Josip Broz Tito conversando con el líder
chino Hua Kuo Feng en su visita a Belgrado durante el 21 de agosto de 1978
|
«Edvard Kardelj, en su teoría, concede la primacía al «pluralismo de los intereses de los trabajadores», y en este pluralismo él pone el énfasis en particular en el papel del Frente, conocido en Yugoslavia con el nombre de «Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia», que según él, es susceptible de reunir todas las fuerzas sociales, haciendo caso omiso de sus diferencias sobre el plan ideológico. En realidad, la «Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia», pese al particular ruido que hacen con el rol de dicho Frente, es una unión que sólo existe en el papel y no recibe atención en Yugoslavia. Esta realidad se le escapó a veces al propio Kardelj en forma de comentarios, particularmente es visible cuando escribe:
«No creo que exagero si digo que la subestimación del papel social de la Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia es una actitud común en la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, y no sólo en las filas de sus miembros». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Edvard Kardelj a continuación ilustra además las actividades de esta «unión de todas las fuerzas organizadas de la sociedad» como lo llaman en Yugoslavia, y de nuevo se ve obligado a hablar de su carácter formal:
«La Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia a menudo resuelve los problemas sólo en apariencia, es decir, a través de resoluciones y declaraciones, pero no en la realidad». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Estos hechos que Kardelj admite, para él, por supuesto, sólo se tratan de puntos débiles, pero son suficientes para demostrar sin lugar a dudas la poca utilidad de esta «Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia», o sea del Frente y su rol, en este supuesto Estado socialista.
El pluralismo del «socialismo autogestionado» se expresa según Kardelj dentro de la «Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia», que incluye a todas las tendencias «progresistas democráticas» –inclusive las más regresivas en sus filas–, cuyos representantes estarían capacitados para discutir y decidir acerca de la política yugoslava. En realidad nadie más que la camarilla titoista decide en este Frente que Kardelj califica de «pluralismo de los intereses autogestores». Se intenta mostrar que Yugoslavia no va a la creación de muchos partidos, sino a mantener sólo uno, pero recordemos: siempre a condición de que «no gobierne mediante el monopolio político»:
«La Liga de los Comunistas de Yugoslavia tiene una responsabilidad política especial en la sociedad, una responsabilidad que –por supuesto– comparte con todas las demás fuerzas socialistas en la sociedad». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Y por eso, porque la responsabilidad es compartida, hay supuestamente «pluralismo democrático» en Yugoslavia. Así que de acuerdo a Kardelj el «pluralismo democrático» no es el conocido multipartidismo, sino el pluralismo dentro de la «Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia» que también suscribe el sistema de partido único, esto en sus palabras es lo más apropiado para Yugoslavia: es decir dicha idea se expresa, para ser más claro, que dentro de la llamada «Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia», la «Liga de los Comunistas de Yugoslavia» y otras organizaciones «sociales y políticas» están trabajando conjuntamente, organizaciones que son:
«Organizaciones independientes, en cual la Liga de Comunistas es un componente que participa y trabaja juntos con ellas en el marco de la Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Sin dar más detalles, podemos decir que este «pluralismo» o como les gusta llamarlo: el «pluralismo democrático» o «pluralismo de los intereses de las masas trabajadoras» que tanto predican intentando escapar de relaciones de unipartidismo con el Frente «pasadas», en realidad hace que sólo formalmente se diferencie su teoría del pluralismo burgués. Igual que hay muchos partidos en el sistema capitalista que participan en el parlamento y ejercen influencia mediante la expresión de los intereses de las partes más importantes de la burguesía o de cualquier otra clase, en Yugoslavia, la «Liga de los Comunistas de Yugoslavia» y otras alianzas, que no requieren mismos partidos, sino organizaciones socio-políticas, influirán en el ejercicio haciendo su mejor esfuerzo para expresar los intereses de la pequeña burguesía, de la aristocracia obrera, y demás para asegurar los intereses capitalistas del Estado yugoslavo.
La conclusión del revisionismo yugoslavo de que: «en nuestro sistema no sólo no existe un sistema de partido único, sino que incluso excluye tal sistema como también excluye el pluralismo multipartidista de la sociedad burguesa» es un absurdo total, esto es una tesis tomada de los anarquistas y anarcosindicalistas, con los que tuvieron que luchar arduamente Marx, Engels, Lenin y Stalin. Aunque si es reconocible el hecho que aquello no es sino una expresión del libre pensamiento y promoción de cualquier clase social, sea reaccionaria o revolucionaria.
Esta teoría sobre el «pluralismo político» promovida por Kardelj también será del gusto de Hua Kuo-feng y Deng Xiaoping en lo que toca a: igualdad de derechos para los partidos diferentes en el Estado socialista, el control recíproco, etc.
Kardelj se jacta de las orientaciones del desarrollo del sistema político del «socialismo autogestionado» aunque no puede evitar admitir que también hay exageraciones, errores y defectos, porque:
«Las nuevas condiciones todavía aún no son comprendidas satisfactoriamente, y por lo tanto todavía aún no se trabaja en un camino satisfactorio en muchas categorías». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Pero incluso si no lo admitiría, la realidad demuestra que Yugoslavia en una base diaria de «autogestión» ha acabado en un callejón sin salida, por lo que sus explicaciones consoladoras con las que habla de la «autogestión» como el «sistema socialista más cualificado» no son creídas por los que conocen Yugoslavia y su sistema político de cerca.
El sistema político de «autogestión» en Yugoslavia es un camuflaje desvergonzado de la traición revisionista con respecto al marxismo-leninismo, con respecto al socialismo científico y con respecto al comunismo. Como antimarxistas reconocidos los titoistas yugoslavos nunca han estado ni estarán a favor de la construcción del socialismo, siempre estarán por la inmortalización del capitalismo bajo formas diversas. No se puede detener el proceso de la descomposición del orden social capitalista, pero para ello tratan de inventar muchas diversas «teorías» para al menos reducir la velocidad de este proceso. De acuerdo con los revisionistas yugoslavos cada pueblo, cada estado es capaz de construir el socialismo sin tener que depender de las leyes y principios universales de este, y sin la ideología marxista-leninista que el componente teórico-práctico del socialismo, del único socialismo genuino. No suponen que el socialismo es un sistema único económico y social, sino sostienen la existencia posible de diversos tipos de socialismo. Notificando abusivamente y desnaturalizando la tesis justa marxista-leninista sobre la aplicación creadora de la ideología de la clase obrera en las condiciones particulares de cada país, se obstinan en sostener que no existen leyes generales para la construcción del socialismo en todos los países, sino que cada uno de ellos puede, según sus deseos y a su manera, construir un «socialismo» diferente.
Hay que dejar bien claro una cosa, en la edificación socialista es indispensable tener a la vista las condiciones concretas de cada país, pero el socialismo, en el país que sea, solo puede ser construido teniendo como base el marxismo-leninismo, teniendo como base las leyes generales y teniendo como base los principios comunes para todos los países, esto no puede ser pasado por alto si no se quiere zozobrar, como lo hizo Yugoslavia, en el capitalismo.
Para «justificar» la tesis que cada país tiene que construir su socialismo específico los revisionistas yugoslavos, a los cuales Kardelj representa, dijo que el socialismo autogestionado no se puede forzar a las democracias burguesas de Europa Occidental o a la democracia estadounidense, por ejemplo, ya que supuestamente no han alcanzado las mismas condiciones que Yugoslavia. Según ellos, el socialismo se puede lograr tanto a través de la pluralidad política del sistema parlamentario occidental como sin este. Así que cada país debe ser capaz de construir su socialismo específico, sin ninguna experiencia, sí, incluso sin la teoría del socialismo científico de Marx y Engels. Y de todos modos pese a las peroratas sobre las particularidades, ellos piensan, elogiando a la «autogestión» a cada rato: como el mejor sistema del mundo, como sistema que, independientemente de la vía de acceso específica que cada país elija para la construcción del socialismo, se puede adoptar y realizar a nivel mundial.
Liderados por su subjetivismo y su pasión desenfrenada que tiene como objetivo ir en contra la experiencia de la construcción socialista en la Unión Soviética en la época de Lenin y Stalin, el señor Kardelj tiene delirios tan grandes contra esta experiencia que pierde por completo su capacidad para juzgar, él califica esta experiencia como un proceso reaccionario y lo pone en el mismo nivel que el pluralismo político de tipo europeo. Él lo expresa de esta manera:
«Por lo tanto, los intentos de obligar, por ejemplo, el pluralismo político de tipo europeo a las naciones donde ni las condiciones ni la necesidad de tal sistema existe, de hecho, juegan el mismo papel reaccionario que los procesos sociales actuales en los intentos de obligar a tal o cual «modelo» del socialismo en los países que no tienen ni las condiciones ni la necesidad de un modelo como ese». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Toda esta diatriba no es más que un juego de palabras sofisticado que tiende a un solo fin: refutar el marxismo-leninismo y las leyes generales de la construcción de la sociedad socialista, engañar las masas y perpetuar el sistema capitalista tiñéndolo de colores diversos y «socialistas». Esta es la razón por la que Kardelj no habla ni una sola vez sobre la destrucción efectiva del poder del capital, en su presente libro titulado «Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión».
Según este «gran ideólogo» yugoslavo el pluralismo político del parlamentarismo burgués es un sistema que transforma al individuo en un «ciudadano políticamente abstracto», lo que los hace pasivo y les impide ser un exponente de determinados intereses concretos humanos o sociales. En Yugoslavia, por el contrario, el ciudadano supuestamente no corre el riesgo de transformarse en un «ciudadano políticamente abstracto», porque el elixir de la «autogestión» al parecer, le enseña a defender sus intereses. Esta tesis también está bastante lejos de la verdad como otras tesis de Kardelj, a diferencia de lo que diga, la «politización» de los ciudadanos en los países capitalistas no les hace aceptar todo agachando la cabeza. En esos países donde se les niega sus derechos y las leyes del capital han cortado el camino para la defensa de los intereses de las masas trabajadoras, los trabajadores intentan y luchan por romper las cadenas de la esclavitud capitalista. Negar esta lucha de la clase obrera en el capitalismo conduce a oponerse a hechos tozudos.
En el orden social capitalista no toda la gente se conforma a la política burguesa y las normas de las moralidades burguesas. Al contrario, la mayoría predominante de los miembros de sociedad capitalista –el proletariado y otras masas trabajadores explotadas y oprimidas– lejos de someterse a la política y a la moral a burguesas, se oponen a eso bajo formas múltiples y por medios múltiples. Esto seguramente no paso de desapercibido para Kardelj pero él deformo los hechos con el fin de obtener la confirmación de su afirmación sobre que el individuo, el humano, el ciudadano, a diferencia de la sociedad burguesa según dice, recoge la parte principal de su «socialismo específico» y no es «politizado» por el partido, que este individuo concreto es capaz de defender sus intereses concretos fácilmente en el sistema político de la «autogestión», y sólo en este sistema. Si uno sigue el tren de pensamiento de Kardelj hasta el final y de acuerdo con su propia lógica, uno tiene que aceptar el absurdo de que más de un millón de personas desempleadas, que existen y pasan hambre en Yugoslavia, no sufren este destino debido al genuino sistema de "autogestión» sino a su propio descuido de no saber aplicar las lindas oportunidades de tan genial sistema, ya que parecería que estos mismos no querrían la defensa de sus intereses concretos. En el «socialismo autogestionado» de Yugoslavia las masas trabajadoras han sido políticamente desarmadas ya que no están en condiciones de defender sus intereses, incluso los más generales. En su gran mayoría se han convertido en personas que sólo se preocupan por mantener su puesto de trabajo o, si no lo tienen, en encontrar un buen trabajo para ganarse la vida dentro o fuera del país. En realidad sólo unos pocos trabajadores están interesados en qué este «sistema de autogestión», este «trabajo asociado», este «pluralismo democrático», etc. Este es uno de los objetivos que destinaron los titoistas desde la invención de la «autogestión socialista», con precisión prepararon que las masas trabajadoras se preocuparán por la defensa de sus derechos lo menos posible, que ellos estuvieran interesados lo menos posible en la política, que ellos no tuvieran más visión que sus propios intereses estrechos –como la agonía de tener empleo o lograr llenar la cesta de la compra con los precios cada día en alza– y desatendieran el interés de clase colectivo. No hay diferencia reseñable con las tácticas de los demás países capitalistas.
En el sistema del parlamentarismo burgués, según Edvard Kardelj, la clase obrera se «politiza» inevitablemente, porque el sindicalismo y la lucha sindical no le aseguran una vía hacia el poder político. Más lejos, afirma que tal «politización» divide la clase obrera en partidos, y que así, siempre según él, surge el peligro de que «la burocracia de partido» sea activada en nombre de la clase obrera.
Es cierto que la lucha dentro de los límites de los sindicatos no aseguran el poder político de la clase obrera en los países capitalistas, por lo que los obreros se organizan en los partidos políticos con el fin de defender los intereses de su clase. Pero la atención principal de Edvard Kardelj no es la exposición del sindicalismo, tampoco sobre los diferentes «partidos obreros» que se crearon en los países occidentales y con los que los revisionistas yugoslavos se aliaron. En su lugar él quiere demostrar que el parlamentarismo burgués y los partidos burgueses como otros partidos, comunistas, revisionistas y los sindicatos, dividen totalmente la clase obrera y que hay que según su opinión, liquidar estos partidos. La burguesía y los revisionistas no toman en serio esta actitud de su amigo. ¡Porque se dan cuenta bien que Kardelj se refiere sólo a la liquidación de los partidos verdaderos marxistas-leninistas, y que otros partidos, los de la burguesía, pueden continuar existiendo, porque, independientemente de su número, no traban la transformación del régimen capitalista en régimen socialista!
No hay que sorprenderse por el hecho de que Kardelj escriba «en teoría» sobre una cuestión, mientras que en la práctica todo se ve luego muy diferente. Detrás de la teorización que realiza ávidamente este charlatán, oculta las numerosas manipulaciones que tuvieron lugar en Yugoslavia con el fin de transformar esta sociedad, que en un principio adoptó supuestamente en algunos aspectos una orientación socialista sólo con el fin de enmascarar en sí, una sociedad capitalista. Aunque Kardelj no es consiguiente con las posiciones que él representa, y por lo tanto no puede ser consecuente, aun así, tiende necesariamente siempre a representar el sistema parlamentario burgués como diferente al sistema «específico» yugoslavo. Su incoherencia se hace evidente cuando no rechazan completamente este sistema, pero lo llama democrático, un sistema en el cual:
«La clase obrera y todas las otras fuerzas democráticas juegan un papel importante progresista en la lucha para la consolidación de la posición del parlamento en la sociedad y para la extensión de sus competencias en comparación con las fuerzas de los poderes no parlamentarios». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Esta «teorización» hecha por Kardelj no apunta nada sobre la exposición de las tendencias que pueden ser encontradas en el desarrollo corriente del Estado capitalista; es decir, que el ejecutivo –el gobierno– amplía las competencias cada vez más a expensas del legislativo –el Parlamento–, y crea las condiciones para la instalación del fascismo en caso de que la burguesía monopolista considere lo indispensable. Kardelj no está preocupado sobre el peligro del fascismo creciente que amenaza a muchos Estados capitalistas hoy día, porque su Estado, también ha tomado el mismo camino; también pide que la clase obrera no desempeñe su misión histórica derribando mediante la revolución el poder de la burguesía como lo enseñan Marx y Lenin. Cuando escribe a favor del parlamentarismo burgués Kardelj involuntariamente revela que los titoistas están expuestos a una fuerte presión, especialmente de los Estados Unidos y el resto de países imperialistas de la Europa occidental que fueron los que invirtieron en Yugoslavia. Estas presiones ejercidas sobre este país tienen por objetivo claro desarrollar allí la democracia burguesa a gran escala, es decir crear allí varios partidos: socialdemócrata, revisionista, otros con otras nuevas etiquetas de «comunista», etc. No obstante, aunque los revisionistas yugoslavos no estén contra el sistema parlamentario multipartidista, no quieren destruir su sistema de partido único, sistema que su propaganda presenta como «autogestión». Y no sólo porque esto los desenmascararía totalmente a ojos de las masas, sino también y sobre todo por temor de la amenaza que esto podría hacerles perder el monopolio para los propios titoistas en todos los asuntos del Estado, del ejército, de la UDB y de otros organismos de represión, así como organismos relacionados con las tareas de mistificación y manipulación burguesa de la opinión.
En realidad, Edvard Kardelj no rechaza eso que tanto denuncia y llama «monopolio político» en el gobierno de la sociedad, aunque declare que este monopolio ha sido mantenido como un privilegio de los dirigentes de los partidos políticos y de los órganos ejecutivos de la «democracia» burguesa y quiera dejar al sistema político instalado en Yugoslavia. Pero lo importante para entender su teorización, es que en otros términos, no rechaza el sistema parlamentario y el sistema extraparlamentario, sino que se «pronuncia» contra los «vestigios de este sistema» que el socialismo supuestamente hereda en sus fases y sus formas iniciales, haciendo un nuevo alegato a las teorías anarco-sindicalistas.
Es evidente que Edvard Kardelj, sin atacarse abiertamente a la forma del parlamentarismo burgués, procura confrontarlo con los órganos estatales de la sociedad socialista. Estas ideas aparecen todavía más claramente cuando declara que en el caso de la nacionalización de los medios de producción, el parlamento sin la «autogestión» de los obreros equivaldría al sistema político de partido único del socialismo basado en la «forma estatal de la propiedad social», que para los titoistas es un socialismo falso y burocrático. Por sistema político fundado sobre la «forma estatal de la propiedad social», Kardelj tiene a la vista nuestro poder de los consejos populares así como el poder soviético instaurado por Lenin en Unión Soviética para construir la sociedad nueva y socialista; recordemos, bajo la dirección del Partido Bolchevique.
Al rechazar los objetivos de la Revolución de Octubre y el enorme trabajo que se hizo en la Unión Soviética durante muchos años bajo la dirección de Lenin, y de Stalin más tarde, con el fin de construir el socialismo, el revisionista Kardelj quiere demostrar que Yugoslavia, que liquidó «la propiedad social estatal» y la transformó en «propiedad socializada autogestionada», no traicionó el socialismo como se le acusa, sino que supuestamente inventaron un «Estado socialista», un «socialismo autogestionado» que en teoría Kardelj no recomienda a todo el mundo ni que se debe propagar por todas las partes del mundo, pero espera con todo su corazón que todo el mundo lo vaya a seguir en la práctica.
Actualmente «el sistema unipartidista» en Yugoslavia, según nuestro adorable Kardelj, no puede configurarse por más tiempo como hasta ahora habrían procedido normalmente los partidos comunistas, por ello se tiende a avanzar todavía más en el modelo de «socialismo específico». Siguiendo su pensamiento, mientras éste sistema al principio fue introducido al desarrollo de la revolución socialista como un elemento de la estructura inicial de la dictadura del proletariado, una vez descubierto la «autogestión» dicha estructura de antes debe ser calificado como:
«Incompatible con las relaciones socioeconómicas y democráticas de la autogestión socialista y el pluralismo democrático de los intereses de autogestión». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Los revisionistas yugoslavos actúan como si no estuvieran de acuerdo con la regla de partidos múltiples en la sociedad burguesa, como si tampoco desearan aceptar la dirección del Estado y de la sociedad por un único partido de la clase obrera. Por lo tanto, pretender aparentar como si hubieran descubierto el «término medio» en la forma del llamado «pluralismo democrático». Es cierto que el sistema yugoslavo de «autogobierno» contiene tanto elementos del «sistema de partido único», así como elementos del «sistema multipartidista». Pero este sistema oscuro no es más que un sistema capitalista, un mal engendro de la burguesía yugoslava para gobernar a las masas trabajadoras y que se disfraza detrás de una fachada «marxista».
Con el fin de echar tierra a Lenin y Stalin, el autor titoista intenta contrastar estos grandes líderes del proletariado mundial entre sí para «demostrar» que supuestamente no tenían la misma concepción del sistema político del Estado socialista. Y así es la forma en que los calumnia:
«Entre la concepción de Lenin y de Stalin en el sistema político del Estado socialista hay una incompatibilidad masiva. El fundamento y naturaleza de la concepción de Lenin sobre el poder soviético es la democracia directa». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Es de conocimiento común que Stalin era un alumno entusiasta, un compañero leal y un ayudante muy cercano de Lenin. A día de hoy nadie excepto los enemigos se han atrevido a oponer Lenin a Stalin. Estas insinuaciones son hechas en intenciones hostiles, pero el movimiento internacional comunista y obrero está ya acostumbrado a las maniobras de los revisionistas; recordemos que antes se enmascaraban declarando que eran marxistas-leninistas pero no «stalinistas», mientras que ahora procuran oponer Lenin a Marx y discuten sobre la cuestión de saber si deben ser solamente «marxistas» o bien también «leninistas». Y pronto, completamente desenmascarados los traidores, dirán seguramente que también se oponen a Marx. Inventarán también para esto «teorías» adecuadas, que serán cualquier cosa, pero seguramente no comunistas, ni proletarias.
Como verdadero marxista Lenin hablaba de la democracia socialista, sobre la participación directa de las masas trabajadoras en los asuntos de Estado del país, y estas ideas revolucionarias las aplicó durante los años durante los que estuvo a la cabeza del Estado soviético. Después de él, Stalin siguió el mismo camino. Pero Lenin no tenía en mente de modo alguno el debilitamiento del Estado de la dictadura del proletariado ni del papel dirigente del Partido Bolchevique cuando hablaba de democracia socialista y la participación directa de las masas trabajadoras en los asuntos del Estado. Jamás opuso a la democracia verdadera la dictadura del proletariado, que definió como una:
«El oportunismo no extiende el reconocimiento de la lucha de clases precisamente a lo más fundamental, al período de transición del capitalismo al comunismo, al período de derrocamiento de la burguesía y de completa destrucción de ésta. En realidad, este período es inevitablemente un período de lucha de clases de un encarnizamiento sin precedentes, en que ésta reviste formas agudas nunca vistas, y, por consiguiente, el Estado de este período debe ser inevitablemente un Estado democrático de una manera nueva –para los proletarios y los desposeídos en general– y dictatorial de una manera nueva –contra la burguesía–». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la revolución, 1917)
Esto ilustra muy claramente que Lenin nunca se mostró a favor y nunca podría haber estado a favor de la sustitución de la dictadura de la burguesía por tal o cual sistema de «autogestión» inventado por los revisionistas yugoslavos que no escapa al capitalismo y que sustituye la dictadura del proletariado por un vació que sólo puede volver a ocupar la dictadura de la burguesía.
En tiempos de Lenin y Stalin la clase obrera estaba en el poder en la Unión Soviética, y lideraron con éxito la planificación de la tarea de la construcción del socialismo a través del Partido Bolchevique. En Yugoslavia, al gran papel del Estado socialista se ha hecho caso omiso y se ha identificado con el llamado «sistema de delegados», que como Kardelj admite:
«Revelan puntos débiles en todas las direcciones de su funcionamiento». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Edvard Kardelj entiende que la referencia a Lenin sobre la cuestión de la democracia no puede ayudarle a justificar el «sistema de autogobierno» en lo más mínimo. Por lo tanto, trata de hacer que la gente crea por sofismas que:
«La concepción de Lenin no es calculado a sus consecuencias verdaderas, pero es obvio que su naturaleza es la democracia directa, es decir el sistema de autogobierno». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Kardelj «filosofa» y debido a la falta de argumentos trata de compensar a través de las interpretaciones arbitrarias y fantásticas. Tiene la intención de hacer creer que Lenin inicialmente representó correctamente la idea del «autogobierno», pero más tarde le faltó la oportunidad de seguir desarrollando dicha idea antes de fallecer. La opinión expresada por Lenin, que el proletariado debe dirigir y organizar el poder soviético y gobernar el país a través de su partido, ha sido y sigue siendo la base de la teoría marxista-leninista. Exactamente esta cuestión crucial de importancia teórica y práctica la evitan los titoistas y tratan de encubrir esta desviación transformando las iniciales tesis correctas de Lenin.
Continuando con su trabajo abiertamente anticomunista, en opinión de los titoistas Stalin tenía:
«Un concepto de democracia indirecta, es decir, en el núcleo adoptó el sistema clásico político del Estado burgués y su pluralismo político, sólo que él quiso el papel del sistema multipartidario en el Estado de parlamentario burgués para un sistema de partido único». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Los titoistas argumentan que Stalin supuestamente se había desviado de la concepción leninista porque puso en práctica una «democracia indirecta», llevando el Estado a través de un partido muy similar al de los partidos burgueses y de otros elementos del sistema parlamentario. Esta es la «devastadora» crítica pseudomarxista de las actividades y el trabajo de Iósif Stalin. Siendo justos, Stalin veía al igual que Lenin, la democracia desde el punto de vista de clase; como una forma de organización política de la sociedad como condición previa para la participación política de las masas en el gobierno del país para defender y consolidar la dictadura del proletariado y para bloquear el camino de la degeneración revisionista y de la restauración del capitalismo. Como él era marxista-leninista como todos sabemos, Stalin fue vehementemente en contra de cualquier comprensión unilateral liberal y anarquista de la democracia, y tomó en consecuencia una posición firme contra los signos de la desintegración y especulaciones pequeño burguesas con los derechos y las libertades de las garantías de la democracia proletaria, algo que también hizo como hemos visto Lenin. Y hay que añadir que estuvo muy acertado en hacerlo así. Los revisionistas en contraste, quieren convertir la democracia proletaria en una democracia burguesa en la teoría, como ya lo hicieron en la práctica. Y esto es exactamente la razón del porqué se oponen a Stalin.
La excusa de los yugoslavos pseudomarxistas para justificar sus críticas al genuino sistema socialista es que, supuestamente, el significado de los términos «trabajador» y «clase obrera» han cambiado hoy día, que la concepción del término «ciudadano» ha cambiado también. Según ellos, «la clase obrera se ha convertido en un tema político abstracto que no ejerce ningún poder, pero en cuyo nombre el poder puede ser ejercido». Así que esto significa que en un verdadero sistema socialista no es la clase obrera ejerce el poder, sino otras personas o grupos de personas de clases ajenas las que gobierna sobre esta clase y en su nombre. Esta afirmación es un gran fraude, un falseamiento descarado de la realidad y una de las falacias más repetidas de la burguesía y su propaganda. Esto quiere decir que se basa en las posiciones filosóficas de idealismo y de ver la verdad, no en hechos objetivos, sino en lo que ven en su mente a partir de sus concepciones aburguesadas.
El revisionista Edvard Kardelj deriva de esta idea otra, la de que el obrero no merece nada en las relaciones de producción del orden social socialista, en sus relaciones con los demás trabajadores, en su posición social, etc. Y en su opinión, si pasara esto sería supuestamente sería:
«El dogmatismo de la propiedad social como propiedad del Estado y por lo tanto la necesidad de un Estado centralista, así como el papel dirigente del aparato del Estado y del partido que surge, mientras que los intereses de clase y de los esfuerzos del trabajador concreto están desacreditados, es lo que se denominada respectivamente como actos fuera de la legalidad común». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Así que esta es la forma en Edvard Kardelj tuerce el verdadero sistema socialista y las relaciones socialistas de producción de tiempos de Lenin y Stalin y por lo tanto también toda la construcción actual del socialismo en nuestro país. Militando en contra del centralismo democrático, del papel dirigente del partido, de la forma estatal de la propiedad socialista, etc. Kardelj quiere ilustrar «la superioridad» del «sistema de autogestión», pero en realidad él con esto sólo se desenmascara al colocarse abiertamente por encima de las ideas eternas de los clásicos del marxismo-leninismo, como si su teoría estuviera por encima de estas cuestiones básicas. De hecho sus «acusaciones» contra nosotros se transforman en confesiones que apuntan contra las políticas yugoslavas de «sistema de autogestión». Hoy la realidad yugoslava se demuestra en una base diaria y se demostrará esto aún mejor mañana, donde veremos donde la pandilla de Tito y Kardelj conducen sus pueblos y a su clase obrera.
Los titoistas reclaman que su sistema es de «autogestión». Pero ¿quiénes son aquellos, que rigen en Yugoslavia? ¿Los obreros y los campesinos? Ni los obreros ni los campesinos. Ellos son tan oprimidos como sus homólogos de los países capitalistas. En el «sistema de autogestión» los que mandan están en la cima de la pirámide clasista, la nueva burguesía, que, si bien se han etiquetado mayoritariamente a sí mismos de «comunistas», oprimen al pueblo y que en realidad no son nada más que los tecnócratas burgueses que dirigen el poder burocrático y fascista de su Estado. Las «asambleas de delegados», los órganos ejecutivos del Estado en el sistema de delegados, etc. están formados por estos elementos.
Como se sabe en el sistema de la dictadura del proletariado, las organizaciones de masas ocupan una posición especial, y juegan un papel importante. Ellas son las palancas del partido para unirse con las masas y realizar la regla política de la clase obrera y la democracia socialista. Las organizaciones sociales en el socialismo hacen que la línea del partido proletario sea accesible a las personas, son unas enormes armas para la revolución y para la construcción socialista, ellas luchan en tribunas donde la opinión pública se expresa. Ellas tienen la tarea de educar a las masas, y formarlas más para que sean conscientes y capaces de participar activamente en la construcción del socialismo y la dirección del gobierno.
Las competencias que estas organizaciones tienen como componente del sistema de la dictadura del proletariado, se llevan a cabo bajo la dirección del partido de la clase obrera dentro de los límites de sus propias características y particularidades.
Las organizaciones sociales no pueden ser eficaces si están aisladas del partido proletario, de otras organizaciones y del propio Estado socialista. Si uno asume lo contrario, entonces sería teóricamente sin sentido que ellos sean elementos de un sistema único, ellos se transformarían en organismos muertos en la práctica, sin ninguna función y sin poder cumplir con las tareas en beneficio de la sociedad socialista.
Al igual que el partido y el Estado, las organizaciones de masas en Yugoslavia han sido tratadas y juzgadas desde una posición absolutamente anarquista. En contraste con la idea de Lenin de que las organizaciones de masas:
«Colaboradores más directos e imprescindibles del poder del Estado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Acerca del papel y de las tareas de los sindicatos en las condiciones de la Nueva Política Económica, 1922)
La idea que ha sido promovida en Yugoslavia es la de que la cooperación de estas organizaciones con el Estado socialista era una forma «burocrático estatista». Los revisionistas yugoslavos dicen que es más beneficioso que todas estas organizaciones son capaces de actuar por separado del partido. Kardelj dice:
«Nosotros nos hemos apartado de la visión común según la cual estas organizaciones eran las llamadas las correas de transmisión de nuestro partido, o sea de la Liga de los Comunistas, visión que tuvimos durante mucho tiempo». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Se ha dicho en la teoría titoista que la Liga de los Comunistas de Yugoslavia y el Estado Yugoslavo, que está en ambos casos en manos de la burguesía gracias a la influencia titoista, no tenían ninguna influencia en estas organizaciones, pero todo esto es mentira. Realmente por el contrario, los titoistas nunca dejan nada tranquilo y sin manipular a favor de su ideología, y las organizaciones de masas como los sindicatos no escapan a esta idea en Yugoslavia, pero Kardelj está planteando todo esto con un ánimo mucho más ambicioso. Él sólo quiere destruir la conexión de los partidos marxistas-leninistas con las organizaciones de masas, ya que la experiencia general de la revolución demuestra que estos partidos tienen a su lado esas organizaciones y que están lideradas por los partidos proletarios con el fin de crear y sostener vínculos reales con las masas organizadas.
Es un hecho bien conocido que el rol dirigente del partido marxista-leninista está estrechamente relacionado con la idea de su ideología revolucionaria. Al separar estos teóricos pseudomarxistas las organizaciones de masas como las organizaciones juveniles, las asociaciones de mujeres, los sindicatos etc. del partido, significa para el mundo, la evidencia clarividente de que la actual dirección yugoslava hace tiempo que se distanció de la ideología marxista-leninista, y que sus ideas sobre estas cuestiones sólo han logrado acrecentar más la brecha así creada desde el inicio del marxismo entre la ideología comunista-proletaria y la ideología revisionista-burguesa. Esta intención se revela claramente cuando Kardelj escribe sobre el ser humano como miembro de la Alianza Socialista del Pueblo Trabajador de Yugoslavia, o sea del Frente:
«No se puede decir que su visión será siempre y en todos los aspectos según la ideología del marxismo». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Esto significa que al trabajador yugoslavo también se le permite seguir ideas burguesas, feudales, fascistas y otros tipos ideologías y además con el apoyo del régimen titoista en su confusión ideológica.
El hecho de que las organizaciones de masas son una parte inherente del sistema de la dictadura del proletariado no significa que se convertirán en «socios» o «apéndices» del aparato estatal bajo la máscara de la democracia al darles un poco de competencias «estatales», como fue el caso de la Unión Soviética revisionista. El verdadero partido de la clase obrera que mantiene con lealtad al marxismo-leninismo tiene que tener cuidado de que el papel de las organizaciones sociales no desaparezca sino que siempre se fortalezca aún más. En Yugoslavia, Edvard Kardelj escribe que justo ese fenómeno se ha detectado que las organizaciones de base de los sindicatos que:
«Se han convertido en la cola de los órganos que rigen el trabajo». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Esto sucedió porque el papel de las organizaciones sociales, su lugar en la sociedad y las relaciones que tienen y que mantener hacia el partido y el estado han sido definidos desde posiciones desviadas.
El libro del renegado de Kardelj pone especial énfasis en el Frente, en los sindicatos, en la «la Federación de la Juventud Socialista», etc. de los que se podría escribir un buen número de cosas y polemizar durante mucho tiempo. Pero no entramos en detalles completos aquí porque creemos que es mejor delinear sólo las desviaciones principales de los revisionistas yugoslavos en lo que se refiere a la organización, los objetivos y las acciones de las organizaciones de masas.
Los revisionistas yugoslavos también adoptan una postura reaccionaria sobre el papel de la religión y su ideología. Es un hecho bien conocido que la ideología religiosa siempre sirve y ayuda a las clases explotadoras para robar y oprimir a las masas trabajadoras. Esta es una herramienta para criar el sentimiento de impotencia en la gente ante el sufrimiento, la desgracia y la miseria. La ideología religiosa nubla la mente humana y paraliza su voluntad para la transformación de la naturaleza y la sociedad. Esta es la razón por la que Marx, como es bien conocido, comparó la religión con el opio. Él escribió:
«La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo». (Karl Marx; Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1844)
Precisamente a causa de la religión que desempeña un papel reaccionario es la razón por la que ha gustado y cuenta con el apoyo de las clases dominantes. El lenguaje del capitalista, el revisionista, y el clérigo reaccionario es esencialmente la misma. El partido marxista-leninista no puede conciliar con la ideología religiosa y su influencia. La base teórica de la política y del programa del verdadero partido de la clase obrera es la filosofía marxista-leninista y no el idealismo y la religión. La lucha de clases para la construcción del socialismo no puede separarse de la lucha contra la religión.
En Yugoslavia la religión fue juzgada y tratado exactamente de la misma manera que en los otros Estados capitalistas, no hay absolutamente ninguna diferencia. La intoxicación de las masas por la ideología de la religión es vista como nada más que un asunto personal y el partido y el Estado plácidamente ven como esto sucede, porque para ellos:
«La religión nunca es un obstáculo para que los ciudadanos religiosos se integren en igualdad en la vida de la sociedad socialista». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Uno ve lo que esta clase de socialismo tiene: la idea religiosa de ninguna manera se opone a este socialismo, ni tampoco sus instituciones –las de la iglesia– rechazan el socialismo, y como Edvard Kardelj escribe:
«Para la gran mayoría de los trabajadores religiosos el socialismo se ha convertido en un tema de su más profunda convicción». (Edvard Kardelj; Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión, 1977)
Ahora nos dice este «gran filósofo» que los clérigos con sus profundas creencias idealistas y religiosas de repente han caído en el amor al socialismo, con el orden social que se basa en la filosofía marxista-leninista, en el materialismo dialéctico e histórico. No sólo los trabajadores, los comunistas y todas las personas honestas en este planeta cuestionaran esto al leer estas frases del renegado titoista, sino que también los mismos clérigos se estarán riendo, porque hasta el día de hoy ni siquiera han soñado afirmar eso del socialismo; de este socialismo que maldecían y aún maldicen de todo corazón. Por su reconciliación con la ideología religiosa los revisionistas yugoslavos demuestran aún más lo «marxista» que son, lo «materialista» de su ideología socialista y como esto, en que está basado su sistema político de la «autogestión» en cuanto a tocar el tema religioso, es decir, en lo que se basa su ideología.
El Partido del Trabajo de Albania en consecuencia, ha aplicado la doctrina marxista-leninista sobre el Estado de la dictadura del proletariado y la democracia socialista, en el papel principal y no dividido del partido de la clase obrera, y en la necesidad imperiosa de desplegar la lucha de clases. Nuestra realidad histórica confirma de manera impresionante que, si las leyes universales del marxismo-leninismo se aplican teniendo las condiciones específicas del país en consideración, la revolución triunfa y el proceso de la construcción de la sociedad socialista no puede ser detenido. El ejemplo de Albania rechaza y deja en evidencia toda las «teorías» de los filósofos capitalistas y revisionistas en contra de la dictadura del proletariado, contra el papel dirigente del partido y contra el desarrollo de la lucha de clases.
Principalmente debemos nuestras grandes victorias en el frente de la construcción socialista a la fidelidad al marxismo-leninismo. Si siempre triunfamos sobre nuestros enemigos es porque nos hemos mantenido fieles a nuestros principios, porque hemos sido revolucionarios honestos y valientes.
Esto se debe a que la teoría marxista-leninista se realiza en la práctica en la construcción socialista en Albania, por lo que esta práctica se ha convertido en un objetivo para los ataques de los que se oponen férreamente a esta teoría.
Cuando esto es una materia de defender principios marxista-leninistas, valientemente trataremos con los enemigos de nuestra ideología, porque no podemos pararnos a mitad de camino o hacer asquerosos compromisos que pongan en peligro los más fundamentales principios, precisamente son estos pactos que los capitalistas y revisionistas quieren forzar sobre nosotros para aminorar nuestra esencia revolucionaria y crear discordias internas acerca de nuestra línea.
La lucha entre los marxistas-leninistas y los traidores contra la ideología del proletariado debe de ser ejercida en el presente y se ejercerá por tanto hasta que el revisionismo –que surge y se desarrolla como una agencia de la burguesía y del imperialismo– haya sido eliminado. Es nuestro deber como marxistas-leninistas defender la ideología revolucionaria de la clase obrera. En las actuales circunstancias este deber se ha vuelto aún más obligatorio, sobre todo ahora que el revisionismo chino se ha destapado más claramente mostrando su esencia y él solo se ha añadido a la lista de revisionismos modernos. El logro de esta tarea nos exige reconocer, analizar y desvelar las teorías y prácticas contrarrevolucionarias y antimarxistas de los enemigos que han estado atacando especialmente la enseñanza marxista sobre la dictadura del proletariado y el partido de nuevo tipo leninista, en el marco de consignas como las de lograr en estos puntos un «desarrollo creativo del marxismo» y la «lucha contra el dogmatismo».
La sociedad socialista se ve reforzada por la lucha contra sus enemigos, es por eso que nosotros, los comunistas tenemos que dirigir esta lucha frontal hasta que hayamos ganado la victoria. Somos revolucionarios y defendemos el orden económico y social socialista que es el orden nuevo y más progresista del mundo entero, mientras que los revisionistas son reaccionarios, ya que se arrodillan al viejo orden burgués y se rinden ante este. El futuro se turbia oscuro por nuestros enemigos y esperanzador para nosotros. Pero ese futuro no llega por sí solo, hay que preparar el camino y continuarlo diligentemente, luchando en los campos de la política, la ideología, la economía, en el campo de la defensa, etc.
Al igual que muchos otros libros publicados por la burguesía internacional y por las organizaciones internacionales revisionistas con el fin de propagar sus ideas reaccionarias, antimarxistas y antileninistas, el libro de Kardelj tiene que ser expuesto como lo que es, para que los comunistas, los trabajadores y las personas progresistas que no conocen la realidad revisionista o que la conocen sólo desde lejos no se dejen engañar por los slogans izquierdistas. Con el fin de agudizar nuestra vigilancia, hasta situarse en la cima de nuestra misión como comunistas, debemos recordar la importante declaración de Lenin:
«Los hombres han sido siempre en política víctimas necias del engaño de los demás y del propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, 1919)» (Enver Hoxha; La «autogestión» yugoslava: teoría y práctica capitalista, 1978)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»