viernes, 10 de noviembre de 2017


«¿Qué modelo de organización militar se toma al crearse los GRAPO?

Por supuesto y por encima de toda duda, se tomaría la estrategia de la Guerra Popular Prolongada (GPP) para la toma de poder:

«Todo esto obliga al Partido a tener que considerar la lucha armada no sólo desde el punto de vista de la insurrección y de la situación revolucionaria en general, sino también, y sobre todo en los aspectos de la organización del ejército guerrillero y de la estrategia de la guerra popular prolongada». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Declaración del Comité Central del PCE (r), 1984)

Pero a este modelo antimarxista se le complementaba el «foquismo urbano» de importación uruguaya:

«El diseño impuesto fue el de los «tupamaros» uruguayos. La comisión política examinó en sesión especial unos libros en los que los tupamaros teorizaban en torno a sus experiencias. Las tesis defendidas parecieron a Cerdán y a Pérez «muy correctas». A Delgado y a mí, más inseguras. ¿Cómo podía enfocar correctamente la lucha armada proletaria una facción pequeño burguesa, con tácticas inspiradas en las del Irgún sionista?». (Pío Moa; De un tiempo y de un país. La izquierda violenta (1968-1978): La oposición durante el franquismo, 2002)

Menuda mezcolanza de estrategias militares antimarxistas. Esto se traduce que al hecho de no tomar en cuenta las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución se le añadía el concepto de que la toma de poder iba a ser una lucha prolongada sin más análisis que la fe idealista en ello.

Para ellos ese concepto de guerrilla urbana y lucha prolongada por el poder era extensible como receta indispensable para todos los países europeos:

«Como dice el Proyecto de Programa-Manual del Guerrillero editado por los GRAPO: Dada la situación en que se encuentran las masas y sus organizaciones de vanguardia en los países capitalistas, sus fuerzas organizadas son actualmente inferiores con respecto a las fuerzas de la reacción y el imperialismo. Esta inferioridad se debe, principalmente, a la penuria, a la represión que sufren y a las dificultades que les impone el Estado. En tales circunstancias, sólo la lucha política de resistencia y la estrategia de la guerra prolongada de guerrillas podrán ir cambiando esa relación desfavorable por otra favorable». (Partido Comunista de España (reconstituido); El partido y la guerrilla; Texto de la Comuna Carlos Marx, Prisión de Soria, febrero de 1986)

Así, los GRAPO se basaron en las experiencias de la guerrilla urbana de inspiración trotsko-guevarista, un modelo basado en:

«La teoría de que el «pequeño motor» –los guerrilleros foquistas–, a través de estas acciones pone en marcha al «motor grande» –las masas trabajadoras– para que el engranaje de la revolución se ponga a funcionar. Tiene una afinidad con la creencia anarquista de que la «historia las hacen los héroes», negando el de la mayoría de las masas en la revolución, relegándolos a la pasividad o en el mejor caso a un papel secundario, de ahí los casos de las guerrillas foquistas y su desconexión con las masas. Así mismo se nota un desprecio por el aprovechamiento del trabajo legal bajo la excusa de la tendencia natural de la burguesía a protegerse mediante el establecimiento del fascismo. El foquismo tiende a la unilateralidad sobre dónde se debe actuar militarmente, buscando las zonas más favorables para la guerrilla. (...) La extensión de métodos de terror individual sin conexión con las masas trabajadoras como secuestros, bombas en embajadas, asesinatos selectivos o coches-bomba, nada que no hicieran también otras organizaciones también de inspiración y simpatías guevaristas como las Brigadas Rojas, la RAF, los GRAPO o la ETA». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Por qué no puede considerarse al «Che» Guevara como marxista-leninista?, 14 de marzo de 2017)

Recordemos que la propia aventura de Guevara en Bolivia se caracterizó por ejercer el terror contra los campesinos, algo que en su expedición de Bolivia le costaría a la postre el rechazo de los campesinos, la denuncia constante de la guerrilla por donde pasaban:

«Los campesinos allí eran propietarios de sus tierras desde hacía varias generaciones. Pero el hecho que contribuyó a poner a toda la población de la zona en contra de la guerrilla fue el haber dado muerte, en el primer enfrentamiento, a dos campesinos de la zona que le sirvieron de guía al Ejército, pues ambos poseían lazos de familia muy extensos con varios pobladores de la región, lo que contribuyó al mayor aislamiento de la guerrilla, pues ni un solo campesino se unió a ella. Por el contrario, hasta el final, la guerrilla fue denunciada sistemáticamente ante los uniformados. En el plano nacional, el campesinado se movilizó, pero en contra de la guerrilla. La Confederación nacional de campesinos y la Federación departamental de campesinos de La Paz, emitieron comunicados en el que anunciaban el estado de emergencia en sus filas y ofrecían su apoyo incondicional al gobierno. El 1° de abril 320 campesinos, distribuidos en 8 camiones, partieron rumbo a Camiri, para luego trasladarse a la zona de operaciones de la guerrilla. Existía un total de 1.300 milicianos perfectamente armados. De Cochabamba salieron 600 campesinos también a combatir a los subversivos». (Elizabeth Burgos; Ernesto Che Guevara y los protagonistas ausentes, 2004)

Por ello los marxista-leninistas de la época criticaron sus teorías y actitudes antimarxistas:

«No es que el Che Guevara no haya llevado a la lucha armada, sino que precisamente criticamos al Che por su teoría de la lucha armada. (...) Entendemos la lucha armada como algo contrariamente a lo que él la entendía, partiendo de una línea política correcta, dirigida por un partido marxista-leninista, el hecho de que no hubiera ningún partido marxista-leninista en su expedición de Bolivia, que tampoco existiera un frente ni relación real con las masas populares, siendo estas condiciones de la lucha armada revolucionaria. (...) La teoría y la práctica Guevara reflejar claramente la idea trotskista de la revolución. (...) La idea del Che Guevara que mediante la amenaza contra el campesinado se logra su neutralización y, posteriormente, se puede valerse de su apoyo, es errónea. El terror contra el pueblo organizado es un arma de la reacción y no de los revolucionarios». (Equipo de Bitácora (M-L); Recopilación de citas de Ernst Aust sobre la cuestión alemana y sobre el revisionismo alemán, 15 de enero de 2016)

Los GRAPO, sus conceptos y prácticas son pues sacadas de los ejemplos latinoamericano del terrorismo pequeño burgués.

Como hemos atestiguado: el PCE (r) se sentía plenamente identificado con la RAF, otro grupo inspirado en los Tupamaros y por supuesto con conocidas prácticas terroristas. Claro es que al tomar como inspiración a los tupamaros y otras guerrillas urbanas latinoamericanas, no podía esperarse demasiado de los GRAPO. Y es que el PCE (r)/GRAPO ni siquiera desarrolló sus propias teorías y por lo mismo sus propios defectos no eran ajenos al de las organizaciones que imitaban.

¿Y qué tipo de miembros ocuparían sus filas? En lo correspondiente al extracto social en el cual se basaban, un miembro de la Unidad Central Especial número 2 (UCE-2) describía a los GRAPO como una organización que:

«Tradicionalmente se han nutrido de personas provenientes de ambientes marginales, ocupas, anarquistas, y muy especialmente de los nacionalismos radicales violentos». (Informe Semanal; El ocaso de los GRAPO, 2010)

Es decir traduciendo este lenguaje policiaco, se podría decir que los GRAPO han basado sus miembros en lumpemproletariado, pequeño burgueses y algunos intelectuales, no dudando en buscar en las filas de los movimientos nacionalistas con tal de engordar sus filas. 

El perfil de cualquier miembro de este tipo de bandas terroristas es pues muy parecido, sus defectos, también, como es lógico. Echemos un vistazo a unas recientes declaraciones de un exetarra sobre el Comando Madrid de ETA de los 80, allí veremos que el perfil de personajes que anidaban en estas filas no dista de lo que vemos en los GRAPO:

a) Individualismo por delante del colectivo:

«El «yo» se anteponía al objetivo conjunto. «Idoia jamás contempló una mínima regla disciplinaria dentro de ETA», remarcaba Soares Gamboa, para dejar constancia de que su «falta de seguridad» y «su nula formalidad con la organización» pusieron en más de una ocasión en riesgo al comando Madrid. Y lo ilustraba con una anécdota gráfica. El «talde» se movilizó un día para comprobar que el objetivo se mantenía en su ruta habitual y para conocer el terreno y posibles vías de escape. Ya de regreso en el piso franco, todos habían visto al objetivo menos la Tigresa, que en el momento de su paso «se hallaba mirando un escaparate de ropa femenina». «Idoia nunca fue capaz de respetar una sola regla de seguridad en ningún sitio», incidía en su denuncia, harto de que sus «muestras de cansancio y dejadez truncaran la actividad del comando». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017)

b) Falta de disciplina y seriedad en la cuestión de la seguridad de la organización y sus miembros:

«Porque ella «realzaba» sus «espectaculares» ojos azules con «unos atractivos peinados voluminosos y una vestimenta que entendía acorde con sus características físicas» a pesar de ser alertada de que «así no podría moverse en Madrid porque llamaría la atención hasta cuando se sonara la nariz». «Costó 20 días de deliberaciones, 1.000 francos franceses para unas lentes de contacto marrones e innumerables reuniones para convencerla de que debería alterar su apariencia física; debíamos pasar desapercibidos», señalaba. «Cuando se va con la Tigresa no se viaja solo con ella sino con sus 500 formas y maneras de llamar la atención». Lo dice quien fue desterrado por la dirección de ETA a Argelia junto a la Tigresa tras ser identificados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. «Las desgracias nunca llegan solas», protestaba por este exilio conjunto». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017)

c) Gustos ideo-estéticos que varían según las modas y una concepción promiscua de la sexualidad:

«Cada vez que Idoia salía de casa con su chupa de cuero, sus ceñidos pantalones y sus treinta mil maneras de llamar la atención, arrastraba tras de sí a cerca de veinte argelinos cuya principal preocupación era reivindicar su poderío sexual, sobre todo con las europeas. ¡Así era ella, todo un prodigio de clandestinidad!», exponía en el libro el exetarra, que no ocultaba su animadversión hacia su compañera de armas. (...) Soares Gamboa detallaba algunas de las «numerosas» actitudes de la Tigresa que ponían en riesgo no solo al comando sino «a toda la infraestructura» por su dejadez y su insensato carácter. Así, por ejemplo, en una actuación en la que intervenían ambos, se dejó la pistola en casa –«¿Qué quieres que le haga? Se me ha olvidado y punto», respondió a sus reproches–. En otra ocasión, estuvo a punto de arruinar una operación por la alerta de un posible embarazo que no fue tal». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017)

d) La desesperación se torna en atentados indiscriminados:

«En el año 86 nos impusimos la consigna de hacer lo que fuera, pero hacer algo». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017) (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

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