jueves, 17 de marzo de 2016

Los naxalitas y sus 50 años de «Guerra Popular Prolongada»; Equipo de Bitácora (M-L), 2016

[Nota: Publicado originalmente en 2020. Reditado y ampliado.]

«Hace años los maoístas nos bombardeaban con las grandísimas «experiencias guerrilleras» de Perú, Nepal e India, de las cuales teníamos mucho que aprender. ¿Y bien? ¿Qué ha quedado hoy de tanto entusiasmo? Lo cierto es que las dos primeras guerrillas ya han claudicado y se integraron en el régimen reaccionario democrático-burgués de sus respectivos países, justo como hicieron las guerrillas liberales-tercermundistas tipo FARC-EP o como hizo hace no mucho las bandas nacionalistas como ETA o IRA; estos grupos pasan en tiempo récord del aventurerismo y el terrorismo al cretinismo parlamentario y el legalismo burgués. ¡Milagros del oportunismo! Pero no desesperen, los naxalitas en la India continúan su «Guerra Popular Prolongada» (GPP) la cual empezaron hace más de cinco décadas. Para haber sido santificada la GPP como la estrategia militar, parece que hemos de esperar un poco más en recibir sus frutos. Cual agricultor primerizo y manipulable, nuestro reconstitucionalista medio no se da cuenta de que si su semilla no crece puede que igual deba revisar la regularidad del riego, el tipo de arado, la exposición al sol o quizás, hasta debe mirar si la planta que quiere cultivar es apta para el tipo de tierra y clima. Pero para nuestro empecinado agricultor neomaoísta esto no es una opción, él con su fe inusitada en la GPP intentará hacer crecer su olivo en el Ártico, porque así se lo dijo el mercachifle maoísta que un día vendió tal producto. Y ya sabemos cómo es el ego y el orgullo del ser humano, más vale inventar todo tipo de excusas que reconocer un error: ¡el hecho de que has sido estafado!

La alianza de RC con los «maoístas críticos» y participación en el Colectivo Proletario Internacionalista (CPI)

Pero no han sido los únicos engañados. La prueba de que este grupo, RC, estuviese tan curtido ideológicamente –tal y como ellos mismos pregonaban–, y que la organización ya «hubiera roto con el revisionismo», no impidió que haya sido –y haya seguido siendo– «blanda» con la corriente del revisionismo chino, venerándola junto a otras agrupaciones maoístas:

«Los Naxalitas son un ejemplo a seguir, un faro de luz en tiempos de absoluta destrucción del movimiento comunista, una luz de esperanza para todos los pueblos oprimidos, un ejemplo de lucha contra el imperialismo». (Reconstrucción Comunista; Con los Naxalitas hacia el socialismo en la India, 2011)

La tragicomedia de nuestros amigos «antirevisionistas» llegó hasta el punto de hacer piña con otros «maoístas críticos»: aquellos que proclaman que pese a «las críticas injustas a Stalin y contar con la burguesía nacional para construir el socialismo, Mao es un gran marxista-leninista» y que «hay que superar la nefasta polémica de Mao y Hoxha». Algunas de estas organizaciones son Odio de Clase, el PC (AP) de Chile, entre otros grupos. RC mostraba orgulloso como compartía espacio y causas con estos colectivos (*).

«La Importancia de la Guerra Popular en la India, por OdC, palabras que desde la RSA apoyamos plenamente. Desde la perspectiva histórica del Movimiento Comunista Internacional, el proceso revolucionario que vive La India tiene una importancia que, desde el Colectivo Odio de Clase (ODC), no dudamos en calificar de muy importante. (...) De este modo, el PCI (Maoísta) se ha convertido en un auténtico faro para todos los revolucionarios y comunistas del mundo». (RSA Madrid; Acto Guerra Popular India, 2011)

En esta época RC participó en el folclore maoísta mundial de apoyo a la guerrilla naxalita de la India (*)::

«El próximo día 1 de julio de 2013 coincidiendo con el aniversario del asesinato del camarada Azad, dirigente del Partido Comunista de la India (Maoísta), una serie de organizaciones comunistas han convocado una Jornada Internacional de Apoyo a la Guerra Popular en la India. Desde Odio de Clase y Reconstrucción Comunista mostramos nuestro apoyo a dicha Jornada Internacional, independientemente de las diferencias políticas que podamos mantener con los organizadores, pues pensamos que sumar fuerzas y aunar esfuerzos en el apoyo a la Guerra Popular en la India va en beneficio en primer lugar del proceso revolucionario que se desarrolla en la India y en segundo lugar del avance de la revolución proletaria en todo el mundo. (...) El avance de la Revolución en la India es una demostración práctica de que la revolución es posible y así mismo es una refutación en los hechos de las prácticas reformistas y revisionistas que no buscan transformar la sociedad sino hacer más tolerable la opresión y legitimar el estado reaccionario». (Comunicado y cartel conjuntos del Colectivo Odio de Clase y Reconstrucción Comunista en apoyo de la Guerra Popular en la India, 2013)

Este apoyo a los maoístas indios también llevó a RC a integrarse dentro del llamado Colectivo Proletario Internacionalista (CPI), una plataforma maoísta nacida con:

«La finalidad de impulsar una actividad continuada de apoyo, solidaridad e información del proceso revolucionario que se desarrolla en la India. (...) Siguiendo a Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao trabajan por extender la Revolución Proletaria Mundial». (Colectivo Proletario Internacionalista; Declaración del Comité Proletario Internacionalista, 2011)

¡Vaya! La actividad inicial de nuestros «antirevisionistas» los llevó a realizar un gran esfuerzo activo de propaganda en favor del maoísmo y sus mitos, desde luego.

Las luchas internas en RC entre fracciones e individuos maoístas

Esa blandenguería hacia el revisionismo chino y sus diferentes expresiones a lo largo del globo llevaron a la organización a ser vulnerable a la «infiltración» de otros grupos maoístas de España, como el Partido Comunista de España (reconstituido). Esta última cuestión jamás fue explicada con detenimiento. Lo que no puede descartarse es que se tratara de un chivo expiatorio para que la dirección pudiera lavarse las manos por su apoyo abierto al maoísmo y decidiese expulsar a una fracción maoísta que no comulgaba con la dirección. 

Poco después RC lanzó su famosa autocrítica sobre su apoyo abierto al maoísmo en tiempos recientes. Fue una autocrítica falsa y pseudohistórica, hecha para salir del paso:

«No queremos decir que en algún momento hayamos reconocido a Mao o parte de su obra. Bien es cierto que en el periodo en que trabajamos con el CPI nos relacionábamos con grupúsculos maoístas existentes. En paralelo sufrimos el entrismo trotskista del PCE (r), partido putrefacto, que intentó montar una fracción para adueñarse de nuestra entonces organización. El CPI realizaba principalmente tareas de solidaridad internacional, especialmente con los naxalitas de la India, sobre los que debemos admitir que nos dejamos llevar por el aventurerismo maoísta, apoyándolos como si de comunistas se tratasen». (Revista de Acero; Algunos aspectos sobre nuestra posición histórica frente al maoísmo, 2015)

¿Qué decían en 2013 de Mao? ¡Recomendaban sus textos y lavar su imagen! Véase RSA Madrid-RC: «Documento del PCCh de Mao acerca del falso comunismo» de 2012 o «Los llamados excesos de Mao Tse Tung» de 2012.

De esta «autocrítica» ya vemos el cariz hipócrita de sus integrantes.

Primero: ahora dicen que «en ningún momento» han reconocido a «Mao o parte de su obra», pero sus escritos y declaraciones previos a 2015, como hemos podido ver, decían lo contrario. ¡Hasta hemos visto en sus propias publicaciones como decoraban sus actos con retratos de Mao Zedong!

Segundo: este grupo reconoció que había estado haciendo el juego al maoísmo y, por tanto, al revisionismo dentro de la CPI. Esto es correcto, aunque no explica «qué epifanía» les revelo lo que debía ser clarividente para cualquier marxista-leninista desde los años 80. Esto deja entrever que quizá las querellas personales con otros grupos maoístas primaran por encima de las diferencias ideológicas en sí. Todo esto, claro está, sin olvidar la documentación inédita sobre el maoísmo que solo han podido obtener de Bitácora (M-L).

La teoría oportunista según la cual el «maoísmo en ocasiones puede ser revolucionario» 

Más tarde, RC pasó a reconocer que fue un error calificar a los revisionistas naxalitas de comunistas, pero subrayando que RC apoyaba a la guerrilla maoísta naxalita, ya que, atendiendo a su rocambolesca lógica, conforman un grupo revolucionario. Así, RC ignora deliberadamente a los verdaderos comunistas del país, que siempre han sido perseguidos por estos últimos:

«Los naxalitas son revolucionarios, como ciertos maoístas en casos determinados. Pero, al igual que la burguesía, su potencial revolucionario se acaba llegando un momento, en que pasan a engrosar las filas de la reacción». (Revista de Acero; Algunos aspectos sobre nuestra posición histórica frente al maoísmo, 2015)

Nos preguntamos como puede ser revolucionario, en el sentido marxista, un movimiento ecléctico y reaccionario como el maoísmo, que lastró la construcción del socialismo en China. Estamos hablando de la misma corriente antistalinista que hizo piña con Jruschov y Tito, destruyendo la unidad del movimiento comunista. La misma que rogaba a los estadounidenses la entrada de España en la OTAN y la CEE en conversaciones privadas. La misma que ignoró los asesinatos de militantes antifacistas por parte de los franquistas. La misma que apoyaba a Pinochet, Mobutu, Marcos y compañía.

RC desconoce la historia de los naxalitas, así como la de sus acciones. El movimiento naxalita surge, como otros tantos levantamientos campesinos, como respuesta a la propiedad de la tierra; así como también a otras contradicciones propias de la Índia, como el sistema de castas. Pero la causa naxalita no tiene diferencias –no en lo esencial– con los grupos liberales y su vinculación con la cuestión de la tierra en los países Latinoamericanos; grupos que también han empleado las armas para defenderse y alcanzar sus objetivos, aunque siempre desde posiciones tercermundistas, es decir, nacionalistas y socialdemócratas, y buscando la integración en el régimen burgués. Véase la obra: «Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia» de 2016.

El máximo referente ideológico del movimiento naxalita en sus inicios, Charu Majumdar, llegó a declarar que:

«Quienes sueñan con la revolución en la India por el camino de la Revolución de Octubre, aunque son revolucionarios, no pueden dirigirla eficazmente debido a su actitud doctrinaria. No entienden el significado de las luchas del campesinado y como resultado, sin darse cuenta, se convierten en propagandistas del economicismo entre los obreros. (...) La experiencia de la lucha de clases debe ser verificada a través de la luz del Marxismo-Leninismo Pensamiento Mao Zedong». (Charu Majumdar; Es luchando contra el revisionismo que la lucha campesina tendrá que llevarse adelante, 1967)

Según él, su movimiento se acomoda a la visión de la lucha de clases de los bolcheviques y adopta la del revisionismo chino, conocida por su óptica conciliadora con la burguesía nacional, conocida por renegar del proletariado como clase social que lidera la lucha contra la burguesía, etc.

Debido a que el movimiento naxalita está dirigido y es sostenido por una infinidad de grupúsculos revisionistas, en su mayoría de corte maoísta, sería un caos explicar la línea política de cada uno de ellos, pero para mostrar una prueba del tipo de partido y programa que tienen, veamos lo que dice el Partido Comunista de la India (Marxista-Leninista) formado en 2005 de la unión de varias organizaciones maoístas:

«Los desarrollos históricos de las condiciones concretas de nuestro país en el presente estado de la revolución es la nueva democracia. El PCI (M-L) sostiene el Marxismo-Leninismo Pensamiento Mao Zedong como su ideología guía». (Partido Comunista de la India (Marxista-Leninista); Informe del Comité Central, 2007)

En la declaración del Partido Comunista de la India (Maoísta), se dice:

«El objetivo inmediato y el programa del partido maoísta será continuar y completar la revolución de nueva democracia en la India, que ya se está desarrollando y avanzando, como parte de la revolución proletaria mundial, mediante el derrocamiento del sistema semicolonial y semifeudal bajo la forma neocolonial de gobierno indirecto, explotación y control». (Partido Comunista de la India (Maoísta); Comunicado de prensa, 21 de septiembre de 2004)

Es decir, todos los maoístas de la India, de una corriente u otra, apuestan por lo mismo. Para quien no lo haya entendido aún, el concepto y programa de «nueva democracia» supone:

La negación de la clase obrera en la revolución:

«¿Qué es el régimen constitucional de nueva democracia? Es la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias sobre los colaboracionistas y reaccionarios. Alguien dijo una vez: «Si hay comida, que la compartan todos». Me parece que esto puede servir de metáfora ilustrativa de la nueva democracia. Puesto que la comida debe ser compartida por todos, es inadmisible que un solo partido, grupo o clase ejerza la dictadura». (Mao Zedong; Sobre el régimen constitucional de nueva democracia; Obras Escogidas; Tomo II, enero de 1940)

La promoción del capitalismo nacional:

«Reconocer que el modo capitalista de producción es el método más progresista en la China actual, y que la burguesía, sobre todo la pequeña burguesía, representa los elementos sociales y la fuerza política comparativamente más progresistas en la China actual. (...) Así, la política del partido no es el debilitamiento del capitalismo y la burguesía, o el debilitamiento del campesino rico y sus fuerzas productivas, sino el fortalecimiento de la producción capitalista». (Partido Comunista de China; Decisión del Comité Central sobre las políticas de las tierras en las bases de apoyo antijaponesas, 28 de enero de 1942)

La estrategia de toma de poder que siguen los naxalitas indios –misma estrategia que ha incapacitado la toma de poder– es la conocida dentro del maoísmo como «Guerra Popular Prolongada» («GPP»), la cual hemos analizado en otros documentos. Véase el capítulo: «Adopción de la Guerra Popular Prolongada (GPP) como método de toma de poder» de 2017. 

La GPP maoísta a la luz del marxismo-leninismo

Su líder Majumdar decía sobre ello:

«El Presidente Mao Zedong ha enriquecido más este camino señalado por Lenin. Ha enseñado las tácticas de la guerra popular. (...) De este modo, es su responsabilidad organizar el movimiento campesino y elevar esa lucha a la etapa de la lucha armada. El sector avanzado de la clase obrera tendrá que ir al campo a participar en la lucha armada. Esta es la principal tarea de la clase obrera. (...) No entienden el significado de las luchas del campesinado y como resultado, sin darse cuenta, se convierten en propagandistas del economicismo entre los obreros. Es luchando contra el revisionismo que la lucha campesina tendrá que llevarse adelante». (Charu Majumdar; Es luchando contra el revisionismo que la lucha campesina tendrá que llevarse adelante, 1967)

Si bien atacaba a los marxista-leninistas indios tildándolos de «doctrinarios» y de «esquemáticos» de la Revolución Bolchevique de 1917 por querer organizar a la clase obrera en las ciudades y lanzarse a la insurrección en ellas, en otros escritos, curiosamente, elevaba la estrategia militar del maoísmo de la GPP a axioma general. ¡¡¡Proponiéndola como único camino para todos los países!!!:

«Después de la segunda revolución —la Gran Revolución China— la revolución en todos los países sólo puede triunfar tomando el camino de la guerra popular». (Charu Majumdar; Avanzar evaluando las experiencias de la lucha revolucionaria del campesinado en la India, 1969)

El Partido Comunista de la India (Maoísta) también suscribe esta soberana estupidez:

«Se librará y se completará la revolución mediante una guerra revolucionaria agraria armada, es decir, una guerra popular prolongada, en que la toma del poder por la fuerza de las armas es la tarea principal y central, cercando las ciudades desde el campo y al final capturándolas. El campo y la guerra popular prolongada seguirán siendo el «centro de gravedad» del trabajo del partido, y el trabajo en las ciudades será complementario». (Partido Comunista de la India (Maoísta); Comunicado de prensa, 21 de septiembre de 2004)

En los años 80, los maoístas españoles también proponían seguir esta misma estrategia:

«La estrategia de guerra popular prolongada fue una de las grandes aportaciones de Mao Zedong al marxismo-leninismo, que tiene un carácter universal al ser aplicable tanto a los países tercermundistas como a las grandes metrópolis imperialistas». (Partido Comunista de España (reconstituido); Diccionario ideológico)

La llamada «GGP» es una estrategia militar que hemos analizado en diversas ocasiones. Pero, a modo de resumen para aquellos lectores que no están familiarizados con el término, ¿qué fenómenos se pueden observar en la famosa «GPP» cuando se ha tratado de aplicar como regla universal prescindiendo del contexto chino? 

1) Querer seguir la estrategia de la Guerra Popular Prolongada supone ignorar las condiciones objetivas y subjetivas de cada revolución, siguiendo la imposición del dogma según el cual esta siempre será larga y prolongada. De este modo se niega el desarrollo particular de la revolución en cada país. Huelga decir que una revolución puede ser una acción súbita y rápida o una pugna prolongada. 

2) La ciudad queda relegada a ser una mera expectadora de los acontecimientos o, en el mejor de los casos, a ser el furgón de cola de la contienda por el poder, que se desarrollaría, según el maoísmo, en zonas más favorables para la guerrilla, como la montaña, la selva o el campo. Así se abandonan la zona económica de mayor relevancia para la revolución socialista, la urbe, y la clase más revolucionaria, el proletariado, a su suerte. 

3) Hay un carácter putschista y voluntarista en el concepto de la toma de poder. La GPP tiene en consideración que, pese a mantener movimientos militares defensivos en la primera etapa de la misma, este primer destacamento de «héroes» guerrilleros encenderá la chispa que «prenderá toda la pradera», ocasionando la participación del total de la población. En realidad, y por norma general, nunca se desarrolla una conexión real con la mayoría de los trabajadores al no existir una agitación y propaganda política que recoja sus intereses inmediatos y finales. 

4) A esto se suma la visión de que se ha de realizar el «cerco de las ciudades desde el campo» ya no solo a nivel nacional, sino a escala universal; que la revolución transitará de los países agro-industriales a los países desarrollados industrializados. Toda organización que sigue los lineamientos del tercermundismo, pues, se baña en este esquema geopolítico.

5) La guerrilla acaba controlando toda la actividad política, económica y cultural de las «regiones liberadas», inclusive por encima del partido. Los actos de represión, e incluso terrorismo contra las masas se vuelven comunes a causa del aislamiento y el rechazo. El enemigo acaba cercando a las partidas guerrillas y estas, al no poder ser asistidas por zonas seguras, acaban siendo liquidadas por la superioridad en número y calidad del enemigo. 

La estrategia político-militar de los revisionistas chinos fue ampliamente criticada por los marxista-leninistas de todas las épocas. Especial mérito tuvo en su momento Stalin, cuando advirtió de los peligros de dicha teoría a los múltiples dirigentes asiáticos que intentaron replicar el modelo maoísta. En una carta al Partido Comunista de Indonesia (PCI), Stalin haría una serie de recomendaciones:

«Continuando con las cuestiones tácticas, el documento aconseja que el camino de la «revolución armada, esto es, la guerra de guerrillas en el campo, es el único camino que puede conducir a la victoria. Ciertamente la experiencia china muestra que el método de guerra de guerrillas, con la creación de áreas liberadas controladas por la guerrilla y la organización en esas áreas de un ejército de liberación nacional, debe ser reconocido como un método oportuno para un país tan atrasado como Indonesia. Pero el problema es que, en las condiciones indonesias, los métodos aplicados en China, solo pueden ser aplicados con sustanciales modificaciones.

Primero, el éxito del uso de los métodos de la guerra de guerrilla es predicado sobre la existencia de un gran país con un gran número de bosques y zonas montañosas localizadas fuera de los ferrocarriles y las ciudades. Indonesia posee estas condiciones en una manera limitada.

Segundo, incluso si los comunistas capturasen un área liberada por la guerrilla y establecen allí un ejército de liberación nacional, sin embargo, el área solo representaría una isla en todo el estado, esta isla podría ser rodeada fácilmente por el enemigo porque no tendría un apoyo sólido alrededor suyo. Los comunistas chinos encontraron un sólido apoyo en Manchuria apoyados por el hermano Estado Soviético, con lo que el enemigo perdió la oportunidad de cercarlos. Indonesia representa un grupo de islas rodeadas por mares, y los camaradas indonesios no podrían ser apoyados en cualquier parte.

Así las condiciones específicas de Indonesia limitan para los indonesios el uso del método de la guerra de guerrillas, el método de la «revolución armada».

¿Cuál es la solución? El camino está en complementar el método de la guerra de guerrillas con el método de la actividad revolucionaria por la clase obrera en las ciudades y centros industriales, con el método de todas las luchas económicas y huelgas políticas, las cuales paralizaran la actividad del gobierno reaccionario, y son un certero apoyo para la guerra de guerrillas en el campo. El camino consiste en la combinación de estos dos métodos.

Por ello, es absolutamente imposible desestimar la importancia del trabajo político y de organización entre la clase obrera, más que eso, es absolutamente necesario en todos los posibles caminos ganar la mayoría de la clase obrera, recordando que la actividad del partido entre los obreros no es menos importante que la actividad entre el campesinado y las guerrillas». (Proyecto de respuesta del Secretario General soviético (Iósif Stalin) a la carta de Partido Comunista de Indonesia, enero de 1951)

Uno: señalando la diferencia primero entre una guerra de guerrillas –también llamada guerra partisana–, y una lucha armada en su sentido más amplio, que incluye tanto una guerra de guerrillas de campesinos en el campo, montaña o monte, como huelgas y levantamientos de obreros, es decir, una combinación de lucha en la ciudad y el campo. Habiendo una consiguiente limitación para quienes utilizasen solo una de las posibilidades:

«Stalin: En cuanto a la lucha armada, se debe decir que los chinos no hablaron de la lucha armada, sino que hablaron de revolución armada. Lo consideraban una guerra partisana con las regiones liberadas y con un ejército de liberación. Esto significa que es necesario hablar de la revolución armada y guerra partisana y no de la lucha armada. La expresión «lucha armada» fue mencionada por primera vez en los periódicos de la Kominform. La lucha armada significa más que una guerra partisana, significa la combinación de guerra partisana del campesinado y huelgas generales y levantamientos de los obreros. En su escala, una guerra partisana es más estrecha que una lucha armada». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

Dos: señalando las desventajas e inconsistencia de una guerra de guerrillas campesina si no es asistida por un Estado vecino amigo:

«Stalin: ¿Qué es una región partisana liberada? Es completamente una isla en el Estado, no hay ninguna parte trasera en esta región, puede estar rodeada, bloqueada; no tiene parte trasera sobre la que pueda apoyarse. Eso es lo que sucedió en Yan'an, fue rodeado y los chinos salieron de ese lugar con grandes bajas. Esto hubiera continuado durante mucho tiempo si los comunistas chinos no hubieran decidido cruzar a Manchuria. Al mudarse a Manchuria, mejoraron rápidamente su propia posición, encontraron una retaguardia en forma de Estado amistoso. No era ahora una isla, era algo así como una península que descansaba en la URSS en un extremo. Después de esto, Chiang Kai-shek perdió la posibilidad de rodear a los partisanos chinos. Y solo después de esto, mientras los chinos descansaban, tenían la posibilidad de pasar a la ofensiva de Norte a Sur. Tal es la historia. ¿Qué extraemos de esto? La guerra partisana de los campesinos es un asunto serio y una gran adquisición para la revolución. En esta área, los chinos hicieron nuevas contribuciones en la práctica revolucionaria, particularmente para los países atrasados. Por supuesto, cada comunista en un país donde los campesinos constituyen entre un 80 a un 90% de la población; está obligado a aplicar este método en su arsenal en sus luchas. Esto es indudable, pero también a partir de esta experiencia de los camaradas chinos, se deduce que la guerra partisana de las regiones liberadas presenta grandes desventajas. Estas desventajas son que las regiones partisanas son islas que siempre están expuestas a un bloqueo. Solamente es posible romper este anillo victoriosamente creando una base estable, ligada y apoyada a un Estado vecino amigo y estableciendo en este Estado una parte trasera estable. Los chinos tomaron este paso sensible al asentarse en Manchuria. Si no hubiesen hecho esto no sé cómo habrían terminado las cosas. En la guerra partisana, uno no tiene la fortaleza suficiente para alcanzar la victoria. La guerra partisana conlleva a una victoria sin falta solamente si se basa en lazos con estado vecinos amigables. Es altamente característico que hasta que los camaradas chinos alcanzaron Manchuria, no deseaban atacar, temiendo que fueran cercados; fue sólo hasta después de esta situación que comenzaron a planificar su avance y comenzaron a obtener victorias en contra de las tropas de Chiang Kai-shek. Debemos tener en cuenta estas desventajas de la guerra partisana». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

Tres: señalando que con la más que obvia desconexión con la ciudad de la teoría maoísta de toma de la poder, Iósif Stalin recomendaba a los comunistas indios que, a diferencia de la guerra de guerrillas campesinas del revisionista Mao Zedong, desarrollaran lazos entre los campesinos y los obreros, entre la ciudad y el campo, forjando no una guerra de guerrillas llevada a cabo unilateralmente por los campesinos, sino una lucha armada completa, una insurrección armada en todo su esplendor desarrollada en el campo y la ciudad:

«Stalin: ¿Necesitáis una guerra partisana? Indudablemente sí.

¿Habrá regiones liberadas y un ejército de liberación nacional?

Vosotros tendréis tales regiones y posiblemente también tal ejército, pero esto es insuficiente para obtener la victoria. Necesitáis combinar la guerra partisana con las acciones revolucionarias de los obreros. Sin ello, la guerra partisana por sí sola no tendrá éxito. Si los camaradas indios pueden organizar seriamente huelgas generales de los obreros ferroviarios, eso paralizará la vida del país y el gobierno, podría probarse como una ayuda enorme para la guerra partisana. Tomen al campesino, por ejemplo; y díganle esta es tu guerra partisana y tienes que lucharla. Entonces, el campesino preguntará: ¿por qué debe esta lucha agotadora recaer solo en mí? ¿Qué harán los obreros? Ellos no estarán de acuerdo en que debe tomar solos todo el peso de la revolución. Son lo suficientemente inteligentes. Ellos son conscientes y saben que todo lo malo proviene de las ciudades, de los impuestos, etc. Querrán un aliado en las ciudades.

 Si le dices que soportaría el peso de la lucha junto con los obreros, ellos entenderán y lo aceptaran. Tal fue el caso con nosotros en Rusia. Es necesario llevar a cabo el trabajo no solo entre los campesinos, no solo para crear destacamentos partisanos, sino también para llevar a cabo un trabajo intenso entre la clase obrera, luchar por su confianza y ganar la mayoría entre ella, es necesario contar con destacamentos armados entre los obreros, preparar las huelgas de los obreros, de los ferroviarios y tener destacamentos de obreros en las ciudades.

Cuando estas dos corrientes se conectan, la victoria puede considerarse segura. Sabéis que en Rusia durante 1905 el zar se rindió a la gente, le dio la Duma y una gama de otras libertades. El zar se vio obligado a retirarse.

¿Qué provocó tal terror en el zar? ¡Las huelgas de los obreros ferroviarios! La capital fue cortada del resto del país, los ferroviarios solo dejaron ingresar en Petrogrado las delegaciones de los obreros y no permitieron la entrada a bienes ni a ninguna otra cosa.

La importancia de las huelgas de los obreros ferroviarios fue muy grande en la revolución y esto ayudó a los destacamentos partisanos.

Luego, el trabajo entre las guarniciones, entre los soldados. En 1917, habíamos llevado a cabo propaganda entre los soldados en la medida de extender que toda la guarnición estuviese de nuestro lado.

¿Qué trajo a los soldados? La cuestión de la tierra. Era un arma tal que ni siquiera los cosacos, que eran los guardias pretorianos del zar, pudieron resistirse. Para llevar a cabo la política correcta, uno puede sembrar un estado de ánimo revolucionario y evocar diferencias dentro de los círculos reaccionarios.

El camino chino fue bueno para China, pero no es suficiente para la India donde es necesario combinar la lucha proletaria en las ciudades con la lucha de los campesinos. Algunos piensan que los camaradas chinos están en contra de tal combinación. Esto es incorrecto. ¿Habría estado descontento Mao Zedong si los trabajadores de Shanghai se hubieran declarado en huelga cuando su ejército se fue a Nanking, o si los obreros hubieran saboteado las fábricas de armamentos? Por supuesto que no. Mao Zedong hubiese estado feliz si los obreros ferroviarios hubiesen realizado una huelga laboral y Chiang Kai-shek hubiese sido privado de la posibilidad de recibir proyectiles, pero hubo una ausencia en las relaciones con los obreros: fue una necesidad dolorosa más no ideal. 

Dange: Casi convertimos la teoría de la guerra partisana en una teoría que no requiere de la participación de la clase obrera. 

Stalin: Si Mao Zedong se enterase de esto, los maldeciría. (Risas)». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

Cuatro: la guerra partisana, la guerra de guerrillas como tal, tiene una importancia menor en los países desarrollados, mayor en los subdesarrollados: 

«Stalin: También me preguntas, bajo qué condiciones se podría emprender una guerra partidista. En los países capitalistas avanzados, la guerra partidista puede no tener gran importancia, aquí los partidarios son rápidamente secuestrados. Un significado especialmente importante se atribuye a la guerra partisana en los países de desarrollo medio y atrasado. Por ejemplo, es muy difícil iniciar una guerra partidista en los Estados Unidos o en Alemania. Aquí esencialmente hay muchas ciudades grandes, una red ferroviaria desarrollada, regiones industriales y los partisanos en estas condiciones son inmediatamente capturados». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

Quinto: se señala la maduración tanto de condiciones objetivas como subjetivas para el levantamiento armado:

«Stalin: Es necesario que el partido se fortalezca y oriente la lucha de masas en la dirección necesaria y, a veces, incluso detenga a las masas. ¿Cómo empezamos en 1917?

Teníamos muchos simpatizantes en el ejército, en la flota, teníamos los soviets de Moscú y Leningrado. Sin embargo, restringimos el movimiento insurreccional de los obreros. Presentaron la demanda de expulsar al Gobierno Provisional. Pero esto no entró en nuestros planes, pues la guarnición de Leningrado no estaba en nuestras manos. En julio de 1917, los obreros de la principal fábrica de Putilov, donde trabajaban entre 40 y 50.000 personas, comenzaron manifestaciones en las que se unieron los marineros y soldados. Exigieron el derrocamiento del Gobierno Provisional y acudieron con estas demandas al edificio de la Comité Central. Los contuvimos porque sabíamos que no se habían hecho todos los preparativos para el serio levantamiento que habíamos planeado. El factor objetivo para el levantamiento existió, cuando las masas avanzaron, pero el factor subjetivo del levantamiento no existió, el partido aún no estaba listo.

La cuestión del levantamiento se puso en marcha en un mes, en septiembre de 1917. Decidimos organizar el levantamiento, pero fue ultrasecreto. No publicamos nada sobre esto. Cuando Kamenev y Zinoviev, miembros del Politburó, se expresaron en forma impresa contra el levantamiento, considerándolo aventurero, Lenin los declaró traidores y dijo que habían entregado nuestros planes al enemigo. Por lo tanto, nunca ha de gritarse el levantamiento, de lo contrario el elemento inesperado en el levantamiento se pierde.

Aquí el camarada Rao dice: id ante la gente y pregúntales sobre el levantamiento armado. Esto nunca se hace, nunca clamas por tus planes, os arrestarán a todos. Supongamos que el campesino dice: sí, necesitamos un levantamiento. Pero esto todavía no significa que debamos seguir a la gente y ponernos a la zaga de la gente. Liderazgo significa que uno tiene que llevar a su propia gente. La gente a veces dirá que está lista para un levantamiento, tomando como punto de partida los hechos y eventos de su propia región, pero no desde el punto de vista de todo el país en conformidad con la posibilidad general del levantamiento. Esta cuestión debe ser decidida por el Comité Central». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

En cosecuencia, todos aquellos maoístas y filomaoístas que exclaman que la «GPP» es la prueba de la superioridad del maoísmo frente al marxismo-leninismo, o que se trata de un aporte estratégico-militar al marxismo-leninismo sin parangón, viven en una realidad diametralmente opuesta a la real. La «GPP» ni es una estrategia militar proletaria exitosa, ni es un aporte universal al marxismo-leninismo, ni mucho menos fue bendecida por Stalin como método recomendable para el resto de países. Más bien al contrario: la tipificó como una estrategia limitada para países atrasados que pudo resultar exitosa por el factor de ayuda externa. Por no decir que esta «innovadora aportación», la guerra de guerrillas, es en realidad una estrategia antiquísima. ¿O es que acaso la resistencia en el entorno rural, la estrategia de desgaste, de aguijoneamiento, sabotaje, etc. fueron puestas en práctica por primera vez por los maoístas? ¿Cuál fue exactamente su aportación? ¿Hemos de recordar las Guerras Lusitanas del Siglo II aC, la Resistencia galesa en el siglo XII, la Guerra de Arauco del siglo XVI o la Guerra de la Independencia Española del siglo XIX?

La crítica de Enver Hoxha y los albaneses a la GPP toma como cuerpo la misma crítica que Stalin, tuviesen o no conocimiento los albaneses de dicha crítica:

«De acuerdo con las condiciones concretas de un país y con la situación en general, la insurrección armada puede ser un estallido repentino o un proceso revolucionario más largo, pero no sin fin y sin perspectiva, como preconiza la «teoría de la guerra popular prolongada» de Mao Zedong. Si se hace una confrontación entre las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre la insurrección armada revolucionaria y la teoría de Mao Zedong sobre la «guerra popular», aparece claramente el carácter antimarxista, antileninista, anticientífico de esta teoría. Las enseñanzas marxista-leninistas sobre la insurrección armada se basan en la estrecha concatenación de la lucha en la ciudad y en el campo bajo la dirección de la clase obrera y de su partido revolucionario.

Oponiéndose al papel dirigente del proletariado en la revolución, la teoría maoísta considera el campo como la única base de la insurrección armada y descuida la lucha armada de las masas trabajadoras en las ciudades. Preconiza que el campo debe mantener asediada a la ciudad, que es considerada como el reducto de la burguesía contrarrevolucionaria. Esto es una expresión de desconfianza en la clase obrera, es una negación de su papel hegemónico». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Advirtiendo sobre los rasgos de las nuevas organizaciones maoístas, Hoxha diría:

«La insurrección armada revolucionaria no tiene nada en común con los putschs militares. La primera tiene por objetivo lograr cambios políticos radicales; destruir el viejo régimen desde sus cimientos. Los segundos no conducen ni pueden conducir al derrocamiento del régimen de opresión y explotación o a la liquidación de la dominación imperialista. La insurrección armada se basa en el apoyo de las amplias masas populares, mientras que el putsch es expresión de la desconfianza en las masas, de la separación de ellas. Las tendencias putschistas en la política y en la actividad de un partido que se hace llamar partido de la clase obrera constituyen una desviación del marxismo-leninismo. (…) Ateniéndose sin vacilar a las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre la revolución violenta como ley general, el partido revolucionario de la clase obrera es resuelto adversario del aventurerismo y jamás juega con la insurrección armada. Desarrolla sin cesar, en todas las condiciones y circunstancias, diversas formas de lucha y actividad revolucionarias a fin de prepararse a sí mismo y preparar a las masas para las batallas decisivas en la revolución, para poner fin a la dominación de la burguesía mediante la violencia revolucionaria. Pero, sólo cuando la situación revolucionaria está por completo madura, pone directamente la insurrección armada al orden del día y adopta todas las medidas políticas, ideológicas, organizativas y militares para llevarla a la victoria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Cualquier revolucionario no intoxicado por la propaganda maoísta conoce de sobras el carácter de la guerrilla maoísta de los naxalitas como para poder afirmar que el grupo no solo no se trata de uno marxista-leninista, sino que ni siquiera puede ser considerado revolucionario. Tras décadas practicando métodos terroristas que, como en otros movimientos históricos, se han cobrado más vidas de trabajadores ajenos al conflicto que de miembros de los cuerpos represivos, siendo que las masas populares a las que intentan captar llegan, como mucho, a declarar que «toleran» su presencia –en gran parte debido al miedo que infunden–. En una encuesta realizada en 2010, durante el auge de la insurgencia naxalita, un 58% de los 521 encuestados declaró que prefería a los naxalitas por encima del gobierno. Ahora bien, más de dos tercios de los encuestados llegó a declarar que: 

«Claramente la población de las zonas afectadas no está totalmente cómoda con los métodos Naxalitas. La pregunta sobre cuál era la razón que explicaba su fuerza en estas regiones es muestra de que poca gente la atribuye únicamente a su popularidad, siendo que una mayoría consideraba que se debía al miedo o a una combinación entra aprobación y miedo. El que a pesar de esta ambivalencia haya una visión comprensiva de los naxalitas no es más que otra muestra de la búsqueda desesperada del pueblo para encontrar cualquier medio capaz de sacudir el estado». (The Times of India; 58% in AP say Naxalism is good, finds TOI poll, 2010)

Según las cifras oficiales del gobierno indio en 2006, 11.575 personas perecieron desde el inicio del conflicto: 6.377 civiles, 2.285 miembros de las fuerzas de seguridad y 2.913 guerrilleros. Si vemos la actividad del año siguiente:

«Las actividades terroristas han costado la vida a 949 civiles y 346 miembros de las fuerzas de seguridad en la India entre enero y octubre de 2007, según datos gubernamentales». (Listin Diario; Terrorismo causa 949 muertes civiles y 346 de fuerzas de seguridad en 2007, 28 de noviembre de 2007)

Según datos más recientes:

«Según un informe presentado en el Senado indio, al menos 1.922 personas han muerto en los últimos tres años por la violencia maoísta, entre ellas 1.179 civiles, 432 miembros de las fuerzas de seguridad y 311 guerrilleros». (EFE; Cuatro muertos en el cuarto ataque maoísta en dos días en la India, 15 de abril de 2015)

Tres años después, el Ministro de Interior, Lok Sabha, declaraba 576 incidentes militares relacionados con grupos de «extrema izquierda», 90 civiles muertos, 47 miembros de las fuerzas del gobierno y 1.034 detenciones de los grupos de «extrema izquierda». Véase el reporte del Gobierno de la India: «Cuestión N.1.113 a responder el 24 de julio» de 2018.

Los clásicos del marxismo-leninismo ya debatieron con variadas corrientes las inconsistencias del terrorismo y sus consecuencias:

«Los socialistas-revolucionarios se afanan por defender el terrorismo, cuya inutilidad ha demostrado de modo tan patente la experiencia del movimiento revolucionario ruso, declarando que lo admiten solo junto a la labor entre las masas y que, por ello, no les atañen los argumentos que los socialdemócratas rusos han esgrimido para refutar la conveniencia –y la han refutado para largo– de este método de lucha. Se repite algo muy parecido a su actitud ante la «critica». No somos oportunistas, gritan los socialistas- revolucionarios; pero, al mismo tiempo, relegan al olvido el dogma del socialismo proletario, tomando por base únicamente la crítica oportunista, y ninguna otra. No repetimos los errores de los terroristas, no distraemos a nadie de la labor entre las masas, aseguran los socialistas-revolucionarios; pero, al mismo tiempo, recomiendan celosamente al partido actos como el asesinato de Sipiaguin por Balmashev, aunque todo el mundo sabe y ve muy bien que este acto no ha tenido –ni podía tener, por la forma en que ha sido realizado– ninguna relación con las masas, que quienes lo han cometido no confiaban ni contaban con ningún apoyo o acción concreta de la multitud. Los socialistas-revolucionarios no advierten ingenuamente que su inclinación al terrorismo está unida con el más estrecho vínculo causal al hecho de haberse encontrado desde el primer momento, y de seguir encontrándose, al margen del movimiento obrero, sin tratar siquiera de convertirse en el partido de una clase revolucionaria que sostiene su lucha de clase. Los votos fervorosos obligan con mucha frecuencia a ponerse en guardia y desconfiar de la veracidad de lo que necesita un condimento picante. Y cuando leo las aseveraciones de los socialistas-revolucionarios de que con el terrorismo no relegan la labor entre las masas, recuerdo con frecuencia estas palabras: ¿cómo no se cansan de jurar? Porque quienes hacen esas afirmaciones se han apartado ya, y siguen apartándose, del movimiento obrero socialdemócrata –que de veras pone en pie a las masas–, asiéndose a fragmentos de teorías, cualesquiera que sean». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Aventurerismo revolucionario, 1902)

En países como la India, esta inclinación fue refutada personalmente por Stalin, sobre todo en torno a asesinatos selectivos:

«Camarada Stalin: Ustedes preguntan si la organización del partido puede hacerse responsable de la sentencia de muerte de un miembro del partido sobre el cual han surgido dudas sobre su devoción. No puede. Lenin siempre pensó que la más alta forma de castigo el cual el Comité Central del partido puede aplicar es la expulsión del mismo. Pero, cuando el partido llega al poder y algunos de sus miembros rompen las leyes de la revolución, entonces el gobierno ejerce la fiscalización como su responsabilidad. Uno puede deducir a partir de algunos de sus documentos que los camaradas frecuentemente se inclinan al lado del terror individual en relación con el enemigo. Si nos preguntan sobre esto a nosotros, los camaradas rusos, entonces nosotros debemos decirles que entre nosotros el partido siempre está entrenado en aras de negar el terror individual. Si nuestra propia gente lucha en contra de los dueños de las tierras y este es asesinado en una escaramuza, nosotros no consideraríamos eso como terror individual ya que las masas participaron en el hecho. Si el partido mismo organiza grupos terroristas para que estos asesinasen al propietario de la tierra y esto se hace sin la participación de las masas, entonces nosotros siempre estaremos en contra de esto ya que no apoyamos el terror individual. Tales operaciones activas de terror individual cuando las masas están en condición pasiva, mata el espíritu de la actividad misma de las masas y aún más, juzgaran los asuntos de la siguiente manera: no nos podemos adentrar en esta actividad cuando son los héroes quienes trabajarán en nuestro nombre. Por lo tanto, hay unos héroes por un lado y por el otro lado la muchedumbre quien no participa en la lucha. Desde el punto de vista del entrenamiento y la organización de la actividad de las masas, tal punto de vista es peligroso. En Rusia existió tal partido, el Partido Social-Revolucionario, que tuvo grupos especial para aterrorizar a los principales ministros. Siempre nos mantuvimos en contra de este partido. Este partido perdió todo crédito entre las masas. Nosotros estamos en contra de la teoría de los héroes y la muchedumbre». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 8 de febrero de 1951)

Entonces, si observamos tanto el programa político-económico como las tácticas y métodos para llegar al poder de los naxalitas, es fácil ver que no sólo están en las antípodas del marxismo, sino que no son revolucionarios. Como los viejos anarquistas, populistas, y eseristas de Rusia se basan, además, en el campesinado como fuerza motriz y en el terrorismo como metodología.

En India esta estrategia tampoco ha dado sus frutos:

«Las bajas reportadas por las fuerzas de seguridad involucradas en operaciones antinaxalitas también han experimentado una disminución del 10,7%, de 75 en 2013 a 67 en 2018. Sin embargo, el número de cuadros naxalistas activos eliminados ha aumentado en un 65,4%, de 136 en 2013 a 225 en 2018». (Express news; 26,7% de disminución de la violencia naxalita: informe del Ministerio del Interior, 2919)

Hasta los analistas que en parte simpatizan algunos aspectos del movimiento, están obligados a reconocer que su época de mayor influencia ya ha pasado, y que pese a sus acciones armadas esporádicas, no son un problema serio para el gobierno indio:

«Como señalábamos en el punto anterior y se refleja en esta tabla [muertes en la guerra de los naxalitas contra el Estado Indio], vemos cómo los grupos naxalitas han perdido influencia. Su éxito anterior se debe en gran medida a la estructura paralela al estado que han organizado, supliendo con efectividad necesidades básicas de carácter sanitario, alimentario, educativo e incluso de infraestructura, en cuanto a potabilización de agua o canalización. Esto ha sido posible, como decíamos, por la influencia ejercida en algunas zonas de difícil acceso para el gobierno; pero las operaciones militares han despojado a los guerrilleros maoístas de su capacidad de acción política. Como podemos ver, es mucho más reducida de lo que podía parecer, y la mayoría de analistas coinciden en que, pese a lo que dijera el presidente Singh en 2009 calificándolos como «la mayor amenaza interna para la seguridad del país», después de estas acciones y éxitos coordinados de las fuerzas del estado, no se pueden seguir considerando un verdadero problema para el gobierno indio». (Alberto Llopis; Introducción a la cuestión naxalita, 2018)

Diversas organizaciones maoístas son conocidas en todo el mundo por el reformismo y las ilusiones basadas en el parlamentarismo y el legalismo burgués. Suelen participar o apoyar a facciones de la burguesía nacional en lo que llaman gobiernos «antiimperialistas y progresistas». También suelen unirse en las coaliciones electorales de la «izquierda constitucionalista» –es decir la «izquierda domesticada»–. Pero suelen tener más notoriedad, a causa de la propaganda de sus seguidores, o la publicidad de los medios de comunicación, las organizaciones maoístas que practican el revisionismo armado, aunque lo más sonado sean sus actos terroristas y sus claudicaciones finales, con su posterior aceptación e introducción de la democracia burguesa. Perú es el perfecto ejemplo con los senderistas. Perú es el ejemplo perfecto con los senderistas. Véase el capítulo: «El desenlace del Presidente Gonzalo y Sendero Luminoso; otro mito maoísta que toca fondo» de 2017.

Nepal es el ejemplo más reciente de esta última expresión. Es por ello que el maoísmo de cualquier parte del mundo –dependiendo de la corriente maoísta y su idiosincrasia propia– no aspira ni siquiera a cumplir un rol revolucionario:

«Recordamos cuando hace unos pocos años algunos maoístas y filomaoístas sacaban pecho por la guerrilla del PCUN (M) en Nepal cuando todos los marxista-leninistas habían dicho entonces –y como siempre– que una guerrilla de tipo maoísta a lo máximo que puede aspirar es a desarrollar o colaborar en una guerra de liberación nacional de tipo anticolonial; y que si llega a tomar el poder o entrar en coalición realizar algunas reformas antifeudales y antiimperialistas –aunque para acabar ligándose a otro imperialismo–, pero nunca una revolución antiimperialista completa y la revolución socialista.

Tiempo después, cuando se empezaron a ver las típicas vacilaciones maoístas que se concretizaban en este proceso –con su idiosincrasia propia– achacaban que la no resolución ni siquiera de las cuestiones anticoloniales y antifeudales, y la no transición al socialismo era debido a una traición de Prachanda –el líder del partido–.

Hay que ser o muy iluso o un gran sofista para afirmar eso en serio. ¿Qué era lo que propagaba Prachanda para su país y su «revolución» desde el principio? Promoción de la propiedad privada, ligazón a otros imperialismos –como la China socialimperialista– para desarrollar las fuerzas productivas, renuncia al papel de vanguardia del partido comunista –en una coalición con multitud de organizaciones burguesas y pequeño burguesas– sumado a un multipartidismo y coexistencia con las clases explotadoras; ¡¿y acaso en qué se diferencia esto con el programa de Mao Zedong de la «nueva democracia»?! En nada, y cualquiera que haya estudiado las obras de Mao Zedong y el desarrollo en la práctica de China, se puede dar cuenta de esto.

Esto demuestra de nuevo, que el hecho de que un grupo tome las armas no significa que este grupo sea marxista-leninista, ni siquiera revolucionario. La burguesía o la pequeña burguesía –al igual que otras clases en el pasado– ha tomado las armas en varias ocasiones, a veces con fines revolucionarios y otras contrarrevolucionarios, quien no comprenda esto no comprende el materialismo histórico. Igualmente, la clase obrera puede cometer actos como huelgas e incluso actos insurreccionales, pero si no está pertrechada de su ideología: el marxismo-leninismo, bajo el espontaneísmo o directamente bajo la influencia de ideologías burguesas jamás llegará a buen puerto en sus propósitos. Sobra decir, que si como en el caso de Nepal, el movimiento tiene un origen social pequeño burguesa y está fundado en una ideología pequeño burguesa como el maoísmo –que tiene muchas variantes y expresiones–, este movimiento ni siquiera es garantía de cumplir la resolución de tareas de carácter colonial, antifascista, antiimperialista, antifeudal, etc. La única garantía absoluta de que esto se cumpla es un movimiento marxista-leninista que reúna al núcleo de la clase obrera del país y que en alianza con otras capas sociales trabajadoras conduzcan el proceso, el resto es ser irresponsable». (Equipo de Bitácora (M-L); Unas reflexiones sobre la «revolución» en Nepal y la hipocresía de los maoístas y filomaoístas, 2015)

Pero Roberto Vaquero se empecina, a través de RC, en vendernos la idea del carácter revolucionario del maoísmo para justificar sus alianzas sin principios con los maoístas nacionales e internacionales, pese a que la historia lejana y reciente demuestren lo contrario. Cuestión de fe no le falta, desde luego. Pues bien, volvamos a traer nuestro análisis sobre la influencia del revisionismo chino en el continente asiático para dar a conocer su nociva influencia y, así mismo, para refrescar la memoria de aquellos que conocen estos hechos, pero prefieren ignorarlos.

En Asia, el revisionismo chino influyó tempranamente en la mayoría de partidos comunistas durante los años 40. Pero fue con la libre «vía al socialismo» propagada por el jruschovismo tras la contrarrevolución en la Unión Soviética y el movimiento comunista internacional de los años 50 –sumado a la desenfrenada propaganda china– lo que supuso el aumento real de la influencia y consiguiente contagio del revisionismo chino en la mayoría de los partidos asiáticos.

«Entonces Mao Zedong dijo que ahora mismo todos los Partidos Comunistas de los países asiáticos están acudiendo a él en busca de consejo, con solicitudes de ayuda, y que ahora mismo en Pekín hay representantes permanentes de todos los Partidos Comunistas de Asia excepto el Partido Comunista de India». (Informe de P. F. Yudin a I. V. Stalin sobre las reuniones con el Líderes del Partido Comunista de China, incluido Mao Zedong el 31 de diciembre de 1950)

El pensamiento arraigado en estos líderes asiáticos maoístas o filomaoístas se manifestaban en conceptos como: 1) La idea de mantener una alianza inmutable con la burguesía nacional tanto en la etapa de liberación nacional como en la construcción del socialismo, o la posibilidad del «tránsito pacífico» de las clases explotadoras al socialismo; 2) La confusión de conceptos entre lo que es frente y lo que es partido, y los roles y funciones de cada uno; 3) La lucha coyuntural contra el revisionismo yugoslavo y soviético mediante proclamas y principios nacionalistas-oportunistas y no bajo principios ideológicos con la consiguiente conciliación e incluso contagio de las tesis de estos revisionismos; 4) La aceptación de la teoría de la «lucha de dos o más líneas» en el partido, con el consiguiente surgimiento de fraccionalismos y líneas internas; 5) La aceptación de la teoría de que el «campo debe cercar a las ciudades» descuidando o abandonando el trabajo en estas últimas, colocando la «agricultura como base de la economía» usando la ley del valor en la economía y tomando al campesinado como la «clase revolucionaria y dirigente del proceso»; 6) Fusionar –o intentarlo– el pensamiento de las religiones nacionales con el marxismo-leninismo y poner al ejército por delante del partido; 7) Propagar los mitos sobre los «errores de Stalin» creados por la propaganda maoísta para colocar a Mao Zedong por delante del primero; 8) Apoyar las teorías internacionales revisionistas yugoslavas, chinas y soviéticas de los «no alineados» y los «tres mundos» o la «división internacional del trabajo». Todas estas desviaciones burguesas y pequeño burguesas maoístas que pueden ser vistas en líderes asiáticos como (1) Lê Duẩn, (2) Hồ Chí Minh, (3) Võ Nguyên Giáp, (4) Aidit, (5) Pol Pot; (6) Kim Il Sung y (7) Armando Liwanag, (8) Kim Jong Il, en realidad han sido el denominador común entre estos jefes de partidos comunistas asiáticos. Tesis que, como era inevitable, causaron la degeneración de dichos partidos, consiguiendo que, o bien no se lograra derrotar a las fuerzas reaccionarias locales y extranjeras, o que una vez derrotadas no se empezara la construcción del socialismo.

Algunas de estas sonadas derrotas en los movimientos de liberación nacional y antiimperialistas fueron la de la India, Filipinas o Malasia. E incluso en los casos de un triunfo de movimientos influenciados –aunque fuera mínimamente– por el revisionismo chino, como ocurrió en la propia China, Corea, Camboya, y Vietnam, hay que tener en cuenta los factores externos favorables: 1) la ayuda permanente territorial y material de Estados vecinos y la amplia alianza a base de concesiones con las clases explotadoras locales; 2) la debilidad de los gobiernos proimperialistas locales y el contexto desfavorable para el imperialismo en dichos países. Pese a todo, la revolución anticolonial, antiimperialista y antifeudal que pretendían estos movimientos no se llevó hasta las últimas consecuencias, estancándose sin lograr ningún avance hacia una revolución socialista. En su lugar se perpetuó la burguesía nacional y floreció el capitalismo nacional, e incluso condujo a dichos países a un estatus neocolonial dependiente de diferentes imperialismos. El maoísmo ha sido, pues, un caballo de Troya en los movimientos de liberación nacional, una agencia de la burguesía nacional en los partidos comunistas en los países coloniales y neocoloniales.

Dependiendo del grado con el que se disfracen de «críticos del maoísmo» sus seguidores o simpatizantes tienen diferentes posiciones sobre el maoísmo:

Algunos afirman que «el maoísmo no es marxista-leninista, pero que es revolucionario». Otros dicen que «el maoísmo promueve la unidad del proletariado». Otros, que «el maoísmo es sinónimo del marxismo-leninismo aplicado a las condiciones chinas». Y así enuncian frases cada vez más conciliadoras con el maoísmo, dependiendo del grado de afinidad y osadía que tengan. Pero la realidad es que el maoísmo ni es marxista-leninista, ni es revolucionario, ni busca la unidad de la clase obrera.

Pero pese a esta montaña de pruebas que evidencian lo nocivo del maoísmo, muchos, siendo conscientes de ello, prefieren ignorarlo e ir de la mano de estos pérfidos movimientos revisionistas y contrarrevolucionarios». (Equipo de Bitácora (M-L); Los naxalitas y sus 50 años de «Guerra Popular Prolongada»; Equipo de Bitácora (M-L), 2016)

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