jueves, 8 de agosto de 2019

¿Contra la casta o aliados de la casta?; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«Es necesario recuperar la memoria para reparar en la liquidez de los planteamientos políticos y en la fragilidad de los postulados ideológicos. En 'Una nueva transición' (editorial Akal 2015), un libro firmado por Pablo Iglesias, subtitulado 'materiales del año del cambio', el líder morado expresaba la siguiente opinión: 

«Un Podemos con la fuerza suficiente para exigirle al PSOE dos ministerios importantes y entrar en el Gobierno podría ser algo que nos diera experiencia de gobierno, pero nos destruiría electoralmente. Igual que para el PSOE entrar en un Gobierno con nosotros sería terrible. Y votar a favor de ellos en una investidura nos haría muchísimo daño…nos obligaría a lo que proyectaba el diario 'El País'… sois un sustituto muy digno de IU, más listos, con más 'swing', mejor estilo, por eso con mejores resultados, pero sois una tercera fuerza política que se ubica en lo que son las terceras fuerzas políticas progresistas en Europa». (Pablo Iglesias; Una nueva transición, 2015)

Las anteriores frases se recogen en la página 115 del texto recopilatorio antes citado. Otras muchas opiniones provocarían estupor observando lo que cuatro años después de aquellas estimaciones ha ocurrido con el discurso político de Pablo Iglesias. El secretario general de Unidas Podemos ha fracasado, sin paliativos, en su gestión como dirigente de la organización. Por esa razón, en julio de 2019 pretende una vicepresidencia en el Gobierno de Sánchez, ministerios para dirigentes de su partido a cambio investir presidente del Ejecutivo al secretario general del PSOE. Iglesias no ha logrado el sorpaso al PSOE, no ha «asaltado los cielos», tampoco es «una tercera fuerza política progresista» sino cuarta en el Congreso de los Diputados y lo que es aún mucho peor: Iglesias y Montero han privatizado su partido. Para poder sostener sus liderazgos mantienen una estrategia radicalmente opuesta a la que diseñaba el zamorano en 2015. La comparación entre aquellas palabras y estos comportamientos resulta escandalosa». (El Confidencial; El Iglesias anterior: «Gobernar con el PSOE nos destruiría», 28 de junio de 2019)

Esta cita es sobradamente ejemplificativa sobre la evolución de Podemos respecto al PSOE, pero cualquiera que haya seguido la trayectoria de Pablo Iglesias sabrá que esto no debe de pillarnos por sorpresa. En 2013 reconocía que para él el PSOE no era su adversario político:

«En este momento traducir un discurso nos permitirían competir con nuestros verdaderos adversarios políticos, que no es el PSOE
». (Pablo Iglesias; Discurso en la Universidad de Verano de Izquierda Anticapitalista en Segovia, 2013)

Poco después, con Podemos ya formado en 2014, Pablo Iglesias aprovechó la enorme caída de popularidad del PSOE para aparentar ir contra él durante un tiempo. 

De hecho, todo el mundo sabe Podemos irrumpió en el panorama político español con unos eslóganes muy claros. Entre ellos señalaban abiertamente al bipartidismo de los partidos tradicionales del PP-PSOE, a los cuales calificaba de ser una casta política institucionalizada, culpable de los males socio-políticos de los últimos años como el desempleo, la precariedad o la corrupción endémica. 

«Está claro a qué intereses sirven gobiernos como el del PSOE o el del PP, que nos llevan al desastre. (...) Lo que está claro es que la casta política dominante, que por desgracia no son carteros de los ciudadanos, que es lo que deberían ser y no mayordomos de los bancos, forman parte del problema. (...) En nuestro país PP y PSOE cambiaron la Constitución y han votado juntos el 70% de las mociones en el Parlamento Europeo. (...) Nosotros decimos que la democracia es poder elegir otra cosa, porque nuestra casta ha demostrado que, más allá de que sean unos corruptos, además son inútiles». (Pablo Iglesias Turrión; Declaraciones a la Agencia EFE, 18 de mayo de 2014)


Aquí como vemos Podemos señalaba a estos partidos como fieles sirvientes de los intereses económicos de la oligarquía.

Y declaraba que buscaría alianzas con cualquieras menos con ellos:

«En este nuevo ciclo, Iglesias dialogará «con todas las organizaciones de la sociedad civil y política que hayan defendido los derechos sociales y estén dentro de la Declaración Universal de los Derechos Humanos». Esto excluye, según ha concretado, a agrupaciones populistas, al PP y al PSOE». (Diagonal; Esto no se acaba en mayo, se abre otro ciclo, 17 de enero de 2014)

En un libro, Pablo Iglesias reflexionaba sobre el PSOE, y daba sus razones para evitar pactar con él, ni siquiera para investir a un candidato del PSOE presidente:

«Un Podemos con la fuerza suficiente para exigirle al PSOE dos ministerios importantes y entrar en el Gobierno podría ser algo que nos diera experiencia de gobierno, pero nos destruiría electoralmente. Igual que para el PSOE entrar en un Gobierno con nosotros sería terrible. Y votar a favor de ellos en una investidura nos haría muchísimo daño…nos obligaría a lo que proyectaba el diario «El País»… sois un sustituto muy digno de IU, más listos, con más «swing», mejor estilo, por eso con mejores resultados, pero sois una tercera fuerza política que se ubica en lo que son las terceras fuerzas políticas progresistas en Europa
». (Pablo Iglesias Turrión; Una nueva transición, 2015)

Pero ya en esas mismas fechas, algunos en Podemos no descartaba aliarse a cualquier partido que «acepte el viento del cambio», incluyendo en especial al PSOE en la ecuación, lo que además indicaba el fraccionalismo y la confusión en la línea a seguir de los jefes del partido:

«No somos una fuerza en absoluto sectaria, cualquier partido que quiera sumarse al cambio será bienvenido. Ahora bien, sobre el Partido Socialista Obrero Español andaluz sí que queremos decir que tendría que dar un giro de 180 si quiere llegar a un acuerdo con nosotros. Empezando por un compromiso implacable contra la corrupción». (Luis Alegre; Entrevista en la Cadena Ser, 2 de febrero de 2015)

Poco después, se aclararon las dudas, ya que con la voz autorizada del jefe del partido se dejó claro que ahora Podemos cambiaba de parecer respecto al PSOE:

«Pero para que el acercamiento entre Podemos y socialistas tenga alguna posibilidad es necesario que ambas formaciones «rebajen el tono», según reconoció el propio Iglesias. «Estamos escuchando en los últimos días un lenguaje demasiado duro, y no vemos al PSOE como un adversario, sino como un aliado», remachó el dirigente de Podemos. Iglesias, no obstante, advirtió que sería una «mala noticia» para España que el PSOE se pusiera de acuerdo con el PP para una» gran coalición. «Sus votantes no desearían ver a su partido de rodillas ante el PP, sino gobernando con nosotros». (Diario de Sevilla; Iglesias vuelve a tentar al PSOE, que llama a luchar contra el «desánimo», 2 de mayo de 2016)

Finalmente rememoremos como Pablo Iglesias también rompió su promesa de no apoyar cualquier programa de gobierno que no fuese con él de presidente:

«Podemos no entrará a formar parte de un gobierno presidido por otro partido político, ni aceptará ser vicepresidente del líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, o cualquier otro candidato a las próximas elecciones generales». (Pablo Iglesias Turrión; Declaraciones a Europa Press, 26 de julio de 2015)

Pero en un intento patético, Iglesias planteó un acuerdo de gobierno con el PSOE, accediendo a rebajar el programa de medidas de Podemos un programa recordemos ya por sí rebajado respecto al de las europeas de 2014–, para que el PSOE gobernara con Podemos, postulándose él como vicepresidente:

«Pablo Iglesias ha faltado a su palabra de participar en un gobierno en el que él no fuese presidente como afirmó en julio de 2015. (...) El hombre que decía venir a acabar con la política de acuerdos y pactos vergonzosos entre partidos en detrimento del pueblo, que iba a acabar con el bipartidismo PP-PSOE, con la «casta» que estos representaban y que daban lugar a todos los problemas de España, ahora intenta darle la mano al PSOE y formar gobierno con él a cualquier precio. (...) La cuestión versa tal que así: Esta serie de reformas del hipotético gobierno PSOE-Podemos en temas como el del salario, ¿resolverá la precariedad, el aumento ínfimo de salario? En sanidad, ¿se resolverá el estado deficiente de la sanidad? ¿Se dará fin al vergonzoso copago de los productos farmacéuticos? En derechos labores, ¿se resolverá el hecho de que los españoles se jubilen a los 67? ¿Se derogarán las últimas leyes laborales de PP y PSOE? Sobre la elección de los representantes políticos: ¿habrá un sistema electoral justo que derogue la financiación de los bancos privados a los partidos o el sistema D'Hondt de votaciones? Sobre el tema catalán, ¿se resolverá el problema de las nacionalidades? ¿Se permitirá el derecho a la libre autodeterminación? A todas estas preguntas –algunas inscritas y aceptables para un reformista burgués– se responde en el programa con un: NO». (Equipo de Bitácora (M-L); Introducción al documento de El Confidencial: «Podemos defiende una batería de «cesiones» para acercarse al PSOE y alejar a C's» de 2016, 10 de abril de 2016)

Como se ve, los datos y la propia historia muestra que Podemos evolucionó así hacia una posición más a la «derecha del tablero». Los propios líderes de Podemos reconocen que el PSOE no es ya ni siquiera socialdemócrata, sino que mantiene esa careta pero ha llevado una práctica neoliberal como el PP. ¿Entonces por qué en 2016 van y reivindican «un Gobierno del cambio» con ellos? ¿Hay o hubo un indicio de un giro a la «izquierda» del PSOE?

«Solo hace falta tener un poco de memoria: Felipe González nos trajo la reconversión industrial, el terrorismo de Estado con los GAL, la entrada en la OTAN, las privatizaciones y reformas laborales regresivas. Zapatero en los inicios de la crisis sucumbió a los deseos de la UE aplicando la reforma laboral y de las pensiones. Y cuando volvió a hacer falta, cambiaron el artículo 135 de la Constitución junto al PP de la noche a la mañana para garantizar el pago de la deuda por encima del gasto en servicios sociales. Pablo Iglesias a menudo hace gala de su posibilismo y pragmatismo, pero no hay nada más utópico que esperar que el PSOE deje de ser un partido del Régimen del 78». (La Izquierda Diario; El «pacto con la casta» y la nueva postergación de las grandes demandas democráticas y sociales, 8 de enero de 2016)

La única razón de Podemos para tender una mano al PSOE es la misma por la que decían en sus inicios que no querían plantear la batalla entre izquierda-derecha: porque debido al alto nivel de alienación entre los trabajadores, temen realizar un trabajo de agitación y persuasión entre los votantes del PSOE que deje claro que su partido no es izquierda, que no defiende los intereses de la clase obrera y las capas trabajadoras. Pero a Podemos esto le da demasiado miedo, creen que pueden ser acusados de «sectarios» y acabar arrinconados como Izquierda Unida (IU), prefiere adoptar la táctica de intentar seducirlos a través del mimetismo de su organización con la del PSOE, aceptando cada vez más hablar y actuar como estos partidos y esperar que por el desgaste de estos viejos partidos y por las pequeñas innovaciones respecto a ellos les voten. Desde Podemos realmente aspiran a ser los eternos segundones, ser los chicos de los recados del PSOE. Ponen la excusa de que creen que no pueden ganar la «batalla mediática» contra los medios de comunicación más derechistas que les pueden presentar como «ultraradicales» ante las masas si mantienen según qué poses y según qué propuestas, creyendo que si no evitan someterse a esa «rebaja de principios» y en el programa Podemos pondrá demasiado fácil a la derecha la demonización del partido, y que a la postre, eso le restará votos como para no lograr nunca aspirar seriamente a la presidencia del gobierno. Una lógica tan cobarde digna del mejor guión carrillista. Tampoco entienden que IU se ha quedado en una organización que vive de las subvenciones, de intentar pescar algún ayuntamiento y que subsiste gracias a enarbolar la nostalgia de tiempos mejores mientras sufre el ostracismo político debido a que precisamente pretendieron sustituir la lucha de clases por la lucha por las limosnas sociales, porque su principal defecto es que su dirección jamás ha formado cuadros que estén cada día, codo con codo con las masas, preocupándose por llevar a la dirigencia las preocupaciones reales de los trabajadores para cuadrar una línea política seria que ataje de raíz los problemas económicos y plantee sin cobardías las aspiraciones políticas de los trabajadores más concienciados. En cambio, sabemos lo que predominan en estas organizaciones: el jolgorio en las fiestas reivindicativas, la venta de merchandising, el postureo en base a simbología y el usar figuras que nada tienen que ver ya con el partido, apoyar acriticamente cualquier causa tercermundista... y actos similares que todos conocemos.

Dentro de Podemos los pablistas posan como que no ven tan claro el pacto con el PSOE aunque no la descartan –como en la última entrevista a Pablo Iglesias por Salvados–, pero los errejonistas lo siguen viendo como única solución para que Podemos pueda llegar a formar gobierno, sea en cabeza Podemos o como segundo de abordo. Veremos qué pasa.

[Nota del Equipo de Bitácora (M-L) en 2019]:

Ahora en 2019, tras la separación definitiva de los errejonistas de Podemos, los pablistas son los que encabezan la reivindicación de gobernar con el PSOE. Antes de las elecciones de abril:

«Iglesias espera que, en el caso de que la demoscopia se cumpla y Pedro Sánchez gane las elecciones, este tienda la mano a los morados para formar un gabinete conjunto. «La gente está votando pluralidad de partidos y eso es gobierno de coalición», ha sentenciado. (...) Iglesias, que ha insistido en que la época de los gobiernos en solitario «terminó» y en la necesidad de hacer coaliciones, dejaba caer así lo que parece una condición para apoyar una hipotética investidura de Sánchez tras las elecciones. «En España la gente está optando por diferentes opciones políticas y todas esas opciones tiene derecho cuando se forma una coalición a hacerlo valer», ha afirmado». (El periódico; Iglesias insiste en apostar por un gobierno de coalición con el PSOE, 2 de abril de 2019)

Podemos con sus múltiples fracasos en todos los campos ambiciosos que se proponía –gestión de equilibrio entre las facciones internas, tratar absorber a la militancia más de «izquierda» del PSOE, gestión de ayuntamientos y revalidación de los mismos, etc.– ha perdido su poder de atracción. Y con ello el poder de convocatoria para formar las llamadas confluencias –antiguas coaliciones de Podemos en regiones con diversos movimientos partidos o viejos sociales localistas–. He aquí la experiencia de Galicia bajo las confluencias –Anova, Podemos, Esquerda Unida, Equo Galicia– resumida:

«En el caso particular de Galicia, y tras su sorprendente éxito en las elecciones europeas de 2014, se iniciaron en el verano de 2015 los movimientos para dar forma a esa convergencia. Pero, inevitablemente, el proceso de construcción de este nuevo espacio de cambio político atrajo a un perfil de viejos militantes de colmillo afilado, aventureristas y profesionales de la escisión. Personas con décadas de experiencia en intrigas, alianzas, rupturas y traiciones que compartieron asambleas con ciudadanos bisoños en tareas políticas, armados solo con buenas intenciones y a los que les motivaba únicamente un deseo ingenuo de participación en los asuntos públicos. Como no podía ser de otro modo, tal como si hubiésemos tratado de hacer cohabitar a pirañas y a peces de colores, los escindidos crónicos no tardaron en hacerse los dueños de la pecera ejercitando sus habilidades para la manipulación, perfeccionadas en un periplo vital de años de conjuras y maquinaciones. (...) Apareció entonces Luis Villares [hoy errejonista], un casi perfecto desconocido convencido de su propia grandeza, al que un grupo aún más desconocido de mandarines colocó a dedo y legitimó con los correspondientes simulacros democráticos. (...) Por supuesto, no cabe responsabilizarlo a él únicamente. La destrucción de la esfera de los partidos trajo consigo también el empobrecimiento total de su vida interna y su desactivación como instrumentos para ofrecer alternativas ideológicas. Esa momificación agostó su vida intelectual y paralizó su papel en la construcción de discurso. Esto no tendría más importancia si el espacio confluente hubiese asumido esa función, más lo único que ha producido el discurso de la confluencia ha sido una sucesión pobrísima, banal y cansina de chascarrillos, frases estereotipadas, poética barata y cursis apelaciones a la bondad humana, declamadas por la mañana por los mismos que se acuchillaban entre sí por la tarde. La construcción intelectual ha sido de una tristeza y miseria desoladora. La actividad orgánica quedó reducida a inacabables y feroces peleas intestinas. (...) Se dejó de atraer talento. Y el que había huyó. (...) El partido se volvió conservador, timorato y amilanado. Los inscritos se desilusionaron y desertaron. La metáfora de la organización horizontal adquirió la forma de la organización plana, el páramo raso donde nada crece». (El Salto; Confluencias nunca máis, 6 de junio de 2019)

En las elecciones municipales de mayo de 2019. En Valencia Compromis se separó de Podemos, en Galicia En Marea se separó, en Madrid Más Madrid se separó, etc. Cosechando un histórico naufragio electoral:

«Los 882.524 votos obtenidos por Unidas Podemos en las elecciones autonómicas, cifra derivada de la suma de los resultados de las 12 comunidades que celebraron comicios el pasado domingo mas la Comunidad de Valencia que tuvo elecciones el 28 de abril, alejan a la formación de los resultados de 2015 en 900.000 votos. (...) El análisis por territorios muestra que Unidas Podemos perdió toda su representación en comunidades como Castilla-La Mancha donde en 2015 tuvo dos diputados o Cantabria donde pierde los tres asientos del parlamento, y descendió considerablemente en regiones como Aragón y Castilla y León, donde pierde nueve asientos por región. En el resto de comunidades la coalición pierde también escaños: Asturias de 9 a 4, Baleares de 10 a 6, Canarias de 7 a 3, Extremadura de 6 a 4, Navarra de 7 a 2, Murcia de 6 a 2 y La Rioja de 4 a 2–. En el caso de la Comunidad de Madrid se da la particularidad de que la formación de Errejón, Más Madrid, ha logrado hasta 20 escaños, triplicando los de Unidas Podemos y ocupando así gran parte del espacio a la izquierda del PSOE. (ESdiario; El desastre de Podemos: se ha dejado la mitad de los votos regionales de 2015, 3 de junio de 2019)

Este batacazo solamente es comparable al golpe de realidad que tuvo el Partido Comunista de España (PCE) dirigido por el infame y revisionista Carrillo, cuando en 1982 sacó en las elecciones generales 846,515 votos, un 4%. Perdiendo más de la mitad de votos respecto a las de 1979. Similar caída tuvo en las municipales al año siguiente.

Tras las elecciones, el PSOE adoptó una postura evitando el gobierno de coalición y forzando a Podemos a aceptar un sí o una abstención para la embestidura de Pedro Sánchez. Pablo Iglesias reaccionó convocando un referéndum interno:

«La pregunta será la siguiente, con dos opciones:

«¿Cómo deben votar las diputadas y los diputados de Podemos en las sesiones de investidura de la XIII Legislatura?

1) Para hacer presidente a Pedro Sánchez es necesario llegar a un acuerdo integral de gobierno de coalición –programático y de equipos– SIN VETOS, donde las fuerzas de coalición tengan una representación razonablemente proporcional a sus votos.

2) Para hacer presidente a Pedro Sánchez, ya sea mediante el voto a favor o mediante la abstención, basta con la propuesta del Partido Socialista: un gobierno diseñado únicamente por el PSOE, colaboración en niveles administrativos subordinados al Gobierno y acuerdo programático».

La formación morada no se plantea en esta consulta un voto en contra de la investidura de Sánchez, solo plantea los términos del 'sí' a Sánchez, ya sea mediante un Gobierno de coalición o facilitando uno monocolor y de «cooperación», como ha defendido el PSOE, sin ministros de Podemos». (RTVE, Podemos consulta a sus bases sobre el pacto con Pedro Sánchez: gobierno de coalición o solo del PSOE, 12 de junio de 2019)

Nótese la posición de servilismo en la que se encuentra actualmente Podemos. No es un partido que aspire a ganar, ni a hacer oposición, sino a cogobernar con la burguesía de izquierda como comparsa.

La postura oficial de Pablo Iglesias durante todos estos últimos meses ha sido evidentemente la primera respuesta, mientras la segunda ha sido la de las disidencias concentradas en los anticapitalistas de figuras como Teresa Rodríguez que tachó la consulta de «atentado contra la inteligencia» por la fórmula cerrada de la pregunta y no plantear medidas programáticas concretas. Por lo que se vio después, pese al resultado de la consulta con el 70% de votos hacia la primera opción, la pablista, la dirigencia se ha vuelto a contradecir, y Pablo Iglesias en un acto desesperado y humillante, que algunos tachan de «honorable» y de «altura de Estado», ofreció el veto contra sí mismo para facilitar un gobierno de Sánchez y evitar unas nuevas elecciones, sabedor de que según todos los sondeos unas nuevas elecciones acabarían por descalabrar la fuerza electoral de Podemos. Con ello en cambio trataba de asegurarse algún ministerio con gente de su confianza como Echenique como se barajó. Finalmente debido a las divergencias por el reparto de ministerios, no se llegó a un acuerdo PSOE-Podemos, teniendo tiempo hasta septiembre para formar gobierno o repetición de elecciones.

¿Qué opinan la mayoría de analistas, de derechas o izquierdas sobre estas últimas andanzas de Podemos? El ridículo y la falta de principios del líder morado:

«El secretario general de Unidas Podemos ha fracasado, sin paliativos, en su gestión como dirigente de la organización. Por esa razón, en julio de 2019 pretende una vicepresidencia en el Gobierno de Sánchez, ministerios para dirigentes de su partido a cambio investir presidente del Ejecutivo al secretario general del PSOE. Iglesias no ha logrado el sorpaso al PSOE, no ha «asaltado los cielos», tampoco es «una tercera fuerza política progresista» sino cuarta en el Congreso de los Diputados y lo que es aún mucho peor: Iglesias y Montero han privatizado su partido. Para poder sostener sus liderazgos mantienen una estrategia radicalmente opuesta a la que diseñaba el zamorano en 2015. La comparación entre aquellas palabras y estos comportamientos resulta escandalosa». (El Confidencial; El Iglesias anterior: 
«Gobernar con el PSOE nos destruiría», 28 de junio de 2019)

Ahora los pablistas, más papistas que el Papa, gritan: «¡qué felonía la del PSOE! ¡Que error más caro para la historia!». Tratan de hacernos creer que la culpa es de Pedro Sánchez, que les ha engañado», y que ha desaprovechado de formar el primer gobierno de coalición de izquierdas», según ellos la receta que necesita España. Pero los problemas son otros: el primero es que el PSOE no es de «izquierda» y ellos lo sabían, el siguiente problema es que la culpa es suya y de su líder, que ha negociado desde una posición desfavorable con una figura cínica y un partido sin crédito histórico ante los trabajadores, el cual para más inri, sabían perfectamente que desde su fundación en 2014 veían al propio Podemos como un enemigo para su propia existencia. Por supuesto, después de este descalabro y del que le esperan en breve, seguirá existiendo hooligans del señor Iglesias que lo defiendan a capa y espada y no juzguen los hechos tal y como son, pero esto es normal, porque como dicen el refranero español: «Cuando un tonto coge un camino, el camino se acaba y el tonto sigue...».

Podemos está sentenciado de muerte, y lo está no por no moderarse lo suficiente como creen algunos, sino por derechizarse a velocidad meteórica y mostrando el arribismo de sus figuras visibles. Iglesias pasará a la historia como otros tantos que intentaron mostrarse como revolucionarios honestos vistiéndose de «marxistas heterodoxos», para luego después rechazarlo abiertamente –como Felipe González o Santiago Carrillo– para caminar el camino de la socialdemocracia traidora. Esto significa, que el pueblo trabajador no le recordará como un héroe sino como un oportunista.

Todo esto que ha ocurrido, tendrá en las figuras críticas de la facción de los anticapitalistas un nuevo problema: clamarán un relevo en el cargo de la Secretaria General y puestos de responsabilidad, queriendo desplazar a los pablistas, algo que de no lograrse, se consagrará en cambio con la escisión de éstos bajo la excusa que son los únicos que han conservado un buen resultado electoral en las municipales bajo el nombre de Podemos, reteniendo alcaldías como Cádiz con Kichi –el famoso alcalde que dio en 2017 una medalla de oro a la Virgen del Rosario, cosa que además Iglesias defendió públicamente como acostumbran todos los oportunistas: consintiendo al pueblo en sus tradiciones, supersticiones y vicios reaccionarios, esperando buscar así su simpatía–.

Tras las segundas elecciones del 10 de noviembre de 2019, el PSOE perdió 3 escaños y Podemos 7, el descalabro de C's con 47, más el ascenso del PP con 23 escaños y de Vox con 29. Después de sumir a España en negociaciones estériles durante 5 meses, en tan solo unas horas PSOE/Podemos anunciaban su preacuerdo de gobierno. Desde medios afines al progresismo de salón, celebraban el acuerdo como la apertura de un nuevo periodo para España. Entre periodistas afines a Podemos como el pseudomarxista Antonio Maestre incluso celebraban la victoria como la prueba de que «Pablo Iglesias vence rindiendo honor a la doctrina marxista» como dice en su artículo del 14 de noviembre de 2019. 

¿Cómo se puede calificar de estrategia marxista al mimetizarse con el PSOE cuando hasta hace poco denominaban casta? 

¿Cómo calificar de marxista rebajar todavía más el programa económico socialdemócrata que Podemos presentó en 2014? 

¿Cómo denominar de victoria al hecho de que Podemos desde sus primeras elecciones en 2015 elecciones ha ido perdiendo votos y escaños a marchas forzadas? 

¿Cómo denominar de gran planteamiento cuando Podemos ha sufrido diversas escisiones internas como la de Más País de Erreón–. Más bien esto es la prueba de que Podemos es un partido en clara descomposición... pero nuestro quijotesco Maestre habla de que «Iglesias ha vencido»

No, por circunstancias y la propia decisión del PSOE, Iglesias va a lograr formar un gobierno de coalición donde él será vicepresidente con Podemos, pero todo porque Sánchez prefiere a Podemos que depender estrictamente de los nacionalistas catalanes y vascos para gobernar o perder credibilidad firmando un pacto con PP o C's como le pasó en 2015, mientras que gobernando con un Podemos más débil que el de abril al menos puede seguir posando como que el PSOE es izquierda aunque gobierne para quienes todos sabemos; y fundamentalmente porque se no quería perder más votos en unas terceras elecciones. En todo caso es una victoria pírrica para PSOE/Podemos, ya que el PSOE al fin tendrá su gobierno mientras Podemos ha cumplido su sueño de tocar poder gubernamental al precio que sea, pero entre ambos no tienen suficiente poder parlamentario para gobernar sólidamente, el PSOE gobernará como siempre salgo algún gesto menor gobernará para patronal mientras Podemos hace alguna queja y mira hacia otro lado, y entre otras cosas, si Podemos gobierna junto al PSOE será como segundo de abordo, aceptando tragar con derechos democráticos fundamentales, negando el derecho de a decidir en la problemática nacional como se ha visto en el preacuerdo, por lo que seguramente los partidos nacionalistas tumbarán este gobierno tarde o temprano, y si no vendrá la crisis de otro lado –como en lo económico–, que mostrarán las costuras de este gobierno rápidamente.

Podemos ha entrado a tomar poder no como partido «revolucionario», «antisistema» y «anticapitalista» como el pintan desde la derecha por intereses obvios, sino como muleta del PSOE y por el arribismo de sus figuras, con el objetivo conjunto de ambos para apuntalar el bipartidismo –el PSOE regenerará su imagen desgastada con un nuevo partido de aliado, y Podemos dirá que intentará en medida de sus posibilidades y números controlar la tendencia del PSOE de vencerse hacia la derecha–, dando una válvula de oxígeno al sistema, y aunque se niegue entre los círculos progresistas, dicho gobierno no va a cambiar nada en lo fundamental del régimen capitalista, no por mayor o menor cuotas de poder parlamentarias, sino porque simplemente no es su intención. Y tú señor Maestre eres cómplice de tal pantomima. Tarde o temprano el PSOE volverá a decepcionar a sus votantes, y Podemos saldrá en la foto como copartícipe, o al menos como el necio que ha sido engañado pese a la advertencia de la historia sobre el carácter del PSOE que él mismo conocía de sobra, e intelectuales como el nefasto Maestre tendrá parte de responsabilidad en el nuevo engaño que la socialdemocracia española prepara hacia los trabajadores. Del mismo modo que los trotskistas nos prometían en los 80 ver los frutos de apoyar abiertamente las «tendencias progresistas en el PSOE».

Pero bueno, no se puede esperar nada de alguien que cita a Trotski como ejemplo de estratega, una corriente política oportunista que jamás hizo una revolución bajo su bandera. No por casualidad el trotskismo le es tan familiar al propio Iglesias, pero recordemos que el trotskismo es por definición eclecticismo, y palabrería vacía de contenido:

«Trotski, sin embargo, jamás ha tenido «fisonomía» alguna; lo único que tiene es la costumbre de mudarse, de saltar de los liberales a los marxistas y viceversa, de proferir expresiones fragmentarias y frases sonoras extraídas de aquí y allá.En Borbá no se puede encontrar ni una sola palabra de interés sobre ninguno de los problemas en debate. Resulta increíble, pero es así. (..) El problema de la «clandestinidad». Ni lo menciona. ¿La consigna de luchar por un partido abierto? Ni una palabra. ¿Las declaraciones liberales de los Ezhov y otros partidarios de «Luch» sobre las huelgas? ¿La abolición del programa sobre el problema nacional? Ni una alusión. (...) En realidad, bajo el manto de frases ultrasonoras, vacías y nebulosas, que confunden a los obreros sin conciencia de clase Trotski defiende a los liquidadores, silenciando el problema de la clandestinidad, afirmando que en nuestro país no existe política obrera liberal, etc». (Vladimir Ilich Uliánov; La desintegración del «Bloque de agosto», 1914)

«Trotski jamás ha tenido una opinión firme en un solo problema serio del marxismo, siempre «se ha metido por la rendija» de tales o cuales divergencias, pasándose de un bando a otro». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El derecho de las naciones a la autodeterminación, 1914)

Y así le pasa a los neotrotskistas del reformismo moderno, que repiten una y otra vez con la misma piedra, y justifican a sus ídolos de barro que cambian una y mil veces de posición sobre cuestiones fundamentales». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas, 2017)

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