sábado, 20 de septiembre de 2014

Programa de acción del nuevo gobierno Checoslovaco; Klement Gottwald, 1948

[Enlaces de DESCARGA del texto en PDF al final del documento]

«Que nadie se deje engañar si esas gentes han repetido de cuando en cuando incluso que, por ejemplo, ellos no tenían intención de abolir la nacionalización, que la alianza con la Unión Soviética está fuera de toda discusión, y así sucesivamente. Ese es el procedimiento de cada contrarrevolución. Cada contrarrevolución no habla de sus objetivos finales y no muestra sus cartas sino progresivamente. La contrarrevolución quiere siempre en primer lugar el paso del poder a su favor, es del poder de lo que se trata simplemente para ella. Hacerse dueña del poder; eso significa para ella una victoria total. Con ello recupera la libertad para ejecutar sus planes contrarrevolucionarios hasta el fin. Lo mismo sucedió en el caso checoeslovaco». (Klement Gottwald; Programa de acción del nuevo gobierno Checoslovaco, 10 de marzo de 1948)


Introducción de «Bitácora (M-L)»

El siguiente documento, de los pocos que hemos podido obtener, se centra en explicar el proceso de la democracia popular y el tránsito al socialismo en Checoslovaquia.

Uno de los momentos, sin duda, más interesante de la historia de la Checoslovaquia fueron los acontecimientos de febrero de 1948. La historiografía burguesa, ha intentado como en otras ocasiones, deformar los hechos. Se ha intentado catalogar los hechos de febrero como un golpe de Estado comunista, que liquidaba la democracia burguesa. No obstante, la historia es bastante diferente por varias causas:

–Primero porque no era una república burguesa al uso, sino una democracia popular dónde los comunistas ya tenían el liderazgo, en donde no había posibilidad de votar a partidos fuera del Frente Nacional;

–Segundo, porque la crisis no fue provocada por los comunistas, que simplemente seguían aplicando sus medidas económicas programadas en el programa de 1946 del Frente Nacional, sino por la reacción que no podía soportar por más tiempo las políticas del gobierno que afectaba su propia existencia.

Cierto es, que los comunistas checoslovacos habían tenido un partido muy combativo durante los años treinta, con bastante influencia entre las masas trabajadoras, incluso en las elecciones burguesas se reflejaba su poderío. En las elecciones parlamentarias de mayo de 1935 fue el cuarto partido más votado, con un 10%, quién sacó el mayor número de votos en esas elecciones fue el partido nazi de Konrad Helein conocido como el Partido Alemán de los Sudetes con un 15%, y aunque las elecciones burguesas no muestran nunca el poder real del partido comunista en la sociedad y en las masas trabajadoras, era igualmente un dato bastante indicativo.

El Partido Comunista de Checoslovaquia fue uno de los pioneros en poner en práctica la táctica del frente popular antifascista, en un momento en que el fascismo local e internacional amenazaba al país. Klement Gottwald presentó el 7 de agosto de 1935 un gran informe en dicho congreso que reorganizaba la línea del partido según las necesidades contemporáneas, el discurso sería conocido como: «Por el frente popular del trabajo, la libertad y la paz». Poco después en el VIIº Congreso del Partido Comunista de Checoslovaquia de 1936, en otro de sus grandes informes, señaló las distorsiones derechistas que algunos miembros del partido estaban haciendo de la estrategia y táctica del partido respecto al fascismo en oposición a la línea de la Komintern. Las orientaciones del VIIº Congreso de la Komintern de 1935, y toda esta experiencia práctica durante los años treinta, fue muy bien utilizada antes, durante y al término de la Segunda Guerra Mundial. La claudicación de la burguesía local y extranjera respecto a Checoslovaquia en los Acuerdos de Múnich en 1938, y la indiferencia internacional respecto a la invasión directa del país en 1939, dejó al país bajo la ocupación nazi hasta 1945. Tras el avance del Ejército Rojo Soviético frente al fascismo, sucedió que:

«El entusiasmo popular suscitado por los ejércitos soviéticos de liberación benefició al Partido Comunista de Checoslovaquia. Los checoslovacos, amargamente decepcionados con el Oeste por los Acuerdos de Múnich de 1938, respondieron favorablemente tanto a los comunistas como a la alianza soviética. Los comunistas se aseguraron una fuerte representación en los comités nacionales de elección popular, los nuevos órganos de la administración local. El Partido Comunista de Checoslovaquia organizó y centralizó el movimiento sindical; de 120 representantes en el Consejo Central de Sindicatos, 94 eran comunistas. El partido trabajó para adquirir una membresía masiva, incluyendo campesinos y la pequeña burguesía, así como en el proletariado. Entre mayo de 1945 y mayo de 1946, la membresía del partido creció de 27.000 a más de 1,1 millones». (Ihor Gawdiak; Checoslovaquia; un estudio de país, 1989)

Los comunistas checoslovacos se encargaron de crear un poder de presentación popular bajo los comités nacionales a nivel local, distrito y condado, y estos estaban regidos por el centralismo democrático, y como los soviets soviéticos otorgaron a las masas un poder no sólo legislativo sino ejecutivo –la constitución del 8 de mayo 1948 remarcaría esto último–:

«La forma de Estado de los países de democracia popular es la de la república popular, cuya base política está constituida por los comités populares, los consejos populares, los comités nacionales; elegidos todos por sufragio universal igual. Todos los organismos de poder, inferiores, medios y superiores son elegidos por sufragio directo». (Naum Farberov; Las democracias populares, 1949)

Los marxista-leninistas checoslovacos hablaban así de la necesidad de junto al hecho de establecer la dictadura del proletariado, crear el poder soviético –la red de comités nacionales como se llamaban en Checoslovaquia– como los medios de organización estatal para el proletariado y el total de las masas explotadoras para romper con la vieja máquina del Estado burgués:

«Es por lo tanto una tesis fundamental del marxismo que la dictadura del proletariado es la continuación de la lucha de clases bajo nuevas formas y que el Estado es un instrumento del proletariado en su lucha de clases; lo que significa que hay que responder a estas nuevas tareas de la dictadura del proletariado con nuevas formas de organización del proletariado, del poder estatal, porque las viejas formas que fueron creadas sobre la base del parlamentarismo burgués, no bastan para estas tareas. Stalin dijo: «esta nueva forma de organización del proletariado son los soviets». Los soviets son el poder estatal más democrático, porque son la organización directa de las masas populares. Es la organización del poder estatal que asegura la participación constante, indispensable y también decisiva del pueblo en la administración democrática del Estado. Y es así porque esta organización del poder estatal posibilita combinar las ventajas del parlamentarismo con las de la democracia, es decir, unir en la persona del representante electo del pueblo tanto las funciones legislativas como las ejecutivas. Esto significa –en comparación con el parlamentarismo burgués– un paso adelante en el desarrollo de la democracia, un paso que tiene una importancia mundial e histórica. Esta forma de organización del poder público, este sistema estatal asegura no solo control sobre la administración del Estado, sino que además es también una escuela en la que el pueblo trabajador aprende a dirigir el Estado y la producción. Para consolidar la dictadura del proletariado es necesario que el pueblo trabajador acumule experiencia política y que la ejercite en la práctica». (Josef Horn; Discurso en la Asamblea Nacional de la República de Checoslovaquia, 17 de mayo de 1950)

Esto cumplía con el requisito para crear el Estado socialista, como Estado transitorio hasta la «sociedad sin clases», el comunismo:

«Para derrocar al capitalismo, hubo necesidad, no sólo de eliminar a la burguesía del poder, no sólo de expropiar a los capitalistas, sino también de demoler totalmente la máquina estatal de la burguesía, su viejo ejército, su burocracia, su policía, y colocar en su lugar un nuevo sistema estatal, el sistema estatal proletario, el nuevo Estado socialista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe en el XVIIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 10 de marzo de 1939)

Por otro lado se puede ver, que pese al ascenso en la membresía del partido –algo lógico por las circunstancias de toma del liderazgo de poder– el énfasis en la clase obrera no se descuidó como en China o Yugoslavia dónde el contacto en los sindicatos y con toda la clase obrera era ínfimo durante el periodo de conflicto de guerra.

Tras la Segunda Guerra Mundial, pese al ascenso de los comunistas checoslovacos, estos no tenían poder suficiente para tomar el poder sin más, pero se presentó la ocasión de seguir liderando un gobierno de coalición de corte progresista que cumpliera las funciones que resolverían las tareas de corte antifeudal, antimonopólicas, antifascistas. Este gobierno seguía estando representado en el Frente Nacional; un frente popular de posguerra con varios partidos antifascistas y varias organizaciones de masas –entre los partidos más importantes figuraban: el Partido Comunista de Checoslovaquia, el Partido Demócrata, el Partido Socialdemócrata Checoslovaco, el Partido Nacional Socialista, el Partido Popular Checoslovaco, el Partido del Trabajo, el Partido de la Libertad etc–. La oportunidad de que este tipo gobierno se formara ya fue anunciada por Georgi Dimitrov en el VIIº Congreso de la Komintern de 1935 en sus tesis antifascistas sobre el posible gobierno ante una crisis de la burguesía:

«Si se nos pregunta, si nosotros, los comunistas, luchamos sobre el terreno del frente único solamente por reivindicaciones parciales o estamos dispuestos a compartir la responsabilidad, si se llegase a la formación de un gobierno sobre la base del frente único, diremos con plena conciencia de nuestra responsabilidad: si tenemos en cuenta que puede producirse una situación en que la creación de un gobierno de frente único proletario, o de frente popular antifascista sea no solamente posible, sino indispensable en interés del proletariado. Aceptamos, en efecto esta eventualidad. (...) ¿Bajo qué condiciones objetivas será posible la formación de un tal gobierno? A esta pregunta puede contestarse de un modo muy general: bajo las condiciones de una crisis política, en que las clases dominantes ya no están en condiciones de acabar con el potente ascenso del movimiento antifascista de masas. Pero esto es sólo una perspectiva general, sin la cual apenas será posible, en la práctica, la formación de un gobierno del frente único. Solamente en presencia de determinadas premisas especiales, puede ponerse al orden del día el problema de la formación de este gobierno como tarea políticamente necesaria. Me parece que en este sentido merecen la mayor atención las siguientes premisas: Primero. Cuando el aparato estatal de la burguesía esté ya lo bastante desorganizado y paralizado para que la burguesía no pueda impedir la formación de un gobierno de lucha contra la reacción y el fascismo. Segundo. Cuando las más extensas masas trabajadoras y en particular los sindicatos de masas se levanten impetuosamente contra el fascismo y la reacción, pero no estén todavía preparados para lanzarse a la insurrección con el fin de luchar bajo la dirección del partido comunista por la conquista del poder soviético. Tercero. Cuando el proceso de diferenciación y radicalización en las filas de la socialdemocracia y de los demás partidos que participan en el frente único, haya conducido a que una parte considerable dentro de ellas exija medidas implacables contra los fascistas y demás reaccionarios, luche del brazo de los comunistas contra el fascismo y se manifieste abiertamente contra el sector reaccionario y hostil al comunismo de su propio partido». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto de 1935)

A la vez se advirtió sobre la distorsión de querer establecer como axioma que es necesaria la etapa de un gobierno en que los comunistas necesiten de la alianza con otras organizaciones como algo indispensable en todas las ocasiones:

«Sería falso, por ejemplo, presentar la cosa como si el gobierno del frente único fuese una etapa obligatoria en la senda hacia la instauración de la dictadura del proletariado. Sería tan falso, como lo era antes presentar las cosas como si en los países fascistas no hubiese ninguna etapa intermedia y la dictadura del fascista tuviese que ser obligatoriamente y directamente sustituida por la dictadura del proletariado. El nudo del problema está en saber si en el momento decisivo el proletariado estará en condiciones de derrocar directamente a la burguesía e instaurar su propio poder, y si podrá asegurarse, en ese caso, el apoyo de sus aliados, o si el movimiento del frente único del proletariado y del frente popular antifascista estará él mismo, en la etapa dada, en condiciones de aplastar al fascismo, sin poder pasar en forma directa a la liquidación de la dictadura de la burguesía. En ese caso, renunciar a formar y apoyar un gobierno de frente único o de frente popular basándose sólo en lo indicado más arriba, sería una miopía política inadmisible y no una política revolucionaria seria». (Georgi Dimitrov; Por la unidad de la clase obrera contra el fascismo; Discurso de resumen en el VIIº Congreso de la Komintern, 13 agosto de 1935)

El gobierno checoslovaco prohibió desde 1945 varios partidos políticos colaboracionistas y emprendió las primeras reformas económicas como fueron las primeras nacionalizaciones –sobre todo de checoslovacos y alemanes colaboracionistas–:

«En 1945-46, nacionalización parcial, afectando esencialmente a la gran industria. Hasta 1948 el número de obreros y de empleados del sector nacionalizado no pasa del 66% en el conjunto de sus categorías y aseguran alrededor del 75% de la producción industrial del país». (Naum Farberov; Las democracias populares, 1949)

Y la reforma agraria, algo pendiente en dicho país desde la insatisfactoria reforma de 1919 que favoreció a los terratenientes:

«Influencia del partido comunista en el campo creció considerablemente después de la confiscación de las tierras pertenecientes a los alemanes, colaboradores y traidores checoslovacos. La tierra en las regiones fronterizas checas que anteriormente pertenecían a los alemanes fue dada a los campesinos, a diferentes tipos de 8 a 13 hectáreas por familia y a un precio casi el doble de la cantidad pagada por un cultivo anual. A finales de 1945, más de 100.000 hogares campesinos habían recibido tierras. Los campesinos vieron por sí mismos que el partido de la clase obrera por sí solo, el partido comunista era el campeón coherente de los labradores de la tierra. (...) Una política de precios especial fue otros de los importantes medios utilizados por el Partido Comunista de Checoslovaquia para ganarse en los campesinos la influencia política que tenían en los agraristas. En 1945, cuando se fijaron los precios de los productos agrícolas, el partido comunista, a pesar de la oposición de todos los otros partidos en el frente popular, tuvo éxito en la introducción de precios diferenciales para los productos agrícolas. Los precios más altos se fijaron para los campesinos con las tenencias de no más de 20 hectáreas y estas medidas comprendían a alrededor del 96 por ciento de los campesinos; los agricultores que poseían de 20 a 50 hectáreas se les pagó a precios más bajos, mientras que los propietarios que poseían más de 50 hectáreas recibieron los precios más bajos por sus productos. Al mismo tiempo, durante la reforma del comercio en el otoño de 1945, el partido comunista consiguió una nueva relación de precios entre la carne y los productos lácteos y los cereales en favor de los primeros. Pulsando en ello el partido comunista procedía del hecho de que la ganadería constituye la principal fuente de ingresos para los pequeños y medianos campesinos, mientras que la cosecha de grano es la principal fuente de ingresos para los terratenientes. (...) La solidez de la política agraria del partido comunista se confirmó durante las elecciones generales de 1946, el partido comunista se convirtió en el partido más fuerte en el campo checo». (Antonin Nedved; La política agraria del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1948)

A partir de las elecciones parlamentarias de mayo de 1946, los comunistas conseguirían el 31% de los votos, ganando 93 de los 300 escaños, estas elecciones ya dejaban ver el trabajo político encaminado a eliminar cualquier posible oposición, en las elecciones sólo era posible votar por los miembros del Frente Nacional, no existía oposición política posible en el voto, lo que indicaba la diferencia en el sistema electoral con las elecciones burguesas de Occidente. Se formó gobierno con 26 ministros: 9 comunistas, 3 socialdemócratas, y el resto de los 12 de los partidos llamados no pro comunistas y 2 independientes; Klement Gottwald del Partido Comunista de Checoslovaquia es elegido Primer Ministro y Edvard Beneš del Partido Nacional Socialista Presidente. El nuevo triunfo de los comunistas en las elecciones, sumado a las medidas ya aplicadas en la economía, dio un impulso a los planes de transición al socialismo como el plan de dos años para la planificación económica que cubría 1947 y 1948, algo necesario para empezar a tomar experiencia en la planificación económica, ya que no hay independencia económica sin socialismo y no hay independencia económica sin planificación.

En verano de 1947, se rechazó el Plan Marshall estadounidense, pese a la disposición de algunos miembros del Frente Nacional y sus partidos a aceptar el capital extranjero del imperialismo estadounidense; este hecho demuestra por hasta qué punto los comunistas dominaban el Frente Nacional. Precisamente, los diferentes sucesos de 1947, sobre todo económicos, agudizaron las contradicciones entre los diferentes partidos del Frente Nacional, ya que por supuesto, muchos de estos partidos estaban siendo invadidos por miembros de otros viejos partidos ahora ilegalizados:

«Hay que tener en cuenta que el Partido Agrario estaba muy bien organizado. La gran red de trabajo que hizo en las cooperativas rurales sigue siendo el baluarte de la burguesía agraria, incluso después de la prohibición del partido. Por otra parte, los ex líderes agrarios pronto encontraron un nuevo baluarte político en ciertos partidos del frente popular, y principalmente en el Partido Nacional Socialista. Incluso en 1945, este partido abrió ampliamente sus puertas a los ex líderes agrarios, y durante las elecciones generales de mayo 1946 avanzó bajo el lema del ex Partido Agrario. Otras partidos, también, incluidos los socialdemócratas, se mantuvieron en las cuestiones de política agraria como instrumentos de los antiguos agraristas». (Antonin Nedved; La política agraria del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1948)

Otros partidos que en sus filas seguían anidando miembros que representaban a la capa de las clases explotadoras, y las medidas del gobierno directamente iban en contra de su interés de clase, miembros tanto antifascistas como fascistas o filofascistas que se habían infiltrado como decíamos. En este punto, hay que entender, que como en otros muchos partidos comunistas de Europa del Este, el partido checoslovaco parece que no pudo resistirse a la influencia revisionista de ilusión y relajación sobre los diferentes campos de lucha de clases: en el campo político –creyendo en la buena voluntad de los todavía existentes partidos no comunistas–, campo económico –dando demasiado cancha a la propiedad privada durante el periodo de restauración de la economía y dejándose trabar por algunos partidos del frente popular en el retraso de la aplicación de las nueva medidas económicas– y en el campo ideológico –descuidando la formación marxista-leninista en el partido y en la nueva sociedad y dejando en ocasiones anidar ilusiones socialdemócratas entre sus miembros–. En estos campos las viejas clases explotadoras derrocadas políticamente –que ahora intentaba infiltrarse en el resto de partidos legales– y derrocadas económicamente –bajo los límites de la constitución, que para esa época todavía permitía hasta cierto punto la propiedad privada a baja y mediana escala– intentaban reponerse. En el ámbito ideológico por supuesto tenían gran ventaja por los años de cultura burguesa en la mentalidad popular.

Por otro lado, añádase que era inevitable la confrontación con los miembros de las clases explotadoras que si bien habían tenido un correcto papel durante la lucha de liberación nacional, con el progresivo avance económico hacía el socialismo su propiedad sobre los medios de producción obstaculizaba dicho tránsito, era pues inevitable, que muchos de estos elementos abandonaran el «barco del proceso». Esto respondía a la tesis marxista-leninista de que cuando se liquida las tareas antifeudales, antifascistas, y antimonopólicas, y se avanza hacía la construcción del socialismo, cambian los objetivos, en tanto los aliados del partido comunista cambian, esto no puede ser evitado, estancarse una vez acabada esta etapa significa ser un adocenado liberal, un defensor de la burguesía y el capitalismo, en consecuencia un contrarrevolucionario activo de las fuerzas retardatarias:

«La marcha de la revolución ha confirmado el acierto de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de «todos» los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra el medievalismo –y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa–. Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados contra el capitalismo, incluyendo los ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y en este sentido, la revolución se convierte en socialista. Querer levantar una muralla china artificial entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparación del proletariado y el grado de su unión con los campesinos pobres, es la mayor tergiversación del marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el liberalismo. Sería hacer pasar de contrabando, mediante citas pseudocientíficas sobre el carácter progresivo de la burguesía en comparación con el medievalismo, una defensa reaccionaria de la burguesía frente al proletariado socialista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Igualmente los hechos de 1947 y 1948 en Checoslovaquia como vemos, respondían del mismo modo a la tesis marxista-leninista que según se avanza la construcción del socialismo –en todos sus campos– cada vez es más enconada la resistencia de las clases explotadoras:

«Nosotros debemos demoler y rechazar la teoría podrida según la cual, a cada paso que hacemos adelante, la lucha de clases, en nuestra casa, debería, como pretenden, apagarse cada vez más; que a medida que nuestros éxitos sean mayores, el enemigo de clase será cada vez más dócil. Esta no sólo es una teoría podrida, sino que es una teoría peligrosa, porque adormece a nuestros hombres, los hace caer en la trampa y le permite al enemigo de clase volver a empezar en la lucha contra el poder de los soviets. Al contrario, cuanto más avanzaremos, cuanto más nos colmemos de éxito con más furor los restos de las clases explotadoras derrotadas se lanzaran a atacarnos, más rápidamente recurrirán a las formas más agudas de la lucha, más perjudicarán al Estado soviético, más se agarrarán a los procedimientos de lucha más desesperados, como el último recurso de los hombres consagrados a su inminente derrota». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Por una formación bolchevique; Informe al Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 3 de marzo de 1937)

En los partidos gobernantes de Europa del Este casi todos parecieron reaccionar ante este tipo de ilusiones después de la creación de la Kominform en septiembre de 1947 –que corrigió varias desviaciones en los diferentes partidos– y sobre todo después del descubrimiento del revisionismo yugoslavo en junio de 1948 –que hizo replantearse a muchos comunistas las tesis revisionistas que pululaban en el propio partido–, pero por suerte, los checoslovacos tuvieron su particular bautismo de fuego con las consecuencias de permitir un aflojamiento en la lucha de clases, como fueron los sucesos de febrero de 1948. Y en honor a la verdad, hay que decir, que no pecaron precisamente de sufrir durante ellos dubitaciones o cobardía.

La llamada crisis del 20 al 25 de febrero de 1948 se suele decir que se inició con la sustitución de ocho miembros del Cuerpo de Seguridad Nacional de Praga. Automáticamente la reacción aprovecho este hecho para hacer dimitir a doce de sus ministros en el gobierno aludiendo a la vez más creciente influencia de los comunistas, este hecho se suponía que forzarían al Presidente Edvard Beneš a anticipar las elecciones de 1948. Pero lo cierto es que las razones no vienen precedidas por el creciente control del partido líder desde 1945 en las instituciones públicas del Estado –algo lógico–, sino porque ciertos partidos del Frente Nacional que correspondían a la burguesía –que habían escapado a las nacionalizaciones–, a la burguesía antialemana, que no se le había tocado las propiedades, y que estando influenciados por los miembros de la burguesía y los terratenientes derrocados o simplemente respondiendo a sus intereses como clase explotadora, no aceptaban ni podía gustarle el nuevo curso del país. Estos elementos no querían la introducción de la nueva constitución, la aplicación profunda de la reforma agraria, la nacionalización del comercio interior y exterior, el nuevo seguro nacional, etc., como estaba planteando el partido comunista y al ala izquierda de los socialdemócratas desde el programa del Frente Nacional de 1946. Por tanto, como dice correctamente Klement Gottwald, no se trataba de algunos fútiles conflictos de coalición con el fin de conquistar puestos de ministros, sino de una ocasión de ajustar cuentas con los comunistas antes de que estos aplicaran las últimas medidas que rompieran todo su poder –en todos los sentidos–.

El fallo de la reacción fue creer que los comunistas iban a aceptar perder el poder por el mero hecho de la renuncia de los ministros no comunistas. Razones a la burguesía checoslovaca no le faltaban para pensar que se podían quitar a los comunistas; meses atrás, se habían visto claudicaciones de todo tipo de los comunistas en momentos álgidos de lucha: los griegos y chinos entregando las armas a la reacción en 1945; situaciones de afianzarse en el poder como líderes o de tomarlo como era el caso de los franceses e italianos en 1944 y 1945. Sin ir más lejos, en Francia, en 1947, la burguesía se había quitado de en medio a los dos únicos ministros comunistas para aceptar el Plan Marshall sin ninguna resistencia de peso. Pero a diferencia de otros partidos, Klement Gottwald y su partido si supieron manejarse en esta situación. El Partido Comunista de Checoslovaquia rápidamente se valió de su influencia en los comités nacionales, en los sindicatos, en la juventud, convocó grandes manifestaciones, sacó a las milicias armadas a la calle, y amenazó directamente tanto a los partidos que se habían sumado al intento de golpe como al propio Edvard Beneš de una guerra civil si Edvard Beneš no aceptaba la dimisión de los ministros no comunistas. Éste último finalmente acató la renuncia de los ministros no comunistas y dejó que se formara un nuevo gabinete, poco después se presentó el programa del nuevo gobierno que se hacía eco de los fallos que habían tenido los propios comunistas en no cumplir del todo con su programa de 1946 por las trabas del resto de partidos no comunistas.

Hay que hacer énfasis, en que si bien supieron ligarse con las masas trabajadoras del campo, realmente el gran mérito de los marxista-leninistas checoslovacos, es la estrecha unión como decíamos, con la clase obrera y más concretamente con los sindicatos, lo que aseguraba la correcta dirección del proceso. En los momentos cruciales de febrero de 1948 se celebró el Congreso de los comités de empresa y funcionarios sindicales en Praga, asistieron 8.000 delegados de todo el país. Allí se exponían puntos de vista, que como diría Klement Gottwald correspondían totalmente con las aspiraciones del gobierno presidido por los comunistas:

«Dado que el sector capitalista que queda en nuestra economía se ha convertido en un centro de conspiraciones antirepublicanas, económicas y políticas, y que en estos tiempos de malas cosechas y las dificultades económicas se traga millones en forma de excesivos beneficios que podrían ser utilizados para regular los salarios, para promover el seguro nacional y eliminar las injusticias sociales restantes, el congreso exige la nacionalización de todo el comercio al por mayor, el conjunto del comercio exterior, las grandes casas comerciales, y la producción de alcohol, la producción y la distribución de suministros médicos y también la nacionalización de todas las empresas que emplean a más de 50 trabajadores. Exigimos que la nacionalización cubra también las empresas de construcción, los talleres de impresión, balnearios de salud e instituciones médicas y hospitales». (G. Climent; Los sindicatos checoslovacos en guardia en torno a la unidad popular, 1948)

Pero aunque, el partido tenía una gran ligazón con la clase obrera, lo cierto es que no descuidó su estrecha relación con las clases trabajadoras no proletarias como decíamos. Hay que recordar que en Europa Central y del Este, el ascenso del fascismo tuvo entre otros muchos factores, la incapacidad de los comunistas para ganarse a las masas pequeño burguesas de artesanos, campesinos, y demás, a veces influenciado por las reminiscencias de la teoría trotskista sobre el carácter «poco revolucionario» de los campesinos:

«En relación con eso hay otra cosa, y es que febrero de 1948 mostró realmente el papel dirigente del Partido Comunista de Checoslovaquia sobre el pueblo. Había intelectuales –marxistas aparentes– a quienes no les gustaba y que vieron un error en que habláramos, particularmente desde mayo 1945, de que los comunistas deberían ser la fuerza dirigente del pueblo. Se preguntaban qué tenía acaso eso en común con el marxismo y el leninismo, ya que se supone que los comunistas son parte de la clase obrera y cuando hablamos del partido director del pueblo, estamos difuminando el concepto de partido comunista. Nuestro comité central es tan avanzado que entiende a primera vista lo absurdo y el carácter trotskista de tal «crítica». Ya que todo el sentido de nuestra lucha era ponernos al frente del pueblo, para que el pueblo –entendiéndolo fundamentalmente como la gran mayoría de los trabajadores– nos respetara y nos reconociera como su partido. Queríamos que la clase obrera no quedara aislada, para que la dirección de los asuntos del pueblo pasara de las manos indignas de la burguesía, de las manos que han vendido tantas veces el patrimonio del pueblo, a nuestras manos. Y lo conseguimos. Sin el papel dirigente de los comunistas sobre el pueblo, sin el hecho de que la mayoría del pueblo nos reconociera como su cabeza, como su cerebro y como sus dirigentes, la burguesía no habría quedado aislada, no habría tenido lugar el victorioso febrero y no estaríamos sentados aquí ahora». (Klement Gottwald; Informe en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia, 17 de noviembre de 1948)

Otro hecho reseñable, es el ligazón que tuvieron los checos con los eslovacos –por entonces existían tendencias separatistas vociferadas por la burguesía eslovaca, desde que en territorio checo existía un dominio comunista– para resolver la crisis en Eslovaquia. Štefan Bašťovanský, el por entonces líder del Partido Comunista de Checoslovaquia en Eslovaquia explica brevemente que con las características eslovacas, el febrero de 1948 en Eslovaquia –lugar dónde los comunistas no tenían la mayoría–, la reacción había azuzado sobre todo los sentimientos nacionalistas, étnicos y religiosos para evitar el paso al socialismo, era importantísimo la unión de los dos pueblos para el mismo fin, la derrota de la reacción y afianzar el paso al socialismo:

«No es casualidad que los cabecillas de la reacción eslovaca –los líderes del llamado Partido Demócrata, que la mayor parte pertenecían del Partido Agrario– fueran los principales agitadores del separatismo anticheco en la República democrático-popular. Durante la República burguesa, los reaccionarios eslovacos, reforzados por el capital de la burguesía checa, apoyaron la política del gobierno checo en relación con Eslovaquia, debido a que los órganos de este Estado servían a los intereses de clase de los capitalistas y terratenientes. Pero, después de los cambios de los últimos años y con la consolidación de la República de la democracia popular se opusieron al viento que venía de la Praga progresista, y se convirtieron en separatistas. (...) En Eslovaquia, los acontecimientos de febrero se caracterizaron por ciertas características específicas debido a las condiciones locales. Ante todo conviene tener en cuenta el hecho de que la ofensiva de las masas trabajadoras eslovacas durante la crisis política de febrero venía ya precedida por los eventos del pasado otoño de 1947. La crisis en Eslovaquia se debió, principalmente, a tres razones: el sabotaje de los suministros, el sabotaje de la política agraria del gobierno del camarada Klement Gottwald y la exposición de una conspiración eslovaca generalizada contra el Estado. El poderoso movimiento de los obreros y campesinos barrió a un lado el antiguo Consejo de Delegados (órgano del gobierno nacional eslovaco), en el que el Partido Demócrata tenía la mayoría, con el resultado de que en el nuevo Consejo del Partido Demócrata recibió sólo seis escaños en lugar de nueve. La reacción eslovaca entonces fue totalmente apoyada por el liderazgo reaccionario de ciertos partidos checos, un hecho que la salvó de una derrota completa. Fue sólo después del fallido intento de la reacción de organizar un golpe de estado contrarrevolucionario en febrero, que el pueblo eslovaco, logró, con la ayuda del pueblo checo, romper por completo las fuerzas de la reacción. La reacción fue derrotada en Eslovaquia, a pesar del hecho de que sus fuerzas se unieron en el Partido Demócrata que aprovechaba los sentimientos religiosos de la gente y aplicaba métodos demagógicos como había hecho para obtener 62 por ciento de los votos en las elecciones de 1946». (Štefan Bašťovanský; Las masas trabajadoras fortalecen la democracia popular, 1948)

Después de esta extensa pero necesaria introducción, damos paso al discurso de Klement Gottwald, hemos añadido al final unas anotaciones que complementan el documento con el propósito de que se pueda observar las repercusiones posteriores a 1948, para redondear así al lector los conocimiento sobre la democracia popular en Checoslovaquia antes del advenimiento del revisionismo de corte soviético tras el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956.

Notas

[1] Lectura Online AQUÍ ó Descarga en PDF AQUÍ.

[2] Todos los documentos editados de Klement Gottwald AQUÍ.

[3] Todos los documentos en PDF editados por el equipo del Blog en el apartado BIBLIOTECA.

4 comentarios:

  1. Camarada, tengo una duda respecto a Checoslovaquia, ¿cómo llegó exactamente el camarada Klement Gottwald con los comunistas al poder?

    ResponderEliminar
  2. Precisamente hicimos la intro, y después la anotaciones finales, para resolver este tipo de dudas sobre el proceso checoslovaco. Lee de nuevo la intro y dinos si no te queda claro algo en concreto.

    ResponderEliminar
  3. Hola
    Me llego esta supuesta frase de Gottwald ¿me pueden decir si la dijo el? y si es así ¿cuando y donde la dijo?
    "El trotskismo es una agencia internacional de la contra-revolución, en el verdadero sentido de la palabra. Es una vil, criminal, enemiga de la clase trabajadora y del movimiento. Es un pozo negro contrarrevolucionario....
    En muchos países el trotskismo se ha convertido en una rama directa de la policía, suministrándoles numerosos agentes, provocadores y espías para luchar contra el movimiento revolucionario"

    Klement Gottwald

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Investigaremos –seguramente nos tomará algún tiempo– para ver si en efecto se trata de Gottwald.

      Ahí discúlpanos la tardanza, hemos estado liado y no hemos podido atender todo lo concerniente al blog…

      Saludos.

      Eliminar

«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»