jueves, 23 de marzo de 2017

Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas; Equipo de Bitácora (M-L), 2017

Íñigo Errejón y Pablo Iglesias

[Post publicado originalmente en 2017]

«En 24 horas se puede modificar la táctica de agitación en algún problema especial, se puede modificar la táctica de realización de algún detalle de organización del partido, pero cambiar, no digamos en 24 horas, sino incluso en 24 meses, el punto de vista que se tenga sobre problema de si hace falta en general, siempre y absolutamente, la organización de combate y la agitación política entre las masas, es cosa que sólo pueden hacer personas sin principios. Es ridículo hablar de situación distinta, de una alternación de periodos: el trabajar para que se cree una organización de combate y se lleve a cabo una agitación política es obligatorio en cualesquiera circunstancias «grises y pacíficas», en cualquier período de «decaimiento del espíritu revolucionario». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Por dónde empezar?, 1901)

En este documento se analizará en mayor o menor profundidad varias cuestiones relacionadas con Podemos: su historia, desarrollo, luchas internas, sus teorías, etc. Teniendo como principal interés demostrar que dicha organización no tiene ideología concreta y estable, sino condicionada y temporal, que la honestidad de sus líderes brilla por su ausencia. Expresar que no nos gusta afirmar sin más, así que hemos indagado en el historial de esta formación para demostrar al lector que efectivamente hay un cambio de discurso cada pocos meses en la línea política de este partido y que, por tanto, no hay garantía de que cumpla absolutamente nada.

En estos años y en más en los últimos meses, parece que el fenómeno de Podemos se ha desinflado, nosotros ya advertimos a los incautos:

«¿Alguien cree que en la actual democracia burguesa, donde los medios de producción y por tanto también la mayoría de la prensa son de dominio burgués, un partido con planteamiento revolucionario, verdaderamente revolucionario, que supusiese una amenaza seria para el sistema, no sería directamente censurado y difamado en vez de impulsar su voz y ser criticado en los medios de (in)comunicación como lo es Podemos? ¿No estaría la oligarquía jugando con fuego si accediese a los revolucionarios a explicar su visión a las masas? Y es ahí que encontramos otro dato interesante. ¿Como es normal que un partido relativamente pequeño y nuevo como «Podemos» que se jacta de no necesitar a los poderosos tiene el poder económico de llegar a literalmente empapelar ciudades enteras? ¿Cómo se financia dicha organización o quién la financia? ¿Cuál es el motivo por el que «Podemos» y su líder han sido visibilizado enormemente por esos medios que de hecho no están interesados en una reforma del sistema y mucho menos en una revolución? ¿Cómo es que Intereconomía –entre otros órganos de la ultraderecha– le prestó sus tribunas al susodicho en variadas ocasiones? ¿Alguien cree que si Pablo Iglesias fuera en realidad un factor proletario en la lucha de clases, este tendría esos espacios a su disposición parcial o total? Obviamente son preguntas retoricas señores
». (Equipo de Bitácora (M-L); Crítica al artículo: «Podemos» irrumpe con fuerza en el panorama político español, 2014)

La cuestión ahora sería indagar por qué Podemos no ha podido ser la pieza de recambio predilecta para sustituir el motor político del régimen, sino una pieza totalmente auxiliar en un engranaje donde poco impacto tienen sus opiniones. Por ello, como decíamos más atrás habrá que mirar qué tenía que ofrecer Podemos.


El resultado del IIº Congreso de Podemos, victoria pablista pero con síntomas de desafección en la militancia

En el IIº Congreso de Podemos celebrado en Vistalegre en febrero de 2017, Pablo Iglesias consiguió en la segunda asamblea del partido un total de 37 de los 62 consejeros en disputa un –59%–, mientras que Errejón logró 23 –37%– y los anticapitalistas, solo dos.

Después de la victoria del sector pablista en el congreso, llegamos a la conclusión que la organización lejos de profundizar su derechización –muy veloz desde su fundación– parece que ha dado un freno, sus líderes actuales han decidido ir al armario a ver si pueden recobrar los disfraces del 2014 para intentar no perder más credibilidad y recuperar a los elementos desengañados.

Por supuesto, para el sector errejonista ha supuesto y supondrá una pérdida de poder en los órganos del partido, y en los órganos electos de poder, que ya se ha evidenciado en el relevo de Errejón por Irene Montero o la propia dimisión de Carolina Bescansa, seguramente uno de los elementos más importante del errejonismo:

«El exportavoz parlamentario de Unidos Podemos Íñigo Errejón será reubicado en la tercera fila del hemiciclo, después de los cambios de responsabilidades producidos en el grupo tras el congreso de Vistalegre II. Su asiento será ocupado por la nueva portavoz, Irene Montero, que ya ocupaba la segunda fila, por detrás de los sillones azules del Gobierno, pero ahora se situará al lado de Pablo Iglesias. La nueva portavoz adjunta, Ione Belarra, ocupará el lugar que antes tenía Montero. La diputada Carolina Bescansa, que ha sido sustituida como secretaria general del grupo por Txema Guijarro, pasará a la cuarta fila, una por detrás de donde se sentaba desde el inicio de la legislatura. Un cambio similar al de Pablo Bustinduy, afín a Íñigo Errejón, que pasa también de sentarse en la tercera fila a hacerlo en la cuarta. Los cambios también afectan a la diputada Tania Sánchez, que se ubicará en el gallinero, la última fila del hemiciclo. A la penúltima fila ha sido relegada además la diputada valenciana Àngela Ballester, del sector errejonista, que había desempeñado funciones como portavoz adjunta, al ser ocupado su actual asiento por Bescansa». (El Confidencial; Errejón quedará relegado a la tercera fila del Congreso y Tania Sánchez, al gallinero 21 de febrero de 2017)


También se avecinan cambios en las zonas regionales como Andalucía, donde los anticapitalistas han apoyado esta directriz de reordenar el partido según nociones de «vencedores y vencidos»:

«Aparta a Carmen Lizárraga de la presidencia y a Esperanza Gómez de la coordinación en el Parlamento andaluz. Ambas conservarán sus portavocías. (...) Lizárraga se presentó de forma inesperada a las últimas primarias andaluzas para disputar a Teresa Rodríguez la secretaría general [Andalucía]». (El Confidencial; Rodríguez lleva la purga al Parlamento andaluz y releva a los errejonistas, 2 de marzo de 2017)


Pero puede que en sucesivos meses la profundidad de esta división y la derrota de los errejonistas acarree más consecuencias todavía para ellos. Una nueva crisis en Podemos puede dar alas al proyecto de Errejón en otro momento y ajustar cuentas con los pablistas e incluso elevar a Errejón a la Secretaria General, pero para ello deben aguantar el embiste que ahora se les avecina. 

La mejor baza para los oposicionistas sería el hacerse eco de las duras quejas vertidas por los militantes en los círculos del partido, diversas redes sociales, encuestas y entrevistas en medios de comunicación. En una entrevista en donde se reunían varios de sus militantes y simpatizantes, estos dejaron registro de dicho sentir. Sobre las razones de las luchas internas dudan si ya son por motivos ideológicos o de poder:

«Vera Realmente hay un enfrentamiento, una confrontación, ¿pero es de ideología o de poder? porque si es de poder es lo peor que puede pasar». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)

En torno a las luchas fraccionales y sus consecuencias para la organización, se decía:

«Enrique Pérez: ¿Ha terminado el problema? Porque yo creo que el problema aún no ha terminado. Considero que el partido está herido, tras una batalla cruel. Hay heridas, hay dolor, hay resentimiento, hay compañeros que se han ido o que amenazan con irse». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)

Respecto a la ilusión que el partido despertaba en 2014 con la que despierta ahora:

«Jorge Torres: Erais un hilo de esperanza muy grande que se ha convertido en una linternilla». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)

Sobre las viejas propuestas políticas de Podemos y los cambios de programa:

«Vera: He pensado en no volver a votarlos porque la educación y la sanidad no se recuperan de la ilusión». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)

De nuevo las comparativas de Podemos con el camino seguido por el PSOE:

«Noelia: El principal error del PSOE fue desconectar de la gente, espero que Podemos no lo haga». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)

Como hemos venido adelantado, el futuro de Podemos ha quedado seriamente dañado por culpa de sus propias idas y venidas en el discurso y el programa:

«El patetismo que alcanza esta organización en su viaje por embaucar a la gente para que le vote ya no deja indiferente a nadie. 
Y no somos pocos los que nos alegramos por observar cómo se confirman los análisis anticipados al respecto sobre la tendencia de Podemos en pro del reformismo burgués, cómo se constata el hastío de una población que empieza a no ser indiferente ante la demagogia desplegada por Pablo Iglesias y su séquito de embaucadores; otros en cambio empiezan a mostrar un serio enfado por haber creído en esa mentira cosechada por los medios de (in)comunicación de masas, repudiando a tal organización tanto o más como el que en su día lo hizo desde el principio; otros, en relación a los últimos acontecimientos y escándalos empiezan a ver a la organización con serias dudas, y ya no creen en sus bonitas palabras ni en sus figuras, aunque aún permanencen afines, al menos formalmente; a otros les faltan kilómetros en la geografía española para huir del espantoso ridículo de afirmar –como autodenominados «marxistas»– que se debía apoyar a Podemos  porque «serían  un verdadero cambio en el sistema», estos ahora mismo simplemente guardan silencio al saberse la colosal estupidez de su llamamiento». (Equipo de Bitácora (M-L); El desgaste paulatino de la credibilidad de Podemos, 2015)

Dentro de la cúpula ahora los unos y los otros acusan al de al lado de traidor. ¿Pero se puede hablar de una ideología clara en Podemos? Es evidente que no. De hecho, tal característica es una resultante de la forma en que se conformó la organización en 2014. Y es que Podemos nace de la convergencia de varios factores, esencialmente los voluntaristas-anarquistas del «movimiento 15M» y los trotskistas de la «izquierda altermundista», pero el impulso definitivo lo recibe de «intelectuales burgueses progresistas» de la Universidad Complutense, siempre, como ya se comprobó, con la complicidad del partido trotskizante de la Izquierda Anticapitalista (IA). A partir de ahí diversos grupúsculos se han ido agregando a Podemos sumándose al proyecto revisionista. Utilizamos la palabra revisionista en un sentido claro: hacia todo aquel que se reivindique como pensador o influenciado por el marxismo sin serlo, sin ejercerlo.


En cuanto al líder principal de Podemos, Pablo Iglesias, este se ha sentido siempre identificado con el «socialismo del siglo XXI» tanto de Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia, y en general con los viejos partidos herederos del eurocomunismo que forman parte en Europa del Partido de la Izquierda Europea (PIE); pero en sus planteamientos políticos no es difícil identificar desde posturas que lo aproximan a neoliberal Fukuyama, al pseudorevolucionario y antimarxistaleninista Negri, hasta ver en lo económico que sus recetas se mueven entre Keynes y Hayek. No obstante, por influencia de los revisionistas del «socialismo del siglo XXI» el líder de Podemos en ocasiones, sobre todo en un inicio, se reivindicaba marxista o de herencia marxista sin dejar de identificarse con todo tipo de fauna antimarxista, tiempo después declaraba a su organización fuera del debate ideológico izquierda-derecha buscando la «centralidad y neutralidad en el tablero político-ideológico»; para que luego en la actualidad, y desde hace corto tiempo, Pablo Iglesias se autodenomine socialdemócrata. Como se ve no hay un hilo conductor fijo en la cuestión ideológica, varía según las circunstancias. Lo que es claro es que las propuestas políticas de Podemos se pueden comparar tanto con las del infame PSOE de los 80, como con las de su amigo Alexis Tsipras y el desastroso «socialismo del siglo XXI» griego.

A causa de esta maraña ideológica, desde hace unos meses, hemos asistido al deslindamiento de las corrientes internas en Podemos, líneas o corrientes que no es que fueran nuevas, sino que como en toda organización ecléctica y multifraccional salen a relucir en los momentos de crisis de la organización, especialmente causadas por las disputas internas por poder. De hecho, como el mismo Pablo Iglesias reconoció, la división entre pablistas y errejonistas se empezó a cristalizar en marzo de 2016:

«Jordi Évole: A mí me intriga mucho donde está vuestro punto de inflexión, ¿hay un momento donde Pablo Iglesias dice «esto se está rompiendo»?

Pablo Iglesias: Hay un momento que es tremendo para nosotros, a partir de marzo de 2016». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)


Esta crisis interna había dado lugar a que cada fracción fuese a lo suyo:

«P.I.: Tiene que sonar más como una orquesta en la que todos los instrumentos suenen, y nosotros habíamos dejado de sonar, hacía un año que desafinábamos». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)


Hoy en día, los pablistas dicen ser los guardianes de la esencia de Podemos, del «proyecto regenerador de la verdadera izquierda española», y en tanto acusan a los errejonistas de «haber perdido la esencia ideológica». Se habla de una vuelta a los principios, a la «hipótesis original»:

«Nuestra hipótesis original sigue funcionado bien». Pablo Iglesias ha marcado este jueves la hoja de ruta a seguir por su formación cuando ha terminado el ciclo político en el que han funcionado como una «maquinaria electoral», y toca construir una nueva organización con más peso y poder para las bases y una relación más estrecha con los movimientos sociales para volver a sus orígenes y evitar parecerse a la vieja política. Así, el secretario general del partido ha reconocido errores en la campaña electoral de Unidos Podemos para el pasado 26-J, dirigida por Íñigo Errejón, y ha rechazado que el partido deba seguir intentando dar imagen de moderación». (El Público; Iglesias pide a Podemos volver a su «hipótesis original» y alejarse de la moderación «en las formas», 25 de septiembre de 2016)

En la entrevista que Pablo Iglesias concede a Jordi Évole habla de «sentirse decepcionado en lo personal» con los miembros del sector errejonista, y de tomar nota para el futuro ante tales traiciones. Pero no nos engañemos ya que esto solo es un sofisma burdo, pues si Pablo Iglesias llegó a ser líder de esta organización fue gracias a ir derechizando la organización contando con el consentimiento y apoyo inestimable de la mayoría de figuras y corrientes incluyendo a Iñigo Errejón y los errejonistas. ¿Acaso habrá que recuperar los archivos en los que queda atestiguado este complejo proceso de mentiras, cinismo, y mucha pero que mucha demagogia? En adelante pedimos paciencia al lector para leer las citas que atestiguan tantísimo cambio de posturas.


El ataque de obrerismo de Pablo Iglesias y la vuelta a un lenguaje más radical

Recientemente, Pablo Iglesias ha pasado a utilizar de nuevo, como en 2014, un lenguaje más radical, más cercano a sus viejas poses de «marxista» para poder alejarse de las tesis de Iñigo Errejón con la intención de aparentar que él sí tiene principios claros y por lo tanto garantía de proyecto. Un ejemplo sencillo: ha sido el recuperar el «sí se puede» al «luchar, crear, poder popular» lema del socialdemócrata chileno Salvador Allende. En realidad, ya es tarde para eso y no engaña a nadie con un poco de honestidad y formación política, pero para el votante medio de baja o nula conciencia política y de gran sentimentalismo, todavía le puede suponer el arañar la recuperación de alguna simpatía o voto perdido en el camino.

Pablo Iglesias acostumbra a modelar su discurso dependiendo en donde se encuentre, no queremos decir que no deba hacerlo según el público con el que se encuentre –decir esto sería exceso de puritanismo– pues es menester adaptar el nivel del discurso pero sin perder la esencia de lo que se dice. Otra cosa muy diferente es ver como Pablo Iglesias intenta ganarse a un determinado público con ingentes trucos de manipulación. Iglesias, sabedor del tipo de público presente en un acto, por ejemplo, actúa de forma diferente que si fuese una conferencia retransmitida para toda España. Recurriendo a referentes y términos con los que ellos se pueden sentir identificados, trata de «metérselos en el saco» y prometerles indirectamente que pueden dormir tranquilos «Podemos no se venderá a los poderosos y Pablo Iglesias sigue siendo uno de los vuestros». En una campaña electoral de cientos o miles de votantes o ante los medios de comunicación no usaría un discurso tan a la izquierda, pues sería colocarle en una posición encasillada que él mismo no quiere –aunque solo fuese fraseología–, pero en círculos más cerrados es diferente, y puede asegurarse el voto de parte de su electorado más «radical» –que no pasan de ser socialdemócratas, revisionistas modernos de distintas corrientes cuando no anarquistas–. En una conferencia junto a otras caras visibles del revisionismo, Pablo Iglesias nos viene a decir que Podemos es el defensor de la clase obrera, que rehúye de las pequeñas reformas y que el término «clase media» es un término burgués:

«Apostamos por una noción de transversalidad que se construya en lo popular, porque si la transversalidad se construye en una recomposición del concepto de clase media, en el concepto burgués de clase media no podremos ganar. (...) Cualquiera que defienda a la clase obrera siempre lo va a tener más difícil respecto a quien diga dejemos las cosas como están y hagamos pequeñas reformas. (...) La clase obrera es como Skynet, siempre vuelve». (Pablo Iglesias Turrión; Discurso durante la presentación del libro «La clase obrera no va al paraíso» de Nega y Arantxa Tirado, 25 de noviembre de 2016)


Habría que aclarar a este pseudomarxista que tampoco el término pueblo es un término esencialmente marxista sino se define que es «el pueblo», pues recordemos que el revisionista Mao Zedong por ejemplo colocaba a su burguesía nacional en el término «pueblo». Pero Pablo Iglesias nos habla de que hay que reivindicar a la clase obrera y al pueblo y no a la clase media. Perfecto. ¿Y quién ha utilizado ese término en innumerables ocasiones para negar la división de la sociedad entre los grandes o pequeños propietarios y los desposeídos de los medios de producción que vender su fuerza de trabajo? Él mismo, citemos sólo una ocasión de tantas:

«Extremistas y radicales son los que han expulsado a tres millones de ciudadanos de la clase media». (Pablo Iglesias Turrión; Discurso en el mitin en Vitoria, 22 de junio de 2016)


No se puede echar de la clase media a los ciudadanos, porque los «ciudadanos» no se dividen en su nivel de ingresos o aspiraciones sino en su estatus social.

Hablado de este repentino «obrerismo»: ¿acaso los votantes de Podemos no se basan en las capas de gran parte de la intelectualidad aburguesada y la pequeña burguesía?:

«Tanto si se utilizan las categorías laborales del Instituto Nacional de Estadística (INE) como su clasificación por clases sociales, los documentos del INE certifican una evidente lejanía cultural de la clase obrera hacia las posiciones de Podemos. (...) El 48,7% de los obreros cualificados y el 42,8% de los no cualificados expresan que nunca votarán a Podemos. Porcentajes que son más altos de los que afectan a IU –44% y 41%9– y mucho más que la barrera electoral del PSOE que se sitúa de media en el 35% del electorado obrero. Grado de rechazo que se traduce en una valoración de liderazgo en la que Iglesias sale igualmente perdiendo frente a otras alternativas. El grado de cercanía que expresa la clase obrera respecto al PSOE es doble del que expresa respecto a Podemos. El resultado es que el obrero que busca Pablo Iglesias vota al PSOE –30%– casi tres veces de más que a Podemos –11%–. (...) El obrero que busca Pablo Iglesias no existe o no le vota». (Estrella Digital; El obrero que busca Pablo Iglesias, 27 de noviembre de 2016)

¿Que es sino un partido liderado por intelectualoides –con las cabezas llenas de las ideologías más antiproletarias y excéntricas tantos pasadas como presentes– donde no se puede ver ni un solo proletario a la cabeza de la organización ni mucho menos una ideología ni siquiera parecida al marxismo? 

¿Acaso el término también usado por Pablo Iglesias de «casta» o «precariado» no son términos igual de burgueses y estúpidos que niegan la división en clases sociales y el rol hegemónico que la clase obrera debe de jugar en el desarrollo de la lucha de clases? 

Pablo Iglesias sigue jugando con la memoria y la paciencia de la gente, es un payaso venido a menos, que trata de salvar su barco del naufragio, pues es buen sabedor de como acabaron sus ídolos como Santiago Carrillo cuando rebajaron el discurso y el programa: fueron directamente al basurero de la historia.

El propio líder de Podemos dijo una vez que la casta política al ganar ingentes cantidades de dinero por su desempeño en el circo de la política burguesa no vivía dentro la realidad cotidiana, y que, al no renunciar a sus privilegios económicos derivados de dicho entramado, no podían representar a la gente normal:

«Que nadie me diga que la casta política son como los ciudadanos. (...) La gente normal no se aprovecha de su cargo público para ganar mucho dinero. (...) El 20% de las familias en España no alcanzan los 1.000 euros al mes, solamente el 0,6% de los ciudadanos superan los 6.000 euros al mes, entre ellos, buena parte de los diputados, lo ministros y los presidentes de las comunidades autónomas, esos no son muy normales». (Declaraciones de Pablo Iglesias en Vía V, 2014)

Si hacemos un repaso a lo que ganaron este año algunos de los líderes de Podemos según sus propias cuentas:

«Las cuentas corrientes de los líderes de Podemos arrojan saldos de cantidades muy elevadas, teniendo en cuenta el poco tiempo que llevan en política y que, según ellos mismo afirman, donan parte de sus sueldos al partido. El que más efectivo suma en el banco es Pablo Iglesias. El secretario general de la formación radical tiene a su nombre cuatro cuentas corrientes cuyo importe suma 120.000€. Las cifras sorprenden teniendo en cuenta que, según los estatutos del partido morado, sus integrantes no pueden superar un ingreso mayor al de tres veces el salario mínimo –707 € mensuales–. (...) Íñigo Errejón es el segundo miembro de la formación que más ha ahorrado en este tiempo, según los datos publicados por la web del partido. El ex número dos de Iglesias disfruta de unos ahorros en una sola cuenta de 57.000€, lo que supone la mitad que su secretario general. (...) Otro de los datos que llaman la atención respecto a las cuentas de Podemos son las enormes diferencias entre sus miembros. Ione Belarra, portavoz adjunta de Unidos Podemos, cuenta con unos ahorros de 30.000€, Rafael Mayoral de poco más de 8.000€ o Juan Manuel del Olmo con algo más de 11.000€. En cualquier caso, ninguno de los miembros llega a acumular más de la mitad que Pablo Iglesias, unas cifras desorbitadas y con una diferencia abismal». (OK Diario; Iglesias tiene en su cuenta corriente lo que un español ‘corriente’: ¡¡¡120.000 €!!!, 11 de abril de 2017)

Por último, debemos añadir que el obrerismo a ultranza tampoco es una concepción marxista-leninista, de hecho como sabemos, también existe en los países capitalistas un gran número de obreros que bajo la influencia de la burguesía o pequeña burguesía adoptan una psicología y moral ajena a su clase, que son fácilmente engañados por teorías que se autodenominan defensores de sus intereses aunque no lo sean. Esto en marxismo se llama «falsa conciencia» y es producida por la «alienación»:

«Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación. Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época. Por ejemplo, en una época y en un país en que se disputan el poder la corona, la aristocracia y la burguesía, en que, por tanto, se halla dividida la dominación, se impone como idea dominante la doctrina de la división de poderes, proclamada ahora como «ley eterna». (Karl Marx y Friedrich Engels; La ideología alemana, 1846)

Por eso a la hora de testar un individuo es importante por supuesto su origen social, el puesto ocupa en la cadena de producción –pues las condiciones materiales inciden sobre las ideológicas– pero no son totalmente decisivas pues no somos sujetos pasivos. Así lo explicaba Engels ante la equivocación de algunos que habían tergiversado su doctrina:

«Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma. Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de toda la muchedumbre infinita de casualidades es decir, de cosas y acaecimientos cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella, acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico. De otro modo, aplicar la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver una simple ecuación de primer grado. Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos, en primer lugar con arreglo a premisas y condiciones muy concretas. Entre ellas, son las económicas las que deciden en última instancia. Pero también desempeñan su papel, aunque no sea decisivo, las condiciones políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres». (Friedrich Engels; Carta a Bolch, 22 de setiembre de 1890)

En resumen, queda más que claro que a la de reclutar en una organización revolucionaria, debe de tenerse en cuenta el origen social del sujeto debe comprobarse otras cualidades personales como la experiencia personal y las habilidades personales. Sino se estará cayendo en una desviación llamada obrerismo, que es absurda, pues trata de reclutar solamente partiendo del origen social del sujeto, sin importarle lo más mínimo sus inclinaciones ideológicas, que pueden que sean hasta reaccionarias.

Esto se ve en cómo algunos partidos y sindicatos revisionistas pueden tener un gran número de obreros sin que ellos tengan un nivel óptimo de concienciación política de clase y defiendan una línea política que va en contra de sus intereses, y no por ellos pueden decir tal partido que al tener un gran número de obreros es sinónimo de revolucionario ni marxista. Todo sujeto político individual o colectivo debe analizarse en base de a qué clase benefician sus actos y el nivel de formación de dichos líderes y militantes.


El «precariado» y el «lumpen» según Podemos

Entre las teorías socio-económicas que se manejan en Podemos, está la famosa teoría del «precariado», la cual trata de negar en nuestra época la existencia del proletariado como clase social, con las evidentes consecuencias político-ideológicas que se derivarían de dicho hecho tan transcendental. Esto no es casual.

Unos han intentado negar la existencia del proletariado como clase:

«Si los revisionistas e ideólogos modernos de la burguesía cambian el nombre del proletariado, no es sin un propósito determinado. No se trata aquí de una cuestión de mera denominación, sino de la negación de la imperiosa necesidad de derrocar las relaciones sociales mediante la revolución, mediante la violencia. Los revisionistas son conscientes de que si hablamos del proletariado, cuando este último, bajo el capitalismo, solo posee la fuerza de sus brazos, lógicamente se deduciría que debe luchar contra sus explotadores y sus opresores, que debe romper sus cadenas. Es precisamente esta lucha, dirigida a la destrucción completa del antiguo poder del capital, lo que aterroriza a la burguesía. Al negar la existencia del proletariado como la principal fuerza revolucionaria de la sociedad y el sepulturero del capitalismo, los revisionistas también quieren allanar el camino para otras tesis antimarxistas. Mientras no haya proletariado tampoco puede haber dictadura del proletariado. Sobre este problema clave de la teoría del socialismo científico, de hecho, todos en el campo revisionista están alineados en las mismas posiciones». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)

Otros tratan de vender las ventajas del capitalismo, dando a entender que con la diversificación del ocio, los inventos y mejoras técnicas que facilitan las condiciones de vida respecto a épocas anteriores, se debe suprimir definitivamente toda lucha de clases:

«Hoy los revisionistas modernos, como Georges Marchais, Enrico Berlinguer, Santiago Carrillo y compañía, rechazan estas concepciones científicas de Marx. Actualmente, dicen ellos, ha dejado de existir el proceso de la pauperización relativa y absoluta del proletariado, debido al desarrollo de la revolución técnico-científica y a las conquistas que los obreros han logrado a través de las reformas. Quieren decir a los proletarios que con las limosnas que les da el capitalismo pueden cubrir todas sus exigencias y necesidades, y por lo tanto no tienen por qué lanzarse a la revolución. (...) En los Estados capitalistas el proletariado, no obstante de vestir ropas de nailon, producidas por la sociedad de consumo, de hecho sigue siendo proletariado. (...) Su objetivo es alejar al proletariado de la lucha de clase contra el capitalismo, tratando de centrar su atención en las «ventajas» de la «sociedad de consumo». (...) Su preocupación casi exclusiva serían las cuestiones de la religión, la familia, la mujer, el televisor, el coche, etc., que, según ellos, han hecho que el problema de la explotación económica haya dejado de ser el problema básico de la lucha de clases y de la revolución. Todo esto se hace para echar agua al vino, para alejar a las masas trabajadoras de su lucha por el derrocamiento del orden burgués». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Usando la demagogia barata, se lanza el discurso de «los de arriba contra los de abajo», pero a la vez se habla de colaborar con los «empresarios responsables y patrióticos» y se condenan a los «empresarios irresponsables y antipatrióticos» que no quieren apoyar la «regeneración democrática»:

Con sus tesis de la «extinción de la lucha de clases» como consecuencia de los «cambios esenciales» que supuestamente habría sufrido la sociedad capitalista gracias al desarrollo de las fuerzas productivas, de la revolución técnico-científica, de la «reestructuración del capitalismo», etc.; con sus prédicas acerca de la necesidad de establecer una amplia colaboración de clases, dado que ahora, en el socialismo están supuestamente interesadas no sólo la clase obrera y las masas trabajadoras, sino también casi todas las capas de la burguesía a excepción de un pequeño grupo de monopolistas». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Pero este discurso vacuo les hace inútiles para los intereses de los trabajadores:

«En una incoherencia y contradicción profundas. Prácticamente ya no están en condiciones de explicar ninguna de las contradicciones actuales del mundo capitalista, ni de dar respuesta a los problemas que emanan de ellas. Es cierto que hablan de fenómenos tales como «crisis», «desempleo», «degradación y degeneración» de la sociedad burguesa, pero no pasan de las constataciones generales que nadie niega, ni siquiera la propia burguesía. De manera consciente, tratan de velar la causa de estos fenómenos, la feroz explotación capitalista, y no mostrar que ésta puede desaparecer sólo por medio de la revolución, derrumbando las viejas relaciones que mantienen en pie el sistema de opresión capitalista». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Ha sido el petulante intelectual: Juan Carlos Monedero, una figura altamente sacralizada dentro de Podemos, uno de los principales difusores de la tesis del «precariado». Pero cuando Monedero intenta explicarnos que sería este «precariado», no especifica nada concreto y visible, sino que dibuja vagamente los rasgos típicos de cualquier capa social en un país en crisis:

«El precariado, dice Standing, hace referencia a una nueva clase social en formación que, si bien aún no sería una «clase para sí» –es decir, que se reconoce y lucha por sus intereses propios, tiene ya una serie de rasgos propios que nos invita a entenderla como una entidad que promete una acción colectiva propia. El precariado vive en una flexibilidad laboral no siempre querida, en la eventualidad y temporalidad y con una constante sensación de llevar una existencia de baja calidad. No serían los proletarios tradicionales ni las clases medias sobreexplotadas. Tampoco una «subclase» ni «la capa inferior de la clase obrera». Quiere buena parte de las seguridades de los obreros tradicionales pero no quiere una vida laboral como la de sus padres o abuelos. Sus incertidumbres y sus inseguridades son peculiares. Carentes de memoria y consumistas, parecen pijos a ojos de los mayores, a quienes ellos ven como dinosaurios privilegiados. (...) Aunque los sindicatos no terminen de entenderlo, el precariado existe y tiene rasgos propios, aunque sólo fuera porque lee de una manera diferente su realidad. Son gente formada, a la que le prometieron –en la escuela, en la universidad, en la televisión, en los anuncios, en el ejemplo de los que tienen suerte– un mundo divertido, cómodo y creativo que nunca llega. Son los que han visto cómo la escalera por la que subían ha sido pateada por los que llegaron antes. Pero no parecen tener todavía prisa –como sí la tuvo la clase obrera desde finales del XIX–. Son gente con cierta red familiar –que se sostiene crecientemente con los abuelos pero que también está precarizándose–, con una formación que les permite soñar con un futuro laboral luminoso –cosa que no haría un proletario tradicional, condenado a un realismo inclemente–, son mujeres y jóvenes –en sociedades donde las mujeres están luchando por lograr un espacio de igualdad y diferencia, y donde existe un aumento de la esperanza de vida que alarga la juventud hasta los cuarenta–, son receptivos a los mensajes de rebeldía e inconformismo heredados del 68, son urbanitas –resultado del éxodo del campo a la ciudad desde los años 60 del siglo XX
 y, por tanto, sujetos a la condición paradójica de estar profundamente conectados a las redes, al tiempo que desconectados del mundo real». (Juan Carlos Monedero; «Precariado», o la frustración en el capitalismo del deseo, 13 de septiembre de 2013)

Y en una conclusión donde parece estar describiendo a su futuro público de electores, concluía sobre el «precariado»:

«¿Puede convertirse en voluntad política de cambio? No es sencillo. A día de hoy, el precariado opta más por la teatralidad de la protesta –que suma más gente que la apelación tradicional de izquierda y derecha pero que lo más que llega es a desconcertar al Estado, no a emplazarlo. (...) Pensar revolucionariamente al precariado sin cambiar el capitalismo es un exceso. Un precariado que, de momento, lo que quiere es mejorar sus condiciones de vida». (Juan Carlos Monedero; «Precariado», o la frustración en el capitalismo del deseo, 13 de septiembre de 2013)

Bajo los auspicios de la teoría del «precariado» se trató de difuminar al proletariado como clase dentro de una masa amorfa donde se mezclarían diversas clases y capas de la población, como si todos: clase obrera, pequeños propietarios, intelectuales, juventud, tuvieran exactamente los mismos intereses en todos y cada uno de los campos; y poniendo por delante por supuesto, no la lucha contra el capital sino la lucha contra la precariedad, una política destinada pues, a aliviar los males del capitalismo, a suavizarlo apelando al término «masa», «pueblo», «nación», como acostumbran los reformistas.

«Luego sigue la escuela humanitaria, que toma a pecho el lado malo de las relaciones de producción actuales. Para su tranquilidad de conciencia, se esfuerza en paliar todo lo posible los contrastes reales; deplora sinceramente las penalidades del proletariado y la desenfrenada competencia entre los mismos burgueses; aconseja a los obreros que sean sobrios, trabajen bien y tengan pocos hijos, recomienda a los burgueses que moderen su ardor en la producción. Toda la teoría de esta escuela se basa en distinciones interminables entre la teoría y la práctica, entre principios y resultados, entre la idea y su aplicación, entre el contenido y la forma, entre la esencia y la realidad, entre el derecho y el hecho, entre el lado bueno y el malo.

La escuela filantrópica es la escuela humanitaria perfeccionada. Niega la necesidad del antagonismo; quiere convertir a todos los hombres en burgueses; quiere realizar la teoría en tanto que se distinga de la práctica y no contenga antagonismo. Ni qué decir tiene que en la teoría es fácil hacer abstracción de las contradicciones que se encuentran a cada paso en la realidad. Esta teoría equivaldría entonces a la realidad idealizada. Por consiguiente, los filántropos quieren conservar las categorías que expresan las relaciones burguesas, pero sin el antagonismo que es su esencia y que les es inseparable. Creen que combaten firmemente la práctica burguesa, pero son más burgueses que nadie». (Karl Marx; Miseria de la Filosofía, 1847)

Para 2014, el discurso de Podemos era ya: si la gente no está preparada para un cambio, por tanto no hay que explicarles algo demasiado complejo, sino que simplemente habrá que rebajar el nivel del programa, aunque eso suponga maleducar a las masas, o ir detrás de los elementos sin conciencia. «¡Aquí uno está para hacer política, no para ser puros señores! ¡Superemos los bonitos sueños de juventud!». 

Pero vayamos a lo fundamental, ¿existe una desproletización? Rescatemos los extractos más interesantes de un artículo escrito por un colaborador ocasional de este medio sobre los intentos de negar la existencia de la clase obrera:

Rescatemos los extractos más interesantes de un artículo escrito por un colaborador ocasional de este medio, sobre los intentos de negar la existencia de la clase obrera:

«Tomemos por sentado el hecho de que «clase obrera» es un término sinónimo de «proletariado». Esta clase, incluso en las definiciones de Marx y Engels que murieron antes de la época de la terciarización, cuando aún la clase obrera era una clase fundamentalmente situada en el sector secundario de la economía, no tiene por qué estar atada a un sector dado de la economía. (...) ¿Dónde encontramos una clase social de asalariados no cualificados que, en el proceso de trabajo, no ponen en uso medios de producción propios a excepción de su fuerza de trabajo? En el sector servicios, la industria y la agricultura/pesca. Aquélla imagen arcaica de varones con boinas y tirantes cubriendo ropajes desarrapados saliendo llenos de hollín de una humeante fábrica situada en el centro urbano es hoy más una leyenda que una realidad. Quienes alzan el grito en el cielo: «¡no existe el proletariado!» lo hacen, en realidad, porque son incapaces de sacarse de entre las sienes semejante imagen anticuada que, creen, hace justicia al término por su antigüedad. (...) Se ha hablado de terciarización, y esto parece llevar a conclusiones acerca del supuesto «post-industrialismo» cuando el output total de productos industriales es, hoy, mayor que nunca y de «desproletarización». De ahí la conclusión: «la clase obrera ha perdido protagonismo». Pero si ya hemos procurado demostrar, en el menor número de líneas posibles, que el proletariado no es una clase meramente industrial, ¿por qué debería llevar la terciarización a su pérdida de protagonismo, cuando el proletariado está presente también en el sector servicios? Lo que cabe demostrar es que el proletariado, hoy transectorial, sigue en pie de lucha como antes, aunque en un contexto temporal más desarrollado. Una simple sucesión de noticias sobre huelgas debería bastar para arrancarnos la idea de que «la clase obrera ha perdido protagonismo». El problema real es, sin embargo, más profundo. Debido a las nuevas prácticas industriales la división espacial de los obreros es mayor que antes. En lugar de que se concentren cientos en una decena de lugares, se concentran decenas en cientos de lugares, por así decir. En esta situación se hace más difícil programar la lucha de la clase obrera, puesto que se presupone una agitación multifacética en muchos espacios a la vez con el fin de compenetrar sus acciones en torno a unos intereses vitales, de clase, comunes. La separación entre los proletarios ha dañado, asimismo, su conciencia de clase pese a que en los períodos de crisis esta vuelve a ponerse en marcha como nunca. La conclusión no es que «faltan proletarios», sino que faltan medios para organizarlos: la crisis ideológica del movimiento obrero, a la que contribuye gente como Antonio Negri, ha hecho de los revolucionarios, en su mayoría, un conjunto de jóvenes ilustrados sin capacidad práctica de acción, incapaces de fundirse con las masas y ayudar a su organización común por un objetivo común. El problema hoy no está en las condiciones objetivas para la revolución, sino en sus condiciones subjetivas». (Lev W.; La crítica a Antonio Negri y su teoría de la multitud, 2019)

Llegando a un punto de rizar el rizo, otro defensor de la teoría del precariado, Pablo Iglesias, tras hacer unas declaraciones donde parecía condenar al lumpen contando un caso personal donde se sufría el acoso y robo de estos elementos. Pero esto no nos interesa ahora. Pocos días después, debido a que las declaraciones causaron descontento entre sus filas y simpatizantes, rectificó sus palabras; ahora venía a decir que él como profesor ya recomendaba a sus alumnos las teorías que hablaban de reconocer el rol infravalorado del revolucionario lumpemproletariado (sic):

«Cualquiera que haya asistido a mis cursos en la facultad me habrá escuchado referirme, cuando explico el colonialismo, a los análisis de Frantz Fanon que ponía el acento sobre la incapacidad de la izquierda europea para entender el papel revolucionario que el lumpemproletariado tenía en el tercer mundo, frente al papel contrarrevolucionario de la minúsculas clases trabajadoras asociadas a las burguesías importadoras. Lo cierto es que, al final, no voy ni a poder excusarme en Marx
». (Pablo Iglesias Turrión; Lúmpenes y gentuza, 2014)

Como sabemos se ha demostrado con las encuestas y votos electorales, Podemos no ha logrado desde 2014 asegurarse una influencia seria ni entre el proletariado ni entre el lumpenproletariado. Esta claro que la cúpula de intelectuales de Podemos está muy aislada de la realidad como para entender cómo piensa uno y otro grupo. Lo que sucedió es que simplemente, en ese momento Pablo Iglesias temía perder la imagen de «partido de la calle» si se atrevía a negar la herencia y mitos de algunos grupos de «izquierda» sobre el carácter revolucionario del lumpen, por lo tanto, prefería condenar el marxismo que al resto de grupos, ya de los segundos cree que puede obtener algo de simpatía y votos para Podemos. Sin duda, una maniobra defendible desde el pragmatismo.

Aunque sea de forma demagógica, alentar el lumpenismo en una época en que ya de por sí la burguesía hace todo lo posible por inculcar tal cultura degenerada entre los trabajadores, y sobre todo, entre la juventud, debería ser considerado no solo amoral, sino casi criminal desde el punto de vista proletario. Véase el capítulo: «Reflexiones sobre «cultura lumpen» y su rol en la sociedad capitalista y en las organizaciones revisionistas» de 2017.

Esto demuestra que gran parte del revisionismo, esté más a la izquierda o a la derecha, tiene estas tendencias oportunistas de rehabilitar la figura del lumpen e incluso imitarla como si fuese un modelo a seguir. Aunque no menos cierto es, que dependiendo del público que les escuche, estos líderes dicen una cosa u otra, pero insistimos, eso son cuestiones populistas que traería otro debate de fondo sobre cual es la postura real del grupo político.

Para quién no este familiarizado con este término, le recordamos:

«El lumpemproletariado –también llamado subproletariado–, es la población ubicada –en lo relativo a la escala social– por debajo del proletariado. Esto se debe a que se encuentra fuera del proceso de producción y, en consecuencia, es socialmente marginada si tenemos en consideración su realidad político-económica. Compone un ejército industrial de reserva creado por el capitalismo e íntimamente ligado a la pauperización de la población; su crecimiento es directamente proporcional a la concentración de capitales o, lo que es lo mismo, lo que en un polo es acumulación de riqueza, en el polo contrario, significa acumulación de miseria, de ignorancia, degradación moral, etc. Este margen funcionará como elemento indispensable para evitar el colapso del sistema, pues los sujetos que componen esta capa social, al verse incapaces de vender su fuerza de trabajo, son empujados a aceptar condiciones laborales que en otras condiciones no aceptarían, convirtiéndose, de facto, en enemigos de su clase y de sus propios intereses. Algunas profesiones que les son características son, por ejemplo, el sicariato, el raterismo, la estafa, el timo, el tráfico –de personas, drogas, armas o bienes–, la delación, el proxenetismo o el mercenariazgo patronal. 
No son prescindibles o «una secuela indeseada», tal y como el sistema hace suponer, sino que se erigen como pieza fundamental del engranaje funcional del sistema productivo capitalista, constituyendo una de las fuerzas auxiliares que permiten mantener las relaciones sociales inamovibles. La marginalidad es consustancial a la sociedad capitalista. Los hechos anteriores, junto con la alienación de este sector social mediante la cultura, la caridad, la beneficencia, los servicios sociales, etc., hacen que el lumpemproletariado adolezca de conciencia de clase, siendo especialmente vulnerable a los dictados del sistema. Esta, y no otra, es la razón de su acérrima defensa del sistema económico que les explota, así como de su posición contraria al proletariado. Debe de comprenderse que este sector no se caracteriza por su inadaptación, como se cree comúnmente, sino por todo lo contrario: una adaptación absoluta al sistema que ha logrado hacerle aceptar las contradicciones existentes como inherentes a la condición humana». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2013)

Esto significa, como ya expresamos, que el revisionismo, suele tomar una postura liberal, cuando no justificadora del lumpenproletariado como se acaba de demostrar:

«Estos ideólogos hacen verdaderos marabarismos con el tema de la alienación y lo justifican todo en base a ello para dar carpetazo final al tema. Esto que dicen es cierto: son productos del propio sistema y sus deficiencias, son sujetos alienados, hemos hablado infinidad de veces de la presión ideológico-cultural que se ejerce desde la superestructura sobre los sujetos sociales, pero cuando se exponen los errores de estos elementos y persisten sus errores –sobre todo cuando existe una vanguardia organizada– no hay compasión posible con ellos, es imposible mirar hacia otro lado –y hacerlos en periodos de desorganización y falta de clarividencia ideológica es más peligroso aún–; insistir en un trato amigable, aparcar las diferencias y confiar en una reeducación futura –incluso de sujetos abiertamente recalcitrantes– no deja de ser una idea-excusa liberal del todo estúpida, que se acerca más a una premisa cristiana de ejercer el perdón automático sin rencor ni análisis alguno, que a otra cosa, dichos elementos que no quieren o pueden rectificar son un claro obstáculo para el progreso, ¿quién si no los comunistas deben analizar en profundidad y criticar estas actitudes que perjudican la causa? ¿Se lo dejamos a los liberales burgueses y sus intelectuales para que creen teorías como que todo el proletariado ha degenerado en lumpemproletariado o que el comunismo es igual a ejercer el viejo terrorismo individualista o de un pequeño grupo conspirativo? Además para evidenciar la falsedad de esta teoría que justifica estos actos solo hay que mirar una vez más el rastro de la historia, observar que dentro de las experiencias históricas donde se ha puesto en pie una sociedad socialista, creándose condiciones económicas propicias para que el sujeto pudiera desarrollar en gran medida sus habilidades físicas y mentales, incluyendo una oportunidad no solo de redimirse sino de vivir dignamente, siempre ha habido y habrá elementos que han rechazado tomar este camino de reinsertarse-reeducarse, y han preferido seguir con su modo de pensar y actuar contra el sistema socialista, casualmente han acabado siendo parte de las filas de la contrarrevolución por su indisciplina, individualismo, egolatría, falta de autocrítica y de escrúpulos. Debe concluirse que por supuesto las condiciones materiales tienen el peso decisivo que dan luz a estos fenómenos, en eso hemos insistido siempre, pero no olvidemos la personalidad de cada sujeto y el nivel de fuerza de voluntad de cada uno para autotransformarse, ya que no somos elementos pasivos. No olvidemos que en una futura sociedad socialista, el espíritu liberal e individualista, el afán autojustificador no le va a valer a nadie de excusa para causar un perjuicio al bien colectivo ni la propiedad común, no servirá para estar por encima de las leyes populares». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

Y como hemos expresado en otras ocasiones, la teoría del precariado y la idea de adular al lumpen, beben directamente de la Escuela de Frankfurt o del existencialismo. Pero n
inguna de las réplicas de los filósofos del capitalismo excluye o refuta el proceso de concentración de monopolización o de pauperización que se ha presentado durante todas y cada una de las crisis cíclicas que se dan de tanto en tanto en los países más avanzados del capitalismo. Nótese que, por ejemplo, este proceso de acumulación de riquezas en detrimento de otros que son condenados a la pobreza, no está desconectado de otros problemas como el uso irracional de los recursos en detrimento del medio ambiente, ya que ambos acontecen a causa de que el capitalismo es en sí un modelo voraz e inhumano. Ni la «sociedad de consumo» ni los mejores servicios de higiene o electrónica han resuelto ni resolverían en el futuro los problemas de desempleo, medioambientales o las crisis de superproducción del capitalismo, lo que demuestra que el proletariado y la teoría marxista están más vigentes que nunca. 

En su día la Escuela de Frankfurt negó al proletariado como clase ascendente de la historia, como clase que debe hegemonizar la superación del capitalismo. Clamaba que, a causa de los medios masivos de información, la alienación existente entre el proletariado en los países de la «sociedad de consumo» era tan enorme que se había aburguesado, no pudiendo ser ya el sujeto determinante, transformador. Así algunos autores concluyeron que la intelectualidad o incluso al lumpenproletariado serían el elemento vanguardia, la capa social que cumpliría las veces de «clase determinante o ascendente», una completa aberración teórica por varias razones.

Gran parte de la intelectualidad en el capitalismo no puede sobrevivir sin prestar servicio a disposición de quien le paga: la burguesía; además la intelectualidad es una capa social que procede de varios extractos sociales, gran parte de ella sale de las capas acomodadas, sus miembros están muy alejados del peso del trabajo físico, por lo que corre el riesgo de alejarse del proletariado sino asimila su teoría y mantiene lazos cercanos con él. 

El lumpenproletariado por lo general es un elemento oportunista carente de todo principio ideológico y moral, es el esquirol y matón por excelencia, sobrevive gracias a cumplir los servicios de la burguesía, reúne en él los peores vicios de la sociedad burguesa, de hecho esta última se vale de su modo de pensar y actuar para hacer degenerar a los trabajadores, en especial a los jóvenes, propagando la cultura lumpen en los medios culturales como modelo a seguir para desactivar el movimiento proletario revolucionario.

La clase obrera es la única clase que por su lugar en la producción asegura su reproducción conforme el capitalismo se expande, no se restringue ni se descompone como ocurre con la pequeña burguesía, su carencia de cualquier medio de producción, su concentración en zonas de trabajo, hacen proclive su agrupamiento y la solidaridad entre sus miembros. El rol que ocupa en la producción le da una posición decisiva, suponiendo el mayor peligro para la burguesía en caso de que decida levantarse; la condición de desposeída de toda propiedad hace que a diferencia de otras viejas clases de la historia que pugnaban por el poder, la clase obrera no necesite tomar el poder para asegurar su poder y propiedad, sino para liberar al ser humano de toda explotación del hombre por el hombre, eso sumado a que es la única clase social que cuenta en sus movimientos históricos con una doctrina científica como es el marxismo-leninismo. Todo esto hace que sin discusión sea la clase obrera sea la clase de vanguardia, preparada históricamente para destruir al capitalismo.

La alienación no es un fenómeno exclusivo de la sociedad capitalista, ya estaba presente en el feudalismo y en otros sistemas, solo que los medios por los que se ejercía esta alienación eran diferentes, la clase obrera y el resto de trabajadores pueden repeler esta alienación si se agrupa, difunde su doctrina, analiza y expone las causas de los problemas candentes a los que encara por la vía revolucionaria.

Pese al bajo nivel de concienciación política en muchos lugares, a la burguesía le es muy difícil camuflar las contradicciones existentes en la sociedad de clases: 

Un proletario sabe distinguir que él está desposeído de los medios de producción y que un burgués los posee, que de ahí nace su riqueza y estatus, que bien puede permitirse hasta no supervisar sino delegar la fábrica en alguien, pero seguir obteniendo beneficios con el sudor ajeno; el burgués puede colocar a trabajar en la empresa a quien le de la gana, porque es suya, más allá de las capacidades y méritos. El trabajador sabe de sobra que en caso de perder su puesto de trabajo depende de que otro capitalista le requiera para poder ganarse la vida, que ni siquiera con una formación laboral adecuada o una larga experiencia tiene garantizado el jocoso derecho al trabajo que dice garantizar la libertad burguesa.

Es consciente de que en esta sociedad las profesiones no son valoradas como se debiera, que tiene mayor estatus social gente del mundo de la prensa rosa, la publicidad, un youtuber o un deportista de élite que un enfermero, un profesor o un obrero de obra. El trabajador es consciente de que en comparación con ellos cobra salario ridículo para el tiempo que trabaja y el esfuerzo que dedica en una labor de primera necesidad, mientras ellos ganan millones sin hacer nada de enjundia. Sabe que los primeros están mejor valorados que los segundos, que muchos de los primeros se dejan la piel para llegar a final de mes mientras algunos de los segundos no solo ganan millones si no que a veces ni siquiera hacen algo de valor para la sociedad, que su trabajo es una inmundicia que envenena a sus hijos.

Conoce de sobra que si comete una infracción la justicia no será la misma que para alguien famoso o cualquier adinerado. La experiencia le dice que las crisis no las pagan los ricos ni siquiera cuando la han provocado por especulaciones y corruptelas manifiestas, que siempre terminan siendo pagadas por los trabajadores con todo tipo de impuestos y ajustes económicos. Se da cuenta perfectamente de que los políticos que están en el poder y se postulan para entrar en él, no son de su misma clase social. 

Todo esto arrastra espontáneamente, quiérase o no, al proletariado hacia la lucha de clases, y a los que profundizan en las causas de esta lucha, hacia inclinaciones anticapitalistas. Otra cosa muy diferente es que a falta de un factor subjetivo como es la organización del proletariado y el estudio de su doctrina marxista-leninista y bajo la presión ideológica constante de la burguesía y sus agentes, no lleguen a buen puerto y el proletariado se desvíe.

Por todo esto, la llamada Escuela de Frankfurt tuvo una influencia brutal en los movimientos de mayo de 68, en la propia conformación del hipismo, del eurocomunismo y del postmodernismo. La «Escuela de Frankfurt» ha hecho las veces de «quinta columna» dentro del marxismo.

Esto tampoco nos puede dar pie a predicar una demofilia y una idealización de la clase obrera, aquella que acaba teorizando que «con brújula o sin ella las masas se liberarán solas», algo que no solo es necio y estúpido, sino que carece de rigor histórico y está más cercano al anarquismo y el luxemburgismo que al marxismo-leninismo y su comprensión de las relaciones entre vanguardia-masas. No por casualidad los bolcheviques se pasaron toda una época refutando las ideas espontaneístas y antimarxistas.

Este es el punto de degeneración hasta donde han llegado los «marxistas» de Podemos. 


¿Qué figuras han sido padrinos de este proyecto?

Ya hemos hablado del origen de Podemos en su núcleo, pero habría que hablar de la periferia al núcleo fundador. ¿Pero por quienes han estado apadrinados estos líderes?


No cabe duda que Podemos ha venido a ser también la nueva apuesta del revisionismo que estaba en el ostracismo por voluntad o por obligación, ha sido una oportunidad no solo para el trotskismo marginal, sino también para personajes defenestrados.

Este es el caso de Julio Anguita, ex Secretario General del Partido Comunista de España (PCE) y líder de Izquierda Unida (IU) hasta 1998. ¿Y quién era este señor? 

Una parte del revisionismo reivindica eufórica la figura de Anguita como «aquel que restauró el leninismo» y «devolvió la gloria perdida al PCE». Algunos incluso citan como prueba la fusión en 1989 con parte del ala brezhnevista que anteriormente se había escindido del PCE con Ignacio Gallego a la cabeza formando el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE). Pero esto no pasó de ser uniones y desuniones entre viejos dinosaurios del revisionismo, entre agrupaciones ya intrascendentes.

Aquí lo importante es comprende que Anguita jamás vio nada incompatible entre el carrillismo y el leninismo:


«Julio Anguita: Yo leí «Eurocomunismo y Estado» [De Carrillo, publicada en 1977] y entonces no noté allí nada que tuviese entidad propia. A mí el partido me había enseñado que el socialismo es libertad, que luchábamos por la democracia, de modo que «Eurocomunismo y Estado» no venía a contarme nada nuevo». (Juan Andrade Blanco; Atraco a la memoria: Recorrido histórico por la vida de Julio Anguita, 2015)

Esto no es casual, ya que la nave del PCE fue timoneada por Anguita bajo el mismo rumbo que Carrillo. 
Cualquiera que haya leído esa obra clásica del revisionismo eurocomunista a la que hace alusión, sabrá que un alegato de Carrillo a la llamada «reconciliación nacional», al «cretinismo parlamentario», el «legalismo burgués», la «economía mixta», la religión, la conciliación con el imperialismo y la adopción del modelo socialdemócrata de partido... obra que ha servido a otros famosos oportunistas como luego veremos con Pablo Iglesias.

Anguita también reflejaba que nunca se desprendió de la sombra de Carrillo en materia de religión:

«A su vez, diferentes miembros de Izquierda Unida han hecho declaraciones de valoración pública del cristianismo. F. Frutos, en el congreso Euroizquierda y Cristianismo (Madrid, 1990), hizo notar la aportación positiva que tienen los valores evangélicos –libertad, justicia social, fraternidad humana, igualdad– para la consecución de los valores socialistas (53). J. Anguita percibe una gran fuerza revolucionaria de transformación social en el cristianismo de base (54)». (Daniel Francisco Álvarez Espinosa; Cristianismo y marxismo; ¿un diálogo de otro tiempo?, 2008)

No es que el señor Anguita haya olvidado lo que decían las viejas figuras del PCE como José Díaz sobre el papel histórico reaccionario de la religión, sino que reniega de tales posturas, pues como sabemos, la promoción del idealismo religioso es una característica básica todos los revisionistas de todo pelaje. Véase las anotaciones del documento: «Alianza espiritual y colaboración práctica entre el vaticano y las camarillas revisionistas» de 1975.

Comparemos ahora su visión de república, versión calcada del discurso posmoderno de «ni izquierdas ni derechas»:

«Pregunta: ¿Cómo es la república que quiere?

Respuesta: Transversal, ni de izquierdas ni de derechas, que beba en cierta medida de lo que implantó Ortega con la Agrupación al Servicio de la República. He recorrido las tierras de este país. Los republicanos no pueden estar todo el día hablando de la II República. No mencionan la III. Es comodidad, no molestarse en preparar una alternativa. La III República no puede ser en absoluto una repetición de la II. Hay gente que se agarra a la bandera republicana, pero siempre pensando en lo que pasó. La construcción debe ser totalmente nueva, ligada al siglo XXI». (Julio Anguita; Entrevista a Julio Anguita, 16 de mayo de 2016)

Con la de José Díaz, líder del PCE durante 1932-1942:


«Nosotros no somos enemigos de la república; nosotros, aunque seamos partidarios de la dictadura del proletariado, defendemos a la república. Pero una república que dé al pueblo todo lo que el pueblo necesita. Hay en el mundo una república –¿para qué hablar en teoría?– que ha hecho ya lo que aquí pedimos, que ha puesto en práctica todo lo que nosotros queremos y necesitamos, que ha hecho de un pueblo analfabeto, de un pueblo atrasado, de un pueblo sin industria básica, de un pueblo pobre –a pesar de sus grandes riquezas naturales–, de un pueblo que era, si cabe, tan atrasado como España, la verdadera República de trabajadores –no de «todas clases» como la nuestra–, que ha hecho de esta república la patria del proletariado del mundo entero. ¿Por qué no seguir su ejemplo? Esa sí que es una república de la cual se puede enorgullecer el pueblo. Un pueblo inculto, sin industria fundamental, con un ejército que los zares habían adiestrado para las derrotas, se ha convertido en el primer país del mundo en cuanto a cultura –porque la cultura de los obreros de la Unión Soviética está por encima de la de todos los demás países–; ha pasado a ser el segundo país industrial del mundo –el primero de Europa–, y dentro de poco será también el primero del mundo; ha dado el bienestar a los campesinos, y hoy tiene un ejército, el glorioso Ejército Rojo, que se hace respetar por el mundo entero». (José Díaz; La España revolucionaria; Discurso pronunciado en el Salón Guerrero, de Madrid, 9 de febrero de 1936)

¿Casi lo mismo verdad?

Otra postura que le liga irremediablemente con Carrillo, es su postura pacifista y colaboracionista con las fuerzas del Estado:

«Julio Anguita: Yo estaba en la concentración del 22M, y naturalmente se de donde venia la violencia. Mis compañeros y compañeras, cuando vean algún sospechoso, o alguna persona que pretendía alterar el orden, debían cogerlo y entregárselo a la policía». (Dossier TM: Los rostros de la violencia callejera, 2014)

Sobra comentar estas declaraciones. Simplemente muestra el papel que hoy cumple el PCE. ¿Se imaginan a los fundadores del PCE de 1921 llamando a la policía para denunciar que los socialistas o anarquistas estaban causando desórdenes en una manifestación contra la patronal o el gobierno? ¿Qué estigma y destino hubieran tenido un líder así ante las masas de entonces? Que hoy Anguita todavía sea referente de algunos, solo indica la desorientación de esa gente en particular, y el estado de putrefacción o conformismo ideológico del movimiento obrero en general.

En una entrevista de 2009 declaraba «haber dejado de plantear el comunismo como alternativa» porque no llega a la gente, adhiriéndose «a la defensa los derechos humanos»:

«El ex coordinador de IU consideró que, en la actualidad, la «única» bandera posible para cambiar el mundo son lo derechos humanos. «Yo, que soy comunista, hace tiempo renuncié a plantear el comunismo como alternativa o el socialismo, porque eso no llega a la gente. A la gente sí le llega un derecho humano», afirmó». (El Público; Julio Anguita: «Hace tiempo que renuncié a plantear el comunismo como alternativa», 2009)

Algunos dirán que Anguita se volvió un renegado desde esta fecha porque reconoció abiertamente que no era comunista, pero lo cierto es que solo hace falta ver su obra teórica y práctica para saber que Anguita nunca ha planteado el comunismo, siempre ha planteado un socialdemocratismo repleto de simbología, nostalgia y cierto lenguaje marxista, punto.

La excusa de que presuntamente abandona el comunismo porque su ideología no llega a la gente, se debe de traducir más bien, en que pese haber dispuesto de un material humano y financiero muy superior del que dispusieron los verdaderos comunistas que hicieron la revolución, se rinde al observar su incapacidad como Secretario General para movilizar a los trabajadores, por lo que simplemente, siendo pragmático, prefiere adaptarse a las exigencias del público más atrasado ideológicamente, y ganarse el aplauso de las altas esferas.

Por último, el el humanismo abstracto y por encima de las clases que predica no existe.  Véase el documento de Agim Popa: «El socialismo, régimen verdaderamente humanista» de 1987.

¿Quién decide quienes son los «derechos humanos», la burguesía dominante y sus organismos ideológicos? ¿Bajo qué criterios y visión filosófica de conciben, bajo el cristianismo por ejemplo, el cual Anguita declaraba cual sacerdote que sus valores eran sinónimo de libertad, «justicia social, fraternidad humana, igualdad»? ¿Cómo estos humanistas pretenden que se garanticen su cumplimiento, predicando el parlamentarismo, el reformismo, el pacifismo y la búsqueda del 
«compromiso histórico» entre las fuerzas de la burguesía y el proletariado? 

Ya en tiempos contemporáneos, Anguita siempre ha alabado hasta la saciedad el aire «renovador» de Podemos y ha puesto por las nubes la personalidad de Iglesias. Esto no es casual. Aunque no sea el factor principal, no cabe duda de que aquí entran intereses como las cuentas pendientes de Anguita hacia los jefes de IU, quienes tras sus sonados fracasos electorales acabaron por «hacerle la cama», siendo esta una de tantas riñas que ha habido en las últimas décadas en IU, como consecuencia de ese circo inmerso en la «libertad de grupos e ideologías» interna.

Anguita, aunque no milite directamente en Podemos, ha sostenido las tesis de Iglesias como puede ser comprobado con la comparecencia conjunta en seminarios y tertulias, así como las posturas de cada uno. 

«Hace unas semanas, otro conocido líder del revisionismo, Julio Anguita, declaró que Pablo Iglesias es:

«Un sabio adaptador de Lenin a las actuales circunstancias». (Julio Anguita; Entrevista en El Día, 8 de febrero de 2015)

¡«Lo que faltaba para el duro»! No hace falta enumerar las conocidas desviaciones de Pablo Iglesias para saber a estas alturas que está en las antípodas del leninismo, desviaciones que son paralelas en muchos casos a las del propio Julio Anguita. Pese a ello, Anguita, el mayor «gurú del revisionismo español» desde Santiago Carrillo, nos bendice con sus directrices y declara convencido que:

«Pablo Iglesias me parece en ese sentido una mente lúcida que sabe adaptar a los grandes maestros a la realidad sin siquiera tener que hablar de ello». (Julio Anguita; Entrevista en El Día, 8 de febrero de 2015)

Según este «genio» revisionista, el nuevo mesías del revisionismo es tan poderoso que nos conduce al leninismo sin explicar a la gente la necesidad de asegurar la hegemonía del proletariado; sin popularizar por qué es menester organizarse bajo un partido dirigido por el centralismo democrático; sin recalcar el hecho de que cada militante debe tomar y estudiar su doctrina de forma científica; sin abogar por desarrollar la lucha de clases hasta sus últimas consecuencias para lograr la toma de poder, eludiendo la cuestión de la instauración de la dictadura del proletariado; sin explicar por qué es necesaria la eliminación de la propiedad privada y las leyes fundamentales del capitalismo; sin proponer la planificación e industrialización del país en el sentido marxista; sin promover una lucha ideológica contra la religión y toda la cultura retrógrada... así como todos aquellos axiomas que son inherentes al estudio social histórico y sus leyes. Pero según el viejo revisionista cordobés, el señor Iglesias parece que ha logrado conducir a las masas trabajadoras al leninismo y sus fundamentos sin que ellas mismas se den cuenta. Bajo este dibujo surrealista podríamos decir que el neoliberal Mariano Rajoy del Partido Popular, el nacionalista-burgués Artur Mas o el revisionista Alberto Garzón de Izquierda Unida, así como muchos otros, también entrarían en este esquema de «adaptación del leninismo sin hablar de leninismo» y no romperían ningún reglamento, porque según Anguita se puede ser leninista sin hablar de leninismo, ¡incluso atacándolo frontalmente como hace Pablo Iglesias con su teoría antimarxista del «precariado» y la predicación del eclecticismo ideológico!». (Equipo de Bitácora (M-L); El desgaste paulatino de la credibilidad de Podemos, 2015)

Recordemos que Anguita fue aquel que dijo:

«Estoy convencido de que sobre la conciencia colectiva de la ciudadanía flota una pregunta que entre 1901 y 1902 fue formulada por Lenin, «¿Qué hacer?» Es obvio que las circunstancias son otras y también que la perspectiva a afrontar es más perentoria aún que aquella. Cualquier persona que use el intelecto sin una ideologización dogmática no tiene por menos que interrogarse acerca de cuál debe ser el camino a seguir para salir de esta postración económica, social, política y de valores; de esta situación de anomia. (...) «El fin de toda política democrática es por definición el bienestar social y el cumplimiento de la justicia social». (Julio Anguita; Artículo: ¿Qué hacer?, 2014)

Aunque realmente es un comentario clásico del oportunismo que ha sido refutado en varios documentos, volvamos a contestar dichas afirmaciones:

«Claro que tu discurso resulta hasta un cierto punto alentador para el lector sin formación ideológica, bien escondido en la retórica confusa, pero hay elementos que guardan esas líneas que te delatan y revelan como parte de todos los obstáculos a los que se ha de enfrentar la clase proletaria española para su organización y búsqueda del socialismo.

¿Verdaderamente crees que las circunstancias son fundamentalmente distintas a las existentes en tiempos de Lenin? ¿Crees que la naturaleza de la explotación del trabajo asalariado es cualitativamente distinta? ¿Acaso la necesidad del tipo de organización comunista que nace de tales condiciones ha cambiado? ¿Acaso insinúas que las leyes generales de construcción del socialismo determinadas por el marxismo-leninismo son un «dogma»? ¿A qué cambios te refieres como necesarios Anguita, a los que ya impusiesen Ibárruri-Carrillo y ayudaste a mantener durante tu paso por el PCE? ¿A qué resultado ha conducido al PCE esa revisión del marxismo-leninismo bajo la excusa de lucha contra el «dogmatismo stalinista»? ¿Tiene mejor salud o influencia el PCE de hoy gracias a tales revisiones ideológicas o es un cadáver andante?

El problema está en que estás organizaciones, en las que militaste, dejaron la senda del marxismo-leninismo, pues todo sabemos que el PCE perdió su espíritu combativo en la posguerra con la dupla Ibárruri-Carrillo, por lo que IU nunca ha sido una organización marxista ni pretendía serlo, sino una sopa de siglas e ideologías las cuales buscaban sacar tajada estando en los órganos de legitimación del sistema burgués, ojo, no por su presencia en ellas –no somos anarquistas–, sino por su discurso y actuación reformista. Desde ese momento –ya sin ninguna máscara– vuestros fines son completamente distintos a los del proletariado y demás capas explotadas.

Que el lector no olvide: se puede actuar todo lo que se quiera dentro de la institucionalidad burguesa, los líderes de la izquierda domesticada pueden declarar cada cierto tiempo la conformación de «frentes de la izquierda» en aras de la supuesta «unidad» –aunque luego reine la confusión ideológica entre ellos y se apuñalen a las primeras de cambio–; se puede denunciar la corrupción del sistema –mientras se oculta la del partido y aliados–; se puede jugar a la filantropía e incluso donar «pensiones» para los «pobres» –como acostumbra el señor Anguita–: se puede hablar como un humanista «por encima de las ideologías», pero eso no acabará con los efectos que denuncian del sistema, y eso lo saben estas mismas personalidades. Solo un partido de vanguardia proletaria guiado por el marxismo-leninismo eliminará para siempre las contradicciones que genera todo lo que emana de negativo de la dictadura de la burguesía bajo las relaciones capital-trabajo. Y eso está claro que el PCE no lo va a cumplir, porque ni está ni se le espera para tal fin. Gente como Anguita puede seguir presentando la «vía reformista» como la opción cabal para los trabajadores, pero no existe prueba ni experiencia histórica que abale tal cosa. Ningún partido bajo tales lineamientos ha logrado una transformación radical del capitalismo. La confirmación del fracaso de esta estrategia se puede constatar con la historia del propio PCE: en el momento en que se apartó de la línea revolucionaria de la época de José Díaz en 1942, perdió toda su popularidad, desde entonces solo ha languidecido, y hoy no solo no asusta al enemigo de clase, sino que hasta partes de él lo usan como peón en el tablero de la política española institucional». (Equipo de Bitácora (M-L); Cuando Anguita dijo que el «¿Qué hacer?» de Lenin era inservible para nuestra época, 2014)

Reclama que como Iglesias ahora, él ya defendía la Constitución de 1978. Criticando a quienes se oponen a tal camino nos dice el siempre «humilde» profesor:

«Pregunta. ¿Tiene remedio España?

Respuesta. ¿Sabe cómo haríamos la revolución? Cumpliendo la Constitución. Muchos rojos imbéciles hablan de cambiarla. No, tío, primero cumple esta y luego la cambiamos. Si coges el artículo 128: «Toda la riqueza del país está subordinada al interés general», ya tienes las expropiaciones. Y así sucesivamente. Eso es ser un auténtico rojo: devolvérsela al poder con la legalidad vigente». (El Mundo; Julio Anguita: «Pablo Iglesias ha conseguido lo que yo quería», 2016)

Parece ser que Anguita tras décadas en la política burguesa, no se ha dado cuenta de cómo funciona, o más bien, certifica que piensa como un burgués: «La vía al socialismo defendiendo una constitución burguesa» de 2013.

En otro punto de esa infame entrevista, confiesa:

«Pregunta. Otros dirían que no quiso elegir entre sus dos «hijos»: Podemos e IU.

Respuesta. Yo soy de IU, pero Pablo Iglesias ha conseguido con Podemos lo que yo quise: crecer a costa del PSOE». (El Mundo; Julio Anguita: «Pablo Iglesias ha conseguido lo que yo quería», 2016)

He aquí expuestas sus intenciones históricas, ¿«servir a la ciudadanía» como él siempre ha dicho en lenguaje socialdemócrata? ¡Minucias! Lo principal para IU nunca fue hacer política para el proletariado en alianza con el pueblo trabajador, sino tratar de hacerse hueco en la política a costa del PSOE, y como no pudo lograr tal cosa, trató de hacerlo con la «famosa pinza» con el PP de Aznar tratando de derrocar al gobierno del PSOE de González, en la cual fuimos testigos de cómo IU, lejos de aprovechar la crisis gubernamental del PSOE para crecer, mantuvo posturas oportunistas y obtuvo como resultado de su genial política el crecimiento espectacular de la derecha que ganaría las elecciones generales de 1996 con mayoría absoluta. Ese es el bagaje que nos legó Anguita: vivir como un demagogo aparentando humildad y honestidad, mientras se desaprovecha una oportunidad política histórica de recoger los frutos del fallido socialdemocratismo.

Este es el «hombre de referencia» y «decente» que parte de la izquierda tiene como ídolo. A estas alturas quien defiende el legado político de Anguita es porque es un ignorante o un necio.

Pero Anguita él no es el único padrino del proyecto de Podemos...

Desde la bancada más derechista tenemos a Jorge Verstrynge:

«Hoy puedo afirmar que, sin saberlo, Jorge fue un precursor de Podemos precisamente porque nos enseñó a pensar también desde claves diferentes a las tradicionales de la izquierda». Así reflexiona el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, sobre la influencia que ha tenido Jorge Verstrynge en el surgimiento del partido». (El diario.es; Iglesias: «Verstrynge fue un precursor de Podemos porque nos enseñó a pensar con claves diferentes a las tradicionales de la izquierda», 14 de febrero de 2017)

Jorge Verstrynge, fue exmilitante y Secretario General del PP en la época de José María Aznar.Después de su salida pasó a ser una mezcla patética entre socialdemócratismo-liberalismo republicano es muy animado desde los medios de comunicación burgueses por su gusto al escándalo y al lenguaje zafio, en 2014 decidió sumarse al proyecto de Podemos inoculando un punto de excentricidad y polémica a la formación. Este personaje se ha hecho famoso entre otras cosas por sus posturas sobre la inmigración, por relativizar el carácter represivo del fascismo italiano calificándolo de 
«suave» y por calificar al franquismo como no fascista por su «cutrez», lo que nos hace una idea de la peligrosidad de las teorías de este payaso.

Desde los presuntos «veteranos e irreductibles marxistas» hemos visto a Manuel Blanco Chivite, llegando a ser juzgado en los juicios del franquismo en 1975, siendo posteriormente una persona muy importante del viejo y antaño revolucionario del Partido Comunista de España (marxista-leninista). A finales de los 80 mantuvo una disputa con el otro líder oportunista Raúl Marco por ver quién bastardeaba mejor el legado del partido con alianzas y rehabilitaciones ideológicas de todo tipo. Mientras el primero deseaba disolver el partido en IU, el segundo deseaba hacerlo en el jruschovista PCPE. Finalmente, en 1991 llegó a ganar la Secretaria General del partido mientras juraba no caer nunca en una línea socialdemócrata y liquidacionista, pero hacía bastante tiempo que el PCE (m-l) había degenerado, y, de hecho, sus tesis al congreso de 1991 certificaban el hundimiento del partido y su conversión al socialdemocratismo. Su presunto proyecto «renovador y antidogmático» tardó un año en saltar por los aires disolviéndose la organización, ahora este traidor ha salido públicamente pidiendo paso entre las filas de Podemos, influyendo a su círculo.  

El propio Raúl Marco después de su inutilidad manifiesta dejando el antaño glorioso PCE (m-l) de Ódena en manos de unos eurocomunistas, refundó un nuevo PCE (m-l) artificial en 2006 para intentar salvar la cara, lo que no ha impedido que en 2014 todas sus juventudes se escindieran y se fueran directas a Podemos. 

También podríamos hablar de las luchas intestinas entre trotskistas que dieron lugar a Izquierda Anticapitalista (IA) y que fueron finalmente los propulsores del proyecto de Podemos como se reveló con sus documentos internos:

«Podemos, el movimiento que encabeza Pablo Iglesias, llevaba semanas gestándose antes de su lanzamiento. La dirección de Izquierda Anticapitalista, su secretaría confederal, fijaba «los puntos políticos de la propuesta de proceso de cara a las elecciones europeas» en un boletín interno –enlace nº82– de principios de enero, según las fuentes. Es decir, días antes del lanzamiento del manifiesto, el 14 de enero.

«En este contexto», afirma la dirección de IA, «se nos abre la posibilidad de impulsar un proceso que culmine en una candidatura para las elecciones». ¿Cuáles son los factores determinantes? «La presencia de una serie de personalidades con proyección mediática como cara pública del proyecto [que luego fue Pablo Iglesias, a quien no se le menciona en todo el texto], lo cual nos abre la opción de conectar con sectores de la población de izquierdas insatisfechos con las organizaciones tradicionales.

El documento, según fuentes de la organización, fue discutido en las asambleas locales hasta su aprobación el 11 de enero. «Lo de Pablo Iglesias», explican las fuentes, «no es tanto una iniciativa de IA, como de una parte de su dirección que, tras unos sondeos con él, miembros de la Fundación Ceps y algunos integrantes de Juventud sin Futuro, se pone en marcha. Esto ha generado malestar en parte de Izquierda Anticapitalista, porque el proceso no responde a la cultura tradicional de la izquierda: es una propuesta que se encuentra la organización tras encuentros informales de parte de su dirección».

Raúl Camargo, miembro de la secretaría confederal de Izquierda Anticapitalista, explica: «IA es una parte de más, junto con tras personas, que esperamos sean muchísimas. Queremos que sea un proceso intrusivo y tendemos la mano abierta a partidos y movimientos sociales. Lo hemos debatido de forma abierta y llega a toda la militancia. Es un proceso mucho más amplio, no una coalición de partidos, para que la gente desde abajo se empodere, para que las gentes del 15M, las mareas y las resistencias como Gamonal vean esto como una herramienta útil».

Dicen que es desde abajo, pero ya tienen líder, Pablo Iglesias, ¿no? «Pablo ha dado el paso, pero la elección de la lista tiene que producirse; no es el candidato ya elegido. Además, la figura de Pablo no es para siempre, el propio manifiesto recoge las rotaciones y las nuevas formas de hacer política». (Diario.es; Un boletín interno de Izquierda Anticapitalista preparó el terreno a Podemos, 21 de enero de 2014)

Algunos grupúsculos entran en Podemos para intentar realizar un entrismo al estilo trotskista y formar una «corriente revolucionaria», ese gran mito de que los partidos socialdemócratas pueden cambiarse desde dentro navegando entre las variadas facciones internas, pero la mayoría son engullidos por ese mar de siglas y facciones revisionistas y cesan de ese trabajo entrista, por lo que simplemente se acomodan tomando partido por facciones ya existentes más poderosas y abandonando su plataforma inicial. 

A no mucho tardar veremos como otros grupúsculos oportunistas entrarán y se disolverán en Podemos, algunos como el Partido del Trabajo Democrático (PTD) ya están en proceso, de momento este por ejemplo es un vulgar propagandista de Podemos de lo más patético. Como vemos Podemos ha reunido a todos los que han apostado por un posibilismo, pero un posibilismo de revisionistas, de trotskistas, eurocomunistas, socialdemócratas, posmodernos resentidos con sus anteriores direcciones de partido en las cuales no pudieron cuajar, otros debido a su oportunismo y liquidacionismo deciden disolver su organización dentro de Podemos, en un caso u otro, hablamos de renegados a cualquier principio marxista serio, por ello acaban dentro de Podemos y apoyan a los líderes principales de una u otra facción


El pablismo, pese a su pose original, es heredero del carrillismo en su estrategia de toma de poder

«Créanme si les digo que siendo hijo de un militante del FRAP y habiendo militado donde milité, tiene su mérito admirar a Carrillo. Frente a Santiago descubrí que estaba ante al secretario general que condenó irremediablemente a la mediocridad a todos los secretarios generales que llegaron después. Nadie estuvo a su nivel. (...) Nadie ejerció con tanta altura la dignidad de ser Secretario General. A pesar de todo, Santiago era uno de los nuestros. Hasta siempre». (Pablo Iglesias Turrión; El último secretario general, 2012)

Esta confesión serviría para evidenciar los vínculos ideológicos entre uno y otro. Y de paso sirve para avergonzar a todos los ex militantes del Partido Comunista de España (marxista-leninista) y del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótica (FRAP) que ahora ponen sus esperanzas en Podemos y adulan a Pablo Iglesias como el nuevo «mesías» de la revolución, cuando no es sino otro falso profeta. Pero los vínculos entre Iglesias y Carrillo son mucho más profundos que una mera admiración del primero por el segundo.

Si repasamos el histórico libro de Santiago Carrillo: «Eurocomunismo y estado», de 1977, veremos que en lo fundamental, pese a que ahora todos reniegan del renegado, el revisionismo hispano ha recogido sus tesis, o manejan unas similares sin saberlo. En el caso de Podemos, Pablo Iglesias es un conocedor de la historia del Partido Comunista de España (PCE), no solo la ha estudiado, sino que proviene de sus juventudes, y ha podido entrevistar a su ídolo Carrillo, por tanto, es un «eurocomunista» o «carrillista» consciente, aunque como hemos advertido, Podemos y Pablo Iglesias, beben de muchas corrientes, siendo el eclecticismo su bandera.

La línea principal del eurocomunismo para crear su modelo de sociedad, era que sus militantes y aliados tomaran posiciones clave en los medios que dan luz a la ideología, a la cultura dominante. Se creía firmemente que la sociedad capitalista ha cambiado lo suficiente para reformular teóricamente todo el marxismo-leninismo. Bajo tales conclusiones se entiende el porqué del grato papel que el eurocomunismo otorgaba a la capa de la intelectualidad y otras capas sociales –incluso por encima del proletariado– en la transformación de la sociedad, en la búsqueda de lo que sería el «socialismo» –claro que al estilo eurocomunista, con lo que eso suponía–. De ahí deriva su apología de la vía pacífica al socialismo; o sea la exclusividad de la lucha parlamentaria y el reformismo social como instrumento para la toma de poder y después la pretendida transformación social a través de reformas.

En la obra, se insistente reiteradamente en la idea de que se cambiará la totalidad de la sociedad transformando primero la superestructura capitalista, teorizando que esto debe ser la «estrategia de la revolución», y que dicha tarea, se debe lograr realizar ya desde antes de la llegada al poder, aclarando que esta directriz de tomar «posiciones» en los aparatos ideológicos, debe cumplirse como condición clave para que luego triunfe el «proceso revolucionario» general de «transición indolora» para todos:

«La estrategia de las revoluciones de hoy, en los países capitalistas desarrollados, tiene que orientarse a dar la vuelta a esos aparatos ideológicos, a transformarlos y utilizarlos. (...) La solución que tenemos que abordar es, en substancia, la lucha por conquistar posiciones, en la medida de lo posible, dominantes para las ideas revolucionarias en lo que hoy son aparatos ideológicos de la sociedad, sobre los que se asienta la autoridad y la fuerza moral y material del Estado capitalista. Y esto tanto en la Iglesia como en la educación, la cultura, el sistema de relaciones de fuerzas políticas, los medios de información, etc. No se trata de conquistar estas posiciones para un partido, sino para el conjunto de las fuerzas revolucionarias y progresistas que cada vez deben identificarse más con la democracia. (...) En tiempos de Marx y Engels, incluso de Lenin, esta perspectiva hubiera podido tacharse de utópica. Por eso parecía más lógico destruir estos aparatos ideológicos, junto con todo el aparato del Estado burgués, por un golpe de fuerza, y reemplazarlo radicalmente por unos aparatos ideológicos creados a partir del nuevo poder del Estado. (...) Lo que en tiempos de Marx y Engels era utópico, hoy ya no lo es. Porque si el proletariado sigue siendo la principal clase revolucionaria, ya no es la única; otras capas, otras categorías sociales van situándose objetivamente en la perspectiva del socialismo y creando una nueva situación. (...) En definitiva una de las grandes tareas históricas actuales para la conquista del poder del Estado por las fuerzas socialistas es la lucha determinada, resuelta, inteligente para volver contra las clases que están en el poder el arma de la ideología, de los aparatos ideológicos. (...) El camino dentro aún de esta sociedad, antes incluso de llegar al gobierno las fuerzas socialistas, es una acción enérgica e inteligente para la democratización del aparatado del Estado. El punto de partida para ésta reside precisamente en lograr que la ideología burguesa pierda la hegemonía sobre los aparatos ideológicos. (...) Se trata de luchar, por medios políticos e ideológicos, a fin de imponer un nuevo concepto del orden público, más civilizado, inspirado en la idea de la defensa del conjunto de la población y no de los intereses de la minoría privilegiada; un nuevo de concepto del orden público más democrático, y de llevar este concepto a la mente de los componentes de las fuerzas del orden. (...) Volver los aparatos ideológicos del Estado contra las clases dominantes y ganar progresivamente la comprensión y el apoyo, al menos en parte, de los aparatos de fuerza del Estado que permite a aquellas, hasta aquí, garantizar su dominación». (Santiago Carrillo; Eurocomunismo y estado, 1977)

Si uno repasa las más de 200 páginas del libro, comprobará que entre medias hay una renuncia explícita al rol de vanguardia del partido comunista, iguala al proletariado con otras capas sociales considerándolas como «igualmente revolucionarias», y niega la toma de poder mediante la violencia revolucionaria y se rechaza el establecimiento de la implantación de la dictadura del proletariado creyendo que «ya no hace falta», así como se reconoce la llamada «economía mixta» como receta económica válida. Al no haber revolución, de su contrario, se concluye en la idea de que la ansiada «transformación» de la superestructura burguesa –incluyendo instituciones políticas, moral, arte, educación, como poder judicial– se dará paulatinamente, mediante una gran afluencia de partidos, agrupaciones y clases sociales presuntamente «interesados» en ese concepto abstracto del «socialismo», los cuales pugnando legalmente a través los mecanismos político-culturales de la democracia burguesa –pese a reconocerse estar en clara inferioridad frente a los vastos medios de influencia propagandística, medios financieros, e influencias corruptoras con que cuenta la burguesía–, intentaran arrebatar a la burguesía esa influencia en el ámbito cultural que actúa sobre la sociedad, para ponerla a su favor. En ese mismo cuadro ideal se configura que la reeducación entre las «clases privilegiadas» y la creación de una «conciencia cívica» es otro papel activo para dar luz a esa «nueva sociedad».

En conclusión: en el esquema eurocomunista la lucha de clases se desvanece. No hay una ambición de hegemonía política para el proletariado. El cambio cultural no puede consolidarse y desarrollarse como pretendían al no romperse la base económica del régimen capitalista. En el programa eurocomunista al socialismo, los límites de clase entre el proletariado y el resto de clases desaparecen. Los eslóganes se sustituyen en pro de lemas progresistas y nacionales vacíos de contenido de clase, lo que se refleja también en las ilusiones subjetivistas e idealistas sobre el ámbito internacional –creyendo poder influir con las mismas técnicas en el Parlamento Europeo para construir la «Europa de los trabajadores» o con las potencias imperialistas como EE.UU. intentando conseguir en un futuro «tratos más justos con España»–. 

Se puede concluir que las ideas y teorías de los eurocomunistas eran las ideas de los pusilánimes más utopistas, o de los demagogos más embusteros.

Enver Hoxha comentaría irónicamente que según los oportunistas:

«Debemos unirnos con la socialdemocracia y las otras fuerzas políticas, y, con esta unión, no debemos destruir el aparato estatal de la burguesía capitalista, como sostienen los clásicos del marxismo-leninismo, sino influir sobre aquél a través de la propaganda, las reformas, la iglesia, la cultura, etc., para que paulatinamente este poder adquiera la verdadera forma democrática, para que sirva a toda la sociedad y vaya creando las condiciones para edificar por vía pacífica el «socialismo». En una palabra, preconizan la creación de un régimen social adulterado que no tenga nada en común con el socialismo científico». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Con famosa sarna, diría de los eurocomunistas italianos:

«Los revisionistas pueden quedarse a predicar día y noche, pueden quedarse con la boca seca de tanto hablar en todas las plazas y rezar en todas las iglesias de Italia, pero jamás podrán realizar su sueño reformista de pasar al socialismo a través del parlamento, de la Constitución y del propio Estado burgués». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980) 


Y así lo ha confirmado la historia...

Antes de formar Podemos, Pablo Iglesias decía de su visión del panorama político:

«El discurso político y la ideología, los discursos ideológicos se construyen más que nunca por dispositivos y productos audiovisuales, aquí lo que tenemos es la pelea por definir la realidad. A mí no me gusta hablar de medios alternativos o de medios de contrainformación, porque cuando hacemos eso reconocemos nuestro carácter subalterno, marginal, y nos lo estamos poniendo más difícil a la hora de asumir una pelea por la realidad. (...) Estamos en un momento crucial para disputar nociones como democracia, como soberanía. (...) La gente cree que se milita en los partidos o en los colectivos políticos, no es verdad, la gente milita en los medios de comunicación. La gente con cierto compromiso o interés político asume como referencia un medio. (...) Al fin y al cabo son los medios quienes construyen los discursos. (...) Se trata de entrar en esa esfera mediática. (...) La clave es construir medios. Ser capaces de disputar el significado de las nociones que son normales para todo el mundo, elementos como democracia o soberanía». (Entrevista a Pablo Iglesias en AttactTV, 24 de octubre de 2012)

En Podemos, todas sus figuras han señalado el mismo tono en su estrategia política, que copia palmo a palmo las ideas del antiguo líder eurocomunista del PCE. Pablo Iglesias confirmando su idea de 2012, explica en una visión similar del tema:

«Desde el principio, y aun asumiendo la modestia de nuestro medio, entendimos La Tuerka como «partido». La gente no milita en los partidos, decíamos, sino en los medios de comunicación. La Tuerka primero, y después el programa Fort Apache, fueron los «partidos» desde los que practicamos la lucha política en el terreno de producción ideológica fundamental: la televisión. La Tuerka se convirtió en la escuela que nos preparó para intervenir después, con una enorme eficacia, en las tertulias de las grandes televisiones. Y también nos formó para el trabajo de asesoramiento en comunicación política que desarrollamos paralelamente en España y América Latina, que a su vez nos dio experiencia en el diseño de campañas electorales y en la formación de portavoces y líderes políticos. Gracias a La Tuerka y a la formación en comunicación audiovisual aprendimos a hacer slots y a pensar políticamente en clave televisiva. (...) En aquellos momentos yo entendía que ese proyecto se tenía que llevar a cabo colaborando con la izquierda existente. (...) Desde hace décadas, la televisión es el gran dispositivo ideológico de nuestras sociedades. En los últimos años las redes sociales, aunque con desigual penetración entre las diferentes capas sociales, se han abierto camino como espacios de disputa ideológica que han democratizado hasta cierto punto el acceso a la esfera pública. Aunque las redes están aun lejos de poder medirse con la televisión, fueron muy importantes en nuestra campaña para las elecciones europeas y representan uno de los signos distintivos de Podemos respecto a otros actores políticos. En el caso de la televisión, puede decirse que, de manera mucho más intensa que los dispositivos de producción ideológica tradicionales la familia, la escuela, la religión, etcétera, condiciona e incluso fabrica los marcos –estructuras mentales con valores asociados– a través de los cuales piensa la gente». (Pablo Iglesias Turrión; Entender Podemos, 2015)

Como se ve aquí, el objetivo principal de las figuras de Podemos, es desplegar una militancia entre los centros de producción ideológica de la sociedad para hacer contrapeso a la ideología dominante. Una especie de «entrismo cultural» que la historia ya ha mostrado varias veces como una idea necia que «construye poder» y «transforma la sociedad» poco a poco

Al final, tanto unos como otros, el PCE como Podemos, donde más han centrado su actividad, donde han desplegado toda su impresionante «actividad militante» ha sido en los sillones de las butacas parlamentarias, pese a que ambos negaban que no estaban en política por los sillones, que no estaban interesados en el parloteo parlamentario burgués.

Ambas figuras, Carrillo-Iglesias, aparte de su afán por el concepto de partido de tendencias y fracciones ya comentado, también coinciden en su afinidad con el tronco del trotskismo:

«49. Me gustaría conocer su opinión sobre Trotski.

S. C.: Fue un gran revolucionario, un intelectual muy preparado, un buen escritor, tratado injustamente». (El Mundo; Entrevista con Santiago Carrillo, 4 de noviembre de 2000)

Carrillo confesó, que desde sus inicios, consideraba al trotskismo como una corriente más:

«A Maurin y a Nin, personalmente no llegué a conocerles. Pero es verdad que yo luchaba en la Juventud Socialista Unificada. Luchaba por hacer un solo partido de los trabajadores, y pensaba que los trotskistas eran una fracción más y que pondrían participar. Mantuve una polémica con Maurin, con el periódico del POUM, en la que yo mantenía el criterio de que debíamos unirnos todos: socialistas, comunistas, trotskistas, en un solo partido de los trabajadores. En ese momento sí, tenía una opinión sobre los trotskistas que no coincidía con la del movimiento comunista». (Entrevista de Pablo Iglesias Turrión a Santiago Carrillo realizada el 25 de noviembre de 2011)

Bien, ¿y qué podemos decir entonces que reunía Carrillo y que reúne Iglesias en la actualidad en cuanto a rasgos clásicos del trotskismo? Dejando a un lado el concepto de libertad de fracciones y tendencias ideológicas, podemos anotar también:

«-Un subjetivismo de los acontecimientos que acaba derivando ora en oportunismo ora en aventurismo, pretendiendo alcanzar dichos objetivos ajenos a la realidad mediante el voluntarismo. De ahí que se llegue a promover el «entrismo» en organizaciones socialdemócratas o a promover el terrorismo individual. Lo que convierte al trotskista en un acróbata político.

-La falta de un tronco teórico sólido que se evidencia en un eclecticismo atroz, lo que se traduce en que hoy se defiende una cosa y mañana otra por simple cortoplacismo y oportunismo político, además de la falta de principios claramente definidos. Este eclecticismo está en el núcleo de las riñas en las organizaciones trotskistas que dan lugar a continuas disoluciones. Esto convierte al trotskista en sinónimo de «discordia gratuita» y «liquidacionismo».

-El espontaneismo, el pragmatismo y el cortoplacismo –inherentes a su carácter vacilante pequeño burgués– les lleva a grandes acrobacias políticas que se traducen en contraer alianzas inservibles para la causa –incluso con el ala más reaccionaria del tablero–, supuestamente en pro de un presunto bien inmediato o futuro. Lo que convierte al trotskismo en reserva de la contrarrevolución.

-La distorsión de los hechos histórico bajo alegatos no demostrables, sumado a la reivindicación y vanaglorización de un pasado indemostrable o falso. Lo que convierte al trotskista en un falseador de la historia, en un mitificador-mistificador por antonomasia, y en consecuencia en un promotor de la historiografía burguesa.

-Con el uso del chisme, la calumnia y el insulto ante el debate teórico, sumado a otras técnicas como la desviación de la atención de la cuestión principal –dialéctica erística y diversionismo ideológico–; también encontramos la aceptación formal de los principios y su traición en la práctica. Esto convierte a los trotskistas en teóricos estériles.

-La teoría de que puede existir un Estado políticamente proletario bajo una economía socialista con la dirección de dirigentes revisionistas en el partido dirigente –teoría que influiría notablemente en los análisis idealistas de otros revisionismos–. Lo que convierte al trotskista en un creador de teorías ilusorias sobre el carácter de un verdadero Estado proletario y socialista; niega el análisis de clase del Estado y el carácter de las relaciones de producción existentes. Dando en muchos casos el trotskista un «apoyo crítico» a regímenes revisionistas, siendo por tanto defensor de una más de las variantes de dominación de las clases trabajadoras por la burguesía –revisionista–.

-Promulgadores de la teoría de las «fuerzas productivas», en la que sugieren que ningún país atrasado puede pasar al socialismo sin un largo proceso de libre promoción del capitalismo, que es imposible la industrialización socialista sin la «ayuda» de las potencias capitalistas. De ahí la adhesión a la teoría de la «revolución permanente» del socialdemócrata Parvus convirtiéndola en base teórica del trotskismo. Esto convierte al trotskista en un publicista del desánimo, la resignación ante el viejo orden capitalista –sobre todo en los países dependientes y subdesarrollados–, en un agente de la penetración económica imperialista, y finalmente en un defensor de la «división internacional del trabajo» con todas sus consecuencias.

-Afines a la idea anarquista de que la historia la hacen los héroes, el trotskismo ha promulgado la idea de que un grupo conspirativos puede consumar la derrota de una dirigencia política y por ende de todo el sistema político. Niegan las condiciones objetivas y subjetivas necesarias para la revolución y exaltan los actos de terrorismo individual como la más alta lucha contra el «burocratismo». Esto convierte al trotskista en un aventurero, en un viejo romántico y utópico, en un blanquista, en un anarquista». (Equipo de Bitácora (M-L); Sobre el falso antitrotskismo, 3 de enero de 2017)

Creemos que ha quedado bastante claro las piruetas políticas de Podemos.


¿Cuál es la ideología real de los jefes de Podemos? ¿Socialdemócratas, posmodernos o eclécticos y oportunistas sin más?

En sus primeras apariciones públicas, Pablo Iglesias se autodenominaba comunista delante de sus amigos en su propio programa de televisión, pero también en medios simpatizantes del franquismo:

«Yo soy comunista». (Intervención de Pablo Iglesias en el programa El Gato al Agua, 2013)

Después pasó a autodenominarse abiertamente como un socialdemócrata en los medios de comunicación cuando ya era un firme candidato a la presidencia del gobierno. Calificó su etapa comunista como poco menos que un sueño infantil de la adolescencia y tendió la mano al PSOE para recuperar los principios del socialdemocratismo:

«Nos hacemos mayores y cuando uno es candidato a la presidencia del Gobierno tiene que decir las cosas que puede hacer. Yo me siento orgulloso de haber sido un joven comunista, pero como candidato a la presidencia no lo soy, soy socialista como Allende o como Mujica. (...) Lo que ocurrió en España es que por desgracia el Partido Socialista dejó de ser socialista en muchas cosas» y «la reconstrucción de ese espacio nos compete a muchos, no solamente a nosotros, sino también al Partido Socialista y ojalá podamos reconstruirlo juntos». (La Sexta; Entrevista de Ana Pastor a Pablo Iglesias, 19 de junio de 2016)

No es nada nueva esta conversión, históricamente los revisionistas que autoproclamándose comunistas revisaban los principios del marxismo-leninismo se igualaban a los socialdemócratas, incluso acabaron reconociéndose como tales, ella es la deriva normal del revisionismo moderno como agente de la burguesía en el seno del proletariado:

«Los revisionistas habían puesto a sus partidos en el camino de la degeneración socialdemócrata, y para ello necesitaban del arsenal teórico de ella y de la alianza directa con sus agrupaciones, lo que finalmente derivaría como veríamos años después, en la conversión de viejos partidos comunistas en revisionistas, en la disolución directa en los partidos socialdemócratas, o sino simplemente en el paso de muchos partidos revisionistas hacía partidos socialdemócratas oficiales. (...) Si bien los socialdemócratas habían renunciado a los últimos vestigios teóricos del marxismo, los revisionistas empezaban a renunciar sobre el papel todo lo que estaban negando desde hace tiempo en la práctica: adoptaron la democracia burguesa como máxima expresión de democracia, el tránsito pacífico al socialismo, la aceptación de la propiedad privada como un tipo de propiedad más en el socialismo, y ha considerar a la clase obrera como diferente a la de los tiempos de Marx y Lenin por lo que no era necesario su papel histórico hegemónico, y por tanto se oficializaron como caducos todos los conceptos del partido marxista-leninista. Todo esto haría que los revisionistas cosecharan aplausos entre la prensa y los ideólogos del imperialismo, y por supuesto del balcón de otras ramas del revisionismo, algo que sólo era normal, para alguien que en efecto había traicionado los principios del comunismo». (Equipo de Bitácora (M-L); Introducción al documento de Enver Hoxha: «Los revisionistas modernos en el camino de la degeneración socialdemócrata y su fusión con la socialdemocracia» de 1964, 21 de noviembre de 2015)

¿Y qué es la socialdemocracia propiamente?:

«El término socialdemócrata es un término que ha evolucionado desde hace siglos, antiguamente se autocalificaban socialdemócratas o socialistas tanto los reformistas –que pensaba en llegar al socialismo por medio de reformas progresivas de la sociedad capitalista–, los revisionistas –que reconocían y decían basarse en Marx y Engels pero revisaban injustificadamente la parte cardinal de sus tesis centrales acercándose a corrientes antimarxistas–, como los marxistas revolucionarios –que era propiamente marxistas y que sólo actualizaban las tesis de Marx si la época lo requería, sin alterar la esencia revolucionaria del marxismo–. Durante el cisma entre los socialdemócratas revolucionarios encabezados por Lenin y los socialdemócratas socialchovinistas encabezados por Karl Kautsky durante la Primera Guerra Mundial, los primeros rechazaron seguir identificando a sus partidos como socialdemócratas y los denominarían en adelante como partidos comunistas, más tarde también llamados marxista-leninistas. A partir de entonces el término socialdemócrata quedaría pues en manos de autodenominados «marxistas» que revisaban a Karl Marx y volvían a los conceptos de los autores reformistas y de otras corrientes ajenas al marxismo, se agruparon en la Internacional Obrera y Socialista de 1923-1939. Posteriormente el término sería usado por los partidos de la Internacional Socialista fundada en 1951. Tras la Segunda Guerra Mundial el mero hecho de que los socialdemócratas contemporáneos hubieran renunciado incluso en sus estatutos de partido al marxismo evidenciaba su alto grado de degeneración». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2015)

Ahora resulta que a los pablistas les interesa volver a hablar de nuevo sobre quién es de «izquierda», incluso relacionar a la izquierda con la socialdemocracia que tantas veces ha traicionado a la clase obrera. Opone su concepto socialdemocracia/izquierda al de Errejón centralidad-transversalidad/ni izquierdas ni derechas:

«La brecha surgida entre Iglesias y Errejón ha ido creciendo en los últimos meses. Mientras los pablistas acusan al secretario político de «moderación», los errejonistas denuncian el viraje a la izquierda del secretario general. Sí queda constancia del cambio de discurso en el líder de Podemos, que hace dos años en el congreso fundacional apelaba al 15M, a la transversalidad y a la mayoría social, conceptos ahora abanderados por Íñigo Errejón. Lo dejó claro en su primera gran intervención en Vistalegre I: «Nos querían hacer jugar en un tablero en el que todo estaba vendido, donde las cartas están repartidas, y nosotros dijimos que no, que queremos ocupar la centralidad del tablero, que existe una mayoría social del país que apuesta por la decencia», alegó Iglesias. Una centralidad que no hace referencia a la cuestión ideológica, sino al sentido del término en clave política: se refería a que el nuevo partido, Podemos, era quien tenía que marcar las reglas del juego, obligando al resto de partidos a posicionarse en torno a él, y no al contrario. Así, defendía que no eran ni de izquierdas ni de derechas, un argumento que el secretario político ha abandonado en los últimos meses, después de que el acercamiento a IU reabriera este debate». (El Independiente; Vistalegre I vs. Vistalegre II: diez diferencias dos años después, 10 de diciembre de 2016)

Pero para empezar a aclarar las cosas desde una óptica de clase entre todo este barullo de cambios de opinión y maniobras declarativas sin sentido, ¿qué consideramos los marxista-leninistas como izquierda? ¿La socialdemocracia es izquierda porque estar ideológicamente más a la izquierda que el neoliberalismo o el fascismo?:

«En el mismo sentido, en nuestra época histórica la «izquierda» es aquella que defiende los intereses de los explotados, a las masas trabajadora, frente a los explotadores, es la que propone la superación del capitalismo y sus relaciones económicas; en cambio la derecha –dígase de «izquierda», «centro» o de «ultraderecha» según el discurso postmoderno– opera para mantener los privilegios de los explotadores por medio de la protección de la propiedad privada de los medios de producción». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)

Nosotros pues, no traficamos ni especulamos por lo que ha de considerarse izquierda en nuestra época:

«Hay que ser claros, concisos en el análisis: nosotros no caemos en el juego mistificador de otras corrientes antimarxistas conocidas por su cariz conciliador, para nosotros la única izquierda verdadera, la única izquierda revolucionaria, la única izquierda que está con la clase obrera y el resto de las clases trabajadoras y que representa sus intereses de forma veraz –científica–, y real –sin especular con sus intereses de clase–, es el marxismo-leninismo, las demás llamadas izquierdas, aunque incluso existan individuos honestos y crean que teorizan y actúan por el progresismo de la humanidad, no es una izquierda completa, en tanto que máxima doctrina progresista, ya que arrastran formas de organizarse, pensar y actuar de las ideologías premarxistas o antimarxistas. Consideramos que declarar bajo el ambiguo término «izquierda», gastado hasta la sociedad, a corrientes burguesas y pequeño burguesas antimarxistas junto al marxismo-leninismo sería oportunismo, una falta de respeto, y una manifestación que borra las diferencias entre dichas corrientes y el único y genuino pensamiento de la clase obrera; en consecuencia y del mismo modo plantear que es indispensable y que debemos por naturaleza salvaguardar dicha «alianza entre las corrientes de izquierda», quizás estará entre las ideas e intenciones de acercamiento, conciliación y colaboración de otros oportunistas frente a otros oportunistas, pero nosotros no nos adherimos a tal concepción». (Equipo de Bitácora (M-L); Syriza y la euforia de la llamada «izquierda» [Recopilación Documental], 28 de enero de 2015)

Podemos y sus presentantes hablaban de que eran revolucionarios, comunistas, que eran los que iban a regenerar la izquierda podrida y vendida; pero poco más tarde pasaron a desechar la «bandera roja de la izquierda» por ser inservible para el público que deseaban abarcar, o para sus intereses electorales, y pasaron a popularizar lo de que Podemos no trataba de ser «ni izquierdas ni derechas»:

«Izquierda y derecha ya no son útiles para expresar la voluntad de transformación de una parte de la sociedad». (Íñigo Errejón; Charla en la Universidad de Barcelona en agosto de 2015)

Un eslogan histórico del fascismo español en todas sus variantes: Falange, Democracia Nacional, etc. Es más, los partidos neoliberales y ultrareaccionarios como UPyD o Ciudadanos también acuñaron lo mismo que Podemos ahora recogía sin sonrojo. Pablo Iglesias y Albert Rivera se presentaban durante 2015 como iguales en ese terreno del no a las ideologías.

¿Bajo qué argumentos justificaba esto en la formación morada?:

«Hay un cierto fetichismo en la izquierda. Es que lo que tú estás planteando es de izquierdas, me dicen. Sí, ya. Sí, todo lo que nosotros decimos, a la izquierda le encanta. Pero para cambiar este país no basta con que a la izquierda le encante nuestro programa. No basta con que haya una identificación simbólica con la palabra izquierda y los símbolos de la izquierda. Hace falta una mayoría social que se identifique con tu discurso y con tus propuestas, y en esa mayoría social habrá muchos sectores que digan: lo de la izquierda no forma parte de mi identificación». (El Público; Pablo Iglesias: «Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar», 26 de junio de 2015)

Decir que no se acepta el eje izquierda-derecha porque parte o gran parte de la población «no es de izquierdas y hay que adaptarse», es lo mismo que decir que si una población es mayoritariamente católica, machista, chovinista, racista, clasista y que existen trabajadores con mentalidad aburguesada, debemos adaptarnos a este panorama; una ridiculez colosal donde las haya. Esto supone que Pablo Iglesias pese a sus peroratas del pasado sobre marxismo no comprende lo que significa la alienación en el capitalismo y sus efectos, ni mucho menos conoce como combatirla, que no es precisamente a través de la «mimetización» ni de la «transversalidad», lo cual solo causa más desorientación en un ya de por sí mar de confusión.

Claro que existe o puede existir una parte de la población que no se identifique con las consignas progresistas, e incluso que aborrezca el marxismo, eso seguirá ocurriendo incluso después de una revolución. Pero para que ese estado de las cosas cambie ahí debe de entrar el factor subjetivo de la organización revolucionaria, la cual debe dar la vuelta a esta situación tomando la iniciativa y trabajando en todos los campos con las masas trabajadoras, explicando las cosas de forma científica pero sencilla, eso debe de ser así ya que el enemigo ideológico no hace excepciones ni en el campo político, económico ni en el cultural. En cambio, el señor Iglesias como buen espontaneísta mueve sus propuestas políticas en torno a lo que opinan temporalmente las masas, incluso aunque sean ideas reaccionarias y estén siendo manipuladas por los poderes fácticos.

En Podemos también se aceptó el término errejonista de «buscar la centralidad del tablero», que significaba también en la práctica buscar un número de votantes ilimitados más allá de sus creencias y origen social en un intento inútil de borrar las contradicciones de clase. Según decía el «líder radical de la izquierda» Pablo Iglesias esta estrategia significaba volver a los postulados del ex presidente del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero, un referente en sus tesis doctorales:

«Ocupar la centralidad del tablero y establecer los términos del debate de país con un relato ineludible para el resto de actores, que se ven obligados a posicionarse al respecto, es la aspiración de cualquier opción política que pretenda ganar las elecciones». (Pablo Iglesias Carrión; La centralidad no es el centro, 20 de abril de 2015)

Por tanto, se ve, que Podemos y Pablo Iglesias personalmente han evolucionado desde una retórica más o menos marxista, a una retórica de ni izquierdas ni derechas, a finalmente una retórica de ser parte de la izquierda socialdemócrata. Unos cambios meteóricos que indican su oportunismo/pragmatismo.


¿Contra la casta o aliados de la casta?

«Es necesario recuperar la memoria para reparar en la liquidez de los planteamientos políticos y en la fragilidad de los postulados ideológicos. En 'Una nueva transición' (editorial Akal 2015), un libro firmado por Pablo Iglesias, subtitulado 'materiales del año del cambio', el líder morado expresaba la siguiente opinión: 

«Un Podemos con la fuerza suficiente para exigirle al PSOE dos ministerios importantes y entrar en el Gobierno podría ser algo que nos diera experiencia de gobierno, pero nos destruiría electoralmente. Igual que para el PSOE entrar en un Gobierno con nosotros sería terrible. Y votar a favor de ellos en una investidura nos haría muchísimo daño…nos obligaría a lo que proyectaba el diario 'El País'… sois un sustituto muy digno de IU, más listos, con más 'swing', mejor estilo, por eso con mejores resultados, pero sois una tercera fuerza política que se ubica en lo que son las terceras fuerzas políticas progresistas en Europa». (Pablo Iglesias; Una nueva transición, 2015)

Las anteriores frases se recogen en la página 115 del texto recopilatorio antes citado. Otras muchas opiniones provocarían estupor observando lo que cuatro años después de aquellas estimaciones ha ocurrido con el discurso político de Pablo Iglesias. El secretario general de Unidas Podemos ha fracasado, sin paliativos, en su gestión como dirigente de la organización. Por esa razón, en julio de 2019 pretende una vicepresidencia en el Gobierno de Sánchez, ministerios para dirigentes de su partido a cambio investir presidente del Ejecutivo al secretario general del PSOE. Iglesias no ha logrado el sorpaso al PSOE, no ha «asaltado los cielos», tampoco es «una tercera fuerza política progresista» sino cuarta en el Congreso de los Diputados y lo que es aún mucho peor: Iglesias y Montero han privatizado su partido. Para poder sostener sus liderazgos mantienen una estrategia radicalmente opuesta a la que diseñaba el zamorano en 2015. La comparación entre aquellas palabras y estos comportamientos resulta escandalosa». (El Confidencial; El Iglesias anterior: «Gobernar con el PSOE nos destruiría», 28 de junio de 2019)

Esta cita es sobradamente ejemplificativa sobre la evolución de Podemos respecto al PSOE, pero cualquiera que haya seguido la trayectoria de Pablo Iglesias sabrá que esto no debe de pillarnos por sorpresa. En 2013 reconocía que para él el PSOE no era su adversario político:

«En este momento traducir un discurso nos permitirían competir con nuestros verdaderos adversarios políticos, que no es el PSOE
». (Pablo Iglesias; Discurso en la Universidad de Verano de Izquierda Anticapitalista en Segovia, 2013)

Poco después, con Podemos ya formado en 2014, Pablo Iglesias aprovechó la enorme caída de popularidad del PSOE para aparentar ir contra él durante un tiempo. 

De hecho, todo el mundo sabe Podemos irrumpió en el panorama político español con unos eslóganes muy claros. Entre ellos señalaban abiertamente al bipartidismo de los partidos tradicionales del PP-PSOE, a los cuales calificaba de ser una casta política institucionalizada, culpable de los males socio-políticos de los últimos años como el desempleo, la precariedad o la corrupción endémica. 

«Está claro a qué intereses sirven gobiernos como el del PSOE o el del PP, que nos llevan al desastre. (...) Lo que está claro es que la casta política dominante, que por desgracia no son carteros de los ciudadanos, que es lo que deberían ser y no mayordomos de los bancos, forman parte del problema. (...) En nuestro país PP y PSOE cambiaron la Constitución y han votado juntos el 70% de las mociones en el Parlamento Europeo. (...) Nosotros decimos que la democracia es poder elegir otra cosa, porque nuestra casta ha demostrado que, más allá de que sean unos corruptos, además son inútiles». (Pablo Iglesias Turrión; Declaraciones a la Agencia EFE, 18 de mayo de 2014)


Aquí como vemos Podemos señalaba a estos partidos como fieles sirvientes de los intereses económicos de la oligarquía.

Y declaraba que buscaría alianzas con cualquieras menos con ellos:

«En este nuevo ciclo, Iglesias dialogará «con todas las organizaciones de la sociedad civil y política que hayan defendido los derechos sociales y estén dentro de la Declaración Universal de los Derechos Humanos». Esto excluye, según ha concretado, a agrupaciones populistas, al PP y al PSOE». (Diagonal; Esto no se acaba en mayo, se abre otro ciclo, 17 de enero de 2014)

En un libro, Pablo Iglesias reflexionaba sobre el PSOE, y daba sus razones para evitar pactar con él, ni siquiera para investir a un candidato del PSOE presidente:

«Un Podemos con la fuerza suficiente para exigirle al PSOE dos ministerios importantes y entrar en el Gobierno podría ser algo que nos diera experiencia de gobierno, pero nos destruiría electoralmente. Igual que para el PSOE entrar en un Gobierno con nosotros sería terrible. Y votar a favor de ellos en una investidura nos haría muchísimo daño…nos obligaría a lo que proyectaba el diario «El País»… sois un sustituto muy digno de IU, más listos, con más «swing», mejor estilo, por eso con mejores resultados, pero sois una tercera fuerza política que se ubica en lo que son las terceras fuerzas políticas progresistas en Europa
». (Pablo Iglesias Turrión; Una nueva transición, 2015)

Pero ya en esas mismas fechas, algunos en Podemos no descartaba aliarse a cualquier partido que «acepte el viento del cambio», incluyendo en especial al PSOE en la ecuación, lo que además indicaba el fraccionalismo y la confusión en la línea a seguir de los jefes del partido:

«No somos una fuerza en absoluto sectaria, cualquier partido que quiera sumarse al cambio será bienvenido. Ahora bien, sobre el Partido Socialista Obrero Español andaluz sí que queremos decir que tendría que dar un giro de 180 si quiere llegar a un acuerdo con nosotros. Empezando por un compromiso implacable contra la corrupción». (Luis Alegre; Entrevista en la Cadena Ser, 2 de febrero de 2015)

Poco después, se aclararon las dudas, ya que con la voz autorizada del jefe del partido se dejó claro que ahora Podemos cambiaba de parecer respecto al PSOE:

«Pero para que el acercamiento entre Podemos y socialistas tenga alguna posibilidad es necesario que ambas formaciones «rebajen el tono», según reconoció el propio Iglesias. «Estamos escuchando en los últimos días un lenguaje demasiado duro, y no vemos al PSOE como un adversario, sino como un aliado», remachó el dirigente de Podemos. Iglesias, no obstante, advirtió que sería una «mala noticia» para España que el PSOE se pusiera de acuerdo con el PP para una» gran coalición. «Sus votantes no desearían ver a su partido de rodillas ante el PP, sino gobernando con nosotros». (Diario de Sevilla; Iglesias vuelve a tentar al PSOE, que llama a luchar contra el «desánimo», 2 de mayo de 2016)

Finalmente rememoremos como Pablo Iglesias también rompió su promesa de no apoyar cualquier programa de gobierno que no fuese con él de presidente:

«Podemos no entrará a formar parte de un gobierno presidido por otro partido político, ni aceptará ser vicepresidente del líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, o cualquier otro candidato a las próximas elecciones generales». (Pablo Iglesias Turrión; Declaraciones a Europa Press, 26 de julio de 2015)

Pero en un intento patético, Iglesias planteó un acuerdo de gobierno con el PSOE, accediendo a rebajar el programa de medidas de Podemos un programa recordemos ya por sí rebajado respecto al de las europeas de 2014–, para que el PSOE gobernara con Podemos, postulándose él como vicepresidente:

«Pablo Iglesias ha faltado a su palabra de participar en un gobierno en el que él no fuese presidente como afirmó en julio de 2015. (...) El hombre que decía venir a acabar con la política de acuerdos y pactos vergonzosos entre partidos en detrimento del pueblo, que iba a acabar con el bipartidismo PP-PSOE, con la «casta» que estos representaban y que daban lugar a todos los problemas de España, ahora intenta darle la mano al PSOE y formar gobierno con él a cualquier precio. (...) La cuestión versa tal que así: Esta serie de reformas del hipotético gobierno PSOE-Podemos en temas como el del salario, ¿resolverá la precariedad, el aumento ínfimo de salario? En sanidad, ¿se resolverá el estado deficiente de la sanidad? ¿Se dará fin al vergonzoso copago de los productos farmacéuticos? En derechos labores, ¿se resolverá el hecho de que los españoles se jubilen a los 67? ¿Se derogarán las últimas leyes laborales de PP y PSOE? Sobre la elección de los representantes políticos: ¿habrá un sistema electoral justo que derogue la financiación de los bancos privados a los partidos o el sistema D'Hondt de votaciones? Sobre el tema catalán, ¿se resolverá el problema de las nacionalidades? ¿Se permitirá el derecho a la libre autodeterminación? A todas estas preguntas –algunas inscritas y aceptables para un reformista burgués– se responde en el programa con un: NO». (Equipo de Bitácora (M-L); Introducción al documento de El Confidencial: «Podemos defiende una batería de «cesiones» para acercarse al PSOE y alejar a C's» de 2016, 10 de abril de 2016)

Como se ve, los datos y la propia historia muestra que Podemos evolucionó así hacia una posición más a la «derecha del tablero». Los propios líderes de Podemos reconocen que el PSOE no es ya ni siquiera socialdemócrata, sino que mantiene esa careta pero ha llevado una práctica neoliberal como el PP. ¿Entonces por qué en 2016 van y reivindican «un gobierno del cambio» con ellos? ¿Hay o hubo un indicio de un giro a la «izquierda» del PSOE?

«Solo hace falta tener un poco de memoria: Felipe González nos trajo la reconversión industrial, el terrorismo de Estado con los GAL, la entrada en la OTAN, las privatizaciones y reformas laborales regresivas. Zapatero en los inicios de la crisis sucumbió a los deseos de la UE aplicando la reforma laboral y de las pensiones. Y cuando volvió a hacer falta, cambiaron el artículo 135 de la Constitución junto al PP de la noche a la mañana para garantizar el pago de la deuda por encima del gasto en servicios sociales. Pablo Iglesias a menudo hace gala de su posibilismo y pragmatismo, pero no hay nada más utópico que esperar que el PSOE deje de ser un partido del Régimen del 78». (La Izquierda Diario; El «pacto con la casta» y la nueva postergación de las grandes demandas democráticas y sociales, 8 de enero de 2016)

La única razón de Podemos para tender una mano al PSOE es la misma por la que decían en sus inicios que no querían plantear la batalla entre izquierda-derecha: porque debido al alto nivel de alienación entre los trabajadores, temen realizar un trabajo de agitación y persuasión entre los votantes del PSOE que deje claro que su partido no es izquierda, que no defiende los intereses de la clase obrera y las capas trabajadoras. Pero a Podemos esto le da demasiado miedo, creen que pueden ser acusados de «sectarios» y acabar arrinconados como Izquierda Unida (IU), prefiere adoptar la táctica de intentar seducirlos a través del mimetismo de su organización con la del PSOE, aceptando cada vez más hablar y actuar como estos partidos y esperar que por el desgaste de estos viejos partidos y por las pequeñas innovaciones respecto a ellos les voten. Desde Podemos realmente aspiran a ser los eternos segundones, ser los chicos de los recados del PSOE. Ponen la excusa de que creen que no pueden ganar la «batalla mediática» contra los medios de comunicación más derechistas que les pueden presentar como «ultraradicales» ante las masas si mantienen según qué poses y según qué propuestas, creyendo que si no evitan someterse a esa «rebaja de principios» y en el programa Podemos pondrá demasiado fácil a la derecha la demonización del partido, y que a la postre, eso le restará votos como para no lograr nunca aspirar seriamente a la presidencia del gobierno. Una lógica tan cobarde digna del mejor guión carrillista. Tampoco entienden que IU se ha quedado en una organización que vive de las subvenciones, de intentar pescar algún ayuntamiento y que subsiste gracias a enarbolar la nostalgia de tiempos mejores mientras sufre el ostracismo político debido a que precisamente pretendieron sustituir la lucha de clases por la lucha por las limosnas sociales, porque su principal defecto es que su dirección jamás ha formado cuadros que estén cada día, codo con codo con las masas, preocupándose por llevar a la dirigencia las preocupaciones reales de los trabajadores para cuadrar una línea política seria que ataje de raíz los problemas económicos y plantee sin cobardías las aspiraciones políticas de los trabajadores más concienciados. En cambio, sabemos lo que predominan en estas organizaciones: el jolgorio en las fiestas reivindicativas, la venta de merchandising, el postureo en base a simbología y el usar figuras que nada tienen que ver ya con el partido, apoyar acriticamente cualquier causa tercermundista... y actos similares que todos conocemos.

Dentro de Podemos los pablistas posan como que no ven tan claro el pacto con el PSOE aunque no la descartan –como en la última entrevista a Pablo Iglesias por Salvados–, pero los errejonistas lo siguen viendo como única solución para que Podemos pueda llegar a formar gobierno, sea en cabeza Podemos o como segundo de abordo. Veremos qué pasa.

[Nota del Equipo de Bitácora (M-L) en 2019]:

Ahora en 2019, tras la separación definitiva de los errejonistas de Podemos, los pablistas son los que encabezan la reivindicación de gobernar con el PSOE. Antes de las elecciones de abril:

«Iglesias espera que, en el caso de que la demoscopia se cumpla y Pedro Sánchez gane las elecciones, este tienda la mano a los morados para formar un gabinete conjunto. «La gente está votando pluralidad de partidos y eso es gobierno de coalición», ha sentenciado. (...) Iglesias, que ha insistido en que la época de los gobiernos en solitario «terminó» y en la necesidad de hacer coaliciones, dejaba caer así lo que parece una condición para apoyar una hipotética investidura de Sánchez tras las elecciones. «En España la gente está optando por diferentes opciones políticas y todas esas opciones tiene derecho cuando se forma una coalición a hacerlo valer», ha afirmado». (El periódico; Iglesias insiste en apostar por un gobierno de coalición con el PSOE, 2 de abril de 2019)

Podemos con sus múltiples fracasos en todos los campos ambiciosos que se proponía –gestión de equilibrio entre las facciones internas, tratar absorber a la militancia más de «izquierda» del PSOE, gestión de ayuntamientos y revalidación de los mismos, etc.– ha perdido su poder de atracción. Y con ello el poder de convocatoria para formar las llamadas confluencias –antiguas coaliciones de Podemos en regiones con diversos movimientos partidos o viejos sociales localistas–. He aquí la experiencia de Galicia bajo las confluencias –Anova, Podemos, Esquerda Unida, Equo Galicia– resumida:

«En el caso particular de Galicia, y tras su sorprendente éxito en las elecciones europeas de 2014, se iniciaron en el verano de 2015 los movimientos para dar forma a esa convergencia. Pero, inevitablemente, el proceso de construcción de este nuevo espacio de cambio político atrajo a un perfil de viejos militantes de colmillo afilado, aventureristas y profesionales de la escisión. Personas con décadas de experiencia en intrigas, alianzas, rupturas y traiciones que compartieron asambleas con ciudadanos bisoños en tareas políticas, armados solo con buenas intenciones y a los que les motivaba únicamente un deseo ingenuo de participación en los asuntos públicos. Como no podía ser de otro modo, tal como si hubiésemos tratado de hacer cohabitar a pirañas y a peces de colores, los escindidos crónicos no tardaron en hacerse los dueños de la pecera ejercitando sus habilidades para la manipulación, perfeccionadas en un periplo vital de años de conjuras y maquinaciones. (...) Apareció entonces Luis Villares [hoy errejonista], un casi perfecto desconocido convencido de su propia grandeza, al que un grupo aún más desconocido de mandarines colocó a dedo y legitimó con los correspondientes simulacros democráticos. (...) Por supuesto, no cabe responsabilizarlo a él únicamente. La destrucción de la esfera de los partidos trajo consigo también el empobrecimiento total de su vida interna y su desactivación como instrumentos para ofrecer alternativas ideológicas. Esa momificación agostó su vida intelectual y paralizó su papel en la construcción de discurso. Esto no tendría más importancia si el espacio confluente hubiese asumido esa función, más lo único que ha producido el discurso de la confluencia ha sido una sucesión pobrísima, banal y cansina de chascarrillos, frases estereotipadas, poética barata y cursis apelaciones a la bondad humana, declamadas por la mañana por los mismos que se acuchillaban entre sí por la tarde. La construcción intelectual ha sido de una tristeza y miseria desoladora. La actividad orgánica quedó reducida a inacabables y feroces peleas intestinas. (...) Se dejó de atraer talento. Y el que había huyó. (...) El partido se volvió conservador, timorato y amilanado. Los inscritos se desilusionaron y desertaron. La metáfora de la organización horizontal adquirió la forma de la organización plana, el páramo raso donde nada crece». (El Salto; Confluencias nunca máis, 6 de junio de 2019)

En las elecciones municipales de mayo de 2019. En Valencia Compromis se separó de Podemos, en Galicia En Marea se separó, en Madrid Más Madrid se separó, etc. Cosechando un histórico naufragio electoral:

«Los 882.524 votos obtenidos por Unidas Podemos en las elecciones autonómicas, cifra derivada de la suma de los resultados de las 12 comunidades que celebraron comicios el pasado domingo mas la Comunidad de Valencia que tuvo elecciones el 28 de abril, alejan a la formación de los resultados de 2015 en 900.000 votos. (...) El análisis por territorios muestra que Unidas Podemos perdió toda su representación en comunidades como Castilla-La Mancha donde en 2015 tuvo dos diputados o Cantabria donde pierde los tres asientos del parlamento, y descendió considerablemente en regiones como Aragón y Castilla y León, donde pierde nueve asientos por región. En el resto de comunidades la coalición pierde también escaños: Asturias de 9 a 4, Baleares de 10 a 6, Canarias de 7 a 3, Extremadura de 6 a 4, Navarra de 7 a 2, Murcia de 6 a 2 y La Rioja de 4 a 2–. En el caso de la Comunidad de Madrid se da la particularidad de que la formación de Errejón, Más Madrid, ha logrado hasta 20 escaños, triplicando los de Unidas Podemos y ocupando así gran parte del espacio a la izquierda del PSOE. (ESdiario; El desastre de Podemos: se ha dejado la mitad de los votos regionales de 2015, 3 de junio de 2019)

Este batacazo solamente es comparable al golpe de realidad que tuvo el Partido Comunista de España (PCE) dirigido por el infame y revisionista Carrillo, cuando en 1982 sacó en las elecciones generales 846,515 votos, un 4%. Perdiendo más de la mitad de votos respecto a las de 1979. Similar caída tuvo en las municipales al año siguiente.

Tras las elecciones, el PSOE adoptó una postura evitando el gobierno de coalición y forzando a Podemos a aceptar un sí o una abstención para la embestidura de Pedro Sánchez. Pablo Iglesias reaccionó convocando un referéndum interno:

«La pregunta será la siguiente, con dos opciones:

«¿Cómo deben votar las diputadas y los diputados de Podemos en las sesiones de investidura de la XIII Legislatura?

1) Para hacer presidente a Pedro Sánchez es necesario llegar a un acuerdo integral de gobierno de coalición –programático y de equipos– SIN VETOS, donde las fuerzas de coalición tengan una representación razonablemente proporcional a sus votos.

2) Para hacer presidente a Pedro Sánchez, ya sea mediante el voto a favor o mediante la abstención, basta con la propuesta del Partido Socialista: un gobierno diseñado únicamente por el PSOE, colaboración en niveles administrativos subordinados al Gobierno y acuerdo programático».

La formación morada no se plantea en esta consulta un voto en contra de la investidura de Sánchez, solo plantea los términos del 'sí' a Sánchez, ya sea mediante un Gobierno de coalición o facilitando uno monocolor y de «cooperación», como ha defendido el PSOE, sin ministros de Podemos». (RTVE, Podemos consulta a sus bases sobre el pacto con Pedro Sánchez: gobierno de coalición o solo del PSOE, 12 de junio de 2019)

Nótese la posición de servilismo en la que se encuentra actualmente Podemos. No es un partido que aspire a ganar, ni a hacer oposición, sino a cogobernar con la burguesía de izquierda como comparsa.

La postura oficial de Pablo Iglesias durante todos estos últimos meses ha sido evidentemente la primera respuesta, mientras la segunda ha sido la de las disidencias concentradas en los anticapitalistas de figuras como Teresa Rodríguez que tachó la consulta de «atentado contra la inteligencia» por la fórmula cerrada de la pregunta y no plantear medidas programáticas concretas. Por lo que se vio después, pese al resultado de la consulta con el 70% de votos hacia la primera opción, la pablista, la dirigencia se ha vuelto a contradecir, y Pablo Iglesias en un acto desesperado y humillante, que algunos tachan de «honorable» y de «altura de Estado», ofreció el veto contra sí mismo para facilitar un gobierno de Sánchez y evitar unas nuevas elecciones, sabedor de que según todos los sondeos unas nuevas elecciones acabarían por descalabrar la fuerza electoral de Podemos. Con ello en cambio trataba de asegurarse algún ministerio con gente de su confianza como Echenique como se barajó. Finalmente debido a las divergencias por el reparto de ministerios, no se llegó a un acuerdo PSOE-Podemos, teniendo tiempo hasta septiembre para formar gobierno o repetición de elecciones.

¿Qué opinan la mayoría de analistas, de derechas o izquierdas sobre estas últimas andanzas de Podemos? El ridículo y la falta de principios del líder morado:

«El secretario general de Unidas Podemos ha fracasado, sin paliativos, en su gestión como dirigente de la organización. Por esa razón, en julio de 2019 pretende una vicepresidencia en el Gobierno de Sánchez, ministerios para dirigentes de su partido a cambio investir presidente del Ejecutivo al secretario general del PSOE. Iglesias no ha logrado el sorpaso al PSOE, no ha «asaltado los cielos», tampoco es «una tercera fuerza política progresista» sino cuarta en el Congreso de los Diputados y lo que es aún mucho peor: Iglesias y Montero han privatizado su partido. Para poder sostener sus liderazgos mantienen una estrategia radicalmente opuesta a la que diseñaba el zamorano en 2015. La comparación entre aquellas palabras y estos comportamientos resulta escandalosa». (El Confidencial; El Iglesias anterior: 
«Gobernar con el PSOE nos destruiría», 28 de junio de 2019)

Ahora los pablistas, más papistas que el Papa, gritan: «¡Qué felonía la del PSOE! ¡Que error más caro para la historia!». Tratan de hacernos creer que la culpa es de Pedro Sánchez, que les ha engañado», y que ha desaprovechado de formar el primer gobierno de coalición de izquierdas», según ellos la receta que necesita España. Pero los problemas son otros: el primero es que el PSOE no es de «izquierda» y ellos lo sabían, el siguiente problema es que la culpa es suya y de su líder, que ha negociado desde una posición desfavorable con una figura cínica y un partido sin crédito histórico ante los trabajadores, el cual para más inri, sabían perfectamente que desde su fundación en 2014 veían al propio Podemos como un enemigo para su propia existencia. Por supuesto, después de este descalabro y del que le esperan en breve, seguirá existiendo hooligans del señor Iglesias que lo defiendan a capa y espada y no juzguen los hechos tal y como son, pero esto es normal, porque como dicen el refranero español: «Cuando un tonto coge un camino, el camino se acaba y el tonto sigue...».

Podemos está sentenciado de muerte, y lo está no por no moderarse lo suficiente como creen algunos, sino por derechizarse a velocidad meteórica y mostrando el arribismo de sus figuras visibles. Iglesias pasará a la historia como otros tantos que intentaron mostrarse como revolucionarios honestos vistiéndose de «marxistas heterodoxos», para luego después rechazarlo abiertamente –como Felipe González o Santiago Carrillo– para caminar el camino de la socialdemocracia traidora. Esto significa, que el pueblo trabajador no le recordará como un héroe sino como un oportunista.

Todo esto que ha ocurrido, tendrá en las figuras críticas de la facción de los anticapitalistas un nuevo problema: clamarán un relevo en el cargo de la Secretaria General y puestos de responsabilidad, queriendo desplazar a los pablistas, algo que de no lograrse, se consagrará en cambio con la escisión de éstos bajo la excusa que son los únicos que han conservado un buen resultado electoral en las municipales bajo el nombre de Podemos, reteniendo alcaldías como Cádiz con Kichi –el famoso alcalde que dio en 2017 una medalla de oro a la Virgen del Rosario, cosa que además Iglesias defendió públicamente como acostumbran todos los oportunistas: consintiendo al pueblo en sus tradiciones, supersticiones y vicios reaccionarios, esperando buscar así su simpatía–.

Tras las segundas elecciones del 10 de noviembre de 2019, el PSOE perdió 3 escaños y Podemos 7, el descalabro de C's con 47, más el ascenso del PP con 23 escaños y de Vox con 29. Después de sumir a España en negociaciones estériles durante 5 meses, en tan solo unas horas PSOE/Podemos anunciaban su preacuerdo de gobierno. Desde medios afines al progresismo de salón, celebraban el acuerdo como la apertura de un nuevo periodo para España. Entre periodistas afines a Podemos como el pseudomarxista Antonio Maestre incluso celebraban la victoria como la prueba de que «Pablo Iglesias vence rindiendo honor a la doctrina marxista» como dice en su artículo del 14 de noviembre de 2019. 

¿Cómo se puede calificar de estrategia marxista al mimetizarse con el PSOE cuando hasta hace poco denominaban casta? 

¿Cómo calificar de marxista rebajar todavía más el programa económico socialdemócrata que Podemos presentó en 2014? 

¿Cómo denominar de victoria al hecho de que Podemos desde sus primeras elecciones en 2015 elecciones ha ido perdiendo votos y escaños a marchas forzadas? 

¿Cómo denominar de gran planteamiento cuando Podemos ha sufrido diversas escisiones internas como la de Más País de Erreón–. Más bien esto es la prueba de que Podemos es un partido en clara descomposición... pero nuestro quijotesco Maestre habla de que «Iglesias ha vencido»

No, por circunstancias y la propia decisión del PSOE, Iglesias va a lograr formar un gobierno de coalición donde él será vicepresidente con Podemos, pero todo porque Sánchez prefiere a Podemos que depender estrictamente de los nacionalistas catalanes y vascos para gobernar o perder credibilidad firmando un pacto con PP o C's como le pasó en 2015, mientras que gobernando con un Podemos más débil que el de abril al menos puede seguir posando como que el PSOE es izquierda aunque gobierne para quienes todos sabemos; y fundamentalmente porque se no quería perder más votos en unas terceras elecciones. En todo caso es una victoria pírrica para PSOE/Podemos, ya que el PSOE al fin tendrá su gobierno mientras Podemos ha cumplido su sueño de tocar poder gubernamental al precio que sea, pero entre ambos no tienen suficiente poder parlamentario para gobernar sólidamente, el PSOE gobernará como siempre salgo algún gesto menor gobernará para patronal mientras Podemos hace alguna queja y mira hacia otro lado, y entre otras cosas, si Podemos gobierna junto al PSOE será como segundo de abordo, aceptando tragar con derechos democráticos fundamentales, negando el derecho de a decidir en la problemática nacional como se ha visto en el preacuerdo, por lo que seguramente los partidos nacionalistas tumbarán este gobierno tarde o temprano, y si no vendrá la crisis de otro lado –como en lo económico–, que mostrarán las costuras de este gobierno rápidamente.

Nota de 2021: Podemos ha entrado a tomar poder no como partido «revolucionario», «antisistema» y «anticapitalista» como el pintan desde la derecha por intereses obvios, sino como muleta del PSOE y por el arribismo de sus figuras, con el objetivo conjunto de ambos para apuntalar el bipartidismo –el PSOE regenerará su imagen desgastada con un nuevo partido de aliado, y Podemos dirá que intentará en medida de sus posibilidades y números controlar la tendencia del PSOE de vencerse hacia la derecha–, dando una válvula de oxígeno al sistema, y aunque se niegue entre los círculos progresistas, dicho gobierno no va a cambiar nada en lo fundamental del régimen capitalista, no por mayor o menor cuotas de poder parlamentarias, sino porque simplemente no es su intención. Y tú señor Maestre eres cómplice de tal pantomima. Tarde o temprano el PSOE volverá a decepcionar a sus votantes, y Podemos saldrá en la foto como copartícipe, o al menos como el necio que ha sido engañado pese a la advertencia de la historia sobre el carácter del PSOE que él mismo conocía de sobra, e intelectuales como el nefasto Maestre tendrá parte de responsabilidad en el nuevo engaño que la socialdemocracia española prepara hacia los trabajadores. Del mismo modo que los trotskistas nos prometían en los 80 ver los frutos de apoyar abiertamente las «tendencias progresistas en el PSOE».

Pero bueno, no se puede esperar nada de alguien que cita a Trotski como ejemplo de estratega, una corriente política oportunista que jamás hizo una revolución bajo su bandera. No por casualidad el trotskismo le es tan familiar al propio Iglesias, pero recordemos que el trotskismo es por definición eclecticismo, y palabrería vacía de contenido:

«Trotski, sin embargo, jamás ha tenido «fisonomía» alguna; lo único que tiene es la costumbre de mudarse, de saltar de los liberales a los marxistas y viceversa, de proferir expresiones fragmentarias y frases sonoras extraídas de aquí y allá.En Borbá no se puede encontrar ni una sola palabra de interés sobre ninguno de los problemas en debate. Resulta increíble, pero es así. (..) El problema de la «clandestinidad». Ni lo menciona. ¿La consigna de luchar por un partido abierto? Ni una palabra. ¿Las declaraciones liberales de los Ezhov y otros partidarios de «Luch» sobre las huelgas? ¿La abolición del programa sobre el problema nacional? Ni una alusión. (...) En realidad, bajo el manto de frases ultrasonoras, vacías y nebulosas, que confunden a los obreros sin conciencia de clase Trotski defiende a los liquidadores, silenciando el problema de la clandestinidad, afirmando que en nuestro país no existe política obrera liberal, etc». (Vladimir Ilich Uliánov; La desintegración del «Bloque de agosto», 1914)

«Trotski jamás ha tenido una opinión firme en un solo problema serio del marxismo, siempre «se ha metido por la rendija» de tales o cuales divergencias, pasándose de un bando a otro». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El derecho de las naciones a la autodeterminación, 1914)

Y así le pasa a los neotrotskistas del reformismo moderno, que repiten una y otra vez con la misma piedra, y justifican a sus ídolos de barro que cambian una y mil veces de posición sobre cuestiones fundamentales.

El mismo vicepresidente del gobierno confesaba:

«Pablo Iglesias: Ningún rico ni ningún poderoso está dispuesto a aceptar fácilmente una decisión, por muy democrática que sea si afecta a su riqueza y a su poder. (...) ¿Pero tienes alguna duda de que la patronal y las inmobiliarias no hacen presión al ministro de Economía? (...) A veces puede ocurrir que dentro del Gobierno, tú estés discutiendo con otro ministro, que no solamente esté hablando en base a las presiones que tiene, sino que hace suyos los argumentos de la Patronal inmobiliaria, o ¿qué te piensas que es esto? ¿O cómo funciona la política o los lobbies? (...) Tenemos un sistema democrático, pero limitado por poderes que ponen muchas trabas y muchas dificultades a que la voluntad popular de la gente se pueda expresar. (...) Estar en el Gobierno no es estar en el poder. (...) Yo dije antes de ser vicepresidente del Gobierno que hay señores que mandan más que los diputados y los ministros y ahora, siendo vicepresidente, lo vuelvo a decir, hay dueños de bancos, dueños de grandes empresas que tienen más poder que yo y no les ha votado nadie. (...) A veces dentro del Gobierno estás discutiendo con un ministro que hace suyos los argumentos de la patronal inmobiliaria», afirma Pablo Iglesias cuando habla de las presiones de «gente poderosa y rica» al Gobierno». (Salvados; Entrevista a Pablo Iglesias, 17 de enero de 2021)

Aquí solo hay dos opciones. La primera es que Iglesias como licenciado en Ciencias Políticas conocía sobradamente cómo discurre la política burguesa y el funcionamiento de esta «democracia limitada», pero que pese a saber que no iba a cambiar nada, ha entrado como vicepresidente del gobierno PSOE-Unidas Podemos para acaparar poder y riquezas personales –¡el chalet de Galapagar no se paga solo!–. La otra opción es que, sin saberlo, ha prometido algo a sus seguidores que ahora se da cuenta que es imposible, un programa que no puede cumplir –por las propias reglas del juego–, y, en consecuencia, debe dimitir –acto honorable que jamás hará este chupóptero–. Cualquiera de las dos opciones deja en mal lugar al señor Iglesias.

Pero, Podemos, no solo no rompe la coalición de un gobierno que sabe que no hará nada de enjundia, sino que, como le recordaba el periodista de su entrevista, ha creado sus propios medios de comunicación –gracias a la financiación estatal que recibe su partido–:

«Gonzo: ¿Qué es que un partido político en el gobierno como Podemos saque un medio digital como es la última hora?, Usted también es poderoso, usted dijo que si los poderosos tienen un medio político como medio de comunicación es peligroso». (Salvados; Entrevista a Pablo Iglesias, 17 de enero de 2021)

¿Cómo es posible que un periodista de la Sexta tenga más criticismo que los presuntos «revolucionarios»?


¿Existe una «vía masculina» revolucionaria, y una «vía femenina» reformista de hacer política como asegura Pablo Iglesias? 

«@MonederoJC: Llevamos mucho tiempo recordando que necesitamos una matria. La patria de «patrimonio», los bienes vinculados al pater familias– reclama la virilidad del patriarcado. La patria te lleva a la guerra, te hace desfilar. La matria te cuida y responsabiliza. @Yolanda_Diaz_acierta». (Twitter; Juan Carlos Monedero, 17 jul. 2021)

Aprovechando la ola del feminismo, esta «nueva izquierda» afirma ser partidaria de una «noción femenina de las cosas», tanto para las más cotidianas como las más importantes, bien sea para necesidades materiales como para las de mayor índole espiritual. Una de las ideas más estúpidas que ha calado hondamente entre las filas de Podemos –hasta convertirla en un dogma visible– ha sido el aceptar una teoría social repleta de misticismo sobre el papel benévolo que casi siempre habría jugado la mujer en la historia, y no solo eso, sino que también habrían descubierto, en su profundo saber histórico, la «especial sensibilidad» para conocer y sentir (sic) de la mujer. Según aseveran, desligados de las «antiguas creencias y ataduras», esta es la «nueva óptica moderna» desde la cual debemos observar todo si queremos transformar el mundo y a nosotros mismos. De esa forma, pareciera que la mujer en abstracto, como ser inmaculado, tuviera un «sexto sentido» para abordar las cosas de la vida, uno el cual quién sabe por qué razón el varón no logró desarrollar nunca, siendo este último casi que un lamentable error en las postrimerías de la «Biblia del Feminismo». Entre tanto, este «movimiento transversal» hace mucho que izó velas y ha surcado los mares rebosando sapiencia por doquier. De su largo trayecto aseguran haber logrado traernos como «botín» las mejores virtudes desarrolladas por el ser humano a lo largo de su dilatado periplo por La Tierra, y creen, ¡faltaría más!, que esto ha sido gracias al ingenio y bondad de la mujer, por lo que se han esforzado por esquivar en todo momento el mal encarado oleaje de la «ciencia patriarcal», etiqueta que ponen a cualquier movimiento, teoría o personaje que contradiga sus filias ideológicas y sus figuras fetiche. Esta, en resumidas cuentas, es su visión del mundo, aunque el lector podrá encontrar más información en otros lugares de nuestro medio. Véase el capítulo: «¿Vivimos en un patriarcado?» de 2021.

Así pues, desean vendernos que el feminismo de hoy, en su versión moderna y desarrollada, sería para nosotros, los hombres y mujeres errantes del viejo «mundo patriarcal», la única solución para redimirnos de nuestros pecados como especie. El problema es que, como ya intuirá el lector, estos teóricos de la reforma social de corte feminista ni siquiera se ponen de acuerdo sobre qué quieren construir si se diesen todo un cúmulo de casualidades y/o desastres que los llevasen a la cabeza del poder, solo se dedican a idealizar a una parte de la población –la femenina– para sacar rédito político y económico personal de ello. Pero esto da igual, porque para eso está el bendito marketing, para que los «marineros» de todo tipo –nos referimos a los individuos ingenuos, aquellos con ganas de vivir cualquier aventura política excitante o simplemente quienes, desesperados, están dispuestos a hacer lo que sea por un jornal– no duden en subirse a este «barco» que claramente hace aguas. En suma, el feminismo ha trazado todo tipo de estratagemas inteligentes y estúpidas para recibir atención, como prometer una y otra vez que, si su «navío» alguna vez lograse hacerse con el «dominio de los mares», la capacidad de transformación que reuniría en torno a sí sería imparable, una fuerza de la Madre Naturaleza simplemente devastadora para el rancio statu quo. Y, aunque parezca una broma, también aseguran que gracias al feminismo –y el dominio de las mujeres en diversos campos de importancia–, por fin se acabarán las guerras, el hambre, los asesinatos, los robos, las violaciones... sentimientos como el egoísmo, la envidia o la ira se desvanecerían... cambiaría el mundo tal y como lo conocemos –hasta el punto de que más que hacerlo irreconocible, sería irreal–. Esto es doblemente curioso ya que el feminismo, aunque en realidad no ataca nunca la raíz de estos problemas, las relaciones de producción que predispone este ambiente del que se quejan amargamente, pareciera que sin hacerse cargo de esto último decretase a la vez borrar toda posibilidad de que hasta en la mejor de las circunstancias futuras no pudieran reaparecer estos fenómenos negativos. El magnetismo y seducción de esta idea sobre las mentes más débiles es total, ¡ya que se vende como la panacea de las panaceas sin explicar nada en profundidad!

Sobrepasando lo caricaturesco, presentan la capacidad del feminismo como excelsa, cuando pese a la amplia publicidad positiva que recibe por la financiación burguesa en Occidente todavía causa bastante recelo entre gran parte de la población; y peor aún, se dan golpes en el pecho, como si sus ministras, en muchas ocasiones las más zopencas en un gabinete de mediocres, bastasen para imponerse y fueran algún día a sorprendernos con un desempeño mágico en el gobierno, dándole la vuelta a la realidad como a un calcetín. De esta forma, como si existiesen y pudiesen reunir en su mano todos los objetos sobrenaturales de la mitología clásica: la «Piedra Filosofal», el «Santo Grial», la «Espada del Rey Arturo» y la «Educación en Valores Ético-Cívicos», nuestras «empoderadas ministras», como portadoras de estos objetos mágicos o de estos ideales tan nobles, estarían en posesión de la «verdad», la «justicia» y la «razón», brindando un «nuevo porvenir», por fin, a los «nuevos ciudadanos feministas» de esta nueva «era morada de la humanidad» que recién comienza toda una serie de satisfacciones jamás alcanzadas. Pero del dicho al hecho hay un trecho, y lo cierto es que lo único que ofrecen son: o bien zarandajas místicas, derechos ya adquiridos, o estériles sentimientos bienintencionados que pretenderían resolverían todos los problemas del mundo, pero eso sí, siempre desde el constitucionalismo, no vayamos a caer en intentonas tan cavernícolamente «patriarcales» como pudiera ser el transgredir las leyes del juego imperante. Lo más humorístico es que, pese a vivir en los mundos de Narnia, nuestros politicastros de la «izquierda domesticada», que jamás ha logrado gobernar sin bajarse los pantalones y arruinar la confianza de sus seguidores, creen que están en posición de darnos lecciones al resto sobre realismo político, burlándose, encima, de los demás. ¿Creen que exageramos? Pasen y vean.

Comencemos desde el principio. En 2013, un Pablo Iglesias mucho más jovial y menos mediático, el demagogo que no todos conocían antes de llegar a conformar Podemos, describía de esta forma jocosa la situación política de la «izquierda española». Atentos:

«Hay elementos que muestran una crisis del régimen, y eso se tendría que notar de alguna manera en las elecciones. (...) Esto se puede enfrentar de dos maneras. Y empiezo con las provocaciones». (Pablo Iglesias; Discurso en la Universidad de Verano de Izquierda Anticapitalista en Segovia, 2013)

Parodiando el camino del militante «radical de izquierda», comentaba:

«Empiezo con las provocaciones, esto se puede afrontar de dos maneras, uno puede ir a las elecciones de una manera masculina, con cojones. Esto implica decir que le decimos al poder aquí estamos yo y mis pelotas frente a ti. Y eso quiere decir que para mí la representación no implica ningún compromiso, que el tuyo es un parlamento burgués de mierda que representa los intereses de clase, como decía Engels, el Estado es la institución que permite ser políticamente dominante a la clase económicamente dominante, y yo no pacto con vosotros, eh, en todo caso voy a ir a liara (...) Yo voy en camiseta a las instituciones y voy ahí a montar el pollo, eso lo tenemos que tener claro. (...) «No cometerás actos impuros», decía el sexto mandamiento de los católicos, [para la izquierda radical es] no pactaras con los social-liberales [PSOE], con fuerzas nacionalistas conservadoras como CIU o el PNV. En ese sentido no nos gusta lo que hace IU en el gobierno de Andalucía, que se ha convertido el partido de los recortes, indistinguible del PSOE. No nos gusta lo que hace ERC, apoyando a un gobierno protroika como el de CiU. A la izquierda abertzale… les tenemos respeto porque tienen presos, pero no nos gusta que pacten en una diputación con el PSOE, no nos gusta que tengan un diputado en el Congreso Estatal que es miembro del Opus Dei. No nos gusta que votaran los presupuestos al PNV, no nos gusta que el BNG gobernase en la Comunidad Autónoma de Galicia con el PSOE. Eso no nos gusta, son traidores, y están comprometidos con la pata izquierda del régimen y esos elementos estratégicos no nos convencen. (...) Gobernar cuando tengamos el 51% de los votos, antes es caer en las redes de captación del enemigo de clase. (...) No se puede pactar para gobernar. (...) La gente se va a dar cuenta que, por una parte, los de IU son unos traidores y que por otra los partidos del régimen no responden a sus intereses. Es cuestión de meses, que la gente se dé cuenta que solo una organización anticapitalista puede resolver sus problemas. (...) La clave del poder no está en las instituciones, aquí está en nuestra pelota, está en la calle. Nosotros hacemos política masculina, con cojones. (...) Se que la mayoría que estáis aquí vivís de alquiler o vivís de hipoteca, compañeros, hay que vivir ocupando, hay que arriesgar, tenéis que transformar vuestra vida en una experiencia revolucionaria. (...) No podemos entrar en esa lógica mercantil en la que compras y te vedes. (...) Por supuesto, si nos pegan, no vamos a ir a un juzgado o a un cuartel de la guardia civil, esa institución burguesa que protege los intereses de la clase dominante, nosotros hacemos política masculina, con cojones. (...) Hay que practicar la gimnasia revolucionaria, una cosa que decía García Oliver [dirigente anarquista]. (…) Seguro que sabréis fabricar cócteles de los que incendian y de los que explotan, sabéis hacer barricadas. (...) Os estaréis entrenando porque se acerca una crisis terminal del capitalismo y tendremos que estar preparados para tomar las armas». (Pablo Iglesias; Discurso en la Universidad de Verano de Izquierda Anticapitalista en Segovia, 2013)

Después añadiría otra postura, la de la «izquierda cabal», la femenina, la que por supuesto, él dice abanderar:

«Cualquiera que se identificase con la caricatura que he representado no sólo sería un psicópata, sería un subnormal profundo. (...) Caricaturas aparte. (...) Hay otra manera de ver política que es más femenina. Las mujeres son las que históricamente han tenido que asumir eso que conocemos como reproducción social mientras los hombres trabajaban en la fábrica ellas tenían que hacer cuentas con la miseria y alimentar las bocas de los niños y garantizar la reproducción social. Cuando vemos a esos héroes vestidos de azul en forma de mineros o de trabajadores de los astilleros, se nos olvida que las que están haciendo las cuentas para llegar a fin de mes son mujeres que tienen que lidiar continuamente con la realidad, que es muy difícil, y la realidad revela continuamente nuestra debilidad, no tiene momentos tan épicos. Es asumir que a hostias perdemos. (...) La feminidad política implica reconocer que el Estado es un instrumento complejo, lleno de contradicciones. (...) Esto no se soluciona con actitudes masculinas». (Pablo Iglesias; Discurso en la Universidad de Verano de Izquierda Anticapitalista en Segovia, 2013)

Para empezar, aquí Pablo Iglesias cae en un dualismo infantil, el mismo que han estereotipado los intelectuales machistas durante decenios, solo que él lo invierte para agradar al público feminista en boga. Presenta a los hombres como seres inherentemente irracionales, irreflexivos por naturaleza, y a las mujeres como seres audaces pero ponderados en sus acciones. Trasladándolo a la política, cree que la «vía revolucionaria» es masculina: torpe, tosca, inútil. Mientras la «vía reformista» es un camino femenino: inteligente, sensato, útil. Más allá de la sensibilidad y particularidades de cada sexo, desde luego, la historia no solo ha refutado los «roles de género» marcados y cerrados, sino que socialmente, cada día se desvanecen más y más. Por otro lado, el materialismo histórico ya demostró que, aunque hombres y mujeres proletarios difieran o pudieran diferrir en varias cuestiones, tienen los mismos intereses de clase:

«Las feministas buscan la igualdad en el marco de la sociedad de clases existente, de ninguna manera atacan la base de esta sociedad. Luchan por privilegios para ellas mismas, sin poner en entredicho las prerrogativas y privilegios existentes. No acusamos a las representantes del movimiento de mujeres burgués de no entender el asunto, su visión de las cosas mana inevitablemente de su posición de clase. (...) Las feministas ven a los hombres como el principal enemigo, por los hombres que se han apropiado injustamente de todos los derechos y privilegios para sí mismos, dejando a las mujeres solamente cadenas y obligaciones. Para ellas, la victoria se gana cuando un privilegio que antes disfrutaba exclusivamente el sexo masculino se concede al «sexo débil». Las mujeres trabajadoras tienen una postura diferente. Ellas no ven a los hombres como el enemigo y el opresor, por el contrario, piensan en los hombres como sus compañeros, que comparten con ellas la monotonía de la rutina diaria y luchan con ellas por un futuro mejor. La mujer y su compañero masculino son esclavizados por las mismas condiciones sociales, las mismas odiadas cadenas del capitalismo oprimen su voluntad y les privan de los placeres y encantos de la vida. (...) Observad cómo la literatura feminista es rica en búsquedas de nuevos estilos de unión del hombre y la mujer y de audaces esfuerzos encaminados a la «igualdad moral» entre los sexos. ¿No es cierto que, mientras en el terreno de la liberación económica las burguesas se sitúan en la cola del ejército de millones de proletarias que allanan la senda a la «mujer nueva», en la lucha por resolver el problema de la familia los reconocimientos son para las feministas?». (Aleksandra Kolontái; Los fundamentos sociales de la cuestión femenina, 1907)

Esta cita es una bofetada rápida a los postulados feministas de Podemos y similares. La mujer trabajadora comprende a poco que reflexione que nada tiene que ver su interés de clase con el de personajes actuales de la política, como Irene Montero o Tania Sánchez, no solo porque sean mujeres acomodadas y aburguesadas, sino porque con sus teorías feministas suponen que están planteando teorías pseudocientíficas donde sustituyen la lucha de clases por la lucha de sexos, por ende, ellas mismas hacen que se coloquen automáticamente al otro lado de la barricada, alejándose tanto de las mujeres como de los hombres proletarios.

Pero hay algo más importante que el tiempo ha demostrado también como falso: la capacidad de la vía reformista para alcanzar las metas de sus líderes. El reformismo de la «izquierda» no transforma el sistema ni lo pretende, es más, solo genera frustración y decepción en sus gobernados, y tarde o temprano, acaba cediendo el poder a la derecha tradicional si los revolucionarios no ponen una alternativa sobre la mesa.

Ninguna organización comunista que se precie ha propagado la idea de que estar inmerso en el pago de una hipoteca o un alquiler supone un acto «contrarrevolucionario», «reaccionario», «pequeño burgués»... de nuevo es un cliché que solo podría aplicarse a algunos movimientos anarquistas. Los fundadores del comunismo, socialismo científico o como se quiera llamar no confundieron jamás la propiedad personal de la vivienda con la propiedad de los medios de producción. Esto se explica en varias obras de Marx y Engels como por ejemplo: «El Manifiesto Comunista» de 1848.

Por otro lado, la radiografía que Pablo Iglesia hace de los «revolucionarios» quizás se aplicable a algunos grupos anarquistas. ¿Por qué decimos esto? Los comunistas, que siempre han tenido de referentes a los bolcheviques, saben que jamás deben rechazar sin más los compromisos políticos con otras fuerzas políticas, pero como bien explicó Lenin, esos compromisos deben elevar la conciencia revolucionaria del pueblo, deben evitar atar de pies y manos a la organización que aspira a trasnformar esa sociedad. Por ejemplo, los comunistas nunca deben aceptar un pacto que le obligue a censurar la crítica hacia sus «aliados» y ocultar su postura pol´tiica. Esto se explica en varias obras de Lenin como: «La revolución proletaria y el renegado Kautsky» de 1918 o «La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo» de 1920.

Los comunistas criticaron boicot parlamentario intransigente de los anarquistas, y se instó a participar en ellos hasta el momento de la revolución misma. Entre tanto, la táctica comunista en los parlamentos burgueses siempre ha sido denunciar el propio sistema desde sus bancadas, jamás caer en la ilusión de que la clase obrera tomará el poder cuando exista un 51% de votos. Primero; porque son conscientes de que ninguna elección bajo la democracia permite a los trabajadores unas elecciones «justas»; segundo, porque aunque los comunistas pudiesen llegar a ser la primera fuerza política, la burguesía apelaría a sus leyes constitucionales y a que están atentando o poniendo en peligro sus fundamentos para desbancarles; y en último lugar, si esto no fuese aceptado por los comunistas, las élites tradicionales orquestarían un golpe de Estado para, teorícamente claro, «restabelecer el orden y la legalidad». Los comunistas fueron partidarios de crear un poder más democrático, los soviets, que debían sustituir el viejo parlamentarismo y sus límites burocráticos. Véase: «El desprecio del aprovechamiento de los resquicios legales de la democracia burguesa o el fascismo y el nulo trabajo de masa» de 2017.

Del mismo modo, cuando Pablo Iglesias caricaturiza la lucha callejera para contraponerla a su pacifismo pequeño burgués, hay que decir que los bolcheviques fueron muy francos con dicha cuestión: el pueblo debe aprender por sí mismo a defenderse, a tomar experiencia, al menos si algún día quiere mandar políticamente, pero no debe caer nunca ni en el aventurerismo ni el terrorismo individual, dado que las más de las veces ofrecen más consecuencias negativas que positivas, sobre todo, si se repasa la forma en que los grupos espontaneístas la han tratado de aplicar siempreVéase: «Un repaso a la metodología de las bandas terroristas y sus resultados» de 2017.

Por último, como dijo Lenin, «No somos blanquistas, no somos partidarios de la conquista del poder por una minoría», en ese ritmo de la concienciación de la clase obrera sobre sus intereses de clase, así como la adhesión del resto de las capas trabajadoras hacia la causa del comunismo, es decir, la supresión de las clases sociales y otros axiomas bien conocidos del materialismo histórcio, debe pasar sí o sí por romper ideológicamente y orgánicamente con los partidos tradicionales de izquierda y derecha, y esto jamás puede ser plasmado de forma simplista como fruto de unos meses, como pretende hacernos creer Pablo Iglesias que nosotros sostenemos. Esto, como se ha comprobado hasta la saciedad, jamás ocurre de forma súbita salvo contadas excepciones, como grandes crisis, y aun así dependen del factor humano para que sea aprovechado debidamente, algo que también ha escaseado históricamente hablando. Los «factores» que actuan en estas crisis y cambios del estado de ánimo de las masas son múltiples y actuan de forma recíproca, en realidad habría tantos que sería perdermos en un ejercicio inutil de enumerarlos todos. Uno o varios de ellos y por ende el todo de la situación puede que se agudice según marchen los acontecimientos y según sepa leerlos la formación de vanguardia para incidir en ellos. En medio de una situación revolucionaria, la historia ha mostrado que no se logra convencer más que a la mayoría de la clase obrera y a parte de la pequeña burguesía y extractos intermedios, neutralizando a otra pequeña parte de ellos. La otra parte irá detrás de los partidos tradicionales. Esto fue explicado extensamente por Stalin en «Fundamentos del leninismo» de 1924.

¿Qué podemos concluir? Que la exposición del Sr. Iglesias no se puede aplicar a los movimientos revolucionarios de índole comunista, ya que este, al menos según lo que mandan sus cánones y no la hilarante mente de este posmoderno, siempre ha dado pruebas de opoenrse frontalmente a muchos de los conceptos de los que él se mofa. En resumen, Pablo Iglesias hacía una caricatura de los movimientos que él consideraba como radicales, pero más bien solo estaba haciendo una exposición de los peores defectos de las organizaciones anarquistas, antiglobalización y también de los grupos revisionistas semianarquistas, pretendiendo hacer extensible dichos defectos infantiles a los comunistas de verdad para meterlos en el mismo saco y denigrarlos. El fin de todo esto era justificar mejor ante el público, su visión reformista que a no mucho tardar se plasmaría en Podemos. 

Como nota curiosa, debemos añadir que aunque Pablo Igliesas se burlase en 2013 de algunos de estos «movimientos radicales» de la «izquierda» con «exceso de testosterona», él siempre ha compartido una afinidad a estos grupos. Ejemplos hay de sobra. 1) De sus ideas antigobalización y toda su visión timorata y concescendiente –heredera del tercermundismo– en geopolítica provenía el justificar como «antiimperialismo» e incluso «ejemplos del progreso actual» a gobiernos como el ecuatoriano, nicaragüense, venezolano, iraní, cubano o boliviano; pese a que estos regímenes mantuvieran mil vínculos con los bloques imperialistas, sus leyes fuesen homófobas, discriminasen a la mujer o incluso oficialmente fuesen Estados confesionales. 2) Durante años también adoptó, como Juan Carlos Monedero, el guion de la «izquierda abertzale» en la justificación del terrorismo indiscriminado de ETA hacia toda la población trabajadora que rehuía sus planteamientos, considerándolo simplemente como «daños colaterales» del «conflicto vasco». 3) En lo organizativo se esforzó por crear la ilusión que Podemos era algo diferente, una «organización horizontal» 
¡que novedad!–, con total «libertad de fracciones e ideologías» ¡lo nunva visto!, algo, que según él, era imprecindible creaba todo un «modelo alternativo» para prevenir el exceso de acaparación del poder, corruptelas y separación del pueblo que se había dado en las experiencias del «centralismo democrático» comunista, modelo idóneo para crear dictadores, todo, eso sí, mientras en su propia formación morada imponía un modelo unipersonal y de total vasallaje, ¡suprimiendo uno tras otro los estatutos y normas éticas que ellos mismos antes veían como «innegociables»!




Recetas económicas keynesianas

Podemos nació en mayo de 2014 con un programa económico socialdemócrata en lo fundamental, siendo una propuesta nada original respecto a otras propuestas de formaciones históricas revisionistas del país: es el caso de Izquierda Unida (IU):

«Al César lo que es del César, Izquierda Unida, ya tenía este programa «alternativo y progre» típico de la socialdemocracia, antes de que Podemos pusiera un pie en el panorama, por eso lleva razón al decir que en Izquierda Unida lo llevan haciendo desde «el principio de los tiempos», que más bien, sería para ser exactos, desde la aceptación del eurocomunismo en tiempos de Carrillo. (...) Es por tanto claro, que el programa de Podemos, Izquierda Unida, etc. no supone un paso al socialismo, y quién así lo afirme, su discurso está por completo en el campo de la ignorancia o la demagogia, ya que estos partidos, al no ser partidos de carácter proletario, sino multiclasistas –como tales aceptan a quién sea, sin condiciones ideológicas, y no existe una disciplina de partido leninista–, y al no estar pertrechados con los conocimientos de economía política marxista-leninista –sino más bien por teorías socialdemócratas, de reformar el capitalismo, limitarlo, etc.–, no están en poder de hacer que esas nacionalizaciones supongan un cambio cualitativo fuera del capitalismo; seguiría imperando tanto la propiedad privada –por sus teorías de competir y alentar al sector privado– como las leyes capitalistas en la «empresa pública» –ya que no están en condiciones ni de conocer ni de aplicar tales conocimientos–». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Podemos un partido diferente a Izquierda Unida? En absoluto; Sobre el programa de las nacionalizaciones, 6 de junio de 2014)

Uno de los eslóganes más famosas fue el «impago» de la deuda por considerarla ilegítima para el pueblo trabajador, término que pasó al de «restructuración»:

«En su programa electoral para el 26-J, la organización morada abogó por una «reestructuración» de la deuda pública vinculada a las «ayudas públicas al sector financiero, el memorando de entendimiento y el rescate de la Unión Europea». Fue en noviembre de 2014, a raíz de presentar el documento «Un proyecto económico para la gente», cuando el partido del círculo matizó la propuesta de «impago» de la deuda que llevó a las elecciones europeas de mayo y empezó a hablar de «reestructuración». (Vozpopuli; Podemos se suma a la movilización del 27 de mayo por el impago de la deuda, 15 de abril de 2017)

Se observa, que aquí se empieza a cambiar el lenguaje, hablando como un candidato de presidente al país que promete que hará lo que pueda con los deudores una vez llegado al poder.

Entre sus primeras propuestas, también se veían medidas ciertamente utópicas como la famosa «renta básica para todos»:

«Una de las propuestas estrella de Podemos era una renta universal para todos, sin requisitos. Tras la polémica que generó esa medida, la formación morada propone ahora una renta garantizada de 600 euros mensuales, solo para quienes no tienen ingresos.

Esta propuesta se incluye en el plan contra la pobreza y la desigualdad y tendría que contar con la implicación de todas las administraciones. Esta «renta garantizada» ya no es «universal» como promulgaba el partido en las europeas y sólo se otorgaría a las personas que acrediten no tener ningún ingreso». (La información; De Vistalegre I a Vistalegre II: así ha cambiado el discurso de Podemos en dos años, 30 de enero de 2017)

Esta medida de otorgar una subvención de una renta universal para todos, es una propuesta demagógica difícilmente realizable bajo el capitalismo que solo contribuye a alimentar entre la gente la idea de que las medidas «socialistas» no resuelven el problema del desempleo, sino que suponen crear otro: que con los impuestos de todos se contribuya a mantener a gente holgazana que no quiere trabajar y prefiere vivir de dicha renta estatal.

La promesa de la nacionalización de los sectores estratégicos para poner coto a los abusos de las grandes corporaciones, también ha pasado a mejor vida:

«En aquel manifiesto que precedió a la presentación de Podemos en sociedad en enero de 2014 también se pedía «la nacionalización de la banca privada». Esta propuesta se fue diluyendo ya en su programa para las europeas y ahora, en el de las generales del próximo 20 de diciembre, piden, por ejemplo, realizar una «auditoría independiente de todas las entidades financieras que han recibido ayudas públicas para determinar las que debe asumir el sistema bancario privado. (...) En su programa de las europeas, Podemos también defendía la «recuperación del control público en los sectores estratégicos de la economía» tales como telecomunicaciones, energía o transporte. Aunque Iglesias siguió defendiendo esta medida meses después, poco a poco ha ido rebajando el tono, hasta admitir que «las nacionalizaciones son algo excepcional». (El Diario.es; Podemos abandona para las generales propuesta estrella como proceso constituye, impago de la deuda o jubilación a los 65, 29 de noviembre de 2015)

Del mismo modo se ha abandonado la defensa de una jubilación a los 60, apostando como el resto de partidos de la casta, por los 65 años:

«El programa de las europeas recogía la reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales y de la edad de jubilación a 60 años. Podemos sigue manteniendo su aspiración de conseguir una jornada laboral de 35 horas, pero sube la edad de jubilación a los 65». (El Diario.es; Podemos abandona para las generales propuesta estrella como proceso constituye, impago de la deuda o jubilación a los 65, 29 de noviembre de 2015)

Como se ve, conforme pasaron los meses desde la fundación de Podemos, pasaron a rebajar todavía más el programa económico. Es más, la primera crisis de Podemos se abrió en 2015 con el giro pragmático tanto en el rebajamiento de la fuerza del discurso –absteniéndose a usar términos popularizados como «casta» y «querer tomar el cielo por asalto»– como en las cuestiones programáticas –que se fueron retirando o suavizando cuestiones como la tauromaquia, república, OTAN, edad de jubilación, deuda, nacionalización, renta básica–. Todo ello conforme se acercaban las elecciones:

«La estrategia de moderación del mensaje que Podemos seguirá de cara a las próximas elecciones irá acompañada de la eliminación o suavización de varias medidas programáticas con las que se dio a conocer la formación. Propuestas estrella que se colaron en la agenda pública generando encendidos debates, pero que ahora desaparecerán del programa marco del partido o se quedarán reducidas a la mínima expresión. Podemos apuesta por un programa de corte socialdemócrata en lo económico, por presentarse ante el electorado –de centro– como una alternativa prudente y realista, y por desprenderse de los clichés que identifican sus medidas con la izquierda clásica». (El Confidencial; Podemos rectifica para vender moderación: jubilación, renta básica, república, toros, 25 de abril de 2015)

¿Por qué se hacía esto?:

«Cuanto más se aproximan las elecciones municipales de mayo, pero sobre todo con el ojo en las generales de diciembre de 2015, Podemos retrocede más si cabe en el programa y el discurso, desde el tema más candente hasta el más olvidado, desde el más importante hasta el más banal: en cualquiera de estos lares desde 2014 que apareciera ha retrocedido en su programa y discurso en cuestiones como: la renta básica, edad de jubilación, tauromaquia, república, desprivatización, «¡incluso en su apariencia chavista!». Esto es algo inherente a los partidos de tipo revisionista y reformista, que temen perder el voto «moderado», reflejando su miedo en eliminar estas propuestas ya de por sí insuficientes». (Equipo de Bitácora (M-L); Y cuanto más se acercan las elecciones generales, Podemos recula más y más en su programa y discurso [Recopilación de documentos], 2 de mayo de 2015)

La ruta seguida después de esto ha sido fichar a reconocidos economistas socialdemócratas como Thomas Piketty que asesora al PSOE y a Podemos a la vez:

«El otro gran referente «robado» a los socialistas ha sido el economista francés Thomas Piketty. Iglesias pudo anotarse el tanto de contar con el autor de «El capital en el siglo XXI» como asesor para su programa económico, pero el economista no dudó en asegurar un día más tarde en una entrevista a El Mundo que continuaría su relación con el PSOE: «Hablaré con los dos». (ABC; Pablo Iglesias: a la caza del votante socialista, 22 de septiembre de 2015)

Podemos como en muchas otras cosas, sigue los pasos de SYRIZA. Alexis Tsipras también recurrió a viejos militantes o asesores del PASOK –el PSOE griego– como Yanis Varoufakis, y los resultados son conocidos por todos: nada cambió en Grecia. Podemos reclutó a los socialdemócratas Vicenç Navarro y Juan Torres para articular su programa económico:

«Que Navarro y Torres se convirtieran en los autores del programa económico de Podemos es una expresión explícita del hecho de que la discusión económica está incrustado dentro de un marco abiertamente burgués. La discusión se lleva a cabo en el plano del keynesianismo y del neoliberalismo, se navega pues, de forma segura en el sistema de coordenadas de la economía burguesa. La tela reformista ha rechazado finalmente las nociones marxistas y, como consecuencia, rechaza abiertamente la socialización de los medios de producción, reduciendo cualquier discusión relacionada con el socialismo a la redistribución de la renta y el bienestar sobre la base del modo de producción capitalista. En este sentido, se puede argumentar con seguridad que el programa económico de Podemos está incrustado en una línea descendente del desarrollo con respecto al revisionismo, del que partía. También se puede argumentar que el programa económico de Podemos tiene un gran parecido al presentado por el PSOE durante la década de los 80, en momentos de una grave crisis económica y con las ambigüedades inherentes a la transición española en el fondo. A pesar de su fraseología, que ha sido descrita como ni de derechas ni de izquierdas, Podemos se presenta con un programa económico burgués característico de la socialdemocracia. No olvidemos que las reformas económicas implementadas por la socialdemocracia española fueron las mismas que permitieron a España la integración en la Unión Europea como un socio menor, lo que llevó a la destrucción sistemática de la industria pesada y la infraestructura correspondiente. Podemos ahora invoca un programa económico basado en postulados keynesianos, pero ahora, sobre la base de un sistema bien definido de las relaciones económicas de dependencia con respecto a los países industrializados de la Unión Europea. Podemos, junto con Syriza, son inflexibles sobre permanecer en la Unión Europea. Por las razones que sean, parecen convencidos de que una retirada de la Unión Económica Europea equivaldría a una catástrofe. Nos quedamos no sólo con un programa socialdemócrata clásico, pero con un sistema de declaraciones llenas de ilusiones y delirios sobre la democratización de las estructuras políticas y económicas europeas. El nivel de desintegración en el pensamiento económico es tan avanzado que muy poco se deja lugar a la terminología de Marx en el discurso. Desafortunadamente, esta evolución responde a una lógica perversa que está lejos del azar». (Rafael Martínez; El reformismo de Podemos y el renacimiento del keynesianismo, 2015)

Además pidió consejo a los socialdemócratas nórdicos de cómo se gestiona un gobierno y su política exterior europea, incluso se han propuesto renegar de la antigua reivindicación del chavismo –no porque su línea sea muy diferente a ellos sino por el carácter polémico de sus discursos y su mala fama en España–.:

«La formación liderada por Pablo Iglesias respaldará su ‘plan de rescate ciudadano’, un paquete de medidas sociales para implantar en los cien primeros días de gobierno, con la firma de economistas nórdicos de corte socialdemócrata. (...) La propuesta económica encargada a los catedráticos Juan Torres y Vicenç Navarro ya pivotaba sobre las tesis de la socialdemocracia, en las que cada vez se sienten más cómodos los dirigentes de la formación. (...) Una cuestión de imagen, en consonancia con las referencias discursivas a «las democracias nórdicas» con las que Podemos pretende equiparar sus medidas. Un giro estético e ideológico para huir de las referencias bolivarianas, colocando un tupido velo sobre todo lo que pueda asociar al partido o a sus dirigentes con el socialismo del siglo XXI enarbolado por el expresidente venezolano Hugo Chávez». (El Confidencial; Podemos busca economistas nórdicos para romper con su imagen chavista, 16 de abril de 2015)

Se ha rebajado las expectativas más radicales de su discurso económico:

«El propio secretario general manifestó públicamente su coincidencia ideológica con estas posturas, más moderadas con respecto a las que defendía hasta poco antes de fundar el partido y alejadas de las plasmadas en el programa colaborativo con el que Podemos se presentó a las elecciones europeas». (El Confidencial; Podemos busca economistas nórdicos para romper con su imagen chavista, 16 de abril de 2015)

Incluso han tratado de calmar a los banqueros, empresarios e inversores sobre sus ideales económicos:

«Con ello también se tratará de calmar a los mercados. Una pretensión en la que se enmarcó el encuentro mantenido este miércoles entre el responsable del área de Economía, Nacho Álvarez, y la secretaria de Análisis Político, Carolina Bescansa, con inversores extranjeros clientes del Bank of America Merrill Lynch. Los representantes de Podemos han expuesto las principales líneas de sus propuestas económicas y escuchado las preocupaciones de los inversores, en una reunión solicitada por estos últimos, según ha comunicado el partido. «Los distintos representantes de los grupos de inversión plantearon preguntas sobre el programa de Podemos en un escenario de triunfo electoral y así lo hicimos», ha explicado Bescansa, quien calificó el encuentro de gran interés para ambas partes». (El Confidencial; Podemos busca economistas nórdicos para romper con su imagen chavista, 16 de abril de 2015)

Llegando así, a reunirse con los principales representantes de la patronal para tender puentes, sintiéndose satisfechos ambas partes y prometiendo trabajar en conjunto, es decir estrechando una colaboración de clases, como vemos:

«La patronal calienta motores de cara al 20-D. Esta mañana, Juan Rosell, presidente de CEOE, y Antonio Garamendi, presidente de Cepyme, han mantenido una reunión con Podemos a la que ha asistido el líder de la formación, Pablo Iglesias. Este encuentro se enmarca dentro de las reuniones que ambas organizaciones empresariales están manteniendo con los diferentes partidos políticos. (...) Tras el encuentro, los representantes empresariales han señalado que existen diferencias con Podemos pero que, en muchos casos, se pueden solventar. (...) En la misma linea se ha mostrado el secretario general de la formación, al reconocer que se sintió sorprendido por la «predisposición al diálogo» de la patronal respecto a la situación en Cataluña y también sobre el programa económico de Podemos, a pesar de las «diferencias evidentes». (El Confidencial; os empresarios se reúnen con Podemos: «Hay diferencias, pero se pueden solventar», 16 de noviembre de 2015)

Todo, hasta convertir poco a poco a Pablo Iglesias en una suerte de versión de Felipe González y a Podemos en el nuevo PSOE. Al final fue así: todo el ruido inicial que hizo Podemos contra la casta y el PSOE para nada, para acabar reivindicando abiertamente la intención de ocupar el hueco dejado por el PSOE porque este ya no defiende, o, mejor dicho, no puede defender el Estado de bienestar y la socialdemocracia:

«Sin embargo, esa centralidad no tiene por qué coincidir con lo que en el pasado se llamó «centro ideológico» y que sólo puede explicarse en un contexto en el que conservadores y socialdemócratas pueden diferenciar sus propuestas. Hoy, por el contrario, la centralidad está marcada por lo que señalaba ZP; un proyecto económico redistributivo frente al dogmatismo de la austeridad. (...) Insistir en esa explicación y asumir sin complejos que nuestro estilo irreverente funciona bien con nuestras propuestas económicas de defensa del Estado del bienestar y los derechos sociales, es llevar la disputa política al terreno que nos es favorable». (El Público; La centralidad no es el centro, 20 de abril de 2015)

El llamado por los socialdemócratas «Estado del bienestar» no es otra cosa que un modelo keynesiano engañoso basado en la «sociedad de consumo» y en aprovechar los momentos de respiro entre crisis y crisis para promulgar el fin de las crisis. No es cierto que el «Estado del bienestar» se haya destruido en la última década, ya en los 80 muchos economistas hablaban del mismo «fin del marco del Estado del bienestar», por tanto, es un mito que la actual crisis de la socialdemocracia sea nueva.

El fin de Podemos es el mismo objetivo fetiche del mundo keynesiano: reformar el capitalismo, intentar hacerlo más benévolo:

«Hay una serie de reglas del juego que implica que dentro de la economía de mercado algunos defendemos que se puede distribuir mejor y que se pueden asegurar sociedades del bienestar más justas a través de reformas fiscales, y bueno, poniendo límites al funcionamiento descontrolado de la economía de mercado. (...) Una serie de medidas distributivas, de protección social, de protección de los trabajadores, que se puede calificar de programa socialdemócrata». (Entrevista a Pablo Iglesías en El País, 2016)

Una pretensión que como se sabe es una ilusión que siempre acaba en fraude:

«Los intentos de disminuir las desigualdades que genera el sistema capitalista, mediante procesos redistributivos que utilizan mecanismos fiscales, son contradictorios a las necesidades de acumulación privada y de expectativas de beneficios, que son los mecanismos esenciales para que maduren las inversiones. La actuación de las empresas públicas y del intervencionismo del Estado en las relaciones industriales no menoscaba las posiciones de preeminencia social [de la burguesía], por lo que cabe dudar de la pretendida neutralidad y arbitraje en las actuaciones estatales. En este sentido, los marxistas contemporáneos no consideran las nacionalizaciones o el «Estado del bienestar» constituyan amenazas graves al sistema de poder vigente». (Ramón Sánchez Tabarés; Introducción a la política económica, 1988)

Marx ya advirtió ante este tipo de desviaciones que:

«Para nosotros no es cuestión reformar la propiedad privada, sino abolirla; paliar los antagonismos de clase, sino abolir las clases; mejorar la sociedad existente, sino establecer una nueva». (Karl Marx; Circular del Comité Central a la Liga Comunista, 1850)

La actitud programática de Pablo Iglesías en lo económico es la misma que ya Marx denunció irónicamente analizando las insinuaciones del revisionista Bernstein:

«No se renuncia al programa; lo único que se hace es aplazar su realización... por tiempo indefinido. Se acepta el programa, pero esta aceptación no es en realidad para sí mismo, para seguirlo durante la vida de uno, sino únicamente para dejarlo en herencia a los hijos y a los nietos. Y mientras tanto, «todas las fuerzas y todas las energías» se dedican a futilidades sin cuento y a un remiendo miserable del régimen capitalista, para dar la impresión de que se hace algo, sin asustar al mismo tiempo a la burguesía. (...) No debe ser un partido de la clase obrera, no debe despertar el odio de la burguesía ni de nadie. Lo primero que debe hacer es realizar una propaganda enérgica entre la burguesía; en vez de hacer hincapié en objetivos de largo alcance, que asustan a la burguesía y que de todos modos no han de ser conseguidos por nuestra generación, mejor será que concentre todas sus fuerzas y todas sus energías en la aplicación de reformas remendonas pequeñoburguesas, que habrán de convertirse en nuevos refuerzos del viejo régimen social, con lo que, tal vez, la catástrofe final se transformará en un proceso de descomposición que se lleve a cabo lentamente, a pedazos y, en la medida de lo posible, pacíficamente. Esa gente es la misma que, so capa de una febril actividad, no sólo no hace nada ella misma, sino que trata de impedir que, en general, se haga algo más que charlar». (Karl Marx; De la carta circular a A. Bebel, W. Liebknecht, W. Bracke y otros, 1879)

Uno de los partidos proalbaneses de los 80 diría de la socialdemocracia sueca y de la política de salario y de redistribución de la riqueza:

«La política salarial del reformismo tiene algunos rasgos fundamentales que la guían desde hace decenios. Su base es el mantenimiento del sistema capitalista. Todos los discursos de los reformistas embelleciendo las prebendas concedidas a la clase obrera lo demuestran. ¿Cuáles son los rasgos más importantes de la política reformista salarial que de año en año garantiza los enormes beneficios del capital?

Las contradicciones entre el trabajo y el capital, entre la clase obrera y la burguesía, tienen su base en las relaciones de producción capitalistas. Planteamos esto como axioma y no hacemos sino comprobar que es en la apropiación de los frutos del trabajo de la mayoría en la que se basa la cuestión del salario. El beneficio de una empresa no se saca mediante el «trabajo del capital», como lo dan a entender los accionistas. ¿Es que acaso se ha visto alguna vez que trabaje y produzca el dinero? Es mediante el capital bajo forma de máquinas, locales, etc. Como los obreros producen la plusvalía, el beneficio.

Pero los reformistas no consideran que esto sea una contradicción fundamental y que sea la base misma de la esclavitud asalariada. Consideran la contradicción entre el trabajo y capital como una relación de distribución. Los reformistas quieren que los capitalistas «lleven a cabo un reparto», o sea, que disminuyan su explotación, pero esto, por supuesto, sobre bases calificadas como económicamente «realistas».

¿Por qué iban los capitalistas a llevar a cabo esta «distribución»? ¿Es que no se apoderan de la plusvalía de hecho, mediante la posesión de las máquinas que los obreros han creado con su trabajo? Esto no tiene nada que ver con un reparto cualquiera, se trata de un robo legal y constitucionalmente organizado.

Un «reparto» de este tipo no podría existir un solo día si la clase obrera fuera la que decidiese. En efecto, si la clase obrera estuviera en el poder, a quién se le ocurriría entre ella, «distribuir» una parte del producto de su trabajo a los capitalistas.

La teoría de las relaciones de distribución niega en su esencia que el salario del trabajo sea un ingreso del que se saca el «excedente de trabajo», destinado a crear la plusvalía. ¿De dónde provendrían sino los miles de millones de plusvalía?

Los reformistas ponen en un pie de igualdad salario y beneficio capitalista, este último proveniente de la plusvalía sobre el trabajo, sobre el dinero –interés–, de la especulación, etc. Para los reformistas que se gargarizan con la palabra «distribución», para ocultar esta mistificación y su escandalosa injusticia, pretenden que se trata de una «distribución» según las prestaciones». Algo que según el sistema M.T.M. –método para medir los diferentes momentos de trabajo– se podría medir de forma muy «científica».

Este «fundamento teórico» se convierte de esta forma en la idea fundamental de la armonía entre las clases en la sociedad capitalista y la política salarial que resulta de ella no ser más que una política de colaboración de clases.

La lucha contra la apropiación de la plusvalía por el capital no puede, en efecto, limitarse a una cuestión cuantitativa en la que sólo se trataría de algunos porcentajes más o menos. En sus teorías y sus actuaciones, los reformistas no hacen sino defender el derecho de los capitalistas a robar los beneficios y a decidir sobre la vida y el futuro de los hombres.

De ahí la importancia de comprender que, todos los que aceptan que cualquier parte que sea del aumento de valor en el proceso de producción corresponda a los capitalistas, son reformistas. Que todos los que niegan que los dos tipos de ingresos, salario y beneficio, son irreconciliables y no pueden estar nunca en armonía, gracia a la «distribución» que sea, son reformistas. Que todos los que no tratan de poner al descubierto la contradicción fundamental entre trabajo y capital, cuando hablan de política de salarios como de otras cuestiones, son reformistas. Que todos los que no amplían la solución de esta contradicción del sistema capitalista por la revolución socialista, son reformistas. (...)

La «teoría del consumo» por lo tanto es grotesca. Se basa en la idea de que el capitalista no es capitalista y no desea explotar a los obreros. Se basa también en la idea de que los capitalistas no compiten entre sí. Dos quimeras. El que espere un aumento de los salarios y deposite su confianza en estas «teorías» puede ya ponerse a llorar por sus esperanzas defraudadas». (Partido Comunista de Suecia; La mentira es la base de la política salarial del reformismo; Publicado en Teoría y práctica, nº 3, 1984)

A Pablo Iglesias le preguntaron directamente si apostaba por la ruptura o la reforma del sistema, si era socialdemócrata o marxista, y si deseaba cambiar por tanto el capitalismo o no:

«Entrevistadora: ¿Ruptura o reforma? 


Pablo Iglesias: Un cambio razonable. Nosotros lo que decimos es que hay que aplicar medidas de rescates ciudadanas razonables.

Entrevistadora: ¿Te he entendido que eres socialdemócrata o que eres marxista?

Pablo Iglesias: Nuestro programa es un programa que hubiera firmado cualquier socialdemócrata. Si a nosotros nos preguntáis si en Podemos queréis acabar con el capitalismo. Ojalá pero es que largo me lo fiáis.

Entrevistadora: ¿Pero eso no se puede hacer sin violencia?

Pablo Iglesias: Si con violencia ni sin violencia, el problema es un mundo en que un solo país no puede hacerse un cambio global. (...) Que a la hora de estudiar la historia la clave de lo que ha pasado en el mundo en los últimos años, los que venimos de la academia utilicemos metodologías de investigación que tienen que ver con eso [el marxismo], bueno, nosotros y los del partido socialista, e historiadores mucho más conservadores, pero nuestro programa es un partido que cualquier socialdemócrata europeo hace 20 años hubiera dicho yo estoy con eso». (La Sexta Noche, 4 de octubre de 2016)

No hay mucho más que decir, tirando de la teoría trotskista de la «revolución permanente» y yendo en contra de la propia historia, nos viene a decir que en la actualidad no hay alternativa en el marco nacional al capitalismo. Que nos debemos contentar con reformar los aspectos más nocivos del mismo.

Esto nos recuerda a las siguientes declaraciones del líder del PSOE, Felipe González:

«Por ahora el sistema capitalista es el que me parece el menos malo de los conocidos». (Felipe González; Discurso ante la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM), 27 de abril de 1984)


Otro aspecto notable es como la formación morada hablaba y habla ahora de la llamada Transición:

«En su primer discurso tras ser proclamado oficialmente secretario general de Podemos, el 15 de noviembre de 2014, Iglesias dejó claras las intenciones de su formación: Defender el «derecho a decidir sobre todas cosas»«Discutamos de todo y con todos. Un proceso constituyente para abrir el candado del 78», sentenció el líder de la formación morada ante el Nuevo Teatro Apolo.

No obstante, ahora la formación ha abandonado la pretensión de iniciar un proceso constituyente, y la ha sustituido por la necesidad de llevar a cabo una reforma a fondo, eso sí de la Constitución. El motivo, que dudan «que haya una mayoría social en España que quiera una nueva Constitución». De criticar el 'régimen' del 78 a recuperar el 'espíritu de la Transición'

«El cambio tiene que ver con la posibilidad de construir una alternativa frente a un régimen que se derrumba, el régimen de la corrupción», defendió también Iglesias aquel 15 de noviembre de 2014, cuando la palabra «régimen» para hacer referencia al sistema surgido de la Transición se había convertido ya en eje del argumentario de Podemos.

Dos años después, sin embargo, los dirigentes de Podemos apenas usan este término para referirse al modelo surgido del 78, y cada vez son más sus alabanzas al «pacto constitucional» alcanzado entonces. «Aquella Transición, a pesar de sus límites, fue un éxito político», afirma Iglesias, a la vez que defiende la necesidad de recuperar el «espíritu» del 78 para actualizar el «gran acuerdo» que supuso. Del «cielo se toma por asalto»... a «llamar al timbre». (La información; De Vistalegre I a Vistalegre II: así ha cambiado el discurso de Podemos en dos años, 30 de enero de 2017)

Pero si hemos visto que el socialdemocratismo es un fraude para las masas, ¿por qué surgen entonces este tipo de recetas económicas reformistas si se han demostrado que son imposibles de aplicarse en muchas ocasiones o directamente una vez aplicadas no acaban con los problemas principales?

Para las capas atrasadas supone un polo intermedio entre el conservadurismo de la derecha y el aparente radicalismo del comunismo. Debido al bajo nivel político y cultural de las masas, es posible simplificar esto hasta estos extremos en casi todas las cuestiones. Si a esto le sumamos la escasa memoria política, cuando no la indiferencia hacia la política, tenemos siempre en la socialdemocracia la opción «sensata» para el nivel político del trabajador medio. En el caso español, el que el PSOE haya conseguido adaptarse oportunamente a los movimientos sociales de moda, como el movimiento LGTBI, o a las variadas ramas del feminismo, suma un gran número de votantes fieles de diversos colectivos en auge, colectivos a los que, por supuesto, no se discute ni una coma de todas sus teorías y conclusiones, ni siquiera cuando se encuentran disparates de tamaño, pues contradecir públicamente a cualquiera de estos movimientos se interpreta desde la cúpula de los grandes partidos socialdemócratas como una «lucha ideológica estéril» que bien puede hacerle perder votos, algo que no se pueden permitir. 

Pero entre las cuestiones siempre pendientes está la cuestión social. Cuando la socialdemocracia está en el poder se encomienda, como viene haciendo desde hace siglos, a una evidente política de colaboración de clases, lo que la introduce de lleno en una contradicción de la cual no puede escapar, pues dicen defender a los «trabajadores» o a «toda la nación» sin distinción de clases, mientras, en la práctica, gobiernan en favor de una parte ínfima de ella; esto es, gobiernan en favor de los explotadores y en contra de la mayoría de población: los explotados. Al colocarse en pro de los deseos de los poderosos no solo no resuelve la problemática de la cacareada «justicia social», sino que ahondan las contradicciones del capitalismo y sus tensiones sociales y, por tanto, causa un desapego entre los trabajadores de mayor concienciación socio-política. A su vez, con sus actuaciones, la socialdemocracia crea condiciones objetivas para que sus opositores –anarquistas, conservadores, comunistas y hasta fascistas– puedan aprovechar dicho panorama si son hábiles y audaces en la realización de un buen trabajo de persuasión entre las masas. De hecho, cualquier grupo político que pueda realizar una buena labor de masas y tenga una gran organización interna estará en condiciones de radicalizar y llevar hacia su terreno a las masas trabajadoras descontentas con los socialdemócratas

A esto debe tenerse en cuenta, que otro factor que ayuda a que las masas se mantengan aletargadas, es porque un gobierno socialdemócrata que se hace con el poder puede imponer sus mecanismos de coacción ideológica, impera entonces:

«Como elemento coadyuvante en el mantenimiento del predominio de unas clases sobre otras, el Estado opera a través de los aparatos culturales y educativos que introducen la aceptación del sistema económico y el rechazo de ideas que pongan en duda la eficiencia en términos colectivos, y planteen su posible sustitución por un orden social y económico distinto». (Ramón Sánchez Tabarés; Introducción a la política económica, 1988)

Esto quiere decir básicamente que Podemos es un subproducto amable del capitalismo prefabricado para desmoralizar a las capas trabajadoras.

[Nota del Equipo de Bitácora (M-L) en 2019]:

Podemos incluso a llegado al punto de hacerse más constitucionalista que nadie, instando a los trabajadores a que mediante la legalidad y la Constitución en mano, hará cumplir bajo el capitalismo –de cual no hay salida según dice–, los artículos de la constitución, toda una tomadura de pelo sin duda:

«El líder de Podemos mantiene su apuesta por la estrategia de pasear la Constitución y presentar como hoja de ruta el cumplimiento de los artículos sociales de la Carta Magna. Blande el artículo 128 «Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general»; el 50 «Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad»; el 47 «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada»». (El Mundo; Podemos sitúa como línea roja un impuesto a los ricos, pero no el referéndum en Cataluña, 13 de octubre de 2019)

¿Qué decir a estos sueños utópicos que venden estos demagogos?:

«El que la constitución italiana difiera, por ejemplo, de la constitución de los tiempos de la monarquía y el fascismo, y que en ella figuren una serie de principios democráticos, esto es comprensible, estos principios han sido impuestos por la lucha de la clase obrera y del pueblo italianos contra el fascismo. Pero no sólo la constitución italiana contiene tales principios. Después de la Segunda Guerra Mundial, la burguesía de todos los países capitalistas de Europa se esforzó en una que otra medida por cortarle los vuelos a la clase obrera, reconociéndole algunos derechos sobre el papel y negándoselos en la práctica». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

A esto se refería el autor cuando hablaba de los derechos clásicos de una constitución burguesa como la italiana, que parecía a simple vista más progresista bajo papel, pero de igual forma en la práctica dichos derechos eran mínimos:

«Las libertades y derechos que prevé la constitución italiana son libertades y derechos puramente formales, que son violados diariamente por la burguesía. Prevé por ejemplo una cierta limitación de la propiedad privada, lo que no ha impedido que los Fiat y los Montedison se enriquezcan cada vez más y los obreros se empobrezcan cada vez más. La constitución prevé el derecho al trabajo, pero esto no constituye un obstáculo para que la patronal capitalista y su Estado arrojen a la calle a unos dos millones de obreros. La constitución garantiza una serie de derechos democráticos, pero no impide que el Estado italiano, los carabineros y la policía actúen casi abiertamente, en base a los derechos reconocidos por la constitución». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)


En la cuestión nacional: la ambigüedad por estrategia

Tampoco haría falta detallar mucho cual ha sido el papel jugado por las otras organizaciones reformistas en los últimos años, pero citaremos algunos casos paradigmáticos. Empezando con IU, aliado coaligado a Podemos. Su principal referencia el PCE dice que:

«Vuelve a plantear que un problema político qué lleva años enquistado no puede tener otra salida que el acuerdo negociado, consensuado y refrendado por el pueblo catalán. Por ello, la actual situación de confrontación sin perspectiva de solución tiene que terminar de manera que se respete el derecho de manifestación pacífica y de expresión de una parte considerable del pueblo de Cataluña y desaparezcan las actuaciones desestabilizadoras, a la vez que debe imponerse una respuesta política democrática que abra la puerta al diálogo y a la negociación. Nada de ello será posible si no vuelve la normalidad a las calles y plazas de las ciudades catalanas, evitando que la actual anormalidad pueda beneficiar claramente a las opciones políticas de la derecha en toda España en las próximas elecciones generales». (Partido Comunista de España; Comunicado, 20 de octubre de 2019)

Ángeles Maestre, pese a ser militante de una pequeña organización ecléctica, resume perfectamente el papel jugado por IU/PCE en su artículo publicado en: «El Público»:

«Están contando con el impagable, o no, apoyo de Alberto Garzón, coordinador de IU y Paco Frutos, ex secretario general del PCE, reeditando el papel de apagafuegos desempeñado por ambas organizaciones desde la Transición ante situaciones que dificultaran el control por parte de las clases dominantes. Esa función fue perfectamente identificada, ni más ni menos que por un editorial de ABC que reflexionaba sobre los peligros de desaparición de IU tras su fracaso electoral en 2004. Reconocía perfectamente este diario sus intereses de clase y decía así: «El paisaje democrático español ofrece históricamente un espacio claro a la izquierda del PSOE, donde debe asentarse una formación que refuerce la centralidad política de la socialdemocracia y al tiempo sirva como dique de contención para las tentaciones antisistema. IU ha ejercido, desde su refundación a partir del viejo PCE, como factor de estabilidad que ha cargado a sus espaldas con los distintos impulsos de izquierda alternativa que se han ido configurando tras la crisis del marxismo tradicional, evitando que se produzcan tentaciones escapistas y rupturistas al margen de los cauces de la democracia. (ABC; IU bajo mínimos, 17 de marzo de 2004). La obsesión de las clases dominantes, desde Franco hasta ahora, es tratar de evitar que la clase obrera vuelva a descubrir la íntima vinculación en el Estado de español entre la lucha contra la explotación y la de los pueblos por sus derechos nacionales. (...) Las declaraciones de Cayo Lara, ex coordinador general de IU negando el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro «unilateramente porque forma parte del Estado y el resto de españoles también tienen que opinar» son de una indigencia política que provoca vergüenza ajena. (...) El alineamiento de Alberto Garzón con el nunca nombrado nacionalismo español ha llegado a cotas muy altas, como cuando calificaba de «provocación» –¿a quién?– la declaración de independencia. (...) Es tan evidente que esas declaraciones podrían haber salido del PP o del PSOE y al tiempo el llamamiento al respeto al orden establecido es tan incompatible con posiciones mínimamente revolucionarias que ni siquiera me detengo a comentarlas. (...) Ante una reivindicación estrictamente democrática como ésta, que la hegemonice o no la burguesía no es argumento para que las organizaciones de la clase obrera no la respalden». (Ángeles Maestro; Los comunistas ante el agujero negro del nacionalismo español, 15 de noviembre de 2017)

Dentro de un tema sensible como es la cuestión nacional. Podemos ha acostumbrado a sus militantes a una confusión permanente, donde se hablaba de una «España plurinacional», del «derecho a decidir de los pueblos». Como vemos en su programa inicial:

«Ampliación y extensión de la figura del referéndum vinculante, también para todas las decisiones sobre la forma de Estado y las relaciones a mantener entre los distintos pueblos si solicitaran el derecho de autodeterminación». (Podemos; Programa para las elecciones europeas, 2014)

Pero poco a poco como en otros temas, han ido abandonando teóricamente esas reivindicaciones y se ha colocado en la práctica al lado de los principales partidos «constitucionalistas», en este caso del lado que aquellos que niegan el derecho de autodeterminación. Esto le ha causado problemas en los territorios donde existen fuertes reivindicaciones nacionales, exactamente como le ha pasado al PSOE o IU con sus juegos y regateos sobre la cuestión nacional.

Tiempo después Pablo Iglesias utilizaba dos de los argumentos de defensa de los «constitucionalistas» para negar el derecho de autodeterminación:

«Yo creo que sería bueno un referéndum en toda España, ojo, creo que eso sería algo muy saludable. (...) Vivimos una realidad de soberanías compartidas. Los españoles no podemos tomar una decisión soberana que afecte a la moneda, los españoles que nos están viendo, no puede decidir votar sobre la política monetaria, porque eso depende del Banco Central Europeo, porque nuestro país ha decidido ceder soberanías. (...) En todo momento, ha remarcado que su posición es que «Cataluña quepa dentro de una España unida» y afirma que si los independentistas fueran «el 80% de la población», «no habría ley que pudiera frenar ese hecho». (Entrevista a Pablo Iglesias en Antena 3, 11 de abril de 2017)

Confiesa que estaba dispuesto a organizar un referéndum sobre la autodeterminación catalana, ¡pero debe votar en toda España! Una posición absurda sin duda:

«¡Por donde puede verse que el señor Siemkovski no comprende siquiera de qué se trata! No se le ocurrió que el derecho a la separación presupone que el problema se resuelve, no por el parlamento central, sino sólo por el parlamento Dieta, referéndum, etc. de la región que se separa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El derecho de las naciones a la autodeterminación, 1914)

Repasemos algunos casos donde ganó el «no» en el referéndum. ¿Se imaginan que en cualquiera de los referéndums de Quebec de 1980 y 1995, o el reciente en Escocia de 2014, hubiese votado toda Canadá y toda Gran Bretaña? ¿Qué sentido tendría? Exactamente el mismo que si para la instalación de una nueva red eléctrica de un municipio se debiese consultar al municipio vecino, o si para la instauración de una ley aduanera en Italia, se preguntase a los franceses. Veamos ahora algunos casos donde triunfó el «». ¿No decidió solamente el pueblo de Noruega su independencia en el referéndum de 1905 frente a Suecia? ¿No decidió solamente el pueblo de Macedonia el permanecer o no dentro de Yugoslavia en 1991? 

Y dos, cuando en el hipotético caso de celebrarse dicho referéndum, para Pablo Iglesias, que el sí contase con 51% no sería válido como en cualquier otro referéndum, ¡deberá contar con más del 80% para que los chovinistas de Podemos aceptasen la secesión! ¿Se le puede ver más el plumero? En los casos vistos anteriormente, ¿se les amenazó a los países no soberanos a tener que conseguir un alto porcentaje del «» para hacer efectiva la secesión? Para nada.

En otros casos donde no hubo referéndum. ¿No decidió exclusivamente el Parlamento Eslovaco la disolución de Checoslovaquia en 1993? Así podríamos citar varios ejemplos. Precisamente en casos donde la nación opresora no permite la celebración de dicho referéndum, carece de sentido hablar de buscar un referéndum pactado con la nación oprimida. Y en caso de que se permitiese, es injusto para la opción secesionista, pedir un número de porcentaje más alto que el estipulado para cualquier referéndum básico de «Sí» o «No», que es ser mayoría ante su adversario. Todo lo demás, como dar varias opciones, o pedir un porcentaje altísimo de unanimidad, son trucos para evitar lo inevitable: el justo derecho a autodeterminación.

Como vemos estas teorías que maneja Podemos han sido desde siempre promovidas por personas que se les da de «demócratas» de cara a la galería, o de puertas para afuera, pero jamás para la cuestión nacional concreta de su zona.

En 2017 mientras Podemos e IU pasaban en silencio sobre el derecho de los catalanes a decidir. Ahora en otoño de 2019, ante los disturbios catalanes por la sentencia del «procés», Podemos y IU vuelven a adoptar la misma postura, incluso una mucho peor. Mientras en las ciudades de toda España salían a defender el derecho de autodeterminación, y a denunciar la brutal actuación de los cuerpos represivos, las formaciones reformistas lejos de llamar a la protesta, acudieron a sus propios actos de propaganda electoral como si nada pasase, y demostrando que es lo que realmente les importa: los votos. Es más, no solo no se han solidarizado con el pueblo catalán en el hecho de ejercer un derecho democrático, sino que una vez más, se ha respaldado la actuación de las fuerzas de represión españolas para dar la imagen de partido constitucionalista:

«El presidente me ha confirmado la absoluta colaboración entre Mossos y Policía, lo cual revela una situación de normalidad institucional», ha expresado Iglesias». (El Mundo; Torra atribuye la violencia a «provocadores e infiltrados», 17 de octubre de 2019)

Aparentar normalidad con unos 600 heridos, más de cien detenidos, 28 encarcelados, es poco menos que una broma de mal gusto.

Estos mismos son los que luego dicen estar con el pueblo, con la justicia, con la libertad.


[Nota del Equipo de Bitácora (M-L) en 2019]:

Tiempo después, con su acercamiento al PSOE, negociando Iglesias con Sánchez el gobierno de después de las elecciones de abril de 2019, se dejó claro en varias ocasiones, que Podemos renunciaba a su programa sobre la cuestión nacional en pro de obtener cuotas de poder en el gobierno del PSOE:

«Respecto al conflicto en Catalunya, queremos dejar claro que nuestra voluntad es encontrarnos con el PSOE en una apuesta por el diálogo para afrontar las dificultades inherentes al carácter plurinacional del Estado, asumiendo que el liderazgo le corresponderá al partido que ganó claramente las elecciones». (El Diario.es; Iglesias ofrece a Sánchez votar ahora un gobierno de coalición y, si no sale, revisar el acuerdo en septiembre, 3 de julio de 2918)

En otra ocasión se dijo de forma más explícita:

«La dirección de Podemos se compromete a no defender la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. El socio prioritario de Sánchez no tendría problema en cerrar esta y otras exigencias por escrito. Pero no renuncia a estar en el Consejo de Ministros. (...) «Asumimos que nos exijan que tiene que haber garantías y que no puede haber oposición al Gobierno con Cataluña o la política exterior», insisten al más alto nivel en Podemos en su compromiso de no cuestionar desde dentro del Ejecutivo a Sánchez. Para reforzar la credibilidad de su planteamiento aceptarían acordar los requisitos con el PSOE y ponerlos por escritos». (El País; Podemos acepta apoyar por escrito la postura del Gobierno para Cataluña, 8 de julio de 2019)

Siguiendo la lógica de los reformistas, Podemos sería capaz de controlar la tendencia hacia la derecha del PSOE, ¡¿pero se imaginan que tipo de beneficios va a conseguir los trabajadores que prestan su voto a una organización como Podemos, que declara que acepta no contradecir los designios imperialistas de la política exterior del PSOE?!

Para las elecciones del 10 de noviembre, volvió a escena el tema de referéndum, ¡pero se advertía que no era ninguna línea roja!:

«Impuesto a las grandes fortunas, línea roja. Referéndum en Cataluña, no. En su programa para el 10-N, seguirá habiendo una apuesta «por un referéndum pactado en el que Podemos defenderá un nuevo encaje para Cataluña en España». Esta solución aparecía en el documento de abril; desapareció en el texto de 370 medidas que en agosto enviaron al PSOE para tratar de retomar la negociación; y ahora vuelve a escena. «Creemos en una solución dialogada de los conflictos territoriales. El referéndum en Cataluña no es propuesta como el impuesto a las grandes fortunas, que lo vamos a hacer sí o sí si llegamos a gobernar. La consulta en Cataluña la vamos a dialogar con el resto de partidos, la vamos a poner encima de la mesa y vamos a ver qué sale de este diálogo», señalan fuentes de la dirección de Podemos». (El Mundo; Podemos sitúa como línea roja un impuesto a los ricos, pero no el referéndum en Cataluña, 13 de octubre de 2019)

Es decir, que pasada las elecciones, dicha medida, quedaría en agua de borrajas para contentar una vez más al PSOE.


¿Tipo de organización diferente? ¿Un código ético que frenará las políticas tradicionales?

Podemos nació del espíritu del 15M, bajo una concepción espontaneísta, hippie y semianarquista en torno a la noción política, donde se instaba a ser políticamente incorrecto y se rechazaba incluso constituirse como partido. Se apostaba por la movilización y protesta pacífica y las acampadas –sin idea de organizarse y gobernar–. En sus inicios, ya registrado como partido, se pudo ver como sus líderes negaron que fuera un partido político, insistían en que se trataba de un movimiento ciudadano que daba voz a la ciudadanía «desde abajo»:


«Monedero comenzaba su intervención declarando que Podemos «no es un partido», sino un puente que se construye «desde abajo». Para reforzar este planteamiento, han intervenido Ana Castaño, participante en la marea blanca por la sanidad pública en Madrid, y Teresa Rodríguez, delegada del sindicato USTEA en Andalucía y vinculada a IA, que será la responsable de participación ciudadana. Rodríguez ha querido hacer un llamamiento «a la gente que lucha» para que no lo haga sólo en las calles, sino también «en donde las clases dominantes están cómodas», en la política institucional». (Diagonal; Esto no se acaba en mayo: se abre otro ciclo, 17 de enero de 2014)

Juraban que no iban a caer en los placeres del parlamentarismo y creer que sentarse allí era lo más importante:

«Esto no es un partido ni un nuevo producto, es una iniciativa que propone la participación de la gente. No buscamos concretamente sentarnos en el Parlamento Europeo, sino buscar un método de participación ciudadana», ha subrayado». (El Mundo; Podemos, nuevo proyecto político para «convertir la indignación en cambio», 17 de enero de 2017)


Poco después de fundar el partido y de hablar de no caer en el parlamentarismo burgués Pablo Iglesia reniega de tal postura y se dice valedor de que el parlamento burgués debía de ser la fuente de toda transformación:

«Nosotros aprendimos en Madrid y Valencia que las cosas se cambian desde las instituciones, esa idiotez que decíamos cuando éramos de extrema izquierda de que las cosas se cambian en la calle y no en las instituciones es mentira». (Pablo Iglesias Turrión; Cambio político en España por Pablo Iglesias: cursos de verano UCM de El Escorial, 4 de julio de 2016)

La demagogia por tanto ha sido el hilo conductor de los dirigentes de Podemos. Con todo esto se ha demostrado que quieren ser la «neocasta», que los nuevos partidos –Podemos y Ciudadanos– quieren ocupar el puesto de los partidos tradicionales –PP, PSOE, IU–, que sus métodos e intereses son los mismos salvo algunos matices. Ninguno de estos partidos representa a las clases trabajadoras. Los marxista-leninistas dijeron sobre el parlamento burgués y de los que sufrían el cretinismo parlamentario como Pablo Iglesias:

«Para los comunistas, el parlamento no puede ser actualmente, en ningún caso, el teatro de una lucha por reformas y por el mejoramiento de la situación de la clase obrera, como sucedió en ciertos momentos en la época anterior. El centro de gravedad de la vida política actual está definitivamente fuera del marco del parlamento. Por otra parte, la burguesía está obligada, por sus relaciones con las masas trabajadoras y también a raíz de las relaciones complejas existentes en el seno de las clases burguesas, a hacer aprobar de diversas formas algunas de sus acciones por el parlamento, donde las camarillas se disputan el poder, ponen de manifiesto sus fuerzas y sus debilidades, se comprometen, etc. Por eso el deber histórico inmediato de la clase obrera consiste en arrancar esos aparatos a las clases dirigentes, en romperlos, destruirlos y sustituirlos por los nuevos órganos del poder proletario. Por otra parte, el estado mayor revolucionario de la clase obrera está, profundamente interesado en contar, en las instituciones parlamentarias de la burguesía con exploradores que facilitarán su obra de destrucción. Inmediatamente se hace evidente la diferencia esencial entre la táctica de los comunistas que van al parlamento con fines revolucionarios y la del parlamentarismo socialista que comienza por reconocer la estabilidad relativa, la duración indefinida del régimen. El parlamentarismo socialista se plantea como tarea obtener reformas a cualquier precio. Está interesado en que cada conquista sea considerada por las masas como logros del parlamentarismo socialista –Turati, Longuet y cía.–. (...) Esta acción parlamentaria, que consiste sobre todo en usar la tribuna parlamentaria con fines de agitación revolucionaria, en denunciar las maniobras del adversario, en agrupar alrededor de ciertas ideas a las masas que, sobre todo en los países atrasados, consideran a la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas, debe ser totalmente subordinada a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de las masas». (Internacional Comunista; El partido comunista y el parlamentarismo, 1920)

Actualmente Pablo Iglesias y su grupo han cambiado una vez más de discurso: ahora pretenden convencernos de que hay que volver a la movilización extraparlamentaria en contraposición con Errejón que rechaza tal tesis. Pero realmente en caso de que las bases de Podemos se creyesen esta «vuelta a los orígenes» de los pablistas, la vuelta sería solo utilizada para satisfacer los intereses de una corriente, la cual una vez obtenidos sus fines automáticamente volvería a llamar a la calma, a pedir a las bases que dejen a los diputados podemistas trabajar en el parlamento español sin perturbaciones.

Hay otros aspectos a remarcar en la hipocresía de sus líderes: en su visión asambleista de la organización apostaban por listas abiertas, o eso parecía así:

«
Él mismo incidió en este concepto durante la presentación de Podemos: «El método es lo más importante», aseguró.

Éste consistía básicamente en la elección de las listas electorales mediante «primarias abiertas» donde participasen candidatos de otros partidos, como IU, para que sean los mismos simpatizantes los que elijan a quienes les van a representar. De hecho, Iglesias mencionó en varias ocasiones al Partido X, de primarias totalmente abiertas, como ejemplo de las que querían realizar. En cuanto a la elección de aspirantes a las primarias, éstos eran «elegidos por los círculos de Podemos», es decir, venían directamente avalados por la base, lo que garantizaba un alto grado de pluralidad. Por aquel entonces no se hablaba de que tenía que ser la gente «más preparada» la que estuviera al frente, sino la ciudadanía movilizada. «Nosotros nos debemos a nuestra metodología, estamos convencidos de que sólo devolviendo a la ciudadanía la responsabilidad, podremos construir una mayoría», decían Carolina Bescansa, Miguel Urbán y el propio Pablo Iglesias en un artículo firmado por los tres, un mes después de su fundación. Según este razonamiento, a la ciudadanía se la suponía mayor de edad, responsable y capaz de elegir a los mejores representantes.

La democracia real genera ilusión, porque da a las bases la sensación de que cualquiera puede ser dirigente o representante, ser votado y revocado con democracia total. Sentir que el proyecto es tuyo te hace defenderlo con una fuerza inagotable. El ascenso imparable en las encuestas de Podemos durante aquellos meses es conocido por todos. Ese espíritu, más parecido al 15-M, se rompió en Vistalegre, el congreso fundacional de Podemos. El tiempo dirá si la estrategia del entorno de Iglesias es certera o no, pero no se puede negar que en ese momento el partido cambió de forma contundente. Se presentaban los documentos organizativos, éticos y políticos, que incluían incluso la decisión de no confluir de cara a las generales. Se votó con la presencia de listas plancha. Con un solo clic, cualquiera podía elegir el pack de documentos que avalaba Pablo Iglesias. De nuevo, la figura pública y la adhesión que genera éste último hicieron el resto. De Vistalegre no sólo salió la decisión de no confluir con otras fuerzas en las generales, como sí se ha hecho en las municipales, sino que también se eligió a los miembros de la dirección, el Consejo Ciudadano, y su modo de funcionar. Y aquí tampoco hubo rastro de la incertidumbre de las europeas: las listas plancha dibujaron un Consejo Ciudadano leal a Iglesias. «Habilitando un mecanismo de votación en plancha, se ha establecido un sistema de elección mayoritario puro de facto, aunque formalmente se trate de listas abiertas», se quejó el equipo del secretario general de Podemos Aragón, Pablo Echenique.

Este Consejo Ciudadano, formado por una lista presentada por Iglesias, ha sido el que ha aprobado el reglamento de primarias elaborado por éste. El círculo está cerrado. No hay casualidades ni sorpresas. Hoy, la realidad es que en la cúpula de Podemos el espacio para la discrepancia parece estrecho y eso se deja notar en el discurso, que cada día parece más acartonado». (Eduardo Muriel; Hombre con coleta hablar con lengua de serpiente, 8 de julio de 2015)

De la misma forma el cacareado nivel ético de los líderes de Podemos, se fue al traste cuando fueron apareciendo diversas noticias:

«Desde su ascenso al poder, los principales responsables de Podemos se han visto envueltos en escándalos personales y de financiación del partido que han apuntado a un doble discurso. Mientras se señalaba a los demás partidos como integrantes de una casta privilegiada, no ha habido un solo miembro de la nomenclatura que no haya tenido que dar explicaciones sobre un comportamiento poco ético. El primero, el propio Iglesias, receptor de una nómina de casi 100.000 euros librada por una productora del régimen iraní, un país «paradigma» de los derechos humanos.

Además, el exministro de Finanzas de Hugo Chávez acreditó que había pagado 7 millones de euros en 2008 a Iglesias y Juan Carlos Monedero para extender el bolivarismo en España, en una suerte de oscura financiación de Podemos. Sin olvidar, el «desliz» del cofundador de este partido, que cobró en 2013 a través de una empresa 425.150 euros. Eso sí, al elegir la ventajosa fórmula del pago por sociedades, solo reembolsó a la Hacienda pública 50.000 euros en lugar del IRPF de 176.000 euros que habría tenido que abonar como persona física. Pronto se conoció también que Ramón Espinar, hijo de uno de los investigados por las tarjetas opacas de Bankia, había vendido una vivienda de protección oficial sin haberla ocupado obteniendo una plusvalía de 20.000 euros. (...) En concreto, por el todavía portavoz parlamentario, Íñigo Errejón. Antes de ocupar un puesto público, vivía gracias a un contrato de investigación entre la Junta de Andalucía y la Universidad de Málaga para un proyecto que dirigía otro miembro de la dirección y economista de cabecera de Podemos, Alberto Montero. Errejón cobró 1.825 euros brutos mensuales por un contrato semanal de 40 horas. Sin embargo, solo dedicaba a este trabajo «el poco tiempo libre que le dejaba la política», según explicaron entonces en Podemos. La Universidad de Málaga terminó inhabilitando a Errejón por cobrar sin ir a trabajar». (Mayte Alcaraz; Las diez mentiras de Podemos, 18 de diciembre de 2016)

La autoimposición de no acaparar cargos para no ostentar demasiado poder, tampoco se cumpliría:

«El código ético de Podemos prohíbe expresamente que un cargo público acumule más de dos puestos. Sin embargo, esta norma interna ha sido ignorada para mantener el actual estatus de Ramón Espinar, uno de los dirigentes más cercanos a Iglesias. El parlamentario de Podemos aglutina tres cargos: senador, secretario general en la Comunidad de Madrid y diputado en la Asamblea regional. Los más puristas, incluso, denuncian que en esta nómina debe incluirse también su portavocía en la Cámara Alta. Pese a sus intentos por explicar que puede acogerse a una excepción de la norma, su compañera y contrincante en las primarias, Rita Maestre, le ha acusado de no respetar la democracia». (Mayte Alcaraz; Las diez mentiras de Podemos, 18 de diciembre de 2016) 

Y si por algo se han caracterizado Podemos una vez llegados a ciertos «ayuntamientos del cambio», ha sido por desarrollar un alto número de séquitos, en un alarde de cinismo que iguala el ejercicio de nepotismo de la vieja casta:

«Los peores vicios de la «casta» a la que decían aborrecer han sido adoptados y superados por los populistas. El nombramiento de asesores de Podemos asciende a 144 personas, muchas de ellas amigos y militantes de su partido a los que han dotado de un sueldo público. Entre ellos, destacan numerosos familiares o amigos de los dirigentes populistas en instituciones municipales, como la madrileña. Cómo olvidar a la exnovia del concejal Guillermo Zapata, al hermano de Alberto Garzón, al padre de Rita Maestre; o, en Barcelona, a la pareja de la alcaldesa Ada Colau. La vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra, del partido hermano de Iglesias, Compromís, ha justificado el crecimiento exponencial de sus contratados a dedo porque «no importa cuántos asesores hay sino a qué se dedican». (Mayte Alcaraz; Las diez mentiras de Podemos, 18 de diciembre de 2016)

¿Qué esperar de unas figuras que no cumplen ni siquiera las normas éticas que ellos mismos compusieron?


Del veto a Izquierda Unida, a una alianza con ella

La prueba más clara de este volantazo de los pablistas fue concluir una alianza electoral con Izquierda Unida (IU), un partido que Podemos y Pablo Iglesias habían despreciado, del que se habían mofado en repetidas veces por mantener lo que consideraban la «pose simbólica, discursiva y programática obsoleta de la «izquierda folklórica», la cual según ellos no llevaba más que al aislamiento y al fracaso. En una alusión clara a IU dijo:

«El típico izquierdista tristón, aburrido, amargado, la lucidez del pesimismo. No se puede cambiar nada, aquí la gente es imbécil y va a votar a Ciudadanos, pero yo prefiero estar con mi cinco por ciento, mi bandera roja y mi no se qué. Me parece súper respetable, pero a mí dejadme en paz. Nosotros no queremos hacer eso. Queremos ganar. Preocúpate de otra cosa. (...) Me parecen respetables los que se conforman con el 5 por ciento, pero que nos dejen en paz. Siguen viviendo en el pesimismo existencial». (El Público; Pablo Iglesias: «Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar», 26 de junio de 2015)

Y no nos engañemos, el problema no era solo con el viejo Secretario General Cayo Lara –como podrían defender algunos–, sino también con el actual Secretario General Alberto Garzón. En cuanto a una posible coalición se decía que era imposible, que solo estaban abiertos a la posible incorporación de miembros de IU a Podemos –como pasaría con Tania Sánchez, ex pareja sentimental de Pablo Iglesias que juró no pasarse de bando–:

«Con Izquierda Unida, ¿Quedan opciones de un pacto previo a las elecciones españolas?

Ninguna. Cero. Fin de la cita. Cero. No hay manera de poner otro titular. Dicho esto, ahora explico el porqué. Es verdad que hay gente de buenas intenciones, gente de izquierda que dice, jo…, estáis siempre peleados en la izquierda, porqué no os unís y será más fácil ganar a la derecha. Todos los que dicen esto lo hacen con la mejor intención del mundo. Lo dicen de corazón… Dicen, jo…, imagínate, con Garzón, id juntos. Pero esto no sirve para ganar las elecciones. Un frente de izquierdas, el frente popular, a mucha gente le encantaría irse a la cama por la noche diciendo, caramba, febrero del 36, otra vez juntos. Eso es genial para ciertas ensoñaciones de algunas personas de izquierdas, pero electoralmente no funciona, no serviría. (...) Una coalición de partidos pensamos que electoralmente no funcionaría. Otra cosa es que nuestra mano esté tendida a todos aquellos que vengan de muchos sitios. Yo encantado de que gente que viene de IU se incorpore a nuestro proyecto y trabaje. Una parte de los dirigentes de Podemos ha militado en el pasado en IU. Pero lo que nos están proponiendo, después de llevar un año diciendo que lo hemos hecho todo mal… si repasas, todo lo que ha dicho Alberto Garzón en el último año es que Podemos lo hacía mal. ¿Por qué te quieres presentar a unas elecciones con alguien que lo ha hecho todo mal? Porque os ha ido mal a vosotros en las autonómicas… Bueno pues entonces no tratéis de proyectar el problema que tenéis vosotros sobre nosotros. (...) Nos están proponiendo: renunciad vosotros a vuestro nombre, renunciamos nosotros al nuestro y ya tenemos un frente de izquierdas. Y lo plantean así, cuando les hemos dicho por activa y por pasiva que el eje izquierda y derecha no es la clave para cambiar las cosas en este país. Si tenemos proyectos políticos distintos, presentémonos con opciones políticas distintas». (El Público; Pablo Iglesias: «Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar», 26 de junio de 2015)


En realidad, como siempre, Pablo Iglesias cambió de opinión al poco tiempo. Pero fueron por motivos muy mezquinos: esta alianza Podemos-IU atendió a la necesidad de los pablistas de defenderse de los errejonistas, así como por los fracasos electorales: no nos olvidemos que Podemos había pronosticado ganar las elecciones públicamente –y se encontró con otra realidad más dura y no tan victoriosa–, por ello realizó esta maniobra de alianza de Unidos Podemos –IU-Podemos– en un intento desesperado de reenganchar el voto de los votantes anclados en el abanico de la «izquierda», algo que como sabemos lejos de aumentar su cuota de votos, hizo que descendiese poco a poco, pasando de un 13.42 % en las generales de 2016 a un 11.97 % en las de 2019, levantando críticas internas entre los errejonistas durante este tiempo.


OTAN de entrada NO y la «Europa de los trabajadores» en la UE

En materia internacional: de apoyar en 2014 el abandono de España de la OTAN:

«El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha afirmado este lunes que si fuese presidente del Gobierno intentaría sacar a España de la OTAN y romper el convenio de Defensa con Estados Unidos que permite la presencia de militares españoles en las bases de Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla). Así lo ha afirmado en una entrevista en la Cadena Ser recogida por Europa Press en la que ha admitido, no obstante, que sacar a España de la organización atlántica «no es una cosa sencilla». Según ha dicho, le parecería bien un referéndum en el que España decidiera «soberanamente» no estar en la estructura militar aliada». (Liberta Digital; Pablo Iglesias quiere sacar a España de la OTAN, 11 de noviembre de 2014)

A apoyar su permanencia:

«Preguntado por su posición respecto a la OTAN, Iglesias ha respondido que Podemos apuesta por un sistema integral de defensa europeo, al tiempo que ha reconocido que España tiene que cumplir con sus compromisos internacionales y legales. «Sabemos que tenemos que cumplir nuestras obligaciones legales y pensamos que la OTAN tuvo un importante papel en la modernización de las Fuerzas Armadas», ha admitido tras insistir en que hay compromisos internacionales «ineludibles», aunque la OTAN «forma más parte del pasado que del futuro». En este sentido, ha indicado que no le «entusiasma» que haya soldados de EEUU en territorio nacional, pero que es «responsable y pragmático» y «las cosas hay que hacerlas bien». De este modo, ha recalcado que «el futuro se tiene que construir a partir de un sistema de defensa integral europeo», tarea en la que puede tener un papel importante en el partido un exmilitar del prestigio y la experiencia de Julio Rodríguez». (EFE; Podemos ficha al ex Jemad Julio Rodríguez para sus listas al 20D, 4 de noviembre de 2015)

¡¡¡Tratando emular a sus ídolos con su evolución sobre el tema de la participación en la OTAN desde un aparente rechazo pasando por una presunta neutralidad hasta la política proactiva de apoyo!!!:

«Alexis Tsipras reconoce que no quiere salir de la OTAN, pero que tampoco quiere participar en sus aventuras internacionales como Afganistán o Somalia, ¿acaso se hace el tonto queriendo pensar que la OTAN no intentará involucrar a la Grecia OTANISTA en otros conflictos? Así mismo para Tsipras, que reconoce indirectamente el carácter belicista e imperialista de la OTAN, piensa que salir de la OTAN sería poner en peligro «los intereses vitales griegos en riesgo», para él pues, una organización conocida por su anticomunismo y sus invasiones ilegales a terceros países cuando estos no cumplen los designios de las potencias imperialistas occidentales, una organización ligada estrechamente a las últimas dictaduras militares griegas del siglo XX, no serviría como garante de los intereses griegos fuera del suelo griego, pero sí sería el garante de los intereses griegos en suelo griego, y por tanto no debería salir Grecia de ella, rememora por tanto el argumento de Enrico Berlinguer y los eurocomunistas italianos de que salir de la OTAN «rompería el equilibrio de poder en Europa», solo que Tsipras lo camufla con una frase más nacionalista «dañaría los intereses nacionales». Vemos pues como SYRIZA actúa como el Partido Socialista Obrero Español de Felipe González de los 80, quienes antes de las elecciones generales de 1982 se autoconsideraban como la «izquierda que abanderaba las campañas para el voto por el NO en la entrada de la OTAN», y que a la llegada al poder en 1982, cambiaron de postura y metieron a España en la OTAN votando por el SÍ en 1986». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?, 2015)


Podemos se ha apoyado sobre el lema del fin de la austeridad como modelo político-económico de los países de la Unión Europea (UE) la cual creen que puede reformarse y que el Parlamento Europeo sea un instrumento en manos de los trabajadores europeos, aunque como hemos visto más atrás se ha ido renunciando a gran parte de esas reivindicaciones económicas. Podemos como SYRIZA, mantuvo pues desde el principio la idea de que la UE debe reformarse a través del parlamento europeo:

«¿Alguien cree que en la actual democracia burguesa, un partido con planteamiento revolucionario, verdaderamente revolucionario, no sería bloqueado por todos los medios como se ha demostrado históricamente? ¿Alguien cree que el «cambiemos Europa» de Podemos es una posibilidad medianamente real bajo la democracia burguesa? ¿No se observa acaso el discurso reformista que ya elevó a dogma la socialdemocracia? ¿Cuál es el próximo paso, tratar de reformar la OTAN «desde dentro»? ¿Se les ha olvidado que por ejemplo los llamados «verdes» llevan décadas metidos en el Parlamento Europeo gritando esa misma consigna de cambio sin lograr ningún cambio cualitativo? Sino pregúntenle al anarco-trotskista Daniel Cohn-Bendit si se ha logrado tal hito. (...) Compréndase que el Parlamento Europeo no tiene funciones legislativas reales, quién determina los lineamientos económico-políticos de la Unión Europea es el Banco Central Europeo y éste está fuera del control del Parlamento Europeo, en cuanto es el Banco Central Europeo el auténtico centro del poder. Es decir, cualquier integración en el Parlamento Europeo no es más que cosmético, carece de valor de cara a la transformación del sistema». (Equipo de Bitácora (M-L); Crítica al artículo: «Podemos» irrumpe con fuerza en el panorama político español, 27 de mayo de 2014)

Estas posturas de Podemos no son tan sorprendentes, en sus filas cuentas con abiertos agentes del imperialismo:

«Uno de los fundadores de Podemos y habitual columnista de la izquierda trotskista española, Santiago Alba Rico, ha vuelto a posicionarse públicamente del lado del imperialismo en Siria, como ya hiciera en anteriores ocasiones. (...) No es la primera vez que el «filósofo» de Podemos se posiciona políticamente del mismo modo. Recordemos que sobre la invasión a Libia llegó a asegurar: «La intervención de la OTAN en Libia salvó vidas»«No es la OTAN quien está bombardeando a los libios sino Gadafi», o «No creo, sinceramente, que la OTAN vaya a invadir Libia»; justo dos semanas después de estas palabras, la OTAN ya estaba bombardeando Libia. (...) En un artículo publicado en Rebelion.org, titulado «Podemos en Ucrania», publicado el cuatro de marzo de 2014, llegó a afirmar que «EEUU nunca ha intervenido tan poco, lleva diez años sin intervenir militarmente en ningún sitio». (La República.es; Santiago Alba Rico se lamenta de la expulsión de los terroristas de Alepo, 2016)

Por supuesto, ser «antiimperialista» tampoco supone estad del lado y apoyar a otro bloque imperialista como el ruso o chino, ni cubrir sus intervenciones militares y económicas. Precisamente no hay mayor trotskismo que el usar un imperialismo para combatir a otro, el confiar en el líder de la burguesía nacional que está atado a uno u otro bloque, y trata de cambiar según sopla el viento.

En su día, el Partido Comunista Italiano (PCI) de los Berlinguer-Napolinato como el Partido Comunista de España (PCE) de los Carrillo-Pasionaria eran unos convencidos defensores de que la Comunidad Económica Europea, la actual Unión Europea (UE), podía ser convertida en una institución que sirviera a la «Europa de los trabajadores» por medio de la participando en sus instituciones. Esto era una necedad y una muestra de a qué punto habían llegado los eurocomunistas en su traición, esa bandera hoy la recoge Podemos e Izquierda Unida en España como representantes de la «izquierda domesticada»:

«El Mercado Común Europeo y la «Europa unida», esta gran unión de los monopolios capitalistas y de las sociedades multinacionales para explotar a los pueblos y a las masas trabajadoras de Europa y del mundo, son para los eurocomunistas una «realidad» que debe ser admitida. Pero admitir esta «realidad» significa admitir la supresión de la soberanía y de las tradiciones culturales y espirituales de los diversos países europeos en favor de los intereses de los grandes monopolios, la liquidación de la personalidad de los pueblos europeos y su transformación en una masa de oprimidos por las multinacionales, dominadas por el gran capital estadounidense. Las consignas de los eurocomunistas de que su participación en «el parlamento y en los otros organismos de la comunidad europea conducirá a la transformación democrática» y a la creación de una «Europa de los trabajadores», son puro engaño y demagogia. Tal como la sociedad capitalista de cada país no puede transformarse en una sociedad socialista a través del «camino democrático», Europa tampoco puede llegar a ser socialista a través de los discursos que los eurocomunistas pronuncian en las reuniones propagandísticas del parlamento de la «Europa unida». Por eso la actitud de los eurocomunistas hacia el Mercado Común Europeo y la «Europa unida» es una actitud propia de oportunistas y esquiroles, que emana de su línea de reconciliación de clase y de sumisión a la burguesía, y tiende a desorientar a las masas trabajadoras, contener su ímpetu combativo en defensa de sus propios intereses de clase y los de la nación entera». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)


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Triste y patética evolución ha tenido Podemos en todos los temas importantes.

Así que no existe una traición de los errejonistas. La corriente errejonista solamente partió del discurso y programa de Iglesias-Errejon que había en Podemos desde 2014. Ahora los pablistas en 2017 consideran perjudiciales el haber adoptado esta táctica que borraba cualquier marco teórico diferenciador entre Podemos y los partidos tradicionales en materia de ideales políticas y perspectivas de votantes. Lo creen así porque les estaba dando malos resultados en las encuentras y en lo electoral, pero desde luego los errejonistas no se han salido de la esencia de Podemos. Fue solo a raíz de este bajón de votos y simpatías que el sector pablista reaccionó y empezó creer que debían volver a reivindicarse de nuevo como parte de la «izquierda» y agudizar el discurso alejándose así del sector errejonista que seguía creyendo que el camino de la moderación y derechización era el correcto. De ahí que Pablo Iglesias reconociera que habían cambiado de discurso más de lo aceptable:

«Tal vez cometimos errores en una campaña en la que sonamos menos creíbles que en otros momentos». (Plan 2020: Ganar al Partido Popular; gobernar España, 2017)

Con este proyecto, con el oportunismo como vela, el barco de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón obtuvo el apoyo público de un sin fin de despreciables personajes: desde viejos revisionistas –como Julio Anguita o Manuel Monereo–, artistas revisionistas –como Nega–, el apoyo de ex presidentes del PSOE –como Zapatero– filósofos idealistas y reaccionarios –como Slavoj Žižek o Noam Chomsky–, dignatarios en el poder del «socialismo del siglo XXI» –como Evo Morales o Alexis Tsipras–.

¿Alguien pensaba que teniendo Podemos la bendición de estos personajes iba a poder tener otro camino que no fuese el de la progresiva decepción, burocratización y derechización, y finalmente traición a sus militantes y votantes?


Las corrientes actuales de Podemos

Cierto es que la visión política de Iglesias ha ido históricamente en paralelo con la de Íñigo Errejón. Pero también se puede vislumbrar esto en sus andanzas previas a Podemos: las invitaciones del primero al segundo en sus medios, la tesis doctoral del primero donde da las gracias y declara su admiración por el segundo, la publicación de artículos de forma conjunta en el portal ecléctico por excelencia de «Kaos en la red» o la fundación de Podemos. Pero el partido se ha topado con variadas situaciones escabrosas desde 2014, y ese desarrollo de los diversos obstáculos ha hecho que cada uno adoptará un camino diferente sobre todo a partir de marzo de 2016, no tanto por cuestión de principios –pues ambos se basan en varias filosofías propias variadas sin perspectiva clara y hartamente contradictorias entre sí–, sino por cuestiones tácticas, así como por cuestiones de ambiciones personales.

Las tendencias, corrientes o fracciones cristalizadas a día de hoy en Podemos podríamos decir que son las siguientes:

a) La corriente pablista: es la corriente que actualmente pretende ante sus militantes hacer creer que mantienen la bandera de la «ortodoxia podemistas» o esencia de las ideas con las que nació Podemos –que no fueron pocas, sino un batiburrillo ecléctico interminable–.

La biografía política de su líder Pablo Iglesias es muy larga: ex militante de las juventudes del Partido Comunista de España (PCE); asesor de Izquierda Unida (IU); fundador de la Fundación CEPS que asesoró al gobierno venezolano y boliviano; colaborador del periódico «El Público»; admirador de Trotski; firme defensor y seguidor del «socialismo del siglo XXI» tanto de Chávez, Mújica, como Tsipras. Influenciado por los movimientos antiglobalización, del maoísmo-freudismo de Žižek, del estructuralismo de Foucault, del existencialismo de Sartre, del lenguaje ambiguo e inteletualoide de Gramsci y sobre de las distorsiones posteriores de su obra por los eurocomunistas, y como no, de las entrañas del infame posmodernismo. Podríamos seguir horas con sus influencias, pues se sirve de todo lo servible para el momento, y luego también según la situación, arrojarlas al fuego. No repasaremos lo que son cada una de las estas ideologías e ideólogos porque son hartamente conocidos o ya han sido expuestos en este medio, para que quien lo necesite lo puede consultar utilizando el buscador de este medio. La cuestión es, ¿alguien con un mínimo de conocimientos no podía haber previsto las vacilaciones actuales de Podemos?

En cuanto a su tendencia en Vistalegre II, segundo congreso de Podemos: este sector pablista ve con buenos ojos la alianza contraída con IU ya que piensan que sin ella:

«De haber concurrido a las elecciones del 26J en los mismos términos que en 2015, los resultados habrían sido peores». (Plan 2020, ganar al Partido Popular, gobernar España, 2017)


No descarta la fusión con dicha organización bajo la idea de la construcción de un:

«Bloque político y social, de carácter popular, capaz de anudar a los diferentes sectores sociales que quieren avances». (Plan 2020, ganar al Partido Popular, gobernar España, 2017)

Para así terminar de absorber y asegurar su círculo de influencia sobre los votantes y simpatizantes de IU.

No niegan actualmente la alianza con el PSOE ahora capitaneado por el sector más derechista –mucho menos después de que Pedro Sánchez reconociese que se equivocó en su intransigencia con Podemos y pida una alianza PSOE-Podemos–, pero afirman que en el hipotético caso participarían en un gobierno conjunto en caso de acuerdo con un «programa del cambio», más allá de que el PSOE esté liderado por Pedro Sánchez o Susana Díez. Así lo dijo Pablo Iglesias en su entrevista en Salvados:

«El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha afirmado que estaría dispuesto a formar gobierno con el PSOE incluso con Susana Díaz como presidenta, algo que considera como la opción «más chunga», siempre que ambas formaciones alcanzasen un acuerdo programático. «Si hay un acuerdo programático, claro que sí», ha dicho Iglesias en el programa «Salvados» de La Sexta, donde se ha tenido que enfrentar a las preguntas y críticas de cinco votantes de Podemos. «Si estás en política estás para gobernar», ha añadido Iglesias para defender su predisposición a llegar a un acuerdo con el PSOE en un futuro». (El Mundo; Pablo Iglesias afirma que gobernaría con el PSOE incluso con Susana Díez como presidenta, 6 de marzo de 2017)

Por último, vuelve sobre un discurso más radicalizado:

«Así, el secretario general del partido ha reconocido errores en la campaña electoral de Unidos Podemos para el pasado 26-J, dirigida por Íñigo Errejón, y ha rechazado que el partido deba seguir intentando dar imagen de moderación. Además, Iglesias contrapone la moderación discursiva que defiende Errejón con los «discursos beligerantes y destituyentes» que ganan peso en Europa, que «suenan hard y suenan duro». (El Público; Iglesias pide a Podemos volver a su «hipótesis original» y alejarse de la moderación «en las formas», 25 de septiembre de 2016)

Algunas de las figuras más representativas del pablismo hoy en día son: el economista abiertamente socialdemócrata Vicenç Navarro –autor del programa keynesiano de Podemos–, también contamos con Irene Montero –otra ex de las juventudes del PCE igual que Pablo Iglesias–.

Monedero es además uno de los promotores en España de las «virtudes» de los gobiernos del «socialismo del siglo XXI» en Latinoamérica de los que cobró escandalosos sueldos por su asesoría, Monedero ha actuado con una actitud centrista desde su dimisión en 2014 de los cargos de poder por su decepción por la derechización de Podemos, pero advertimos que su dimisión no era tampoco por una cuestión ideológica de peso, solamente fue víctima de sus actos a la hora de meterse en este tipo de partidos donde cohabitan toda suertes de eclécticos y arribistas como él:

«No hay que ver la dimisión de los cargos de dirección de Monedero equivocadamente; no significa que se haya acabado la «única posibilidad que había de que alguien comandara Podemos para que este deviniera en una organización marxista o mínimamente aceptable para los intereses del proletariado», ¡no!, como decimos, Monedero ha sido víctima de sus propias convicciones, decisiones y desviaciones por meterse en un partido basado en la libre proliferación de principios liberales de organización y de libre eclecticismo ideológico, y en este mar de fuerzas revisionistas ha resultado perdedor en este choque de olas de las distintas tendencias, pero Monedero no es ningún referente marxista del panorama español, no hay que ver más que su reivindicación de Eduardo Galeano –conocido trotskista y antistalinista ahora llorado por los revisionistas–, su asesoría al gobierno venezolano –del socialismo del siglo XXI–, su asesoría al ex coordinador de Izquierda Unida Gaspar Llamazares –más derechista si cabe que el viejo revisionista de Julio Anguita– o su propagación «machacona» de la teoría de Pablo Iglesias del «precariado» –teoría degenerada que niega al proletariado como tal– demuestran que estamos ante una de las figuras más despreciables del revisionismo contemporáneo español. No dudamos que si este partido u otro de la burguesía le da la oportunidad, le volverán a aupar para seguir trabajando en primer plano en el engaño de las masas trabajadoras». (Equipo de Bitácora (M-L); El desgaste paulatino de la credibilidad de Podemos, 23 de marzo de 2015)

Debido a la polémica abierta entre pablistas y errejonistas Monedero se ha adherido al sector de Pablo Iglesias y ha cargado contra Íñigo Errejón al que acusa:

«El cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero se ha lanzado al ataque contra el número dos del partido, Íñigo Errejón, al que acusa de tener una «ambición desmesurada» y querer descabalgar a Pablo Iglesias del liderazgo del partido. En el día en el que se va a confirmar la confrontación en el próximo congreso entre el líder y su número dos en listas diferentes a la dirección, Monedero, afín a Iglesias, ha cargado durísimamente contra el portavoz parlamentario de Podemos y le ha pedido que se postule directamente a la secretaría general. «Errejón está anteponiendo su ambición por encima de cualquier otra cosa», ha asegurado este miércoles en Cuatro. El número dos le ha replicado que «miente» y le ha pedido que no «siembre cizaña» entre él e Iglesias». (El País; Monedero carga contra la «ambición desmesurada» de Errejón: «Quiere mandar», 1 de febrero de 2017)

Otro ejemplo curioso es el de Pablo Echenique –proveniente de Ciudadanos– que hasta hace bien poco era uno de los más críticos con el pablismo, y que ha maniobrado hasta ocupar puestos de poder gracias al pablismo:

«Vistalegre I nadie hubiera pensado que Pablo Echenique sería una de las grandes bazas de Iglesias en su siguiente asamblea. Echenique, que era eurodiputado de Podemos cuando se celebró el congreso fundacional, fue el cabeza de Sumando Podemos, principal oposición a Iglesias, y se convirtió en uno de los principales valedores de la pluralidad, y quien más puso el acento en la horizontalidad del partido. Durante la celebración de votaciones, llegó a retirar su candidatura para el Consejo Ciudadano Estatal –el órgano de dirección–, denunciando el método de votación, por el que se elegían las listas completas con un solo clic, definido por Echenique como un sistema «plancha». «Creemos que es un error el no haber dejado espacios para una mayor pluralidad de opiniones en el seno de Podemos», advertía entonces Echenique, que dos años después se ha pronunciado a favor de la propuesta de Iglesias de unir las votaciones de proyectos y listas. «Cuando hay una candidatura a liderar una formación política, esa candidatura va con un proyecto detrás», ha defendido en esta ocasión. El científico no sólo fue la alternativa al oficialismo a nivel estatal: también fue el único candidato que ganó a nivel regional al equipo avalado por Iglesias, siendo elegido líder de Podemos Aragón. El alza de Echenique llegó en marzo, cuando Iglesias le propuso sustituir a Sergio Pascual, afín a Íñigo Errejón y cesado por el mismo Iglesias, como secretario de Organización. Desde su irrupción en el escenario aragonés, Echenique había sido una figura mediática, una baza que el secretario general quiso aprovechar. Ya como número tres del partido, las relaciones Iglesias-Echenique se han estrechado, llegándose a convertir en uno de los hombres de confianza del actual líder de la formación morada y comiendo terreno al número dos, Íñigo Errejón». (Desplegar las velas: un Podemos para gobernar, 2017)

Actualmente en la corriente de los pablistas existen muchos elementos que por cuestiones de poder e influencia están en sus filas, cuando el pablismo deje de ser la fuerza imperante, o crean que va a dejar de serlo, el trasfuguismo, el oportunismo, se dejará ver de nuevo.

b) La corriente errejonista: ha sido desde el principio la corriente más moderada en cuanto a planteamientos políticos, la más flexible en materia de programa y votantes, y la más «heterodoxa» comparada con el resto de fracciones. A sus inicios pudo pasar como casi inadvertida porque los pablistas concordaban con casi todas sus propuestas, de hecho, el Iº Congreso de Podemos de 2015, los medios registraban el triunfo de las tesis de Iñigo Errejon:

Errejón fue de aquellos que empezaron con el autonomismo –variante del anarquismo–, el trotskismo, el movimiento antiglobalización y los enamorados con el «socialismo del siglo XXI» de Evo Morales, Hugo Chávez e incluso el neoperonismo de Cristina Kirchner, y de la «centrabilidad del tablero» de Ernesto Laclau, desde su entrada a Podemos demostró que aspiraba a hacer un Podemos que no solo sujetase cien banderas sino mil banderas ideológicas. Hizo suyo el mensaje de «ganar transversalidad» con el objetivo de intentar que Podemos se abriese a todo tipo de votantes de todas las capas de la población, de ahí su lema «una máquina de guerra electoral».

Sobre el futuro de la organización se presenta un modelo de partido que siendo sinceros con la historia mantiene la esencia de la primera época de Podemos de no posicionarse a la izquierda del tablero, sino «superar la idea de izquierda-derecha», de no ser un partido de polémicas y ruidoso, sino silencioso y ambicioso electoralmente:

«No necesitan «domesticarnos», les basta con arrinconarnos y dejarnos una cómoda y folclórica existencia en la esquina izquierda del tablero, fuera e impotente ante su reconstrucción del sistema político. (...) Podemos no puede «cavar trincheras, protagonizar protestas y endurecerse» para tratar de resistir hasta que haya elecciones. Eso es lo que quieren el PP y el PSOE, a quien «nada ha asustado menos» que «las minorías ruidosas», la «izquierda folclórica e impotente». (Desplegar las velas: un Podemos para gobernar, 2017)

Mantienen que la coalición electoral con IU no es positiva, que viendo los resultados electorales se demuestra que:

«La confluencia con IU no pareció funcionar». (Desplegar las velas: un Podemos para gobernar, 2017)

Y ante la posibilidad de la fusión orgánica con IU creen que deben evitarse a toda costa:

«Podemos tiene que mantenerse como organización autónoma e independiente. Estas tareas son moradas y nadie las va a hacer por nosotros». (Desplegar las velas: un Podemos para gobernar, 2017)

Porque sería sellar su muerte política al encasillarse, pues ven la perspectiva de alianzas con otras organizaciones, aunque no se autodenominen como tal:

«Nuestro objetivo es más ambicioso que la unidad de la izquierda, es la unidad popular y ciudadana en la que cabe la izquierda tradicional, pero va mucho más allá». (Desplegar las velas: un Podemos para gobernar, 2017)

Sobre la postura respecto al PSOE se dice que deben acercarse a él no confrontarlo, y olvidar su pasado –pese a estar lleno de traiciones–, alude que esta postura es más bien del sector de IU o de los pablistas –de herencia de los eurocomunistas y anguitistas–:

«Abordar la relación con el PSOE de manera inteligente y laica ha sido siempre mucho más productivo para Podemos que la negación obsesiva y choque frontal. Esta posición se ha caracterizado por confrontar con el PSOE en los momentos y por las cuestiones menos oportunas, y ha dado alas a los sectores más inmovilistas para atrincherar a su gente frente al cambio político. No es una cuestión ideológica, es una cuestión de habilidad política. La relación de Podemos con el PSOE debe ser hábil, pues no puede desconocer su importancia histórica pero tampoco tomar decisiones en base a su existencia. No puede obviarlo pero tampoco subalternizarse de forma sistemática por definirse en relación a el. La obsesión con el Partido Socialista tiene más que ver con las deudas pendientes de una parte de la izquierda de nuestro país que con las pretensiones y aspiraciones que Podemos debe tener en esta nueva etapa. A Podemos no le toca elegir entre dilemas del pasado, no tiene que decidir entre ser el PCE o ser el PSOE: Podemos nació con una hipótesis que pateaba esos dilemas, a pesar de que desde el 20D las decisiones le hayan hecho escorarse en mayor medida hacia una de esas dos opciones. Si algo nos enseñó el 15-M, es la importancia de librar la batalla contra los privilegiados en un terreno nuevo». (Desplegar las velas: un Podemos para gobernar, 2017)

Las caras más representativas del sector actual del errejonismo –que puede que con su derrota sigan los cambios de bando– son:

Pero también contamos con Rita Maestre: ex reportera del programa televisivo de Pablo Iglesias «La Tuerka» y representante de a conduce el actual y decadente feminismo burgués. También cuentan con Tania Sánchez: otra ex de Izquierda Unida y antigua pareja sentimental de Pablo Iglesias. Por otro lado, tenemos a Luis Alegre, fundador de Podemos, primero de la corriente anticapitalista, luego pablista y ahora se le presenta como cercano a Errejón o más bien pablista pero enemigo de los pablistas, pues ha calificado a los pablistas bajo acusaciones de arribistas y conspiradores, advirtiendo a Pablo Iglesias de ello:

«Puede decirse que esto es lo que está pasando en Podemos. El actual equipo de Pablo Iglesias –que no conserva ya ni a una sola de las personas que le hemos acompañado desde el principio– entró en Podemos con un objetivo que sólo podía conducir a la destrucción del proyecto. Entraron tarde y entraron mal, con la intención de excluir a todos los que no formaran parte de su pandilla. No son más de 4 ó 5 personas, pero suficientes para dar al traste con todo. (...) No voy a negar que, desde mucho antes de que entraran en Podemos Rafa Mayoral, Irene Montero o Juanma del Olmo, ha habido comportamientos desleales contra Pablo. (...) Ahora, ya hay un partido –en guerra, pero un partido–, con sus inercias internas y sus dinámicas institucionales. (...) No querría reprocharme nunca haber estado callado mientras veía cómo un grupo de conspiradores estaba a punto de tomar el control de Podemos. Creo que esto es algo que va a ocurrir casi con seguridad, porque van a lograr parasitar a Pablo hasta destruir al organismo. Estoy seguro de que Pablo se dará cuenta un año o dos después de que le hayan matado los suyos, pero ya será tarde. No creo que este artículo cambie nada. Pero si las tareas imposibles nos paralizaran, no habría llegado nunca el día de montar Podemos. Y eso no va en el carácter de quienes comenzamos esta historia». (Luis Alegre; ¿Qué está pasando en Podemos?, 2 de febrero de 2017)

c) La corriente de los ahora autodenominados «anticapitalistas», llamado así al sector de Izquierda Anticapitalista (IA), partido heredero de la trotskista Liga Comunista Revolucionaria (LCR) que a su vez estuvo un tiempo en Izquierda Unida (IU), es decir un partido trotskista acostumbrado a adoptar tácticas camaleónicas y a practicar el llamado «entrismo» en organizaciones ya de por sí de varias tendencias. Este grupo pese a no ser ahora muy influyente fue clave como se vio en los documentos fundacionales de Podemos, está dirigido por Miguel Urbán: conocido por su apoyo a las pseudorevoluciones de las «Primaveras Árabes» y a la intervención de la OTAN, pero también dicha corriente y sus líderes admiran los principios del pluralismo político, la economía mixta y el no alineamiento del FSLN y su régimen del nepotismo en Nicaragua, el anarquismo de Mayo de 68 de Daniel Cohn-Bendit y la vena estudiantil e infantil del maoísmo de Gauche Prolétarienn, por supuesto idólatras de trotskistas más reconocibles como Ernest Mandel, en cuanto a la cuestión de género recurren como sus referentes a la feminista burguesa: Simon Beauvoir. E incluso su apoyan como socialista al gobierno del revisionismo cubano. Como se observa: el nivel de eclecticismo es aterrador.

Hay que decir que los anticapitalistas aunque son un sector casi aislado en Podemos, fue fundamental en la fundación del partido reconociendo ellos mismos su rol en la idea de la creación de Podemos. Ideológicamente podríamos decir que es una corriente con una alta influencia de trotskismo, pero lejos de acercarse al trotskismo clásico de antaño y los esquemas propios de su creador, se acerca a la vena del trotskismo más socialdemócrata como se ve hasta en sus referentes.

De sector descontento con las derivas iniciales de Podemos y crítico con Pablo Iglesias, ha pasado a ser un baluarte indispensable para el pablismo en sus luchas contra los errejonistas:

«Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, una de las cabezas visibles de Izquierda Anticapitalista abanderó en la Asamblea de 2014 la principal alternativa a Pablo Iglesias con Sumando Podemos; un proyecto que proponía un sistema más proporcional y una secretaría general coral, formada por varios miembros, en un proyecto con el que querían dar más peso a la participación y descentralizar las varas de mando. Los últimos meses, sin embargo, han hecho que los denominados anticapis acerquen posturas con la línea de Pablo Iglesias, que ganó entonces con su proyecto Claro Que Podemos (CQP). El punto de inflexión definitivo para este acercamiento se ha producido en los últimos meses, con varios procesos autonómicos en Podemos en los que se han hecho evidentes las diferencias entre el secretario general del partido y su número dos, Íñigo Errejón. Este distanciamiento ha desplazado los equilibrios del partido y los anticapitalistas, liderados por la entonces eurodiputada Teresa Rodríguez y el eurodiputado Miguel Urbán, se han hecho necesarios para el pablismo, con quien se alinearon en la batalla por Madrid apoyando a Ramón Espinar para ganar las primarias. Aunque es previsible que para Vistalegre II, los anticapitalistas presenten su propio proyecto, la alianza entre los de Iglesias y los de Urbán ya tienen el precedente madrileño y podrían servir de muro de contención contra el proyecto de Errejón». (El Independiente; Vistalegre I vs. Vistalegre II: diez diferencias dos años después, 10 de diciembre de 2016)

Lo cierto es que el sector pablista utiliza al sector «anticapitalista» para fustigar la supuesta falta pérdida de la esencia de Podemos por culpa de los errejonistas –cuando en realidad en varias ocasiones pablistas y errejonistas han cerrado filas en torno a sus cuotas de poder, han dado volantazos ideológicos y han desoído las reivindicaciones de los «anticapitalistas»–, mientras que los errejonistas han usado a los «anticapitalistas» con el fin de presionar al sector pablista para reivindicar «mayor democracia interna» pese a estar más alejado de sus postulados que los pablistas. Esto vuelve a demostrar que esta es una guerra de arribismos, no de posiciones políticas serias.

Los anticapitalistas apuestan por profundizar la «descentralización y democratización de Podemos», añadiendo la reivindicación de una persona un cargo, fórmula que de no aplicarse les perjudica por su baja influencia de votos en las elecciones internas de Podemos:

«Para ello, Anticapitalistas plantean la «descentralización de Podemos», tanto organizativa como «financiera», pensando sobre todo en las estructuras municipales, cuyos recursos han sido mínimos desde el principio en beneficio de la estructura central. (...) «Necesitamos democratizar la organización, construir herramientas feministas dentro y fuera, garantizar el debate político en el conjunto de Podemos, vincularnos a la sociedad civil, formar parte de la removilización social, construir desde lo local y tener implantación territorial», apunta el borrador de los documentos presentados. (…) Una persona, un cargo para evitar la acumulación de responsabilidades y para distribuir el poder», asegura el documento organizativo. También plantea que se limite el «número de cargos públicos y contratados en Podemos» en el principal órgano del partido entre asambleas, el Consejo Ciudadano». (El Diario; Anticapitalistas plantea reinventar Podemos en Vistalegre 2 para que no sea «subalterno» del PSOE, 12 de enero de 2017)

Niegan una alianza con el PSOE:

«El PSOE de la gestora es la pata izquierda del régimen que queremos derrotar. Ahora mismo, es nuestro principal antagonista», ha asegurado Urbán». (El Diario; Anticapitalistas plantea reinventar Podemos en Vistalegre 2 para que no sea «subalterno» del PSOE, 12 de enero de 2017)

No se oponen a la absorción de IU o cualquier grupo de la autodenominada «izquierda» –excluyendo a «stalinistas» por supuesto–. Para ellos su modelo de partido es la unión de corrientes y fracciones, quedando claro, que no tienen problema, es más, ven la incorporación de nuevos grupos a Podemos como una posibilidad para tejer más y mejores alianzas internas que les haga salir de su rol de fracción testimonial, de igual modo que ante la baja influencia intentan potenciar que solo haya un cargo por persona:

«La pluralidad no es un escollo, sino un valor», ha apuntado Rodríguez, quien ha considerado «maravilloso» que haya personas en Podemos que se identifiquen con Errejón, con Iglesias, con Urbán, con Echenique y «con otros acentos, no solo el de Madrid». (...) Anticapitalistas quieren rehacer el partido en Vistalegre 2 tras el «fracaso» de la estrategia que surgió del primer Vistalegre, en otoño de 2014. Construir «Un Podemos que tras el agotamiento y fracaso de la hipótesis de Vistalegre, se replantee su modelo de organización». La «hipótesis» era poner todos los esfuerzos en ganar las elecciones del 20 de diciembre de 2015 aprovechando la «brecha» abierta en el sistema por la crisis, la respuesta ciudadana y especialmente el 15M». (El Diario; Anticapitalistas plantea reinventar Podemos en Vistalegre 2 para que no sea «subalterno» del PSOE, 12 de enero de 2017)

Entre sus líderes tenemos a algunas caras destacadas en cuanto a relevancia política, como Teresa Rodríguez que lidera el partido en Andalucía, la cual se autodenomina ecologista, trotskista, feminista y mil cosas más:

«Yo dentro de mi patrimonio ideológico está el trotskismo, es decir la gente que en su momento fue la más crítica con la deriva autoritaria de la Unión Soviética, y del marxismo, del pacifismo, del ecologismo, y del feminismo, y de la autonomía en Andalucía, tengo muchas fuentes ideológicas». (Teresa Rodríguez; Entrevista en La Sexta, 19 de marzo de 2015)

De ella dijimos:

«Precisamente Teresa Rodríguez fue miembro del partido socialdemócrata-trotskista Izquierda Anticapitalista –partícipe de la IV Internacional trotskista–, partido que sería la plataforma y columna vertebral de Podemos en su fundación. Este hecho nos recuerda a SYRIZA y su nacimiento, para el cual en su fundación integró al trotskista Izquierda de los Trabajadores Internacionalista (ITI), con la diferencia que este partido no es su columna vertebral para su fundación como si lo fue Izquierda Anticapitalista en Podemos». (Equipo de Bitácora (M-L); El desgaste paulatino de la credibilidad de Podemos, 23 de marzo de 2015)

También hay otras caras famosas del viejo trotskismo, como Jaime Pastor, profesor en la UNED, conocido por sus tesis posmodernas de que lo único nocivo actualmente es el neoliberalismo y que para ello es necesario unas amplias alianzas:

«Tejer espacios de encuentro mestizo de todas las resistencias al neoliberalismo, alianzas de geometría variable y muy horizontales que, empezando por lo local, vayan buscando propuestas comune». (
Diario Público; Doce ideas para intentar remontar, 2011)

Y un ex militante del histórico partido trotskista Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Los veteranos ex trotskistas, eco-trotskistas, socialdemócrata-trotskistas como estos y otros muchos más, son las caras visibles de esta corriente.



Estas luchas no son sino la consecuencia del modelo de partido ecléctico y fraccionalista

Pablo Iglesias diría sobre su visión de partido:

«Las diferencias de opinión, la diversidad y la pluralidad son necesarias y enriquecedoras en una organización democrática, pero que la unidad de Podemos diera paso a una coalición de familias o de partidos dentro del partido sería algo que comprometería nuestra capacidad para cumplir con nuestras tareas». (Plan 2020: Ganar al Partido Popular; gobernar España, 2017)

¿Alguien puede creer que con esta mezcolanza ideológica puede haber paz entre las fracciones? ¿Alguien puede creer que con el existente transfuguismo entre los miembros de las corrientes puede haber un partido estable?

Recordemos que como no hemos cesado de repetir desde sus inicios, Podemos partió de la iniciativa del socialdemócrata-trotskista Izquierda Anticapitalista y de las figuras del 15-M, siendo la mayoría de sus fundadores intelectuales y creando una organización de un carácter ideológico –de variadas influencias– y de organización –de varias fracciones–:

«Quienes componemos IA fuimos promotores fundadores de Podemos, somos Podemos». (Anticapitalistas; Tesis políticas aprobadas por el IIº Congreso de Izquierda Anticapitalista celebrado en Madrid los días 17 y 18 de enero de 2015)

En sus estatutos, no hay una definición clara sobre su ideología, sino una enunciación muy laxa donde casi todo el mundo puede entrar sin exigencia de principios ideológicos:

«La afiliación a PODEMOS será individual previa inscripción por cualquier persona que defienda la democracia, la defensa de todos y cada uno de los derechos contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y acepte los principios y el funcionamiento de PODEMOS». (Podemos; Estatutos del partido político PODEMOS, 2014)

Así mismo, no hay ningún artículo en los estatutos que niegue la formación de fracciones, y los propios líderes vociferan la libertad de corrientes como algo «sano y democrático». Podemos estaba pues condenado a estas riñas internas sobre todo en periodos de crisis:

«Una o varias derrotas podrían activar el buscar culpables y eliminar del mismo modo a varias corrientes internas». (Equipo de Bitácora (M-L); El desgaste paulatino de la credibilidad de Podemos, 23 de marzo de 2015)

Las tres corrientes en Podemos, quién más, quién menos, beben del trotskismo, y entre los principios reconocibles que el trotskismo alberga están el eclecticismo ideológico y el fraccionalismo como ejemplos según ellos de garantía de «democracia interna»:

«–La falta de un tronco teórico sólido que se evidencia en un eclecticismo atroz, lo que se traduce en que hoy se defiende una cosa y mañana otra por simple cortoplacismo y oportunismo político, además de la falta de principios claramente definidos. Este eclecticismo está en el núcleo de las riñas en las organizaciones trotskistas que dan lugar a continuas disoluciones. Esto convierte al trotskista en sinónimo de «discordia gratuita» y «liquidacionismo». (...) –La promoción de la libertad de fracciones en el partido comunista como se tipificaba en los estatutos de la IV Internacional trotskista y la promoción por sus teóricos del multipartidismo en la nueva sociedad socialista. Ello convierte al trotskista en opositor de la independencia ideológico-organizativa de clase obrera respecto a la influencia burguesa, de nuevo convierte al trotskista en un liquidacionista». (Equipo de Bitácora (M-L); Sobre el falso antitrotskismo, 3 de enero de 2017)

Por supuesto, esto constituye una posición contraria al marxismo-leninismo como acabamos de ver, pues el marxismo-leninismo no presupone el fraccionalismo sino su supresión:

«La disciplina férrea del partido es inconcebible sin la unidad de voluntad, sin la unidad de acción, completa y absoluta, de todos los miembros del partido. Esto no significa, naturalmente, que por ello quede excluida la posibilidad de una lucha de opiniones dentro del partido. Al revés: la disciplina férrea no excluye, sino que presupone la crítica y la lucha de opiniones dentro del partido. Tampoco significa esto, con mayor razón, que la disciplina debe ser «ciega». Al contrario, la disciplina férrea no excluye, sino que presupone la subordinación consciente y voluntaria, pues sólo una disciplina consciente puede ser una disciplina verdaderamente férrea. Pero, una vez terminada la lucha de opiniones, agotada la crítica y adoptado un acuerdo, la unidad de voluntad y la unidad de acción de todos los miembros del partido es condición indispensable sin la cual no se concibe ni un partido unido ni una disciplina férrea dentro del partido. (...) De aquí se desprende que la existencia de fracciones es incompatible con la unidad del partido y con su férrea disciplina. No creo que sea necesario demostrar que la existencia de fracciones lleva a la existencia de diversos organismos centrales y que la existencia de diversas organismos centrales significa la ausencia de un organismo central común en el partido, el quebrantamiento de la unidad de voluntad, el debilitamiento y la descomposición de la disciplina, el debilitamiento y la descomposición de la dictadura. Naturalmente, los partidos de la II Internacional, que combaten la dictadura del proletariado y no quieren llevar a los proletarios a la conquista del poder, pueden permitirse un liberalismo como la libertad de fracciones, porque no necesitan, en absoluto, una disciplina de hierro. Pero los partidos de la Internacional Comunista, que organizan su labor partiendo de las tareas de conquistar y fortalecer la dictadura del proletariado, no pueden admitir ni el «liberalismo» ni la libertad de fracciones». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Los fundamentos del leninismo, 1924)

Pues el fraccionalismo y el eclecticismo ideológico son sinónimos de fracasos como se acaba de ver, y es que esto se ha demostrado históricamente en otras corrientes que se han esforzado en renunciar a los principios marxista-leninistas de unidad ideológica y de acción en el partido:

«Por más esfuerzos que hagan los revisionistas, jamás podrá haber unidad entre ellos. Nunca hasta hoy se ha podido establecer unidad alguna sobre la base de la traición a la revolución y al marxismo- leninismo, o sobre la base de la lucha contra ellos. Y esto es así tanto en lo que se refiere a las relaciones entre diversos partidos revisionistas, como a la unidad entre el seno de cada uno de ellos. Esto ha sido perfectamente confirmado por el último congreso del partido revisionista italiano. Siguiendo el ejemplo de los partidos burgueses especialmente de los partidos socialdemócratas, el partido revisionista italiano se ha dividido en las más diversas fracciones, cada una con su propia plataforma ideológica y política, con sus simpatizantes y sostenedores dentro y fuera del partido y que disputan y pelean entre sí por lograr el predominio y posiciones privilegiadas. En esta situación, la línea y las actitudes del partido tendrán cada vez menos en cuenta la opinión de las masas y de los militantes de base, e irán adaptándose progresivamente a la correlación de fuerzas, a los compromisos y concesiones mutuas entre dichas fracciones». (Enver Hoxha; La integración en la burguesía, nuevo rumbo del XIIº Congreso de los revisionistas italianos, 2 de marzo de 1969)


Santiago Carrillo rechazó en la praxis desde los años 50 el modelo de partido leninista, saltándose la dirección colectiva e imponiendo unos métodos gansteriles para eliminar a sus opositores. En el congreso del PCE de 1978 haría oficial su rechazo al leninismo y la abierta competencia entre tendencias que acabaría por hundir al partido en breve tiempo. Antes de morir reconocía que rechazaba el concepto de partido leninista, incluyendo el centralismo democrático, la unidad ideológica y monolítica, y que eso le causó su aislamiento:

«En el 1982 no me voy, dimito, pero quedo en el partido, en el parlamento, hasta el 1985. Pero en ese periodo... Yo he pensado que la antigua forma del PCE, el monolitismo y tal, ya es imposible en esta época». (Entrevista de Pablo Iglesias Turrión a Santiago Carrillo realizada el 25 de noviembre de 2011)

Evoquemos cual fue el destino de corrientes como el eurocomunismo por este tipo de estructura interna:

«Y es debido a esta política liberal de permisión de «luchas entre clanes» que a gran parte de estos partidos eurocomunistas les suplantaran otras fracciones no eurocomunistas –del tipo que fueran– en la cúpula del partido, claro estaba, que los eurocomunistas intentaban cortar de raíz esto antes de que tal cosa pasara, pero como hemos visto en muchos no pudieron evitar que la Espada de Damocles les pillara de lleno. (...) Mientras el Partido Comunista Italiano de Berlinguer logró mantener a raya a la fracción pro soviética de Armando Cossutta, no sin dificultades, a la muerte de Berlinguer en 1984 empezaría un verdadero caos por el control del partido, poco después, la corriente pro Berlinguer de Achille Occhetto disolvió el partido y fundó el socialdemócrata Partido Democrático de la Izquierda en 1991 mientras que Armando Cossutta respondería fundando el Partido de la Refundación Comunista, ambos partidos de corte extremadamente revisionista. En el caso del Partido Comunista Francés de Georges Marchais jamás tuvo una posición firme sobre nada de calado ya desde la época de Maurice Thorez, e iba reaccionando tarde y dando tumbos en sus posiciones: la posición eurocomunista distante hacia los revisionistas soviéticos de George Marchais en los 70 era la menos distante dentro de los partidos revisionistas occidentales, finalmente en el XXIVº Congreso del Partido Comunista Francés de 1982 se caracterizaría por un giro pro soviético del propio Marchais y el partido, en 1991 Marchais resistiría a los llamados renovadores que querían disolver el partido como había pasado en Italia y oficializar un nuevo partido como socialdemócrata; finalmente cuando en el XXVº Congreso del Partido Comunista Francés de 1994 Georges Marchais abandona el partido, sus sucesores, Robert Hue y siguientes, abandonarían lo que ellos llamaban «los errores y dogmas stalinistas del eurocomunismo de Marchais». En el caso del Partido Comunista de España las diferentes fracciones lograrían poner en aprietos a Carrillo durante muchos años, hasta que a la entrada de los 80 por sus diferentes fracasos en las elecciones generales –que para ellos era lo importante para ver el éxito de la agrupación– Carrillo cediera ante los renovadores de Gerardo Iglesias el puesto de Secretario General en 1982, poco a poco se sucederían más escisiones como la del pro soviético Partido Comunista de los Pueblos de España de Ignacio Gallego en 1984, que era «una más» a la larga lista de escisiones en los 60 y 70, ya para 1985 se vería la propia expulsión de Santiago Carrillo del partido. En 1986 el Partido Comunista de España se integraría en la coalición de partidos que conocemos como Izquierda Unida, una unión de varios partidos de variopinta procedencia donde se respetaba la autonomía de cada partido comandada por Gerardo Iglesias, partido que a día de hoy no se diferencia en su programa de su competidor Podemos, y que siempre ha guardado una estrecha relación de amistad y apoyo a SYRIZA incluyendo la unión de ambos en el Parlamento Europeo bajo el conocido como Partido de la Izquierda Europea». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?, 2015)

¿Esto no es esto lo que ha ocurrido en Podemos? ¿Las luchas entre fracciones no ha tenido como resultado el cada vez mayor hastío de la militancia ante la falta de democracia interna en un modelo ya de por sí poco democrático?:

«La participación en las votaciones de la asamblea de Podemos no ha cumplido las expectativas. De los 456.878 inscritos –268.000 considerados activos– han votado en este proceso de vital importancia para determinar el futuro de la formación 155.275 –sin análisis antifraude–». (El Confidencial; Las bases de Podemos censuran a la cúpula y la participación no alcanza las expectativas, 12 de febrero de 2017)

Durante un cierto tiempo los dirigentes de todas las corrientes de Podemos han intentado aparentar que estas divergencias entre ellos eran «normales», que incluso era una muestra de «democracia» frente al resto de organizaciones como PP o PSOE que se esfuerzan más en tapar estas divergencias, aunque también existan por su mismo carácter ecléctico y liberal en cuanto a fracciones. Pero lo cierto es que la democracia de una organización no se mide por el número de polémicas estratégico-tácticas entre sus líderes o los abiertos reproches en los medios de comunicación sobre el uso de los recursos y los organismos, eso solo demuestra el caos ideológico y organizativo existente, mucho menos Podemos puede hablar de libertad cuando se ha dejado notar en no pocas ocasiones que la militancia, sus peticiones, no son escuchadas ni tomadas en consideración –lo veremos más adelante–. Pasado un tiempo, viendo las críticas de las bases por esta imagen y que los resultados de las encuestas pronosticaban un descenso en intención de voto, los líderes clamaron por rebajar el nivel de las críticas, o al menos hacerlas en privado, pero la polémica siguió hasta llamarse traidores unos a otros. En una entrevista reciente el propio Pablo Iglesias ha reconocido en una entrevista que:

«Podemos da una imagen patética». (Pablo Iglesias, Espejo Público, 7 febrero de 2017)


Recientemente Pablo Iglesias ha declarado que fue un error exponer los debates internos:

«Pablo Iglesias: Hemos sido enormemente torpes discutiendo por tuits debates internos». (Salvados; Pablo Iglesias frente a sus votantes, 2017)

De nuevo una vuelta de tuerca en el discurso: de pasar a decir que los debates entre los líderes de las fracciones por cosas insignificantes eran buenos, demostración de democracia interna e incluso necesarios, a pasar a decir que era una torpeza que da una imagen patética del partido. Lo cierto es que no se puede tener confianza alguna en las opiniones de los líderes de Podemos». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas, 2017)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

Recomendamos algunos posts de Bitácora (M-L) sobre Podemos y sus aliados como Syriza en orden cronológico de lo más reciente a lo más antiguo:

Podemos defiende una batería de «cesiones» para acercarse al PSOE y alejar a C's; El Confidencial, 2016

Algunas consideraciones sobre el caso Dilma y la crisis política en Brasil; Equipo de Bitácora (M-L), 2016

Keynesianismo en el programa económico de Podemos; Rafael Martínez, 2015

Y cuanto más se acercan las elecciones generales, Podemos recula más y más en su programa y discurso [Recopilación de documentos]; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


La segunda «bajada de pantalones» de SYRIZA y la respuesta espontánea del pueblo griego [Recopilación documental]; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?; Equipo de Bitácora (M-L), 2015

El desgaste paulatino de la credibilidad de Podemos; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


Crítica al artículo:Terrorismo mediático contra Pablo Iglesias Turrión; Equipo de Bitácora (M-L); 2014

¿Es Podemos un partido diferente a Izquierda Unida? En absoluto; Sobre el programa de las nacionalizaciones; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

Crítica al artículo: «Podemos» irrumpe con fuerza en el panorama político español; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», Equipo de Bitácora (M-L), 2013

1 comentario:

  1. (Estrella Digital; El obrero que busca Pablo Iglesias, 27 de noviembre de 2017) creo que aqui se equivocaron y debiera ser 2016 el año.

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