miércoles, 28 de febrero de 2018

Los grupos semianarquistas y el nulo aprovechamiento de las luchas electorales y sindicales; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«Lo primero que habría que puntualizar, es que cuando decimos grupos «semianarquistas», nos referimos a que mantienen puntos de vista izquierdistas respecto al baremo clásico marxista en estos puntos, pero a nivel general, sobra demostrar que también mantienen perfectamente puntos de vista colocados a la derecha del marxismo en múltiples cuestiones. Es más, este hecho demuestra que estos grupos, más que reformistas o anarquistas, son eclécticos que revisan el marxismo a gusto del cacique de turno que los dirige, por lo que etiquetarlos en una sola corriente concreta sería siempre un ejercicio casi imposible.

El aprovechamiento de los resquicios de la legalidad.

En esta sección veremos que el Partido Comunista de España (reconstituido), al igual que la mayoría de organizaciones maoístas con las que compite, no tiene un mínimo de trabajo de masas, pero sí trabaja arduamente es con la mercancía de variadas teorías anarquistas:

«La falta de libertades auténticamente democráticas y el control policíaco que ejerce la oligarquía sobre la clase obrera y los pueblos de España, imposibilitan una acumulación de fuerzas revolucionarias a través de los procedimientos pacíficos y legales de lucha». (Manuel Pérez Martínez, «Arenas»; ¿Adónde ir, qué camino debemos tomar?; Informe presentado por Manuel Pérez Martínez, camarada Arenas, al Comité Central del PCE(r), 1984)

Esta declaración ya supone automáticamente un desconocimiento brutal de la historia del movimiento obrero y sus luchas. ¿Acaso los comunistas no realizaron trabajo legal durante los regímenes fuertemente autoritarios, incluso cuando su partido estaba prescrito?
En otra ocasión se decía:

«Si aspiramos a conquistar un lugar al sol del sistema, por más estandartes o eslóganes comunistas que portemos, no podremos traspasar los límites que nos marca el Estado y utilizaremos los medios legales y pacíficos. Si, por el contrario, lo que pretendemos es destruir hasta sus cimientos el régimen fascista y monopolista, no nos queda más remedio que enfrentarlo desde el comienzo e ir organizando al proletariado en la lucha más resuelta, al tiempo que intentamos convenimos en una pesadilla para el Estado, aplicando las formas de organización y los procedimientos de lucha revolucionaria que corresponden a nuestras condiciones y que resultan más adecuados a nuestros fines: la clandestinidad se antepone legalidad y la lucha de resistencia a las formas ya asimiladas o controladas por el sistema». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Antorcha, número 6, 1999) 

Pronto el lector aseverará el antimarxismo contenido en esta cita.

El PCE (r) cree que con decir que España es un país fascista, se puede contentar con el hecho de no participar en las formas legales existentes. Por supuesto lo único que sus líderes contraponen al trabajo en las organizaciones de masas son los atentados terroristas, lo cual para ellos es una forma de «lucha de masas», y elevación del nivel de concienciació y hasta insta mágicamente a la organización de los trabajadores, justamente como creían los populistas y eseristas en Rusia:

«¿Cuál es la lucha de masas en curso?, ¿son acaso el parlamentarismo y el sindicalismo amarillento; o son, más bien, la guerrilla acompañada de la lucha callejera, los sabotajes, las huelgas fuera del control de los sindicatos, el boicot al régimen, y otras muchas formas de lucha democrática que se desarrollan al margen de la legalidad». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Antorcha, número 6, 1999) 

Una vez más como se ve aquí, se desprecian las formas legales, pero nos preguntamos: ¿cómo se van a llevar a cabo huelgas «fuera de los sindicatos mayoritarios» si no se pisan los sindicatos generales y tampoco se tiene presencia en los pequeños? Es más, ¿qué capacidad de convocación real podrían tener unos sindicatos minoritarios frente a los grandes sindicatos todavía dominados por la influencia del reformismo? ¿Acaso creen que los obreros obedecerán a unos desconocidos? ¿Qué tipo de «guerra de guerrillas» va a desarrollar un grupo como los GRAPO? Tengamos en cuenta que como se había demostrado hasta ese año 1999, en el mejor de los casos era un grupo armado indiferente para las masas, un grupo que además despreciaba el nivel de concienciación de las masas y su estado de ánimo cuando todavía está seducido por el liberalismo y socialdemocratismo.  ¡Menudos marxistas de pacotilla! Este texto solo es fruto de una mente calenturienta, de un iluminado.

Como sabemos España no es un país fascista. Pero en caso de serlo, esto tampoco sería excusa para proclamar estas ideas.

«La experiencia nos enseña que el creer que en los países de la dictadura fascista es absolutamente imposible actuar de un modo legal o semilegal es perjudicial y falso. Aferrarse a este punto de vista, significa caer en la pasividad, renunciar por completo a un verdadero trabajo de masas en general. (...) Estas organizaciones de masas del fascismo pueden y deben ser nuestro campo legal o semilegal de operaciones desde el cual entraremos en contacto con las masas. Pueden y deben ser para nosotros un punto de partida legal o semilegal para la defensa de los intereses cotidianos de las masas. Para aprovechar estas posibilidades, los comunistas deberán luchar por conseguir puestos electivos en las organizaciones fascistas de masas, para mantener contacto con las masas, y tienen que liberarse, de una vez para siempre, del prejuicio de que esta labor es inapropiada e indigna de un obrero revolucionario». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 1935)

He aquí como Dimitrov ha dado en el clavo describiendo al PCE (r)/GRAPO como un grupo de charlatanes y pasivos. No por casualidad Lenin dijo que el terrorismo era sinónimo de la incapacidad del intelectual de organizar a las masas, la salida a un acomplejamiento.

En otra ocasión, Manuilsky, criticando el deficiente trabajo de los comunistas italianos se vio obligado a decir:

«Hay que señalar la gran debilidad del Partido Comunista Italiano. En todos los largos años de dictadura fascista no ha sido capaz de unir una organización ilegal fuerte, llevar a cabo un trabajo serio en los sindicatos fascistas y otras organizaciones de masas fascistas, o apartar a un sector considerable de la generación más joven de la influencia del fascismo. La teoría de algunos comunistas italianos de que sólo la derrota en la guerra puede provocar el colapso del fascismo no es en realidad más que una máscara para la pasividad oportunista. Esto explica en gran medida por qué el partido no ha podido liderar el descontento de las masas con la guerra del fascismo italiano en Etiopía y España que ha encontrado expresión en una serie de acciones de masas espontáneas». (Dmitri Manuilski; Informe en el XVIIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1939)

Esto corrobora, que una figura conocida por sus desviaciones derechistas, Togliatti, también caía con facilidad en desviaciones izquierdistas. Lo mismo que le ocurre al PCE (r), que combina un sectarismo en su trabajo o la cuestión armada con un liberalismo ideológico, aliándose o reivindicando a varias corrientes revisionistas.

Marx y Engels registraron ante el movimiento proletario que las sectas anarquistas tenían por lo general la siguiente fisonomía:

«Pasemos ahora a los grupos sectarios. La primera etapa de la lucha del proletariado contra la burguesía se desarrolló bajo el signo del movimiento sectario. Este tiene su razón de ser en una época en que el proletariado no está aún suficientemente desarrollado para actuar como clase. Pensadores individuales hacen la crítica de los antagonismos sociales y dan para ellos soluciones fantásticas que la masa de los obreros no tiene más que aceptar, propagar y poner en práctica. Por naturaleza, las sectas formadas por estos iniciadores son abstencionistas, extrañas a todo movimiento real, a la política, a las huelgas, a las coaliciones; en una palabra, a todo movimiento de conjunto. La masa del proletariado se mantiene siempre indiferente o incluso hostil a su propaganda. Los obreros de París y de Lyon sentían tanto despego hacia los saint-simonianos, los fourieristas y los icaristas, como los cartistas y los tradeunionistas ingleses hacia los owenistas. Estas sectas, palancas del movimiento en sus orígenes, lo obstaculizan en cuanto las sobrepasa; entonces se vuelven reaccionarias. Testimonio de esto dan las sectas de Francia y de Inglaterra y últimamente los lassalleanos en Alemania, los cuales, después de haber entorpecido durante años la organización del proletariado, han acabado por ser simples instrumentos de la policía. En resumen, las sectas son la infancia del movimiento proletario, como la astrología y la alquimia son la infancia de la ciencia. Hasta que el proletariado no hubo superado esta fase, no fue posible la fundación de la Internacional». (Karl Marx y Friedrich Engels; Las pretendidas escisiones en la Internacional; Circular reservada del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, 1872)

Nuestros clásicos de la doctrina del socialismo científico, sentenciaron estas ideas antes de que nacieran en la cabeza de nuestros líderes oportunistas actuales. Estas tendencias y desviaciones, de no comprenderse y solucionarse, hacía que los nuevos grupúsculos que iban surgiendo por el desarrollo dialéctico de la historia y la lucha de clases, inevitablemente fueran tropezándose con lo visto y ya vivido en etapas anteriores del movimiento obrero, de forma cíclica:

«En toda nueva etapa histórica, los viejos errores reaparecen un instante para desaparecer poco después». (Karl Marx y Friedrich Engels; Las pretendidas escisiones en la Internacional; Circular reservada del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, 1872)

¡Cuánta razón!

Ahora expongamos cómo actúan realmente los marxistas en todas estas situaciones con un ejemplo histórico-práctico no muy conocido, del que todos los revolucionarios deben conocer y extraer lecciones.

Los marxista-leninistas búlgaros criticaban así este tipo de desviaciones en el seno del movimiento obrero:

«El socialismo «estrecho» transformó una serie de enseñanzas marxistas en un dogma, como resultado de la cual el partido cayó en el sectarismo e hizo sus contactos con las amplias masas más difícil. Así, por ejemplo, aplicando una política de lucha sin cuartel contra la clase burguesía correcta, se opuso a las diversas coaliciones electorales con partidos burgueses, y el trabajo legislativo «constructivo» del parlamento burgués, el partido dio la vuelta al concepto de organización de clase independiente y lo moldeo como un dogma, negando en general, y en todas las condiciones la conveniencia de un acuerdo con otros grupos sociales y políticos y, por tanto, como de hecho sucedió, se aisló. La actitud de nuestro partido no tenía nada en común con la doctrina leninista en cuanto a los compromisos revolucionarios, sin los cuales el partido revolucionario no puede luchar con éxito y avanzar. El partido procedió a crear una organización militar propia, dedicada a la propaganda considerable y organización activa entre los soldados, también comenzó a armar a las masas». (Georgi Dimitrov; Informe en el Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro, 1948)

Por ello se combatió estas ideas y se propagó la idea de aprovechar todos los métodos de lucha. Precisamente los marxista-leninistas no cesaron de insistir en las necesidades apremiantes de desmontar al sistema burgués en todas sus expresiones, que se fuese a impulsar las luchas cotidianas para dar a conocer al partido y así ganarse el título de vanguardia del proletariado:

«El partido también aprobó, en principio, los métodos de la lucha clandestina y su combinación con el mayor uso de todas las posibilidades legales para la lucha, como eran el parlamento y los consejos municipales y de condado. (...) Al mismo tiempo, el partido lanzó una lucha de masas para transformar los municipios que eran los instrumentos de la opresión, el despojo y la explotación, en organizaciones que sirvieran a los intereses del pueblo trabajador. Una serie de ciudades importante y varios consejos de aldea pasaron a manos del partido comunista. Así, en 1920 tuvimos 22 ciudades y 65 aldeas con municipios comunistas. Su política económica y cultural iban en favor de los intereses de la clase obrera y el pueblo trabajador en general, naturalmente, esto no podía más que encontrase con la feroz resistencia de la burguesía y de las autoridades centrales. (…) A menos que el proletariado, dirigido por su partido, tomara el poder por completo en todas las esferas, estas comunas estarían obligadas a ser de corta duración, y efectivamente como pasó al final, fueron destruidos por la burguesía de una en una. Pero la lucha de masas trabajadoras bajo la dirección de nuestro partido para capturar todo estos municipios contribuyó mucho a la unificación de las masas en la lucha contra los explotadores y fue algo que elevó considerablemente el prestigio del partido». (Georgi Dimitrov; Informe en el Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro, del 25 de diciembre de 1948)

Tras el golpe fascista de 1923. Los marxista-leninistas búlgaros sabían que incluso bajo las condiciones del monarco-fascismo, era necesario aprovechar todos los resquicios legales para trabajar con las masas, y que esos métodos iban a contribuir a tomar el pulso al poder fascista y aunar a los revolucionarios en la lucha antifascista:

«El país se enfrentaba a la perspectiva de las nuevas luchas por el derrocamiento del gobierno fascista y la creación de un gobierno obrero-campesino. Los resultados de las elecciones parlamentarias de noviembre de 1923 confirman esta estimación de la dirección del partido, que coincidía con la misma interpretación de los hechos por la Internacional Comunista. Se mostró que la oposición contra el gobierno fascista, representada por el Partido Comunista Búlgaro y la Unión Agraria, era bastante fuerte. La conclusión fue que la indignación de las masas era grande y que estaban dispuestas a continuar luchando por el derrocamiento del gobierno fascista». (Georgi Dimitrov; Informe en el Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro, 1948)

¡Qué poco leyeron los señoritos del PCE (r) a Dimitrov!

Con razón que todos estos grupos que se autodenominan «partido» pero sin trabajo con las masas, no pasan de ser familias, parroquias, sectas, con un número de filas cada vez más raquíticas, donde al final solo quedan los amigos, familiares, amantes, pero a los cuales ya les son ajenos los problemas de las masas populares, se vuelven más desconocidos aún para las trabajadores, con lo que sobreviven de las donaciones de estos «compañeros de fatigas», o directamente acuerdan autodisolverse pero negando que hayan fracasado por sus propios errores.

Las luchas electorales

Con estas peregrinas ideas, sentenciaban por tanto que:

«Apoyándonos en estas tesis, absolutamente científicas, hemos venido durante años denunciando en solitario el carácter fascista de la reforma, hemos propugnado el boicot a todas las mascaradas electorales». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Declaración del Comité Central del PCE (r), 1984)

Es decir promueven un abstencionismo electoral total y permanente. 

¡Desde 1975 a la actualidad el PCE (r) no ha participado en ninguna lucha electoral a nivel nacional, autonómico ni con vistas si quiera a disputar a la burguesía un solo municipio! ¡¿Para qué?!:

«La participación en las campañas electorales y la propaganda revolucionaria desde la tribuna parlamentaria tienen una significación particular para la conquista política de los medios obreros que, al igual que las masas trabajadoras rurales, permanecieron hasta ahora al margen del movimiento revolucionario y de la política. (…) Los comunistas, si obtienen mayoría en los municipios, deben: a) formar una oposición revolucionaria en relación al poder central de la burguesía; b) esforzarse por todos los medios en prestar servicios al sector más pobre de la población –medidas económicas, creación o tentativa de creación de una milicia obrera armada, etc.–; c) denunciar en toda ocasión los obstáculos puestos por el estado burgués contra toda reforma radical; d) desarrollar sobre esta base una propaganda revolucionaria enérgica, sin temer el conflicto con el poder burgués; e) reemplazar, bajo determinadas circunstancias, a los municipios por soviets de diputados obreros. Toda acción de los comunistas en los municipios debe, por lo tanto, integrarse en la obra general por la destrucción del sistema capitalista». (Internacional Comunista; El partido comunista y el parlamentarismo; IIº Congreso de la Internacional Comunista, 1920)

El PCE (r) pretende dejan hasta las alcaldías más diminutas en manos de la reacción, y salen con la excusa bakuninista de que participar en las elecciones es «reconocer al régimen» y «participar en su farsa», como si los comunistas se elevasen por encima de las condiciones materiales reales o directamente fueran apolíticos. Cuando el PCE (r) sale con estos planteamientos sobre las elecciones está muy cerca no solo del anarquismo, sino incluso del premarxismo. Realmente no hacen esto por otra razón que no sea exponer su propia debilidad antes las masas y sus detractores: por vergüenza. Por supuesto, el presunto activismo del PCE (r) bajo la política de boicot de las elecciones del en periodo de elecciones brilla por su ausencia, a lo sumo que han llegado es a hacer pintadas y colgar carteles, una actividad que se asemeja de nuevo a las actuaciones limitadas de una organización anarquista, pero no al trabajo comunista, por lo que tampoco vale el hecho de decir que se realiza un boicot consciente y trabajado para desenmascarar al régimen y sus herramientas electorales.

El grupo escindido del PCE (r), los maoístas de la reconstitución, sin duda criticaba mucho a su antigua organización, pero no dejaba de tener su misma postula electoral:

«La única sombra que se ha ceñido sobre el arrollador triunfo derechista ha sido la abstención. Opinión que propugnaba el PCR en un comunicado que adjuntamos. Algunos partidos revisionistas –pequeño burgueses el fondo, aunque pretendan representar a la clase obrera–, como el PCPE, decidieron avalar la farsa pseudodemocrática con su participación en ella. (...) Actualmente, la mejor contribución a la causa obrera en el terreno electoral es la táctica del boicot: hacer un llamamiento rechazar la dictadura del capital deslegitimando su representación popular mediante la abstención, dirigiéndoos al mismo tiempo a la masa creciente de abstencionistas con propaga de que eleve su conciencia política hasta la comprensión de la necesidad de negar la sociedad actual mediante la Revolución Socialista Proletaria». (Partido Comunista Revolucionario (Estado Español); La Forja, Nº31, 2000)

He aquí de nuevo, como los supuestos maoístas enemigos del PCE (r) coinciden plenamente con su supuesto némesis. De nuevo se trae la idea de que sus líderes, a través de una abstención, sin pisar en la vida un sindicato, sin denunciar al parlamento dentro del propio parlamento como mandan los cánones bolcheviques y la propia experiencia del movimiento proletario, van a lograr lo que llaman la «concienciación» hasta la «comprensión de la revolución socialista proletaria» por medio de agitación. ¿Se puede condensar mayor verborrea trotskista-bakuninista en esta declaración? ¿Cuáles son los referentes históricos rusos que inspiran a esta gente, los bolcheviques o los oztovistas?

El Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) como partido netamente electoralista participa en las elecciones, pero un partido así no tiene capacidad para perjudicar o no a la conciencia de los trabajadores, porque carece de una influencia real y menos ante la clase obrera como para tener ese poder de trastocar nada. Si el PCPE opinase A o B sobre las elecciones y su rol realmente no importaría demasiado, pues su discurso no es elaborado, original ni tiene una influencia como para transcender. ¡Ya les gustaría a ellos tener el poder que los maoístas reconstitucionalistas les otorgan! Ya les gustaría a ellos que alguien les prestase atención más allá de su parroquia insulsa de nostálgicos del brezhnevismo. Lo único que han hecho hasta ahora es lo contrario del PCE (r), si este se pone eufórico por el número de abstenciones que a las próximas elecciones baja, el PCPE en cambio se emociona por cosechar unos pocos votos más. Véase nuestra obra: «Crítica al documento: «El PCPE explica el porqué de no participar en la Marcha de la Dignidad» de 2014.

Estos maoístas de tipo reconstitucionalista, al igual que el PCE (r), hablan de unas elecciones que sí, efectivamente, son pseudodemocráticas, pero como lo son en cualquier país democrático-burgués, en las cuales los partidos proletarios parten con franca desventaja por los motivos que ya sabemos, por tanto, no están diseñadas para que el proletariado se haga con el poder, sino para obstruir su expresión a través de los mecanismos de la democracia burguesa, como son la ley electoral, la división de poderes o las comisiones que supervisan la legalidad y transparencia en la financiación de partidos. ¿Pero por qué pese a todo ponérselo tan fácil a la burguesía? ¿Por qué los comunistas se iban a negar a explicar a las masas dentro del propio parlamento la financiación ilegal de partidos como el PP o el PSOE? ¿Por qué no explicar las razones de que partidos como IU o Podemos sean más mansos desde que son financiados por el Estado burgués y han llegado a tener cuotas de poder? ¿Por qué no explicar cómo los medios de comunicación embellecen un sistema podrido precisamente porque pertenecen a los grandes empresarios y banqueros que financian a todas estas organizaciones políticas? ¿Por qué no explicar los mecanismos burocráticos y las trampas de la propia legislación electoral burguesa? ¿Por qué no explicar que la cacareada división de poderes es un cuento, y los jueces son elegidos por los partidos del parlamento? ¿Por qué no denunciar como se oponen los presuntos partidos de «izquierda» a las medidas progresistas más básicas de vivienda, desempleo o salario o antifascismo? ¿Por qué no denunciar el propio incumplimiento del programa electoral del partido del gobierno a cada paso en falso? ¿Por qué negarse a que los trabajadores oigan desde el parlamento los privilegios y desmanes de la Iglesia como hizo el propio PCE de José Díaz durante años? ¿Por qué no clamar contra la monarquía como hizo Julien Lahaut? ¿Por qué no luchar contra la represión contra el movimiento obrero y obtener mejores condiciones para su nivel de vida y su libertad de organización, como hizo Bebel toda su vida? 

Simplemente no lo hacen porque no quieren ensuciarse las manos, porque son unos charlatanes, unos señoritos, unos abstencionistas políticos ajenos a cualquier entendimiento marxista de lo que necesita la clase obrera para elevar su conciencia política. Las elecciones burguesas tiene su parte de falsedad democrática por estos motivos que hemos hablado, pero ellos también son unos farsantes haciéndonos creer que un comunista no tiene nada que hacer en ellas, sobre todo, cuando varios de estos grupos se autodenominan partido, cuyo deber aumenta ante este tipo de cuestiones, ya que es lógico que un círculo o un grupo de estudio no tiene tal responsabilidad que cubrir, pero no podemos decir lo mismo del presunto partido aspirante a ser la vanguardia organizada de su clase.

Para los amantes del boicot permanente, les preguntamos, ¿es la posición del boicot permanente una posición marxista?:

«Tiene el boicot un rasgo que, de pronto y a primera vista, hace que cualquier marxista sienta hacia él una repulsa voluntaria. Boicotear unas elecciones es marginarse del parlamentarismo, es algo que no puede por menos de parecer una renuncia pasiva, una abstención, un intento de escurrir el bulto». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Contra el boicot, 1907)

¿Por qué se decía esto?:

«Mientras no podamos disolver el parlamento burgués, debemos actuar contra él desde fuera y desde dentro. Mientras un número más o menos apreciable de trabajadores –no sólo proletarios, sino también semiproletarios y pequeños campesinos– tengan fe en los medios democráticos burgueses de que se sirve la burguesía para engañar a los obreros, debemos denunciar este engaño precisamente desde la tribuna que los sectores atrasados de los obreros y, en particular, de las masas trabajadoras no proletarias consideran como más importante y más autorizada». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Carta a los comunistas austriacos, 1920)

Lenin, que no era sospechoso precisamente de haber albergado ilusiones parlamentaristas, decía del boicot:

«El boicot es, por lo tanto, un medio de lucha directamente enfilado al derrocamiento del viejo poder o, en el peor de los casos, es decir, cuando el empuje es insuficiente para tal derrocamiento, a un debilitamiento del poder que no le permita asegurar el nacimiento de esa institución, que le impida hacerla realidad. Para tener éxito el boicot exige, por consiguiente, la lucha directa contra el viejo poder, la insurrección contra él y la desobediencia masiva en numerosos casos –tal desobediencia masiva es una de las condiciones preparatorias de la insurrección–. El boicot es la negativa a reconocer el viejo poder, una negativa que, como es natural, no sólo se expresa con palabras, sino con hechos, es decir, no sólo con exclamaciones o con consignas de las organizaciones, sino mediante determinado movimiento de las masas populares, que infringen sistemáticamente las leyes del viejo poder, crean sistemáticamente nuevas instituciones, contrarias a las leyes, pero existentes de hecho, etc. (...) El boicot es la declaración de una guerra directa al viejo poder, un ataque directo contra él. No cabe ni hablar del éxito del boicot fuera de un amplio ascenso revolucionario, fuera de una excitación de las masas que en todas partes desborde, por decirlo así, la vieja legalidad». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Contra el boicot, 1907)

Por tanto, para abordar el tema seriamente, abogaba:

«Tenemos que estudiar las condiciones en que debe aplicarse el boicot, tenemos que inculcar a las masas la idea de que el boicot es un medio completamente legítimo, y a veces indispensable, en los momentos de ascenso revolucionario –por mucho que digan los pedantes que en vano se aplican el nombre de marxistas–. Pero la existencia o inexistencia de ese ascenso, de esa condición fundamental para proclamar el boicot, es una cuestión que hay que saber plantear de un modo independiente y resolver mediante un serio análisis de los datos. Nuestro deber es preparar, en la medida de nuestras fuerzas, el advenimiento de tal ascenso, y no renunciar de antemano a un boicot oportuno; pero sería absolutamente erróneo considerar que la consigna del boicot es aplicable en general a toda institución representativa, por mala o muy mala que sea. (...) ¿Qué se deduce de todo esto? Estamos ante el inicio de cierto ascenso parcial que tiene una significación revolucionaria. ¿Es deber nuestro entregar todas nuestras fuerzas a la tarea de apoyarlo y desarrollarlo, para que llegue a convertirse en un ascenso revolucionario general y, después, en un movimiento de tipo ofensivo? Sin duda alguna. Entre los socialdemócratas –a excepción tal vez de los colaboradores de Továrisch– no puede haber disparidades a este respecto. Pero en estos momentos, cuando se inicia ese ascenso parcial, cuando todavía no se ha convertido definitivamente en un ascenso general, ¿se necesita la consigna del boicot para desarrollar el movimiento? ¿Puede contribuir tal consigna al desarrollo del movimiento actual? Es esta otra cuestión a la que, a mi modo de ver, habrá que contestar en forma negativa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Contra el boicot, 1907)

Queda demostrado que el boicot electoral es un instrumento útil cuando existe un partido comunista con influencia que puede arrastrar a las masas a la desobediencia del poder legal burgués, a crear formas de poder populares que rebasen ese propio poder existente, que preparen la revolución mediante la insurrección. Que un partido que siempre ha sido marginal como el PCE (r) intentase hacernos creer, al igual que otras organizaciones, que ellos llaman al boicot porque en España existe una situación casi revolucionaria y que ellos son la vanguardia que la impulsa, produce vergüenza ajena.

Los comunistas de ahora que de comunistas tienen bastante poco, deben mirar como durante el zarismo, bajo unos niveles de represión inimaginables ahora, trabajaban los miembros de la facción parlamentaria del Partido Bolchevique en la Duma, es decir, el parlamento ruso. 

¿Qué diría Lenin de estos personajes que hablan una y otra vez de no participar en las elecciones porque significa «legitimar al régimen»? Pues que a lo sumo que son herederos de los oztovistas, quienes eran, anarquistas cubiertos de marxistas:

«Punto a) «La Duma como arreglo e instrumento de la contrarrevolución». ¡Exacto! «Únicamente consolida su autocracia». Ese «únicamente» es erróneo. La autocracia ha prorrogado su muerte al haber tenido tiempo de organizar esa Duma, pero eso no la consolida, sino que la descompone. La Duma es una «cobertura» que bien vale otro «descubrimiento», pues en mil cuestiones revela abiertamente por primera vez la dependencia del zarismo respecto de los sectores contrarrevolucionarios, muestra por primera vez en grande la alianza inmanente del Románov y Purishmévich, del zarismo y de la «Unión del Pueblo Ruso», de la autocracia y de los Dubrovin-Iliodórov-Polovniov.  Es indudable que la Duma avala los crímenes del zarismo, mas se trata de un aval de determinadas clases en aras de determinados intereses de clase, y la misión de la socialdemocracia [léase comunistas] consiste, precisamente, en explicar desde la tribuna de la Duma estas verdades aleccionadoras. «En ocho meses de la actividad, la III Duma de Estado ha demostrado que la socialdemocracia no puede utilizarla». Ahí está la médula del otzovismo. (…) La cuestión está planteada con claridad y los subtergios no ayudarán. ¿Qué han demostrado ocho meses de actividad: la posibilidad o la imposibilidad de utilizar la tribuna de la Duma? La respuesta de los oztovistas es errónea. A pesar de las inmensas dificultades que prensenta la labor del partido sobre la minoría, esa labor ha demostrado de manera indudable la posibilidad de utilizar la tribuna de la Duma. Desanimarse con motivo de las dificultades y de los errores es pusilanimidad, significa sustituir la labor proletaria, paciente, firme y tenaz por «chillidos» propios de intelectuales. Otros partidos socialistas tropezaron con muchas más dificultades al comienzo de su actividad parlamentaria». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Del artículo: «Una caricatura del bolchevismo», 1909)

¿Y no lleva años el PCE (r) criticando toda tentativa de participación de los revolucionarios en las organizaciones de masas, en el parlamento y la labor de denuncia y persuasión delante de las masas? ¿No ha hablado que lo único legítimo para luchar es continuar con la llamado acción directa de atentados sin sentido?

«Para los anarquistas, la conclusión de que se deben retirar a todos los diputados obreros. (...) Transforma a los anarquistas en los más fieles auxiliares del oportunismo, en su reverso. (...) Consagrar todas nuestras fuerzas a la organización y preparación de la lucha abierta –¡y por eso renunciar a la propaganda abierta de la tribuna de la Duma, y de la «propaganda», etc!–. Los oztovistas han olvidado que es indigno de la socialdemocracia renunciar a la propaganda desde la propaganda de la Duma. (...) Conclusiones anarquistas, pues los anarquistas de todos los países exhortan a abandonar el «tráfago desventajoso del parlamentarismo burgués» y a concentrar todas esas energías» en la «acción directa». (...) Pero eso conduce a desorganizar y sustituir la labor amplia y múltiple por un griterío de «consignas» impotentes por su falta de ligazón con la realidad». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Del artículo: «Una caricatura del bolchevismo», 1909)

He aquí como el cretinismo parlamentario del PCPE, PCE, PCOE y tantos otros como actualmente IU-Podemos, han sido y son ideas tan perjudiciales como las ideas anarquistas de no participación en la tribuna parlamentaria de organizaciones más a la izquierda como el PCE (r), la CNT/FAI, e igual que hasta hacía poco decía esa nueva secta lumperizada llamada RC.

Ejemplo del mismo excusismo para no trabajar cuando se autodenominan «partido» puede verse como decimos en Reconstrucción Comunista (RC), una organización que milita en la internacional maoísta de la ICOR:

«El PML(RC) no está en contra de participar en las elecciones, siempre teniendo en cuenta la función de estas como elemento secundario en el trabajo del Partido, usando estas para realizar agitación, difundir y dar a conocer las posiciones del partido y denunciar las elecciones burguesas como algo inservible a los obreros, concienciando a estos para la verdadera batalla, la tima de poder por parte del proletariado, que desde luego no vendrá del juego parlamentario ni de la presencia en instituciones como piensan los revisionistas que abogan por la vía democrática al socialismo, que no es otra cosa que la defensa y perpetuación del capitalismo. No hay ninguna opción obrera presente en estas elecciones, y los que podrían presentarse no tienen fuerza aún para ello. Ante esto, debemos apostar una vez más por el boicot a las elecciones del día 20, debemos promover la abstención activa como única opción realmente obrera. Los comunistas de España debemos centrarnos en construir el Partido como objetivo principal, un Partido fuerte, antes de poder hablar de presentarse a las elecciones». (Reconstrucción Comunista; Resolución del PML(RC) sobre las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015)

Aquí hablan de que RC «no está en contra de las elecciones», pero a continuación inexplicablemente se dice «no hay ninguna opción obrera presente en estas elecciones, y los que podrían presentarse no tienen fuerza aún para ello». ¿Entonces qué viene a decirnos RC? ¿Para qué anunciaron a bombo y platillo en su congreso de 2015 que ya se constituyeron como «partido» si no tiene fuerza ni siquiera para cumplir con lo que anuncian que debe ser la función de unos comunistas en unas elecciones: «agitación, difundir y dar a conocer las posiciones del partido y denunciar las elecciones burguesas como algo inservible a los obreros, concienciando a estos para la verdadera batalla, la toma de poder por parte del proletariado»? ¿Cuánto necesitan para esto, 50 militantes, 500, 5.000 para que se vean «capacitados» para cumplir con este deber? ¿O más bien será que prefieren no mover un dedo porque es más fácil no trabajar y emitir un comunicado abstencionista como el PCE (r) y los reconstitucionalistas? ¿Quizás tienen miedo de sacar menos votos que el PCPE y de que sus viejos camaradas se mofen de haberse ido de allí para ser el hijo menor del revisionismo? La respuesta es clara, y se reflejó en su «política de abstención activa» de aquel 2015, pues su trabajo fue subir a la web los carteles y pintadas que han hecho como acostumbran, como alarde de proeza. Su mayor agitación contra las ilusiones parlamentaristas fue romper los carteles del PCTE de Astor García (*). ¡Bravo valientes revolucionarios! Bien muchachos, ya podéis volver a casa tranquilos, habéis «creado conciencia», nadie puede deciros que no habéis hecho nada –nótese la ironía–.

Al igual que en la cuestión armada, que defienden un aventurerismo terrorista y acaban adoptando el pacifismo reformista, en la cuestión electoral dan unos giros ideológicos, desde un extremo a otro.

Recintemente, RC ha vuelto ha cambiar de posición, esta vez sobre el tema electoral:

«Equipo de Bitácora (M-L): ¿Se puede explicar por qué desde RC tienen el eslogan del FO de abstenerse de votar «Contra la farsa electoral» (*) y después presentarse de nuevo con una tapadera, la Candidatura Popular Sedavi, bajo el eslogan por el «Voto útil» (*)?

Entrevistado: Históricamente la postura de RC sobre las elecciones ha ido cambiando dando bandazos, aquellos que ellos llaman «cambios dialécticos» aunque sus cambios no tengan una explicación lógica.

En principio RC ha argumentado, desde 2012, que boicoteaba todas las elecciones porque:

«No existe un partido con capacidad en el Estado –ya que el partido comunista no existe–, para realizar un trabajo que suponga un avance para la clase obrera». (Reconstrucción Comunista; De Acero, Nº5, 2014)

Poco después anunciaron que tras celebrarse el IIIº Congreso de RC de 2015 los militantes habían decidido que podían pasar a constituirse como «partido» –otro montaje pues se habían dado de alta en el registro de partidos desde 2014, como comento en otra parte de la entrevista (*)–, pero la línea electoral para las generales o municipales no cambió pese a que ahora se llamaban partido, se seguía apelando al boicot.

Además del argumento anarquista, repetían que no se presentaban porque:

«Tendría también, dicho todo esto, un papel de legitimación». (Reconstrucción Comunista; De Acero, Nº5, 2014)

A lo que añaden que la utilización de las elecciones solo serviría para:

«Entendemos que presentarnos solo serviría para desgastarnos, debilitarnos, no sacar ningún rédito político o fortalecimiento». (Reconstrucción Comunista; De Acero, Nº5, 2014)

Recomiendo que lean el artículo de Lenin: «Caricatura del bolchevismo» de 1909, para que se vea cuan falso es esta postura.

Ahora en 2019 RC cambia de parecer, aunque como siempre, mudando de posiciones gradualmente y sin hacer autocrítica. El caso de las elecciones en Sevadí parece surrealista. Por un lado RC mantiene desde el FO el eslogan de boicotear la farsa electoral, eslogan similar al que utilizaba el PCE (r) con su: «Boicot activo a la farsa electoral» (*). Dichos lemas dan a entender que las elecciones burguesas deben ser abandonadas por los comunistas y no participar en cualquier tipo de elecciones [6], aunque luego en sus comunicados sobre las elecciones den diversas excusas como la falta de fuerzas. En cambio desde la CPS (Candidatura Popular Sedaví), que es una creación de RC para dicha localidad, se anima a lo contrario, a saber: todo al voto útil, arreglar columpios, un bus, eliminar burocracia y demás propuestas que pueden ser vistas en su programa municipal «revolucionario». ¡Votadnos y confiar en las suculentas reformas que tenemos pensado para el pueblo de Sedaví!

Ya ni entrar en el hecho de que en la lista de la candidatura hay gente que ni es del pueblo y se ha tenido que empadronar meses antes de las elecciones municipales para poder estar en la lista.

El hecho de negar que la candidatura es el partido –véase las redes sociales de la candidatura– es muy descarado, no me veo yo defendiendo esa pantomima. Gente de la lista de la candidatura municipal que en sus redes sociales les falta un cartel poniendo «milito en RC» diciendo que la candidatura no tiene ligazón con RC porque en la lista hay gente del BOSA y «vecinos de Sedaví», que, curiosamente, son los últimos en la lista, dejando a los primeros que –extrañamente– llenan sus publicaciones e imágenes de perfil con propaganda de RC y el FO. Luego se dirá que este y aquél son chivatos y no sé qué. Sinceramente, hay que ser realista por favor, sólo hay que mirar tu perfil personal en las distintas redes sociales como Facebook unos minutos para constatar dónde te organizas.

Equipo de Bitácora (M-L): ¿Estás diciendo que se vendía la idea de que podían ganar la alcaldía en Sedaví?

Entrevistado: ¡Sí! ¡Y tanto que vendían que iba a ser un triunfo! Nada más hay que ver los comentarios que aún están en las redes sociales oficiales de la CPS (*)(**), que si alcalde que si concejales por doquier, etc. Me duele por la gente de base que se dejó horas en eso. De nuevo fue esperpéntico el discurso de que la Candidatura Popular de Sedaví no era RC, cuando todas sus listas indicaban lo contrario, lo cual fue motivo de mofa una vez más, por aquello que siempre se ha señalado: las mil tapaderas mal disfrazadas de RC. La realidad les ha golpeado, no solo no han ganado, sino que hasta la escoria de Vox ha sacado más votos». (Equipo de Bitácora (M-L); Conversación con un reciente exmilitante de RC de Llíria, sobre los últimos fenómenos de la organización, 2019)

Queda claro cristalino que esta escoria que se presenta con arrogancia como adalices del conocimiento marxista cometiendo estas desviaciones, no pueden calificarse de jefes del proletariado, y deben ser barridos del movimiento obrero con este tipo de críticas demostrativas que evidencian a la perfección que no están capacitados para lograr a lo que dicen aspirar:

«La crítica –la más violenta, más implacable, más intransigente– debe dirigirse no contra el parlamentarismo o la acción parlamentaria, sino contra los jefes que no saben –y aún más contra los que no quieren– utilizar las elecciones parlamentarias y la tribuna parlamentaria a la manera revolucionaria, a la manera comunista. Sólo esta crítica –unida, naturalmente, a la expulsión de los jefes incapaces y a su sustitución por otros más capaces– constituirá un trabajo revolucionario útil y fecundo que educará a la vez a los «jefes» para que sean dignos de la clase obrera y de las masas trabajadoras, y a las masas para que aprendan a orientarse como es debido en la situación política y a comprender los problemas, a menudo sumamente complejos y embrollados, que resultan de semejante situación». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

En el caso del PCE (r) el nivel de excusas para no participar en el uso del parlamento como instrumento de denuncia del régimen son tan, pero tan burdas, que han llegado a proclamar la afirmación surrealista, de que no participan porque las masas tienen superado el parlamento (sic):

En las elecciones del año 2000 participaron un 68,71% de la población lo que significaba una bajada del 6% respecto a las últimas elecciones generales, hubo el 44% de votos para el Partido Popular (PP) y un 34% para el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Ya entonces Don Quijote Arenas proclamaba orgulloso su épica victoria:

«Diez millones de trabajadores boicotean. (...) [Una] de las más importantes victorias, como la principal derrota que ha sufrido el régimen fascista español en muchos años». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Resistencia, nº50, 2000)

Este personaje bañado en la metafísica más insultante a la inteligencia se adjudicaba poco menos que el mérito de esos 10 millones de votos, y como buen anarquista creía que esa parcial abstención electoral era una «victoria aplastante», abstrayéndose de la realidad y los factores de ese descenso, pensando que automáticamente toda abstención es un rechazo consciente y revolucionario al régimen cuando puede ser fruto de un electorado que sufre una simple indiferencia hacia la política o de un abstencionismo de castigo pero que sigue creyendo en la democracia burguesa. Comenta los resultados como si por sí mismos no demostrasen con ese más del 60% el alto grado de alineación de los trabajadores en torno a los dos grandes partidos y su confianza en el sistema político parlamentario para resolver sus problemas. Además, se clamaba tal tontería exageradamente optimista con un PCE (r)/GRAPO que llevaba años en decadencia y su cúpula escondida en el exilio, siendo en breve desmantelada de forma definitiva, lo cual lo hace todo más increíblemente ridículo. Pero después de descorchar las botellas de champagne francés tras los resultados electorales, la cúpula del PCE (r) se volvió a dar de frente con la realidad, demostrándose en las próximas elecciones que estos resultados solo eran un leve descenso, por una parte, normal dentro de las crisis pasajeras del sistema, pero por otra un dato sin demasiada importancia ya que no podían ser capitalizados por una organización revolucionaria con peso entre las masas, en breve palabras: que fue una ilusión.

En 2004 la participación en las elecciones generales fue del 75%, con un aumento del 7% respecto a las elecciones del año 2000, la distribución de votos fue del 42,59% hacia el PSOE y del 37,71% hacia el PP. La participación más baja hasta nuestros días fue en 2016 donde hay que entender que viene precedido de un período de votación en elecciones generales en 2015 y el hartazgo general a la incapacidad de los políticos de cerrar un nuevo gobierno aunque fuese de coalición entre las diferentes formaciones burguesas: pese a todo esto, se tuvo el 66,48% de participación, donde el PP mantuvo el 33% y el PSOE un 22,63%, Podemos/Izquierda Unida un 13,42% y Ciudadanos un 10,6%. Esto deja bastante claro, que tras la brutal crisis político-económica iniciada en 2008, los trabajadores ha repartido sus votos entre las dos nuevas formaciones con la esperanza de revertir la situación: el socialdemocratismo de Podemos y el neoliberal Ciudadanos, pero igualmente siguen teniendo grandes ilusiones en el parlamento y sobre todo en los partidos capitalistas de siempre los cuales todavía lideran las listas de votos; el que niegue esta evidencia es que es un iluso o un demagogo profesional.

Como se puede observar, Arenas hace las veces de Trotski, fallando en sus múltiples profecías, no importándole cuantas veces queda en ridículo. ¿No fue precisamente esta afirmación la misma que hicieron los ultraizquierdistas semianarquistas de los que Lenin tanto se mofaba?

«¿Ha «caducado políticamente» el parlamentarismo? Esto es ya otra cuestión. Si fuese cierto, la posición de los «izquierdistas» sería sólida. Pero hay que probarlo por medio de un análisis serio, y los «izquierdistas» ni siquiera saben abordarlo. (...) En primer lugar, los comunistas «de izquierda» alemanes, como se sabe, ya en enero de 1919 consideraban el parlamentarismo como «políticamente caduco». (...) Como es sabido, los «izquierdistas» se equivocaron. Este hecho basta para destruir de golpe y radicalmente la tesis según la cual el parlamentarismo «ha caducado políticamente». Los «izquierdistas» tienen el deber de demostrar por qué ese error indiscutible de entonces ha dejado de serlo hoy. Pero no aportan la menor sombra de prueba, ni pueden aportarla. La actitud de un partido político ante sus errores es una de las pruebas más importantes y más fieles de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situación que los ha engendrado y examinar atentamente los medios de corregirlos: esto es lo que caracteriza a un partido serio, en esto es en lo que consiste el cumplimiento de sus deberes, esto es educar e instruir a la clase, primero, y, después, a las masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

¿Ha pedido el PCE (r) perdón por tratar de inocular estas teorías dañinas en el movimiento obrero? ¿Lo ha hecho RC o los reconstitucionalistas? No y nunca lo harán seguramente, porque jamás han sido ni serán comunistas, sino charlatanes que justifican su estupidez y miopía política bajo palabrería que solo aplauden los abducidos.

En realidad este es un defecto hartamente conocido y sentenciado por el comunismo:

«La lucha de las masas constituye todo un sistema de acciones en vías de desarrollo, que se avivan por su forma misma y conducen lógicamente a la insurrección contra el estado capitalista. En esta lucha de masas, llamada a transformarse en guerra civil, el partido dirigente del proletariado debe, por regla general, fortalecer todas sus posiciones legales, transformarla en puntos de apoyo secundarios de su acción revolucionaria y subordinarlas al plan de la campaña principal, es decir a la lucha de masas.  La tribuna del parlamento burgués es uno de esos puntos de apoyo secundarios. No es posible invocar contra la acción parlamentaria la condición burguesa de esa institución. El partido comunista entra en ella no para dedicarse a una acción orgánica sino para sabotear desde adentro la maquinaria gubernamental y el parlamento. Ejemplo de ello son la acción de Liebknecht en Alemania, la de los bolcheviques en la Duma del zar, en la «Conferencia Democrática» y en el «preparlamento» de Kerensky, en la Asamblea Constituyente, en las municipalidades y también la acción de los comunistas búlgaros. Esta acción parlamentaria, que consiste sobre todo en usar la tribuna parlamentaria con fines de agitación revolucionaria, en denunciar las maniobras del adversario, en agrupar alrededor de determinadas ideas a las masas que, sobre todo en los países atrasados, consideran a la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas, debe estar totalmente subordinada a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de las masas. (…) El «antiparlamentarismo» de principios, concebido como el rechazo absoluto y categórico a participar en las elecciones y en la acción parlamentaria revolucionaria, es una doctrina infantil e ingenua que no resiste a la crítica, y muchas veces es el resultado de una sana aversión hacia los políticos parlamentarios pero que no percibe, por otra parte, la posibilidad del parlamentarismo revolucionario. Además, esta opinión se basa en una noción totalmente errónea del papel del partido, considerado no como la vanguardia obrera centralizada y organizada para el combate sino como un sistema descentralizado de grupos mal unidos entre sí». (Internacional Comunista; El partido comunista y el parlamentarismo; IIº Congreso de la Internacional Comunista, 1920)

¿Cuándo solamente es permisible la abstención de las elecciones y el parlamento?:

«Reconociendo de este modo, por regla general, la necesidad de participar en las elecciones parlamentarias y municipales y de trabajar en los parlamentos y en las municipalidades, el partido comunista debe resolver el problema según el caso concreto, inspirándose en las particularidades específicas de la situación. El boicot de las elecciones o del parlamento, así como el alejamiento del parlamento, son sobre todo admisibles en presencia de condiciones que permitan el pasaje inmediato a la lucha armada por la conquista del poder». (Internacional Comunista; El partido comunista y el parlamentarismo; IIº Congreso de la Internacional Comunista, 1920)

Claro que para el PCE (r)/GRAPO, de 1975-2017 en todo momento «existen unas condiciones para la lucha armada por la conquista del poder», pero ya sabemos que su propio silencio en el panorama político, su nula presencia en las organizaciones de masas y hasta la ausencia de sus atentados terroristas, que la realidad dice todo lo contrario. 

Esto demuestra que ni la política del PCE (r) ni de RC, ni de los «reconstitucionalistas» ni ninguna otra secta maoísta tiene justificación más allá de su ignorancia, complejo y oportunismo. 

A nivel internacional hemos visto como el maoísmo en Francia también ha promovido el abstencionismo en las más variopintas situaciones:

«A todo esto preguntamos retóricamente al lector: ¿cuál es el significado de la lucha por el triunfo del «no» del referéndum constitucional europeo? Es la lucha por la concienciación de una franja del movimiento opuesto al «ultraliberalismo» con vistas a la creación de una ala anticapitalista radical en el seno de este movimiento. ¿No era acaso fácil demostrar a los trabajadores que la gran burguesía deseaba con todas sus fuerzas el triunfo del «sí»; poniéndose pues en ejecución, todo para que este referéndum legitimara todas las regresiones sociales contra los trabajadores de su parte, de una forma abierta y legal? ¿No era fácil demostrar a los ojos de las masas el pseudodemocratísimo que reinaba en el seno de los medios de comunicación en el momento de los debates? ¿No era entonces fácil desmontarles a los trabajadores que la «democracia» burguesa tan alabada por los medios de comunicación podía ser en última instancia la dictadura de la burguesía? ¿Qué queda pues de provechoso, de la fraseología «revolucionaria» abstraída del PCMLM que apelaba a la abstención? De hecho hasta la burguesía y sus representantes políticos, como lo dijeron claramente, preferían ciertamente hasta un «no» pero potencialmente euroconstructivo. ¿El PCMLM supo decirle a las masas que la sociedad francesa se había escindido en esa cuestión en dos campos antagonistas muy distintos? No, no supo explicar que de una parte existía en esa batalla; el campo de los trabajadores –conscientes de dar un plan de batalla ante la burguesía monopolista– reunidos también junto a una franja de la pequeña burguesía vacilante, y de la otra parte; el campo de la burguesía imperialista, de sus medios de comunicación y de sus partidos políticos de «izquierda» y de derecha. ¿Había que utilizar correctamente las contradicciones o bien negarlas bajo el lema de la «no participación en las cuestiones propuestas por la burguesía»? La burguesía se regocijo de dicha no participación, pues le dejaba el campo libre a ella y a los euroconstructivistas de los partidarios de un no potencial. Por este ejemplo, vemos cómo todavía hoy, la enfermedad infantil del comunismo continúa causando estragos, algo que demuestra como el reformismo puro y el ultraizquierdismo «radical» se alimentan mutuamente». (Vincent Gouysse; Comprender las divergencias sino-albanesas, 2004)

Lenin precisamente propuso y consiguió expulsar en 1908 dentro el partido bolchevique a los izquierdistas puesto que ellos querían impulsar la política del boicot al parlamento como una ley permanente para el partido:

«En 1908, los bolcheviques «de izquierda» fueron expulsados de nuestro Partido, por su obstinado empeño en no comprender la necesidad de la participación en un «parlamento» ultrarreaccionario. (...) Se apoyaban sobre todo en la experiencia favorable del boicot de 1905. Cuando el zar, en agosto de 1905, anunció la convocatoria de un «parlamento» consultivo, los bolcheviques, contra todos los partidos de oposición y contra los mencheviques, declararon el boicot a semejante parlamento, y la revolución de octubre de 1905 lo barrió en efecto. Entonces el boicot fue justo, no porque esté bien no participar en general en los parlamentos reaccionarios, sino porque fue acertadamente tomada en consideración la situación objetiva, que conducía a la rápida transformación de las huelgas de masas en huelga política y, sucesivamente, en huelga revolucionaria y en insurrección. Además, el objeto del debate era, a la sazón, saber si había que dejar en manos del zar la convocatoria de la primera institución representativa, o si debía intentarse arrancársela de las manos al antiguo régimen. Por cuanto no había ni podía haber la certeza plena de que la situación objetiva era análoga y de que su desenvolvimiento se había de realizar en el mismo sentido y con igual rapidez, el boicot dejaba de ser justo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

Las luchas sindicales

En España, precisamente tenemos al dúo oportunista Ibárruri-Carrillo, los cuales durante los primeros años del franquismo fueron criticados por Stalin y la cúpula soviética por no entender la necesidad de desplegar una lucha en este sentido:

«Stalin se limitó a ensalzar la lucha del pueblo español y sugirió que entre los admirables logros del PC de España en todos los campos de la actividad política había uno que no aparecía y al que la tradición leninista y bolchevique siempre habían dado mucha importancia: el trabajo en los sindicatos fascistas. Ni Stalin sugirió parar el movimiento guerrillero, ni entrar en los Sindicatos Verticales falangistas. Stalin sólo se refirió a la tradición bolchevique de trabajar también, es decir, sin abandonar los sindicatos clandestinos y de clase, en los fascistas. (...) Frente a lo que suele citarse, ninguna de las grandes figuras del partido recogió la «experiencia bolchevique» en el trabajo sindical y esto ya de por sí llama la atención, pues es de rigor que si hay algún giro significativo sea la más alta personalidad quien marque la pauta. (...) Sin un ápice de ironía debemos admitir que fue Vladimir Illich Lenin el único que planteó en Nuestra Bandera el problema sin tapujos, pues a él le cedieron la palabra y reprodujeron un texto de 1920 titulado: ¿Deben actuar los revolucionarios en los sindicatos reaccionarios? Con este capítulo del libro de Lenin La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, creyeron los dirigentes del PCE, diez años más tarde, haber dado un giro espectacular a su política sindical. (...) La idea es diáfana: hay que utilizar los Sindicatos Verticales al tiempo que se desenmascara a los nombrados a dedo. Para la secretario general del partido esto le parecía en 1949 una falsa interpretación de nuestra política. Había que seguir en las mismas posiciones anteriores a la entrevista con Stalin aunque contemplando ahora la eventualidad de trabajar de tapadillo en los sindicatos falangistas. La carta de Dolores a la redacción de Mundo Obrero congelará la política sindical, reincidiendo de nuevo en la creación de sindicatos de UGT, clandestinos, aunque no se vuelquen precisamente nuevos recursos para esa tarea». (Gregorio Morán; Miserias y grandezas del Partido Comunista de España 1939-1985, 2017) 

Ibárruri fingiría entender y acatar los consejos directos que Stalin daría a los comunistas españoles sobre sus debilidades en la cuestión sindical en la España de Franco. Pero en la práctica fue la figura que más se obcecó en mantener una postura sectaria frente a los sindicatos, una que recordaban a las viejas posturas del PCE de Bullejos previo a 1932.

El PCE cesó oficialmente la actividad de sus grupos guerrilleros en 1948, aunque algunos mantendrían su actividad durante algo más de tiempo. Gregorio Morán documenta a la perfección la falta de directrices en los militantes que salían de la cárcel, la falta de orientación y apoyo en los guerrilleros, el nulo trabajo del partido en los sindicatos y, en general, el creciente aislamiento del partido entre las masas. Pese a esto, el terrorismo no solo era el medio por el cual los oportunistas pretendían imponerse dentro del partido, sino que, en aquel entonces, un joven Carrillo, criticando a otros cuadros por su tibieza en las actividades del interior de España, en 1945 daría órdenes de practicar el terrorismo individual indiscriminadamente, todo en un intento de darle la vuelta a la situación en que la dirección se había metido: 

«Es la famosa «Carta abierta de la Delegación del CC del interior» [1945], en la que se enunciaran críticas implícitas y explícitas a los hombres que hasta aquel momento han capitaneado la Junta Suprema en el país. Esta archicitada «carta abierta» fue redactada íntegramente en Francia por Santiago Carrillo. (...) La «carta abierta» quiere echar la casa por la ventana y lanzarse al no va más que para ellos es el terrorismo individual: «Hay que ejecutar a todos los magistrados que firmen una sentencia de muerte contra un patriota. (…) Hay que pasar decididamente a la ejecución de los jefes de Falange responsables de la ola de crímenes y terror. (…) ¡Por cada patriota ejecutado deben pagar con su vida dos falangistas!». Es éste el primer llamamiento al ojo por ojo y al terror y hay que reconocer que hasta entonces no había precedentes de actos de esta naturaleza. Es a partir de esta declaración de Santiago Carrillo y del grupo de Toulouse que el PCE se inclinará hacia las operaciones sangrientas en las ciudades, más que a la infraestructura guerrillera de montaña». (Gregorio Morán; Miserias y grandezas del Partido Comunista de España 1939-1985, 2017)

A ver si el lector adivina quien vino a seguir esta estela. ¿Dónde estuvo y donde está la presencia del PCE (r)/GRAPO en los sindicatos que llama «fascistas» y «socialfascistas»? En ningún lado porque nunca llegó a tener influencia alguna en los círculos sindicales, ni en las universidades, ni realmente en ningún lugar donde estuvieran las masas. Ha sido siempre un grupo conspirativo que junto a sus pocos seguidores ha emitido desde su torre de marfil análisis y acciones armadas totalmente alejadas de la realidad. ¡A estos señores tampoco les parece correcto que se deba participar en el trabajo sindical de las grandes centrales sindicales del país!

«¡Qué pinta una fracción roja o un círculo obrero dentro de CC.OO. o UGT? Los obreros más avanzados no se encuentran en CC.OO. y UGT por la sencilla tazón de que se han hecho incompatibles con esas centrales». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Antorcha, número 6, 1999) 

Aquí se nos presenta la estúpida teoría espontaneista de que los obreros tienen la suficiente conciencia como para saber que Comisiones Obreras (CC.OO.) y la Unión General de Trabajadores (UGT) no los representan, entonces ya está caballeros, no hace falta realizar una labor de masas, ya que los obreros se organizan solos en sindicatos revolucionarios aparte, qué suerte, todo está hecho. Por esa regla de tres, los obreros también verían como incompatibles a los grandes partidos PP y PSOE, ¿no? 

Podemos ver registrado que los dos sindicatos reformistas más grandes, lejos de lo que pronosticaba el PCE (r) en 1999, han tenido un crecimiento exponencial: CC.OO. de 1976 a 2010, es decir desde la transición hasta el momento de la crisis económica nacional e internacional, ha tenido un crecimiento ininterrumpido llegando hasta el 1.200.000 de afiliados, a partir de entonces ha caído en 2015 a 909.052. Por otro lado, UGT en 2009 contaba con 1.151.451 personas, pero de nuevo por su política amarillista en medio de la crisis se fue reduciendo hasta que en 2013 rozaba los 1.110.000 afiliados, y en 2015 928.846. Pero no son los únicos, según otros datos, el tercer sindicato más grande, la Unión Sindical Obrera (USO) pasó de 121.165 en 2008 a 114.612 en 2015, del mismo modo la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) pierde de 175.200 afiliados a 174.848. Como se ve, es una bajada generalizada del sindicalismo principal en todas sus corrientes y no solo son por los niveles de paro como aluden, sino por la propia política de colaboración de clases. Véase la obra de Sandra Senin Otero: «Introducción a los sindicatos en España, financiación, afiliación y sindicatos más representativos» de 2014.

En 1977 había 1.606.600 afiliados en los sindicatos con una población asalariada del 8.705.200, lo que hace una tasa del 18,40%, para 2013 había evolucionado hacia los 2.434.803 afiliados con una población asalariada de un 15,90%. Sin duda la tasa ha bajado, no hay tampoco duda de que España es un país con baja afiliación sindical comparado con otros países, pero eso no importa siempre que sea para tener perfectamente alineada a la población. Estados Unidos o Polonia cuentan con tasas aún inferiores y no ha habido un cambio en la mentalidad de los trabajadores, siguen siendo bastiones donde la reacción ha embrutecido a las masas. 

Pero no nos engañemos con estos datos. La postura de contentarse con decir que los «sindicatos están en crisis» y quedarse de brazos cruzados porque su afiliación ha decaído, es un crimen imperdonable:

«Muchos de nuestros camaradas, pasando por alto la gravitación de los obreros hacia los sindicatos y ante las dificultades que ofrecía el trabajo de los sindicatos adheridos a Ámsterdam, no se detenían en esta complicada tarea. Hablaban invariablemente de la crisis orgánica de los sindicatos de Ámsterdam, de que los obreros abandonaban los sindicatos y perdían de vista cómo éstos, después de un cierto descenso al comienzo de la crisis económica mundial, empezaron a crecer de nuevo. (…) En los países, donde existen pequeños sindicatos rojos, les recomendamos que procuren ingresar en los grandes sindicatos reformistas, exigiendo la libertad para sostener sus opiniones propias, el ingreso de los miembros expulsados; y en los países, donde existen paralelamente grandes sindicatos rojos y reformistas, recomendamos que exijan la convocatoria de un Congreso de unificación sobre la plataforma de la lucha contra la ofensiva del capital y la salvaguardia de la democracia sindical. Hay que afirmar, del modo más categórico, que el obrero comunista, el obrero revolucionario, que no pertenece al sindicato de masas de su oficio, que no lucha por convertir este sindicato reformista en una verdadera organización sindical de clase, que no lucha por la unidad del movimiento sindical sobre la base de la lucha de clases, no cumple con su deber proletario primordial». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 2 de agosto de 1935)

Nótese como estas barbaridades que esgrime el PCE (r) sobre el sindicalismo coinciden justamente con la de otros grupos maoístas que también se encontraban encerrados en sus mundos de fantasías y con los que precisamente polemiza de vez en cuando, pero que hacer que dejen de ser primo-hermanos. Una de las variadas ramas del «reconstitucionalismo», opinaba en su sección «Documentos sobre los fundamentos de la táctica Comunista», desde el órgano escrito de su «partido» ya desaparecido:

«El sindicato sólo genera conciencia de clase burguesa; y sólo es posible combatirlo desde la conciencia comunista y desde el Partido Comunista. No hay terceras vías a lo Marta Harnecker, no existe la evolución natural del sindicalismo al comunismo, ni de la conciencia obrera a la conciencia revolucionaria. El comunismo es la única expresión revolucionaria y la única forma de conciencia verdaderamente proletaria, contraria a la forma burguesa que el obrero reproduce espontáneamente. El proletariado, o se incorpora a la revolución con el Partido Comunista, o se incorpora a la reacción desde alguno de sus organismos de masas, como el sindicato. (...) Es en estos términos que rechazamos la línea de masas sindicalista, la consigna de ir inmediatamente a los sindicatos para ganar a las masas frente al oportunismo de sus direcciones». (Partido Comunista Revolucionario (Estado Español); La Forja, Nº35, 2006)

Los nuevos grupúsculos «reconstitucionalistas» de la actualidad se atienen a estos principios anarcoides mientras a la vez, paradójicamente, se lamentan el hecho de que las masas prestan más atención a otros oportunistas que al menos sí hacen aunque sea un mínimo de trabajo sindical. Estos avestruces políticos creen que la lucha contra la burguesía y sus agencias revisionistas se hacen solo por medio de deseos.

La política de RC y otros grupos maoístas es una herencia de los métodos de trabajo premarxistas, que bajo el conformismo y la holgazanería justificaban su inoperancia, o más recientemente, es una copia de las ideas thälmmanianas, que justificaba el no trabajar en los sindicatos bajo la excusa de que son reaccionarios e inoculan ideas capitalistas en la mente de los trabajadores. ¡Normal! Es lo que ocurre cuando dejas que la burguesía hegemonice una organización de masas, un error que muchos marxistas aprendieron a la fuerza viendo sus nefastas consecuencias:

«En el otoño de 1932, el XIIº Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista condenó la idea bastante generalizada de que «los sindicatos son una escuela del capitalismo». Fue solo en el otoño de 1932 que el Partido Comunista de Alemania publicó a los comunistas el lema de la defensa de las organizaciones laborales y su propiedad, lo cual ayudó a despertar la fuerte simpatía por los comunistas entre todos los miembros de los sindicatos, las cooperativas operarios y el Partido Socialdemócrata». (Wilhelm Pieck; Las actividades del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista; Informe en el VIIº Congreso de la IC, 26 de julio de 1935)

En el PCE (r), como hemos visto, se preguntan todavía que qué pintaría un comunista en un sindicato de masas. Y RC le sigue en esta aventurera teorización, como así los reconstitucionalistas. Pues bien, en la historia de la Internacional Comunista (IC) se dejó más que patente la necesidad de luchar contra esta desviación, subrayando la necesidad de acabar de una vez por todas con:

«La oportunista o sectaria, subestimación o descuido del tremendamente importante trabajo con los sindicatos reformistas». (Internacional Comunista; Extractos de las tesis del XIº Pleno del Comité Ejecutivo de la IC sobre las tareas de las secciones de la IC, 1931)

Por ello instó siempre a:

«Una lucha decidida contra las desviaciones oportunistas de «izquierda» que se expresan en la «teoría» izquierdista de que los obreros organizados en los sindicatos reformistas representan una masa uniforme reaccionaria, contra la subestimación izquierdista-sectaria de la táctica del frente único, contra el establecimiento de la idea de que los sindicatos reformistas son «escuelas del capitalismo», contra la actitud sectaria al trabajo dentro de los sindicatos reformistas». (Internacional Comunista; Extractos de la resolución del XIIº Pleno del Comité Ejecutivo de la IC, 1932)

¿Esto fue exclusivo de la «IC después de Lenin» y es una «alteración del leninismo» como podría alegar algún trotskista-maoísta? Ni mucho menos, estas directrices estaban inspiradas por la IC de la época de Lenin. En el IIº Congreso de la IC de 1920 se decía: 

«En lo que respecta a los sindicatos, «los comunistas deben ingresar en ellos para convertirlos en formaciones de combate contra el capitalismo y escuelas de comunistas». La salida de los comunistas de los sindicatos tendría como resultado que las masas quedasen en manos de los jefes oportunistas que colaboran con la burguesía». (Internacional Comunista; Tesis, manifiestos y resoluciones adoptados por los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, 1919-1923)

En 2015, Felipe, ex Secretario de Organización, que nadie negará que algo debía saber del estado real de la organización en la cuestión del trabajo de masas, en su carta como todavía militante denunció los defectos de RC, dejando constancia de este penoso fenómeno, pero claro, esta carta jamás llegó a la militancia y el Comité Central se la guardó para que nadie viese sus defectos:

«La militancia no está preparada para llevar una estrategia clara en los distintos frentes, al menos fuera de Madrid. Esto tiene varios puntos, uno el anterior nombrado, la falta de aplicación de esa formación teórica, y el otro la falta de análisis de esta secretaría a la hora de hacer las estrategias en cada frente, esto es igual culpa del secretario por no plantearlo así, como de los militantes de base por no hacer los documentos como deberían hacerse, así entre el desconocimiento de cómo van los frentes en cada territorio como por la pasividad de los militantes que en ellos trabajan estamos cada vez con menos fuerza en los frentes, ya que a día de hoy y en esto igual me equivoco, pero hasta donde tengo constancia solo tenemos hegemonizados y ni eso y no todos, los frentes que nosotros mismos hemos creado. Con esto creo que deberíamos de empezar a trabajar en frentes más profesionalizados y ver la fuerza real que tenemos en ellos, donde los partidos reaccionarios tienen la hegemonía, perder el complejo, pero ir nosotros donde anden las masas y no esperar a que vengan». (Felipe; exmiembro de Reconstrucción Comunista; Carta de crítica al Comité Central, 16 de octubre de 2015)

Sin palabras. ¿No es este defecto una reminiscencia muy vieja que arrastra el movimiento marxista-leninista internacional?:

«¿En qué radica la fuerza de la socialdemocracia en los países occidentales? En qué se apoya en los sindicatos. ¿En qué radica la debilidad de nuestros partidos comunistas en los países occidentales? En que no se han compenetrado todavía íntimamente con los sindicatos y algunos elementos de estos partidos comunistas no quieren compenetrarse íntimamente con ellos. Por esta razón la tarea principal de los partidos comunistas de los países occidentales consiste, en el momento actual, en desarrollar y llevar a término la campaña por la unidad del movimiento sindical en hacer que todos los comunistas, sin excepción, entren en los sindicatos, en desplegar dentro de ellos una labor sistemática y paciente para lograr la cohesión de la clase obrera contra el capital, y en conseguir de este modo que los partidos comunistas puedan apoyarse en los sindicatos». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Balance de los trabajos de la IXVº Conferencia del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, 13 de mayo de 1925)

Entre la camarilla de Roberto, su mano derecha Adrián llegó a cocinar la teoría de que «No se puede trabajar en los sindicatos porque son muy reaccionarios y se niegan a seguir la línea del partido». De ahí que RC haya cesado todo intento de trabajo en los sindicatos obreros. Increíble pero cierto:

«Felipe: Al principio de entrar a Reconstrucción Comunista (RC) se trabajaba con el Coordinador Sindical de Clase (CSC), un sindicato residual sin ningún tipo de fuerza en Madrid más allá de aparecer en dos manifestaciones al año. Hubo un tiempo en que sí se trabajaba más activamente, pero por edad y situación solo podía trabajar en él Javier. Una vez que él dejó de acudir a las reuniones, se dejó de hacer cualquier tipo de trabajo sindical, algo lógico si planteamos que en lo que era la organización menos de un 5% sabía lo que era trabajar y ese mismo porcentaje aproximadamente sería el que estaba en edad activa. Cuando Javier se fue del partido ya se dejó directamente ni de plantearse trabajar en ningún sindicato. Digo que se dejó de plantear ya que todo se tenía que hacer exclusivamente en Madrid, donde el porcentaje de gente que diera un perfil mínimo para trabajar en un sindicato bajaba de ese ridículo 5%.

En mi última época solicité, por necesidad laboral, entrar en un sindicato. Después de estudiar los distintos sindicatos de Valencia, el único en el que se podía hacer trabajo político y social era la CGT, con lo cual pedí permiso al secretario de Frente de Masas y una hoja de ruta de cómo plantear el trabajo en dicho sindicato. La respuesta de Adrián, la persona supuestamente más cualificada para liderar el trabajo de frente de masas fue «No, no trabajamos en sindicatos porque ninguno sigue la línea de nuestro partido, espérate a que creemos nuestro propio sindicato». No es broma (Risas). Un grupo que no tenía más de 100 militantes y con una media de edad de 19 años, sin abogados y sin experiencia laboral, iba a formar un sindicato de clase y combativo, esta y muchas otras cosas las quería tratar en el central ampliado del 13 de febrero de 2016, donde iba a presentar mi dimisión de todos los cargos por diferentes motivos. Este central jamás se llegó a celebrar a causa de las detenciones del 27 de enero de 2016.

Todo esto puede parecer una locura a simple vista y visto desde fuera, pero no lo es. Era la forma de actuar de Roberto Vaquero –de ahí mismo nace RC, de no poder mandar ni en la UJCE [Juventudes del PCE] ni en CJC [Juventudes del PCPE]–. En RC, el trabajo de masas consistía en que si no puedes entrar en un frente porque estás vetado de dicho espacio –una realidad sobretodo palpable en Madrid– o no lo logras hegemonizar, crea el tuyo propio con tus propios militantes, de ahí que siempre sean los mismos colectivos los que firman los comunicados y manifestaciones marginales. Lenin decía que debía haber un militante delegado en cada frente. Quizá esa cita la copió al revés y entendió que era un frente –o más, pues casi todos militan en varios frentes– por militante.

En el ámbito universitario hubo una época en que sí se era fuerte en Madrid, mientras manejaba todo ello Rubén, el cual supo llevar lo que era el trabajo de masas dentro de los centros de estudio. En realidad, el secreto del éxito era que trabajaba como él veía sin hacer caso a Roberto, ya que Rubén sabía lo que era trabajar al pie del cañón, cosa que Roberto nunca supo. Al irse Rubén y quedarse en manos de Pablo el trabajo en la universidad fue aguantando ese éxito, pero todo se volvió de nuevo residual al encargarse Adrián, no porque el chaval no supiera manejar la situación ya que tenía buenas ideas, pero se fue todo al garete al ser un títere de Roberto y no confrontar con él para nada, gente así era la que quería Roberto para su dirección, pero esto lo trataremos más adelante. Desde entonces, entre intentos de «cacicadas» dentro de los sindicatos estudiantiles, robos de material a los mismos y conflictos de género, tengo entendido que ya no pueden ni aparecer por las universidades en Madrid. Donde ahora parece que están creciendo es en Valencia, pero muy a la cola de sindicatos universitarios realmente grandes, esto de Valencia es algo totalmente pasajero, ya que se han aprovechado de la falsa plataforma de apoyo a los detenidos del 27E y de su falsa concepción del conflicto de género, y todo esto tarde o temprano acaba saliendo. También influye el hecho de ser grupos –círculos de amistad– de chavales de entre 18 y 22 años, algunos de los cuales han entrado en masa y medianamente organizados a las mismas facultades y carreras, llevándose así consigo a chavales marginales hacia su terreno, todo esto cuando se empiecen a distanciar dentro de la misma universidad se verá el resultado, ya que técnicamente no tienen nada más que las directrices de Madrid». (Equipo de Bitácora (M-L); Entrevista a dos exmiembros del Comité Central de Reconstrucción Comunista sobre su experiencia en dicha organización, 2017)

Esto no es ninguna opinión subjetiva, es completamente la pura verdad como se puede ver en la documentación interna de dicha organización. En el apartado «Frente de masas» de los documentos al IIº Congreso de 2015 –que se negaron a enseñar al público y que nos ha sido facilitado gracias a los exmilitantes– se estableció como línea oficial la no participación tanto en los grandes como en los pequeños sindicatos de la actualidad:

«Debido a la actual situación de inexistencia de un sindicato estatal que represente los intereses de la clase obrera y descartada la participación en las empresas sindicales lacayas de la burguesía y su Estado –CC.OO. y UGT–, nos vimos obligados a emprender la búsqueda de un auténtico sindicato de clase y combativo. Hasta 2015 nuestra apuesta sindical ha sido la CSC (Coordinadora Sindical de Clase), en la que hemos tenido una mayor actividad a través de la CSM (Coordinadora Sindical de Madrid). Lamentablemente, tanto la CSM como la CSC están plagadas de elementos trotskistas y derechistas a todos los niveles que imposibilitan la correcta actuación de ambas coordinadoras.

Ante este panorama, urge que el Partido enfoque sus esfuerzos en el ámbito de la lucha sindical, en la toma de contactos con estructuras sindicales que defiendan los intereses del proletariado. Si estas estructuras no existen, el Partido deberá fomentar la creación de un nuevo sindicato que, siguiendo la línea del PML(RC), garantice la lucha en pro de los intereses de la clase obrera». (Reconstrucción Comunista; Documentos del IIº Congreso, 2015)

Venir a siquiera teorizar esto es volver a la época de las catacumbas, a las ideas del premarxismo, desviarse hacia el anarquismo:

«Pero la lucha contra «la aristocracia obrera» la sostenemos en nombre de las masas obreras y para ponerlas de nuestra parte; la lucha contra los jefes oportunistas y socialchovinistas la sostenemos para ganarnos a la clase obrera. Sería estúpido olvidar esta verdad elementalísima y más que evidente. Pero tal es, precisamente, la estupidez en que incurren los comunistas alemanes «de izquierda», los cuales deducen del carácter reaccionario y contrarrevolucionario de los cabecillas sindicales la conclusión de que es preciso ¡salir de los sindicatos!, ¡renunciar a actuar en ellos!, ¡crear formas de organización obrera nuevas, inventadas! Una estupidez tan imperdonable que equivale al mejor servicio que los comunistas pueden prestar a la burguesía. (...) No actuar en los sindicatos reaccionarios significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas a la influencia de los líderes reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obreros aristócratas u «obreros aburguesados». (...) Precisamente la absurda «teoría» de la no participación de los comunistas en los sindicatos reaccionarios prueba del modo más patente con qué irreflexión abordan estos comunistas «de izquierda» el problema de la influencia entre «las masas» y cómo abusan de su griterío acerca de éstas. Para saber ayudar a «las masas» y conquistar su simpatía, su adhesión y su apoyo no hay que temer las dificultades, las cicaterías, las zancadillas, los insultos y las persecuciones por «los jefes» –que, siendo oportunistas y socialchovinistas, están en la mayor parte de los casos relacionados directa o indirectamente con la burguesía y la policía– y se debe actuar sin falta allá donde estén las masas. Hay que saber hacer toda clase de sacrificios y vencer los mayores obstáculos para efectuar una propaganda y una agitación sistemáticas, tenaces, perseverantes y pacientes precisamente en las instituciones, sociedades y asociaciones, por reaccionarias que sean, donde haya masas proletarias o semiproletarias. Y los sindicatos y las cooperativas obreras –estas últimas, por lo menos, en algunos casos– son cabalmente las organizaciones donde están las masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

No es casualidad que cuando los marxista-leninistas albaneses analizaron el estado de los sindicatos europeos de su época, notaron que especialmente entre los grupos trotskistas y anarquistas se justificaban este tipo de conceptos y teorías debido a que en realidad estos grupos estaban liderados y basaban su militancia en las capas del estudiantado y la intelectualidad, de ahí que para ellos el «trabajo sucio sindical» con los obreros fuese un quebradero de cabeza, les horrorizara, por lo que concluían simplemente que eran reaccionarios y que el movimiento revolucionario no debía ya prestarle demasiada atención:

«Los trotskistas y los anarquistas niegan también la función de la clase obrera y su capacidad. Consideran a los estudiantes y a los intelectuales como fuerza principal de la revolución. Al predicar la espontaneidad en el movimiento obrero, los trotskistas y los anarquistas no admiten la necesidad del partido del proletariado, de la organización de la clase obrera en sindicatos que consideran como «burocráticos», ellos ven la traición de los líderes sindicales revisionistas no como consecuencia de su línea oportunista y revisionista, sino como consecuencia de la organización misma. (...) Estas corrientes independientemente de las declaraciones de sus representantes, de su jerga de «izquierdas» y «revolucionaria», se alían con los objetivos principales de los revisionistas modernos». (Filip Kota; Dos líneas opuestas en el movimiento sindical mundial, 1974)

Algunos incluso han teorizado y llevado a la práctica que los únicos sindicatos en donde trabajar son los estudiantiles, otros que el trabajo determinante de la organización revolucionaria debe basarse es agrupar a los intelectuales de todo el país para que apoyen su plataforma, intentando reclutarlos para dar legitimidad al movimiento con cabezas ilustradas. Esta es una desviación maoísta europea común de la época de la «Revolución Cultural», no merece ser comentada, en la mayoría de casos sus grupos no niegan el papel de la clase obrera pero se contradicen cuando observamos sus teorías programáticas y la composición de sus organizaciones.

¿Qué opinaba el marxismo-leninismo de todo esto?:

«Si no hay problema de la vida obrera, en el terreno económico, que no pueda ser utilizado con fines de agitación económica, tampoco hay en el campo político problema que no deba ser objeto de agitación política. Estas dos formas de agitación se encuentran tan indisolublemente ligadas en la actividad de los socialdemócratas como lo están entre sí las dos caras de una medalla. Tanto la agitación política como la económica son igualmente indispensables para el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado; tanto la agitación política como la económica son igualmente indispensables como orientación de la lucha de clase de los obreros rusos, pues toda lucha de clase es lucha política. Uno y otro tipo de agitación, al despertar la conciencia de los obreros, al organizarlos, disciplinarlos y educarlos para la actividad solidaria y para la lucha por los ideales socialdemócratas, les permitirán probar sus fuerzas en los problemas y necesidades inmediatos, lograr concesiones parciales del enemigo, mejorar su situación económica, obligarán a los capitalistas a tener en cuenta la fuerza de los obreros organizados y al gobierno a ampliar los derechos de los obreros, a atender sus reivindicaciones, manteniendo a ambos en constante temor anta la hostilidad de las masas obreras dirigidas por una sólida organización socialdemócrata». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Las tareas de los socialdemócratas rusos, 1879)

Sobre el tema sindical hay que decir que básicamente más allá de las características del movimiento obrero de cada país, algunos no entienden o no quieren entender que los trabajadores salvo honrosas excepciones no se autoconciencian solos. La lucha económica del sindicalismo les da ciertamente una cierta conciencia que Lenin llamó conciencia tradeunionista, pero no toda la necesaria para asimilar la ciencia del proletariado que es el marxismo-leninismo, ya que no acaban de ser conscientes completamente de su rol como clase ni de las luchas más elevadas que pueden llevar fuera del ámbito sindical. De ahí la necesidad del factor subjetivo del partido comunista que da clarividencia en los sindicatos para que los trabajadores eleven la madurez de su conciencia. Pero, obviamente, si directamente el pretendido «partido comunista» abandona el trabajo en los sindicatos, los trabajadores por muy honestos y versados que estén en la lucha sindical caerán presos del anarco-sindicalismo, del reformismo socialdemócrata, del pragmatismo y el gremialismo, cuando no, degenerarán y pasarán a formar parte de los esquiroles y del peor amarillismo sindical.

El PCE (r) con sus actitudes ha sido reacio de participar en los sindicatos reformistas y entender la importancia de alejar a los obreros de la influencia de la aristocracia obrera. Esto no es casual, ya que alaban la obra de Thälmann y como sabemos él mismo abogaba por el mismo camino, hasta que cuando se dio cuenta del error Hitler estaba en el poder y él en la cárcel. En España la reivindicación de estas teorías fueron patrimonio del PCE (r) casi sin rival, hasta que recientemente se vislumbró la aparición de los maoístas-icoristas de RC y los también maoístas de tipo «reconstitucionalista» que tratan de copiarle la metodología anarcoide. Dentro del PCE (r) hemos visto que se preguntan de forma retórica que qué pintaría un comunista en un sindicato de masas tomado por la reacción, dando a entender que no pinta nada. 

¿Vosotros que creéis lectores qué papel debe tener allí? ¿Qué opinaban los maestros del comunismo sobre la cuestión sindical?

La historia de la Internacional Comunista –Internacional Comunista– dejó más que patente la necesidad de luchar contra esta desviación, subrayando la necesidad de acabar de una vez por todas con:

«La oportunista o sectaria, subestimación o descuido del tremendamente importante trabajo con los sindicatos reformistas». (Internacional Comunista; Extractos de las tesis del XIº Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista sobre las tareas de las secciones de la Internacional Comunista, 1931)

Por ello instó siempre a:

«Una lucha decidida contra las desviaciones oportunistas de «izquierda» que se expresan en la «teoría» izquierdista de que los obreros organizados en los sindicatos reformistas representan una masa uniforme reaccionaria, contra la subestimación izquierdista-sectaria de la táctica del frente único, contra el establecimiento de la idea de que los sindicatos reformistas son «escuelas del capitalismo», contra la actitud sectaria al trabajo dentro de los sindicatos reformistas». (Internacional Comunista; Extractos de la resolución del XIIº Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1932)

¿Esto fue exclusivo de la «Internacional Comunista después de Lenin» y es una «alteración del leninismo» como podría alegar algún trotskista-maoísta? Ni mucho menos, estas directrices estaban inspiradas por la Internacional Comunista de la época de Lenin. 

En el IIº Congreso de la Internacional Comunista de 1920 se decía: 

«En lo que respecta a los sindicatos, «los comunistas deben ingresar en ellos para convertirlos en formaciones de combate contra el capitalismo y escuelas de comunistas». La salida de los comunistas de los sindicatos tendría como resultado que las masas quedasen en manos de los jefes oportunistas que colaboran con la burguesía». (Internacional Comunista; Tesis, manifiestos y resoluciones adoptados por los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, 1919-1923)

En sus propias obras Lenin gastó no poca tinta contra estas teorías burdas de líderes que se hacían pasar por comunistas:

«Los comunistas «de izquierda» alemanes creen que pueden responder resueltamente a esta cuestión con la negativa. En su opinión el vocerío y los gritos de cólera contra los sindicatos «reaccionarios» y «contrarrevolucionarios». (...) Pero por convencidos que estén los comunistas «de izquierda» alemanes del carácter revolucionario de semejante táctica, ésta es radicalmente errónea y no contiene más que frases vacías. (…) Tampoco pueden no parecernos ridículas, pueriles y absurdas las muy sabias, importantes y terriblemente revolucionarias disquisiciones de los comunistas de izquierda alemanes sobre este tema, a saber: que los comunistas no pueden ni deben militar en los sindicatos reaccionarios, que es lícito renunciar a semejante acción, que hay que salir de los sindicatos y organizar sin falta «uniones obreras» nuevecitas, completamente puras, inventadas por comunistas muy simpáticos –y en la mayoría de los casos, probablemente muy jóvenes–, etc., etc. Los sindicatos representaban un progreso gigantesco de la clase obrera en los primeros tiempos del desarrollo del capitalismo, por cuanto significaban el paso de la división y de la impotencia de los obreros a los embriones de unión de clase. Cuando empezó a desarrollarse la forma superior de unión de clase de los proletarios, el partido revolucionario del proletariado –que no merecerá este nombre mientras no sepa ligar a los líderes con la clase y las masas en un todo único, indisoluble–, los sindicatos empezaron a manifestar fatalmente ciertos rasgos reaccionarios, cierta estrechez corporativa, cierta tendencia al apoliticismo, cierto espíritu rutinario, etc. Pero el desarrollo del proletariado no se ha efectuado ni ha podido efectuarse en ningún país de otro modo que por los sindicatos y por su acción concertada con el partido de la clase obrera. (…) Temer este «espíritu reaccionario», esforzarse por prescindir de él, por saltar por encima de él, es una inmensa tontería, pues equivale a temer el papel de vanguardia del proletariado, que consiste en educar, instruir, preparar, traer a una vida nueva a los sectores más atrasados de las masas obreras y campesinas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)

En otra ocasión, Lenin hablando del desarrollo de los nuevos partidos como el francés, criticó a figuras destacadas del movimiento comunista por plantear teorías insensatas e izquierdistas que retrasaban la revolución:

«Ciertamente he llegado en buen momento, en el momento del discurso de Bela Kun. He venido para combatir los puntos de vista de Bela Kun pues sé, con una total certeza, que si Bela Kun abre la boca es para defender a los izquierdistas. Y hubiese querido saber a quién iba a defender. Para el camarada Bela Kun el comunismo consiste en defender a los izquierdistas. Se equivoca. Hay que intervenir muy seriamente contra tal error. Hay que decir abiertamente que si todavía hay oportunistas en el Partido Comunista Francés (PCF) –y estoy seguro que los hay–, los izquierdistas cometen un error deseando mantenerse a la izquierda siguiendo el modelo de su amigo Bela Kun y de algunos camaradas franceses. El camarada Bela Kun considera que únicamente los oportunistas se equivocan pero, en realidad, los izquierdistas también se equivocan. (...) El camarada Bela Kun piensa que ser revolucionario significa defender a los izquierdistas dondequiera y en todo lugar. La preparación de la revolución en Francia, en uno de los países europeos más pujantes, no puede hacerse con cualquier partido.  La conquista de los sindicatos por los comunistas franceses, eso es lo que más me gusta. (...) Cuando miro el magnífico trabajo del PCF, cuando veo todas esas células formadas en los sindicatos y en otras organizaciones, digo: la victoria de la revolución está garantiza en Francia si los izquierdistas no hacen burradas. Y cuando se dice, como lo hace el camarada Bela Kun, que la sangre fría y la disciplina no están justificadas, eso es una burrada en el espíritu de los izquierdistas. He venido para decirles a los camaradas izquierdistas: si seguís tal consejo, mataréis al movimiento revolucionario como lo hizo Marat. No defiendo al PCF, no digo que sea un partido totalmente comunista. (...) Cuando las masas se aproximan a nosotros cada vez más, cuando avanzáis hacia la victoria, es necesario ganar los sindicatos. La mayoría de los sindicatos se prestarán magníficamente a la preparación, y si la obtenemos eso será una muy gran victoria. La democracia burguesa no vale ya nada y los sindicatos están hoy en día dominados por dirigentes burócratas de la Segunda Internacional y Media. En los sindicatos hay que conquistar en primer lugar una mayoría marxista sólida. Y entonces comenzaremos a hacer la revolución no a partir de los llamamientos del 1919 ni con la ayuda de las burradas de las que Bela Kun se ha hecho especialista sino con la lucha contra el oportunismo, contra las burradas que hacen los izquierdistas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Discurso al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, previo al III Congreso de la IC, 1921)

¿Es más, que opinaba Stalin de las tesis sindicales de este tipo? ¿Son conjugables las tesis de Stalin con este tipo de maoístas occidentales?:

«Si se pregunta a las amplias masas de Alemania o del resto de Europa qué organización es para ellas más afín, el Partido o los sindicatos, responderán sin duda que los sindicatos les son más afines que el Partido. Bueno o malo, esto es un hecho: los trabajadores sin-partido de Europa ven en los sindicatos sus principales fortalezas, que les ayudan a luchar contra los capitalistas –salario, jornada, seguros, etc.–, mientras que el Partido es para ellos algo auxiliar y secundario, si bien preciso. Eso explica que las amplias masas obreras vean en la lucha directa que los «ultraizquierdistas» mantienen desde fuera contra los sindicatos actuales una lucha contra sus principales fortalezas, que ellos construyeron durante decenas de años y que ahora «los comunistas» quieren destruir. No tener en cuenta esta particularidad, significa hundir el movimiento comunista del Occidente. Pero de ahí se desprenden dos conclusiones: en primer lugar, en el Occidente es imposible conquistar las masas de millones de obreros sin conquistar previamente los sindicatos, y, en segundo lugar, es imposible conquistar los sindicatos sin trabajar dentro de ellos y sin fortalecer allí la influencia propia. Por eso se debe conceder especial atención al trabajo de nuestros camaradas en los sindicatos. Por ahora, nada más. No se enfade conmigo por mi sinceridad y aspereza. Hoy vamos a ver, con qué facilidad el oportunismo trotskizante le encanta inventar todo tipo de chismes y hacer revaluaciones históricas basadas en el único fundamento que la mente calenturienta de sus autores». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Me-rt, 1925)

He aquí porque ninguna de estas organizaciones que tanto se la dan de superadores de «los errores del Ciclo de Octubre» ha podido hacer una quincuagésima parte de lo que hicieron los bolcheviques como Lenin y Stalin»(Equipo de Bitácora (M-L)Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 30 de junio de 2017)

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