domingo, 7 de junio de 2020

El vergonzoso papel del reformismo en la cuestión nacional; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Tampoco haría falta detallar mucho cual ha sido el papel jugado por las otras organizaciones reformistas en los últimos años, pero citaremos algunos casos paradigmáticos:

«El PCE vuelve a plantear que un problema político qué lleva años enquistado no puede tener otra salida que el acuerdo negociado, consensuado y refrendado por el pueblo catalán. Por ello, la actual situación de confrontación sin perspectiva de solución tiene que terminar de manera que se respete el derecho de manifestación pacífica y de expresión de una parte considerable del pueblo de Cataluña y desaparezcan las actuaciones desestabilizadoras, a la vez que debe imponerse una respuesta política democrática que abra la puerta al diálogo y a la negociación. Nada de ello será posible si no vuelve la normalidad a las calles y plazas de las ciudades catalanas, evitando que la actual anormalidad pueda beneficiar claramente a las opciones políticas de la derecha en toda España en las próximas elecciones generales». (Partido Comunista de España; Comunicado, 20 de octubre de 2019)

Ángeles Maestre, pese a ser militante de una pequeña organización ecléctica, resume perfectamente el papel jugado por IU/PCE en su artículo publicado en «El Público»:

«Están contando con el impagable, o no, apoyo de Alberto Garzón, coordinador de IU y Paco Frutos, ex secretario general del PCE, reeditando el papel de apagafuegos desempeñado por ambas organizaciones desde la Transición ante situaciones que dificultaran el control por parte de las clases dominantes. Esa función fue perfectamente identificada, ni más ni menos que por un editorial de ABC que reflexionaba sobre los peligros de desaparición de IU tras su fracaso electoral en 2004. Reconocía perfectamente este diario sus intereses de clase y decía así: «El paisaje democrático español ofrece históricamente un espacio claro a la izquierda del PSOE, donde debe asentarse una formación que refuerce la centralidad política de la socialdemocracia y al tiempo sirva como dique de contención para las tentaciones antisistema. IU ha ejercido, desde su refundación a partir del viejo PCE, como factor de estabilidad que ha cargado a sus espaldas con los distintos impulsos de izquierda alternativa que se han ido configurando tras la crisis del marxismo tradicional, evitando que se produzcan tentaciones escapistas y rupturistas al margen de los cauces de la democracia. (ABC; IU bajo mínimos, 17 de marzo de 2004). La obsesión de las clases dominantes, desde Franco hasta ahora, es tratar de evitar que la clase obrera vuelva a descubrir la íntima vinculación en el Estado de español entre la lucha contra la explotación y la de los pueblos por sus derechos nacionales. (...) Las declaraciones de Cayo Lara, ex coordinador general de IU negando el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro «unilateralmente porque forma parte del Estado y el resto de españoles también tienen que opinar» son de una indigencia política que provoca vergüenza ajena. (...) El alineamiento de Alberto Garzón con el nunca nombrado nacionalismo español ha llegado a cotas muy altas, como cuando calificaba de «provocación» –¿a quién?– la declaración de independencia o como cuando, desde posiciones comunistas (?), descalificaba el referéndum por «ilegal» o la DUI por «carecer de valor jurídico». Es tan evidente que esas declaraciones podrían haber salido del PP o del PSOE y al tiempo el llamamiento al respeto al orden establecido es tan incompatible con posiciones mínimamente revolucionarias que ni siquiera me detengo a comentarlas. (...) Ante una reivindicación estrictamente democrática como ésta, que la hegemonice o no la burguesía no es argumento para que las organizaciones de la clase obrera no la respalden». (Ángeles Maestro; Los comunistas ante el agujero negro del nacionalismo español, 15 de noviembre de 2017)

Este tipo de cosas no nos sorprenden ni son nuevas, ya que Paco Frutos, el ex líder del PCE durante 1998-2009, mantuvo esta línea. Ahora este señor se dedica a escribir los prólogos de las obras de los principales adalides del chovinismo español como Santiago Armesilla, otro viejo militante del PCE. Ahora ambos imparten conferencias sobre cuestión nacional donde rezuman chovinismo a raudales. Son aquellos elementos que aplaudieron la intervención de los cuerpos de seguridad durante el 1 de octubre de 2017. Véase el capítulo: «El viejo socialchovinismo: la Escuela de Gustavo Bueno».

Son de ese tipo de elementos que prefieren «Una España unida y reaccionaria», que una «España roja y rota», dejando claro que prima en ellos su nacionalismo por encima de todo. ¡Pero luego piden respeto y no quieren ser confundidos con la derecha y niegan ser la versión española de los «nacional-bolcheviques»!


Durante las masivas y justas protestas del pueblo catalán en 2019 por el derecho de autodeterminación, el PCE no solo se posicionaba en una postura pacifista y traidora al internacionalismo proletario, sino que se comportaba en un tono absolutamente sumiso hacia el gobierno y el Estado, adoptando su discurso:

«El PCE vuelve a plantear que un problema político qué lleva años enquistado no puede tener otra salida que el acuerdo negociado, consensuado y refrendado por el pueblo catalán. Por ello, la actual situación de confrontación sin perspectiva de solución tiene que terminar de manera que se respete el derecho de manifestación pacífica y de expresión de una parte considerable del pueblo de Cataluña y desaparezcan las actuaciones desestabilizadoras, a la vez que debe imponerse una respuesta política democrática que abra la puerta al diálogo y a la negociación. Nada de ello será posible si no vuelve la normalidad a las calles y plazas de las ciudades catalanas, evitando que la actual anormalidad pueda beneficiar claramente a las opciones políticas de la derecha en toda España en las próximas elecciones generales. La presencia de disturbios no es sino una expresión de sectores minoritarios que es necesario aislar y frenar para preservar el carácter político de masivas manifestaciones pacíficas». (Partido Comunista de España; Ante la grave situación en Cataluña: urge poner en marcha un gran acuerdo para la normalización política, 2019)

¿Es esto una posición marxista sobre la violencia?:

«Exceptuando a los anarquistas cristianos y a los discípulos de Tolstoi, nadie ha deducido todavía de ello –de esa afirmación general– que el socialismo se oponga a la violencia revolucionaria». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Por tanto, añade:

«Hablar de violencia en general, sin distinguir las condiciones que diferencian la violencia revolucionaria, es equipararse a un filisteo que niega la revolución, o bien engañarse a uno mismo y engañar a los demás con sofismas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

En concreto sobre la cuestión nacional, las conclusiones de Lenin sobre este tipo de posturas son todavía más abrasadoras para estos herederos de Kautsky:

«El proletariado de las naciones opresoras no puede limitarse a frases generales y estereotipadas, repetidas por cualquier burgués pacifista, contra las anexiones y a favor de la igualdad de derechos de las naciones en abstracto. El proletariado no puede guardar silencio en la cuestión, particularmente «desagradable» para la burguesía imperialista, de las fronteras del Estado basado en la opresión nacional. El proletariado no puede menos de luchar contra la retención violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado concreto, y eso significa luchar por el derecho a la autodeterminación. El proletariado debe reivindicar la libertad de separación política para las colonias y naciones oprimidas por «su» nación. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará en un concepto huero y verbal; resultarán imposibles la confianza y la solidaridad de clase entre los obreros de la nación oprimida y los de la nación opresora; quedará sin desenmascarar la hipocresía de los defensores reformistas y kautskianos de la autodeterminación, que no hablan de las naciones oprimidas por «su propia» nación y retenidas por la violencia en «su propio» Estado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación, 1915)

Con razón Lenin dijo que este tipo de elementos, los socialpacificistas son:

«Gentes que quieren ser socialistas, pero que en realidad no son sino simples charlatanes burgueses». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe sobre la revolución de 1905, 1917)

Dentro de un tema sensible como es la cuestión nacional, también la postura de Podemos ha sido ambigua, acostumbrado a sus militantes a una confusión permanente, donde igual se habla de España como nación que se hablaba de una «España plurinacional» y del «derecho a decidir de los pueblos». Como vemos en su programa inicial:

«Ampliación y extensión de la figura del referéndum vinculante, también para todas las decisiones sobre la forma de Estado y las relaciones a mantener entre los distintos pueblos si solicitaran el derecho de autodeterminación». (Podemos; Programa para las elecciones europeas, 2014)

Pero poco a poco como en otros temas, han ido abandonando teóricamente esas reivindicaciones y se ha colocado en la práctica al lado de los principales partidos «constitucionalistas», en este caso del lado de aquellos que niegan el derecho de autodeterminación. Esto le ha causado problemas en los territorios donde existen fuertes reivindicaciones nacionales, exactamente como le ha pasado al PSOE o IU con sus juegos y regateos sobre la cuestión nacional.

Tiempo después Pablo Iglesias utilizaba dos de los argumentos de defensa de los «constitucionalistas» para negar el derecho de autodeterminación:

«Yo creo que sería bueno un referéndum en toda España, ojo, creo que eso sería algo muy saludable. (...) Vivimos una realidad de soberanías compartidas. Los españoles no podemos tomar una decisión soberana que afecte a la moneda, los españoles que nos están viendo, no puede decidir votar sobre la política monetaria, porque eso depende del Banco Central Europeo, porque nuestro país ha decidido ceder soberanías. (...) En todo momento, ha remarcado que su posición es que «Cataluña quepa dentro de una España unida» y afirma que si los independentistas fueran «el 80% de la población», «no habría ley que pudiera frenar ese hecho». (Entrevista a Pablo Iglesias en Antena 3, 11 de abril de 2017)

Confiesa que estaba dispuesto a organizar un referéndum sobre la autodeterminación catalana, ¡pero que ha de votarse en toda España! Una posición absurda sin duda:

«¡Por donde puede verse que el señor Siemkovski no comprende siquiera de qué se trata! No se le ocurrió que el derecho a la separación presupone que el problema se resuelve, no por el parlamento central, sino sólo por el parlamento –Dieta, referéndum, etc.– de la región que se separa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El derecho de las naciones a la autodeterminación, 1914)

Repasemos algunos casos donde ganó el «no» en el referéndum. ¿Se imaginan que en cualquiera de los referéndums de Quebec de 1980 y 1995, o el reciente en Escocia de 2014, hubiese votado todo Canadá y toda Gran Bretaña? ¿Qué sentido tendría? Exactamente el mismo que si para la instalación de una nueva red eléctrica de un municipio se debiese consultar al municipio vecino, o si para la instauración de una ley aduanera en Italia, se preguntase a los franceses. Pero nuestros chovinistas y socialchovinistas dirán: «Pero es que la independencia de Cataluña afecta a España!». En efecto, como la salida de la UE de España afecta a Alemania, y no por ello Alemania debe obligar a España a estar dentro de ella.

Veamos ahora algunos casos donde triunfó el «sí». ¿No decidió solamente el pueblo de Noruega su independencia en el referéndum de 1905 frente a Suecia? ¿No decidió solamente el pueblo de Macedonia el permanecer o no dentro de Yugoslavia en 1991? Obviamente se responde en afirmativo a esta pregunta histórica, pero sabemos que los chovinistas, son bastante cabezotas en cuanto a historia, y solo echan un vistazo a la historia para enorgullecerse de sus mitos nacionales.

En el hipotético caso de celebrarse dicho referéndum, para Pablo Iglesias, que el «sí» contase con 51% no sería válido como en cualquier otro referéndum, ¿¡quizás deberá contar con más del 80% para que los neochovinistas de Podemos aceptasen la secesión!? ¿Se le puede ver más el plumero? En los casos vistos anteriormente, ¿se les amenazó a los países no soberanos a tener que conseguir un alto porcentaje del «sí» para hacer efectiva la secesión? Para nada, y si fuese así no se sería aceptado por sus pueblos.

En otros casos donde no hubo referéndum. ¿No decidió exclusivamente el Parlamento Eslovaco la disolución de Checoslovaquia en 1993? Así podríamos citar varios ejemplos. 

Precisamente en casos donde la nación opresora no permite la celebración de dicho referéndum, carece de sentido hablar de buscar un referéndum pactado con la nación oprimida. Y en caso de que se permitiese, es injusto para la opción secesionista, pedir un número de porcentaje más alto que el estipulado para cualquier referéndum básico de «Sí» o «No», que siempre se basa en mayoría simple. Todo lo demás, como dar varias opciones, o pedir un porcentaje altísimo de unanimidad, son trucos para evitar lo inevitable: el justo derecho a autodeterminación.

Como vemos, estas teorías que maneja Podemos han sido desde siempre promovidas por personas que se las dan de «demócratas» de cara a la galería, o de puertas para afuera, pero jamás para la cuestión nacional concreta de su zona.

En 2017 mientras Podemos e IU pasaban en silencio sobre el derecho de los catalanes a decidir. Ahora en otoño de 2019, ante los disturbios catalanes por la sentencia del «procés», Podemos y IU vuelven a adoptar la misma postura, incluso una mucho peor. Mientras en las ciudades de toda España salían a defender el derecho de autodeterminación, y a denunciar la brutal actuación de los cuerpos represivos, las formaciones reformistas lejos de llamar a la
legítima protesta, acudieron a sus propios actos de propaganda para las próximas elecciones como si nada pasase, demostrando que es lo que realmente les importa: los votos. Es más, no solo no se han solidarizado con el pueblo catalán en el hecho de ejercer un derecho democrático básico, sino que una vez más, han respaldado la actuación de las fuerzas de represión españolas para dar la imagen de 
«partido constitucionalista»:

«El presidente me ha confirmado la absoluta colaboración entre Mossos y Policía, lo cual revela una situación de normalidad institucional», ha expresado Iglesias». (El Mundo; Torra atribuye la violencia a «provocadores e infiltrados», 17 de octubre de 2019)

Aparentar normalidad con unos 600 heridos, más de cien detenidos, 28 encarcelados, es poco menos que una broma de mal gusto ante el pueblo catalán y el mundo entero.

Estos mismos son los que luego dicen estar con el «pueblo», con la «justicia», con la «libertad». Moralinas burguesas.

Tiempo después, con su acercamiento al PSOE, negociando Iglesias con Sánchez el gobierno de después de las elecciones de abril de 2019, se dejó claro en varias ocasiones, que Podemos renunciaba a su programa sobre la cuestión nacional en pro de obtener cuotas de poder en el gobierno del PSOE:

«Respecto al conflicto en Catalunya, queremos dejar claro que nuestra voluntad es encontrarnos con el PSOE en una apuesta por el diálogo para afrontar las dificultades inherentes al carácter plurinacional del Estado, asumiendo que el liderazgo le corresponderá al partido que ganó claramente las elecciones». (El Diario.es; Iglesias ofrece a Sánchez votar ahora un gobierno de coalición y, si no sale, revisar el acuerdo en septiembre, 3 de julio de 2918)

En otra ocasión se dijo de forma más explícita:

«La dirección de Podemos se compromete a no defender la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. El socio prioritario de Sánchez no tendría problema en cerrar esta y otras exigencias por escrito. Pero no renuncia a estar en el Consejo de Ministros. (...) «Asumimos que nos exijan que tiene que haber garantías y que no puede haber oposición al Gobierno con Cataluña o la política exterior», insisten al más alto nivel en Podemos en su compromiso de no cuestionar desde dentro del Ejecutivo a Sánchez. Para reforzar la credibilidad de su planteamiento aceptarían acordar los requisitos con el PSOE y ponerlos por escritos». (El País; Podemos acepta apoyar por escrito la postura del Gobierno para Cataluña, 8 de julio de 2019)

Siguiendo la lógica de los reformistas, Podemos sería capaz de controlar la tendencia hacia la derecha del PSOE, ¡¿pero se imaginan qué tipo de beneficios va a conseguir los trabajadores que prestan su voto a una organización como Podemos, que declara que acepta no contradecir los designios imperialistas de la política exterior del PSOE?!

Para las elecciones del 10 de noviembre, volvió a escena el tema del referéndum, ¡pero se advertía que no era ninguna línea roja!:

«Impuesto a las grandes fortunas, línea roja. Referéndum en Cataluña, no. En su programa para el 10-N, seguirá habiendo una apuesta «por un referéndum pactado en el que Podemos defenderá un nuevo encaje para Cataluña en España». Esta solución aparecía en el documento de abril; desapareció en el texto de 370 medidas que en agosto enviaron al PSOE para tratar de retomar la negociación; y ahora vuelve a escena. «Creemos en una solución dialogada de los conflictos territoriales. El referéndum en Cataluña no es propuesta como el impuesto a las grandes fortunas, que lo vamos a hacer sí o sí si llegamos a gobernar. La consulta en Cataluña la vamos a dialogar con el resto de partidos, la vamos a poner encima de la mesa y vamos a ver qué sale de este diálogo», señalan fuentes de la dirección de Podemos». (El Mundo; Podemos sitúa como línea roja un impuesto a los ricos, pero no el referéndum en Cataluña, 13 de octubre de 2019)

Es decir, que pasada las elecciones dicha medida, quedaría en agua de borrajas para contentar una vez más al PSOE, y así ha sido.

Claro es que también existen los grupos que caen en el extremo opuesto: seguidismo hacia los movimientos nacionalistas sin criticismo alguno hacia sus burguesías, como hace el PCOE sin un más lejos. Recuérdese nuestro capítulo: «El apoyo del PCE (r) a los nacionalismos pequeño burgueses» de 2017. 

Allí de paso, se analizan algunas de las andaduras del nacionalismo catalán y sus expresiones políticas, incluyendo profundamente las posiciones de la CUP, partido pequeño burgués que es la estrella que guía a todos los revisionistas, aunque tengan que tragar con el nacionalismo y el feminismo que abandera esta formación.

Con esto queda demostrado la falta de conocimientos o la miopía de la mayoría de organizaciones históricas que ha habido en España y de sus figuras más «ilustradas» acerca de la cuestión nacional.

No nos pararemos a despiezar esta vez el extremo estado de confusión y desorientación ideológica que campa entre otras organizaciones revisionistas menores, donde cambian de postura constantemente sobre la cuestión nacional sin autocrítica, donde a falta de investigación y conclusiones sólidas delegan la cuestión nacional en los eslóganes de otras organizaciones análogas, de las propias organizaciones nacionalistas de «izquierda», o donde les parece un tema tan complejo que se acaba repitiendo el discurso del chovinismo español tan característico para dar carpetazo final y declarar cual avestruz que no hay problema alguno que tratar.

Después de lo visto en los otros capítulos, no nos explayaremos tampoco en demostrar cual es la postura revolucionaria, afín al marxismo-leninismo, internacionalista, sobre la cuestión nacional. Dejaremos la siguiente cita de Comorera que condensa perfectamente la posición a tomar por uno y otros:

«Nosotros no somos nacionalistas. Nosotros somos internacionalistas, y por, el hecho de serlo, somos los únicos capacitados para resolver el problema nacional. Debemos tomar en nuestras manos sin vacilaciones y reservas la bandera nacional. Debemos vencer con nuestra decisión y firmeza las últimas resistencias que la rutina, los prejuicios, la psicología creada por los siglos de dominación imperialista, alimentan aún el estorbo y peligro de nuestra lucha revolucionaria. Podemos marchar tranquilos y seguros por este camino. No es sólo la teoría leninista-stalinista sobre el problema nacional la que nos demuestra que es lo mejor, lo único que debemos seguir. También tenemos nuestra propia experiencia. (...) La teoría y la práctica nos señalan nuestro deber. Pero el deber de los comunistas no debe ser cumplido de una manera superficial y mecánica. El trabajo que cumpliendo este deber debemos hacer los comunistas, no es lo mismo, ni es uniforme ni burocrático. El deber de los comunistas nacidos o que trabajan en la nación opresora es uno. El deber que los comunistas de la nación opresora tienen que defender, sin vacilaciones, es el derecho de separación, de constituirse en Estado independiente, de la nación oprimida. Los comunistas de la nación oprimida deben defender sin vacilaciones la unión voluntaria de su pueblo con los demás, en primer término con la nación opresora. Esto, que parece una contradicción, no lo es ya que «por poco que se reflexione –nos dice Lenin– se ve que, partiendo de esta situación dada, no hay ni puede haber otro camino que nos lleve al internacionalismo y a la fusión de las naciones, no hay ni puede haber otro camino que nos lleve a este fin». Esto es claro, «separar para unir» voluntariamente, ha dicho también Lenin, en síntesis magistral». (Joan Comorera; El problema de las nacionalidades en España, 1942)

Pasemos al siguiente capítulo». (Equipo de Bitácora (M-L)Epítome histórico sobre la cuestión nacional en España y sus consecuencias en el movimiento obrero, 2020)

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