jueves, 9 de marzo de 2017

[Bandera Roja] La integración en la democracia burguesa y la remodelación del programa político; Equipo de Bitácora (M-L), 2017

Cartel de Iº Congreso de Bandera Roja en 1990

«Para inicios de los 90 la propia dirección de Bandera Roja (BR) era visiblemente inestable en cuanto a su línea política, entonces ya naufragaba en análisis y términos ajenos al marxismo-leninismo tanto para los acontecimientos internacionales como para los nacionales.

En el ámbito internacional: cuando sucedió la caída del socialismo en Albania, nuevamente Bandera Roja no supo anticipar este fenómeno: no supo ver las graves desviaciones que se manifestaban en la política interior y exterior de Albania bajo la dirección revisionista capitaneada por Ramiz Alia, Adil Çarçani y otros. Este hecho de suma importancia –la degeneración de un partido en el poder–, la no identificación y la no denuncia del proceso, demuestra que Bandera Roja no fue más que otro partido que realizó un simple seguidismo de la obra de Enver Hoxha por moda y sentimentalismo, pero que no comprendía en realidad su obra y doctrina marxista-leninista. Tras la muerte de Enver Hoxha en Bandera Roja hubo un seguidismo ciego a las políticas de Ramiz Alia –como hizo el PCE (marxista-leninista) de España o el PC ML de Colombia–, quien por aquel entonces precisamente estaba destrozando el legado de su predecesor y precipitando al país a la restauración del capitalismo y a una gran crisis política social y económica. La situación en Albania no solo llevó a la restauración del capitalismo sino hasta la propia disolución del partido en el poder y su refundación en un partido socialdemócrata. Hay que señalar que entre otras cosas esto fue posible por la falta de internacionalismo proletario de los pretendidos marxista-leninistas que en su mayoría no se dieron cuenta de este proceso y no ayudaron al pueblo albanés. Cuando este formalismo de disolución del partido comunista en Albania ocurrió, los seguidistas de la política de Ramiz Alia entraron en pánico. Este fue el caso de gran parte de los miembros de Bandera Roja:

«Esto como decimos ocurrió a bastantes partidos marxista-leninistas, que bajo la presión del imperialismo y el derrumbe del bloque revisionista soviético agitaron como nunca la bandera del anticomunismo con lo que se dieron por aludidos y se desesperaron, cuando no tendrían que sentir ninguna pena ni sentirse culpabilidad porque ellos no se identificaban con ese esperpento de teorías y prácticas de un capitalismo disfrazado de socialismo. Por otro lado la crisis y caída de Albania, el último régimen socialista de por entonces, causó un gran desánimo, por el hecho de para algunas personas no tener un país socialista de referencia les hacía sentirse desamparados, creían que la lucha acababa sin esa referencia, lo que les hacía buscar países socialistas donde no los había, una sensación que les ayudaba a sentirse que su lucha no estaba sola, que no había acabado, pero una actitud del todo estúpida, porque el partido, en tanto que marxista-leninista había combatido a tales países por su política capitalista-revisionista, y de hecho los regímenes con los que se acercaron –por mucho que mantuvieran la pose– lejos de corregir sus desviaciones las habían profundizado, lo que iba a causar una pérdida de credibilidad en la organización. Debemos decir que el «campo socialista» existe y existirá mientras existan partidos e individuos que porten las ideas y las luchas del marxismo-leninismo. La causa del socialismo y el comunismo no puede ser enterrada, ni el retroceso y degeneración de un partido o país puede hacer cambiar la actitud irreconciliable de salvaguardia y aplicación de los principios. Esto demuestra que estas actitudes es la consecuencia de que en estos partidos existían personas débiles de espíritu y mente, personas que no pueden estar a la cabeza de una dirección, pues son volubles a los acontecimientos, vacilantes, no fiables». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

Bandera Roja ni mucho menos realizó un análisis de las causas de la caída de Albania ni de la degeneración de la gran mayoría de partidos marxista-leninistas coetáneos de la época con los que había tenido contactos. He aquí una prueba de ello:

«Muchos otros partidos en cambio se sumaron a la denuncia en coro del revisionismo chino por la evidencia de las pruebas históricas y presentes del revisionismo chino, pero negaron en cambio otra evidencia histórica: que el revisionismo chino había penetrado en su propio partido durante años, que muchos de sus miembros habían estado influenciados por sus conceptos y teorías –y eso incluía una denuncia superficial del revisionismo–. A veces no negaban pero si infravaloraban este pasado: con ello se logró que la incompleta incluso a veces falsa «autocrítica» maoísta de estos partidos, y en parte significó un factor que a la postre influenciaría en la degeneración de estos partidos e incluso en su liquidación, ejemplo de esto sería el Partido Comunista de Canadá (Marxista-Leninista) de Hardial Bains, el Partido Comunista de Gran Bretaña (marxista-leninista) de Reg abedul, el Partido Comunista Revolucionario de Gran Bretaña (Marxista-Leninista) de David Williams o el Partido Comunista Brasileño de João Amazonas. (…) Conocidos por su adhesión coyuntural y oportunista a la denuncia del maoísmo mientras se ocultaba y distorsionaba la relación histórica de su partido con el maoísmo. El primero acabaría defendiendo el revisionismo cubano, el segundo acabaría defendiendo al revisionismo soviético, el tercero acabaría reconciliándose con el revisionismo coreano y cubano, el cuarto directamente acabaría incluso reconciliándose con el revisionismo chino». (Equipo de Bitácora (M-L); El maoísmo solapado de Reconstrucción Comunista (RC) es una negación de las luchas y lecciones de los marxista-leninistas, 2016)

Es más, la muestra de que Bandera Roja no esbozó ningún análisis marxista-leninista sobre estas dos cuestiones tan importantes, la prueba de que iba a hacer como si nada hubiera pasado, fue adherirse a la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas (CIPOML), una internacional de partidos fundada en 1994 que reunía a toda la podredumbre oportunista y a la mayor parte de los responsables del debacle de los partidos marxista-leninistas en los años anteriores, los cabecillas que habían aprobado ciegamente la política de Ramiz Alia hasta el último minuto. Incluso entre estos partidos la unión era meramente formal ya que cada partido –como sigue ocurriendo hoy en día– apoya a una u otra corriente pasada o presente del revisionismo moderno:

«La CIPOML es un centro donde reina el formalismo y el liberalismo, hartamente conocido por dedicarse a conferencias, declaraciones conjuntas de sus miembros donde enuncian cuatro cosas sin ahondar demasiado en la cuestión –por miedo a equivocarse teóricamente o perder influencia– y sin la necesidad de aplicar estos principios y tareas que dicen enunciarse –muestra de ello es que cada partido tiene un concepto diferente sobre los mismos temas–, dando la apariencia de que hacen algo significativo, aunque por sus propios documentos se ve claramente que no hacen nada relevante. Igualmente algo que salta a la vista es la poca preparación teórica de los dirigentes de los respectivos partidos donde eluden realizar análisis –o si lo hacen pasan de puntillas– en torno a cuestiones políticas pasadas o presentes, incluyendo cuestiones de la propia historia del movimiento comunista internacional y de sus partidos, dejándonos en la incógnita de su posición sobre algunas cuestiones o de como explican algunos fenómenos importantes, dedicándose más bien a meras declaraciones cortas donde intentan no pillarse los dedos ni disgustar a nadie como decimos, sumado alguna ocasional cita de algún clásico del marxismo-leninismo. (...) El Partido Comunista Marxista Leninista de Venezuela que pese a recitar formalmente varios de los principios marxista-leninistas sufre en cambio una ausencia de trabajo con las masas y alimenta ilusiones sobre el viejo revisionismo soviético y alemán, o como el abiertamente revisionista Partido Comunista de España (marxista-leninista) que sufre de un legalismo y republicanismo burgués, además de un apoyo a revisionismos como el cubano. Es esta una plataforma en la que cualquiera que se diga marxista-leninista y firme un par de declaraciones y que mande mensajes de solidaridad, puede decirse miembro de la misma, no existiendo unidad ideológica ni corroboración del cumplimiento de las demandas ideológicas». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

Por no mencionar ya el deleznable hecho de que en la Conferencia fundacional de Quito de 1994 no se realizó un análisis sobre la caída del socialismo en Albania: ¿y a quién correspondía esta evaluación sino a los pretendidos «marxista-leninistas»? Tampoco se dijo una sola palabra sobre el legado de Enver Hoxha y se pasó en silencio sobre su figura: ¿y quién precisamente ayudó a muchos de estos partidos en sus difíciles inicios? Esto demostraba que el revisionismo es desagradecido. Años después muchos estos partidos intentarían empezar a reivindicar de nuevo a Enver Hoxha de cara a la galería para ganarse la simpatía de los verdaderos marxista-leninistas del mundo. ¡«A buenas horas mangas verdes»! ¡Menudo acto de cinismo!

La mayoría de elementos sin formación, sentimentalistas y arribistas prefirieron –como era normal por su carácter– incorporarse o apoyar este fantoche de desfiles de simbología y fraseología pseudocomunista de la CIPOML, desconociendo o ignorando adrede que los fracasos recientes eran debido precisamente a seguir con el circo de simbología y fraseología sin ningún análisis de la línea ideológica establecida, sin ver si esa línea era compatible con los principios marxista-leninistas que decían defender, y sin reflexionar si los malos resultados recientes y la nula influencia en la población tenían conexión con la línea y en qué momento se desviaron.

En la política nacional Bandera Roja no había sabido aprovecharse para atraer a las masas trabajadoras en una situación de crisis económica y fragilidad gubernamental, de debilidad del sistema del bipartidismo o puntofijismo, de un periodo de protestas, huelgas y manifestaciones, y en definitiva de una gran efervescencia en la agudización de la lucha de clases como fue el Caracazo de 1989.

Después de veinte años de su fundación, Bandera Roja decide realizar un hecho histórico para su partido. ¡¡¡Celebrar el Iº Congreso de Bandera Roja en 1990!!! Esto nos da una idea de hasta qué punto la dirigencia había podido cooptar –colocar a dedo– a los miembros a la dirección sin tener que rendir ningún tipo responsabilidades, ya que no había ningún organismo electivo que decidiera la elección de los miembros. Esto históricamente se ha visto en organizaciones variopintas como es el caso del FSLN en Nicaragua:

«En el caso del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN): debido a su espontaneísmo no celebró una reunión, o un congreso fundacional, ¡pero de hecho tampoco celebró ningún congreso ni durante la época de lucha contra Somoza ni tampoco cuando estuvo en el poder! Su primer congreso llegaría un año después de la pérdida de poder en 1991. Si echamos cuentas, vemos como durante 31 años, desde 1960 a 1991, el FSLN no celebró ni un solo congreso. ¡Y todavía tenían el descaro de decir que se regían por el centralismo democrático! Como vemos, en el FSLN se vio la clásica ausencia de una sana democracia interna y del ejercicio de crítica y autocrítica bolchevique, la extensión de un régimen partidario de cooptaciones en las elecciones en lugar de una elección de todos y cada uno de los miembros de las altas esferas por los miembros del partido en conferencias legales y oficiales. La prolongación «ad infinitum», de un régimen guerrillero de partido dirigido por una camarilla ligada y dependiente de los líderes guerrilleros, la cual no rendía cuentas más que a sí misma, algo que puede ser algunas veces fenómenos temporales o en un periodo de guerra pero imperdonable sobre todo con el partido en el poder gubernamental. Esto redundó en una castración de toda crítica a la dirección y la creación base de un mesianismo propagandístico que alumbraba y defendía las actuaciones de la dirección sin objeción alguna. ¿Estos eran fenómenos de una peculiaridad específica e inherente solo al FSLN y al revisionismo nicaragüense? Como cualquier otra desviación, el FSLN solo repetía el camino ya recorrido por otros revisionismos. Estos fenómenos son algo que pueden ser detectados en todos los revisionismos imaginables». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?; Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio de 2015)

Bandera Roja a inicios de la década también pasa a participar en los dos intentos desesperados de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, en el de febrero como el de noviembre de 1992, lo que demuestra su incapacidad de convencer a los trabajadores y de plegarse a intentos putschistas tan característicos en América Latina:

«En nuestra opinión, la teoría de que la revolución la hacen unos cuantos «héroes», representa un peligro para el marxismo-leninismo, particularmente para los países de Latinoamérica. En su continente del Sur existen grandes tradiciones revolucionarias, pero, como acabamos de señalar, también hay otras que son revolucionarias en apariencia, pero que en realidad no siguen la verdadera línea de la revolución. ¡Cualquier putsch que se perpetra allí es considerado como una revolución! Pero jamás un putsch puede ser una revolución, porque el lugar de la camarilla derrocada pasa a ocuparlo otra, es decir que todo sigue igual que antes. A los núcleos de las corrientes antimarxistas que existen aún en el seno de los viejos partidos, partidos que se han puesto al servicio de la contrarrevolución, se ha sumado en la actualidad otra corriente a la que calificamos de aventurerismo de izquierda». (Enver Hoxha; El puño de los comunistas marxista-leninistas debe también golpear enérgicamente el aventurerismo de izquierda, como engendro del revisionismo moderno, 21 de octubre de 1968)

Para el lector que no esté familiarizado entre la diferencia entre una revolución y un golpe de Estado, decimos:

«La insurrección armada revolucionaria no tiene nada en común con los putschs militares. La primera tiene por objetivo lograr cambios políticos radicales; destruir el viejo régimen desde sus cimientos. Los segundos no conducen ni pueden conducir al derrocamiento del régimen de opresión y explotación o a la liquidación de la dominación imperialista. La insurrección armada se basa en el apoyo de las amplias masas populares, mientras que el putsch es expresión de la desconfianza en las masas, de la separación de ellas. Las tendencias putschistas en la política y en la actividad de un partido que se hace llamar partido de la clase obrera constituyen una desviación del marxismo-leninismo. De acuerdo con las condiciones concretas de un país y con la situación en general, la insurrección armada puede ser un estallido repentino o un proceso revolucionario más largo, pero no sin fin y sin perspectiva. (...) Ateniéndose sin vacilar a las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre la revolución violenta como ley general, el partido revolucionario de la clase obrera es resuelto adversario del aventurerismo y jamás juega con la insurrección armada. Desarrolla sin cesar pues, en todas las condiciones y circunstancias, diversas formas de lucha y actividad revolucionarias a fin de prepararse a sí mismo y preparar a las masas para las batallas decisivas en la revolución, para poner fin a la dominación de la burguesía mediante la violencia revolucionaria. Pero, sólo cuando la situación revolucionaria está por completo madura, pone directamente la insurrección armada al orden del día y adopta todas las medidas políticas, ideológicas, organizativas y militares para llevarla a la victoria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Bandera Roja y sus integrantes jamás comprendieron la cuestión de la toma de poder desde un punto de vista marxista-leninista: pasaron de métodos guevaristas, a métodos maoístas, y de estos al clásico putschismo, y de este poco a poco al pacifismo y la legalidad burguesa mediante el reformismo parlamentarista. En pocos sitios se puede una evolución tan variopinta y lamentable como esta en torno a las cuestiones de toma del poder político.

Debido en gran parte a los acontecimientos nacionales e internacionales las muestras de pánico en Bandera Roja se tradujeron pronto en las famosas polémicas internas de 1992. En aquel año se produjo de nuevo otra escisión:

«De esos frentes salió la segunda división de Bandera Roja (BR) en el año 1992 cuando una cantidad de sus cuadros desertaron hacia la Coordinadora Nacional Revolucionaria (CNR) cuyo brazo estudiantil, el Movimiento Juvenil Ezequiel Zamora (MJEZ) era otro frente de Bandera Roja (BR) en los liceos de educación media perdiendo BR esos frentes. (CNR y MJEZ)». (Bandera Roja; Historia de Bandera Roja, 2012)

Esta escisión fue debida en los fundamental a que la dirección no supo cerrar filas en momentos de dificultad, no supo leer los acontecimientos internacionales –como la degeneración de los partidos marxista-leninistas–, no supo detectar a los elementos más inestables y realizar un trabajo con ellos –o expulsarlos en caso de ser insalvables–, y sobre todo no había hecho un trabajo previo con los militantes de formación y temple ideológico –algo imposible pues se alimentaban por ejemplo figuras y mitos revisionistas–, por todo ello podemos concluir nuevamente que de nuevo la dirección tuvo una responsabilidad directa e ineludible en las causas de esta nueva escisión.

Finalmente en mayo de 1994, debido a que la influencia de Bandera Roja era prácticamente nula se decide cambiar de estrategia y se renuncia oficialmente a la lucha armada como método de autodefensa o de toma del poder:

«Durante el segundo gobierno de Rafael Caldera (1994) optamos por abandonar cualquier forma de acción armada, legalizamos nuestro partido y lanzamos todos los esfuerzos en la vinculación con las luchas de masas, en el crecimiento de nuestras filas y en la promoción de alternativas unitarias para conjugar fuerzas de los sectores progresistas, democráticos y revolucionarios». (Bandera Roja; Historia de Bandera Roja, 2012)

En cambio: se toma y acepta la legalidad burguesa y se rehace el programa para hacerlo más aceptable a ojos de la burguesía y así obtener su beneplácito y poder participar dentro de la democracia burguesa mediante la legalización del partido:

«En mayo de 1994, la militancia del partido Bandera Roja (BR) decidió disolver el Frente Guerrillero Américo Silva y varias columnas de guerrilleros bajaron de la montaña y en un acto simbólico entregar las armas. A partir de este momento, el Partido Bandera Roja (BR) acentúa su trabajo político en sus dos frentes legales, los cuales usaba para captar Cuadros y Militantes, eran estos la Unión de Jóvenes Revolucionarios (UJR), y el Movimiento por la Democracia Popular (MDP)». (Bandera Roja; Historia de Bandera Roja, 2012)

Esto ocurre en un momento no casual, pues coincide con el momento en que en Latinoamérica se sucede la claudicación de varias presuntas organizaciones marxista-leninistas, el ejemplo más cercano es el caso del vecino PCE ML de Colombia. Así mismo varias organizaciones de distintas y variadas ideologías pequeño burguesas habían hecho gestos similares:

«Abandonar la lucha en un compromiso deshonroso para integrarse en el aspecto político de la democracia parlamentaria democrático-burguesa como partido político, como los casos del FMLN en El Salvador, Sendero Luminoso en Perú, Tupamaros en Uruguay, el MIR en Chile o ETA en España. Así es la historia». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

Contrastemos con sus propios textos de los 70 esta renuncia a la «violencia revolucionaria» de Bandera Roja implementada desde 1994:

«El Partido ha definido que la única vía para la toma del poder es la guerra revolucionaria popular. Esta es la piedra angular de nuestra estrategia. Al hacer esta conclusión no nos inspira el deseo de la violencia y la guerra sobre absurdos análisis. Estamos conscientes de la responsabilidad y los grandes riesgos que tal definición implica para los revolucionarios y el pueblo, sin embargo, cuando recurrimos a la lucha armada sabemos que es inevitable como lucha revolucionaria para enfrentar la opresión de las clases reaccionarias y el imperialismo. La revolución es algo que va madurando en la conciencia de las grandes masas como respuesta a la política terrorista que lanzan los explotadores y, como afirmamos antes, el llamado, preparación y desarrollo de la lucha armada está determinado por condiciones históricas que hacen necesarias su aplicación contra las tiranías y el despotismo del Estado burgués; contra la dominación que aumenta cada día para transformarnos en colonia imperialista y agobiar cada vez más nuestros países». (Bandera Roja; Entrevista Concedida a la Revista CAUSA ML por Una Delegación del Comité Político Nacional del Partido Bandera Roja de Venezuela, 1979)

¡Es decir la dirección de Bandera Roja no solo ha traicionó los principios del marxismo-leninismo y a su pueblo, sino a la historia de su propio partido!

La necesidad del brazo armado del partido es una de las condiciones indispensables para temblar y convencer al proletariado en sus propias experiencias, así como prepararle en la captura del poder:

«Unas lecciones para los revolucionarios que deseen acabar con el capitalismo y crear una sociedad socialista: el proletariado no toma las armas para abandonarlas al ganar una mejora en las condiciones laborales dejando todavía intacta la explotación asalariada, ni toma las armas para reivindicar mayores derechos y la abandona cuando se prometen dentro del marco democrático burgués y bajo la atenta mirada de la burguesía y sus cuerpos represivos; el proletariado debe tomar las armas para hegemonizar el proceso de emancipación social de las clases trabajadoras y eliminar la propiedad privada que da luz a la explotación del hombre por el hombre, debe alzarse para derruir el viejo orden político parlamentarista y crear el nuevo poder popular de los soviets que de una verdadera participación político real a las masas trabajadoras, combinando el poder legislativo con el ejecutivo, siendo así dueñas de su destino; y cuando estas dos funciones se lleven a cabo se podrá llevar a cabo la expansión de una verdadera cultura proletaria a la nueva sociedad!». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)». (Equipo de Bitácora (M-L); Bandera Roja y MVTC: Un repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Bandera Roja, y una exégesis sobre la deserción del MVTC y su disolución en Bandera Roja, Enero 2017)

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