jueves, 13 de febrero de 2014

La naturaleza de los koljoses; Stalin, 1929

«Bajo nuestro régimen actual, las empresas cooperativas se diferencian de las empresas capitalistas privadas por ser empresas colectivas, pero no se diferencian de las empresas socialistas, siempre y cuando que se basen en la tierra y empleen medios de producción pertenecientes al Estado, es decir, a la clase obrera». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Sobre la cooperación, 1923)


Los koljoses, como tipo de economía, son una de las formas de la economía socialista. Acerca de ello no puede caber ninguna duda.

Uno de los oradores ha hablado aquí para desacreditar los koljoses. Ha afirmado que los koljoses, como entidades económicas, no presentan ninguna afinidad con la forma socialista de economía. Debo manifestar, camaradas, que esta calificación de los koljoses es absolutamente falsa. Y no puede haber la menor duda de que no tiene nada que ver con la realidad.

¿Qué es lo que define un tipo de economía? Son, evidentemente, las relaciones que se establecen entre los hombres en el proceso de producción. ¿Qué otra cosa, si no, podría definir un tipo de economía? ¿Y acaso en el koljós hay una clase de personas, que poseen los medios de producción y otra clase de personas carentes de estos medios? ¿Acaso en el koljós hay clase de explotadores y clase de explotados? ¿Acaso el koljós no representa la socialización de los instrumentos fundamentales de producción sobre la tierra perteneciente al Estado? ¿Qué motivos hay para afirmar que los koljoses, como tipo de economía, no son una de las formas de la economía socialista?

Es indudable que en el seno de los koljoses hay contradicciones. Es indudable que en el seno de los koljoses hay supervivencias individualistas y hasta kulakistas, que aún no han desaparecido, pero que desaparecerán forzosamente con el tiempo, a medida que los koljoses se fortalezcan, a medida que se les dote de maquinaria. Pero ¿acaso se puede negar que, tomados en conjunto, con todas sus contradicciones y sus defectos, los koljoses, como hecho económico, representan, en lo fundamental, una nueva trayectoria de desarrollo del campo, la trayectoria de desarrollo socialista del campo, en oposición a la trayectoria kulakista, capitalista, de desarrollo? ¿Acaso se puede negar que los koljoses –hablo de los koljoses, y no de los pseudokoljoses– son, atendidas las condiciones de nuestro país, la base y el foco de la edificación socialista en el campo, que se han formado en rabiosa pugna con los elementos capitalistas?

¿No es evidente que carecen de toda base los intentos de algunos camaradas de desacreditar a los koljoses y presentarlos como una forma burguesa de economía?

En 1923 no había aún en nuestro país un movimiento koljósiano de masas. En su folleto «Sobre la cooperación», Lenin tuvo presentes todos los tipos de cooperación, tanto los inferiores –las cooperativas de consumo y de venta– como los superiores –la forma koljosiana–. ¿Y qué decía entonces Lenin acerca de la cooperación y de las empresas cooperativas? Escuchad un pasaje de este folleto:

«Bajo nuestro régimen actual, las empresas cooperativas se diferencian de las empresas capitalistas privadas por ser empresas colectivas, pero no se diferencian de las empresas socialistas, siempre y cuando que se basen en la tierra y empleen medios de producción pertenecientes al Estado, es decir, a la clase obrera». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Sobre la cooperación, 1923)

Como veis, Lenin no toma las cooperativas como empresas aisladas, sino en relación con nuestro régimen existente, ligándolas al hecho de que funcionan en tierra perteneciente al Estado, en un país en que los medios de producción pertenecen al Estado; y al examinarlas de este modo, Lenin afirma que las empresas cooperativas no se distinguen de las empresas socialistas.

Así se expresa Lenin, hablando de las empresas cooperativas en general.

¿No es evidente que lo mismo puede decirse, y con mayor razón aún, de los koljoses del período presente?

Eso explica también, entre otras razones, que Lenin considere que «el simple desarrollo de la cooperación», bajo las condiciones de nuestro país, se identifica con el desarrollo del socialismo».

Veis, pues, que, al desacreditar a los koljoses, el orador a que antes me refería ha cometido un error gravísimo contra el leninismo.

Y de ahí se desprende otro error que ha cometido el mismo orador y que se refiere a la lucha de clases en los koljoses. Describía este orador tan a lo vivo la lucha de clases en los koljoses, que parece como sino se distinguiese de la lucha de clases fuera de ellos. Más aún: se podría creer que en los koljoses se hace todavía más encarnizada. Por cierto que no ha sido ese orador el único en incurrir en este defecto. Las habladurías acerca de la lucha de clases, los gritos, la chillería en torno a esa lucha de clases dentro de los koljoses son hoy algo típico de todos nuestros charlatanes «izquierdistas». Y lo más cómico de los gritos es que esos alborotadores «ven» lucha de clases donde no la hay o casi no la hay y, en cambio, no la ven donde existe y se desborda.

¿Hay elementos de lucha de clases en los koljoses? Sí, los hay. No puede por menos de haber elementos de lucha de clases en los koljoses, existiendo en ellos, como todavía existen, vestigios de la psicología individualista, e incluso de la psicología del kulak; existiendo todavía en ellos, como existe, cierta desigualdad en la situación económica. Pero ¿puede afirmarse que la lucha de clases que se desarrolla dentro de los koljoses tiene el mismo carácter que la que se desarrolla fuera de ellos? No, no se puede. Ahí reside, precisamente, el error de nuestros charlatanes «izquierdistas», en que no ven esta diferencia.

¿Qué representa la lucha de clases fuera de los koljoses antes de crearse éstos? Representa la lucha contra los kulaks, que poseen los instrumentos y medios de producción, y mediante los cuales sojuzgan a los campesinos pobres. Representa una lucha a vida o muerte.

¿Y qué significa la lucha de clases sobre la base de los koljoses? Significa, ante todo, que el kulak ha sido derrotado y desposeído de los instrumentos y medios de producción. Significa, en segundo lugar, que los campesinos pobres y medios se han agrupado en koljoses, socializando en ellos los instrumentos y medios fundamentales de producción. Significa, en fin, que la lucha dentro de ellos se ventila entre los koljosianos que no se han emancipado aún de las supervivencias individualistas y kulakistas, y que intentan aprovecharse de esa desigualdad relativa que aún subsiste en los koljoses, y los koljosianos que anhelan desterrar de los koljoses esas supervivencias y esas desigualdades. ¿No es evidente que sólo a los ciegos se les puede escapar la diferencia entre la lucha de clases que se libra sobre la base de los koljoses y la que se desarrolla fuera de ellos?

Sería un error pensar que, si hay koljoses, tenemos ya todo lo necesario para edificar el socialismo. Y todavía sería un error de más bulto pensar que los koljosianos se han convertido ya en socialistas. No, costará aún muchos esfuerzos transformar al campesino koljosiano, corregir su psicología individualista y hacer de él un auténtico trabajador de la sociedad socialista. Y este proceso avanzará más de prisa, conforme proporcionemos máquinas y tractores a los koljoses. Pero esto no afecta en lo más mínimo a la trascendental importancia de los koljoses como palancas de la transformación socialista del campo. La gran importancia de los koljoses consiste, precisamente, en que son la base fundamental para el empleo de máquinas y tractores en la agricultura, en que son la base fundamental para la transformación del campesino, para cambiar su psicología en el espíritu del socialismo. Lenin tiene razón cuando dice:

«La labor de rehacer al pequeño agricultor, la labor de rehacer toda su psicología y todos sus hábitos es obra de varias generaciones. Resolver este problema en relación con el pequeño agricultor, sanear, por decirlo así, toda su psicología, únicamente puede hacerlo la base material, la maquinaria, el empleo en gran escala de tractores y otras máquinas en la agricultura, la electrificación en escala masiva». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; X congreso del PC (b) de Rusia, 1921)

¿Quién puede negar que los koljoses son, precisamente, la única forma de economía socialista mediante la cual pueden los millones y millones de pequeños campesinos individuales ser incorporados a la gran hacienda con sus máquinas y tractores como palancas del auge económico, como palancas del desarrollo socialista de la agricultura?

Nuestros charlatanes «izquierdistas» han olvidado todo esto. Y también lo ha olvidado nuestro orador.

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