miércoles, 10 de febrero de 2021

Engels: «Ante todo mantener el verdadero espíritu internacional, que no admite ningún chovinismo patriótico»


«Los obreros alemanes tienen dos ventajas esenciales sobre los obreros del resto de Europa. La primera es la que pertenecen al pueblo más teórico de Europa y que han conservado en sí ese sentido teórico, casi completamente perdido por las clases llamadas «cultas» de Alemania. Sin la filosofía alemana que le ha precedido, sobre todo sin la filosofía de Hegel, jamás se habría creado el socialismo científico alemán, el único socialismo científico que ha existido. De haber carecido los obreros de sentido teórico, este socialismo científico nunca hubiera sido, en la medida que lo es hoy, carne de su carne y sangre de su sangre. Y lo inmenso de esta ventaja lo demuestra, por una parte, la indiferencia por toda teoría, que es una de las causas principales de que el movimiento obrero inglés avance tan lentamente, a pesar de la excelente organización de algunos oficios, y, por otra, lo demuestran el desconcierto y la confusión sembrados por el proudhonismo, en su forma primitiva, entre los franceses y los belgas, y, en la forma caricaturesca que le ha dado Bakunin, entre los españoles y los italianos.

La segunda ventaja consiste en que los alemanes han sido casi los últimos en incorporarse al movimiento obrero. Así como el socialismo teórico alemán jamás olvidará que se sostiene sobre los hombros de Saint-Simon, Fourier y Owen –tres pensadores que, a pesar del carácter fantástico y de todo el utopismo de sus doctrinas, pertenecen a las mentes más grandes de todos los tiempos, habiéndose anticipado genialmente a una infinidad de verdades, cuya exactitud estamos demostrando ahora de un modo científico, así también el movimiento obrero práctico alemán nunca debe olvidar que se ha desarrollado sobre los hombros del movimiento inglés y francés, que ha tenido la posibilidad de sacar simplemente partida de su experiencia costosa, de evitar en el presente los errores que entonces no había sido posible evitar en la mayoría de los casos. ¿Dónde estaríamos ahora sin el precedente de las tradeuniones inglesas y de la lucha política de los obreros franceses, sin ese impulso colosal que ha dado particularmente la Comuna de París?

Hay que hacer justicia a los obreros alemanes por haber aprovechado con rara inteligencia las ventajas de su situación. Por primera vez desde que existe el movimiento obrero, la lucha se desarrolla en forma metódica en sus tres direcciones concertadas y relacionadas entre sí: teórica, política y económico-práctica resistencia a los capitalistas. En este ataque concéntrico, por decirlo así, reside precisamente la fuerza y la invencibilidad del movimiento alemán.

Esta situación ventajosa, por una parte, y, por otra, las peculiaridades insulares del movimiento inglés y la represión violenta del francés hacen que los obreros alemanes se encuentren ahora a la cabeza de la lucha proletaria. No es posible pronosticar cuánto tiempo les permitirán los acontecimientos ocupar este puesto de honor. Pero, mientras lo sigan ocupando, es de esperar que cumplirán como es debido las obligaciones que les impone. Para esto, tendrán que redoblar sus esfuerzos en todos los aspectos de la lucha y de la agitación. Sobre todo los jefes deberán instruirse cada vez más en todas las cuestiones teóricas, desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología tradicional, propia de la vieja concepción del mundo, y tener siempre presente que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie. La conciencia así lograda y cada vez más lúcida, debe ser difundida entre las masas obreras con celo cada vez mayor, y se debe cimentar cada vez más fuertemente la organización del partido, así como la de los sindicatos. Aunque los votos reunidos en enero por los socialistas representen ya un ejército bastante considerable, aún se hallan lejos de constituir la mayoría de la clase obrera alemana; y por muy alentadores que sean los éxitos logrados por la propaganda entre la población rural, aquí precisamente es donde aún queda infinitamente mucho por hacer. No hay, pues, que cejar en la lucha; es preciso ir arrebatando al enemigo ciudad tras ciudad y distrito electoral tras distrito electoral. Pero, es preciso ante todo mantener el verdadero espíritu internacional, que no admite ningún chovinismo patriótico y que acoge con alegría todo progreso del movimiento proletario, cualquiera que sea la nación donde se produzca.  Si los obreros alemanes siguen avanzando de este modo, no es que marcharán al frente del movimiento y no le conviene al movimiento que los obreros de una nación cualquiera marchen al frente del mismo, sino que ocuparán un puesto de honor en la línea de combate; y estarán bien pertrechados para ello si, de pronto, duras pruebas o grandes acontecimientos reclaman de ellos mayor valor, mayor decisión y energía». (Friedrich Engels; Prefacio a La guerra campesina en Alemania, 1874)

Anotación de Bitácora (M-L):

«Bueno, consideramos como la prueba más absoluta de una democracia excelente, que debe desmentir a su país, que debe repudiar toda responsabilidad por un pasado lleno de miseria, tiranía, opresión de clase y superstición. Que los franceses no hagan una excepción con los demás demócratas; que no asuman la responsabilidad de los hechos de sus reyes y aristócratas de tiempos pasados. Lo que M. Blanc considera una desventaja para los demócratas ingleses, nosotros pensamos que es una gran ventaja, que deben repudiar el pasado y solo mirar hacia el futuro». (Friedrich Engels; Discurso de Louis Blanc en el banquete de Dijon, 1847)

«Hemos sido testigos también de diferencias de principio incluso en la sociedad. En el último debate sobre «la posición del proletariado alemán en la próxima revolución» se expresaron opiniones por parte de miembros de la minoría en la Autoridad Central que directamente chocaron con la última circular, incluso con el Manifiesto Comunista. Un planteamiento nacionalista alemán que apela al nacionalismo de los trabajadores manuales alemanes ha reemplazado la perspectiva universalista del Manifiesto. La voluntad se pone como factor principal de la revolución, en lugar de las relaciones sociales». (Karl Marx; Reunión de la Autoridad Central, 15 de septiembre de 1850)

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«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»