a reconsiderar la resolución, sino que también permiten que sus cartas sean entregadas a la prensa ajena al partido. Supongamos, finalmente, que ellos atacan la resolución en periódicos ajenos al partido, a pesar de no haber sido ésta aún publicada, y empiezan a difamar la huelga ante los capitalistas. Preguntamos. ¿Vacilarían los obreros en expulsar de sus filas a tales rompehuelgas?». 

Por lo que se refiere al problema de la insurrección, ahora, cuando está tan cerca el 20 de octubre, no puedo juzgar desde lejos hasta qué punto ha sido perjudicada la causa con esta a cción de romperhuelgas en la prensa ajena al partido. No hay duda que el daño práctico causado es muy grande. Y para remediar la situación, es necesario, en primer lugar, restaurar la unidad del frente bolchevique, expulsando a los rompehuelgas.

La debilidad de los argumentos ideológicos contra la insurrección serán más claros mientras más los expongamos a la luz del día. Recientemente envié un artículo a Rabochi Put sobre esto, y si la redacción del periódico no cree posible publicarlo, seguramente los miembros del partido podrán leerlo en el manuscrito.

Fundamentalmente hay dos argumentos llamados «ideológicos», con permiso sea dicho: primero, que es necesario «esperar» a la Asamblea Constituyente. Esperemos; quizá logremos aguantar hasta entonces. A esto se reduce todo el argumento. Quizá a pesar del hambre, a pesar del caos económico, a pesar de que se ha agotado la paciencia de los soldados, a pesar de los paso de Rodzianko para entregar Petersburgo a los alemanes, a pesar de los lockouts, quizá logremos aguantar. Quizá y tal vez a esto se reduce toda la fuerza del argumento. Segundo, es un estruendoso pesimismo. Todo está bien con la burguesía y con Kérenski; con nosotros, todo está mal. Los capitalistas han preparado todo de un modo maravilloso, los obreros lo han hecho todo mal. Los «pesimistas», en lo que se refiere al aspecto militar del asunto, gritan a voz en cuello; en cambio, los «optimistas» callan, pues sólo a los rompehuelgas les agrada descubrir ciertas cosas a Rodzianko y Kérenski. Tiempos duros. Difícil tarea. Grave traición. 

¡Y a pesar de todo, la tarea se realizará; los obreros cerrarán sus filas; el levantamiento campesino y la impaciencia extrema de los soldados en el frente harán lo suyo! ¡Apretemos nuestras filas; el proletariado tiene que vencer!». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin Carta a los miembros del partido bolchevique, 18 (31) de octubre de 1917)

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