En este capítulo, el francés Vincent Gouysse repasará las críticas más sonadas de algunos partidos y líderes a nivel global del revisionismo maoísta sobre la figura de Enver Hoxha y su partido: el Partido del Trabajo de Albania. Para ello analizará las posiciones de un partido francés, otro peruano y otro belga, los cuales dentro de la disputa sino-albanesa apoyaron a la parte china.
Ya que los argumentos desde los que parten para criticar a Enver Hoxha son bastante pobres, nos hubiera gustado a falta de un nivel cualitativo, contar con uno cuantitativo, o sea poder contrastar otras críticas de otros revisionistas, como las del francés Jacques Jurquet, líder del Partido Comunista (marxista-leninista) de Francia, quien fue uno de los más críticos con Enver Hoxha y el Partido del Trabajo, hasta el punto que defendería la «teoría de los tres mundos» y establecería buenos contactos con Deng Xiaoping y Hua Kuo-feng como puede verse en nuestro artículo «Un rápido repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Jacques Jurquet y el PCF-ML» de 2015.
También por desgracia, la mayoría de organizaciones presentes en el documento defendería la «teoría de los tres mundos». Un ejemplo de ello sería el pérfido Partido Comunista de Perú –conocido popularmente como Sendero Luminoso– el cual sigue en la actualidad abogando por tesis revisionistas como el tercermundismo y la «nueva democracia», a las cuales ha añadido recientemente nuevas posiciones socialdemócratas como la «reconciliación nacional» y la inclusión en el régimen parlamentario.
Ya expusimos varias veces las consecuencias directas de la «teoría de los tres mundos» y la «nueva democracia» como para no pararnos más sobre especulaciones sobre si existe una «versión buena», ya que parten de planteamientos revisionistas y de praxis que siempre han acabado en una colaboración de clases. Tampoco hace falta analizar la tesis de la «reconciliación nacional» que lanzan las bandas, grupos y guerrilleras pequeño burgueses tras el fracaso de sus acciones armadas, un eslogan que acuño el carrillismo.
También por desgracia, la mayoría de organizaciones presentes en el documento defendería la «teoría de los tres mundos». Un ejemplo de ello sería el pérfido Partido Comunista de Perú –conocido popularmente como Sendero Luminoso– el cual sigue en la actualidad abogando por tesis revisionistas como el tercermundismo y la «nueva democracia», a las cuales ha añadido recientemente nuevas posiciones socialdemócratas como la «reconciliación nacional» y la inclusión en el régimen parlamentario.
Ya expusimos varias veces las consecuencias directas de la «teoría de los tres mundos» y la «nueva democracia» como para no pararnos más sobre especulaciones sobre si existe una «versión buena», ya que parten de planteamientos revisionistas y de praxis que siempre han acabado en una colaboración de clases. Tampoco hace falta analizar la tesis de la «reconciliación nacional» que lanzan las bandas, grupos y guerrilleras pequeño burgueses tras el fracaso de sus acciones armadas, un eslogan que acuño el carrillismo.
El documento:
«Este capítulo, tiene como fin dar una visión en conjunto de la «crítica» que el Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM) de Francia realizó a Enver Hoxha. Refutaremos algunos ataques lanzados en su bizarro: «Manual de economía política maoísta» donde ubicaron a Enver Hoxha bajo la línea de las «desviaciones ideológicas». Empecemos:
«El «hoxhaismo» o «hoxhismo» no existe como tal ideológicamente.
Por «hoxhismo» nos referimos al conjunto de interpretaciones del
marxismo-leninismo después de Enver Hoxha o mediante Hoxha durante 1908 a
1985». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía
política maoísta)
Enver Hoxha no pretendió
nunca haber abastecido «un nuevo desarrollo del marxismo». Sólo defendió de
manera consecuente las enseñanzas del marxismo-leninismo, al marxismo de la
época imperialista contra todos sus enemigos. Él «solo» defendió de manera
ensañada los grandes principios del marxismo-leninismo contra toda especie de
revisionismo. Por ello no existe el «Pensamiento Enver Hoxha» en el sentido
estricto, tal como aparentan otros con el «Pensamiento Mao Zedong» o el
«Pensamiento de Gonzalo»:
«El «hoxhismo» se caracteriza por un sectarismo extremo asociado
con un pragmatismo absoluto. Esto valora su diseño del partido comunista: el
hoxhismo rechaza la existencia de la dialéctica en el partido y pretende
unilateralmente conservar a éste un carácter monolítico. Enver Hoxha rechazó
los principios de la dialéctica; consideró que la defensa del principio de la
unidad relativa de los contrarios de Mao Zedong volvía al «taoísmo». Enver
Hoxha rechaza la teoría marxista-leninista-maoísta como la forma en que los dos
aspectos de la contradicción está en relación dialéctica, les separa
arbitrariamente, alegando que sus esencias están separadas: no podría tener así
una lucha entre dos líneas en el seno del partido comunista porque éste es la
expresión del proletariado y porque la esencia del proletariado es diferente de
la burguesía. Sería entonces, rechazar la afirmación comunista decir que la
burguesía y el proletariado son ambos aspectos de la cuestión. El hoxhismo es
así una ideología ultrasectaria y moralista que ve las cosas unilateralmente,
en combinación con la consideración de que el proletariado es bueno «por
esencia». Las organizaciones que reivindican de Hoxha funcionan así como una
secta sobre el plan ideológico e interno, y como una organización totalmente
oportunista por fuera. Históricamente esta posición degenerada del comunismo se
deriva de la actividad de Enver Hoxha. Después de haber dirigido la liberación
de Albania y conseguido instaurar el socialismo a pesar de la presión
imperialista y del expansionismo yugoslavo, Hoxha participó en el movimiento de
crítica a la Unión Soviética revisionista guiada por Jruschov. El prestigio de
Albania y de su partido –el Partido del Trabajo de Albania (PTA)– entonces fue
muy grande en el Movimiento Comunista Internacional. China y Albania entonces
estuvieron consideradas como los únicos países socialistas y ambos se apoyaban.
Luego, a la muerte de Mao Zedong, Hoxha afirmó que Mao Zedong había sido
siempre un revisionista, que China no era socialista. Afirmó siempre haber
criticado China, no dejó de ponerse por delante y hasta se apropió de los
trabajos de Lenin y de Stalin –como en la obra: «Imperialismo y revolución»–.
Este rechazo a China era totalmente nuevo. En 1976 el VIIº Congreso del PTA
saludaba a Mao Zedong como un gran comunista; en 1979 según él era un revisionista.
Esto fue justificado así a posteriori por la publicación de pretendidos viejos
documentos, y sacó provecho de la llegada al poder en China de los
revisionistas –que todavía se reivindicaban entonces bajo el pensamiento Mao
Zedong–. (...) Despojó a los comunistas negando la experiencia de los años
1960-1970 para hacer triunfar un «marxismo-leninismo» desecado, dogmático,
antidialéctico y anticultural en sumo grado». (Partido Comunista
Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)
Este «rechazo totalmente
nuevo» sólo podía ser «nuevo» para los que mantuvieron los ojos cerrados frente
a los golpes continuos dados por este gran dirigente en su lucha contra el
revisionismo, siendo normal que se acabaran por irritar finalmente con el albanés.
Sabemos que los trotskistas también venían acusando a Stalin de haberse
apropiado del leninismo, de haberlo envilecido. En cuanto al marxismo
«dogmático y desecado» de Enver Hoxha, y la lucha de manera benévola de los
maoístas «desarrollando el movimiento» y «luchando contra el dogmatismo» son
los viejos argumentos que fueron repetidos por todos los revisionistas. En
cuanto a la acusación de anticulturalismo, el autor de esa cita no se para un
segundo a conocer el vasto movimiento revolucionario e ideológico que tomó
cuerpo desde los años 60 en Albania. Una ilustración de este movimiento fue el
cierre espontáneo de los lugares de culto por las masas como las mezquitas y su
reconversión en gimnasios, museos históricos y ateos, o en lugares de reunión.
De hecho la Albania socialista es el único país que ha institucionalizado el
ateísmo y en un país mayoritariamente musulmán lo que lo hace más meritorio.
En lo que toca a la «dialéctica en el seno del partido» ni Lenin ni Stalin jamás admitieron varias líneas o fracciones en el seno del partido comunista, eso es de saber común. La unidad monolítica es justamente el carácter clásico de un partido marxista-leninista y es fuerza directa en la lucha diaria contra las desviaciones de derecha como de izquierda.
[La permisión de varias
líneas y fracciones fue tipificado por Lenin como intolerable para un partido
comunista:
«Es necesario que todo obrero consciente comprenda con claridad el
carácter pernicioso e inadmisible de todo fraccionalismo, el cual, pese a todo
el deseo de los representantes de algunos grupos de mantener la unidad del
partido, conduce sin falta en la práctica al debilitamiento de la labor aunada
y a los intentos acentuados y repetidos de los enemigos del partido
gubernamental, que se infiltran en sus filas, de ahondar las disensiones en su
seno y utilizarlas para los fines de la contrarrevolución. (...) Por las
razones expuestas, el congreso declara disueltos y prescribe disolver
inmediatamente todos los grupos, sin excepción, que se hayan formado con tal o
cual plataforma –a saber: «oposición obrera», «centralismo democrático», etc.–.
El incumplimiento de este acuerdo del congreso acarreara la inmediata e
incondicional expulsión del partido». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; Informes
en el Xº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, 8 al 16 de
marzo de 1921)
Bajo necesidad de una unidad
monolítica en el partido leninista, no se niega la discusión, pero una vez
finalizado los debates, constatado una línea, y votado las resoluciones, la
minoría debe adaptarse a lo acordado por la mayoría. Se presupone que existe la
posibilidad de que afluyan al partido elementos que provienen de las capas
menos concienciadas de la población, o el simple contacto de los elementos
sanos con estos elementos que actúan en calidad de agentes de la burguesía y
pequeña burguesía haga en definitiva desperdiciar a ciertos miembros, es normal
por tanto, que afloren diferencias, e incluso divergencias de principio, del
mismo modo que es normal no demorar más esas diferencias, y que el partido
proletario las liquide antes de que se conviertan en una fracción y línea
dentro del partido, e incluso que tomen el control del partido, este es el
concepto leninista; a diferencia de la existencia y permisibilidad de líneas y
fracciones dentro del partido maoísta, que presupone la existencia de líneas ven
el partido bajo la pobre excusa del mero discurrir «dialéctico»:
«Es lógico que a cada viraje en el desarrollo de la lucha de
clases, a cada agudización de la lucha y aumento de las dificultades, la
diferencia de opiniones, de hábitos y de estado de ánimo de las distintas capas
del proletariado se deje sentir forzosamente en forma de determinadas
discrepancias en el partido; y la presión de la burguesía y su ideología debe
acentuar necesariamente esas discrepancias, dándoles salida en forma de lucha
dentro del partido proletario. Tal es el origen de las contradicciones y las
discrepancias en el seno del partido. (...) ¿Es posible evitar esas
contradicciones y discrepancias? No, no lo es. Suponer que puedan ser evitadas
significaría engañarse a sí mismo. Engels tenía razón al decir que es imposible
velar durante mucho tiempo las contradicciones en el seno del partido, que esas
contradicciones se resuelven mediante la lucha. Eso no significa que el partido
deba convertirse en un club de debates. Al contrario. El partido proletario es
y debe seguir siendo la organización combativa del proletariado. Únicamente
quiere decir que es imposible desentenderse de las discrepancias dentro del
partido y cerrar los ojos a ellas si son discrepancias de principio. Únicamente
quiero decir que solo mediante la lucha por una línea basada en los principios
marxistas se podrá salvaguardar al partido proletario de la presión y la
influencia de la burguesía. Únicamente quiero decir que solo superando sus
contradicciones internas es posible sanear y fortalecer el partido». (Iósif
Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Una vez más sobre la desviación
socialdemócrata, 1926)
Esto fue bien comprendido por
los marxista-leninistas albaneses:
«Por lo tanto, la lucha de clases en el seno del partido
marxista-leninista no puede ser caracterizada como una lucha entre líneas
opuestas, y menos aún puede considerarse a esta «lucha de líneas» como un
fenómeno objetivo. La lucha de clases en el seno del partido es, en verdad, un
fenómeno objetivo, como la lucha de clases en general, pero no es
necesariamente una lucha entre dos líneas opuestas. La experiencia de la lucha
en el seno del Partido del Trabajo de Albania confirma esto muy bien: esta
lucha siempre ha sido emprendida en defensa, aplicación y enriquecimiento, en
el calor de la acción revolucionaria, de una única línea marxista-leninista, y
no ha sido una lucha entre dos líneas. No se debe confundir la lucha entre los
dos caminos con la lucha entre dos líneas. La lucha entre el camino socialista
y el camino capitalista de desarrollo, que incluye la lucha entre la ideología
proletaria y la ideología revisionista, es una ley objetiva, mientras que la
lucha entre líneas políticas opuestas es un fenómeno subjetivo, que surge y se
desarrolla sólo en ciertas condiciones, cuando el partido permite que se creen
tendencias fraccionalistas y líneas antimarxistas en su seno». (Ndreçi Plasari;
La lucha de clases en el seno del partido, 1978) - Anotación de Bitácora
(M-L)]
Tuvimos la oportunidad de ver
a cual precipicio conducía la teoría de la lucha entre varias líneas en el seno
del Partido Comunista de China; los verdaderos marxistas están atrapados en el
fuego de las diferentes fracciones lo que facilita su liquidación por los
elementos de derecha y conduce a la liquidación del partido como organización
proletaria.
[La tónica del extremo
liberalismo y permisión de fracciones en el Partido Comunista de China puede
verse desde sus inicios:
«Chou dijo que Mao Zedong se
mantiene al margen de las disputas de partido, que utiliza a Chou, Liu Shao-chi
y otros liberales y radicales para fines específicos a su antojo. Que Mao es un
genio en escuchar argumentos de diferentes lados, y luego traducir las ideas en
las políticas de trabajo prácticos». (Edmund Clubb; El Cónsul General en Pekín
(Clubb) a la Secretaria de Estado, emitido el 1 de junio de 1949, recibido el 2
de junio de 1949)
Eso
ya lo denunciaron los marxista-leninistas albaneses:
«Renunciando a la lucha de
principios en las filas del partido, Mao Zedong hacía el juego a las
fracciones, buscaba concertar compromisos con algunas de ellas para oponerse a
otras y reforzar así sus posiciones». (Enver Hoxha; El
imperialismo y la revolución,
1978)
Las fracciones aparte de ser
en sí una plataforma organizativa paralela al partido, suelen ir acompañadas
también de una línea programática, ideológica, y política propia, también
paralela a la oficial del partido. Los marxista-leninistas albaneses nunca
permitieron ni fraccionalismos ni líneas paralelas al partido. Y una de las
tareas de los albaneses en años sucesivos fue derribar las tesis trotskistas de
partido que el revisionismo chino propagaba: o bien que eran beneficioso para
la unidad la formación de varias líneas –perorata propagandística de los 40 y
50– o que era inevitable la formación de dos o más líneas en el partido
–perorata propagandística de los 60 y 70–:
«El tratamiento deformado de este problema en la vida social también
está conectado con su tratamiento deformado dentro del partido. De acuerdo con
el «pensamiento Mao Zedong», el partido de la clase obrera está dividido en
clases antagónicas, con su jefatura burguesa y proletaria, y como resultado de
ello, existen en forma objetiva e inevitablemente dos líneas en el seno del
partido, que expresan los intereses de estas dos clases. En esta cuestión
también tenemos que lidiar con una flagrante desviación del
marxismo-leninismo. (...) La línea del partido es un complejo de directrices y
orientaciones para todo un período histórico; define los objetivos del partido,
así como los métodos para llegar a ellos. El partido de la clase obrera puede
tener una sola línea, la línea de la revolución, de la dictadura del
proletariado, de la construcción del socialismo y el comunismo. (...) Esta
lucha de clases en el partido es objetiva e inevitable, es el reflejo de la
lucha de clases que ocurre en la sociedad. Sin embargo, la lucha de clases en
el partido no se expresa en todos los casos y de manera inevitable, como una
lucha entre dos líneas. La lucha de clases en el partido es objetiva e
inevitable, pero no lo es la existencia de dos líneas. (...) Aceptar que la
línea burguesa en el partido existe objetivamente, independientemente de los
deseos del pueblo, significa aceptar el concepto fatalista y antidialéctico que
confunde la posibilidad con la realidad. Puesto que la aparición de la línea
burguesa es sólo una posibilidad, presentarla como algo que existe fatalmente
significa abrir el camino, de manera consciente, a la línea burguesa en el
partido y minar al partido, la dictadura del proletariado y el socialismo. Los
acontecimientos que tienen lugar en China actualmente son consecuencia directa
de la autorización hecha por Mao Zedong para que en el partido coexistan dos
líneas opuestas». (Foto Çami; Contradicciones, clases y lucha de clases en el
socialismo, 1980) - Anotación de Bitácora (M-L)]
La diferencia entre la China de Mao
Zedong de una parte, y la Unión Soviética de Stalin y la Albania de Enver Hoxha
por otra, es que los revisionistas para tomar el poder y llevar la
contrarrevolución necesitaron cubrir de lodo a Stalin y a Enver Hoxha y tuvieron
que mantener sus propósitos ocultos durante largo tiempo, mientras que los
ultrarevisionistas en China fueron conocidos desde hace tiempo y se
resguardaban bajo la bandera de Mao Zedong para eliminar a los «radicales».
Stalin armó el partido ideológicamente como ningún otro comunista lo había
hecho –por supuesto dejando a un lado a Lenin–. Esto lo demuestran obras como «Cuestiones del leninismo» de 1926 o «La historia del Partido
Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética» de 1938. Los revisionistas
jruschovistas precisamente tienen que recurrir al purgamiento de sus obras y a
reescribir la historia del partido para desarmar ideológicamente al partido
bolchevique. El peligro verdadero de la restauración capitalista es la
conciencia de los hombres que se retrasa sobre las condiciones económicas
nuevas. Un terreno favorable es ofrecido a las manifestaciones de la pequeña
burguesía de las cuales ciertos miembros del partido escapan difícilmente
cuando las dificultades se presentan y las cuales encuentran un apoyo exterior
a causa de la presión del cerco capitalista. Por ejemplo, en el momento del
principio de la colectivización agrícola en la Unión Soviética, es la oposición
bujarinista la que se cristalizaba como el peligro principal: los bujarinistas
–la desviación de derecha– objetivamente eran los defensores de los kulaks.
Pero la lucha contra los desviacionistas de «izquierda», los que querían
golpear al campesino medio, o directamente pasar de la colectivización del
artel a la «comuna» no era menos importante. Recomendamos por ello también
repasar la obra de Stalin: «Mareados por el éxito» de 1931. La desviación de derecha
abiertamente tendía a aportar una ayuda directa a los reaccionarios; la
desviación de izquierda, alimentaba la desviación de derecha y le aportaba así
una ayuda indirecta. Pero en resumen, como decía Stalin la desviación de
derecha y la de izquierda tienen el mismo resultado idéntico: acabarían en la
restauración del capitalismo –lo que le hacía decir que ambas desviaciones
«eran igual de perjudiciales» y que «el principal peligro es representado por
la desviación que se deja de combatir y a la cual se la permite desarrollarse
hasta las proporciones de un peligro del Estado»–, no podemos ignorar su
diferencia de estrategia para luchar eficazmente contra ellas. Mao Zedong
amansó al Partido Comunista de China mediante la introducción de normas
liberales, la disciplina leninista en el partido brillaba por su ausencia. Hua
Kuo-feng y Deng Xiaoping no necesitaron reinventar «la historia del Partido
Comunista de China», Mao Zedong de hecho, jamás había escrito o mandado
escribir una historia oficial del partido. Del 1949 al 1976, el Partido
Comunista de China no ha publicado ninguna historia oficial. ¿Por qué? Debido a
que para el propio Mao Zedong tal vez le fuera un mal trago recordar y
entender todo lo que pasó en su propio partido como por ejemplo las interminables
luchas de fracciones durante décadas. Los ultrarevisionistas criticaron a Mao
Zedong sobre ciertos puntos, proclamando por ejemplo el fin de «la Revolución
Cultural» y los errores del «Gran Salto Adelante», pero no llevaron ni mucho
menos campañas de calumnias monstruosas contra él, y todavía hoy existe un
sitio con un retrato de Mao Zedong en la Plaza de Tian'anmen y se sigue
aceptando su pensamiento para regir el gobierno actual. Continuemos:
«Enver Hoxha llegó a asimilar a los revisionistas chinos con Mao
Zedong y lanzó una gran propaganda contra las contribuciones de Mao Zedong.
Hoxha sembró una gran confusión en el movimiento comunista internacional, lo
que le lleva a su decadencia casi total». (Partido Comunista
Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)
¿No fue más bien Mao Zedong
quién con sus teorías eclécticas sembró una gran confusión ideológica que
vuelve a salir en su praxis? Se desprende de la práctica en los años 60-70 el
«Pensamiento Mao Zedong» ampliamente ha sido difundido en el seno del
movimiento marxista-leninista y en el seno de la juventud progresista, al
contrario de los análisis de Enver Hoxha y del Partido del Trabajo de Albania,
que no tenían la posibilidad de gozar del prestigio de gran partido, ya que sus
obras fueron poco difundidas. De hecho, viendo un ejemplo: el Partido Comunista
Marxista-Leninista de Francia (PCMLF), fundando en los años 60, cedió al
revisionismo maoísta durante la disputa sino-albanesa, los miembros que se
habían opuesto a tal camino –como puede ser la «teoría de los tres mundos»–
fueron excluidos. Es claro que los albaneses no tuvieron contemplaciones a la
hora de exponer sus diferencias con los chinos. Por tanto, Enver Hoxha y el
Partido del Trabajo de Albania (PTA), una vez persuadidos por la vía
antimarxista seguida por los dirigentes chinos abrió en efecto fuego sobre esta
forma enmascarada de revisionismo que es el maoísmo. Sigamos:
«Pretendió que todos los países del mundo eran capitalistas,
rechazando la posición comunista como que los países oprimidos son
semicoloniales y semifeudales». (Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta;
Manual de economía política maoísta)
Aquí para empezar el Partido
Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM) dice la «posición comunista» –se
oye el discurso unitario de Mao Zedong– y se abstiene bien de decir «posición
marxista-leninista». En efecto, ellos mismos se desenmascaran inicialmente,
pero este detalle es lo de menos. Lenin jamás afirmó otra cosa que: «el mundo
se divide en dos», de una parte el mundo capitalista y por otra parte el mundo
socialista. Bien sobre cada uno de estos dos tipos de mundo existen
contradicciones, y obviamente los países del «tercer mundo» tal como lo son
Mali, son semicolonias, pero eso no significa que no sean países capitalistas
débiles de democracia burguesa o semifeudales donde se desarrollan las
relaciones burguesas de propiedad.
«El hoxhismo se reúne así con el trotskismo en su negación de la
necesidad de organizar a las masas campesinas». (Partido Comunista
Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)
[Hace falta bastante cinismo
para declarar que ni Enver Hoxha ni su partido nunca tuvieron intención de
organizar a los campesinos ni de que participaran en su revolución, sobre todo
cuando precisamente su revolución fue hecha mayoritariamente por campesinos
pobres que componían el ejército partisano albanés, esto es desconocer la
historia del Partido del Trabajo de Albania y significa difamar gratuitamente:
«En la movilización por abajo las masas campesinas deben ocupar el
primer lugar. La movilización de todas las fuerzas patrióticas debe ser
realizada por abajo y por arriba. El campesinado es la clase más numerosa de
nuestro pueblo, pero también la más sufrida, que corre el riesgo de ser
reducida a la miseria por el fascismo, el cual le arrebata las cosechas y la
tierra. Muchas veces el fascismo la ha utilizado, aprovechándose de su
ignorancia, como fuerza de reserva, contra la Lucha de Liberación Nacional –por
ejemplo, milicia, fuerza mercenaria, etc–. El campesinado debe llegar a ser el
principal pilar de la lucha, su fuerza es enorme, pero es necesario ponerla en
movimiento, explicarle esta lucha y hacérsela comprender. No hemos trabajado lo
suficiente con las masas campesinas, no nos hemos dado la molestia de ir al
campo para hablar de sus problemas con los campesinos. Hemos trabajado en los
centros, pero no en los distritos, en las aldeas, y muchas zonas las hemos
dejado de lado. Allí donde hemos ido y hecho un buen trabajo, hemos ganado su
simpatía y recibido una gran ayuda. Nuestro campesino es bueno, honesto y
revolucionario, basta saber tocar las fibras de su corazón para despertar en su
espíritu el interés por la Lucha de Liberación Nacional. Debemos explicarle que
el culpable de sus sufrimientos es hoy el fascismo, y que sólo eliminándolo
podrá mejorar sus condiciones económicas». (Enver Hoxha; Las directrices de la
internacional comunista y la lucha de liberación nacional, 1943)
Si repasamos la: «Historia
del Partido del Trabajo de Albania», volveremos a ver lo mismo:
«La conferencia –del Partido Comunista de Albania de 1942–
consagró particular atención a la labor tendente a ganar a las masas campesinas
y movilizarlas en la lucha. Como condición necesaria para superar las
dificultades con que se tropezaba en ese terreno, se exigió a los comunistas
luchar contra la vieja mentalidad y contra las concepciones derrotistas sobre
el campesinado, ir al campo, conocer la vida de los campesinos, y compenetrarse
con sus sufrimientos y problemas». (Partido del Trabajo de Albania; Historia
del Partido del Trabajo de Albania, 1980) - Anotación de Bitácora (M-L)]
Esta aserción es otra brutal
calumnia que no puede engañar ni a los más ignorantes, si fuera verdadera,
¿cómo se explica que Enver Hoxha y el Partido del Trabajo hayan sido los
primeros en organizar durante la guerra antifascista una resistencia contra el
ocupante, principalmente basándose en la constitución de batallones de
guerrilleros nacidos del campesinado pobre que permitieron liberar Albania de
decenas de millares de ocupantes fascistas sin que el Ejército Rojo Soviético
hubiera necesitado penetrar en su territorio? ¿Y segundo, como se instauró la
dictadura del proletariado desde la posguerra en uno de los países más atrasados
de Europa económicamente, quién salía apenas del feudalismo y donde el
campesinado, principalmente pobre, formaba la mayoría inmensa de la población
estando la clase obrera todavía en estado embrionario? Para explicar este
«milagro», porque no se sabría explicar de otro modo el mantenimiento de la
dictadura del proletariado en un pequeño país pobre agrícola, bastaba con
aplicar la vía leninista-stalinista de movilización de las masas campesinas.
Enver Hoxha jamás negó la necesidad de organizar las masas campesinas, es pues
una fábula maoísta, él negó solamente, como Lenin y Stalin, el hecho de que las
masas campesinas pudieran ser la fuerza dirigente de la dictadura del
proletariado. Por esta posición, a pesar del vestido «marxista-leninista» del Partido
Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM), coincide en este punto de la
cuestión campesina con Tito y todo el revisionismo yugoslavo.
Otra queja sería que Enver
Hoxha:
«Se presentaba como el crítico del revisionismo ruso pero sólo
luchaban constantemente contra el desarrollo del maoísmo». (Partido Comunista
Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)
El Partido del Trabajo de
Albania (PTA) reconoce haber tenido a China a su lado, pero nos es difícil de
ignorar los cambios múltiples operados por el partido chino cuando Mao Zedong,
el «gran timonel» estaba en el timón. No podemos pasar en silencio la actitud
por lo menos vacilante y conciliadora de China en la lucha contra el
revisionismo soviético desde el 1956 a 1963, luego las derivas
nacionalistas-chovinistas de China en este sentido que dominaron a partir de
1964, derivas que trabaron la lucha de principio abierta llevada por el PTA.
Para el resto, Enver Hoxha combatió en efecto el desarrollo del revisionismo
maoísta tan pronto como se hubo persuadido de la vía antimarxista en la cual se
habían comprometido los dirigentes chinos, sabiendo que este pensamiento era su
base.
Veamos otra frase:
«Hizo todo para negar el papel histórico de la Revolución
Cultural, pretendiendo a ejemplo de la burguesía de que se trataba de una
«revolución de palacio» simplemente». (Partido Comunista
Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)
La llamada «Revolución Cultural»,
fue ante todo una revolución política que pretendía arrancar el poder de las
manos de los ultrarevisionistas, fue una lucha de fracciones que acabó por la
liquidación de sus principales protagonistas –como fueron Lin Piao y la banda
de los cuatro–.
Sigamos:
«Enver Hoxha intentó en definitiva hacer pasar a Mao Zedong como
un nuevo Tito. Afirmó que Mao Zedong estaba a la cabeza de la «teoría de los
tres mundos», la teoría de los revisionistas chinos que predicaba la alianza
del «tercer mundo», con el «segundo mundo» –los países imperialistas «de menor
envergadura»– contra ambas superpotencias. Esta tentativa ha sido quebrantada,
por la apertura de nuevas guerras populares, principalmente la llevada en Perú
por el Partido Comunista de Perú bajo la dirección de Abimael Guzmán,
rehaciendo de Mao Zedong un guía para el pensamiento y la acción». (Partido
Comunista Marxista-Leninista-Maoísta; Manual de economía política maoísta)
Mao Zedong sostuvo entre
otras cosas la aproximación soviético-yugoslava y elogió la autogestión
titoista. La «teoría de los tres mundos» ha sido puesta en práctica por los
revisionistas chinos con Mao a la cabeza desde antes de 1971, con todas las
consecuencias que eso ha supuesto en el apoyo a regímenes y partidos
reaccionarios, luego la teoría fue profundizada por los ultrarevisionistas
que la concretaron más a fondo. En cuanto a la guerra popular en Perú o en
Nepal, no negamos, a ejemplo de cómo comentó Enver Hoxha, que en países
atrasados y que salen de la feudalidad el maoísmo pueda desempeñar un papel
progresista, sobre todo en el marco de la guerra de liberación y de la
instauración de la democracia burguesa. Pero no guardamos ninguna ilusión en
cuanto al crecimiento del movimiento revolucionario si sigue las tácticas
maoístas de cercar las ciudades desde el campo o la implantación de la teoría
revisionista de la «nueva democracia».
[La experiencia de la
guerrilla maoísta en Nepal confirma esta tesis marxista-leninista de Vincent
Gouysse: hace años algunos maoístas y filomaoístas sacaban pecho por la
guerrilla del Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) que en dicho país
estaba tomando el poder, pero todos los marxista-leninistas habían dicho
entonces –y como siempre– que una guerrilla de tipo maoísta a lo sumo puede
aspirar a realizar algunas reformas antifeudales y anticoloniales –aunque a
veces es para acabar ligándose a otro imperialismo–, pero nunca una revolución
socialista. Tiempo después cuando se empezaron a ver las típicas vacilaciones
maoístas que se concretizaban en este proceso –con su idiosincrasia propia–
estos elementos achacaban que la no resolución ni siquiera de las cuestiones
anticoloniales y antifeudales, y la no transición al socialismo era debido a
una traición de Prachanda –el líder del partido–. Hay que ser o muy iluso o un
gran sofista para afirmar eso en serio. ¿Qué era lo que propagaba Prachanda
para su país y su «revolución» antes de la llegada al poder? Promoción de la
propiedad privada y ligazón a otros imperialismos para desarrollar las fuerzas productivas,
renuncia al papel de vanguardia del partido comunista sumado a un
multipartidismo y coexistencia con las clases exploradoras, ¿bien pues, en qué
se diferencia con el programa de Mao Zedong de la «nueva democracia» antes y
después de la toma de poder en China? En nada, y cualquiera que haya estudiado
las obras de Mao Zedong y el desarrollo en la práctica de la revolución china,
se puede dar cuenta de esto - Anotación de Bitácora (M-L)]
Daremos sólo un ejemplo que
ilustrará el modo «brillante» en el que Abimael Guzmán, más conocido como el
«presidente Gonzalo», líder del Partido Comunista de Perú –conocido como
Sendero Luminoso–, elabora su estrategia para despertar a las masas para
la revolución:
«Entrevistador: Ahora, presidente, ¿cuál sería la actitud del PCP
en torno a la teocracia religiosa cuando este partido asuma el poder del Estado
en el país?
Presidente Gonzalo: El marxismo nos ha enseñado separar Iglesia de
Estado, es lo primero que hacemos; y en segundo lugar, reitero, lo que hacemos
es respetar la libertad de conciencia religiosa de las personas aplicando el
principio plenamente: la libertad de creer como también la libertad de no
creer, la de ser ateo. De esa manera». (Entrevista a Abimael Guzmán, periódico:
«El Diario», 1988)
Esta «actitud» no es nada
menos que la expresión de una «actitud» muy pronunciada de liberalismo. Abimael
Guzmán marca aquí un fuerte abismo con relación a Marx y Lenin. No son de
ninguna manera Marx o Lenin los que invitan al partido comunista a que hay que limitarse
a reivindicaciones tan mezquinas: ¡tales reivindicaciones no pueden ser más que
hechas por liberales laicos burgueses pero no de marxistas-leninistas! Abimael
Guzmán considera además que la religiosidad del pueblo: «jamás ha sido ni será
óbice para que luche por sus profundos intereses de clase en la revolución».
¿Así que la religión jamás habría constituido un freno al movimiento
revolucionario? La historia está allí para probar lo contrario, ya que la
religiosidad, además de que es fácilmente manipulable por el clero reaccionario
al servicio del capital, suscita en el seno de las masas populares la esperanza
de un mundo mejor en el más allá y pues no los empuja verdaderamente a
rebelarse. Lo que Lenin resumía así: «en los hechos la idea de dios ayuda a
tener el pueblo en esclavitud».
Simplemente le recordaremos
al señor Abimael Guzmán esta tesis de Lenin según la cual:
«El obrero consciente de hoy, educado en el ambiente de una
fabrica inmensa y esclarecido por la vida urbana, rechaza con desprecio los
prejuicios religiosos. Este obrero deja el cielo para los curas y los
hipócritas burgueses. Lucha por una vida mejor en la tierra». (Vladimir Ilich
Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)
¡Pero es verdad que para
Abimael Guzmán, la guerra popular debe desarrollarse en el campo dónde no
existen ni gran industria, ni proletariado!
Es notorio que Abimael Guzmán
limite en este texto la «lucha» contra la religión a la sola espera de las
condiciones sociales que surgirán al mismo tiempo que la nueva sociedad.
Abimael Guzmán tendría que saber que en 1906 Stalin había subrayado en su obra:
«Anarquismo o socialismo», su frase sobre que la conciencia de los hombres
retrasaba sobre su desarrollo material, también, al renunciar a la propaganda
atea, se frena la evolución de las conciencias. Mantener otra actitud es no ser
materialista. Tal política de espera no hace crecer de ninguna manera la lucha:
Marx decía sobre la crítica de la religión que era la condición de toda
crítica:
«La religión es la teoría universal de este mundo, su compendio
enciclopédico, su lógica popularizada, su pundonor espiritualista, su
entusiasmo, su sanción moral, su complemento de solemnidad, la razón general
que la consuela y justifica. Es la realización fantástica del ser humano,
puesto que el ser humano carece de verdadera realidad. Por tanto, la lucha
contra la religión es indirectamente una lucha contra ese mundo al que le da su
aroma espiritual. La miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria
real y protesta contra la miseria real. La religión es la queja de la criatura
en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de
cosas embrutecido. Es el opio del pueblo. La superación de la religión como
felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de que éste sea realmente feliz.
La exigencia de que el pueblo se deje de ilusiones es la exigencia de que
abandone un estado de cosas que las necesita. La crítica de la religión es ya,
por tanto, implícitamente la crítica del valle de lágrimas, santificado por la
religión». (Karl Marx; Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1844)
[Veamos otro ejemplo que
tumba el liberalismo de Abimael Guzmán: - Anotación de Bitácora (M-L]
«¡Libertad de conciencia!» Si, en estos tiempos de lucha cultural
se quería recordar al liberalismo sus viejas consignas, sólo podía hacerse,
naturalmente, de este modo: todo el mundo tiene derecho a satisfacer sus
necesidades físicas, sin que la policía tenga que meter las narices en ello.
Pero el Partido Obrero, aprovechando la ocasión, tenía que haber expresado aquí
su convicción de que «la libertad de conciencia» burguesa se limita a tolerar
cualquier género de libertad de conciencia religiosa, mientras que el aspira,
por el contrario, a liberar la conciencia de todo fantasma religioso. Pero, se
ha preferido no sobrepasar el nivel «burgués». (Karl Marx; Crítica del Programa
de Gotha, 1875)
[Así hablaba Lenin recordando
a Marx, sobre la incompatibilidad de religión y marxismo: - Anotación de
Bitácora (M-L]
«La religión es el opio del pueblo. Esta máxima de Marx constituye
la piedra angular de toda la concepción marxista en la cuestión religiosa. El
marxismo considera siempre que todas las religiones e iglesias modernas, todas
y cada una de las organizaciones religiosas, son órganos de la reacción
burguesa llamados a defender la explotación y a embrutecer a la clase obrera».
(Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Actitud del partido obrero hacia la religión,
1909)
[Lenin ya explicó el deber
como partido proletario frente a la religión: - Anotación de Bitácora (M-L]
«Nuestro Partido es una organización de luchadores conscientes y
progresistas por la liberación de la clase obrera. Semejante organización no
puede ni debe ser indiferente a la ignorancia y al oscurantismo bajo la forma
de creencias religiosas. Nosotros exigimos la total separación de la Iglesia
del Estado con objeto de disipar la neblina de la religión con armas pura y
únicamente intelectuales, mediante nuestra prensa y la persuasión oral. Uno de
los objetivos de nuestra organización, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso [así
se llamaban los marxistas revolucionarios, hasta que tras la Primera Guerra
Mundial se autodenominaron comunistas, para diferenciarse de la
socialdemocracia de la II Internacional - Anotación de Bitácora (M-L)],
consiste precisamente en luchar contra todo engaño religioso entre los
trabajadores. Para nosotros, la lucha ideológica no es una cuestión privada,
sino una cuestión que interesa a todo el Partido y a todo el proletariado». (Vladimir
Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)
Concerniendo a Enver Hoxha,
el profesor Abimael Guzmán no se muestra más materialista ni menos subjetivo:
«Entrevistador: Presidente ¿considera que hay países socialistas
en la actualidad?
Presidente Gonzalo: Simplemente no, no creo. Hay quienes creen,
por ejemplo, que Albania lo es. Yo les diría, a quienes creen que Albania es
socialista, que estudien bien por ejemplo el VIIIº Congreso del Partido del
Trabajo de Albania de 1981, sería bueno, ahí se dice que el centro de la
reacción mundial es el imperialismo estadounidense, ¿y el soviético?, ¿dónde
quedó son dos los enemigos que se debe combatir? Siempre fueron palabras; en el
propio Hoxha fueron palabras, porque siempre dedicó más párrafos a combatir el
imperialismo yanqui que al socialimperialismo. También, dice el mismo congreso,
que nunca ha estado la humanidad más cerca de su exterminio. Repite igual que
los otros, lo cual no es mera coincidencia; pero ¿qué nos propone hacer?,
concretamente desenmascararlos. Esa no es la solución, el desenmascaramiento no
frena una guerra mundial; la solución es desarrollar la revolución haciendo la
guerra popular. Y si uno ve todo lo que allí está dicho sobre los serios
problemas económicos que tienen, a las claras se ve cuál es el camino al que
Albania ha entrado; pero no ha sido Ramiz Alía, su actual dirigente, quien lo
inició sino el mismo Enver Hoxha, éste en el año 78, en un discurso ante el
electorado, planteó que en Albania no había clases antagónicas. Sabemos muy
bien lo que esto implica pues la cuestión ha sido dilucidada perfectamente por
el presidente Mao Zedong; y si sumamos sus arteros ataques al presidente Mao
Zedong, al desarrollo del marxismo, ¿qué es? un revisionista. Así, Albania no
es socialista». (Entrevista a Abimael Guzmán, periódico: «El Diario», 1988)
A estas aserciones de Abimael
Guzmán que no pueden ser cualificadas de otro modo más que de «majaderías»,
responderemos sólo brevemente con algunas observaciones:
Primero: El Partido del
Trabajo de Albania siempre llevó una lucha sobre dos frentes, a la vez contra
el imperialismo y el revisionismo. Esto estuvo lejos de ser simplemente
palabras: esto le significó a Albania la rotura de todas las relaciones con la
Unión Soviética desde 1961. No nos iremos a contar el número de palabras que
Enver Hoxha dedicó a la denuncia del revisionismo soviético, ya que esto
reflejaría sólo el aspecto cuantitativo del problema, siendo el aspecto
cualitativo el fundamental. Es sin embargo innegable que en la lucha contra el
revisionismo soviético ocupó un sitio importante su informe presentado en el
VIIIº Congreso del PTA de 1981, como de hecho hemos presenciado a lo largo del
documento. ¿Abimael Guzmán tuvo solamente si quiera entre las manos este
informe? Tenemos razones para no darle el beneficio de la duda.
Segundo: para Abimael Guzmán
desenmascarar al enemigo es quedarse inactivo. Este pequeñoburgués izquierdista
que tiene solo en la boca la palabra «guerra popular» no sospecha el hecho de
que desenmascarar al enemigo es un paso necesario previo para poder convencer a
las masas y levantarlas contra él en la consecución de la revolución.
Tercero: Abimael Guzmán se
abstiene bien de precisar la fuente de los problemas económicos de Albania a
finales de los años 80. Del mismo modo ignora la independencia y estabilidad
económica de Albania durante el periodo de Enver Hoxha, cosa que la China
maoísta jamás pudo ni soñar, pero como decimos se deja datos curiosos de la
crisis de Albania con Ramiz Alia, por ejemplo desde el 1979 Albania
absolutamente no recibía ninguna ayuda del exterior. Esto sucedía desde que los
ultrarevisionistas chinos interrumpieron brutalmente todas sus relaciones
económicas en 1978. Este factor, añadido a las fuertes presiones de las que
Albania era objeto por los imperialistas y los revisionistas, favoreció el
desarrollo del espíritu de capitulación en el seno del Partido del Trabajo de
Albania después de la muerte de Enver Hoxha. La Albania socialista cayó en 1991
en un contexto internacional muy difícil. Enver Hoxha fue denunciado como
Stalin, su mujer, hoy de edad de 83 años, ha sido encarcelada durante 5 años.
La burguesía liquidó la mayor parte de la red industrial, yendo a desmantelar hasta
la red ferroviaria y las instalaciones hidroeléctricas, con el fin de minar la
influencia de la clase obrera o la destrucción de los desarrollos agrícolas
como sistemas de riego para obligar las campañas descolectivización. Sin
embargo, en 1997 estallaba una revolución popular contra el poder de Sali Berisha
que debió acudir a las tropas de la ONU para restablecer la paz. La ONU está
luchando actualmente para desarmar a la población. Apenas dos años después de
la caída del socialismo, el PIB se redujo a la mitad, el nivel de vida de los
trabajadores se empeoró todavía más. Hoy, el Partido del Trabajo de Albania, el
heredero de un potencial ideológico inmensamente rico, se reconstituye. Guardó
una influencia fuerte en el seno de las masas, hasta en el aparato de Estado, y
esta situación será difícilmente defendible por la burguesía en los próximos
años.
Cuarto: Enver Hoxha habría
dicho en 1978 que no existían las clases antagonistas en Albania. Lo que era
verdad. En Albania no existía en efecto más clases explotadoras, contrariamente
a la China de Mao Zedong donde los antiguos propietarios de fábricas se
quedaban en los altos puestos y continuaban percibiendo rentas, donde la
burguesía realmente llegó a infiltrarse en el partido. En Albania, a finales de
los años 70, el salario de un trabajador del campo era de 600 leks al mes,
contra 1.100 leks al mes para el del decano de la facultad. La nueva burguesía
albanesa se formó según el método de «la acumulación primitiva» y vendiendo su
país al imperialismo pero todo ello en los años 90 y no antes. Stalin también en
1936 había dicho que no existían ya las clases antagonistas en la Unión
Soviética –por lo que los maoístas no dejaron de criticarle a posteriori–
debido a que efectivamente la burguesía como clase social había sido liquidada.
¿Acaso para el pequeñoburgués de Abimael Guzmán, Stalin era revisionista? Desde
1936, en la Unión Soviética la colectivización fue terminada en lo esencial. En la
agricultura era el único sector de la economía en el cual subsistían clases
sociales antagónicas: el kulak, después de la liquidación del kulak, no
subsistían más que los pedazos de esta clase, pero no existían como tales
ningunas clases sociales distintas y antagónicas como en ocurre en el régimen
capitalista: la clase obrera, lo mismo que el campesinado cooperativista no sufrían
más el yugo de la explotación. Para reiterar lo que decía Stalin en 1952, no
había más clases sociales antagónicas en el seno de la sociedad soviética y
esto permitía que en la orientación económica las contradicciones internas no
se volviesen antagónicas como si pasa en la sociedad capitalista.
No existe antagonismo de
clase. Los obreros totalmente como los koljosianos tienen un interés de clase
en el desarrollo de las fuerzas productivas, en el aumento de la producción, y
en la transición al comunismo y la abundancia. Es por eso que el desacuerdo
relativo entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas puede no
acabar en un conflicto; las contradicciones pueden no degenerar en antagónicas,
a condición de que sea llevada una política justa basada precisamente en
la ciencia de las contradicciones:
«Como deben ser entendidas en tal caso las palabras «completa
armonía». Deben ser comprendidas en el sentido de que en el socialismo, como
regla, no se producen conflictos entre las relaciones de producción y las
fuerzas productivas, en el sentido de que la sociedad puede hacer, a su debido
tiempo, que las relaciones de producción, que van a la zaga, se pongan en
correspondencia con el carácter de las fuerzas productivas. La sociedad
socialista puede hacer eso porque en ella no existen clases llamadas a
desaparecer, clases que puedan organizar una resistencia. Naturalmente, en el
socialismo habrá también fuerzas atrasadas, inertes, que no comprendan la
necesidad de los cambios en las relaciones de producción; pero no será difícil,
claro está, vencerlas sin llegar a conflictos». (Iósif Vissariónovich
Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo
en la Unión Soviética, 1952)
En cuanto al Estado soviético, muy lejos
de ser un obstáculo al cambio de las relaciones de producción como el Estado
capitalista, refleja los intereses de los obreros y de los campesinos: muy
lejos de oponerse a la acción de la ley de correspondencia necesaria, toma
todas medida útiles y necesarias para abrir la vía y
acelerar la modificación de las relaciones de producción. Es aquí donde aparece
su inmenso papel en el paso del socialismo al comunismo. Según la fórmula de
Lenin: «El comunismo, es el poder de los soviets, más la electrificación de
todo el país». Así pues el Estado no es un obstáculo para los cambios
necesarios, sino que promueve la transición del socialismo al comunismo, a
diferencia de la transición del capitalismo al socialismo, de modo no explosivo.
No es menos un cambio cualitativo en las relaciones de producción, ya que se
pasará de dos formas de propiedad a una única, de dos clases a la sociedad
sin clases. Pero será un paso cualitativo gradual, por acumulación de lo nuevo
y desaparición progresiva de lo antiguo:
«Hay que decir en general, para conocimiento de los camaradas que
sienten pasión por las explosiones, que la ley del paso de una vieja cualidad a
una cualidad nueva por explosión no sólo es inaplicable a la historia del
desarrollo de la lengua; tampoco puede aplicarse siempre a otros fenómenos
sociales de la base o de la superestructura. Esa ley es obligatoria para la
sociedad dividida en clases hostiles. Pero no es obligatoria, en modo alguno,
para una sociedad en la que no existan clases hostiles». (Iósif Vissariónovich
Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo
en la Unión Soviética, 1952)
El paso del socialismo al
comunismo no tiene como condición la caída del poder de una clase por una clase
antagonista, el paso de uno contrario al polo opuesto, sino simplemente la
desaparición gradual de las diferencias entre dos clases; no hay pues ninguna razón
para que se haga por explosión. Allí dónde no hay más antagonismos de clases,
la lucha de clases no debería ser el motor de la historia. ¿No hay pues más
lucha de clases? Creerlo sería un error. El interés de los trabajadores es
pasar al comunismo apoyándose en las leyes de la economía. Hay pues una parte
consciente de la sociedad que representa las fuerzas nuevas de vanguardia,
mientras que elementos retrasados, por rutina o muy diferente razón, no
comprenden la necesidad de modificar las relaciones de producción, frenan los
cambios y representan fuerzas antiguas. El motor de la historia, es pues aquí
también la lucha: la lucha entre estas fuerzas de progreso y estas fuerzas
conservadoras, entre el nuevo y el antiguo. El paso del socialismo al comunismo
no es un idilio. La bella película soviética: «El caballero de la estrella de
oro» describe en el seno de un koljoz claramente esta lucha por el paso al
comunismo.
Es por eso que la crítica y
la autocrítica bolchevique son las verdaderas fuerzas motrices de la sociedad
soviética: crítica para acabar en cambios reales, objetivos e inmediatos;
autocrítica porque la lucha entre el antiguo y el nuevo se celebra también
sobre el individuo mismo, y porque conviene extirpar las supervivencias del
capitalismo en la conciencia de los hombres:
«En nuestra sociedad soviética, donde las clases antagónicas han
sido suprimidas, la lucha entre lo antiguo y el nuevo y, como consecuencia, el
desarrollo del inferior al superior, se produce no en forma de lucha entre las clases
antagonistas y en forma de cataclismos como es el caso de los regímenes
capitalistas, sino en forma de crítica y en forma de autocrítica, que son las
verdaderas fuerzas motrices de nuestro desarrollo, y unas armas poderosa en las
manos del partido. Es allí ciertamente una nueva forma de movimiento, un nuevo
tipo de desarrollo, una nueva ley dialéctica». (Andréi Zhdánov; Sobre la
historia de la filosofía, 24 de junio de 1947)
Vemos que las condiciones
subjetivas en el paso al comunismo no son menos importantes que para la
edificación del socialismo, y que aquí todavía la acción al cambio de ideas, la
conciencia socialista sobre las condiciones materiales es algo considerable:
«Nuestros escritores y nuestros pintores deben estigmatizar los
vicios, los defectos, los fenómenos malsanos que existen en la sociedad y
mostrar a los personajes positivos, a los hombres de tipo nuevo en todo el
esplendor de su dignidad humana, contribuyendo así a formar entre los hombres
de nuestra sociedad los caracteres y las costumbres sin los vicios engendrados
por el capitalismo. Nos hacen falta un Gógol y un Chtchedrine soviético que,
por el fuego de su sátira, quemen todo lo negativo que hay en la vida, de
podrido, de muerto, en resumen todo lo que frena el evolucionar del
movimiento». (Gueorgui Malenkov; Informe presentado en el XIXº Congreso del
PCUS, 1952)
Siendo dado el papel del
Estado soviético y el papel de las ideas en el paso del socialismo al
comunismo, comprendemos que este paso no puede efectuarse con éxito sin la
dirección política e ideológica del partido de los trabajadores soviéticos,
armado de una teoría científica.
En cuanto a la posibilidad de
restauración capitalista, hace mucho tiempo que esta cuestión había sido
anunciada por Lenin y Stalin. Stalin había insistido repetidas veces en este
peligro, hasta en 1938 después de que hubiera afirmado que no existían más
clases antagonistas en la Unión Soviética, un esbozo de ello puede ser visto en
las conclusiones de «La historia del Partido Comunista (bolchevique) de la
Unión Soviética» de 1938. En resumidas cuentas, tras haber triturado sus
pseudoargumentos, Abimael Guzmán viene finalizando su cita con algo curioso
–y qué presenta como un detalle o un hecho secundario, mientras que para
él es su principal queja contra Enver Hoxha–. Nos referimos a la acusación de
revisionismo llevada contra Enver Hoxha por Abimael Guzmán, donde todo se
reduce según él en: «¡sus «ataques cobardes» contra Mao Zedong!». Podemos
juzgar del «fundamento» de la acusación de revisionismo llevada en contra de
Enver Hoxha escuchando lo que dice la burguesía de este último:
«El 11 de enero de 1946, la Asamblea constituyente recientemente
elegida proclama la república popular de Albania. Enver Hoxha asegura la
función de Primer Ministro hasta 1954, pero permanece de hecho como dirigente
de Albania hasta su muerte. Suprimiendo toda oposición –en particular la del
clero católico–, emprende un programa de industrialización y de reformas
agrarias fundado sobre las nacionalizaciones y la colectivización. Primero
aliado a Tito, rompe con Yugoslavia en 1948 y se vuelve hacia la Unión
Soviética. Opuesto a la desestalinización emprendida por Jruschov, Enver Hoxha
acaba rompiendo toda relación diplomática con la URSS a fines del año 1961.
Albania se alinea entonces con el comunismo chino pero todavía Enver Hoxha
rompería con la China en 1978, en consecuencia a la aproximación
sino-estadounidense. Más que nunca el dirigente albanés acosando toda
desviación ideológica, defiende la tesis stalinista de la edificación del
«socialismo en un solo país», y se mantiene a la cabeza de una de las
dictaduras más duras de Europa del Este estando siempre aislada políticamente y
económicamente. Enver Hoxha conserva el poder hasta su muerte, en abril de
1985». (Enciclopedia Microsoft Encarta 2004, © 1993-2003 Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos)
Con el Partido Comunista
Marxista-Leninista-Maoísta (PCMLM) y Abimael Guzmán se pensaría que el
revisionismo maoísta ya ha estirado todo lo posible su crítica, ya que hemos
observado unas penosas posiciones donde lejos de un análisis
marxista-leninista, se zozobra en el sentimentalismo idealista clásico del
revisionismo maoísta entorno a la figura de Mao Zedong, acompañándose siempre
de una seria y clara falta de conocimiento y perspectiva histórica. Pero
todavía nos queda ver ciertas posiciones del Partido del Trabajo de
Bélgica (PTB). Dicho partido, como dijimos, pese al nombre nunca ha tenido que
ver con la línea del Partido del Trabajo de Albania (PTA). Dicho partido a la
hora de evaluar ciertas cuestiones fundamentales como las de éste capítulo, no
cayó en estos errores tan lamentables y ocupa un sitio muy distinto. Los
miembros del PCMLM no dejaron de observarlo con preocupación. Para ellos, «El
Partido del Trabajo de Bélgica lleva en el seno del Movimiento Comunista
Internacional una lucha ensañada contra el maoísmo». El PTB derribó en efecto
ciertos mitos alrededor de Mao Zedong poniendo en evidencia las graves
«debilidades» de su lucha contra el revisionismo. El PCMLM comprendió bien que
si se incitaba estas conclusiones a su término lógico, la imagen de Mao Zedong
como «gran marxista-leninista» efectivamente se vería hecha pedazos. En efecto,
después de haber afirmado que:
«El partido comunista chino en tiempos de Mao Zedong ya había
cometido ciertos errores de análisis y de línea». (Ludo Martens; Sobre algunos
aspectos de la lucha contra el revisionismo, 1995)
Y que:
«Basándonos en los principios formulados por Lenin y Stalin,
criticamos ciertas posiciones nacionalistas y titoistas, exprimidas por Mao
Zedong». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo,
1995)
No quedaba pues, mucho de ese
mito de «gran marxista-leninista».
¿Podemos decir que el Partido
del Trabajo de Bélgica (PTB) lleve una lucha completa contra el revisionismo
maoísta? Ciertamente, no, ya que a pesar de los graves errores de Mao Zedong
ellos no dudan en afirmar que «Stalin y Mao Zedong son las dos grandes figuras
que dominaron el Movimiento Comunista Internacional desde el 1923».
Objetivamente, el PTB se ata a la idea de preservar el mito de Mao Zedong
como gran marxista-leninista que: «habría cometido errores», sin que fuera por
ello menos marxista. El modo en que el Partido del Trabajo de Bélgica reconoce
los errores de Mao Zedong nos recuerda el principio del árbol que oculta el
bosque.
Con relación a las posiciones
proalbanesas y promaoístas, el Partido del Trabajo de Bélgica actualmente ocupa
una posición centrista. Desde el punto de vista del Partido Comunista
Marxista-Leninista-Maoísta de Francia ellos renegaron de Mao Zedong.
Desde el punto de vista de los marxistas-leninistas que se adhirieron a los
análisis del Partido del Trabajo de Albania ellos no consiguieron librarse del
mito de Mao Zedong y todavía no asimilaron o no estudiaron todo el trabajo que
el albanés les podía proporcionar contra el revisionismo incluyendo el de Mao
Zedong.
[Los marxista-leninistas
albaneses denunciarían varias veces este pretendido camino intermedio y
centrista en la lucha contra el revisionismo:
«En la lucha contra el revisionismo moderno, al igual que frente a
todos los demás problemas, la única posición correcta es la posición de
principios. Con los principios no se puede traficar, cuando se trata de la
defensa de los principios no hay que detenerse a mitad del camino, no hay que
mantener jamás una actitud vacilante y oportunista. La lucha entre el
marxismo-leninismo y el revisionismo es una manifestación de la lucha de
clases entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el
capitalismo. En esta lucha no puede haber una línea intermedia. La línea del
«término medio», como ha demostrado durante largos años la experiencia
histórica, es la línea de la conciliación de los contrarios, que jamás pueden
conciliarse, es una posición inestable y momentánea. La línea intermedia no
puede servir ni siquiera para enmascarar la desviación de los principios
marxista-leninistas, puesto que la lucha contra el revisionismo, si no se
inspira en motivos ideológicos, sino únicamente en ciertas contradicciones
económicas o políticas, sobre bases nacionalistas y chovinistas, es un bluff y
no llegará muy lejos. Quién se atiene a esta línea en su actitud hacia los
renegados del marxismo-leninismo, tarde o temprano, corre el peligro de caer,
él mismo, en las posiciones de éstos». (Enver Hoxha; Informe en el Vº
Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1966)
En especial en lo
concerniente al sentimentalismo hacía el mito de Mao Zedong:
«Llegamos a la conclusión de que entre algunos partidos
comunistas, marxista-leninistas, de los países latinoamericanos, existen
algunos problemas actuales sobre el comunismo internacional, en particular
respecto a la desviación de los revisionistas chinos. (...) Condenan toda la
actividad política, económica y militar de la China actual y sobre todo la
teoría de los «tres mundos». Respecto a esta teoría, así como otros problemas,
pero especialmente en esto, estos partidos están de acuerdo totalmente con nuestro
partido. (...) Así que podemos decir que la lucha en contra de esta teoría
hasta cierto punto ha sido bien comprendida y se está luchando contra esta
teoría. Sin embargo, estos partidos no profundizan, o no tienen suficientes
datos para profundizar más y para encontrar el verdadero origen de esta
desviación antimarxista del Partido Comunista de
China, por lo tanto, creen que la traición del periodo actual ha caído como un
rayo, que nació de repente un día y no deriva de ninguna fuente anterior».
(Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los
errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)
a) Por ejemplo los que
condenan los encuentros con Nixon y Kissinger, pero no entienden las razones
que llevaron a ellos, ni las declaraciones, comunicados y consecuencias
prácticas de ellos:
«Los líderes de varios partidos de América Latina reconocen
algunos errores de Mao Zedong, pero de forma superficial y no profundizan en el
origen de ellos. Por ejemplo dicen que Mao Zedong cometió un error al recibir a
Nixon de un modo cortés, pero no encuentran en este encuentro el hecho de que
se profundizó el cambio de estrategia de Nixon o que impulsó con mayor fuerza
la estrategia de Mao y el Partido Comunista de China de acercamiento al
imperialismo estadounidense». (Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos
comunistas de América Latina los errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de
septiembre de 1978)
b) Los que condenan el
tercermundismo y el apoyo a organismos del «segundo mundo» como la Comunidad
Económica Europea (CEE) o la OTAN, pero no entienden que esa fue la teoría y
política practicada en vida por Mao:
«Con respecto al tercer mundo» y la alianza con este mundo con el
«segundo mundo», los líderes de varios partidos de América Latina no tienen la
suficiente perspicacia para ver que ha sido Mao quién ha predicado esta teoría,
y dicen que fue Deng Xiaoping. Si admitimos que Mao cometió un error al acoger
a Nixon pero no reflexionamos sobre las razones por las que le recibió, ni de
los eventos y resultados que trajeron esos encuentros, entonces podemos decir
que la teoría de los «tres mundos» corresponde a otros y no a Mao. Pero de
hecho, esta teoría es de Mao, no sólo porque ha predicado esta teoría y esta
alianza, sino porque la expectativa de Nixon y el acuerdo alcanzado con los
Estados Unidos son la evidencia de que esta era la teoría de Mao Zedong».
(Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los
errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)
c) Los que condenan la
constante lucha fraccional en el partido revisionista chino, pero no entiende
las teorías de Mao que permitieron y dieron pie no solamente a ese liberalismo
y pluralismo dentro del partido, sino también la cuestión cultural o la
cuestión de la negación del rol del partido comunista en la sociedad:
«Otra cuestión: los dirigentes de estos partidos condenan la
existencia de las «dos líneas» en el Partido Comunista de China. Pero antes de
que se condene la existencia de estas dos líneas en el partido entonces
deberían, analizar a fondo esta cuestión y rastrear las raíces de lo que
significa dejar dos líneas en el partido. Pero la cuestión aquí no es sólo las
llamadas «dos líneas». Aquí hay muchos interrogantes, las «muchas flores», y
«muchas escuelas» que Mao Zedong predicó que tenían que florecer. Es el tema
del pluralismo de partidos y la igualdad de derechos de los partidos burgueses
respecto al partido comunista en el poder, después de la liberación China, etc».
(Enver Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los
errores y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)
d) Los que reconocen los
errores de Mao en cuanto a la construcción del partido, en cuanto a nombrar a
los sucesores, pero eso no les hace reflexionar:
«Algunos camaradas de partidos de América Latina dicen que Mao
Zedong hizo mal al nombrar a Lin Piao como su sucesor y tipificarlo en los
estatutos del partido. Es decir, saben que esto fue un error teórico y
organizativo, que no cumple la democracia proletaria de un partido comunista.
(...) Precisamente esto debe hacer profundizar a algunos partidos marxista-leninistas
de América Latina y no sólo contentarse con decir que fue un error». (Enver
Hoxha; Sobre como sopesan los partidos comunistas de América Latina los errores
y culpabilidad de Mao Zedong, 29 de septiembre de 1978)
Vale afirmar que Ludo Martens
y el PTB, son el claro ejemplo de una figura y un partido que jamás lograron
desligarse del sentimentalismo, lo que les impidió salir del fango
revisionista, intento que quedó en una anecdótica leve e insuficiente
autocrítica. - Anotación de Bitácora (M-L)]». (Vincent Gouysse; Comprender las divergencias sino-albanesas, 2004)
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