«La respuesta es clara: el proletariado no podrá alcanzar el socialismo mediante la conciliación con la burguesía; indefectiblemente tiene que emprender el camino de la lucha, y ésta debe ser una lucha de clases, la lucha de todo el proletariado contra toda la burguesía. ¡O la burguesía con su capitalismo, o el proletariado con su socialismo! Esta debe ser la base de la acción del proletariado, la base de su lucha de clase.
Ahora bien, la lucha de clase del proletariado reviste formas muy diversas. Lucha de clase es, por ejemplo, la huelga, lo mismo la parcial que la general. Lucha de clase es, indudablemente, el boicot, el sabotaje. Lucha de clase son también las manifestaciones, la participación en los organismos representativos y otros, lo mismo si son parlamentos centrales que órganos de la administración autónoma local. Todo ello son formas distintas de una y la misma lucha de clase. No vamos a esclarecer aquí cuál de estas formas tiene más importancia para el proletariado en su lucha de clase; nos limitaremos a señalar que a su debido tiempo y en su debido lugar cada una de ellas es indudablemente necesaria para el proletariado, como medio indispensable del desarrollo de su conciencia de clase y de su organización. Y la conciencia de clase y la organización son para el proletariado tan necesarias como el aire. Pero se debe observar también que todas estas formas de lucha no son para el proletariado más que medios preparatorios, que ninguna de estas formas, tomada por separado, es el medio decisivo que ha de permitir al proletariado destruir el capitalismo. No se puede destruir el capitalismo exclusivamente con la huelga general: la huelga general sólo puede preparar algunas condiciones para destruir el capitalismo. Es inconcebible que el proletariado pueda derrocar el capitalismo por su mera participación en el parlamento: con ayuda del parlamentarismo pueden únicamente ser preparadas algunas condiciones para el derrocamiento del capitalismo.
¿Cuál es, pues, el medio decisivo que ha de permitir al proletariado derrocar el régimen capitalista?
Este medio es la revolución socialista.
Las huelgas, el boicot, el parlamentarismo, las manifestaciones, todas estas formas de lucha son buenas como medios que preparan y organizan al proletariado. Pero ni uno solo de estos medios puede destruir la desigualdad existente. Es necesario que todos ellos se concentren en un medio principal y decisivo; el proletariado necesita alzarse y emprender un ataque decidido contra la burguesía, para destruir el capitalismo hasta sus cimientos. Este medio principal y decisivo es, precisamente, la revolución socialista.
No se puede considerar la revolución socialista como un golpe inesperado y fugaz; es una lucha prolongada de las masas proletarias, que van derrotando a la burguesía, arrebatándole sus posiciones. Y como la victoria del proletariado será al propio tiempo el dominio sobre la burguesía vencida, como durante el choque de la clases la derrota de una clase significa el dominio de la otra, la primera fase de la revolución socialista será el dominio político del proletariado sobre la burguesía. La dictadura socialista del proletariado, la conquista del Poder por el proletariado: he ahí por donde debe comenzar la revolución socialista.
Y esto quiere decir que mientras la burguesía no haya sido completamente vencida, mientras no le sean confiscadas sus riquezas, el proletariado debe, indefectiblemente, tener a su disposición una fuerza militar, debe, indefectiblemente, disponer de su propia «guardia proletaria» –como el proletariado de París durante la Comuna–, para rechazar con su ayuda los ataques contrarrevolucionarios de la burguesía agonizante.
La dictadura socialista del proletariado es imprescindible para que con su ayuda
el proletariado pueda expropiar a la burguesía, para que con su ayuda pueda confiscar a
toda la burguesía de la tierra, los bosques, las fábricas, las máquinas, los ferrocarriles,
etc.
La expropiación de la burguesía: he aquí a lo que debe conducir la revolución socialista.
Tal es el medio principal y decisivo que ha de permitir al proletariado derrocar el régimen capitalista moderno.
Por eso Karl Marx decía ya en 1848:
«El primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante. El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante». (Karl Marx y Fiedrich Engels; Manifiesto Comunista, 1948)
He aquí el camino por el que debe ir el proletariado, si quiere realizar el socialismo.
De este principio general derivan todas las demás concepciones tácticas. Las huelgas, el boicot, las manifestaciones y el parlamentarismo tienen importancia tan sólo en la medida en que contribuyen a organizar al proletariado, a fortalecer y ampliar sus organizaciones para llevar a efecto la revolución socialista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; ¿Anarquismo o socialismo?, 1906)
Ahora bien, la lucha de clase del proletariado reviste formas muy diversas. Lucha de clase es, por ejemplo, la huelga, lo mismo la parcial que la general. Lucha de clase es, indudablemente, el boicot, el sabotaje. Lucha de clase son también las manifestaciones, la participación en los organismos representativos y otros, lo mismo si son parlamentos centrales que órganos de la administración autónoma local. Todo ello son formas distintas de una y la misma lucha de clase. No vamos a esclarecer aquí cuál de estas formas tiene más importancia para el proletariado en su lucha de clase; nos limitaremos a señalar que a su debido tiempo y en su debido lugar cada una de ellas es indudablemente necesaria para el proletariado, como medio indispensable del desarrollo de su conciencia de clase y de su organización. Y la conciencia de clase y la organización son para el proletariado tan necesarias como el aire. Pero se debe observar también que todas estas formas de lucha no son para el proletariado más que medios preparatorios, que ninguna de estas formas, tomada por separado, es el medio decisivo que ha de permitir al proletariado destruir el capitalismo. No se puede destruir el capitalismo exclusivamente con la huelga general: la huelga general sólo puede preparar algunas condiciones para destruir el capitalismo. Es inconcebible que el proletariado pueda derrocar el capitalismo por su mera participación en el parlamento: con ayuda del parlamentarismo pueden únicamente ser preparadas algunas condiciones para el derrocamiento del capitalismo.
¿Cuál es, pues, el medio decisivo que ha de permitir al proletariado derrocar el régimen capitalista?
Este medio es la revolución socialista.
Las huelgas, el boicot, el parlamentarismo, las manifestaciones, todas estas formas de lucha son buenas como medios que preparan y organizan al proletariado. Pero ni uno solo de estos medios puede destruir la desigualdad existente. Es necesario que todos ellos se concentren en un medio principal y decisivo; el proletariado necesita alzarse y emprender un ataque decidido contra la burguesía, para destruir el capitalismo hasta sus cimientos. Este medio principal y decisivo es, precisamente, la revolución socialista.
No se puede considerar la revolución socialista como un golpe inesperado y fugaz; es una lucha prolongada de las masas proletarias, que van derrotando a la burguesía, arrebatándole sus posiciones. Y como la victoria del proletariado será al propio tiempo el dominio sobre la burguesía vencida, como durante el choque de la clases la derrota de una clase significa el dominio de la otra, la primera fase de la revolución socialista será el dominio político del proletariado sobre la burguesía. La dictadura socialista del proletariado, la conquista del Poder por el proletariado: he ahí por donde debe comenzar la revolución socialista.
Y esto quiere decir que mientras la burguesía no haya sido completamente vencida, mientras no le sean confiscadas sus riquezas, el proletariado debe, indefectiblemente, tener a su disposición una fuerza militar, debe, indefectiblemente, disponer de su propia «guardia proletaria» –como el proletariado de París durante la Comuna–, para rechazar con su ayuda los ataques contrarrevolucionarios de la burguesía agonizante.
La dictadura socialista del proletariado es imprescindible para que con su ayuda
el proletariado pueda expropiar a la burguesía, para que con su ayuda pueda confiscar a
toda la burguesía de la tierra, los bosques, las fábricas, las máquinas, los ferrocarriles,
etc.
La expropiación de la burguesía: he aquí a lo que debe conducir la revolución socialista.
Tal es el medio principal y decisivo que ha de permitir al proletariado derrocar el régimen capitalista moderno.
Por eso Karl Marx decía ya en 1848:
«El primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante. El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante». (Karl Marx y Fiedrich Engels; Manifiesto Comunista, 1948)
He aquí el camino por el que debe ir el proletariado, si quiere realizar el socialismo.
De este principio general derivan todas las demás concepciones tácticas. Las huelgas, el boicot, las manifestaciones y el parlamentarismo tienen importancia tan sólo en la medida en que contribuyen a organizar al proletariado, a fortalecer y ampliar sus organizaciones para llevar a efecto la revolución socialista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; ¿Anarquismo o socialismo?, 1906)
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