martes, 11 de abril de 2017

Los principales actores internacionales en el «proceso de paz» colombiano: el papel de Cuba, apadrinado de la guerrilla; Equipo de Bitácora (M-L), 2016



«Los regímenes que más han animado a las FARC-EP a continuar por este «proceso de paz» han sido: Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, para los cuales las FARC-EP y el ELN declaran que son un referente ideológico. Pero en realidad es algo que todo el lector conoce y de lo cual no merece que profundicemos. Obviamente cada país ha tenido unos intereses en sostener a la guerrilla, y cada uno ha ido cambiando su posición sobre la guerrilla, la propia Venezuela o el propio Ecuador han tenido posiciones muy cambiantes respecto al apoyo o condena del movimiento guerrillero. Pero como decimos no merece la pena analizar esto, que es sin duda consecuencia de las relaciones entre burguesías nacionales y el uso del fenómeno FARC-EP para agredir a las burguesías vecinas o para reforzar un discurso más cercano a la pose pseudorevolucionaria y al elemento susceptible de ser de «izquierda» o «bolivariano».

Ha sido Cuba en especial quién ha puesto su casa para las negociaciones entre el gobierno de Uribe, ahora Santos, y la guerrilla.

¿Pero qué ha significado que para las FARC-EP tengan de referente ideológico a Cuba, Venezuela o Nicaragua? Que tenga esta organización un reflejo de las posiciones internacionales de sus países referentes.

Tanto las FARC-EP como el ELN han sido participantes del Foro de São Paulo que recordemos está en claro declive:

«El Iº Foro de Sao Paulo fue tan exitoso que alrededor de el se aglutinaron las más importantes organizaciones de izquierda de un extremo a otro de Latinoamérica abarcando un espectro muy amplio: desde el PC cubano hasta los más moderados partidos socialdemócratas del continente. El triunfo de Lula en Brasil fue seguido por el de Chávez, en Venezuela y tras él se produjo una avalancha de éxitos de los partidos miembros del Foro de Sao Paulo. Tanto que 20 años después de su creación, y hasta hace pocos meses, 12 países latinoamericanos eran gobernados por alguno de ellos. Y en los demás, su influencia era indiscutible. Pocos meses han sido suficientes para que del apogeo se pase a una especie de crisis terminal. Y no por una eficaz ofensiva del «imperialismo, la derecha y los medios de comunicación», como insisten en afirmar los ideólogos más dogmáticos y reacios a la autocrítica, sino por la deslegitimación causada por la corrupción desenfrenada y la incapacidad para administrar con eficiencia los recursos públicos, entre muchas formas de impostura y deshonestidad». (Los Tiempos; El Foro de Sao Paulo en su crisis terminal, 28 de junio de 2016)

Las FARC-EP también ha saludado la creación del organismo económico del ALBA como un gran hito, muy positivo. Pero el ALBA no es más que otro «engañabobos» con un fin muy claro:

«Se ha demostrado la simple confianza de los gobiernos burgueses latinoamericanos de todo tipo –liberales, neoliberales, reformistas, revisionistas, etcétera– en la institucionalidad burguesa doméstica e internacional para impulsar la coexistencia e incluso una unidad regional; y dentro de esta un tema común es el famoso referido a la distribución de las riquezas y por la desigualdad económica existente. Un analista político marxista-leninista curtido en este tipo de conferencias, sobreentiende, que cuando países capitalistas-imperialistas hablan a los países a los que maniataban económicamente de la búsqueda de un «nuevo orden económico», lo hacen para tranquilizar a los pueblos de estos países cansados de su explotación en beneficio de las camarillas locales y extranjeras, del mismo modo que cuando estos países capitalistas-dependientes de las grandes potencias imperialistas declaran y abogan por un «nuevo orden económico», se sobreentiende de nuevo que se refieren, a que o bien exigen que los imperialismos aflojen el nudo que les subyuga pidiendo un mejor reparto de los mercados o que reclaman más ayudas económicas, adoptando bien esta postura de cara al pueblo para calmar los ánimos de las masas trabajadoras y posar como antiimperialistas que buscaban soluciones a su crisis económica interna, o simplemente para lanzar tal consigna como representantes burgueses de un país capitalista en alza que busca convertirse en potencia y directora del dichoso nuevo orden económico en su región o a nivel mundial. Pero este eslogan es falso, y como los marxistas saben, el único «nuevo orden económico» posible que dará solución a los problemas intrínsecos del capitalismo es el sistema económico socialista». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas reflexiones sobre los discursos en la VII Cumbre de las Américas, 23 de abril del 2015)

Esto indica que las FARC-EP tienen a los países participantes de estos eventos y organismos a sus principales sostenedores, quienes de forma abierta u oculta les apoyan, con los que siente identificación ideológica, y con los que incluso han tenido financiación y asilo político.

Visto en una perspectiva histórica, de nuevo se ve el activo papel del revisionismo cubano abonando el terreno para desviar a los movimientos políticos de los intereses de las clases trabajadores, de su toma de poder, de su lucha antiimperialista, de su lucha por la soberanía nacional. Son varios los ejemplos de cómo los dirigentes cubanos han apoyado o influenciado a varios movimientos para apoyar o inocular la conciliación de clases, la sumisión a las potencias imperialistas y otros rasgos propios, como hizo en el pasado en Venezuela, Angola, Mozambique, El Salvador, Nicaragua, Chile, etc.

Hagamos un repaso histórico de la actividad internacional del revisionismo cubano:

1) Cuba dio su apoyo explícito al socialimperialismo soviético desde la década de los 60 hasta finales de los 80, incluyendo la teoría de la división internacional del trabajo que obligaba a los países dependientes a:

«Mantener su especialización en la producción de materias y productos agrícolas, cuyos precios experimentaban subidas y bajadas, así como una entera dependencia de los productos acabados importados de las metrópolis, cuyos precios tienden a aumentar». (Lulzim Hana; Las deudas exteriores y los créditos imperialistas, poderosos eslabones de la cadena neocolonialista que esclavizan a los pueblos, 1988)

2) Inoculó la teoría revisionista de la «vía no capitalista de desarrollo» y «orientación socialista» a los países dependientes para favorecer al socialimperialismo soviético, que suponían:

«Mecanismos ideológicos y políticos conscientes, escogidos especialmente para la aplicación de la política socialimperialista los que forman la base teórica de esta política. En este contexto, las «teorías» de la «vía no capitalista de desarrollo» y de la «orientación socialista» son otras armas en el arsenal ideológico del socialimperialismo soviético para ocultar, justificar y preparar el terreno a sus vías de expansión neocolonialistas en África, Asia y América Latina». (‪‎Llambro Filo‬; La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías» que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista, 1985)

3) Cuba ha sido fundadora, y sigue siendo uno de los principales promotores, del Movimiento de los Países No Alineados: foro de países donde se engañan a los pueblos con su política reformista, nacionalista y tercermundista sumisa al neocolonialismo, un buen resumen de que ha supuesto para los pueblos el fraude del «no alineamiento» y el «tercermundismo» sería el siguiente:

«El no alineamiento fijaba oficialmente el objetivo de la búsqueda de una «tercera vía» que consistía en un tipo de «régimen intermedio», sería distinto del «capitalismo puro y duro» y de los países socialistas. Era una vía tomada prestada de la «nueva democracia» de China. La burguesía nacional de los países dependientes procuraba definir su vía en el socialdemocratismo «tercermundista», tratando de escapar tanto del colonialismo como de la revolución socialista, consciente por otra parte que la dominación colonial del imperialismo reforzaba peligrosamente las aspiraciones socialistas de las masas explotadas y oprimidas. La burguesía de los países dependientes posaba con la etiqueta de «socialista» frente a su población sin renegar para nada de sus ambiciones nacionalistas a nivel internacional ni sus convenios comerciales y financieros con otros países burgueses, imperialistas y revisionistas. Así decían inspirarse en sentimientos «anticolonialistas» y «antiimperialistas», pero en realidad por ejemplo el «socialismo árabe» baazista se oponía al marxismo a causa de que este mostraba rechazo del nacionalismo. La burguesía nacionalista «no alineada» procedió desde luego a reformas económicas y sociales de tipo democrático-burguesas que a menudo le aseguraron un apoyo social muy superior al de las camarillas gubernamentales compradoras procolonialistas. Así las más radicales de ellas procedieron a la nueva distribución de las tierras que en otro tiempo fueron confiadas a colonos, así como a la nacionalización de las principales riquezas y las industrias que habían pertenecido al capital extranjero. Estos movimientos se inscribían dentro del orden de «la libre disposiciones de ellas mismas como naciones». Pero olvidaron la realidad de producción mercantil internacional, que los condujo necesariamente a la diferenciación de los antiguos países coloniales que degenerarían la mayoría en países semicoloniales salvo algunas excepciones que se convertirían en potencias imperialistas regionales. La «revuelta» tercermundista representó y sigue representando aún con el movimiento de los «no alineados» es revuelta de las más moderadas, de hecho las antiguas colonias no vacilan en tender la mano en dirección de sus antiguos esclavistas con el fin de «desarrollar la cooperación económica y técnica». El tercermundismo es la ideología de la burguesía nacional de los países dependientes y de los valientes desvergonzados del imperialismo, que busca cambiar la dependencia colonial política y económica mantenida antaño por el yugo militar del imperialismo por una dependencia económica y con ello intentar engañar a los pueblos. No es por otra parte cosa del azar que el «no alineamiento» esté tan de moda entre los pequeño burgueses de los países dependientes como en los pequeño burgueses de las metrópolis imperialistas». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)


4) El revisionismo cubano ha sido también un fiel impulsor de las nuevas corrientes antimarxistas, por ejemplo: al «socialismo del siglo XXI» lo ha «santificado» cada vez que ha podido:

«Desde el balcón del Palacio de Miraflores, celebrando la contundente victoria electoral, Hugo Chávez Frías proclamó que los que habían votado por él lo habían hecho por el socialismo. También Chávez ha señalado la necesidad de avanzar hacia el socialismo del siglo XXI, un socialismo autóctono fundado en las realidades de nuestro tiempo y de nuestros pueblos. Va quedando atrás, para siempre, el «socialismo» del siglo XX europeo, aquel vencido «socialismo real» que no lo fue porque, precisamente, no fue socialismo. Recojamos las enseñanzas que de ello se derivan». (Armando Enrique Hart Dávalos; El «socialismo del siglo XXI», 8 de septiembre del 2007)

5) En tiempos recientes ha azuzado a los pueblos a que se apoyen en el imperialismo ruso y el socialimperialismo chino:

«Hoy es posible la sólida alianza entre los pueblos de la Federación Rusa y el Estado de más rápido avance económico del mundo: la República Popular China; ambos países con su estrecha cooperación, su avanzada ciencia y sus poderosos ejércitos y valientes soldados constituyen un escudo poderoso de la paz y la seguridad mundial, a fin de que la vida de nuestra especie pueda preservarse». (Fidel Castro; Artículo: Nuestro derecho a ser Marxistas-Leninistas, 8 de mayo de 2015)

Queda claro el papel de la Cuba capitalista-revisionista una vez más.

Algunas personas bastante ignorantes en cuanto a comprensión del concepto marxista-leninista del imperialismo, afirman que el hecho de que las FARC-EP se posicionen en estos lineamientos del revisionismo cubano en temática internacional –con todo lo que ello supone–, significa que la guerrilla se reafirma como «antiimperialista». En todo esto hay que explicar para los despistados y pseudomarxistas lo que incluye en su totalidad ser antiimperialista:

«El antiimperialismo» de los marxistas no debe reducir a la lucha contra la política imperialista de tipo colonialista –presiones y agresiones militares así como embargos económicos–, sino que también debe insistir en la política neocolonialista del imperialismo –es decir la integración en la división internacional del trabajo y la exportación de capitales–, que marcha a la par con la política colonialista. Como remarcaban Lenin, las potencias imperialistas recurren a tal o cual forma de dominación según las circunstancias más o menos favorables, según son potencias imperialistas antiguas y en decadencia –a ejemplo de los Estados Unidos que se apoya en su potencial militar– o potencias imperialistas jóvenes y dinámicas –a ejemplo de China– que debe primero optar por la forma semicolonial con el fin de conquistar los mercados detentados por los competidores más fuertes. En efecto, tal «antiimperialismo» se mantiene circunscrito al de los demócratas burgueses que separan la política imperialista de tipo colonial de la existencia del comercio y de las inversiones internacionales, estas políticas son pues la cara de la misma moneda y retoman concepciones kautskistas y reformistas sobre el imperialismo. Tal «antiimperialismo» refleja una concepción sentimental de un democratismo pequeño burgués, no se apoya en las enseñanzas del marxismo-leninismo e ignora las mismas bases de la economía política marxista-leninista, y en consecuencia acaba haciendo piña con la causa del imperialismo. Por lo tanto, la limitación de la lucha contra el imperialismo a las luchas contra las anexiones coloniales, significa truncar la lucha contra el imperialismo, es reducirla a algo deseable para la burguesía imperialista. ¿No es este «antiimperialismo» pequeño burgués el que defienden la inmensa mayoría de los que se reclaman comunistas en un frente que va desde el Partido Comunista Francés (PCF), algunos denominados marxista-leninistas, pasando por los trotskistas, el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB) y la Liga Antiimperialista (LA)? El tercermundismo a fin de cuentas, es la voz piadosa de los demócratas burgueses, que como Lenin tenían razón de subrayar, solo se sublevan contra un único aspecto de la dominación imperialista –su dominación militar–, mientras se oscurece el otro aspecto igualmente importante –el dominio económico–, factor primero de toda verdadera dominación». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Todo esto demuestra que Cuba está muy lejos de lo que pintan sus incondicionales seguidores. No es ese supuesto baluarte y faro del «antiimperialismo» y el «socialismo», sino que es una agencia del reformismo y el neocolonialismo. Ya dijimos sobre los movimientos que sentían orgullo de ser de escuela cubana que:

«Es indiscutible de que los revisionistas cubanos nunca construyeron un partido marxista-leninista, nunca colocaron a su economía en el camino socialista, nunca criticaron ni denunciaron al revisionismo soviético, ni siquiera al de Mijaíl Gorbachov. Es tiempo de que los marxista-leninistas –aquellos que pretendan serlo– se den cuenta de que Fidel Castro no es un pesador marxista-leninista, de hecho se convirtió en gramófono del socialimperialismo soviético, adoptaba sus teorías y cubría todas sus acciones internacionales a la vez que ha apoyado otras teorías imperialistas-revisionistas como el llamado no alineamiento y no ha desarrollado una revolución cultural, ni siquiera ha promovido el «ateísmo científico» inherente al materialismo dialéctico en su partido. Por tanto, cuando los Tomas Borge, Carlos Fonseca Terán, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y similares, han querido hacerse pasar como «discípulos del castrismo-guevarismo» y «alumnos brillantes de la escuela cubana», no podemos más que asentir y reconocerles el diploma en dicha escuela teórica revisionista que tantos años lleva operando en Latinoamérica; pero jamás reconoceremos, a ellos o a sus mentores, como marxista-leninistas». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013) (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

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